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Los 8 tipos de carácter (y su

relación con la conducta criminal)


Carácter sanguíneo, apasionado, flemático, amorfo, colérico... ¿con
cuál te identificas?
por Ricardo Vázquez Cigarroa

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¿Qué es el carácter? ¿Qué tipos de carácter existen y cómo se clasifican?

El mismo Le Senne define caracterología como “el conocimiento metódico de


los hombres, en tanto que cada uno se distingue de los demás por su
originalidad”. Este concepto nos servirá para comprender la conducta de los
grupos en particular y de los diversos individuos.
En palabras sencillas, la caracterología es la disciplina que estudia el carácter
y su clasificación. Por tanto, resulta evidente que el estudio del carácter es de
vital interés para el estudio de la génesis y dinámica de los más comunes
fenómenos criminales en la medida que el carácter es un factor criminógeno.

Caracterología y su importancia en el estudio


criminológico
Para la caracterología aplicada al estudio del criminal (la
denominada caracterología criminal) la predisposición individual a la
comisión de un acto delictivo viene representada por la hipertrofia de los
mecanismos caracterológicos, de una atrofia consecutiva de los otros
mecanismos, los cuales pierden entonces su facultad de neutralización.

Benigno Di Tulio, eminente estudioso de la criminología señaló que existen


disposiciones y aptitudes propias de cada criminal que hacen que se sienta atraído
hacia una forma determinada de delito, mismas que en ciertos casos hacen
repudiar al delincuente de otras manifestaciones delictivas. Por ejemplo, las
personas con rasgos fetichistas (quienes comúnmente tienden a ser de carácter
sanguíneo) que entra a las casas exclusivamente a robar prendas femeninas, pero
no otros bienes.
Carácter y predisposición a la conducta delictiva
Por otro lado, ya Presten señalaba adecuadamente dos puntos:

1. Ciertos mecanismos caracterológicos predisponen a un sujeto al delito, por


lo que el carácter puede ser un factor criminógeno endógeno.

2. El “poder” criminógeno de un mecanismo parecería estar ligado


directamente a su hipertrofia la cual puede ser global o selectiva (en relación a
los tres factores constitutivos de este)

Caracterología criminal: clasificación de caracteres


La tipología caracterológica estudiada por Le Senne plantea la siguiente
clasificación con un total de ocho perfiles de carácter.
1. Carácter nervioso (emotivo, inactivo, primario)

Emotivo ante todo, siente vivamente todos y cada uno de los estímulos del
mundo exterior, el menor roce es bastante para excitar su sensibilidad
hiperestesiada. Al ser inactivo, posee un alto potencial energético, que al no
descargarse por la actividad persistente queda disponible a las
pulsiones, instintos y tendencias antisociales. Cuando llega a su punto máximo
reacciona instantáneamente sin medir las consecuencias de sus actos. El más
criminógeno de entre todos los caracteres.

2. Carácter apasionado (emotivo, activo, secundario)

Se trata de un sujeto por excelencia relacionado con los llamados crímenes


“pasionales”, pese a que tiene una débil incidencia criminógena. El elemento
peligroso del carácter apasionado proviene de que sus emociones afectadas por
su secundariedad se prolongan con el paso del tiempo que suelen organizarse en
ocasiones sobre una base de odio y/o celos que, ligadas a la actividad que posee,
facilita sus actos y que podrían fácilmente transformarse en acciones con
intenciones homicidas. La hipertrofia adquirida es la consecuencia de una
derivación de la energía psíquica que utiliza la vía de salida que favorece mejor
la perpetración del homicidio, provocado por odio, celos o venganza. Los estados
paranoides se dan con bastante frecuencia y orientan fácilmente al mecanismo
apasionado hacia una conducta antisocial agresiva.

3. Carácter colérico (emotivo, activo, primario)

Fácilmente observable en este tipo que la emotividad se transforma en reacción.


El mecanismo colérico condiciona fácilmente la iniciativa, la combatividad, la
agresividad: estos rasgos del comportamiento corren fácilmente el riesgo de ser
dirigidos contra las personas convirtiéndose en actos antisociales. La necesidad
de acción da lugar a ciertas tendencias tales como la codicia o la sexualidad e
inclusive expresividad. Este mecanismo colérico favorece más a las lesiones y a
la estafa que al robo.

4. Carácter sentimental (emotivo, inactivo, secundario)

Heymans, Wiersma y Resten señalan que este carácter no predispone a la


delincuencia. El sentimental es frenado en la expresividad de sus emociones por
su secundariedad, que traza delante de él unas perspectivas alejadas de su
conducta y también por su inactividad que muy raras veces le encauza por el
camino de la delincuencia. Sin embargo, su secundariedad puede organizar
emociones sobre un tema pasional, cuya base puede ser el odio, rencor, envidia,
etc. De ahí que las reacciones violentas, agresivas e insólitas, la mayor parte de
las veces sean dirigidas en contra de las personas. Como el clásico ejemplo de
algún sujeto que de la noche a la mañana decidió asesinar a toda su familia o
causar un tiroteo en una escuela, y que posteriormente se suicida. Este hecho solo
puede explicarse por un eclipse momentáneo del mecanismo sentimental que
cede ante un mecanismo nervioso.

5. Carácter sanguíneo (no emotivo, activo, primario)

El sanguíneo tiende a dar rápida y completa satisfacción a los reclamos de su


cuerpo: comiendo y bebiendo con avidez por ejemplo, también procurando
saciar su apetito sexual. Interviene relativamente poco en los delitos contra la
propiedad (como el robo por ejemplo), en cambio tiene cierta incidencia en
delitos sexuales y de violencia contra las personas.

6. Carácter flemático (no emotivo, activo, secundario)


Individuos generalmente fríos, tranquilos, puntuales, ordenados, veraces y
reflexivos. De escasa participación en los delitos. Sin embargo sus rasgos
intelectuales y meticulosos pueden hacer que cuando el flemático opte por
encauzarse al delito, realice conductas antisociales largamente meditadas,
cuidadosamente preparas y realizadas, a diferencia de por ejemplo el nervioso o
el colérico quienes pueden delinquir por arrebatos de impulsividad. Comúnmente
se les relaciona con delitos intelectuales sumamente intrincados como asaltos a
bancos, delitos de cuello blanco, etc.

7. Carácter amorfo (no emotivo, inactivo, primario)

Su rasgo dominante es una pereza sumamente radical. Vive en el presente


inmediato y no suele ser reflexivo en cuanto las consecuencias de sus actos, solo
atiende a sus necesidades para darles satisfacción siempre con el mínimo
esfuerzo. El amorfo se deja influenciar fácilmente al delito por influencia de
otros ya que no tiene aptitudes para resistirse a sugestiones de un grupo. El caso
de aquellos que solo son colaboradores secundarios en un delito (por ejemplo en
un secuestro: el que retiene a la víctima en la casa y le da de comer).

8. Carácter apático (no emotivo, inactivo, secundario)

Caracterológicamente mal dotados y difícilmente adaptable al medio. En


ocasiones tienen debilidad mental de algún tipo con fallas en la esfera moral y
volitiva. Con deficiencias notorias en la educación. Especialmente partícipe de
delitos sexuales contra menores, dado a sus múltiples dificultades para establecer
relaciones con otros individuos.

Carácter y prevención de la conducta agresiva y


criminal
Finalmente queremos indicar que la prevención del delito debe comenzar con
la clínica: por el descubrimiento temprano de las tendencias agresivas o
antisociales de los jóvenes y las necesidades caracteriales de cada individuo. El
diagnóstico temprano sobre estas necesidades permitirá establecer relaciones
pertinentes y proactivas sobre reeducación e intervención biopsicosociológica.

Referencias bibliográficas:

 Marchiori, H. (2004) Psicología Criminal. 9a edición. Editorial Porrúa.

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