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("El Elogio a la Locura, Erasmo de Rotterdam)

La locura del mundo moderno aún no ha quedado totalmente demostrada, ya


que los límites de las verdades absolutas han sido rotos hace mucho tiempo y
ahora no sabemos cuál es la diferencia entre locura y razón, pero durante el
Renacimiento y en la patria de la razón y la lógica pura si se podía establecer
dicho límite y el desafío estaba en hacer la critica de forma sutil y llamar "locos"
a los poseedores de dicha razón.
En el libro "El Elogio a la Locura" escrito por Erasmo de Rotterdam, se critica a
la sociedad de la época como una estulta que desconoce sus orígenes,
haciéndolos banales y estableciendo el poderío de la lógica sobre la condición
humana, y es que la lógica era la nueva opción que hacia ver las acciones de
las personas como "viables", esto sí realmente se creía que la locura
personificada por Rotterdam era aquella que iba en contra de la razón.
Sin duda, Erasmo de Rotterdam no fue uno de los hombres menores del
Renacimiento ni de los menos conocidos durante su época, y esto lo
demuestra mediante el "Elogio a la locura", claro que ¿quien que estuviera
medianamente cuerdo escucharía sin reparos un monologo de la locura y le
daría la razón?, es probable que el mundo renacentista no. La locura de
Rotterdam dice tener la razón de su lado, dice decir la verdad y la manera
frívola y fútil como lo hace despierta nuestra curiosidad, y es que para estar
loco no se necesita hacer ningún esfuerzo, en realidad estar loco es, se podría
decir, seguir el cauce de la naturaleza humana y seguir lo que se nos mando
hacer: vivir.
Escrito de forma suelta y ricamente violenta el libro del holandés, nacido en
Rotterdam en 1469, nos cuenta con gran franqueza las debilidades y defectos
de una sociedad que no se permitió el lujo de mirarse al espejo y que mediante
la risa intenta debelar los males de su época. Surgen entonces dos formas de
analizar este libro: el autor pretendió criticar de forma satírica su época o el
autor pretendió criticar de forma satírica a toda la conformación de la sociedad.
Yo me inclinaría por la segunda.
El asumir a la locura como personaje principal fue una decisión bastante
acertada, ya que ¿Quién culparía a la locura de decir insensateces si está
loca?, además se debe tener en cuenta el peso que implica que sea la locura
quien nos habla, un personaje de respeto y causante de muchos temores:
nadie quiere estar loco.
Desde el primer punto de análisis la Locura hace una critica a las clases
sociales de la época, su burla mordaz no deja escapar a nadie: ni reyes ni
papas, ni campesinos ni nobles, ni mujeres ni monjes se sustraen al dominio de
la locura, la estulticia y la estupidez. Esta es una crítica que ahonda en un
mordaz análisis de la Iglesia y sus instituciones, así como de la teología y su
anticuado método, todos ellos bajo el gobierno de la Locura porque se han
apartado de la verdadera fuente de la religión: el cristianismo primitivo. La
locura aboga por huir del mundo de las apariencias, de ese teatro de la
inautenticidad y del discurso de la razón como la excusa de los
comportamientos oscurantistas. Para ella el pasado es considerado como un
motor de renovación que nos permite rehacer los pasos y es donde la critica
cobra mayor fuerza al querer mostrar como los hombres primitivos habían sido
más cuerdos que los hombres de la razón y la sabiduría.
Desde el segundo punto de análisis que había mencionado anteriormente, la
critica de la locura a la conformación de cualquier sistema social
independientemente de su época es la critica a la razón y la lógica. Las
sociedades han renunciado a su individualidad, masificada mediante las
religiones y culturas, haciendo del discurso de la sabiduría un arma de
protección ante aquello que les hace humanos: los impulsos, el instinto y la
necedad, aquello que los caracteriza y da lógica a la humanidad, pero que no
implica la debilidad de la raza. Cuando la locura se proclama y risueñamente
habla a los dirigentes del mundo enguanta en terciopelo la violencia de sus
palabras:
"Diga lo que quiera de mí el común de los mortales, pues no ignoro cuán mal
hablan de la Estulticia incluso los más estultos, soy, empero, aquélla, y
precisamente la única que tiene poder para divertir a los dioses y a los
hombres. Y de ello es prueba poderosa, y lo representa bien, el que apenas he
comparecido ante esta copiosa reunión para dirigiros la palabra, todos los
semblantes han reflejado de súbito nueva e insólita alegría, los entrecejos se
han desarrugado y habéis aplaudido con carcajadas alegres y cordiales, por
modo que, en verdad, todos los presentes me parecéis ebrios de néctar no
exento de repente, como los dioses homéricos, mientras antes estabais
sentados con cara triste y apurada, como recién salidos del antro de Trofonio."
Ha sido frecuente considerar la locura como un delirio o furor que se apodera
durante un tiempo de un hombre y le hace hablar o actuar en formas distintas
de las usuales, o estimadas usuales, y, en todo caso, en forma extraordinaria.
Ejemplos de este modo de concebir la locura los tenemos en muchas
comunidades humanas especialmente (y algo sospechoso) en los regímenes
manejados por el catolicismo. La locura y sus equivalentes formas (delirio,
furor, éxtasis, etc.) han sido concebidas de diversos modos, la locura puede
considerarse de dos modos: o como una enfermedad del cuerpo que se
manifiesta "en el alma"; o como una posesión del alma por algún "demonio".
Sin la locura no habría, dice la estulticia, posibilidad de vivir y de
pensar sana y simplemente, lejos de la pedantería de los sabios, o falsos
sabios.
La locura puede ser entonces un punto de partida para cuestionar las
estructuras sociales, para desenmascarar las hipocresías de la sociedad ya
que es ella misma quien habla y diseca estrato por estrato la sociedad de su
tiempo. Al poner voz en la boca de la locura, el autor dota a su discurso de
autoridad, un discurso que luego se convierte en un tratado de poder, del cómo
se maneja dicho poder. La locura, al igual que la Vida o la Muerte tomadas
como personajes, es un ente que reviste un respetuoso temor. Sus palabras,
por lo tanto, aun reconociendo el tono paródico del discurso, remeten a un
personaje que está por encima del lector, ya que la locura será locura, pero
sabe de lo que habla y tiene derecho y elementos para hacer eso.
La duda que se plantea para quien escucha a la locura está en dónde se
encuentra la locura y dónde la razón. Pero en Erasmo la locura, como oradora,
expone formas de demencia que quizás no eran evidentes para la sociedad,
pero sí para ella, dueña del saber sobre el equilibrio mental.
La locura hace una crítica a las costumbres de los contemporáneos, a las
supersticiones, a los prejuicios, a la ignorancia y al fanatismo en todas sus
formas.
Los medios de comunicación de la época de Erasmo de Rotterdam estaban en
poder de los sabios, aquellos que sabían leer y conformar el discurso en la
oratoria, aquellos que pasaban horas enteras discutiendo acerca de los rumbos
de su nación y se vanagloriaban del poder sobre los pueblos, aquellos que
nunca esperaron ser atacados con igual elocuencia por aquella que criticaba su
elocuencia. Cuando se toma la locura como personaje estos no pueden rebatir
sus opiniones y criticas, solo la pueden escuchar y esperar no ser envueltos
por su discurso. En la historia de la literatura ha habido innumerables clases de
locos y en la modernidad han colapsado tantas formas de angustia humana
que ya nadie se atreve a culpar al otro de estarlo, pero no se trata de la locura
como enfermedad física, sino más bien de quitarle a la razón el terreno que ha
ganado entre los hombres. En nombre de la razón se llevan a cabo atrocidades
de todas clases encubiertas en lo que es "correcto". ¿Cómo es que la razón
ganó en la historia de la humanidad el nombre de lo correcto y la estulticia el de
lo insano? Es ahí donde estamos errados y donde faltamos al principio de no
creer en verdades absolutas.
El ser humano se ha tornado profano de sus propias creencias, prostituyendo
aquello por lo que alguna vez hubiese dado la vida, y esta actitud sola confirma
la veracidad del discurso de la locura, los individuos son seres impulsivos,
desesperados y dispuestos a creer y seguir a quien los guíe, en la batalla entre
la razón y la locura el discurso de la primera ha sido simplemente más
convincente. "El Elogia a la Locura" es un monologo de las bondades de la
estupidez y el olvido, "desaprender lo aprendido" al igual que el discurso de la
adquisición del conocimiento argumentado por los humanistas. Aquel que
aprovecha las capacidades del olvido y aprende desde la misma inocencia
adquirirá nuevas ideas sin verdades preconcebidas; aquel que es lo
suficientemente valiente como para asumir la estupidez del estulto escapará de
los razonamientos de la sabiduría dada por quienes controlan los destinos de la
humanidad.
Pero no nos debemos dejar engañar, ya que la locura tiene intereses al igual
que la razón. Todo cuanto se ha dicho hasta ahora ha sido un ciego voto de
confianza a aquella que pierde a los hombres y sus mentes, aquella misma que
detesta al oyente que todo lo cree y aquella que se convierte solo en excusa de
critica disfrazada.
En la historia de los dioses, sea uno o sean varios, ha sido demostrado que
quien no sigue los dogmas de poder establecidos será eliminado de muchas
maneras, ¿Quiénes somos para desafiar lo ya establecido? Pero es que en
esto se basa la historia de la evolución, en la utilización de conocimientos
anteriores para la creación de mundos nuevos, y es aquí donde razón y lógica
toman forma, donde el discurso del método recupera todo su valor y donde la
estupidez y el olvido se convierten en solo eso: estupidez y olvido.
La humanidad ha tomado aquello que ya estaba hecho, lo ha mejorado o
empeorado, pero en cualquier caso ha evolucionado, ha ascendido hacia una
lógica cada vez más amplia y más accesible, una lógica que conforma las
bases sociales. Si la critica hecha por Erasmo de Rotterdam apuntaba a la
razón, sus fuentes y creencias, fue un error el hacerlo desde la literatura, sin
escenario establecido ni personajes claramente definidos (aparte de las
estultas debilidades humanos), pero sí lo que hizo fue una critica al sistema
conformado por esta misma razón el acierto estuvo en hacerlo de una forma
tan incuestionable. La critica hecha por la locura, como ya lo he mencionado,
no es susceptible de una contracritica, ya que a la vez que conduce un discurso
de extrema lógica (lo cual es paradójico) individualiza a las personas de tal
forma que las pone más en un conflicto ético y moral ante su forma de asumir
las verdades absolutas de su sociedad
La locura desdibuja la línea entre la razón y la estulticia, nos pierde en un limbo
de autocuestionamientos y nos invita a rechazar lo preconcebido para al final
recordarnos que no debemos creer todo lo que escuchamos. El Elogio que la
locura se hace a sí misma es, en mi opinión, la burla más seria que los
humanistas han hecho del mundo y su sabia retórica.

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