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Universidad de Iberoamérica

Facultad de Psicología
Métodos y Técnicas de Estudio
Prof. Rafael Román Quirós

Alejandro Ayón
Ensayo: La inclusividad a la diversidad sexual en los sistemas de salud y educativos.

Introducción

Al hablar sobre inclusividad, es necesario retomar el concepto de violencia de género,


y también considerar como la violencia homolesbobitransfóbica puede tener raíces en esta
misma. La necesidad de abordar la violencia de genero se hace clara desde la ética, así como
desde la salud pública. Estrada-Montoya y Sánchez-Alfaro (2011), indican que la violencia es
el uso de poder para hacer daño a otros o a uno mismo, que encuentra desigualdades en el
género basadas en una asimetría socialmente construida. Estos autores explican que esta
violencia está relacionada con la concepción social de lo que es ser hombre o ser mujer, que
puede expresarse de manera simbólica, como física, verbal, psicológica, sexual entre otras.

Tomando en cuenta el hecho de que, en múltiples ocasiones, la violencia de esta


categoría es promulgada desde el ámbito institucional, es necesario contemplar aspectos
relacionados con la salud pública y el desarrollo de políticas públicas que aborden la violencia
de género (Estrada-Montoya y Sánchez-Alfaro, 2011). En Costa Rica, si bien se han ido
desarrollando políticas que buscan abordar esta problemática, no siempre son puestas en
función, y en múltiples ocasiones no contemplan a la diversidad, o son ignoradas debido a
rasgos socioculturales. Esto último constituye una de las diversas problemáticas sociales a las
cuales se enfrenta Latinoamérica, promovidas por mecanismos heredados de la colonia, a los
cuales nos acatamos sin pensarlo. Esto podemos enlazarlo al desarrollo de la sociedad bajo una
postura machista de falocentrismo heterosexual, olvidando la predominancia de la diversidad
en las culturas (Estrada-Montoya y Sánchez-Alfaro, 2011).

Es debido a esto que se evidencia la necesidad de abrir la reflexión ética sobre la vida
y la salud, para considerar determinantes de la salud colectiva, como el contexto sociocultural,
económico, político y ambiental. Estrada-Montoya y Sánchez-Alfaro (2011), explican la
importancia de debatir sobre género desde esta perspectiva, tomando en cuenta las poblaciones
marginadas y estigmatizadas, asediadas por fenómenos de violencia. Así, llaman a un
feminismo bioético, desde el cual se incorporan las voces que no son representadas por el
discurso dominante. De tal manera, indican la importancia del enfoque de género, que pone en
evidencia el carácter dinámico de las relaciones a nivel cultural.

Este enfoque revaloriza y reubica el rol de mujeres y hombres como constructoras y


constructores de su propia historia, abriendo nuevos espacios para desarrollar salud y una
ciudadanía plena. Desde dicho acercamiento, se promueve el empoderamiento de derechos, el
ejercicio de la ciudadanía y el uso del diálogo para la intermediación entre grupos, moralidades,
racionalidades y personas distintas entre sí que acusan una confrontación, abriendo el camino
hacia la reflexión, el debate y la deliberación acerca de la convivencia y la supervivencia
humana (Estrada-Montoya y Sánchez-Alfaro, 2011). Tomando esto en cuenta, Estrada-
Montoya y Sánchez-Alfaro (2011), indican que el disfrute de la democracia participativa, así
como la construcción de consenso y la igualdad de derechos, son factores que contribuyen al
desarrollo de una sociedad inclusiva y equitativa.

Desarrollo

Buscando generar una verdadera democracia participativa, es necesario abordar el


ámbito educativo, donde se desarrollan los y las futuras actores sociales, a través del cual
integran su identidad, y desde el cual deberían aprender destrezas para la convivencia. Al
describir a la juventud LGBT en el contexto educativo, es necesario considerar la inmersión
del mismo en una sociedad patriarcal basada en la masculinidad hegemónica, donde la
diversidad es estigmatizada frente a la heteronormatividad. Es así que Martxueta-Pérez y
Etxeberria-Murgiondo (2014), indican que la juventud LGBT conforma una población con
cierto riesgo social y de salud mental, relacionado con el proceso de integración de su identidad,
en un contexto que la rechaza.

Esto último, tomando en cuenta la importancia de la etapa de la adolescencia en la


consolidación de la percepción de uno mismo. La estigmatización puede tener como
consecuencia sentimientos de angustia ante el miedo experimentado en diversas situaciones,
así como una percepción distorsionada de sí mismo (Martxueta-Pérez y Etxeberria-Murgiondo,
2014). También es importante tomar en cuenta aspectos que afectan a esta población
específicamente como la común falta de apoyo, aislamiento y elevado riesgo de sufrir agresión
y exclusión social en diversos contextos. Martxueta-Pérez y Etxeberria-Murgiondo (2014),
señalan que el ambiente donde se desenvuelven las personas LGBT es problemático, debido a
que estas se ven rodeadas de experiencias de homolesbobitransfobia desde edades muy
tempranas.

En lo que refiere a los sistemas escolares, estos se presentan como un reflejo de la


sociedad en general, continuando las metas políticas e ideológicas del grupo en control. No
obstante, Lozier y Ohmstede-Beckham (2012), resaltan la importancia de que los sistemas
escolares reconozcan y acepten la diversidad, sobrellevando, con apoyo, las presiones de
mantener ciertos estándares sociales. Asimismo, recuerdan la obligación legal, ética y moral
de las instituciones educativas de mantener un campus seguro para que todos los estudiantes
tengan igual acceso a la educación (Lozier y Ohmstede-Beckham, 2012). Esto último, lo
refuerza la ministra de educación de Costa Rica, en una entrevista hecha por el periódico La
Nación, diciendo que “de esto hay que hablar, la diversidad sexual existe, y estas personas
tienen derechos y uno de los derechos es la educación en un ambiente completamente
respetuoso” (La Nación, 2017).

Ahora bien, uno de los principales riesgos en el ámbito educativo es el matonismo y la


agresión, entre otros obstáculos para el acceso a servicios de las personas LGBTQ como la
homolesbobitransfobia, prejuicios, y tabús sociales (Lozier y Ohmstede-Beckham, 2012). Por
lo tanto, sería prudente hacer hincapié en la necesidad estrategias para la prevención de la
homofobia y la transfobia, así como para el abordaje del bullying homofóbico y transfóbico,
dirigidas a todos los miembros de la comunidad educativa. Esto puede lograrse abordando
estrategias que consideren la necesidad de desarrollar valores como la aceptación de la
diversidad a través del aprendizaje cooperativo, la empatía y el desarrollo de los recursos
personales y sociales del alumnado (Martxueta-Pérez y Etxeberria-Murgiondo, 2014). Existen
diversos programas a considerar, que tienen el objetivo de promover la inclusión, a raíz de los
cuales, se hace evidente la importancia de tratar la homolesbobitransfobia, abordar el bullying,
y buscar una mejora de la atención a la diversidad afectivo-sexual (Martxueta-Pérez y
Etxeberria-Murgiondo, 2014).

Otro aspecto importante a tomar en cuenta en la búsqueda de ambientes educativos


verdaderamente inclusivo, es la prevención del heterosexismo. Buscando una estrategia
adecuada para esto último, Martxueta-Pérez y Etxeberria-Murgiondo (2014), señalan la
intervención en tres niveles. Primero, indican que es importante dirigir los problemas actuales
de los y las jóvenes, buscando prevenir mayor deterioro, también indican la necesidad de
especificar los riesgos específicos de jóvenes LGBT y su abordaje y principalmente, explican
lo imperativo que es crear circunstancias que previenen el desarrollo del heterosexismo y la
homolesbobitransfobia.

Buscando atender a la diversidad afectivo sexual, Martxueta-Pérez y Etxeberria-


Murgiondo (2014), apuntan a diversos criterios a tomar en cuenta con el fin de promover climas
escolares seguros libres de conductas homolesbobitransfóbicas y promoviendo el bienestar de
los y las jóvenes LGBT. De tal manera, hacen un llamado a la necesidad de establecer y
publicar políticas antidiscriminación y anti-acoso que especifiquen la orientación afectivo-
sexual y la expresión de género, la apariencia y la conducta (Martxueta-Pérez y Etxeberria-
Murgiondo, 2014). Otro criterio de gran importancia, es el de sensibilizar y proveer una
formación adecuada al profesorado y el resto del personal escolar para saber cómo actuar en
aquellas situaciones de acoso y victimización relacionadas con la orientación afectivo-sexual
y expresión de género (Martxueta-Pérez y Etxeberria-Murgiondo, 2014).

Martxueta-Pérez y Etxeberria-Murgiondo (2014), también explican la importancia de


introducir en el currículo temas LGBT e información acerca de las diferentes orientaciones
afectivo-sexuales y expresión de género. Esto también debería estar acompañado por una
sensibilización y formación del alumnado en diversidad afectivo-sexual, así como una
disponibilidad de fuentes de información y apoyo para todo el alumnado y sobre todo para los
estudiantes LGBT (Martxueta-Pérez y Etxeberria-Murgiondo, 2014).

Evidentemente, el aspecto más importante en este ámbito, es la formación de la


comunidad educativa, desde la cual se hace posible desarrollar una cultura escolar positiva que
promueva la inclusividad y el respeto, libre de discriminación o exclusión. Es así que todos los
miembros de las diversas comunidades educativas deben participar en la formación de una
educación de calidad y de igual oportunidad. A través de las diversas acciones que se tomen en
esta dirección, se logrará construir climas educativos más seguros, derivando en menos
situaciones de acoso y mayor trabajo colaborativo, así como mayor igualdad de oportunidades.

Partiendo de esto, también es necesario mencionar que, si bien es necesario darles


importancia a estos temas, es aún importante implementar acciones al respecto. Existen
estudios que indican que, en algunas comunidades educativas, por más que se le dé importancia
a esta temática, se dificulta la toma de acciones respecto a la misma, lo cual tiene un efecto
directo sobre la calidad de vida estudiantil (Lozier y Ohmstede-Beckham, 2012). Lozier y
Ohmstede-Beckham (2012), indican que esto puede estar relacionado con una falta de
conocimiento de la multiplicidad de medidas necesarias para atender a esta población, así como
con la falta de personal de apoyo en las instituciones educativas. Lozier y Ohmstede-Beckham
(2012), llaman al deber de los psicólogos en liderar los esfuerzos para establecer políticas que
generen inclusión y aceptación.

A nivel costarricense, el Ministerio de Educación Pública viene implementando desde


el 2012 su programa de Educación para la Afectividad y Sexualidad. Este último ha sido
reformado, buscando incluir de mayor forma la temática de la diversidad sexual y los derechos
humanos, entre otros. No obstante, se menciona como obstáculos al desarrollo del mismo los
prejuicios y la falta de entrenamiento en los docentes. A pesar de esto, la ministra de educación
explica (La Nación, 2017) que se buscan integrar enfoques de educación inclusiva, que es muy
innovador para algunas personas. Esto refuerza lo que mencionaban Martxueta-Pérez y
Etxeberria-Murgiondo (2014) respecto a la importancia de la formación de la comunidad
educativa y la disponibilidad de recursos de información.

La implementación de ambientes educativos inclusivos no solo busca incidir sobre la


calidad de vida inmediata de los estudiantes, sino sobre la información sobre la cual se van a
basar en el desarrollo de sus prácticas profesionales y su experiencia cotidiana. Esto último que
continuará teniendo efecto sobre la calidad de vida de estas mimas personas, así como aquellas
personas de la diversidad afectivo sexual con las que se encuentren. Un claro ejemplo de esto
es la formación de profesionales de salud. Como se mencionaba al inicio, uno de los ámbitos
desde los cuales se deben abordar las violencias de género, es el de salud pública.

Keuroghlian, Ard y Makadon (2017) señalan que, a pesar de ciertos avances en materia
de la diversidad sexual, todavía falta desarrollo respecto a la educación de los profesionales de
la salud sobre la salud de las personas LGBT. Dichos autores, también indican que a pesar de
los múltiples estudios que señalan necesidades específicas en salud de esta población, se dedica
poco tiempo a estos temas en la formación profesional en Estados Unidos. Es así que señalan
una necesidad en el área de entrenamiento en salud de población LGBT para desarrollar
habilidades centrales que los alumnos podrán usar sin importar su área de trabajo, así como
una necesidad de desarrollar ambientes de salud inclusivos (Keuroghlian, Ard y Makadon,
2017). Keuroghlian, Ard y Makadon (2017), señalan que la educación en estos temas dirigida
a profesionales de la salud tiene como resultado mayor satisfacción y comodidad de las
personas usuarias de los servicios de salud.
En los últimos años ha habido un desarrollo en el reconocimiento y visibilidad de la
diversidad sexual, incluyendo expresiones fuera de las consideradas tradicionales. Todos estos
diversos componentes deben ser tomados en consideración en la práctica clínica, entre otros de
la salud sexual. Es por esto que es necesario desarrollar la educación de los profesionales de la
salud. Este enfoque inclusivo contribuye a conocer las dificultades que atraviesa la población
LGBT, incluyendo a estudiantes y otras personas que, debido al estigma social relacionado con
la diversidad sexual, atraviesan periodos de depresión, indigencia, trastornos alimenticios,
abuso de sustancias, entre otros (Keuroghlian, Ard y Makadon, 2017).

En el ámbito de la salud, es importante tener un conocimiento básico de conceptos


relacionados con la orientación sexual e identidad de género, como base para el desarrollo de
una práctica inclusiva (Keuroghlian, Ard y Makadon, 2017). En este ámbito es necesario tomar
en cuenta diversas posibilidades como los hombres que tiene sexo con hombres (HSH), quienes
se identifican como heterosexuales, así como las diversas expresiones de la orientación sexual,
la conducta sexual, la identidad y expresión de género (Keuroghlian, Ard y Makadon, 2017).
Keuroghlian, Ard y Makadon (2017) enuncian que los clínicos no deberían asumir nada sobre
la identidad de una persona, que se debería tener familiaridad con las diversas terminologías,
y tener una comprensión básica del proceso de transición de género que atraviesan diversas
personas.

Diversos factores influyen sobre el desarrollo de la identidad sexual de una persona,


que toma significado dentro de un sistema sociocultural. Por lo tanto, al trabajar con una
población de diversidad afectivo sexual, debería tenerse conocimiento sobre las nomenclaturas
contemporáneas que usan los clientes, para fomentar un ambiente clínico positivo (Craig y
McInroy, 2012). Craig y McInroy, explican que dichas nomenclaturas para definir la
orientación sexual se han expandido hasta incluir términos más fluidos como queer y
pansexual. Si bien la mayoría de las personas se identifican con terminología tradicional, la
literatura indica que el porcentaje de personas que se identifican bajo términos no tradicionales
está en aumento (Craig y McInroy, 2012). Craig y McInroy (2012), mencionan que, en el
desarrollo de ámbitos clínicos inclusivos, es necesario tomar en cuenta que la juventud de la
diversidad afectivo sexual tiene mayor incidencia de una diversidad de conductas
desadaptativas que influyen sobre su condición de vulnerabilidad. También que hay mayor
incidencia de depresión, ansiedad, entre otras condiciones psicológicas en esta población.
Para que exista una mejora en el acceso a servicios de salud de personas LGBT, no solo
debe desarrollarse una formación, sino que también se debe asegurar que las organizaciones
que proveen estos servicios cuenten con políticas y programas de protección de los pacientes,
estudiantes, facultad y personal LGBT (Keuroghlian, Ard y Makadon, 2017). Algunos puntos
clave que señalan Keuroghlian, Ard y Makadon (2017) para desarrollar un ambiente inclusivo
y seguro, son: compromiso de liderazgo activo, políticas que incluyan y protejan a la población
LGBT, involucrar a la comunidad LGBT local, proveer entrenamiento de cuido para usuarios
LGBT, implementar procesos inclusivos de la comunidad LGBT, incorporal las necesidades
de salud de la población LGBT a los servicios de salud, entre otros. Más allá del cambio
organizacional en los servicios de salud, Keuroghlian, Ard y Makadon (2017), hacen hincapié
en la importancia del cambio social que influya sobre diversos determinantes de salud.

Diversas investigaciones discuten sobre como un mayor acceso a la información y


ciertos cambios culturales han llevado a mayor aceptación de la diversidad sexual en ciertas
sociedades. No obstante, también indican que diversos estudias hablan sobre la presencia de
homofobia, heterosexismo, marginalización, entre otros.

Conclusión

La revisión bibliográfica hace evidente la necesidad de educar a los diversos


profesionales en materia de inclusividad. También se hace evidente la necesidad de incluir a
personas pertenecientes a la diversidad afectivo sexual en el desarrollo de los programas
formativos y las políticas institucionales. Como se ha evidenciado en el ámbito nacional, no
solo es importante darle importancia a la temática, sino desarrollar políticas e implementarlas.
En muchas ocasiones, las políticas no se implementan de manera adecuada, por lo que es
necesario regularlas y formar a los profesionales en estas temáticas, ya que en ocasiones no las
consideran de importancia. Según lo revisado anteriormente, podemos ver como existe
discriminación hacia las diversidades afectivo sexuales en diversos ámbitos, tales como el
educativo y el de la salud. Estos últimos que son imperativos para el desarrollo íntegro de las
personas y sus potencialidades, ya que permiten la formación de recursos biopsicosociales y
cognoscitivos para el desempeño de nuestras tareas en la cotidianidad. Para lograr esto es
necesario tomar en cuenta la multiplicidad de ámbitos y medidas a considerar en la
construcción de un ambiente inclusivo. De tal manera, solo a través de la verdadera
inclusividad es que se logra una igualdad de derechos, y de disfrute de los mismos.
Referencias

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