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Créditos
Moderadoras de Traducción
Cr!sly  RebecaRocio

Traductores
AntoD

Blonchick

Elizeen

Lorenita_166

Kathy92

Jane

&Rebeca&

Squarepants1o

Valkiry2342

AnaSmith

Jhosel

LizHerondale

StayStrong

Ale

Mika

Angiekjn

Gabbii
Eva Masen-Pattinson

ItBurnLikeIce

Moderadora de Corrección
KatieGee

Correctores
Shaz

Anjhely

Azhar23

Ruth M.

Kora

Recopilación
Eli25

Revisión
Eli25

Diseño
Shaz
Índice
Créditos ................................................................................................................... 3
Sinopsis .................................................................................................................... 7
Capítulo 1 ............................................................................................................... 8
Capítulo 2 .............................................................................................................16
Capítulo 3 .............................................................................................................28
Capítulo 4 .............................................................................................................44
Capítulo 5 .............................................................................................................60
Capítulo 6 .............................................................................................................79
Capítulo 7 ...........................................................................................................104
Capítulo 8 ...........................................................................................................124
Capítulo 9 ...........................................................................................................145
Capítulo 10 .........................................................................................................161
Capítulo 11 .........................................................................................................181
Capítulo 12 .........................................................................................................198
Capítulo 13 .........................................................................................................208
Capítulo 14 .........................................................................................................213
Capítulo 15 .........................................................................................................216
Capítulo 16 .........................................................................................................220
Capítulo 17 .........................................................................................................223
Epílogo ................................................................................................................231
Sobre la autora ..................................................................................................233
Sinopsis
Ella es demasiado joven para él.

Él es demasiado bueno para ella.

Ella lo seduce lejos del caballero que intenta ser.

Él la lleva a sus propias esperanzas y sueños.

Ryan Kavanaugh no es el tipo de chica que los chicos llevan a casa de


sus madres. Ella va a tener relaciones sexuales en la primera cita, va a
maldecir sin pensarlo dos veces, y abrirá la puerta en vaqueros y un
sujetador.

Gabe O'Connor es exactamente el tipo de chico que las chicas


quieren. Es oficial de policía y el buen tipo clásico que toma las
opiniones de su familia en serio y se esfuerza por ser la mejor persona
que puede ser.

Dos personas en dos lugares diferentes en sus vidas siendo arrastradas


en direcciones que no quieren ir. Ryan y Gabe luchan con lo que
desean en su vida y en la del otro, así como lo que sus familias esperan
de ellos.

A veces, tienes que pensar en ti mismo primero.


Capítulo 1
Ryan
Traducido por AntoD y Blonchick

Corregido por Shaz

Esta soy yo en la cima del mundo. Estoy sobre mis manos y rodillas
mientras uno de los chicos de la fraternidad (¿Tim, quizás?), tiene
agarradas mis caderas fuertemente en sus manos mientras se empuja
en mí. Es irónico que la música de fondo se trate sobre querer conocer
mi fantasía. Esta no lo es. Él no dura mucho más y ya está apartándose.
Maldita sea. Si estuviera un poquito más sobria, lo haría regresar y
hacerme acabar también. Sin problemas. Puedo hacerlo yo misma. Él se
fue, quién sabe a dónde, así que caigo de espaldas sobre la cama. Mis
piernas están bien abiertas y mi mano se extiende hacia abajo para
terminar con el trabajo.

—¿En serio, Ryan? —dice él, entrando en la habitación justo mientras


termino. Ey, al menos sabe mi nombre. Es más de lo que yo puedo decir
de él.

—Deberías haberlo hecho por mí —mascullo, cantando la última parte


un poco. Satisfecha y demasiado borracha para seguir manteniendo
mis ojos abiertos, me duermo antes de que él pueda decir algo más.

Cuando despierto, aún estoy desnuda y mi cabeza está palpitando


como si hubiera un taladro agujereando mi cráneo. Mierda, esto
apesta. Me limpio mis desagradables ojos y tengo cierto tipo de
contentura de que estoy sola en la habitación del chico de fraternidad,
si es que siquiera es su habitación, por empezar. Mi memoria es confusa,
por lo que todavía no sé quién es él. La habitación no tiene ninguna
pista obvia, tampoco. Oh, bueno. Mi boca sabe asquerosa, y me estoy
muriendo por cepillarme inmediatamente los dientes. Ugh. Tengo que
regresar a mi casa primero. Gracias a Dios por los padres ricos. Al menos
son buenos para algo. Consigo vivir fuera del campus gratis.

Comienzo una búsqueda alrededor de la habitación por mi ropa, pero


todo lo que encuentro son mi sostén, tanga y mi camisa. Después de
buscar por un sólido minuto, me rindo con mis pantalones. Puedo
conducir a casa sin ellos. Mientras estaba en la secundaria, me convertí
en una profesional en entrar y salir a hurtadillas de la casa, y esto no
será diferente. Mis padres no estaban en contra a que yo saliera, pero
ser misteriosa sobre ello era mucho más divertido. Hay una emoción que
viene con ello, y cuando no les importaba que me estaba yendo, yo
decidía fingir que los riesgos eran mayores. Así que entraría y saldría a
hurtadillas de mi casa como si fuera a estar en serios problemas si me
atrapaban. Puedo hacer esto fácilmente. Por un lado, es mi casa. La
parte complicada va a ser que es pleno día y no estoy usando
pantalones. No es la gran cosa. Yo me encargo.

Con mis hombros enderezados y la cabeza en alto, salgo de la casa de


fraternidad llena con más cuerpos desmayados, mis tacones colgando
de dos de mis dedos. Mis ojos se entrecierran una vez que abro la
puerta y gimo. Maldito sol. Protejo mis ojos con mi mano y veo a mi
coche estacionado junto a la acera. Gracias, Ryan sobria. Parece que
fui lo suficientemente inteligente para estacionar cerca del edificio.
Corro hacia mi coche, abro la pequeña puerta cuadrada que da al
tanque de gasolina, agarro mis llaves y luego me deslizo en el asiento
del conductor.

¿Ves? Como una profesional. Debería ser una profesional por ahora, no
por la cantidad de tiempo que llevo haciendo esto, sino por la cantidad
de veces que he hecho esto. Agarro una banda elástica de la palanca
de cambios y tiro mi ondulado cabello rojo oscuro en una coleta. Luego
me pongo las gafas de sol para ayudar con esa espantosa luz solar
antes de finalmente alejarme y conducir a casa. Ahora, me siento como
si pudiera conquistar el mundo. Anoche no fue un buen ejemplo de mis
normales sábados por la noche, así que estoy lista para llegar a casa,
quitarme la suciedad de encima y cepillar mis malditos dientes.

Odio los domingos por la mañana. Los. Odio. Estamos cerca de una
ciudad universitaria, por el amor de Dios. ¿Por qué todo el mundo
conduce como ancianos holgazaneando en una perezosa tarde de
domingo? ¿Por qué? Probablemente para molestarme. Ya les he
mostrado el dedo a dos personas mientras los pasaba. Soy tan esa clase
de conductor que todo el mundo odia y enoja a las personas. Cómo
sucedió, no estoy segura. Todavía tengo unos buenos quince minutos
para llegar cuando el peor sonido en el mundo comienza.

Sirenas. Sonando fuertemente para alertarme de la indeseada


presencia detrás de mí.

Maldito policía. Genial. Justo lo que necesitaba esta mañana.

Me orillo en el lateral de la carretera e intento hacer que mi camisa


cubra más de mis muslos, pero es inútil. Bueno, esperemos que a este
tipo le gusten las piernas y luego podré irme con una simple
advertencia. Él sale de su coche, por lo que bajo mi ventanilla mientras
se acerca a mí.

Dándole mi sonrisa sexi, digo dulcemente:

—Buenos días, Oficial.

Es mayor que yo, y muy caliente. La etiqueta de su nombre simplemente


dice “O’Connor”. No puedo ver mucho de su cabello, pero sé que es
marrón, así como sus ojos y barba, que es un poco espesa. Sus ojos
inmediatamente aterrizan en mis piernas desnudas y juro que se
ruboriza. ¿Qué clase de hombre se ruboriza? Sin embargo, esto debería
ser fácilmente una advertencia. Él rápidamente se concentra en mi
rostro.

—Licencia y registro, por favor.

—Sí, señor. —Me inclino, probablemente dándole un vistazo de mi


trasero desnudo, mientras busco en la guantera el registro—. Mi licencia
está en mi bolso, el cual está en el asiento de atrás. Un momento —le
digo, levantando mi dedo índice una vez que le entrego su primera
petición. Si no vio mi trasero antes, ciertamente lo hace ahora.

—¿Por qué… —se aclara la garganta mientras mira la licencia que le


di—… no está vestida?

Mis hombros suben y bajan en un encogimiento como si esto no fuera la


gran cosa.

—Me quedé con un amigo y extravié mis vaqueros. Me cansé de


buscarlos. ¿No eres un poco joven para ser policía?

Estoy medio esperando que eso lo moleste, pero él simplemente se ríe y


regresa a los negocios.
—¿Sabe por qué la hice parar?

—Obviamente estaba haciendo algo que no debería estar haciendo.


¿Va a ponerme una multa por velocidad o algo así? —
Intencionalmente, muerdo la esquina de mi labio. A los chicos les
encanta cuando muerdo mi labio—. ¿A menos que tenga una mejor
idea de qué hacer conmigo? —pregunto esperanzada.

—Señora —él comienza, un leve sonrojo trepando por sus mejillas, pero
mi gran boca decide interrumpirlo.

—¿Señora? ¿Qué, tengo más de cincuenta? —Mi dolor de cabeza


aumenta, y decido rendirme—. Solo deme mi multa ya. ¿Qué tan rápido
iba, de todas formas?

Aparentemente, eso no era algo bueno para decirle. Sus ojos se


estrechan, sus labios en una línea plana.

—Viendo como ya está teniendo una mala mañana sin pantalones, iba
a darle una advertencia. Pero dado que está obviamente con resaca,
a pesar de que no ha alcanzado la edad legal para beber, y dado que
pidió una multa, se la daré sin duda. Quédese ahí. —Y entonces él
camina de regreso a su coche.

¿Qué? ¿Puede empeorar esta mañana? Esperemos que no. Mientras


espero pacientemente a que el Oficial O’Connor regrese con mi multa,
una canción de rock sobre chicos americanos suena tranquilamente en
la radio. Cuando regresa, me entrega el pedazo de papel con una
resplandeciente sonrisa.

Bastardo.

—Aquí tiene, Srta. Kavanaugh. Manténgase fuera de los problemas, ¿sí?

Lo miro antes de mirar a mi multa para ver qué tan rápido iba. 73 de 55.

—¿Puedo irme ahora?

—Ciertamente. Que tenga un buen día.

—Lo que sea —murmuro mientras él regresa a su coche.

Con un suspiro, tiro mi multa en el asiento y me dirijo a casa de una vez


por todas.

La primera cosa que hago es ir al baño para una ducha. Mechones


sueltos de mi cabello están sobresaliendo, y me veo terrible por no decir
menos. No es extraño que él no me lo haya dejado fácil, aún con una
mirada a mi trasero. Una mísera multa para empañar mi previo e
impecable historial de conducción. Puedo tratar con ello. Estoy segura
de que una vez que mis padres se enteren, añadirán el maniático
exceso de velocidad a mi lista de cualidades que los decepcionan más.

Decido que no quiero una ducha, sino un baño de burbujas. Necesito


descansar un poco y no preocuparme por nada más. Mientras que la
bañera se está llenando y las burbujas comienzan a formarse, conecto
mi móvil en el sistema de altavoces, abro mi lista de reproducción, y
presiono ‘aleatoria’ antes de desvestirse. El agua está en la temperatura
perfecta mientras sumerjo mi cuerpo. Esto es lo que necesito para curar
mi resaca, mi mala mañana, y los recuerdos fugaces de un sexy policía
que resultó ser un tonto. Los domingos son mis días perezosos, así que
este baño es la manera perfecta de volver a empezar mi mañana. Voy
a pasar el rato aquí, rejuvenecer, y estaré lista para la nueva semana en
la escuela mañana.

Estoy arrugada y casi dormida con el sonido de una voz profunda


cantando sobre besos lentos cuando mi mejor amiga, Vivian, entra al
baño.

—Gracias a Dios que estás en la bañera —dice con alivio mientras baja
el asiento del inodoro y se sienta en él.

—¿Por qué estás en mi apartamento y en mi baño? —Cierro los ojos otra


vez, sin importarme en lo más mínimo que esté aquí en este momento.

—Necesito hablar contigo. Me diste una llave, así que aquí estoy. Sé que
hoy es tu día a solas o cómo demonios se llame, pero esto es
importante.

—Bueno, no es como que mi día ha ido según lo previsto hasta ahora.


¿Qué pasa? —pregunto.

Salta a quejarse de su novio. Viv sospecha que la está engañando, y


quiere que vaya con ella a espiarlo. Comienza a contarme su
elaborado plan de cómo podemos hacerlo. Esto me hace preguntarme
cuánto tiempo pensó que él la engañaba.

—Entonces, ¿qué dices?

Abro un ojo. Viv se ve nerviosa, probablemente pensando que voy a


decir no.
—¿Por qué estás con él si no confías en él? ¿Cuál es el punto?

Viv frunce el ceño.

—No es que no confíe en él. Supongo que soy un poco insegura.

Eso me hace sentir mal.

—Seguro, iré contigo. Avísame cuando y estaré allí.

—Gracias, Ryan. Mejor me voy. Nos vemos luego. —Se para y me deja
en paz.

Aunque me arruinó el baño. Quito el agua y luego tomo una ducha. El


resto del día lo paso relajándome con un poco de tareas mezcladas. Mi
mente se distrae con mis padres. Están, probablemente, en la iglesia
haciendo actividades sagradas. Si caminara por el mismo lado de la
calle en frente de una iglesia, probablemente me prendería fuego. La
religión y yo realmente no nos llevamos bien. Mis padres siempre han
tratado de imponérmelo y siendo esta pequeña rebelde, me mantuve
firme, con toda la fuerza. Prefiero dejar ese aspecto de mi vida en paz
hasta que quiera tratar con él y descubrir en lo que creo.

Volviendo a mis padres, no he hablado con ellos en un mes. Han


llamado, pero no he contestado. La universidad me ha librado de ellos y
del gran fracaso que soy cada vez que me ven. Pero de eso no se trata
hoy. Este día es para relajarme, y eso es justo lo que voy a hacer.

***

Viv me recibe para nuestra primera clase con mi bebida favorita,


Sunkist. No cuestiono su amabilidad. Como de costumbre, me estoy
quedando atrás. La bebida de naranja me anima, así que estoy
agradecida por ello, sin importar por qué la trajo.

—Gracias —digo, sosteniendo mi botella.

—Bienvenida. Le pedí que saliéramos el miércoles, pero me dio una


patética excusa sobre necesitar estudiar. Imaginé que sería un buen día
para ver lo que realmente está pasando.

Asiento, incapaz de decir más porque nuestro profesor entra para


comenzar la clase. Una parte de mí quiere decirle que lo enfrente o que
le termine ya. Obviamente no confía en él. Viv puede decir que es
porque es insegura todo lo que quiera, pero no puede ser todo ella.
¿Qué diablos sé yo de todos modos? Soy la chica soltera, salvaje, que
se acuesta con los chicos de la fraternidad y recibe una multa por
velocidad mientras no tiene pantalones. No me extraña que mis padres
piensen que soy una decepción.

Más tarde, durante el almuerzo, le digo a Viv que estoy pensando en


tener otro tatuaje.

—¿Estás tratando de cubrir todo tu cuerpo, Ryan? —pregunta,


sacudiendo la cabeza.

—Suenas como mi madre. —No sé por qué le cuento estas cosas, a


pesar de que por defecto es mi mejor amiga, pero su ceño me irrita. No
es su cuerpo; ¿por qué le molesta?

—Tal vez tiene un poco de razón. Ya tienes tres.

—¿Estás segura de que no eres una anciana escondida en el cuerpo de


una joven? Porque así es como suenas. Además, ¿qué pasa con los
tatuajes? —Amo mis tatuajes. Tenerlos es adictivo, y siempre y cuando
signifiquen algo para mí, ¿qué tiene de malo? Cada uno tiene una
historia que cuento siempre que alguien me pregunta por ellos.

—Nada. Simplemente no me gustan. ¿Vas conmigo a la fiesta este fin


de semana? —pregunta, cambiando de tema.

—Claro que sí, voy.

Hablamos de la fiesta por un rato antes de ir por caminos separados


para nuestras próximas clases. Más tarde, cuando voy camino a casa,
mi madre llama. Me quejo antes de contestar. Es hora de dejar de
ignorarlos. Especialmente cuando van a pagar la multa.

—Hola —finjo un saludo alegre.

—Hola, Ryan. ¿Cómo estás?

—Estoy muy bien. Estaba a punto de llamarte —miento.

—Estoy segura que sí, querida. No tiene sentido mentir, ya sabes. De


todos modos, estoy llamando para ponerme en contacto y asegurarme
de que no estás desperdiciando nuestro dinero. ¿Ya has elegido una
carrera?

Por supuesto. Es por eso que está llamando.

—No, no estoy desperdiciando su precioso dinero y no, no he elegido


una carrera todavía. Aún tengo tiempo.
No deja de decirme que no tengo tiempo. Que tengo que decidir lo
antes posible. Bla, bla, bla. Después de unos diez minutos de estar
hablando, hago la cosa más madura que se me ocurre.

—Mamá, estás interrumpiendo. Hablaremos más tarde. Adiós. —Y


cuelgo.

Hasta ahora, esta semana realmente apesta. Con suerte, espiar al novio
de Viv será divertido en vez de otra cosa que añadir a mi lista de cosas
que han salido mal. Sin embargo, las palabras de mi madre se me
quedan. Solo tengo diecinueve años y estoy en mi segundo año de
universidad. Todavía estoy tomando clases de educación general. No
tengo ni idea de lo que quiero estudiar. Es una gran decisión. Voy a
sellar el destino de mi futuro con esa elección. ¿Cómo se supone que
voy a decidir en este momento lo que quiero hacer con el resto de mi
vida? Es intimidante, y prefiero no pensar en ello.

Así que no lo hago.


Capítulo 2
Ryan
Traducido por Elizzen y Lorenita_166

Corregido por Shaz

—¿Qué estás haciendo? —pregunta Viv, viniendo detrás de mí. Otra vez
está entrando en mi apartamento sin llamar siquiera.

Estoy sentada en mi sofá con el portátil en mi regazo, buscando ideas


para un tatuaje, con esperanza de ser inspirada.

—Buscando mi próximo tatuaje. ¿Es el tiempo de convertirnos en


acosadoras?

—Sí.

Son casi las nueve, y ya estoy cubierta con unos vaqueros negros, una
camiseta y un gorro de lana. Viv parece igual, menos por el gorro.
Aunque se ha recogido el pelo. Cierro el portátil y la sigo hacia su
coche.

—Siento como si tuviéramos que llevar cuero y botas de tacón alto. En


su lugar parecemos vagabundas buscando nuestra siguiente dosis.

Viv se ríe.

—Cállate. ¿Quieres saber el plan o no? —Sale marcha atrás del


aparcamiento del complejo y le digo que continúe—. Se supone que
está en casa, así que ahí es donde vamos primero. Pasaremos al lado, y
si está solo, creeremos en su palabra. Si no, vamos a averiguar quién
está ahí con él. Mis planes llegan hasta ahí.

Froto maliciosamente mis manos, sabiendo que quiero sacar una buena
emoción de esto.
—Tenemos que pasar a hurtadillas por su casa mínimo una vez. De otra
forma, mi atuendo no tiene sentido.

—Vale. ―Resopla, infeliz porque no me lo estoy tomando en serio.

Nos detenemos cerca de la acera, a unas casas de la suya. Hay dos


coches en la entrada. Hasta ahora no se ve bien.

—¿De quién es ese coche? —pregunto.

Las cejas de Viv se juntan mientras frunce el ceño, con el corazón roto
ya.

—No lo sé. No lo he visto nunca.

—Vamos a averiguar quién se está follando a tu novio. —Basándome en


la mueca de dolor de Viv, eso probablemente fue demasiado
contundente. Aunque, por lo menos tenía que estar algo preparada
para esto. Ella esperaba que esto sucediera en primer lugar.
Salgo antes de que pueda oponerse y se apresura para alcanzarme.

—Vamos a ser unas espías jodidamente buenas. Voy a asomarme y tú


vigilas. ¿Lo tienes?

Asiente con la cabeza. Agachadas, corremos hasta su casa, y después


pasamos con la espalda contra la pared hasta llegar a una ventana.
Echo un vistazo a Viv para asegurarme de que está haciendo su parte y
luego pongo mis dedos en el alféizar de la ventana, poniéndome de
puntillas para mirar. Tengo una vista perfecta del salón, incluso aunque
unas simples cortinas blancas están en mi camino.

—¿Qué ves? —susurra Viv.

—La sala de estar. Está sentado en el sofá, solo. —Justo entonces una
chica entra en la habitación, completamente desnuda—. ¡Espera! Hay
una chica. Mierda —agrego cuando ella se sienta a horcajadas sobre
él, y literalmente se ponen a ello. Nada de juegos preliminares de ningún
tipo. Estaba sentado allí viendo la televisión, ella entra, y ¡bam! Ahora se
están quitando la ropa.

—¿Qué? —Viv me da un codazo, queriendo saber lo que está pasando,


pero sin verlo por sí misma.

—Van a follar. Lo siento —añado con un poco de simpatía, pero no


aparto la mirada.
No puedo.

Son como animales. Vaya. Ella le está cabalgando como si no hubiera


mañana, y él está jugando con sus pechos, estrujándolos. Mierda. ¡Soy
una voyeur! ¡Soy una jodida pervertida!

—Mierda —murmura Viv, llevándome a la fuerza lejos de la fiesta del


sexo de dentro con el sonido de su voz y el crujido de las hojas.

—¿Qué? —Pero cuando miro, se está escabullendo hacia la parte de


atrás de la casa. ¿Por qué está yendo en esa dirección con tanta
prisa?— ¡Vivian! ¿A dónde vas? —susurro salvajemente.

De repente, veo mi sombra sobre la casa, gracias a una luz


iluminándome desde atrás. Me congelo. ¡De ninguna jodida manera Viv
me dejaría aquí para ser pillada!

—¿Señora? ¿Hay alguna razón por la que este agachándose fuera de


la ventana de alguien?

Me doy la vuelta, sujetando mi mano sobre mi cara. El poli baja su


linterna y se acerca. Ugh. Genial. El agente O’Connor.

—Ryan Kavanaugh, ¿cierto?

—Sí, Lo recordaste. —Me gustaría poder decir que ahora me siento


menos propensa a tener problemas, pero no lo hago. Aunque me
sorprende que recordase mi nombre.

—Es un poco difícil olvidarse de una chica medio desnuda con el


nombre de chico. ¿Qué estás haciendo?

Cruzo mis brazos. No tiene que recordarme eso.

—Mi nombre no es un nombre de chico porque es mío. La última vez


que lo comprobé, era una chica. Y estaba aquí fuera porque… bueno,
veras. —Mierda, no se me ocurre nada—. Mira, el novio de mi mejor
amiga vive aquí y ella piensa que la está engañando. Me pidió que le
espiara con ella, para averiguarlo. Al parecer te ha visto llegar y me ha
dejado aquí. —Perra estúpida. Lo va a pagar con creces.

—Bueno, el vecino las ha visto y dio el aviso. Ven conmigo, por favor. —
Me agarra ligeramente por el codo y me dirige hacia su coche.

—¿Vas a arrestarme? Porque puedo pensar en un mejor uso para tus


esposas.
Niega con la cabeza por mi comentario.

—No, no te estoy arrestando. Solo estamos yendo a mi coche, así


ninguno de los dos pareceremos acosadores.

—¿Cuál es tu nombre? —pregunto curiosamente, fijándome en que el


coche de Viv está vacío.

Todavía tiene que estar escondiéndose detrás de la casa.

Me echa un vistazo, pero entonces contesta.

—Gabriel. Aunque casi todo el mundo me llama Gabe.

Gabriel O’Connor. Gabe O’Connor. Me gusta.

Alguien habla por la radio que tiene en la parte delantera de su


camiseta, y Gabe aprieta el botón para contestar en código de policía.
Mi teléfono empieza a vibrar en mi bolsillo trasero, así que lo saco y veo
que es Viv. Ni siquiera voy a contestarla. ¡Me dejó para ser pillada por la
policía!

—¿Tu amiga todavía está por aquí?

—No lo creo —miento—. ¿Podrías acercarme a casa? Se supone que los


polis tienen que ser buenos ¿no? —Le doy mi sonrisa dulce. No voy a
presionarle de ninguna manera para que me arreste como le presioné
para ponerme la multa. Hoy el agente O’Connor solo verá a la Ryan
buena.

—Sí, claro. Puedo acercarte. De todas formas mi turno está terminando.

Me abre la puerta y me deslizo dentro. Mientras le observo dando la


vuelta, decido que no quiero que me lleve directamente a casa. Está
bueno. Demasiado bueno para pasar de él después de encontrármelo
por segunda vez, incluso si me puso una multa. Cuando entra hago mi
movimiento.

—Hey, ya que tu turno ha terminado, ¿Por qué no haces lo que tengas


que hacer para terminar y después vamos a por algo de comida u otra
cosa? Yo invito.

Gabe me mira.

—¿Me estas pidiendo salir? —Se aleja de la acerca y empieza a


conducir.
—Claro, ¿por qué no? ¿No tienes hambre?

—Supongo, pero…

—Entonces está hecho. Ocúpate de tus asuntos y después iremos a


comer. —Me inclino un poco hacia la ventana como un mensaje
silencioso de que la conversación ha terminado. Mi teléfono sigue
vibrando, pero lo ignoro. Si Viv quiere saber lo que está pasando no
debería haberme dejado.

Gabe parece un poco nervioso y por un segundo me pregunto si es gay


y si es por eso que no se siente cómodo al salir conmigo. Pero entonces
recuerdo como miraba mis piernas ese día, así que dejo esa idea a un
lado.

Quizás hablar lo relaje un poquito.

—Así que ¿cuántos años tienes?

No me mira para contestarme.

—Veinticinco. ¿Tú?

—Diecinueve, casi veinte.

La mandíbula de Gabe se tensa. ¿Es mi edad lo que le preocupa?


Entonces mejor nos alejamos de este tema.

—¿Siempre has querido ser policía?

—Sí. Me viene de familia. —Llegamos a la comisaria. Se da la vuelta con


una expresión seria en su cara—. ¿Puedo confiar en ti dentro de mi
coche?

—Por supuesto. Puedo ir dentro si quieres.

Gabe niega con la cabeza.

—Siéntate aquí y espera.

—Sí, señor. —Sonrío.

Gabe me deja para ir dentro y hacer lo que sea que tenga que hacer.
Sale unos treinta minutos más tarde. Camina de vuelta, vestido con
vaqueros y una camisa roja de botones.

Se ve más grande ahora, que con su uniforme. Sin ese sombrero puedo
ver que tiene el cabello rizado. ¿Podría verse más sexy?
―¿A dónde quieres ir? ―pregunta apenas sube al coche.

Digo algo sobre un restaurante abierto las 24 horas cruzando la ciudad.


El viaje es silencioso, una vez más, pero es genial. Me da un montón de
tiempo para pensar en las diferentes cosas que hablaremos durante la
cena. Después de todo no sé nada sobre este tipo.

Gabe alcanza la puerta al mismo tiempo que yo, poniendo su mano


sobre la mía.

Esboza una sonrisa.

―Ya lo tengo, eres una dama así que…

―¿Eso significa que no puedo abrir la puerta por mí misma? Me niego.

―No, significa que soy un caballero y que no tienes por qué hacerlo.

Mmm, vale. Dejo caer mi mano, y él abre la puerta.

Encontramos un lugar donde sentamos; hay mucha gente alrededor.


Dos hombres viejos en la barra, una mujer mayor y un joven, junto a una
pareja de mediana edad.

La camarera toma nuestra orden. Una vez que se va, estoy a punto de
preguntarle algo, pero se me adelanta.

―¿Cómo obtuviste ese nombre? ―me pregunta viendo sobre el menú.

Me encojo de hombros, como que no es la gran cosa y como que eso


nunca me molesta. No es solo mi nombre, es mi identidad, y la mía no
está atada a nada bueno. He pensado en cambiarme el nombre, pero
lo dejé, sé que me queda bien. Así que lo conservé. Pero no le digo
nada de esto a Gabe.

En vez de eso digo:

―Mis padres querían a un niño, y les encantó el nombre Ryan, nada los
pudo hacer cambiar de opinión, así que me pusieron Ryan igual. ¿Qué
tal tú? ¿Significa algo en especial tu nombre?

―No realmente, este era el único nombre en el que mis padres se


pusieron de acuerdo.

Mejor que lo que me pasó a mí.

―¿Dijiste que estar en el orden público es cosa de familia?


Asiente con la cabeza.

―Sí, todos los hombres de la familia, y algunas mujeres tienen que ver
con el orden público en alguna parte de sus vidas, mi padre y mi abuelo
están retirados, mi hermano trabaja para el FBI, ser policía simplemente
encajaba bien.

―Eso es genial. ―Después de una pausa agrego―: Supongo que debo


disculparme por mi comportamiento del otro día. No suelo salir de casa
sin pantalones. Estoy casi segura que eso me hizo ganar la infracción. La
próxima vez me portaré mejor.

Gabe se ríe.

―En realidad, lo de tu comportamiento terminó ganándote la


infracción, lo demás no tuvo casi nada que ver. Me siento un poco mal,
cuando estás aquí comprándome un bocadillo.

―Lo merecía ―digo, encogiéndome de hombros.

La camarera regresa con nuestra orden. Gabe obtiene panqueques y


yo una tostada a la francesa. Esta se queda mirándome unos segundos
de más sobre sus gafas. ¿Cuál es su maldito problema?

Cuando se va, Gabe se ríe sacudiendo la cabeza para llamar mi


atención.

―Probablemente fue porque vas vestida toda de negro. Llamas un


poco la atención.

Bajo la mirada a mi ropa.

―Bueno, tenía que vestirme para la misión, es la mitad de la diversión.

―Bueno, no lo hiciste muy bien. Eres una terrible criminal.

Se ríe, tiene una risa fuerte, es adorable.

―¿Eres universitaria, verdad? ¿Qué carrera estudias?

Frunciendo el ceño le respondo.

―Aún no me decido. Tú suenas como si lo tuvieras todo resuelto, tu


carrera prácticamente estaba decidida y sabes que serías feliz
haciendo tu trabajo. Estoy suponiéndolo, claro. Por otra parte, no tengo
ni puta idea. Tú sientes pasión por tu trabajo, yo no tengo pasiones ni soy
buena en nada. También quisiera saber que hacer durante el resto de
mi vida.

Bueno no era mi intención decir nada de esto, pero mi tremenda


bocaza se abrió sola.

Para evitar ver al prácticamente extraño que tengo al frente, cojo mi


vaso y doy un sorbo.

En vez de darme un discurso motivacional, uno de esos que ni de chiste


escucharía. Simplemente me dice:

―Ya lo sabrás, encuentra algo que te guste hacer, y dedícate a eso.

No voy a decirle que nada me interesa lo suficiente como para


dedicarme a eso para toda la vida.

Nuestra camarera trae la comida. Gabe le ofrece una sonrisa limpia. Me


da la impresión de que es un buen hombre, quizás es la estúpida chica
dentro de mí, pero eso me pone caliente. Tiene que haber un fallo en
este hombre, de nuevo es la estúpida chica hablando, tratando de
racionalizar que los hombres no pueden ser buenos simplemente.

―¿Y… la estaba engañando?

―¿Qué? ―pregunto, mirando a mi tostada, mi mente aún sigue perdida


en mi debate sobre la bondad.

―Estabas espiando para ver si el novio de tu amiga la engañaba, ¿era


así?

―Ah, sí, lo hacían como animales antes de que llegaras. ―Muevo mi


cabeza sintiéndome culpable–. Seguramente debería estar consolando
a mi amiga en este momento; pero ella dejó que me cogieran, así que
probablemente esté bien. ¿Eres de por aquí? ―Tengo que preguntar lo
más que pueda, para poder contarle a Viv.

―Sí, nacido y criado aquí. ¿Y tú?

―No, se supone que la gente se va lejos para ir a la universidad, así que


desde que pude cruzar el estado, me fui lo más lejos que pude, a una
ciudad no muy lejos de aquí para poder ir de vacaciones a la playa.

―¿Por qué crees que la gente debe irse lejos para ir a la universidad?

―Bueno, ¿no se supone que la universidad debe ser un tiempo en tu


vida en el que te vas, para poder experimentar cosas nuevas? ¿Para
aprender cosas por ti mismo lejos de tu familia? Al menos es por eso que
yo me fui de mi casa.

Ahora sí que tenía toda su atención.

―Tiene sentido para mí, aunque yo nunca me fui lejos de casa ―dice en
respuesta.

―Quizás no tenías la necesidad de hacerlo, quizás ya sabias todas estas


cosas ―digo tranquilamente mirando fijamente a la mesa.

Ahora nuestros platos están vacíos y la conversación ya no es graciosa.


Es demasiado personal, más de lo que puedo soportar. Aclaro mi
garganta, sonrío y añado:

―Vuelvo enseguida.

Cojo el ticket de la cuenta.

―No tienes que pagar la comida, yo lo haré ―se queja.

―Yo invito. ¿Recuerdas? ―Me levanto antes de que pueda decir algo
más.

Es por estas cosas que siempre llevo algo de efectivo en los bolsillos,
porque dejo la cartera en el apartamento. Gabe se acerca para
decirme que dejó algo de propina, es hora de ir a casa.

Le dejo abrirme la puerta, me pregunto si es del tipo de hombres que


consideraría entrar a mi casa por un poco de sexo. Probablemente no.
Él les abre la puerta a las mujeres, e incluso me llamó “dama”.
No creo que sea de ese tipo, aunque, aún no ha llegado a casa, y
acaba de salir del trabajo…

―¿A dónde te llevo? ―pregunta.

Le doy la dirección de mi apartamento, y nos dirigimos allí en silencio.


Cuando llegamos le agradezco por el paseo y por acompañarme a
comer.

Baja la ventanilla y pide que me acerque, voy a ver que quiere, quizás si
sea un tipo de esos después de todo.

―Ten. ―Me acerca un pedazo de papel―. Pareces ser una persona que
se mete en problemas a menudo. Llámame si necesitas ayuda.
―¿Es tu forma de darme otra oportunidad de verte? ―pregunto con un
guiño.

Él se ríe e ignora mi pregunta.

–Buenas noches, Ryan.

―Para ti también.

Cuando entro, me quedo mirando su número, aunque no tengo tiempo


de pensar al respecto, porque Viv entra violentamente en mi
apartamento.

―¿Si quiera sabes cómo tocar la puerta?

―¿Qué diablos pasó? ―pregunta como si hubiera sido yo la que le


hubiera abandonado.

―Tú dirás, ¡dejaste que me cogieran! ¡Y ni siquiera me avisaste!

―Lo siento, entré en pánico. No fuiste arrestada ¿verdad?

―No, era el mismo oficial que me puso la multa la vez pasada. Fuimos a
comer, porque su turno había terminado. ―Con un gesto de victoria,
agito el papelito con su número frente a ella.

Golpea mi brazo y se ríe.

―Eres una zorra. ¡Yo preocupada porque te hubieran llevado a la


cárcel, y tú sales con una cita!

―¿Qué puedo decir?, meterse en problemas a veces tiene su


recompensa.

***

Anoche, Viv quiso centrarse en Gabe en vez de la mierda de su novio,


así que hablamos de él mientras bebíamos ron. Es su forma de
consolarse, nos embriagamos y bailamos terriblemente, con la música a
todo volumen, cosa que molestó bastante a nuestros vecinos. Pero hoy
estoy sobria.

El trozo de papel con el número de Gabe quema un agujero en mi


bolso. No puedo dejar de mirarlo, como si tuviera visón de rayos x y lo
viera brillar, haciéndome señas.

Mientras el profesor sigue hablando, me decido. No puedo más, busco


el número y tomo mi teléfono.
Una vez que lo añado a mis contactos, me detengo a pensar un
momento en lo que voy a escribir.

Técnicamente me dio este número en caso que necesitara ayuda, pero


¿a quién le importan los tecnicismos? A mí no.

Mis pulgares entran en acción, y le mando un mensaje, que al menos yo


creo que es lindo.

Hey, soy Ryan, pensé que deberías tener mi número en caso que
quisieras llamarme e invitarme a salir, ya que yo di el primer paso. Ahora
te toca a ti =)

Pasan 5 minutos.

Ahora estoy segura que ese fue el mensaje más estúpido que jamás he
enviado.

No hay forma de que me responda, anoche fue condescendiente, no


debo pensar ni si quiera en repetirlo otra vez, raramente consigo
segundas citas. Gabe es nuevo, no es parte de la universidad y es
realmente sexy. ¿Por qué no persuadirlo? Nunca sabes que puede
pasar, además, la cacería es excitante, es parte de la diversión.

Demonios.

Sueno como un chico. Al menos como lo que creo que suena como un
chico. Quizás debí haber nacido varón, algunos de mis gustos
definitivamente “no de chica” encajarían, y mis padres estarían
contentos conmigo. Mi teléfono comienza a vibrar, y se enciende con
una llamada entrante. Cielos ¡Me está llamando! Cojo solo mi cartera y
me deslizo fuera del salón de clase.

―¿Hola? ―respondo conteniendo la respiración.

―Hola, ¿Es un mal momento?

―Oh no, no me estoy escapando de clase ni nada por el estilo.

―Bien, si el viernes está bien, me gustaría llevarte a una cita, una de


verdad, ya que la cena de la vez pasada no cuenta. ―Oigo un atisbo
de sonrisa en su voz.

―¿Por qué la mía no fue real? ―pregunto.

Gabe rompe a reír.


―Porque no lo fue. Entonces, ¿qué dices del viernes? ¿No iras a dejarme
plantado ahora, no?

Se oye más relajado el día de hoy. Es contagioso.

―Ni lo pienses.

―Genial, porque eres una persona intrigante, Ryan, te daré los detalles
pronto.

―De acuerdo, cariño, hablamos luego.

Terminamos nuestra conversación con eso. ¿Así que soy intrigante,


entonces? ¿Qué querrá decir con eso? En este momento no importa,
tengo una gran cita.

Misión cumplida.
Capítulo 3
Gabe
Traducido por Kathy92, Jane y Kathy92

Corregido por Shaz

Ryan Kavanaugh parecía ser la personificación de problemas. Una dosis


pura de seductivos problemas para ser exacto. Honestamente no sé
porque la llamé. Cuando la conocí por primera vez, definitivamente no
estaba esperando que estuviera mostrando tanta piel. Esas piernas y
trasero bronceados están aún atormentándome. Había algo en la
forma en que se movía, con la confianza que tenía en su cuerpo. No le
importó que la viera. Era como, si para ella, tenerme viéndola así no
importara porque sabía que se veía bien.

Me gustó eso.

Demasiado.

Y entonces, la encontré husmeando afuera de la casa de alguien,


vestida ridículamente toda de negro, pero se veía malditamente bien.
Su ondulado cabello rojo oscuro era un adorable contraste con sus
ropas negras. Ella tampoco estaba feliz de verme. Mi comentario sobre
su nombre la enojó más de lo que debería. Y entonces ella no tenía
ningún problema en hacer comentarios sexuales. Es descarada. Me
engañó para que saliera con ella, lo que resultó ser mejor de lo que
había esperado. Entre lo que dijo sobre sus padres y la escuela, estaba
intrigado, justo como dije.

No puedo comprender a mis padres estando decepcionados de mí.


Nunca. Quizás en algunas de mis acciones, pero no como persona
completamente. Allí hay definitivamente algo más con esta chica. Esa
última palabra me recordó su edad. Ella es joven y universitaria. Parece
extraño que la invitara a salir. Casi va contra mis buenas costumbres. Su
edad para mí, camina sobre esa línea. Honestamente me siento mal por
haberle dado la multa, lo cual es una de las razones por las que tiré la
precaución al viento y la llamé.

No puedo decir que me arrepienta tampoco.

No todavía, de todos modos.

Ahora tengo que pensar en qué vamos a hacer en esa cita. Películas y
cena parece muy anticuado, incluso para mí. Es un clásico, seguro,
pero algo me dice que Ryan tendría más diversión haciendo algo más.
Qué es eso, no estoy seguro aún. Esto es muy difícil de hacer sin
involucrarla porque no sé mucho sobre ella. Ella podría amarlo u odiarlo.
Esta casi oscureciendo cuando me teléfono suena, y sonrió cuando veo
que es mi hermano pequeño. Quien es solo tres años más joven que
Ryan. Esto es deletrear problema una y otra vez. La opinión de mi familia
importa para mí, y puedo garantizar que la edad de Ryan sería de
interés para ellos.

—Hey, Owen. ¿Cómo va todo? —respondo.

—Bien. La escuela apesta como siempre, pero las cosas están bien —
dice.

—¿Todavía manteniendo buenas notas?

—Por supuesto. No puedo jugar fútbol si no lo hago. Eso es por lo que


llamo.

—¿Oh, sí? —pregunto, ya teniendo el presentimiento de adónde va


esto.

—Sí, tenemos un partido mañana contra nuestros rivales. Mamá y papá


tienen una fiesta cena, así que no estarán allí. ¿Crees que serías capaz
de venir? —Él suena esperanzado, y no puedo culparlo.

Somos una familia unida, pero el trabajo me ha impedido ir a la mayoría


de sus partidos. Este es el primer viernes que tengo libre en cierto
tiempo, y me siento culpable por elegir a una chica antes de pensar en
él. Me pregunto si Ryan iría a un partido de futbol de secundaria.
Siempre podríamos hacer algo después, también. Mis padres no estarán
allí, así que no tengo que preocuparme sobre mi madre pensando que
soy un asalta cunas. Si Ryan no quiere ir, entonces lo reprogramamos. Mi
familia viene primero. Owen me quiere ahí, eso es lo que voy a hacer.

—Ahí estaré —le confirmo.

—Genial. Comienza a las 7:30, pero las personas normalmente llegan allí
temprano. Temprano como a las seis, a veces.

—También estuve una vez en la secundaria, sabes. Jugué futbol. Sé


cómo va.

Owen ríe.

—Claro, pero eres tan viejo —bromea—. No sabía si lo recordabas.

—Te veré mañana. —Me rio antes de colgar.

Ahora a averiguar que piensa Ryan. La llamo.

—¿Dos veces en un día? Creo que alguien ya está enamorado de mí —


responde ella.

Me río.

—Es posible. Estoy llamando porque algo más o menos ha surgido.

Su voz se vuelve sospechosamente curiosa.

—¿Algo? —pregunta.

—¿Te gusta el futbol? —pregunto en lugar de contestar directamente.

—Me gusta. No lo observo religiosamente o tengo un equipo favorito de


la NFL ni nada, pero siempre estoy dispuesta a ver un partido.

—Eso es justo lo que quería escuchar. Mi hermano pequeño juega con


su secundaria, y no he sido capaz de observar muchos de sus partidos
este año. Él llamo, preguntando si podría ir a verle. ¿Eso te parece bien?
Podemos salir después.

Silencio en el otro extremo. ¿La perdí? Puse el teléfono lejos de mi oído,


pero ella aún estaba allí.

Justo cuando estoy a punto de preguntar, ella habla.

—Lo lamento, no tengo una buena excusa para ese silencio. Mi mente
comenzó a pensar. De todos modos —divaga—, eso suena fantástico.
Estoy emocionada. ¿A qué hora debería estar lista?
—¿A las siete menos cuarto?

—¡No puedo esperar! Te veo entonces, Gabe. —Puedo escuchar la


sonrisa en su voz, lo que me emociona también porque ella tiene una
hermosa sonrisa.

***

Exactamente a las 6:45, estoy de pie fuera de la puerta del


apartamento de Ryan. Me envió un texto temprano para dejarme saber
cuál era el de ella.

Golpeo dos veces, débilmente capaz de oír música sonando. Después


de que la música para, un momento pasa, antes de que ella abra la
puerta, vistiendo vaqueros azul oscuro y un sujetador sin tirantes blanco
con un diseño de encaje sobre las copas. Está en este momento
lavándose los dientes.

—¿Estás alguna vez completamente vestida? —pregunto con una


sonrisa forzada, haciendo mi mejor esfuerzo para ser un caballero y no
mirarle el escote.

—Lo lamento —murmura alrededor del cepillo de dientes. Ryan da un


paso a un lado así puedo entrar y corre para terminar de prepararse.
Escucho el agua correr y luego grita—: No deberías haber visto eso.
Debí haberte advertido que siempre me atraso. Déjame ponerme una
camiseta y zapatos, y estaré lista.

Mientras ella hace eso, sutilmente miro en torno a su apartamento.


Libros, ropa, y botellas vacías de Sunkist están dispersos alrededor. Sin
embargo, Está limpio. Solo un poco desordenado.

—Está bien —dice Ryan entrando en la sala de estar—. Estoy lista.

Me giro para mirarla. Botas cafés se atisban debajo de sus vaqueros y


está vistiendo una sudadera blanca que muestra un fuerte hombro y la
clavícula.

—Te ves bien.

Ella sonríe.

—¿Valió la espera?

—Definitivamente.
Ryan camina, toma mi mano, y me dirige fuera. Ella ya está muy
cómoda conmigo. Me gusta. Su cabello cae en cascada alrededor de
su rostro, y no puedo ver sus facciones realmente bien, pero cuando
abro la puerta del coche de mi Dodge Charger para ella, veo una
sonrisa. Una vez que entro en el coche, Ryan se gira hacia mí un poco.

—Tienes un lindo coche.

—Gracias.

—¿Cuál es el nombre de tu hermano? —pregunta.

—Owen. Su número es el 70.

Ryan asiente, parece estar pensando sobre algo.

—¿Estarán tus padres ahí? —dice después de un momento, una gota de


aprehensión cubriendo su voz.

—No.

—Uf. Bien. —Luego se retracta—. Quiero decir, estoy segura de que son
geniales, pero en realidad no soy material para conocer a los padres.
Demonios, incluso lo arruiné la primera vez que me conocieron mis
padres. —Suena un poco resentida, pero entonces cambia de tema
antes de que pueda preguntar al respecto—. ¿Jugaste al fútbol? Tienes
el gran torso de un jugador de fútbol. —Con esto aprieta mi bíceps.

—Sí, lo hice, y era bastante bueno, también.

—Oh, apuesto a que lo eras. —Sonríe, renuentemente quitando la mano


de mi brazo.

—¿Qué hay de ti? ¿Practicaste algún deporte?

La altura de Ryan es el de una chica. Ella podría haber sido jugadora de


baloncesto.

—Jugué tenis —dice simplemente.

—¿Jugué?

—Era divertido al comienzo, pero luego mis padres estaban


presionándome demasiado. Jugué a lo largo de mi último año y
después lo dejé. Aún juego aquí y allí si puedo encontrar a un
compañero.
—¿Eras buena? —pregunto, imaginándola en un vestido blanco de
tenis, esas largas piernas perfectamente alardeando de lo bien que se
ven.

—Primera clasificación, así que sí, lo era. Mi entrenador estaba


decepcionado de mí, pero no podía aguantarlo más.

La volví a ver mientras giraba dentro del estacionamiento. ¡Chico, este


lugar está lleno!

—¿Tus padres te presionan mucho? —husmeo.

Ella ríe sin gracia, pero su respuesta evade la pregunta.

—Todo el mundo tiene expectativas, incluyéndolos. ¡Oh! Allí hay un


lugar. —Apunta hacia el primer lugar vacío que habíamos visto hasta
ahora.

Ryan toma mi mano una vez más mientras nos dirigimos hacia la puerta
principal. Pago nuestra cuota para entrar, y luego vamos de cacería
por asientos. Hay personas en todos lados. Oh, claro, pienso mientras
recuerdo lo que Owen dijo. Equipos rivales están jugando esta noche.
Eso es porque me dijo que la gente llegaba aquí tan temprano. En
realidad nunca noté esta parte cuando jugaba. Siempre estaba más
enfocado en jugar que en las personas mirando.

No hay muchos asientos disponibles en las gradas. Ryan aparentemente


encuentra unos porque comienza a tirar de mí hacia la sección media.
Se detiene en una fila como medio camino arriba, pero no veo donde
espera que nos sentemos.

—¿Te puedes sentar en este, y yo me sentaré en frente de ti en ese


espacio vacío?

¿Ryan quiere sentarse en frente de mí? ¿Cómo funcionara eso para


conversar?

—Seguro —digo de todos modos.

Ella va primero, educadamente disculpándonos mientras maniobramos


en frente de las personas. Luego da un paso hacia abajo a su asiento, y
yo me siento en la fila por encima de la de ella. Ryan se estira hacia
atrás y sobre sus hombros desnudos dice:
—Ábrete. —Mientras empuja mi pierna. Mis rodillas se separan mientras
ella se mueve hacia atrás. Ah. Finalmente entendiéndolo, me muevo
hacia delante un poco, y ella se inclina en el espacio entre mis piernas.

Mis manos comienzan en sus hombros y luego se mueven abajo a sus


brazos mientras ella vuelve la cabeza para decir algo. Y estamos
realmente relajados alrededor del otro. Es sorprendente que sea tan
pronto. Lo ignoro y me enfoco en lo que va a decir mientras tres
jugadores van hacia delante para el lanzamiento de la moneda.

—Número 70, ¿cierto?

—Sí. Es el de allí —contesto, mis ojos posándose en él en medio del


grupo de jugadores sobre el campo esperando su turno para correr a
través de la pancarta que las animadoras colocaron.

—¿Cuántos años tiene?

—Dieciséis. ¿Oye, tienes hermanos? —Justo me di cuenta que ella


nunca lo había dicho.

Ryan sacude la cabeza, mis ojos se dirigen a su hombro. Es solo un


hombro, pero su piel se ve tan delicada, y me pregunto si será tan suave
como sus manos. Mi última relación terminó hace seis meses, y mis
pocas citas desde entonces nunca llegaron al sexo. Esta chica,
especialmente con su cuerpo, me tiene pensando en marcha rápida.
Sin embargo, no soy así. Aunque los dedos de mi mano derecha bailan
sobre su brazo, lentamente deslizándose a través de su hombro,
empujando el cabello fuera de mi camino mientras avanzo. Cuando
alcanzo su cuello, regreso donde comencé para iniciar el proceso
nuevamente.

Risas, gritos y aplausos comienzan como los anunciantes introductorios


de nuestro equipo. Los jugadores corren a través de la pancarta con la
música de Who Let the Dogs Out, porque ellos son los Bulldogs. Ryan
aplaude también, y entonces tengo que alejar mis dedos de su
adorable piel. Es tiempo para el himno nacional. Todos nos ponemos de
pie y obedientemente, Ryan coloca la mano sobre el corazón cuando
la música comienza.

Cuando termina, mi hermano corre alrededor, buscándome en la


multitud, el casco en su mano. Me quedo de pie, y él me divisa
rápidamente con una sonrisa. Levanto los pulgares hacia él antes de
que tenga que girar para comenzar el juego, finalmente colocándose
el casco.

—Es lindo —me dice Ryan cuando me siento y ella se acomoda entre
mis piernas una vez más. Lo decía más como si él fuera un niño
pequeño y no un adolescente—. Es obvio que son hermanos. Todos
tienen el mismo cabello café rizado. —Sin golpear a las personas a
ninguno de sus dos lados, ella se gira para tirar de uno de mis rizos con
una sonrisa.

—Claro, los hombres en mi familia tienen todos un sorprendente


parecido. De todos modos, mi hermano mayor no tiene los rizos porque
su cabello es demasiado corto.

Ryan mira el campo, pero pregunta:

—¿Cuál es su nombre? ¿Qué edad tiene?

—Keith. Tiene treinta y tres. Oye, ¿quieres algo del puesto de concesión?
—No puedo creer que no le hubiera preguntado antes.

—¿Quizás justo antes del medio tiempo? ¿A menos que quieras algo
ahora entonces no tenemos que esperar?

—No, yo estoy bien.

Mientras el juego en realidad entra en progreso, Ryan se pierde en este.


Puede observarlo ocasionalmente, pero aun así no sabe mucho de lo
que está pasando. Da un golpe en mi rodilla y me pregunta sobre algo,
así que se lo explico. Si sucede de nuevo, lo señalaré para ver si lo
comprende. Unas pocas veces, ella lo señala para mí antes de que yo
pueda hacerlo. En realidad está prestando atención y me gusta.

Owen lo está haciendo genial esta noche también. A medio camino del
segundo cuarto, estamos arriba por tres touchdowns. Ryan me hace un
par de comentarios sobre lo bien que él está jugando. Incluso menciona
algunas de las jugadas que le expliqué. Hay una chispa de orgullo
corriendo a través de mí al ver que ella no solo está preguntando sobre
lo que pasa, sino que lo está absorbiendo.

—Lamento que tengas que explicarme esto, Gabe. Nunca tuve a nadie
alrededor que supiera de lo que estaban hablando para hacerlo.
Honestamente, cuando veo, la mayoría del tiempo estoy revisando a los
jugadores. Estoy consiguiendo el truco de ello sin embargo.

Ríe.
—No me molesta. Lo estoy disfrutando de hecho.

Con esto, ella se gira para mirarme, una sonrisa juguetona en sus labios.

—¿Te gusta enseñarme cosas? ¿Que más te gustaría enseñarme?

¡Ahh! Lo he estado haciendo bien manteniendo mi mente fuera de lo


vulgar desde que el himno nacional sonó, y entonces ella viene y dice
eso. Antes de que pueda detenerme, me inclino para susurrarle al oído,
mis labios acariciando el lóbulo de su oreja.

—Hay muchas, muchas cosas. —La siento temblar ante mi tacto, y


sonrío. No puedo evitar el beso que coloco en su cuello antes de volver
a como estaba sentado—. ¿Qué te gustaría del puesto de concesión?

Ryan pide unos nachos de chile y queso, y una Sunkist, si tienen. Si no,
prefiere una botella con agua. Le digo que se quede para guardar
nuestros asientos. Termino yéndome más de lo que quería porque me
encuentro a personas que conozco de la secundaria o personas que
me conocen por Owen. Además, me detengo en el camino de regreso
a nuestros asientos incluso por más personas debido a que es medio
tiempo. A este ritmo, todo estará frio cuando llegue de vuelta con Ryan.

—Estaba a punto de ir a buscarte —dice mientras tomo asiento detrás


de ella.

—Lo lamento. Seguía encontrándome con gente que no paraba de


hablar.

—Está bien. Puedes compensarme después. —No está mirándome a la


cara, pero sé por su tono que está sonriendo.

Ryan come sus nachos, y yo como mi perro caliente en silencio mientras


la banda representa un lamentable espectáculo de medio tiempo. No
ha mejorado nada desde que yo estaba en la escuela, eso es seguro.
Algunas secundarias tienen bandas fantásticas. Nosotros tenemos una
que está bien, y nunca parece mejorar. Una vez terminamos, tengo
apenas tiempo suficiente para tirar nuestra basura antes de que el
tercer cuarto comience.

Los cuartos pasan rápidamente, especialmente cuando Ryan pregunta


pequeñas cosas aquí y allí, y está inclinada contra mí, con sus brazos
descansando en mis piernas mientras sus dedos dibujan círculos en mis
rodillas. Nuestro equipo gana y las personas comienzan a levantarse
para irse. Es alrededor de las diez treinta, pero estoy esperando ver a
Owen un segundo.

—¿Te molesta si vemos a mi hermano antes de irnos?

—No, está bien.

Ella toma mi mano mientras bajamos los escalones de las gradas antes
de dirigirnos hacia el campo de juego donde los jugadores están
reunidos. Nos quedamos de pie en las líneas laterales con otros padres
mientras esperamos a que su entrenador termine de hablar con ellos.
Ryan se inclina hacia mí, sosteniéndose de mi brazo. Me muevo para
envolver un brazo alrededor de su cintura. Owen capta un vistazo de
mí, y sonríe aún más cuando ve a Ryan. Su entrenador termina las cosas,
y Owen se dirige directo hacia nosotros. Él es demasiado genial para un
abrazo rodeado de sus amigos, así que le sostengo el puño para que lo
golpee.

—Buen juego, Owen. Podrías ser incluso mejor de lo que yo fui.

Él sonríe.

—Oh, soy mucho mejor —alardea.

Ruedo los ojos y rio entre dientes.

—Owen, esta es Ryan. Ryan, este es mi arrogante hermano pequeño,


Owen.

Ryan sacude la mano estirada de Owen mientras él dice:

—Encantado de conocerte. —Inclina la cabeza hacia mí—. No sabía


que estabas viendo a alguien.

—No te preocupes, Owen. Es nuestra primera cita, y de algún modo,


creo que terminará siendo el pequeño secreto sucio de Gabe. —Ryan
rie, luego cambia de tema—. Felicidades por ganar. Jugaste muy bien.

—Gracias. —Él se gira hacia mí una vez más—. ¿La trajiste aquí? ¿Cómo
una cita? No es de extrañar que seas soltero. —Ríe.

—Le pregunté si estaba bien, y ella dijo que sí. Además, estamos a
punto de ir a otro lugar. ¿Quién viene a recogerte?

—Conseguí que me llevara uno de mis amigos. —Miro sobre su hombro,


y alguien lo saluda—. Mejor me voy. Un gusto conocerte, Ryan.
—Igual.

—¿Te veo pronto Gabe?

—Déjale saber a mamá que iremos a casa para la cena el domingo —


le digo.

—Lo haré. ¡Después!

Él gira y trota hacia sus amigos. Ryan da un paso para ponerse en frente
de mí, una astuta sonrisa en sus labios antes de que holgadamente
envuelva los brazos alrededor de mi cintura.

—¿Y ahora, oficial?

—¿Te gusta el pastel? —pregunto.

Se ríe, una risa ridículamente femenina.

—Por supuesto que sí.

—Entonces permíteme dirigir el camino. —Una vez que engancha el


brazo alrededor de mi codo y empezamos a caminar fuera del estadio,
le digo a dónde vamos—: Hay una cafetería no muy lejos de aquí, y
tienen los mejores pasteles que he probado. Pensé que podríamos ir allí
por algo dulce para comer, y luego caminar por el centro o lo que sea
que quieras hacer.

—Me parece bien.

En la cafetería, Ryan pide una rebanada de pastel de chocolate


alemán, mientras me conformo con una rebanada de pastel de piña.
Ella pregunta si tienen Sunkist, pero no lo tienen por lo que ordena agua
en su lugar. Estamos sentados en una pequeña mesa alta, nuestras
rodillas se tocan.

—Realmente te gusta el Sunkist, ¿no?

Ryan acaba de tomar un bocado, así que solo asiente. Después de


tragar, dice:

—Es eso o agua. Soy un poco adicta a ella. Siempre lo he sido.

—Mmm. —Tomo un delicioso bocado, y luego pregunto—: ¿Cuál es una


de tus cosas favoritas por hacer?

Sin ninguna duda, las palabras vuelan fuera de su boca.


—Tener sexo.

Ella me pilla por sorpresa con su respuesta, mi tenedor pausa a mitad de


camino a mi boca.

Los ojos de Ryan se ensanchan como si estuviera dándose cuenta de


que dijo eso.

—Mierda. Quiero decir, mierda. Lo siento. Eso es, um, no es algo bueno,
que una dama diga eso. —Sus mejillas se sonrojan de un rosa claro, sus
ojos se centran en su pastel. Algo me dice que esta es la primera y
última vez que volveré a ver su sonrojo porque no parece ser algo que
hace a menudo—. Realmente no tengo un favorito. Si es divertido o si
hay algún tipo de emoción en ello, entonces soy feliz. Algo parecido a
lo que dije sobre mi especialidad. Nada despierta una pasión en mí.
Incluso actividades sencillas aparentemente porque ni siquiera puedo
elegir una cosa favorita o adecuada que me gusta hacer. ―Los ojos de
color verde oscuro de Ryan me miran desde debajo de sus pestañas—.
Lo siento, no quería divagar.

—Divaga lo que quieras. No me importa. —Le doy una sonrisa amable,


ya que casi parece que su propia respuesta la sacó de quicio, y está un
poco incómoda ahora. No parece caber en su personalidad, pero sí la
hace más real para mí—. Y tienes pasión. Al gustarte las cosas que te
emocionan, como dices. Suena como que eres una aventurera, audaz
persona.

Ryan se ríe. Es tan sexy cuando lo hace. Cuales sean las emociones con
las que está lidiando desaparecen en simple alegría, despreocupada
cuando se ríe.

—Hmmm. No estoy tan segura de ser aventurera. Intrépida me parece


encajar, supongo. ¿Qué pasa contigo? ¿Qué otra cosa llena tu vida,
además de tu trabajo? Eso te hace feliz, ¿verdad?

—Ah, sí, me encanta lo que hago. También me gusta ir a las tierras de mi


padre y disparar a objetivos con algunos de los chicos de mi familia. Nos
reunimos al menos un sábado al mes solo por eso.

Ella niega con la cabeza ligeramente, su pelo cae hacia adelante para
cubrir ese hombro que me muero de ganas de tocar de nuevo. La
mano en mi regazo tiene mente propia a medida que se mueve para
descansar en su rodilla.

—¿Qué? —pregunto, refiriéndome a su sacudida de cabeza.


—No sé si podría disparar un arma. La idea de ellas es intimidante.

—No. Es divertido para prácticas de tiro y una muy buena manera de


aliviar el estrés. Eres intrépida. Tal vez deberías probarlo. Siempre que
sepas cómo utilizar un arma correctamente, todo irá bien.

Ante esto, Ryan sonríe. Estoy confundido por un segundo hasta que, con
la risa en su voz, ella dice:

—Ya encontraste algo nuevo que enseñarme, ¿eh? Tal vez deberías
haber sido maestro en su lugar.

Eso me hace reír.

—No sé nada de todo eso, pero si quieres probarlo, házmelo saber.


Puedes venir conmigo la próxima vez que nos reunamos.

Ryan se ríe en voz baja.

—¿Me dejarías estar con tu familia? No estoy segura de si eso es una


buena idea. —Hay más peso en sus palabras del que ella está soltando.
¿Por qué no lo cree así? Ryan parece perfectamente aceptable. Antes
de que pueda analizarla demasiado, añade con ojos cálidos—.
Además, ¿una clase privada no es más divertida? —Sus ojos caen a mi
cuello cuando trago fuerte, y me pregunto brevemente si está mirando
mi manzana de Adán.

—Puede que tengas razón en eso.

Seguimos teniendo una pequeña charla, y me entero de que Ryan es


una persona bastante madura para su edad. Puede tocar un par de
diferentes instrumentos, aunque dijo que no lo hace regularmente.
Puede hablar español con fluidez, pero de nuevo, no lo hace muy a
menudo. Hay mucho que sabe hacer, pero parece que no hace
activamente ninguno de ellos. Ella tenía razón.

No hay nada que destaque lo suficiente en lo que pueda dedicarse


plenamente. Estoy seguro de que hay más que eso. Sin embargo,
definitivamente ha tratado de encontrar esa pasión de la que siempre
está hablando, basado en lo que me dijo.

Hay tantos secretos ocultos sobre Ryan. Ella va y viene entre hablar un
poco amargamente de su infancia a actuar como si no fuera un gran
problema en absoluto. Su tono lleva todo un aire de actitud “no hay
nada que pueda hacer al respecto”. La familiar urgencia de averiguar
los daños y grietas de su amargura y repararlos me recorre. Siempre
encuentro a mujeres que están de alguna manera rotas, y siempre
quiero arreglarlas. De alguna manera, estoy solo al final. Sin embargo,
eso es para otro día.

A medida que nuestra noche se termina, y regresamos a su casa, Ryan


se convierte en una mujer peligrosamente seductora, atrayéndome
lentamente. Hay toques simples como su mano en mi muslo mientras
conduzco con aquellos dedos suyos arrastrándose en un
despreocupado patrón. Hay risas, lo cual es ridículamente sexy. Es casi
como si supiera que solo su risa excitará a un chico. Y luego, las palabras
sucias tentadoras que aparente y casualmente arroja sobre lo que
podría venir.

Por el momento en que llegamos a las escaleras y nos paramos junto a


la puerta del apartamento de Ryan, he sido capturado. Mi mente y
cuerpo son capaces de pensar en una sola cosa. Ella suelta mi mano
para desbloquear la puerta, pero no la empuja para abrirla. En cambio,
se gira, se inclina contra la puerta y me atrae hacia ella con una sexy
sonrisa socarrona. Mi pecho queda al ras contra el de ella, mis manos
agarran sus caderas. Mi mente se nubla oficialmente mientras mis
sentidos captan sus labios y ese cuerpo mortal. Ni siquiera tengo la
oportunidad de ser quien se inclina primero porque Ryan lo hace.

Me mira mientras acerca su cara a la mía, sus labios rozando los míos
suavemente al principio. Se levantan en una rápida, pequeña sonrisa
como si supiera que estoy enganchado antes de presionarlos contra mis
labios. Ryan coloca sus manos sobre mi pecho. Su sensación, está en
todas partes, en todo mi cuerpo, exigiendo atención. Cuando abre la
boca, mi lengua busca instintivamente la de ella. Ryan tiene un sabor
dulce del pastel. Agarra la parte de atrás de mi cuello, profundizando el
beso, ahogando mis sentidos. Nada existe en este momento, excepto
ella.

Cuando se aleja, mis labios no pueden dejar de tratar de seguirlos, con


ganas de volver a conectarlos. Ryan se ríe y sonríe mientras ligeramente
pasa los dedos por mi pecho. Con voz entrecortada, seductora,
pregunta:

—¿Te gustaría entrar?

Asiento rápidamente antes de besarla con avidez de nuevo. Nos


dirigimos dentro, un momento más tarde, mis manos todavía firmemente
plantadas en su cuerpo. Ryan cae sobre el sofá y me tira con ella.
Fácilmente me pierdo en su toque. Con sus besos embriagadores, se
siente como si estuviera vertiendo todo lo que tiene en ellos para que
sean lo más calientes posible. Expertamente quita nuestra ropa,
dejando al descubierto un tatuaje en la cadera de un diente de león
con semillas blancas flotando.

Mientras me besa, Ryan estira la mano entre nosotros, envolviendo sus


dedos a mi alrededor por un momento antes de guiarme en su interior.
Ryan es una potente seductora mientras infunde cada movimiento,
sonido y tacto con una necesidad casi primitiva. Me vuelve loco con
necesidad antes de finalmente deshacerme un minuto después de que
ella se estremece de placer debajo de mí.

Eso fue incuestionablemente el mejor sexo que he tenido. Pero después,


mientras me estoy vistiendo de nuevo, veo dos tatuajes más en su
espalda mientras desaparece por el pasillo para ponerse el pijama. Un
gran caballito de mar, rosa en el lado derecho, y en el izquierdo, un
colibrí en contornos negro y azul ricamente elaborado. Su ausencia
hace que me dé cuenta de repente lo que ha sucedido.

Yo, el buen chico clásico, acabo de tener sexo en la primera cita con
una chica de diecinueve años. Casi veinte. Casi me siento ruin. Así de
fácil fue capaz de llevarme más allá de una línea que normalmente ni
siquiera cruzo. Por no hablar de que, basándome en el hecho de que
me invitó a entrar, probablemente hace esto a menudo. El sexo en la
primera cita es probablemente normal para ella. Sin querer, sacudo la
cabeza. Esta chica ya está jugando conmigo.

—¿Estás bien, Gabe? —pregunta Ryan con solo un toque de


preocupación. Se sienta en su sofá, vestida con un pijama de chica. He
llegado a darme cuenta de que la mayor parte de sus emociones
cuidadosamente, muy sutilmente, concuerdan con su voz cuando
habla. A menos que realmente escuches, te lo perderás.

—Sí. Probablemente debería irme. —Meto mis manos en mis bolsillos. Sus
largas piernas se exhiben para mí, y mi mente ya está pensando en sexo
de nuevo.

No, no puedo ir allí ahora mismo. No puedo ser atrapado de nuevo, no


importa cuán fácil sería.

Ryan se levanta, se acerca a mí y me besa en la mejilla inocentemente.

—Gracias por esta noche. Me divertí mucho.


¿Cómo se las arregla para parecer tan pura cuando me siento tan mal?
Ryan me está mirando, esperando a que yo hable. Aclarando mi
garganta, digo:

—Gracias. Vamos a tener que hacer algo nuevo.

Sus ojos están llenos de dudas, incluso mientras está de acuerdo:

—Sí, lo haremos.

—Buenas noches, Ryan.

Y entonces, cuando me voy, preguntándome cómo esta noche y Ryan


encajan con el tipo de hombre que me esfuerzo por ser. Porque esta
noche, después de irme, particularmente no me siento como un
hombre honorable.
Capítulo 4
Ryan
Traducido por &Rebeca&, Squarepants1o y Blonchick

Corregido por Anjhely

Me quedo mirando la puerta, mucho después de que Gabe se fuera.


He dormido con un montón de chicos antes, y nunca he visto a ninguno
de ellos tan... tan culpable después. Al menos, para mí, fue amable
cómo me miró. Con mis padres, estoy acostumbrada a las emociones
negativas y a no cumplir con sus expectativas. Pero, ¿con los chicos?
Generalmente soy bastante buena con ellos. ¿Estoy perdiendo mi toque
o algo así? ¿Por qué me miró así?

Finalmente, me canso de mirar fijamente la puerta, así que en su lugar


me acuesto en la cama y me quedo mirando el techo. El techo es
mucho más interesante, ya sabes. Suspirando, me pregunto si tal vez mi
racha de desilusión está empezando a expandirse a toda mi vida y no
solo con mis padres. Esa lista es larga. Primero, decidieron dejar que el
sexo de su hijo fuera una sorpresa, pero estaban rezando por un niño.
Eso obviamente no sucedió. Luego está mi larga lista de actividades
donde o bien no era lo suficientemente buena para que ellos sigan
pagando o me presionaban demasiado y lo dejaba. Eso nunca fallaba.
Cada vez que encontraba algo que disfrutaba, ellos me compensaban
presionándome a ser absolutamente mejor. Y mi absolutamente mejor,
nunca fue lo suficiente bueno para ellos.

Supongo ya que no fui un niño, que se imaginaban que sería impotente


o algo así. Mis padres tienen expectativas tan altas para mí que con los
años, empecé a rebelarme contra todas ellas. Algunas para bien, otras
para lo peor. Todo de lo que he oído hablar es cómo las cosas serían
mucho más fáciles si hubiera sido un niño, y me di por vencida tratando
de complacer hasta cierto punto. Estoy en la universidad y mis
calificaciones son fantásticas, pero ¿para que se sientan un poco
orgullosos de mí? Eso, obviamente, nunca va a suceder, lo que me
hace pensar en mi estúpido comentario con Gabe sobre conocer a sus
padres.

Eso habría sido un desastre. Tengo insatisfechos a mis padres lo


suficiente. No necesito defraudar a otra persona. Y créeme, ellos me
odiarán. Soy demasiado franca, demasiado sexualmente dispuesta,
también todo-sobre-lo que-su-madre-le advirtió. Por no hablar de que
soy una desertora y tatuada y nada que a unos padres les guste en una
chica como persona y sobre todo, no en la novia de su hijo. Diablos, si
fuera un chico y estuviera saliendo conmigo, no me traería a casa de
mis padres tampoco. Me conozco mejor de lo que nadie más lo hace,
así que estoy segura de que es cierto.

Tal vez mi intuición sobre Gabe siendo un buen chico al cien por cien es
cierta. Antes de irse, él debe haberse dado cuenta de que esto, yo,
evidentemente, no terminaría bien en su nombre y eso es lo que fue la
expresión en su rostro. Mi teléfono vibra en mi mesita de noche, pero es
solo Viv, y no quiero hablar con ella ahora mismo. Por desgracia, mi
instinto me dice que Gabe se va a colocar en mi larga lista de
deficiencias. Oh, bueno, ¿verdad? No estoy saliendo concretamente de
todos modos.

Ese es mi último pensamiento antes de caer en un profundo sueño.

***

Viv y yo salimos de compras. Ella quiere saber lo de anoche, y yo quiero


un traje nuevo para llevar a la fiesta de esta noche. El aire de otoño está
frío, pero no es lo suficientemente frío como para cubrir gran cantidad
de piel. Siento la necesidad de hacer alarde de mi cuerpo en esta
fiesta, así que esa es la clase de atuendo que estoy buscando.

—Muy bien. Me muero por saber, Ryan. ¡Dime ya! —dice Viv una vez
que entramos en nuestra primera tienda del día.

Ruedo mis ojos hacia ella.

—Me fue bien. Fuimos al partido de fútbol de su hermano pequeño y


fuimos a un pequeño café por tarta. Luego regresamos a mi casa para
tener relaciones sexuales.
—Los buenos chicos no follan en la primera cita, así que debes haber
estado equivocada en eso —comenta.

—No lo sé —me voy apagando. Viv puede ser mi mejor amiga, pero
todavía hay muchas cosas que no le digo—. Parece que se arrepintió
antes de irse. Dudo que vaya a llamarlo si alguna vez me meto en
problemas. Eso es probablemente lo último que veremos de Gabe
O'Connor. —Odié decir la última parte. Decirlo en voz alta hace que
parezca más real, y estoy casi segura de que tengo razón en esto.

—Tal vez no. —Ella lo intenta, sonando esperanzada. Después de un


momento, dice—: Tú vas a muchas primeras citas, ahora que lo pienso.
¿Por qué nunca vas a segundas?

Mantengo mis ojos en la ropa delante de mí, sabiendo que va a tener


algo que decir sobre esto.

—Debido a que las chicas buenas no follan en la primera cita, Viv. —


Lanzo sus palabras hacia ella—. Por suerte para ellos, y para mí, si lo
piensas bien, no soy una de esas chicas. Si quiero dormir con ellos al final
de la noche, no voy a esperar por un par de citas más. Y después de
eso, me ven solo para el sexo. Además, tú sabes que no soy realmente
una ligona de todos modos. Obviamente.

Cuando miro hacia Viv, sus ojos están bien abiertos.

—¿Tú tienes sexo en la primera cita? ¿Siempre? —Oh, vamos. Ella tenía
que saber eso. Hemos sido amigas desde el primer año. ¿Ella no se ha
dado cuenta de esto todavía? Pensé que iba a conseguir un sermón,
pero supongo que no sabía este hecho divertido sobre mí.

—Casi siempre —me corrijo. ¿Es realmente tan importante el acuerdo?


Es solo sexo—. Tiene el cuello en V y un poco aireado, por lo que no
sería muy ceñido. El material es súper suave también. Tengo que
comprarlo.

—Es lindo. ¿Con qué lo llevarías?

—Una falda estrecha de algún tipo.

Así que empezamos a buscar una de esas. Pero Viv regresó a Gabe.

—¿Te ha mandado mensajes de texto o cualquier cosa?

—No.
—Bueno, ¿qué edad tiene su hermano? —pregunta.

—Tiene dieciséis años, pero tiene uno mayor que es de treinta y tres.

—Y, ¿qué edad tiene de nuevo?

Entrecierro mis ojos desde el otro lado del estante. ¿Dónde va ella con
esto?

—Veinticinco.

—Mmm. —Ella asiente—. Así que estás más cercana en edad a su


hermano pequeño que de él.

Honestamente, no había pensado en eso. ¿Importa realmente nuestra


diferencia de edad? Es tan solo seis años, y estoy a punto de cumplir
veinte el próximo mes. No es una gran diferencia, ni nada. Estoy segura
de que mis padres esperan que salga con alguien más cercano a mi
edad, pero es mi elección. No de ellos. Ellos no están saliendo con él.
Por último, le digo:

—No importa de cualquier manera. Realmente no creo que lo vea de


nuevo. ¿Qué dijo el idiota cuándo rompiste con él? —Cambio el tema
porque estoy cansada de pensar en Gabe.

—Él piensa que estoy loca por acusarlo de engañarme. Cuando lo


empujé sobre el coche de ella en la calzada, quiso saber cómo lo
sabía, lo que significa que lo admitió. Y no me ha hablado desde
entonces.

—Momento perfecto para ir de fiesta con la excusa para


emborracharse. —Levanto la falda que he encontrado—. ¿Qué
piensas? —Es una mini-falda dorada y brillante, y se vería muy bien junto
con la camisa y los zapatos adecuados.

—Ooh, me encanta. Podría pedirte prestado eso.

Me río.

—Por supuesto. ¿Ves algo aquí que desees o estás lista para saltar a la
siguiente tienda?

—No, vamos a ver y seguir adelante.

La fiesta de esta noche ha sido organizada por el equipo de fútbol, así


que he estado tratando de convencer a Viv que podía conectar con
cualquiera de ellos. Ellos van a estar buscando relajarse esta noche de
todos modos. Después del novio de mierda, se merece algún jugador
de fútbol delicioso para darle un buen momento. Viv dice que va a
pasar desapercibida durante un tiempo. La dejo de molestar porque si
eso es lo que quiere, entonces voy a dejarla sola. Viv tiene más moral, o
los estándares más altos, como dirían algunos, que yo, y voy a respetar
sus deseos.

Compramos todo el día, y acumulamos algunos cargos de la tarjeta de


crédito que me dieron mis padres. Estoy segura que obtendré una
llamada al final del mes sobre esa factura. Nunca falla para que digan
que si fuera un chico, no gastaría tanto dinero en ropa. En serio, ¡solo
supéralo ya! Me tienes. Deja de quejarte. Diecinueve años de valor
debería ser suficiente para el resto de mi vida y la de ellos combinados.
Además, no tienen que seguir recordándome cómo todo lo que hago
no es lo suficientemente bueno para ellos. Por no hablar de la ropa que
compro, no siempre la aprueban. Es demasiado fulana y no muy "propio
de una dama." Lo que sea.

Una vez que llego a casa, pongo en mi lista de reproducción una


canción de amor y me llamo a mí misma a un baño de burbujas. No es
domingo, pero estoy en extrema necesidad de una cierta relajación.
Voy a tener que hacer una cita para un masaje la próxima semana. He
estado tan colgada últimamente. Probablemente debido a la
inminente fecha límite que tienen mis padres sobre mí para declarar mi
especialidad.

La espuma y agua caliente borran temporalmente esos problemas. Me


empapo enteramente demasiado tiempo, y si no salgo pronto, mi
cuerpo todavía estará arrugado cuando llegue a la fiesta. Estoy hecha
una pasa y no conseguiré prepararme. Mientras estoy comiendo fideos
Ramen, un placer culpable mío, viendo el viejo programa de televisión
M*A*S*H, mi padre llama. Lo ignoro, como de costumbre. Si hablo con él
antes de la fiesta, no voy a estar de humor para tener relaciones
sexuales. Mi padre, por encima de todo y a pesar de mi recta historia de
A, no cree que vaya a graduarme de la universidad. Quiere que me
gradúe, eso es lo que se espera de mí, pero él no piensa que sea capaz
de hacerlo. Piensa que como todo lo demás que he hecho, voy a
dejarlo.

Ugh. No. Detente ahí mismo, Ryan. Esta noche es noche de fiesta. No
hay tiempo para pensar en lo próximo que voy a hacer para
decepcionar a mis padres. Aunque, me gustaría tener un hermano,
como Gabe, y luego mis padres centrarían toda su atención en él. Pero
dejaron de tratar de tener un niño después de mí, porque mi madre
tuvo dos abortos involuntarios. Después de eso, no querían pasar por ese
tipo de pérdida de nuevo. Dejando con ello, sus esperanzas y sus sueños
atascados conmigo.

Me pregunto cómo habría sido tener hermanos. ¿Le gustarían a Gabe o


desearían que fuera hijo único? Oh, genial. Ahora, estoy pensando en
Gabe. Él está en mi mente cuando empiezo a prepararme, mientras
conduzco con Viv a la fiesta, hablo sin pensar con diferentes personas, y
bebo un par de cervezas en el camino.

Pero entonces un jugador de fútbol me ve. Reconozco su cara y su


número, 43, pero me era imposible recordar su nombre. ¿Cómo es
posible que pueda recordar casi todo lo que Gabe dijo anoche, pero
no puedo pensar en el nombre de este chico y con el que me había
acostado dos veces antes?

—Ey, Ry —saluda. Ah, sí. Ese es el por qué. Porque él insiste en acortar mi
nombre.

—Ryan —corrijo. Puede que no siempre me guste mi nombre, pero es


mío, y voy a poseerlo—. Hola.

—Parece que necesitas otro trago. —Me entrega un vaso rojo, y


graciosamente tomo tres tragos de ahí.

—Gracias.

Graves desde los altavoces haciendo todo este lugar retumbar a través
de mi cuerpo con el alcohol. 43 me está mirando con deseo mientras
me tiraba hacia él. Desliza su mano, que no tenía cerveza, debajo de mi
chaqueta, su pegajosa mano toca mi espalda desnuda. 43 se inclina
para susurrar en mi oreja, algo desubicado, para nada esas cosas
calientes y sucias para convencerme de ir al piso de arriba con él. Pero
cuanto más habla y baja sus manos hacia mi culo, menos me excita.
Probablemente estoy demasiado ebria en el pasado para recordar o
preocuparme sobre esas características.

—No me siento del todo bien. Creo que voy a buscar a Viv y hacer que
me lleve a casa. —Lo empujo con un poco más de fuerza de lo que
intento.

—Te llevo. —Se ofreció.


Acepto, solo porque estoy deseando que una vez me aleje de todas
esas personas, esté en un mejor humor para follar. Eso es lo que
realmente quiero esta noche. Pero si no, entonces el señor 43 va a estar
muy decepcionado. Él me sigue mientras intento encontrar a Viv, pero
no está en ningún lugar para ser encontrada.

—Vamos, Ry.

—Ryan —inserto.

—Ya vámonos. Ella lo comprenderá. —Empieza a tirarme hacia fuera de


la casa, su agarre demasiado apretado para mí como para luchar. Él
tomando el control me enciende de todas formas, así que lo dejo.
Una vez que llegamos a mi casa, me arrepiento. Ni siquiera he abierto
mi puerta todavía porque no quiero que entre. 43 me tiene presionada
contra mi puerta, sus babosos besos están sobre mi cuello antes que
empiece a dirigirse hacia mi pecho, donde, gracias a mi sostén y nueva
chaqueta, muestra un poco de escote para que él toque.

—No me siento bien —repito—. Gracias por el viaje, pero me voy


adentro. Sola —agrego.

Sus labios suben al lado izquierdo de mi cuello, entonces giro mi cabeza


hacia la derecha por instinto. Sus manos agarran mi cintura más fuerte
mientras pone más de su peso sobre mí.

—Ry… —empieza.

–Ryan. —¿En serio? ¿Cuántas veces tengo que corregirlo?— No


necesitas intentar hacerme cambiar de opinión. La respuesta seguirá
siendo no. —Eso hace que deje de besarme. Sus ojos se vuelven oscuros
mientras me mira fijamente, su agarre es más fuerte que nunca.

—¿No? No dudaste antes, Ry. Todos en el campus saben que eres una
chica fácil, ¿y ahora me estás diciendo no?

—Puedo ser fácil, pero no soy tan fácil para ti esta noche. —Intento
alejarlo de mí, pero es imposible. No se está moviendo—. Aléjate de mí.
—Intento hacer mi voz lo más nivelada posible, pero incluso yo escucho
como tiembla un poco.

—¿Hay algún problema?

Al sonido de su voz, mi cabeza se ajusta en el hueco de la escalera. 43


no le está prestando atención. Gabe está parado rígido con sus brazos
a sus lados, puños cerrados, y no se ve muy feliz en su uniforme de
policía. Su mirada mortal está fija en 43. ¿Qué está haciendo aquí?

—Amigo, no creo que esto sea de tu asunto, así que… —Finalmente, él


mira, detenidamente, que es un policía. 43 toma un pequeño paso lejos
de mí.

Gabe me mira.

—¿Señorita? —pregunta, y nunca he estado más agradecida de


escucharlo decir eso.

—Um, todo está bien. —Giro hacia 43, quien se ve un poco molesto—.
Nos vemos luego. —Inmediatamente me doy la vuelta, saco la llave de
la casa de mi sostén y entro sin volver a mirar atrás.

Con mi espalda contra la puerta, puedo oír pies arrastrándose a lo lejos,


pero otros yendo hacia mí. Un golpe suena ruidosamente, haciéndome
saltar. Lentamente abro la puerta para mirar, y una vez que veo a
Gabe, la abro completamente.

—¿Estás bien? —pregunta.

—Sí. ¿Qué estás haciendo aquí?

Gabe no entra cuando me muevo a un lado. Solo se queda afuera del


marco de mi puerta.

—Aparentemente, olvidaste tu teléfono en el coche de tu amiga y


dejaste la fiesta sin decírselo. Me llamó desde tu móvil, preocupada, y
diciendo que no eras así en absoluto. Pensó que podrías estar en algún
tipo de problema. Estaba patrullando cerca, así que le dije que pasaría
a ver si estabas aquí.

De repente, me pregunté cuánto tiempo estuvo mirando. ¿Escuchó lo


que dijimos sobre mí siendo fácil? Lo que probablemente sabía de todas
formas gracias a nuestra cita, pero tiene que ser una historia diferente
cuando él escucha que soy de esa manera de un completo extraño.
Quería preguntarle si escuchó, pero entonces decido que realmente no
quiero saberlo.

—Oh, bueno, la llamaré con el teléfono de mi casa y le haré saber que


estoy bien. Siento haberte molestado mientras estás trabajando.

Frunce el ceño.
—Parecía que necesitaba ser molestado. ¿Segura que estás bien? ¿No
tendría que perseguirlo?

Me rio por su preocupación.

—Sí, estoy segura. Gracias, de todas formas.

Hay una pausa, y es porque recién se da cuenta lo que tengo puesto,


sus ojos viajan lentamente sobre mi cuerpo. Con ello solo me tiene toda
caliente y mojada.

—Tengo que volver a trabajar. Llama a tu amiga, porque estaba


realmente preocupada.

—Lo haré.

—Bueno, te veo después, Ryan.

—Nos vemos. —Lo observé alejarse antes de cerrar mi puerta.

Sin perder tiempo, llamo a Viv. Ya está en camino con mi móvil y verme
ella misma ya que no había recibido respuesta todavía. Cuando llega
aquí, la convenzo que no me sentía bien después de explicarle lo que
pasó. Deja mi teléfono y se va a casa, por suerte. Ver a Gabe me
confundió completamente, especialmente desde que me calentó
fácilmente. Me muero por tener sexo ahora. Me pregunto si vendría aquí
cuando termine.

Pero entonces recuerdo cómo se veía anoche antes de irse. Invitarlo


sería una mala idea. Caigo en el sofá, me quito mis zapatos, apoyo mis
pies sobre la mesa de café, y enciendo Netflix para encontrar una
película de terror. Mi teléfono zumba a mi lado.

Gabe:

“Sé que es tarde y descortés invitarme yo mismo, pero ¿te importa si voy
después de mi turno?”

¿Quiere venir? Es casi la una de la mañana. Tal vez interpreté mal su


expresión. Después de un corto debate, le devolví el mensaje:

“Solo si traes palomitas.”

Es pasada la una menos cuarto cuando se escucha un golpe en mi


puerta. Pauso la película y voy hacia la puerta para encontrar a un
fresco y bañado Gabe usando una chaqueta y un vaquero. Debió ir
primero a casa.
Gabe me ofrece la caja de palomitas.

—Aquí tienes.

Me río nerviosamente porque una parte de mí pensó que realmente no


lo haría.

—Gracias. Entra.

Cierra la puerta y me sigue hasta la cocina donde pongo la bolsa de


palomitas en el microondas. Cuando vuelvo a mirar a Gabe, lo atrapo
admirando mis piernas. Los chicos se vuelven locos por ellas porque
están bronceadas, tonificadas y largas. Son fácilmente mi mejor
ventaja. Sonríe, un poco avergonzado porque lo atrapo. Me levanto a
mí misma para sentarme en la encimera, inclinándome hacia delante
solo un poco mientras mis manos me anclan a ambos lados.

—Probablemente te preguntarás por qué quise venir —dijo mientras


dobla esos grandes brazos sobre su pecho y cruza sus tobillos, viéndose
completamente relajado en mi cocina.

—Supuse que solo querías traerme palomitas.

Gabe ríe.

—Eso es exactamente el porqué. Ahora que estoy aquí, me siento mal


vestido.

Me rio suavemente, mirando mi top brillante y falda.

—No he tenido tiempo para cambiarme todavía. —Las palomitas


empiezan a explotar cuando salto de la encimera—. Asegúrate que no
se quemen. Me voy a cambiarme y después vas a ver una película de
terror conmigo.

—¿Te gustan las películas de terror? —Parece sorprendido.

—Demonios, sí. Vivo por lo estremecedor, ¿te acuerdas? —Rio y luego lo


dejo con la labor de las palomitas.

Cuando llego a mi cuarto, no estoy segura de qué ponerme. Es tarde, y


quiero estar cómoda, pero no en pijama. Después de examinar
rápidamente mi armario, decido al diablo con eso. Voy a usar cualquier
mierda que quiera. Elijo un lindo par de pantalones deportivos gris
oscuro, que todavía consiguen hacer que mi culo se vea bien, y una
camiseta rosa. A mi regreso a la sala de estar, Gabe está sentado en el
sofá con las palomitas, el olor se apodera rápidamente de mi
apartamento. Además hay dos botellas de café Sunkist en la mesa.
Sonrío débilmente por cómo pensó tan lejos.

—¿Qué estás viendo? —me pregunta cuando me siento a su lado,


arrancándole la bolsa de sus manos.

—No sé. Netflix lo eligió por mí. Está a mitad de terminar. ¿Quieres elegir
una nueva?

Se encoge de hombros.

—Depende de ti.

Tomo el control remoto y elijo la segunda película sugerida. Por el rabillo


de mi ojo, observo que Gabe está lejos de las palomitas. Voy a inclinar
la bolsa así puede agarrar más. La película es terrible. Una vez que llega
a la marca de cuarenta y cinco minutos y sigo sin interés, golpeo el
hombro de Gabe.

—¿Estás disfrutando esto?

Sacude la cabeza. Tomo el control remoto y apago el televisor.


Poniéndome bastante cómoda, me giro un poco para poner mis
piernas sobre las de Gabe.

—¿Por qué querías venir a verme tan tarde en la noche? —pregunto


finalmente. Nunca se ofreció a decirme más, pero ahora tengo más
curiosidad.

Gabe pone sus manos sobre mis piernas. Una en el muslo y la otra en la
rodilla. Las aprieta un poco antes de mirarme.

—¿La verdad?

—Por supuesto.

—Quería verte, especialmente después de lo que pasó antes con ese


chico. —Sus cejas se juntan con desagrado.

—¿Querías una triple verificación para asegurarte de que estaba bien?


—El pensamiento es adorable. Gabe debe haber estado preocupado
por lo que sucedió.

Se ríe de mi pregunta.

—Sí, más o menos.


—Bueno, ese fue mi primer incidente de esa manera. El momento no
pudo haber sido más perfecto. Gracias. Aunque, estoy segura de que
habría estado bien sin ti.

—¿No estabas asustada en absoluto? —pregunta con curiosidad.


Sacudo la cabeza mintiendo—. ¿Qué te asusta, entonces?

Los ojos marrones de Gabe me miran atentamente, mientras pienso en


una respuesta. Sé lo que me asusta, pero no quiero decir que deseo
compartir eso con él.

—¿Qué te asusta, Gabe? —pregunto en su lugar—. Quiero decir, eres un


policía grande, malo. No puede haber muchas cosas que te asusten,
¿verdad?

Sonríe, sabiendo que evito su pregunta, pero responde de todos


modos.

—¿Recuerdas cuando te dije que entrar en la aplicación de la ley


encajaba? —Asiento—. Esto es porque realmente lo hace. Siempre he
estado en mi mejor comportamiento. En parte es porque mi familia está
llena de policías, pero es sobre todo porque quiero ser capaz de mirar
hacia atrás en mi vida y saber que he sido la mejor persona que podría
ser. Soy un buen tipo en casi todos los sentidos, y quiero ayudar a la
gente tanto como pueda. Tengo miedo de hacer algo que me hará no
tan bueno, según mis estándares.

Y dormir conmigo en la primera cita jodía eso para él. Ahora todo tiene
sentido. Por primera vez, me siento culpable por acostarme con los
chicos tan rápidamente. No debería haber venido. Soy su error. Algo
que no debería haber ocurrido. Es hora de que Gabe se vaya porque
no voy a dificultar la imagen que tiene de sí mismo más de lo que ya he
hecho. Quito lentamente mis piernas bajo sus manos y de sus piernas.

—Eso es, um, interesante. —Tengo que decir algo, y no voy a dejarle
saber que sé que estoy en su lista de lo que no debería tener—. Es tarde,
Gabe. Probablemente es hora de ir a casa.

Gabe se ve un poco confundido, pero luego se le enciende la bombilla.

—Ryan, yo no…

—No sé de qué estás hablando —interrumpo, revelando estúpidamente


que de hecho sé lo que iba a decir—. Es tarde, y tengo mucho que
hacer mañana. Eso es todo lo que quise decir. Nada más.
Alcanza mis manos y las mantiene en las suyas, pasando su pulgar sobre
mis nudillos.

—Mañana es domingo. ¿Qué tienes que hacer?

Por alguna razón, su pregunta me hace reír.

—¿Crees que estoy mintiendo? Soy muchas cosas, Gabe, pero


mentirosa no es una de ellas.

Gabe centra sus ojos marrones en mí.

—¿Entonces no tendrías ningún problema en ir a otra cita conmigo?

Me está retando. Esa es su respuesta. Un reto. Entrecierro mis ojos y quito


mi mano de la suya.

—Ahora, estás lastimando mis sentimientos, Ryan —bromea.

—No. —Quiero preguntarle por qué. ¿Por qué quiere salir conmigo de
nuevo cuando claramente se sintió tan terrible en la primera vez? ¡Ni
siquiera tiene sentido!

—¿No?

—No. No quiero otra cita. —Y para hacerlo caer en la mentira, agrego—


: probablemente debería haber mencionado que tengo el historial de
únicamente una cita que me gustaría mantener. —Es una tontería
decirlo, pero quiero que se vaya, y espero que eso ayude.

—¿Solo una cita? —pregunta.

¿Es que solo va a repetir partes de lo que digo?

—Sí. Tengo una larga lista de primeras citas y de cero para las segundas
citas.

—¿Y quieres mantener eso? —dice, escéptico.

—Exactamente.

Gabe parece pensar en esto por un momento.

—Bien. ¿Entonces no tendrías ningún problema en salir conmigo otra


vez?

—¿Por qué diablos haría eso? —Sale de mi boca antes de que lo pueda
evitar—. Quiero decir, no, gracias. No me gustaría empañar esa
armadura brillante tuya. —Sonrío dulcemente. Entonces me levanto y
me voy hacia la puerta, abriéndola así no hay duda de lo que quiero.

Gabe pasa las manos por sus muslos y luego se levanta. ¡Por fin! Se
acerca, deteniéndose frente a mí. Su cabeza se inclina mientras me
mira como si fuera un rompecabezas que no puede resolver. Creo que
está a punto de salir, pero en cambio, da un paso adelante, ahueca mis
mejillas con sus manos, y me besa. Sin quererlo, me relajo en él mientras
suavemente separa mis labios con su lengua. Dios, es un fantástico
besador. Nuestras bocas se mueven lentamente, como si no existiera
ninguna cosa en el mundo más que saborear este momento.

Y chico, vale la pena saborearlo. Por lo que parece una eternidad, me


pierdo en él, con ninguna esperanza de ser encontrada de nuevo. Pero
entonces Gabe se aleja después de un último beso. Todavía no me
encuentro para abrir los ojos. Mis labios están zumbando del cariño que
recibieron, al igual que la piel que rodea mi boca gracias a su vello
facial, y mi cuerpo todavía está paralizado por sus manos.

El aliento de Gabe se dispersa sobre mi boca mientras dice


suavemente:

—Te ves hermosa en este momento.

Mis ojos se abren inmediatamente. Las comisuras de su boca se


levantan en una sonrisa. En un susurro, me vuelvo completamente
honesta con él.

—Nunca me han dicho algo así.

—¿Qué? ¿Cómo te ves después de un beso?

Sacudo la cabeza.

—No. Bueno, sí, eso también, pero me refería a la parte de hermosa.

La sonrisa de Gabe se desvanece. Oh, mierda. No debería haber dicho


eso. ¡Chica estúpida, estúpida, estúpida! Probablemente va a pensar
que soy débil o algo así porque nadie me llama hermosa. Ese no es el
caso, y necesito asegurarme de que entiende eso. Antes de que pueda
recuperarme, me besa suavemente solo una vez.

—Bueno, deberían porque lo eres —murmura contra mis labios. Su fuerte


mirada me penetra—. Absolutamente hermosa.
Mis músculos están tensos, esperando a que él se ría y diga que estaba
bromeando. Nunca me han dicho que soy hermosa. Caliente o sexy,
seguro. ¿Hermosa? No. Mi abuela solía decirme que lo era, pero eso fue
hace mucho tiempo. Era vieja y probablemente pensaba que todas las
niñas pequeñas eran hermosas. Eso difícilmente cuenta. Gabe sostiene
mis ojos, dejándome absorber lo que dijo. Por primera vez en mi vida, le
pido que haga algo que no incluye sexo. Lo curioso de todo es que la
pregunta me avergüenza más que haber tenido el descaro de pedirle
que se acostara conmigo.

—¿Te gustaría pasar la noche? —pregunto en voz baja—. Aunque, sin


sexo.

Gabe sonríe. Realmente esperaba un ceño fruncido o una mirada


confusa, pero tomo la sonrisa.

—Solo si me das una segunda cita.

Me río, finalmente capaz de liberar parte de mi tensión.

—Está bien, seguro.

Aleja sus manos de mis mejillas y quita mi mano del pomo de la puerta
antes de cerrar y bloquear la puerta. Como la chica confiada y segura
de sí misma que soy, lo tomo de la mano y lo llevo al baño primero.

—Hay un cepillo de dientes extra y cualquier otra cosa que puedas


necesitar en el botiquín. Me iré a poner mi pijama.

Mientras está allí, recojo la poca ropa tirada en el suelo y la arrojo al


armario antes de cambiar a un lindo par de pantalones cortos de
pijama azules y quitarme el sujetador. Mi camiseta sin mangas puede
quedarse. Ahora que Gabe no está aquí conmigo, estoy un poco
cansada, ahogando un bostezo cuando escucho la puerta del baño
abrirse. Segundos después, Gabe aparece en la puerta de mi
dormitorio, aún vestido.

—Solo un segundo —digo, levantando un dedo. Me dirijo a mi tocador,


abro un cajón, y empiezo a buscar por lo que sé que está allí. Cuando
los encuentro, los levanto—. Tengo pantalones de baloncesto para
hombre y una camiseta si quieres usarlos. Me quedan grandes, por lo
que probablemente te queden bien.

Me levanta una ceja.

—¿Guardas ropa de hombre a mano?


—Son míos. Los compré. —Sus cejas se levantan más. ¿Por qué me está
poniendo nerviosa? Esto es ridículo—. Mira, cuando enfermo, me pongo
esto porque es la ropa más cómoda. ¿Quieres usar la maldita cosa o
no?

Gabe se ríe.

—Claro.

Las estrello en su pecho mientras paso delante de él para ir hacia el


baño, y lo oigo reír de nuevo. Una vez que he lavado mi rostro, cepillado
el pelo y los dientes, y utilizado el servicio, vuelvo a la habitación. Lo
encuentro con el culo al aire porque se está doblando para poner su
ropa encima de sus zapatos cerca del tocador. Pero cuando se da la
vuelta, veo que no está usando la camiseta. Solo los pantalones cortos.

Oh, se ve tan caliente. Nunca habría pensado que sería fan del vello en
el pecho, pero se le ve perfecto. Por no hablar de su camino feliz y
luego esos profundos músculos en V. Mierda. Seré yo quien se estará
resistiendo a tener relaciones sexuales. ¡No él! No es justo.

—La camisa era demasiado pequeña —explica.

Gracias a Dios. No tiene necesidad de cubrir ese cuerpo o esas piernas


musculosas. Antes tengo que limpiarme la baba, me las arreglo para
asentir.

—No lo siento tanto por eso.

Gabe se ríe.

—Apaga la luz y metete en la cama.

Eso es todo lo que necesitaba escuchar.


Capítulo 5
Gabe
Traducido por Lorenita_166 y Valkiry2342

Corregido por Anjhely

No sé por dónde empezar con esta chica. Primero, su amiga me llama


diciendo que podría haberle pasado algo. Luego, voy a su
apartamento y ese estúpido la tenía inmovilizada contra la puerta,
esperando entrar.

Escuché lo que le dijo acerca de que era “fácil”, y lo que ella respondió.
Aun así, le mandé un mensaje, para ver si podía ir a su casa. Ryan,
obviamente, se dio cuenta de cómo me veía cuando me fui el otro día,
porque interpretó lo que dije sobre tener miedo a eso. No era lo que
quería decir. Y luego me rechazó con un montón de excusas tontas.
Cuando se levantó y abrió la puerta, tuve toda la intención de irme.

Eso era lo que ella quería después de todo. Yo, por otro lado, quería
besarla, así que lo hice. Se veía tan hermosa después del beso, tal como
dije, sus pestañas caían sobre sus mejillas, se veía tan perdida, como yo
me sentía. No puedo creer que nadie se lo haya dicho antes, ¿Qué le
dicen entonces? De todas formas, me invitó a pasar la noche, y no
pude decir que no.

Ahora, estamos tumbados juntos en su cama. Sus ojos están llenos de


lujuria desde que volvió del baño, y aún sigue ahí.

—Todavía no me dijiste que es lo que te asusta —le digo, sabiendo que


es un riesgo sacar el tema.

Se ríe, y con un guiño su deseo desaparece.


—Gracias, por definitivamente quitarme las ganas de dormir contigo. —
Hace una pausa—. Bueno, en este momento al menos.

Me rio, pero espero su respuesta.

—Si te lo digo, ¿me prometes no sacar el tema de nuevo?

—Claro. —Espero que me diga algo que no sea la gran cosa.

Gira sobre su espalda, y me dice tranquilamente.

—Durante toda mi vida, he tratado de compensarles, por no ser lo que


ellos querían. Me da miedo, que aunque lo intente, sea en vano.

—¿A quiénes? —pregunto.

—A mis padres, no mentía cuando te dije que soy una decepción para
ellos desde que nací. Sus expectativas son demasiado altas, y nunca
puedo alcanzar ninguna de ellas. Es todo lo que voy a decir. ¿Qué
vamos a hacer en nuestra segunda cita? —Cambia de tema y se gira
para mirarme.

Sonrío, pensando en lo que acaba de decir.

—Vamos a tomar una lección de tiro.

Se ríe.

—Estoy emocionada por eso. Un poco asustada, pero emocionada


también. —Se cubre la boca para reírse, se da la vuelta, me da un beso
rápido y añade—. Me estoy quedando dormida, buenas noches Gabe.

—Buenas noches.

Cierro mis ojos con ella, pero mi mente se mantiene pensando. Sus
padres son, obviamente, un asunto delicado, y quiero saber más al
respecto. Desafortunadamente, le prometí no volver a preguntar. Quizás
ella quiera compartir eso conmigo, algún día.

Mientras tanto, debo dejar de comportarme como el príncipe


encantador, eso no funciona. Con cada relación y yo siendo así, he
perdido a la chica. Hay mucho de lo que puedo prescindir de perder
después de haber perdido tantas veces.

Mi instinto me dice que si alguna vez las cosas se ponen serias con ella,
no solo perderé. Quedaría completamente derrotado y agotado de
amor para dar.
Debería haber una barrera alrededor de mi corazón, para poder,
definitivamente, dejar de ser ese tipo quien es demasiado bueno y está
ansioso por confiar.

Mi cuerpo empieza a relajarse mientras veo a Ryan durmiendo


plácidamente. Una noche larga, más un montón de trabajo me
mandan a dormir.

***

Una mano acaricia mi cabello, lentamente, jugando con mis rizos, y mi


almohada se mueve debajo de mí. Empiezo a despertarme, y me doy
cuenta que mi cabeza está tendida entre los senos de Ryan. En algún
momento, ella se convirtió en mi almohada. Levanto la cabeza para ver
una sonrisa y los picaros ojos verdes de Ryan. Su mano se desliza hacia
un lado, pero todavía girando un rizo alrededor de su dedo.

Se ríe, haciéndome sonreír.

—Duermes como una chica —dice—. No pude acurrucarme contigo,


porque decidiste usarme como almohada.

—Lo siento —le digo mientras me aparto.

—No te atrevas Gabe, tu cabello es demasiado suave, y no he


terminado de acariciarlo. Túmbate de nuevo, por favor. —Me da una
dulce sonrisa, así que lo hago.

Sus dedos empiezan a moverse de nuevo, es tan relajante.

—¿Qué hora es? —pregunto.

Antes de que pueda responderme, una chica entra en la habitación,


nos ve, y sale corriendo, obviamente sorprendida de encontrarme allí.

—¡Qué demonios, Viv! —pregunta enojada.

—¡Lo siento!

—Regreso enseguida —me dice Ryan. Me deja en la cama y en su


salida, dice—: Es el segundo domingo que me arruinas, ¿no sabes que
es Mi Día? ¿No podías solo mandarme un SMS?

¿Mi Día? Deja la puerta semiabierta, así que puedo oír parte de la
conversación.

—¡Lo siento! —repite—. No sabía que tenías compañía, ¿quién es?


—¿Por qué estás aquí? ¿Tengo que pedirte que me devuelvas mi llave?
—pregunta enojada.

—No respondías al teléfono, quería asegurarme que estabas bien


después de ayer. Aunque veo que estás mejor que bien.

Tiro de las mantas y me levanto, no tiene sentido que me esconda


dentro de la habitación. Ryan me ve primero y su boca se abre para lo
que sea que iba a decir. La otra chica, Viv, se gira mientras camino
hacia ellas.

Sus ojos recorren todo mi cuerpo. Ahora desearía haberme puesto una
camiseta. Cuando llego a ella, extiendo mi mano.

—Hey, soy Gabe. Tú eres la amiga que me llamó, ¿no?

—Sí, esa soy yo, un gusto conocerte por fin.

Ryan la toma de los hombros, y comienza a llevarla hacia la entrada.

—Viv ya se iba. —Ryan camina con ella todo el camino hacia la


puerta—. Deja de venir los domingos, Vivian. Lo digo en serio.

—Adiós —dice sobre sus hombros antes que Ryan cierre la puerta tras
ella.

—Lo siento. —Toma mi mano y me lleva de vuelta al dormitorio—. Haz


de cuenta que nunca vino.

Me rio.

—¿Qué tienen de especial los domingos? ¿Dijiste algo de “Mi Día”?

Ryan se arrastra en la cama y me tira encima de ella.

—Los domingos, gasto todo el día en mí misma. Suelo relajarme y a


veces tomo un baño de burbujas.

Sonriendo, digo:

—Debo ser especial entonces, ¿eh? Para estar aquí hoy.

—Realmente especial. —Ryan se inclina hacia adelante con una sonrisa


y me da un pequeño beso—. Es mediodía, por cierto.

¿Mediodía? Guau, no duermo hasta mediodía desde que era


adolescente.
—¿Quieres pasar mi día de pereza conmigo? Podemos quedarnos aquí
todo el día. —Esa sonrisa seductora está de vuelta, sus brazos se
enroscan en mi cuello.

—Mmm… —susurro contra su piel—. Tentador.

—Por favor dime que no hay un “pero” —dice.

Se me escapa una risa, hay unas cuantas cosas que quería hacer antes
de la cena con mis padres, pero parte del día había pasado ya.
Todavía podía hacerlo todo, sin embargo. Levantando la cabeza, miro
a Ryan con una sonrisa.

—Eres adorable y sexy, todo al mismo tiempo, es ridículo. ¿Lo sabes,


verdad?

Me rio otra vez.

—Es bueno saberlo, y no hay ningún “pero”. Solo me tengo que ir en


pocas horas para llegar a tiempo a la cena con mis padres —le digo.

Mi estómago ruge delatándome y sus ojos se abren.

—¿Qué tal si me hablas sobre tu familia, mientras busco algo para


desayunar?

Así que vamos a la cocina, me apoyo en la encimera cerca de ella,


pero lo suficientemente lejos para que pueda moverse con libertad sin
tenerme en el camino. Me pregunta si me gustan las tortillas y cuando le
digo que sí, empieza a preparar dos.

—¿Algo en particular que quieras saber? —pregunto, y sacude la


cabeza para decir que no—. Bueno, mi madre es una mujer estricta,
religiosa, y pasada de moda, a la que le gusta tener cenas familiares
cada domingo para asegurarse que todos seguimos en contacto. Mi
hermano mayor Keith, no vive cerca, así que difícilmente se une a estas
cenas; yo voy cuando no tengo que trabajar. Mi padre es severo, pero
tiene la mente más abierta que mi madre, creo que es la mejor manera
de decirlo. Él está más dispuesto a romper las reglas que ella, lo que es
irónico, considerando su trabajo.

Ryan asiente, me imagino que se está formando una imagen mental de


ellos, aunque no puedo verle la cara, porque está frente a la estufa.

—¿Cómo son Owen y Keith? Ósea, conocí a Owen, pero solo por unos
minutos.
—Keith encaja muy bien en el estereotipo de “agente del FBI”, cuando
está en casa y lejos del trabajo, está mucho más relajado y es más
como mi hermano. Y Owen, es un buen chico, tiene buenas notas,
juega bien al fútbol, es una persona llena de sueños.

—¿Quiere entrar a las fuerzas armadas también?

Sacudo mi cabeza, aun cuando ella no puede verlo.

—No, bueno, no es su primera opción de todos modos. Todo en lo que


puede pensar ahora es en entrar a la universidad para jugar al fútbol.

Mueve un pie para frotarlo contra la parte posterior de su pantorrilla,


distrayéndome totalmente de lo que iba diciendo. Sus piernas son
asombrosas, van a ser mi muerte, estoy seguro.

Ryan dice algo, pero no alcanzo a escucharlo.

—¿Qué? —pregunto, sin despegar los ojos de sus piernas hasta que se
da la vuelta.

Ella se ríe, dándose cuenta de lo que estaba pensando.

—Gabe, te pregunté si podías ir por las bebidas, ya casi termino.

—Oh, está bien. —Me separo de la encimera y voy hacia el


refrigerador—. ¿Agua o Sunkist? —pregunto, aunque ya se la respuesta.

—Sunkist, el agua es solo para las visitas que no aprecian mis gustos.

Me giro para verla levantando una ceja.

—Y, ¿tienes muchos invitados? —Solo quedan tres botellas de agua, y


cojo una.

Ryan entrecierra sus ojos hacia mí.

—¿Qué insinúas Gabe? Pero, respondiendo a tu pregunta, Viv odia el


Sunkist, y como viste, suele estar por aquí.

Se lleva los platos, los pone sobre la mesa de la cocina, y se va. Pongo
las bebidas sobre la mesa y me siento a esperarla. Regresa del
dormitorio con su teléfono y unos auriculares. Sobre su hombro, dice:

—Escucho música todos los días, pero especialmente los domingos, hoy
tengo ganas de mi lista de reproducción Los días pasados. ¿Está bien?
—Claro. —Me pregunto a qué le tipo de música se referirá ella con los
días pasados.

La primera canción es Superstition, de Stevie Wonder. Bien, no esperaba


eso, especialmente para alguien de su edad. La música suena en el
fondo. Ryan se sienta a mi lado, y empezamos a comer.

—¿Cómo son los otros hombres de tu familia? Dijiste que todos ustedes
se juntan una vez al mes para ir de caza, ¿cierto?

—Sí. Simplemente somos un puñado de hombres competitivos con


demasiada testosterona. Digo, es un grupo de hombres disparando
armas, insultando al resto y contando unos chistes sucios de vez en
cuando.

Ryan ríe suavemente.

—De hecho eso suena realmente divertido. Con las cosas que salen de
mi boca, a veces es más fácil pasar el tiempo con hombres que con
mujeres.

Build Me Up Buttercup empieza a sonar y me vuelvo a sorprender por la


música que hay en su móvil.

—Nos juntamos el fin de semana que viene. Aún podemos tener una
lección privada primero si quieres. Eso, si es que quieres venir.

Ryan me observa mientras comemos en silencio. Está callada por tanto


tiempo que Jailhouse Rock de Elvis comienza a reproducirse antes de
que responda.

—Vale, seguro. Pero, aunque me divierto cuando estoy contigo, no sé si


quiero participar con tu familia.

—Me parece justo. Igual creo que te gustará.

—¿Qué te hace decir eso?

—Es bastante difícil no disfrutarlo. Ya verás.

Tina Turner empieza a cantar una canción que nunca había escuchado
sobre la lluvia. Cuando terminamos de comer, ponemos los platos en el
lavaplatos y yo voy al baño, aprovechando también para cepillarme los
dientes. Salgo y escucho The temptations. Vagamente escucho
también a Ryan cantar My girl. Tiene una linda voz pero una vez que
escucha que me acerco, se detiene.
—No tenías que parar —susurro en su oído al pararme detrás de ella,
agarrando su cadera.

Suelta una risita.

—No creí que me habías escuchado.

—Lo hice. Eres buena.

—Ayuda que haya tomado clases de canto. Ya vuelvo.

Desaparece hacia el pasillo en dirección al baño y yo me siento en el


sofá, notando que tiró al cesto las olvidadas palomitas de la noche
anterior. Chuck Berry empieza a cantar Roll Over Beethoven. Tengo que
decir que me gustan sus elecciones y que estoy impresionado de que
tenga una lista de reproducción entera de canciones como ésta.
Mientras estoy sentando en el sofá, me doy cuenta de que estoy sin
camisa en su apartamento. Que dormí aquí anoche. No sé mucho
acerca de Ryan pero lo que aprendí hasta ahora ha hecho que siga
volviendo a ella. Raro ni si quiera empieza a describir mi
comportamiento, pero pensaré en ello más tarde.

Ryan vuelve pero en vez de sentarse a mi lado, se sienta a horcajadas


sobre mi regazo, sus manos descansando sobre mi pecho.
Instintivamente pongo mis manos en su cadera, tratando de no dejar
que mis manos se deslicen hacia sus piernas desnudas que ahora están
realmente rogándome que las toque.

—Estuve pensando en algo —me dice. Por esa familiar mirada en sus
ojos, sé que su mente está en el mismo lugar que la mía.

—¿Ah, sí? —Mi pulso ya se está acelerando. Vagamente me doy cuenta


que Let´s Get It On ha empezado a sonar.

Ryan también se da cuenta porque se ríe, claramente tentada por la


canción.

—Creo que mi lista de reproducción está conspirando contra nosotros.


—Suelto una risa mientras continúa con una voz más suave, ya no
concentrada en la música—. Estuve pensando en estos. —Ryan levanta
una mano y pone la punta de su dedo sobre la mitad de mi labio
inferior—. Y esto —dice moviendo sus manos por mi pecho, hasta mis
hombros. Luego empieza a recorrer mis brazos, apretando suavemente
mis bíceps—. Y estos, también. —Ryan deja que sus manos vayan hasta
las mías. Las aparta de su cadera, mis manos inmóviles en las suyas,
dándole completo control. Las levanta antes de entrelazarlas con las
suyas—. Por último, pero de ninguna manera menos importantes. —
Centímetro a centímetro Ryan se inclina hacia adelante hasta que está
lo suficientemente cerca para presionar sus labios sobre los míos—. Pero
sobretodo en estos.

Entonces me besa, tan lenta pero mucho más intensamente que


anoche. Hay demasiada tensión sexual entre nosotros. Ya estoy
excitado y Ryan lo sabe porque sus labios sonríen un poco al estar ella
enteramente sobre mi regazo. Estos shorts de baloncesto tampoco
están escondiendo mucho. Ryan sabe a menta pero cuanto más la
beso más siento su sabor.

Deja mis manos para agarrarse de mis hombros en su lugar. Las mías ni
se molestan en volver a su cadera. Se dirigen directamente a esos firmes
muslos que quiero envueltos alrededor de mi cintura. La sedosa
suavidad de su piel me desorienta más que nada. Tengo apenas la
claridad necesaria para evitar que exploren más allá porque en el
momento en que lo hagan, estaré perdido en ella nuevamente. Ryan se
separa de mis labios, besando mi mandíbula, antes de volver a mi
cuello. Ese hermoso hombro está en frente mío, así que empiezo desde
la derecha, besando y succionando hasta la curva de su cuello
mientras sus labios viajan para mordisquear mi oreja.

—¿Gabe? —suspira.

Yo zumbo contra su hombro en respuesta.

—Deja que tus manos se muevan. —Siento sus manos sobre las mías,
levantando los dedos un poco—. Tu agarre es demasiado fuerte.

Eso despeja algo de la confusión y me separo para verla dándome una


pequeña sonrisa.

—Lo siento.

—Está bien.

El momento se rompe mientras Aretha empieza a cantar sobre el


respeto. Ryan se sienta derecha, mirando nuestras manos y yo vuelvo a
recostarme sobre el sofá. Después de un momento me mira desde
debajo de esas pestañas, su rojizo cabello enmarcando su rostro
perfectamente.
—Lo siento. No es mi intención ponerte en situaciones donde sientes la
necesidad de restringirte. No estoy exactamente acostumbrada a que
la gente se contenga. ¿De verdad soy tan mala que te sientes culpable
por mi culpa? Porque, así es como te sentiste después de nuestra cita,
¿cierto? No entiendo por qué sigues volviendo si te hice sentir así. Yo…

—Ryan, para de hablar. —Entrelazo nuestras manos nuevamente—. Tú


no me hiciste sentir culpable. Yo me hice sentir culpable…

—Por lo que me hiciste —me interrumpe, su voz monótona. Lo siguiente


que sale de su boca está lleno de emoción, sin embargo—. ¿Qué es lo
que más te asusta, Gabe? Lo que yo soy. No soy la clase de chica que
los hombres le presentan a quienes les importan. Yo soy de la clase de
chica con la que solo necesitas una cita y, antes de que digas nada,
estoy perfectamente feliz con ser esa chica. Mi punto es que tú, tus
sueños, tus esperanzas y tu personalidad son el completo opuesto al tipo
de chica que soy yo. Por eso no entiendo por qué estás aquí.

Pienso cuidadosamente en lo que voy a decir antes de responder.

—Estoy aquí porque eres más que una clase de chica. Siempre hay más
en las personas que eso y tú no eres la excepción. Sé que hay más de ti
que sexo y más que una personalidad que te incluye en una categoría.

—Pero estás preocupado —interrumpe nuevamente. Suavemente,


agrega de forma curiosa—: ¿Puedes decirme qué acerca de mí te tiene
preocupado?

—¿Realmente quieres que te lo diga?

—Por supuesto. Es bueno conocer mis defectos.

Mis cejas se juntan, confundidas.

—¿Tus defectos?

—Solo dímelo, por favor.

—Estas cosas no son tus defectos, Ryan. Son las que te hacen quién eres
y no veo nada malo en eso. —Asiente, pero me doy cuenta de que no
me cree—. Pero si de verdad quieres saberlo, te lo diré. Todas estas
cosas me asustan, seguro, pero también me gustan estas cosas sobre ti,
¿entiendes? —Una vez que asiente, continúo—: Eres hermosa y tienes un
muy tentador y espléndido cuerpo. Casi demasiado, considerando tu
edad. Sabes usar ese cuerpo muy bien y ser parada por un policía
cuando estás semidesnuda no te molesta para nada. Luego está que
soy seis años más mayor que tú y eso no sonaría tan mal si hubieras
pasado los veinte. Sigues en la facultad mientras mi estilo de vida es
muy distinto a eso. Ya he terminado con esa parte de mi vida y tú estás
en la mitad de ella. Ryan, a veces no tengo ni idea de cómo manejar tu
personalidad. Pero me gusta. Eso es todo lo que importa.

Los ojos verdes de Ryan me estudian, mientras The gambler de entre


todas las canciones empieza a sonar de fondo. Por un momento me
preocupa haber dicho demasiado.

—Está bien —dice finalmente.

—¿Está bien?

—Sí. Ahora puedo entenderte mejor y en verdad eso era todo lo que
quería lograr.

—Bien. —Me inclino hacia adelante para besarla suavemente. Ella


sonríe y mis ojos le dan un vistazo al reloj que está en la pared detrás de
ella. Tendré que irme en dos horas—. ¿Dijiste que tomas baños de
burbujas?

—¿Sí? —pregunta, sin saber a dónde voy con eso.

—Voy a tener que irme dentro de poco, pero puedo prepararte el


baño.

—Ah, gracias.

Ryan se desliza desde mi regazo al sofá.

Me levanto y voy a preparar nuestro baño. Sí, dije nuestro. Nunca tomé
un baño de burbujas pero eso se siente como algo que debería hacer
con Ryan. Por suerte, su bañera es lo suficientemente profunda y ancha
para los dos. Al menos, eso parece. Una vez que hay suficiente agua y
espuma, cierro el grifo y me desvisto rápidamente. Justo cuando me
estaba poniendo cómodo, escucho You make me feel like a Natural
Woman que empieza a reproducirse.

—¿Gabe? ¿Está todo… —Ryan entra al baño, sus ojos abiertos de par
en par—…bien? —termina, inclinando su cabeza al mirarme.

—Nunca tomé un baño de burbujas. —Sostengo algunas en mi mano


como evidencia—. Se veían demasiado divertidas, así que decidí
unirme.
Ryan sonríe lentamente.

—No estoy segura de que haya sitio para los dos.

—Lo hay.

Ese es el único empujón que necesita. Ryan agarra el borde de su


sudadera en sus manos y la levanta lentamente sobre su cabeza,
tirándola descuidadamente sobre el suelo. Luego se saca la parte de
abajo, volviéndose completa y audazmente desnuda en frente mío.
Como es que ya tiene el cuerpo de una diosa, nunca lo sabré. Incluso el
tatuaje en su cadera parece destinado a estar ahí. Ryan entra a la
bañera en frente mío, metiéndose en la vaporosa agua. Sus manos
encuentran mis rodillas y luego viajan hasta mis muslos mientras se
acerca a mí.

Su cabello cae hacia adelante, sus puntas mojándose y


enjabonándose. Ryan muerde su labio inferior antes de cerrar la
distancia entre nosotros para besarme. No dura lo suficiente ni cerca, lo
cual probablemente sea algo bueno. Se separa de mí para darse la
vuelta, los tatuajes de su espalda parcialmente visibles. Se desliza entre
mis piernas, nuestras rodillas sobresaliendo entre las burbujas. Ya estoy
duro y Ryan lo sabe.

—El punto de esto es relajarse —murmura, inclinando su cabeza hacia


atrás para dejarla descansar sobre mi hombro derecho.

Dejo que mis labios rocen su oreja mientras digo:

—¿No estás relajada?

Mis dedos están ansiosos por tocarla y abandonar su lugar actual sobre
los lados de la bañera. Los muevo para tocar sus hombros, moviéndose
hacia abajo del agua, decididos a detenerse una vez que hayan
llegado a su cadera.

—Todavía no, dame tiempo. Justo estaba diciéndole, Oficial O’Connor,


que parece un poco rígido —ríe.

Sonriendo, ignoro su comentario. Mis dedos empiezan a tamborilear


sobre su cadera y empiezo a moverlas hacia arriba por su estómago.
Mis dedos apenas rozan las partes inferiores de sus senos. Los ojos de
Ryan se abren.

—Se supone que deberíamos estar relajándonos —balbucea,


mirándome.
Sonrío.

—¿No es eso lo que estamos haciendo?

—No. Aunque eres muy tentador, Gabe, decidí que no quiero tener
sexo contigo.

Mis manos vuelven a apoyarse sobre su estómago.

—¿Ah, sí?

—Al menos no hoy. Me inspiraste.

—¿Lo hice?

¿De qué está hablando?

Ryan sonríe.

—Sí, voy a comportarme mejor. Ya veremos cuanto me dura. —Ryan


fruñe el entrecejo mientras un pensamiento asalta su mente.

―¿Qué pasa? ―pregunto.

―Nada, es hora de relajarse.

Cierra los ojos apoyando la cabeza en mi hombro otra vez. Tiene el


ceño ligeramente fruncido, me pregunto en qué estará pensando, trato
de relajarme, aunque no lo consigo.

Después de veinte minutos finalmente digo:

―¿Ryan?

―¿Sí? ―responde abriendo los ojos.

―Dime en que estás pensando.

Ella suspira y se gira para verme.

―Estaba pensado, en que en el momento en que dejé de intentar


comportarme, en que dejé de intentar ser alguien que no soy, contará
como si me estuviese rindiendo, y tendré que añadir eso a mi larga lista
de intentos fallidos ―dice mientras se sienta más adelante y se gira
completamente―. ¿Sabes que estuve pensando en cambiar mi
nombre? Muchas veces.
―¿Por qué? ―le digo. En realidad me gusta su nombre, pensaba que era
un poco rudo al principio, pero luego me di cuenta de que en realidad
le queda bien.

―Mis padres querían un niño, pero me tuvieron a mí. He oído eso miles
de veces, todos los días de mi vida. Ese nombre, mi nombre, estará
atado a mí para siempre, algo que ellos nunca quisieron. Por eso me
molestó tanto que dijeras que era un nombre de varón. Desde que
empecé la universidad dejé de pensar en cambiarlo.

―¿Por qué te tratan así tus padres?, ¿Por qué no tuvieron otro bebé si
querían tener un niño con tantas ganas?

―Aunque no lo creas, soy su “niña milagro”. Soy el resultado del único


de los embarazos de mi madre que no terminó en perdida, es por eso
que no tuvieron otro niño y dejaron de intentarlo. Todo lo que siempre
quisieron de un niño descansa sobre mis hombros ahora. Ellos tienen
esperanzas vacías en mí, ya que no creen que pueda hacer nada de
eso. ―Coge unas burbujas entre las manos y me las tira en el rostro―.
Acabas de arruinar mi baño de burbujas ―dice.

Me tomó un momento para pensar en lo que acaba de decirme, no


solo cree que no es una chica de las que los chicos llevarían a casa
para conocer a sus padres, sino que son sus padres los que la hicieron
creer esto.

Es terrible, es por eso que sigue usando palabras como “decepción” y


“fracaso”. Aunque tengo la impresión de que hay algo que me estoy
perdiendo, algo más que no me está diciendo, algo más que quiero
saber, lo que no significa que me iba a convertir en su salvador.

―Lo siento ―me inclino hacia ella―, trataré de arreglarlo ―digo. Todo lo
que quiero hacer es hacer que se sienta mejor antes de irme. Parece
que no cree que pueda arreglarlo, así que la tomo por la barbilla y la
atraigo hacia mí―. Cierra los ojos ―ordeno suavemente.

Ella obedece, las comisuras de sus labios tiemblan mientras trata de no


sonreír. Por un momento, me detengo a mirarla.

Es tan hermosa.

Sin demorar más, presiono suavemente mis labios sobre los de ella y los
suyos se abren, pidiendo más. Deja escapar un suspiro entre mis labios,
mientras recorre mi rostro con sus dedos. Ese suspiro, provoca tantas
cosas en mí.
La beso con pasión, sin prisas, como si el reloj se hubiera detenido y
tuviéramos todo el tiempo del mundo.

Pero el agua se enfría pronto, lo que me trae de vuelta a mis sentidos,


me separo de Ryan. Las burbujas han desaparecido casi por completo,
dejando nuestros cuerpos desnudos casi al descubierto.

Aún no ha abierto los ojos, y sus labios están ligeramente fruncidos. La


expresión de su rostro, en este momento, es algo que no olvidare jamás.
La visión de su piel, la tensión de sus pezones.

Esos ojos verde oscuro, por fin se fijan en mí, y comienza a aparecer una
sonrisa en su rostro.

―Gracias ―susurra.

―Siempre.

Fija su mirada en mí, pasándola por todo mi, duro y dolorido, cuerpo.
Probablemente es hora de irme, pero no quiero dejar las cosas así. No sé
qué es lo que Ryan quiere, pero no creo que deba dormir con ella en
este momento. Esto necesita hacerse bien, y yo necesito aguantar la
lujuria antes que haga algo de lo que me arrepienta.

―Yo, ejem… ―Me detengo para aclarar la garganta―. Tengo que irme.

Mis ojos inmediatamente captan el movimiento de las manos de Ryan


debajo del agua, que venía hacia mí a un ritmo tortuosamente lento.

―¿Ahora? ―me pregunta.

Terminé con demasiada fuerza para que ella se burlara de mí hoy. Sus
manos se posan sobre mis muslos, y trago con fuerza, esperando que
ella hiciera algo. Mi enfoque no vacila de sus manos arrastrándose,
incluso cuando habla. Estoy congelado por esos dedos delgados. Ella
me ha paralizado.

—Me siento mal dejándote así.

Las puntas de sus dedos pasan suavemente a lo largo de mi eje. Dios


mío. Va a matarme. De repente, sus manos están demasiado lejos de
mí, y el agua chapotea cuando se pone de pie. Indefenso ante Ryan,
me tomo mi tiempo observando a lo largo de sus piernas, sus caderas,
su vientre, sus pechos. Observo cada gota de agua en mi camino hasta
llegar a su sonrisa sexy. Ella tiende su mano con la palma hacia arriba.
—Vamos, se acaba el tiempo.

Tomo su mano y me pongo de pie, deseando más que nada poder


tener sexo con ella, no puedo hacerlo. Ella misma dijo que quería
comportarse, y yo debería honrar eso el mayor tiempo posible.

Salimos de la bañera, cojo una toalla del estante y se la paso por los
hombros, su boca titubea, sus cejas se unen con confusión.

—¿Qué haces? —pregunta finalmente con una mano sobre mi cadera.

Respiro profundo y le digo:

—¿Quieres empezar a portarte bien recuerdas? —Su ceño se frunce


más, y juro que se ve un poco decepcionada—. La próxima vez que
tenga sexo contigo, no será solo porque esté caliente. Sera más que
eso, Ryan.

No sé cómo esperaba que reaccionara, pero gira los ojos y niega con la
cabeza como si yo estuviera siendo imposible y tonto no fuera todo. No
dice que no piensa que fuera posible o que lo considera algo ridículo.
De hecho, no va discutir conmigo sobre eso porque solo dice:

—Bien.

Ryan no se mueve cuando paso a su lado, y me gustaría saber en qué


está pensando, pero debo irme. Le doy un beso en la sien antes de ir a
vestirme a su dormitorio.

El reloj de la mesita de noche, me dice que tendré tiempo suficiente


para ir a casa, tomar una ducha e ir directo a casa de mis padres.
Cojo mi, casi muerto, teléfono de entre la ropa, tengo una llamada
perdida de mi madre, la llamaré una vez que me marche. Mientras
salgo del dormitorio, la música cambia a rock, y el volumen está más
alto que antes. ¿Es Ryan de esas personas que escuchan música de
acuerdo a su humor? ¿Música que da pistas sobre eso? En este
momento suena Bad Girlfirend de Theory of a Deadman.

Ella enrolla la toalla alrededor de su pecho y se inclina sobre la mesa


donde está el sistema de sonido, levanta la cabeza cuando me ve,
dejando su rostro sin expresión, incluso con una pequeña sonrisa.

—Diviértete con tu familia —me dice.

—Gracias, nos vemos luego —le doy un beso en los labios antes de irme.
***

—Hola mamá —le digo, y le doy un beso en la mejilla.

—Hola Gabriel, ya era hora de que vinieras a la cena del domingo —


bromea.

—Lo sé, lo sé. —Tomo asiento porque llegué tarde, y todos ya estaban
sentados en la mesa—. Hola papá, Owen.

—Hola —responden.

Sin decir nada, volvemos a la rutina habitual, sujeto la mano de Owen,


porque es el que está más cerca, y papá toma la de mamá. Inclinamos
nuestras cabezas y mi padre empieza la oración.

—Amén —decimos todos cuando termina, y empezamos a llenar de


comida nuestros platos.

—¿Qué tal el trabajo? —pregunta papá.

—Bien, parece que voy a tener un compañero. —Papá se ríe pero


mamá habla primero.

—No hablamos de trabajo en la mesa, ustedes lo saben —nos reprende.

Mi padre sonríe.

—¿Es que haces algo más que trabajar, Gabriel?

—Está saliendo con alguien —me delata Owen.

Le doy una patada por debajo de la mesa, pero es demasiado tarde.


No es que no quiera que mi familia conozca con quién estoy saliendo,
pero mi madre, siempre es la última en conocerla.

No es por error tampoco, mi madre es difícil de complacer, pero no se


equivoca cuando conoce a alguien. Después de mi última relación y el
aparente error en mi camino.

—Ah, ¿sí? —Las cejas de mi madre se disparan.

—Ella es sexy —añade Owen.

—¿Tú la conoces? —Hasta mamá sabe que guardo su opinión para el


final, y no le agrada la idea.

—Sí, la conoce —digo antes que Owen pueda decir algo más.
—¿Cuántos años tiene Ryan? —dice igualmente.

—¿Ryan? —pregunta confundida mi madre.

Suspiro, mi padre en realidad está disfrutando de la confusión.

—Ese es su nombre, mamá.

—¿Por qué alguien en el mundo le pondría a su hija un nombre de


varón? Es raro —dice frunciendo el ceño.

Veo que está prejuzgando a Ryan en este momento, a pesar de que no


sabe nada de ella. En nuestra familia, nuestras opiniones importan.
Tratamos de ser objetivos y cuidar de los otros. A mamá le gusta llevar
eso a otro nivel. Ella no quiere que ninguno de nosotros resulte herido y a
veces sobrepasa los límites. Tiene buenas intenciones, sin embargo.

Para evitar decir algo en el momento, bebo un sorbo de mi té.

—No es raro, y solo hemos tenido una cita.

Mamá asiente.

—¿Cómo conociste a esta Ryan?

—Mejor suéltalo todo, Gabriel. Seguirá preguntando hasta que sepa


todo —insinúa papá, diciendo la verdad.

—La detuve, le puse una multa, y luego salí corriendo tras ella. Así es
como la conocí. Ella es otra cosa, eso es seguro.

—¿Le pusiste una multa? —se burla papá.

Asiento, recordando el momento.

—Iba a dejarlo en una advertencia y me contestó agresivamente. Ryan


tienen una personalidad muy fiera. Hasta ahora, todo bien.

Owen me empuja con el codo.

—¿Cuántos años tiene? Se veía un poco joven para ti.

—Solo es un poco más joven que yo. —Si su edad me preocupa un


poco, no sé lo que dirían mis padres—. ¿Y qué tal tú? ¿Dónde está tu
chica?

Owen se encoge de hombros, el centro de atención fuera de mí, como


dice mi madre.
—Owen está concentrado en la escuela y el fútbol, ¿verdad? —
responde mamá en su lugar.

—Sí, señora —responde.

Mamá no nos deja seguir hablando de trabajo, pero sí nos deja hablar
de fútbol, y ahí es donde el resto de nuestra conversación va. Se siente
bien estar en la cena del domingo, pero en el fondo de mi mente, mis
pensamientos por Ryan persisten.
Capítulo 6
Ryan
Traducido por AnaSmith_ Elizzen y Jhosel

Corregido SOS por Azhar23

Después de que Gabe se fuera me ducho y empiezo a limpiar el


apartamento, mientras escucho a mis bandas de rock favoritas. No sé
que pensar de Gabe y de las últimas cuarenta y ocho horas. Creo que
es mejor si no lo pienso mucho. Re-pensar todo es parte de mi problema
como habladora dispersa y tampoco quiero eso. Sé que estoy sola pero
eso no significa que mi mente y mi voz interna no puedan ponerse
habladoras. Además, si me pongo a pensar mucho puede que cambie
de parecer sobre todo el asunto de ver a Gabe otra vez. Ha sido
interesante por decir poco. Pero de todas formas, adiós a estos
pensamientos hasta nuevo aviso. Planeo enfocarme en divertirme y en
nada más.

Incluso cuando Better Than Me de Hynder empieza a sonar, la ignoro.


Hay mucho que hacer en el apartamento como pasar la aspiradora,
lavar la ropa y hacer la tarea. Tengo dos trabajos que se entregan esta
semana y no he empezado ninguno. El día de hoy está lleno de labores.
En cuanto termino el primer trabajo, decido enviarle un mensaje a Viv
para ver si quiere pasarse para trabajar en el suyo ya que ambas
tenemos que escribir uno. Aunque verdaderamente abusa de la llave
que le di del apartamento. Solo se la di para emergencias o por si
necesitaba que le prestara ropa y no estaba en casa. En ningún lado
dice que puede irrumpir en mi piso sin avisar.

Como treinta minutos después Viv llega y lo primero que menciona es


Gabe.
—Suelta todos los detalles jugosos, Ryan —me dice sentada junto a mí
en la mesa de la cocina con su portátil y su libro.

—No hay nada jugoso que decir. Solamente vino, pasó la noche, tomó
un baño de burbujas conmigo y se fue. Y no hubo sexo tampoco.

Viv levantó una ceja.

—¿Nada?

—No. Preferiría no hablar de Gabe ¿Vamos a hacer estos trabajos o


qué?

Me mira entrecerrando los ojos y me dice:

—Nunca antes habías querido no hablar de un chico.

—Hay una primera vez para todo. —Mi teléfono vibra ruidosamente en
la mesa así que lo atiendo.

—¿Es él? —dice Viv con demasiada emoción.

—Pues sí. —No puedo evitar reírme cuando leo el mensaje. Al parecer,
Owen cree que soy sexy. Una pizca de recelo pasa por mi cuerpo. ¿Eso
significaba que ha hablado con sus padres también? ¿O solo con
Owen? Si era solo Owen, lo podía controlar. Le escribo de vuelta:

“No puedo decir que no opino lo mismo que él, jaja.”

—¿Y bien? —me pregunta Viv cuando devuelvo el teléfono a su lugar.

—Solo dijo algo sobre su hermano. Hay que volver a lo nuestro, Viv.

Y eso es lo que hacemos. Mi teléfono suena otra vez, pero lo ignoro. No


quiero distraerme mucho. Trabajamos en silencio por más o menos una
hora antes de terminar. Pido una pizza por Internet y Viv se recuesta en
su silla.

—¿Supongo que verás a Gabe de nuevo?

—Eso parece. Sé que esto es a fin de mes, pero, ¿cuándo es que vamos
de compras para Halloween? Ya sabes que van a haber fiestas y como
de alguna manera celebraremos mi cumpleaños da lo mismo que lo
hagamos disfrazándonos y yéndonos de fiesta.

No sé por qué sigue desviando la conversación hacia él o porque sigo


cambiando de tema cada vez que lo hace. Pero Halloween/mi
cumpleaños es una pregunta válida porque ya se acerca. En realidad,
no celebro mi cumpleaños pero sería raro si se lo digo a Viv así que me
lo guardo.

—Es el momento en que sepamos de qué nos vamos a disfrazar. ¿Tú ya


sabes? —Sacudo mi cabeza—. Yo tampoco. ¿Qué pasó con eso de no
tener segundas citas?

Yo gruño.

—No era mi intención, y tampoco es como si ya fuera a ser mi novio. Es


más, mientras más lo pienso más me doy cuenta de que solo soy como
una fase para él. —No estoy segura de creerme las cosas que me dijo
Gabe. Tocan a la puerta, así que la dejo para ir a atenderla. Le pago al
repartidor, me entrega la pizza y se va. Nos la comemos directamente
de la caja y, después de la primera mordida, Viv me pregunta:

—¿De qué estás hablando, Ryan?

—Gabe es un buen chico, y yo no soy del tipo de chica que llevaría a su


casa a presentársela a su madre. Soy menor que él, sigo en la
universidad y no soy buena en ningún sentido de la palabra. Así que,
¿no tiene más sentido que solo se esté divirtiendo conmigo por un
ratito? Tenemos que dejar de hablar de eso. Ya como están las cosas
me lo estoy re-pensando, y prefiero que el inminente fracaso siga su
curso natural sin mi ayuda. Además, mamá me dijo que necesito
decidirme por una especialización en dos semanas. ¿Me ayudarás a
pensar en algo?

Viv no sabe mucho sobre mis padres porque nunca comparto más de lo
necesario sobre ellos y entendió que es mejor no preguntar. Después de
tomar un poco de agua asiente con la cabeza.

—Bueno, haré mi especialización en lingüística, pero en la universidad


tienes muchas otras para escoger.

—¿Cómo cuál? —Vale, no, nunca investigué los programas académicos


cuando solicité entrar. Solo quería alejarme de mis padres. No me
importaban los grados que ofrecían, por lo que no sé todos sus
programas.

Viv abre su ordenador otra vez y maximiza la página de la universidad,


leyendo algunos de los programas, uno de cada letra.

—Ciencias Físicas Aplicadas, Ingeniería Biomédica, Estudios de


Comunicación, Dermatología, Economía, Medicina Familiar, Genética,
bla, bla, bla. Ooh, ¿Ciencias Marítimas o Física o Astronomía? ¿Qué
piensas de español? Tú lo hablas, ¿verdad?

Asiento, pero todo me parece aburrido y así se lo digo.

—La vida no tiene que ser divertida veinticuatro horas al día, siete días a
la semana, Ryan. También necesitas momentos aburridos.

—Sí, pues, no quiero aburrirme por el resto de mi vida. Soy buena para
las matemáticas pero, ¿quién quiere ganarse la vida resolviendo
ecuaciones? Genética suena interesante, pero no, gracias. Si tuviera
que… —lo digo como si fuera una idea desagradable—… escoger
alguna de las que mencionaste sería Estudios de Comunicación o
español, porque seguramente no es muy difícil y porque ya sé bastante
de eso.

Viv asiente, feliz de que escogiera algo. Hace varios clics y después
cuenta.

—Hay una, dos, tres, cuatro, cinco áreas de estudio para


Comunicación.

Yo gruño cuando me dice cuales son.

—Está bien, español. Me decido por español. Todas esas sonaron


horribles.

—¿Por qué te conformas con eso si no es lo que quieres?

—Porque de todas formas no me importa. No hay nada que quisiera


hacer. Todo me parece como va y ya.

—¿Y qué piensas de Ciencias Marítimas o incluso de Dermatología?

Me hundo en mi asiento y suspiro.

—Deja de decirme opciones, Viv. Después cambiaré de opinión y


terminaremos en el principio otra vez. Mientras pueda conseguirme un
trabajo y ganar dinero estoy feliz. Nadie de la clase obrera está en su
trabajo soñado. Y como yo no tengo un sueño, cualquier cosa me sirve.
—Quizás debería dejar que mis padres escojan mi especialización. No
puedo decepcionarlos si la escogen ellos. Pero quizás me envíen a la
escuela de medicina y eso no es lo mío. Todos en el campo de la
medicina son geniales para lo que hacen, pero simplemente no puedo
hacerlo. Viv sacude su cabeza hacia mí, aparentemente teniendo sus
propios pensamientos.
—¿Qué?

—No puedo creer que nada te atraiga. Nada de nada.

—Pues créelo. Las únicas cosas que atraen a Ryan Kavanaugh son el
sexo y los hombres. Aunque no creo que le agrade a mis padres una
carrera como prostituta o mantenida.

Ella se ríe.

—Estás loca. Deberías trabajar para bebidas Sunkist de tanto que las
bebes. —Cabecea hacia la botella en mis manos mientras yo tomo un
sorbo.

—Me pregunto si me darían bebidas gratis de por vida. Eso es algo que
sí vale la pena investigar, Viv. Buena idea.

Ella se ríe entre dientes y sacude su cabeza.

—Bueno, mejor me voy. Aún tengo trabajo por hacer. Te veo en la


mañana.

—Chao.

Español no sería mi primera opción, pero seamos honestos. Nada sería


mi primera opción. Aun así, me siento realizada. Ya estaba decidida
sobre mi especialización. Tomo mi teléfono para ver qué me respondió
Gabe.

Gabe: “Yo tampoco. ¿Cómo va tu día perezoso sin mí?”

Yo: “Bien. La tarea ya está lista y la casa está limpia. Solo falta lavar la
ropa.”

Mientras espero su respuesta, pongo el resto de la pizza en el


refrigerador y empiezo con la ropa. El pánico me aprieta el estómago y
siento como se levanta la bilis dentro de mí. Escogí. Una. Especialización.
En. Español. De eso se tratará el resto de mi vida. ¿Eso es lo que quiero?
¿Y si decido que lo odio? ¿O debería escoger otro idioma? Podría ser
más divertido y un desafío aprender un nuevo idioma. Está el francés, el
chino, el japonés o quizás el portugués. Quizás debería hacer uno de
esos en lugar de español.

Ugh.

¡No tengo ni puta idea!


De nuevo sin nada. Aún no entiendo cómo es que se supone que a los
diecinueve, casi veinte años tengo que escoger qué hacer durante el
resto de mi vida. Claro, siempre puedo volver a la universidad y
graduarme en otra cosa pero eso solo le quitaría la importancia a mi
primera carrera y la volvería en un desperdicio de dinero. ¡No puedo
tomar una decisión así! Mis padres pueden decidir por mí. Son mayores,
y supuestamente más sabios, así que pueden decidir por mí como
pasaré el resto de mi vida.

Sí, eso es lo que haré.

Antes de que Gabe me responda, le escribo.

Yo: “Te envidio.”

Su respuesta llega segundos después.

Gabe: “Eso no me suena a un día perezoso. Y ¿por qué?”

Yo: “Esas cosas son un poco relajantes… Intentar decidirte por una
especialización. Quizás debería ser un ama de casa ya que limpiar me
relaja. Ja.”

Gabe: “Jajaja. Sueña en grande, Ryan. Si pudieras hacer CUALQUIER


cosa, ¿qué harías?”

Hacerlo con él otra vez estaría bien. ¡No puedo creer que se fuera con
las ganas! Yo también tenía ganas pero para eso tengo un vibrador.
Aunque puede que no se refiriera a eso. Pasan cinco minutos y sigo
pensándolo.

Gabe: “Estás tardando demasiado. Debe haber algo que quieras


hacer. Algo en general. Ni si quiera tiene que ser un trabajo.”

Yo: “No. No se me ocurre nada.”

Gabe: “Entonces no te lo pienses tanto.”

Yo: “Es más fácil decirlo que hacerlo.”

Gabe empieza a enviarme varias actividades. Paracaidismo, surf,


escalada, andar en motocicleta, aprender un nuevo deporte, y así. Y
respondo cada una con un sí, claro, suena divertido. Entonces me envía
un mensaje expresando su exasperación por mi respuesta. Pero es que
todo suena divertido. Tengo las mismas ganas de probar tanto una
como la otra. Por el resto de la tarde, intento pensar en una solución a
mi problema.

***

—Oh, no —susurra Viv, sus ojos fijándose en alguien detrás de mí.

Me giro y veo a su ex novio acercándose directo a nosotras.


Enderezando los hombros, actúo como su escudo.

—Nena, ¿por qué no has atendido mis llamadas? Te extraño —empieza


él, ignorándome por completo.

—Oh, ¿ahora si la extrañas? Quizás debiste apreciarla cuando era tuya,


maldito infiel.

—No te metas en esto, Ryan.

Sacudo la cabeza.

—Eh, no lo creo. ¿Por qué no te vas a buscar a la tipa esa que te follaste
en tu sofá? Ahora Viv está más allá de tus límites.

—Esto no tiene nada que ver contigo. —Me mira mal y gruñe,
molestándose.

—En realidad, sí. Viv es mi… —Apunto a mi pecho—… mejor amiga. No


tiene ningún lazo contigo. Si esa chica ya no va a pasearse por tu casa
desnuda ni acostarse contigo, pues mejor te vas uniendo a tu mano. Ten
cuidado o tendrás síndrome del túnel carpiano. Quizás quieras darles
turnos. —Me giro, agarro el hombro de Viv y también la giro para
empezar a caminar y alejarnos de él.

—Eso fue asombroso. Se quedó con la boca abierta, como si no pudiera


creer lo que le estabas diciendo. Si no te conociera tan bien, no me lo
hubiera creído. Gracias, Ryan.

—No te preocupes. Para eso están las amigas.

Nos acomodamos en nuestros asientos y nuestro profesor empieza a dar


la clase unos momentos después. Así es como pasan el lunes, el martes y
el miércoles. Encontrarme con Viv en la mañana, ir a clase, hacer las
actividades y preocuparme hasta morir por escoger una
especialización. La idea de aprender un nuevo idioma es atractiva. La
mera idea de eso es sorprendente. Algo me atrae y no es ni sexo, ni los
chicos, ni irme de fiesta. Es algo que seguirá en mi vida después de la
universidad. Me emociona.

Aprender español no era para nada emocionante porque mis padres


me obligaron a hacerlo. Era fácil y le agarré el ritmo rápidamente, pero
no era parte de mis intereses. Pero, ¿y si pudiera aprender francés? Es un
idioma tan bello, y podría ser intérprete o algo así. Las posibilidades
podrían ser infinitas. La idea de que finalmente escoja algo para mi
futuro, de que al fin tome una decisión que sí importa, burbujea dentro
de mí, creciendo e infectando felizmente cada parte de mí.

Apenas saliendo de una de mis clases, pensando en qué comeré de


almuerzo, un mensaje me llega.

Gabe: “¿Nos vemos para almorzar?”

Yo: “¡Por supuesto!”

Nos hemos mensajeado de tanto en tanto pero no lo he visto desde el


fin de semana. No me ha dicho a dónde iremos para nuestra lección y
no le he preguntado. Gabe me envía el nombre del lugar y voy a mi
coche para dirigirme hacia allá. Nunca he ido pero está en el centro y
le he pasado por delante antes cuando Viv y yo íbamos a un club.
Cuando llego, Gabe está ya sentado en una butaca. Se desliza fuera
de ella cuando me ve, y me da un beso en la mejilla cuando llego
hasta él.

—Hola, Ryan.

—Hola. ¿Cómo ha estado su día, oficial? —Le sonrío. Ahora que no


estoy metida en aprietos, su uniforme se le ve delicioso. Lo puedo
apreciar mucho más.

Gabe ríe, se escucha como un suave rumor viniendo desde lo profundo


de su pecho, de su grande y ancho torso.

—Ha estado liviano. Considerando que puedo tomarme un tiempo para


almorzar contigo. He estado aprendiendo a cooperar con un nuevo
compañero. Es un poco difícil cuando ya has estado solo por un tiempo.
¿Cómo ha estado tu día?

—Bien. Acabo de dejar mi última clase de hoy. —Me detengo a punto


de preguntarle acerca de su compañero, mientras la camarera viene
con nuestras bebidas. Parece que Gabe ya ordenó para nosotros. Mi
sonrisa es demasiado grande cuando el vaso de mi bebida favorita de
naranja es colocada en frente de mí—. Te sabes ganar muy bien el
camino a mi corazón. —Me río antes de tomar un sorbo.

Gabe sonríe.

—Pensé que lo apreciarías.

—Lo hago.

—Bueno. Estoy feliz de haber sido capaz de verte hoy. —Por alguna
razón, eso me hace sospechar. Entrecierro los ojos hacia él, y se ríe,
levantando sus manos—. Quiero decir, tenía ganas de volver a verte.

—Pero… —inserto para él.

—Pero en cierto modo tengo malas noticias sobre este fin de semana.

Mis hombros caen, mi estómago diciendo que él ha cambiado de


opinión sobre que conozca a los hombres de su familia. No puedo decir
que lo culpe. Es pronto, y ni siquiera sé si estamos saliendo o qué somos
exactamente. Hay algo entre nosotros. Quizás.

—Deja de pensar.

—¿Qué? —pregunto, confundida.

—Piensas demasiado, Ryan. No es nada malo, te lo prometo. Es solo que


no voy a ser capaz de cuadrar nuestra clase como esperaba al
principio.

—¿Qué quieres decir?

Sus manos desaparecen debajo de la mesa y por los movimientos de los


brazos, sé que está pasando sus manos por sus muslos.

—Todavía podemos hacerlo, pero el nuevo plan es que nos vamos


temprano, te enseño, y entonces sabrás lo básico, incluso apuntar por
un buen rato para el momento en que todos los demás se presenten. Si
te hace sentir incómoda o te asusta demasiado o lo que sea y quieres ir
a casa, todavía te llevaré de vuelta. También podrías pasar el rato con
nosotros. No les importará.

Para evitar hablar demasiado pronto, me deslizo sobre el menú,


mirando, pero no prestando atención. Fui sincera cuando dije que
estaba un poco emocionada por ello, pero era un sentimiento lleno de
nervios. Seria intentar algo nuevo, y tengo plena confianza en Gabe.
—¿Dejarás de mirar a ese menú? Solo porque estés evitando mi mirada,
no quiere decir que ya no esté aquí. Dime lo que quieres hacer, Ryan —
dice cuidadosamente—. Esta es tu decisión, y vamos a hacerlo de la
manera que quieras.

—Eso suena sucio —le digo. Él se ríe, pero espera a que continúe. Odio
cuando hace eso. Es difícil evitar responder cuando está tan
obviamente esperando a que hable—. Si estás seguro acerca de esto y
estás seguro que no les importará, entonces sí. Eso está bien.

—Estoy absolutamente seguro.

Asustadizos pulsos de ansiedad se mueven a través de mí por ambas


cosas, conocer a la gente de su familia y por lo que vamos a hacer. A
estos tipos de emociones, a los que no estoy acostumbrada, las empujo
a un lado y me centro en elegir algo para comer cuando vuelve la
camarera. Ambos pedimos sándwiches, el suyo es de hamburguesa, el
mío de pollo. Me muevo en mi asiento, tratando de ganar algo de
sentido de la comodidad de alguna manera, y mi rodilla roza una de
Gabe. Sus ojos me miran rápidamente para mí, y sonrío.

—¿A qué hora estamos pensando para el sábado? —pregunto.

—Nos reunimos alrededor de las dos, por lo que ¿podríamos estar allí
antes de la una? Eso nos da al menos una hora para ver cómo lo haces.

Asiento con la cabeza.

—¿Qué me pongo? —No sé mucho acerca de esto, así que no sé si se


necesita algo especial. Mi pregunta suena raro, incluso en mis labios,
pero Gabe no lo reconoce.

—Unas zapatillas de deporte, vaqueros, camisa, sujetador, ropa interior,


calcetines. —Él sonríe por sus obvias respuestas adicionales, y el masivo
impulso para besarlo me recorre como un tren de carga. Se ve
exageradamente adorable en este momento, incluso con la placa y el
uniforme. Me pregunto si voy a conseguir un beso antes de que me
vaya.

Rodando mis ojos, me río suavemente.

—¿Quién le puso de tan buen humor, Oficial O'Connor?

—Tú lo hiciste —dice simplemente. Arrojado tan casualmente al aire


entre nosotros que mi vaso se detiene justo cuando mi codo se dobla
para llevarlo a mis labios.
Mi cara se contorsiona por la confusión. ¿Yo? ¿Yo como Ryan? No me
malinterpretes, sé que es una persona, una persona real por debajo de
todos los chicos, el sexo y comentarios sucios que me gustan, pero
nunca pensé que alguna vez, que de verdad le gustaría a alguien. A mí
no me gusto la mitad del tiempo. ¿Por qué lo haría cualquier otra
persona? Esa chica se siente demasiado, se preocupa aún más por mis
padres, y me parece débil. Rota por las dos personas que se supone
que tendría que amarla incondicionalmente. Esta chica que soy ahora,
no ha hecho avances sexuales hacia Gabe, por lo que no está
hablando de mí como la yo de este momento. Él está hablando de ella.
La otra yo.

Sus labios se abren, pero la camarera trae nuestro almuerzo,


interrumpiéndolo. Cuando se aleja, ninguno de nosotros toca nuestra
comida. Gabe inclina la cabeza, esperando brevemente para ver si voy
a decir algo. Me aclaro la garganta primero.

—¿Lo hice?

Gabe asiente.

—Tú.

Mmm. ¿No es eso interesante? Me mira con cuidado, pero no tengo


nada que decir. Mi mente va a toda velocidad tratando de procesar
esto. Y, honestamente, eso significa que mi mente está escupiendo
frases después de frases en un largo y disperso mambo jumbo. Gabe se
desliza de su asiento, mueve su mano hacia mí para meterse otra vez, y
luego se sienta a mi lado, tirando de su plato a este lado de la mesa.

—¿Qué estás haciendo? —Mi pregunta suena forzada, atornillada,


como si apenas estuviera respirando lo suficiente para hablar.

—Sentándome a tu lado. —Se encoge de hombros antes de tomar un


bocado de su hamburguesa. Su muslo se empuja contra el mío y
cuando no he podido dejar de mirarle en su nuevo asiento, se gira para
decir con un asentimiento hacia mi plato—. Se va a enfriar, Ryan.

—¿Por qué estás sentado a mí lado? —Su acción es tirar de mí,


confundiendo completamente mi mente ya perdida. Es ridículo que me
haya dejado perpleja con esta acción.

—¿Quieres que me mueva de nuevo? —pregunta, apoyando una


mano en mi muslo.
Echo un vistazo, sacudiendo la cabeza.

—Eso no es lo que dije.

—¿Qué te pasa, Ryan? —dice suavemente—. Parecías un poco


asustada, así que quería sentarme contigo. Además, puedo tocarte de
esta manera. —Me esboza una sonrisa, me aprieta el muslo, y me rio
nerviosamente.

—Tú... yo solo... no importa. —Me inclino para darle un besito—. Me


alegro de que estés de buen humor.

Finalmente me uno a él en la comida y entre bocado y bocado,


continuamos nuestra conversación. Me pregunta si estoy más cerca en
elegir la especialidad, y le digo con entusiasmo acerca de mis planes.
Todavía suena raro para mí. Gabe sonríe mientras escucha.

—Sabía que encontrarías algo que te interese.

—Sí, solo espero que se pegue. Oye —digo, recordando de repente que
tenía la intención de preguntarle por su compañero—. ¿Por qué ha
pasado tanto tiempo desde que has tenido tu último compañero? ¿Te
gusta este?

Gabe ha terminado de comer, pero a mí todavía me queda un poco.


Mientras habla, se inclina hacia mí un poco más, su mano todavía
plantada en mi muslo con los dedos moviéndose perezosamente.

—Mi compañero anterior se trasladó a Charlotte por un puesto mejor, y


simplemente no habían ocupado su posición aquí hasta ahora. Y sí, está
bien. Fredrick no tiene mucha experiencia, pero creo que funcionará.
Está comiendo en una cafetería a un par de tiendas de aquí.

Justo cuando me tomo mi último bocado, Gabe mira el reloj en su


muñeca.

—¿Es hora de irse? —le pregunto.

—Sí, casi. Ahora vuelvo. —Agarra la factura del final de la mesa y se va


a pagar. Lo veo alejarse, sin desear nada más que desnudarle, antes de
tomar un sorbo más de mi bebida y seguirlo. Una vez que ha pagado, se
vuelve y toma mi mano—. Te acompaño a tu coche.

—Gracias por el almuerzo, Gabe.

—De nada. Me alegro de que llegara a verte.


—También me alegro de que consiguieras verme —digo con una
sonrisa, haciendo que Gabe se ría. Mi coche está justo afuera, así que
no es un largo paseo. Busco las llaves en mi bolso y abro mi puerta con
solo pulsar un botón. Gabe llega a mi alrededor para abrir la puerta,
pero no entro. En su lugar, me dirijo a él, dando un paso más cerca
hasta que tan solo haya un par de centímetros entre nosotros—.
¿Conseguiré un beso antes de irme?

—¿Quieres uno? —contesta, agarrando mis caderas, curvando sus


dedos en mi espalda.

—Sí. —No hay necesidad para mí decir más o cualquier otra cosa que
eso. Sí, es la verdad, y no veo el punto en decir lo contrario.

Gabe sonríe, viéndose peligrosamente sexy ahora mientras elimina el


espacio entre nosotros. He tenido un montón de besos antes, pero
ninguno tan adictivo e incontenible como los de Gabe. Los suyos me
hacen sentir tranquila aunque abrumada por la mera presencia de sus
labios sobre los míos. Él tiene el control. La idea me emociona. Cada vez
que tengo sexo, por lo general soy la que tiene el control y a los chicos
les encanta. Pero con Gabe, no hay ningún error en cuanto a quién
está al mando. Él.

Todo mi cuerpo se contonea en su contra cuando desliza su lengua en


mi boca. Agarro la parte posterior de su cuello, la mitad de mis dedos
deslizándose en su pelo. Hay ternura, pero con un hambre enloquecida
debajo como si estuviera intentando controlarse. Tiro de su labio inferior
a mi boca, tirando de él entre mis dientes, y su agarre en mis caderas es
tan fuerte como el hierro. Mi sonrisa no puede resistir formarse contra sus
labios, rompiendo nuestro beso. Sus ojos abiertos, esos ojos marrones y
examinando con cuidado.

—¿Nos vemos el sábado? —Sale en forma de pregunta, mi voz


vacilando ligeramente con una necesidad insoportable de tenerlo.

—Sí. Voy a recogerte.

Me deslizo en mi asiento y luego Gabe cierra la puerta después de decir


adiós.

***

En realidad estaba lista cuando Gabe viene a recogerme. Conduce


fuera de la ciudad hacia ese campo en medio de la jodida nada. Hay
un par de mesas de picnic y un viejo granero de madera, pero
entonces es muy abierto con los campos circundantes. Estamos lejos de
la autopista y completamente solos.

El arma es grande, escalofriante, e intimidante en la mano de Gabe.


Trago saliva. Gabe lo coloca sobre una mesa de picnic junto a un par
más y una gran variedad de municiones, además de tres latas de
refresco. Él mira hacia mí cuando estoy de pie a unos metros de
distancia con los brazos cruzados sobre el pecho.

—¿Lo estás llevando bien, Ryan? —pregunta cuidadosamente.

—¿Estás seguro de que sabes lo que estás haciendo? —No me gusta


que pueda oír mi temor en mi voz.

Gabe me da una risa calurosa.

—Soy policía. Por supuesto que sé cómo usar un arma. —Deja de hacer
lo que está haciendo y se acerca a mí, pasando sus manos arriba y
abajo por mis brazos entre el codo y el hombro. Con sus labios contra mi
frente, añade con dulzura—: Si no quieres, no tienes que hacerlo. —
Gabe me mira, esperando a ver si voy a pirarme o no.

—Estoy nerviosa. Eso es todo. Vamos a hacerlo. —No tengo confianza


en mí misma en todo, pero confío en Gabe, especialmente con esto.

Asiente con la cabeza y va a montar el objetivo. Hay un poste cerca de


la altura que se usaría para una valla, y lo pega a un tablero que está
clavado en el poste. También coloca dos latas apiladas de refresco en
la parte superior de la misma. Gabe regresa a mí, coge la escopeta, el
arma más larga de las que hay sobre la mesa, y me dice que tome las
orejeras.

Mis ojos se abren, mi mandíbula colgando por mis rodillas.

—¿Eso es con lo que voy a empezar? ¿Una escopeta? ¿Estás seguro?

—Sí, deja de hacerme preguntas. —Él no me ladra como estaba


esperando. En su lugar, sus palabras son suaves y seguras.

Agarro las orejeras de protección y lo sigo. Se pone de pie un par de


metros del objetivo y señala con la punta de su pie donde quiere que
me ponga.

—Vas a querer quedarte así. —Tiene su pie izquierdo por delante del
derecho, como si estuviera intentando usar sus piernas para anclar
mejor su cuerpo. También inclina su cuerpo un poco a la derecha. Una
vez que asumo la misma posición, continúa, mostrándome mientras lo
explica. Levanta la escopeta para que descanse en su hombro—. Así es
cómo vas a sostenerla, ¿de acuerdo? Esta parte va a descansar aquí en
tu hombro, y usarás tu mano izquierda para sujetarla bien aquí. —
Asiento, mis manos temblando ligeramente—. Las orejeras ayudarán
con el sonido. Póntelas. Está cargada, pero el seguro está puesto. Solo
quiero que la sostengas, ¿bien?

Trago saliva de nuevo, pero asiento con la cabeza. Empujando lejos mi


ansiedad, metiéndola en una esquina, sostengo el arma como Gabe. Es
más pesada de lo que esperaba. La voz de Gabe está amortiguada
mientras me dice que la sostenga como si estuviera a punto de
dispararla. Se mueve para estar detrás de mí, con su brazo rodeando
para señalar una cosa verde en el extremo del cañón.

—Lo usarás para apuntar. Quieres que esto esté un poco más abajo que
el punto que quieres golpear. Quiero que apuntes a las latas. ¿Estás
segura? —pregunta con ternura, llegando a poner su mano sobre la
mía, todavía temblando en el cañón.

—Sí. Solo déjame concentrarme durante un segundo.

Con una larga, lenta calada de aire, cierro mi ojo izquierdo y me


concentro en la lata inferior. El peso del arma no parece demasiado, y
mis nervios se olvidan, pero no está cómoda en mi hombro.

—Se siente un poco raro.

—¿Qué quieres decir? —pregunta.

—Sobre mi hombro, se siente raro, incómodo. —Gabe se acerca, mira y


me dice que la mueva un poco hacia adentro—. Eso está mejor. ¿Y
ahora qué? Estoy lista.

—Quita el seguro empujando esto. —Me muestra donde está, cerca del
gatillo—. Después aprieta el gatillo.

—¿Eso es todo? ¿No vas a decirme qué esperar? —Necesito saberlo, así
no voy a enloquecer cuando pase lo que sea que pase.

—Voy a estar detrás de ti porque va a retroceder en tu hombro. No es


malo, pero nunca lo has hecho antes, y no quiero que te asustes
demasiado. Esta pieza en el extremo absorberá la mayor parte de ella.

Asiento, vuelvo a colocar la escopeta en mi hombro una vez más, quito


el seguro, y apunto. No me doy cuenta de que Gabe está de pie detrás
de mí mientras me concentro. Durante unos treinta segundos, espera
hasta que finalmente aprieto el gatillo, apenas sintiendo el retroceso. La
adrenalina bombea a través de mis venas dura y rápidamente cuando
la lata inferior explota.

Santa.

Mierda.

¡Le di! Antes de que pueda emocionarme demasiado, Gabe me dice


que tire de una pieza, lanzando fuera la cáscara vacía, y que presione
el botón del seguro desde el otro lado para volver a cargarlo. Me coge
el arma y luego me quito las orejeras.

—¿Viste eso? —pregunto emocionada—. ¡Disparé, y explotó!

Gabe se ríe.

—Lo vi. Eso fue increíble. Te has tomado tu tiempo, lo que es propio de ti,
y lo clavaste. —Levanta su mano, y choco los cinco, con una risa, la
prisa aún en marcha a través de mí—. Vamos a mirar el daño. —Gabe
pone la pistola en la mesa de picnic antes de tomar mi mano,
llevándome al poste.

La lata de arriba fue golpeada, pero sigue intacta. Aunque la lata a la


que apunté está destrozada. Hay pequeños agujeros en todo lo que
queda de ella, y hay un enorme agujero, haciendo que la lata solo esté
intacta en la parte posterior.

Gabe señala a uno de los pequeños agujeros.

—Dentro de la carcasa, hay un montón de pequeños perdigones.


Cuando disparas un arma de fuego, esos perdigones se sueltan y se
abren. Eso es porque todos están sobre el lugar.

—No me preocupo sobre las cosas técnicas, Gabe. Lo siento —añado


rápidamente—. Pero ¿puedo hacerlo de nuevo? —Oscilo sobre mis
talones de emoción.

Gabe se ríe.

—Ya veo, te dije que te gustaría.

Y chico, sí que lo hago. Gabe pone la lata restante sobre el poste, y


regresamos a donde estábamos de pie. Al igual que antes, tomo mi
tiempo para estabilizarme, nervios raídos, apunto, y luego lentamente
tiro del gatillo con mi dedo, el ímpetu arremolinándose y silbando a
través de mí poderosamente antes de que incluso termine. Sucede
rápidamente, pero la lata explota al igual que antes.

—¿Estás segura que nunca has hecho esto antes? —La débil voz de
Gabe retumba a través de las orejeras.

Rio.

—Positivo. ¿Puedo intentarlo con una de las otras?

Gabe asiente, toma la escopeta, y me quito las orejeras mientras lo sigo


a la mesa. Justo ahora, el estrés, lo que es, lo que significa, y como se
siente, es completamente extraño para mí. Mi sangre todavía está
bombeando rápidamente con un zumbido de júbilo. Esto es divertido.
Mucho más de lo que creo posible. No estoy cómoda sosteniéndola a
menos que esté a punto de disparar, así que le dejo a Gabe hacer eso.
Él pregunta si quiero cargarla, pero sacudo mi cabeza. Eso es para otro
día.

—Esto no tiene seguro —me dice, mirando a mis ojos abiertos. Gabe se
ríe—. Está bien, Ryan. No enloquezcas conmigo.

—No lo hago. —Ruedo sobre mis talones. —Esto es increíble, pero no me


siento cómoda sosteniéndola más tiempo del que toma apuntar y
disparar.

Gabe asiente, girándose para caminar de nuevo a donde estábamos


de pie.

—Eso tiene sentido, y no me importa hacer todo el trabajo para ti. —Me
sonríe antes de regresar a los negocios—. Está bien, esto es un poco
diferente que la escopeta. Así es como vas a sostenerla. —La curva del
mango es donde descansó la curva entre mi pulgar e índice. —Quieres
estar segura de que así es como se sostiene. Cuando sacas los
cartuchos, esto va a amartillarse hacia atrás, y si tu mano está ahí, va a
doler cuando se dispare hacia atrás. Vas a envolver tus dedos alrededor
de ella, dejando tu índice en línea recta hasta que estés lista para
disparar. Después se coloca la mano izquierda sobre la otra mano para
estabilizarla. Este retroceso es diferente al de la escopeta. El arma en sí
va a hacer un corto lanzamiento hacia atrás, así.

Él mueve sus manos, el arma va recta al objetivo de hacia arriba, hacia


el cielo.
—Necesitas sostenerla fuertemente, y mantener tus brazos estables. Para
apuntar, es similar a la escopeta, pero tienes que alinear esos tres
cuadros. —Él apunta a dos de ellos sobre el borde exterior a la cima del
arma, más cerca de mí, y la otra en el medio al final del cañón—. Una
vez alinees esas con tu objetivo, estarás lista. Todo lo que tienes que
hacer es disparar.

Después de un momento, añade:

—Las carcasas se expulsarán automáticamente, así que voy a estar de


pie a tu izquierda para evitarlas.

Asiento, y él pregunta si estoy lista. Asiento de nuevo, así que él sostiene


el arma hacia fuera para que la tome. Esta arma es mucho más
pequeña, lo que la hace sentir mucho más peligrosa. Gabe siente mi
ansiedad, supongo, porque está de pie detrás de mí y ubica sus manos
sobre las mías para sostener el arma conmigo. Buscando evasivas,
pregunto qué tipo es, incluso aunque no signifique nada para mí.

—Magnus calibre 45. —Sus manos ayudan a estabilizarme, los nervios


desvaneciéndose cuando igualo su respiración. Sus manos dejan las
mías—. Aquí, te olvidas de estas. —Gabe mueve las orejeras desde
alrededor de mi cuello y sobre mis oídos.

—Estoy bien ahora —le digo, y él toma un paso hacia atrás lejos de mí.
Con largas, lentas ingestas de aire a través de mi nariz y respirando fuera
de mi boca, encuentro mi calma. El arma está estable en mis manos
cuando tiro atrás del gatillo. Él tenía razón, el culatazo es diferente, pero
sucede tan rápido, que no estoy segura de poder describir que lo hace
exactamente. Apunto a la diana, por supuesto, pero la bala golpea la
esquina derecha baja en el blanco.

—Estabas dudando justo antes de que tiraras del gatillo, y el arma se


inclinó un poco. Inténtalo de nuevo. Tomate tu tiempo, pero no dudes
—dice Gabe desde mi izquierda. Asiento y repito el proceso,
tomándome mi tiempo como me instruyó.

Esta vez, golpeo lo negro. En mi tercer intento, me aseguro que mis


manos aún están allí, casi al punto de bloquear mis brazos en su sitio.
Miro a ese pequeño círculo rojo, tirando del gatillo con mi dedo,
tomando un alto control de la poderosa fuerza. Mi boca se separa
cuando veo que lo golpeo. Levanto el arma para hacerlo de nuevo.
Solo para ver si puedo poner otro agujero allí. Santo cielo. Lo hago. De
nuevo. Y entonces, perdida en esta gran locura, tiro rápidamente el
gatillo cuatro veces más.

La parte superior del arma vuelve hacia atrás, como Gabe dijo que
haría cuando estuvo sin balas. Los ojos de Gabe estaban abiertos
cuando se la entrego de regreso.

—Conseguiste un pequeño gatillo feliz, ¿no?

A pesar de mis manos temblorosas del poder que algo tan pequeño
tiene, sonrió.

—Solo un poco. —Mi cuerpo entero se siente ligero por ser sobre
abrumado por la fuerza del arma—. Necesito un descanso. —Sostengo
mi mano extendida, así él puede verla temblando. La toma en la suya,
enlazando nuestros dedos mientras nos llevaba de regreso a la mesa de
picnic, poniendo el arma abajo antes de tomar asiento con su espalda
contra la mesa.

Me siento de lado en su regazo, envolviendo un brazo alrededor de sus


anchos hombros una vez dejo las orejeras colgando de mi cuello de
nuevo. Él tiene una mano en mi espalda baja y la otra sobre la cara
externa de mi muslo así que su brazo descansa sobre mis piernas.

—Entonces, ¿qué opinas? —pregunta.

—Es loco. —Respiro honestamente, mirando hacia el objetivo. —Hay


mucho poder en ella, y fluye a través de mí, tratando de correr sobre mí.
Es adictivo, pero asusta.

—Obviamente, considerando tus cuatro disparos consecutivos. —Sus


manos se mueven arriba y abajo, una a lo largo de mi columna y la otra
a lo largo de mi pierna, calmándome.

Casi me siento débil, así que me inclino sobre él, descansando mi


cabeza sobre su hombro. Después de casi cinco minutos de silencio y
sus manos volando sobre mí, me siento más calmada. La corriente aún
está allí en el fondo, descomprimiéndose una y otra vez en una
pequeña caja, esperando para salir y ahogarme. Me siento derecha de
nuevo, ansiosa por probar la otra arma, pero mis ojos atrapan la vista de
una línea de vehículos subiendo el camino en intervalos diferentes.

Hemos estado aquí afuera el tiempo suficiente, ¿es hora de que su


familia esté aquí? De repente, los nervios vuelven sobre mí de nuevo,
pero estos son diferentes.
—¿Es esa tu familia?

Gabe sigue mi mirada.

—Sí. Esos serán ellos. —Se gira para mirarme de nuevo—. No estés
nerviosa, Ryan.

Entrecierro mis ojos.

—¿Qué te hace pensar que estoy nerviosa, Gabe?

Él se ríe y levanta la mano que tengo descansado sobre mi rodilla,


mostrándome que está temblando un poco otra vez. Golpeo su hombro
y luego me remuevo de su regazo mientras el primer camión llegaba
más cerca. Él se respalda dónde estábamos de pie más temprano para
disparar. Segundos más tarde, otro camión. Luego un coche y puertas
comenzando a abrirse y cerrarse. Gabe está de pie, toma mis manos, y
me lleva más cerca.

Es un enorme alivio cuando veo a Owen salir del camión que estaciona
cerca de la zona de disparo. Él me sonríe y luego su hermano. Todos los
hombres desde cinco diferentes vehículos se ven similares. Asusta, en
serio. Hay uno, sin embargo, que sobresale bastante como un pulgar
dolorido con su cabello rubio.

—¿Quién es ese? —No puedo resistir preguntar.

—Charlie. Está casado en la familia.

Ah. Eso tiene sentido entonces. Comienzan a caminar hacia la mesa de


picnic con armas y balas en mano. Eso no asusta del todo. Mis ojos
aterrizan sobre en hombre con Owen, sin embargo. Que tiene que ser su
padre. Tiene rasgos callosos, ásperos y es seriamente guapo para estar
en lo que parece ser sus cincuenta años. Cada par de ojos están
enfocados en mí, la intrusa en su día de hombres. Nunca me sentí tan
intimidada como lo hago justo ahora. Sin querer, les muestro mi miedo al
tomar un pequeño paso más cerca a Gabe.

Él deja ir mi mano para envolver un brazo alrededor de mi cintura


mientras los hombres ponen sus armas sobre la mesas de picnic. No es
hasta que han terminado que ciertamente me reconocen.

—Hola, Ryan —dice Owen—. Es bueno verte de nuevo. —Sus ojos hacen
una rápida toma de mi cuerpo, y recuerdo lo que Gabe me dijo.

Antes de que pueda pensar sobre ello, digo con una ceja arqueada:
—¿Todavía tan caliente como recuerdas?

Owen ríe, y un par de hombres ríen entre dientes.

—Sí.

—Chicos, esta es Ryan Kavanaugh. —Mientras Gabe presenta a los


hombres, dan un paso adelante para sacudir mi mano y decir un placer
conocerte—. Este es mi padre, Larry. Mi tío Frank. Su yerno, Charlie. Sus
hijos, Frank Jr., y Nolan. Owen por supuesto. Y por último, pero no menos,
este es mi abuelo, Billy.

Su abuelo, con su cabello sal y pimienta, pero de nuevo, de buena


apariencia para su edad, sacude mi mano entre las suyas deterioradas.

—Es un placer conocerte, querida. Gabriel no nos dijo que traería una
cosa linda y joven para distraernos. Tal vez esté retirado, pero puedo
disparar mejor que cualquiera de estos chicos cualquier día. Ya verás. —
Hace un guiño, y me rio, pero mi estómago es un desastre de molestas
abejas. ¿Gabe no les dijo que venía?

—Abuelo, déjala. —Gabe se ríe entre dientes—. Todos ustedes sabían


que estaría aquí. Hoy es su primera vez disparando.

—¿Es eso así? —dice Frank con una sonrisa.

Asiento y Owen gorjea:

—Vamos a ver lo que consigues, chica.

—¿Cuál de todos ustedes va a calentar primero? —Me salva Gabe. No


quiero ser la primera persona en disparar con ellos aquí.

Porque esperaba tener un aliado en el padre de Gabe, no lo sé, pero él


no es el único porque traba mirada conmigo y dice:

—Owen tiene razón. Ryan debería ir primero. —Está mirándome como si


hubiese hecho algo mal, ¿ya lo hice?

Gabe me mira.

—¿Lista? —Sus ojos están abiertos en pregunta. Puedo retroceder si


quiero. Le digo que podría.

Pero estaría condenada si esos hombres, especialmente su padre, me


intimidaran.

—Sí.
Gabe recarga la escopeta, y todos los ojos están sobre mí mientras
caminamos a donde estábamos de pie más temprano. Cuando miro
sobre mi hombro, los hombres están en línea, brazos cruzados sobre sus
pechos, observado desde diez pies de distancia. Todos excepto Owen.
Él parece como si tuviera fe en mí.

Los labios de Gabe acarician sobre mi oreja mientras se queda de pie


detrás de mí.

—Ignóralos, Ryan. Están probándote, pero tienes esto. —Gabe me


entrega el arma antes de caminar para ubicar otra lata sobre la cima
del poste. Ni siquiera le veo agarrarla. Gabe camina de regreso hacia
mí, sonríe, y pone mis orejeras de regreso sobre mis oídos. Da un paso a
un lado. Esta vez, incluso aunque no tan cerca como antes, sé que está
allí.

Tomo una respiración profunda antes de levantar el arma en posición.


No se siente correcto en mi hombro, así que la ajusto hasta ponerla en el
lugar correcto. No hay forma que vaya a perder esto, así que me tomo
mi tiempo. Mis manos, que estaban temblando, ahora están estables.
Estoy más tranquila que nunca. Quito el seguro y muevo mi dedo,
colgando cerca del gatillo mientras escucho a alguien riendo
débilmente detrás de mí.

Una vez me ubico en medio de la lata y me siento segura, tiro del gatillo.
Mi disparo ha muerto mientras la lata estalla. Una emoción corre a
través de mí. Reculo el arma para lanzar el casquillo vacío y empujo el
seguro de regreso antes de darme la vuelta para ver a siete hombres
aturdidos y a un Gabe sonriente. Mis ojos brevemente aterrizan sobre
cada hombre hasta que alcanzo a Larry, su padre.

Con una mirada hacia él, pregunto:

—¿Satisfecho?

Los hombres estallan en risas, una débil sonrisa sobre los labios de Larry.
Gabe camina hacia mí, toma el arma, y me da un beso mientras
remueve las orejeras.

—Eres increíble —susurra, antes de tomar mi mano para llevarme hacia


los chicos—. Hemos estado aquí solo una hora antes de todos ustedes, y
disparó cada lata con la escopeta. No sé cómo, pero es buena con esa
y con las otras. —El orgullo se filtra de su voz.
—Yo sigo —declara Owen, recogiendo un arma de una de las mesas de
picnic y caminando para apuntar al objetivo en la mesa.

—¿Nunca habías disparado antes? —me pregunta Frank.

—No. Nunca he estado alrededor de armas antes de hoy.

Charlie, el yerno, se acerca para sacudir mi mano.

—Lo hiciste genial. No te preocupes por ellos. También me hicieron


hacerlo cuando comencé a venir.

Le di una dulce sonrisa. Larry todavía no ha dicho nada, y no lo hace.


No hasta que Owen regresa y Gabe va a poner un nuevo objetivo para
disparar. Cuan malvado. Él espera hasta que Gabe no está alrededor.
Larry no viene hacia mí, solo me habla desde la siguiente mesa de
picnic.

Sus ojos se estrechan, y los hombres se dan la vuelta para ver a Gabe
cuando él habla.

—Si puedo, ¿qué edad tienes, Ryan?

Tragando, miro a Gabe. Él parece tan caliente y varonil sosteniendo el


arma en sus manos. Regreso mi atención de vuelta a Larry.

—Diecinueve, pero cumplo veinte a finales de este mes.

—¡Lo sabía! —dice Owen desde mi lado. Él decide venir a sentarse en el


mismo banco que yo—. Sabía que eras más joven que Gabe, más joven
que él de todos modos.

Mi edad tiene la atención de todos los hombres. Oh, oh. ¿Es mi edad
realmente un problema? Eso me hace la segunda persona más joven
aquí gracias a Owen.

—¿Gabriel es un poco viejo para ti, no crees? —pregunta Larry.

—Si lo fuera, ¿estaría aquí? —Veo una pista de sorpresa parpadear ante
sus ojos entrecerrados a mis palabras. Mierda. No necesito empujarlo a
odiarme más. Esto fue una mala idea. No debería haber venido. Mis
padres no creen que sea lo suficientemente buena. No debería haber
pensado que los de Gabe serían diferentes. Y su padre se suponía que
era el de mente abierta de los dos. Su madre definitivamente me
odiaría. Un disparo suena, pero apenas lo escucho.

Frank aclara su garganta como si tranquilizara la tensión que siento.


—¿Eres de por aquí?

—No. Soy originalmente de Asheville, pero vine aquí por la universidad.


Soy de segundo año —añado como si eso ayudara en algo. No lo hará
porque ya he arruinado las oportunidades que tengo de agradar a su
padre. Mi edad, y más probablemente mi boca inteligente, están de pie
en el camino.

Gabe regresa y menciona algo sobre un lanzador de platos, y eso


consigue la emoción de los chicos. Me mira, su sonrisa rápidamente se
desvanece cuando me ve intentando una sonrisa falsa. Pone el arma
abajo, y todos los chicos van hacia el camión de Larry ahora.

—¿Todo bien, Ryan?

Sacudo mi cabeza.

—No me siento bien. ¿Podrías llevarme a casa? —Mi voz tiembla un


poco, y me odio por ello. Tal vez solo los adultos más viejos me odian. No
solo mis padres, sino todos ellos. Los profesores no se preocupan por mí,
pero no podían negar que era inteligente. Los amigos de mis padres
piensan que soy una mala influencia. Tal vez no son mis padres. Tal vez
soy yo.

Gabe se sienta junto a mí.

—¿Qué está mal? —pregunta, lleno de preocupación, pero no lo miro.


No puedo.

—Nada —suspiro—. Quiero ir a casa. Por favor, Gabe. —Mis ojos están
enfocados sobre los surcos de la madera que compone la mesa de
picnic, pero Gabe engancha un dedo debajo de mi barbilla para
hacerme mirarlo.

—¿Qué sucedió? —Cuando sacudo mi cabeza, él repite su pregunta


con un borde más duro en su voz.

Silenciosamente, digo:

—Te dije que esto no era una buena idea. —Un disparo se apaga,
momentáneamente distrayéndome cuando veo algo naranja caer roto
en el cielo. Para evitar que Gabe haga su pregunta de nuevo, explico—
: Me dijiste que mi edad te asusta, y no se lo dijiste. No veo porque es un
gran problema, pero así soy yo. A ellos les importa. A ti te importa. No
quiero causar ningún problema, Gabe.
—¿De qué estás hablando?

—Tu padre me preguntó qué edad tengo, y no miento. Entonces el


preguntó si pensaba que eras demasiado viejo para mí, y debo haberle
dado una inteligente respuesta de mierda. Le dije que si lo hiciera, no
estaría aquí. Bastante segura estoy que lo molesté. Solo llévame a casa,
por favor.

—Ignora a mi padre, Ryan.

—Pero…

—Oye, querida —grita el abuelo de Gabe—. ¿Quieres intentarlo con un


objetivo móvil?

—Estaremos allí en un segundo —grita de regreso Gabe sin mirar. Él


acuna mis mejillas en sus manos, y noto a su padre observándonos—.
Ryan… —dice, esperando hasta que lo miro de nuevo—… la chica que
eras el día que te detuve, sé ella hoy. El respeto de mi padre tiene que
ser ganado, y él está esperando eso. No le dejes intimidarte porque eso
es lo que está tratando de hacer.

—Bueno, él es un idiota por eso. —Trato de reír, pero suena roto.

—Así es como opera. Vamos. Vamos a mostrarles lo que tienes.


Capítulo 7
Gabe
Traducido por LizHerondale, AnaSmith__ y Jhosel

Corregido SOS por Azhar23

Estoy furioso de que mi padre perturbe a Ryan, pero eso me recuerda


sobre qué estaba preocupado. Sobre lo que pienso cuando no estoy
alrededor de ella. A los chicos parece agradarles, sin embargo.
Excepto a papá, claro. Está siendo reservado hoy. Pero Ryan les
muestra a los chicos que es una fuerza a tener en cuenta. Le toma un
tiempo dominarlo, pero a medida que los blancos de arcilla de color
naranja están volando en el aire, empieza a golpearles. Lanza una
risilla después de cada ronda con emoción. Es adicta a la emoción,
el peso del poder y el éxito que siente cada vez que golpea el
blanco. Me encanta verla a ella y a su confianza crecer.

—Me siento ruda. —Ríe, viniendo a pararse a mi lado—. Bueno solo


con la parte de tirar. No con la cosa de extra manipulación.

—Deberías estar orgullosa. Este es tu primer día, y lo estás haciendo


mejor que cualquier otro.

—Excepto por mí.

El abuelo interrumpe haciendo reír a Ryan. Puedo decir que le


agrada.

—Sí, excepto por ti. —El abuelo camina alrededor y pone un brazo
alrededor de sus hombros.

—Querida, seguro me has sorprendido. Viéndote dulce e inocente


con tu edad, pero eres un petardo. Manteniéndonos a todos en
alerta. Espero que Gabe te mantenga alrededor.
Ryan se sonroja. Es la segunda vez que la veo hacerlo.

—Yo también lo espero, Sr. O'Connor.

—Puedes llamarme Abuelo, querida.

—Gabe, tu turno —me dice Owen, mientras mi padre prepara el


lanza platillos. En el fondo, los oigo hablar. A Owen, en particular.

—Sabes, es totalmente posible que nosotros pudiéramos estar


saliendo también. —Ríe Ryan.

—Podrías tener casi mi edad, pero aún eres muy joven. Eres lindo sin
embargo.

Mi hermano gime.

—¿Lindo? Esa es la peor pesadilla de un tipo.

Le disparo al platillo. Golpeándolo justo a tiempo para escuchar la


respuesta de Ryan.

—Eres muy lindo. —Ella lo molesta—. Aunque disparar un arma como


lo estamos haciendo te hace más caliente, si eso ayuda.

Débilmente, mientras tomo mi siguiente tiro, me pregunto si también


se refiere a mí.

—No le mientas a mi hermano, Ryan —digo mientras camino de


regreso hacia ellos—. Soy el hombre más apuesto de la familia.

El Abuelo ríe más fuerte que todos.

—Si lo fueras, ya estarías casado. Tú y Owen son los únicos que


quedan que no están casados. Owen es muy joven, así que no
cuenta.

—Tal vez quiere trabajar el campo —dice Owen—. Todos ustedes


están atascados con una chica por el resto de sus vidas. Tal vez
Gabe no quiere sentar cabeza aún. Yo no lo haría. Aunque, con la
forma en que se ve Ryan, no sería tan malo tenerla por el resto de mi
vida.

—Owen —lo reprendo con incredulidad, pero Ryan ríe.


—Déjalo en paz, Gabe. Eso fue un cumplido. Inadecuado para un
chico de dieciséis años, pero aun así. ¿Puedes culparlo?

Antes de que pueda responder, Owen interrumpe:

—¿Ya has dormido con ella? —Dios, ¿qué pasa con él hoy? Está
actuando peor de lo usual. Todos los ojos en mí, esperando a que lo
confirme o lo niegue. Especialmente mi padre. Ha estado callado,
pero ha estado escuchando. Ryan me observa, también esperando.

—¿No saben que es grosero hablar sobre esto en frente de Ryan?

—Mejor dilo en frente de mí que a mis espaldas. El asunto no importa


—agrega ella.

—Sí, pero se supone que somos caballeros.

Antes de que pudiéramos decir algo más, mi padre aclara su


garganta.

—Suficiente. Nos quedamos sin municiones y platillos. Hora de


empaquetar. Mi esposa está preparando la cena como siempre. Si
ustedes quieren dirigirse allá.

Esa es la manera de mi padre de probarme. Para ver qué tan serio es


esto con Ryan, y si estoy listo para que conozca a mi madre.

—Ya tenemos planes. Gracias, de todas formas.

Todos aquí, independientemente de si tenemos planes o no, saben lo


que significa para mí declinar la cena. Incluyendo a Ryan. Casi me
siento culpable, como si anunciara, no a ella, sino a todos que no es
lo suficientemente buena. No es eso, sin embargo. Con mi madre,
quiero estar seguro de que es algo serio antes de que conozca a la
chica. Su opinión me importa, y si esto no es serio, no veo el punto
para que se conozcan. Aún. Además, creo que Ryan ha tenido
suficiente de mi familia por un día.

Ryan está callada mientras preparamos todo. Una vez que está
hecho, empezamos a despedirnos, Ryan siendo cortés con todos.
Parece hablar en serio cuando dice que fue un placer conocerlos. A
excepción de mi padre. Honestamente no esperaba que se
comportara de esa manera, tengo que preguntarle más tarde. Todos
empiezan a subirse en sus coches y a irse. Ryan está apoyada en la
puerta del pasajero. Yo camino hacia ella.

—Sabes, te veías muy ardiente antes.

—¿Y ahora no? —Ella ríe—. Oh, tu más ciertamente. Gracias por hoy,
me divertí, pero la próxima pienso que prefiero que seamos tú y yo
todo el tiempo.

—Bien, podemos arreglarlo. ¿Estás lista?

Asiente, así que abro la puerta para ella. Vamos a hacer una parada
en mi casa, así podré dejar las armas. Me doy cuenta de que Ryan
no ha estado allí antes, y me pregunto si le gustará. Entramos en el
estacionamiento de mi casa de ladrillo de un piso. Es una simple casa
de dos habitaciones, suficientemente grande para mí. Nada especial
sobre ella, excepto que es mía. Le pido a Ryan que abra la puerta
para mí mientras reúno todo. Ella mantiene la puerta abierta, y voy
hacia la habitación libre, donde guardo mis armas. Tengo que
limpiarlas luego.

Pensé que Ryan me seguía, pero cuando me giro, no está en la


habitación. Una vez que aseguro todo en su lugar, me voy a
buscarla. Está en la sala de estar, pasando sus dedos a lo largo de la
repisa de la chimenea, observando las fotografías. Hay algunas mías
de la escuela secundaria, en mi uniforme de futbol americano,
algunas con mi familia y otras de cuando me gradué. Me apoyo en
el marco de la pared y la observo. Ella toma una, la de mi familia y
pasa sus dedos sobre una figura.

Hay una pequeña sonrisa en su cara cuando la devuelve


perfectamente a su lugar. Ryan se gira entonces, me ve y salta.

—Oh, yo, em, no sabía que estabas ahí parado. Tienes una linda
casa.

—Gracias.

Parece nerviosa por alguna razón. Aprieta sus manos en frente de


ella, ligeramente meciéndose sobre sus talones. Sus ojos van de mí a
sus manos.
—¿Tu...? —empieza, pero para abruptamente. Sus manos se mueven
nerviosamente y como si se diera cuenta de que se ve nerviosa, las
aparta metiéndolas en sus bolsillos—. ¿Estás listo? —pregunta al final.

—¿Qué es lo que ibas a preguntar? —Me da curiosidad qué es lo que


la puso tan ansiosa. Ryan estrecha esos ojos verdes, doblando sus
brazos sobre su pecho defensivamente.

—Nada.

Me aparto de la pared y camino hacia ella, posando mis manos en


sus caderas.

—Dime.

—No.

—¿Por qué?—Mi cabeza se ladea mientras la veo luchar consigo


misma sobre lo que sea que le preocupa.

—Porque cambié de opinión.

—¿Sobre?

—Si hubiera querido contártelo, ya lo hubiera hecho —dice


exasperada.

—Entonces, ¿quieres que te lleve a casa ahora? —Vamos, Ryan.


Dime lo que era. Ella no dice nada inmediatamente, lo que tomo
como una oportunidad. Suavemente la empujo contra mí, causando
que inhale fuertemente sorprendida. Mantiene sus brazos cruzados
sobre su pecho aún. Con mis labios frotando los suyos mientras hablo,
pregunto—: ¿Segura de que no quieres decírmelo? ¿Preguntarme lo
que sea? —Mis manos se mueven a la espalda baja y más abajo
sobre su trasero.

Ryan me empuja, saliendo de mi agarre.

—No me molestes si no vas a continuar, Gabe. Y ambos sabemos


que no pasará. —Ella es hostil hacia mí de repente, y no entiendo por
qué. ¿Porque la última vez dije que no dormiría con ella hasta que
fuera más que solo sexo? Eso me hace sentir tan mal que trato de
sacarlo de ella.

—¿Qué pasa, Ryan?—pregunto vacilante. Ella sacude su cabeza.


—Solo llévame a casa. —Apostaría un millón de dólares a que ha
estado pensando, y la chica piensa muchísimo. Es una caminante,
verbal y mentalmente. Rindiéndome, levanto mis manos en signo de
rendición.

—Vamos entonces.

Me roza al pasar y está fuera de la puerta cuando me doy la vuelta.


¿Qué demonios estará pensando justo ahora? Cierro la puerta y me
meto en el coche. Una vez que estamos de vuelta en la calle, veo a
Ryan girándose hacia mí de reojo.

—¿Sabes qué? Te lo diré. No porque lo preguntaste, sino porque no


soy el tipo de chica que se pone nerviosa con un chico —lo dice
como si fuera la peor cosa del mundo. Hay convicción y
determinación en su voz cuando continúa—, me niego a
comportarme de forma diferente. Te iba a preguntar si querías pasar
la noche conmigo otra vez, pero cambié de idea. Eres un buen
chico, con una familia feliz y eso es asombroso. No soy esa chica sin
embargo. Quiero tener sexo en las primeras citas, si lo elijo. Quiero
tener tanta diversión como sea posible antes de que termine la
universidad y oficialmente tener que crecer y convertirme en una
persona más aceptable en sociedad. Estás desperdiciando tu
tiempo, Gabe y no quiero que lo hagas. Y yo me doy cuenta de que
sueno como el chico de las charlas de sexo, y me doy cuenta de que
probablemente debería tener más “respeto”… —Ella hace comillas
en el aire—… por mí que dormir con quien yo quiera. No es sobre
auto-respeto. Es sobre mí siendo capaz de hacer cualquier cosa que
un chico puede hacer, incluso si eso me hace una ramera.
Discúlpame por gustarme el sexo. Digo, no he dormido con nadie
desde ti, y no estoy acostumbrada a que los chicos me rechacen.
Esa es parte de mi frustración. Mi punto es que eres agradable, un
buen chico y no es que piense que no soy lo suficientemente buena
para alguien, porque lo soy. Pero no somos un equipo. Incluso si ves
más para mí, aún no lo entiendo. Especialmente si no estamos
durmiendo juntos. ¿Cuál es el punto?

Guau. Vale. Repito lo que ella dijo en mi cabeza, tratando de


procesarlo todo porque fue mucho. Sin pensar pregunto:
—¿Por qué estás tan insegura sobre esto? —Un vistazo hacia ella me
muestra sus ojos amplios. Me encojo cuando responde, su voz muy
alta para el interior de mi coche.

—¡¿Insegura?! ¿Piensas que soy insegura? No soy insegura. Estoy muy


confiada con quién soy. Me gusta quién soy, muchas gracias. El
problema es que a nadie más le gusta esa persona. No lo suficiente
para realmente importar de todos modos. —Ella termina cuando
entro al estacionamiento. Tan pronto como estaciono, sale y salta a
las escaleras.

—¿Te das cuenta que eso significa que eres insegura? —digo a pesar
de mi instinto cuando la alcanzo mientras desbloquea su puerta. Su
espalda está rígida, y definitivamente toqué un nervio. Nunca he
visto a Ryan tan tensa. Mece abierta la puerta, ve algo adentro, deja
caer sus hombros.

—Oh, joder. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo entraste?

Miro a hurtadillas sobre sus hombros para ver a una mujer mayor con
rasgos similares.

—Tu padre y yo pagamos por este lugar. Honestamente, ¿creíste que


no tendríamos una llave? Y cuida tu lenguaje, Ryan. —Su madre
sonríe cuando me mira y agrega—: ¿Quién es él?

—Él es Gabe —dice a regañadientes—. ¿Por qué estás aquí, mamá?


—repite, antes de que algo pueda ser dicho.

—No seas grosera, Ryan. Preséntame a tu novio.

Ryan camina adentro, lanzando furiosamente las llaves de su casa


sobre la mesa.

—Él no es mi novio, mamá. Soy muy poco femenina para un novio,


¿recuerdas? —Su madre la ignora y camina hacia mí, sacudiendo mi
mano.

—Soy la Sra. Kavanaugh, la madre de Ryan. Es un gusto conocerte.

—Es un gusto conocerla también. ¿Te recojo luego, Ryan?

—Oh, no. Entra, entra.


—¡No! —grita Ryan, girándose para encararnos—. No lo sometas a lo
que sea por lo que has venido.

—Insisto —dice la Sra. Kavanaugh, tirando de mí hacia adentro—. No


estaré mucho aquí. —Hablándole a Ryan, continúa—. No
contestabas a mis llamadas telefónicas, y estaba cerca por
negocios, así que imaginé que podría venir a verte.

Me veo forzado a sentarme en el sofá mientras Ryan camina de un


lado para otro, molesta.

—¿Qué diablos quieres, mamá?

—Ryan. —La reprende ella tranquilamente, sentándose en la silla—.


Cuida el lenguaje. No sé porque te enojas tanto. Deberías controlar
mejor tus emociones, querida. —Esto es demasiado incómodo—.
Estoy aquí para ver tu progreso en tu decisión sobre la
especialización. Espero que hayas tomado una decisión con la que
podamos estar felices. —¿Ellos? ¿Qué tienen que ver ellos en el futuro
de la carrera de Ryan?

Ella no se relaja en lo más mínimo.

—Francés. Quiero hacer mi especialización en francés.

El labio de la Sra. Kavanaugh se frunce en una mueca.

—¿Francés? ¿Me puedes explicar por qué razón querrías hacer eso?

—¡Porque quiero y ya! ¿Qué tiene de malo esa decisión? —Ryan


levanta sus manos con exasperación.

—Esperábamos algo mejor. —Es todo lo que dice.

Ryan suelta una risa áspera.

—¿Mejor? Siempre quieren algo mejor de mí pero nunca es


suficiente. ¿Qué carrera quieren que tenga? ¡Dime! ¡Tú decides!
Porque soy una maldita incompetente y ni siquiera puedo tomar esa
mísera decisión.

—No eres un varón, así que deja de decir vulgaridades.

—No tienes que recordármelo, mamá —dice ella, cortante.


La tensión entre ellas es tan grande que casi me ahoga. Aunque
nada parece afectar a su madre. Sigue igual de venenosa.

—Solo digo que al menos podrías comportarte como una dama. Te


ves tan estresada, querida. ¿Segura que quieres quedarte aquí?
Puedes abandonar la universidad y regresar a casa si es demasiado.
Entenderíamos si te pasa como con todo lo demás que haces y
simplemente no puedes comprometerte a ello.

¿Qué? ¿Está animando a Ryan a que deje la universidad?

—Eso ciertamente complacería mucho a papá, ¿verdad? ¿También


tiene alguna fecha escogida para cuándo cree que arruinaré todo
en la universidad? Supongo que mi nota general de 4.0 les vale una
mierda a ustedes dos. La universidad no es lo que me estresa. El que
tú aparecieras aquí es lo que me estresa. El que obligues a Gabe a
sentarse aquí me estresa. ¿No me estreso correctamente, mamá?
¿Debería sentarme de piernas cruzadas y hacer como si no estuviera
estresada hasta el culo? —Ryan respira profundo, claramente
intentando calmarse—. ¿Por qué simplemente no te vas, hablas con
papá, deciden con que especialización están felices y me avisan?
Por teléfono.

—Ryan… —Empieza su madre con lo que es un intento de voz


tranquilizadora.

—¡Deja de hablarme como si no tuviera sentido!

La Sra. Kavanaugh se levanta abruptamente.

—Suficiente, Ryan. Tus arranques son innecesarios. ¿Esto es lo que la


universidad te ha hecho? ¿Esto es por lo que estamos pagando? —
Hace un ademán con su mano hacia Ryan, de arriba abajo—.
Vienes y te ensucias el cuerpo con esos horribles y ridículos tatuajes.
Malgastas dinero en ropa para fiestas. Por las horas en los cargos de
la tarjeta de crédito, estás afuera a todas horas en la noche. Y ahora
sales con un hombre mayor. —Agita su brazo apuntándome—. ¿Y
escoges especializarte en Francés? ¡Pero si te obligamos a aprender
español! ¿Qué te hace pensar que quieres aprender y hablar
francés? Escoge algo más respetable. Al menos aprecia todo el
dinero que tu padre y yo invertimos para que no tengas que estudiar
y trabajar al mismo tiempo. —Su voz se vuelve terriblemente seria—.
Para variar haz algo que valga la pena, Ryan.

Ryan se congela, sus ojos brillaban con lágrimas que no caían.

—Hablo el español fluido —dice tranquilamente—. Mis tatuajes no


son horribles ni ridículos porque tienen significado para mí. — Su voz
se rompe en la última palabra.

—¿Pero qué podrían significar? —la interrumpe la Sra. Kavanaugh—.


¿Un diente de león, un colibrí y un caballito de mar? ¿Esas cosas
significan algo para ti?

Los labios de Ryan se abren y parece como si su madre la acabara


de bofetear. El dolor se ve en cada una de las facciones de Ryan.
Sus labios tiemblan mientras intenta no llorar.

Echando más leña al fuego, la Sra. Kavanaugh dice:

—Discutiré con tu padre qué carreras son aceptables. Esto no es


como cuando eras una adolescente y podías tomar algo, perder
interés y luego dejarlo. No gastaremos más dinero para que falles o
renuncies o te hagas más tatuajes sin sentido. ¿Entendido?

Ryan asiente. Su fiereza desaparecida desde el momento en que su


madre habló de sus tatuajes.

—Muy bien. —Se gira y se va sin decir otra palabra.

En el momento en que la puerta se cierra, Ryan corre hacia su


cuarto, se le escapa un sollozo. ¿Pero qué acabo de presenciar?
Luego lo puedo averiguar. Justo ahora, voy a consolar a Ryan. Esta
recostada boca abajo, sus llantos amortiguados por la almohada.
Me siento en el borde de su cama.

—Vete —solloza ella.

—No.

A pesar de su protesta, me recuesto junto a ella sobre mi costado y la


abrazo hacia mí. No lucha contra mí. Ryan se acerca fácilmente,
hundiendo su cara en el hueco de mi cuello, mientras sus hombros se
sacuden y sus lágrimas caen de su rostro hacía mí.

—Shh —la calmo, pasando mi mano de arriba abajo en su espalda.


No la ayuda mucho. Sigue llorando por otros treinta minutos antes de
detenerse con una sacudida. Mi camisa esta arrugada en sus manos
por su agarre, no me sorprendería si sus manos están acalambradas.

—Lamento haber llorado encima de ti —susurra en mi cuello—. Pero


ya estoy bien. Puedes irte.

—¿Eso quieres? —pregunto cuidadosamente. Ella asiente pero no


responde—. ¿Entonces por qué sigues aferrándote a mi camisa? Está
bien, Ryan. No me iré y no tienes que hacer como si estuvieras
completamente bien.

Se queda en silencio por un momento. Su voz se rompe cuando


susurra:

—Los odio. Los odio tanto.

—No lo entiendo, Ryan, pero no quiero que me lo expliques. No hoy.


A menos que quieras decírmelo.

—No quiero. —Hace una pausa—. Pero sí quiero. —Ryan se aleja


para mirarme, sus ojos siguen brillantes y sus pestañas húmedas—.
Lamento que hayas estado aquí para eso. Nunca nadie había
presenciado eso así que no sé si debería explicarme o hacer como si
no hubiera pasado.

—¿Con quién hablas de tus padres? ¿Con Vivian?

—No. La verdad es que no. —Ryan sacude su cabeza—. No quiero


que sepa más de lo básico. Me refiero a que, ¿por qué querría meter
a alguien más en esto? Mi madre no tuvo ningún problema diciendo
todo eso frente a ti, y no te había conocido nunca. —Una lágrima
corre y Ryan se la quita rápidamente—. Lamento haberte gritado en
el coche. Pero, ¿ves a lo que me refiero cuando hablo de que a
nadie le gusta quién soy? Decepciono a todo el mundo una y otra
vez. Nunca soy lo suficientemente buena. ¿Entiendes porque estoy
tan malditamente confundida?

«Tú estás lleno de contradicciones, Gabe. Eres bueno, pero me


quieres a mí, que es lo opuesto a eso. Te gusto, pero no quieres
dormir conmigo de nuevo. Tienes una familia maravillosa, yo no. Eres
muy mayor, yo muy joven. Y ahora viste cómo es mi madre y no te
quiero aquí como un estúpido caballero de brillante armadura.
Puedo salvarme y cuidarme yo misma. Puedo hacerlo. No necesito a
nadie más que lo haga por mí. Yo…»

—Deja de hablar, Ryan. —Ella se tapa la boca—. El que puedas


hacer algo tú sola no significa que no puedas pedir ayuda.

Ella asiente, al parecer aceptó lo que dije antes de volver al


comentario que hice en el coche cuando veníamos para acá:

—En verdad no soy insegura. Al menos no como yo lo veo. Me gusta


quién soy. —Se sienta sobre sus piernas dobladas, así que me siento
para recostarme contra la cabecera—. ¿Qué si tengo bajas
expectativas sobre muchas cosas? Pues probablemente sí. No sé si
esa noche lo escuchaste pero soy más o menos fácil. Y lo sé porque
al dormir con chicos tan rápido, no quieren quedarse; y eso está bien
para mí. En realidad eso no me molesta. Me facilita las cosas. Los
chicos me dan sexo. Viv me da amistad. La universidad me da
educación. ¿Qué más puedo necesitar por el momento?

No puedo evitar reírme de lo absurdas que suenan sus palabras.

—¿Sexo, amistad y educación? ¿Eso es todo lo que necesitas?

Ella arruga el ceño.

—Pues, las cosas materiales de la vida también, pero justo ahora, sí.

Pongo las manos tras mi cabeza para estar más cómodo y le


pregunto:

—¿Y esa obsesión con el sexo? —Nunca he visto a una chica hablar
sobre eso tanto y de manera tan abierta.

—¿Obsesión? No es una obsesión. Amo el sexo. Y últimamente no


estoy recibiendo suficiente. —Alza una ceja hacia mí—. Podría
decirse que es una de mis pasiones. Como tú con tu trabajo y tus
armas. Además, el sexo es algo que sé que hago bien.

—Ajá, ya veo…

Ryan me entrecierra los ojos.

—¿Ya ves qué, Gabe?

Yo me encojo de hombros.
—Usas el sexo para que alguien te diga que eres buena en algo
porque tus padres son unos idiotas que piensan que no puedes ser
exitosa en las cosas que haces.

—Por favor. —Gira los ojos—. No te pongas de psicólogo conmigo,


Gabe. Sé que mis padres son idiotas. Lo sé perfectamente. Nadie
tiene que decirme que soy buena en la cama o que soy lista o que
puedo hacer cualquier cosa a la que le ponga empeño. Eso ya lo sé.
No es a mí a quien tienen que convencer. Sí, claro que me afectaron
todos sus discursos de “Eres una gran decepción”, pero sé que soy
más de lo que ellos ven. Qué es exactamente lo que soy, no lo sé.
Pero ese es uno de los propósitos de la universidad, ¿no? ¿Descubrir
quién eres?

—Sí, supongo. ¿Quién crees que eres, Ryan?

Sus hombros caen.

—No lo sé. —Aprieta sus manos, bajando la cabeza para evitar


mirarme. Al hablar, me lanza una mirada por aquí, y una mirada por
allá—. Para muchas cosas soy muy indecisa. Como cuando me
preguntaste lo que más me gusta hacer o sobre mi especialización o
cualquier cosa así. No sé qué soy. He intentado hacer las cosas que
me gustan mientras hago lo que mis padres quieren que haga. Y no,
esas cosas no siempre coinciden.

«Mientras crecía hice un poco de todo. Era bastante buena en


algunas cosas pero para cuando lograba disfrutarlo, mis padres
pasaban a la siguiente actividad porque mis esfuerzos no eran lo
suficientemente buenos para que siguieran pagando por ellos. O
como con el tenis y lo dejo porque ya no es divertido. Hay muchas
cosas que analizo de más y hay otras que no analizo lo suficiente.»

«Gabe, no te puedo decir quién soy porque no estoy segura de


saberlo. Pero si te puedo decir lo que los demás creen que soy. Esa es
la parte fácil. No estoy de acuerdo con lo que ven, lo cual solo me
confunde casi siempre. O sea, no soy la mejor persona del mundo,
pero lo que ellos ven como malo no siempre significa que lo es. Y de
verdad que quería especializarme en francés, porque eso sería un
desafío para mí y estaría aprendiendo algo nuevo. Oh, Dios, estoy
parloteando de nuevo, ¿verdad?»
Yo asiento.

—Creo que es algo lindo. —Gira sus ojos pero aun así la hace reír—.
¿Sabes qué creo que deberías hacer? —Ella niega con la cabeza—.
Crear tus propios estándares para ti misma. Decidir quién quieres ser
e ignora a todos los demás. —Sentándome, miro a sus verdes ojos,
obligándola a escucharme—. Si la gente quiere juzgarte, bien. Eso
nos dice más sobre ellos que de ti. Porque, si me lo preguntas, yo diría
que estás un poco en el lado loco y cuando hablas, parloteas y
parloteas sin fin. Piensas simplemente demasiado cada cosa. Eres
una chica intentando demostrar su valor a personas que nunca
estarán satisfechas. Creo que te han tirado a tantas direcciones que
no tienes ni idea de hacia dónde quieres ir. Si me lo preguntas, Ryan,
te diría que solo necesitas alguien que te guíe y te apoye. Eres una
chica absolutamente hermosa y perdida.

Una lágrima cae en su mejilla. Levanta su mano pero yo la limpio con


mi pulgar antes de que pueda alcanzarla. Ryan me da una media
sonrisa antes de inclinarse para besarme suavemente. Cuando se
aleja, no dice nada.

—¿Por qué no te quedas esta noche en mi casa? Te haré una buena


comida o dos. —No tengo más razones para que se quede en mi
casa a parte del hecho de que quiero que se aleje un poco de aquí,
y que quiero verla en mi casa de nuevo—. Hasta te sacaré mañana.

Ryan ríe.

—Ya con la primera pregunta me habías convencido. Pero ya no


puedes retractarte de las otras. ¿Quieres ir ya? ¿Quieres que
conduzca mi coche, para que no tengas que traerme de regreso?

—No, está bien. Solo empaqueta tus cosas, y nos dirigiremos allí.

Ryan se escabulle de su cama, abre un armario desordenado, y


busca una bolsa. Observo como se mueve alrededor de la
habitación, lanzando cosas en la bolsa de color rosa. Una cosa que
Ryan dijo me molesta más que la mayoría, es lo que dijo sobre no
querer un caballero de brillante armadura. He sido ese chico en el
pasado, y siempre salvaba a la chica, la traía de vuelta, y ella o me
destruía al final o me dejaba para encontrar a alguien más
adecuado para su nueva yo. Con Ryan, no puedo evitar sino querer
ayudar. Tal vez no tengo que salvarla, en sí, pero aun seré capaz de
ayudarla a atravesar sus asuntos.

Mi relación antes de la última, en particular, es la que más destaca


de la mayoría y es probablemente sobre la que mi madre piensa
cuando se preocupa respecto a mí. Ella era un poco más joven que
yo. Yo tenía veinticuatro, y ella acababa de cumplir veintiuno.
Parecía como una buena chica, un poco bebedora ya, pero se las
arreglaba para tener una tímida, muy aparentemente inocente
personalidad en ella. En realidad, era una manipuladora, poniendo
en cara lo que necesitaba para conseguir lo que quería.

Cuando tenía que pedir prestado algo de dinero, se lo prestaba. Yo


confiaba en que me pagaría, y habíamos estado saliendo durante
unos siete meses aproximadamente. Ese fue mi último error. Le
gustaba ser atendida, y me encontré con ganas de cuidar de ella.
Así que le compraría cosas aquí y allá, y antes de que lo supiera,
había gastado un montón de dinero en esa chica. Después de que
le presté tres mil dólares, desapareció. Gran, estúpido error, lo sé. No
solo era dinero, sino que estaba molesto de haberme enamorado de
ella.

Mamá negó con la cabeza hacia mí cuando le dije lo que pasó y


dijo que era demasiado bueno y confiado para mi propio bien.
Decidí ponerlo todo detrás de mí y seguir adelante sin otro
pensamiento. Así que sí, ser ese chico no había funcionado para mí.
No tiene sentido para mí algunas veces, así que tendré que ir contra
lo que querría hacer naturalmente.

No voy a lanzarme en picado y cuidar de los problemas de Ryan,


como el "estúpido caballero" del que ella habló. No. Yo simplemente
voy a estar allí para ayudarla a manejarlos por sí misma. Ella puede
hacerlo, tal como dijo. Necesita un poco de orientación es todo.
Ryan sale de la habitación, en dirección al cuarto de baño,
apareciendo minutos más tarde. Pone la bolsa en la cama, camina
hacia su mesita de noche, y desenchufa su cargador de la toma.
Una vez lo pone en su bolso, me sonríe.

—Listo.

En nuestro camino, agarra sus llaves y el bolso. Ryan se parece más a


ella misma mientras conducimos a mi casa. Descansa su mano en mi
pierna mientras conduzco, observando la falta de definición de
paisaje fuera de la ventana. La parte inferior cae justo antes de llegar
allí. Casi pierdo mi camino de entrada, está lloviendo tan fuerte, y
apenas puedo ver.

—Genial —murmuro, deseando más que nunca tener un garaje. Por


lo menos mi camino de entrada llega hasta la puerta de mi lado, y
hay un toldo sobre ella.

Me apresuro a la puerta con la bolsa de Ryan, solo un par de pies de


distancia hasta que estoy cubierto por el toldo, e igualmente me
empapo. No me gusta la lluvia, odio mojarme, sin embargo, no tengo
un paraguas. No me puedo quejar al respecto ya que no he hecho
nada para evitar situaciones como esta. A toda prisa, puedo
desbloquear y abro la puerta, esperando a Ryan justo detrás de mí.
Pero cuando me giro para mirar, ella está inclinada con la espalda
contra la puerta del pasajero, con la cabeza inclinada hacia arriba
al cielo. Su pelo rojo se pone incluso más oscuro, ya que se moja.

—¿Qué estás haciendo? —le grito sobre la lluvia fuerte.

Ryan me enfrenta con el sonido de mi voz, y está sonriendo. El agua


gotea por su rostro, aferrándose a su camiseta blanca, dejando al
descubierto la piel de abajo.

—Vamos —me grita.

—¡Está lloviendo y hace frío!

Ella se ríe de mi respuesta obvia.

—No te vas a derretir, lo prometo.

Ryan camina alrededor del maletero de mi coche, salta hacia arriba,


y se inclina hacia atrás contra mi ventana, con los brazos extendidos.
Las gotas de lluvia contra ella, y parece estar encantada. ¿Qué está
haciendo? ¿Realmente le gusta la lluvia? De mala gana, pongo la
bolsa dentro de la puerta y voy a ella. Un trueno retumba fuerte, pero
Ryan ni siquiera se inmuta. Su sonrisa es incluso más grande ahora.

—Estás empapada, Ryan, y vas a conseguir matarte o enfermar o


algo malo —le digo, poniéndome en frente de sus piernas colgando
fuera de mi coche. Mis ropas se adhieren a mí incómodamente, y
estoy tentado de tirarla sobre mi hombro para llevarla dentro sin
esperar por una respuesta.

Ryan se sienta.

—Las tormentas eléctricas son una de las mejores cosas en el mundo.


Tienes que disfrutarlas mientras duran.

Sin permiso, mis ojos se pierden sobre su cuerpo. Oh Dios. Sus


pantalones están pegados a esas piernas que tanto amo, y su
camisa no está ocultando nada, sus pezones luchando contra su
sujetador y camiseta. Su labio inferior tiembla de la lluvia helada, lo
que demuestra que está congelada. Los ojos de Ryan vagan por su
cuenta mientras distraídamente lame sus labios. Tal vez la lluvia no
sea tan mala. Ningún pensamiento se me ocurre mientras finalmente
la recojo, tirándola sobre mi hombro, y me dirijo dentro de la casa.
Ryan se ríe.

—Te dije que no te derretirías.

Justo cuando pasamos por encima del umbral, el relámpago ilumina,


sonando demasiado cerca para mi comodidad. Me agacho para
ponerla de nuevo sobre sus pies.

—Estaba a punto de entrar, sabes —dice con sus manos apoyadas


en las caderas, pareciendo totalmente demasiado caliente—. No
parece como si hubiera ido con mi idea de correr la carretera y
regresar. Correr en la lluvia es muy divertido, Gabe. Sin embargo,
estar lanzándome sobre tu hombro fue caliente y mucho más
divertido. —Sonríe con malicia.

Eso es todo. Tengo que tenerla. No hay más frenado. Ella lo quiere, y
buen Dios si no lo hago. No contesto. No puedo. Nada va a salir.
Ajeno mi agitación, Ryan se agacha para recoger su bolso.

—Es mejor ir a cambiarme.

Observo sus caderas balancearse mientras se aleja. Mis pies,


sabiendo lo que quiero, comienzan a seguirla. Cuelga su bolsa sobre
la puerta a mi dormitorio y se quita la camiseta. Sus tatuajes de la
espalda en exhibición hasta que Ryan se gira para enfrentarme.

—¿Podría tener una toalla para mi cabello? Solo quiero recogerlo,


pero me olvide de traer una banda para el cabello.
—No.

—¿No? —pregunta, confundida mientras continuo caminando hacia


ella.

—No —repito, llegando a una parada frente a ella. Acuno sus mejillas
e inmediatamente la beso brevemente—. Vamos a tener sexo. ¿Está
bien?

La sorpresa de Ryan se desvanece rápidamente, y asiente con la


cabeza. Tiro sus labios de nuevo a mí, encontrando su lengua,
chupándola en mi boca. Hay un suave sonido mientras su camisa
cae de su mano sobre el suelo. Ella empuña el dobladillo de mi
camiseta en sus manos y la levanta, rompiendo nuestro beso por un
momento. Mi camisa se desliza de sus dedos cuando la beso de
nuevo. Agarrando sus caderas, la alzo, sus piernas se envuelven
alrededor de mi cintura, y camino a mi cama para acostarla.

Lamo y chupo todas las gotas restantes de lluvia a lo largo de su


cuello, sobre los hombros. El cuerpo de Ryan se mueve, y me doy
cuenta que se está quitando el sostén mientras beso su clavícula. Sus
senos están libres. Cada uno de ellos cae hacia sus brazos con su
poco peso. Es una pura seductora. Nunca he querido a nadie tanto
como la quiero ahora mismo. Mi boca desciende sobre su pecho, y
tiro del pezón entre mis dientes, causando que Ryan se estremezca
debajo de mí, con sus manos comenzando en mis hombros y
corriendo por mi espalda.

Chupo tan fuerte que cuando me alejo, un pop suena. Mientras sigo
con el otro, ordeno:

—Desabrocha tus pantalones.

Sus dedos luchan con el botón y la cremallera mientras ruedo mi


lengua alrededor de su pezón, muerdo suavemente. Agarro sus
manos y las mantengo a cada lado de su cabeza mientras estoy
encima de ella. La lujuria está de regreso con toda la fuerza en sus
ojos. Ella me observa, esperando por mi siguiente movimiento, y me
detengo por un momento. Con mis manos agarrándola
posesivamente, las corro por sus brazos a sus lados y luego hacia los
costados, besando el diente de león en su cadera.
Sus respiraciones son jadeos suaves de anticipación, mezclados con
la lluvia golpeando sobre la casa. Deslizo mis dedos debajo de la
cintura de sus pantalones.

—Levanta tus caderas.

Lo hace, y los tiro hacia abajo, la tarea extra difícil gracias a que
están húmedos. Estoy seriamente tratando de despegarlos. El aire es
expulsado de mis pulmones cuando veo que no está usando
ninguna ropa interior. La miro mientras se sienta sobre sus codos para
verme, y sonríe. Sus pantalones se posan en sus rodillas cuando me
muevo fuera de la cama para quitar sus zapatos y calcetines antes
de finalmente removerlos completamente. Ella es completamente mi
prisionera.

—Hay una caja de condones en el cajón —digo con un asentimiento


a la pequeña mesa al lado de mi cama—. Consíguelos.

Mientras Ryan los alcanzaba, me quito los pantalones y los


calzoncillos. Ella rompe el paquete, sosteniendo el condón ultra fino
en la mano. Sus ojos nunca dejan mi erección mientras vuelvo a la
cama, acostándome a su lado. Sin decir una palabra, tomo su mano
y tiro de ella hacia mí. Sabiendo lo que quiero, me monta a
horcajadas.

—Ponlo —le digo.

No vacila. Su toque casi me conduce hacia el borde mientras rueda


el condón por mi eje. Esos ojos verdes parpadean hacia mí,
esperando que le diga qué hacer a continuación. Me gusta estar en
control, pero me gustaría que Ryan piense que es ella quien tiene el
control. Me siento, enrosco un dedo debajo de su barbilla, y la tiro
hacia mí. Presiono mis labios a los suyos, mis manos alcanzado la
parte posterior de sus muslos para empujarla hacia arriba solo un
poco. Eso es todo lo que Ryan necesita de mí.

Su mano se extiende hacia abajo entre nosotros, tomando mi pene y


se mueve hacia arriba y hacia abajo dos veces antes de guiar mi
punta para entrar en ella. Ryan se baja sobre mí, un gemido gutural
en erupción de su garganta. Dios, se siente tan bien. Gotas de agua
caen de las puntas de su cabello sobre mi pecho, y se inclina para
lamerlas rápidamente. Tensa sus manos sobre mi pecho, moviendo
sus caderas con la guía de mis manos. Ryan es lenta al principio, pero
una vez encuentra un ritmo, me monta duro y rápido. Sus pechos
rebotan, y dejo sus caderas para agarrarlas.

—Oh, mierda —respira. Su espalda se arquea mientras me aprieta.


No todavía, Ryan, pienso con una súbita urgencia al ver su espalda y
esos tatuajes debajo de mí.

Agarro sus caderas duro, así no puede moverse. Parece un poco


aturdida como si estuviera perdida en el sexo. La levanto fuera de mí,
mi dura polla se balancea cuando la pongo junto a mí.

—Manos y rodillas, Ryan —ordeno.

Ella cae sobre sus manos, sus pechos balanceándose por el


movimiento. Ya tiene sus rodillas separadas y esperando. Salto de la
cama y camino al final, alcanzando a agarrar sus caderas, y
empujarla hacia atrás. Un grito de sorpresa escapa de ella. Con mis
dedos en la base de mi eje, me burlo empujando dentro con mi
punta, tirando fuera y deslizándome un poco más dentro. Para la
tercera vez, ella gime casi con rabia.

Por encima de su hombro, dice:

—Realmente eres un maldito bromista, ¿verdad?

Me río, mi punta apenas dentro de ella cuando me empujo


rápidamente hasta el fondo. El edredón se amontona bajo su agarre,
y ella grita. Ryan se aprieta a mi alrededor. Mis dedos enroscándose
en su piel sobre sus caderas mientras la sostengo firmemente en su
lugar cuando comienzo a empujar, tirando fuera lentamente, pero
conduciéndome dentro más duro. Sus tatuajes sobre su espalda
parecen encantadores, una vista perfecta. Ryan comienza a
empujar hacia atrás contra mis empujes, haciéndonos chocar entre
sí.

La presión se construye, y pierdo el control mientras me entierro en


ella repetidamente. Ryan consigue estar más y más apretada antes
de gritar con su clímax, latiendo a mi alrededor y me vengo. Mi
energía drenada de mis piernas mientras caemos sobre la cama,
completa y felizmente agotados.
Capítulo 8
Ryan
Traducido por Valkiry2342, *eliza* y LizHerondale

Corregido SOS por Azhar23

No puedo creer que acabemos de tener sexo. Fue incluso mejor que
la primera vez y me encantó que él estuviera a cargo la mayor parte
del tiempo. Es distinto a lo que estoy acostumbrada pero realmente
me gustó. Gabe se levantó para tirar el preservativo hace un rato y
ahora seguimos acostados en la cama. Estoy boca abajo y las
puntas de sus dedos se deslizan cuidadosamente por los tatuajes de
mi espalda como si fueran caminos y él tuviera que recorrer cada
uno. Luego siento sus labios posar un beso sobre mi omóplato, justo
donde mi colibrí debería estar. Miro sobre mi hombro para ver que
sus ojos están completamente cautivados por el camino sobre el que
están sus dedos. Por alguna razón, eso provoca que me ría
suavemente.

—Gabe, actúas como si nunca hubieras visto un tatuaje —bromeo.

Su mirada se gira hacia mí pero luego vuelve a mi espalda.

—No es eso. Solo estoy fascinado por los tuyos y recién ahora tengo
la oportunidad de apreciarlos.

—¿Por qué no te haces uno?

Su mano se detiene y se posa inmóvil sobre mi espalda mientras él


centra toda su atención en mí. Sus ojos se amplían ligeramente. Casi
parece estar considerándolo pero luego sacude su cabeza.

—Mi madre nunca me dejaría entrar en su casa de nuevo.


Me doy la vuelta, de forma que ahora su mano queda sobre mi
estómago. Él mira mis pechos expuestos por un momento.

—¿Te preocupa tu madre? —pregunto risueña, levantando una ceja.

Esos habilidosos labios se fruncen.

—Me importa lo que ella cree, Ryan.

—¿Entonces estás listo para que me conozca?

Me mira con desdén, sus labios apretados de manera terca, lo cual


me indica claramente que no lo está. Me alegra. Después de haber
conocido a su padre, prefiero no conocer a su madre. Antes de que
se le ocurra una excusa, continúo.

—Creo que deberías acompañarme a hacerme el próximo y hacerte


uno tú también.

—No quiero uno.

—¿De verdad? ¿Nunca jamás quisiste hacerte un tatuaje o te estás


escondiendo detrás de las reglas de tu madre?

—Tengo veinticinco —refuta.

—Y eres un mojigato. Vamos, Gabe. Hazte un tatuaje conmigo.

Cuanto más lo pienso, más quiero que él tenga uno. Será incluso más
caliente con uno.

Sus ahora secos rizos se sacuden junto con su cabeza.

—No. No quiero algo en mi cuerpo para siempre en caso de que me


rompas el corazón. —Gabe sonríe para suavizar el golpe pero no me
molesta ni un poco.

—No quiero que te hagas nada relacionado conmigo, Gabe. Dios.


Se supone que los tatuajes significan algo para el que se los hace.
Todo lo que tendrías que hacer es pensar en algo que sea lo
suficientemente importante para ti que quieres que decore tu
cuerpo.

—¿Estás diciendo que mi cuerpo necesita mejorar? —Sonríe de lado.

—¿Estás evitando mi pregunta?


—Vuelve a darte la vuelta, Ryan. No había terminado.

Me río por como ignora mi pregunta pero hago lo que quiere.

—Hay más que esos dos. Lo sabes, ¿no?

—Sí. —Besa el centro de mi espalda, con sus dedos moviéndose


sobre mi piel nuevamente. Esta vez está tocando el caballito de mar
rosado. Gabe añade—: Pero estos son mis preferidos. Dime por qué
te los hiciste.

Por un momento, titubeo. Este es Gabe, sin embargo, confío en él.


Repaso en mi cabeza lo que quiero decir, tratando de encontrar
palabras para lo que estos tatuajes significan para mí.
Los recuerdos se arremolinan desde las imágenes pintadas sobre mi
cuerpo. Sintiéndome lista, empiezo a contarle a Gabe la historia
detrás de cada uno.

—Todos tienen que ver con mi abuela, ahora que lo pienso. Era mi
única abuela y era una persona asombrosa. Cuando era niña, ella
fue quien me enseñó a pedir deseos con dientes de león y yo lo
adoraba. Solía decirme que después de pedir un deseo, las semillas
vuelan lejos para que mi deseo pudiera ser concedido. Sigo
haciéndolo cuando veo uno.

«Mi abuela me llevó al acuario una vez. Pensé que los caballitos de
mar se veían un poco raros comparados con la mayoría de los otros
peces que vimos. Eran hermosos, sin embargo. Solo distintos. Cuando
se lo conté, se rió. Nunca olvidaré lo que dijo, tampoco. Me dijo que
son las diferencias entre las cosas vivas las que las hacen hermosas.»

«Y el picaflor es en su memoria. Murió cuando tenía once años y


adoraba los picaflores. Tenía pequeñas estatuillas y pinturas por toda
su casa y varios comederos de picaflor a fuera. Ese fue el primero.
Como has visto, hacen enojar a mis padres, lo cual es un bono.»

Y entonces la realidad se derrumba sobre mí. Su padre me odia y


Gabe tuvo que presenciar un escándalo público de mi madre. Mi
madre que no tenía ni idea de que mi picaflor es debido a su madre,
mi abuela. No sabe que todos están relacionados con ella pero al
menos debería darse cuenta del picaflor. Lo que dijo hoy sobre mis
tatuajes es probablemente la razón por la que él preguntó en primer
lugar. Entierro mi cara en la almohada, sintiendo a Gabe moverse
junto a mí.

—Hey —me llama tranquilamente, corriendo un poco mi pelo en un


intento de verme la cara—. Recuerda lo que dije. Ignóralos.

Giro mi cabeza de manera que solo un ojo lo está mirando. Es tan


dulce.

—Vamos, puedes ayudarme a cocinar la cena.

Gabe me besa la sien, su barba raspando mi piel, antes de


levantarse de la cama. Me doy la vuelta y miro su trasero desnudo
cruzar el cuarto hasta su vestidor. Es demasiado apetitoso con esas
fuertes piernas, redondo trasero y esa amplia y musculosa espalda. Su
cuerpo es demasiado perfecto. Un tatuaje lo empañaría, decido.

—No dijiste que tendría que ayudar —bromeo.

Me mira sobre su hombro mientras se ponía un par de pantalones


grises de pijama.

—¿Olvidé mencionar esa parte?

—Sí, lo hiciste. —Tiro las sábanas hacia un lado y camino hacia la


puerta, donde mi bolso sigue colgado. Puedo sentir a Gabe
mirándome, así que agrego—. No se distraiga nuevamente, Oficial.
Me muero de hambre.

Suelta una risa detrás de mí. Mientras saco mis pijamas, me palmea
con fuerza el trasero y luego susurra con voz ronca en mi oreja:

—No lo haré. Apúrate.

Luego se aleja de mí caminando por el pasillo como si nada hubiera


sucedido.

Sacudo mi cabeza y me visto en un camisón a rayas blanco y negro


con shorts a juego. Levanto nuestra ropa mojada del suelo.

—¿Gabe? —lo llamo—. ¿Esta puerta del otro cuarto lleva al


lavadero? Voy a tirar nuestra ropa allí.

—Sí pero solo déjalas en el cesto. Tengo que lavar la ropa y meteré
esas también. —Hace una pausa y mientras abro la puerta para
hacer lo que dice, escucho—. Para cuando vuelvas aquí ya habré
hecho la mitad.

—Cállate —me río.

Una vez que tiro las cosas en el cesto, voy a la cocina. La lluvia
amaina fuera pero sigue cayendo. Se pueden ver relámpagos desde
la ventana de su cocina. Gabe está parado en frente de su nevera
con la puerta abierta.

—¿Qué vamos a comer?

—Bueno, veamos. Tú puedes preparar una ensalada y yo empezaré


con las chuletas de cerdo.

Gabe empieza a sacar cosas de la nevera y me las pasa a mí, que


las pongo sobre la mesa.

—Suena bien. ¿Qué más vamos a comer junto con las chuletas?

—¿Qué tal… —Cierra el refrigerador y camina hacia su despensa,


abriéndola—… puré de patatas?

Gabe me mira y yo asiento.

Ponemos las cosas en marcha, él en la cocina y yo más cerca del


fregadero, haciendo una ensalada. Le echo un vistazo, sintiéndome
un poco rara por estar en su cocina, ayudándolo con la cena. Es una
cosa tan relajada y de parejas.

Tentativamente, pregunto:

—¿Gabe?

—¿Sí? —responde sin mirarme.

No sé por qué estoy pensando esto, pero lo estoy haciendo. Es algo


que quiero saber y no quiero repetir. Por supuesto, mi gran bocaza va
a preguntarle igual.

—Te das cuenta de lo que acaba de pasar, ¿cierto? ¿No vas a


volverte loco y echarme a la mitad de la comida?

Gira su cabeza hacia mí.

—¿Qué? Ryan, no. Yo…


—No tienes que decir nada, Gabe. No quiero ver esa mirada de
nuevo y no quiero que te arrepientas, eso es todo.

Gabe camina hacia mí, poniendo sus manos sobre mi cadera para
hacer que rote mi cuerpo hacia él.

—No me arrepentí la primera vez, estaba decepcionado de mí


mismo y…

—No tenemos que hablar de eso de nuevo. —Le doy un rápido beso
antes de cambiar de tema—. Si quemas la comida, nunca te
perdonaré.

Suelta una risa y vuelve a la cocina. Mientras corto un pepino, pienso


en lo loco que fue el día. Siempre me sentí cómoda físicamente
alrededor de Gabe pero ahora ni siquiera me preocupa decir lo que
pienso y preguntarle cosas que normalmente no preguntaría. Justo
cuando estoy por preguntarle por su padre, alguien golpea la
puerta. Nuestras cabezas automáticamente se giran hacia el ruido.
Mis ojos se ensanchan cuando reconozco a su madre, gracias a las
fotos en su mantel. ¡Ni siquiera estoy usando un sostén! Gabe roza la
parte baja de mi espalda con su mano mientras va a abrir la puerta.
Si se supone que eso es tranquilizador, no lo es.

Otra vez, recuerdo las diferencias entre nuestras familias. Esta gente
se ama mucho entre sí. Tanto que comparten cosas importantes
sobre sus vidas con los otros y le dan mucha importancia a sus
opiniones. Cuando estaba mirando las fotos antes, podía ver su
felicidad, su cercanía y el orgullo que tenían los unos de los otros. Así
es como una familia debería ser. No como el grupo de persona que
yo llamo mi familia. Incluso ahora, Gabe está un poco ansioso por lo
que piensa su madre. Puedo escucharlo en su tono ya que se
esfuerza demasiado por relajarse.

—Hola mamá, ¿qué estás haciendo aquí? —le pregunta Gabe


mientras ella entra, con pequeños círculos mojados en su chaqueta
celeste por la lluvia.

¿Cómo se ve esto a sus ojos? Yo en mi corto pijama sin sostén y Gabe


con el pecho desnudo en pantalones de pijama a las siete de la
tarde. Mi pelo sigue medio mojado y probablemente enredado por
la lluvia y el sexo. Sus labios están fruncidos mientras me mira de
arriba abajo. Me concentro en los pepinos para no tener que mirarla
y ver su inmediato desdén hacia mí. Tal vez si finjo que no está ahí,
ella desaparecerá mágicamente.

—Te envié un mensaje para avisarte que iba a venir, Gabriel. Pensé
que era raro que no respondieras pero ahora puedo ver que estabas
ocupado. Tu padre me contó sobre el día de hoy —dice como si eso
explicara todo.

Su hospitalidad sureña aparece y escucho pisadas acercándose a


mí. Oh, Dios.

—Hola. —Me doy la vuelta para verla tenderme su mano—. Soy la


madre de Gabriel, Camilla. Tú debes ser Ryan.

Dejo el cuchillo y sacudo su mano a regañadientes.

—Encantada de conocerla. —Gabe se ve tan preocupado como yo


me siento—. Gabe, voy a, um, poner esa ropa en el lavarropas.

Abandonando mi tarea, me apresuro a salir del cuarto, desesperada


por alejarme de ella.

Débilmente, puedo escuchar su conversación porque como la chica


que soy, dejo la puerta abierta un poco para poder oírla.

—Lamento no haber recibido el mensaje, mamá —dice Gabe—


. ¿Qué dijo papá?

No responde en el momento. Tiro algo de ropa en el lavarropas.

—Gabriel —lo reprende—. Es tan joven. —Oh, mierda. No eso de


nuevo —. Cuando tu padre me contó eso, quise venir a hablar
contigo y ver qué es lo que está pasando. No la trajiste a casa hoy.
Por lo que están cocinando ahora, todavía no han comido.

Escucho a Gabe dando vueltas, probablemente controlando la


comida. Trato de ser tan silenciosa como puedo para poder
escuchar todo.

—No quiero que cometas los mismos errores nuevamente. Y tiene


tatuajes, Gabriel.

Mierda. Probablemente vio mis tatuajes cuando me alejé. Ves, esto,


nosotros, no somos algo bueno.
—Mamá, te quiero, pero detente, por favor. Sabes que nunca traigo
a una chica para que la conozcas hasta que estoy seguro. No he
visto a Ryan desde hace mucho.

—¿Y ella ya ha pasado la noche? ¿Ya tan cómoda en tu casa que


está haciendo una carga de ropa? —interrumpe ella.

—Es su primera vez aquí. Solo escúchame un momento. Sí, Ryan es un


poco joven y tiene tatuajes, pero es una buena chica, mamá. Estoy
seguro de eso. —¿Buena? ¿De qué demonios está hablando?—. Ella
me gusta mucho. Una vez que termine de conocerla como quisiera,
nos reuniéremos para cenar. —¡Gracias por preguntarme sobre esto,
Gabe!

—Bien. Es solo que no quiero que te lastimes más, Gabriel. Eres


demasiado bueno para tu propio beneficio y a veces olvidas algunos
indicadores claves.

—Lo sé, pero no la juzgues basada en esta noche o en su edad o


cualquier otra cosa. No está bien —dice él suavemente—. Cuando
esté listo y cuando Ryan esté lista, puedes conocerla oficialmente,
aprender de ella, llegar a conocerla, y luego verás que es diferente.
Hasta entonces, no la juzgues.

Si no estuviera aquí escondida y si su madre no estuviera allí, correría


y lo abrazaría.

—De acuerdo entonces. No lo haré. ¿Vas a venir mañana?

El armario sobre la lavadora cruje cuando lo abro para buscar el


detergente. Me estremezco ante el recuerdo de porque estoy aquí,
así que no importa si me escuchan.

—No. Tengo turno de tarde.

—Tal vez la próxima semana entonces. Yo mejor me pongo en


marcha.

—Adiós, mamá.

—Adiós, Gabriel.

Escucho pasos alejándose, una puerta abriéndose y cerrándose, y


luego más pasos acercándose. Pulso los botones para iniciar el ciclo.
La puerta se abre, y Gabe se encuentra al otro lado. Sus labios
quieren hablar, pero yo prácticamente lo abordo abrazándolo. Sus
brazos se van automáticamente a mi alrededor, a pesar de que él
está confundido.

—Lo siento, estaba espiando, pero gracias por lo que dijiste —le
susurro en su cuello.

Él se ríe por mi reacción, finalmente devuelve mi abrazo cuando dice


en serio:

—De nada. —Cuando me alejo, añade—: Vamos. Necesitas terminar


tu trabajo porque la comida está a punto de estar lista.

Mientras estamos caminando a la cocina, le pregunto:

—¿Sabías que si te conviertes en policía podrías ordenarle a la


gente?

Gabe se ríe.

—No. Eso es solo una ventaja. —Después de que estamos de vuelta


en nuestros lugares, él dice—: No me gusta ordenarle a la gente. No
de la forma en que estás pensando de todos modos.

Ruedo los ojos, ignorándolo. Diez minutos más tarde, estamos


sentados a la mesa para comer.

Distraídamente, deslizo mi pie arriba y abajo a lo largo de su pierna, a


veces deslizándome debajo de sus pantalones para tocar su piel
directamente. Me doy cuenta de que esto va a hacer que pase mi
segundo domingo con Gabe. Justo cuando estoy a punto de
mencionar que él es un suertudo, sus ojos pasan de su tenedor a mí.

—Ryan, tienes que parar eso.

—¿Qué? —pregunto, confundida.

—Tu pie. Detente.

Mi pie se congela, y me doy cuenta de que estaba empezando a


subir a su muslo. Alejo mi pie.

—Lo siento, no estaba realmente prestando atención.

Él ríe.
—Apenas sabía lo que estabas haciendo, y era todo lo que podía
pensar.

Él sacude su cabeza, tomando otro bocado de comida.


No puedo evitar sonreír. Después de un momento, le felicito por la
cena y luego, finalmente, digo lo que iba a decir.

—Eres un tipo con suerte, ya sabes.

—¿Oh sí? ¿Por qué es eso?

—Estamos pasando un domingo juntos de nuevo. Te estás


convirtiendo en Mi Día a Nuestro Día.

Gabe sonríe.

—Soy muy afortunado entonces.

Comemos el resto de nuestra comida en relativo silencio. Ayudo a


Gabe a guardar las cosas y a lavar los platos. Con una mirada al
reloj, me doy cuenta de que podría necesitar comunicarme con Viv.
El día de hoy ha sido tan agitado que olvidé que me estaba
esperando para ir con ella a una fiesta esta noche.

—Vuelvo enseguida —le digo a Gabe. Agarro sus llaves que están en
la puerta y desbloqueo su coche. Mi bolso está todavía allí porque
estaba demasiado ocupada mojándome para recordar agarrarlo.
La lluvia se ha detenido momentáneamente, por lo que salgo
corriendo para conseguir mi bolso, limpiando mis pies en el tapete
cuando vuelvo. Cierro sus puertas y cierro la puerta de la casa—. Me
olvidé del mensaje de texto para Viv —explico cuando veo que
Gabe me mira con curiosidad.

—Voy a ver la ropa —dice sobre su hombro, ya alejándose.

Decido llamarla rápidamente en lugar de un mensaje de texto. A


veces, simplemente no tengo ganas de molestarme con un texto. Y
con todas las preguntas que Viv podría disparar contra mí,
diciéndoselo verbalmente es mucho más rápido.

—¿Dónde estás? Estaba en tu casa. Tu coche está aquí, pero no


estás. ¿Sigues con Gabe?
—Sí, lo siento, te llamo pronto. —Echo un vistazo por el pasillo, viendo
que la puerta sigue abierta un poco—. Las cosas no han ido
exactamente como estaba previsto hoy.

—¿Qué quieres decir? ¿Está todo bien?

—Sí, todo está bien. Te lo explicaré más tarde, pero no voy a ir a la


fiesta de esta noche.

Viv suspira.

—Ryan, ¡es una gran fiesta! Sabes que siempre lo son cuando los
chicos de la fraternidad arrojan una. No puedo creer que no vengas.

—¿Por qué estás tan molesta por una fiesta? —pregunto


sospechosamente.

Viv se tranquiliza un momento.

—Te necesitaba como respaldo, porque iba a salir con ese chico.
¡Eres mi plan de seguridad, lo sabes! ¿Quién va hacer mi excusa si las
cosas van al Sur?

—¿De verdad quieres pasar el rato con ese chico? —le pregunto,
mirando a la puerta ocultando a Gabe y el sentimiento de
culpabilidad que me invade.

—Sí, pero no lo dejes por mí, Ryan.

—No, está bien. Dije que iba a ir contigo. —Lamento toda palabra
que sale de mi boca cuando Gabe sale del cuarto de lavado y
empieza a caminar hacia mí con un propósito—. Conseguiré que
Gabe me lleve a casa, y me preparo para la fiesta. —Gabe frunce el
ceño ligeramente, pero no dice nada mientras agarra mis caderas,
tirándome contra él. Dios, él esta duro de nuevo.

—No, Ryan, no hagas eso. ¿Qué tal esto? Estarás en modo de espera
y si te necesito, te mando un texto. Entonces el oficial puede correr
contigo aquí para salvarme.

—¿Quién es ese tipo de todos modos? —pregunto, preguntándome


por qué está tan preocupada. Nombra el líder de los chicos de la
fraternidad. Alguien con quien me acosté antes, pero ella no lo sabe.
Si todos con quienes me he acostado estaban fuera de su alcance,
tendría que recurrir a los novatos en su mayoría—. No tienes que
preocuparte por él, Viv, pero mi teléfono estará en el volumen más
alto, ¿de acuerdo? —Gabe comienza a besar mi cuello. ¿Qué lo
tiene tan caliente de repente?

—Está bien. Diviértete —canta ella.

—Mhm. Adiós.

Su voz gruñe contra mi cuello.

—¿Tengo que llevarte a casa?

—No. —Respiro mientras sus manos se deslizaban por mi cuerpo,


haciendo que mi camisa suba también.

—Bueno. —Sus labios se arrastran sobre mi hombro.

—¿Qué vamos a hacer para el resto de la noche? —le pregunto


mientras la lluvia empieza a caer de nuevo.

Gabe levanta la cabeza para mirarme, con una sonrisa en sus labios.

—¿Qué es lo que quieres hacer, Ryan?

Pienso en ello durante un momento antes de que la bombilla se


apague por encima de mi cabeza. Es un poco como un juego y
nunca he hecho nada realmente como esto antes, pero vale la
pena intentarlo.

—Creo que deberíamos estar en la cocina un momento, luego a la


sala de estar, y luego pasamos a la habitación de invitados. —Dejo
que mis dedos se arrastren por su pecho—. ¿Y tal vez el cuarto de
lavado? ¿Y contra esa pared en el pasillo también?

Gabe inclina su cabeza.

—¿En todas las habitaciones de mi casa?

Inclinándose cerca para susurrarle al oído, digo:

—Sí, quiero que me folles en cada habitación de tu casa.

Gabe se tensa, pero luego camina a mi alrededor. Estoy a punto de


preguntarle que está haciendo, pero solo cierra las persianas de la
ventana de la puerta.

—Sobre la mesa.
Un estremecimiento me recorre debido a su orden. Muevo una silla
fuera del camino y salto hasta sentarme en la mesa. Él desaparece
por el pasillo y entra en su baño, pero vuelve a aparecer momentos
después con un condón. Gabe se acerca y empuja las servilletas,
saleros y pimenteros, que están detrás de mí, fuera del camino antes
de asentarse finalmente entre mis rodillas. Toma mi cintura y me
inclina hacia adelante, así que estoy en el borde de la mesa.

—Levanta tus caderas.

Con mis manos a cada lado, lo hago. Gabe engancha sus dedos en
la cinturilla de mis pantalones cortos y les da un tirón. Dios, es muy
caliente cuando se pone así. Está pensando con claridad acerca de
una sola cosa, y eso es lo que está a punto de hacer para mí. El
condón se arroja sobre la mesa antes de que Gabe tire de la silla,
tomando asiento.

—Acuéstate en la mesa, Ryan.

Me recuesto sobre la mesa cuando Gabe extiende mis rodillas,


murmurando sobre lo mojada que ya estoy. Besa mi cara interna del
muslo, pero cambia al otro antes de finalmente poner su boca sobre
mí, su barba rascándome la piel. Mierda. Cuando miro, todo lo que
puedo ver es una cabeza llena de rizos entre mis piernas. La boca de
Gabe es caliente como él, chupa mi piercing con su lengua. Mi
mente y cuerpo se entregan completamente a él en ese mismo
momento. Estoy perdida en un océano abrasador, un placer sin fin.

Cuando Gabe me lleva al borde del abismo, me empuja hacia atrás,


haciéndome esperar. Me manda sentarme y ponerle el condón, mis
manos temblando con necesidad. Y luego me folla sobre la mesa de
la cocina. Mi cuerpo está débil y temblando por el orgasmo, pero
Gabe me carga y nos vamos a la habitación de al lado. Después de
cada poderoso clímax que me hace gritar desde el fondo de mis
pulmones, no creo que pueda hacerlo de nuevo. Estoy sin energía
hasta que Gabe me lleva al siguiente lugar y me pone caliente y
húmeda hasta el punto en que tengo que tenerlo dentro de mí otra
vez.

Una vez que hacemos nuestras rondas, nuestra ropa en algún lugar
entre su habitación y la cocina, él salta sobre la cama. Gracias a
Dios. No creía que su energía jamás se agotara. Por desgracia para
él, no estamos cerca de terminar aún. Mi boca se hace agua con lo
que quiero hacer. Sus ojos fruncidos me miran mientras me arrastro
sobre él, mis pechos rozando sus piernas.

—Ryan —comienza como envuelvo mis dedos alrededor de su pene


y arremolino mi lengua por la punta. Él gime al instante, y sé que está
muy sensible. Lamo y chupo abajo de su eje, sacando ruidos de
Gabe mientras lo hago.

Lentamente, regreso y lo llevo a mi boca. La mano de Gabe va a la


base de mi cuello. No lo necesito para guiarme, sin embargo. Con
una cuidada facilidad, bajo más y más hasta que no puedo hacerlo
sin tener arcadas. Él está tenso y salado en mi boca. Cuando de
repente chupo y Gabe maldice, nunca me he sentido tan bien
acerca de esto en toda mi vida. Le trabajo con mi mano y boca
hasta que un chorro caliente golpea la parte posterior de mi
garganta, causando que Gabe murmure algo incoherente. Al verlo
mirarme, me alejo, lamo mis labios deliberada y perezosamente
antes de tragar.

Él niega con su cabeza un poco, pero hay una leve sonrisa en sus
labios. Me arrastro para estar junto a él, agotada como si me hubiera
golpeado. Cuando me pongo cómoda en sus brazos, mi teléfono
suena desde la cocina.

—Maldita sea —me quejo—. No quiero levantarme.

Gabe se ríe.

—Voy a buscarlo.

Él se va, y oigo que responde por mí, volviendo segundos más tarde
con el teléfono tendido hacia mí.

Un vistazo a la pantalla me dice que es Viv.

—Hey, ¿qué pasó? —pregunto mientras Gabe vuelve a la cama.

—¡¿Has dormido con él, Ryan?! —grita ella y yo me estremezco. No


pensé que él lo recordaría, pero supongo que lo hizo. ¿Por qué se lo
diría de todas formas?—. Maldita sea, Ryan. ¡¿Cómo se supone que
llegaré incluso a conocer a un chico si has dormido con la mitad de
los hombres del campus?! No lo quiero si tú lo has tenido.
—¿Qué estás tratando de decir, Viv? ¿Cómo siquiera surgió esto?

—¡Él estaba ebrio e hizo un comentario sobre cómo te folló y cómo


deberíamos tener un trío! —Se tranquiliza y toma un respiro
profundo—. Eres mi amiga, Ryan. Lo que quiero decir es que me
sentiría mucho mejor si viera o durmiera con un chico y supiera que
no has dormido con él ya.

—Lo siento. ¿Quieres una lista? —bromeo.

—No, solo adviérteme la próxima vez ¿está bien?

—Bien.

Colgamos el teléfono, le doy un vistazo a Gabe, que se ha quedado


dormido. Pongo mi teléfono en silencio, lo coloco en su mesita de
noche y me acurruco con él. Inmediatamente me tira más cerca.
Pronto, caigo en un sueño profundo.

***

Esta vez, cuando despierto estoy de lado, mirando el borde de la


cama. Un brazo de repente se posa en mí, y Gabe me empuja
contra su pecho. Trato de no moverme o dejarle saber que estoy
despierta. No quiero a su vez despertarlo.

Un par de minutos pasan antes de que Gabe me acaricie el cuello.

—Estás despierta ¿no? —masculla.

—¿Cómo lo sabes?

—Estás muy quieta.

Rio.

—Lo siento trataba de no despertarte.

—De todos modos es hora de levantarnos —dice, y miro el reloj. Son


las siete treinta de la mañana.

—¿Me vas a dejar hacerme cargo de tu día? Hay un lugar al que te


quiero llevar.

Me doy la vuelta en sus brazos.

—¿A dónde?
Gabe sacude su cabeza.

—No lo diré. Podrías no ir si te lo digo. Así que será una sorpresa.

¿Una sorpresa? Del tipo en la que sí sé de antemano, no me gustaría


ir.

—Bien, ahora estoy asustada.

Gabe ríe, su sonrisa es algo hermoso para ver esta mañana.

—No te preocupes, Ryan. Solo seremos tú y yo. Tendremos el


desayuno, duchas y luego saldremos.

Eso es justo lo que hacemos. Aunque, debió de haber dicho solo


ducha porque tomamos una juntos. Son alrededor de las once
treinta cuando nos vamos. Gabe me lleva al centro y me doy cuenta
de que vamos al museo de arte. ¿Aquí es a donde quería llevarme?
Me mira buscando una reacción negativa, pero no se la voy a dar. Si
es aquí a donde me quería llevar, entonces tendré una mente
abierta. Gabe toma mi mano y me lleva adentro cuando le sonrío.

—¿Por qué querías traerme aquí? —pregunto curiosa.

—¿Honestamente?

—Puedes mentir si quieres. —Me rio, golpeando su hombro. Gabe


sonríe—. Quiero saberlo, Gabe —digo seriamente.

—Me encanta observar todo el arte. Es pacífico y hay algo


fascinante sobre ser capaz de ver cada trazo en la pintura. Verás a
qué me refiero. —De verdad lo espero porque no quiero
decepcionarlo. Hay un par de personas paseando alrededor, y
llegamos a la primera pintura colgada en la pared. Es una imagen
durante el otoño de los árboles coloridos, y el cielo es de un azul
brillante punteado con nubes. Hacia el lado derecho, hay una
cabaña de madera enclavada en las montañas. Gabe se sitúa junto
a mí, su cabeza inclinada mientras la examina. Trato de ver lo que él
ve.

No hay duda de que es una pintura hermosa. Mirándola de cerca,


puedo ver la textura de las distintas pinceladas a lo largo de la
superficie. Pensar que cada pincelada individual hizo la imagen
única, sí parece fascinante como dijo Gabe.
Nos movemos sobre la siguiente la cual es un océano tormentoso y
un faro. Esta es maravillosa. Quiero llevarla a casa y absorberla toda.
Tomar tiempo para apreciar todos los colores y detalles que la
hicieron verse así. Casi deseo tener un talento artístico, así podría
crear algo como esto.

—Guau —susurro.

—¿Te gusta esta? —pregunta Gabe.

—Sí, me gusta.

Él aprieta mi mano.

—Esta es mi favorita.

Nos movemos por todo el lugar mirando todas las diferentes piezas
de arte. Pero cuando llegamos tras una pintura grande que tiene su
propia pared, estoy impresionada. Por un lado, es simple. Una pintura
de fuego. Naranja, rojo, blanco, todos mezclados entre sí sobre un
fondo negro. Ni siquiera puedo empezar a absorber su
magnificencia. Después de cinco minutos sin que haga un
movimiento para ir hacia la siguiente pintura, Gabe se para junto a
mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura, y posa su barbilla
en mi hombro. Como si colocándose de esa forma, pudiera ver
exactamente lo que me ha cautivado.

Trato de entenderla. Las llamas casi parecen estar combatiendo con


ellas mismas. Desordenadamente yendo de un lado a otro
estirándose hacia arriba. Veo pequeñas manchas blancas en la
cima, y estoy convencida de que el fuego está tratando de alcanzar
el cielo. Éste, enorme infierno se siente como que está luchando con
sí mismo mientras espera estirarse al cielo. Me pregunto si el artista se
sentía furioso y perdido al ser tirado en tantas direcciones diferentes.

Eso es lo que siento mientras mis ojos pasan sobre cada pincelada.
Las violentas llamas bailan con el viento como si fuera forzado a ir en
cualquier forma diferente siendo empujado mientras luchan por subir
hasta llegar a su destino deseado. Es mucho para mí. Quiero seguir mi
propio camino, pero estoy enredada con la compulsión de mis
padres y sus esperanzas para mi vida. Y como el fuego batallando
contra las manos invisibles de los gustos del aire, lucho contra mis
padres. Mientras trato de encontrar un terreno neutral, termino
peleando conmigo misma también y destruyendo lo que está a mi
alrededor. Quiero alcanzar el cielo. O por lo menos ser una estrella. Es
mucho más tranquilo allá arriba que aquí abajo con el fuego.

Me abrumo con todo lo que hay, es demasiado que admitir.


Débilmente, sé que la volveré a ver de nuevo. Me habló y quiero
regresar después para examinarla más a fondo. Tal vez incluso
encontrar respuestas.

—Esta es mi favorita. Manos abajo —murmuro, no queriendo hablar


muy fuerte. Quiero contarle más, explicárselo, pero no creo que
pueda. En vez de eso, me doy la vuelta en sus brazos para
encontrarme con esos ojos cafés.

—Gracias por traerme, Gabe.

Él suelta una risita.

—De nada. Estoy feliz de que lo hayas disfrutado tú misma, pero hay
más que ver, sabes.

Con un beso rápido, a regañadientes lo dejo guiarme al resto de las


obras. Es relajante, por extraño que parezca. Nunca creí que
disfrutaría algo como esto. Aburrido es la primera palabra que
vendría a mi mente. No más. Cuando terminamos, nos dirigimos fuera
y caminamos un poco retirado a un restaurante italiano para un
almuerzo tardío.

—Si te gustó eso, tal vez podamos hacer un viaje a Raleigh. Tienen un
gran museo allí que me encantaría ver —me dice Gabe con un dejo
de emoción. Él realmente ama estas cosas, y yo nunca hubiera
pensado eso.

—Sí, claro. Eso suena divertido.

Después de que ordenamos, la seriedad se asienta sobre nosotros. A


mí particularmente no me gusta o quiero que sea de esta manera.
No hoy de todos modos. Gabe tiene una mano debajo de la mesa,
sus dedos bailando por encima de mi rodilla.

—¿Todavía te especializarás en francés?

Retengo un gemido, me encojo de hombros.


—No estoy segura de sí quiero hacerlo. Hay demasiadas opciones. Es
imposible decidir, Gabe. —Él me da una mirada severa, de
desaprobación, y siento la necesidad de continuar—. Francés fue
una decisión precipitada de todos modos. Lo hice en un par de días.
Se podría pensar que después de un año en la universidad, me
gustaría tener más de una idea, pero no.

—Ryan —interrumpe Gabe antes de seguir adelante—. Especialízate


en francés. —Su tono es autoritario como cuando tenemos sexo.

—Pero, ¿y si lo odio? ¿O qué si soy terrible en ello?

—Tienes que hacerlo para saber cualquiera de esas cosas.

Es verdad. Él tiene un punto.

—¿Por qué no hablamos de ti?

Me irrita un poco cuando él sonríe y dice:

—Vamos a hablar mucho. ¿Qué es lo que quieres conocer o


discutir?

Le entrecierro mis ojos, tomando un sorbo de mi agua helada porque


este lugar no tiene ningún Sunkist. Después de pensarlo un poco, lo
sé.

—Bien. Dime de qué hablaba tu madre la otra noche cuando dijo


que pasas por alto signos clave que te causan salir lastimado.

Gabe pierde su sonrisa, y le pido perdón antes incluso de que


responda. El camarero nos lleva nuestros platos. No es hasta que
hemos empezamos a comer que Gabe me dice:

—A veces tengo más fe en la gente de la que merecen. Les doy


oportunidades que no deberían tener. Debido a eso,
consecuentemente ignoro las señales que muestran que me harán
daño al final. Eso es todo. —Él parece muy vago, así que decido
dejarlo pasar.

—¿Jugaste a cualquier otro deporte aparte del fútbol cuando eras


niño?

—Sí, jugué béisbol también.


Mmm. Solo podía imaginarlo en un uniforme de béisbol. Es aún más
caliente que la foto de futbol en su repisa. Me pregunto dónde está
esa imagen porque quiero verla. Él tiene el culo perfecto para esos
pantalones.

—¿Alguna vez desearías no haber dejado el tenis? —pregunta.

—No. —Niego con la cabeza—. Era demasiada presión.

—Pero, ¿y si la presión ya no estuviera allí? ¿Lo jugarías otra vez?

—Probablemente no soy tan buena ahora. Ha pasado mucho


tiempo —¿Por qué me está preguntando esto?—. He hecho un poco
de todo, ¿recuerdas? Tenis, softbol, gimnasia, atletismo, natación,
piano, violín, coro, español, danza, teatro; nombra algo,
probablemente lo he probado. Incluso tomé una clase de kickboxing
una vez, pero eso era demasiado masculino para que mis padres lo
pudieran manejar.

La boca de Gabe cuelga ligeramente abierta.

—No estabas exagerando. Guau. —Se sienta de nuevo en su


asiento, asimilando lo que dije—. ¿Y no amaste nada de ellos?

Niego con la cabeza.

—En realidad no. Todos ellos tenían cositas interesantes que he


disfrutado, pero ¿decir que me encantaron? Aprender español era
probablemente lo más cercano a eso. —Hablar de esto me está
derribando. Todo lo que está haciendo es hacerme dar cuenta que
me falta pasión para cualquier cosa en este mundo.

El camarero trae la cuenta y una vez que Gabe ha pagado, nos


vamos. Me llevo mis cosas conmigo, así Gabe puede dejarme en
casa ya que tiene que ir a trabajar. El viaje va extrañamente en
silencio, pero Gabe habla una vez que paramos en el
estacionamiento de mi complejo de apartamentos.

—No te preocupes tanto sobre eso, Ryan. Encontrarás esa cosa que
te marque. Lo prometo.

Le doy una media sonrisa.

—Gracias. Me divertí mucho, así que gracias por eso también.


—Te veré en algún momento. Estaré trabajando mucho el próximo
par de semanas, especialmente con Halloween, así que no estoy
seguro de cuándo podré volver a verte.

—No trabajes demasiado duro, Gabe. Hasta luego. —Me inclino


sobre la consola, le doy un largo beso, y luego entro a mi casa.

Tengo un montón de tareas que hacer, y tengo que tomar una


decisión sobre mi disfraz de Halloween.
Capítulo 9
Gabe
Traducido por *eliza* y Emotica G. W

Corregido SOS por Azhar23

El trabajo ha sido una locura y estrés. He estado trabajando


prácticamente sin parar durante dos semanas, y esta noche va a ser la
más loca de todas gracias a Halloween. Sin embargo, tengo el día libre
mañana. Finalmente. Y no he visto a Ryan desde el fin de semana que
se quedó en mi casa. En realidad, no he hablado con ella desde hace
mucho. No es que no haya querido, pero a causa de las transferencias y
un disparo reciente, todos estamos trabajando horas extras para
compensar el estar sin un par de personas. Estaré listo cuando contraten
a alguien.

Esta noche, mi compañero, Fredrick, y yo estamos patrullando el centro.


Halloween pone a todos locos. Estamos cerca de las peleas, disturbios o
cualquier cosa a la que podamos ser llamados. Hay otra pareja en la
zona también. Son casi las dos de la mañana, y estamos estacionados
en la calle después de conseguir un poco de café.

Las aceras están llenas de personas con trajes, muy probablemente


rebotando de un club a otro. La mitad de ellos están borrachos. Del
mismo modo me pregunto lo que Ryan puede estar haciendo esta
noche; Fredrick dice algo inapropiado, algo que hace a menudo.

—Mierda. Mírala. Lo que yo haría para conseguirla. Hombre. —Él sacude


su cabeza hacia el par de chicas que caminan más allá de nosotros.

Cuando miro, veo que es Ryan. Ella está con Viv, que está vestida como
enfermera, y se ve como si fuera una especie de chica sexy de salón de
un western o algo así. Hay una boa de plumas colgando de su cuello
para que coincida con su traje negro y rojo. El "vestido" apenas cubre su
culo o sus pechos en cuestión y lleva puestas unas medias negras que
llegan a la mitad del muslo. Ellas están tropezando por la acera, riendo.
Obviamente está borracha aunque es menor de edad. No me debería
sorprender porque cuando la conocí, estaba con resaca.

—Maldición. —Él silba cuando ella cae hacia adelante, mostrando su


culo, y Viv apenas lo cubre.

—Cállate. —Me tenso, sintiéndose de repente muy posesivo sobre Ryan.


No quiero que hable de ella, especialmente así.

—¿Qué? —pregunta él, ajeno—. Está buena. Ambas lo están, pero las
pelirrojas son supuestamente locas en la cama.

—¿Vas a parar? —murmuro antes de levantarme. Le oigo preguntar por


qué, pero la puerta cerrándose lo interrumpe. Él se apresura después de
mí.

—Ryan —llamo antes de que lleguen demasiado lejos. Su risa es fuerte,


pero se giran.

—¡Gabe! ¿Eres mi regalo de cumpleaños? —le grita ella en un gran


insulto. ¿Regalo de cumpleaños? Es Halloween. ¿Cuán borracha está?

—¿Conoces a esta chica? —dice Fredrick cuando finalmente se pone


al día.

—Sí, estoy saliendo con ella. —Le oigo decir "oh" justo antes de llegar a
las chicas—. Guau, hey, Ryan. —Ella torpemente envuelve sus brazos
alrededor de mí.

—¡El mejor regalo del mundo! —grita ella en mi oído. Ryan besa
descuidadamente mi cuello—. ¿Vienes a casa con nosotras?

—¿Es a dónde vas?

—¡Sí! Bueno, no podemos encontrar mi coche, y sabemos que no


necesitamos conducir, por lo que íbamos a dormir allí. ¿Ves? ¡Borracha
pero inteligente, Gabe!

—Fredrick y yo te llevaremos a casa. Vamos. Fredrick, ayúdala por favor


—le digo, refiriéndome a Vivian.

—¿Deberíamos estar haciendo esto? —pregunta él, con escepticismo.


—Ayúdala. —Chasqueo. Él no va a interrogarme en este momento. Las
manos de Ryan comienzan a vagar por mi pecho mientras murmura
algo acerca de mí faltando.

—Ryan —le digo en voz baja, agarrando sus manos—. Tenemos que
caminar.

—Siempre una decepción. Bueni-buena maldición. ¡Caminemos


entonces!

Una vez que envuelvo un brazo firmemente alrededor de su cintura, es


como si Ryan se da por vencida. Se inclina hacia mí por completo y me
permite que la lleve al coche. Conseguimos ponerlas a ambas en el
asiento de atrás, Ryan murmurando para Viv acerca de su cumpleaños.
Sin duda, no es su cumpleaños. Por un lado, está ebria en Halloween, así
que tal vez quiere que sea su cumpleaños. ¿O no me ha dicho que hoy
es su cumpleaños? Podría haber intentado más fuerte terminar el
trabajo para hacer algo con ella o comprarle algo si lo hubiera sabido
antes de este segundo.

Mientras nos acercamos a su apartamento, los murmullos cesan. Echo


un vistazo en el espejo retrovisor para ver que se inclinan una contra la
otra, dormidas. Genial. Va a ser divertido verlas llegar a esas escaleras y
al apartamento.

—Yo, uh, lo siento por lo que dije —me dice Fredrick.

—No te preocupes. Solo ayúdame a llevarlas hasta su apartamento


cuando lleguemos allí, y olvidaré que alguna vez lo dijiste.

Cuando llegamos al complejo, me pregunto sobre lo que Ryan estaba


hablando. Su coche está aquí, así que no lo condujeron hasta el centro.
Ella no habría encontrado jamás su coche, ya que no estaba allí.
¿En qué problemas se habrían metido si no las hubiéramos visto?

Fredrick me ayuda a despertarlas lo suficiente para sacarlas del coche.


Él camina detrás de mí con Viv a medida que avanzamos hacia el
lugar.

—Tan dulce —susurra Ryan.

—Me lo debes —le digo, aunque probablemente no lo recordará


mañana—. ¿Es hoy realmente tu cumpleaños? —No puedo dejar de
preguntar.
—Sí. Eso es lo que dije, Gabe. —Ella se ríe en voz baja—. Es curioso, ¿no?
Nací en Halloween y soy la peor pesadilla de mis padres. Qué
apropiado. —Ryan empieza a reír como si fuera realmente divertido.

Me mata cuando dice cosas así, pero sé lo que significa. Lo he visto de


primera mano. Quiero preguntarle por qué no me dijo acerca de su
cumpleaños. En su lugar, le pregunto dónde está su llave cuando
llegamos a su puerta. Ella mete la mano en su sujetador y recuerdo
cómo hacía eso desde que ese gilipollas la tenía contra su puerta una
noche.

—El lugar más seguro —dice ella, entregándomela.

La tomo y abro la puerta.

—Fredrick, solo vamos a ponerlas en su cama y luego nos vamos.

—Está bien.

—Sabes —comienza Ryan—. Podría haber follado con cuatro tipos


diferentes esta noche. Cuatro.

Aprieto la mandíbula a medida que las chicas entran en la cama.

—¿Oh sí?

—Sí. Pero no lo hice —canta ella, agitando un dedo hacia mí—. Se


supone que debo comportarme, y me he sentido mal. Gracias a ti,
Gabe. ¿Estás molesto?

Ponemos las mantas sobre ellas. Se ven ridículas en sus trajes mientras
yacen en la cama. Viv ya se ha desmayado. Fredrick sale
silenciosamente.

—No, no estoy molesto —le respondo.

—No te dije acerca de mi cumpleaños. ¿Estás molesto por eso? —Ryan


entrecierra los ojos, tirando de sus cejas juntas mientras frunce el ceño,
con cara de preocupación sobre la posibilidad de que podría estar
molesto con ella.

Me inclino y la beso en su frente.

—No, no estoy molesto. Nos vemos mañana, ¿de acuerdo?

Ella asiente, ya a la deriva del sueño. Pongo su llave en la mesa de café


y luego cierro la puerta de adentro antes de salir. Ella dijo que no durmió
con nadie, sus cuatro chicos disponibles, pero todavía me molesta. No
hemos declarado exclusividad entre nosotros ni nada. El simple
pensamiento de cómo había sido perseguida por alguien que no fuera
yo esta noche es irritante. Y no solo una persona. Cuatro personas. Yo la
conozco mejor que ellos, ¿cierto? Ella me habla, me habla sobre las
cosas más importantes en su vida. Eso significa algo, ¿no?

¿O soy yo, una vez más confiando en una chica, esperando que ella
sea de una forma, cuando es realmente lo contrario? No, no creo eso.
En algún nivel, creo que ambos sabemos que ella es mía. Dijo que no
durmió con los chicos, por mí. Sigo pensando que es demasiado pronto
para que conozca a mi madre, pero he odiado no haber estado
mucho alrededor de ella últimamente. Honestamente, la he echado de
menos. Me gustaría que me hubiera hablado de su cumpleaños. ¿Es
porque sus padres arruinaron eso también? Eso no explica por qué no
me lo hubiera dicho, sin embargo. Tal vez solo he estado demasiado
ocupado, así que ella no lo mencionó.

Ryan está en mi mente durante el resto de mi turno. Estoy tan dispuesto


a verla mañana, sobre todo después de verla esta noche.

***

Son las tres de la tarde cuando llego a fuera del apartamento de Ryan,
llamando a su puerta. Su cabello se lanza en una alta cola de caballo, y
está llevando una sudadera negra con capucha azul. Gime cuando me
ve.

—Lo siento, Gabe —dice ella cuando levanto una ceja—. Pero veo que
significa que no estaba imaginando nada anoche. Vamos. —Ryan se
hace a un lado para que yo pueda entrar.

—¿Lo recuerdas?

—Por desgracia. —Ryan se sienta en el sofá, y me siento a su lado—.


¿Qué es lo que más te molesta? ¿Que estaba tan borracha que ni
siquiera sabía que no tomamos mi coche y que no debería haber
estado bebiendo porque soy menor de edad? ¿Los cuatro chicos con
los que podría haberme acostado? ¿Que no te dije acerca de mi
cumpleaños? ¿O el hecho de que te avergoncé delante de tu
compañero? ¿Todo lo anterior? —Ella me mira con nerviosismo.

Sí, los chicos me molestan, pero eso no es lo que más me molesta.

—Tu cumpleaños. ¿Por qué no me lo dijiste, Ryan?


Ella se encoge de hombros.

—Es solo otro día, Gabe.

Tomo su mano que está descansando en su regazo.

—Ven aquí. —Una vez que la he tirado en mi regazo con ella sentada
de lado, continúo. —No es “solo otro día”. Es tu cumpleaños y uno
grande también. El gran 20, ya no eres una adolescente.

Ryan parece confusa.

—¿Por qué importa? Estuviste trabajando, por lo que no habrías sido


capaz de celebrarlo conmigo. Demonios, realmente no estuve
celebrando por el cumpleaños de todos modos. Me vestí y fui de fiesta
porque era Halloween.

Por un momento, todo lo que puedo manejar es un ceño fruncido.


Antes de que pueda hablar, Ryan empuja su hombro contra el mío.

—¿No deberíamos estar teniendo sexo caliente en este momento? No


te he visto en mucho tiempo.

La sola mención de cuánto tiempo ha pasado desde que hemos tenido


sexo, pone a mi polla dura, y Ryan sonríe. Niego con la cabeza para
alejar esos pensamientos a la fuerza.

—No. No deberíamos. —Ryan pierde su sonrisa—. ¿Qué está mal con tu


cumpleaños, Ryan?

Se tensa, se retuerce firmemente como aquel día en que su madre


estuvo aquí. Ryan se levanta, camina hacia la puerta, y la abre,
confundiéndome completamente. Su voz no tiene pelea alguna en ello.
Suena cansada, realmente.

—Solo lárgate. Por favor.

¿Qué me estoy perdiendo?

—Ryan —empiezo cuando me levanto, pero me interrumpe.

—Vete, Gabe. Estaba borracha y honestamente, desearía no haberte


dicho nunca que era mi cumpleaños. Olvídate de eso. Una vez lo hayas
hecho, entonces eres más que bienvenido a venir a buscarme. —Barre
su brazo dramáticamente hacia el exterior, impaciente ya que aún no
me he ido. Estoy sorprendido en su lugar—. Gabe —susurra
dolorosamente—. Por favor.
Busco en sus ojos por pistas, pero los ha cerrado más que nunca. Ryan
no está en ninguna parte para ser encontrada en esas profundidades
verdes. No sé si debo salir o pedir que me diga lo que está pasando. Los
segundos pasan cuando me quedo allí, y sé que su exterior feroz está
minándose poco a poco.

—No, no me voy —consigo decir por fin.

Su mandíbula cae, pero se cierra rápidamente mientras encuentra sus


palabras.

—Tienes que hacerlo. ¡Eres un puto policía, Gabe! Seguramente, sabes


que si te pido que te vayas, tienes que irte.

La ira de Ryan no me asusta. Agarro sus dedos de la perilla y cierro la


puerta.

—Estás dejando que todo el aire frío entre. —Esta vez, es ella quien está
sorprendida sin palabras, así que la llevo de nuevo al sofá, tirando de
ella en mi regazo una vez más. Una vez que mis brazos están con
seguridad a su alrededor, le digo—: Ahora, dime lo que está pasando.

Sus ojos buscan en los míos, al igual que lo hice antes. No sé lo que está
buscando, pero poco a poco comienza a relajarse en mí, apoyando su
frente en mi hombro, resignada. Durante mucho tiempo, Ryan no dice
nada, y no la presiono. Cuando de verdad habla, su voz es cansada.

—Ni siquiera sabía lo que era una fiesta de cumpleaños hasta que
empecé la escuela y los padres de un niño llevaron tarta a clase para
una fiesta. Quiero decir, sabía que había un cierto día del año en que
nací, pero celebrarlo era completamente ajeno a mí. Nunca tuve una
fiesta o regalos ni nada de eso. Mi abuela siempre me llevaba a cenar o
íbamos de compras alrededor de mi cumpleaños, sin embargo. Nunca
diría que era por eso por lo que íbamos. Creo que quería, pero no era
quién para ir en contra de mis padres, incluso si no estaba de acuerdo.
Ella y mi madre no tenían la mejor relación, y probablemente no quería
empeorar las cosas.

«De todos modos, de alguna manera tiene sentido porque mis padres
me compraban lo que quisiera durante todo el año. Siempre estuvieron
muy ocupados con el trabajo también. Además, compartir un
cumpleaños con Halloween significaba que tenía que disfrazarme e ir a
pedir dulces, así que funcionó. Larga historia corta, no te lo dije porque
no celebramos los cumpleaños. No en un sentido tradicional. Nos damos
unos a otros tarjetas de cumpleaños con un poco de dinero en el
interior, y eso es todo.

Mi corazón se rompe por ella. ¿Cuán jodida está su familia? No entiendo


por qué no harían algo por el día en que nacieron. Beso la parte
superior de su cabeza, sintiendo caer una lágrima sobre la piel desnuda
entre mi cuello y camiseta.

—¿Estás satisfecho ahora? —Su voz es monótona.

—¿Que me hablaras? Sí. —Una idea se forma, pero decido cambiar de


tema—. ¿Por qué elegiste un disfraz de chica de salón?

Ryan ríe, sin esperar eso. Se sienta para mirarme. Con la yema de mis
pulgares, seco sus lágrimas silenciosas.

—Me encanta ver viejos programas de televisión como Bonanza, The


Rifleman, The Big Valley. Captaste la esencia. Así que eso es lo que
quería ser. ¿Qué tan caliente era? Bueno, lo era antes de que me
emborrachara. —Ríe entre dientes.

Hago una muestra de mirar mi reloj en mi muñeca.

—Siempre eres caliente, Ryan. Necesito irme.

Frunce el ceño.

—¿Cena con tu familia?

—Sí —miento. Bueno, algo así. Se supone que debo irme, pero voy a
cancelarlo—. Te enviaré un mensaje de texto cuando me vaya, ¿y
puedes pasar la noche en mi casa?

—Tengo clase mañana.

—Tengo trabajo —digo inexpresivo. Vamos, Ryan. No me


decepciones—. Además, ¿pensé que querías sexo caliente? —Sonrío.

Ríe, juguetonamente pegándome en el brazo.

—Bien. Supongo que podría pasarme. Mejor haz que valga la pena,
oficial. —Ryan me da un beso rápido.

—Lo haré.

Después de despedirnos y un beso embriagador, me voy para mi misión


secreta. Corro alrededor de la ciudad como un loco, en busca de todo
lo que quiero. Dos horas y media más tarde, examino mi obra de
regreso en casa. Ryan debería llegar en cualquier momento. Hablando
del diablo, pienso cuando oigo una puerta cerrarse afuera. Salgo a
saludarla, así esto puede funcionar justo como quiero.

—Hey, Gabe. —Sonríe, levantando su bolso sobre su hombro. Su pelo


está suelto, y se ha cambiado desde que la vi antes. Ahora está usando
vaqueros, un suéter con cuello en V de color naranja, y una bufanda
que cuelga libremente alrededor de su cuello.

—Hey —saludo, tomando su bolso—. Tengo una sorpresa para ti.

—¿En serio? —pregunta, confundida.

—Sí. Cierra tus ojos. Te llevo adentro.

Sus ojos se cierran al instante, pero dice:

—¿Qué has hecho, Gabe?

Pongo mi mano sobre sus ojos, solo para estar seguro de que no dé un
vistazo. Sus pestañas me hacen cosquillas en la palma.

—Cierra los ojos —repito. Cuando el aleteo se detiene, pongo mi mano


libre en la parte baja de su espalda, llevándola hacia la puerta—. Dos
pasos justo delante de ti —le digo. Da los pasos—. Extiende la mano a la
puerta, por favor.

Ryan ríe y saca ciegamente su mano para encontrar el pomo de la


puerta. La instruyo hasta que sus dedos se enroscan alrededor de la
perilla. La abre y luego entra.

—¿Lista? —Estoy nervioso de repente de cuál será su reacción.

—Sí.

Mi mano se aleja. Doy un paso al lado de ella para ver lo que piensa.
Sus labios se separan mientras asimila sus alrededores. Mi casa ha sido
transformada. Hay serpentinas colgando del techo de la cocina hasta
la sala, globos flotando por todas partes. En medio de la cocina, una
piñata de caballito de mar, la cual tomó un eternidad encontrar, está
colgando. Hay una tarta situado en mi mesa con patatas fritas y platos
de Feliz Cumpleaños esperando a ser usados junto con dos de esos
sombreros de cono que los niños usan a veces. Ryan camina más en la
casa y hacia el salón, viendo un juego de Ponle la Cola al Burro y más
recuerdos de fiesta. En la parte final de mi mesa, hay burbujas
esperando para ser sopladas, serpentina gelatinosa, e incluso un mini
juego de billar.

Ryan se gira para mirarme a la cara, asombro escrito sobre sus


facciones.

—¿Qué es esto? —pregunta en voz baja, con cuidado.

Me encojo de hombros con indiferencia.

—Quería darte la fiesta de cumpleaños que nunca tuviste. —Esto


parece una idea tan tonta ahora. De ninguna manera Ryan irá por esto.
Pero poco a poco comienza a sonreír.

—¿Qué hacemos primero?

Y así comienza nuestro camino de convertirnos en niños de nuevo. Ryan


quiere hacer lo de la piñata primero y mientras lleva la venda en sus
ojos, le doy instrucciones sobre dónde girar. Pierde la primera vez,
balanceándose totalmente, demasiado lenta gracias a lo que le dije, y
la rocío con serpentina gelatinosa, causándole que ría y chille mi
nombre.

—Tan cerca. Solo un poco más alto —miento.

Pierde otra vez, y río, rociándola de nuevo. Hacemos esto un par de


veces más antes de que vaya detrás de ella y la ayude, rompiendo el
caballito de mar por la mitad. Sostengo a Ryan por la cintura y la
aparto, por lo que puedo agarrar los dulces para mí, provocando más
risas burbujear fuera de ella. Jugamos a todos los juegos, soplamos
burbujas, y participamos en una pelea de serpentina gelatinosa,
haciendo un caos absoluto de mi casa. Pero es un montón de diversión,
y Ryan no ha dejado de sonreír desde que entró en la casa.

—¡Está bien! ¡Está bien! —Se rinde desde detrás de mi sofá mientras me
agacho detrás del sillón reclinable—. ¡Tú ganas! Quiero tarta ahora. —Se
asoma sobre el sofá, y puedo ver que tiene la serpentina gelatinosa
verde toda enredada en su cabello rojo—. ¿Tregua? —pregunta.

—Correcto. Tregua. —Cuando me pongo de pie, Ryan corre a la


cocina, rociándome en su camino, riendo—. Qué vergüenza, Ryan. —
Me río entre dientes, sacándolo de mi cara. Se desliza en la silla y pongo
mis latas abajo. Están vacías de todos modos.

—¡Vamos! Hora de la tarta, Gabe.


Encuentro un cuchillo y dos cucharas y recupero el helado, sigo
adelante y saco la tapa. Ryan pide cortar el pastel, así que la dejo.
Corta una gran porción y la coloca en el plato. Levanto mis cejas
cuando la desliza delante de mí antes de levantarse y apretujarse entre
la mesa y yo para sentarse a horcajadas en mi regazo.

—¿Tengo que pedir deseos? —pregunta, pasando sus manos por mi


pecho.

—Claro. Lo que quieras, Ryan.

Sonríe, extendiendo la mano detrás de ella para deslizar el plato más


cerca para que pueda acceder mejor a él. Ryan llena una cuchara de
pastel y espera a que abra la boca.

Lo hago, completamente encendido por el hecho de que me está


alimentando. Ryan me observa, aparentemente fascinada antes de
entregarme la cuchara.

—Tu turno.

Me inclino hacia delante, presionándola entre la mesa y yo, tiro del


helado más cerca.

—¿Vainilla, chocolate o fresa? —pregunto.

—Los tres.

Riendo entre dientes, me las arreglo para conseguir un poco de los tres
en la cuchara, levantándola a sus labios. Chupa el helado de la
cuchara con más fuerza de la necesaria, y sacudo mi cabeza hacia
ella, sonriendo. Seguimos yendo de un lado para el otro hasta que el
trozo de pastel se ha ido, y el helado se ha derretido en charcos
alrededor de los bordes del recipiente.

Ryan me quita la cuchara, poniéndola en el plato de papel.

—Gracias, Gabe. Ni siquiera sé qué pensar. ¿Hiciste esto en vez de ir a


casa de tus padres? —Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, sus
dedos jugando con algunos de mis rizos.

Descanso mis manos en sus caderas.

—Sí. Mamá no estaba feliz de que lo cancelara en el último minuto,


pero lo entenderá. —Enrosco mis dedos en su espalda—. Quería hacer
esto para ti.
Descansa su frente en la mía, sus ojos cerrados.

—El mejor cumpleaños de mi vida —dice en voz baja. Cuando sus ojos
destellan abiertos, están acuosos, haciendo que me dé cuenta de su
respiración superficial, cautelosa como si estuviera tratando de no
llorar—. Gabe, yo… —Su voz se tambalea, luchando con lo que sea que
quiera decir. Su boca se cierra y se abre varias veces, pero nada más
sale, así que decido aliviar la tensión.

—Puede ser tu fiesta, pero vas a tener que limpiar este desastre porque
yo no voy a hacerlo —digo, tirando de la serpentina gelatinosa de su
cabello.

Ryan ladra una carcajada justo como esperaba.

—Eso está tan mal.

—Es broma. —Hago una pausa—. Algo así. —Ryan ríe, y empujo su
cabello detrás de su oreja.

—¿Lista para tu sexo caliente de cumpleaños ahora?

Sus ojos se oscurecen con deseo, su risa se detiene de inmediato, pero


niega con la cabeza.

—Tal vez más tarde. —Eso es inusual para Ryan. Con un abrir y cerrar de
ojos, su deseo se ha ido, y tantas emociones toman su lugar.

—Dime lo que estás pensando.

Ryan toma una respiración profunda.

—¿De verdad quieres saberlo?

—Por supuesto.

Casi parece nerviosa por un momento. Desaparece rápidamente. Me


encanta que me mire directamente, si está nerviosa o no. Va a
enfrentarlo de frente. Por último, murmura:

—Estaba pensando en nosotros y cómo... cómo esto, nosotros, me


asusta un poco.

Por probablemente la primera vez en la historia, Ryan no divaga. Espera


a que yo diga algo. Desearía que balbuceara sin fin para explicarse.

—Vas a tener que darme más que eso, Ryan. ¿Qué quieres decir?
Ella niega con la cabeza.

—Nada. Todo. No lo sé. Gracias de nuevo por hoy —repite, cambiando


de tema—. Significa mucho que hicieras esto por mí.

Trato de decidir si debería presionarla o no, pero suena su teléfono a


través de la habitación. Ryan no hace ningún movimiento para
conseguirlo. Sus ojos no me dejan. Me pregunto si quiere que curiosee
más. No me da la oportunidad de tomar una decisión.

—¿Podemos ir a ver una película? —Mira a la sala—. Tal vez en tu


habitación, ¿así no tenemos que limpiar todavía?

—Sí, estás a cargo, ¿recuerdas?

Ryan se pone de pie, y la sigo al dormitorio después de alejar el helado.


Apoyo algunas almohadas contra la cabecera de la cama antes de
acostarme con el mando a distancia, encendiendo el televisor. Ryan se
acurruca hacia mí, descansando su cabeza en mi pecho mientras
busco una película de terror. Una vez que encuentro una, pongo el
mando a distancia a mi lado, distraídamente pasando mis manos por su
cabello, sacando serpentina gelatinosa en el camino. Ryan se sumerge
en la película, pero mi mente está en otra parte.

¿Cómo la asusta el nosotros? ¿Qué estaba a punto de decir antes de


eso? Estoy lleno de preguntas sin respuesta. Mientras que estaba
pensando, mi mano deja su cabello y las puntas de mis dedos rozan su
espalda, encontrando un trozo de piel desnuda en donde su camisa
está subida un poco. Estoy tan feliz de que decidiera hacer esto por
ella. No habría pasado si no le hubiera hecho decírmelo, sin embargo.
Merecía tener una fiesta, especialmente una como ésta que estaba
llena de juegos infantiles.

Ryan levanta su cabeza para mirarme, distrayéndome de mis


pensamientos. La lujuria se ha hecho cargo una vez más. Agarra el
control remoto y apaga la película, los créditos finales desapareciendo
en la oscuridad. Ryan se sienta a horcajadas sobre mí, sentándose en
posición vertical. El dobladillo de su camisa se amontona en sus dedos
mientras tira de ella hacia arriba y sobre la cabeza. Ryan la lanza a un
lado, inclinándose para besarme.

—Estoy lista para mi sexo caliente de cumpleaños, Gabe —susurra,


besando a lo largo de mi mandíbula con barba. Ryan raspa sus dientes
sobre mi oreja.
Nos ruedo, así me cierno sobre ella. El glorioso cabello rojo de Ryan está
extendido a través de mis almohadas. En ese momento, decido que no
vamos a tener sexo caliente de cumpleaños. Vamos a hacer el amor
lento, deliciosamente abrasador. Con cada gramo de emoción en mí,
la beso. Ryan suspira en mi boca. Recorro mi lengua por sus dientes, ya
perdido. Ryan chupa la punta de mi lengua antes de deslizar la suya
contra la suya. Mis manos se convierten en puños a ambos lados de sus
hombros. Abandonando su boca, me acomodo entre sus piernas,
oprimiendo contra ella mientras beso su hombro hasta su clavícula.
Entonces sumerjo mi cabeza hacia el interior para besar la ondulación
de sus pechos.

—Quítate los pantalones —murmuro, levantándome de nuevo fuera de


ella. Me cierno como si estuviera a punto de hacer un empuje hacia
arriba mientras que Ryan trabaja rápidamente debajo de mí para
quitarse sus pantalones—. El sujetador también. —Una vez que Ryan está
completamente desnuda, mis ojos barren su cuerpo. Dios, es hermosa.
Me muevo, así solo estoy echado la mitad sobre ella, dejando parte de
ella expuesta.

Ryan lleva ávidamente mi cara de regreso a la suya para que me


pueda besar. Acuno mi mano sobre ella entre sus piernas. Inhala por la
sorpresa. Mis dedos la rozan, sintiendo cuán mojada ya está. Mi dedo
medio corre entre sus pliegues antes de hundirse más abajo,
insertándola. La pierna de Ryan entre mis piernas se mueve, rozando
contra mi erección y haciéndome gemir en su boca. Dejando eso atrás,
viajo para darle especial atención a sus pechos, ralentizando el
movimiento de mi dedo dentro de ella.

Justo cuando tomo su pezón en mi boca, empujo dentro otro dedo.


Ryan se aprieta alrededor de ellos, y sonrío. Tiro de su pezón entre mis
dientes y tiro hasta que sale, moviéndome con más fuerza dentro de
ella.

—Joder, Gabe. —Se agarra a mi camisa, queriendo quitarla—. Te quiero


ahora.

Riendo entre dientes, no tengo ningún problema en darle lo que quiere.

—Consigue el condón. —Levanto la barbilla hacia la mesa auxiliar. Lo


tiene en sus manos, rasga el envoltorio antes de que pueda
desabrochar mis vaqueros. Me los quito y me pongo de rodillas a su
lado. Ryan se sienta y rueda el condón en mí. Me acaricia un par de
veces. Me encanta cómo me siento en su mano.

—Échate, piernas bien abiertas.

Me muevo entre sus piernas, entrando rápidamente en ella. Ryan


engancha sus piernas alrededor de mi cintura, levantándose para tener
más de mí. Pongo mi mano sobre su vientre y la empujo de regreso
hacia abajo. Deja escapar un gemido bajo, solo la punta de mí dentro
de ella. Inclinándome, la beso y empiezo a moverme deliberadamente
lento. Ryan intenta empujarme más a fondo y más duro con sus
pantorrillas, pero no funciona. La mano en su estómago se mueve más
abajo para frotar su clítoris.

—Buen Dios, Gabe —respira, sus ojos fuertemente cerrados mientras me


muevo un poco más rápido, besando a lo largo de su mandíbula. Ryan
arquea su espalda cuando mi ritmo se acelera aún más, mi pulgar
moviéndose agresivamente sobre su clítoris. Se agarra a mis hombros,
apretando—. Más duro —declara.

Esa palabra mientras vibraba a mi alrededor, libera un vigor animal


dentro de mí. Golpeo en ella sin tregua, más profundo y más duro.
Cuando sus manos se extienden hacia abajo, las puntas de sus dedos se
clavan en mi culo mientras trato de empujarme aún más, pierdo todo el
control. Arremeto con todo lo que tengo, besándola con toda la pasión
que puedo reunir.

Muerde mi labio inferior, apretándose a mi alrededor, sus piernas


apretándose alrededor de mi cintura, y un gemido gutural empuja su
salida cuando se estremece debajo de mí con su punto culminante. No
paro, no puedo. No hasta que encuentro mi propia liberación. Ryan se
aprieta alrededor de mi polla y exploto con un gruñido, ralentizando
drásticamente para prolongar nuestros orgasmos. Sus piernas se deslizan
fuera de mis caderas mientras salgo y caigo a su lado.

Estoy agotado, así que voy al baño para lavarme. Cuando vuelvo, Ryan
está acurrucada debajo de las sábanas, las cuales están subidas todo
el camino hasta su cuello. Su sonrisa crece cuando me ve. Me arrastro a
su lado y se acurruca en mí.

—Hoy ha sido fantástico —susurra—. Gracias.

—De nada —respondo, mis ojos ya empezando a cerrarse. Ha sido una


semana larga, y todavía estoy tratando de recuperar el sueño. Veinte
minutos más tarde, estoy dormitando cuando oigo débilmente a Ryan
hablar.

Su voz es suave y baja con una pizca de miedo.

—Creo que estoy enamorada de ti. —Mi corazón se detiene, totalmente


despierto ahora, pero no me muevo—. No sé qué demonios se supone
que debo hacer al respecto, Gabe. Es por eso que me aterra. Tienes un
poder sobre mí y ni siquiera lo sabía. —Se contonea para acercarse a mí
y sin pensar, tiro de ella con más fuerza contra mí. Ryan se hunde en mí,
ajena a que no estoy, de hecho, durmiendo. No es hasta que siento su
respiración allanarse que lo que dijo me golpea.

¿Está enamorada de mí? ¿Eso es lo que estaba a punto de decir


antes? Casi no sé qué hacer con eso tampoco. Esto no era algo que
estuviera esperando y sobre todo no para escucharlo de esta manera.
He aprendido mucho acerca de Ryan desde que empezamos a vernos.
Sus sentimientos como que me preocupan. Solo porque no quiero herirla
o decepcionarla. Se merece mucho más que eso, y no quiero ser una
persona más en su lista de personas no lo suficientemente buenas para
ella.

No voy a dejar que Ryan se escape de mí, sin embargo. Como estaba
pensando antes, ella es mía. No quiero que vaya a ninguna parte. Solo
la quiero dónde está ahora mismo. En mis brazos. Mientras me duermo,
mi último pensamiento es que tal vez es hora de que Ryan conozca a mi
madre.
Capítulo 10
Ryan
Traducido por Lorenita_166

Corregido por Ruth m.

Me despierto a las cuatro de la madrugada, un sueño terrible en el que


le confesaba a Gabe que estaba enamorada de él, y él me rechaza.
Una y otra vez. No duermo bien, ya sabes, uno de esos sueños en los
que no puedes dejar de pensar, que te consumen lentamente, pero
que no puedes contar en voz alta. Incluso si solo es algo que deseo, y
Gabe está profundamente dormido. La gran cantidad de información
me tiene completamente perdida. ¿Qué se supone que debo hacer
con eso? ¿Esperar a que Gabe se enamore de mí? ¿Y si eso nunca
sucede? ¿Qué pasa si lo decepciono y se da cuenta que no soy lo
suficientemente buena para él?

Recuerdo que Gabe me dijo algo, sobre que era intrigante cuando me
conoció, pero eso no prueba nada, no significa que sintiera algo por mí.
Quizás era que había algo, en el momento que nos conocimos, o
puede no significar nada. No importa, porque sé sin lugar a dudas que
yo sí estoy enamorada de él. Los pequeños detalles y cosas que hace,
hicieron que me enamorara rápidamente de él. Hay algunos
momentos, como ayer, en los que no me caigo, pero tropiezo y ruedo
cuesta abajo en la colina, tomando velocidad mientras caigo, sin poder
detenerme.

Con estos malditos pensamientos en mi cabeza, dormir un poco, parece


ser algo imposible. Entonces me acuerdo que hay todo un desastre
esperándonos. Me levanto de la cama, cojo lo primero que encuentro,
que es la camiseta de Gabe, cierro la puerta despacio y camino por el
pasillo. Me detengo a observar los globos, la serpentina, el caballito de
mar roto, con todo esto, mi corazón se acelera de nuevo. Él hizo todo
esto por mí. Lo menos que puedo hacer es limpiar un poco, así no tiene
que venir a casa después del trabajo. Además, limpiar puede que
ayude a relajarme.

No me toma más de una hora dejar todo limpio, lavar los platos, poner
los juegos cerca de la mesa de la cocina. Felizmente trabajar duro me
distrae un poco.

—¿Ryan? ¿Qué estás haciendo?

Me sobresalta oír la voz somnolienta de Gabe, mi corazón amenaza con


salirse de mi pecho e irse corriendo. Levanto la mirada hacia él. Veo
que encontró un par de pantalones de pijama.

—Me asustaste —le digo, tratando de mantener tranquilo a mi corazón.

Él sonríe lentamente.

—¿Qué estás haciendo? —repite, mientas sus ojos tratan de ajustarse a


la oscuridad de la cocina.

—Me desperté, y como no podía volver a dormirme, me puse a limpiar


un poco.

Niega con la cabeza, toma mi mano y me dice:

—No deberías estar haciendo esto —y me lleva al dormitorio.

—No estoy cansada —digo sabiendo que aún me quedan cosas por
limpiar.

—Qué pena, ahora te vienes a la cama conmigo.

Ya en el dormitorio, Gabe me acuesta a su lado y me cubre con las


sábanas. Igual que la primera vez que dormimos juntos, solo que esta
vez, él está despierto y consciente, enrolla un brazo en mi cintura y usa
mi pecho como almohada.

—Ahora no puedes ir a ningún lado —dice riendo—. Duerme conmigo,


Ryan.

Es una petición simple. Algo que me gustaría más que nada, aunque no
sé si podré hacerlo.
—De acuerdo —respondo, sintiendo la necesidad de decir algo más.

Pasan unos cuantos minutos, creo que Gabe ya está dormido. De


pronto levanta la cabeza.

―Puedo fingir que estoy dormido, ¿sabes?

Abro los ojos sorprendida.

—Ni siquiera lo estás intentando —me dice frunciendo el ceño.

—Es inútil, estoy demasiado despierta.

Se queda pensando un momento, y se gira hacia mí.

—Ven —me dice, y abre los brazos para que me acurruque a su lado,
ahora él es mi almohada. Enreda nuestras piernas, ahora estoy en él, de
la cabeza a los pies.

—Trata de dormir ¿sí?, nos levantaremos pronto.

Presiono mi cabeza contra su pecho, y puedo escuchar su corazón,


fuerzo mis ojos a cerrarse, y trato de no pensar en nada, solo en lo
calentito que es, y en el latir de su corazón. Antes de darme cuenta, me
quedo dormida.

Demasiado pronto, la voz de Gabe, me despierta.

—Ryan, es hora de levantarse.

—Sí —digo, y no me muevo, estar acurrucada con él, me mantiene


caliente y cómoda, no hay forma de que quiera salir de aquí.

—Llegarás tarde a clase —intenta.

—No importa, no quiero ir. Hace frío afuera. —Gabe se ríe.

—¿Has estado fuera? ¿Cómo sabes si hace frío?

—Vi el canal del clima ayer —le digo como si fuera la ciencia más
exacta. Haciéndolo reír más fuerte—. ¿No podemos quedarnos aquí?
¿Cómo regalo de cumpleaños? —digo, quizás eso funcione, lo dudo
pero no cuesta nada intentarlo.

Sus ojos chispean.

—Quédate aquí, no te muevas ¿sí?

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunto, pero ya se ha levantado de la cama.


¿Ahora qué dije? ¿A dónde va? Un momento después regresa con una
bolsa, que dice Feliz cumpleaños en toda la parte delantera. Me siento
sin habla preguntándome qué podrá ser.

—Olvidé darte esto ayer —me dice, sentándose a mi lado—. No es


mucho, pero espero que te guste. —Y pone la bolsa sobre mis piernas.

—¿Me compraste un regalo?

He recibido regalos antes, pero nunca un auténtico regalo de


cumpleaños, o algo que no fuera solo dinero. Se me cierra la garganta,
y aparecen lágrimas en mis ojos.

—Ábrelo —me dice.

Me tomo mi tiempo para guardar este momento en mi memoria y tiro


del papel. Lo primero que veo, son un par de orejeras negras.

—Ahora tendrás las tuyas propias la próxima vez.

—Gracias. —Sonrío y me las pongo, dejando caer una tarjeta regalo


naranja de la tienda de dulces.

—Es naranja, para apoyar tu adicción al Sunkist —dice.

Le agradezco de nuevo entre risas. Lo siguiente que cojo, es una tarjeta


regalo del cine.

—Hay una película de terror que estrena pronto, así que pensé que
quizás querrías verla.

Quedan dos cosas más en la bolsa.

A la izquierda, un pequeño sobre, y uno grande con otra tarjeta regalo.

—Abre el pequeño primero —me dice.

Deslizo mis dedos bajo la cubierta y veo una tarjeta de regalo de Gabe,
leo lo que está escrito a mano.

—¿Es un pase de salga gratis de la cárcel? —Me rio ruidosamente,


apoyándome en Gabe para no caerme.

—Te has estado portando bien, pero nunca sabes si la vas a necesitar.
Es legítima. Si alguna vez estás en problemas, llámame y te ayudaré.

—Me encanta, aunque espero no tener que usarla —digo.


Abro el último sobre, dentro hay una tarjeta de cumpleaños, comienzo
a leerla en silencio. Leo lo que escribió Gabe primero.

Mereces sentirte especial todos los días de tu vida, pero especialmente el día de tu cumpleaños.

Es el día en el que viniste al mundo, haciendo que todo se vuelva más hermoso.

Eres una persona maravillosa, Ryan, estoy muy agradecido de que quisieras pasar este día conmigo.
Espero que haya podido hacer de este día, algo para recordar.

Feliz cumpleaños Ryan.

―Gabe.

Mis ojos releen lo que está escrito, me hace sentir cosas tan dulces. Sé
que Gabe espera mi reacción, pero no puedo apartar los ojos de esta
tarjeta. Finalmente, me giro para verlo y arrojo mis brazos alrededor de
su cuello.

—Gracias, Gabe, muchas, muchas gracias.

—De nada.

Tiro de él para poder besarlo, pero susurra contra mis labios.

—Tienes que prepararte.

—¿No podemos quedarnos aquí?

Desearía no tener que irme.

—Hoy no, Ryan. Créeme, si pudiera me quedaría.

—Está bien —digo—, pero tengo una petición especial.

—¿Ah, sí? ¿Qué es?

—Bésame.

Sujeta mi cabeza con ambas manos, se acerca suavemente a mis


labios, mi boca se abre suavemente mientras mis ojos se cierran. Gabe
mueve su lengua despacio y le dejo entrar. Amo estos besos. Son lentos,
delicados, y tienden a ser apasionados. Nos metemos uno en el otro
tanto que no nos acordamos del tiempo, o de que otra cosa existe
además de nosotros. Cuando Gabe deja de besarme descansa sus
labios sobre los míos. Me toma un momento volver al presente y abrir los
ojos, siento en sus labios una sonrisa. Es tan adorable.

—Creo que debo ir a ducharme ahora —le digo.

Se mueve más allá y mete mis regalos dentro de la bolsa. Miro el reloj, y
me doy cuenta que realmente tengo que apurarme si no quiero llegar
tarde. No es que sea nada nuevo, así que no me preocupa mucho. Aun
así me ducho rápido. Cuando termino de prepararme Gabe me
pregunta si estoy libre el jueves por la noche.

—Lo siento, no puedo. Un policía muy antipático, me puso una multa, y


tengo que ir a cuatro clases de conducción obligatorias si no quiero
perder mi licencia. —Se ríe.

—Está bien, hablamos más tarde, entonces. Vete antes de que sea muy
tarde.

Le dejo atrás para conducir a la universidad. Hay unos cuantos


mensajes de mis padres en mi teléfono cuando miro, pero pueden
esperar. Cruzo el campus, sé que Viv me está esperando. Cuando la
veo, prácticamente corro hacia ella.

—Necesitamos una noche de chicas, ¿no?

Me sonrojo.

—¿Por qué lo dices?

—Te ves un poco alterada —dice.

Inmediatamente suelto mi cabello, tratando de calmar mis nervios. Trato


de calmarme un poco. Estuve las últimas veinticuatro horas con Gabe y
mi pequeño conflicto interno. No me gusta. Normalmente soy yo la que
está tranquila cuando alguien le cuenta sus problemas amorosos. Gabe
hace que todo esté patas arriba dentro de mí. Al menos hasta que sepa
qué hacer con lo que estoy sintiendo.

—Deja que terminen las clases, y luego iremos por un masaje. He estado
esperando uno de todas formas.

―¿Estás bien?

―Sí, creo que sí.

El amor no está tan mal ¿no? Es completamente terrorífico con un gran


potencial de causar dolor. Pero se supone que es mejor haber amado
que nunca experimentar cómo se siente. Al menos es lo que dicen los
ancianos. Estaré bien de todas formas. Si solo pudiera dejar de pensar y
poder relajarme.

Viv sonríe, satisfecha con mi respuesta, y antes de clase, planeamos lo


que tenemos que hacer hoy.

* * *

Aunque mi piel se siente un poco grasienta por el aceite del masaje, mi


mente y mi cuerpo, están ahora mucho más relajados. Suspiro mientras
Viv y yo nos hacemos la manicura y pedicura.

―Está bien, Ryan. ¿Qué diablos está pasando? ―pregunta Viv con
curiosidad, pidiéndome explicaciones.

No puedo mirarla fijamente por alguna razón, me siento débil al admitir


esto. Que estoy asustada. Mientras más lo pienso es peor. Gabe tiene el
poder aquí, siempre lo ha tenido, aún cuando él no lo sabe. Siempre ha
tenido la capacidad de arruinarme. De dañarme más de lo que ya
estoy.

―Es Gabe ―murmuro, viendo cómo la mujer del spa se encarga de mis
pies.

Entre clases, ya le había contado lo que Gabe hizo por mi cumpleaños,


así que espera que le cuente algo más sobre eso. Con el rabillo del ojo
puedo ver que espera que diga algo más. Pero no es tan fácil. Así que
hago lo que mejor sé hacer. Huir de la situación.

―Nunca conocí a un chico como él, uno que quiera más de lo que mi
cuerpo puede ofrecerle. O sea, no es que antes haya querido algo así,
no en este momento al menos. Estaba bien así, ofreciendo de mí solo
eso. Quería dar todo lo que alguien quisiera de mí, pero Gabe…
―Sacudo la cabeza―. Él hace que piense siempre en más, en dar más.
―Me detengo para tomar una bocanada de aire, sin dejar de mirar a la
pedicurista―. Es extraño. ―Sonrío.

Realmente es extraño, nunca quise nada más que sexo, ni siquiera lo


había pensado antes, y ahora es todo en lo que puedo pensar. ¿Qué
significa “dar algo más”? ¿Seguiremos como hasta ahora? ¿Las cosas
cambian si te enamoras de alguien? ¿Será todo un desastre, como les
pasó a mis padres? Detengo mis pensamientos y vuelvo a hablar con
Viv.
―El sexo era mi mejor opción con los chicos, todo lo que esperaba de
ellos, cualquier otra cosa podía esperar a que acabara la universidad al
menos. Luego Gabe apareció y ahora no sé qué demonios hacer. Es
dulce y bueno, me hace tener que pensar todo de nuevo, Viv, quiero
saber hasta el último detalle sobre él. Estúpidamente tengo ganas de
conocer a sus padres y hacer que me quieran, lo que es casi imposible.
Quiero darle todo de mí.

«Hace que me sienta importante, como si pudiera decir cualquier cosa,


como si lo que digo de verdad le importara. Todo esto es nuevo para
mí, y no sé cómo actuar. Siento que camino por un campo minado,
tengo miedo de hacer algo mal. ―Dejo de hablar un momento para
pensar―. Creo que estoy enamorada de él, Viv. ―Por fin me giro para
verla y se está riendo.

―¿Él lo sabe?

―¡Por supuesto que no! —grito, haciendo que todos se giren para
vernos. Después, tranquilamente, añado―. ¿De verdad crees que
podría decírselo si ni siquiera sé cómo poner mis emociones bajo
control? Además, ¿no se supone que los hombres deben dar el primer
paso?

Viv se ríe.

―En realidad no hay reglas, Ryan. El amor tiene sus propias reglas
secretas. Estoy feliz por ti, porque esto significa que dejarás de dormir
con todos los chicos del campus.

No puedo reprimir una carcajada.

―Es en serio. Gabe realmente se preocupa por ti. Creo que deberías
decírselo, averigua cómo se siente, y luego díselo.

―¿Y si él no siente lo mismo? ¿No se sentirá presionado a decírmelo? O


definitivamente me dejará, pensando que estoy loca.

―No, no lo hará, creo que Gabe es el tipo de hombre que apreciaría tu


honestidad y no se asustará. Esperemos.

―Esperemos, hmm.

―Espera un poco más antes de desesperarte, necesitas estar segura de


ti misma.
Así que durante los siguientes días, pienso mucho. Para ver si estoy
segura. Estoy segura. Aunque sigo confundida. ¿Qué es lo que Gabe
espera de mí? Es lo que necesito saber, todo se resume a una sola
pregunta, y una sola respuesta. Nunca me ha hablado de sus metas, o
de lo que él espera, si supiera algo de eso, quizás podría tener una pista
de lo que espera de nosotros. De lo que sea que seamos, sabría qué
hacer, si entierro mis sentimientos o dejo que siga todo como se supone
que debe ir.

Mi estómago sigue resentido porque sé que lo que sea que quiera


Gabe de mí, hará que todo termine. No seré lo suficientemente buena.
No para una relación, no para él, y definitivamente no para el amor.
Todos tienen diferentes expectativas de mí, expectativas que nunca he
logrado alcanzar. Todo terminaba antes de empezar. Sus padres
seguramente no pensarán que deba seguir saliendo conmigo. Mis
padres podrían pensar lo mismo, porque piensen que es muy viejo para
mí. ¿O quizás todo entre nosotros estaba predestinado a fracasar desde
el principio?

Demonios, tengo que dejar de pensar en esto. Se está volviendo ridículo


y mi tren errante se está desviando. La pintura del fuego y lo que sentí
cuando lo vi viene a mi mente. Quizás debería volver. No puede hacer
daño, y una oportunidad para ver todo otra vez sería divertido. Puedo ir
mañana.

Primero, tengo que ir a casa de mi clase para mi entrada. Esta semana


ha estado llena de deberes, mensajeando a Gabe, pensar demasiado
e ir a clase. No he ido a una fiesta desde esa en la que me encontré
con Gabe, y se siente extraño. Solo porque he cambiado mi rutina. En
vez de salir, emborracharme, bailar y dormir con algún desconocido, he
estado saliendo con Gabe. Realmente no extraño salir como antes. No
realmente. Si soy sincera, creo que todo es mejor ahora.

Disfruto aprendiendo del cuerpo de Gabe y de las que cosas que le


gustan. Me gusta que él aprenda esas mismas cosas sobre mí. Hemos
desarrollado una intimidad entre nosotros, algo más que solo tocarnos
que no significa nada, y creo que es mi parte favorita. Él es lindo y muy
dulce, espero que me deje quedarme cerca por mucho tiempo.

Una vez salgo de mi coche, me abrocho la chaqueta mientras camino


hacia mi apartamento, mirando al suelo, así puedo ver por donde
camino. Cuando levanto la mirada después del último escalón, veo a
Gabe apoyado en la puerta, cruzando los brazos. Se ve tan bien así.
―¿Gabe? ¿Qué estás haciendo aquí?

Levanta su cabeza con una sonrisa.

―Quería verte.

―¿Hace cuánto tiempo estás parado aquí? ―pregunto mientras se hace


a un lado para dejarme abrir la puerta.

―No hace mucho. Sabía más o menos a qué hora llegarías, así que
pasé a verte.

Hmm, no me mandó un mensaje para decirme que iba a venir.

Pasamos dentro, estoy realmente asustada por esta visita inesperada.


¿Está aquí para romper conmigo?, ¿O solo quiere sexo? ¿Qué es tan
importante que no puede decirse por teléfono o que no pueda esperar
hasta mañana? Realmente espero que haya venido por el sexo, podría
con eso. ¿Por qué estoy tan asustada? Yo nunca me asusto. ¡¿Qué me
está pasando?! Esto es lo que me hace pensar demasiado. Necesito
saber qué es lo que quiere de mí, de nosotros. Mejor tarde que nunca.

―¿Vas a seguir intentando adivinar por qué estoy aquí? ¿O vas a dejar
que te lo diga?

Por el tono que usa, obviamente está intentando no reírse. Le doy una
mirada rápida antes de dirigirme a la cocina.

―¿Quieres algo? —pregunto con dulzura.

―No, gracias.

Quito la tapa de mi botella, y luego contesto.

―Está bien. Dime por qué estás aquí. ―Le miro fijamente y tomo un sorbo
de mi bebida.

Gabe camina hacia mí, pone las manos en mis caderas y me dice:

―¿Tienes planes para este fin de semana?

―No, ¿por qué?

―¿Te gustaría hacer un viaje a Raleigh?

Mis ojos se iluminan pensando en el museo de arte. Me sorprendo


cuando de pronto me siento emocionada por ver más arte, y chillo un:
Sí. Es perfecto, especialmente desde que empecé a pensar en ir a ver
las pinturas de nuevo. Gabe se ríe, y me da un beso rápido.

―No sabes cuánto me gusta que estés tan emocionada por esto, como
yo.

―¿A qué hora nos vamos?

Desearía que pudiéramos irnos en este momento, pero no creo que el


museo esté abierto hoy hasta tarde. Se supone que el lugar es enorme,
sentía curiosidad por él, desde que me puse a pensar en la pintura del
fuego, durante una clase en la que me aburría, no podía solo imaginar,
las fantásticas piezas que habría allí.

—Alrededor de la una Podemos pasar un rato en Raleigh mañana y


luego ir al museo el sábado, y venir el domingo a casa. ¿Eso suena
bien?

Asiento.

—¿Sabes lo que sonaría incluso mejor? —Gabe levanta una ceja,


esperando a que continúe—. Si te quedaras aquí esta noche. —Ahora
que está aquí, no quiero que se vaya, incluso aunque le veré mañana y
pasaré los siguientes dos días con él.

Gabe sonríe.

—Estaba esperando a que dijeras eso. —Él ríe y añade—: Me tomé la


libertad de hacer mis maletas ya porque si no me pedías que me
quedara, iba a preguntar si podía. Si decías que no, sería un hombre
muy triste al tener que conducir de vuelta a casa.

Me rio y sacudo mi cabeza.

―Bueno, no sé tú, pero yo tuve un día muy cansado, ve a por tus cosas,
yo iré a tomar una ducha.

Se ríe y me da otro beso rápido, y luego va a su coche y yo al baño,


parece ser un paso adelante para nosotros, no sé por qué, pero me
parece que con este viaje, las cosas se vuelven más serias. No debería
ser muy diferente a como es ahora. O sea, ya pasamos los fines de
semana juntos, esta vez vamos a estar lejos de casa y en un hotel. Al
menos nadie va a interrumpirnos.
Cuando salgo de la ducha lista para ir a dormir, Gabe ya está en la
cama, las sábanas se detienen en sus caderas, dejando su pecho
desnudo y sensual al descubierto. Me tomo mi tiempo al secarme el
cabello, así que casi espero encontrarlo medio dormido cuando llego,
con unos shorts y una camiseta, me deslizo a su lado, tengo tantas
ganas de besarlo. Así que lo hago.

Gabe levanta ligeramente mi camiseta para poder jugar con sus dedos
en mi espalda. Por momentos, luego nos besamos detenidamente,
muerde mi labio superior y luego me besa intensamente. No puedo
evitar un pequeño gemido. Gabe me aparta sonriendo.

―¿Qué? —pregunto, mis labios quieren más.

―Me encanta cuando haces eso.

―¿Besarte? —pregunto confundida. Gabe se ríe.

―Sí, pero no me refería solo a eso, sino al feliz gemido que diste.

―Oh. ―Tomo su cabeza entre mis manos, para poder acariciar su


cabello.

―¿Así como este? —Suspiro sonoramente y paro ante lo ridículo que


suena.

―Sí, algo así. ―Se ríe―. Creo que debemos dormir un poco.

Antes que pueda responder le doy otro beso, esta vez dejo que mi
lengua separe sus labios.

―Hmm ―dice.

Sin ganas, me aparto y me recuesto junto a él. Pongo mi cabeza sobre


su pecho y trato de dormir, pero es imposible. ¿Por qué Gabe escogió
este fin de semana para viajar? ¿O qué le hizo decidir hoy que quería
viajar conmigo?

—Hey, ¿Por qué estamos viajando este fin de semana? Si es cosa de


último minuto. No es que no quiera ir, solo me lo pregunto.

―Necesito un descanso, me gustaría salir de aquí por un tiempo, el


trabajo me ha estado estresando mucho, así que unos días de descanso
me vendrán bien. Verifiqué lo del hotel hoy en la tarde, solo no estaba
seguro de si querrías venir conmigo, y sabes, espero que haya una gran
bañera a dónde vamos.
―Podemos hacerlo. ―Me río―. Vamos a la cama en serio esta vez
―añado cerrando los ojos, y cayendo dormida más rápido de lo que
esperaba.

***

Es viernes, y una vez que llegamos a Raleigh, paseamos, hacemos


algunas compras, y caminamos de la mano todo el día. Ahora sí me
siento como la novia de Gabe, siento que somos una pareja. Suena un
poco raro para mí, casi ni puedo reconocerme. Aún sigo siendo yo,
estoy segura, pero algo es diferente. Todas estas cosas navegan por mi
mente mientras caminamos por el museo.

Hemos estado aquí durante casi una hora, y aún no hemos ido al
segundo piso. Cada pintura capta mi atención, haciéndome ver la
textura que logró el pincel, examinar cada pieza y apreciar la belleza
que cada uno de los cuadros ofrece. Este lugar es mucho más grande
que el de nuestra ciudad. ¡No puedo absorber todo esto en un solo día!
Pero lo estoy intentando, quien sabe cuándo volveré por aquí. Ninguna
de las pinturas me cautiva como la pintura del fuego, pero logro ver
algunas de mis favoritas.

Algunas son paisajes, que son las favoritas de Gabe. Me encanta


escuchar la información que me da, sobre cada uno de los artistas,
pero no es mucho, solo son cosas que él aprendió por el camino. Hay
algunas pinturas que veo y adoro automáticamente. Una es un salón,
hay una mesa, con tres personas sentadas alrededor, un hombre, una
mujer y un anciano. Todos ellos sonríen, se ven felices, pero en el otro
lado, hay una chica con un vestido deshilachado. Está mirando por la
ventana, y el reflejo deja ver la expresión de su rostro. Se siente sola, la
chica está triste, ni de cerca feliz como los demás, su mirada me hace
pensar que si tuviera la oportunidad huiría de allí. Mi mente empieza a
crear una historia para cada uno de ellos, ¿Qué está escondido detrás
de las caras de los adultos que hacen que la chica quiera huir de ellos?
O quizás hay algo afuera, que no podemos ver, que hace que quiera
dejar a su familia.

Paso un largo tiempo viendo la pintura, antes de que Gabe me lleve a


ver más. Las siguientes que encuentro son copias opuestas de la otra,
parecen querer decir lo mismo, pero con diferentes colores. Ambas se
centran en una pareja en el centro de la habitación, la pareja se toma
de las manos, de pie, como si estuvieran en un altar, a punto de
casarse. Están rodeadas de árboles, pájaros y mariposas.
El dibujo de la izquierda está hecho, con variados tonos de negro, gris y
blanco, con pinceladas de color esparcidas por ahí. Una de las
mariposas está pintada al detalle, en marrón, azul y amarillo. Una hoja
en uno de los árboles, es de un verde brillante. Los rostros de la pareja
están a color también, sonríen con amor. Lo siguiente que noto, es el aro
de oro que va en sus manos. Es fácil ver el anillo en la mano de la mujer,
pero el color solo se nota en la mano del hombre.

La otra, es completamente lo contrario, tiene muchos colores, con


vacíos aquí y allá, se ven hojas negras colgando de los árboles. Un poco
de pasto negro, un pájaro negro, y una mariposa, sobre los árboles. Y los
rostros de la pareja, son un par de óvalos negros. Esto no tiene sentido
para mí, pero tengo la urgencia de imaginar cómo serían estos.

¿Por qué en el otro cuadro hay pinceladas de color? En sus anillos, y en


sus rostros, mientras ese otro es tan colorido, pero dejando en vacío
algunos detalles. ¿Qué significa? ¿Qué trataba de expresar el artista? Si
hay un significado detrás de todo esto. En la primera, las cosas simples y
ordinarias están a color. Un pedazo de pasto, la mariposa, hojas, los
anillos y sus caras. ¿Por qué estas cosas? Y en la otra, el negro toma más
espacio en comparación con el color de la primera. Creo que me gusta
más la de colores, que la que tiene tanto negro.

Veo la esperanza en los colores y la desesperación en la oscuridad. Hay


esperanza en los rostros de la pareja, mientras que en la otra, se siente la
oscuridad. Ya lo sé. Un cuadro sugiere una promesa, mientras que el
otro sabe que ha empezado a perder la batalla.

—¿Qué estás viendo, Ryan? —pregunta Gabe suavemente—. Hemos


estado parados aquí mucho tiempo, sé que no poder expresar lo que
sientes al ver este cuadro con palabras hace que uno no pueda
entenderlo, es complicado.

—No estoy segura —digo antes de movernos a ver el siguiente.

Mientras más veo, más quiero seguir viendo, más y más. Honestamente,
los amo todos, puedo apreciar las esculturas, pero las pinturas, los
dibujos y las fotografías, me hipnotizan. Me empapo de ellas,
codiciando más. Las horas pasan cuando caminamos por este lugar.

Incluso después de irnos y Gabe se dirige a comer en un restaurante


moderno y cómodo, seguí pensando en todo ese arte. Buscaba una
que pudiera ser absolutamente mi favorita, alguna con la que
comparar la pintura del fuego.
—Este fin de semana no parece real, no parece estar pasando.
¿También te sientes así? —pregunto mientras el camarero regresa con
nuestras órdenes.

—¿A qué te refieres? —me responde mientras dibuja extraños patrones


sobre mi rodilla, bajo la mesa.

—Este ha sido el fin de semana más relajado que he tenido, me


pregunto por qué lo sentiré así, o si será la calma antes de la tormenta.
Acción de Gracias es dentro de dos semanas.

Frunzo el ceño ante ese pensamiento. Las cosas no han estado del todo
bien últimamente, así que seguramente las fiestas van a ser un asco.
Quizás deba quedarme aquí este año.

―Ryan. ―Espera a que me gire para verlo. No me había dado cuenta


de que me estaba mirando fijamente―. No vamos a pensar en esas
cosas hoy, ¿de acuerdo? Dime cuál de las pinturas fue tu favorita ―me
dice para cambiar el tema.

Y así como en la mañana, mi mente se pierde en las obras de arte que


vimos. Por alguna razón no quiero decirle que los dibujos fueron mis
favoritos, así que nuestra conversación se vuelve superficial.

Gabe comienza a contarme una historia mientras comemos, pero no le


presto atención. Caminando por el museo me sentí tan bien, es la
segunda vez que amo estar en un lugar como este, y quisiera volver una
y otra vez. ¿Qué tal si todos los días pudieran ser como hoy? ¿No sería
lindo estar rodeados de arte todos los días? Mientras regresamos al hotel
pienso en los otros museos que debería haber en el Estado.

Pensamientos como este rondan por mi cabeza, hasta que llegamos al


hotel, y luego cambian, pensando en la noche, mientras Gabe va al
baño, me siento a los pies de la cama y me pongo a pensar. De pronto,
todo se aclara. Podría tener días como éste todos los días. Me
encantaría tener un trabajo como vendedora de arte, historiadora,
o algo en esa área. Estudiaré eso. Arte.

―Ryan. ―Gabe interrumpe mis pensamientos, parece exasperado.

―¿Qué? ―pregunto mientras se sienta a mi lado y con cuidado dice:

―Estoy tratando de llamar tu atención. ¿En qué piensas? ¿Está todo


bien? Has estado callada mucho tiempo.
Mi corazón palpita violentamente, sintiéndose demasiado grande para
mi pecho. Son tantas cosas que quisiera decirle en este momento, y no
sé por dónde empezar, o cómo decirle todas las cosas que pasan por
mi cabeza. Con una respiración profunda, las palabras fluyen de mis
labios, mis ojos enfocados en los suyos:

―Gabe, de alguna manera, has cambiado mi vida por completo, has


reorganizado mis cosas y me has hecho darme cuenta de las cosas que
de verdad importan, cosas que ni sabía que tenía, o que no conocía de
mí. Por primera vez en mi vida, estoy pensando en algo en serio, y es
todo gracias a ti. Quiero estudiar Arte en la universidad. Antes, mi vida
parecía caótica, pero ahora me siento un poco más tranquila, aunque
aún no sé qué hacer con eso.

Las palabras que pensaba, se repiten otra vez, pero en la vida real,
probablemente no debí decir nada, o hacer nada, pero siento como si
debiera. Como que tengo que hacer algo, para sellar lo importante que
acaba de suceder ahora. ¿Pero que me está pasando?

Guau. Me siento mejor ahora.

Gabe toma mi mano, y silencia mi diálogo interior:

―Nada.

―¿Qué?

―Dijiste que no sabías qué hacer, así que nada, no hagas nada. Estás
feliz y no tienes que hacer nada. Por lo pronto, solo déjalo ser.

¿Nada? ¿Eso se puede hacer?

―No comiences a darle vueltas, Ryan ―me dice con una pequeña
sonrisa en su rostro.

Y yo me río. De pronto tengo unas enormes ganas de besarlo y de


decirle que lo amo. Las palabras se niegan a salir de mi boca, así que
dejo que mis labios lo digan todo en un beso. ¿Sentirá Gabe también el
cambio atmosférico que acaba de darse entre nosotros? Me alejo un
poco y lo miro fijamente, todo parece empezar a encajar para mí. No
puedo quejarme por mi vida en este exacto momento incluso si quisiera
hacerlo.

―Aún no hemos tomado nuestro baño ¿sabes? —digo.


Gabe sonríe, se pone de pies sin palabras cuando toma mi mano y me
lleva al cuarto de baño. Reservó una habitación más grande por esto.
La bañera blanca es larga y redondeada, cómoda para que dos
personas se relajen dentro. Mientas Gabe pone a correr el agua, mete
su mano para saber si la temperatura es la adecuada. Cojo una botella
del lavamos y pongo un chorro en el agua.

Cuando está medio llena, Gabe comienza a quitarse la camiseta. Mis


ojos viajan por su torso, el vello negro de su pecho aparece en su piel
bronceada. Sin mencionar la línea que desaparece bajo sus pantalones
del pijama. Mojo mis labios intencionalmente, a lo que Gabe responde
riéndose. Una amplia sonrisa muestra sus dientes.

―Ahora, Gabe, ¿cómo se supone que me desnude y entre en la bañera


contigo si estás riéndote de mí?

Esto hace que se ría aún más fuerte.

―Lo siento. ―Deja de reírse y se acerca. Gabe da un paso hacia mí,


levantando su mano y jugando con mi labio con su dedo pulgar―. ¿La
manera en la que recorres tu lengua sobre estos? Solo pareces tan
encendida con un poco de piel mostrándose y…― Empieza a reírse―…
Lo encuentro divertido.

Juguetonamente lo empujo lejos de mí, suavemente, y cierro la llave del


agua antes que la bañera se llene demasiado.

―Eres un tonto ―le digo. Trato de ignorarlo, me desvisto rápidamente y


lentamente entro en nuestro baño de burbujas. El agua está a un par de
grados de estar insoportablemente caliente. Cuando me he sumergido
por completo, levanto mis rodillas y finalmente miro a Gabe.

Mmm… está completamente desnudo ahora. Podría mirar su cuerpo


todo el día. Desafortunadamente, entra en la bañera detrás mío, con
sus piernas a cada lado de las mías, tira de mí hacia atrás para
hacerme descansar sobre su pecho. El silencio que nos rodea me hace
recordar que no tenemos música.

―Olvidamos la música ―digo, y él besa mi hombro.

―No la necesitamos, ¿o sí?

―No.
Y la verdad es que no la necesitamos, podemos estar aquí en completo
silencio. Gabe juega con mi cabello, lo coloca detrás de mis orejas, así
puede besar mi cuello. Con sus labios sobre mi piel murmura:

―¿Estamos tomando un relajante baño de burbujas?

Y deja caer sus manos de mis rodillas, tamborileando en su camino


hacia mis muslos. Hemos tenido sexo tres veces desde ayer, así que no
sé qué demonios pasa conmigo y porque responde de la manera que
lo hago.

―Sí, exactamente.

Así que Gabe relaja sus manos sobre mi estómago, y deja de intentar
que cambie de opinión. Como la última vez, dejo caer mi cabeza, que
reposa sobre su hombro y cierro mis ojos. Como estamos mojados,
pronto me quedo perdida en mis pensamientos. Este fin de semana
parece perfecto, estoy aquí con Gabe, fuimos al museo de arte, y
encontré mi pasión. ¿Qué pensarán mis padres de esto? No estaban
contentos cuando les dije que quería estudiar algo de idiomas, así que
no dudo que no les guste nada que les diga que quiero estudiar Arte.
¿El mundo perfecto en el que estoy viviendo ahora, se derrumbará
cuando llegue a casa?

No es que pueda ir contra mis padres ahora completamente. No ahora


mismo de todas formas. Soy cien por cien dependiente de su dinero. Si
ellos lo quisieran, podrían obligarme a tomar la decisión que quisieran,
así continuarían teniendo el control y pagándolo todo. Quizás debería
conseguir un trabajo y comenzar a ahorrar dinero porque tengo la
sensación que ese día llegará antes de que termine la universidad. Y
con el Día de Acción de Gracias tan cerca, cómo me gustaría que mis
padres encontraran algo que hacer ese día, para poder quedarme
aquí tranquila.

—¿En qué piensas? —La voz de Gabe interrumpe mis pensamientos.

—De todo un poco, ¿tú?

—Estaba pensando en decirte algo importante.

—Mmm… ¿Qué podrá ser? —pregunto dándome cuenta que el agua


comienza a enfriarse y que las burbujas poco a poco están
desapareciendo una por una.
—Ya que preguntas, me gustaría que conozcas a mi madre, es decir,
formalmente. No pareces muy feliz de tener que ir a tu casa para
Acción de Gracias, así que pensé que podrías venir a cenar con
nosotros. Si tú quieres, claro.

Mi estómago comienza a contraerse. Abro los ojos y me siento,


enfocando mi atención en mis rodillas. ¡¿Está loco?! Sabiendo que
necesito decir algo. Intento sonar tranquila.

—¿Quieres que vaya a conocer a tu madre en Acción de Gracias,


delante de toda tu familia? ―Luego me doy cuenta de lo que esto
significa para él—. ¿De verdad quieres presentarme a tu madre? —
repito con una pequeña sonrisa para celebrar la pregunta de Gabe
cuando me giro alrededor para enfrentarle, mis rodillas aún están
pegadas contra mi pecho.

—Sí, me gustaría —me responde sonriendo también.

Me doy cuenta que Gabe quiere presentarme a su madre porque me


quiere mucho. Está listo para mostrarles a los demás lo que ve en mí
para que ellos puedan verlo también. Pero el hecho de que toda su
familia vaya a estar allí me pone demasiado nerviosa. Su padre no lo
aprueba, tampoco su madre, al aparecer por nuestro breve encuentro.
Será terrible, lo presiento. Mi mente me dice que será una muy mala
idea.

—No sé, Gabe… —digo lentamente, con cuidado—. Tú quieres que les
guste, y yo también, ¿Pero crees realmente que sea posible? Basado en
lo que ha pasado hasta ahora. Sin mencionar que es una fiesta para
estar en familia. No quisiera ser la razón por la que tu familia tuviera un
menos feliz Día de Acción de Gracias que de costumbre por mi culpa.

Entonces toma mi mano y la sujeta, entrelazando nuestros dedos.

—Ryan, todo va a ir bien, quizás no sea rápido, pero van a amarte. El


abuelo estará allí y él definitivamente te adora. Owen y yo también
estaremos a tu lado. Quiero que vayas conmigo, Ryan. Si quieres
podemos ir a otra hora, donde no estén todos, solo dímelo. Quiero que
te sientas cómoda con esto.

Y no creo que eso vaya a pasar. Sus padres definitivamente dan miedo.
Sé que nada de eso realmente importa. Al menos espero que no. Gabe
quiere dar este paso. Y es importante para él, y también para mí. Así
que no puedo decir que no.
—¿Estás seguro? —Necesito que lo diga en voz alta una vez más.

—Completamente.

Entonces, a pesar de que mi buen juicio me dice que no, asiento.


Capítulo 11
Gabe
Traducido por StayStrong

Corregido por Ruth m.

Amo que Ryan obviamente no parece estar segura de esto, pero está
determinada a hacerlo de todas formas. Si al abuelo pudo gustarle,
entonces a mis padres también. Su edad parece ser su mayor
preocupación. Eso no me importa. Todo lo que necesitan ver es que
Ryan es una buena persona, y una buena persona para mí. El agua está
fría ahora y estoy listo para salir.

—Vamos. Tomemos una ducha caliente y vamos a la cama. —Ryan


asiente, sacando el tapón para dejar ir el agua de la bañera. Mientras
damos un paso para entrar a la ducha, prendiendo el agua, agrego—:
Podemos hacer una prueba, si quieres. Owen tiene otro partido local la
próxima semana. Mis padres, el abuelo y la abuela estarán allí. ¿Quieres
ir conmigo?

—Estás pidiendo mucho de mí, Gabe.

Río y la arrastro a la ducha conmigo.

—Nada que no haría por ti.

Ella sonríe, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello mientras el


agua de la ducha nos baña.

—Me encantaría ir.

—Bien.
Ryan me rodea y alcanza el jabón y una esponja. Nos lavamos
rápidamente, mis ojos pegados a su cuerpo. Está en exhibición solo
para mí hasta que se envuelve en una toalla una vez que sale de la
ducha. Me estiro, agarro la tela blanca y doy un tirón.

—No lo creo.

Ryan pone sus manos sobre sus caderas, su largo, rojo cabello tratando
de cubrir su pecho, pero fallando.

—Gabe, necesito secarme. —Como para probar su punto, agua cae


de las puntas de su cabello, pero en todo lo que me puedo centrar es
en el camino que esas gotas hacen. Ryan chasquea sus dedos para
llamar mi atención—. No debería ir a la cama con el cabello húmedo.

Traje algo conmigo este fin de semana para que lo probásemos y ahora
es definitivamente el momento de hacerlo.

—¿Quieres tomarte algo de tiempo para secar tu cabello o quieres


averiguar si las esposas realmente tienen un mejor uso? —Su mandíbula
cae, sorpresa claramente escrita en su rostro. Oh, oh—. Espera, no
hablabas en serio sobre eso, ¿cierto? —pregunto, sintiéndome un idiota.

Ella levanta sus brazos.

—¡No! ¡Estaba tratando de distraerte, para que no me arrestaras! —Dios,


soy tan tonto. Su voz baja algunas octavas mientras curiosamente
agrega—. ¿Realmente las trajiste?

Le devuelvo su toalla y ella se envuelve. Sin palabras, asiento y envuelvo


mi propia toalla en mi cintura. De repente, Ryan empieza a reírse. Toma
mi mano, llevándome fuera del baño, todavía riéndose.

—Puedes dejar de reírte de mí en cualquier momento —le digo. Se ríe


más fuerte—. ¿Qué estás haciendo?

Ella toma mi equipaje y lo coloca en la cama. Me paro a su lado y ella


me sonríe.

—Sácalas. Averigüémoslo.

—¿Qué? —Estoy confundido, acaba de decir que no era en serio.

—Dejando de lado la parte graciosa, si quieres intentarlo, entonces lo


haré. Sácalas, Gabe —repite.

La miro, todavía inseguro de si habla en serio.


Ryan toma mi mano.

—Seré honesta, ¿está bien? Nunca he hecho algo así antes y estoy algo
nerviosa. Sin embargo, confío en ti. Siempre que no te pases ni nada,
estoy segura de que será divertido. Si no lo es, te lo diré sin dudar. ¿Has
retenido a alguien durante el sexo alguna vez?

Sacudo mi cabeza.

—No, no lo hice. Tu comentario ha estado en mi mente últimamente,


por eso pensé en eso. ¿Estás segura? Porque tú estando nerviosa me
pone a mí nervioso.

—Estoy emocionada también. —Sonríe para asegurarme—. No es como


si fueras a encadenarme a la cama y dejarme ahí. Son solo esposas.
Estás empezando a pensar demasiado esto, como yo. Saca las esposas,
Gabe.

Ryan deja ir mi mano y empuja mi equipaje más cerca de mí. Dirijo mis
ojos a su toalla.

—Sácatela y acuéstate.

Ella sonríe sabiendo que voy a hacerlo. Mientras ella lo hace, abro el
bolsillo frontal y retiro las esposas mientras dejo mi equipaje en su lugar.

Cuando me giro, Ryan está acostada sobre su espalda, pareciendo


relajada.

—¿Son las que usas para el trabajo? —pregunta, dándole una mirada
al par plateado en mi mano.

—No —respondo mientras camino de vuelta a la cama, quitándome mi


propia toalla—. Estas son un par extra.

Arreglo las almohadas para sentarme contra la cabecera del lado


izquierdo de la cama.

—Ven aquí y levanta tus brazos, pon tus muñecas juntas.

Ella levanta los ojos, mirando cómo cierro una de las esposas en su
muñeca. La pongo cerca de la cabecera donde la quiero y alcanzo la
otra muñeca. Lo hago de manera que la unión entre las esposas rodee
uno de los postes para mantener sus manos allí. El poste no es mucho
más alto que la cabecera y las almohadas le dan apoyo a Ryan. Sus
codos están levemente doblados, lo que es perfecto en caso de que
quiera detenerse y remover sus manos de su lugar.

—Si quieres bajarlas, solo empuja tus muñecas hacia atrás y levántalas.
Deberías poder hacerlo, por más que sea así de grueso y redondeado
como es. Pruébalo para mí, solo para asegurarnos. —Sus codos se
tensan mientras estira sus brazos y los levanta—. Bien. —Asiento,
suavemente empujando sus muñecas de vuelta en donde estaban—. A
menos que no te guste, no las muevas hasta que te lo diga.

Satisfecho, subo a la cama, situándome entre sus piernas. La emoción


brilla en los ojos de Ryan. Arrastro mis dedos desde su muñeca,
lentamente por su brazo, mientras presiono mis labios contra los suyos.
Me acepta ansiosamente. Las puntas de mis dedos bajan hasta su
pecho y dejo atrás su boca. Beso su clavícula, su esternón entre sus
pechos, y su estómago. Un beso final sobre su tatuaje de diente de león
antes de que abra sus piernas.

Ella está esperando mi boca. No todavía. Soplo suavemente sobre su


piel sensible. Sus brazos se sacuden y levanto mi mirada. Ryan me está
mirando. Sonrío antes de bajar mi boca hasta ella. Ese suspiro de
felicidad que adoro escuchar se escapa mientras chupo y lamo. Ryan
mueve sus piernas sobre mis hombros cuando empujo un dedo en ella.
Escucho el arañazo del metal contra el poste de la cama otra vez.

—Gabe —suspira Ryan cuando la miro.

Ella deja caer sus piernas a mis lados, un gesto silencioso de que está
lista para mí. Tomo nuestra última reserva de condones de la mesilla de
noche.

—Piernas sobre mis hombros de vuelta —ordeno mientras me coloco el


condón.

Cuando lo hace, sitúo un pie en el suelo para estar medio de pies y


darme mejor apalancamiento. Deslizo sus caderas solo un poco antes
de guiarme dentro suyo.

Mi mano derecha me estabiliza en la cama mientras comienzo a


moverme. Mi mano libre alcanza su pecho para jugar con él. El
momento en que mis dedos tocan su pezón, sus brazos empujan hacia
delante un poco. Amo ver que quiere tocarme demasiado, pero
necesito asegurarme que está bien.
—¿Estás bien, Ryan? —Pellizco su pezón y su espalda se arquea,
empujando su pecho en mi mano.

—Mhm —canturrea.

Salgo de ella hasta que solo mi punta está dentro.

—Gabe —suspira.

—¿Sí?

—Nada de eso esta noche. No puedo tocarte, así que no puedes


fastidiarme. Solo fóllame duro.

Un segundo después de que termina de hablar, golpeo dentro de ella y


grita. Lo hago de vuelta dos veces más.

—¿Cómo eso?

—Mhm —canturrea otra vez, sus ojos cerrados mientras comienzo a


empujar repetitivamente dentro de ella fuerte y profundo.

—Mírame.

Esos ojos verdes se abren con apuro. Ryan me mira mientras mis
movimientos se aceleran hasta que siento que se aprieta contra mí. Mi
mano se desliza por su torso, alcanzando con mi pulgar el punto que la
empujará más alto y sobre el borde. Ryan grita, sus ojos cerrándose,
arquea su espalda, sus talones clavándose en mis hombros. Se
desenreda de mí, pulsando mi polla.

Mi liberación me golpea duro. Empujo sus piernas a un lado y caigo


sobre ella. Esta chica toma cada parte de mi energía.

—Gabe —murmura, su voz tensa.

—¿Sí?

—Quítate de encima de mí, por favor. Estas esposas me están


lastimando las muñecas y no puedo moverme así.

Sus palabras hacen que me mueva. Me levanto y la ayudo a levantar


sus brazos. Rápidamente, voy al baño a limpiarme y a ponerme unos
bóxers nuevos. Cuando vuelvo, está sentada en la cama con sus
muñecas en su regazo. Ella las pone en mi regazo para que la ayude a
sacárselas.
—Oh, Ryan —digo suavemente con remordimiento. Hay líneas rojas y
brillantes alrededor de sus muñecas. Mi pulgar las recorre.

—Está bien, Gabe. Tiré más fuerte de lo que pensé, supongo. Ya vuelvo.

Se levanta, desapareciendo en el baño. Un minuto después, su voz me


atrae.

—Fue divertido y muy bueno. —Ryan sale vestida con pijama, y se sienta
a horcajadas en mi regazo, recorriendo mi pecho desnudo con sus
manos—. Pero prefiero mucho más poder tocarte cuando quiera.

—Amo tu toque.

—Bien. —Me besa, suave, y después sonríe—. Miremos una película.

Nos acomodamos en la cama. Tomo el control remoto, enciendo la TV,


mientras Ryan se acurruca contra mí. Este ha sido un gran mini-viaje y no
puedo esperar para llevar a Ryan a ver más piezas de arte.

***

Ryan tiene que encontrarme en el partido porque no tenía tiempo de


recogerla y llegar al partido antes de que empiece. Y mejor que la
encuentre allí porque salí unos minutos después de lo que se suponía, así
que estoy parcialmente en ropa de trabajo. Llegar al partido lo más
rápido posible es mi primera prioridad. En vez de cambiarme por
completo, mantengo mis pantalones y me cambio de camiseta. Mis
pantalones azul marino combinan con solo una camiseta blanca y una
chaqueta para mantenerme caliente. El aire de noviembre es extra
vicioso esta noche, parece. Ryan me dijo más o menos dónde ella y mi
familia están sentados, pero ya me he perdido la patada inicial.

Rápidamente, me paseo por la rampa de las gradas, caminando hasta


el otro extremo, donde Ryan está riendo junto al abuelo. Dios, es
hermosa. Lleva pantalones vaqueros oscuros, una camisa roja, lo que
hace que el cabello se le vea más brillante de lo habitual, y una
chaqueta de cuero negro con una bufanda blanca envuelta alrededor
de su cuello. Ella sonríe cuando me ve. Mis ojos se dirigen al resto. Ellos
parecen estar mirando con ojos escrutadores, a excepción del abuelo.
Hay un lugar vacío junto a Ryan, y lo tomo.

—Hola —me saluda.

—Hola —contesto, sin poder evitar apretar su rodilla, inclinarme y darle


un corto, pero valioso beso en frente de mi madre. Las mejillas ya
rosadas de Ryan se enrojecen un poco más. Mirando más allá de ella,
digo hola a mi familia, preguntando cómo han estado. Mi abuelo es el
último en responder.

Con orgullo pone un brazo alrededor de Ryan con una sonrisa.

—Esta chica sabe de fútbol y puede disparar. Mejor mantenla, Gabriel.

Ryan deja escapar una risita femenina.

—Tienes que agradecerle a Gabe por ambas cosas, abuelo.

Ella me mira con una sonrisa socarrona.

—Él me enseñó todo lo que necesitaba saber.

Una llamada en el campo distrae a todos, y la conversación termina


cuando el brazo del abuelo cae de sus hombros, pero Ryan todavía me
está mirando, como si sus palabras tuvieran más significado y quisiera
que lo entendiera. Sus ojos verdes parecen ser un fuerte contraste con
su piel esta noche, sosteniendo mi mirada cautiva. No puedo resistir más
cuando me inclino para susurrarle al oído.

—Eres hermosa. Estoy muy emocionado por llegar a casa.

Entonces me aparto y miro hacia el campo para encontrar a mi


hermano pequeño. Desde la esquina de mis ojos, puedo ver a Ryan
observar en la misma dirección, pero ella me mira después de unos
segundos.

Sonrío, la veo sacudir la cabeza, y entonces engancha su brazo en mi


codo, antes de meter la mano en el bolsillo.

A mi familia le encanta el fútbol, así que con el partido en su apogeo,


no hay mucho de qué hablar que no esté relacionado con el fútbol. El
abuelo incluye a Ryan en sus comentarios. Ella parece estar disfrutando
de ello, pero me doy cuenta de que sus dientes están castañeando un
poco. ¿Hace tanto frío? Quiero decir, hay viento, pero debería ser
suficientemente caliente.

—Hey —capturo su atención—. ¿Quieres un poco de chocolate


caliente?

Ryan sonríe.

—Sí, gracias.
—¿Ustedes necesitan algo? —Todo el mundo sacude la cabeza—.
Estaremos de vuelta en un momento.

Lo digo para toda mi familia, notando a mi madre poniendo más


atención en nosotros ahora. Ryan me toma la mano y la guío por las
escaleras. Una vez que estamos debajo de la rampa, hay menos gente
alrededor. Giro, causando que Ryan se estampe contra mí mientras se
ríe con vergüenza. No le doy una oportunidad de disculparse. En su
lugar, mis manos se sumergen a través de su cabello para capturar su
cuello, para que me dé un beso. Los dedos helados de Ryan enfrían la
piel de mi barba.

Necesitando saborearla, paso mi lengua por sus labios, y se separan


rápidamente a mi demanda. Ella suspira, apoyándose en mí mientras
me devuelve el beso con el mismo fervor. De mala gana, me alejo, sus
labios ya formando una sonrisa.

—¿Es por eso que me has arrastrado hasta aquí? —pregunta.

—En parte. He querido hacer eso desde el momento en que te vi. Sin
embargo, tu boca se movía como uno de esos juguetes de castañeteo
de dientes, así que pensé que podrías querer algo para entrar en calor.

—Vamos, entonces —dice riendo, tomando mi mano y tirando de mí


hacia la fila. Mientras esperamos, añade—: El frío es fuerte esta noche. Si
lo hubiera sabido, habría traído una chaqueta más gruesa o algo.

—¿No miraste el clima? —bromeo, recordando lo que dijo la mañana


después de su cumpleaños.

Ryan parece estar llena de risas esta noche.

—No, no lo hice, idiota.

Damos un paso hacia adelante, y ordeno su bebida antes de que ella


pueda. Cuando le preguntaron si le gustaría crema batida, Ryan niega
con la cabeza. Voy a alcanzar mi billetera, pero me hace señas, tirando
el dinero de su bolsillo.

—Ni siquiera piensen en ello —protesto.

Ella le entrega el dinero a la mujer antes de que pueda detenerla.


Cuando ella se vuelve hacia mí, rueda sus ojos.

—Relájate. No es más que chocolate caliente, Gabe. Vamos, estamos


en medio del camino.
Damos un paso a un lado, Ryan se toma un momento para disfrutar de
su bebida antes de regresar con mi familia.

—Mmm —murmura, celestial.

Me río de ella.

—¿Lista ahora?

Ryan extiende la mano, así que la tomo y la conduzco de vuelta a


nuestros asientos. El abuelo sonríe cuando volvemos.

—Ya era hora de que ustedes dos regresaran. Estaba empezando a


pensar que habían escapado.

Ryan se ríe, tomando su asiento a su lado.

—¿Por qué íbamos a hacer eso?

Envuelvo mi brazo alrededor de sus hombros, tirando de ella hacia mí


con la esperanza de mantenerla caliente, y el abuelo le da una sonora
carcajada.

—Querida, me acuerdo de cómo era yo cuando era joven y


enamorado de mi cariño. —Con esto, acaricia a mi abuela en la rodilla
cariñosamente mientras la corneta suena para alertarnos del medio
tiempo.

Espero que Ryan se tense, y ella lo hace por un momento, pero luego
sonríe dulcemente al abuelo.

—Apuesto a que sí, abuelo. No pudo haber sido hace mucho tiempo —
dice ella.

Se ríe.

—Eres un hombre encantador, querido.

Justo en ese momento, mi madre lo arrastra a una conversación con


ella y papá. Ryan acaba lo que queda de su bebida y me mira mientras
los jugadores comienzan a presentarse de nuevo en el campo.

Silenciosamente, por lo que nadie va a escucharla, murmura:

—Ups. No te dejé nada. —Ella sostiene su taza vacía y lame


intencionalmente sus labios—. Todavía puedes probarlo sin embargo, si
quieres.
Ryan me da una sonrisa maliciosa.

Con el dedo índice debajo de la barbilla, la mantengo en su lugar,


presionando mis labios contra los suyos un momento.

—Eres terrible. —Me río—. Presta atención al partido. Es posible que


tengas al abuelo convencido, pero quiero ver si recuerdas algo.

Una vez que el partido termina, empiezo a preguntarle, y ella responde


correctamente cada vez. A veces, le toma un momento antes de que
pueda pensar en la respuesta correcta. Es adorable porque me mira
expectante, esperando que asienta en aprobación. Hacemos esto en el
cuarto tiempo.

—Bien, ¿qué fue eso?

—Un fumble. —Ryan se gira hacia mí, y asiento porque es correcto. Ella
sonríe, satisfecha, antes de volver su atención al partido—. ¿Dudaste de
tus habilidades de enseñanza, Gabe? —se burla, sin alejar la vista del
partido.

—No, solo revisando que lo haya hecho bien.

Ella ríe, pero no dice nada más. Miramos el resto del partido con solo
algunos comentarios aquí y allá. Como era de esperar, ganamos. El
equipo de Owen llevó a cabo una buena ventaja durante todo el
partido. Mi familia nos sigue a Ryan y a mí mientras caminamos hacia los
postes de gol del campo, esperando a que su entrenador termine de
hablar con ellos. Ryan está cerca de mí, tanto como antes, y sigo con
mi brazo alrededor de ella.

Owen le hace una mueca grande a Ryan cuando se acerca. Su


cabello está sudoroso y enmarañado por su casco. Owen levanta la
mano y Ryan le choca los cinco.

—Un buen partido —le dice.

—Gracias. Estoy emocionado de que te nos unas para Acción de


Gracias la próxima semana.

Se lo dije a mi familia poco después de que regresamos de Raleigh.

—Owen —interrumpe mi madre severamente—. Tenemos que irnos.

—Sí, señora. Los veo después —murmura. Owen choca su puño con el
mío, abraza a Ryan, y luego abraza a mis abuelos.
Todos decimos adiós, el abuelo abraza a Ryan, y luego vamos por
caminos separados. Tuve la oportunidad de aparcar cerca de Ryan y
mientras caminamos hacia nuestros vehículos, ella me mira.

—¿Supongo que tu madre no está muy emocionada por mí uniéndome


a ustedes?

—Eso no es todo. Owen fue capturado saliendo de casa en secreto esta


semana, por lo que está en problemas. Eso es todo —le aseguro.

Ryan asiente, se acerca a abrir la pequeña puerta de la tapa de la


gasolina, y agarra sus llaves. Ella abre sus puertas, y lo abro para ella.

— ¿Te veré en tu casa?

—Sí. —Le doy un beso antes de que ella entre, y me voy a mi propio
coche. Estoy tan feliz de que le dije que debía hacer las maletas antes
de tiempo y venir a quedarse conmigo esta noche.

Mi estómago gruñe. Me impacta que no he cenado todavía. Ryan se


detiene justo detrás de mí y una vez dentro de la casa, me voy
directamente a la nevera mientras que Ryan va y pone sus cosas en mi
dormitorio. Decido hacerme un sándwich de jamón y queso asado y
mientras estoy de pie en la cocina, Ryan viene detrás de mí, enterrando
su cara entre mis omóplatos.

—Tus padres todavía me odian, sabes —susurra en mi espalda.

—No lo hacen —me opongo.

—¿En serio? —dice con sarcasmo—. Es por eso que todos me hablaban
como hicieron el abuelo o incluso Owen. —Ryan suspira, y me doy
cuenta de que tiene razón. Ninguno de ellos realmente le habló—. Pero
no soy yo quien tiene que acostumbrarse a eso, Gabe. Quiero decir, lo
que estoy tratando de decir es que no hay muchas posibilidades de
que les agrade a tus padres y que Acción de Gracias vaya a ser un
disparo al infierno. Así que si planeas mantenerme a tu alrededor, tú eres
el que tiene que acostumbrarse a eso.

Pongo mi sándwich en el plato pequeño, apago la estufa, y enfrento a


Ryan. Ahuecando sus mejillas, le digo:

—No te odian. Ellos simplemente no te conocen todavía.

Ella rueda los ojos.


—Intentaron con tanto esfuerzo arreglarlo…

—¿Has intentado hablar con ellos? —le pregunto, levantando una ceja.

Ryan frunce el ceño.

—Les dije: “Hola, ¿cómo están?”¿Cuenta eso?

— ¿Qué tal si olvidamos a mis padres por esta noche? ¿Qué te parece?

—Perfecto.

Le doy un beso y le pregunto si le gustaría un sándwich también. Ella


niega con la cabeza.

Ryan agarra una bebida de la nevera, con una sonrisa cuando ve que
hay algunos Sunkists allí.

—¿Así que piensas mantenerme a tu alrededor? —dice a medida que


avanzamos en mi sala de estar.

—Absolutamente.

Nos sentamos y encendemos la televisión, pero Ryan todavía quiere


hablar.

—Declaré mi título esta semana.

Sonrío.

—¿Lo hiciste? ¿Cómo te sientes al respecto?

—Liberada. Aunque no se lo he dicho a mis padres todavía. En realidad


ni siquiera han intentado llamarme en absoluto esta semana. No desde
que envié un mensaje a mi madre para hacerles saber que no iba a ir a
casa. Pero estoy muy emocionada por ello. Incluso busqué otros museos
y galerías en el estado.

Ryan está emocionada acerca de cómo elegir una carrera, una que
quiere sin duda. Eso está claramente escrito en toda su cara, y me
encanta verlo. Me gusta sobre todo tenerla en mi casa, viendo lo
cómoda que está aquí. Tiene que gustarle a mi familia. O por lo menos
respetar que yo la quiero en mi vida. Su opinión me importa mucho, a
pesar de que he ignorado a algunos de ellos desde que vi a Ryan. He
ignorado las suyas y mis propias reservas acerca de su edad, que en
realidad ya no me preocupa. Definitivamente, he optado por ignorar los
comentarios acerca de sus tatuajes, porque me encantan.
—Hey, ¿ya te decidiste sobre tu próximo tatuaje? —pregunto después
de haber terminado mi sándwich.

—Sí, lo hice. En realidad, no hay una razón para que me haga este en
particular, sin embargo. Estaba buscando en Internet en busca de
inspiración, encontré éste, y sabía que lo necesitaba. Solo es cuestión
de ir a hacérmelo.

—¿Quieres hacerlo esta noche? —Por alguna razón, tengo muchas


ganas de ver que esto suceda. Las cejas de Ryan suben, así que
añado—. Me gustaría ir contigo. Ya estamos juntos, ¿así que por qué
no?

—Por lo general establezco una cita, pero si realmente quieres ir


conmigo, entonces vamos. —Sonríe.

Cerramos la casa, y Ryan conduce a la tienda de tatuajes que le gusta


en el centro. Ella sostiene mi mano mientras caminamos por dentro, el
sonido de las agujas zumbando inmediatamente haciendo que me
sienta mareado. El hombre detrás del mostrador le sonríe y sus estúpidos
ojos recorren su cuerpo.

—¡Ryan! Es bueno verte de nuevo. —Observa nuestras manos, pero me


ignora—. No estábamos esperándote, pero estoy feliz de que estés aquí.
¿Qué parte de tu cuerpo estaremos privilegiados de ver esta noche?

Ella ríe.

—Mi costado. ¿Dónde está Max? —Ryan gira hacia mí para hacerme
saber de quién está hablando—. No me hice mis tatuajes hasta que me
mudé aquí para la escuela, y Max los hizo todos.

Asiento, y el chico le dice:

—No está esta noche por desgracia. Todos nuestros otros artistas están
ocupados. Puedes esperar a uno de ellos o yo podría hacerlo. Solo
estoy cubriendo a Sally hasta que termine de fumar su cigarrillo.

Por favor, di que esperarás, creo. No se me ocurrió que alguien más la


podría tocar, sobre todo, no un tipo al que le encantaría hacerlo.

—No sé —dice ella, pero hay un tono juguetón en su voz—. Me encanta


el trabajo de Max. Sin embargo, esto es un simple tatuaje, así que
supongo que puedes hacerlo. Fue una decisión de último minuto para
hacer esto esta noche. ¿Puedo pedir prestado el ordenador para
mostrarte lo que quiero?
—Claro que sí.

Ryan deja mi lado para caminar detrás de la mesa, a su lado. Ella no


parece que le preste atención mientras él la mira una vez más. Por eso
es que estoy completamente sorprendido cuando ella dice:

—Si esperas tatuarme, deja de mirarme así. —Sin sacar sus ojos del
ordenador, inclina su cabeza hacia mí y agrega—. No lo aprecio, y
dudo que él lo haga también.

Él me mira.

—¿Y quién es él? Nunca has venido aquí con un chico antes. —Toda su
actitud ha cambiado ahora que Ryan le ha obligado a ser consciente
de mi presencia.

Afortunadamente, él dejó de mirarla como si quisiera follarla.

—Ese es Gabe, y es policía. Advertencia para el futuro, Pete, si alguna


vez te detiene, no seas un sabelotodo.

Se ríe, y yo sonrío ante su comentario.

—Te dije que esa boca tuya sería para meterse en problemas —dice—.
¿Eso es lo que quieres? —añade, al parecer viendo el tatuaje en la
pantalla.

—Sí, y quiero hacerlo bien aquí. —Ryan levanta su camisa sobre su lado
izquierdo y apunta a un lugar un poco lejos de la parte de su pecho,
sino un poco más en su caja torácica.

Ella va a tener que desenganchar el sujetador, para que no esté en el


camino. Genial.

—Bien. Toma asiento, y voy a dibujar una copia. ¿Lo quieres


exactamente de esa manera? ¿Negro también?

—No. —Ryan inclina la cabeza en la pantalla—. Lo quiero rojo en su


lugar.

—Bueno.

Ryan camina alrededor, toma mi mano, y nos sentamos en un sofá a la


espera de que él haga su trabajo.

—Lo siento mucho —dice ella en voz baja—. Es un gran ligón, y siempre
he coqueteado de vuelta.
—Está bien. ¿Qué estás haciendo?

—Un corazón. Me enamoré de cómo se veía. —Es su única explicación.

Antes de que pueda interrogarla más, una chica viene de la parte de


atrás, dejándose caer en el asiento que dejó vacante Pete. El zumbido
de las agujas está amenazando con hacer que enferme, y no entiendo
cómo solo el sonido no le molesta. Pete regresa y nos llama de nuevo.
Pasamos a un hombre corpulento sin camisa, que está haciéndose un
tatuaje en su brazo, una mujer de unos treinta años se hace algo en el
pie, y otra niña se hace a alguien en su espalda. Pete nos lleva a la
parte de atrás. Observo y escucho como Pete le dice a Ryan que se
ponga sobre la mesa y levante su camisa. Él me dice dónde puedo
sentarme, así que tomo asiento.

—¿Has estado bien, Ryan? —pregunta él mientras le desabrocha el


sujetador, asegurándose de que no va a estar en su camino. No me
gusta que sus manos estén en ella en absoluto. Ryan saca el brazo de la
manga y ese lado de su sujetador antes de levantar su brazo izquierdo
por encima del hombro, mientras que el otro tiene su camisa en su
lugar. Un pequeño oleaje del lado de su pecho aún se puede ver sin
embargo. Entonces Pete aplica un trozo de papel con el borde del
corazón en él.

—Mejor que nunca. —Ella me sonríe y se lo devuelvo—. ¿Está todo bien


con Max? Nunca supe de una vez que él no hubiera estado aquí un
viernes por la noche.

—Ha estado enfermo toda la semana, y desde luego no lo quiero aquí


así. Me aseguraré de que él sepa que viniste, sin embargo.

—Gracias. Este será mi último por un tiempo, creo.

—¿Por qué es eso? Has dejado que Max trabaje en ti tres veces. Creo
que merezco dos veces más para hacerte algunos. Él hizo un buen
trabajo, sobre todo en este caballito de mar. —Pete pasa sus dedos
sobre ella, mirando igual que yo estoy seguro que hice cuando hice lo
mismo—. ¿Por qué demonios te has hecho un enorme caballito de mar
de color rosa de todos modos?

—Y es por eso que amo a Max. Él no hace preguntas. ¿Estamos listos


para empezar o qué? —Ryan rueda los ojos, y me río.

—¿Estás lista? —le pregunta él.


—Sí.

Mis ojos se centran por completo donde él está trabajando. Pero


después de que hace una línea, tengo que mirar hacia otro lado,
encontrando la cara de Ryan una imagen de perfección

—¿Estás bien, Gabe? —pregunta ella.

Me muevo en mi asiento.

—Sí, pero ahora sé por qué nunca he querido un tatuaje. ¿El sonido y
luego ver qué sucede? —Niego con la cabeza, resistiendo el impulso de
estremecerse.

Ryan sonríe, y se está muriendo por reír.

—Me alegra saber que no eres un cobarde que se asusta de su…

—Ni siquiera lo digas, Ryan.

—Bien. No lo haré. Pero hay que admitir que es gracioso que un mísero
tatuaje asuste al gran y malo policía.

Inclinándome hacia delante para descansar los codos sobre las rodillas,
le digo en voz baja:

—Gracias por encontrarme tan divertido todo el tiempo.

La sonrisa de Ryan se ensancha, obviamente pensando en el incidente


de las esposas.

—De nada.

***

Las fáciles y relajadas bromas entre nosotros continúan durante todo el


fin de semana. Su nuevo tatuaje me gusta mucho, también. La tinta roja
sobresale contra su piel cuando está desnuda y su brazo se mueve. Me
encanta verlo. Como ahora mismo mientras se estira para alcanzar el
control remoto de la mesa, y apaga la televisión. Se acuesta de vuelta y
se tapa para cubrir sus pechos, con cuidado de no tocar debajo de su
brazo donde el tatuaje está debido a la crema que tiene que mantener
en él. Me encanta pasar días de sol con ella. Especialmente cuando
nuestro día comienza con un poco de sexo por la mañana.

—¿Cómo va a funcionar este Acción de Gracias? —pregunta ella, y


puedo escuchar un poco de preocupación oculta en sus palabras.
—Solemos reunirnos alrededor del mediodía, comer alrededor de la una
o dos, y pasamos el rato todo el día. Puedes quedarte conmigo la
noche del miércoles o puedo recogerte en tu casa el jueves. Y eres más
que bienvenida a quedarte conmigo la noche del jueves. Tengo que
irme la noche del viernes, sin embargo.

—Viv y yo vamos de compras el viernes, así que voy a ir a casa después.


Se supone que vendrá y se quedará conmigo esa noche. ¿Estás
nervioso por esto? —Ella vuelve la cabeza para mirarme.

—No. Ni un poco, y tú tampoco deberías.


Capítulo 12
Ryan
Traducido por Mika y Ale

Corregido por Ruth m.

Toda la semana, mientras no estoy en la escuela, limpio mi habitación.


Puede que Gabe no esté preocupado, que piense que no debería
estarlo, pero lo estoy. Y lo odio. Gabe y mis sentimientos por él me
hacen sentir vulnerable. Sin mencionar el nuevo tatuaje.

Amor.

Amor, amor, amor, amor, amor, amor, amor.

Eso es lo único en lo que he podido pensar. Una nueva palabra de


cuatro letras que se lleva todos mis pensamientos. Cuando vi el corazón
en Internet, lo deseé. Ese pequeño dibujo parecía tan hipnotizante
como mis pinturas favoritas. Necesitaba tenerlo. Necesitaba el perfecto,
hermoso tatuaje de corazón al lado del mío, no tan hermoso ni tan
perfecto.

Nerviosa y asustada hasta el corazón muerto.

No sé qué sucederá si sus padres no me aceptan. ¿Me defenderá


nuevamente o sucumbirá ante su familia? Puedo significar algo para
Gabe, y lo digo así por una razón, pero si tiene que elegir entre ellos o
yo, los elegirá a ellos.

¿Cierto?

Esa es su familia, que lo aman y se preocupan por él más que nadie.


Seguramente no arriesgaría su relación por mí. Para evitar pensar en eso
todo el tiempo y mientras el jueves se acerca más y más, he estado
limpiando como una loca. Este lugar está impecable. Cada centímetro.
Pero el día llegó. No puedo seguir limpiando. Un golpe suena en la
puerta, y voy a contestar. No puedo ni llegar tarde, como normalmente.
Estoy demasiado nerviosa.

Gabe está de pie al otro lado de la puerta con una enorme sonrisa. Por
lo menos alguien está feliz por esto. Yo no estoy feliz, pero mis nervios
desaparecen cuando lo veo. Entonces, son reemplazados por
determinación. Haré todo lo que pueda para agradarle a sus padres.
Realmente deseo esto. Es suficientemente complicado estar
enamorada de Gabe sin que lo sepa. No necesito que sus padres me
rechacen y hagan esto más complicado.

—¿Estás lista? —pregunta con sorpresa, acercándose para besarme


dulcemente.

—Increíble, lo sé.

—Bueno, comencemos con el espectáculo.

Me da su brazo para que lo enganche con el mío. En el viaje me habla


de su trabajo y cómo él y su compañero están trabajando bien juntos.
Estaba a mitad de una oración cuando aparcamos frente a una casa
con la calzada llena de coches, cuando lo interrumpí.

—No tienes permitido dejarme sola con nadie más que Owen o el
abuelo, ¿está bien?

—No planeo dejarte, Ryan. Será divertido —dice sonriendo.

Asiento porque ese es el plan. Salimos del coche y avanzamos hacia la


casa. Los hombres están en el salón, y puedo escuchar las voces de las
mujeres en la cocina. Parece que el abuelo es el único que falta entre
los hombres.

—Hola —dice Gabe mientras nos adentramos en la casa. Las personas


se dan la vuelta para mirarnos y saludarnos. Hay solo un hombre al que
no conozco—. Estoy seguro de que recuerdan a Ryan.

—Con una vista como esa, ¿cómo podríamos olvidarla? —dice Frank Jr.,
el primo de Gabe, mientras sonríe.

—Encantada de verlos de nuevo —les digo honestamente, notando


que el padre de Gabe me sonríe. ¿Qué hizo que cambiara su parecer
sobre mí?

Gabe me guía hacia el hombre que no conozco.


—Keith, ella es Ryan Kavanaugh. Ryan, él es mi hermano mayor, Keith.

El hermano estrecha mi mano con una sonrisa amistosa. Definitivamente


es como me imaginaba a un agente del FBI salvo por la ropa casual.

—Encantado de conocerte, Ryan.

—Ya era hora de que llegaras, querida. —Escucho desde detrás de mí


antes de que pueda responderle a Keith. Me giro ante el sonido de la
voz de del abuelo. Se acerca y me abraza.

—Estamos encantados de que pudieras venir.

No puedo evitar sonreír.

—Gracias por invitarme.

—Ven, siéntate conmigo —dice Owen desde el sofá. Me giro hacia


Gabe, y él sonríe con aprobación.

—Voy a ir a saludar a las chicas y luego volveré, si quieres quedarte.

Asiento, sentándome con Owen. Es mejor estar aquí que con las
mujeres. A mi lado está Owen, y el abuelo toma el otro lado. El padre de
Gabe, Larry, comienza a hablar con Keith de fútbol americano y
entonces todos los hombres comienzan a hacerlo. Yo escucho,
prestando atención a lo que dicen, en caso de que pueda aprender
algo de un nuevo deporte. Gabe vuelve a la habitación, pero no tengo
ni idea de dónde va a sentarse. Pasa por delante del abuelo y me da su
mano para que me levante.

Dios, no. No me digas que me hará sentarme en su regazo. ¡Está


intentado que sus padres me odien aún más! Efectivamente, toma mi
asiento antes de sentarme sobre él, uniéndose a la conversación como
si no estuviera en su regazo. Larry no parece sorprendido por esto, por lo
tanto, es algo bueno. Pero me siento incómoda sentada en una
habitación llena de hombres. Gabe me agarra por la cadera y me
aprieta suavemente mientras habla.

—Keith, ¿estás estudiando para el fin de semana? ¿Vamos a ir a


disparar? —pregunta, redirigiendo la pregunta para todos. Ellos asienten
y murmuran que sí.

—Querida, ¿vas a unírtenos? —pregunta el abuelo.

—Oh, ya he intervenido en su día de hombres una vez. Yo...


—Tonterías. Tienes que venir. Keith tiene que ver de lo que eres capaz
de hacer —dice interrumpiéndome.

—Sí —dice Keith—. Todo lo que escuché es cómo te hiciste notar sobre
papá después de solamente tirar durante una hora.

Genial. Observé a Larry, y me sorprendí cuando me sonrió.

—Tengo que aceptar que no estaba seguro de ti ese día, pero te


ganaste mi respeto. Puedo ver claramente por qué Gabe te puso una
multa cuando lo pediste. ¿Cómo sucedió eso exactamente?

Me giro para mirar a Gabe, pero no dice nada. Su padre me preguntó


a mí, así que debería responderle.

—Estaba teniendo una mala mañana. Tan mala que cuando me llamó
señora me enfurecí. Luego le dije algunas cosas y le pedí que me
pusiera una multa. Él aceptó. No puedo culparlo, sobre todo por
algunas de las cosas que le dije.

Los hombres ríen y Keith me contesta.

—¿Cómo diablos llevó eso a que comenzaran a salir?

—Ryan es problemática, plana y simple —dice Gabe, sus pulgares se


mueven a través de mi espalda mientras mantiene sus manos en mi
cadera—. Y es muy complicado decirle que no cuando consigue
atraparte con la guardia baja.

—¡Hey! —comienzo a decir a la defensiva, girándome en su regazo para


mirarlo—. ¿Tengo que usar mi carta ya? No, así que no estoy en tantos
problemas.

—Buen punto —dice mientras ríe.

—Comamos —dice su madre desde el comedor, cortando la


conversación.

Todos se levantan simultáneamente y se dirigen hacia la otra


habitación. Esta vez, Gabe está a un lado y Keith al otro mientras nos
sentamos en la mesa. Nos sentamos en silencio, unimos nuestras manos
y Larry comienza a rezar. Una vez que la comida está servida en todos
los platos, su madre, Camila, decide comenzar a hablarme. O debo
decir, interrogarme.

—¿Así que estás en la universidad?


—Sí, señora. —Lo mejor es ser lo más correcta posible—. En mi segundo
año, y mi especialidad es arte, gracias a Gabe.

—¿Gracias a Gabriel? —Ella frunce su ceño con confusión.

—Sí, él fue el que me ayudó a decidir qué especialización elegir, señora


O’Connor.

Sigue con el ceño fruncido pero continúa con el interrogatorio de todos


modos. Podría haber sido interrogadora para la policía, porque es
terriblemente intimidante.

—¿Y trabajas?

—No, señora. Mis padres quieren que me mantenga concentrada en el


estudio, así que pagan mis estudios.

Eso debería ser algo bueno de decir, ¿no? Porque significa que
concentro todos mis esfuerzos en el estudio.

—¿Tus padres tienen mucho dinero?

—Mamá. ¿Por qué importaría eso? —dice Gabe protestando.

—Solamente me quiero asegurar que no sea una niña rica y malcriada


en busca de alguien que se haga cargo de ella cuando sus padres
decidan dejar de hacerlo. Eres mi hijo, Gabriel, y normalmente te
enamoras de chicas que no son buenas para ti. Solamente quiero lo
mejor para ti.

¿Está hablando en serio? Esto es ridículo. Gabe no dice una palabra


mientras mira fijamente a su madre, con su boca cerrada. No va a decir
nada. El momento ha llegado, y él no va a pronunciar una maldita
palabra. Ahí es cuando decido que esto se ha acabado. La mesa
resuena cuando arrojo mi servilleta.

—Yo creo que Gabriel… —Él flaquea mientras la rabia cruza a través de
mi cuerpo—… es lo suficientemente adulto, como la encanta
señalarme, y suficientemente inteligente para manejarse por sí mismo.
Lamento que haya tenido que ser grosera haciendo las preguntas más
estúpidamente ridículas que no tienen nada que ver con quién soy
como persona. —Me giro hacia Gabe—. Y Gabe, muchas gracias por
defenderme. Claramente puedo ver cuánto significo para ti. Ahora, si
me disculpan, tengo que encargarme de mis malditos problemas en vez
de tratar con tu familia.
El sonido de mi silla retrocediendo es ensordecedor, y escapo de allí lo
más rápido que puedo.

—Ryan, espera —me suplica Gabe detrás de mí mientras abro la puerta


principal y sigo caminando.

—No te atrevas —grito sobre mi hombro. Tenía razón. Maldita sea, yo


tenía razón. Ni siquiera se puso de pie por mí, y supongo que no debería
haber esperado que lo hiciera. ¿Ven que pasa cuando tengo
expectativas estúpidas? La gente me falla. Por lo menos ahora sabía
cómo se sentían mis padres.

—Déjame llevarte a casa.

—¡No! —le grito, girándome para mirarlo.

—Ryan, no dije nada porque… —intenta explicarse, pero no quiero


saber nada.

—Porque eres un santurrón que no le puede llevar la contraria a su


madre. Viv vendrá a buscarme. Ve y disfruta de tu día con tu familia.

—No seas ridícula. Te llevaré a casa. —Agarra mi codo y me empuja


hacia su coche—. Y tú te vas a calmar, así podemos hablar —dice,
acomodándome en el asiento del copiloto y cerrando la puerta de un
portazo.

No quiero estar cerca de él, pero si lo que necesita es terminar, pues eso
tendrá. Dejaré que diga lo que quiera. En realidad no importa porque es
una idea terrible. Otro error enorme. Gabe se acomoda hacia atrás en
su asiento, colocándole más fuerza de la necesaria al acelerador. Una
vez que estamos en la carretera, comienza a hablar.

—Mira, no dije nada porque estaba muy sorprendido de lo que dijo mi


madre. Nunca la había visto ser tan criticona antes, así que no lo podía
creer. No tienes que estar enojada conmigo porque estaba a cinco
segundos de defenderte antes de que tú te fueras y te pusieras en
ridículo.

—¡Tienes que estar bromeando! ¿Ir y colocarme en ridículo? ¿Qué


diablos esperabas que sucediera, Gabe? ¡Mírame! ¿No recuerdas lo
que ella dijo cuando vino? ¿No recuerdas lo que mis malditos propios
padres piensan? Te dije desde un principio que no soy digna de la cosa
de conocer-a-tus-padres y ahí está la prueba. Quiero creerte, realmente
quiero, pero no pienso que le hubieras dicho algo. Es tu madre, y dijiste
que su opinión era importante para ti. Ahí está su maldita y estúpida
opinión. No creo ni por un segundo que vayas a ir en contra de
tu familia.

Mi discurso dura todo el camino a mi apartamento, no podría estar más


feliz de estar aquí. Rápidamente salgo del coche, y camino
precipitadamente hacia el edificio.

—Ella está siendo sobreprotectora —intenta excusarse Gabe a mi


espalda.

—¡Tienes veinticinco años! ¿Realmente necesitas que tu madre te


cuide? ¿Para protegerte de mí? Porque eso es lo que estás diciendo. —
Cuando meto la llave en mi puerta me doy cuenta que no está cerrada
con llave. Oh, diablos, no. Hoy no. Efectivamente, mis padres están allí,
arrancándome un gruñido molesto y frustrado—. ¿Por qué diablos están
ustedes aquí? ¿Será que alguna vez pueden llamar antes de venir?

—Deja de ser tan dramática, Ryan. Es Acción de Gracias. Nos dijiste que
nos quedáramos aquí, así que vinimos a decirte qué carrera hemos
escogido para ti —dice mi madre—. No sabíamos que estarías con él.

—Realmente, no estoy de humor para esto, mamá. Por favor, vuelvan


otro día.

—Ryan. —Mi padre alza el tono de su voz—. Este es nuestro último día en
la ciudad. Preferiríamos no perder el tiempo con tus tontas rabietas de
niña.

¡Qué mierda! Camino hacia el frente de donde están sentados, en mi


sofá, cruzo mis brazos sobre el pecho y los fulmino con la mirada.

—Bien, no pierdan más el tiempo, porque he escogido arte.

La boca de mamá cae abierta.

—¿De dónde vino eso? No puede ser en serio, Ryan. Esa es una terrible
decisión. Nunca deberíamos dejarte sola porque es obvio que no
puedes tomar decisiones razonables. Aunque supongo que deberíamos
haber esperado eso.

—¡Detente! ¡Solo hazlo! —exploto, con la rabia reprimida por tanto


tiempo, finalmente dejándola fluir. Este no es el día para que ellos
rieguen su mierda encima de mí después de lo que acabo de pasar
con Gabe—. Estoy tan cansada de escuchar que nada de lo que hago
es suficientemente bueno. ¿Qué demonios esperas que haga, mamá?
¡He sido lo mejor que puedo por ustedes, y esa mierda no significa nada
para ninguno de los dos! —Los señalo a ambos—. Gracias a ustedes, no
tengo ni puta idea de lo que quiero hacer con mi vida porque he
estado tan ocupada tratando de complacerlos y hacerlos sentirse
orgullosos. Y no tiene sentido porque les importa una mierda. Ustedes
me prepararon para el fracaso con sus ridículas expectativas.

«Lo siento, no soy un chico. Lo lamento, pero no juego ni a fútbol


americano ni a béisbol ni ningún otro deporte de hombres. Lamento
que no pueda seguir los pasos de papá. Lo siento, pero no me visto con
esmóquines o me preocupo por los negocios. Lo siento, por no pedir un
coche deportivo. Lamento que me guste ir de compras. Lamento que la
tradición te diga que tienes que pagar por una boda. Lamento que el
baile padre–hija suene tan malditamente horrible. Lamento que el rosa
te disguste. Lamento que pienses que siempre dejo las cosas a medias
porque pensar diferente no vale la pena para “desperdiciar” tu
precioso dinero o porque insistes en que hago lo imposible. Lamento
que, debido al hecho de que soy una maldita chica no pueda hacer
nada bien. Lamento que mi mejor momento sea una mierda para ti, y
que no pueda ser lo que esperabas, porque esperabas más ¡lo cual ni
siquiera es posible! Lamento que todos tus sueños murieran conmigo.»

«¿Pero sabes qué? ¡Ya no me importa! ¡Váyanse a la mierda! —Tomo


una profunda respiración y me doy cuenta de las caras atónitas en la
habitación—. Tú también vete a la mierda, Gabe. Ahora, si no les
importa, todos ustedes ¡se pueden ir al infierno y largarse de mi
apartamento!»

Rabia pura corre a través de mí, mis manos duelen por golpear algo.
Entro en la cocina, ignorándolos, y con la esperanza de que solo se
vayan. Mi cadera se tropieza con el mostrador y grito de frustración,
tirando el lavavajillas para abrirlo. Sí. Romper algo va a liberar parte de
esto. Agarró un plato de vidrio, lo sostengo sobre mi cabeza, y luego lo
lanzo al suelo. Una energía frenética bulle a través de mí, con un toque
de emoción. Dios, se siente bien.

Abro el estante superior, agarrando la primera cosa de vidrio que


encuentro. Un tazón. Se estrella contra el suelo, partiéndose en mil
pedazos y mezclándose con los restos del plato. Débilmente, escucho a
mi madre gritarme que me detenga, pero el sonido de su voz me
impulsa a hacerlo de nuevo, pero esta vez con una taza. Cuando
levanto otro tazón encima de mi cabeza, unas manos agarran mis
muñecas.
—Detente, Ryan —dice Gabe en voz baja detrás de mí.

—¡Suéltame! —Intento girar mis muñecas, pero su agarre es demasiado


fuerte.

—No. Necesitas detenerte.

Su suave tono de voz rompe a través de mi ira.

—Bien —murmuro. Él toma el tazón de mis manos—. Todo el mundo


tiene que irse. Ahora. —Giro mi cara hacia mis padres, pero estoy
hablando con Gabe también—. O se van o los saco.

Mis padres realmente se ven aterrorizados por mi arrebato y ataque de


ira. Ellos asienten solemnemente antes de salir, solamente dejando a
Gabe para que yo me deshaga de él.

—Ryan —comienza.

—No, Gabe —interrumpo en voz baja, completamente frente a él. Con


toda la fuerza que puedo reunir, continúo—: He estado
preocupándome sobre decepcionarte y no cumplir con tus
expectativas y las de tu familia. Nunca consideré que nuestros papeles
se invertirían, y que tú serías quien me defraudaría a mí. —Su boca se
abre para hablar, pero no sale nada así que termino—. Solo ve a casa.
No quiero lidiar con esto todavía, y necesito limpiar. Por favor, vete.

Su boca se cierra, asiente a regañadientes, y luego también se va. Una


parte de mí desea que Gabe no me hubiera escuchado. Que me
hiciera escucharlo, pero no puedo culparle por irse cuando le pedí que
se fuera. No podría esperar ambos comportamientos de su parte, y al
final, estoy más agradecida por el que se haya ido que por quedarse.
Me quedo mirando lo que queda de mis platos. Este día se ha ido al
infierno, eso es seguro. Dejo el desastre de vidrios rotos en el suelo. Una
vez que he cerrado mi puerta con llave, voy a mi habitación, le envío un
mensaje de texto a Viv, diciéndole que estoy terriblemente enferma y
que no puedo ir de compras mañana. Ella está con su familia, así que
puede demorarse un rato en responder. Conecto mi teléfono a los
altavoces y le doy reproducir a la carpeta de Rock, y me dejo caer en
la cama.

No puedo creer que me haya quebrado completamente, no solo frente


a mis padres, sino también en frente de Gabe. No sé por qué sin
embargo, me importa. A él no. Ni siquiera pudo defenderme de su
madre. Este tiene que haber sido el peor día de mi vida. Mientras estoy
acostada, escuchando “Crazy Bitch”, me doy cuenta que quedarme
aquí, probablemente no es la mejor idea. Viv tiene una llave, mis padres
tienen una llave y Gabe sabe que puede encontrarme aquí si decide
volver a hablar conmigo.

Me levanto, empiezo a sacar algunas maletas. No quiero ver a nadie y


la única manera de asegurarme de que eso pase, es yéndome a
quedar a otro lado. Así que guardo un poco de ropa y otras cosas
necesarias dentro de una maleta, agarro mis cosas y me voy a un hotel
en el centro. Me toma un par de paradas encontrar un hotel con una
vacante, pero la consigo. Un par de llamadas de Gabe y textos de Viv
se filtran, así que apago mi teléfono.

Pensamientos incesantes continúan plagando mi mente. Me deleito con


los postres que pedí por servicio de habitaciones mientras pienso.
Probablemente arruiné las cosas con Gabe, si él estaba diciendo la
verdad sobre cómo me hubiera defendido de su madre. El fiasco con
mis padres ni siquiera me molesta. No en comparación con las cosas
con Gabe. Mis padres no se irán a ningún lado. No hay garantía de que
tendré a Gabe en mi vida ahora, mucho menos para siempre. No es
que pueda decir que quiero eso. Escoger una carrera me asustó. Dudo
que pueda asegurar que quería a Gabe.

Una vez más, me encuentro a mí misma en un millón de direcciones


diferentes, o así se siente. El museo de arte y las pinturas del fuego
vienen a mi mente. Miro sus horarios por Internet y encuentro que abren
mañana. Quizás eso haga que toda esta mierda desaparezca por un
rato.
Capítulo 13
Gabe
Traducido por Angiekjn

Corregido SOS por Kora

Vuelvo a casa de mis padres hecho una furia después de dejar la de


Ryan. Dejarla sola era lo último que quería hacer, pero no quería
empeorar las cosas. Si ella necesita tiempo, se lo daré. Pero no mucho,
porque ahora realmente necesito convertirme en el Príncipe
Encantador y arreglar este follón. Cuando Ryan me dijo que le había
fallado, no logré encontrar ningún argumento para defenderme. Tan
pronto como salieron las palabras de su boca, me di cuenta de que ese
era mi miedo con Ryan, y que se había hecho realidad. La defraudé de
la peor manera posible. La decepcioné. Fallé en cumplir sus
expectativas. Unos segundos de silencio y mi madre me hizo herirla. Ella
esperaba más, y eso era exactamente lo que se merecía.

Ahora mismo, necesito descubrir en qué estaba pensando mi madre


cuando abrió la boca. Si es que estaba pensando. Todo parece seguir
tal y como estaba. Los chicos están en el salón, mirando la televisión, y
las chicas están limpiando la cocina. La puerta se cierra con un golpe
fuerte detrás de mí, haciendo que todos me miren.

—Gabriel —comienza a decir mi padre, levemente alarmado.

Lo ignoro y entro en la cocina. Todo se detiene cuando las mujeres se


giran hacia mí. Mis ojos encuentran los de mi madre. No estaba
mintiendo cuando le dije a Ryan que me había sorprendido lo que
había dicho. Nunca ha sido tan dura con ninguna chica antes. No se
suponía que el día tuviera que ir así. Para nada. Tengo que averiguar
qué pasó.

—Me gustaría hablar contigo —digo, calmado.


Mamá asiente, y sin palabras las demás salen de la cocina.

—Gabriel —comienza.

—¿Qué fue eso? —pregunto con dureza, mis manos cerradas en puños
a mis costados. Ahora que estoy de vuelta, estoy enfadado.

—Lo siento…

—Deberías sentirlo. Ryan había estado preocupada desde que le pedí


venir aquí. Le dije que no tenía de qué preocuparse, y tú vas y le dices
que es una malcriada rica que quiere que yo cuide de ella. ¿De dónde
has sacado esa idea, mamá? ¿Cuándo he dicho yo algo de eso sobre
Ryan?

Sus manos se retuercen. Nunca he hablado con mi madre de esta


manera pero, de nuevo, nunca he tenido una razón.

—No lo hiciste. Me pasé de la raya, lo sé, pero estaba preocupada por


ti, que estuvieras buscando señales que mostrasen que ella no es buena
para ti. Lo has hecho antes, y ella es joven…

—¡No me importa, mamá! —la interrumpo, irritado porque siguiera con


eso—. No hay nada malo en Ryan. Ni su edad, ni sus tatuajes, ni su
personalidad. —Respiro hondo para calmar mi rabia—. Ella es
asombrosa, y hay mucho que no sabes sobre ella porque no te lo he
dicho. No hay forma de explicarte cuan bella persona es Ryan sin
contártelo todo acerca de ella, pero no debería hacer eso. Te pedí que
no la juzgaras, mamá. Te pedí que ignoraras lo que vieras y que
la conocieras. Fuiste a esa cena con la intención de freírla hasta que
encontraras una razón para hacerme dudar. Y ahora no me quiere
cerca de ella.

«Te quiero, mamá, pero tienes que parar. Te preocupas y quieres


protegerme, y lo entiendo. Pero sé aprender de mis errores, y tengo
veinticinco años. Puedo cuidarme a mí mismo. No puedes arruinar mi
relación solo porque tienes esta absurda idea de que Ryan no es una
buena persona. Estoy en una relación con ella, no contigo. Solo te pedí
que tuvieras la mente abierta para que así pudieras conocerla, mamá.
En cambio, te pasaste de la raya, sacaste conclusiones precipitadas y
no trataste a Ryan ni de cerca como se merece ser tratada.

—Gabriel —dice mi padre desde detrás mío, interrumpiendo mi discurso.


Con otro suspiro profundo, modero el tono de mis palabras una última
vez.

—Ryan no es como nadie con quien haya salido antes. Debiste haber
confiado en mi juicio. E incluso si no lo hacías, no deberías haber dicho
esas cosas porque ahora tengo que arreglar lo que estropeaste.

Me giro, paso junto a mi padre y salgo antes de que algo más pueda ser
dicho. No estoy de ánimos para seguir estando cerca de ellos o para
escuchar una disculpa de mamá. Lo que realmente quiero es ir y ver
cómo está Ryan, pero en vez de eso me voy a mi casa. Ella
probablemente necesita más tiempo para calmarse, y no quiero
interrumpir y hacer que necesite aún más tiempo. Cuando llego a casa,
me baño y luego me tumbo en el sofá para ver la televisión.

Llamo a Ryan dos veces. No responde, así que le dejo un mensaje breve
pidiéndole que me devuelva la llamada. No lo hace. Trato de
permanecer despierto por si llama una hora más tarde, decidiendo que
quiere hablar conmigo. Los ojos empiezan a pesarme mientras veo un
programa de entrevistas nocturno, y al cabo de poco tiempo me
duermo.

***

Mi teléfono suena mientras mis ojos se abren. Siento un dolor


recorriéndome el cuello por haberme quedado dormido en el sofá. Me
siento, busco mi teléfono y lo encuentro en el suelo debajo de la mesa
de café. Debió haberse caído mientras dormía. Espero que sea Ryan,
pero una mirada al número extraño aleja mis esperanzas.

—¿Hola? —respondo.

—¿Gabe? Soy Vivian. ¿Está Ryan contigo? —Escucho un leve toque de


pánico en su voz, lo cual me llama la atención de inmediato.

—No, no está. ¿No está contigo? —Estoy seguro de que me dijo que
iban a ir de compras hoy.

—No. Acabo de llegar a su apartamento para ver cómo está porque


anuló nuestros planes de ayer y cuando le llamo salta el buzón de voz.
No está aquí, y me preguntaba si podría estar contigo. Oh, Dios —
exclama ella.

—¿Qué pasa? —Mi cuerpo se tensa, esperando oír qué había pasado.

—Hay cristales rotos por todo el suelo de la cocina. Qué...


—Ryan los rompió ayer mientras yo estaba allí. No fue un buen día. —
Suspiro, recordándolo todo—. ¿No sabes a dónde puede haber ido?

—No. Nunca antes había desaparecido.

—Estoy seguro de que está bien, pero trataré de localizarla, ¿de


acuerdo?

Eso la calma mientras me pide que la llame en cuanto sepa algo de


Ryan. Mientras me visto, me pregunto dónde puede estar. No limpió el
estropicio, como me dijo que necesitaba hacer. En vez de eso, se
marchó. ¿Dónde habrá ido? No estoy seguro de qué debo hacer, así
que conduzco por calles al azar, buscando su coche y sintiéndome un
poco acosador. Pero entonces lo veo en el aparcamiento del museo de
arte. Es difícil no verlo ya que no hay muchos coches allí.

Estaba fascinada con el cuadro del fuego, y apuesto que es ahí donde
está. Esa es mi primera parada. Tal y como pensaba, la encuentro
encarando la pared, mirando las llamas. Silenciosamente, camino
detrás de ella y me aclaro la garganta.

Ryan echa un vistazo detrás suyo. Sus ojos antes llenos de lágrimas se
endurecen al verme. Mira la pintura de nuevo y en un susurro áspero me
dice:

—Vete.

—Ryan —intento decir. Me mata que ni siquiera me mire. Me estiro, mis


dedos tocando sus caderas para acercarla. La necesidad de tocarla y
sentirla es abrumadora ahora que está justo aquí. Tan pronto las puntas
de mis dedos la tocan, Ryan se aleja de mi alcance. El mensaje es claro.
No me quiere aquí con ella.

—Lo siento. Debí…

—No importa —me interrumpe ella—. No quiero escuchar lo que tengas


que decirme. Déjame sola, Gabe. —No suena enfadada con esa última
frase. Me recuerda a cuando me pidió que me fuera antes y
simplemente sonó cansada.

—Puedo…

—No —me corta, la ira llenándola de nuevo con mi intento.

—De acuerdo —cedo mientras un terrible sentimiento de desesperación


me invade—. Me Iré. —Esa es la última cosa que quiero hacer, pero no
la obligaré a hablar conmigo. Sus brazos se relajan ligeramente, justo lo
suficiente para darme cuenta de que estaban tensos—. Si cambias de
opinión…

—No lo haré.

La ignoro y continúo:

—Llámame. Estaré trabajando, pero podemos hablar cuando salga.


Necesitamos hablar, Ryan. Necesito que me hables.

Ella me ignora, y me rompe el corazón. Duele incluso más saber que me


ama. Sin querer le hice daño, y ella no sabe cómo me siento. No está de
humor para hablarme. Tengo que respetar eso aunque me oponga a
ello. Me doy la vuelta y me alejo de ella, preguntándome cuánto
tiempo tendré que esperar antes de que me escuche.
Capítulo 14
Ryan
Traducido por Gabbii

Corregido SOS por Kora

No hay mucha gente aquí, gracias a Dios. Dos solitarias lágrimas


descienden por mi cara. Justo cuando estoy a punto de girarme,
rindiéndome ante la súplica en su voz, escucho a Gabe yéndose.
Demasiado tarde. No le voy a perseguir, aunque me esté muriendo por
hablar con él. Él se está yendo y yo le voy a dejar irse. Le dije que lo
hiciera. Esto es lo correcto, pienso mientras observo la pintura.

El sombrío fondo negro contrasta con las rojizas llamas. Siento la batalla
de las llamas tratando de levantarse, cada llama tratando se alzarse
más alto que las demás. Cuanto más miro, más puedo sentir la misma
batalla dentro de mí. Esto apesta. No me está haciendo sentir mejor, así
que me doy la vuelta y me voy.

Puedo y voy a estar bien sin él. Una parte de mí quiere luchar para
quedarme con él, pero no puedo. No lo haré. Mi estúpida mente sigue
reproduciendo el silencio de Gabe. Una y otra vez. Si él hubiera tenido
la ligera idea de que sentía algo por mí, me habría dicho algo al
instante.

No lo hizo.

Así que no sentía nada por mí.

Aparte, tendría que estar más concentrada en el desastre al que llamo


familia. Mis padres me llaman el siguiente domingo. La conversación es
mucho más larga de lo que hubiera querido, pero al final consigo lo que
quiero. Todavía puedo escuchar el escepticismo en su voz después de
explicarles tranquilamente por qué quiero estudiar la carrera de arte.
Mi madre no comprende en absoluto por qué he escogido esa carrera.
Estoy segura de que los espanté con mi estallido, y ella verdaderamente
está tratando de entender mi decisión.

Después de decírselo ella parece aceptarlo. Casi todo. Su desagrado es


evidente, pero todo depende de una sola cosa: si fallo será solamente
por mí. Luego me dice que si cambio de parecer o si mis notas bajan ya
no me sustentarán. No iban a estar gastándose el dinero en mis
indecisiones o en mi pereza. En general, la conversación fue estúpida.

Nada ha cambiado. Ni siquiera sé si quiero que las cosas cambien. La


manera en que es nuestra relación es todo lo que siempre he conocido.
Apesta, pero no tiene que cambiar porque podría ser tanto para mejor
como para peor. Diablos, tener una conversación normal con mi madre
es algo nuevo, y como que lo odiaba. Explicárselo era una tortura
porque todo en lo que pensaba era en Gabe. Después de todo, fue él
el que me hizo tomar esta decisión. Mierda. Le echo de menos.

Sin embargo, nada de eso importa. Solamente hablo con Viv. Les dije a
mis padres que necesitaba algo de espacio, así que han dejado de
llamarme. Y sigo ignorando a Gabe. Él llama y me deja mensajes, pero
no los escucho. No puedo. Si lo hago, tengo miedo de rendirme y
llamarle. Todavía estoy resentida y enfadada con él. Ahora mismo, es
más fácil para mí estar cabreada que enfrentarme a la música y
escuchar a Gabe.

Si dejo de estar enfadada, entonces tendré que asumir que fui una
perra con él y que era posible que hubiera estado diciendo la verdad. Él
podría haber estado a segundos de hacer frente a su madre. Jamás lo
sabré porque hablé primero. Él debería haber hecho algo, pero no lo
hizo. Incluso si iba a hacerlo, no quiero convertirme en una traba entre él
y su familia. Sin contar a su madre, Gabe tiene una fabulosa familia. Su
amor no tiene fin. No quiero interferir en eso.

Sin importar cuántas veces me llama Gabe, no le respondo. Llama por


lo menos una vez al día, e incluso llama alguna vez a Viv. Estaba con
ella la primera vez que la llamó. Ella no le dijo mucho, y después de
colgar le dije que si volvía a llamar más le valía no decir otra cosa
aparte de que estoy bien. Gabe ya no tiene derecho a saber esas
cosas. Casi quiero tirar la toalla por el hecho de que la llamara para ver
cómo estaba yo, pero, de nuevo, eso me toca las narices. Si quisiera
que lo supiera, descolgaría el teléfono yo misma.
Por ahora, Viv es todo lo que necesito, y estoy feliz con eso. Estaré de
exámenes finales en unas pocas semanas. Una parte de mí quiere ir de
fiesta, tener sexo y olvidarlo todo. Aun así, lo cierto es que no quiero
hacer eso. Aparte, tengo que sacar sobresaliente en todas las
asignaturas, así que para lo único que tengo tiempo es para estudiar.
No necesito a mis padres, ni a Gabe ni la estúpida palabra de cuatro
letras comenzada por “a” en mi mente.
Capítulo 15
Gabe
Traducido por Gabbii

Corregido SOS por Kora

Nunca fui a disparar con los chicos. He estado inmerso en mi trabajo. Mi


jefe ya está harto de verme en la estación, buscándome papeleo que
hacer. Si consigo que mi cerebro esté adormecido escribiendo cosas,
entonces estaré demasiado cansado para pensar en Ryan y en su
silencio. He tratado de llamarla muchas veces, pero nunca responde. Ni
siquiera puedo escuchar el timbre de la llamada porque me cuelga sin
contestarme, enviándome directamente al buzón de voz. Tal vez solo
necesite tiempo para averiguar las cosas por sí sola. Probablemente
también tenga que lidiar con las agresiones verbales de sus padres.
Ryan no necesita que le dé más problemas.

Cada día pienso en la noche de su cumpleaños. En el momento en que


me dijo que me amaba. Sé que tengo sentimientos hacia ella, y sé que
son profundos. No se lo dije ni una vez antes del día de Acción de
Gracias. Debería haberlo hecho, porque ahora está lidiando con lo que
nos pasó igual que sus padres, y ella no lo sabe. Lo que es peor es que
cree que no siento nada por ella. He tratado de hablar con ella, pero
tengo que esperar hasta que esté lista para hacerlo. Cuando sea que
sea eso. Siempre que me envía automáticamente al buzón de voz me
entran ganas de correr hacia allá y obligarla a escucharme. Pero no
puedo. Así que sigo llamándola, sigo dejando mensajes y esperando
hasta que ya no pueda más.

Me aseguro de trabajar cada domingo para no ir a cenar con mis


padres. Todavía estoy molesto por el día de Acción de Gracias, y no he
hablado mucho con mi madre. Por supuesto, regresaré pronto, pero por
ahora quiero trabajar todo lo posible. Cualquier cosa que me mantenga
lejos de casa. Porque cuando estoy en casa, los pensamientos sobre
Ryan son peores. Recuerdos de su fiesta de cumpleaños, de la noche en
la que tuvimos sexo en cada habitación de la casa, de su sonrisa
cuando vio que compré refresco de naranja para ella.

Está en todas partes.

Cuando salgo a patrullar por el centro y paso por donde nos vimos en
Halloween, pienso en ella tambaleándose en la calle y yo llevándola a
casa. Cada vez que Fredrick dice algo inapropiado, recuerdo esa
noche. Pienso en ella cada vez que lavo los platos. ¡Es de locos! Termino
lavando el mismo plato durante diez minutos porque el día de Acción
de Gracias se repite en mi mente, recordando la imagen de ella
lanzando y rompiendo la cristalería contra el suelo. La vi relajarse cada
vez más con cada cosa que destruía, pero aun así la detuve. Todos mis
recuerdos de ella dan vueltas en mi mente.

Quiero verla y forzarla a que hable conmigo. La principal razón por la


que no lo he hecho es porque no sé qué sucede con sus padres. Si las
cosas no van bien, quiero estar ahí para ella, pero tampoco quiero
empeorar las cosas. Incluso he llamado a Viv para ver cómo está Ryan.
Ella solo dice que está bien y que le hará saber que he llamado. Ya he
hecho todo lo posible sin que se considere acoso.

—Has llegado pronto —dice Fredrick, tomando asiento, alejando mis


recuerdos.

—Tenía papeleo que hacer.

—Has estado haciendo mucho papeleo, últimamente.

—¿Vamos a trabajar o no? —le digo, enfadado.

Levanta sus manos en señal de rendición y murmura una disculpa antes


de dirigirnos hacia afuera para irnos. No sé por qué sigue ignorándome,
pero creo que es momento de dejar de hacer las cosas como ella
quiere. Mañana, Ryan va a hablar conmigo porque no voy a dejar que
la situación se prolongue por más tiempo.

***

El sonido de un disparo suena fuerte en el aire.

—¿Estás bien? —le grito a Fredrick.

—Sí —me grita.


El idiota que nos está disparando comienza a correr por la calle.
Recibimos una llamada de un asalto y llegamos a la escena cuando él
todavía está aquí. Me muevo de mi escondite de detrás del coche y
voy tras él. Le grito que se detenga, pero es inútil. Él gira por la esquina
unos diez segundos antes que yo.

Recibo dos tiros, los cuales hacen que sienta un dolor abrasante en mi
hombro y me derriban. Sus pasos dejan de escucharse. Momentos
después, Fredrick está junto a mí. Dios, esto duele. Las horas siguientes
pasan en un borrón mientras soy llevado al hospital y comienzan a
curarme el hombro.

Cuando despierto en mi habitación del hospital, pienso en Ryan. Hace


dos semanas que no hablamos. La echo de menos, y quiero hablar con
ella. Es así de simple. Mi hombro me duele, y al girar la cabeza veo a mi
madre dormida en la silla. Una enfermera entra en la habitación,
llamando mi atención. Sonríe cuando me ve despierto.

—¿Cómo está, oficial O’Connor? —pregunta en voz baja.

—Dígamelo usted.

—Está respondiendo bien al tratamiento. Después de descansar, estará


como nuevo —me dice mientras mira los números en el monitor.

—¿Qué hora es? —pregunto.

—Casi las cuatro de la mañana.

—¿Gabriel? —Miro a mi madre ante el sonido de su voz. Está sentada en


la silla con una manta cubriendo la parte baja de su cuerpo y una
almohada en la espalda.

—No tenías que quedarte toda la noche, mamá —le digo mientras la
enfermera se va.

Se levanta y camina hacia mí.

—Eres mi hijo. Claro que tengo que hacerlo. Yo, uh… —Duda—… no
sabía si decirle a Fredrick que se lo dijera a Ryan, así que le dije que no
lo hiciera hasta que hablara contigo y supiera qué querías hacer. No sé
qué ha estado pasando. —Un atisbo de culpa cruza su rostro, incluso
habiendo sido yo el que había dejado de hablar con ella.

—No pasa nada, mamá. No he hablado con ella desde el Día de


Acción de Gracias, así que supongo que no quiere saber nada de mí.
Asiente.

—Deberías descansar.

—Sí, supongo.

Mamá regresa a la silla y cierro los ojos, sabiendo que veré a papá y a
Owen por la mañana. Mamá probablemente les ha mandado a todos
a casa. Su mención de Ryan me ha hecho pensar en ella otra vez. Todo
este tiempo he sabido lo que siente, o sentía, por mí, y nunca le dije lo
que yo sentía. Sin importar si quiere o no, va a hablar conmigo. En
cuanto salga de aquí.
Capítulo 16
Ryan
Traducido por Angiekjn

Corregido por Azhar23

Un golpeteo me despierta, y me doy cuenta de que hay alguien en la


puerta. Miro al reloj y veo que son las siete de la mañana. ¿Quién rayos
está aquí? Gruñendo, me doy la vuelta, salgo de la cama, y agarro una
banda para el cabello de camino a la puerta. Me recojo el cabello,
ahora el golpeteo es más fuerte, y abro la puerta.

—¡Qué rayos…! —Las palabras se atascan en mi garganta cuando veo


a Camilla, la madre de Gabe, parada afuera de mi puerta. La miro, mi
corazón se congela a medio latido. ¿Por qué esta aquí? ¿Qué quiere?
¿La mandó Gabe a disculparse o algo?

—Buenos días, Ryan —dice ella—. Siento que sea tan temprano. ¿Puedo
pasar?

—¿Por qué? —pregunto con confusión. Las palabras que me dijo


reaparecen en mi mente con fuerza, avivando mi rabia—. ¿Te gustaría
mirar todas las cosas que mis padres le han dado a su pequeña, niña
malcriada? Lo siento, pero es muy temprano para un tour personal.

Cuando empiezo a cerrar mi puerta, sus manos se abalanzan para


detenerme.

—Ryan, espera.

Jadeando, la abro de nuevo.

—Honestamente. Sra. O’Connor, no quiero escuchar lo que tiene que


decir.
—Creo que sí quieres —dice suavemente, sin que sus ojos dejen de mirar
los míos—. ¿Puedo pasar? —repite. Algo en la forma que lo dijo me
hace dar un paso al lado.

La guio a la mesa de la cocina, agradecida de que durante mis


vacaciones de estudios, he estado en modo de limpieza. Camilla se
sienta y pone sus manos sobre sus piernas. Por un momento, no dice
nada.

—Gabriel me dijo que no le hablas.

Estrechando mis ojos, interrumpo:

—No, no he hablado con Gabriel. —Me da rabia que ella diga su primer
nombre así, es ridículo.

—No es de extrañar. Eres una persona con la que es difícil disculparse. —


Mi boca se abre, pero ella sostiene su mano para detenerme y sigue—:
Lo siento, Ryan. A veces, me preocupo mucho. Las relaciones de
Gabriel siempre terminan porque él es muy complaciente, está muy
dispuesto a confiar. Salió con una chica una vez, que era unos años
menor que él, y ella se aprovechó de él y de su dinero, ganado con
trabajo duro.

«Hice presunciones acerca de ti por eso, y no debí. Mi hijo me dijo que


confiara en él, y no lo hice. Así que siento lo que sucedió. Y para que lo
sepas, después de que te llevara a casa, Gabriel regresó y me dejó
saber que tan enojado estaba por lo que dije. Él sí te defendió.»

—¿Lo hizo? ¿Justo después de que se fuera de aquí? —pregunto, y ella


asiente.

Camilla deja que eso se asiente por un momento. Gabe me defendió.


Antes de que lo pueda procesar por completo, ella continúa:

—No sabía hasta anoche que Gabriel no había escuchado nada de ti.
Lo has estado ignorando, y él ha estado ignorándome. —¿Gabe no ha
estado hablado con su madre?—. Vine para disculparme y para dejarte
saber que lo hirieron anoche.

—¿Qué? —Respiro el poco aire que tengo. Sus palabras finales me


roban el aliento—. ¿Fue herido? ¿Está bien? ¿Dónde está? ¿Qué
sucedió?

Ella me da una sonrisa tranquila.


—Gabriel estará bien. Le dispararon dos veces en el hombro, y necesita
tiempo para sanar, pero está bien. Todavía está en el hospital. ¿Te
gustaría volver conmigo a verlo?

¿Le dispararon a Gabe? Oh, por Dios. Mi corazón choca con mi pecho
furiosamente. Ella dijo que está bien. Eso es lo que mantengo repitiendo
en mi mente mientras asiento hacia ella para dejarle saber que quiero
verlo y me voy a cambiar. Soy un desastre, y estoy divagando en mi
punto más alto mientras me preocupo. Dos frases son un mantra
calmante en mi mente.

Él está bien. Estará bien.

Estaré bien cuando lo vea por mí misma.


Capítulo 17
Gabe
Traducido por Eva Masen-Pattinson

Corregido por Azhar23

Acabo de terminar de desayunar. Mi jefe y Fredrick se han detenido


para verme, así como otros de la estación. Mamá se asoma alrededor
de la puerta. Papá y Owen ya deben de estar aquí. Trato de sentarme
más recto.

—¿Estás de ánimo para tener compañía? —pregunta ella.

—Absolutamente.

Mamá desaparece en lugar de caminar con mi padre y Owen detrás


de ella, como espero. En vez de eso, Ryan entra vacilante en la
habitación.

—Hola —la saludo.

Una sonrisa aparece instantáneamente en mi rostro. Decir que estoy


alegre de que ella esté aquí, en la misma habitación que yo, no explica
toda mi felicidad.

—Hola. Tu madre vino a mi apartamento esta mañana y me dijo que


estabas lastimado —explica, todavía de pie en la puerta. Ryan junta sus
manos frente a ella, y me doy cuenta de que está nerviosa.

—¿Mi madre fue a tu casa?

Ryan asiente con la cabeza.

—¿No lo sabías?

—No, no lo sabía. —¡Vaya! No puedo creer que mi madre haya ido


personalmente a la casa de Ryan. Pero estoy muy feliz que lo haya
hecho. Ryan está de pie muy lejos de mí, así que digo—. No tienes que
estar de pie allí, sabes.

Parecía haber estado esperando a que le diera una señal de que la


quería aquí ya que se apresura; las palabras brotan de su boca.

—Lo siento mucho, Gabe. No debí haber estado tan enojada para no
escucharte, debí haber dejado que te explicaras. Con tus padres y
luego mis padres, quería algo de tiempo para despejar mi cabeza. Lo
siento mucho.

—Te amo —la interrumpo. Solo quiero que lo sepa, pero no detiene sus
palabras. Por la mirada lejana de terror en sus ojos, sé que ni siquiera me
ha escuchado.

—Tienes que entender que solo estaba molesta. Desde que te conocí,
abriste mis ojos a cosas mejores, a la posibilidad de que puedo tener
más, de que debo tener más, y no he podido entender completamente
qué hacer con eso. O cómo arreglar las cosas contigo.

—Te amo —lo vuelvo a decir. Todavía no oye mis palabras.

—Nunca había querido a alguien así en toda mi vida. Eso me asustó


más que otras cosas, y lo siento mucho. Yo…

—Ryan —digo con seriedad. Parpadea, sus ojos finalmente se enfocan


en mí—. ¿Me escuchaste?

Ryan sacude su cabeza.

—Te dije dos veces… —Añado con un tono alegre—… que te amo. —
Finalmente lo digo, agradecido de tener toda su atención.

La confusión va y viene en su rostro por un momento, antes de ser


reemplazado con alivio.

—¿En serio?

Las comisuras de su boca se elevan un poco.

—Absolutamente. —Aprieto su mano—. Te amo, Ryan.

Mis palabras son suaves, pero el amor en mi voz es inconfundible. Se


inclina para besarme, accidentalmente toca mi hombro.

—¡Ay! —Me encojo de dolor.

—¡Mierda! ¡Lo siento!


Ryan se mueve al otro lado de la cama, se coloca cuidadosamente
encima de mí y me besa.

—También te amo. Estoy muy feliz de que estés bien, Gabe.

—No es nada serio. Estoy bien. Estoy más que feliz de verte.

—Te dispararon. —Frunce el ceño al escuchar mi tono despectivo al


describir lo que ocurrió.

—Créeme, lo sé. Estoy agradecido que así haya sido.

—¿De qué diablos hablas, Gabe? —Ryan está muy confundida.

—Bueno, no escogería que pasara, pero pasó. Mi madre —enfatiza la


última parte, para que entienda mi punto—, fue a decirte lo que
sucedió cuando se enteró de que no nos hablábamos. —Entrelazo mis
dedos con los de ella—. Estás aquí. Te he extrañado tanto.

—También te he extrañado. —Sonríe.

—He estado preocupado por ti.

Ryan frunce el ceño.

—¿Preocupado? ¿Por qué estabas preocupado?

—No sabía cómo estaban las cosas contigo y tus padres.

—Oh. Bueno, les dije lo mucho que quería especializarme en Arte y por
qué lo había escogido. Me dijeron que apoyarían mi decisión con unas
pocas condiciones. Aparte de eso, no hemos hablado mucho. Creo
que explotar de la manera que lo hice, en serio llamó su atención.
Todavía hay un largo camino antes de que las cosas mejoren.

Suena optimista, y eso me hace optimista por ella.

—Es el comienzo, ¿verdad? —Asienta con su cabeza.

—Ven aquí —sigo diciendo—, más cerca. —Hasta que está lo


suficientemente cerca para que la pueda besar. Ryan está sonriendo
cuando presiono mis labios con los suyos. La beso suave pero
pasionalmente hasta que escucho que ella suspira feliz.

—¿Vas a cuidarme cuando vaya a casa? —murmuro contra sus labios.

Se ríe.
—Sí, lo haré.

—Gracias.

Sus ojos verdes me penetran.

—Me has enseñado mucho más que fútbol o de disparos, Gabe.


Gracias por eso.

Sonrío porque ella me ha enseñado mucho más a mí. No solo eso,


finalmente he conocido a la persona que puedo amar con todo mi ser y
quién me amará de la misma manera. Justo cuando Ryan va a darme
otro beso, la puerta rechina y entra mi madre, causando que Ryan se
ponga de pie.

—¿Está todo bien? —pregunta.

—Sí, mamá. Estamos bien.

Aprieto la mano de Ryan, y ella sonríe hacia mí.

—Genial. Tu padre y hermano están aquí por si quieres verlos.

Nos observa, casi como si se estuviera inmiscuyendo.

Abro mi boca, pero Ryan me gana. Sus ojos me miran, y me da una


pequeña sonrisa.

—Voy a irme, pero regresaré, ¿de acuerdo?

—No tienes que…

—Tu madre me despertó y luego vinimos aquí. No he comido nada


todavía, así que voy a ir a buscar algo de comida en este lugar.
Regresaré. —Lo vuelve a decir mientras termina de hablar.

No quiero que se vaya. La acabo de recuperar. Pero necesita comer,


así que asiento con la cabeza de mala gana. Ryan se reclina
cuidadosamente para darme un beso rápido antes de dejar la
habitación mientras mi familia vuelve a entrar. Mamá, papá y Owen
pasan un tiempo conmigo, hablándome, pero apenas pongo atención.
Por primera vez en semanas, Ryan está en el mismo edificio que yo, y
necesitamos recuperar el tiempo perdido.

Cuando finalmente regresa, le sonrío.

—Te perdiste toda la acción, Ryan —digo.


—¿Me la perdí? ¿Qué pasó? —pregunta mientras camina hacia mi
lado.

Coloco mi mano izquierda sobre mi estómago, con la palma hacia


arriba, ella la sostiene como esperaba que hiciera.

—Me van a dar de alta. ¿Estás lista para cuidarme?

Ryan se ríe.

—Claro, Gabe.

—Bien. Papá y Owen van a llevarme a casa. Mamá puede llevarte a tu


casa para que agarres tus cosas y puedas venir a quedarte conmigo.

—Suena como que tienes todo planeado —dice ella.

—Así es.

—Debemos irnos, te van a dar de alta pronto —dice mamá.

Ella y Ryan se van, y vuelvo a quedarme esperando. Al menos la


próxima vez que la vea, vamos a estar solos. Mi brazo tiene que ir en un
cabestrillo, lo que ya puedo ver será un dolor, y pronto me dejan en
casa a esperar a Ryan. Voy a mi habitación para intentar ponerme ropa
más cómoda. Lo que en realidad quiero es una ducha.

—¿Gabe? —grita Ryan.

—Aquí estoy.

—¿Quién está sin pantalones ahora? —Se ríe mientras entra en la


habitación, me ve en bóxers y una camiseta, y acomoda sus cosas
debajo de mi cama.

Riendo, muevo mis dedos para que venga hacia aquí.

—Ayúdame con la camisa, por favor.

Ryan me quita cuidadosamente la camisa, sus ojos viendo mi cuerpo.

—¿Me extrañaste?

Sus ojos vuelven a verme.

—Mucho. —Ryan coloca su frente sobre mi corazón mientras me abraza


fuertemente como si fuera a desaparecer en cualquier segundo.

Con mi mano en su nuca, digo suavemente:


—Oye, ¿cuál es el problema?

—Nada —responde ella, su cálido aliento golpea mi piel—. Estaba


enojada con tu madre cuando llegó a mi puerta. Luego me dijo que
estabas herido, y sentí que no podía respirar. Me asustaste mucho,
Gabe. Pudo haber sido peor y no hubiera podido decirte que te amo
porque era una maldita necia para contestar tus llamadas. Yo solo…

Muevo mi mano hacia su barbilla, una lágrima cae en mi mano.

—Mírame —interrumpo. Ryan levanta su cabeza, y mi pulgar limpia sus


mejillas cubiertas de lágrimas—. Estoy bien, Ryan. —Envuelvo sus mejillas
mientras inclina su cabeza en mis manos, y añado—: Estoy aquí contigo.
Estoy bien, así que no te preocupes por lo que pudo haber sido.
Además, ya sabía que me amabas. Todo lo que me preocupaba era
asegurarme que supieras que también te amaba.

Ryan frunce el ceño.

—¿Cómo lo sabías? Nunca te lo dije, a menos que… —Sus ojos se abren


más—. ¿Me hayas escuchado? ¿Lo has sabido todo este tiempo? —No
suena enojada, pero parece un poco molesta.

Asiento con la cabeza y le explico.

—Estaba casi dormido, pero cuando empezaste a hablar, me desperté.


Lo siento. No fue hasta que me dejaste que me di cuenta de todo lo
que sentía por ti. El que no lo supieras me mataba casi tanto como
cuando me ignorabas. No quería ser otra persona más en tu vida que te
decepcionaba. Merecías algo mejor que eso, y quería asegurarme que
pudiera ser lo que mereces, alguien digno de ti.

Otra lágrima cae, y la limpio inmediatamente, esperando a que hable.

—Te amo, Gabe. —Parece como que no puede encontrar más


palabras que esas. Ryan sonríe y añade—. Traje algo para cenar.
Debemos comerlo antes que se enfríe. Y para que lo sepas, espero un
beso cada vez que haga algo para cuidarte. —Ryan sonríe.

—¿En serio? Parece que necesitaré más ayuda.

Sonríe una de sus sonrisas sensuales que tanto extrañaba.

—Gracias por estar aquí —añado.


—No hay otro lugar en el que me gustaría estar. —Ryan hace su cabeza
a un lado, mirándome durante un momento. Espero para ver si va a
decir algo más.

—Me debe un beso, Oficial.

Sin esperar un segundo más, me inclino hacia adelante y presiono mis


labios contra los suyos. Ese suspiro feliz aparece inmediatamente
mientras separo sus labios, explorando lentamente su boca como si
nunca hubiera estado ahí antes. Es igual de apasionado y embriagador
que antes, pero esta vez está lleno de cuidado y amor. Ryan mete sus
dedos en mi cabello, mordisquea mi labio inferior, antes de hacer más
pasional nuestro beso.

Cuando me alejo, mi vista favorita está delante de mí. Los ojos de Ryan
están cerrados mientras trata de saborear lo que sintió hace pocos
minutos. Sus ojos se abren y yo sonrío.

—Vayamos a comer.

Llegamos a la cocina y mientras Ryan saca las hamburguesas de la


bolsa del restaurante de comida rápida, una señal de un tatuaje de un
corazón rojo se puede ver a través de su delgada camiseta blanca. Me
acerco y paso mis dedos por el tatuaje. Ryan se detiene, mira hacia mi
mano, y luego se gira para ver.

—¿Por qué te hiciste este? Todos tus tatuajes significan algo para ti, pero
nunca dices algo más que lo encontraste en Internet y te gustó como se
veía.

Mientras más lo pienso más curioso estoy. Ryan no solo se tatúa. Siempre
hay un significado para cada tatuaje, pero no sé lo que significa este
corazón.

—Sé que te dije que si ibas a ponerte uno, no quería que te pusieras
algo relacionado conmigo porque debe significar algo para ti, pero
fuiste una de las razones por la que lo hice y significas algo para mí. —
Sigo sin comprender, pero Ryan continúa divagando, en algo que sin
dudas no entiendo—. Cuando vi el corazón, me sentía vulnerable
contigo, y todo en lo que podía pensar era amor. Amar esto y amar
aquello. Era tan molesto, Gabe. Pero necesitaba este corazón. Al inicio
pensé que era porque necesitaba un corazón bonito y perfecto al lado
del mío que no es tan bonito ni es un corazón perfecto. Ahora, creo que
lo quería porque te amo. Eres la única persona a quien le puedo decir
algo sin preocuparme de las expectativas y aún cuando me asusta,
podría poner mi corazón por fuera para que lo veas porque sé que lo
cuidarías. Es un símbolo de que estoy con y para ti. —Termina de hablar.

Sonrío.

—Siempre fuiste así, Ryan. Solo que no lo sabías.


Epílogo
Ryan
Traducido por ItBurnsLikeIce

Corregido por Azhar23

Tres meses después…

Me preocupé de Gabe, tal como dije que haría, hasta que estuvo
completamente sano de nuevo. Él me besaba cada vez que lo
ayudaba y hasta cuando me negaba. Empezó a preguntar por cosas
ridículas e imposibles, enloqueciéndome con su creatividad, y cada vez
que decía que no, él me besaba. En cierto modo apestó cuando se
mejoró y no me necesitó más ahí como excusa para ayudar. Me quedé
con él todo el tiempo y, con él sano, volví a quedarme en mi
apartamento.

Mis padres y yo permanecimos en un estancamiento, pero eso está


bien. He empezado a trabajar en una tienda de comodidades con un
jefe increíble que trabaja conmigo estando en la universidad. Ganar mi
propio dinero y gastarlo es un sentimiento increíble. Trato de gastar el
dinero de mis padres en vez del mío. De esta manera puedo guardarlo
para lo que sea que haga después de la facultad, y puedo oficialmente
dejar de ser dependiente de mis padres.

Cuando no estoy trabajando o en clase, encuentro tiempo para pasar


con Gabe. Hemos visitado tres museos más y algunas galerías. He
estado disparando con ellos también, y el abuelo se ha convertido en
mi mayor fan. Larry, el padre de Gabe, hasta incluso me ha dado
consejos en cómo disparar mejor cuando Gabe estaba hablando con
uno de los chicos. Owen me sigue coqueteando inofensivamente aquí y
allá, lo que de verdad irrita a Gabe. Resulta que él es un poco posesivo
sobre mí, incluso con su hermano pequeño. Me hace gracia algunas
veces. Owen ha encontrado una confidente en mí, mandándome
mensaje con preguntas sobre chicas. Es dulce que piense que doy
buenos consejos.

Lo mejor de todo, su madre me ama. Hemos almorzado juntas algunas


veces, en lo que ella ha insistido. Quería conocerme como su hijo lo
hace. Camila es casi una figura materna para mí ahora. Es algo raro si lo
pienso demasiado, por lo que no lo hago. Toda su familia se ha
convertido en mi familia, realmente. Ellos me han aceptado como una
de ellos, y eso ha sido una experiencia maravillosa.

—¿Vienes o no, Ryan? —me llama Gabe desde el baño donde me está
esperando para nuestro baño de espuma.

—No estamos tomando un baño de relajación, así que la respuesta es


solo si puedes obligarme —le grito de vuelta, presionando “play” en mi
lista de reproducción de amor. Cuando me giro, con la intención de
unirme a Gabe, él está caminando hacia mí, chorreando agua con
espuma, deslizándose por su duro cuerpo. Me levanta en sus brazos,
causando que chille—. Me estás mojando. —Me río, sintiendo mi
ropa humedecerse gracias a él.

—Ese es el punto. —Sonríe satisfecho.

—Te quedas esta noche —le informo mientras él empieza a desvestirme.


Han pasado dos semanas desde que se quedó porque los dos hemos
estado ocupados.

Las manos de Gabe todavía con el dobladillo de mi camisa apiñado en


sus manos, sus dedos acariciando mi costado justo debajo de mi sostén.

—Me estoy quedando mucho más que eso, Ryan.

—¿Lo prometes? —le pregunto, no con la intención de que pase de


juguetón a serio tan rápido. Amo cuando eso pasa. Me dice todo el
tiempo qué está sintiendo y pensando. Nunca quiere que lo dude, y yo
nunca lo hago.

—Absolutamente.
Sobre la
autora
Lindsay Paige es la autora de múltiples romances de Deportes, Young
Adult y New Adult. También a coeditado romances deportivos Mary
Smith. Junto con escribir, adora leer, ver hockey, especialmente el
Pittsburgh Penguins, y encuentra terriblemente divertido los juegos de
palabras y las recetas en Pinterest. Mientras tanto, también está
concentrada en completar la Universidad.

Lindsay reside en el Norte de Carolina y está inspirada por el mundo a su


alrededor y la gente en él. Recientemente está trabajando en
numerosos trabajos en solitario.

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