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No tengan miedo de Cristo;

Él, no quita nada, y lo da todo.

Quien se da a Él,
Recibe el ciento
por uno.
Quien deja entrar a Cristo
No pierde nada, (nada, absolutamente nada)
de lo que hace la vida libre, bella y grande.

Solo con esta amistad


se abren las puertas
de la vida.
Solo con esta amistad
se abren realmente
las grandes
potencialidades de la
condición humana.
Hoy como tú tantos jóvenes se preguntan así mismos:

¿Quién es Dios?

¿Por qué no le vemos?

Estás invitada con ellos a salir a buscarlo y dejar


que te mire a los ojos para que crezca en ti el
deseo de ver la luz, de vivir en la VERDAD.
(Juan 12, 20-21)
Había unos griegos que se acercaron
a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y
le dijeron: "Señor, queremos ver a
Jesús".
Es la pregunta que algunos griegos le
hicieron un día a los Apóstoles.

Querían saber quién era Jesús.

No se trataba simplemente de
acercarse para saber cómo se
presentaba el hombre Jesús.

Movidos por una gran curiosidad y con


el presentimiento de encontrar la
respuesta a sus preguntas
fundamentales, querían saber quién
era realmente y de dónde venía.
Queridos/as Jóvenes:

Si aprenden a descubrir a Jesús en la


Eucaristía, lo sabrán descubrir
también en los hermanos y
hermanas, sobre todo en los más
pobres.

La Eucaristía recibida con amor y


adorada con fervor es escuela de
libertad y de caridad para realizar el
mandamiento del amor.

Jesús nos habla el lenguaje


maravilloso del don de sí mismo y
del amor hasta el sacrificio de la
propia vida.
 El anhelo de felicidad, de ver a Dios está
en el corazón de cada joven.

 Hoy debemos buscar a ese Jesús que


aparentemente se nos pierde de vista.

 Debemos salir a buscarlo y dejar que nos


mire a los ojos, para que crezca en
nosotros el deseo de ver la Luz, de vivir
en la Verdad.

 Dios nos ha creado porque nos ama y


para que nosotros le amemos. Esto
explica la nostalgia y la sed constante
que el mundo de hoy lleva en su
corazón.
Leemos la cita Bíblica Juan 1, 35 - 39
Estando allí Juan con dos discípulos y,
fijando la vista en Jesús que pasaba, dijo:
—Ese es el Cordero de Dios.
Al oír estas palabras, los dos discípulos se
fueron detrás de Jesús. Jesús se volvió y, al
ver que le seguían, les preguntó:
—¿Qué buscan?
Le contestaron:
—Señor, ¿dónde vives?
Les dijo:
—Vengan y lo verán.
Lo acompañaron, vieron donde vivía y se
quedaron aquel día con él; serían las cuatro
de la tarde.
¿Quieres encontrarte
cara a cara con Él?

No te lance a
responder.

Antes que nada debes


hacer silencio en tu
interior.
Escuchemos a aquel que nos habla en el diario
acontecer de nuestra vida.

Percibamos nuestro corazón ardiente por el deseo


de ver a Dios, un deseo a veces sofocado por los
placeres del mundo y por las seducciones del mal.

Dejemos que en nosotros nazca este deseo de


conocerlo y experimentaremos la maravilla del
encuentro con Él.

Pongamos todos los medios a nuestro alcance


para hacer posible este encuentro, dirijamos la
mirada a Jesús que nos busca Apasionadamente.

Busquémoslo con los ojos del cuerpo en las


alegrías y tristezas y en el rostro de los demás;
pero busquémoslo también con los ojos del alma
por medio de la oración y la meditación de la
Palabra de Dios.

Enfasis: EL DISCIPULO

Valor: La Escucha
 Cuando se ha tenido un encuentro real con
Jesús,
 Cuando Él ha tocado la vida, y nos hemos
dejado encontrar,
 es necesario convertirnos en
MISIONEROS/AS,
 En testigos que sean capaces de un servicio
generoso hasta dar la vida, de llevar por el
mundo el mensaje de Jesús, de convertirse en
signo de su amor a la humanidad y de
anunciar a todos que sólo en Cristo muerto y
resucitado hay salvación y redención”.
Esperamos que
podamos ser
testigos de Aquel
que hemos
encontrado.

Nos toca a nosotros


acoger este
desafío.

Poner nuestros talentos


y nuestro ardor juvenil al servicio del anuncio
de la Buena Noticia.
Ser los amigos
entusiastas de Jesús
que lo presentan a
todos aquellos
que anhelan consciente
o inconscientemente
verlo,
sobre todo a los más
alejados de Él.
Los apóstoles Felipe y
Andrés llevaron a
aquellos “griegos” a
Jesús:
Dios se sirve de la
amistad humana para
llevar los corazones a
la fuente del Amor.

El desafío es sentirnos responsables de la evangelización de


nuestros amigos y de los que están a nuestro lado.
1. ¿A qué
edad llega
la
vocación?
El Evangelio dice
que unos fueron
llamados a
temprana edad,
otros mucho
después...
(Mt. 20).
Lo importante es
atender a la invitación
de Dios, en la edad en
que llegue. Nunca es
tarde, siempre y
cuando no nos
hagamos sordos a su
llamada.
Lo grave es que si
cada vez decimos
“después”,
ese después puede
convertirse en
“nunca jamás”.
2. ¿Qué
significa
responder
a la
llamada?
La vocación es como una
semilla que Dios deposita
en el corazón abierto de
una persona.

Por sí misma tiene fuerza


para producir su fruto, pero
depende también del terreno
en el que cae…
La parábola del sembrador se
registra en: Mateo 13:1-8, Marcos
4:1-9 y Lucas 8:4-8. Vamos a tomar
como punto de partida el registro
que viene en Lucas, donde leemos:

“Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les
dijo por parábola: El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras
sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del
cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó,
porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos
que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en
buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas,
decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga.”
Nos coloca ante
varias posibilidades
de respuesta, según
el tipo de terreno,
que son las
disposiciones
personales de quien
recibe la llamada.

Una semilla puede brotar en diferentes tipos de terreno.


Sin embargo, no va a sobrevivir y dar fruto en todos ellos.
Es el peligro de la superficialidad.
Representa a quienes viven
sólo a nivel de emociones y de
gustos.
Y así cuando viene la prueba,
la dificultad (el qué dirán, el ir
a un encuentro vocacional, el
profundizar, el tener que
renunciar, el tomar una
decisión, etc.) se vienen
abajo.
“Mas el que fue sembrado en buena
tierra, éste es el que oye y entiende la
palabra, y da fruto; y produce a ciento, a
sesenta, y a treinta por uno.”

Es símbolo del Corazón


de María que escucha,
acoge y responde
generosamente a la
vocación que en nombre
del Señor le presenta el
ángel, a pesar de sus
miedos y dudas.
3. ¿Cuándo
hay que
responder?
Proceso de la respuesta vocacional
La atención a Dios, sentida cada vez más como
persona viva y presente, de modo activo, en la propia
vida.
Como un “Tú”,
no ya como un ente abstracto o impersonal.
La atención a los signos de los tiempos, que hace ver
en los sucesos personales, familiares y sociales, el
plan de Dios que señala un camino.
Supone tener la capacidad de ir liberándose de
los impedimentos reales o imaginarios que
obstaculizan la respuesta vocacional.
Tratemos de no perder la
oportunidad de ponernos a
la escucha;
¿Qué quieres de mí,
Padre?
Si el Padre te ha concedido
este don, no lo dejes escapar.
¿CÓMO?
¡Señor, haz de mí un
instrumento de tu
paz!
Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.

Pastoral Vocacional
Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción
Provincia Nuestra Señora de la Paz.
PASTORAL VOCACIONAL FRANCISCANA
(HFIC)

h.carmelita@hotmail.com

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