LA QUÍMICA ANALÍTICA COMO HERRAMIENTA AL SERVICIO DE LA

CONSERVACIÓN DE PATRIMONIO
María Teresa Doménech Carbó
Instituto de Restauración del Patrimonio · Universitat Politècnica de València ·
Edificio 8B · Camino de Vera s/n · 46022 – Valencia · España
E-mail: tdomenec@crbc.upv.es

1. Antecedentes
La conservación del patrimonio cultural es una actividad
necesaria, a la vez que gratificante, para la sociedad
moderna. El patrimonio es fuente de inspiración y reflejo
de nuestra cultura e historia y, por tanto, es un bien
valioso que debe ser legado a las futuras generaciones.
Aunque la significación de los bienes culturales deriva
primordialmente de su propio mensaje histórico, cultural y
figurativo, su perdurabilidad a lo largo del tiempo depende
de sus materiales constitutivos, por lo que su
conocimiento y caracterización resulta esencial para
asegurara su salvaguardia. Es en ese ámbito, en el que la
Química Analítica presta su mejor servicio, integrándose
con otras ramas del saber, en la más amplia actividad
pluridisciplinar de estudio y preservación del patrimonio.

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El uso de las ciencias químicas y físicas para resolver
cuestiones de arqueología, historia y conservación del
patrimonio se remonta al siglo XVIII como resultado de la
progresiva aplicación práctica de las ideas de Johann
Wincklemann (1717-1768) sobre la metodología de
estudio de objetos artísticos y arqueológicos 1. Citaremos
el estudio microscópico de un fragmento de roca de
Stonehenge llevado a cabo por Halley en 1720, el estudio
de Klaproth sobre la composición de monedas (1795), los
estudios de JF Gmelin (1781) 1, J. Haslam (1800), J.
Chaptal (1809) y Sir Humphry Davy (1815) sobre pigmentos
2 o el discurso de John W. Mallet (1882), séptimo
presidente de la American Chemical Society, para la
defensa de tesis doctoral que versaba sobre objetos celtas
en la University of Gottingen, como algunas de las
primeras investigaciones químico-analíticas registradas. En
1888 se funda el Königliche Laboratory en Berlin al cual
suceden el Fine Arts Museum Laboratory de Boston en la
década de los años 20 y los Laboratorios del Museo del
Louvre y del British Museum en 1931. En España se crea el
Instituto Español de Prehistoria en 1957 y el Instituto de
Conservación y Restauración de Bienes Culturales (ICRBC),
actualmente Instituto de Patrimonio Histórico Español
(IPHE), en 1985 3. En la actualidad el panorama nacional
se ha visto considerablemente ampliado con la
incorporación de otras instituciones (institutos,
universidades, fundaciones) que incorporan grupos de
expertos en química analítica en sus equipos de trabajo.1
2. Información proporcionada por las técnicas químico-
analíticas
La Química Analítica desempeña un papel esencial en la
caracterización de los materiales integrantes de un bien
cultural. La identificación de la técnica de ejecución
artística o de la tecnología de producción del objeto es
decisiva para su adscripción a una determinada región
geográfica o su datación. El análisis químico de un
pigmento permite, en algunas ocasiones, la autentificación
de una obra pictórica.
El análisis químico es, asimismo, fundamental para
establecer el estado de conservación del objeto o
monumento así como las causas de su deterioro. Una vez
identificadas las causas y establecido el tratamiento de
intervención, se hace indispensable el control analítico de
este último para garantizar su correcta implementación
sobre el objeto. El seguimiento analítico de parámetros
medioambientales (temperatura, HR, concentración de
contaminantes atmosféricos, etc.) forma parte primordial
de los protocolos de conservación preventiva de bienes
culturales. En paralelo a todas estas actividades ligadas a la
intervención directa sobre el patrimonio, el análisis
químico se hace indispensable en el proceso de desarrollo
y validación de nuevos materiales y procedimientos de
conservación y restauración.
1
Un listado muy amplio de instituciones y grupos puede ser
consultado en (http//www.investigacionenconservacion.es).
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3. Requerimientos de las técnicas químico-analíticas
La aplicación de una determinada técnica químico analítica
en el estudio de un bien cultural esta severamente
condicionada por su carácter único e irrepetible. De este
modo, estrategias de muestreo aleatorio o mediante
patrón regular, que habitualmente se utilizan en el análisis
de materiales, son de aplicación muy limitada a los bienes
culturales. La elección de la técnica analítica está, también,
muy condicionada en este ámbito. El tipo de información
que se desea obtener (morfológica, composicional,
estructural,..) es un primer aspecto a tener en cuenta. El
carácter invasivo/no invasivo o destructivo/no destructivo
del método analítico así como su sensibilidad y selectividad
son, asimismo, aspectos que van a determinar la elección
del método de análisis finalmente escogido. En la
actualidad, el desarrollo de técnicas instrumentales no
invasivas o no destructivas, altamente sensibles, hacen
que, progresivamente, se vaya imponiendo el uso de
estrategias multi-técnica en las que el objeto, o una única
muestra, es sucesivamente analizado mediante distintos
instrumentos.
4. Revisión de técnicas químico-analíticas al servicio de la
conservación de patrimonio
En sus comienzos, a finales del s. XVIII, los métodos de
caracterización de bienes culturales se limitaron al examen
microscópico y a los ensayos microquímicos 4. Durante el
s. XIX y comienzos del s. XX se incorporaron algunas
técnicas espectroscópicas. A mediados del s. XX (1930-70)
tiene lugar el desarrollo de gran número de técnicas
espectroscópicas, espectrométricas, cromatográficas y de
datación. Pero es a partir de 1970, sin duda, cuando se
produce el mayor auge en la aplicación del análisis químico
al estudio y conservación del patrimonio gracias al control
digital, a la estandarización de las plataformas informáticas
que soportan la instrumentación analítica y al desarrollo
de equipos portátiles 3,5.
En acuerdo con el criterio de Lahanier 6, los métodos
científicos actualmente aplicados al estudio de patrimonio
cultural pueden clasificarse en tres grandes grupos: a)
métodos de examen basados en el registro de imágenes
obtenidas a partir de radiación electromagnética o
electrones; b) métodos analíticos y c) métodos de
datación. Los métodos de análisis químico, a su vez,
pueden clasificarse en cuatro categorías atendiendo al tipo
de información que proporcionan 7: i) composición
química del objeto; ii) estructura cristalina y molecular; iii)
morfología y distribución estratigráfica y iv) textura
superficial y microdominios.
5. Perspectivas futuras
En el momento presente las técnicas instrumentales
desarrolladas a lo largo del s. XX se han incorporado a los
laboratorios de museos y centros de investigación
especializados en los cuales éstas se aplican de forma
rutinaria en la caracterización de objetos y en el control de
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los tratamientos de conservación. Las tendencias actuales

parecen ir dirigidas hacia la implementación de las técnicas
quimiométricas y estadísticas que permitan una mejor
discriminación y cuantificación de objetos y materiales. En
el campo de la proteómica se están haciendo notables
progresos en la aplicación de estas técnicas al análisis de
aglutinantes orgánicos de tipo proteico. Se está
progresando considerablemente en el desarrollo de
equipos espectroscópicos, espectrométricos y (2011) 107.
electroquímicos portátiles no invasivos o no destructivos,
con mayor sensibilidad y resolución. Por otra parte, se está
ampliando las prestaciones de gran número de técnicas
espectroscópicas y cromatográficas con instrumentación
más robusta que permite el análisis de áreas de la muestra
proporcionando mapas composicionales a escala micro y
nanoscópica.
6. Referencias
[1] J. Nadolny, Rev. Conserv. 4 (2003) 39.
[2] S.G. Rees-Jones, Stud. Conserv. 35 (1990) 93.
[3] I. Montero Ruiz, M. Garcia Heras, E. López-Romero,
Trabajos de Prehistoria, 64 (2007) 23.
[4] A. Eibner, Mouseion 13-14 (1931) 70.
[5] G. Fernandes Vieira, L.J. Sias Coelho, Revista CPC, 13
[6] C. Lahanier, Microchim. Acta 2 (1991) 245.
[7] F. Mairinger, M. Schreiner, New methods of chemical
analysis-a tool for the conservator, Science and
Technology in the service of conservation, IIC, London,
(1982) 5.

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