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sobrenaturales
Pero quizás sus ritos más abominables tengan que ver con el futuro, es
decir, con ceremonias que permiten al iniciado conocer los secretos del
porvenir.
Se cree que el libro fue escrito por un oficial del ejército de Napoleón,
quien habría recibido estos conocimientos de un indiscreto mago
egipcio.
Entre los poderes sobrenaturales que describe se encuentra la
invocación del horroroso djinn, además de la confección de anillos
mágicos capaces de prácticamente todo, desde obtener el amor
incondicional de una mujer a condicionar los actos de los demás, por
ejemplo, obligar a otros a confesar la verdad, ver a través de las
paredes, e incluso encontrar tesoros escondidos.
7: Picatrix (Picatrix)
Se trata de un antiguo grimorio astrológico escrito por los árabes en el
siglo XI.
Además de sus encantamientos e invocaciones que permiten acceder
a las energías ocultas de cada planeta, el Picatrix incluye más de 400
páginas de impactante teoría astrológica. No obstante, su notoriedad
se debe más a la obscenidad de sus recetas mágicas.
6: Galdrabók (Galdrabók)
Espantoso grimorio nórdico escrito en Islandia durante el siglo XVI.
Recopila exactamente 47 hechizos clásicos de la magia escandinava.
La mayoría de ellos tiene que ver directamente con las runas, cuyos
secretos permiten obtener toda clase de beneficios sobrenaturales,
entre ellos, inducir miedo en otras personas o incluso adormecer a un
ejército entero en la víspera de la batalla.
Uno de los pocos devotos que alcanzó este grado de iluminación fue
John de Morigny, monje benedictino del siglo XIV, que tras estudiar a
fondo el Ars Notoria descubrió que las sutilezas del cosmos también
esconden horrores inobjetables. A propósito de sus visiones editó una
feroz advertencia a los curiosos titulada Liber Visonum.
1: El libro de Abramelin.
Escrito en siglo XV por Abraham de Worms, un viajero hebreo que se
encontró con un enigmático mago egipcio llamado Abramelin, es uno
de los textos mágicos más prominentes de todos los tiempos.
Solo los hombres pueden realizarlo, ya que las mujeres (salvo las
vírgenes), advierte Lamech, hijo de Abraham de Worms, pueden
extraviarse en la curiosidad por las regiones más oscuras del amor y el
deseo.