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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

FACULTAD PILOTO DE ODONTOLOGIA

ENDODONCIA II

TEMA: DESINFECCION INSUFICIENTE Y


COMPLICACIONES DE LA IRRIGACION.

DOCENTE:
DRA. ANA MORAN

INTEGRANTES:

ABEL CASTILLO
ASTRID RAMIREZ
ESTHEFANIA POMA
JORGE TAPIA

CURSO:
SEXTO SEMESTRE

PARALELO:
1

2017-2018 CII
Requisitos del desinfectante ideal:

1. debe ser efectivo tanto germicida como fungicida


2. no debe ser irritante a los tejidos periapicales
3. debe ser estable en solución
4. debe tener un efecto antimicrobiano prolongado
5. debe ser activo en presencia de sangre, suero, y derivados proteicos del tejido
6. debe tener una tensión superficial baja
7. no debe interferir con la reparación de los tejidos periapicales
8. no debe pigmentar los dientes
9. debe ser posible su inactivación en un medio de cultivo
10. no debe inducir una respuesta inmune celular.

Requisitos del desinfectante ideal:

1. debe ser efectivo tanto germicida como fungicida


2. no debe ser irritante a los tejidos periapicales
3. debe ser estable en solución
4. debe tener un efecto antimicrobiano prolongado
5. debe ser activo en presencia de sangre, suero, y derivados proteicos del tejido
6. debe tener una tensión superficial baja
7. no debe interferir con la reparación de los tejidos periapicales
8. no debe pigmentar los dientes
9. debe ser posible su inactivación en un medio de cultivo
10. no debe inducir una respuesta inmune celular.
ACCIDENTES Y COMPLICACIONES EN LA IRRIGACION

La irrigación de los conductos radiculares es el acto por el cual se busca eliminar todo el
material contenido en una cavidad pulpar, tales como pulpa, o necrótica, restos de dentina o
de materiales, obturadores desalojados por el acto de instrumentación así como de
microorganismos. Por medio de la irrigación se consigue eliminar gran parte de los
gérmenes y se lubrifican las paredes de los conductos, coadyuvando y facilitando la
instrumentación. La irrigación se inicia en la fase de abertura coronaria y se extiende
durante toda la etapa de la instrumentación. Puede ser de dos tipos: simple y gaseosa. En la
simple, el agente irrigante únicamente es aplicado en el interior del conducto utilizándose
una jeringa y una cánula irrigadora. La gaseosa se basa en la reacción de agentes que
liberan oxigeno durante la irrigación. Generalmente, esos agentes pueden ser dos líquidos,
el hipoclorito de sodio y el peroxido de hidrógeno (método de Grossman) o una crema y un
líquido (método de Stewart y de Paiva & Antoniazzi).

Durante la irrigación de los conductos radiculares, accidentes y complicaciones también


ocurren, interrumpiendo la ejecución del tratamiento endodóntico, siendo por esto de menor
gravedad de los que ya fueron relatados y entre ellos se destacan:

1. Presión apical excesiva


2. Inyección de líquido en el tejido periapical
3. Enfisema
4. Acúmulo de restos de dentina
5. Decoloración de la ropa del paciente

PRESIÓN APICAL EXCESIVA

La irrigación es un factor fundamental en el tratamiento endodóntico, debe ser ejecutada


manteniéndose un trayecto de reflujo (TR) entre la cánula irrigadora cilíndrica y el
conducto radicular.

El segmento menor del trayecto de reflujo se sitúa a nivel de la punta de la cánula irrigador,
denominado área de reflujo (AR), imprescindible para el retorno del líquido irrigante;
cuanto menor sea, más difícil será la salida de ese líquido del conducto radicular.
Si la cánula irrigadora está muy alejada de la región apical, la limpieza de esa área será
precaria, contrario a esto, si se aproxima demasiado, estará muy ajustada a las paredes del
conducto, eliminando el área y trayecto de reflujo.

Para mantener el AR y el TR es importante que el operador realice en la cánula irrigadora


movimientos de vaivén a lo largo del conducto radicular durante las maniobras de
irrigación, por-que contrariamente puede ocurrir una obstrucción de ese reflujo, forzando al
extravasado de líquido irrigante bajo presión a través del foramen apical y como
consecuencia, inyección del mismo en el tejido periapical. Esto podrá ocurrir más
fácilmente en dientes con foramen apical sobreinstrumentado o destruido por reabsorción,
así como en conductos perforados o raíces fracturadas y también en dientes con ápice
inmaduro.

Según Berbert, Bramante & Lopes, existe una fuerte correlación entre el diámetro externo
de la cánula irrigadora y el instrumento endodóntico.

Generalmente, las agujas hipodérmicas usadas como cánulas de irrigación son identificadas
por dos números, por ejemplo 30 x 7; el primer número corresponde a la longitud de la
aguja y el segundo al diámetro externo de su punta. De esta manera, esa aguja 30 x 7 tiene
30 mm. De longitud por 0.7 mm (700 pm) de diámetro externo. Ese diámetro corresponde a
un instrumento endodóntico número 70 que también posee 0,7 mm (700 pm) en su punta.

Puede notarse por este hecho, la dificultad en acceder con agujas gruesas, por ejemplo la 30
x 6, en un conducto que fue instrumentado con la limar n° 30. Probablemente en ese intento
de profundizar la aguja en el conducto ocurrirá el ajuste a las paredes del mismo
eliminando el área y trayecto de reflujo, lo que consecuentemente aumentará la presión
apical.
INYECCIÓN DE LÍQUIDO EN EL TEJIDO PERIAPICAL

Actualmente los líquidos engastes más utilizados en endodoncia son las soluciones de
hipoclorito de sodio y de peróxido de hidrógeno aisladas, en asociaciones o alternadas.

El hipoclorito de sodio es encontrado en concentraciones de 0,5 a 5,25% y actúa


disolviendo colágeno por cloración de los aminoácidos y por saponificación de los lípidos,
siendo que su poder disolvente es directamente proporcional a su concentración y es más
efectivo a una temperatura de 37°C. Además de esto, tiene acción necrolítica, antitóxica,
bactericida, desodorizante y neutralizante.

Sin embargo, además de las acciones benéficas, las soluciones de hipoclorito de sodio
tienen un efecto tóxico sobre los tejidos vitales, provocando hermólisis, ulceración de la
piel y necrosis, daño sobre las células endoteliales, fibroblastos e inhibición de la migración
de neutrófilos. En la concentración de 0.5% (líquido de Dakin) existen indicios de que el
potencial irritativo es bajo.

La infiltración sobre presión de la solución de hipoclorito de sodio en el tejido periapical


además de provocar una lesión física caracterizada por la destrucción de los tejidos, induce
una lesión química resultante de su acción irritante sobre los tejidos vitales. El tejido
agredido exhibe una reacción inflamatoria y eventualmente necrosis, que puede extenderse
a la mucosa bucal dependiendo del volumen y de la concentración de la solución inyectada.

Hülsmann y Hann (2000), en una revisión sobre las complicaciones ocurridas durante la
irrigación de conductos radiculares, relacionaron los principales signos y síntomas que
pueden surgir con la inyección de hipoclorito de sodio en el interior de los tejidos: dolor
severo e instantáneo, edema inmediato de los tejidos circundantes con la posibilidad de
extenderse a los labios y región infraorbitaria, hemorragia abundante en el conducto
radicular y aparecimiento de equimosis con posibilidades de infección secundaria y áreas
anestesiadas. Cuando la inyección es en el seno maxilar existe una queja de sabor a cloro e
irritación de la garganta.

De hecho la literatura comprueba el acontecimiento de accidentes graves provocados por la


inyección de hipoclorito de sodio en el tejido periapical, teniendo como consecuencia dolor
in-tenso, edema inmediato de los tejidos adyacentes, hemorragia en el conducto radicular y
en la piel y mucosa (equimosis) necrosis de los tejidos, infección secundaria con formación
de absceso y parestesia persistente. Existen relatos de individuos alérgicos al hipoclorito de
sodio, los cuales además de presentar las alteraciones en los tejidos previamente citadas,
exhibieron concomitantemente problemas respiratorios.

La inyección accidental de peróxido de hidrógeno en el ligamento periodontal y sus


consecuencias serán discutidas en el punto a seguir.

ENFISEMA

En odontología, el enfisema es una complicación que puede ocurrir durante o después de


una extracción dental, en el tratamiento endodóntico o posterior a una laceración en los
tejidos blandos por los procedimientos de operatoria dental. Es caracterizado por el
acumulo patológico de aire u oxígeno en el interior de los tejidos.

Durante el tratamiento endodóntico, esa complicación eventualmente puede ocurrir como


consecuencia de la inyección accidental de peróxido de hidrógeno en el ligamento
periodontal cuando se utilizó como solución irrigante o de la utilización inadecuada de aire
comprimido.

El peróxido de hidrógeno como cualquier líquido infiltrado en el ligamento periodontal


provoca desgarramiento del tejido e irritación, generando una reacción inflamatoria de
intensidad variable dependiendo de la concentración y del volumen de solución inyectada.
La repercusión clínica es la presencia de dolor de intensidad variable, eritema y
tumefacción con ruidos de crepitación como consecuencia del enfisema provocado por la
liberación de oxígeno, originado de la efervescencia del peróxido de hidrogeno en contacto
con tejido blando.

La aplicación de aire comprimido para secar el conducto radiculares un procedimiento


desnecesario e inadecuado que puede originar un enfisema por la acción del aire que es
presionado para el tejido periapical, algunas veces en conjunto con agua y aceite
contaminado. Este accidente exhibe como característica clínica la instalación inmediata de
tumefacción, con ruidos de crepitación a la palpación, dolor con intensidad y persistencia
variable, existiendo la posibilidad de ocurrir signos y síntomas de infección secundaria. No
se encuentra en la literatura relatos sobre embolia gaseosa en humanos originada de la
instalación del enfisema, sin embargo, en dientes de perros esa complicación ya fue
demostrada cuando se inyectó aire comprimido en los conductos radiculares de algunos
dientes.

Los accidentes con hipoclorito de sodio y peróxido de hidrógeno envolviendo tejido


periapical, músculos y seno maxilar no ofrecen la posibilidad de intervención para
resolverlos, porque es imposible remover una solución infiltrada en los tejidos y por otro
lado no existe un antídoto específico. El tratamiento instituido es paliativo y conforme
sugerencia de Hülsmann y Hann (2000), el dolor puede ser controlado por anestesia local o
analgésicos, la aplicación de compresas frías para la reducción del edema en conjunto con
enjuagues frecuentes de agua tibia al día siguiente para estimular la circulación local y un
examen diario del paciente para controlar su recuperación.

El uso de antibióticos no es obligatorio, excepto en los casos de infección secundaria; la


administración de corticosteroides no es rutinaria, por tal motivo es indicada en los casos
más graves y en pacientes alérgicos conjuntamente con los antihistamínicos. En los casos
severos de necrosis y absceso podrá ocurrir la necesidad de internamiento hospitalario.

Ante la sospecha de enfisema es importante que se realice un diagnóstico diferencial entre


hematoma y edema angioneurótico. La formación del hematoma puede ser muy rápida y
generalmente en las fases iniciales no existe todavía alteración del color de la mucosa o de
la epidermis. En el edema angioneurótico, la instalación puede ser precedida por una
sensación de ardor y aparecer espontáneamente en la piel o mucosa.

En la mayoría de los casos de enfisema que ocurre durante el tratamiento endodóntico


provocado por aire comprimido o por peróxido de hidrógeno, no existe la necesidad de
tratamiento porque se resolverá espontáneamente en pocos días. Sin embargo, no se puede
descartar la posibilidad de infección provocada por bacterias que eventualmente son
forzadas para el interior de los tejidos, siendo así es necesario proteger al paciente
prescribiendo penicilina o algún derivado semisintético de la misma.

Si el profesional opta por la utilización del método de Grossman para la irrigación del
conducto, los cuidados con el área de reflujo deben ser redoblados, porque la reacción entre
el hipoclorito de sodio y el peróxido de hidrógeno es instantánea, liberando gran cantidad
de oxígeno que puede provocar un enfisema si no hay un espacio suficiente para su salida.
Cuando se utilizan cremas, la reacción no es instantánea, por esa razón se debe cuidar de la
total eliminación de las cremas del interior de los conductos para evitar que posteriormente
al sellado de la abertura coronada, continúe la liberación de oxígeno provocando
consecuencias dolorosas al paciente.
ACUMULACIÓN DE RESTOS DE DENTINA

Ocurre con frecuencia durante la instrumentación de los conductos radiculares,


principalmente con los menos experimentados que dejan de observar la frecuencia de la
irrigación y el calibre adecuado de la cánula. Esos restos de dentina y los fragmentos de
tejido pulpar con vitalidad o necróticos, cuando permanecen en el conducto radicular,
provocan una obstrucción principalmente del tercio apical, dificultando la instrumentación
y causando muchas veces el desvió de los instrumentos y hasta la perforación radicular.
Además de eso, los restos de dentina pueden albergar microorganismos con capacidad de
contaminar el tejido periapical o provocar un reagudecimiento de lesiones periapicales
preexistentes, además de bloquear la acción de la medicación intraconducto.

Tal situación puede ser fácilmente corregida con irrigación y cánulas adecuadas,
asociándolas a la utilización de limas delgadas precurvadas y ejecutando movimientos de
cateterismo.

Ante la dificultad de llevar la solución irrigante a nivel apical, es recomendada la


inundación de la cámara pulpar con la misma, para que, a través de movimientos de
bombeo con los instrumentos endodónticos, pueda ser llevada hasta la región apical.

La utilización de cremas durante la irrigación si no es correctamente neutralizada y


eliminada, al asociarse con los restos de dentina, puede también ser la causante de una
obstrucción.
DECOLORACIÓN DE LA ROPA DEL PACIENTE

Un accidente muy común y constrangedor es el daño provocado por el hipoclorito de sodio


en la ropa del paciente. Este compuesto químico es muy usado en los blanqueadores
domésticos y en contacto con los tejidos a color provoca la decoloración.

Durante la utilización del hipoclorito de sodio como solución irrigante, el profesional


necesita tomar algunos cuidados, por ejemplo verificar si la cánula está correctamente
acoplada a la jeringa para evitar algún derramamiento. Las jeringas hipodérmicas de Luer
Look con punta metálica permiten el enroscado de la cánula irrigadora, dando mayor
seguridad en el momento que se ejerce la presión de irrigación sobre el embolo de la jeringa
y por lo tanto, debe ser la escogida.

La protección de la ropa del paciente es muy importante en la eventualidad de que la


solución irrigante escape del control del profesional. Muchos endodoncistas utilizan un
babero de plástico o de tejido impermeable para evitar ese sinsabor.

Otro accidente más preocupante que el anterior es el contacto de soluciones irrigantes con
los ojos del paciente o del profesional, principalmente aquellos que tienen acción disolvente
de los tejidos y la capacidad desinfectante como el hipoclorito de sodio y el peróxido de
hidrógeno. El hipoclorito de sodio provoca dolor, lagrimeo profuso, ardor, eritema y en
algunos casos puede ocurrir perdida de células epiteliales de la superficie externa de la
córnea.

Si ocurre la caída de hipoclorito de sodio en los ojos del profesional o del paciente, los
cuidados inmediatos son lavar abundantemente el ojo inmiscuido con suero fisiológico y en
caso del paciente, enviarlo para un oftalmólogo a un examen y si es necesario para su
tratamiento. Actual-mente, muchos profesionales de diversas especialidades utilizan lentes
de protección para ellos y para sus pacientes, ejemplo que debe seguirse para todos los
profesionales de la odontología.

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