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ENDODONCIA II
DOCENTE:
DRA. ANA MORAN
INTEGRANTES:
ABEL CASTILLO
ASTRID RAMIREZ
ESTHEFANIA POMA
JORGE TAPIA
CURSO:
SEXTO SEMESTRE
PARALELO:
1
2017-2018 CII
Requisitos del desinfectante ideal:
La irrigación de los conductos radiculares es el acto por el cual se busca eliminar todo el
material contenido en una cavidad pulpar, tales como pulpa, o necrótica, restos de dentina o
de materiales, obturadores desalojados por el acto de instrumentación así como de
microorganismos. Por medio de la irrigación se consigue eliminar gran parte de los
gérmenes y se lubrifican las paredes de los conductos, coadyuvando y facilitando la
instrumentación. La irrigación se inicia en la fase de abertura coronaria y se extiende
durante toda la etapa de la instrumentación. Puede ser de dos tipos: simple y gaseosa. En la
simple, el agente irrigante únicamente es aplicado en el interior del conducto utilizándose
una jeringa y una cánula irrigadora. La gaseosa se basa en la reacción de agentes que
liberan oxigeno durante la irrigación. Generalmente, esos agentes pueden ser dos líquidos,
el hipoclorito de sodio y el peroxido de hidrógeno (método de Grossman) o una crema y un
líquido (método de Stewart y de Paiva & Antoniazzi).
El segmento menor del trayecto de reflujo se sitúa a nivel de la punta de la cánula irrigador,
denominado área de reflujo (AR), imprescindible para el retorno del líquido irrigante;
cuanto menor sea, más difícil será la salida de ese líquido del conducto radicular.
Si la cánula irrigadora está muy alejada de la región apical, la limpieza de esa área será
precaria, contrario a esto, si se aproxima demasiado, estará muy ajustada a las paredes del
conducto, eliminando el área y trayecto de reflujo.
Según Berbert, Bramante & Lopes, existe una fuerte correlación entre el diámetro externo
de la cánula irrigadora y el instrumento endodóntico.
Generalmente, las agujas hipodérmicas usadas como cánulas de irrigación son identificadas
por dos números, por ejemplo 30 x 7; el primer número corresponde a la longitud de la
aguja y el segundo al diámetro externo de su punta. De esta manera, esa aguja 30 x 7 tiene
30 mm. De longitud por 0.7 mm (700 pm) de diámetro externo. Ese diámetro corresponde a
un instrumento endodóntico número 70 que también posee 0,7 mm (700 pm) en su punta.
Puede notarse por este hecho, la dificultad en acceder con agujas gruesas, por ejemplo la 30
x 6, en un conducto que fue instrumentado con la limar n° 30. Probablemente en ese intento
de profundizar la aguja en el conducto ocurrirá el ajuste a las paredes del mismo
eliminando el área y trayecto de reflujo, lo que consecuentemente aumentará la presión
apical.
INYECCIÓN DE LÍQUIDO EN EL TEJIDO PERIAPICAL
Actualmente los líquidos engastes más utilizados en endodoncia son las soluciones de
hipoclorito de sodio y de peróxido de hidrógeno aisladas, en asociaciones o alternadas.
Sin embargo, además de las acciones benéficas, las soluciones de hipoclorito de sodio
tienen un efecto tóxico sobre los tejidos vitales, provocando hermólisis, ulceración de la
piel y necrosis, daño sobre las células endoteliales, fibroblastos e inhibición de la migración
de neutrófilos. En la concentración de 0.5% (líquido de Dakin) existen indicios de que el
potencial irritativo es bajo.
Hülsmann y Hann (2000), en una revisión sobre las complicaciones ocurridas durante la
irrigación de conductos radiculares, relacionaron los principales signos y síntomas que
pueden surgir con la inyección de hipoclorito de sodio en el interior de los tejidos: dolor
severo e instantáneo, edema inmediato de los tejidos circundantes con la posibilidad de
extenderse a los labios y región infraorbitaria, hemorragia abundante en el conducto
radicular y aparecimiento de equimosis con posibilidades de infección secundaria y áreas
anestesiadas. Cuando la inyección es en el seno maxilar existe una queja de sabor a cloro e
irritación de la garganta.
ENFISEMA
Si el profesional opta por la utilización del método de Grossman para la irrigación del
conducto, los cuidados con el área de reflujo deben ser redoblados, porque la reacción entre
el hipoclorito de sodio y el peróxido de hidrógeno es instantánea, liberando gran cantidad
de oxígeno que puede provocar un enfisema si no hay un espacio suficiente para su salida.
Cuando se utilizan cremas, la reacción no es instantánea, por esa razón se debe cuidar de la
total eliminación de las cremas del interior de los conductos para evitar que posteriormente
al sellado de la abertura coronada, continúe la liberación de oxígeno provocando
consecuencias dolorosas al paciente.
ACUMULACIÓN DE RESTOS DE DENTINA
Tal situación puede ser fácilmente corregida con irrigación y cánulas adecuadas,
asociándolas a la utilización de limas delgadas precurvadas y ejecutando movimientos de
cateterismo.
Otro accidente más preocupante que el anterior es el contacto de soluciones irrigantes con
los ojos del paciente o del profesional, principalmente aquellos que tienen acción disolvente
de los tejidos y la capacidad desinfectante como el hipoclorito de sodio y el peróxido de
hidrógeno. El hipoclorito de sodio provoca dolor, lagrimeo profuso, ardor, eritema y en
algunos casos puede ocurrir perdida de células epiteliales de la superficie externa de la
córnea.
Si ocurre la caída de hipoclorito de sodio en los ojos del profesional o del paciente, los
cuidados inmediatos son lavar abundantemente el ojo inmiscuido con suero fisiológico y en
caso del paciente, enviarlo para un oftalmólogo a un examen y si es necesario para su
tratamiento. Actual-mente, muchos profesionales de diversas especialidades utilizan lentes
de protección para ellos y para sus pacientes, ejemplo que debe seguirse para todos los
profesionales de la odontología.