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Alta Dirección – Liderazgo

Organizacional y filosofía empresarial


Ma. Del Carmen García Ramírez

La interpretación que el hombre le ha conferido a la palabra trabajo y a lo que la


palabra implica ha variado radicalmente a lo largo de la evolución del ser humano y
aun más notorio es el cambio con respecto a la evolución social que ha tenido.

Dirección de Empresas

El trabajo ha estado con el hombre desde tiempos inmemorables y es en el


principio cuando no era más que la forma de obtener alimento y subsistir, hasta
llegar a la visión radical de ver al trabajo solamente como una manera de aumentar
las riquezas y el estatus socio-económico que se posee.

Desde el concepto etimológico el trabajo simboliza esfuerzo, tortura; desde el


aspecto económico hace referencia a la actividad humana por la cual se recibe una
retribución económica denominada salario; desde la parte jurídica es un derecho y
un deber social, debe efectuarse en condiciones que aseguren la vida, la salud y un
nivel económico decoroso para el trabajador y su familia. Bajo estos conceptos
sería interesante preguntarnos ¿es el trabajo un fin? ¿cuál es el sentido que se le da
al trabajo?; porque estas preguntas, por qué si bien el trabajo está relacionado de
modo directo con la intimidad personal y no se trabaja solo para producir algo,
el producto del trabajo debiera ser una acción más propiamente simbólica del
hombre, “SATISFACCIÓN”, una actividad necesaria para la supervivencia, pero
dándole sentido a lo que se hace, esto sería el aspecto filosófico del trabajo.

De acuerdo al nivel de evolución de la sociedad se considera al trabajo; como


sociedad “moderna”, podemos considerarlo como un medio de evolución de ésta.
No solamente debemos de trabajar para uno mismo sino para el bienestar común,
la visión del trabajo se desarrolla en función de la sociedad.

Para cualquier persona poder encontrar un buen trabajo es fácilmente una de sus
metas principales en la vida, pero solo para la obtención del salario; trabajar y
desarrollar una labor especifica dentro de la sociedad, no solo ayudaría a mejorar la
situación económica, sino que también puede resignificar un mejor desarrollo
social

Si enfocamos a la motivación como un proceso para satisfacer necesidades, surge lo


que se denomina el ciclo motivacional, el cual permite al ser humano la
homeostasis, ya que a partir de un estímulo se genera una necesidad y se busca la
satisfacción de la misma

Para que el ser humano actúe se requiere de la motivación que está


constituida por todos los factores capaces de provocar, mantener y
dirigir la conducta hacia un objetivo. Por ejemplo cuando sentimos hambre,
tenemos una motivación, ya que esto provoca la conducta que consiste en ir a
buscar alimento y, además, la mantiene; si tenemos hambre vamos al alimento, la
motivación nos dirige para satisfacer la necesidad.

Al reconocer a la motivación como el impulso que conduce a una persona a elegir y


realizar una acción, al esfuerzo colectivo orientado a conseguir los objetivos de la
empresa, ésta debe estar privilegiada dentro del trabajo y para ello se requiere de
un líder que logre estimular al individuo para la búsqueda continua de mejores
situaciones a fin de realizarse profesional y personalmente, integrándolo así en la
comunidad donde su acción cobra significado; de esta manera se estaría
articulando el trabajo, el liderazgo y la motivación.
Conocer los móviles de la motivación es tan complejo como compleja es la
naturaleza humana. Si analizamos los motivos por los cuales una persona trabaja o
aporta su esfuerzo a una organización, encontraremos que existen muchos factores,
desde querer tener dinero que le permita por lo menos cubrir sus necesidades
básicas, hasta aspiraciones superiores como la autorrealización

En el contexto empresarial entran en juego nuevos valores relacionados con la


comunicación, la colaboración, la creatividad, la responsabilidad, la moral, entre
otros. Un nuevo paradigma se encuentra ante nosotros por lo que obliga a las
empresas a crear una cultura innovadora sostenible, que forme parte de la filosofía
empresarial, para lo que es necesario que las personas que se encuentran
comandándolas desarrollen un estilo de liderazgo ético, palabras aparentemente
muy simples pero con profundidad en el significado e implicaciones en su
aplicación.

El directivo deberá ser un facilitador de oportunidades y transparente en su gestión


para que cada una de las personas que integran los equipos, sepa qué y cuánto
están aportando a la organización. El nuevo talento tiene claro que no quiere
trabajar para jefes “tiranos” o jefes “paternalistas” que limiten su desarrollo. No
dudarán en plantearse un cambio, de modo que si la empresa no se ha preocupado
por entender sus necesidades, se marcharán en busca de un nuevo proyecto de
vida.

En las empresas mejor dirigidas se habla hoy de la actividad de “coaching” como


una de las mayores responsabilidades de los jefes. El tradicional esquema de
planificar, ejecutar y controlar parece hoy incompleto. La actividad del jefe como
“coacher” es tan importante como las otras; un jefe que no dedica tiempo a su gente
es muy difícil que pueda obtener lo mejor de cada uno y, sin embargo, no tenemos
tiempo para eso…

Hoy se está comprendiendo, cada vez más, el valor del trabajo en equipo a partir de
la complejidad que día a día van adquiriendo los negocios. Ninguna persona
inteligente puede decir que lo sabe todo; el caudal de conocimientos que requiere
cualquier organización es tan amplio y especializado que sin un trabajo de
colaboración coordinada los objetivos son inalcanzables. Pero esto requiere de la
humildad para saber que no sabemos.
Los nuevos desafíos para la alta dirección
La alta dirección en la empresa: Los expertos coinciden en la necesidad
de que las gestiones dejen tiempo para pensar las decisiones.
Actualmente, ser un directivo de una empresa no es tarea fácil. La alta dirección se enfrenta a
varios problemas endémicos que amenazan su status social. En muchas ocasiones, intentar seguir
la estrategia general de la empresa obliga al directivo...

Los expertos en personal señalan que las gestiones deben dejar tiempo a los directivos para

pensar en las decisiones.

Actualmente, ser un directivo de una empresa no es tarea fácil. La alta dirección se enfrenta a

varios problemas endémicos que amenazan su status social. En muchas ocasiones, intentar

seguir la estrategia general de la empresa obliga al directivo a realizar un sobreesfuerzo

personal importante que, sin querer, le hace apartarse de otras cuestiones operativas, igual de

importantes, que también garantizan la supervivencia de la empresa. Así, cuestiones como la

innovación, la creatividad o la formación son factores claves que no pueden quedar relegadas a

un segundo plano o postergadas por una simple cuestión de estrategia global u holística (de la

empresa).

Por todo ello, los expertos en recursos humanos señalan que lo que verdaderamente hará que

las empresas sean más competitivas y productivas es la gestión de las personas. Así, la lucha

por la igualdad entre sexos es prioritaria para garantizar el buen funcionamiento de los procesos

que intervienen en la toma de decisiones. Según el profesor de Filosofía de la Universidad de

Zaragoza, Daniel Innerarity, “mientras a los ejecutivos se les considera como individuos, a las
mujeres se les valora por su condición de género” y esto es, precisamente, lo que ha de cambiar

en la organización, para lograr un liderazgo compartido en el que exista obligatoriamente esa

integración.

Según Ana Armesto, socia de Garrigues, “sólo serán rentables las empresas sostenibles, con

sentimientos, donde la confianza y la reputación sean los grandes activos”. Para, Jordi Gual,

subdirector general de La Caixa, “en España, el principal factor negativo a largo plazo es la baja

productividad”. Por su parte, Alonso Puig, señala que entre el 60 y el 90 por ciento de las

enfermedades por las que consultamos al médico de cabecera es porque no sabemos gestionar

nuestras emociones': “cuando nos encerramos en nuestros mundos, quemamos neuronas. Sin
darnos cuenta, encarcelamos el cerebro. Un líder debe abrirse al mundo, a las personas”, señala
y además subraya la importancia de mantener la humildad en un directivo, así como saber

escuchar y comprender a los demás.

Según el vicepresidente de CEDE, Ramón Adell, “el camino hacia la excelencia en la dirección

precisa recordar que el éxito precede a la arrogancia, y ésta al fracaso. El directivo del futuro

será un gestor de información y un dinamizador de ideas y personas”, según Adell.

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