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La practica de la diferencia ‘o existe un “feminismo de la diferencia”. Existe una pric tica politica y un pensamien- to de la diferencia sexual femenina Medio existe también, en vias de de- sarrollo, una prictica politica y un pensamiento de la diferencia mascu- Jina. No existe un “feminismo de la diferencia” porque la prictica polit cade la diferencia femenina no tiene ni como objetivo ni como horizonte lareivindicacién de derechos, de cuo- taso de instancias de poder dentro det patriarcado; no pretende, en realidad, medirse con este sistema de poder, un medirse que es clave en el feminis- mo desde que el principio de igual- dad de los sexos qued6 claramente definido en Europa durante el Huma- nismo y el Renacimiento.! La practica politica de la dife- rencia femenina no nacié, pues, en el siglo Xx para contrarrestar, comple- tar 0 cuestionar el llamado feminis- mo de la igualdad (un concepto cuyo puesto es desigualdad, no diferen- cia). Ha existido histéricamente du- rante muchos siglos: siempre ha ha- bido mujeres que han buscado y han hallado un sentido libre de si en la reflexién y en la puesta en palabras de su experiencia femenina. Es decir, que han significado libremente ese sexo que —lo ha dicho Luce Irigaray— “no es uno”.” Al hacerlo, se han separado del modelo de géne- ro femenino vigente y han actuado como de-generadas, como mujeres sin género. Han actuado como de- generadas no en la critica ni en la lucha contra el patriarcado, sino en el apartamiento de este orden y en la biisqueda de otras mediaciones, de mediaciones no masculinas, para in- tentar estar en el mundo en femeni no, Esta de-generacién no ha cons tido ni consiste en una reforma de los El feminismo de la diferencia: partir de si* Maria-Milagros Rivera Garretas PEOPEOSED ODODE OOESOTHOHEOOEOETOOHOOOHODHOOED contenidos de lo femenino sino en un. cambio radical de la naturaleza de las relaciones de y entre los sexos.” {Qué es la préctica de la dife- rencia femenina? Lia Cigarini, de la Libreria de Mujeres de Milan, ha dis- tinguido tres maneras de entender esa practica. Una manera seria la de las y los que sostienen que las mujeres son distintas de los hombres en los contenidos de su operar en el mun- do; a este concepto de la prictica de la diferencia le lama Lia Cigarini “del orden de las cosas”. Una segun- da manera es la de las y los que opi nan que la diferencia se inventa me- diante estudios y pensamientos; de- fine este modo de ver como “del or- den del pensamiento”. La tercera, que es la que esa jurista sustenta, consiste en “el sentido, el significa- do que se da al propio ser mujer. Y €s, por tanto, del orden simbélico”. Que algo sea del orden simbélico quiere decir que nace de una préct ca politica en la que se indaga el sen- tido del propio ser mujer (u hombre) desde el deseo singular de existir bremente en un mundo no neutro, La diferencia sexual no es, 5 pues, una variable mas a afiadira una retahila de otras variables politically correct del discurso progresista con- temporaneo, variables como género, raza, etnia, clase social, posicién en el sistema colonial, o “preferencia” erética (hay poco sitio para las pre- ferencias donde la heterosexualidad es obligatoria). Porque estas varia- bles, que hablan de parcialidad, de marginacién dificilmente superable, son funcionales al patriarcado. Se tra- ta mas bien de pensar un no pensa- do, de decir un no dicho, de mirar el mundo entero y decirlo con palabras nacidas de una politica que no can- cele el cuerpo femenino. Tampoco es un “concepto hete- rosexual” porque no se hace cémpli- ce con la exclusién de la realidad de Jos “cuerpos que [no] importan”,como los lesbianos o los gays. No pretende, como he dicho, medirse con la heterorrealidad, no pretende dialogar con un mundo en el que la libertad de los hombres viriles pasa por ser la libertad neutra universal. La diferen- cia sexual es una necesidad que mu- Jeres y hombres convertimos, si asi lo deseamos, en materia politica La teoria Antoinette Fouque y el grupo Psy- chanalyse et Politique fueron las introductoras, a finales de los afios sesenta, del concepto de diferencia sexual y de la necesidad de un orden simbélico nuevo. La gran creadora de lateoria de la diferencia femenina es la lingiiista y psicoanalista Luce Irigaray. Desde la publicacién en Paris en 1974 de su tesis doctoral ti- tulada Speculum. Espéculo de lo otro, ‘mujer —pues es asi como debe en- tenderse el subtitulo de este estudio segin ha escrito recientemente la propia autora—hasta la aparicién, en 1992, de su libro, Amo ai (Barcelo- na, 1994), la controversia y el entu- siasmo han acompaiado siempre a la obra de Luce Irigaray. Un extremo en eltiempo de la controversia que le ha rodeado durante afios fue su expul- sién de la Sociedad Psicoanalitica Francesa y su marginacién de la uni- versidad en ese pais a causa de los contenidos juzgados heterodoxos de Spéculum; el extremo mas reciente lo constituye la polémica que suscité en Italia la traduccién de Jaime & toi Esquisse d'une félicité dans T'Histoire, un libro dedicado a un antiguo alcalde de Bolonia luego par- lamentario europeo. El entusiasmo sostenido de las mujeres se debe a la ‘ratitud que muchas feministas he- ‘mos sentido y sentimos ante e! talen- to de Luce Irigaray para poner en palabras unos modos de ser en feme- nino que viviamos en desorden y sin arraigo porque les faltaban el signi- ficado comin y el sentido histérico que ella ha sabido darles, reconocier do las necesidades de una época bros como Amante marine de Friedrich Nietzsche (Paris, 1980), Ethique de la différence sexuelle (Pa- ris, 1984) 0 Sexes et Parentés (Paris, 1987) han mareado en el placer la oor politica y el pensamiento de muchas mujeres de eso que se suele mal Ila- ‘mar la segunda ola (y que es la ni- mero n) de feminismo en Occidente. Luce Irigaray ha dado significa- do comiin y sentido histérico a rela- ciones humanas y sociales y a expe- riencias de vida que hasta entonces vivian sin nombre, humilladas por una razén parcial y viril que se pre- sentaba ante el mundo como neutra universal, Ella ha contribuido a ela- borar una subjetividad sexuada, leha bbuscado su ética, su relacién con la sextalidad y el autoerotismo femeni- nos; su dimensién divina, su genea- logia y su futuro en un mundo en el cual la sexuacién sea civilizada y no forme parte de la enfermedad o de la barbarie Otras autoras, como Héléne Cixous, han analizado magistralmen- te las relaciones entre el cuerpo feme- nino y la escritura, desarrollando (con otras) el concepto de écriture feminine. Se trata de un experimento que ha demostrado que lo femenino, frente a la opinion dominante en el psicoandlisis, si existe. ‘La féminin”, la hembra femenina, existiria, con figura propia, a partir de su relacién privilegiada con el cuerpo matemo; tuna relacién en la cual la madre nos transmitiria el lenguaje, la lectura simbélica del mundo. Una relacién privilegiada con lo inconsciente, una relacién desde la cual todo es posi- ble, Todo es posible porque en ella no hay limite ni al placer jouissance, ni al saber, no existe ese famoso limite impuesto por la légica, la légica que se detiene donde algo deja de cuadrar, la légica que es incompatible con la desmesura del deseo. Héléne Cixous ha aplicado estas ideas a sus lecturas de la escritora brasilefia Clarice Lispector ya su propia obra de crea- cin. Desde mediados de la década de los ochenta, hace teoria de la diferen- cia femenina la comunidad filos6fi- ca femenina Diétima, nacida en la Universidad de Verona en 1984. Las filésofas de Diétima reconocen su vinculo con Luce Irigaray en su pri- mer libro comin, IJ pensiero della differenza sessuale (Milan, 1987), la contraportada recoge la conocida fra- se de aquella: “La diferencia sexual representa uno de los problemas 0 el problema que nuestra época tiene que pensar” (Ethique, 13). Latrayectoria intelectual de este grupo tiene, sin embargo, una personalidad bien de- finida, Sus miembras han explorado dimensiones nuevas dela practica de ladiferencia femeninaen el siglo xx y en otras épocas, han descubierto como la experiencia de las mujeres “hace mundo”, dandolo a luz cuan- do logranombrar relaciones sin recu- rrir a mediaciones masculinas (Mettere al mondo If mondo, Milin 1990, trad. Barcelona, 1996), han entrevisto un cosmos ordenado segin un principio materno en II cielo stellato dentro di nol. L’ordine simbolico delta madre (Milan, 1992) y segin la prictica del partir de si, Practica que se sustrae de las muchas contraposiciones o antinomiasinse taseen el simbélico dominante.’ “Con la imagen del cielo estrellado dentro de nosotras” —han escrito esas auto- ras— “se muestra que la medida del cosmos la encontramos en nosotras mismas porque el orden de la madre esté tanto dentro como fuera de no- sotras. Por este motivo, no se trata tanto de calcular la distancia entre las estrellas como de seguir una précti ca de vida orientada”. El concepto de orden simbélico de la madre lo ha estudiado magis- tralmente Luisa Muraro en el libro ti tulado L ‘ordine simbolico della ma- dre (Roma, 1991, trad. Madrid 1994), una obra que entrelaza con arte ex- quisito experiencia personal y teoria; teoria que esta filé- sofa ha definido pre- cisamente como “las palabras que dicen lo que es”. La lectura de Luce Irigaray, de Luisa Muraro y de otras fildsofas de Dic la me trae una yootra vez a la mente la obra de Maria Zambrano. Hay algu- na ligazén entre la razén poética de Ma- ria Zambrano, la sub- Jjetividad sexuada de Luce Irigaray yel or- den simbélico de la madre de Didtima. Puesto que no existe una rela- cién de magisterio con Maria Zambrano, se diria que se trata de una cierta forma de hacer filosofia de al- ‘gunas mujeres que aparece en Euro- pa cuando las primeras generaciones de alumnas que accedieron a la uni- versidad sin trabas formales se pusie- ron a estudiar el conocimiento tradi- cional. Al hacerlo, percibieron sus grandes vacios, no se reconocieron en él, no hallaron en la tradicién fi- loséfica dominante un lugar en que significarse, una mediacién que las llevara a establecer con libertad su sentido de si. El relato que hizo hace algunos afios Maria Zambrano de su génesis de la razén poética expone dramati- camente la sensacién de ajenidad con el patriarcado que comparten esas creadoras: “Mi razén vital de hoy es la misma que ya aparece en mi ensa- yo Hacia un saber sobre el alma...) Yo creia, por entonces, estar hacien- dorrazén vital y lo que estaba hacien- do era raz6n postica. ¥ tardé en en- contrar su nombre. Lo encontré pre- cisamente en Hacia un saber sobre el alma, pero sin tener todavia mucha conciencia de ello. Yo le Ilevé este ensayo, que da titulo al libro, al pro pio don José Ortega, a la Revista de Occidente. El, tras leerlo, me dijo: “Esta~ mos todavia aqui y usted ha querido dar el salto al mas alla”... Yo sali llo- rando por la Gran Via, al ver la aco- gida que encontré en don José lo que ‘yo creia que era la razén vital. Y de ahi parten algunos de los malenten- didos con Ortega, que me estimaba, que me queria. No lo puedo negar. Y yo a él, Pero habia... como una imposibilidad. Es obvio que él dirigié su razén hacia la razén hist- rica. Yo dirigi la mia hacia la razon postica, Y esa raz6n poética —aunque yo no tuviera conciencia de ella— aleteaba en mi, germinaba en mi, No podia evitarla, aunque quisiera”. Del partir de sia la politica en primera persona Desde 1975, en la Libre- ria de Mujeres de Milan se hace dia a dia practica politica de la diferencia femenina. E] itinerariode esa prictica y su traduc- ciénenteoria politica han sido recogidos a lo largo de los afios en las dos se- ries de la revista Via Do gana, en los Sottosopra, en el libro colectivo No creas tener derechos (Madrid, 1991). La segunda serie de Via Dogana nacié en 1991 con el propésito de “poner fin al dualismo segiin el cual la politica de las muje- res seria una politica al lado de otra, llamada masculina 0 neutra, y poner en el centro de la politica la politica de las mujeres”." Esta propuesta de intervencién femenina libre en el mundo se apoya en un modo de rela- cionarse con la realidad que nacié en Jos grupos de autoconciencia de los afios sesenta y setenta: el partir de si, el partir de lo que tenemos, y lo que tenemos es principalmente la expe- riencia femenina personal. El partir de si distingue la poli- tica en primera persona del feminis- mo de la emancipacién. El partir de si transforma la experiencia femeni- nna personal —esa experiencia que esta tan desprestigiada en el estructuralismo y en algunos autores postmodernos— en materia politica yen lugar de libertad, en un lugar donde intentar ser. El feminismo de laemancipacién propone, en cambio, hacer politica mirando a donde se querria o se podria Hlegar, reivindi- cando para ello derechos que nos Ile- ven a las mujeres mas alla de la pro- pia experiencia, liberindonos de ella como si fuera un estorbo. La politica en primera persona no nos aboca, sin embargo, a un vivir en una realidad parcial, limitada por el sexo mascu- lino: “Existe indudablemente la ne- cesidad de compartir el mundo. Pero con todas las demas mujeres y con los hombres, 0 sea con toda la gente de carne y hueso empezando por la ms cercana. No tengo que dividir el mun- do.con el otro sexo en cuanto tal, del mismo modo que lo que me falta no esel ser hombre”." La politica en primera persona no tiene como objetivo la obtencién de cuojas de poder o la accién posi- tiva. No dialoga, en realidad, con el sistema de representacién democra- tica. No busca, por tanto, la reivindi- cacién de derechos sino més bien el estar “por encima de la ley, no en contra”, el “vacio denorma” que abra espacios a una préctica politica que eve a las mujeres implicadas a de- cidir por si mismas qué es lo que de- sean." Casos paradigmaticos son los de la pornografia ola prostitucién, en los cuales la reivindicacién de dere- chos ha llevado con mas frecuencia ala frustracién y a la divisi6n entre mujeres que al avance de la libertad femenina. Enla politica en primera perso- nas clave el recurso a la mediacién de otra mujer o de otras mujeres. La mediacién de otra mujer, de una mu- jera la que reconozco autoridad, me permite realizar mi deseo, me lleva a significarme, abre ala libertad feme- nina caminos que modifican las rela- ciones de poder existentes en la so- ciedad. En los espacios de mujeres adquiere vida y sentido la mediacién que me permite relacionarme con el mundo entero. La mediacién prime~ ra y necesaria que desbloquea la mente de una mujer y le permite in- ooo tervenir en la realidad es la relacion con la madre, con la madre real y conereta, la que nos ha dado la vida y nos ha ensefiado a hablar, garanti- zando la concordancia entre las pa- labras y las cosas. La relacién de amor y de reconocimiento hacia la madre es tan importante que ha sido descrita como el “punto de Arqui- medes” en que se apoya el nacimien- to de un orden simbélico nuevo.” Esta relacién de gratitud —que noes del orden moral sino del orden sim- ‘bélico— puede entablarse tanto si los sentimientos que tenemos hacia nuestra madre son de amor como si son de odio o de indiferencia: en este sentido, el amor femenino de la ma- dre es una practica politica. * La re- Jacién de la hija con su madre es una estructura elemental que falta en el patriarcado, una carencia de la que este sistema de poder se nutre; tanto es asi, que en él se presenta al padre como el verdadero autor de la vida. Las figuras De la prictica de la diferencia feme- nina y de su teorizacién han nacido figuras como el affidamento, la ge- nealogia femenina, la autoridad fe- menina y el final del patriarcado. Es- tas figuras, formuladas todas en po- ivo, no son cédigos porque no de- penden de reglas ni de normas esta- blecidas que las regulen Luce Irigaray, entre otras, dio vida y contenidos histéricos y filosé- ficos a la genealogia de mujeres, ge- nealogia que da sentido y placer a nuestro estar en el mundo. Un estar en el mundo que esta pensadora ha imaginado sin madre, rodeadas de representaciones de mujeres que siempre tienen al hijo en brazos, por- queen el origen de nuestra sociedad no se situaria el parricidio edipico de que habla Freud sino e! matricidio que sugiere la Orestiada. “Pienso que también es necesario” —ha escrito rigaray—“para no ser cémplices del asesinato de la madre, que afirmemos la existencia de una genealogia de mujeres. Una genealogia de mujeres dentro de nuestra familia: después de todo, tenemos una madre, una abue- fa, una bisabuela, hijas. Olvidamos demasiado esta genealogia de muje- res puesto que estamos exiliadas (: se me permite decirlo asf) en la fami- lia del padre-marido”.’ En la Libreria de Mujeres de Milan y en la comunidad filoséfica Dictima han sido practicadas y pen- sadas las figuras del affidamento, de la autoridad femenina y del final de! patriarcado. El affidamento es una relacién politica privilegiada y vinculante entre dos mujeres. Dos mujeres que no se definen como igua- les en términos de sororidad sino como diversas y dispares. No consis- teen un pacto de amor ni tampoco de magisterio jerarquico; aunque puede darse entre una joven y una vieja, ha sido practicada y pensada como una relacién entre adultas. La relacién de affidamento se establece para me- diante ella dar vida al deseo personal de existencia y de intervencién en el mundo. A la mujer con quien entro en relacién de affidamento le reconoz- co autoridad, autoridad que es de raiz: femenina y materna. Deposito en ella confianza para crecer (augere) y para reconocer, sin entrar en el juego de la ider n ni tampoco en el de larebelién, cuales son la medida y los limites de mi deseo de existir y mis posibilidades de liberarlo en la socie- dad. Elreconocimiento de autoridad femenina debe saber convivir con la practica de la disparidad: si la auto- ridad femenina funciona demasiado bien, puede ofrecer el peligro de can- celar las diferencias entre las muje- res que reconocen esa autoridad, aplastando asi su deseo propio y pe- culiar. La autoridad se convierte en- tonces en una mediacién que no pro- duce, que no da vida a algo nuevo. Laautoridad femenina no repli- aa la autoridad tradicional. No la replica porque ni tiene ni busca po- der social en el orden o desorden patriarcal. No la replica, tampoco, porque la diferencia femenina no se mide con la masculina: aunque las funciones que ejercemos mujeres y hombres en el mundo (caminar, pensar, et- cétera) sean idénticas, la ex- perienciade vivir en un cuer- po sexuado en femenino es distinta de la experiencia de vivir en un cuerpo sexuado en masculino."” Porque la ‘mujer es un entero y el hom: bre es un entero: cada uno de los sexos es un principio creador de aleance césmico. El final del patriarcado sun hallazgo, una invencién simbélica, de la Libreria de Mujeres de Milan, hecho piiblico en su revista “Via Dogana,” en 1995. El reco- nocimiento del final del patriarcado lo explica de la Siguiente manera el namero de la revista no periédica “Sottosopra” que publicé esa Libre- ria en enero de 1996 y que en espa- fiol se titula precisamente El final del patriarcado: ' El patriarcado ha ter- ‘minado, ya no tiene crédito femeni- no y ha terminado, Ha durado tanto como sucapacidad de significar algo para la mente femenina. Ahora que Ta ha perdido, nos damos cuenta de que, sin ella, no puede durar. No se trataba, por el lado femenino, de es- tar de acuerdo [...J. Era, mas bien, un hacer de necesidad virtud. Pero que ahora ya no se hace. Ahora es ooo otra época y otra historia, tanto que lo que se decidié sin 0 en contra de ella, se ha vuelto caduco, como si le hnubiera obedecido siempre a ella. iQué raro! Pero ;vale, quizd, para las relaciones de dominio lo mismo que para el amor, que hace falta ser dos? Ahora a ella ya no le va, ya no es la misma; ha cambiado, como se suele decir [...]. Lo decimos sin triunfalismos. Nos toca medirnos con Ja desmesura de un saber de la vida demasiado grande, como es el nues- tro, con el intercambio demasiado intenso gue circula entre mujeres, con la enormidad de un logro histé- rico —el final del patriarcado—que se traduce, inevitablemente, en la enormidad de la tarea. El final del patriarcado es un proceso singular, que se da en cada mujer, como se dio en singular la toma de conciencia feminista, toma de conciencia que transformé, de mujer en mujer, la sociedad entera Consiste en dejar de dar crédito a un enemigo cuyo lugar en la vida de esa mujer yano es el que era. Cuando una mujer desplaza al enemigo fuera de ella, se le abre un espacio de ser en el que hay juego y sitio para la liber- tad, El final del patriarcado es, pues, tun proceso que se da en una mujer, sea ésta rica 0 pobre, emancipada 0 ama de casa, sea cual sea el lugar que ella ocupe en el sistema colonial mundial. Porque la libertad no es un privilegio de Occidente. La transformacién que propone el reconocimiento del final del patriarcado es politica de lo simbélico. Politica de lo simbélico que a mi me pare- ce especialmente solicitada por el Occidente de hoy, qui- 74 porque Marx y Engels no desarrollaron una filosofia del lenguaje; y no la desarro- Haron —tal vez— porque en su €poca, la primera mitad del siglo XIX, no se sentia la ne- cesidad de ella que hoy se siente. No se habia, proba- blemente, empequefiecido la presencia del orden simbdli- co de la madre como se ha empequefiecido en la segun- da mitad del siglo xx. Las criticas Las criticas que con més frecuen han recibido la practica politica y el pensamiento de la diferencia sexual son las de que se trata de un pensa- miento esencialista y de una politica separatista y/o poco eficaz. Se ha cho también que olvida sin inocencia sus deudas con la accién y con la teo- ria producidas por el feminismo lesbiano. La acusacién de esencialismo, aque llené muchas paginas de revistas y de libros feministas, especialmen- teen lengua inglesa, durante los afios ‘ochenta es, en realidad, una acusa- cin de poca sustancia. Se apoya en tuna dicotomia (esencia frente a cons- ‘ruccién) que es propia de un orden del pensamiento cldsico y racional que Simone de Beauvoir mostré que es opresivo para las mujeres, que se queda “en la casa del amo”, como escribié Audre Lorde no recuerdo donde. Es curioso, sin embargo, que el fantasma del esencialismo, un fan- tasma que parece saber corroer los cimientos mismos de la filosofia, se suela desplegar cuando alguien se toma la libertad de enraizar el senti- do de sien a experiencia personal de su cuerpo humano. Es curioso porque sugiere que “esencialismo” sirve aqui para ocultar el origen del cuerpo y su nacimiento, el nacimiento de madre ue inicia en cada criatura humana el orden simbélico de la madre y que tiene mucho que ver con la razén poética de Maria Zambrano. En cuanto a que sea separatista (separatisa, se supone, de patriarea- do), efectivamente lo es. Lo es por- que resulta rarisimo encontrar una ruijer que esté dispuesta a sustentar un orden —o desorden— sociosim- bélico (el que tenemos) cuyo eje y medida es —lo ha escrito Adriana Cavarero— la guerra, la destruccién de la obra de cada madre. " Noes, en cambio, una politica que pretenda marginar a las mujeres del mundo sino todo lo contrario, como he dicho ya. La inquietud de algunas femi- nistas lesbianas ante la escasa aten- cin explicita dedicada a la homose- xualidad en los escritos de la Libre- oe ria de Mujeres de Milan pienso que se debe al deseo de aquéllas de ver expresados piblicamente el recono- cimiento y la gratitud hacia su traba- jo politico secular para nombrar como relacién social el amor entre mujeres. Poriltimo, la ritica de inefica- cia politica (una critica cuyo referen- te parece ser la eficacia atribuida al mitin frente a la politica en primera persona) ha sido contestada por Lui- sa Muraro en una entrevista con es- tas palabras: La fatiga de que tii ha- blas, tengo la impresién, es la de “dar a luz el mundo”: hallarse en la necesidad de inventar mediaciones creadoras de realidad nueva. El mo- vimiento de las mujeres puede ser percibido como lento respecto al brio inicial con que fue acogido lo esen- cial. Larevolucién simbélica se mue- ‘ve a velocidad instanténea porque la mueve el deseo de quien la hace, pero para realizarla es necesario un tra- bajo lento y fatigoso. Cuanta mas fatiga haya en la creacion de mundo ‘nuevo, mas trabajo fecundo hay. Por tanto, no es cierto que seamos lentas enloque se refiere alaconstruccién de las mediaciones necesarias para generar lo nuevo.” @ * Una version algo distinta de este aniculo fue publicada en ET viejo 1op0 73, ‘marzo, 1994, pp. 31-35, Notas * Rivera Garetas, Maria-Milagros.Eljraude de la igualdad. Barcelona, 1997 * Irigaray, Luce. Ce sexe que nen est pas ‘un. Paris 1977, trad. Madrid, 1982. 10 > Rivera Gates, Maria Milagros. Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teorta feminista, Barcelona, 1994 “ Cigarini, Lia. Libertafemminile e norma, ‘en: Democrazia e Dirito N° 2.1993, pp. 95-98 * White, Patricia Female Spectator Lesbian Specer. en: Diana Fuss, ed, Inside 1 (Ou, Nueva York, 1991, pp. 142 * Butier, Judith. Bodies shat Mater. Nueva York, 1993, * Dibtima. La sapienca di partie da sé Napoles, 1996, * Op.cit, p.7 * Maria Zambrano, pentadora dela aurora en: Anthropos N° 70-71, 1987, pp. 37 38. ™ Muraro, Luisa. 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