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XVIII Encuentro de Profesores de Derecho Constitucional

Paraná, 13, 14 y 15 de setiembre de 2007


Autor de la ponencia: Dr. IVAN JOSE MARIA CULLEN
Tema: Reforma de las constituciones locales

Impacto de la reforma de 1994 en las Constituciones provinciales – La


Reforma de la Constitución Provincial de Santa Fe

I) Introducción

La presente ponencia pretende abordar la eventual reforma en la


Constitución Provincial de Santa Fe de 1962 pero, para ello analiza el impacto
que la reforma constitucional nacional de 1994 produjo en las reformas
constitucionales provinciales sancionadas con posterioridad al 22 de agosto de
aquél año.
Como es lógico en un estado federal como el nuestro, siempre las
modificaciones sustanciales en la organización constitucional nacional se
proyectan en mayor o menor medida en las constituciones provinciales.
Ya en la Constitución de 1853, sancionada en Santa Fe y que todavía
nos rige con diferentes modificaciones, se previó que las Constituciones
provinciales de este país que se organizaba debían sancionarse respetando el
texto de la Constitución Nacional y someterse - luego de dictadas – a la
aprobación del Congreso Nacional reunido en Paraná (art. 5).
En este primer periodo (1853/1860) las provincias fueron sancionando
sus constituciones provinciales que modificaban textos anteriores del período
de los pactos preexistentes. Santa Fe lo hizo en 1856.
En 1860, al incorporarse Buenos Aires y unirse definitivamente el país
se deroga esta exigencia y se introducen modificaciones a la constitución
primigenia, lo que provoca que las provincias se adecuen a la nueva
normativa nacional. Santa Fe lo hace en 1863 modificándola ampliamente en
1900 e introduciéndole reformas en 1907.
Durante toda esta etapa de “unidad nacional” que puede extenderse
hasta 1912 no hubo cambios en la Constitución de 1853 – 1860 más que las
reformas de 1866 y 1898.
A partir de la sanción de la ley Saenz Peña en 1912 ingresamos en un
período que hemos anteriormente denominado “de participación democrática”
y que abarca de 1912 a 1949.
En este período si bien no hubo modificaciones en la Constitución
Nacional, el cambio sustancial que significó la reforma política consecuencia de
las modificaciones electorales aludidas, impactaron en todas las provincias y
revalorizaron la función de los municipios.
Es así que muchas provincias fueron modificando sus constituciones,
incorporando institutos propios de la democracia directa y regulando con
mayor amplitud el régimen municipal (Constitución de Entre Ríos de 1933 y
de Santa Fe de 1921, esta última luego vetada y con escasa vigencia durante
el gobierno del Dr. Luciano Molinas).
En el año 1949 durante el primer gobierno justicialista se sancionó una
Constitución que introdujo importantes reformas al texto originario y habilitó a
que las legislaturas provinciales adecuaran sus propias constituciones a las
pautas del texto constitucional nacional (art. 5 disposiciones transitorias).
En esta etapa (1949 – 1955) se modifican por este método todas las
constituciones provinciales y además se provincializan los territorios de Chaco,
La Pampa y Corrientes, quienes dictan sus primeras constituciones.
Durante el gobierno de facto de 1955/1958 se deja sin efecto la reforma
nacional de 1949 y las provinciales dictadas en su consecuencia, y se convoca
a una Convención que reunida en Santa Fe en 1957 logra introducir muy
pocas reformas a la Constitución histórica vinculadas con los derechos sociales
(art. 14 bis y art. 67 inciso 11 ).
A partir de 1957 se provincializan nuevos territorios: Chubut, Formosa,
Neuquén, Río Negro y Santa Cruz. Estos sancionan sus primeras
constituciones y el resto de las provincias tiene que encarar un proceso de
adecuación al nuevo marco constitucional nacional dado que, según lo hemos
relatado, habían quedado sin efecto las constituciones de la época justicialista
y se había retornado a antiguos textos de fines del siglo XIX o principios del
siglo XX; por ello no resultó extraño que San Luis (1962 ) Santa Fe (1962) y
Catamarca (1966) hicieran reformas totales o casi totales de sus
constituciones.
Superados los largos años de gobiernos militares (1966/ 1973 y 1976/
1983) y restablecida la estabilidad democrática comienza un período muy
importante de modificación de las constituciones provinciales que se extiende
hasta 1994.
En este período se pretendió modificar la Constitución Nacional – sin
lograrlo – resultando de interés el importante trabajo intelectual llevado a
cabo por el Consejo Nacional para la Consolidación de la Democracia creado
por el entonces Presidente Dr. Raúl Alfonsín.
Además de las 12 reformas de constituciones provinciales que se
concretaron en este período - muchas impulsadas principalmente para
posibilitar la reelección de los gobernadores - se crea una nueva provincia
(Tierra del Fuego) que sanciona su primera Constitución (1991).
Cabe destacar que nuestra Asociación tuvo un rol protagónico de
asesoramiento en todas estas reformas provinciales; aportes que también
realizó para la reforma de 1994 y para las reformas constitucionales del
últimos período que se inicia a partir de esa fecha.
Vemos así que la sanción y luego las reformas de la Constitución
Nacional siempre impactaron en las reformas de las Constituciones
provinciales como se comprueba con esta síntesis histórica que, en líneas
generales, está relatada en el dictamen de la Comisión creada por decreto del
Poder Ejecutivo de la Provincia de Santa Fe nro. 1855/93, que integré, para
opinar sobre la reforma de la Constitución Provincial.
No podía ocurrir otra cosa con la importante reforma de 1994 y por ello,
dado que el tema central es el de la modificación de la Constitución de la
Provincia de Santa Fe, conviene ver en qué aspectos ha impactado el texto de
1994 en las reformas sancionadas con posterioridad, que fueron muchas
(Buenos Aires en setiembre de 1994, Chaco en octubre de 1994, Santa Cruz
en setiembre de 1994, Santiago del Estero en diciembre de 1997 y 2002,
Misiones en 1999, Formosa en 2003, Salta en 1998, Córdoba en 2001, La
Pampa en octubre de 1994, Neuquén en 2006, Corrientes en 2007, La Rioja en
2002, Chubut en 1994).
A estas provincias que modificaron sus constituciones debe agregarse la
Constitución de la Ciudad Autonóma de Buenos Aires del 10 de octubre de
1996, que es consecuencia directa de la reforma constitucional de 1994 (art.
129).
En este momento se encuentran en proceso de reforma constitucional la
provincia de Entre Ríos (texto de 1933 y ley de declaración de necesidad de la
reforma nro. 9768 del 16 de mayo el 2007) y entrará seguramente en un
proceso de reforma la de la Provincia de Santa Fe dado que los dos partidos
mayoritarios (justicialismo y socialismo) han expresado claramente su
voluntad de reforma, encontrándose en la Legislatura un proyecto enviado por
el Gobernador Obeid que aún no ha sido tratado y que fuera presentado el 16
de abril del año 2004.

II) IMPACTO DE LA REFORMA DE 1994 EN LAS CONSTITUCIONES PROVINCIALES


En mayor o menor medida la reforma de la Constitución Nacional de
1994 ha impactado en las reformas de las constituciones provinciales a las
que se ha aludido y debiera impactar en las próximas en los siguientes
aspectos:
1) Atribución de la convención y límites.
La ley 24309 de declaración de necesidad de la reforma introdujo una
novedad en la práctica constitucional argentina al establecer – como
consecuencia del llamado “Pacto de Olivos”- un núcleo de coincidencias
básicas que debía votarse en forma conjunta (art. 5º) y de esta manera lo
acordado por la dirigencia de los dos partidos mayoritarios que suscribieron el
citado pacto (el justicialismo y el radicalismo) debía simplemente refrendarse
en la Convención Nacional Constituyente.
Este mecanismo de reforma refrendataria no ha sido repetido en la
constituciones provinciales ni tampoco aparece en el proyecto del Poder
Ejecutivo de la Provincia de Santa Fe del año 2004.
No solo el tema fue sumamente cuestionado por la opinión pública y la
doctrina especializada, sino que además se judicializó la cuestión resolviendo
la Corte el punto en la causa “Antonio José Romero Feris c/ Nación Argentina “
(F 317: 711).
Si bien la sentencia se dictó el 1º de julio de 1994 y con la base que la
Convención – a esa fecha- ya había aprobado en su reglamento interno (art.
127 1º párrafo) el mismo modo de votación previsto en el art. 5º de la ley
24309 y ello conducía a que el tribunal declarara abstracta la cuestión, existe
un voto en disidencia del Dr. Fayt en cuyo considerando 21 última parte
declara la inconstitucionalidad del art. 5º de la ley 24309.
No han desconocido los constituyentes provinciales estos precedentes, y
por ello el carácter refrendatario de la reforma de 1994 en lo que hace al
“núcleo de coincidencias básicas” no resultó reiterado en las otras reformas
provinciales.
Además tampoco hubo problemas en lo atinente al alcance de las
modificaciones constitucionales que necesariamente deben limitarse a los
temas habilitados por la ley declarativa de la necesidad de la reforma.
Recordemos que la Corte Nacional en el caso “Fayt” fue muy clara al
respecto y llegó a declarar la nulidad del art. 99 inciso 4; 3º párrafo y
cláusula transitoria 11ª de la CN (F 322:1616) con un voto concurrente del
Dr. Vazquez y una disidencia parcial del juez Bossert, que no declara la
nulidad de la reforma sino su inaplicabilidad al Dr. Carlos S. Fayt.

2) Amplitud en el reconocimiento de derechos y garantías.


La Constitución Nacional en su reforma de 1994 se caracterizó por una
importante ampliación del plexo de derechos y garantías fundamentales,
llegando incluso a darle jerarquía constitucional a los tratados internacionales
de derechos humanos (art. 75 inciso 22), con una cláusula abierta que
permitió incorporar nuevos tratados de esta naturaleza con jerarquía
constitucional.
Algún convencional destacó en el último día de las deliberaciones,
cuando se permitió hacer una evaluación de la Constitución reformada, que
ésta sería recordada como la “Constitución de los derechos humanos”.
Las Constituciones provinciales – en general – reiteran e incluso
pretenden ampliar esta protección tan especialísima de los derechos y
garantías fundamentales, incurriendo en un excesivo detallismo que debe
evitarse.
Para señalar un caso emblemático que nos recordaba uno de los
distinguidos juristas que asistiera al Foro sobre la Reforma de la Constitución
Provincial que tuve el honor de coordinar en Rosario el 29 de junio pasado;
nada mejor que la cláusula del art. 27 inciso 5 de la Constitución de la ciudad
Autónoma de Buenos Aires, porque es demostrativa de los errores en que se
incurre con la pretensión de regular hasta los más disparatados temas.
Esa norma dice que la ciudad debe promover, entre otras tareas “…la
protección de la fauna urbana y el respeto por su vida: controla su salubridad,
evita la crueldad y controla su reproducción con métodos éticos” (sic).
Es difícil imaginarnos de qué manera la ciudad de Buenos Aires puede
controlar a los animales en sus relaciones sexuales.
En el mismo foro antes aludido otro de los calificados participantes
advirtió que el excesivo detallismo en los textos constitucionales de derechos
que ya están reconocidos, no solo priva a los jueces de la necesaria flexibilidad
para adaptarlos a las circunstancias concretas, sino que además genera la
expectativa en la población de la efectivización inmediata de tales derechos.
Pienso que la necesaria aplicación dentro del ámbito de cada provincia
de los derechos y garantías establecidos en la Constitución Nacional y Pactos
de Derechos Humanos no requiere reiteraciones sobreabundantes en los
textos provinciales sin perjuicio de algún aspecto particular – propio de las
particularidades de cada provincia – que puede requerir su
constitucionalización.
Precisamente en el proyecto de la comisión redactora de la reforma
constitucional en la Provincia de Entre Ríos encuentro – dicho esto con todo
respeto – ese excesivo detallismo que no debe perturbar el trabajo de la
Convención impidiéndole tratar con toda la amplitud que es necesaria los
temas de mayor importancia.

3) La autonomía Municipal.
Es evidente que la Constitución Nacional en el art. 123 estableció una
obligación de ineludible cumplimiento a las provincias para que éstas
establezcan en sus constituciones la autonomía municipal con un contenido
amplio que incluya el orden constitucional, político, administrativo, económico
y financiero.
Hay un consenso muy generalizado en la Provincia de Santa Fe para
establecerla ya que la Constitución de 1962 no la contempla.
En general las constituciones provinciales sancionadas en este periodo
han receptado el mensaje constitucional pero curiosamente no lo hizo la
Constitución de la Provincia de Buenos Aires, en cuyos arts. 190 a 197 no se
prevé que las ciudades gocen de autonomía plena.

4) Regionalismo .
Otro gran aporte de la reforma de 1994 consistió en constitucionalizar la
facultad de las provincias de crear regiones (art 124).
Si bien ya existían regiones funcionando, algunas constituciones
provinciales reglamentaron en cierta medida esta atribución, disponiendo los
órganos competentes para llevarla a cabo y los alcances que la misma puede
tener.

5) La elección de senadores.
Es obvio que al modificar la Constitución nacional la designación de
senadores que ahora la hace el pueblo en elección directa y conjunta y en
número de tres (art. 54), deben modificarse las constituciones provinciales
que establecían normas aplicables a la elección de senadores por las
legislaturas (vg Constitución de Santa Fe art. 55 inciso 1).

6) El Consejo de la Magistratura y Jurado de Enjuiciamiento.


En este punto se dio un proceso inverso, porque fueron las provincias
las que incorporaron en sus constituciones el Consejo de la Magistratura con
competencia para intervenir en el proceso de designación de jueces y también
establecieron jurados de enjuiciamiento que suplieran el lento e ineficaz
sistema de juicio político para magistrados.
Es la Constitución Nacional quien toma estos precedentes del derecho
público provincial y crea estos nuevos órganos fundamentales dentro de la
sección correspondiente al Poder Judicial estableciendo un Consejo de la
Magistratura con la función que habitualmente le reconocían las constituciones
provinciales y que está limitada a intervenir en la selección de magistrados
que luego serían designados por la autoridad política (art. 114 inciso 1 y 2).
Pero ocurre que la Constitución Nacional incorpora como competencia
del Consejo de la Magistratura otros aspectos novedosos y tomados de la
experiencia europea, fundamentalmente española, y así pasa el Consejo de la
Magistratura Nacional a tener importantes atribuciones como “administrador”
del Poder Judicial (art. 114 incisos 3 y 6).
Son bien conocidas las dificultades que ha generado y aún genera el
ejercicio de estas competencias y las constantes tensiones con la cabeza del
Poder Judicial, es decir la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Las provincias en sus constituciones no han seguido este modelo, y han
acertado en esta decisión.
En cuanto al jurado de enjuiciamiento también existía en las
constituciones provinciales y por cierto que en las posteriores a la reforma de
1994 suele establecerse con distintas características.
La discusión hoy pasa por el mantenimiento de un órgano permanente
como lo establece el art. 115 CN o por la convocatoria de un órgano ad hoc
para cuando deba procederse al enjuiciamiento de un magistrado.

7) Los órganos de control.


La reforma de 1994 incorpora órganos de control como la Auditoria
General de la Nación (art 85), el defensor del Pueblo (art 86) y en alguna
medida el Ministerio Público (art 120).
También en este punto las provincias crearon estos órganos de control o
similares con anterioridad a la reforma de 1994 y las reformas posteriores
establecen órganos de control con mayor o menor intensidad e importancia.
No necesariamente iguales a los nacionales pero sí con idéntico
propósito de ejercer un contralor efectivo sobre el funcionamiento del Estado y
la responsabilidad e sus funcionarios.

8) La elección presidencial y el “ballotage”.


La Constitución reformada de 1994 estableció, como es sabido, la
elección directa del presidente y vice, con una eventual segunda vuelta (arts.
94 al 98); y también incorporó la reelección por un periodo reduciendo éste a
4 años.
La reelección de los gobernadores ha motorizado la mayoría de las
reformas provinciales antes y después de la Constitución nacional reformada.
La elección directa ya estaba consagrada y se mantiene en el derecho
público provincial.
El “ballotage” o segunda vuelta tuvo escasa adhesión (Chaco, art. 133).

9) Principios aplicables para la ley de coparticipación federal.


Esta norma de gran importancia establecida en el art. 75 inciso 2; no ha
sido generalmente aplicada por las reformas constitucionales provinciales para
la coparticipación municipal aunque hay excepciones (Constitución de Santa
Cruz de 1994; art. 146 inciso 3).

III) Reforma de la Constitución de Santa Fe

La Constitución de la Provincia de Santa de de 1962 es un modelo de


equilibrio, mesura y racionalidad jurídica.
Ha sido reiteradamente elogiada por la doctrina y recordada en muchos
de sus aspectos en los debates de la Convención Nacional Constituyente de
1994.
Sin embargo debe ser reformada, porque han pasado 45 años desde su
sanción y además necesariamente tiene que adecuarse a las pautas
establecidas por la Constitución Nacional.
En el caso de nuestra Provincia – que no reconoce autonomía a los
municipios – la reforma es imperativa, y es importante señalar que el
generalizado consenso existente para establecer municipios autónomos en la
Provincia no podrá ser satisfecho mediante una modificación a la ley orgánica
de los municipios, sino que se hace impresicindible modificar el texto
constitucional.
Por otra parte, deben incorporarse en el texto constitucional los
principios receptados para la coparticipación federal (art. 75 inciso 2 CN), en la
medida de lo aplicable para las bases de la coparticipación municipal.
También es necesario constitucionalizar el Consejo de la Magistratura en
la forma tradicional no siguiendo el modelo nacional y modificar el jurado de
enjuiciamiento que en la Constitución Provincial se integra con la totalidad de
los miembros de la Corte, un senador, un diputado y dos abogados de la
matrícula (art. 91).
Un Consejo de la Magistratura y un Jurado de Enjuiciamiento electivo,
aunque este ultimo no como órganos permanente, parecen tener consenso
suficiente como para incorporarlos en la reforma constitucional.
Los órganos de control pueden mejorarse aunque debe recordarse que
en nuestra Constitución Provincial el Tribunal de Cuentas está
constitucionalizado.
También se requiere modificar la competencia judicial de la Corte (art.
93) dado que aún se encuentra en el inciso 2 su competencia exclusiva en los
recursos contencioso administrativos, que está siendo soslayada en la práctica
con los recursos de avocación y casación frente a las decisiones de las
recientemente creadas Cámaras de Fuero (leyes 11329 y 11330). Conviene
incorporar las acciones declarativas de inconstitucionalidad que darían certeza
jurídica a muchos temas que demoran muchos años en ser definidos.
Desde ya que tiene que derogarse el art. 88 que establece el cese de la
inamovilidad de los jueces a los 65 años de edad si están en condiciones de
lograr la jubilación ordinaria. Obsérvese que no se establece el cese del juez
en sus funciones sino que se lo mantiene como magistrado, pero sin
inamovilidad.
Este verdadero dislate que estableció la Constitución Provincial fue
declarado inconstitucional por la Corte Nacional en el caso “Iribarren” (F.
315:2956) y es obvio que tiene que derogarse.
El problema de la reeelección del gobernador y vice ha sido un obstáculo
permanente para emprender el trámite de la reforma, por la que debiera
incluirse en una reforma constitucional, con la ventaja que tiene el texto de la
Constitución de la Provincia de Santa Fe que establece (art. 115) que si no se
tratan todos los temas de la ley especial que declaró la necesidad de la
reforma, ninguna reforma que pueda haber concretado la Convención es
válida.
De esta manera se asegura que no habrá una reforma solo para la
reelección del gobernador.
Por otra parte se trata de un tema que habrá de definirse alguna vez
porque, dejándolo pendiente, siempre volverá a intentarse.
En cuanto a los derechos y garantías la Constitución Provincial es muy
medida y recepta todos los derechos y garantías de la Constitución Nacional
(art. 6) por lo que es poco lo que debe reformarse, aunque debe modificarse
el art. 17 que regula el recurso de amparo en forma totalmente contraria a las
pautas de la Constitución Nacional y, según mi criterio, modificarse el art. 3
que establece que la Provincia tiene una religión que es la católica, apostólica
y romana.
Esta norma resulta incoherente con la misma historia política de nuestra
Provincia, que fue la primera en el país en establecer la ley de matrimonio civil
y la secularización de los cementerios (1867) aspectos éstos que permitieron
su espectacular crecimiento con la base de una importantísima llegada de
inmigrantes a quienes se les respetaban sus creencias religiosas y se les
daban todas las oportunidades de desarrollo económico, educación, ascenso
social y participación política.
Otro tema que debe abordarse es el vinculado con la composición de la
Legislatura, existiendo una fuerte discusión en torno a mantener o no el
sistema bicameral. A este respecto, aún quienes sostienen el sistema
unicameral consideran que debe haber una representación territorial además
de aquella de base popular, como lo establece la Constitución de Córdoba (art.
78).
Existen sin duda consensos suficientes para modificar el sistema
electoral de la Cámara de Diputados donde sobre 50 integrantes, 28 se
otorgan al partido mayoritario así gane por un voto, y los restantes se
reparten proporcionalmente (art. 32).
En el Foro Sobre la Reforma de la Constitución Provincial al que he
aludido, quedó claro que pueden lograrse consensos significativos en casi
todos los temas que serían motivo de la reforma.
Existen empero dos aspectos conflictivos, y sobre ellos debemos
trabajar los santafesinos.
En primer lugar la tendencia de algunos sectores y algunos partidos
políticos de hacer una Constitución “promesa” (Sagües) o también llamada
“catálogo de ilusiones” incluyendo todo tipo de derechos con un detallismo
ineficaz e inconveniente. Ya me he expedido sobre el punto.
Y por cierto que es uno de los riesgos que se corren al promover la
reforma constitucional.
Este temor debe ser superado en la ley declarativa de necesidad de la
reforma.
A este respecto debo recordar que en la convención de 1994 uno de los
principales problemas que afrontaban los constituyentes era evitar que por la
vía de la actualización de las atribuciones del Congreso y del Poder Ejecutivo
nacional (art. 3 apartado e de la ley 24309) se introdujeran reformas
declarativas que detallaran una y otra vez las mayores aspiraciones para el
bienestar del pueblo, rompiendo el molde de una Constitución histórica, de
redacción cuidada y necesariamente breve.
Y debo decir que se tuvo éxito pese a que existieron muchísimos
proyectos de la más diversa índole para incorporar, sobre todo en las
facultades del Congreso, todo tipo de aspiraciones, nuevos derechos y, en
definitiva ilusiones programáticas innecesarias y sobreabundantes.
Solamente el art. 75 inciso 19 y el inciso 23 recogieron algunos
aspectos medidos y mayoritariamente consensuados que apuntaban al
progreso económico con justicia social y fundamentalmente a la educación y a
la igualdad real de oportunidades y de trato.
El segundo aspecto refiere – como adelantara – al mantenimiento o no
del régimen bicameral.
Las particularidades de nuestra provincia y las importantes razones que
se esgrimen en uno y otro sentido no deberían ser un obstáculo para que el
tema se resuelva en la Convención. Recordemos que quienes postulan el
sistema unicameral entienden que debe haber una integración con legisladores
elegidos en parte con la base población y otros elegidos con base territorial.
De esta forma observamos que está fuera de discusión que debe existir
una representación que contemple los intereses locales en una provincia con
departamentos tan diversos, donde el departamento Rosario supera con
creces el millón de habitantes mientras otros no llegan a cincuenta mil.
El tema debe incorporarse para ser tratado por la Convención en la ley
declarativa de la necesidad de la reforma, pero ocurre que esta ley debe ser
aprobada con el voto de las dos terceras partes de los miembros de cada
Cámara (art. 114) y dado que los senadores se eligen directamente por el
pueblo en forma uninominal a razón de uno por cada departamento (art. 36)
resulta bastante difícil de obtener esta mayoría en la Cámara de Senadores
porque la fuerte vinculación del senador con los ciudadanos a los que
representa tiende a constituirlos en gestores de los intereses locales, que para
el caso de los departamentos escasamente poblados resultan de fundamental
importancia.
La preocupación – legítima sin duda - de no hacer recaer todo el poder
político en una Cámara con representación popular, que en Santa Fe permitiría
solo a dos departamentos lograr la mayoría absoluta, debe superarse con la
redacción de lo que podríamos denominar la habilitación de la reforma en
cuanto a la composición de la legislatura por “ tema condicionado”.
La Constitución de Santa Fe permite sabiamente que se determinen en
la ley declarativa los puntos sometidos a reforma por “artículos” o “materia”
(art. 114).
Vale decir que en nuestra provincia se puede habilitar la reforma sobre
un determinado tema resultando posible entonces que éste sea condicionado a
la exigencia, para el supuesto que la Convención decidiera optar por un
sistema unicameral, que una parte de los integrantes de la legislatura deban
ser elegidos por el pueblo con base territorial.
De esta manera se superarían las inquietudes que muchos tienen de
perder todo peso político los departamentos menos poblados.

CONCLUSION
Concluyo esta ponencia afirmando que la reforma constitucional de
1994 necesariamente ha impactado en las constituciones provinciales
sancionadas luego de esa fecha e impactará en las próximas constituciones
provinciales.
Lo importante es que al promoverse el proceso de reforma se deje de
lado cualquier tentación de reformas refrendatarias y se busque la manera de
establecer las modificaciones más necesarias e imprescindibles sin caer en un
detallismo absolutamente inconveniente e impropio de un texto constitucional.
En cuanto a la reforma constitucional de Santa Fe creo que los
consensos se van a lograr y confío en que próximamente podamos entrar en
un proceso de reforma de la Constitución Provincial de 1962 y que, concretada
ésta, podamos afirmar como unánimemente se ha dicho del texto de 1962:
Esta es una Constitución moderna, sobria y perfectamente aplicable.

Dr. Iván José María Cullen


Rosario, 31 de Julio de 2007

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