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esquizofrenia, tomando el concepto de autismo (Bleuler) primero como la más
negativa manifestación del cuadro esquizofrénico y luego, en la década del cuarenta,
como una entidad diferenciada a la esquizofrenia pero dentro de las psicosis, con los
trabajos sobre autismo de Kanner y Asperger.
Desde entonces hasta ahora, se han producido fuertes cambios que difieren con
la psiquiatría y el psicoanálisis clásico. Por ejemplo, el autismo que surgió desde la
psicosis infantil ha ido tomando cuerpo como entidad autónoma, independizándose
hasta adquirir actualmente tal dimensión que se habla de una “epidemia”: se
diagnostican más casos y a edades más tempranas. Tan grande es la relevancia que
adquirió que ha dejado en segundo plano la cuestión de las psicosis infantiles. Hoy
todo parece tratarse de autismo (no solo en relación a las psicosis), por lo que se hace
necesario contar con una clínica diferencial entre psicosis y autismo que permita una
dirección de la cura acorde a lo singular del caso pero que tome en cuenta las
características de la estructura.
Y si de estructura hablamos ¿cómo pensar la clínica con niños, donde lo que está
a la espera no solo es el diagnostico sino fundamentalmente el sujeto por venir?
Hay que decir que el diagnóstico diferencial en la primera infancia a veces es
muy difícil pero no imposible; estableciéndose la transferencia y con la evolución del
análisis resulta más claro. Rosine y Robert Lefort fueron pioneros en señalar las
diferencias diagnosticas entre las psicosis y autismo, especialmente en sus planteos de
abordaje acorde a la estructura, según la presencia de un Otro y con alienación o sin
Otro y sin alienación respectivamente.
Posteriormente Maleval y Laurent terminan de establecer una clínica diferencial
entre autismo y psicosis según la forma de inicio, mecanismos específicos, el delirio y
el fenómeno alucinatorio, la relación con el cuerpo y la imagen, las formas del retorno
del goce y la formas de escritura. Estos autores concuerdan en casi todo excepto en la
forma de entrada en el lenguaje, pero esa discusión llevaría otro artículo.
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Hacia una clínica diferencial
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un significante en lo real, mientras que en el autismo es la imposible separación
respecto del ruido de la lengua como real insoportable. Por ello no adquiere un
estatuto completo de alucinación verbal y tampoco significación en general. En el
autismo no hay afirmación primordial o identificación primordial, no hay significantes
amos asumidos, lo cual genera la dificultad para la producción de voces alucinadas.
En las psicosis hay alienación sin separación, no hay extracción del objeto a y -
como consecuencia cuando hay desencadenamiento- lo real retorna en forma de
delirio y alucinaciones (auditivas en general). La transferencia puede ser masiva sobre
el analista.
En cambio, en el autismo hay rechazo de la alienación significante. Los S1 son
rechazados y no entran en la alienación. Retomando a Maleval en la conferencia de
Bogotá, se puede decir que en el autismo hay una entrada en el lenguaje via el signo,
con especial apoyatura en las imágenes, estableciendo relaciones asociativas entre
signo e imagen. La transferencia puede ser sobre un rasgo particular o una parte del
cuerpo del analista.
Entre los aspectos más importantes para distinguir la psicosis del autismo,
Maleval y Laurent destacan el concepto de inmutabilidad que estableció Kanner, como
defensa especifica de los autistas, esto lo logran mediante la iteración de gestos,
palabras, acciones, secuencias, preguntas que van de muy simples a complejas.
Preguntando siempre lo mismo, por ejemplo, como T. Grandin, esperando siempre la
misma respuesta. La inmutabilidad implica que todo siga como estaba, porque los
cambios que escapan a su control los angustian, y tiene como principal componente a
la iteracion: repetición para evitar la invasión de goce.
El diálogo del psicótico se desarrolla fuera de su control; las voces que escucha
en general son inquietantes, pueden insultarlo o atormentarlo, por tanto es en general
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más fácil acceder a este material, incluso aunque no lo quiera proporcionar. Dando
cuenta del retorno de lo real sobre el Otro en la paranoia y sobre el cuerpo en la
esquizofrenia.
Por otra parte, el autista generalmente participa y es un actor en esos diálogos,
adquieren las voces en su cabeza un carácter tranquilizador que le da seguridad, por lo
que es más difícil que muestre ese mundo privado. Es con mucho trabajo y
transferencia de por medio que podrá aparecer este material que exprese el rico
mundo interno del autista.
En el autismo pueden aparecer alucinaciones visuales o sonoras, murmullos,
música, pero es muy raro que aparezcan auténticas alucinaciones verbales, dando
cuenta de un retorno de lo real sobre el borde.
Para finalizar les dejo unas breves palabras sobre el abordaje diferencial para los
autismos1 y las psicosis infantiles.
Para el caso de los autistas, la dirección de la cura apuntará a trabajar con el
borde (que es la invención autista), ya que se lo puede desplazar -pasando de lo que
sería un funcionamiento limitado al objeto a ser algo que le sirva para generar un lazo
social- generando un vaciamiento progresivo de este borde frontera, quedando como
resto el interés especifico. Por tanto el sujeto autista puede ensanchar su mundo,
borrando ese borde al punto de hacerlo casi invisible y como consecuencia estar
menos angustiado.
En el caso de las psicosis, la estabilización pasa por la suplencia del nombre del
padre, con el cual se anude la estructura, además de un trabajo que apunte a acotar la
invasión de goce, generando una distancia en la medida de lo posible entre él como
objeto y el Otro gozador.
1 Considero que así como se habla de “psicosis” en plural ya que son variadas las estructuras
dentro de la psicosis, en el autismo ocurre algo similar, siendo imposible hablar de “autismo” en
singular. El diagnóstico del DSM V, que indica “trastornos del espectro autista” da cuenta claramente de
esta cuestión; existe un espectro en donde no es lo mismo un autismo Kanneriano a uno de Asperger.
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Lo fundamental en ambos casos es el analista no intrusivo, en posición de objeto
y que se deje moldear por el saber del niño, dando lugar a la sorpresa, acomodándose
a lo que el niño propone.
Bibliografía
Autores varios: Margen Analítico. Nº 1. Ed. Letra Viva. Buenos Aires, Octubre, 2000.
Autores varios: Estudios sobre el autismo I. Colección Diva. Buenos Aires, 2014.
Autores varios: Estudios sobre el autismo II. Colección Diva. Buenos Aires, 2015.
Collazo, C. Psicosis y autismo infantil. Ed. Letra viva. Buenos Aires, 2016.
Maleval, J. C. El autista y su voz. Ed. Gredos. Madrid, 2011.
Maleval, J. C. Conferencia en Bogotá 12 de agosto de 2017. Inédita.
Miller, J.A. Y otros. La psicosis ordinaria. Ed. Paidos. Buenos Aires, 2014.
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2013.
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Tendlarz. S. y otros. Psicosis. Lo clásico y lo nuevo. Ed. Grama. Buenos Aires, 2009.
Tendlarz. S. Clínica del autismo y de las psicosis en la infancia. Colección Diva. Buenos
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