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Nombre del Artículo: Cuando la sociedad condiciona los alcances que puede tener un

auténtico proyecto de vida

Autor: El Principito

Cuando un estudiante se educa en un colegio, hay una gran expectativa por parte de

los padres de familia, sobre todo entre quienes no tuvieron la oportunidad de adquirir un

título de bachillerato académico. Ellos desean que la prole adquiera conocimientos y

habilidades, a la vez, que se encaminen en la construcción de un proyecto de vida serio. No

es malo cultivar ese deseo, por el contrario, es un motivo enorme que tienen los padres para

sentirse orgullosos de sus hijos. Por eso, ellos deben estar pendientes de que, en la escuela,

sobre todo en los últimos años del bachillerato (media académica), sus muchachos comiencen

a plantearse una propuesta adecuada para el futuro.

Una reflexión que me hago es, hasta dónde la propuesta académica se está empeñando

en la construcción de nuevos ciudadanos que adquieran otro tipo de competencias, y no

siempre las que propone el sistema en el que se mueve Colombia actualmente.

Me llama mucho la atención el tema de la “Media Técnica”. Lo percibo como una

modalidad acorde a las necesidades de la oferta laboral del presente. Consideraría que la

misma tiene unos alcances reducidos y poco ambiciosos, aunque no siempre es así. De hecho,

muchos comienzan su formación profesional cuando, a partir de ella, pasan a estudiar una

técnica, luego una tecnología y, de ahí en adelante, todo lo demás.

Lo que se alcanza a ver es que, la formación recibida, tanto en la media académica

como en la media técnica, se direcciona hacia el trabajo. Las competencias que se adquieren
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suelen tener ese tipo de alcance. Y aquí juegan un papel muy importante las necesidades

económicas del momento, así como las generadas por el mercado, que absorbe a los

consumidores de una manera desproporcionada.

Cuando le preguntan a un niño cuál es su sueño, qué quisiera ser cuando crezca, con

toda seguridad que esa criatura no se imagina trabajando en una oficina, arreglando motores

o desempeñando cualquier oficio productivo y/o laboral, demandables en la actualidad. No,

ellos sueñan con ser policías, médicos, abogados, arquitectos, cantantes, pintores, etc. Es

decir, desde niños conocen los oficios más resaltables que su edad se puede imaginar.

La sociedad les va presentando nuevas propuestas, y las opciones fundamentales van

cambiando. Se condiciona el proyecto de vida, el cual era antes, en medio de la inocencia,

una opción libre. Y eso se refleja cuando, en la vida real, se percibe que los médicos, los

abogados, los arquitectos y demás, sin encontrar oportunidades en el mercado, tienen que

rebuscar los recursos para sobrevivir, trabajando en negocios informales o manejando taxis

o busetas.

Sin embargo, deseo manifestar que no estoy en desacuerdo con la propuesta educativa

actual, porque, en la mayoría de los casos, la educación para el trabajo se convierte en el

único medio de subsistencia de muchas familias, o bien, la solución al problema del qué hacer

en la vida de muchos desocupados.

Ahora bien, valdría la pena analizar si es posible volver a esas épocas, en donde la

primera palabra, el primer sueño, puede anteponerse a los sueños que la cultura moderna

impone. Para ello, quisiera argumentar que, en este caso, la media académica es la última
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oportunidad que tienen los estudiantes para plantearse un proyecto de vida poco común pero

realizable.

Por eso, quisiera sacar a flote un mecanismo académico bastante particular, empleado

en Japón. Actualmente, los estudiantes que pasan el bachillerato ven sus materias de manera

corriente. Lo que me sorprendió es que los muchachos, en medio de su formación, pueden

optar por varias asignaturas, de manera libre y voluntaria, las cuales pueden mejorar la vida

en el colegio, además de fortalecer el proyecto de vida.

En Colombia, cuando todas las asignaturas son obligatorias, y pocas (o ninguna)

suelen ser útiles para el futuro, sorprende este detalle de la educación de los nipones. Se

puede ver, por ejemplo, que no todos los que estudiaron el Álgebra de Baldor lo van a usar

de nuevo, o son pocos los que van a desarrollar las habilidades de dibujo que se vieron en la

clase de Artística, por poner algunos casos de la vida real.

Quien vea y analice la modalidad académica japonesa anteriormente planteada,

pensará que la misma no contribuye en nada, y que, para ello, existe la media técnica. Lo más

probable es que sea cierto, solo que el proponer varias materias de manera libre, sobre todo

en el último tramo de la formación académica, ¿no estimularía en los estudiantes la idea de

un proyecto de vida, al menos, para que sepan escoger las asignaturas que les puedan servir

en un futuro no muy lejano? Y es que la media técnica, en algunos colegios, no es obligatoria

y, cuando lo es, la formación se vuelve más tediosa.

Investigando un poco sobre algunas materias que son voluntarias en un colegio

japonés, encontré varios detalles importantes. Primero, hay materias que estimulan el
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crecimiento integral de los estudiantes, y no están relacionadas con el mundo laboral, como

Bellas Artes (Bijutsu), Caligrafía (Shodoo), Música (Ongaku), Literatura Clásica (Koten) Y

Tareas Domésticas (Katei). La última la considero muy valiosa, sobre todo si se tiene en

cuenta que la tarea de las empeladas domésticas, actualmente, se encuentra estandarizada en

Colombia con las normas vigentes del Código Sustantivo del Trabajo.

Lo segundo que resalto tiene que ver con las materias libres que encontré. En el caso

del colegio consultado, Ética (Dootoku) que, por lo general, es obligatoria en Colombia y, a

la vez, muy poco fortalecida, sea voluntaria en dicha institución nipona, así como la

conformación de grupos para Actividades de club (Kurabu Katsudoo), Asamblea de los

alumnos (Seitokai Katsudoo) y otras actividades especiales (Tokubetsu Katsudoo), las cuales

buscan mejorar la convivencia en el colegio.

Reitero que, si el modelo de asignaturas libres se implementara en Colombia, los

estudiantes se verían “obligados” a plantearse un proyecto de vida, de acuerdo a las

asignaturas que escojan. Por ejemplo, el que quiera ser profesor de Deportes, obviamente

escoge Educación Física, y puede complementar su formación con Ética, Sociales y Química.

El punto a tratar es claro y contundente: la educación no puede reducirse a un trabajo

de inclusión solamente para el campo laboral. Las materias que se vean en clase, aparte de

fortalecer la formación integral de los estudiantes, deben estimular proyectos de vida que

vayan más allá de una ocupación u oficio. Hoy en día estos proyectos, que son escenarios

donde los estudiantes se deberían jugar su vida y su felicidad, dejan de ser oportunidades

para sacar a flote la pasión que se lleva por dentro. Por cierto, ¿actualmente los colegios
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estimulan los hobbies para que sean fuentes de inspiración hacia un proyecto realizable a

futuro?

No todos los muchachos tienen que prepararse para ser trabajadores. A veces es bueno

inculcarles el amor por el arte, la literatura, la pedagogía, la religión y la ciencia, de acuerdo

a sus gustos. El esfuerzo, en este caso, debe ser de los docentes, que están en la obligación

moral de volcar las opciones fundamentales de sus estudiantes, y que la sociedad les ha

impuesto con el tema de la globalización, tales como el deseo por el dinero.

Asimismo, los colegios deben ser los escenarios que, a tiempo, inspiren nuevas ideas,

desafiando los condicionamientos a los grandes ideales. Los jóvenes de hoy deben planear

de manera insaciable, siendo inconformes con los prototipos de vida vigentes, atreviéndose

a soñar en grande, sin tener vuelos rastreros, sino vuelos altos, en palabras del papa Francisco.

En conclusión, la educación actual en Colombia debe estimular proyectos de vida

poco minúsculos. Si es necesario, los programas de Media Técnica deben ser más

ambiciosos, con verdaderos programas de autorrealización.

Hay que recordar que la estructura social y política de la Antigua Grecia calificaba en

el primer escalón a los gobernantes y filósofos y, en el último, a los artesanos y labradores.

Depende de la escuela formar para la vida con el desarrollo de las virtudes, antes que en las

competencias laborales, de tal suerte que los estudiantes sean más conscientes del contexto

en el que viven, y no dejen que el consumismo y la globalización opaquen sus grandes

ideales, plasmados en un auténtico proyecto de vida.

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