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Historia y Grafía
ISSN (Versión impresa): 1405-0927
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Departamento de Historia
México
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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Re-visitando la historia en migajas
Francisco Rivero Rubio
Departamento de Historia/uia
268 / Reseñas
Historia y Grafía, UIA, núm. 30, 2008
El texto que hoy tenemos está lejos de ser solamente una repro-
ducción de lo que quedó en el pasado. Ya Dosse, en el prólogo a la
edición de 1997, cuestionaba el significado de su libro. Gracias a su
conciencia histórica, el autor asume que, por ser dos los tiempos en
que surge su obra, ésta se bifurca, y la distancia hace a una de sus
ramas distinta de la otra sin necesidad de actualizarla. Hacerle modi-
ficaciones de acuerdo con el recorrido realizado desde entonces por
él mismo y por los historiadores no hubiera sido indispensable para
que ocurriera la transformación. Por el contrario, cualquier cambio
habría constituido una intromisión, “debido a que La historia en mi-
gajas ya no pertenece a su autor sino a sus lectores”, que se la han
apropiado “hasta el punto [de] que su título se ha convertido en
expresión convencional para referirse a un momento particular de la
escritura de la historia, el de la tercera generación de los Annales”.
Aquel primer libro que vio la luz en 1987, ineludiblemente sepa-
rado del presente, ha enterrado en sus líneas una disputa que hoy se
reconfigura como conjunto de reminiscencias de una polémica entre
intelectuales. Uno de los frentes apostó por la interdisciplinariedad
de la historia y la negación de la narración, a la que, en palabras del
director de la revista Annales de esa época, definía como “un cadáver
que no debemos resucitar, pues tendríamos que matarlo por segunda
vez”. Al mismo tiempo, otro sector, dentro del cual podemos situar
a Dosse, veía entonces las apuestas de Le Goff y su grupo como la cri-
sis de Annales. Así, La historia en migajas, obra inmersa en lo que se
llamó “la nueva historia de los Annales” o “el giro historiográfico de
Annales”, propugnaba cierto regreso a la vieja historia de sus funda-
dores Marc Bloch y Lucien Febvre, para convertirse hoy en material
de una lectura de exhumación llamada análisis historiográfico.
Podemos reconocer esa exhumación en el mismo autor, quien
diez años después de publicar La historia en migajas aseguró que,
de acuerdo con el ritmo de sus trabajos sobre “el estudio del espacio
intelectual francés”, algunas de las posturas en que había fundado
François Dosse, La historia en migajas. De Annales a la “nueva historia”, tr.
Francesc Morató i Pastor, México, uia-Departamento de Historia, 2006, p. 13.
Idem.
Jaques Le Goff, La Nouvelle Histoire, Bruselas, Complexe, 1998, cit. en ibid., p. 11.
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su obra habían desaparecido poco a poco. La historia en migajas ya
no puede leerse como se leyó. Su parte polémica es la más pasada de
moda; las discusiones son otras, y las reflexiones también. El tiempo
ha convertido la obra de Dosse en un prohibir y permitir distintos
para el lector que busca responder nuevas preguntas y ha olvidado
otras. Una nueva observación la reconstruye.
Según comentario de Dosse, en 1997 él ya había avanzado en su
camino, y su obra, que tras un decenio, hizo su segunda aparición;
en esta vez surgió para imponer, reclamar e invitar a “una mirada
interpretativa no solamente de los objetos del oficio de historiador,
sino también a las evoluciones de su escritura”.
Así, el Departamento de Historia de la uia no sólo busca dar
empuje a una reedición realizada en 1997, sino que ve esta obra
como parte de una reflexión surgida en 1985 al publicarse el trabajo
de Michel de Certeau La escritura de la historia. Tal orden de ideas
se ha materializado en una colección que lleva por nombre El Ofi-
cio de la Historia, donde la obra de Dosse es “un instrumento eficaz
Michel de Certeau, La escritura de la historia, 2ª ed., tr., Jorge López Moctezu-
ma, México, uia-Departamento de Historia, 1999.
Otras obras publicadas en esta serie son varias de Michel de Certeau: La escritura
de la historia, donde el autor rinde homenaje expresamente al oficio de historiar;
no por ello, el texto deja de ser un trabajo crítico de la práctica historiográfica
de Occidente, pues queda clara la visión teórica y práctica de De Certeau sobre
la historiografía, las “Producciones del lugar” y el quehacer historiográfico del
presente en la recuperación de los acontecimientos y de las épocas del pasado.
La fábula mística. Siglos xvi-xvii, estudio de la escritura de los místicos como una
manifestación privilegiada de la experiencia cristiana en la sociedad moderna.
Historia y psicoanálisis entre ciencia y ficción, edición revisada y aumentada del
original del mismo nombre a la que, sin restar esencia a la obra, se le añaden dos
capítulos: “Historia y estructura” (vii) y “Lo ausente de la historia” (viii); ade-
más, Luce Giard reorganiza el contenido junto con un largo texto que facilita la
comprensión general del libro. La invención de lo cotidiano, 1. Artes de hacer, en
que se atribuye al hombre ordinario de la época actual la característica de que el
consumo que realiza es siempre activo y creativo, lo cual demuestra la constante
capacidad de resistencia del hombre común contra el poder. La invención de lo
cotidiano, 2. Habitar, cocinar, obra escrita con la colaboración de Luce Giard y
Pierre Mayol, donde se estudia el “arte de vivir” en las grandes ciudades actuales
recorriendo los distintos espacios sociales de la vida actual: el barrio, la casa, la
cocina. Una política de la lengua. La Revolución francesa y los patois: la encuesta
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en la práctica de la investigación histórica”, en el proyecto de difu-
sión y reflexión del oficio del historiador que pretende servir a his-
toriadores, psicólogos sociales, sociólogos culturales, antropólogos y
filósofos, entre otros.
El Departamento de Historia, como un segundo observador7 en
la mirada de Alfonso Mendiola,también hace de la obra de Dosse
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un ejemplar particular. Para Mendiola, el libro de Dosse es muestra
de la tarea de quien hace historia de la historia. Un libro, un autor y
una manera particular de hacer historiografía, “que se podría caracte-
rizar como las luchas entre los distintos saberes por ocupar lugares de
poder”. En un paisaje historiográfico cambiante, donde la jerarqui-
zación de las ciencias ya no es fundamento, como lo fue en el siglo
xix, donde la interdisciplinariedad se ha puesto en duda, estamos
invitados a hacer un análisis diferente de Annales, convidados a su
relectura.
Las perspectivas de la historia han cambiado. Hoy ya no podemos
hablar de la historia, sino de historias. En la actualidad no puede
haber un libro de historiografía, sino libros de historiografía que estu-
dien las formas de la escritura en el tiempo, en las regiones, en las ins-
tituciones, en las escuelas. En el presente, caemos en la cuenta de que
François Dosse no pudo escribir sobre la producción historiográfica
francesa de 1929 a 1980, sino de la escuela de los Annales, y por ser
tan grande dicha unidad tuvo que fracturar su cuerpo en tres genera-
ciones, y volverlo a fracturar en historiadores, sin poder conseguir la
unidad de su estudio más que en la encuadernación de las hojas que
nos cuentan relatos de una escuela que siempre fue muchas.
La historia en migajas representa en sus páginas la complejidad
de una escuela que se abrió terreno en el espacio intelectual francés a
través de la amalgama de distintas formas de hacer historia.
A lo largo del texto, Dosse establece un modelo para escribir la
historia de la historia con un esquema narrativo que resulta constan-
te a lo largo de sus tres grandes divisiones, de acuerdo con el corte
seccional de las tres generaciones que distingue. Así, constituye un
marco referencial histórico donde se relata al lector desde la situación
europea de las dos posguerras hasta aspectos donde Dosse va narran-
do la historia de una escuela y de sus personajes, dejando escapar
algunos detalles íntimos sobre éstos, como que Fernand Braudel ma-
nejaba un rutilante Chevrolet en 1934 mientras avanzaba en su tesis
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sobre el Mediterráneo. Rica en el género biográfico, la obra también
está llena de tintes estadísticos, tablas, gráficas y números porcentua-
les sobre la cantidad de artículos y temas de las distintas épocas de
Annales, que bien podemos leer como la influencia que acusa el autor
de una escuela fundada en contra de la historia política y que apostó
por lo económico, en una obra que en ocasiones es espejo de lo que
pretende relatar.
Una simple revisión de las fuentes utilizadas es suficiente para
que el lector encuentre en La historia en migajas un recuento de la
producción académica y las discusiones de las distintas disciplinas
durante medio siglo. En este sentido, constantemente a lo largo del
texto, Dosse sólo da voz a las referencias que cita con el afán de re-
sucitar la discusión que algún tiempo estuvo en la punta de la lanza,
pero en muchas otras le resulta imposible no omitir algún comen-
tario, o al menos no cambiar su tono por un completo acuerdo o
desacuerdo, sobre todo al final del texto, cuando vemos que su idea
de la disciplina histórica en la década de los ochenta se va haciendo
más presente, sin llegar nunca a una formal enunciación, sino hasta
su conclusión, donde deja al lector con la sensación de una escuela
que huele a lo indefinible con mezcla de continuidad gracias a las es-
trategias de poder que la llevaron a conquistar el triunfo. Una escuela
que fue leyenda, crisis y larga duración.
Así, podemos decir que la mirada u observación de Dosse en
1980 era totalmente imparcial acerca de Annales. La tesis principal
de su obra queda clara antes de que dé por terminado su prólogo. Lo
que se busca es demostrar cómo la revista Annales, en su búsqueda
hegemónica sobre las nuevas ciencias sociales, ha dejado perder para
la disciplina histórica su especificad. La invitación y queja de Dosse
es clara: “si [a la historia] se la debe redituar en el campo de las cien-
cias sociales, se la debe confrontar con un tercer punto de referen-
cia, el de su propia disciplina histórica, como disciplina autónoma
que posee su propia lógica en tanto que profesión…” Exhortación
vigente para el escenario historiográfico actual, es una invitación a
la reflexión histórica desde sus propios términos, desde su propia
Dosse, “Prólogo a la segunda edición”, en La historia en migajas, op. cit., p. 24.
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disciplina, preguntando a sus lectores si tal observación es viable, si
la independencia de las otras disciplinas no es un imposible que no
supera la autonomía.
Hasta aquí hemos mencionado dos de los usos que se pueden dar
a La historia en migajas, es decir, su consolidación como una especie
de huella y como un texto que invita a la reflexión historiográfica.
Por último, aunque no sea éste el lugar que por su importancia me-
rece, conviene referir el posible uso didáctico o docente de la obra.
Ya mencionamos algunas de las características narrativas que ha-
cen del aquí reseñado un texto legible y atractivo. El interés particu-
lar del Departamento de Historia por la escritura del propio Dosse,
que comienza en 2003 con la publicación de Michel de Certeau. El
caminante herido, fue fundamental al decidir editar la obra que hoy
nos ocupa.
Así, la Historia en migajas, que ya desde hace tiempo se inser-
ta en el espacio de la docencia, puede funcionar como material de
enseñanza para estudiantes y maestros de nivel superior. Antes que
cualquier otro fin, la obra de Dosse se interesa por demarcar, en la
medida de lo posible, y me parece que lo ha logrado bien, las dife-
rencias entre tres generaciones de Annales que podemos identificar
como tres modelos distintos de hacer historia, aunque en la reali-
dad, y como Dosse lo señala en su conclusión, las distinciones nunca
fueron del todo claras. En su conjunto, la obra aclara lo que fue la
revista Annales de 1930 a 1980 y, en este sentido, se vuelve un texto
fundamental en cualquier curso de historiografía que aborde el siglo
xx como objeto de estudio.
En pocas palabras, La historia en migajas no sólo es respuesta para
el lector curioso e interesado en la función del historiador y de la
historia, que conocerá al penetrar en la historia de Annales. Al mismo
tiempo es pregunta sin respuesta que no se agota en la última página
de esta obra. La historia en migajas no se sella con una segunda apari-
ción. Por el contrario, es un texto destinado a durar y cambiar junto
con los historiadores. Este libro se ha configurado hoy como una
huella, como material docente, pero también como la posibilidad de
dar respuesta a las nuevas preguntas del continuo caminar del oficio
de la historia y de la reflexión de su práctica.
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