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Jorge Dubatti, hace ya varios años, vincula el hacer académico, la comunicación periodística, la
investigación, la crítica y la teoría, con el propio trabajo artístico. El Centro Cultural de la Cooperación
Floreal Gorini es uno de esos espacios donde se suman las acciones y las especialidades que aportaron
de alguna forma a la escritura de este texto filosófico sobre el teatro. Se trata de un libro asociado con
las funciones críticas, artísticas y políticas. Esta suma de funciones y especialidades se nutren en sus
relaciones interdisciplinarias con la propia acción del trabajo cultural. Estas condiciones establecen un
punto de encuentro y reflexión entre el libro, sus lectores y la propia producción artística que conforman
el marco para elaborar este ensayo filosófico. Desde estas relaciones entre producción artística,
elaboración crítica, función intelectual y proyectos políticos culturales se establece el primer abordaje
necesario. Filosofía del Teatro I, Convivio, Experiencia, Subjetividad, trae consigo, entonces, todos estos
vínculos culturales originales que se redescubren con su lectura.
Sin pretender imponernos un discurso filosófico preestablecido, Jorge Dubatti nos confirma la
necesidad de pensar el teatro "como acontecimiento y zona de experiencia", superando los conceptos
de "teatro de la representación" y "teatro de la presentación". Tanto desde lo empírico como desde el
saber en este libro todos piensan: teatristas, teóricos y público. De esta forma, Jorge Dubatti nos ofrece
un gran aporte a una nueva filosofía de la praxis realizada desde la Ciudad de Buenos Aires, una de las
capitales más importantes del teatro occidental moderno.
Se trata de un trabajo del pensamiento y del saber. Filosofía del Teatro I nos anuncia el fin de unas
formas y el nacimiento de otras. Pero estas confrontaciones entre lo nuevo y lo viejo no son el resultado
de contrarios binarios ni una encerrona de moralejas. Se trata de una gran aventura al interior y al
exterior de una cultura viviente, en las complejidades inéditas que alcanzan las artes escénicas en
nuestro mundo contemporáneo. Se trata de un viaje para pensar y saber desde el interior del teatro y
desde su "afuera" o desde sus límites. Parafraseando a Gilles Delleuze: el límite no está fuera del teatro,
sino que es su afuera. El afuera es también el propio teatro. Esta condición de límites incorporados
diluye las evidencias. "El teatro se ha des-definido" -nos dice Dubatti- y esta condición establece "un
diagnóstico perturbador pero a la vez estimulante y positivo".
Todos conocemos, de una u otra forma, las diversas interpretaciones y debates sobre el "fin del arte"
pensado por Hegel en el Siglo XIX y, por otro lado, los debates contemporáneos que han estimulado
teóricos como Arthur Danto. Pero volvamos una vez más sobre el tema. El propio Hegel había
considerado que el arte iba a ser sustituido por la filosofía misma. El arte no terminó siendo sustituido
por la filosofía necesariamente pero sí hubo un final para un cierto tipo de arte decorativo. Esta línea
argumental es la que se desprende del libro de Jorge Dubatti, por lo que implica la vigencia actual del
teatro frente al conjunto de las otras artes que por diversos motivos están mucho más afectadas a los
En esta suma de proyecciones el análisis de Jorge Dubatti nos indica que no se trata entonces del fin
del teatro, sino del fin de un tipo de teatro, del "teatro de la representación" y del "teatro de la
presentación" y, por otra parte, si acordamos que no hay fin del teatro, la certeza no concluye como
certeza unívoca, porque la continuidad de algo que no ha terminado o que recién empieza encierra en
sí misma nuevas complejidades. "El teatro ya no es evidente", nos dice Jorge Dubatti, y en ese
extrañamiento está la potencia y ante ese anuncio de la complejidad, la aventura de pensar y conocer
una cultura viviente como el teatro. Por otra parte, para Dubatti la praxis no diluye en este caso el arte en
filosofía, la praxis de los protagonistas deviene en un nuevo teatro y en una nueva sensibilidad desde la
cual también se puede pensar el mundo o algunas poéticas del mundo.
Entiendo que a cada disciplina artística le llega su propia Posmodernidad, sus propios finales y los
finales de sus finales. Pero el elogio del teatro no se hace en detrimento de otros elogios posibles y de
otras críticas posibles al cine, la música o las industrias culturales. El libro de Jorge Dubatti también
dialoga con el debate cultural de la época, no podría ser de otra forma. Cuando Arthur Danto en 1986
anuncia el fin del arte lo establece desde lo que implica el agotamiento de la reproducción y del progreso;
para Danto ya no hay nada más que conocer. "Los objetos de arte -dice Danto- tienden a desaparecer
mientras que su teoría tiende al infinito. Sobre el final queda solo la teoría en un resplandor de mera
auto-reflexión, convertido en el objeto de su propia conciencia teórica". El arte se reproduce a sí mismo
en una retórica casi sin conflictos y en esa fatiga encuentra su propia muerte. El cine sería la coronación
de ese final. Arthur Danto, desde cierto elogio del tecnicismo como soporte de toda construcción de
imágenes, instala en sus concepciones una suerte de positivismo "al revés" o de positivismo
pos-histórico. El libro de Jorge Dubatti, más allá de proponérselo explícitamente como programa,
dialoga con el debate contemporáneo en varias direcciones. No se trata del debate construido
unilateralmente por los teóricos "opositores a lo dominante", se trata de un debate desde la propia
dinámica de un acontecimiento artístico donde los contrastes surgen también desde los nuevos
descubrimientos y posibilidades. Para Jorge Dubatti el teatro de la "representación" y de la
"presentación" son la culminación de un proceso teatral que no conduce necesariamente a la muerte
del teatro.
En este caso el teatro, al hablar de sí mismo, al deshacerse del relato histórico preestablecido, hace
su propia teoría y también se vuelve filosofía, pero con la característica de que el teatro es puro
acontecimiento de presentes constantes, lo que implica justamente hablar de un saber de praxis
permanente y de una multiplicidad de protagonistas que piensan y también saben: teatreros,
investigadores, teóricos, críticos, público, piensan y saben en cada uno de los presentes que se
construye la historia. El teatro entonces se piensa a sí mismo y a la vez se confronta como discurso
ante la propia dominante: el capitalismo cultural de la época.
La mercantilización cubre ya casi todos los niveles humanos posibles. Por eso el tráfico de la
mercancía pensado por Marx no sirve hoy únicamente para realizar la crítica a la economía política,
El teatro es político por la naturaleza del acontecimiento y no por la temática que aborda, pero
además Jorge Dubatti nos aclara que el teatro es una práctica naturalmente anticapitalista,
antiimperialista, antiglobalizadora y antihegemónica. El teatro representa la socialización en su propia
historia desde la unidad que proyecta cada cuerpo, expectante o actuando. "Es pura resiliencia, -dice
Dubatti- capacidad de construcción en tiempos de adversidad".
En Filosofía del Teatro I se destaca el valor particular del convivio como una característica central del
teatro y de un arte aurático y no reproductible. El convivio implica la práctica de un ritual de
concurrencias: artistas, técnicos y espectadores conforman un presente que no admite reproductibilidad
tecnológica. Cada función, cada presente es a la vez inédito. Esta condición confronta justamente con
otras artes y con las industrias culturales.
Pero el trabajo de Dubatti abre otra discusión asociada: la función de la imagen en la historia y su
función en el presente. Porque si el arte aurático representa cierta unidad indestructible y resistencia a la
reproducción, no implica necesariamente instalar una contradicción insalvable entre arte e industria. Es
importante también discutir qué arte queremos y cómo debieran circular las imágenes por la sociedad.
En todo caso el gran conflicto contemporáneo se daría entre el arte y los propietarios de los grandes
medios de comunicación. La reproducción de la imagen no es en sí el problema. La discusión sigue
siendo para qué reproducimos y cuál es el mensaje. Jorge Dubatti reconoce, al considerar al arte como
trabajo humano, la necesidad de pensar otro hecho determinante: las condiciones que impone la división
del trabajo actual en la cultura. Regresamos una vez más a lo planteado por Marx y Engels en La
ideología alemana,donde se reconoce que la función artística en una sociedad superior no será una
profesión excluyente, ya no habrá pintores, músicos o actores, sino hombres que hagan pintura, música
o teatro. Esta condición quizás se asocie más al devenir del arte en filosofía y a los presentes que
impondría el ocio creador. El arte se asocia entonces al sentido de la vida, al sentido del ser en este
mundo. Una nueva ontología coloca al teatro anticipando un ritual para los hombres que construyen otra
sociedad en los presentes del post-capitalismo.
Este libro no solo representa la caja de herramientas, es también la máquina, como lo es el teatro
propiamente: una máquina de pensar, de generar sentidos, subjetividad. Este libro produce una suma de
máquinas poéticas en cada uno de nosotros que somos a la vez también una "máquina subjetiva
individual", como le gusta definir a Daniel Veronese. No se trata sólo de la máquina moderna y de la
técnica moderna que pueden representarse únicamente si están en movimiento; se trata de una máquina
que es en sí misma el movimiento continuo de producción de sentidos. El teatro es la máquina
que representa en sí misma al movimiento.
Quizás podamos acordar entre todos que el giro cultural, el giro subjetivo de la época, no es más que
Este libro nos aporta desde el teatro lo que se sabe y todo aquello que todavía se puede inventar.
Artistas, investigadores, espectadores estamos convocados para esta nueva lectura de convivios,
experiencias y subjetividades.
Bibliografía
El Sublime Objeto de la Ideología, Slavoj Zizek, Siglo Veintiuno Editores, Argentina, 2005.
El Final del Arte, Arthur Danto, Universidad Autónoma de Baja California (Tijuana-Mexicali).