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Para lograr una amplia comprensión sobre la doctrina cristiana del bien y el mal, su
origen, representación, manifestación y poder, es necesario conocer algunos pensa-
mientos, paradigmas y teorías presentes en la humanidad como lo son: doctrina,
dualismo, maniqueísmo, politeísmo y paganismo.
En el ámbito religioso se entiende por doctrina los principios de vida revelados por Dios
en Su Palabra, pero el hombre ha cambiado la Revelación por la personal y subjetiva
manera de interpretarla. De allí que, aun cuando se estudie el mismo Libro: la Biblia,
existan tantas sectas y religiones, y cada una afirmando tener la “verdadera o sana
doctrina” dada por Dios.
La doctrina bíblica es simple, lo complejo y lo que causa la división entre los hombres es
la interpretación que se le da, originando la doctrina humana y a su par, los dogmas o
manera de aplicar esa doctrina.
Todo creyente está obligado a estudiar lo que se le enseña como doctrina, ya que la
mayoría de estas “sanas doctrinas” no son más que interpretaciones con origen en
filosofías humanas y paganas.
Aun cuando la expresión “pagano” no apareció sino hasta el siglo IV d.M, se entiende por
pagano todo aquello opuesto a lo santo, principalmente a la creencia y adoración a
dioses o figuras divinas ajenas al Dios revelado en la Biblia, sus cultos, rituales, prácticas,
religiones, etc.
Los primeros creyentes en Yeshua (Jesús) eran judíos monoteístas, el paganismo no tenía
lugar en su estructura de creencias. Para Yeshua y sus seguidores durante los siguientes
trecientos años no existía otro libro divino más que la Torah y los escritos de los Profetas,
es decir la Tanaj; no existía otro Dios más que Aquel que se había revelado a Abraham,
Isaac, Jacob e Isaías, aun cuando desde los tiempos de Noé la humanidad se había
apartado del Señor para aceptar la creencia en todo tipo de dioses dando origen al
politeísmo, e inclinarse a su adoración, es decir al paganismo.
Creer en la existencia de dos o más dioses es politeísmo, y según la Biblia no existe más
que un Dios.
“A ti te fue mostrado, para que supieses que YHVH es Dios, y no hay otro fuera de él. Aprende
pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que YHVH es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no
hay otro” (Deuteronomio 4:35-39)
“Oye, Israel: YHVH nuestro Dios, YHVH uno es” (Deuteronomio 6:4)
“Por tanto, tú te has engrandecido, YHVH Dios; por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de
ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos” (2 Samuel 7:22)
Por otro lado, es importante tener claro que no sólo es politeísta aquel que cree y adora
a otros dioses, existen otras manifestaciones filosófico-doctrinales que conducen al
politeísmo, y en muchos que se consideran monoteístas están presentes estas doctrinas,
por ejemplo cristianos con pensamiento dualista.
Es fácil encontrar dualismo en casi todas las religiones paganas, como es el caso de la
cultura persa quienes impulsados por las enseñanzas de Zoroastro (siglo VI a.M.) creían
en un poder divino del bien (dios Ormuz o Ahura Mazda) y otro del mal (dios Ahrimán).
El dualismo, que en un sentido teológico fue utilizado por primera vez por Tomás Hyde,
y replanteado más tarde por Christian Wolff en un sentido metafísico para explicar la
razón de la “doble conducta humana”, originalmente se refirió a la existencia de dos seres
supremos con acciones independientes, insubordinados entre sí, y absolutamente
antagónicos. Y estos dos poderosos seres espirituales, que según esta doctrina han
estado presentes desde la Creación del mundo, se oponen entre sí ya que uno se mueve
encargado de todo lo referente al bien, mientras el otro se dedica a todo tipo de acción
maligna.
Obviamente que vivimos en un mundo dual, en todos los ámbitos está presente el bien
y el mal. El ser humano – como lo planteó Wolff - es materia y espíritu, y debido a esto
manifiesta una conducta dual y hasta incoherente. Pero el problema teológico surge
cuando se pretende interpretar lo divino desde una mente humana. Porque
obligatoriamente deben surgir dos escenarios:
1. Dios en sí mismo es bueno y malo. Procede de Él el bien y el mal, o
2. Existe por lo menos un par de seres poderosos que se adversan, uno haciendo el
bien y el otro procurando el mal.
En el primer escenario tenemos un Dios de conducta dual, en el segundo vivimos en un
universo controlado por dos dioses, lo cual nos conduce al politeísmo.
Mani, ( 216 – 274 d.C.) de origen persa, predicó su nueva religión en la India. Llamado por el rey
Sahpur I, le siguió en sus expediciones. Según la tradición fue pintor y escritor, además de inventor de
la escritura llamada maniquea. La religión maniquea, que reúne elementos de los mitos y dogmas
gnósticos, mesiánicos, judíos y budistas, entre otras. Según el maniqueísmo, Dios envió a sus profetas,
el último de los cuales sería Mani, para guiar a las almas en su intento de salir de las tinieblas y alcanzar
la luz divina. Mani murió en Persia, crucificado por orden de Bahram I.
Es importante destacar que en la creación del cristianismo, luego del siglo III d.M., no sólo
influyó el pensamiento maniqueista, la participación de Roma y su poderosa herencia
religiosa griega contribuyeron para que el dualismo hallase un buen espacio en sus bases
doctrinales. Grecia y Roma, al igual que en las antiguas civilizaciones, tenían dioses
encargados de intervenir a favor de la humanidad, como también dioses malignos que
procuraban su destrucción. En muchos de los relatos mitológicos de estás culturas
encontramos enfrentamientos titánicos de seres espirituales que se disputaban el control
de la humanidad, y estas creencias se adaptaron a la nueva religión bajo la tutela y
gobierno del emperador dualista, politeísta y pagano Cosntantino.