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Anotaciones a
partir de una lectura de Braudel y Marx.
Origen del fenómeno urbano citadino. ¿Por qué surge la ciudad? Y la relación de oposición
con el campo.
Sin la explicación de este objeto complejo que es la ciudad sería imposible la comprensión
de la sociedad moderna de la que es constitutiva y constituyente. Las contribuciones
fundamentales a esta relación de encuentran en:
2. El origen de la ciudad.
Allí donde los momentos de la producción y el consumo son predominantes surge el estatuto
de lo rural, dominado por el tiempo ordinario y rutinario, y cuando el momento circulatorio
es el predominante éste se proyecta en la vida urbana y en el tiempo extraordinario.
La ciudad burguesa presenta una estructura característica integrada por una zona central
donde se ubica el centro económico y financiero; el barrio residencial, alejado
moderadamente del centro; el barrio bajo o barrio obrero, que circunda el centro, y,
finalmente, la periferia rural como mediación entre la naturaleza y la ciudad. P. 21
…la vida social presenta ciertas estructuras del comportamiento humano y del campo
instrumental que constituyen configuraciones civilizatorias… p. 27
Se trata de los trazos más básicos del campo instrumental de la actividad humana y del
esquema más simple del mundo humano, como sería la construcción y la organización de la
temporalidad y la espacialidad, es decir, el calendario temporal dentro del cual se
desenvuelve la existencia humana y la delimitación de lo rural y lo urbano así como las
preferencias más elementales que tienen que ver directamente con la producción y el
consumo de los bienes.
Braudel nos recuerda que la civilización surge siempre, dentro de un determinado contexto
geográfico, como un parasitismo mutuo del hombre y la naturaleza. P. 29
El hombre surge en el medio natural como una necesidad que tiene la propia naturaleza de
crearse un cierto organismo, un cierto modo de vida especial que de alguna manera la
complete a ella misma. Pero al mismo tiempo este ser especial no puede vivir si no es a
expensas de la naturaleza. Hay, pues, una relación de dependencia, un parasitismo que une
de ida y vuelta al ser humano y a la naturaleza y que se constituye originariamente como la
elección de una forma civilizatoria.
Esta elección tiene una importancia definitoria en la construcción del mundo humano o de la
civilización, de modo que ésta se organiza siempre en torno a la domesticación, el cultivo, la
producción y el consumo de este alimento “privilegiado”. Este hecho implica en cada caso
una organización completamente diferente del conjunto de la vida social. P. 30
El hecho de que los seres humanos deben vivir centrados en torno las exigencias de la
producción del maíz, del arroz o del trigo hace que en cada caso sea diferente el complejo
tecnológico de la vida social y que alrededor de estos distintos núcleos tecnológicos
diferenciados se constituyan también formas de civilización cada una de ellas diferente de
las otras.
No es posible, pues, hacer una historia universal si no se tienen en cuenta estas diferencias
fundamentales que están grabadas en lo más hondo de la historia y que implican, como dice
Braudel, la construcción de distintos tipos de humanidad: una es la humanidad del maíz, otra
la humanidad del trigo y otra la humanidad del arroz. P. 32
Vemos ahí cómo en torno a una “elección civilizatoria” se construye un tipo específico de
apetencias y requerimientos, una distinta jerarquización y valoración de las necesidades
humanas y una determinación peculiar de la variedad de bienes necesarios para satisfacerlas.
P. 34
Con la ciudad sucede lo mismo, dice Braudel, pues corresponde un estadio mucho más
desarrollado que el de la civilización material; sin embargo, la diferenciación entre lo rural y
lo urbano, entre la vida hacia el exterior, enfrentada a la naturaleza, y la vida en el interior,
en el centro del territorio de la comunidad, es una necesidad esencial ya en el nivel de la
civilización material. P. 35
Braudel señala que el dinero y las ciudades se presentan de manera plena sólo en la sociedad
mercantil y que, a la vez, las distintas formas del mercado se desarrollan en el dialogo con la
entidad citadina. P. 36
La ciudad va a provocar que se perfeccionen las formas del mercado, y los mercados, por su
parte, van a estar constantemente solicitando tanto el aparecimiento de ciudades como las
modificaciones de la estructura de las mismas.
… la distinción entre la vida citadina y la vida rural pertenece también al nivel profundo de
la civilización material. Por lo tanto, en un cierto sentido la entidad “ciudad” pertenece a la
civilización material, aunque en otro sentido corresponde más bien a la esfera de la vida
económica, es decir, al nivel de la oposición urbano-rural propia de la vida social
mercantificada.
…no hay vida humana que pueda cumplirse sin la presencia de ciertos objetos que sirvan de
instrumentos del proceso de circulación de la riqueza.
…el verdadero lugar del dinero será el mercado. Sólo el mercado desarrollado va a descubrir
en el dinero una serie de posibilidades que son imperceptibles en el nivel de la civilización
material. P. 37
El dinero y la ciudad.
…el hombre tiene como materia –dicho con palabras de Engels- su propia socialidad, y esto
es para él lo fundamental, de modo que cumple su reproducción en el nivel físico sólo de
manera subordinada a la reproducción de su identidad social. El hombre es el sujeto que
primaria y fundamentalmente está reproduciendo su identidad, su forma, y que para hacer
esto cumple de cierta manera las funciones de reproducción física o animal. Este último
nivel está así subordinado al primero, el nivel propiamente político o de autorrealización. p.
38
Esta politicidad necesaria de la vida social explica que el proceso de reproducción tenga una
manera peculiar de vivir el tiempo de su realización. La reproducción social distingue
enfáticamente, en la existencia cotidiana, entre una temporalidad rutinaria y una
temporalidad “en ruptura” que reactualiza la existencia extraordinaria.
Este es el tiempo del automatismo, en el que los seres humanos saben qué es lo que hay que
producir, cómo hay que distribuirlo y cómo hay que consumirlo, y lo hace adecuadamente.
Así pues, esta afirmación de un tiempo de ruptura que irrumpe en el tiempo de la rutina, en
medio de la vida cotidiana, es una característica esencial de la realización en el tiempo de la
reproducción social. p. 39
…cuando Braudel habla de la distinción entre lo rural y lo urbano –que él plantea como algo
casi inherente a la naturaleza humana-, observa que esta distinción vertical o temporal entre
el momento cotidiano rutinario y el momento cotidiano de ruptura o de reactualización
imaginaria del tiempo extraordinario también se proyecta sobre el eje horizontal o espacial.
…la causa o distinción entre lo rural y lo urbano radica en que el hombre adjudica a
determinadas zonas de su territorio el predominio del tiempo rutinario y entrega el
predominio del tiempo extraordinario a otras zonas o lugares del mismo. P. 40
…el proceso de reproducción social sólo pude juntar su fase productiva con su fase
consuntiva gracias a la intermediación del proceso de circulación de los productos de
trabajo. Este proceso requiere un momento y una zona del territorio por lo que tienen que
cruzar necesariamente los distintos elementos de la riqueza social para recomponerse
topográficamente y así dejar de ser simplemente productos para convertirse en bienes
capaces de satisfacer las necesidades.
Así, pues, originariamente la función política, sea como suspensión real del automatismo
social o sea como interrupción escenificada del mismo, coincide con la función circulatoria
de la economía en un determinado lugar del territorio en el que acontece el proceso de
reproducción social. Se constituye así la necesidad de lo urbano. P. 41
Lo rural y lo urbano tienen cada uno una función político-productiva diferente que se define
en referencia a la oposición entre lo político o lo reproductivo/consuntivo de la vida social.
…el tratamiento que da Braudel a la relación entre el dinero y la ciudad exige ampliar
conceptualmente la relación que él establece entre “sociedad económica” y capitalismo. P.
43
La ciudad adquiere su necesidad política a partir del hecho de que es lugar privilegiado de la
esfera de circulación.
1.
Autonomía citadina. Las ciudades son capaces de darse a sí mismas sus propias leyes y de
controlar y de ejercer autoridad sobre el territorio del cual ellas son el centro. (Panóptico) p.
55
Durante la edad media la iglesia cristina fue la entidad social que garantizo la cohesión de la
comunidad. Los habitantes de las aldeas dispersas en el campo se reconocían entre sí mucho
más como miembros de la nueva comunidad universal –la comunidad religiosa, la Iglesia
que como miembros de sus comunidades ancestrales destruidas por la Roma cristiana.
la entidad social que los cohesiona como una fuerza que actúa en lo profundo es el mundo
de los “fetiches mercantiles”, con su dinámica y sus propias leyes.
2.
Tal es el caso, por ejemplo, en la mitad norte de la península italiana… En todas ellas la
sociedad es capaz –y ésta es una peculiaridad de la cultura y de la historia occidentales- de
objetivar en el espacio, en términos urbanísticos y arquitectónicos, la confianza y la
seguridad de su propia existencia.
Lo que tiene es simple y llanamente la capacidad de dar coherencia, es decir de imponer una
lógica de funcionamiento.
…el objeto de la historia económica con las economías-mundo y la sucesión de las mismas
hasta llegar a las dos o tres grandes economías mundos que se han consolidado en el largo
devenir de la historia hasta nuestros días.
2.
…toda economía-mundo tiene determinados límites geográficos que le dan sentido.
…el espacio donde se despliegan las economías-mundo se organiza de acuerdo a tres reglas
de composición, organización y estructuración. P. 66
En primer lugar,… Las economías-mundo están separadas por espacios vacíos, tierras de
nadie, zonas poco animadas o inertes. Entre una economía-mundo y su vecina hay zonas
neutrales que ninguna de las economías-mundo colindantes está interesada en penetrar…
porque en lugar de aportarles ganancias les ocasionan pérdidas.
Todos los centros urbanos de las economías-mundo implican que en ellos persisten la
libertad y la seguridad para vivir y trabajar en paz.
…el centro urbano es el centro de la economía mundo por que vende protección a los
otros… constituye una especie de cúpula de protección sobre las otras entidades urbanas y
sobre el campo que las circunda. P. 68
La tercera condición de la existencia espacial de las economías-mundo es su estructuración
interior jerarquizada en diversas zonas que generalmente se organizaban en tres círculos o
niveles que son el centro, la zona periférica y el círculo satélite.
En esta tripartición jerarquizada del espacio que caracteriza la existencia real de las
economías-mundo resalta la necesidad de un centro como el lugar donde comienza el futuro,
donde están los adelantos y la periferia hacia donde se riega o se despliega el progreso que
se inicia en el centro.
3.
…Braudel mira la historia del capitalismo como la historia de una economía-mundo que
gesta dentro de sí misma un dinamismo incontenible y adopta formas muy diferentes
abriéndose hacia otras economías-mundo e imponiendo al resto del planeta condiciones
existenciales que lo dinamizan irreversiblemente. P. 73
1.
¿Qué es la ciudad capitalista y en qué consiste su diferencia histórica con estas otras
entidades conocidas como “gran ciudad” o “metrópolis”?
Hablamos de un hecho urbano que se da en ciertas ciudades muy peculiares como París,
Londres, Nueva York, Berlín, etcétera, o como la gran ciudad o metrópolis que seguramente
también fue México en los años treinta y cuarenta del siglo XX.
En lugar del intento de armonizar lo rural y lo urbano que hay en los tres tipos de ciudad
esbozados anteriormente como otros tantos intentos de dialogo entre la ciudad y el campo,
en la ciudad capitalista se refleja la tendencia a reconstruir todo el planeta bajo la forma de
ciudad, de hacer la ciudad absoluta o ciudad total y convertir al campo en mero intersticio
del espacio citadino.
Se trata de la negación de las formas de vida del campo en cuanto tal. El campo pasa a ser en
definitiva una proyección del espacio citadino, al que ha sido totalmente subordinado sin
autonomía. Sus planes de subsistencia los recibe ahora directamente de la ciudad, ya no
tiene un modo propio de organizar la producción y el consumo sino que todas sus iniciativas
son indicaciones impuestas u obligadas por la ciudad. P. 76
La gran ciudad capitalista se considera a sí misma absoluta, necesita del campo pero sólo
como un apéndice suyo. Se plantea a sí misma como capaz de improvisar un campo artificial
hecho a su medida. La ciudad burguesa dominaba ya sobre el campo pero lo respetaba como
existente por sí misma y en el fondo impenetrable.
La gran ciudad capitalista no respeta la especificidad del campo sino que lo tiene como
entidad técnicamente sustituible que puede ser producida a partir de las necesidades
citadinas.
2.
En principio, las grandes ciudades capitalistas constan por lo general de lo que sería la City
o el centro de negocios, el barrio residencial, el barrio bajo o de vivienda obrera y la
periferia.
El campo ya no es una entidad que entregue a partir de su propia necesidad determinados
frutos para la ciudad, sino que ha pasado a ser una rama industrial más, la agroindustria, una
simple prolongación de la periferia industrial. P. 77
La Ciudad de México, Sao Paulo, El Cairo, Nueva Deli, Tokio y otras parecidas a ellas han
dejado ya de corresponder al modelo de la metrópoli o gran ciudad y han pasado a ser
entidades para las cuales se ha desdibujado la oposición rural-urbano. En ellas se muestran
ciertos rasgos de una fuerte aldeización o ruralización, mientras que su contraparte rural se
asocia con innegables rasgos de urbanización del campo.
La acumulación de capital –dice Braudel en una de sus entrevistas- podría quizá prescindir
de una ciudad centro. Tal vez después de este último centro que ha sido Nueva York la
tendencia a una centralización del proyecto capitalista vaya a tener lugar en otros términos,
que ya no exigirán que ese centro decante en un eje espacial en los términos tradicionales de
la construcción de una gran ciudad.
Un fenómeno que podemos observar en el último tercio del siglo XX y que marca en forma
notable la historia reciente de América Latina es la conformación de esos grandes
conglomerados urbanos conocidos como “mega ciudades” o “postciudades”. 79
Se trata de estas megapolis de sustentabilidad precaria invadidas hasta el último rincón por
la economía informal, funcionalmente desarticuladas, caóticas, polarizadas dentro de una
mancha urbana entre pobre y miserable, dotadas de una infraestructura mínima junto a la
que se abren deslumbrantes islotes de abundancia y desarrollo técnico.
Este fenómeno tiene su origen en los cambios que han tenido lugar en la relación campo-
ciudad.
No podemos hablar de la ciudad sin referirnos a la oposición entre la vida rural y la vida
citadina que es inherente a la vida del ser humano.
Esta sería la razón última, el thelos de esta distinción esencial para la civilización humana:
hay un lugar, un espacio que hay que hacerle a aquello que es la rutina, el trabajo, la
producción, el consumo, la reproducción de los seres humanos, y hay que destinarle otro
lugar a la existencia humana que funda la vida colectiva, en comunidad, la existencia
propiamente política.
El papel del campo en la constitución de la ciudad moderna deriva de hecho de que, para
garantizar un equilibrio en la acumulación de capital, el capitalismo necesita pagar una renta
de la tierra a los propietarios de tierras de productividad especialmente alta, que son
“señores” porque han hecho de la naturaleza una propiedad suya. Sin esta renta el
capitalismo no puede funcionar. Así, dentro del capitalismo, los propietarios de la tierra, es
decir los propietarios de la naturaleza, tienen derecho a percibir un ingreso, una renta,
aunque no se justifique en términos puramente capitalistas.
…la vida rural determina como puede ser la vida citadina incluso en la modernidad. P. 81
…por ser países propietarios de un determinado territorio especialmente productivo que les
ha permitido reclamar en el mercado mundial un precio favorable para las materias primas
que hay en él. Este hecho ha sido crucial para la constitución de sus Estados y sobre todo de
sus ciudades; la ciudad latinoamericana ha dependido de manera decisiva de este
protagonismo de la riqueza del campo como sustento de la empresa histórica estatal-
nacional de la que se ha desarrollado.
…desde mediados del siglo XIX la historia de la economía muestra el surgimiento de algo
que podríamos llamar “renta tecnológica”…
Así pues, la historia de la relación entre el campo y la ciudad en América Latina está
vinculada de manera fundamental con una “devaluación de la naturaleza”, es decir, una
“devaluación de la tierra” y de sus riquezas naturales, sus tierras fértiles, sus yacimientos de
minerales, de petróleo, etcétera.
Lo natural ha pasado, en general, a ser algo de segundo orden frente aquello que es artificial,
humano, puramente instrumental, que es la tecnología.
Este es el fenómeno que está detrás del surgimiento de esos monstruosos conglomerados
postcitadinos de América Latina como Sao Paulo, el Distrito Federal, Lima, etcétera que
aparecieron en la segundo mitad del siglo XX.
Estas manchas urbanas son receptáculos de una migración desesperada, inmensas balsas de
náufragos, campos de concentración y refugio de la fuerza de trabajo expulsada por la
devastación del campo tradicional y por la incapacidad económica estructural de sustituir
este campo por el campo tecnologizado mediante subsidios que es el campo de la
globalización.
Esta consideración podría servir como punto de partida para el análisis y la comprensión de
cómo funcionan estos grandes conglomerados urbanos, por qué viven, cómo son, cómo
determinan la vida de los citadinos que los habitan.
Aunque todavía es una entidad denominada “ciudad”, esta realidad en la que nos ha tocado
vivir ha rebasado los límites de su propia definición y lo mismo puede ser el escenario de
una recomposición de la vida social que el escenario de una catástrofe inimaginable.
Anexo bibliográfico.