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Electiva Pragmática 2

Tema 2:
La tradición semiótica. La tradición lingüística: la Semántica
Generativa y la Teoría de la Enunciación. Las propuestas de
Levinson y Leech.

La tradición semiótica:

Se diferencia de la tradición semiológica. Se crea


alrededor de la figura de Peirce y, fundamentalmente,
alrededor del signo ling. tal como én lo concibe. El símbolo
en Peirce, a diferencia del símbolo saussureano, es triádico,
con la pragmática entra el número tres:

Fundamento (gramática pura)


Sintaxis

(lógica) objeto interpretante (retórica)


relaciones semánticas relación del signo con los
usuarios

Los tres vértices del triángulo de Peirce se relacionan


con una disciplina particular:
- el objeto: este vértice se relaciona con la lógica. El
signo de Peirce contempla la relación del signo con lo
que ese signo designa, es decir, las relaciones
semánticas.
- el fundamento: este vértice se relaciona con la
gramática pura. Se contemplan las relaciones del
signo con otros signos, es un orden ligado con la
sintaxis, con la gramática, que sería el orden de las
relaciones formales.
- el interpretante: este vértice se relaciona con la
retórica. Este orden se liga con el uso del lenguaje. Es
un antecedente importante en términos pragmáticos.
Y el uso del lenguaje se relaciona con una disciplina
que exhibe ese uso como su objetivo fundamental: la
retórica.
Hay un orden lógico, que sería el orden de lo que
modernamente llamaríamos semántica; que es el que está
ligado a las condiciones de verdad. Hay un orden ligado con
la sintaxis, con la gramática, que sería el orden de las
relaciones formales. Y hay un orden que se liga –y este es
el antecedente importante en términos pragmáticos- con el
uso del lenguaje. Y al uso del lenguaje no en vano se lo
relaciona con una disciplina que exhibe ese uso como su
objetivo fundamental: la retórica.
¿Qué viene a mostrar la retórica?
Viene a mostrar lo que el lenguaje permite hacer. ¿Y qué
es lo que el uso permite hacer? ¿Qué es la retórica? La
retórica es un conjunto de instrucciones para saber usar
mejor el lenguaje de modo tal que yo pueda persuadir al
otro de que mi punto de vista es adecuado. Uno se podría
plantear: ¿es el punto de vista verdadero? En todo caso,
verdadero en tanto adecuado a mis intereses. Si
entendemos la retórica como un conjunto de
procedimientos que sirven para usar el lenguaje con un
propósito específico, de una manera efectiva,
modernamente se podría postular que las teorías
pragmáticas apuntan en esa misma dirección.
El uso del lenguaje se liga doblemente con su inscripción
básica: un sujeto que lo produce y una situación en la que
se produce. Cuando Aristóteles escribe la Retórica, está
reconociendo el conjunto de procedimientos que permiten
usar la lengua de manera más efectiva. Está, de alguna
manera, desnaturalizando la tradición lógica, y mostrando
al lenguaje en eso que tal vez el propio lenguaje tiene de
específico: que es manipulable, oscuro, ambiguo.
La idea del lenguaje como espejo del pensamiento (idea
de Leibniz que retoma Chomsky) es ajena a la retórica. O,
al menos, pertenece a otro orden. El lenguaje en uso es un
lenguaje que se liga a lo que Halliday llamaría negociación
de significados. El lenguaje no está ligado a ningún tipo de
condición de verdad. El lenguaje crea el propio contexto en
el que debe ser interpretado.
Podría decirse que la Retórica de Aristóteles es un
manual de procedimientos. Y aquí el lenguaje es pensado
en términos retóricos; en términos de uso, del efecto que
quiero producir. Y este pensamiento retórico será
especialmente productivo para las teorías pragmáticas.
¿Por qué? Porque la retórica va a pensar en un sujeto
haciendo uso del lenguaje con una finalidad determinada.
En su versión moderna, se podría decir que va a pensar al
sujeto haciendo uso del lenguaje en una situación
determinada. Allí aparecen las dos categorías básicas de
toda teoría pragmática:
- el hablante/emisor (en términos de sujeto).
- el contexto (en términos de situación)
Cuando yo uso el lenguaje, en el momento en el que lo
hago me instauro como sujeto discursivo en una
determinada situación. Creo un sujeto discursivo, que es el
que me representa por medio del uso del lenguaje. No en
vano la retórica aparece con esa categoría (la de
interpretante) que en Peirce permite generar signos; que
permite desarrollar lo que Peirce llama el proceso de
semiosis. La retórica aparece con la posibilidad de la
interpretación. Justamente, ¿qué es la interpretación sino la
relativización de cualquier posibilidad de significación
absoluta? El sgdo. se construye a partir de una serie de
factores que lo circunscriben como tal. Las significaciones
no están dadas, en términos retóricos, sino que se van
construyendo en función de las necesidades que el hablante
tiene a partir de los fines que persigue. Todos estos
elementos serán retomados por la pragmática.
Como vemos, la semiótica pierceana es totalmente
distinta a la semiología saussureana, ya que la primera es
fuertemente sígnica, está ligada a una concepción triádica
del signo. El proceso de semiosis se va dando de un signo a
otro signo que lo produce, a partir de la capacidad que
tiene el interpretante de generar otros signos. Esta
tradición semiótica permitirá establecer una relación que
luego la pragmática va a retomar, referida a la pragmática
entendida como una nueva retórica. Es decir: la relación
entre el uso y la retórica.

La tradición filosófica:
Es una de las más productivas, se liga a un conjunto de
filósofos del siglo XX, los filósofos del lenguaje común. Lo
que hacen los filósofos del lenguaje común es polemizar
con cierta concepción del lenguaje que uno podría
concentrar, por un lado, en el positivismo lógico. Y aquí nos
enfrentamos a la búsqueda de un metalenguaje que
permita dar cuenta de la relación lenguaje-verdad.
¿Qué hace el positivismo lógico? Crea un metalenguaje
lógico. ¿Por qué? Porque el lenguaje es muy ambiguo e
impreciso, por lo que no permite advertir determinado tipo
de relaciones. Entre ellas, la de lenguaje y verdad.
Y, por otro lado, esto se liga a una concepción
esencialista o existencial del lenguaje. En este sentido, si
por un lado hay una relación con la lógica, por otro lado
hay una relación con el proyecto metafísico encarnado en el
existencialismo de Halliday.
La concepción de Halliday sobre el lenguaje nos remite a
una especie de esencialidad. Y esto se apoya en la lengua
alemana. Para Halliday, el alemán es la lengua moderna de
la filosofía; es la traducción de la lengua griega.
Los filósofos del lenguaje común tienen, como dos de sus
representantes más destacados, a Wittgenstein 1 y a Austin.
Wittgenstein es un brillante pensador austríaco que logra
crear dos sistemas filosóficos.
El primero está representado en el Tratado lógico-
filosófico. Allí encontramos una frase muy vinculada al
positivismo lógico, al cual preocupa la relación lenguaje-
verdad. La obra termina con una frase muy sentenciosa:
“De lo que no se puede hablar, mejor es callar”. Es decir,
éstos son los límites del lenguaje. Hablemos de lo que
podamos hablar.
Ahora bien, el mismo Wittgenstein luego advierte que
esa visión del lenguaje es parcial o totalmente errónea; y
así cambia su punto de vista. Esta segunda posición la
encontramos en las Investigaciones filosóficas, donde da
una suerte de puntapié inicial para lo que sería el
pensamiento pragmático. Dice: “El significado de una
palabra es su uso en el lenguaje”.
Antes él había postulado que el significado dependía de
una operación metalingüística; y, en última instancia, era
una construcción. Ahora el lenguaje, en tanto uso, es el que
permite asignar significación. Y este es uno de los principios
pragmáticos por excelencia. Cuando la pragmática habla
1
Wittgenstein, L. (1953): Investigaciones filosóficas. Barcelona, Crítica, 1988.
del sgdo. en uso, está hablando de esto. No hay una
significación ajena a las condiciones de uso.
Ahora bien; ese uso del lenguaje será interpretado no
como un mero “decir”. El lenguaje no solo me permite decir
cosas –y aquí aparece Austin- sino que también me permite
hacer cosas. El título de la obra de Austin Cómo hacer
cosas con palabras, está definiendo su teoría.
Ya veremos cómo la pragmática retoma esta dimensión
accional. El lenguaje forma parte de una acción
comunicativa, es una forma de acción.
Vemos que vamos sufriendo una serie de
desplazamientos: el desplazamiento del lugar de la
“verdad”, el desplazamiento del mero “decir”; y ahora
introducimos un significado ligado a las condiciones de uso,
que justamente presenta este tipo de acción, nos referimos
a la intencionalidad.
El concepto de intencionalidad es otro tópico central y
también problemático de la pragmática. Se puede discutir
hasta qué punto es un tópico que puede ser abordado por
la pragmática, por la lingüística.
¿Cuál es la idea que se manejaría aquí? Básicamente, la
idea que propone el filósofo norteamericano H. Paul Grice.
Propone –con un nombre que Austin llamaría poco feliz- el
concepto de significado no natural. Entiende que hay un
sgdo natural y un sgdo. no natural. El sgdo. natural sería el
sgdo. de la semántica, el sgdo. referencial. El sgdo. no
natural (o intencional) es el sgdo. del hablante, el sgdo.
pragmático. Dice Grice:
H significó z al emitir E si y solamente si:
i) H tuvo la intención de que causara un efecto en el
receptor O;
ii) H tuvo la intención de que (z) se llevara a cabo
simplemente por el reconocimiento de la intención
(i) por parte de O.

Lo que está diciendo Grice es que un hablante significa


algo tratando de producir un efecto. Y lo que espera es que
ese efecto sea reconocido en virtud del reconocimiento de
la intención que él tiene de causar ese efecto.
De algún modo, el sgdo. no natural (que será la base de
lo que será una teoría de la comunicación desde el punto de
vista pragmático) es el simple reconocimiento de que el
hablante tiene una intención; y el otro reconoce que tiene
una intención. Esto no implica que la apruebe o la
desapruebe, simplemente hay un reconocimiento.
El sgdo no natural va a ser uno de los puntos básicos que
va a tomar la pragmática. De hecho, será el sgdo
pragmático por autonomasia. Esta posición también va a
recibir críticas.

Por el momento, vamos a concebir el uso como una


acción intencional. La categoría de uso estaría relacionada
con el sgdo, y el sgdo, en relación con el uso, está
representado por una acción intencional. Acción que
supone, necesariamente, un sujeto y una situación.

uso significado

sujeto acción
situación intencional

Uso, sujeto y situación estarán presentes en toda teoría


pragmática. Toda teoría pragmática necesariamente va a
dar cuenta del uso del lenguaje. Ese uso, en algún punto,
siempre va a ser deudor del concepto de intencionalidad.
Ya veremos la relación que existe entre este concepto de
intencionalidad, el concepto de fuerza ilocucionaria (traído
por la teoría de los actos de habla) y la representación que
podemos tener en la gramática a partir de de todos los
elementos que se ligan con la modalidad. Muy
indirectamente, se podría decir que las marcas modales
están relacionadas en algún punto con el concepto de
intencionalidad.

La tradición lingüística

La lingüística, en sentido estricto, ha estado


fundamentalmente gobernada por el principio de la forma.
Sacando las escuelas funcionales, el pensamiento siempre
se ha centrado en lo que los lingüistas llamarían la
descripción del sistema. Una descripción en donde los
factores que involucran al uso y al contexto quedan en una
postura secundaria. El concepto de sgdo. que manejaban
tanto estructuralistas como generativistas es un concepto
muy acotado y limitado al contenido proposicional. Es un
concepto ligado a aquel aspecto del sgdo. que, de una u
otra manera, se vincula al pensamiento lógico tradicional, y
que puede ser sometido a condiciones de verdad o
falsedad. El pensamiento que se liga a las condiciones de
uso es relativamente nuevo, y corresponde a la filosofía del
lenguaje.
Nos interesa ver cómo entra la pragmática en la
tradición ling. Es decir, cómo aparece la idea de Austin de
que hablar no es meramente “decir algo”, sino que es
“hacer algo” con palabras. Esto aparece en la ling. europea
y en la norteamericana con presupuestos totalmente
distintos, en las teorías de la enunciación y en la gramática
generativa
Ésta, la ling., entra a la pragmática a través de lo que
se conoce como semántica generativa. Y, por otro lado,
tenemos la ling. de la enunciación (Benveniste).
La semántica generativa es un movimiento que le
va a criticar a Chomsky aquello que él más quiere: la
autonomía de la sintaxis. Los semánticos generativos
proponen que lo que genera no es la sintaxis sino la
semántica; y que es el proceso de generación el que es
sintáctico. Chomsky rechaza esta postura y su respuesta
será la de una sintaxis más abstracta.
Los semánticos generativos, un grupo de los más
destacados discípulos de Chomsky, van a proponer que los
universales no son sintácticos sino semánticos; que el
proceso de derivación sí puede ser sintáctico, pero que la
base es semántica. A partir de esta propuesta, van a
incorporarse un conjunto de tópicos, incluidos en las
derivaciones, que toman de los filósofos del lenguaje
elementos que luego conformarán temas centrales de la
pragmática.
El más importante es la hipótesis realizativa de Ross 2
(1970). Es un semántico generativo que va a proponer lo
2
Ross, J.R. (1970): “On Declarative Sentences”, en R.A. Jakobs y P.S. Rosenbaum: Reading in English
Transformational Grammar. Waltham, Gim & Co., pp. 222-272.
que va a llamar una hipótesis realizativa para la derivación.
Esto es: en la estructura profunda hay siempre un verbo
realizativo explícito; es decir, un verbo que no solo dice
algo, sino que hace aquello que dice. Y aquí aparecen por
primera vez, al menos en la ling. norteamericana, los
verbos realizativos de Austin. Aparece la teoría de actos de
habla; aparece dentro de una estructura sintáctica, una
dimensión accional.
Ejemplo: si tenemos la oración Chiquita Legrand
almorzó Susana Jiménez. Si uno quisiera derivar esta
oración, Ross postularía que tenemos una frase nominal y
una frase predicativa. Dentro de la frase predicativa
tenemos un verbo y una oración derivada:
O

FN F Pred

V O

Yo afirmo Chiquita Legrand almorzó con S.


G.

Luego, por una serie de procedimientos, las


transformaciones permiten borrar elementos. Y quedaría en
superficie la oración que hemos tomado como ejemplo. Lo
que interesa, a los efectos de la pragmática, es que
aparece allí un verbo realizativo como necesario en la
estructura profunda. Allí se introduce parcialmente la teoría
de actos de habla dentro de una propuesta generativa.
Actualmente, dentro de la ling. generativa, en la
versión europea del programa minimalista, cuando se
empieza a derivar por rasgos, uno de los rasgos que a
veces se postula es “+ realizativo”. Esto es retomado
después de treinta años.
A la semántica generativa se la suele considerar como
un movimiento que fracasa, pero es un fracaso productivo
que tiene la ling., porque toda la ling. cognitiva no
chomskiana en algún punto es deudora de la semántica
generativa, y, en algún punto, también lo es la pragmática.

Teoría de la enunciación
Por otra parte, en Francia, en la misma época (años
70), aparece una de las primeras críticas al estructuralismo
desde el punto de vista ling. y esa limitación está señalada
por alguien que viene del riñón estructural: E. Benveniste.
En su artículo “Los niveles del análisis lingüístico”,
cuando Benveniste propone los límites que tiene la lengua
como sistema, entiende que no se puede ir más allá del
nivel de la frase (nivel sintáctico). Los argumentos que da
para no permitir la integración del plano del sgdo. es que la
naturaleza del sgdo. no es homologable a la naturaleza de
la forma. En última instancia, uno puede segmentar y
sustituir las partes de una oración, pero no las puede
integrar, ya que cada una de las partes, individualmente,
no es igual a la suma de todas las partes. El sgdo. de una
oración no es el sgdo. de cada una de sus partes. Pero, al
mismo tiempo, Benveniste dice –y lo desarrolla cuatro años
después- que a partir del límite que establecía el
estructuralismo hay otra ling.: la ling. del discurso,
diferente a la ling. estructural que es la ling. del sistema.
Lo que sostiene sería: “De acuerdo, acepto la
dicotomía original entre lengua y habla que plantea el
estructuralismo; pero eso que Saussure dice que no es
sistematizable sí lo es, si no lo pensamos con las categorías
con las que se pensó el sistema de la lengua”. Así reconoce
que los fenómenos que no entran dentro del sistema formal
de la lengua obedecen a otro tipo de principios para ser
estudiados y, por ende, sistematizados.
¿Cuáles son los elementos, desde el punto de vista
estrictamente ling. que el estructuralismo deja de lado?
Fundamentalmente, deja de lado al hablante; el hablante
está idealizado en términos de una comunidad hablante. Y,
por otro lado, deja de lado la situación, el contexto. Por
supuesto, lo deja de lado por decisión metodológica previa.
Benveniste postula que esa ling. del discurso puede
ser organizada a partir de ese fenómeno que la ling.
estructural no trabaja: el fenómeno de la enunciación. Es
un fenómeno relacionado con la subjetividad en el
lenguaje; con el hecho de poner en primer plano al
hablante haciendo uso del lenguaje. Desde este punto de
vista se puede decir que la teoría de la enunciación de
Benveniste está ligada a la pragmática.
En su artículo de 1970 “El aparato formal de la
enunciación” (en Problemas de Lingüística General II),
define el sujeto de la enunciación y señala que la
enunciación es el acto de apropiación que el hablante hace
del sistema formal de la lengua.
Allí está presente la idea de acto. La idea de llevar a
cabo un acto único e irrepetible (como el que lleva a cabo
el sujeto de la enunciación) tiene su filiación directa con
Austin; a quien Benveniste leyó y citó. Benveniste traslada
la idea de acción al plano del hablante en tanto sujeto del
discurso. El hablante produce el discurso cuando se apropia
del sistema formal de la lengua.
Este sistema formal es lo que trabajó el
estructuralismo. La teoría de la enunciación trabaja lo que
el estructuralismo no trabajó, pero que es imprescindible
para poder producir un discurso. No hay discurso sin
estructura. Pero para que esa estructura opere en el
discurso tiene que haber un sujeto en una circunstancia
espacio-temporal precisa que se apropie de ese sistema. La
producción de un discurso depende siempre del sujeto y de
las condiciones en las que éste puede producir un discurso.
Sujeto y contexto (las dos categorías que el
estructuralismo no trabaja) aparecen como centrales dentro
de la teoría de la enunciación. El sujeto de la enunciación
(el sujeto se apropia del sistema formal de la lengua)
produce un enunciado. Y esta producción muestra cómo el
hablante se apropia de sistema formal y qué es lo que él
aporta como sujeto. Porque lo que va a sostener la teoría
de la enunciación, tanto en la versión de Benveniste como
luego en la de Ducrot (que es su continuador), es que uno
puede rastrear en el enunciado las marcas de la
enunciación. Siempre la enunciación está inscripta en el
enunciado. Esta va a ser la clave de la teoría de la
enunciación: cómo se inscribe en el discurso la
subjetividad.
Ahora bien, esa inscripción de la subjetividad en el
discurso tiene como punto de partida los actos de habla. La
posibilidad de apropiación se produce por medio de lo que
los franceses traducen como un acto de lenguaje.

* Agregar lo de enunciación

Esta dimensión accional, esta idea de que el lenguaje


es un tipo particular de acción, es el gran aporte de la
teoría de los actos de habla. Y lo podemos ver como
inscripción dentro del pensamiento ling. a partir de cómo se
inscribe en el generativismo a partir de una de sus críticas
(la semántica generativa) y en el estructuralismo a partir
de la teoría de la enunciación. Ambas vienen a plantear los
límites de las teorías de las que parten. Pero más allá de
eso, ambas toman, con alcances totalmente distintos, la
idea de que hablar no es solo decir algo, sino que es hacer
algo mientras se lo dice.
Esto no quiere decir que la teoría de la enunciación
esté pensando en un sujeto de la enunciación intencional,
pero sí está pensando en un sujeto que lleva a cabo
acciones. Y una de esas acciones, la que la define como tal
y le permite producir un discurso, es la apropiación del
sistema formal de la lengua, es decir, yo, como hablante,
me transformo en un sujeto discursivo cuando, entre otras
cosas, uso el sistema de la lengua en función de producir
un discurso con una determinada finalidad.

La tradición filosófica

La tradición filosófica aporta a la pragmática los dos


conceptos centrales:
1. Hablar no es solamente decir algo, sino que es hacer
algo.
2. Ese hacer algo a partir de decir algo está dotado de
intencionalidad.
Esta idea de acción intencional es el gran aporte de la
filosofía del lenguaje, de los llamados filósofos del
lenguaje común:
- Austin
- Searle
- Grice
La interpretación no es solo un proceso de codificación
/decodificación de señales, es una condición necesaria pero
no suficiente para entender cómo nos comunicamos. La
intencionalidad juega un papel central, al igual que el
contexto.

Las propuestas de Levinson y Leech

Esta diversificación teórica, que desembocó en el


establecimiento de distintas escuelas pragmáticas como la
lingüística del texto, análisis del discurso, etc., sí posee una
unidad, a saber, la unidad que le confiere el deseo de
estudiar el lenguaje en uso, es decir, la “relación entre el
lenguaje y los contextos en que éste se manifiesta”
(Beaugrande et al. 1981: 209), y también comparten la
sensación de superación del paradigma anterior (Leech
1983: 4).
Sin embargo, el (difícil) propósito inicial de buscar una
explicación contextual a la actividad lingüística del ser
humano derivó, quizás inevitablemente, en múltiples
tendencias o escuelas que han producido en este
paradigma una cierta sensación de dispersión conceptual
(cf. Dascal 1981, Nuyts 1987, Horn 1988).

Vamos a pasar a las definiciones propiamente


lingüísticas de la pragmática.
Las primeras definiciones ling. de la pragmática son
por oposición.
Katz, un semántico que trabaja en relación con la
pragmática, entiende a la pragmática como una teoría de
actuación opuesta a una teoría de la competencia (toma la
dicotomía competencia-actuación de Chomsky del 65):

“Las gramáticas son teorías acerca de la estructura de


las oraciones. Por contraste, las teorías pragmáticas nada
hacen para explicar la estructura de las construcciones ling.
o las propiedades gramaticales de esas relaciones. Explican
el razonamiento que los hablantes y los oyentes realizan
para poner en correlación un determinado enunciado con
su proposición correspondiente. Desde este punto de vista,
la pragmática constituye una teoría de la actuación”.

Katz retoma la dicotomía competencia-actuación de


Chomsky del 65. La pragmática se ocuparía de una teoría
de la actuación, que trataría de dar cuenta
sistemáticamente de la relación que existe entre el
contenido proposicional (el contenido de la estructura
oracional) y sus condiciones de uso.
El criterio a postular para delimitar los alcances de la
pragmática va a estar dado por la situación de la carta
anónima:
“La situación de la carta anónima es el caso en el que un
hablante ideal de una lengua recibe una carta anónima que
contiene solo una oración en esa lengua sin ninguna clave
acerca del motivo, las circunstancias o cualquier factor
importante para comprender la oración en base a su
contexto de emisión [...] Pretendemos trazar una línea
teórica entre la interpretación semántica y la pragmática
considerando que el componente semántico está
representado por los aspectos del sgdo. de esa oración que
un hablante-oyente ideal de esa lengua conocería en una
situación de estas características.”

Lo que está postulando el criterio de la carta es muy


simple. ¿Qué separaría a la semántica (y, por ende, a la
gramática) de la pragmática? Supongamos que se recibe
una carta que dice solamente: Felpudo maldito. Lo que uno
entiende, ¿es el sgdo. de cada palabra?, ¿la referencia de
cada palabra?, ¿la posibilidad de combinar esas palabras?
Eso es terreno de la semántica. Todo lo demás (por qué me
mandan esa carta, qué quiere decir eso en determinadas
circunstancias, etc) es competencia de la pragmática.
Habría un sgdo. lógico y un sgdo. ligado a las
condiciones de uso. El sgdo. lógico estaría relacionado con
los valores referenciales de cada una de las palabras, y con
las relaciones posibles entre las palabras. Mientras que el
sgdo. ligado al uso estaría referido al uso que se hace de
esas palabras en un determinado contexto particular.
De algún modo, la pragmática viene a tonar la
pregunta del funcionalismo y de la socioling.: ¿por qué un
hablante dice lo que dice en el momento en que lo dice?
Esto no lo contestaría el sgdo. semántico y sí el sgdo.
pragmático.
Otras de las definiciones que se proponen dentro de la
ling. es la de Gazdar:

“La pragmática tiene, como su tópico, aquellos aspectos del


significado de las emisiones de los que no puede darse
cuenta por referencia directa a las condiciones de verdad
de la oración emitida. Expuesto crudamente, la pragmática
es igual al significado menos las condiciones de verdad”.

Ese sgdo. que no estaría ligado al contenido


proposicional, ése es el sgdo. pragmático, que es el ligado a
las condiciones de uso, entendido en términos de
condiciones de adecuación. No es un sgdo. independiente,
se adquiere en virtud de las circunstancias.

Dentro de las que se pueden caracterizar como


definiciones por integración, están las propuestas de
Levinson y Leech. Ambas propuestas pueden ser
entendidas en cierto modo como complementarias.
Ante la diversificación de la metodología investigadora, el
fin último del análisis pragmático empezó a diluirse en las
diferentes aproximaciones, hasta llegar al extremo de que
resultaba difícil incluso definir la perspectiva pragmática del
estudio del lenguaje, como ocurre con el célebre primer
capítulo del libro Pragmatics de Levinson (1983), en el que
se dedican muchas páginas a proponer posibles
definiciones, incluidas las de estudio del lenguaje en uso y
la de estudio del lenguaje en un contexto, sin llegar a
tomar partido por ninguna de ellas. De modo sucinto, las
propuestas principales de Levinson son las siguientes:
Levinson: hace una lista, a partir de lo que podría ser
una estrategia de plantear sub-definiciones, los distintos
aspectos de los que una teoría pragmática tiene que dar
cuenta; para, finalmente, integrarlos en una definición que
lo que hace es listar el conjunto de aspectos que debería
cubrir una teoría pragmática.
La primera definición que propone es la siguiente:
Estudio del uso del lenguaje. P.5
Esta definición tiene la limitación de no decir realmente a
qué se dedican los que estudian esta disciplina.
Segunda definición:
Estudio de aquellos principios que dan cuenta de por qué
algunas oraciones son anómalas. P.6
Esta definición tiene la limitación de que no explica qué
anomalías hay, sino que las da por supuestas. Además no
está claro si en todo momento esas anomalías van a ser o
no tales anomalías.
Tercera definición:
Estudio del lenguaje desde una perspectiva funcional. P.7
Esta definición tiene la limitación de que no distingue entre
pragmática y otras disciplinas interesadas en el aspecto
funcional del lenguaje, tales como a socioling.
La cuarta definición que propone es la siguiente:
“La pragmática es el estudio de las relaciones entre
lenguaje y contexto que están gramaticalizadas o
codificadas en la estructura del lenguaje”.P.9. Tiene la
dificultad de que excluiría los estudios de los principios del
uso del lenguaje que no tuvieran repercusiones en la
gramática de las lenguas.
Aquí el punto central es la gramaticalización, la
codificación. ¿Qué significa estudiar las expresiones que
están gramaticalizadas o codificadas? Es estudiar aquellas
expresiones que tienen una representación en la estructura
de la lengua. Pero que no pueden agotar el tipo de
explicación que se hace de ellas a partir de, solamente, dar
cuenta de cómo funcionan dentro del sistema. Esto quiere
decir que hay un determinado tipo de expresiones que
necesariamente no pueden agotarse con una descripción
formal, inscripta solamente dentro del sistema de la lengua.
Hay un célebre artículo de Jakobson 3 que trabaja sobre
los shifters. Allí muestra que hay un determinado tipo de
expresiones (las deícticas) que, para definirse, necesitan al
menos dos elementos: ir del código al mensaje, del
mensaje al código, del mensaje al mensaje o del código al
código. Es decir, no se las puede definir unívocamente.
Aquí está la clave deíctica. Un deíctico es una
expresión indicial, que indica algo. Ese índice remite a algo
3
Jakobson, R. (1957): “Shifters, verbal catalogues and the rusian verb”, en Ensayos de lingüística
general. Barcelona, Ariel, 1984.
que está fuera de la estructura de la lengua, pero que la
estructura gramaticaliza, codifica, formaliza. Ejemplo: los
pronombres personales yo, tú, él. Para la determinación de
quién es yo (que está inscrito en el sistema de la lengua)
depende de coordenadas espacio-temporales. Lo mismo
ocurre con adverbios como aquí, allí, ahora, mañana, etc.
Estas formas exigen siempre las circunstancias en las
cuales tienen lugar. De lo contrario, carecen de sgdo.
Tienen una representación formal, pero su significación la
adquieren en el contexto de situación.
Hay una excelente definición de la categoría de
pronombre dada por Ana M. Barrenechea4 (se trata de una
categoría pragmática, aunque ella lo niegue). Dice que e
pronombre es una palabra de significación ocasional, es
decir, es una clase de palabras que tiene representación
formal, pero que sólo adquiere su significación
ocasionalmente, en el discurso.
Los aspectos que se inscribirían dentro de una
definición pragmática serían: fundamentalmente, la deixis;
luego, los honoríficos, es decir, las formas de tratamiento
(los vocativos), los cuales adquieren su significación según
a quien le son dirigidos: profesor, eminencia, etc. Y
también incluimos aquí lo que podemos llamar el estudio de
la presuposición y los actos de habla. ¿Qué se quiere decir
con esto? Que son elementos que pueden estar codificados
en la estructura de la lengua pero que, para explicarlos,
hay que hacer referencia a las condiciones de uso. (*Ver en
Calsamiglia).
Esto abarcaría la cuarta definición de Levinson. La
quinta dice:
“La pragmática es el estudio de aquellos aspectos del
significado que no están incluidos dentro de una teoría
semántica y los principios que permiten caracterizarlos”. P.
12. Tiene el problema de que sería necesario especifcar
cómo se va a delimitar el sentido amplio del sgdo que no
está incluido en la teoría semántica.
Como ejemplo de esto se toman las implicaturas
conversacionales.
¿Qué es lo que entra dentro de una teoría semántica?
Las condiciones de verdad. Ahora bien, ¿qué pasa con las
4
Barrenechea, A,M. (1979): Estudios lingüísticos y dialectológicos. Buenos Aires, Hachette.
inferencias? Son un proceso de razonamiento que puede
depender de elementos que están inscriptos en el sistema
de la lengua con determinado significado, o no.
Ejemplos:
a) También Juan fue al cine.
b) - ¿Vamos al cine?
- Mañana tengo un parcial.

Aquí hay dos tipos de procedimientos: uno ligado a la


estructura de la lengua y otro al contexto. Las inferencias
conversacionales serían un tipo de inferencia pragmática;
es decir, un tipo de razonamiento que depende de las
condiciones de uso, y que está ligado a este tipo de
razonamiento. Para entender la respuesta en b) como “no”,
ello depende de un conjunto de supuestos, depende de una
situación que se comparte con otra persona para poder
llevar a cabo ese tipo de inferencia.
La sexta definición de pragmática:
“La pragmática es el estudio de las relaciones entre el
lenguaje y el contexto que son básicas para dar cuenta de
la comprensión del lenguaje”. P. 21. Se enfrenta con
problemas al estudiar qué es la comprensión del lenguaje y
cómo caracterizar formalmente el contexto.
En algún punto, esto tendría que ver con procesos
inferenciales, que se centran en cómo puedo dar cuenta
que un enunciado como Estamos hartos, dicho por los
alumnos a un profesor en una clase, quiere decir
“Queremos un recreo”, y en otro contexto puede significar
otra cosa.
Hay una cantidad de procedimientos inferenciales.
¿Qué quiere decir “inferenciales”? Que no están explícitos,
que yo los puedo reconstruir, es decir, apartir de decir X,
yo quiero decir Y; y mi oyente entiende que cuando yo digo
X quiero decir Y. Si esto no ocurre, las cosas no funcionan.
Es lo que pasa con la ironía, por ejemplo.
La séptima definición dice:
“La pragmática es el estudio de la habilidad de los usuarios
del lenguaje para emparejar oraciones con los contextos en
que serán apropiados, adecuados”. P. 24. Sería igual que la
socioling al estilo de Hymes (1971). Además requeriría una
idealización de la homogeneidad de la comunidad de habla.
Esto se liga, entre otras cosas, con las consideraciones
acerca de la competencia comunicativa que hace Hymes.
¿Qué hace que uno pueda decir algo en determinadas
circunstancias. Y aquí podemos retomar a Halliday.
Tenemos un conjunto de opciones disponibles que podemos
actualizar potencialmente en cualquier momento. Pero,
¿qué hace que las actualicemos en un momento y no en
otro?
Obviamente, al mismo tiempo que hay una
competencia gramatical (un conocimiento acerca del
lenguaje), hay –plantea Hymes- un conocimiento acerca del
uso del lenguaje; no se puede plantear el conocimiento del
lenguaje sin su uso. Desde el momento en que nosotros
tenemos ese conocimiento, lo tenemos ligado a las
condiciones de uso. No podemos independizarlo de esas
condiciones de uso.
El hablante tiene la capacidad abstracta de saber
adecuar el uso del lenguaje a determinado contexto. Así un
hablante no usa exactamente las mismas opciones léxicas
en todas las circunstancias en las que interviene. De hecho,
todos nosotros manejamos determinado tipo de variantes
según los contextos, que actualizamos según la evaluación
que hacemos de la situación en la que estamos
involucrados.
Bien, lo que hace Levinson es optar por la siguiente
definición, octava, que engloba lo que, a su entender, una
teoría pragmática debería contemplar:
“la pragmática es el estudio de la deixs, la implicatura, la
presuposición, los actos de habla y algunos aspectos de la
estructura discursiva”. P. 27. Tiene el problema de que no
proporciona criterios para a inclusión o exclusión de otros
elementos que merecen la atención de esta disciplina.

Ahora bien, en términos de Levinson, no queda


absolutamente claro si la pragmática es un nivel;
podríamos decir que la piensa más bien como un
componente, a la manera chomskiana. Es un ámbito de
estudio en el que las relaciones con los aspectos
sistemáticos quedan no muy claramente determinados.
Sin duda, está el sistema y está el uso. Ahora, hay
aspectos del uso que están codificados en el sistema,
mientras que otros no lo están. Y estos dos aspectos
formarían parte de una teoría pragmática.
Es Levinson quien aclara que los límites entre la
pragmática y la sociolingüística son débiles. Límites que, en
última instancia, dependerán del tipo de socioling. o de
teoría pragmática de la que se hable
En algún punto, las teorías pragmáticas son per se
socioling. Tal vez uno podría decir que la pragmática daría
cuenta de un micro-socioling. Porque trabajaría sobre casos
mucho más particulares. Pero Levinson afirmará, por su
parte, que las relaciones entre socioling. y pragmática son
de mutua dependencia.

La postura de Leech: sostiene que la pragmática es


un dominio complementario de la gramática. Entiende que
todas las teorías que van a dar cuenta del uso del lenguaje
no tienen por qué necesariamente manejar lo que
podríamos llamar una lógica discursiva como la plantearían
Gazdar o Katz, en tanto la pragmática es entendida por
oposición, como “opuesta a”.
Leech piensa no de una manera estructural sino
complementaria. Así va a proponer, en primer lugar, una
distinción entre pragmática general y socio-pragmática. Y
luego va a proponer un paradigma prahmático en el que las
dos posturas (la generativa y la funcional) se van a
complementar. Él va a decir que hay una pragmática
general, que sería el estudio de la comunicación ling. en
términos de principios conversacionales.
La pragmática, como teoría que da cuenta del uso de
la lengua, de algún modo se centra en los principios que
gobiernan cualquier tipo de interacción. Así se plantearía
que la unidad de lenguaje en uso sería la interacción. Y el
modelo que gobernaría la interacción sería un modelo
básicamente retórico. Este modelo retórico daría cuenta de
cuáles son los principios conversacionales que permiten que
una interacción se lleve a cabo.
Vemos que se está redefiniendo la retórica en
términos conversacionales. Aquí la retórica tendría una
meta conversacional, y no una meta conversacional y no
una meta necesariamente persuasiva. Uno podría decir que
la persuasión actuaría como uno de los componentes dentro
de la interacción.
Ahora bien, ¿qué sería la socio-pragmática? Según
Leech, esta trabaja con condiciones locales. En este
sentido, la socio-pragmática trabajaría dentro de las
distintas culturas, las distintas situaciones e, incluso, las
distintas clases sociales, con el modo en que operan estos
fenómenos pragmáticos. Así tomaría un trabajo
interaccional concreto: por ej., la relación entre docentes y
estudiantes en la escuela primaria.
Leech va a tomar la dicotomía entre competencia y
actuación de Chomsky. Pero, a diferencia del planteo de
Chomsky, Leech va a tratar de reconciliar ambos términos,
viéndolos no como opuestos sino como complementarios.
Así va a proponer un nuevo paradigma, a partir del
cual sostendrá un conjunto de postulados, sin duda muy
discutibls, pero que vamos a enunciar. Así veremos su
intento de conciliar la postura generativa (formalista) con la
postura pragmática (netamente funcional).
Leech asigna a la generativa la centralidad formal;
pero dice que no puede explicar el fenómeno del lenguaje si
no es a partir del complemento de lo que él llamaría as
explicaciones funcionales.
¿Cuáles son los postulados que el paradigma
pragmática de Leech sostiene? El primero de ellos es el
siguiente:
1. La representación semántica de una oración es diferente
de su interpretación pragmática.
¿Qué implica esto? Algo que hemos venido viendo.
Cuando se piensa en representación semántica se piensa
siempre en términos del contenido proposicional del
enunciado. El contenido semántico es ese contenido que se
puede reducir a las expresiones referenciales y a aquello
que se puede predicar de los complementos referenciales. Y
esto es diferente del modo en que ese contenido semántico
es utilizado en situaciones particulares de uso.
De algún modo, la representación semántica estaría
ligada a la oración, tal como lo postulaba Katz. Se trata de
la oración aislada de cualquier tipo de clave de
contextualización.
La pragmática trabaja siempre con el concepto de
interpretación. Ello se debe a que el lenguaje se interpreta
en función de cómo se lo utiliza en una determinada
situación. No hay una interpretación libre en sentido
absoluto.
En algún punto, lo que la pragmática viene a mostrar
es que siempre la interpretación está condicionada. No
existe la idea de una interpretación absolutamente libre.
Porque uno interpreta dentro de los límites de un contexto.
Y eso pasa con cualquier tipo de interpretación.
Cuando ustedes tienen que interpretar cómo un texto
funciona en determinada circunstancia, necesariamente se
tienen que restringir a un determinado contexto; y ver,
dentro de ese contexto, qué es lo que van a tomar y cómo
van a justificar esa interpretación por sobre otras.
Esto no significa, obviamente que, por pertenecer a un
mismo contexto, un mismo texto sea interpretado
exactamente igual. Lo queso es cierto, es que no se lo
puede interpretar de cualquier manera.
Siempre la interpretación opera a partir de un
conjunto de restricciones que no permiten sino orientar la
posible lectura de un texto en una dirección y no en otra.
La interpretación nunca es libre, sino que siempre tiene
distintos tipos de condicionamientos (personales,
institucionales, sociales, ideológicos, etc.)
Nunca se lee sino en un contexto. Y el contexto desde
el cual se lee es el que determina la interpretación de
aquello que se está leyendo.
La pragmática pone esto en el centro de reflexión. Así
como también focaliza el hecho de que el lenguaje
representa determinado conjunto de usos, que no tienen
nada que ver con la verdad. ¿Por qué el lenguaje se liga
con la verdad? Es un problema filosófico, o religioso, pero
no ling. A la ling, la verdad no le interesa.
La verdad, ¿es externa a los objetos? ¿O es creada por
los objetos? Cuando uno valora algo, ¿qué criterio utiliza
para realizar esa valoración? Allí se inscriben la tradición
lógica y la tradición pragmática. La tradición pragmática es
netamente interpretativa.
¿Por qué? En la lógica, sujeto y contexto son ideales;
no hay un sujeto que hable mediante proposiciones. Nadie
habla mediante oraciones. Es verdad que nosotros
manejamos un patrón estructural que se liga al concepto de
oración; pero la estructura del discurso cotidiano se
organiza a partir de interrupciones, de fragmentos, de
vacilaciones, etc. Y a pesar de eso nos entendemos y
podemos interpretar lo que estamos diciendo.
Porque, obviamente, subyace una estructura. No
estamos negándole a la lengua su principio de organización
estructural. Sin esa estructura, no hay lengua posible. Pero
esa estructura es una condición necesaria pero no
suficiente para poder interpretar cómo eso funciona dentro
de un contexto particular y de un contexto más general
como puede ser la sociedad.
De ahí que se vea el elemento formal como el
elemento fuertemente estructural, y el elemento
interpretativo como el elemento interaccional que, en
última instancia, es el que permite asignar sentido a las
interacciones que uno lleva a cabo en su vida cotidiana.
Ahora bien, la interpretación no es solamente un
proceso de codificación y descodificación de señales. Esto
es condición necesaria pero no suficiente para entender
cómo nos comunicamos.
La comunicación humana no se reduce simplemente a
la comunicacón mediante banderitas o a la comunicación
por fax, sino que tiene algunos agregados que la hacen
particular y diferente respecto de otros tipos de
comunicación. Se comunican las abejas, se comunican los
delfines, pero no lo hacen del modo en que lo hacen los
seres humanos. Y aquí la pragmática va a marcar un
concepto fundamental: la intencionalidad. Eso no está en
las abejas ni en los delfines.

2. Segundo postulado de Leech: La semántica está


gobernada por reglas (=sistema de reglas); la pragmática,
por principios (=retórica).
El de Leech es un modelo anterior al de Chomsky en
Principios y Parámetros, en cuanto a su formulación
explícita. Pero, en algún punto, él está pensando en las
reglas de la gramática; en las reglas chomskianas tal como
se proponen en el año 65.
Actualizando y explicando este principio de Leech, se
puede decir que la semántica está gobernada por principios
y parámetros; mientras que la pragmática estaría
gobernada fundamentalmente por estrategias, y esto es lo
que se ligaría con la retórica.
En términos de lo que sería la estructura, tenemos los
principios parametrizados. Hasta allí el modelo chomskiano.
Ahora bien, ¿qué es lo que nos propondríamos desde el
punto de vista pragmático? ¿qué nos provee la gramática?
Nos provee recursos, nos provee formas. ¿Qué es lo que
hace el hablante con esas formas? Las combina, no de
cualquier manera sino en función de las necesidades
conversacionales que tiene, de lo que quiere lograr. A esa
combinatoria, en principio, podríamos llamarla estratégica,
es una combinatoria de formas que obedecen a un plan
textual. De alguna manera el hablante dispone –ya no
como hablante-oyente ideal sino como sujeto concreto en
una determinada sociedad- de recursos que, combinados
de una determinada manera, le permiten llevar a cabo
interacciones y cumplir determinado tipo de metas
conversacionales.
De ahí podemos tomar un fenómeno que podríamos
explicitar de la siguiente manera. En gral. Las gramáticas
de las lenguas particulares suelen hablar de lo que para el
español denominamos construcciones impersonales. Se
trata de construcciones que no determinan quién es el
sujeto, o no admiten la partición sujeto-predicado. Al
respecto hay distintas definiciones.
La pregunta es la siguiente: la impersonalidad, ¿es
una característica estructural de las lenguas (en este caso
el español)?, ¿o es un efecto que se logra por medio de un
recurso con una determinada meta conversacional? La
opción nos lleva obviamente a la segunda posibilidad. ¿Por
qué? En realidad, hablar de impersonalidad lleva a entrar
en una contradicción. Las lenguas flexivas tienen como
marca la persona, no existe una no persona; salvo que
consideremos que la tercera es una no persona, pero en
términos de su marca, es una persona.
Utilizando determinadas formas, yo puedo borrar la
persona de manera directa, logrando así un determinado
efecto. Es como cuando la madre le pregunta al chico:
[¿qué pasó con este vaso?], y el chico responde: [Se
rompió]. Es como el nombre de esa milonga que Francisco
Canaro le escribió a Tita Merello: “Se dice de mí”.
Evidentemente, en estas formas [Se dice], [Se rompió], se
está haciendo uso de un recurso que, dentro de una
estrategia, sirve en términos de una meta conversacional;
un efecto que se quiere lograr.
Uno se podría preguntar: la gramática, ¿qué provee?,
provee recursos. Si la gramática es un modelo de recursos,
la pragmática es un modelo de estrategias. ¿Y que es la
retórica? Un conjunto de estrategias que describen cómo
llevar a cabo una interacción comunicativa a partir de las
diferentes metas conversacionales que uno puede tener.
En algún punto lo que los seres humanos hacemos es
interactuar por medio de la posibilidad de llevar acabo
estrategias. Lo que no implica que necesariamente uno sea
consciente de esto en todos los casos. Por ej. Fragmentos
de un discurso amoroso de Barthes, es prácticamente un
manual de estrategias. Estrategias de quien enamora y
estrategias de quien es enamorado. Ahí está el lenguaje
actuando.
El lenguaje es una producción pragmática. El hablante
hace uso del lenguaje tomando las formas del lenguaje y
combinándolas en función de sus necesidades. Estas
necesidades se plasman a partir de estrategias. En última
instancia, lo que intercambiamos son estrategias.
Un modelo interaccional es siempre estratégico. Una
diferencia importante: la gramática tiene reglas, la
pragmática tiene estrategias. Las reglas de la gramática
permiten su combinatoria en términos estratégicos. Cuando
se combinan los recursos de la gramática, se está usando el
lenguaje. La gramática describe una idealidad; la
pragmática nos muestra cómo esa idealidad nos sirve para
interactuar socialmente.
3) Las reglas de la gramática son convencionales; los
principios son no convencionales, es decir, están motivados
en términos de metas conversacionales.
Es más o menos lo que se acaba de explicar. Las
reglas de la gramática tienen un grado de
convencionalización. Son reglas fijas, no las podemos
cambiar. Se trata del código que nos sirve para interactuar.
Ahora bien, ¿qué uso hacemos nosotros del código? ¿Qué
es lo que nosotros seleccionamos?
Aquí funciona muy bien la idea que tiene Halliday del
sistema de opciones. El sistema es el conjunto de opciones
disponibles. La pragmática trabaja con las opciones
realizadas. Por qué el hablante eligió [se dice de mí] y no
[ellos dicen de mí]. En general uno tiende a pensar que lo
eligió por algo. Y esto es lo que permite ser interpretado en
términos conversacionales. Ahí estaríamos trabajando
pragmáticamente.
4. La pragmática general relaciona el significado
gramatical de una emisión con su fuerza pragmática (o
ilocucionaria). Esta relación puede ser directa o indirecta.
Lo que acá se está proponiendo se relaciona con la
teoría de los actos de habla. Lo que se llama “fuerza” da
cuenta de esa dimensión del hacer en los enunciados. Un
enunciado no implica meramente decir sino que también
implica hacer. A esa dimensión del hacer, Leech la llama
fuerza ilocucionaria (como Austin y Searle). ¿Qué es lo que
traduce esa fuerza? Las gramáticas escolares hablaban de
algo tan simple como son las actitudes del hablante.
Ahí está la base de la fuerza ilocucionaria: porque yo
pregunto, yo ordeno, yo afirmo. Es lo primero que un chico
de tres o cuatro años distingue perfectamente, sin haber
leído a Austin… Ahí funciona perfectamente la idea del uso
del lenguaje a partir de una teoría de la acción. Esa relación
puede ser directa o indirecta, ya que uno puede decir
[Decime la hora] o [Por favor,¿me podrías decir la hora?].
5). Las explicaciones gramaticales son primariamente
formales; las pragmáticas, funcionales.
Es lo que venimos diciendo. Leech reconoce que la
gramática tiene un principio básicamente formalista. La
gramática es un sistema de formas, mientras que la
pragmática es un sistema de significados.
Pero, para Leech, estos órdenes son complementarios.
La explicación formal tiene que complementarse con la
explicación funcional. La forma no vale como forma aislada,
sino a partir del tipo de función que cumple en una
determinada interacción.
6). La gramática es ideal; la pragmática es
interpersonal y textual.
Desde el punto de vista ling. que maneja Halliday, la
gramática plantearía un sistema de opciones posibles.
Ahora bien, desde un punto de vista pragmático, ese
sistema de opciones posibles deviene un texto. De ahí que
la pragmática sea textual. Y ese texto sirve para
interactuar, de ahí que la pragmática sea también
interpersonal. Como hablantes de una determinada lengua,
en una determinada comunidad, nosotros producimos
textos; que son unidades que nos sirven para
comunicarnos.
Lo importante es entender que la unidad pragmática
nunca pueden ser ni la oración ni la proposición, entendidas
como separadas o entendidas como complementarias,
siempre están pensando n un sujeto ideal y en un contexto
ideal, y no en términos de uso.
7). La gramática se describe en términos de
categorías discretas; la pragmática, en términos de valores
continuos o indeterminados.
Es el último de los postulados de Leech. La forma
siempre puede ser pensada discretamente, es decir, se
puede oponer una forma “a” a una forma “b” (un fonema a
otro, un morfema a otro, una oración a otra). Esto es la
discrecionalidad.
Ahora bien, no puedo oponer una interpretación a
otra. Las interpretaciones pueden ser graduales; yo puedo
interpretar determinados aspectos y no otros. Puedo
focalizar ciertos aspectos; reconocer determinado tipo de
inscripción contextual y no otra. Pero no se puede oponer
una interpretación “a” a una “b”. Las interpretaciones, en
algún punto, se consideran como grados de un mismo
fenómeno. De allí que uno tiene que validar una
interpretación en función de los parámetros que propone.
La interpretación se valida en función del contexto en el
que se inscribe. Depende de los dos elementos que
caracterizan a la pragmática: el sujeto y el contexto. Sin
sujeto y sin contexto no hay interpretación posible. ¿Por
qué? Porque no hay texto ni interacción y sin ellos no hay
posibilidad de interpretar nada.
Es importante volver a destacar que Leech no postula
una oposición entre forma y función, sino un grado de
complemento entre gramática formal y pragmática
interpersonal. La primera provee la idealidad, la segunda
las condiciones de uso. Pero ambas so necesarias, y
ninguna de las dos puede actuar independientemente de la
otra.
Leech presenta tres esquemas que claramente definen
su posición y, por extensión, la de Levinson:
- el semanticismo,
- el complementarismo,
- el pragmaticismo.
¿Cómo se relacionan semántica y pragmática? En algún
punto, ambas posturas son absolutamente necesarias. No
se prefiere una a la otra, sino que ambas son
complementarias. Leech ligará la semántica a una idealidad
descontextualizada. Mientras que la pragmática se liga con
una interacción contextualizada. En la semántica tenemos
la idea del hablante-oyente ideal que Chomsky postulaba.
Mientras que en la pragmática tenemos la idea de un sujeto
que podemos llamar textual. En términos de Leech, estas
dos posturas son complementarias, y dependen
mutuamente.

Otra postura acerca de qué es la pragmática. Acá


ya no tomamos la pragmática como un nivel, un
componente o una relación; sino que la vamos a considerar
como una perspectiva. Esto significa que vamos a enfocar
la pragmática, más que como un componente, un nivel de
análisis o una disciplina, como un punto de vista que se
adopta para dar cuenta del lenguaje. Así como se puede
adoptar un punto de vista formal, también se puede
adoptar un punto de vista pragmático que va a poder
operar sobre los niveles tradicionales de análisis: fonología,
morfología, sintaxis, semántica. Va a poder operar sobre
los niveles interdisciplinarios: la socioling., la psicoling., la
antropología ling. Lo que va a importar es que el
investigador piense cualquier fenómeno del lenguaje
tomando como eje el uso que se hace de ese fenómeno en
las distintas situaciones en las que aparece.
Esto implica enfatizar que la pragmática está más allá
de los distintos niveles, es una perspectiva que uno adopta
para dar cuenta del lenguaje. Se asimilaría a la idea de una
perspectiva funcional; de hecho, la perspectiva pragmática
es una perspectiva funcional.
Uno puede tomar el lenguaje desde una perspectiva
formal y desde una perspectiva pragmática. Formalmente,
uno puede explicar determinados fenómenos. Uno tal vez
pueda explicar formalmente, inclusive, fenómenos de uso.
Lo importante es que aquí tomaremos al uso como
categoría rectora que nos permite analizar cualquier
fenómeno ling. Nos estamos refiriendo a la posición de
Verschueren en su libro Para entender la pragmática.

Perspectiva pragmática de Verschueren

Hay algunas definiciones autónomas de pragmática


que postulan la idea de un punto de vista.
En el 74 Weiser señala:
“Embarcarse en la empresa de llevar a cabo una teoría ling.
Sobre el estudio de la pragmática no implica simplemente
ampliar nuestra área de investigación, sino, por el
contrario, adoptar un punto de vista diferente con respecto
al lenguaje”.

Esto es: la pragmática no es simplemente un nivel


más que se agrega a la ling.; sino que implica adoptar una
perspectiva. Entender que el lenguaje tiene que ser
descripto, explicado e interpretado a partir de su uso. No se
puede deslindar el uso para ningún aspecto que involucre el
lenguaje. Cuando Verschueren define a la pragmática dirá
que es:

“Una perspectiva funcional general sobre cualquier aspecto


del lenguaje que tome en consideración la completa
complejidad de su funcionamiento cognitivo, social y
cultural (es decir, significativo en las vidas de los seres
humanos)”.
Sin duda, la perspectiva es amplísima. Pero lo que
interesa es lo siguiente: en primer lugar, entender que es
una perspectiva funcional, no es autónoma. Está en función
del uso, un uso contextualmente dependiente. En segundo
lugar, que involucra cualquier aspecto del lenguaje.
Esto quiere decir que no hay aspectos más
pragmáticos y aspectos menos pragmáticos. Cuando uno
hace un estudio fonológico, morfológico, sintáctico, la
motivación que gobierna esos estudios tiene que estar
regida por las condiciones de uso. Pero pensando el uso no
como una condición ideal, sino como una condición que el
lenguaje cumple a partir de su inscripción en una situación
comunicativa concreta. El uso no se postula como una
categoría ideal.
Así, si hacemos un estudio morfológico, cuando uno
toma, por ejemplo, lo que tradicionalmente se llamaba
“familia de palabras”: casa, casita, casucha. Tendríamos
una forma básica (casa), una forma en diminutivo (casita),
una forma despectiva (casucha). Este morfema –ucha
tiene, desde el punto de vista pragmático, una cantidad de
elementos que nos permiten manejar evaluaciones ligadas
al tipo de comportamiento social que tiene quien dice eso
en un determinado contexto. ¿Por qué decimos que es una
forma despectiva? Porque se usa como despectivo. Ese uso
despectivo está inscripto en la morfología, pero la
interpretación que yo hago es pragmática.
Un ejemplo concreto de lo que sería la perspectiva
pragmática son las representaciones que se dan en los
diccionarios. El diccionario toma el uso, no evalúa si está
bien o está mal determinada interpretación, ya que no es
un tratado de ética o de moral. Si una expresión es usada,
vale por eso. Justamente, una perspectiva pragmática
piensa en la lengua a partir de sus condiciones de uso.
Un diccionario es el mejor ejemplo de la
representación de lo que es una política ling., qué excluye,
qué incluye, cómo lo incluye. En general, los buenos
diccionarios son como el viejo diccionario de autoridades
(aquel en el cual cada acepción de cada palabra tiene su
fuente documentada).
Vemos, por último, cuáles son las tres características
que tiene la perspectiva pragmática: la variabilidad, la
negociabilidad, la adaptabilidad. Estas tres nociones parten
de un principio que ya está presente en Halliday: que el
hablante permanentemente está llevando a cabo distintos
tipos de opciones. Y aquí se puede relacionar el elemento
central de una perspectiva funcional con el elemento
sociloling. y con el elemento cognitivo.

La variabilidad  es la determinación del alcance de


las opciones posibles en cada uno de los niveles de la
estructura ling. En cada uno de los niveles, tenemos
opciones. El usuario maneja distintas opciones posibles. La
variabilidad tiene que ver con el hecho de que las lenguas
son inherentemente variables. Sin duda, éste es un
principio que sostiene todo el funcionalismo ling. Este
alcance no debe considerarse en forma estática sino, por el
contrario, en forma dinámica. En la variabilidad tenemos
opciones posibles (gramática) (sistema).

La negociabilidad implica que las elecciones no se


llevan a cabo mecánicamente o de acuerdo con ciertas
reglas o relaciones formales-funcionales fijas, sino sobre la
base de principios y estrategias generales y flexibles.
Cuando uno elige, no elige porque sí, sino que elige en
función del tipo de intercambio del que forma parte. En la
negociabilidad tenemos combinación de opciones realizadas
(pragmática) (discurso).

La adaptabilidad  está referida al modo en que ese


intercambio del que forma parte determina el tipo de
elecciones que el hablante lleva a cabo. Se adapta el
conjunto de opciones combinadas en forma estratégica
para el tipo de situación en la que toca interactuar. En la
adaptabilidad tenemos las restricciones contextuales
(contexto socio-cultural) (género). Los intercambios tienen
que estar adaptados al tipo de situación en la que uno está
inscripto. Por estar en una situación, uno habla
automáticamente de esa manera. La situación uno la crea a
partir de cómo habla y de los elementos que a situación
provee. Obviamente, hay determinado tipo de situaciones
que son más formales o menos formales que otras. Pero el
proceso de la relación que podríamos llamar discurso-
género es un proceso de permanente ida y vuelta.

Estos son los tres elementos básicos que caracterizan


una perspectiva pragmática. La variabilidad se puede ligar
perfectamente con la gramática (sistema ling.); la
negociabilidad se puede ligar con la interacción (los
discursos), y la adaptabilidad con el contexto en el que la
interacción se lleva a cabo (interaccioes a partir de las
situaciones o lo que más propiamente llamamos los
géneros).

Variabilidad opciones disponibles - gramática


(sistema)
Negociabilidad combinación de opciones realizadas - pragmática
(discurso)
Adaptabilidad restricciones contextuales -contexto socio-cultural
(género)

Sistema, discurso y género se presuponen


mutuamente. Yo tengo la posibilidad de decir [Vamos a
comer] o tengo la posibilidad de decir [Vamo´a comer].
La /-s/ tiene una serie de características particulares: la
caída, el énfasis, etc., permiten realizar opciones. Según V.
las opciones se dan en todos los niveles de la estructura
ling. A nivel fonético o fonológico, se podría tener, por
ejemplo, la elisión o el cambio de determinado sonido
(comisaría-comisería, farmacia-fermacia). A nivel
morfológico: se trata de variantes que tienen marcas
dialectales fuertes, por ej., los españoles dicen [Las
aportaciones hechas por…], nosotros decimos [Los
aportes]. Otro ejemplo: nosotros decimos [la recolección
de datos], los españoles dicen [La recogida de datos]. En la
sintaxis, por ejemplo, en el español rioplatense decimos
[¿Qué decís vos?], y en el español caribeño, cubano, se
escucha [¿Qué tú dices?], en Uruguay [¿Qué decís tú?].
Esta idea de las opciones la pueden ver a partir del
choque que se produce entre lo que es la figura tonal y lo
que es la forma. Esto se ve claramente en las telenovelas.
Así lo que suena extraño cuando se escucha a los actores
argentinos hablando de tú es la figura tonal. Por ej., en la
película “La ciénaga” la directora tiene la habilidad de que a
única que no habla con la tonalidad esperable es Graciela
Borges (a quien le cuesta horrores no hablar como G.
Borges).En cine, los personajes se definen
fundamentalmente por la manera de hablar. Esto está en
las convenciones teatrales; desde la tragedia y la comedia
griegas, cada personaje se identifica por el registro o por la
variedad que se usa. Por ejemplo, en el teatro del Siglo de
Oro, se “inventa” una lengua (el sayagués) para que la
hablen los pastores y así se diferencien de lo que serían los
nobles y los burgueses.
Hay un conjunto de convenciones que podemos ver en
un fenómeno que se produce en la Argentina, el sainete. El
sainete es esa multiplicidad de registros ling. en los que se
van mezclando las lenguas de las distintas corrientes
inmigratorias llegadas a la Argentina. Ahí se ve el sistema
de opciones disponibles.
Los grandes actores crean la verosimilitud de un
personaje apropiándose de un registro. Por ej., Niní
Marshall, con el personaje de Catita. A ese personaje lo
crea escuchando a la gente. Ahí están las variedades que
una acriz puede registrar para crear un personaje.

El sistema me permite, a partir de las opciones


disponibles, combinarlas en forma de estrategias, en
función del tipo de situación de la que voy a formar parte.
Esto sería, en última instancia, adoptar una perspectiva
pragmática e relación con el estudio del lenguaje.
El sistema ling. es equiparable a sistema de opciones;
el discurso es equiparable a la producción de una unidad
del lenguaje en uso en contexto; el género es equiparable a
las matrices que restringen as opciones elegidas. Uno habla
de acuerdo al tipo de situación en la que está involucrado.
Obviamente, esto siempre es gradual. Nunca es
discreto. No es que uno no pueda decir determinadas
cosas. Se las puede decir. El problema es el tipo de sanción
social que se va a tener. Pero, básicamente, uno puede
decir lo que quiera.

Cuando se piensa en un punto de vista funcional,


desde la perspectiva pragmática, estamos considerando no
sólo el funcionamiento del lenguaje desde un punto de vista
social sino también cognitivo. Y esto es interesante porque
marca una tendencia que en la actualidad se da de manera
cada vez más importante en la ling. que se está haciendo
hoy. En algún punto, tenemos allí la confluencia, e muchos
aspectos, de formalismos y funcionalismos. En este
momento, las tendencias operan en una tensión en la que
los aspectos cognitivos y los socio-culturales no están
enfatizados de tal modo que no se puedan relacionar unos
con los otros. Esto es importante. Y en la caracterización de
Verschueren hay una perspectiva funcional general sobre
cualquier aspecto del lenguaje que toma en consideración
la complejidad de su funcionamiento cognitivo, social y
cultural.
Si uno tuviera que decir cómo tenemos que entender
el fenómeno cognitivo desde el punto de vista pragmático,
un pasaje cada vez más efectivo es el de considerar a la
cognición no como un fenómeno individual sino como un
fenómeno social.
Hablamos aquí de representaciones cognitivas que, si
bien tienen el elemento representacional dado
cognitivamente por lo que Chomsky llamaría la facultad del
lenguaje, esa representación tiene un grado de
dependencia socio-cultural; ya que no todos representamos
lo mismo de la misma manera. Porque en algún punto
estamos condicionados por el tipo de cultura y de sociedad
en la que estamos inscriptos.

Vamos a entrar luego a los aportes realizados por los


filósofos del lenguaje común. Con esto nos movemos del
punto de vista tradicional en donde el lenguaje aparecía
anclado en relación con el significado. Este punto de vista
tradicional es lo que podríamos llamar el punto de vista
lógico o semántico.
¿Qué se quiere decir con esto? Cuando pensamos en la
interpretación semántica, pensamos siempre en una
interpretación de neto corte proposicional. Esto es: la
lógica, la semántica ling., siempre ha trabajado un
concepto de significado que está ligado fuertemente a la
tradición proposicional (que es la tradición lógica). El
significado de la proposición es el significado de la oración.
Tanto la proposición con su estatus semántico como la
oración con su estatus gramatical son dos abstracciones.
No están representando al usuario del lenguaje, sino que
están representando un uso ideal del lenguaje; ya a través
de una construcción formal, ya a través de una
construcción lógica.
Cuando analizamos un lenguaje lógico nos movemos
en un ámbito de idealidad. No es un lenguaje tal como
funciona en las lenguas naturales. Es una abstracción de las
lenguas naturales, que deja de lado lo que podrían ser las
imperfecciones, ambigüedades, rupturas. La idea de que las
lenguas son elementos ligados a una organización
transparente del pensamiento es una visión racionalista.
Pero, desde el punto de vista del uso, los hablantes no
somos claros. En general los hablantes somos oscuros,
porque el instrumento que usamos no es absolutamente
claro. Es ambigüo, permite múltiples interpretaciones. Es
un elemento que permanentemente estamos aclarando, a
partir de lo que decimos, lo que queremos decir.
Lo que hacen las lógicas es crear, a partir de
metalenguajes, sistemas que tratan de reproducir
parcialmente lo que es una lengua natural. Ahora bien; son
siempre lenguas artificiales. Esa distancia que hay entre lo
natural y lo artificial es lo que separaría a la semántica de
la pragmática.
Y hay distintos modelos semánticos, porque no
solamente tenemos la lógica proposicional. Hay lógicas que
incluyen la modalidad, y con esto los “mundos posibles”. En
un “mundo posible”, uno puede establecer sus propias
coordenadas, las cuales obedecerán a los límites de ese
marco particular.

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