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Esta interrelación llevada a cabo en el ámbito de salud incorpora acciones políticas que
dirigen la integración de la diversidad biológica, cultural y social del individuo en el
proceso salud-enfermedad. Es descrita como un conjunto de acciones que obliga a los
trabajadores de salud a relacionar su conocimiento, su forma de actuar, sus características
socioeconómicas, étnicas, con las características del usurario con el fin de facilitar la
relación medico-paciente, debe entenderse que interculturalidad no es solo el hecho de
comprender y aceptar a la persona si no que implica aprender de ella, dando como
resultado un enriquecimiento por ambas partes sin cambiar la forma de ser del otro.
- Atención integral por los responsables de cada comunidad o sector: Esta se enfoca en
una atención orientada hacia las personas como una unidad, con sus diferentes áreas de
desarrollo, entre ellas podemos mencionar: físico, mental y social, y no sólo a las molestias
o enfermedades. Orientando la atención básica al niño, mujer, gestante, recién nacido,
adolescente, adulto, y el saneamiento ambiental.
Las personas recurren a lo que les parece familiar o con lo que se identifican. Hay que
conocer el entorno de una persona para entender su forma de actuar. En el caso del
manejo de enfermedades infecciosas, hay personas que al sentirse mal, tratan de aliviar
su molestia con lo que tienen a la mano y esto implica muchas veces, el realizar prácticas o
remedios caseros. Si esto no les funciona, ya piensan en buscar a alguien más que pueda
ayudarles. Al tomar en cuenta los aspectos sociales y culturales que son parte del entorno
de las personas, se puede deducir a quién acudirán y qué clase de atención podrían
recibir.
Los aspectos socio-económicos y culturales son una pieza fundamental para determinar
las variaciones de salud entre grupos y sociedades. Las desigualdades de salud no se
producen al azar ya que son producto de factores sociales y culturales que han marcado a
los grupos a lo largo de su historia. Otro aspecto a resaltar son las inequidades en salud
que representan las desigualdades que son inequitativas e injustas ya que son socialmente
producidas y por lo tanto modificables.
En las comunidades donde estas diferencias son abismales se observa una prevalencia
elevada en las llamadas patologías de la pobreza, entre las que destacan principalmente
las enfermedades contagiosas. Para poder cambiar este desalentador panorama el equipo
de salud debe actuar lo antes posible, esta es la esencia de la atención primaria de la
salud, la prevención pasa entonces por contrarrestar los efectos adversos que los factores
de riesgo prevalentes ejercen sobre la población. Cuando se tiene la enfermedad y se
propone el tratamiento, se esta ofreciendo la alimentación adecuada y la continuación de
la atención, la ayuda no solo de educadores de la salud, sino también la acción
comunitaria mejorándoles las condiciones de vivienda, la provisión de agua potable etc. Es
imperioso concientizar a estos grupos que tienen derecho a una buena salud, a exigir la
atención como un derecho de individuo.
No se debe olvidar que cada cultura posee una concepción diferente acerca del entorno
de la vida y posee sus propios sistemas para contrarrestar la enfermedad. Por ello es
necesario desarrollar una construcción de una legítima epidemiología socio-cultural que
englobe tanto a las enfermedades recogidas por el sistema de salud como a las llamadas
“tradicionales”. El estado de salud debe establecer una estrecha relación con las
características biológicas y sociales del individuo, estructura económica y política,
trasfondo cultural y roles sociales, como también con los procesos demográficos que
deben tenerse en cuenta a fin de poder prevenir tendencias a largo plazo del proceso de
salud y enfermedad.
Se combina y complementa la
atención terapéutica propiamente
dicha con rituales que comprenden
oraciones, quema de copal, entre
otras actividades religiosas.