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Páramo, Pablo. Sociolugares.

(Bogotá: Universidad Piloto de Colombia, 2011)


PP. 145.
16. 2. Los lugares y los Sociolugares.
LUGAR
17. El concepto de lugar como unidad de análisis sociofísica y no únicamente
espacial.
18. “Por “lugar” se entiende el sitio localizado geográficamente en el ambiente
construido en relación con los significados adquiridos, debido a las prácticas
que allí ocurren, las reglas que la regulan y cómo se negocian las interacciones
personales y la forma de acceder a dichos lugares (Merril, Snow, y White,
2005, Páramo 2007). El lugar, entonces, es construido arquitectónica, social y
psicológicamente; denota unas transacciones con el ambiente físico que nos
rodea, al igual que una creación cultural que dota de significado el ambiente en
que nos movemos. […]”
SOCIALIZACIÓN
20. “Mediante el proceso de socialización llega el individuo a ser miembro de la
sociedad, dotado de las conductas comunes, propias de su sociedad particular.
El individuo se adapta al grupo aprendiendo las conductas que llevan a la
aprobación por parte del mismo. Aunque el término socialización se usa
generalmente en relación con el desarrollo del niño, se trata de un proceso
general y es aplicable a los adultos de cualquier edad cuando se vinculan a
nuevos grupos u organizaciones. La socialización, entones, se lleva a cabo
toda la vida, especialmente en las fases de transición tales como la entrada en
la escuela, el ingreso al trabajo, el matrimonio o la migración a otro país [o
ciudad]. El objetivo de la socialización es llevar al individuo a ajustarse dentro
de una sociedad y los grupos a los que pertenece si quiere ser aceptado como
miembro del grupo social. El análisis de las influencias culturales ha mostrado
que la sociedad es una base fundamental de la conducta social.”
23-24 “Si bien es cierto que las relaciones sociales se han estudiado en los
contextos de la vivienda, los hospitales, la escuela y en los lugares de trabajo,
en menor medida se ha investigado la socialización en los espacios públicos y
en aquellos que siendo privados tienen una vocación colectiva y cumplen una
función socializadora. Aunque la temática sobre el espacio público ha llamado
la atención de planeadores, políticos y del público en general, los estudios
sociales sobre la vida social en el espacio público, es de desarrollo
relativamente reciente. En los Estados Unidos se han destacado los trabajos de
Erving Goffman, Jane Jacobs, Bernard Rudofsky y Lyn Lofland evidenciando
las formas de relación que se dan en los distintos escenarios de la vida pública
en la que predominan predominantemente [sic] extraños. En nuestro medio, el
estudio de la dimensión social del espacio público es aún más reciente
(Saldarriaga, 2000, Pérgolis, 2000, Silva, 2004, Yory, 2007, Páramo y Cuervo,
2006, Páramo, 2007 Páramo y Cuervo, 2009). Con menos frecuencia se han
iniciado estudios que se encuentran en la interfase entre el lugar de vivienda y
el de trabajo. Ray Oldenburg emprendió la tarea de demostrar que una parte
esencial de la verdadera calidad de vida de las ciudades modernas, es la
posibilidad de contar con lugares comunitarios, libres o también gratuitos, a los
que llamó: “Tercer Lugar”, donde la gente puede reunirse, conversar, compartir
y establecer nuevas relaciones no guiadas por el interés o por la obligación. El
bar, el café, el pub, la calle principal, el parque, la cervecería, etc., son sitios
que mejoran significativamente la vida comunitaria y las relaciones entre las
personas que habitan un mismo vecindario. Las virtudes que para la salud
mental y psicológica tiene poder acceder a un tercer sitio, han quedado
ampliamente demostradas por el trabajo de Oldenburg (1999). Al mismo
tiempo, como señala este autor, estos lugares son esenciales para el
fundamento último de la democracia y sirven para promover la igualdad
mediante la no discriminación. Incluso, promueven la libre asociación de las
personas y dan un fundamento básico a la acción política, como veremos más
adelante.
24 La idea de tercer lugar para este tipo de escenarios viene de que el primero
es el hogar, la familia, y el segundo es el trabajo. Para Oldenburg cabe dentro
de esta definición el espacio público (la calle principal, el parque o la plaza),
pero dada su gradual desaparición como lugar de encuentro y de socialización
(en los parques vemos gente sola caminando, meditando o haciendo ejercicio),
restringiremos nuestras observaciones y análisis a aquellos lugares que, siendo
privados, prestan una función socializadora, a los que denominaré de ahora en
adelante “sociolugares”. Su carácter está determinado por una clientela regular
y por un ambiente de diversión, lo cual contrasta con el envolvimiento más
serio que tiene la gente en otras esferas. Aunque radicalmente inapropiado
para una casa, el sociolugar es notoriamente similar a una casa en cuanto al
confort psicológico y condiciones que ofrece. Este tipo de lugares se han
venido convirtiendo en el corazón de la vitalidad social de la comunidad en los
centros urbanos. En la ausencia de la vida pública en el espacio público como
consecuencia de la vida agitada de los tiempos modernos, el advenimiento del
automóvil, la inseguridad, han desaparecido muchas prácticas culturales que
estaban situadas en el espacio público como la religiosidad, la socialización, el
entretenimiento y el comercio. […] El sociolugar aparece entonces como un
refugio en el que las personas buscan socializar, aunque mediados estos
procesos por el consumo y por consiguiente limitando las posibilidades para
quienes por su nivel de ingresos no pueden acceder a este tipo de lugares.
24. Antes de la era industrial no existía una clara distinción entre el lugar de
vivienda y el del trabajo; la industrialización los separó dando lugar a la división
entre lo público y lo privado. Si bien los sociolugares existían antes de esta
separación, a partir de la diferenciación entre el lugar de vivienda y el trabajo se
hicieron más necesarios.
25. […] Oldenburg sugiere que los jardines, calles, bares, cafeterías, cafés,
oficinas de correo, y otros terceros lugares como son denominados por él, son
el corazón de una vitalidad social de la comunidad y el soporte de una
democracia en funcionamiento. Promueven la igualdad social por la nivelación
de la situación de los clientes, proporcionan una base para la política, crean
hábitos de asociación pública y ofrecen apoyo psicológico a las personas y a
las comunidades.
123. Una de las causas por las cuales la gente recurre a los sociolugares y no
al espacio público en sí es por seguridad [otra es por aceptación].
125. El autor muestra la desintegración social que conlleva la privatización de
los espacios de socialización.
137. Pareciera que al Estado no le conviniera que la gente se reuniera; los
planeadores urbanos han mostrado desidia frente a la necesidad de la gente
por socializar; han delegado esta responsabilidad al sector privado.
138-139. Una ciudad bien gestionada debe contemplar el balance entre la vida
doméstica, el trabajo y la posibilidad para socializar y divertirse, cada una
contextualizada dentro de lugares que, aunque físicamente sean distintos,
estén integrados en su manejo y conexiones espaciales. Otro balance que
debe buscarse es entre los sociolugares y los espacios públicos con miras a
recuperar su función socializadora. Será necesario estudiar y considerar para
efectos de la planeación y gestión de los sociolugares la interconexión que
existe entre ellos y los espacios públicos; por ejemplo, la relación entre un
centro universitario, los bares y discotecas y su impacto sobre el espacio
público. En palabras de Bronfenbrenner (1979) los mesosistemas. […] Una
opción para lograr este balance se conseguiría combinando sociolugares
privados con el espacio público en las calles permitiendo que cafeterías o
restaurantes ocupen parte del espacio público en las épocas menos lluviosas
del año y cerrando las calles para los vehículos, dejándolas exclusivamente
para los peatones. El diseño de nuevos sociolugares crearía nuevas formas de
socialización al presentar espacios para distintas clases de encuentros. Las
recientes experiencias al poner televisores en sitios públicos a propósito de los
últimos mundiales de fútbol, son una clara prueba de las dinámicas sociales
que se crean al explorar nuevas posibilidades de encuentro social.
140. Se requiere entonces de una política que estimule la socialización en la
ciudad, que de incentivos a la presentación de propuestas innovadoras sobre
cómo vincular más a los individuos y hagan de la ciudad un lugar de encuentro.
Goffman, E. 1971. Relaciones en público. Madrid: Alianza editorial.
Jacobs,
Lofland. L.H. 1998. The public realm. Exploring the city’s quintessential social
territory. New York: Aldine de Gruyter.
Oldenburg, R. (1999). The Great Good Place: Cafés. Coffee shops, Bookstores,
Bars, Hair salons and other Hangouts at the heart of community. New York:
Marlowe.
Páramo, P. y Cuervo, M., 2006. Historia social situada en el espacio público de
Bogotá desde su fundación hasta el siglo XIX. Bogotá: Ediciones Universidad
Pedagógica Nacional.
Páramo, P. y Cuervo, M., 2009. La experiencia en el espacio público de Bogotá
durante el siglo XX. Bogotá: Ediciones Universidad Pedagógica Nacional.
Páramo, P. (2007) El significado de los lugares públicos para la gente de
Bogotá. Bogotá: Ediciones Universidad Pedagógica Nacional.
Pérgolis, 2000, trés plazas públicas de Cartagena de Indias. Colombia
Credencial Historia, número 97.
Rudofsky
Saldarriaga, A. 2000. Bogotá siglo XX. Urbanismo, arquitectura y vida urbana.
En: Colombia 2000. Bogotá: Departamento Administrativo de Planeación
Distrital, pp. 358-370.
Silva, A. 2004, Imaginarios urbanos: hacia el desarrollo de un urbanismo desde
los ciudadanos. Bogotá: CAB-UNAL.
Yory, C.M. 2007, Espacio público y formación de la ciudadanía. Bogotá:
Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

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