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Revista del Campo

EL MERCURIO
Lunes 30 de enero de 2006

Los nuevos pasos del agro peruano


Calladito, Perú en los últimos años vive una verdadera revolución agrícola.
Una suerte de remake de lo que hizo Chile un par de décadas atrás. Líderes
mundiales en producción de páprika, grandes actores en espárragos, donde
ya dejaron atrás a Chile y con un potencial climático notable para frutos
tropicales, uvas, cítricos y paltas, los peruanos se las traen.

Patricia Vildósola E. y Joaquín Riveros B.

Una década atrás, si alguien se tomaba la molestia de detener su auto en la carretera que va
del valle de Ica a Lima, veía un paisaje desolador.

Una carretera tirada a plomo en medio de dunas lunares rematada por el clásico espejismo en
el horizonte. Con suerte, cada tantos kilómetros, se podía encontrar las típicas motitas blancas
de una plantación de algodón o, en un escándalo de natura, un maíz amarillo carcomido por
gusanos.

Hoy el paisaje es otro. El blanco del algodón dio paso al verde grisáceo de espárragos y
alcachofas.

El amarillo del maíz fue borroneado por el rojo de los pimientos y el blanco de las dunas dio
paso a ese rosado casi dulce de las uvas Red Globe.

La nueva postal de Ica es una buena fotografía de la revolución agroexportadora que vive el
Perú en los últimos años.

Entre 1999 y 2004, el país duplicó sus exportaciones agroalimentarias, llegando a los US$
1.100 millones, un tercio de los envíos chilenos.

De tener una canasta exportadora que se agotaba en el café, el azúcar y el algodón, hoy suma
más de 400 nuevos productos, en una diversidad que va desde frutas tropicales como los
mangos hasta productos de nicho muy sofisticados como el café y los plátanos orgánicos, el
vino de la zona de Ocucaje o las alcachofas en conserva.

En espárragos, en 2005 exportaron US$ 260 millones FOB, dejando atrás a España,
quebrando al Estado de Washington y apurando a California, productores de fuste.

Lo mismo hicieron en alcachofas en conserva, donde sacaron de combate a España.

Pero ningún cultivo simboliza mejor la revolución del agro peruano como la páprika o pimiento
rojo, cuyas exportaciones para 2005 llegaron a US$ 94 millones FOB, con un incremento de
86% respecto al año anterior, dejando en el camino a Lesotho, España y Hungría, importantes
productores.

La explosión exportadora rápidamente se reflejó en el aumento de la superficie agrícola, que


pasó de 1,7 millones de hectáreas en 1993 a los 2,6 millones en 2005, según cifras del
Instituto de Estadísticas peruano.
En los últimos cinco años, las exportaciones agroalimentarias han crecido en promedio a dos
dígitos - las agroexportaciones aumentaron en un 80% entre 2000 y 2004- , lo que proyecta a
Perú como una incipiente potencia agroalimentaria que incluso podría amagar a Chile en
algunos productos donde cuenta con ventajas de clima, como en las uvas tempraneras.

Perú vive hoy lo que se podría llamar un remake agrícola de lo que un par de décadas atrás
hizo Chile con la fruta o el propio Perú a fines de los '60 cuando era un agro pujante a nivel
sudamericano.

Los barones del agro

Treinta y cinco años atrás, en el campo peruano gobernaban los barones del algodón, el café y
el arroz, grandes terratenientes en torno a cuyas propiedades se crearon los complejos
agroindustriales que exportaban algodón para telas, café y arroz, básicamente.

En medio de la pobreza campesina e indígena, los barones eran verdaderos señores feudales,
que con mano de hierro, generaron riqueza e hicieron del campo peruano un agro de
avanzada.

Cuando la tónica en América Latina eran las reformas agrarias, Perú se puso a la cola. En
1969, bajo el mandato del general Velasco, el Estado expropia y subdivide las tierras creando
cooperativas agrícolas, las que sin más política que las buenas intenciones, sucumbieron,
formando una burbuja agraria que con el tiempo reventaría. Sucesivas administraciones
pasaron por el palacio Pizarro sin hacerse cargo del tema.

Belaúnde en los '80 desarticuló las cooperativas agrícolas subdividiendo la tierra en


microexplotaciones de hasta 1/4 de hectárea, lo que determinó una atomización del suelo que
aún hoy día le pena a las políticas agrícolas peruanas que buscan economías de escala. Con
Alan García se generó una línea de asistencia crediticia con escasa orientación productiva para
finalmente desembocar en la administración Fujimori.

Las credenciales del "Chino" - ingeniero agrónomo de la Universidad de La Molina, la más


importante del área en Pérú- crearon la vana esperanza de que su administración se la jugaría
por el agro.

"En la década de Fujimori los peruanos creímos que se apooyaría al sector, pero no hubo un
concepto claro de política agraria, sino un asistencialismo que terminó por enterrar a los
productores. Además cerró el banco agrario", explica el periodista de la Revista Agro Valle,
Fausto Robles.

Ica, un oasis

Entonces, en 1992, en medio del desierto costero al sur de Lima, inversionistas extranjeros,
entre ellos españoles y chilenos, aprovechan las nuevas condiciones otorgadas a la iniciativa
externa. Hasta entonces, el sector agrícola estaba de facto vedado a grandes inversiones
externas, por una serie de disposiciones constitucionales que hacían muy engorroso apostar
por el agro.

La apertura a la inversión, sumado a las ventajas arancelarias que mercados como Estados
Unidos y Europa abrieron para fomentar la reconversión de cultivos destinados a la coca
dieron un nuevo impulso al sector. El espárrago fue el caballo de tiro del renacer peruano, que
rápidamente fue cubriendo el desierto de Ica y reemplazando otros cultivos tradicionales como
el maíz y el algodón. La uva de mesa, las paltas, los cítricos, poco a poco le fueron ganando
terreno al desierto costero y la mancha verde de Ica se fue expandiendo hacia el norte. Valles
como el de Ancash, Lima, La Libertad, Lambayeque, Piura y Tumbes, además de Moquegua y
Arequipa, le cambiaron la cara al desierto costero (ver infografía).

Arvejas chinas y dulces, ají jalapeño para conserva, cebolla amarilla, paltas, ajo, leche
evaporada, mangos, incrementaron la oferta. Pero, sobretodo los cultivos de ciclo corto, como
los ajíes o las alcachofas, reemplazaron a los cultivos tradicionales, lo que abre una gran
opción a la agroindustria.

Un invernadero natural

Factores naturales y humanos se han mezclado en este remake agrícola. La base, como no, la
da natura. La costa peruana, a diferencia de la chilena, tiene condiciones muy especiales para
cierto tipo de cultivos. Por estar dentro de la zona tropical del mundo es un invernadero
natural donde las temperaturas no son altas ni bajas. Con escasa influencia de la corriente de
Humboldt, la radiación solar es mucho más fuerte, lo que permite una intensa fotosíntesis y
energía para generar azúcar. Esto permite grandes rendimientos y calidad de los productos.

A eso se agrega la zona de Los Andes, con su selva interandina, que favorece la agroindustria.

"Debido a la temporada de lluvias nuestra sierra produce en contraestación con la costa.


Entonces si sembramos alcachofa en la sierra tenemos producto todo el año para la industria",
explica Robles.

Al estar cerca de la línea ecuatorial, el calor entra de norte a sur, lo que crea las condiciones
para producir primores, cultivos de comienzo de temporada para reemplazar los stocks en
baja del hemisferio norte.

Así, y aquí está una de las principales amenazas para Chile, los peruanos pueden sacar uva
antes que Copiapó.

"En uvas y paltas podemos salir antes que Chile y Sudáfrica. Se han hecho pruebas al norte de
Perú, con cosechas que han resultado muy buenas, o sea que podríamos sacar uvas en
agosto, para mandar a China, por eso hay interés de algunos empresarios chilenos que
quieren invertir aquí", agrega Robles.

Tales condiciones agroclimáticas se traducen en productos de gran calidad, que poco a poco
han dado a conocer a Perú en mercados como Europa y EE.UU.

El gran pero, un pero no menor en un mercado donde caen los aranceles y suben la barreras
extra comerciales, es el tema sanitario. En ese ámbito la condición peruana es mucho más
deficiente que la chilena, lo que pone un signo de interrogación respecto a la concreción de
estos potenciales.

"Tenemos problemas de barreras sanitarias en EE.UU. que Chile no tiene, pero para frutas y
hortalizas nuestro mercado más grande es Europa. También apostamos a abrirnos a China,
nuestro mayor sueño. Hasta ahora sólo exportamos uva, el único protocolo que tenemos
firmado, pero queremos dirigirnos hacia allá para llegar en el año nuevo chino. Esperamos que
el segundo producto sea el mango y en cítricos queremos llegar a Japón, especialmente con
mandarinas", cuenta Robles.

Al clima y la geografía, se agrega el surgimiento de una clase empresarial emergente, con un


enfoque de negocios que va mucho más allá de lo productivo. Aquí la influencia chilena ha sido
importante, sobre todo con la asesoría de consultores agrarios y económicos, que han
replicado la receta chilena en el país vecino.

En tal sentido, más que de competencia, los peruanos apuntan a una alianza estratégica y de
complementación.

"Nos entusiasma que en muchos casos respecto a Chile nuestra producción es


complementaria. Ustedes tienen un conocimiento de mercado y tecnología. En ese sentido
nuestros costos de mano de obra y tierra son muy atractivos", explica Fernando Cillóniz,
presidente de Inform@cción, empresa dedicada a proveer información sectorial y de mercados
en Perú.
Si a eso se agrega las nuevas condiciones que el TLC firmado con EE.UU. logró para ciertos
productos, hacen que el remake agrícola peruano pueda superar incluso a su versión original.

Puntos negros

Pese al boom agroexporatador, el agro peruano sigue constituido básicamente por pequeños
parceleros, muy disgregados, 85% de los cuales tiene menos de 10 ha, lo que limita su
productividad y eleva sus costos. Según información del Ministerio de Agricultura peruano los
procesos de post cosecha y de mercadeo están desorganizados por la falta de infraestructura
vial y la ausencia de un sistema de mercados mayorista. Temas como la condición fito y zoo
sanitaria, la trazabilidad, las buenas prácticas agrícolas, la transferencia tecnológica y el
financiamiento presentan problemas. Así, el boom agrícola se circunscribe a medianos y
grandes productores tecnificados y con espaldas financieras.

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