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Una bisagra entre la Hermenéutica y la Filosofía de las Ciencias. Estudios actuales en torno a la retórica filosófica
contemporánea.
Introducción
Deseo cerrar esta introducción diciendo que además de los aportes de filósofos de
renombre que están presentes en este libro y sin los cuales las ideas aquí presentadas no
hubieran tenido sostén alguno, hay en este texto otros valiosos e insustituibles aportes
cotidianos, hogareños. Ellos no son mi anclaje teórico sino vital y han colaborado en cada
una de sus líneas del mismo modo que contribuyen a darle sentido a cada uno de mis días.
Por último, un especial agradecimiento a José Sazbón. Sería un acto infame
arrogarme el título de discípula, no obstante desde mi lugar de aprendiz, reconozco en su
figura el desempeño del rol ejemplar de un maestro cabal. Sumo a los agradecimientos el
destinado a Luis Enrique de Santiago Guervós, quien con mayúscula generosidad robustece
este texto con su encomiable aporte en forma de prólogo "Friedrich Nietzsche y la
rehabilitación de la retórica". Santiago Guervós considera a Nietzsche "un filósofo
revolucionario y radical que hace ya más de un siglo supo valorar, con acierto, que el
camino para superar la intolerancia y los dogmatismos que generaban las estructuras
metafísicas de la realidad, y las polaridades que conllevan, era precisamente la retórica".
María Eugenia Borsani
Una bisagra entre la Hermenéutica y la Filosofía de las Ciencias. Estudios actuales en torno a la retórica filosófica
contemporánea.
1 Kuentz, P.; <1970> "Lo retórico o la puesta al margen", Revista Comunicaciones. Investigaciones
Retóricas II, Nro. l6, 1974. Pág. 183. (En adelante I R II.)
2 Cfr. Aristóteles, Retórica, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, l971 (En adelante RT.)
Si bien la Retórica de Aristóteles se considera el primer tratado filosófico de la temática
corresponde decir que Nietzsche consigna como primera obra clásica de retórica a la Rhetorica
ad Alexandrum, tal vez de autoría de Anaxímenes de Lampsaco. Con respecto a esta obra señala
que: "Está completamente orientada al uso práctico, no es en absoluto filosófica y básicamente
sigue la doctrina de Isócrates. No se da ninguna definición de retórica, y nunca se usa el nombre
retórica." Nietzsche, F.; <1872> "Descripción de la retórica antigua" en Nietzsche, F.; Escritos
María Eugenia Borsani
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aquel que emite el mensaje, del orador -campo de la emisión-; en la segunda se ocupó del
público que recibe el mensaje -el campo de la recepción- y en la tercera sección del
mensaje propiamente dicho. Pero el gran aporte de Aristóteles, perdido en el tiempo por los
avatares a los que la retórica fue expuesta, es el haber mostrado que en ella se conjugan
aspectos éticos, políticos, estéticos.(3) La definió como la “facultad de considerar en cada
caso lo que cabe para persuadir”(4) y alertó de que no se debe persuadir lo malo. Se
persuade acerca de aquello que mejor conviene a la polis, se persuade el bien, por lo que la
retórica conlleva una impronta ética. Para una exitosa persuasión debe necesariamente
decirse bien el bien. Así la retórica comporta también una dimensión estética, decir bien
obliga a la elocuencia y elegancia de la palabra. La retórica queda entonces asociada a “el
arte del decir bien”, fluidez y fuerza discursiva, impacto y éxito del decir. (5)
La retórica se constituyó en objeto de enseñanza, fue considerada un arte,
entrenamiento disciplinado del discurso y gozó de reconocimiento institucional hasta
entrado el Renacimiento, pero sometida siempre a una pugna entre defensores y
detractores, contienda nacida en la Grecia Clásica que no desapareció en el transcurso de
la historia.
Durante el siglo XV y entrado el siglo XVI, la retórica fue escenario de grandes
disputas. Destacados humanistas(6) resaltaron las virtudes del entrenamiento en este arte
ya que favorecía una correcta comprensión del discurso. Puesto que recuperaban su
dimensión pedagógica y didáctica, los jóvenes debían ejercitarse en la práctica de la
retórica. Sin embargo, la exhortación estaba inspirada en las controversias teológicas que se
libraban. Mejor manejo de la retórica, plasmado en un discurso persuasivo, mayor rédito a
la causa de la reforma.(7) Es en este período en el que se reedita la antigua oposición
entre retórica versus filosofía, inaugurada en Grecia y se la sustituye por una nueva
controversia: retórica versus lógica, siendo esta última la que sale victoriosa. Así, la retórica
queda desplazada perdiendo el protagonismo que otrora había logrado. La depreciación de
sobre retórica. Madrid, Ed. Trotta, 2000. Edición y traducción de Luis Enrique de Santiago
Guervós. Pág. 85 (En adelante ER)
3 Nótese que incluso cabe un análisis lógico de la retórica, en tanto silogismo probable o
razonamiento a partir de premisas verosímiles. También se lo denomina silogismo incompleto,
entimema de primer o segundo orden, conforme la ausencia de la primera o segunda premisa. En
nuestro enfoque no nos abocaremos a la perspectiva lógica.
4 Aristóteles, RT. Pág.10
5 La tradición de la retórica griega marca a dos de los grandes maestros romanos, Cicerón y
Quintiliano. Cicerón resalta la importancia del dominio de la retórica por los beneficios que ésta
aporta a la consolidación de la República romana, en correspondencia con su trayectoria como
político y destacado orador. Por su parte, Quintiliano ejerció el magisterio de la enseñanza
retórica, considerado el primer maestro rentado de retórica, subsidiado por fondos públicos.
Enfatizó los aspectos técnicos de ésta, resaltando su crucial importancia en la formación política
del joven ciudadano.
6 Tal el caso de Philip Melanchthon (l497-1560), humanista comprometido con la reforma luterana.
Figura de importancia en las controversias teológicas renacentistas; autor -entre otras obras- de
De Rhetorica, en el año 1519 que aparece nuevamente publicada en 1531 bajo el nombre
Elementorum rhetorices libri duo.
7 Melanchthon afirmaba que “Nadie es capaz de comprender espiritualmente los largos
razonamientos y las disputas complejas si no se ayuda de una especie de arte que le facilite el
ordenamiento y la articulación de sus partes, así como la intención de los oradores, y le enseñe un
método para interpretar y aclarar lo oscuro" Melanchthon, P. en Opera XIII, 471s. citado por
Gadamer, H.-G.; <1986> en Verdad y Método II. Salamanca, Sígueme, l992. Pág. 272. (En
adelante VyM II.)
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8 Sirve como antecedente de este trabajo taxonómico la obra de Romer Talon que data de 1572
consignada como la primera obra sistemática del estudios de las figuras retóricas o tropos.
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18 Cfr. Derrida, J.; <1972> Márgenes de la Filosofía. Madrid, Cátedra, l994. (En adelante MF)
19 Cfr. Nietzsche, F.; ER.
20 Santiago Guervós, L. E. de; en " Introducción. El poder de la palabra: Nietzsche y la retórica" en
ER. Pág. 31
21 Cfr. Geertz, C.; El antropólogo como autor. Barcelona. Paidós, l989.
22 Cfr. McCloskey, D.; La retórica de la economía, Madrid, Alianza, l990.
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23 Cfr. Krips, H., McGuire, J.E. and Melia T. ; Science, Reason and Rhetoric. University of
Pittsburgh Press, l995. (En adelante S, R and R)
24 Cfr.Toulmin, S.; “Science and the many faces of rhetoric” in Krips, H., McGuire, J.E. and Melia
T. ; S,R and R.
25 Cfr. Fuller, S.; "The strong program in the Rhetoric of Science" in Krips, H., McGuire, J.E. and
Melia T. ; S,R and R.
26 Cfr. Pera, M; <1991>Scienza e Retorica. Laterza, Gius, Laterza e Figli. (En adelante S y R)
27 Pera, M.; S y R. Pág 15.
28 Cfr. Pera, M.; S y R . Pág. 170 y ss.
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"Así, el prestigio que desde finales del siglo pasado había adquirido para el
pensador occidental la lógica formal, inducía a ver la retórica como una antigualla
irrecuperable. Reducida, pues la retórica a arte de la expresión, perdió todo interés
filosófico, no siendo extraño por ello que no aparezca el término retórica ni en el
Vocabulario técnico y crítico de la Filosofía, de André Lalande ni en la norteamericana
Enciclopedia of Philosophy (l967). Laguna subsanada, sin embargo, por el Diccionario
de Filosofía de José Ferrater Mora."(30)
adhiere aprobando, acordando con las tesis presentadas y como tal importa un acto de
deliberación reflexiva. Todo proceso argumentativo es una invitación al debate y a la
controversia por lo que sería ajeno a su propia esencia confundirlo con imposición y
ausencia de discusión. Como tal, la retórica es adhesión deliberada. La retórica intenta
persuadir acerca del mejor argumento en pos del descarte del peor argumento. Mejor en
relación a su solidez como así también hace referencia a lo más cercano al bien, le cabe al
rétor, decir bien el bien y es ajeno a la naturaleza de la retórica persuadir en sentido
contrario.
En los últimos años el Tratado... ha sido rescatado y en tal rescate la hermenéutica
ha jugado un papel decisivo.
La recepción favorable a la retórica(35) es simultánea a la hermenéutica como
marco filosófico que responde ante el declinar de la filosofía de la ciencia estándar.
Gadamer(36) radicaliza el enfoque de Perelman respecto a la reivindicación de la retórica.
La naturaleza de la retórica impregna toda emisión con vías al entendimiento con los otros
constituyéndose en la función primordial y fundante de toda relación humana. Esta
afirmación, muy radical por cierto, invita a revisar aquellos ámbitos que consideraron estar
ajenos al concurso de la retórica. Así, el discurso de la ciencia también se ve permeado por
la incidencia de la omnipresencia retórica. Claro que esto es resistido por el cientismo de la
década del ’60. La tradición filosófica neopositivista había relegado el estudio de la retórica
a ámbitos literarios por considerar que trataba de temáticas relativas al tratamiento de los
discursos de ficción, por lo tanto ajenas a la intervención filosófica y mucho menos a la
científica. En los enfoques hermenéutico-comprensivistas aparece con claridad la
recuperación de la retórica en donde la persuasión juega un rol protagónico para la
problemática de la Verstehen, protagonismo que se hace extensivo al ámbito de las
ciencias en su totalidad.
La hermenéutica, en coincidencia con el alcance omniabarcativo otorgado al
desempeño de la comprensión, sostendrá la acción interpretativa en todo ámbito de saber,
así entonces la operatividad de la Verstehen no queda por fuera de ningún campo del
conocimiento. Operatividad, entonces, que desdibuja la escisión ciencias naturales/ ciencias
sociales. La rehabilitación de la tradición -en tanto escenario indispensable que obra como
condición de posibilidad para la tarea hermenéutica- viene a cooperar en relación a que
aquello que es sinónimo de prestigio dentro de una comunidad científica, es tal en virtud de
un acuerdo, una adhesión por parte de los integrantes de tal comunidad, a la luz de las
convenciones y paradigmas vigentes que avalan y refuerzan tal adhesión.
La hermenéutica es teoría y también tarea de la interpretación. Esto es, reflexión
que se ocupa del fenómeno de la comprensión, entendida como capacidad humana natural,
movimiento básico de nuestra existencia en el mundo lingüístico que nos aloja. Se podría
también definir la hermenéutica como un ejercicio entrenado en evitar malentendidos,
propiciados por la distancia y extrañeza ante lo nuevo y las dificultades de comprensión que
de allí se derivan. Es sabido que este tratamiento de la hermenéutica, como mera correctiva
de situaciones de incomprensión, no satisface plenamente a Gadamer. Si bien no considera
errónea tal definición sí señala su insuficiencia e incompletud. Según Gadamer esta visión
de la hermenéutica acota su función a una mera técnica, "preceptiva del comprender" con
aplicación en la metodología de las ciencias humanas. La hermenéutica es algo más. Ese
algo más remite a su universalidad. Es desde el tema de la universalidad de la hermenéutica
que puede advertirse un punto de enlace en la estrecha relación hermenéutica y retórica.
Gadamer enfatiza tal vinculación y se expresa así: “Nuestro tema es la hermenéutica y para
Esto es, se encuentra con “buenas razones” (45) para trabajar con la nueva
concepción, pero carece de la posibilidad de explicitar tal opción valiéndose de los
rudimentos de la demostración lógica y empírica. Esas “buenas razones” nos remiten al
ámbito de la persuasión. Pero no se sigue de la incorporación de la persuasión (como
variable digna a tener en cuenta) un enlace con aspectos ligados a lo irracional sin más, y
Kuhn explícitamente rechaza tal imputación. Manifiesta Kuhn:
40 Cfr. Kuhn, T.; <1962> La Estructura de las Revoluciones Científicas. México D.F., F.C.E., l985.
(En adelante ERC)
41 Kuhn, T. ; ERC, Pág. 152 y 153
42 Perelman, Ch.; T de la A. Pág. 97.
43 Un ejemplo sencillo pero sumamente gráfico para comprender la distinción entre convicción y
persuasión: el fumador cuenta con sobradas razones para sostener lo perjudicial de la práctica
adictiva de todo fumador, pero no obstante no la abandona.
44 Kuhn, T.; ERC, Posdata: l969. Pág. 311
45 Kuhn, T.; ERC, Posdata: l969. Pág. 303
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“Qué tipo de respuesta debe esperarse a esta pregunta? Tan sólo debido a
que se refiere a técnicas de persuasión o a argumentos y contrargumentos en una
situación en la que no puede haber pruebas, nuestra pregunta es nueva y exige un
tipo de estudio que no ha sido emprendido antes. (...) cuando se pregunta algo, más
sobre la persuasión que sobre las pruebas, el problema de la naturaleza de la
“Al pensar que todo es relacional hasta los tuétanos, los pragmatistas tratan
de desembarazarse del contraste entre la realidad y la apariencia, entre la manera
cómo las cosas son en sí mismas y la manera cómo se nos aparecen, o la manera
cómo las representamos o el modo cómo hablamos de ella. Insisten, en particular, en
que solamente podemos hablar de las cosas bajo una o más descripciones
opcionales de ella, dictadas por nuestras necesidades humanas, y que ello no es
ningún desastre espiritual o cognoscitivo. Los pragmatistas tienen la esperanza de
hacer imposible que el escéptico formule la pregunta ‘¿se adecua nuestro
conocimiento de las cosas a cómo las cosas son?’ Los pragmatistas sustituyen esta
pregunta tradicional por una pregunta práctica: ‘¿Nuestras maneras de describir las
cosas o de relacionarlas con otras cosas son las mejores posibles para lidiar con
ellas de modo de hacer que satisfagan nuestras necesidades de manera adecuada?
¿Podemos hacer mejor las cosas? ¿Puede nuestro futuro estar mejor hecho que
nuestro presente?’. ”(64)
61 Kuhn, T.; ERC. Pág. 236-237. A continuación Kuhn ejemplifica lo dicho valiéndose de estudios
de Historia de la Ciencia: la aceptación por parte de Kepler del copernicanismo tiene estrecha
relación con el culto al sol que éste profesaba.
62 Rorty, R.; <1979> La filosofía y el espejo de la naturaleza. Madrid, Cátedra, l983. Pág. 344.
63 Rorty, R.; <l994> ¿Esperanza o conocimiento? Una introducción al pragmatismo. Buenos Aires.
F.C.E. l997. Pág.43. (En adelante EC)
64 Rorty, R.; EC. Pág. 78
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Toda descripción del mundo tiene carácter contingente, ya que su legitimidad está
dada por un acuerdo entre partes -llámesele comunidad epistémica, grupo de referencia o
simplemente cultura-. Nada hace que supongamos una porción de realidad como sostén de
la verdad. No hay esencias a aprehender, no hay propiedades intrínsecas, no hay un sentido
oculto a desentrañar, sí hay una tendencia a la tematización de los dualismos. Lo que
importa, en el planteo de Rorty, son las implicancias que se desprenden de aceptar ciertas
descripciones y rechazar otras, el provecho que otorga optar por tal o cual, los
consecuencias que acarrea y para nada si se corresponden o no con la verdad. Así, también
en lo que toca al progreso moral, intelectual, el mismo estará dado por un paulatino
reemplazo de descripciones menos útiles por otras más útiles de las cosas. Y en esta
evaluación en relación al mayor o menor beneficio intervendrá el consenso y la persuasión
como criterio válido, que sustituye a la oposición objetividad-subjetividad, así como la noción
de utilidad sustituye la oposición apariencia-realidad. Alerta Rorty que su pragmatismo no
debe confundirse con irracionalismo. Propone un modo alternativo de concebir lo racional,
acercándose a nociones tales como sensato, tolerable, razonable, siendo el recurso a la
persuasión y no la fuerza aquello que decida qué aceptar como sensato y qué rechazar.(65)
65 Cfr. Rorty, R.; Objetividad, relativismo y verdad. Barcelona, Paidós, l996. Véase 1ra. parte y
especialmente el punto 6 de esta sección. Véase también del mismo autor Consecuencias del
pragmatismo, Madrid, Tecnos, l997. Punto 9 (En adelante CP)
66 Holton, G. ; Ensayos sobre el pensamiento científico en la época de Einstein. Madrid, Alianza,
l982. Pág. 158. (En adelante EPCEE)
67 Holton, G.; EPCEE, Pág. 140.
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justamente Kuhn quien se interesó por el itinerario intelectual de Bohr no es poca cosa, al
respecto recuérdese que Kuhn llega a las humanidades (historia de la ciencia, filosofía de
la ciencia, sociología de la ciencia), previamente formado en el ámbito de la física y
activando el diálogo entre campos distintos.
A su vez, los aspectos relativos al lenguaje y a la comunicación del conocimiento
fueron tenidos en cuenta por Bohr. En reiteradas oportunidades el físico se detiene en
cuestiones relativas al lenguaje ordinario con el que se transmite el saber y esto no puede
sino resultar sorprendente ya no es ése el costado que habitualmente ha interesado a los
hacedores de la ciencia provenientes del ámbito de la física. Bohr sostiene:
68 Bohr, N.; Nuevos ensayos sobre física atómica y conocimiento humano (1958/1962). Madrid,
Aguilar, 1970. Pág. 108. Consúltese del mismo texto págs. 83, 32 y 126.
69 Kuentz, P.; I R II. Pág.192.
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han desaparecido de la vista, y los inquilinos no saben que existe una preocupación
por el mantenimiento de la estructura o que hay un peligro de ruina”(70)
La complejidad del tema y del texto queda disipada por el poder explicativo de la
metáfora -entendiendo como tal el carácter del párrafo en su totalidad- y resuelve las
dificultades que hasta este punto se le presentan al lector que se inicia en estos temas,
advirtiéndose el alcance pedagógico y didáctico de la retórica, representado en este caso
por el uso de su figura primordial, la metáfora.
2. Lincoln Barnett, en su texto El universo y el Dr. Einstein, recurre también a una
figura retórica para explicar la imposibilidad de continuar manteniendo la dicotomía sujeto-
objeto:
“Ya que cuando (el hombre) intenta penetrar y espiar en el mundo objetivo
‘real’, lo cambia y distorsiona por el mero hecho de observarlo; y cuando trata de
divorciar este mundo ‘real’ de sus percepciones sensoriales, no le queda más que un
esquema matemático. Se parece a un ciego que tratara de discernir la forma y textura
de un copo de nieve; en cuanto lo toca con la lengua o los dedos lo fundiría.”(71)
Con este ejemplo también se ve el modo en que se recurre a una figura retórica
para contribuir, facilitar y completar la comprensión del tema en cuestión. Se trata de la
aplicación de estrategias retóricas con fines pragmáticos: resolver mediante su uso
una dificultad comunicativa posibilitando así un correcto entendimiento.
No pretendemos ingresar en el amplio campo que se abre respecto a los múltiples
enfoques actuales en relación a la metáfora, sólo dar cuenta de la aceptación y licitud de su
utilización en toda actividad cognitiva, plasmada en discurso, abandonando enfoques -hoy
día muy resistidos- que relegan lo metafórico al plano de lo poético-literario, como mero
recurso estético. Los dos ejemplos presentados responden a un modo de entender la
metáfora, como ‘producción’ de significado que forja la comprensión. La metáfora comporta
un modo de trasmitir información y que sólo ubicados en las condiciones de enunciación se
logra aprehender, incorporar la información por lo que, necesariamente, se incursiona en el
campo de la pragmática para su interpretación.
Ahora bien, la nueva ponderación que la retórica recibe en nuestros días exhibe
cómo ésta está presente en todo discurso, más allá del ámbito disciplinar del que se trate.
Ya sea que se entienda a la retórica como tropología (estudio que se aboca a la
clasificatoria de las distintas figuras) o como teoría de la argumentación (estudio que se
aboca al análisis de los aspectos persuasivos del discurso), ambos alcances están
presentes en el discurso de la filosofía de las ciencias. Así, puede sostenerse la
convergencia de las distintas vertientes en estudios retóricos, no ya como dos líneas
disociadas, sino entendiendo que se apela a la metáfora o a otras de las figuras retóricas,
por reconocer su capacidad como genuino recurso, en pos de los mejores logros
persuasivos.
En lo que a la trama hermenéutica-pragmática-retórica toca, cabe reiterar que la
universalidad de la hermenéutica, acompañada de la ubicuidad de la retórica, se da en el
plano pragmático, campo donde se desempeña la tarea o praxis interpretativa. La
hermenéutica supone un ejercicio dialógico de pregunta y respuesta y esto atañe a toda
clase de vínculo hombre-mundo, siempre e inexorablemente interpretativo. La actividad
científica no queda fuera de esta trama. Gadamer pregunta:
distingue?.(74)
Habermas aborda el tema de la distinción -disolución de géneros discursivos en
su escrito denominado "Excurso sobre la disolución de la diferencia de géneros entre
Filosofía y Literatura" en El Discurso filosófico de la modernidad.(75) Cuestiona la postura
de Derrida por entender que este autor no establece para la filosofía y la literatura una
instancia de tratamiento diferencial. Como ya lo adelantáramos, el deconstruccionismo
derridiano siguiendo, en cierta manera, las huellas de Nietzsche, desafía la jerarquía
implícita en duplas conceptuales propias de la filosofía. En relación al par lógica/retórica,
desbarata la jerarquía de superioridad de la lógica en relación con la retórica y propone
su subversión, su inversión. De tal modo, la lógica no ocupa entonces ningún lugar de
privilegio por sobre la retórica.(76)
Bien puede pensarse que las siguientes afirmaciones de Nietzsche operan como
plataforma desde la cual Derrida despega en su intención de subvertir -ejercicio de
indudable cuño nietzscheano- la superioridad de la lógica por encima de la retórica. Dice
Nietzsche:
79 La búsqueda de tal asepsia recuerda el cometido kantiano para quien la filosofía, en palabras
de Diego Sánchez Meca, es "un discurso en el que está ausente toda voz seductora y encendida
por la emoción, una exposición atonal en la prosa de un libro lógicamente estructurado". Sánchez
Meca, D.; RA. Pág. 19. Sin embargo, nada hace suponer que todo discurso filosófico suponga
asepsia ni solemnidad alguna para constituirse y ser tenido como tal.
80 Entrevista a J. Derrida por Marapia Telmon. Revista Gritex, Rosario, U.N.R., l993. Pág 69.
81 Cfr. Culler, J. <l982>; Sobre la deconstrucción, Madrid, Cátedra, l992. (En adelante S D)
82 Hoy es tema de polémica en campo de las Letras el concepto de 'literaturidad" cuestionando los
criterios tradicionales.
83 Culler, J.; S D. Pág. l63. Continúa diciendo Culler: "En vez de una oposición entre un discurso
filosófico serio y un discurso literario marginal que emplea rodeos ficticios con la esperanza
de alcanzar la seriedad, tenemos una distinción variable y pragmática dentro de una archiliteratura
o textualidad general."
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términos de tradición filosófica de la que uno y otro son herederos. Habermas pone reparos
a intentos reivindicatorios de la tradición romántica de la que Derrida se ha nutrido y, como
es sabido, las posturas convalidantes de la retórica en general son herederas del
romanticismo.
Si bien Habermas reconoce que el uso del lenguaje cotidiano es -como él dice-
"inextirpablemente retórico" no le asigna a la retórica sino un rol secundario y subsidiario.
Subraya los beneficios ornamentales de determinadas estrategias discursivas que el buen
filósofo, como buen escritor, debe utilizar haciendo un apropiado, acertado uso de la
palabra y en el Excurso antes mecionado reconoce que "los críticos importantes y los
grandes filósofos son también siempre escritores de rango. Ese componente retórico
hermana a la crítica literaria y a la filosofía con la literatura y, por tanto, también entre sí.
Pero el parentesco se agota ahí."(84)
Para Habermas lo retórico sólo se halla en el ámbito de lo poético en donde,
según él, el tratamiento de la cuestión de la referencia no ofrece inconveniente de ninguna
naturaleza, sosteniendo que "en forma pura lo retórico sólo se presenta en la
autorreferencialidad de la función poética, es decir , en el lenguaje de ficción especializado
en la apertura de mundo."(85)
Habermas arrincona lo retórico, lo vincula a lo poético por su naturaleza de
discurso ficcional. Le irrita la estrategia deconstructivista de subversión, alteración e
inversión. No obstante ello, alterando el sentido que anima a Habermas, pueden ser
aceptados ciertos términos que, con manifiesta intención despectiva, éste utiliza para
Derrida: subversión, rebeldía, acto arbitrario y caprichoso, destrucción, son algunos de los
conceptos de los que Habermas se vale para desacreditar el propósito derridiano.
Ateniéndonos a la estrategia deconstructiva, estos términos no comportan
agravio alguno, por lo que pueden ser aceptados sin ningún resquemor ya que no
desentonan con el ejercicio propuesto por Derrida.
Habermas recusa toda oferta filosófica que ponga en jaque el desempeño de las
pretensiones de validez de una justificada fundamentación argumentativa. Es por eso que
impugna la primacía de la retórica propuesta por Derrida. Así también se opone al arbitrario
tratamiento de las oposiciones conceptuales consideradas por Derrida en tanto metáforas
utilizadas como cimiento y cemento de filosofía moderna. En Márgenes de la Filosofía,
Derrida considera:
"Podríamos así volver a tomar todas las parejas en oposición sobre las que
se ha construido la filosofía y de las que vive nuestro discurso para ver ahí no
borrarse la oposición , sino anunciarse una necesidad tal que uno de los términos
aparezca como la diferAncia del otro como el otro diferido en la economía del
mismo.(lo inteligible difiriendo de lo sensible, como sensible diferido, el concepto
como intuición diferida-diferente..."(86)
87 Johnson, B., The Critical Difference: Essay in the contemporary rhetoric of reading, Baltimore,
Johns Hopkins University Press, l980. Pág. 5, citada por Culler en S D. Pág. l85.
88 Habermas, J., Teoría de la acción comunicativa. Madrid, Taurus, l987. T.I. Pág 65.
89 Meyer, M.; en Perelman, Ch.; Tde la A. Pág. 28.
90 Eco, U.; <1968> La estructura ausente. Barcelona, Lumen, 1981. Pág. 194.
91 Rorty, R.; <l978> "La Filosofía en cuanto un género de escritura" en CP. Pág. 161.