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MARTÍNEZ PULIDO, Carolina

2012 La senda mutilada. La evolución humana en femenino. Madrid: Biblioteca Nueva.

LA LARGA LUCHA CONTRA LOS PREJUICIOS CIENTÍFICOS. BREVE


RECORDATORIO
[pp. 23-65]

 “Los contextos de alta subjetividad […] han sido siempre difíciles de eludir en la
ciencia que estudia los antepasados lejanos de la humanidad moderna. Prueba de
ello es el célebre y androcéntrico modelo del hombre cazador y el protagonismo
sin igual que ha alcanzado, tanto entre los expertos en el tema como a nivel
popular. De hecho, pese a que para muchos tal modelo está ya científicamente
desfasado, para otros aun es válido y mantiene tal arraigo que, en demasiadas
ocasiones, sigue lastrando con distorsiones borrosas el pensamiento colectivo”.
(p. 32) Estudio de antepasados de humanidad han estado plagados de
androcentrismo. Ejemplo claro: el modelo del hombre cazador,
científicamente desfasado

 “Mucho antes de que Charles Darwin publicara en 1871 su segunda gran obra, El
origen del hombre, ya la sociedad occidental había asumido que los primeros
grupos humanos eran cazadores, y que esa tensión entre hombres (porque en su
versión no existían las cazadoras) y animales sería la responsable del crecimiento
de la inteligencia y del devenir de la humanidad. Siguiendo este razonamiento, la
persecución y captura de presas con el fin de conseguir carne, considerada
fundamental para la alimentación humana, otorgó a los homínidos machos la
capacidad de potenciar el desarrollo de todas las innovaciones morfológicas,
tecnológicas y sociales características de la humanidad moderna. Unas
correlaciones que por su simpleza hoy serían tachadas de osadas y ‘heroicas’”. (p.
32) Hace mucho se asumió modelo de hombre cazador como verdad y se
explicó sin fundamentos que hombres cazadores propiciaron la formación de
inteligencia humana

 “En un sector cada vez más significativo de la comunidad de expertos, está


cobrando fiabilidad y aceptación una novedosa opinión: las cacerías en las que
hombres prehistóricos provistos [/] de rudimentarias herramientas abatían
enormes bestias probablemente nunca ocurrieron en la realidad”. “no existen
suficientes pruebas científicas, ya sean las anatómicas, como la morfología de la
dentadura o la corpulencia física; o bien las de carácter cultural, alusivas a la
posesión de armas arrojadizas eficaces, que apoyen la existencia de un lejano
pasado de poderosos cazadores”. (pp. 33-34) No hay pruebas anatómicas,
morfológicas o culturales que evidencien el uso de armas capaces de dar caza
a animales grandes (como cuenta el mito del hombre cazador)

 Richard Klein “apuntaba que la caza organizada de animales de gran talla


únicamente pudo tener lugar cuando se inventaron armas que permitían atacar
desde lejos. Y solo hay datos arqueológicos de tales instrumentos a partir de los
últimos 50.000 años. Si este razonamiento fuera cierto, la caza evidentemente
sería una actividad moderna que no podría explicar nuestro pasado evolutivo, ni
mucho menos nuestros orígenes”. (p. 34) Caza de animales grandes solo podría
haberse desarrollado desde hace 50.000 años, con armas a distancia.
Falsedad del modelo del hombre cazador

 “diversos autores vienen indicando -desde hace ya décadas- que muchas de las
herramientas que parecen haber sido diseñadas para cazar es posible que se
hubieran usado para excavar bulbos o raíces, cortar partes fibrosas de plantas,
machacar frutos secos o actividades semejantes. [/] ¿Por qué esa fijación en
atribuirle poderío exterminador, de primacía gladiadora?” (pp. 34-35) Muchos
consideran que armas herramientas que se interpretaron inicialmente como
armas de caza, serían en verdad utensilios para trabajo con vegetales

 “A la sombra de tan poderosa creencia, transmutada sin pruebas consistentes en


paradigma, y de sus fervorosos defensores, en muchas ocasiones ha quedado
oculto que hace ya cuatro décadas un grupo de expertas, posteriormente apoyadas
cada vez más colegas varones, empezó a desafiar al todopoderoso ‘cazador’. En
esta línea de investigación crítica fueron capaces de proponer y potenciar una tesis
alternativa de notable validez: el Modelo de la mujer recolectora”. (p. 35) Se ha
postulado un nuevo modelo que ha ganado validez: el de la mujer recolectora

 Investigadoras como Sally Linton Slocum, Nancy Tanner y Adrienne Zihlman


“constataron que el papel dominante de la caza se tornaba cada vez más dudoso.
[…] expusieron una nueva y provocadora tesis: durante el proceso de la evolución,
las hembras habían sido contribuyentes fundamentales para la dieta alimenticia y,
por lo tanto, activas participantes en la subsistencia”. (p. 37) Investigadoras
formularon tesis de mujeres como contribuyentes esenciales para
subsistencia, a través de manejo de la dieta alimenticia en recolección

o “La actividad recolectora, señalaron, no es tarea baladí, ya que requiere


una serie considerable de destrezas entre las que se cuenta el buen
conocimiento de las plantas, frutos, raíces e insectos, al igual que el uso
de herramientas para machacar, abrir o cortar. Asimismo, es
imprescindible una buena orientación espacial que permita [/] explorar y
reconocer con eficacia los territorios apropiados, y estar al tanto de los
tiempos de cosecha correctos. No parece, pues, que sea incoherente
admitir que en el mundo primitivo la importancia de la recolección tuvo
que haber sido, al menos, igual de prolija y estratégica en su logística que
la de la caza”. (pp. 37-38) La actividad recolectora que habría realizado
las mujeres necesita formación de destrezas y tuvo importancia en
salto evolutivo

 A través del estudio de los restos fósiles de los dientes se pueden examinar
“algunas pistas acerca de la dieta que acompañó al desarrollo de nuestro linaje
evolutivo”. Por ejemplo, en el Ardipithecus ramidus, primer antepasado humano
conocido, se ha detectado alimentación rica en alimentos blancos como frutos y
no hay rastros de consumo de carne. (p. 48)
o En el caso del Australopithecus afarensis (restos de “Lucy”) se encontró
rastros de alimentación vegetal, sobre todo. “Estas especies por lo tanto no
eran cazadoras, sino vegetarianas”. (p. 49)
o En el Homo habilis, también se ve que no hay evidencia de consumo alto
de carnes. Investigación de restos fósiles, sobre todo de dientes,
muestran que consumo de carne no era parte importante de la dieta
alimenticia

 “En el estado en que se halla hoy el debate, y a la luz de los conocimientos


disponibles, no pocos autores sostienen que los antepasados humanos
probablemente encontraron una fuente alimenticia de considerable importancia en
los animales grandes [/] muertos, ya sea por lesiones, enfermedades, ahogados o
desechados por otros carnívoros. Incluso se alega que es posible que esa
importancia se hiciera máxima durante la estación seca, cuando los productos
vegetales se vuelven escasos. Y si las cosas ocurrieron de este modo, entonces se
podría mantener que los homínidos fueron carroñeros oportunistas”. (pp. 53-54)
Muchos consideran que el consumo de carne, más que producto de la caza es
producto de actividades carroñeras

 “El modelo cazador asume que los machos eran notablemente más corpulentos
que las hembras, y por lo tanto dominaban sobre ellas con un sistema de
apareamiento poligínico [muchas parejas]. En otras palabras, el alto nivel de
dimorfismo sexual [diferencias en morfologías de los sexos] supuestamente
presente en los autralopitecus -que fueron los homínidos más antiguos conocidos
hasta la década de 1990- ha servido durante muchos años de base para argumentar
que tenían una estructura social en la que un único macho se apareaba con varias
hembras (el típico harén)”. (p. 59) Modelo del cazador asume que macho era
mucho más corpulento que hembras y que se apareaba con varias de ellas;
con esto se justifica creencia en estructura patriarcal. Pero tal modelo se ha
cuestionado
o Pero más tarde se comenzó a cuestionar la catalogación de restos oseas de
hombres y mujeres que se realizaba. Lucy, por ejemplo, fue considerada
hembra, pero se ha cuestionado tal clasificación. Se han dado
descubrimientos e investigaciones que muestran diferencia corporal
pequeña entre hembras y machos.

EL COMPORTAMIENTO DE LOS PRIMATES NO HUMANOS: ESPECIAL


REFERENCIA A LOS GRANDES SIMIOS
[pp. 67-108]

 “La típica y estereotipada imagen del macho dominante y agresivo rodeado de


numerosas hembras con las que aparea ha perdido protagonismo, desplazada por
la pujanza de un nuevo modelo hasta ahora desdeñado: las sociedades primates
no siempre se encuentran controladas por machos. No solo la fuerza o el tamaño
proporcionan a los individuos capacidad de control, sino también su habilidad
para valorar y manipular una situación, o sea, su pericia para desarrollar
estrategias de poder y liderazgo en la cohesión del grupo. Esto significa que
factores como la edad, el temperamento, la posición en el grupo, la historia de
interacciones previas o el contexto social del momento presente pueden
desempeñar un significativo papel dentro de la complejidad interactiva de los
grupos primates”. (p. 75) Se viene rechazando modelo clásico de macho
dominante a través de la fuerza o el tamaño. El control del grupo podría tener
que ver con manejo de situaciones, estrategias de liderazgo, cohesión del
grupo, etc.
 “A finales de la década de 1980 salieron a la luz las investigaciones del prestigioso
primatólogo de origen holandés Frans de Waal […]. Los trabajos de este científico
sobre el bonono o ‘chimpancé pigmeo’ conmocionaron la comunidad de expertos.
Contrariamente al cliché siempre esperado, la sociedad de los bonobos se
revelaba, ante los sorprendidos ojos de quienes la observaban, nítidamente
organizada en torno a las hembras, quedando los machos limitados a ocupar un
lugar secundario. Dado que el bonobo es una especie tanto o más próxima a los
seres humanos que el chimpancé, los novedosos resultados procedentes del
análisis de su comportamiento han adquirido una incuestionable preeminencia”.
(p. 77) Frans de Waal, a finales de 80s, reveló investigaciones sobre los
bonobos, en donde se muestra liderazgo de mujeres. Es una especie muy
cercana al ser humano (con los chimpancés)

 Darwin “no tuvo dudas al afirmar que en el reino animal las hembras son
monógamas, además de sexualmente pasivas y recatadas; con tales aseveraciones
dio fuerza y prestigio a esa vieja y equivocada presunción de fidelidad y
sometimiento femenino que ha sido fervientemente sostenida por la inmensa
mayoría de sus sucesores”. (p. 88) Las investigaciones, sin embargo, revelan todo
lo contrario: un alto grado de actividad sexual y promiscuidad en las hembras de
gran parte de las especies. Prejuicio validado por Darwin, pero totalmente
opuesto a lo que ocurre en la realidad: hembras son sexualmente monógamas
y pasivas

ASPECTOS DEL COMPORTAMIENTO DE LOS HOMÍNIDOS: EL ESTUDIO DE


LOS ESBOZOS DE LA HUMANIDAD
[pp. 109-165]

 “los resultados de las investigaciones más recientes, y también la reinterpretación


de algunos anteriores, pareen indicar que la división sexual del trabajo no se
remonta hasta los orígenes de los primeros homínidos, hace alrededor 6 millones
de años, sino que habría empezado mucho después, unos 50.000 años atrás. Se
trataría pues de un comportamiento propio de nuestra especie, que no está presente
de manera universal, y cuya emergencia habría coincidido con el arribo a Europa
de los humanos anatómicamente modernos”. (p. 150) Investigaciones más
recientes muestran que división sexual de trabajo se dio recién hace 50.000
años, no desde los orígenes de homínidos, como se solía afirmar
prejuiciosamente

 “Solo en lo que respecta a los restos de Homo sapiens más recientes, insistimos,
se han encontrado señales inequívocas de la presencia de pensamiento simbólico.
Y, aunque tal contingencia es considerada por muchos como requisito para la
división del trabajo en función del sexo, no hay pruebas que indiquen que la
separación sexual de las tareas se produjera en esas fechas. Los datos
arqueológicos que nos sugieren con claridad que el género podría estar presente,
se remontan a unos 35.000 años, cuando aparecen claras descripciones de
mujeres”. (p. 150) Solo en homo sapiens recientes se encontró muestra de
pensamiento simbólico, lo que es condición de división sexual de trabajo. Es
solo hace 35.000 años que se podría hablar de géneros diferenciados
claramente

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