Sunteți pe pagina 1din 85

uevs 130 SODVd SQOl\fd

Jacques Derrida

Resistencias
del psicoanálisis

-
PAIDÓS
Buenos Aires - Barcelona - México ~1>
/

Titulo original: Résistances - de la psychanalyse


© 1996, Éditions Galilée
ISBN 2-7186-040469-7
Indice
Derrida, Jacques
Resistencias del psicoanálisis. - 1a ed. 3a reimp - Buenos Aires :
Paidós, 2010.
168 p.; 20x13 cm. - (Espacios del saber)

Traducción de Jorge Piatigorsky

ISBN 978-950-12-6502-6

1. Psicoanálisis l. Jorge Piatigorsky, trad. 11. Título


CDD 150.195

1" edición, 1997 Advertencia ............................................................... . 9


3º reimpresión, 201 O

l. Resistencias
Cubierta de Gustavo Macri
Traducción de Jorge Piatigorsky l. El gusto de una solución ..... .. .......... ... .. .................. 16
Primera observación: la mujer de Freud entre tres
y cuatro.................................................................. 19
Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita Segunda observación: el omphalós .......................... 25
de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción
parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía
2. El otro secreto del tejedor ........... .......................... 44
y el tratamiento informático.

© de todas las ediciones en castellano,


Editorial Paidós SAICF JI. Por el amor de Lacan
Av. Independencia 1682/1686, Buenos Aires
E-mail: difusion@areapaidos.com.ar
www.paidosargentina.com.ar l. El futuro anterior en condicional ............. ............. 63
2. Primer protocolo: el quiasmo ................................ 81
Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723 3. Segundo protocolo: el futuro anterior de la poste-

-
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina
rioridad .......... ...... .... ........ ........ .... ........... .. . ......... .. . 90
4. Tercer protocolo: la invaginación quiasmática de
Impreso en Gráfica MPS,
Santiago del Estero 338, Lanús, en abril de 2010 los bordes . .. .... ........ .. .. ....... .. .. .......... .. ............. ........ 92
Tirada: 500 ejemplares

ISBN 978-950-12-6502-6
7
Jacques Derrida

III. "Ser justo con Freud. " La historia de la


locura en la edad del psicoanálisis Advertencia
l. La bisagra - hoy .................................................. . 115
2. El Genio Maligno - del quiasmo ........................ . 123
3. El otro secreto del psicoanálisis: el "fundamento
místico de la autoridad" ...................................... . 132
4. El "golpe de genio": un infatigable ''fortlda" ..... . 143
5. Problemas .................................................... ....... . 160

Tres ensayos sobre el psicoanálisis, es cierto, pero en


primer lugar tres ensayos sobre la lógica de un acopla-
miento singular: en efecto, tal vez en nuestros días -ésta
es por lo menos mi hipótesis- hay dos resistencias que se
concilian, se respaldan, se alternan o se alían, suscriben
un oscuro contrato.
Se trata por un lado del retorno, una vez más, de una
resistencia al psicoanálisis. Resistencia creciente y a me-
nudo nueva en sus formas sociales o institucionales. Hay
mil signos al respecto. Todo ocurre como si, una vez asi-
milado o domesticado, fuera posible olvidar al psicoaná-
lisis. Se convertiría en una especie de medicamento peri-
mido en el fondo de una farmacia: siempre puede servir
en caso de urgencia o de falta, ¡pero ya se han encontra-
do cosas mejores! ¿Quién no advierte cómo se despliega
hoy en día una resistencia a veces sutil y refinada, una ne-

- gación inventiva o arrogante, a menudo directa y masiva,


a la medida de toda una cultura europea, en el fondo la
única que ha marcado al psicoanálisis y que parece recha-
zarlo, temerlo, desconocerlo todavía hoy, después de un
tiempo de moda bastante breve? Sin duda, se podría estu-

8 9
Jacques Derrida

<liar el retorno de esta "resistencia al psicoanálisis" inspi-


rándose en el discurso de Freud sobre la "resistencia al
análisis". Ésta no es la vía privilegiada por estos tres en-
sayos.
Pues, por otro lado, otra resistencia se instaló quizá
desde el origen, como un proceso autoinmune, en el co-
razón del psicoanálisis, y ya en el concepto freudiano de
"resistencia al análisis": una resistencia del psicoanálisis,
tal como lo conocemos, una resistencia a sí mismo; en su-
ma, tan inventiva como la otra. Al prestarle socorro a pe-
sar de él, ella constituye quizás una mano de cartas que
recibimos de nuestra época.
Prolegómenos al análisis de esas cartas de la época,
estos tres ensayos fueron al principio "conferencias", re-
súmenes de "lecturas": de Freud, de Lacan y de Foucault.
Resistencias

10
¿Se debería resistir?

Y, por empezar, ¿resistir al análisis?

Si se debe resistir al análisis, faltaría saber de dónde


viene y qué significa ese "se debe". Faltaría analizarlo.
¿Hay una "resl.stencia al análisis", como dicen los psi-
coanalistas? Por otra parte, la resistencia al análisis es un
tema acerca del cual cabe preguntarse por qué los propios
psicoanalistas, aparentemente, hacen menos ruido ahora,
como si, acusados, más o menos legítimamente, de haber
abusado de él, y de tal modo haber triunfado con dema-
Conferencia pronunciada en la Sorbona en oportunidad de un siada rapidez sobre todos los interrogantes u objeciones,
Coloquio Franco-Peruano, organizado por el Colegio Internacional sistemáticamente descartados, después de un análisis-ex-
de Filosofía, las universidades de Estrasburgo II y Toulouse le Mirail, press, como síntomas de resistencia, se plegaran a otros
entre el 30 de octubre y el 6 de noviembre de 1991, sobre "La noción
contratos de discusión o se prepararan para ellos.

- de análisis". Esta conferencia siguió a otra de Miguel Giusti, y alude


más de una vez a esta última. Una primera versión apareció en las ac-
tas del coloquio, La notion d'analyse, Presses Universitaires du Mirail,
1992. Agradecemos a Gérard Granel y Élisabeth Rigal, así como a
Dejemos aquí este punto, que no es solamente socio-
lógico. Al reactivar esta cuestión de la resistencia al aná-
lisis, tratemos de ir contra la corriente y quizá resistir un
Presses Universitaires du Mirail, que nos hayan autorizado a reprodu- poco.
cir aquí, con leves modificaciones, el texto de esta conferencia.

13
Jacques Derrida Resistencias

¿Se debe -y en tal caso, cómo- analizar esta resisten- lo que se resiste a la traducción, e incluso, para mí, a su
cia al análisis, si acaso existe, y el "hay" de tal resistencia? traducción o a su transparencia en francés, mi "propia"
Tendríamos entonces que analizar un "se debe", un "hay" lengua.
y, por empezar, saber si lo que resiste al análisis no resis- ¿Por qué y cómo esta palabra que resuena en primer
te también al concepto analítico de "resistencia al análi- término en mi deseo y en mi imaginación como la más
sis". Una "resistencia al análisis", ¿se reduce siempre al es- bella de la política y la historia de este país, por qué esta
tatuto interpretable que le reconoce o analiza la teoría palabra cargada con todo el pathos de mi nostalgia, como
analítica? ¿Hay otra resistencia? ¿Es necesario que haya si aquello de lo que yo no habría querido carecer costara
otro concepto de resistencia- y de análisis? ¿Y de resis- lo que costare, fuera hacer saltar los trenes, los tanques y
tencia al análisis? los estados mayores entre 1940 y 1945? ¿Por qué esta pa-
labra ha llegado a atraer hacia sí, como un imán, a tantas
otras significaciones, virtudes, posibilidades semánticas o
Existen muchos "se debe", "hay" y "resistencias" que diseminales? Voy a decirles cuáles, aunque no sé discernir
parecen no obstante organizarse en torno de un sentido el secreto de mi nostalgia inconsolable, que por lo tanto
provisionalmente tutor del análisis: el que fija, en francés falta analizar o que resiste al análisis, un poco como el
más que en otra lengua, dicho psicoanálisis. A menos que ombligo de un sueño.
me equivoque, sólo en francés se puede decir con tanta ¿Por qué he soñado siempre con la resistencia? Y,
facilidad "análisis" en lugar de "psicoanálisis". La historia ¿por qué habría que inquietarse aquí por un ombligo?
de esta formación idiomática merecería un examen por sí
misma. Todo parece anunciar -pero no se inquieten dema-
Pero lo que yo querría confiarles es más bien un in- siado- una conferencia sobre la palabra "resistencia", una
terés idiomático, diría casi idiosincrásico, por la palabra mirada complaciente y umbilical sobre una palabra muy
"resistencia". En suma, lo que está en juego es lo que, en francesa, sobre su enraizamiento en la historia de este
mí, no ha podido aprender a decir "yo" ("moi"), más que país y, lo que es peor, sobre mi amor confesado a la pala-
cultivando un idioma en el cual -por razones que conoz- bra y quizás a la cosa- o sobre mi resistencia al análisis.
co mal, pero que querría tratar de dilucidar un poco No prometo no ceder en nada a la tentación, pero, a lo
con ustedes esta noche, como si estuviera aquí en análisis largo del camino, trataré de sugerir algunas otras cosas:
con ustedes- la palabra "resistencia" no desempeña un rol tampoco idiomáticas como sea posible, espero que ellas
cualquiera. Desde siempre, hasta donde recuerdo, he respondan al título, y por lo tanto al contrato de este co-
amado esta palabra. ¿Por qué? ¿Cómo se puede cultivar loquio, al concepto general de análisis, y en primer lugar
- la palabra "resistencia"? ¿Y cómo salvarla a cualquier pre-
cio? Contra el análisis, por cierto, pero ¿sin el "análisis",
a la hermosa conferencia de Miguel Giusti.
Por lo tanto, repito más o menos mi pregunta: ¿por
y del análisis? ¿Y de la traducción? Pues, en primer lugar, qué soñar con la resistencia? Y, ¿habría que preocuparse
yo amo la palabra francolatina "resistencia" [résistance] en además por el ombligo de un sueño?

14 15
Jacques Derrida Resistencias

1. EL GUSTO DE UNA SOLUCIÓN uno se dirige a un confesor o a algún destinatario trans-


ferencia! (algunos dirían como a un analista, si acaso el
Miguel Giusti ha comenzado citando a Goethe: para lector no lo es siempre). De modo que Freud presiente
extraer de él sus primeros hilos conductores en cuanto a [!ch ahne] que algo excede al análisis. La interpretación, el
lo que se desataría mediante el análisis, con el análisis co- desciframiento analítico, la Deutung de ese fragmento no
mo desanudamiento, desligazón, distanciamiento, resca- ha ido lo bastante lejos: un sentido oculto (verborgene
te, incluso liberación -y por lo tanto también, no lo olvi- Si'f]_!I:) excede al análisis. Digamos por el momento que el
demos, como solución-. Es sabido que la palabra griega sentido excede al análisis, y no que le resiste: en efecto, el
analuein significa "desligar", y por lo tanto también "di- concepto de resistencia al análisis tiene otro alcance y
solver el vínculo". Se dejaría entonces aproximar riguro- pertenece a otro código en el discurso freudiano, aunque,
samente (si no traducir) por el solvere latino (soltar, libe- a esto vamos, aparece en el mismo contexto y no carece
rar, absolver). La solutio y la resolutio tienen a la vez el de relación con ese exceso.
sentido de la disolución, del vínculo disuelto, de la libera- En esta nota, Freud parece por otra parte no dudar ni
ción, de la anulación de un compromiso o del pago (por un instante: esa cosa oculta tiene sentido. Por el momen-
ejemplo, de la deuda), y de la solución del problema: ex- to, ese sentido parece secreto y disimulado (verborgene
plicación o develamiento. La solutio linguae es también la Sinn), pero eso que aún resta inalcanzable no puede no
lengua desligada. estar atravesado de sentido. El secreto inaccesible es sen-
Puesto que Miguel Giusti se refirió a la geistige Band tido, está lleno de sentido. En otras palabras, por el mo-
de Goethe, permítaseme evocar a mi vez a un gran lector mento el secreto se niega al análisis, pero, en tanto que
de Goethe, alguien que lo citaba mucho, lo mismo que sentido, es analizable, es homogéneo con el orden de lo anali-
Heidegger, con quien él comparte por lo menos esta deu- zable. Está en el ámbito de la razón psicoanalítica. De la razón
da impagable y al mismo tiempo otros compromisos me- psicoanalítica como razón hermenéutica. Subrayo este rasgo
nos visibles. Cuando habla del ombligo del sueño, a pro- y, con la propuesta de problematizarlo, espero ir al en-
pósito del "sueño de la inyección a lrma", Freud confiesa cuentro de Miguel Giusti, aunque, como me sucede de-
un sentimiento, un presentimiento (!ch ahne, dice).1 La masiado a menudo, me presente al sesgo. Querría tratar
declaración tiene su lugar natural en una nota añadida de unirme con él en esos parajes donde, cerca de su con-
con algún retraso. El tono de Freud y el estatuto de esta clusión, evocó las "voces contemporáneas discordantes"
nota son los de una confesión. Remordimientos o arre- que emprenden y se debaten (lo estoy citando) en "la dis-
pentimiento, la nota se ofrece al análisis, retroactivamen- cusión misma sobre el sentido de la racionalidad, es decir,
te pero como tal. Toma al lector de testigo, como cuando la controversia en torno al sentido, los límites o las ilusio-
- l. Freud, La science des réves, trad. franc. de l. Meyerson, París,
nes de la razón", discusión que podría ser "interpretada,
continuada, como una discusión tópica mediante la cual
[... ] se prolonga el ejercicio del diálogo con la tradición,
PUF, 1950, pág. 95. (En adelante nos referiremos a esta edición, mo-
dificando la traducción en algunos casos.) que Aristóteles llamaba el arte de la dialéctica".

16 17
Jacques Derrida Resistencias

Con un compromiso muy provisional, identifique- analítica que, en todo el mundo, lo sometió a investidura
mos en un pasaje singular de la Traumdeutung ciertos in- e investigación por todas partes. Por lo que parece, no
terrogantes que tienen mucho que ver con lo que se po- queda ya nada oculto o secreto en él. Mi única justifica-
dría denominar la analítica, la tópica y la dialéctica ción para aducir la inocencia o la novedad de mi modes-
freudianas. No examinaré directamente -como se lo hace ta lectura, es que ella se ocupa justamente de otra cosa,
demasiado poco en Francia, pero más en el ambiente ana- que no es el sentido mismo, y por lo tanto se ocupa de al-
lítico anglosajón- la epistemología implícita de Freud, go distinto del análisis, de un cierto análisis: algo que, en
sus modelos de análisis, de argumentación, de demostra- otro sentido, quizá, resiste al análisis, a un cierto análisis.
ción, su lógica de la prueba, su retórica, su narrativa y, si Aquí no pretendería enseñarle nada a nadie, sino más
ustedes quieren, su analítica y su dialéctica. No obstante, bien replantear la cuestión del sentido y el análisis, de una
sin hacerlo directamente, espero, también al sesgo, preci- cierta determinación del sentido y el análisis, hacerlo so-
sar lo que puede ser el principio de esta tarea. En el hori- bre la base de un ejemplo, sobre el ejemplo ejemplar, en
zonte estará la cuestión de si el psicoanálisis, la idea de cuanto al análisis, de una cierta solución (Ló"sung).
análisis que le da su nombre, encuentra un albergue a su De modo que Freud acaba de observar que el análi-
medida en la historia de la razón, en lo que se discute en sis de este fragmento no lo ha "conducido" (gefahrt) lo
ella entre analítica y dialéctica. bastante lejos: por lo tanto, habría aún alguna provisión
Esta preocupación analítica (dar razón del sentido de sentido y de movimiento para ir más allá. Freud rea-
como sentido, aunque esté oculto: die verborgene Sinn, di- liza entonces dos observaciones apasionantes, se diría inclu-
ce la nota) se confunde aquí con una pulsión o una con- so apasionadas, cuya yuxtaposición y heterogeneidad
signa hermenéutica. En verdad, con el principio de razón merecerían un análisis interminable. Las dos observacio-
mismo, allí donde él prescribe "da razón", reddere ratio- nes están separadas en el texto original por un punto y un
nem, a cualquier precio. Hay que dar. Fidelidad al senti- guión, que han desaparecido en la traducción francesa,
do, deber, deuda, sentido de la restitución requerida, de en todo caso en la primera traducción, que por lo tanto
la restitución del sentido al sentido: todo ello parece tan- hay que hacer en seguida a un lado, sobre todo si uno se
to más notable cuanto que Freud radicalizará pronto es- interesa en este pasaje.
ta notación. Va a proceder a una generalización, dando
un paso más. Y allí se referirá al ombligo del sueño.
Primera observación: la mujer de Freud entre tres y cuatro
Ese paso será en realidad un salto.
Tenemos que detenernos un momento en lo que
- No diré nada nuevo sobre este "sueño de la inyección
a Irma". El sentido de este texto, si no de este sueño, di-
Freud sugiere de un cuadrado de mujeres. En el registro de
la reserva de sentido y del análisis provisional interrum-
go bien, el sentido de este texto, si lo tiene, ha sido sin du- pido, Freud advierte curiosamente que, si continuara la
da agotado hace mucho tiempo con la enorme literatura comparación (Vergleichung) de las tres mujeres, no dejaría

18 19
Jacques Derrida Resistencias

de extraviarse. ¿Por qué? No lo dice, no lo dice en reali- na" (lückenlose). Tanto más cuanto que, decía además una
dad. ¿Por qué correría peligro de descarriar? ¿Por qué in- nota de la página anterior, no había considerado conve-
cluso está seguro de ello? ¿Por qué teme a eso de lo que niente, desde luego, comunicarnos todo lo que le pasaba
parece tan seguro? ¿Por qué se extraviaría al comparar a por la mente durante el trabajo de interpretación. Pero,
las tres mujeres? Y sobre todo, ¿qué sabe al respecto? también como cuestión de principio, y siempre antes de
¿Cómo puede saber que se extraviaría allí donde confiesa citar el párrafo sobre las tres o cuatro mujeres y su resis-
o finge confesar que no ha ido a ver, que no ha ido lo bas- tencia común al análisis, hay que recordar que aquí todo
tante lejos? se concentra y a la vez se disuelve en una solución (Losung),
Aquí, en este punto, no es imposible hablar de resis- es decir una solución química, pero también (y Freud to-
tencia al análisis. Por otra parte, en el párrafo del texto ma en cuenta este sentido en interpretación de sus sue-
principal así comentado, en la llamada, Freud había dicho ños) la solución de un problema (I/isung, es la misma pa-
un poco más, apenas algo más, sobre su propia resisten- labra), una solución analítica. Esta desata, resuelve,
cia, pero señalando que lo que las tres mujeres tenían en incluso absuelve; deshace el nudo sintomático o etiológi-
común era ya, justamente, una cierta resistencia al análi- co. La misma palabra (solución, resolución analítica, Lo·-
sis. Vamos a leer ese párrafo. Sabemos que Freud estaba sung) vale para la droga y para el fin del análisis. Y lo que
analizando su propio sueño, un sueño que terminará por Freud, en el curso de su sueño, le reprocha a Irma, a la re-
presentar él mismo, en conclusión, como un alegato con sistencia de Irma, es que no haya aceptado su solución. Él
la lógica del caldero (1, el caldero que te devuelvo está in- mismo lo dice: "Le reprocho a Irma que no haya acepta-
tacto; 2, además, los agujeros estaban ya cuando me lo do la solución; le digo: 'Si tienes aún tus dolores, es por
prestaste, y 3, por otra parte, nunca me prestaste ningún tu falta' (deine eigene Schuld)". Le dice esto en el sueño. Es
caldero). Recuerdo también que se trataba de plantear en el sueño donde formula este reproche y se niega en-
como tesis general que, después de un análisis completo tonces a dar por saldada la deuda del otro, absolverlo de
(nach vollendeter Deutungsarbeit), todo sueño se deja reco- su culpa (Schuld), que es no haber aceptado la solución
nocer como realización de deseos. Freud lo dice aún, propuesta. Pues esa es la falta de la que la paciente debe
pues esto se complicará justamente a continuación, sobre de dar cuenta, de la que es culpable, responsable: ese in-
todo en Más allá del principio del placer, y complicará al cumplimiento, propiamente ligado.
mismo tiempo, como veremos, la cuestión del sentido. Al pasar, después de haber citado estas palabras del
Por lo tanto, del análisis. El análisis completo, dice Freud sueño, observa (otra confesión de Freud despierto): "Ha-
por el momento, revela el sentido secreto del sueño como bría podido decirle eso despierto, quizá se lo dije. Creía
realización del deseo. Pero Freud acaba también de pre- entonces (he reconocido después que estaba equivocado)
cisar con bastante insistencia que, sobre todo, no preten- que mi tarea debía limitarse a comunicar a los enfermos
de haber develado totalmente (vollstdndig entdeckt) el sen- el sentido oculto de sus síntomas (den verborgenen Sinn ih-
tido de este sueño (den Sinn dieses Traums). No pretende, rer Symptome); de que a continuación ellos aceptaran o no
lejos de ello, que su análisis interpretativo sea "sin lagu- esta solución (Liisung) dependía entonces el éxito del tra-

20 21
Jacques Derrida Resistencias

tamiento, del cual yo ya no era responsable (nicht mehr ve- ma y con mi mujer: pero obsérvese para excusarme [zu
rantworlich)". meiner Entschuldigung] que las medía a ambas con el ideal
En otras palabras, soy responsable de la solución (Lij- de la paciente dócil y fácil de tratar [am Ideal der braven, ge-
sung) analítica, pero no de la resistencia del enfermo, que fügigen Patientin].
puede rechazarla y que por lo tanto es el único responsa-
ble, culpable, a quien hay que pedir cuentas de su resis- A continuación de esta nota hay otra sobre el ompha-
tencia. También en este caso, Freud confiesa un error. lós del sueño. He aquí el párrafo anunciado:
Dice que por fortuna después lo superó; sencillamente,
De modo que yo había comparado a mi paciente Ir-
ese error le facilitaba la vida. Viene ahora el párrafo que
ma con otras dos personas [de las cuales una, entonces, le
gira en torno a las tres mujeres a comparar, empareja-
recuerda en silencio a su mujer] que por igual habían ma-
miento de gracias o desgracias al que es indispensable nifestado resistencia al tratamiento [strduben, erizarse, re-
añadir una cuarta dimensión, el término de un cuarto sistir, es el verbo que Freud utiliza a menudo, como acaba-
personaje: la propia mujer de Freud. No sólo porque el ba de hacerlo antes, en el relato del sueño, para nombrar
sueño anticipa -Freud lo observa- el cumpleaños de su la reticencia de Irma a abrir la boca, como las mujeres con
mujer, en el curso del cual la pareja recibe a una multitud dentadura postiza, cuando él le reprocha no haber acepta-
de invitados en el gran Hall de Bellevue -y por lo tanto a do su Lorung]. ¿Por qué en mi sueño la reemplacé por su
Irma-, sino también porque, siempre en una nota, Freud amiga? ["Por qué" es "¿qué significa eso?", "¿qué sentido
añade a una gobernanta que él había tenido poco tiempo puede tener?", "Was kann es für Sinn haben?"] Sin duda
antes como paciente, y a la amiga íntima de Irma, de la porque habría preferido esa sustitución: la otra suscita en
que acaba de hablar, una tercera persona (por lo tanto, una mí una simpatía más fuerte, y tengo una opinión más alta
de su inteligencia. En efecto, a Irma la considero tonta,
cuarta, si se tiene en cuenta a Irma -y yo diré, por el mo-
puesto que no ha aceptado mi solución [meine Lorung nicht
mento de manera dogmática y elíptica, que aquello de lo akzeptiert]. La otra habría sido más inteligente, de modo
que querría hablar esta tarde, bajo el título de resistencias, que habría cedido antes [se sobreentiende que "a mis con-
de resistencia al análisis, y una cierta resistencia a un cier- sejos", "a mi pedido" ... o "a mis insinuaciones"]. Entonces
to análisis, es un pasaje, a través del desanudamiento de un la boca se abre bien: ella me habría dicho [contado, erzdh-
nudo, entre el tres y el cuatro). Esta tercera-cuarta persona len] más que Irma.
es su mujer, cuyo cumpleaños se aproxima.
De este modo Freud da el ejemplo de una ley. ¿Qué
Con esta tercera persona conviene también relacionar ley? Que ordena en general interpretar como resistencia
la queja aún inexplicada respecto de los dolores abdomina- al análisis, a la solución, a la resolución (Liisung), la reser-
- les. Se trata naturalmente de mi propia mujer [natürlich
falta en la traducción francesa]. Los dolores me recuerdan
va de quienquiera que no acepte nuestra solución.
una ocasión en la que advertí claramente su pudor. Debo
(Una ley semejante, dicho sea entre paréntesis, reins-
confesarme [mir eingestehen: otra confesión] que en este
sueño yo no me conducía de manera muy amable con Ir-
cribe todo análisis en una relación de fuerzas, y toda in-

22 23
Jacques Derrida Resistencias

terpretación en la política de un pólemos y un eros, en la tinto de una resistencia a su solución, a su análisis, ni,
seducción -arriesguemos esta palabra- de un póleros irre- más allá de este contexto, y en general, que una resisten-
ductible. Analizar algo, analizar a alguien, analizar para cia puede ser otra cosa que una resistencia llena de sen-
alguien, querría decirle al otro: escoge mi solución, pre- tido a un análisis lleno de sentido. Incluso si es definiti-
fiere mi solución, toma mi solución, ama mi solución, es- va, la resistencia, como aquello a lo cual o aquel a quien
tarás en lo cierto si no te resistes a mi solución. Ponien- resiste, pertenece al orden del sentido, y de un sentido
do lo que digo "en abismo", me parece que, añadiría que cuyo secreto es sólo el secreto oculto, la significación di-
la verdad ineluctable de esta escena sólo puede cuestio- simulada, la verdad velada: a interpretar, a analizar, a ex-
narse en la denegación, eventualmente en nombre de la plicitar, a explicar.
verdad; sólo se le puede oponer la denegación, pero una
denegación en nombre de la verdad no es cualquier dene-
gación; de allí el abismo -y éste es todo el problema-. Oh, , Segunda observación: el omphalós
sin duda el científico, el filósofo y sobre todo el analista
denunciarán la falsedad de lo que acabo de decir, y justa- Inmediatamente después de la comparación entre es-
mente pretendiendo que la verdad objetiva, o la verdad tas dos, tres o cuatro mujeres y del pasaje del triángulo al
del ser, o la neutralidad analítica, desapasionan ese póleros cuadrado, se llega, si también podemos decirlo, a este to-
y ese dual de resistencia, de denegación y apropiación; pos inaccesible. Ritmando su discurso con una puntuación
para no precipitarme, diré en una palabra que el único lí- interesante (un punto seguido de un guión indica perfec-
mite a este póleros, a esta condensación de política, pólemos tamente que se cambia de orden y de plan), Freud formu-
y eros, el único suspenso de esta seducción analítica, es la la célebre proposición del ombligo, el Nabel del sueño.
otro concepto de resistencia, o más bien de restancia, un Esta vez, esa proposición ya no se refiere en absoluto a un
restanálisis hacia el cual oriento este discurso -y cuyas pre- límite provisional, una reserva de sentido en espera, sino
misas o implicaciones espero que se esclarezcan poco a a una noche, a un desconocido absoluto, originaria, con-
poco-. Cierro este paréntesis de anticipación.) génitamente ligado (pero también desligado en sí, puesto
Esta ley del póleros encuentra aquí un ejemplo. Freud que ab-soluto) a la esencia y el nacimiento del sueño, ata-
nos dice por qué él hubiera preferido a la otra, a la otra do a un lugar del que éste parte y del que conserva la mar-
mujer: porque ella le hubiera hablado mejor; en otras pa-
ca de nacimiento: el ombligo, el lugar omphálico, es el lu-
labras, ella le habría dicho más, lo que en buen francés
gar de un vínculo, un nudo-cicatriz que conserva la
quiere decir que ella le gustaba más. Era más de su gusto,
memoria de un corte e incluso de un hilo cortado en el
esa mujer que habría tenido la docilidad de no resistirle,
nacimiento. Y la proposición general, la afirmación en
aceptando su solución. Todas estas cosas, comenzando por
forma de ley incondicionalmente formulada, que en sí mis-
la solución, pasan por la boca, con o sin dentadura postiza,
ma se corta en su contexto y se desprende del fragmento
y Freud insiste bastante en ello.
de sueño que le da pretexto, es la afirmación de que todo
En ningún momento a Freud se le cruza la idea de
sueño, siempre, lleva en sí por lo menos un lugar (eine Ste-
que una resistencia, en este contexto, puede ser algo dis-

24 25
Jacques Derrida Resistencias

lle), un topos marcado que lo sitúa como unergründlich, je, demasiado conocido, merece releerse en este contexto,
gleichsam einen Nabel: impenetrable, insondable, inexplora- por dos razones.
ble, inanalizable, como un ombligo, un omphalós. Él añade, En primer lugar, no para precipitarse a traducir Deu-
para bien suturar o bien coser la cosa, que por ese lugar tung por análisis, sino porque la tarea penelopeana o con-
está anudado, atado, conectado o suspendido (zusammen- trapenelopeana de la Deutung, que es sin embargo un
hiingt: subsiste la figura del nudo, del hilo anudado) con lo análisis (Freud lo ha recordado unas páginas antes, la in-
desconocido (mit dem Unerkannten: la traducción francesa terpretación que inaugura es un análisis, por lo menos en
dice aquí "lo incognoscible", en lugar de lo desconocido, lo cuanto tiene que ver con los detalles -él dice, en francés,
no-reconocido, pero expresa bien el carácter insoluble, in- "sie ist [... ] eine Deutung en détail, nicht en masse''), es por
solvepte, indisoluble, en tanto absoluto, de ese nudo inde- cierto un nudo, hay hilos que desligar, y desligar allí donde
sanudable). hubo corte. (Por lo tanto, para nosotros se trata siempre de
Puesto que aquí se trata de análisis, de vínculo y de pensar cómo el corte puede anudar un vínculo o, a la in-
desligazón, al menos por el momento insistamos más en versa, cómo la ligazón puede ser la interrupción misma. Y
el anudamiento y menos en el agujero que sutura. Lacan pensar la "resistencia" desde la necesidad de lo que hace
se interesa más bien por la hiancia y la localización recor- todo salvo jugar con la paradoja o la aporía.)
tada del agujero umbilical. Lo hace al principio de Los En segundo lugar, porque debemos religar este pasaje
cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis:2 a un pasaje conexo de la Traumdeutung que, aparente-
mente, permite estrechar más lo que, literalmente, forma
.. .lo que Freud llama el ombligo -ombligo de los sueños, es- la madeja o la lanzadera de este texto. Se trata de la sec-
cribe para designar, en último término, el centro de lo des- ción sobre "el olvido de los sueños", al principio del ca-
conocido- que no es otra cosa, como el ombligo anatómi- pítulo VII, "La psicología de los procesos oníricos".
co mismo que lo representa, que esta hiancia de la que Freud acaba de señalar que la mayoría de los sueños, no
hablamos nosotros.
todos, no exigen sobreinterpretación o sobreanálisis
(Überdeutung) y que no todos los sueños se ofrecen a una
Ahora bien, lo que :\quí excede para siempre el aná-
interpretación anagógica (anagogische Deutung), es decir, a
lisis del sueño es un nudo que no se puede desligar, un
una interpretación que, como el análisis, se eleva (ana)
hilo que, como el cordón umbilical, no por ser cortado hacia lo más alto, lo más originario, lo más arcaico o lo
queda menos anudado para siempre, en el cuerpo mis- más profundo. Freud se sirve aquí de una palabra, "ana-
mo, en el lugar del ombligo. La cicatriz es un nudo con-
gógica", que no es suya. Es la palabra de alguien al que es-
tra el cual el análisis no puede nada. Creo que este pasa- tá refutando y que responde al hermoso nombre de Silbe-
- rer. Éste distinguía dos tipos de interpretación. La
interpretación "psicoanalítica" (es la palabra de Silberer)
2. Jacques La can, Les quatre concepts fondamentaux de la psychanaly-
Je da al sueño -dice Freud explicando a Silberer- un sen-
se, Le Seuil, 1973, pág. 26. [Trad. cast.: El Seminario. Libro 11, Los cua-
tro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1997.] tido (Sinn), y la inayoría de las veces un sentido que remi-

26 27
Jacques Derrida Resistencias

te a la sexualidad infantil. La interpretación "anagógica", una aproximación a ese sentido (Ahnung dieses Sinnes). La
por su parte, concierne a la profundidad del sentido, la resistencia debe ser interpretada, tiene tanto sentido co-
seriedad profunda de los pensamientos (ernthafteren, oft mo aquello a lo que se opone, está también cargada de
tiefsinnigen Gedanken) que son la tela del sueño, la pleni- sentido y es por lo tanto tan interpretable como lo que
tud de sentido que el sueño toma como su tela, su texto o disfraza o desplaza: en verdad, tiene el mismo sentido, pe-
su material (Stojf). Para descartar esta distinción y esta ro, si así puede decirse, dialéctica o polémicamente ad-
terminología, Freud responde: no todos los sueños exigen verso.
sobreinterpretación (Überdeutung), no todos se ofrecen a Ahora bien, en este punto, tanto en la retórica como
esta anagogía invocada por un Silberer al que se acusa de en la lógica argumentativa de Freud, se produce la misma
carecer de pruebas empíricas y además de ceder a las lec- ruptura, al menos aparente, que en la nota de hace un
turas alegóricas. Freud va más lejos: a la pregunta de si to- momento, que está unas cien páginas antes. Después de
do sueño puede entregarse a la Deutung, al análisis inter- haber evocado la aproximación progresiva (Ahnung) a un
pretativo, dice que hay que responder "no". Y para sentido que sólo estaba provisionalmente alejado, barra-
justificar este "no" invoca las resistencias. do o disfrazado por resistencias, y que no obstante conti-
Les da entonces a estas resistencias el nombre que se- núa siempre prometiéndose al análisis, a través de las re-
sistencias mismas, he aquí que Freud parece plantear un
rá regularmente el de ellas en numerosos textos: Widers-
límite absoluto a ese progreso (por otra parte se puede
tande. Pero, si bien ciertos sueños se niegan a la interpre-
traducir y ampliar como progreso de la razón en general)
tación, no lo hacen por carecer de sentido; al contrario, es
-y menciona una vez más el omphalós. Y resulta difícil de-
porque el trabajo del análisis interpretativo (Deutungs-
cidir si el "es preciso", el "se debe" (man muss) que con-
arbeit) tiene en su contra (gegen sich) poderes psíquicos fiere su modalidad al enunciado constata un límite insu-
(psychische Machte) que son responsables de los desplaza- perable como Factum o Fatum, o se trata de un "es preciso"
mientos y disfraces del sueño. Freud identifica bien la de deber, que instituye que uno debe no ir más allá o, si
cuestión de la que hablamos hace un momento. Es -dice- se prefiere, que no se debe ir más allá porque no tiene
la cuestión de una relación de fuerzas (eine Frage des K:raf sentido.
teverhaltnisses). Eso contra lo cual tienen que luchar la cu- La diferencia entre las dos modalidades anuncia una
riosidad intelectual (que es también una fuerza), la disci- apuesta enorme. En el primer caso, el Factum o el Fatum
plina, los conocimientos psicológicos, la experiencia nos impide sin prohibirnos que vayamos más allá; pero como
analítica, son "resistencias interiores" (innere Widerstiin- se trata de un impedimento de alguna manera externo, se
de). Se trata entonces de dominar esas resistencias opo- puede suponer que más allá hay sentido, que tiene sentido
niéndose a ellas, apoyándose en una antítesis. ir más allá, aunque de hecho no sea posible hacerlo. En el
Pero, como la resistencia que encontramos en el aná- segundo caso, se trata de un límite estructural que nos
lisis, esa relación de fuerzas tiene sentido. Y verdad. Al su- prohíbe ir más allá y deja por lo tanto indecidida la pre-
perar la resistencia, accedemos a formaciones oníricas ple- sunción de sentido. Es preferible traducir en primer lugar
nas de sentido (sinnreiche). El progreso es un acercamiento, este pasaje:

28 29
Jacques Derrida Resistencias

En los sueños mejor analizados se debe (man muss) a tón hacía también un paradigma real: para la división ana-
menudo dejar en la sombra una zona [un lugar, eine Stelle: lítica (diairesis), para la dialéctica, para la ciencia real (he
muss man oft eine Stelle im Dunkel lassen], pues en el curso basiliké tekhné, 311 C) de lo político. Al remitirlos a un pa-
de la interpretación se observa que una madeja [como una saje del muy hermoso libro de Samuel Weber titulado
pelota de lana, K:ná'ue~ de pensamientos del sueño no quie- Freud Legende3 (el cual, desde otro punto de vista estudia
re desenredarse [desenmarañarse, der sich nicht entwirren con mucho rigor el entrelazamiento de estas figuras del
wil~, pero tampoco añade ninguna contribución adicional
entrelazamiento umbilical), yo no olvido que Weber
a nuestro conocimiento del contenido del sueño. Allí está
quiere decir tejedor, según una etimología quizá común
entonces el ombligo del sueño (der Nabel des Traums), el
con el uphé, el uphén o el uphaino griego para tejido y te-
lugar donde se comunica con lo desconocido. Los pensa-
mientos del sueño que se encuentran en la interpretación jer, ni que Mefistófeles, tomado por Fausto (Miguel
deben quedar [müssen bleiben, una vez más] de manera to- Giusti nos lo recordaba según Goethe al empezar), com-
talmente general sin conclusión, sin cierre, sin fin, sin ter- paró la "fábrica de los pensamientos" con un Weber-Meis-
minación (ohne Abschluss) y circular de un lado a otro por terstück, una obra maestra de tejedor que trata los mejo-
la red ramificada y reticulada (in die netzartige Verstrickung) res hilos (Fdden) jugando con la lanzadera (Schijflein), y
de nuestro mundo de pensamiento. Es en el lugar más forma millares de vínculos y nudos (Verbindungen) de un
denso de este entrelazamiento (Geflecht) donde surge el solo golpe (Schlag).
deseo del sueño, como un hongo de su micelio.
2. Otra observación debe apuntar a la asignación de
En el sabio entrelazamiento de su propio tejido, este ese lugar de nacimiento al deseo del sueño. Freud nos di-
texto queda tan enigmático como aquello de lo que habla ce que el deseo del sueño se eleva, empuja, surge (erhebt
el omphalós. Lo pone en abismo. Retengamos lo que con- sich) en el punto más denso de ese Geflecht, de ese entre-
cierne a nuestro asunto: el análisis. lazamiento, como un hongo de su micelio. El lugar de
origen de ese deseo sería entonces el lugar mismo donde
1. Está la insistencia incansable del texto en la textu- el análisis debe detenerse, el lugar que debe dejarse en la
ra de los hilos entrelazados, la madeja indesenredable de oscuridad (muss man im Dunkel lassen). Y este lugar sería
los nudos: es Geflecht, el entrelazamiento, es la palabra de un nudo o un tejido enmarañado: en pocas palabras, una
la cual Heidegger ha seguido la trama o la cadena en los síntesis inanalizable.
lugares decisivos del pensamiento; es también die netzar-
tige Verstrickung, es K:nduel, es Nabel, etcétera. Esta densi- 3. Una última observación, en forma de interrogante
dad de la retórica del hilo y del nudo nos interesa en pri- dividido, tendría que ver en suma con esta tópica. En efec-
- mer término por aquello a lo que apela y desafía: el análisis
como operación metódica de desanudamiento y técnica
de la desligazón. Trata de saber sacar los hilos, tirar de los 3. Samuel Weber, Freud Legende, Walter Verlag, 1979, sobre to-
hilos, según ese arte del tejedor del que la Política de Pla- do en el capítulo "Die Bedeutung des Thallus", pág. 91 y sigs., o The
l.cf{end of Freud, University of Minnesota Press, 1982, págs. 65 y sigs.

30 31
Jacques Derrida Resistencias

to, ese interrogante, que yo dejaré deliberadamente en tre otras cosas, todos los textos anteriores y ulteriores de
suspenso, se divide: Freud sobre la resistencia. Habría que tomar en cuenta el
A. Este límite del análisis, en el lugar de origen del hecho de que el psicoanálisis se inició con el análisis de
deseo del sueño, ¿es una resistencia al análisis? (Sería en- una resistencia a la sugestión hipnótica. Fue juzgando que
tonces provisional y estaría tomado en una historia archi- la contrasugestión con la cual el paciente se defendía de
vable: por ejemplo, Freud acababa de narrar que, años la hipnosis estaba ejerciendo un derecho, y que por otra
más tarde, había podido interpretar más fácilmente algu- parte esa resistencia legítima era insuperable, como Freud
nos de sus sueños de los que había conservado las fichas, inventó, si así puede decirse, el psicoanálisis, es decir, una
y ello porque, mientras tanto, había vencido resistencias técnica en principio no hipnótica; no se trata de que fue-
[Widerstiinde] en su vida interior.) ¿O bien este límite del ra no violenta (recuerden lo que hemos dicho de la rela-
análisis está ligado, de manera irreductible y ahistórica, ción de fuerzas), sino en principio preocupada por una
de algún modo, a la estructura del deseo del sueño, que nueva ética del análisis. Desde los Estudios sobre la histeria
debe nacer como un hongo, en el punto de la mayor den- Freud propone todo un catálogo de las resistencias al
sidad de un entrelazado destinado a la oscuridad? Estas análisis, es decir, de defensas a vencer cuando una repre-
dos primeras hipótesis, traspuestas a una historia de la ra- sentación es reprimida fuera de la conciencia y fuera de la
zón, se distinguen como un progresismo de la Ilustración memoria, "aparentemente sin dejar huella". Pero, dice
por un lado, con la esperanza de un análisis que no cese Freud, "esta huella debe subsistir". "Al esforzarme en di-
de avanzar sobre la oscuridad inicial a medida que levan- rigir hacia ella [hacia esta huella] la atención del pacien-
ta las resistencias y libera, desliga, emancipa, como todo te, yo sentía actuar con la forma de una resistencia esta
análisis, y por otro lado como una especie de fatalismo o fuerza de repulsión, la misma que se había manifestado
pesimismo del deseo que cuenta con una parte de sombra como un rechazo en la génesis del síntoma."4 Se trata por
y sitúa lo inanalizable como su recurso propio. lo tanto de una huella que resiste al análisis. Y al explicar
B. Pero en las dos hipótesis, el primer interrogante se entonces el éxito de lo que él denomina "la técnica de la
divide.a su vez, se analiza, si ustedes quieren: en ambos presión" contra la "resistencia a las asociaciones" (presión
casos es posible preguntarse si el nudo in-soluble, el om- de la mano sobre la frente con mandato de hablar, de de-
bligo, es una tela de sentido o resta radicalmente hetero- ;larar las imágenes e ideas que pasen por la mente, inter-
géneo, en su secreto mismo, al sentido significable, como dicción presionante de callarse), Freud propone una es-
por otra parte al significante, y si lo que desalienta alana- pecie de catálogo de "todas las formas que reviste esta
lista, provisional o definitivamente, es homogéneo o no al r(;sistencia". Cuando la resistencia es prolongada, cuando

... espacio del trabajo analítico, del trabajo de interpretación


(Deutungsarbeit) .
no se ha logrado transformar al paciente, al resistente, en
"colaborador" (ésta es la palabra de Freud) a quien se
No tenemos tiempo ni medios para tratar aquí, por sí
misma, esta serie ordenada de hipótesis, en particular en 4. S. Freud y J. Breuer, Études sur l'hystérie, trad. de A. Berman,
el texto de Freud. Habría que leer con detenimiento, en- l'nrfs, PUF, 1956, pág. 217.

32 33
Jacques Derrida Resistencias

proveen explicaciones y en quien se suscita un interés ob- la filosofía -con los problemas de analítica y de dialéctica
jetivo de buscador por sí mismo (por lo tanto, reempla- de los que Miguel Giusti ha hablado tan bien, y asimismo
zando ya un motivo por otro), cuando no se ha logrado con su ideal de la Razón y las Luces (volveré más adelan-
"ahogar una resistencia fundada en la afectividad", la "pa- te sobre la cuestión de las Luces)-, pero también la reli-
lanca más poderosa" es, "después de haber comprendido gión con la preocupación de verdad o reconocimiento,
los motivos de esa defensa [por lo tanto, de esa "resisten- que instituye por ejemplo la confesión:
cia"], rebajar estos últimos o incluso reemplazarlos por
otro, más poderosos que ellos". Aquí cesa sin duda la posibilidad de poner en fórmu-
De modo que no se trata de reemplazar simplemen- las la práctica psicoterapéutica. En la medida en que es po-
te y con toda neutralidad por una verdad develada aque- sible, actuamos como instructores allí donde la ignorancia
llo que se resiste a ella, sino de conducir a la toma de ha provocado algún temor; como profesores, representan-
conciencia sirviéndose activa y enérgicamente, con una do una concepción del mundo, libre, elevada y madura-
intervención efectiva en un campo de fuerzas, de contra- mente reflexionada, y finalmente como confesores que,
rresistencias, de otras fuerzas antagónicas. Freud sostuvo gracias a la persistencia de su simpatía y su estima después
de hecha la confesión, otorgan una especie de absolución.
siempre que la resistencia no podía levantarse mediante el
simple descubrimiento de la verdad o la simple revelación
al paciente del sentido verdadero de un síntoma. En este Pero, si la resistencia no es levantada por la revela-
punto, el análisis de una resistencia no consiste en una ex- ción de su sentido, sólo podrá serlo -más allá de todas
plicación teórica del origen y los elementos de un sínto- estas situaciones discursivas e intelectuales que son del
ma de defensa, sino en una disolución desligadora, un orden de la conciencia representativa- mediante la inter-
análisis práctico, efectivo y afectivo de la resistencia des- vención de un factor afectivo. Freud insiste en ello inme-
diatamente después:
compuesta en su fuerza y desplazada de su lugar: no sólo
comprendida y comunicada en su inteligi,bilidad, sino trans-
Junto a los factores intelectuales a los cuales se apela
formada, trasladada, transfigurada.
para vencer la resistencia, tiene su papel un factor afectivo
del que pocas veces puede prescindirse. Me refiero a la
Se trata entonces del sentido y de la verdad. personalidad del médico y, en numerosos casos, sólo ella
será capaz de suprimir la resistencia. Aquí como en todas
Una vez alcanzada esta fase, nos dice Freud, ya no hay partes en medicina y en todos los métodos terapéuticos, es
reglas generales; ya no se puede formalizar esta técnica imposible renunciar por completo a la acción de este fac-

- analítica como técnica de las contrarresistencias. La frase


que voy a citar podría cubrir todo el campo de los intere-
ses del análisis como psicoanálisis, es decir, todas las discipli-
tor personal. 5

En el contexto de nuestra discusión, esto afecta a to-


nas y todas las situaciones discursivas en las que está en
juego la cuestión del análisis: la enseñanza, por ejemplo de
5. lbíd., pág. 229.

34 35
Jacques Derrida Resistencias

da la historia filosófica del análisis, desde el tejedor real de tuvo que heredar la tradición. Tuvo que conservar en par-
la dialéctica platónica hasta la dialéctica del presupuesto ticular los "dos motivos" constitutivos de todo concepto
hegeliano, desde las tópicas y las analíticas de Aristóteles de análisis.
hasta la analítica trascendental y la toma en cuenta del La concurrencia de estos dos motivos figura en la fi-
juicio sintético a priori de Kant: toda esta historia de la fi- gura misma de la lengua griega, es decir el analuein. Éste
losofía, en tanto que tal, pertenecería al orden de la re- es por una parte lo que se podría denominar el motivo ar-
presentación o de la conciencia ideal; no podría, por lo queológi,co o anagógico, tal como se marca en el movimien-
menos como tal, intervenir de manera efectiva y afectiva, to en ana (elevación recurrente hacia lo principal, lo más
de manera decisiva, para levantar ninguna resistencia. Los originario, lo más simple, lo elemental, o el detalle indes-
dos análisis seguirían siendo heterogéneos. La problemá- componible), y por otro lado es un motivo que se podría
tica del análisis filosófico -o de todo aquello de lo cual es- denominar lítico, litológico o filolítico, marcado en la lysis:
te análisis es el tipo y el modelo- podría, a lo sumo, y en descomposición, desligazón, desanudamiento, liberación,
la medida en que este análisis filosófico esté investido de solución, disolución o absolución, y al mismo tiempo aca-
deseo y motivaciones, concurrir para levantar tales resis- bamiento final, pues lo que duplica el motivo arqueológico
tencias. del análisis es aquí un movimiento escatológico, como si el
De modo que uno se sentiría tentado a pensar que el análisis portara la muerte extrema y la última palabra, así
acontecimiento del psicoanálisis ha sido el advenimiento, como el motivo arqueológico que apunta a lo originario
con el mismo nombre, de otro concepto del análisis. De un se volvería hacia el nacimiento.
concepto distinto del que había circulado en la historia de
la filosofía, de la lógica, de la ciencia. Y al mismo tiempo 2. Conservando como herencia los dos motivos de
se operaba un desplazamiento tópico en todos los con- esta axiomática -y es la axiomática de la ciencia misma, no
ceptos que forman sistema con él. Empezando por el menos que la de la filosofía-, Freud no pudo ni quiso
concepto de verdad. ¿Hay una tradición del análisis en inaugurar un nuevo concepto de análisis. Debió justificar su
general? Si no hubiera unidad del concepto de análisis, no discurso y su institución ante el tribunal del análisis tra-
habría tradición -desde la filosofía hasta el psicoanálisis. dicional, ante sus normas y su ley. Por lo menos en esta
No una tradición, no una sola. medida, su discurso sigue siendo justiciable por todos los
interrogantes lógico-epistemológicos a los que hemos
Pero las cosas son por cierto menos simples. Por va- aludido hace un momento.
nas razones.
l. Con el antiguo nombre, con el paleónimo "análi- 3. Si las cosas están tan enmarañadas, si el Geflecht
sis", Freud sin duda no introdujo ni inventó un concepto afecta la totalidad de esta situación histórica, esta in-
totalmente nuevo, si acaso pudiera existir algo así. ¿Quién, trincación del concepto psicoanalítico en el concepto
salvo Dios, ha creado alguna vez, lo que se dice crear, un tradicional del análisis no es indesenredable sólo por las
concepto? Freud, en primer lugar para hacerse entender, razones que acabamos de indicar. Si se considera que el

36 37
Jacques Derrida Resistencias

psicoanálisis no se desarrolló solamente como análisis de Decir entonces que el psicoanálisis no tiene el con-
las resistencias psíquicas individuales, sino como análisis cepto de lo que es en su autoidentificación, porque no
práctico de las resistencias culturales, políticas y sociales puede darse un concepto de la resistencia, no equivale
representadas por los discursos hegemónicos, y sobre to- por cierto a describir una parálisis del psicoanálisis, por lo
do en las formas de su saber filosófico o científico, para menos no una parálisis trivial y negativa (pues hay tam-
que esta. historia formara una historia y se unificara en bién otra lógica de la parálisis que, no hace mucho, en
una tradición era necesario que el propio psicoanálisis tu- Pas,6 he distinguido de la lógica del análisis). La parálisis
viera un concepto unificado de la resistencia, de su lógica a la que me refiero da el movimiento, da a pensar y a agi-
y de su tópica. tarse: en cuanto a la autointerpretación o, si se prefiere, al
autoanálisis del psicoanálisis, pero también en cuanto a su
Ahora bien, esto no ocurrió nunca. En todo caso, és- otro, al adversario al que se opuso y a la resistencia del
ta es mi hipótesis. concepto tradicional del análisis al que hace responsable.
Ahora bien, esta imposibilidad de unificar el concep-
Si es cierto que el concepto de resistencia al análisis no to de resistencia y de identificar el lugar de su insistencia
puede unificarse, por razones no-accidentales o no-con- no fue nunca un secreto, sobre todo para Freud. Además
tingentes, entonces el concepto de análisis y de análisis de todas las vacilaciones iniciales que acabamos de desta-
psicoanalítico, el concepto mismo de psicoanálisis, habrá car en los Estudios sobre la histeria o en la Traumdeutung,
corrido la misma suerte. No estando determinado, si así sabemos que bastante más tarde, sobre todo en los "Ad-
puede decirse, más que en la adversidad y con relación a denda" a Inhibición, síntoma y angustia (1926), Freud no re-
lo que le resiste, el psicoanálisis no se reunirá nunca en la conoció menos de cinco tipos de resistencias. Ellas apelan
unidad de un concepto o de una tarea. Si no hay una re- a estrategias analíticas muy diferentes, que se distinguen
sistencia, no hay el psicoanálisis -sea que se lo entienda según la tópica y la dinámica; tienen por correlato cinco
aquí como un sistema de normas teóricas o como carta de regulaciones tópico-dinámicas del análisis.
las prácticas institucionales. Tres de estas resistencias proceden, respectivamente
Si esto es así, la situación no traduce necesariamente del yo, el ello y el superyó. Las que llegan desde el yo -en
un fracaso. Hay también una posibilidad de éxito, y no se otras palabras, del sujeto egolátrico y de un cogito que no
debe hacer un drama. No creo que haya que hacer un mal es necesariamente consciente de extremo a extremo- son
drama, en éste u otro caso, con esta disyunción. La inca- también tres, y difieren entre sí por la dinámica: una tie-
pacidad para reunirse, identificarse, unificarse, puede ser ne que ver con la represión, y es el caso más abundante-
la tragedia misma, pero es también la oportunidad, y si no mente tratado por Freud; la otra tiene que ver con la
hay que hacer un drama, no es sólo porque no sirve para Lransferencia, y a veces reactiva la represión, la consolida
nada: no tiene la menor pertinencia en cuanto a esta alian- en lugar de rememorarla. La tercera resistencia egológi-
za del destino -es decir, la tragedia- y la oportunidad, co-
mo algo posible o aleatorio. 6. Parages, Galilée, 1986, sobre todo alrededor de la pág. 74.

38 39
Jacques Derrida Resistencias

ca, finalmente, de naturaleza totalmente distinta, integra todo -ésta es la escansión más decisiva a mi juicio y por lo
el síntoma en el yo y busca un beneficio en la enfermedad tanto la que plegará mi exposición en dos-, cuando se tra-
(yo me pregunto, dicho sea "en aparte", quién no lo ha- ta de determinar la unidad de este concepto, el concepto
ce, qué yo no se instituye y dura según esta forma de re- que sirve de tutor semántico o de referencia paradigmáti-
sistencia, y a qué concepto confuso de la enfermedad pue- ca a las cinco resistencias, uno encuentra una "resistencia
de uno confiarse para describir esta astucia como una al análisis" que figura la más resistente de las resistencias,
singularidad interesante). y a la vez la resistencia por excelencia, la resistencia hiper-
Tenemos aquí un programa virtual para transcribir bólica y no obstante la que desorganiza el principio mis-
todas estas posibilidades de resistencia en el orden del yo mo, la idea constitutiva del psicoanálisis como análisis de
filosófico y científico, y en general en el orden de lo que las resistencias. (No hay nada sorprendente en esta lógica
se podría llamar el cogito del homo analyticus, el hombre de de la que tendríamos otros ejemplos: el principio de una
análisis. serie le es también trascendente y, sustraído al sentido que
En cuanto a la resistencia proveniente del ello, recla- confiere, priva de su sentido incluso a aquello a lo que da
ma el trabajo analítico que Freud denomina Durcharbei- sentido.) En efecto, se podría decir que la multiplicidad
tung (perlaboración: working through sería más claro, más de las resistencias no amenazan necesariamente el con-
analítico, más "francés"). Sucede que en esta laboriosa cepto de resistencia. Éste sería un género con múltiples
travesía el sujeto "se sumerge en la resistencia", dice especies. Su unidad de sentido y de lugar, así como su va-
Freud. La represión persiste aún, insiste, resiste, mientras lidez, sería incluso confirmada por esa difracción: es él, él
que la resistencia del yo ya ha sido levantada. En ese mo- mismo, el mismo, que se volvería a encontrar en todas
mento se advierte que la aceptación intelectual, teórica, partes.
filosófica, ideal o ideica de la interpretación analítica no Pero, para determinar este sentido tutor hay que se-
basta para levantar la represión, es decir, según Freud, la guir el hilo conductor de la resistencia más fuerte o, me-
fuente última de la resistencia. Lo que aún falta vencer es jor, el de la resistencia irreductible. Ahora bien, no queda
la compulsión de repetición -sobre la cual volveremos duda de que, a los ojos de Freud, este rol estaba asegura-
dentro de un instante, pues, a mi juicio, ella merece que do por la compulsión de repetición (Wiederholungszwang).
se le reserve una suerte particular-. Freud menciona fi- Es ella -o todo aquello a lo que se le puede dar este nom-
nalmente una quinta resistencia, la del superyó que opo- bre- lo que llama a la perlaboración, una vez levantada la
ne la culpabilidad a la curación: la necesidad de ser casti- resistencia ideica, conceptual o filosófico-teórica, y es
gado puede volverse intransigente, la confesión o la también ella la que puede poner en jaque a dicha perlabo-
interpretación pueden deslizarse sobre la superficie o al- ración en sí misma. Freud propone incluso llamarla, "si se
rededor de esta resistencia. quiere", dice, resistencia del inconsciente a secas.
Todas estas resistencias organizadas pueden ser dis- La paradoja que me interesa aquí es que se corre el
tinguidas por un análisis lógico, conceptual, metódico, riesgo de que esta compulsión de repetición, en tanto que
pero en realidad se enmarañan y sobredeterminan. Sobre paradigma hiperbólico de la serie, en tanto que resisten-

40 41
Jacques Derrida Resistencias

cía absoluta, destruya el sentido de la serie a la cual se gura: disfrazada de no-resistencia. Estamos de vuelta en
considera que asegura este sentido (éste es un efecto de lo más cercano al ombligo del sueño, en ese lugar donde
lógica formal, de alguna manera lo advertí hace un ins- el deseo de muerte y el deseo a secas apelan al análisis que
tante), pero, más irónicamente aún, define sin duda una prohíben, y lo dicen, lo dicen no diciendo nada, respon-
resistencia que no tiene sentido -y que por otra parte no es diendo sin responder, sin decir sí ni no, sin aceptar ni opo-
una resistencia. nerse, hablando pero sin decir nada, ni el sí ni el no, como
Yo diría que lo que resiste en este caso es una no-re- Bartleby The Scrivener. A toda demanda, pregunta, pre-
sistencia. No puedo emprender aquí (he tratado de hacer- sión, petición, pedido, él responde sin responder, ni pasi-
lo en otra parte, en La carte posta/e) un análisis de este vo ni activo, "] would prefer not to", preferiría no hacerlo ...
extraño texto sobre la "demoníaca" compulsión de repe- Quienes han leído ese librito inmenso de Melville saben
tición, la desligazón y la pulsión de muerte, y finalmente que Bartleby es también una figura de la muerte, por cier-
sobre el carácter analítico, es decir, regresivo, disociativo, to, pero asimismo que, sin decir nada, él hace hablar, y en
a-social y desligante de la compulsión de repetición. Ésta primer lugar al narrador, que descubre ser también un
combina los dos motivos esenciales de todo análisis: el hombre de ley responsable y un analista infatigable. En
movimiento regresivo o arqueotrópico, y el movimiento verdad, incurable. Bartleby hace hablar al analista como
de disolución que empuja a la destrucción, que gusta de narrador y hombre de ley. Bartleby es también el secreto
destruir disociando -y por ello lo denominé hace unos de la literatura. Allí donde ella quizá haga hablar -o can-
momentos filolítico-. Doble razón para que la compulsión tar- al psicoanálisis. "Allí donde": el lugar mismo de la
de repetición no dé su sentido a las otras cuatro resisten- resistencia. Resistencia del psicoanálisis -al psicoanáli-
cias: no tiene sentido (pulsión de muerte) y resiste al aná- sis-. El psicoanálisis mismo. No se sabe ya quién analiza
lisis bajo la forma de la no-resistencia, por la primera ra- el secreto de quién: "a muerte". Y el hombre de ley reco-
zón de que es en sí misma de estructura o vocación analítica. ge un rumor: Bartleby habría tenido antaño alguna res-
Y algunos se sentirían tentados a inferir que el psicoa- ponsabilidad subalterna en una oficina de dead letters en
nálisis le es homogéneo, y que teoría, clínica e institución Washington.
psicoanalíticas representan la pulsión de muerte o la com- Me pregunto entonces por qué mi explicación con el
pulsión de repetición en obra. No necesariamente hay de análisis en general y el psicoanálisis en particular ha teni-
qué quejarse, y esto permitiría reconocer entre lo analíti- do siempre -pero esto no es original- este gusto a muer-
co, lo demoníaco y lo tanatológico una afinidad que Me- te en poste restante que me ha empujado a merodear sin
fistófeles y Hegel nos sugerirían al principio de la sesión. fin, en compañía de algunos otros, por los parajes de Más
Esta proposición. se puede dar vuelta como un guante y allá del principio del placer.
repetir intacta con las formas siguientes: la compulsión de
repetición, resistencia hiperbólica de la no-resistencia, es
en sí misma analítica, es aquello cuya resistencia es hoy en
día representada por el psicoanálisis, en su astucia más se-

42 43
Jacques Derrida Resistencias

2. EL OTRO SECRETO DEL TEJEDOR Volviendo atrás, y descomponiendo un movimiento


en sus elementos, propondría entonces algo que podría
Cambiemos, de ritmo y de tono. Al comenzar, yo me asemejarse a un análisis. ¿Qué análisis? El análisis de las
pregunté por qué siempre he soñado con la resistencia. Si resistencias al análisis, tales como yo he podido soportar-
había un ombligo en este sueño. Y para qué inquietarse las, y de las resistencias al concepto analítico (entiéndase
por un ompha~ós. psicoanalítico) del análisis, no menos que al concepto
Cuando Elisabeth Rigal y Gérard Granel me invita- fifosófico (analítico o dialéctico) de dicho análisis. Esto
ron generosamente a este gran coloquio, yo les respondí constituye una trayectoria acerca de la cual concedo que
"] would prefer not to ... ". Esto no quería decir que no, si- es tan bizarra como un cuasi-autoanálisis frustrado, pero
no que, incapaz de preparar una verdadera conferencia en prometo que no durará demasiado tiempo. Lo que que-
poco tiempo (siempre queda poco tiempo) sobre un tema rría mostrar, en todo caso atestiguar, es en resumen el
tan grande, el del análisis, del análisis en general, intenta- cruce de dos necesidades enredadas entre sí.
ría dejarme llevar por la palabra que me precediera: tra- Primera necesidad, la de un double bind. Toda resisten-
taría de responderle, pero en verdad no estaba seguro, e cia supone una tensión, y en primer lugar una tensión in-
incluso preferiría no tener que construir una respuesta terna. Pero siendo que una tensión puramente interna es
digna de tal nombre, lo que es aún más difícil después de imposible, se trata de una inherencia absoluta del otro o
una exposición tan rica. Esto no impidió que mis amigos del afuera en el corazón de la tensión interna y autoafec-
me acuciaran a ponerle un título a esta no-respuesta en tiva. El double bind, para retomar las oposiciones a las cua-
forma de no-conferencia. Casi sin reflexionado, deseé la les se refirió Miguel Giusti al abrir su desarrollo sobre
palabra "resistencias", con la prudencia elemental de po- Hegel, es lo que no da lugar, en tanto que tal, ni al análi-
nerla en plural, para procurar puertas de salida. Pluralizar sis ni a la síntesis, ni a una analítica ni a una dialéctica.
es siempre darse una salida de emergencia hasta el mo- Provoca al infinito la analítica y la dialéctica, pero lo ha-
mento en que es el plural el que nos mata. Naturalmen- ce para resistirles absolutamente.
te, y acabo de confirmarlo, si dije en seguida "resisten-
cias", la expresión "resistencia al análisis" gobernaba ya
Segunda necesidad: pensar esta resistencia como res-
esta asociación. El título del coloquio invitaba a ella. Pe-
tancia del resto, es decir, de manera no simplemente on-
ro desde entonces no he cesado de soñar, más bien que
tológica (ni analítica ni dialéctica), pues la restancia del
reflexionar, con la compulsión que me dictó esa palabra,
resto no es psicoanalítica. Y en primer lugar porque senci-
tan pronto, ni de embarazarme con el nudo de razones
llamente no es. El resto no es o no se presenta.
que me la hacen amar. Voy a tratar de explicarme esque-
máticamente, con rapidez, para abreviar las confidencias ¿Cómo se cruzan estas dos necesidades? ¿Y qué es lo
y el análisis interminable que aquí serían de rigor. En que sucede con ellas? Puesto que he decidido imitar con
otras palabras, no les voy a contar historia, ni sobre todo ustedes, al menos durante algunos minutos más, una es-
cómo yo habría resistido heroicamente al análisis, y más pecie de autoanálisis más o menos impersonal, ¿qué es lo
radicalmente al análisis freudiano del análisis. que me ha sucedido con estas dos necesidades? Lo que ha

44 45
Jacques Derrida Resistencias

inducido en mí la tentación de pensar, con los nombres Pero al mismo tiempo la "desconstrucción" sólo co-
de desconstrucción, huella, diseminación (podrían seguir mienza con una resistencia a este doble motivo. Incluso
una veintena de otras palabras que, sin ser sinónimos, radicaliza a la vez su axiomática y la crítica de su axiomá-
pertenecen a la misma cadena), ¿por qué puedo sentir la tica. Lo que su trabajo cuestiona no es sólo la posibilidad
tentación de "compararlo" con el análisis y con este no- sino también el deseo o el fantasma de una recaptación de
análisis que se denominaría por ejemplo dialéctica, sien- lo originario, y también el deseo o el fantasma de volver
do que son incomparables y que, además, el pensamiento a unirse para siempre con lo simple, sea lo que fuere. Se
ordenaba incesantemente resistir a esta comparación y trata de un movimiento no sólo contraarqueológico, sino
emprender otra vía? Una tercera vía que no sería una ter- también contragenealógico de la desconstrucción: la "ge-
cera vía, y desligaría el pacto simbólico o dialéctico, es de- nealogía" del principio genealógico ya no depende de una
cir la instancia del tres o del tercero. Como si lo que re- simple genealogía. Nada más alejado de la desconstruc-
siste más radical y eficazmente fuera siempre el cuadrado, ción, a pesar de ciertas apariencias, nada le es más extra-
un último cuadrado. ño que la química, esta ciencia de los simples de la que
Lo que se llama "desconstrucción" obedece innega- hablaba al principio Miguel Giusti. ¿Qué es la descons-
blemente a una exigencia analítica, a la vez crítica y analí- trucción de la presencia, si no la experiencia de esta diso-
tica. Se trata siempre de deshacer, desedimentar, descompo- ciación hiperanalítica de lo simple y lo originario? La
ner, desconstituir sedimentos, artefacta, presupuestos, huella, la escritura, la marca, está en el corazón de lo pre-
instituciones. Y la insistencia en la desligazón, la disyun- sente, en el origen de la presencia, un movimiento de en-
ción o la disociación, el estar out of joint, habría dicho vío al otro, a lo otro, una referencia como diferancia que
Hamlet, en la irreductibilidad de la diferencia, es dema- se asemejaría a una síntesis a priori si fuera del orden del
siado masiva como para que sea necesario volver sobre juicio y si fuera tética. Pero, en un orden pretético y pre-
ella. Como esta disociación analítica debería ser también, judicativo, la huella es una ligazón (Verbindung) irreducti-
en la desconstrucción, al menos tal como yo la entiendo ble. Se resiste al análisis de tipo químico en virtud de es-
o la practico, un retorno crítico-genealógico, 7 tenemos ta composición originaria, pero esta ligazón no religa entre
allí, en apariencia, los dos motivos de todo análisis, tal co- sí a presencias ni ausencias; no procede de una actividad
mo los hemos analizado al analizar la palabra análisis: el (por ejemplo intelectual) ni de una pasividad (por ejem-
motivo arqueológico o anagógico del retorno a lo antiguo plo sensible). Por todas estas razones, no deriva de una
como archioriginario, y el motivo filosófico de la desliga- estética, ni de una analítica, ni de una dialéctica trascen-
zón disociativa -nunca se estará lejos de llamar <lis-social. dental. Siguiendo una argumentación que se asemeja, por
ejemplo, a la crítica hegeliana del formalismo y el anali-
7. Genealogía cuya necesidad debe siempre complicarse con una
"contragenealogía". Con la simple genealogía se corre siempre el ries- mito remitir sobre este punto, y en especial a propósito de la figura del
go de privilegiar el motivo arqueogenético, incluso el esquema al me- hermano y de la fraternización, a Politiques de l'amitié, París, Galilée,
nos simbólico de la filiación, del origen familiar o nacional. Me per- 1994.

46 47
Jacques Derrida Resistencias

tismo kantianos, tal como la ha recordado Miguel Giusti otras, y la explicación de la desconstrucción con cada
(Hegel observa que la trayectoria profunda de Kant acer- uno de los filósofos de la tradición sobre el análisis, em-
ca de los principios sintéticos a priori y su raíz en la uni- pezando por los que acabo de mencionar: Kant, Hegel,
dad de la conciencia de sí se amolda a los datos de una ló- Husserl, Heidegger.
gica formal, sin deducir o producir el pasaje de esa Limitémonos a las estructuras más formales de estos
"unidad simple de la conciencia de sí a sus determinacio- movimientos. Lo que impulsa a la desconstrucción a anali-
nes y diferencias"), la necesidad desconstructiva impulsa zar sin descanso los presupuestos analitistas y dialecticistas
a cuestionar hasta el principio de presencia a sí en la uni- de estas filosofías, y sin duda de la filosofía misma; lo que
dad de la conciencia o en la autodeterminación, la lógica se asemeja en ella a la pulsión y al pulso de su movimien-
de la Selbstbewegu,ng, o la inmanencia del presupuesto (Vo- to propio, una compulsión ritmada a acorralar el deseo de
raussetzung) incesantemente requerido por la dialéctica originariedad, simple y presente a sí misma, bien, esto
hegeliana. mismo -he aquí el double bind del que hablábamos hace
En el fondo, lo que resiste a la analítica kantiana y a unos momentos- la impulsa a una emulación analitista y
su crítica dialéctica sigue siendo un análisis, por cierto, trascendentalista. A un hiperbolismo del análisis que, a
pero un análisis de la presencia de lo presente que no los ojos de algunos, toma a veces la figura de un hiperdia-
puede no rendirse a la necesidad y la afirmación de una bolismo. En este sentido, la desconstrucción es también
heteroafección en el sistema de la autoafección y de lo un drama interminable del análisis. Pues, para evitar que
presente vivo de la conciencia. Esto es lo que he intenta- la crítica del originarismo, en su forma trascendental u
do demostrar a partir de Husserl -es decir, también par- ontológica, analítica o dialéctica, ceda el lugar, según una
tiendo y alejándome de él-, de un cierto Husserl. La fe- ley que conocemos bien, al empirismo o el positivismo,
nomenología trascendental es también una analítica de había que hacer lugar, de manera aún más radical, más
constitución -estática o genética-. La reducción eidética analítica, a la petición tradicional, a la ley misma de lo que
y la reducción fenomenológica no son por cierto análisis venía a ser desconstruido: de allí los conceptos imposi-
lógicos, pero conservan del análisis el doble principio del bles, los cuasiconceptos, los conceptos que he denomina-
retorno a lo originario y la descomposición-recomposi- do cuasitrascendentales, como la archihuella o la archies-
ción de una síntesis activa o pasiva. Esta heteroafección critura, lo archioriginario más "antiguo" que el origen -y
del tiempo, es decir también su espaciamiento originario, sobre todo una afirmación donadora que resta como lo
conducía evidentemente, según un movimiento heideg- último desconocido para el análisis que ella pone no obs-
geriano, a desplazar el acento de la crítica kantiana y ha- tante en movimiento-. Así se anuncia finalmente el esta-
cerlo caer sobre la estética trascendental o sobre la teoría tuto sin estatuto de todos los conceptos y de todos los
del esquematismo, más bien que en la analítica. Aquí ha- nombres de conceptos propuestos en número no finito en
bría que tener en cuenta, entre otras cosas, los arrepenti- el movimiento de la "desconstrucción". Es cierto que un
mientos de Heidegger al respecto, mis propias dificulta- pensamiento de la escritura apela a esta "teoría" (por
des con Heidegger acerca de estas cuestiones y algunas ejemplo, en De la grammatologie), pero ella se tematiza y

48 49
Jacques Derrida Resistencias

formaliza mejor (con La dissémination, Glas, Parages .. .) en sesión, de la supervivencia: ni presente ni ausente, ni vivo
su relación con el double bind, con la estrictura del doble ni muerto: 1 would prefer not to, etcétera) al final de La
vínculo y sobre todo de una restancia que no es y no tiene Pharmacie de Platon, con los rasgos de un analista que aún
que ver con la ontología, así como no se presta al relevo querría separar, como ejemplos químicos, justamente, el
dialéctico. Y que, como veremos, no será adecuadamente buen remedio y el mal veneno, aislarlos como una buena
identificable con la resistencia que ella hace posible o que repetición de una mala repetición. En el fondo de su far-
la supone. El lugar y el vínculo -el nudo- de la cuestión macia,
que quiero introducir se formarían allí. Se formarían sin
cerrarse allí. ¿Allí, dónde? Allí, en un rincón, inhallable El analista [Platón es aquí el analista] se propone en-
en el espacio de una topología o de una geometría objeti- tonces distinguir entre dos repeticiones.
vas; allí, entre la restancia y la resistencia: en el re -de una Querría aislar la buena de la mala, la verdadera de la
repetición que al no repetir o no representar nada que es- falsa.
té ante ella o antes de ella, no oponiéndose, y a veces in- Continúa examinando: ellas se repiten una a la otra.
cluso sin enfrentar, vendrá a inscribirse sin embargo co-
mo un rincón, y "antes que" ellas, entre ellas, en la stance, Más adelante, al cabo de un tiempo,
la estancia, la esencia o la existencia: antes, es decir más
Platón se tapa las orejas, para mejor oírse -hablar, pa-
allá del ser que ella a la vez instituye y destituye. ra mejor ver, para mejor analizar.
Este double bind, esta doble coacción inanalizable del Quiere distinguir entre dos repeticiones.
análisis, opera siguiendo el ejemplo de todas las figuras Busca el oro [... ]
llamadas de lo indecidible, que se han impuesto con los Habría que distinguir entre dos repeticiones.
nombres de phármakon, suplemento, himen, diferancia, y
muchos otros que llevan en sí predicados contradictorios - Pero ellas se repiten una a otra, más aún, se reem-
o recíprocamente incompatibles, en su mismo entre, en su plazan una a otra ...
entrelazamiento, su invaginación quiasmática, su symplo- - Pero no, ellas no se reemplazan, puesto que se aña-
ké o su Geftecht; todas estas figuras aparecen en serie en el den ...
análisis, sustrayendo en él la presencia plena de su como - Justamente ...
tal, anunciándose más bien que entregándose al análisis.
Pero cada una compone en sí, en su symploké, y entre los Sobre este concepto de repetición se habría tenido
predicados contradictorios, una sola huella que no es un que insistir, más precisamente sobre el concepto de itera-
todo, que no es idéntica u homogénea a sí misma, sino bilidad que, como itara, palabra de la que proviene, desig-
que, en esto mismo, resta inanalizable. na a la vez la repetición de lo mismo y la alteración. En
Para limitarnos al ejemplo del phármakon, aparece el cuanto al análisis, ¿por qué sería estratégicamente econó-
fantasma de Platón; es una aparición (y toda esta descons- mico privilegiar aquí esta temática de la repetición? Hay
trucción es también una lógica de lo espectral y de la oh- otras dos razones que también se cruzan.

50 51
Jacques Derrida Resistencias

1. Por una parte la iterabilidad, condición de la cons- tomado una forma relativamente organizada en torno a la
titución de las identidades, de la idealidad, y digamos, pa- cuestión de la compulsión de· repetición. Los grandes tex-
ra abreviar, de todo concepto en general, es por ello el de- tos de referencia son en este caso Más allá del principio del
venir-objetivo del objeto o el devenir-subjetivo del sujeto, placer, y el texto de Lacan que toma expresamente este
y en consecuencia el devenir-analizable en general. Pero ensayo de Freud como punto de partida, el Seminario so-
(double biná), es también lo que perturba todo análisis, bre "La carta robada". Como no se trata aquí de que vuel-
puesto que perturba, al resistirse a ellas, 8 las oposiciones va a abrir, así fuera por un segundo, el legajo de la expli-
binarias y jerarquizadas que justifican todo principio de cación que he intentado en otra parte con estos dos textos
distinción, tanto en el discurso común como en el discur- (en La carte posta/e en particular), señalaría simplemente
so filosófico o teórico. Por esto he designado esta iterabi- dos entradas posibles, desde nuestro punto de vista de es-
lidad como un cuasiconcepto o un concepto inconce- ta noche, que es el análisis.
bible. No se trata de que la iterabilidad justifique la
confusión, la aproximación, la indistinción. De allí la exi- Primera entrada: La lectura que he propuesto de Más
gencia reafirmada del análisis. La iterabilidad permite, allá... , libro que comienza, lo mismo que la conferencia
por el contrario, tomar en cuenta, en el proyecto de una de Miguel Giusti, con la aparición de Mefistófeles y le da
nueva analítica general, los fenómenos de la anomalía, el la palabra, si así puede decirse, al advocatus diaboli de la
accidente, lo marginal, lo parasitario. En consecuencia, pulsión de muerte. Ahora bien, esta lectura tiende a reco-
de lo que resiste al análisis, por ejemplo al análisis como nocer, en las paradojas de la Bindung (ligazón, encadena-
psicoanálisis. miento) y la solution o la "extinción" (Erlóschung),9 lo mis-
mo que reactiva interminablemente el análisis y la tesis,
2. Pues, por otra parte, si tiene importancia estraté- más allá de toda Aufhebung, de toda Setzung y de toda po-
gica identificar aquí el problema de la repetición y de la sición analítica. No hay posición analítica, desde que la re-
iterabilidad, es porque todas las dificultades de la mayor sistencia no es identificable. La posición analítica sólo
resistencia al análisis, que hemos reconocido en la prime- puede ser una resistencia a esta ley. Y, desde este punto de
ra parte de esta exposición, conducen finalmente a esta vista -lo he recordado al principio de "Spéculer sur
resistencia de las resistencias, ante la cual el psicoanálisis Freud"-, se trata entonces de una puesta en obra y a la vez
freudiano encontró a la vez su recurso y su límite: la com- de un cuestionamiento del principio de análisis, puesto
pulsión de repetición. Para decir en una frase lo que exi- que La carte posta/e, lo mismo que Glas, es un libro sobre
giría largos discursos, no hay nada de fortuito en el hecho el vínculo (Baná), el nexum, el desmós o la estrictura -y so-
de que las apuestas más decisivas y más difíciles entre, di- bre un cierto "insoluble- efecto de correo".1º
gamos, "el psicoanálisis" y "la desconstrucción" hayan
9. Cf. "Spéculer-sur 'Freud' ", en La carte postale, de Socrate a
8. He intentado demostrarlo en Limited lnc, París, Galilée, 1990, Freud et au-dela, París, Flammarion, 1980, pág. 423 por ejemplo.
sobre todo en la pág. 231. 10. Ibíd, págs. 278 y 413.

52 53
Jacques Derrida Resistencias

Seg;tJ,nda entrada: En la explicación con el Seminario ter en una emulación analitista a un pensamiento muy
sobre "La carta robada'', uno de los lugares estratégicamen- atento a tomar en cuenta lo que siempre se niega al aná-
te más decisivos (quizá porque vedan la decisión y por lo lisis (la complicación originaria, lo no-simple, el origen
tanto le atribuyen posibilidad: uno no decide allí donde es tachado, la huella o la afirmación del don como huella).
imposible) sería también esta letra de la que Lacan dice Paradoja sólo aparente: el análisis es interminable porque
que no soporta la partición. Al discutir esta tesis que yo no hay elemento indivisible u origen simple. La divisibi-
considero dogmática e idealista, al demostrar contra ella lidad, la disociabilidad, y por lo tanto la imposibilidad de
que la letra es divisible, he recordado en suma un princi- detener un análisis, así como la necesidad de pensar la po-
pio de análisis interminable: quizás un axioma de intermi- sibilidad de esta indefinitud, si uno se atuviera a ella, se-
nabilidad. Porque la disociabilidad es siempre posible (y ría quizá la verdad de la desconstrucción, al menos la que
con ella la anulación del vínculo social, la disociabilidad), des-marca tanto el "vínculo espiritual" (das geistige Band')
porque siempre es preciso que uno pueda siempre anali- del Mefistófeles goetheano-hegeliano que Miguel Giusti
zar, dividir, diferenciar más lejos, porque el principio filo- nos ha hecho oír en el inicio de esta sesión, como la Ver-
lítico del análisis es invencible, en su indivisibilidad no se sammlung heideggeriana, con esa reunión siempre última
puede reunir nada. El principio arqueológico o anagógi- de lo mismo en la cual se recoge para Heidegger toda di-
co del análisis está siempre destinado al fracaso. Y si a uno ferencia, el uno, el ser, el lagos, el pólemos -y el Geist.
no le gusta la palabra "fracaso", que no es sin duda la me- Desde luego, esta divisibilidad de la letra no se sepa-
jor, pues igualmente puede hablarse de una oportunidad ra de la fuerza de desligazón (también un fenómeno ana-
ya perdida y de un dato de la caída, digamos que este lítico) que anula el vínculo, por ejemplo el vínculo de la
principio está destinado al límite de su detención o a la fi- deuda, lo simbólico, el nombre del padre, otros tantos
nitud de su suspenso, allí donde, no pudiendo ya tocar motivos que ligan y se ligan al triángulo o al círculo de la
porque pretende poner en foco, comienza o termina por reapropiación cuyas figuras trinitarias dominan el "Semi-
perder su pertinencia. nario sobre 'La carta robada"' y, lo mismo que su afirma-
Desde luego, la posibilidad de la desligazón es tam- ción de que una carta siempre llega a destino, le otorgan
bién la única condición de posibilidad de la ligazón en ge- la firme consistencia de una resistencia superiormente or-
neral. Esta tensión entre el principio arqueológico y el ganizada. Allí está uno de los lugares de división entre el
principio filolítico del análisis, podría reemplazar la duali- tres y el cuatro, entre la resistencia ligada a todas las re-
dad de los principios freudianos en el Más allá... La cues- presiones y la restancia disemina! que no sólo no vuelve al
tión de la divisibilidad es uno de los instrumentos de for- padre, como he intentado demostrarlo,11 sino que se ex-
malización más poderosos para lo que se denomina la pone a un olvido radical que ya no pertenece a la tópica o
"desconstrucción". Si, por hipótesis absurda, hubiera una la economía de la represión, destinada como lo está a la
y sólo una desconstrucción, una sola tesis de "La descons-
trucción", ella tendría divisibilidad: la diferancia como di- 11. Cf., en particular, La dissémination, París, Le Seuil, 1972, pá-
visibilidad. Lo que vuelve paradójicamente a comprome- ssim, y sobre todo "Hors livre", pág. 33.

54 55
Jacques Derrida Resistencias

oportunidad y el riesgo de encenizarla, es decir, a una como en aquello que es repetido, reafirmado y desplaza-
huella sin huella, secreto inviolable y sin profundidad, sin do en este tiempo: tanto en la razón de una fenomenolo-
lugar, sin nombre, sin destino, hiperbolítico, destrucción gía trascendental como en la razón psicoanalítica, e inclu-
excesiva y lisis sin medida, sin medida y sin retorno, lisis so, a pesar de su poca simpatía o afinidad aparente con la
sin anagogía. Aufkliirung, con la analítica existencial del Dasein y toda la
Tengo que cortar aquí, y concluir de manera un po- trayectoria de pensamiento así abierta por Heidegger.
co tajante: justamente en el corte y la paradoja de la deci-
sión en cuanto al análisis. Esto a lo que acabamos de 2. Por otro lado, analizar incansablemente las resisten-
aproximarnos es a la vez una necesidad hiperanalítica, la cias que se aferran aún a la temática de lo simple y del ori-
ley de un "hay que analizar sin fin", además de que "eso gen indivisible, a la teología, la lógica oposicional -que la
se analiza indefinidamente", y por lo tanto debe analizar- dialéctica no cuestiona-y a todo lo que, repitiendo el ori-
se hiperbolíticamente, "resta" siempre por analizar y, por gen, intenta incesantemente reapropiar, restituir o recons-
otra parte, la otra ley que nos prescribe tomar en cuenta tituir el lazo social y, la mayoría de las veces, sea que se lo
lo que es más o menos que una resistencia al análisis, una declare o se lo niegue, renaturalizándolo. Lo que he tra-
restancia de ese "resta por" que hace más de todo telos tado de analizar, tanto en La can (en La carte posta/e) como
analítico (el término análisis como principia! del princi- en Heidegger (en La vérité en peinture) respecto de la res-
pio, el elemento simple, lo originario o lo arkhe') otra re- titución y la reconstitución del pacto simbólico, tiene que
sistencia al análisis. En los dos casos está en juego la ra- ver con esta axiomática.
zón -y la decisión en cuanto a la razón-, incluso la Razón
de la Ilustración en su obediencia al Principio de Razón. La paradoja en la cual uno no puede ni debe instalar-
Lo que se llama Aufkliirung, Enlightenment y, en la dife- se, pues uno no se instala en una paradoja, la ley de esta
rencia de su versión francesa, la época de las Luces, es antinomia de la que sólo cabe soportar la tensión (y todas
también un cierto analitismo no matemático (no siempre las antinomias, en particular las de Kant, son fatalidades
simplemente cartesiano): desde Locke hasta los Ideólogos del análisis) es por lo tanto la paradoja de un doble "se de-
franceses, desde Rousseau hasta Condillac, así como des- be": "se debe", por cierto, analizar el "se debe" del deseo
de Hume hasta Kant, es la preocupación de dar razón del analítico como el deseo de deshacer una composición o
sentido formulando interrogantes de origen, volviendo a una contaminación originaria para alcanzar finalmente
lo elemental, descomponiendo y derivando. una simplicidad primitiva, propia o elemental, que sería en
El hiperanalitismo con el cual yo identifico la "des- derecho el único y verdadero punto de partida, el único
construcción" es un gesto doble en este sentido, doble y comienzo legítimo del que nos hablaba Miguel Giusti ha-
contradictorio, doblemente ligado, es decir, ligado/desli- ce algunos momentos. Otros nombres de la vida pura o de
gado en lo que se puede denominar double bind o doble la muerte pura: para mí es lo mismo y todo lo que yo di-
coacción: go se opone tanto a una filosofía de la vida como a su sim-
l. Por una parte, heredar e inspirarse en esas Luces, ple contrario. Pero he aquí, sin tardanza, el double bind:

56 57
Jacques Derrida
Resistencias
analizar ese deseo no significa renunciar a su ley y suspen-
der el orden de la razón, del sentido, del interrogante de esta palabra) y que deriva sólo de un mal trascendental de
origen, del vínculo social. También hay que tener en cuen- la analítica o la hiperbolítica como tal. Pero es una enfer-
ta, para dar cuenta de ella, la demanda arqueo-lógica, ana- medad no más casual o patológica que todas las figuras
gógica, asimismo hermenéutica, de la razón y del princi- patéticas de la muerte. En segundo lugar, si un double bind
pio de razón: en cuanto al sentido, a la resistencia, a la no se asume pero se soporta de mil maneras, si todas las
represión, al conflicto de fuerzas, etcétera. pasiones son irreemplazablemente asignadas en singulari-
Este double bind (dejemos estas palabras en inglés, pues- dad, si un double bind no es nunca uno y general sino la di-
to que designan el vínculo, es decir el llamado al análisis, co- seminación infinitamente divisible de nudos, de miles y
sa que no hace la expresión "double contrainte", "doble coac- millares de nudos de pasión, esto ocurre porque sin él, sin
ción", por la cual se las traduce a veces), ¿no es la cuestión ese double bind y sin la prueba de la aporía que él determi-
del análisis mismo? No se trata de que haya que asumir el na, sólo habría programas o causalidades, nunca habría
double bind. Por definición, un double bind no se asume, sólo tenido lugar ninguna decisión. Ninguna responsabilidad.
cabe sufrirlo en la pasión. Por otro lado, un double bind jamás Yo llegaría incluso a decir que no habría tenido lugar nin-
se analiza integralmente: sólo se puede desligar uno de sus gún acontecimiento. Ni siquiera el análisis. Ni siquiera el
lugar.
nudos tirando del otro para estrecharlo más en ese movi-
miento que yo he denominado la estrictura.12
Pero si bien un double bind no se asume, hay muchas Finalmente, retomemos el hilo, para volver a caer en
maneras de soportarlo. En primer lugar, dejando de creer la red o en la trampa que Miguel Giusti acaba de tender-
que es sólo una patología clasificable y circunscribible, me. Me habría gustado convencerlos de que al pasar del
como a veces se ve que lo hacemos, creyéndole asignar, tres al cuatro, del dos a la divisibilidad sin fin y sin fondo,
desde Bateson, y otros, un poder esquizógeno del que al- sólo he permitido que resonara lo que fue de hecho, de
hecho y al principio (lm Anfang war die Tat.0, la palabra

-
gunos saldrían víctimas y otros indemnes. Yo no me
arriesgaría a sostener que el double bind no es nunca "pa- mefistofélica. Ella anunciaba también un cierto retraso, la
llegada tardía del filósofo.
tológico" (en el sentido terriblemente trivial y "real" de
[. . .]
12. Esta alternativa puede tomar la figura del sacrificio. Enton- Zwar ist's mit der Gedankenfabrik
ces quizá todo ocurra entre el sacrificio y el no-sacrificio, a menos que Wie mit einem Weber-Meisterstück,
éste quede suspendido -en la aproximación- entre el sacrificio que anu- Wo ein Tritt tausend Fiiden regt,
da y el sacrificio que taja: en suma, las dos grandes experiencias de
Isaac y Abraham. Una vez más el idioma, el idioma de la resistencia y Die Schifflein herüber hinüber schiessen,
la resistencia del idioma: no sólo de lo que vuelve como propio del ori- Die Fiiden ungesehen jliessen,
gen, de Dios, del Padre o del Hijo, sino también del derecho a tradu- Ein Schalg tausend Verbindungen schliigt:
cir esta escena, el nombre de esta escena, de manera esencialmente Der Philosoph, der tritt herein
aproximadora, con la palabra lejana de "sacrificio". Und beweist Euch, es musst'so sein:

58
59
Jacques Derrida

Das Erst'wiir'so, das Zweite so,


Und drum das Dritt' und Vierte so,
Und wenn das Erst' und Zweit' nicht wiir,
Das Dritt' und Viert' wiir' nimmermehr

Traducción convenida:

Es un hecho que la fábrica de los pensamientos es co-


mo un oficio de tejedor, en el que un movimiento del pie
agita millares de hilos, en el que la lanzadera sube y baja
sin cesar, en el que los hilos se deslizan invisibles, en el
que se forman mil nudos de un solo golpe: el filósofo vie-
ne después [éste es el retraso del filósofo, del llegado-tar-
de que analiza después y del que los estudiantes no apren-
derán jamás el secreto del devenir-tejedor ni, por otra Por el amor de Lacan
parte, por definición, y a causa de una alergia esencial,
ningún secreto], y os demuestra que eso tuvo que ser así:
lo primero es esto, lo segundo es esto, y por lo tanto lo
tercero y lo cuarto son éstos, y si lo primero y lo segun-
do no existieran, lo tercero y lo cuarto no existirían tam-
poco. Los estudiantes de todos los países alaban este ra-
zonamiento, y sin embargo ninguno · de ellos se ha
convertido en tejedor.

Das preisen die Schüler aller Orten


Sind aber keine Weber geworden.

60
1. EL FUTURO ANTERIOR EN CONDICIONAL

¡Qué es lo que Lacan no habría dicho!

¡Qué es lo que no habrá dicho!

Transcripción de un discurso pronunciado en el curso del en-


No se trata de una pregunta, sino de una exclamación:
cuentro "Lacan con los filósofos'', organizado en la Unesco por el Co- para ensayar mi voz, encontrar el tono, experimentar, antes
legio Internacional de Filosofía en mayo de 1992. En la mayoría de los de comenzar, esta idiomática conjunción de la negación, la
casos, y hasta donde ha resultado posible, se respetó el tono de esta denegación, el condicional y el futuro anterior. Mi hipóte-
cuasi improvisación. sis: estas gramáticas desempeñan sucesiva o simultánea-
Este texto fue primeramente publicado en la obra Lacan avec les
mente un papel de pantalla y de espejo en las modalidades
philosophes, actas del coloquio lanzadas el mismo año por la editorial
Albin Michel, a la que agradecemos aquí que haya autorizado la repro- del con, así como en las modalidades del desde, que iban a
ducción. En la última sesión del coloquio, "Por el amor de Lacan" fue regular la relación de Lacan con los filósofos -con ciertos
una respuesta a las comunicaciones de René Major, "Depuis Lacan", y filósofos-. Estas pocas reflexiones sobre las modalidades
de Stephen Melville, "Depuis Lacan?". La lectura de estas dos comu- temporales llevarán también la marca de la incidencia de lo
nicaciones en las actas puede aclarar más de una alusión, y en realidad que Stephen Melville acaba de decir sobre la "narración",
proporcionar la orientación general de este texto.
y por lo tanto sobre la historia, sobre los "deslizamientos
En cuanto a los debates que rodearon, precedieron y siguieron a
este discurso, remito también a los "Anexos (Correspondencia y Post- temporales", y también sobre la posibilidad de una kehre,
scriptum)" publicados en las mencionadas actas (págs. 421-452 del vo- de un "giro" de Lacan después de los Escritos, es decir, y
lumen citado). más precisamente, en 1966-1967.

63
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

¡Qué es lo que Lacan no habrá dicho! ¡Qué es lo que voz se encuentra tomada en los movimientos del oleaje de
no habría dicho! una especie de coro o de coral, tenemos que renunciar a
la minucia de la letra -es decir, a los desplazamientos mi-
Para acercarnos a lo que hubo de Lacan con los filó- croscópicos o micrológicos en los que yo siempre espero,
sofos, no sólo habría que echar luz sobre lo que puede incorregiblemente, que se decidan las cosas- en un mo-
querer decir "con" en este caso, sino también sobre lo mento dado, pero el momento dado nunca está dado.
que Lacan ha dicho, no ha dicho, habrá dicho o no habrá Que este momento dado sea dado, es lo que justamente
dicho, hecho decir, dejado decir -en el futuro anterior o nunca se da de antemano, y he aquí que ya llegamos, por
en condicional-. Tratar este enigma de futuro anterior y cierto demasiado pronto, con mucha anticipación, a la
el condicional, que me interesará de manera muy particu- cuestión de la destinación.
lar en el día de hoy, es tratar el P.roblema de la archiva- A causa de esta macroscopía o esta macrológica del
ción, de lo que resta o no resta. Éste es un viejo proble- coloquio, los movimientos de estrategia "externa", si así
ma. Pero, en este siglo, el nacimiento del psicoanálisis puede decirse y si acaso los hay puros, lo que no creo,
-juntamente con la llegada de nuevas técnicas de archiva- tienden siempre a prevalecer considerablemente. Y por
ción o telecomunicación- consolidó el aparato de ciertas sobre el trabajo tienden a prevalecer entonces las tesis, las
paradojas con las cuales, esto es al menos lo que yo sien- posiciones, las tomas de posición, los posicionamientos.
to, es posible que todavía no se haya medido sistemática- Nunca me han gustado mucho estas cosas, las tesis, no me
mente la historia convencional, la manera de escribir o he detenido a menudo en ellas, y no se trata sólo de una
narrar la historia o historias. Sin duda, lo que aquí está en cuestión de gusto. Es la cuestión de la filosofía, nada me-
juego muy simplemente es el concepto de historia. Los nos, y de lo que en ella armoniza con la tesis, con la posi-
efectos de estas paradojas, digamos tecno-psicoanalíticos cionalidad.
(puesto que conciernen conjuntamente, al mismo tiempo, En una lectura de Más allá del principio del placer, que
a lo que el psicoanálisis puede decirnos de la inscripción, no es cualquier libro de Freud, y como ustedes saben, no
de la borradura, de los blancos, de lo no-dicho, de la es cualquier libro de Freud para Lacan, yo (en "Spéculer -
puesta en memoria y de las nuevas técnicas de archiva- sur 'Freud"', en La Carte posta/e) he intentado señalar en
ción, por ejemplo, la de todos los grabadores que están en qué Freud no llegó más que a suspender sin detención
esta sala), no conciernen sólo a Lacan, por supuesto. Pe- posible todas las tesis en las que sus sucesores o herede-
ro el ejemplo de Lacan ofrece ciertos rasgos singulares ros, sus lectores en general, habrían tenido interés en de-
que merecen la atención de aquellos a quienes interesan tenerlo. Esta lectura era también una interpretación de lo
estas cuestiones. que liga la especulación sobre el nombre, el nombre pro-
La enfermedad de los coloquios, en todo caso la que pio o los nombres de la familia, con la ciencia, singular-
yo sufro, es que no se entra en detalles y que en lugar de mente con la teoría y la institución psicoanalíticas. Va de
tratar las "cosas mismas" (¡ah, las cosas mismas!) lo más suyo que, implícita o explícitamente, mi lectura, si uno
cerca de lo más agudo, a falta de tiempo y porque nuestra disponía de cierto código o programa de traducción, te-

64 65
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

nía que ver también con las cuestiones del nombre de La- to, de la llegada, de la venida y del "ven", una vez más-),
can, los problemas de legado, de ciencia e institución, las tratándose por lo tanto del fracaso y de lo que no llega a
aporías de la archivación en las cuales él se encuentra llegar, precisamente al llegar, por el hecho de llegar, por-
comprometido. que llega, digo entonces que René Major cita el semi-
Intentaré por lo tanto resistir una vez más a la pul- nario de Lacan del 16 de noviembre de 197 6: "El rasgo
sión o a la espera de toma de posición, y ojalá les guste a unario nos interesa porque, como Freud lo subraya, no
quienes esperan de mí algún posicionamiento para dete- tiene especialmente que ver con una persona amada". Y
ner en él su juicio. Major tiene mucha razón al continuar como sigue: "Me
A fin de no perderme en la cantidad y la dificultad de apresuro a añadir que no son siempre las personas que
los problemas que habría que abordar, para no retenerlos nos aman quienes nos hacen los mejores servicios".
demasiado tiempo, para no re-abrir tantos textos que des- Yo estaría muerto si no creyera que él tiene razón en
pués de todo están al alcance y son en principio legibles pa- este punto. Estaría muerto y, si he comprendido bien, es-
ra quien quiera leerlos, me atendré a la regla de la discu- to no dejaría de tener algún beneficio secundario, al me-
sión (puesto que este momento es el de la discusión), y en nos para mi nombre, pero he preferido dejar que esperen.
primer lugar de la discusión tal como la discusión fue em- Y si ahora dijera "Vean, creo que Lacan y yo nos he-
prendida por lo que René Major y Stephen Melville acaban mos amado mucho ... ", estoy casi seguro de que muchos
de decirnos. Observaré escrupulosamente esta regla. Pero aquí no lo soportarían. Por ello no sé aún si voy a decir-
va de suyo que, en la discusión que seguirá, a todos ustedes lo. Muchos no lo soportarían, y esto explica muchas co-
les corresponde proponer, si lo desean, otro espacio de dis- sas. Muchos no lo soportarían, no porque los sorprenda,
cusión. en absoluto, me pregunto incluso si este pensamiento no
René Major ha citado el inüpit del seminario del 16 les era extrañamente familiar; no lo soportarían porque es
de noviembre de 1976, que comienza con las palabras" ¿Han algo que no debería tener lugar y que, sobre todo, no de-
sabido leer el cartel?", y que dice a propósito del fracaso be decirse sin infatuación, sobre todo por uno solo que
[l'insucce.r], ("l'Insu-que-sait") -es decir, si traduzco a mi sólo diría "nosotros" después de la muerte del otro. La
manera, que quizá no es ya muy lacaniana-, el no-éxito Cosa no debe por lo tanto ser dicha, ni sobre todo re-
que fracasa al llegar [échoue a arriver], en otras palabras, petida, y si con todo yo repitiera "nosotros nos hemos
que fracasa ... porque llega, porque tiene éxito, que fraca- querido mucho, Lacan y yo, cada uno como le gustó, ca-
sa al tener éxito [échoue a réussir] (la sintaxis del a se des- da uno a su manera o cada uno a nuestra manera", ¿sería
plaza aquí subrepticia pero necesariamente, y a menudo, esto una revelación, una confesión, una denuncia? Que
para pasar de una gramática a la otra, he jugado con 'Y'é- cada uno lo tome "como le guste".
choue a arriver", queriendo decir a la vez "no llego", "no "Como le guste", ésta es una cita de Lacan, y unas
llego a llegar", y fracaso o no llego "porque" llego, no lle- palabras casi privadas entre Lacan y yo, una frase en la
go al llegar, desde que, puesto que, desde que llego -aquí es el cual el "le" soy yo, y sobre la cual volveré dentro de unos
acontecimiento el que habla, yo hablo del acontecimien- momentos.

66 67
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

En cuanto al sentirse chocado por ver que alguien di- sólo en nombre del otro, desde el otro; siempre hay uno
ce "nosotros" hablando solo después de la muerte del que vive más, más tiempo. A este uno, yo no me apresu-
otro, no tiene razón de ser. Éste es también uno de los fe- raría a denominarlo "sujeto". Cuando estamos con al-
nómenos más comunes de la destinerrancia. Inflige a la guien, sabemos sin retardo que uno de nosotros sobrevivi-
destinación de la carta una deriva interna de la cual aque- rá al otro. Por lo tanto lo hace ya; él podrá o deberá
lla no puede nunca volver, pero sobre la cual nosotros te- hablar solo. Y de esto se pueden extraer inmediatamente
nemos que volver. las consecuencias. Sucede todos los días. Incluso cuando
"Nosotros" es una modalidad del "con" [avec], del cantamos La Marsellesa o nos unimos a un coro, lo que si-
"estar con", o del "hacer con", avoc, apud hoc, en el otro, gue siendo la excepción y no nos compromete mucho es
como huésped o parásito. Ahora bien, "nosotros" es siempre un yo que puede decir "nosotros": por ejemplo,
siempre el dicho de uno solo. Es siempre uno solo el "nosotros nos amamos".
que tiene el descaro de decir "nosotros los psicoanalis- ¡Qué es lo que sucede!
tas", "nosotros los filósofos", "con ustedes los psicoana- Ésta no es una pregunta. Es también una exclama-
listas", "con nosotros los filósofos" o, lo que es aún más ción, un signo de exclamación un poco suspendido, por-
grave, "nosotros los psicoanalistas con los filósofos" o que siempre es difícil saber si se archiva, qué es lo que se
"con nosotros los filósofos". "Con" [avec] quiere decir archiva, como se archiva, la huella que sólo llega a borrar-
también "en" o "en casa de" [chez] (apud, avuec, avoc, se, más allá de la alternativa de la presencia y la ausencia.
apud hoc, categoría del invitado o el intruso, del hués- No sólo es difícil saberlo; en rigor, es imposible. No, sin
ped o del parásito, por lo tanto, que abusa siempre duda, porque siempre haya más que saber, sino porque
cuando dice "nosotros"). esto no es del orden del saber.
Esta modalidad lógico-gramatical parece interesante, Lo cual no es nunca una razón suficiente para no
entre otras cosas, porque soy siempre yo quien dice "no- buscar el saber, como Aufkliirer -el saber de que eso se ar-
sotros", es siempre un "yo" el que enuncia el "nosotros",
chiva, hasta dónde, hasta qué límite, y cómo, según qué
lo cual supone en suma, en la estructura disimétrica de la
vías indirectas, sorprendentes o sobredeterminantes. Re-
enunciación, al otro ausente o muerto, o en todo caso in-
né Major ha hecho al menos dos alusiones hace unos ins-
competente, o que incluso llega demasiado tarde para ob-
tantes a una historia "subterránea" en el trayecto mismo
jetar.
del discurso de Lacan, y después a una "pregunta en pre-
Uno firma por el otro.
La simetría es aún más violenta si se trata de un "no- gunta" que, voy a citarlo, "tiene una historia, concierne a
sotros nos" reflexivo, recíproco o especular. ¿Quién ten- textos, varios textos, que no se limitan a un círculo iden-
drá nunca el derecho de decir "nosotros nos amamos"? tificable ni a un área geográfica, y ello a pesar del hecho
¿Pero hay acaso otro origen del amor, otro performativo de que no toma la forma pregonada -incluso y sobre to-
amoroso que no sea esta infatuación? Si hay "nosotros" do si no la toma- de un programa académico e institu-
en el "estar con", es porque siempre hay uno que habla cional. La pregunta de la pregunta es más vasta y deriva

68 69
Jacques Dnrida Por el amor de Lacan

de procedimientos de traducción y de objetivos teórico- con qué espíritu he aceptado la invitación con la que me
prácticos que se anudan en las fronteras de varias disci- honraron mis amigos del Colegio Internacional de Filo-
plinas que desestabilizan". sofía, René Majar y Patrick Guyomard,· quienes creo que
Sí, creo que es cierto en general, y en particular res- fueron los que tuvieron la bella idea de este gran coloquio
pecto de las cosas de las que se trata bajo el título de "La- plural e internacional. Si yo hubiera dicho "sí", no lo ha-
can con los filósofos": las modalidades del "con" apelan bría dicho ciertamente por creer que tengo algo más o
aquí a una historia y un tipo de interpretación histórica irreemplazable que decir sobre estas cosas; la discusión a
de una prudencia, una lentitud y un refinamiento micro- la que pude arriesgarme hace ya cerca de veinte años en
lógico extremos; apelan a una atención sin descanso a las torno a estas cuestiones exigiría un examen microscópico
paradojas de la archivación, a lo que el psicoanálisis, que para el que nosotros, ustedes y yo, no tenemos, aquí, ni el
aquí no sería sólo el tema o el objeto de la historia sino tiempo ni la paciencia necesarias, y que, como ya he di-
también su interpretación, puede decirnos de estas para- cho, no se presta al ritmo ni a la escena de un gran colo-
dojas de la archivación, de sus blancos, de la eficacia de quio. No, si me sentí feliz al aceptar esta invitación y si lo
sus detalles o de su inapariencia, de su custodia capitali- hice hace cerca de dos años, incluso antes de saber quién
zante, o bien -pero allí estamos quizá más allá del psicoa- hablaría y qué se diría, en particular lo que diría Majar, a
nálisis-, de la destrucción radical del archivo, en las ce- quien ni por un instante pensé en preguntarle siquiera
nizas, sin represión y sin puesta en reserva, sin la puesta cuál sería el título de su comunicación; si me sentí feliz al
en reserva o en custodia que operaba en la represión me- aceptar esta invitación, por lo tanto, fue porque este co-
diante un simple desplazamiento tópico. Se necesita una loquio, además del trabajo considerable y necesario que
atención igualmente aguda con respecto a lo que el dis- puede realizarse en él, sobre temas demasiado a menudo
curso psicoanalítico, por ejemplo el de Lacan, puede te- evitados hasta ahora, sobre todo en el interior del am-
ner de problemático en cuanto a la archivación, justa- biente analítico, incluso en torno a Lacan, este coloquio,
mente, a la custodia, a la economía de la represión como digo, tiene también la significación de un homenaje in-
custodia, a la inscripción, a la borradura, a la destructibi- ternacional a Lacan. Y yo me he sentido feliz de que se
lidad de la letra o del nombre. Una historia a la medida quisiera asociarme a este acontecimiento, a este justo y
de estas temibles dificultades, una historia capaz de to- espectacular homenaje. No sólo, sino también porque en la
marlas en cuenta en su propio discurso histórico, tendría época que es la nuestra -hablo de la época y de la cultu-
que venir a sumarse, sin descalificarlas en absoluto, pues ra, y sobre todo de la cultura parisiense-, encuentro en
ellas son también indispensables, en todo casi inevitables, este homenaje una virtud política. Considero como un
a otras lecturas, convencionales o no, y más clásicamente acto de resistencia cultural el homenaje público a un pen-
sintomáticas, del archivo. No se hace en seguida. samiento, un discurso, una escritura difíciles, poco dóci-
Antes de proponer, en respuesta a lo que acaba de de- les a la normalización mediática, académica o editorial,
cirse, una contribución modesta, parcial, preliminar, a rebelde a la restauración en curso, al neoconformismo fi-
una tal historia, yo explicaría en una palabra por qué y losófico o teórico en general (no hablemos de la literatu-

70 71
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

ra) que aplana y achata todo alrededor de nosotros, tra- en la comunidad de los filósofos profesionales o en la de
tando de hacer olvidar lo que fue el tiempo de Lacan, el los psicoanalistas. Por lo tanto es muy poco frecuente que
futuro y también la promesa de su pensamiento, y por lo una frecuentación de los filósofos, un estar-con con los fi-
tanto de borrar de ese modo el nombre de Lacan; ustedes lósofos -lo digo en el sentido del mayor favor o del mayor
saben que hay mil maneras de hacerlo, a veces las más pa- fervor- merezca la discusión hasta este punto, merezca que
radójicas. Lacan hizo en vida la experiencia de la denomi- se discuta con Lacan la manera en que él reguló su relación
nada "excomunión"; es posible que algunos de quienes con los filósofos. El refinamiento y la competencia, la ori-
aducen hoy en día el nombre de Lacan, y no sólo su he- ginalidad filosófica de Lacan no tienen precedentes en la
rencia, no hayan sido los menos activos o los menos efi- tradición del psicoanálisis. El retorno a un Freud filósofo
caces en esa operación. También en este caso la lógica del habría sido desde este punto de vista una regresión o una
servicio prestado es de las más retorcidas; la censura, la debilidad, pero dentro de unos instantes diré unas palabras
sutura y el hormigonado ortodóxico no excluyen, sino to- sobre las consecuencias paradójicas y perversas que se des-
do lo contrario, el eclecticismo cultural de fachada. Sea prenden del hecho de que Lacan sea un filósofo tanto más
que se trate de filosofía, de psicoanálisis o de teoría en ge- sagaz que Freud, ¡tanto más filósofo que él!
neral, lo que la chata restauración en curso trata de recu- Habiendo así aceptado con alegría la invitación de
brir, de negar o de censurar, es que nada de lo que pudo participar en esta reflexión, en esta discusión y este ho-
transformar el espacio del pensamiento en el curso de las menaje, creí que no debía ofenderme ni dejarme desalen-
últimas décadas habría sido posible sin alguna explicación tar, como otros habrían podido legítimamente hacerlo, y
con Lacan, sin la provocación lacaniana, fuera como fuere como algunos quizá lo deseaban, alegando la ley según la
que se la recibiera o se la discutiera, y añadiría sin alguna cual aquí sólo se hablaría de muertos, l y por lo tanto no
explicación con Lacan en su explicación con los filósofos. se hablaría de mí, si acaso interesara, a menos que me hi-
Con los filósofos, más bien que con la filosofía, y ciera el muerto, antes incluso de haber muerto, y de que
siempre me sedujo la dramatización según la cual, rom- en este caso se diera un golpe de mano contra mí. Es decir,
piendo cbn el comentario o la historiografía en uso en bastaría con pensar en ello, hacerme desaparecer al no ci-
muchos de los filósofos profesionales, que narran más o tar mi nombre como ser vivo, porque estoy vivo, hacer-
menos bien las vidas de los filósofos, o que reconstruyen me desaparecer en vida [a vie]. De modo que creí que no
la estructura de los sistemas, Lacan puso en escena el de- debía dejarme ofender o desalentar, como hombre lleno
seo singular del filósofo, y de tal modo no contribuyó po- de vida que soy aún, por el lamentable e indecente inci-
co a abrir el espacio de una especie de nueva cultura filo- dente de que se prohibiera mi nombre propio en los car-
sófica. En la cual estamos nosotros, aunque se quiera teles, del veto opuesto al adjetivo o atributo que puede
hacérnosla olvidar para volver a lo anterior. El "estar con" quedar de un nombre propio. Me refiero a ese acting out
o la explicación con los filósofos ha alcanzado en Lacan un
refinamiento, una extensión, una luminosidad inopinada l. Sobre este párrafo, remito a los Anexos (Correspondencia y
Post-Scriptum) publicados en Lacan avec les Philosophes, Albin Michel,
de súbito rayo de faro, de la que hay pocos ejemplos, sea
1991, págs. 420 y sigs.

72 73
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

al que Major ha hecho mención hace unos momentos, En el fondo, detrás de la cuestión de lo que yo llama-
para decir en verdad lo esencial al respecto. Si bien, en ría una vez más la restancia del archivo -que lo hace to-
efecto, me ha chocado como a muchos la violencia sinto- do, salvo restar, en el sentido de subsistencia permanente
mática y compulsiva de este pasaje al acto, no me sor- de una presencia-, detrás de esta cuestión de la diferancia
prendió por lo que él sintomatiza, en cuyo análisis estoy o de la destinerrancia del archivo, podría dibujarse, al me-
avezado desde hace cerca de un cuarto de siglo. Por lo nos en el tiempo de una sesión, la silueta de todo lo que
tanto, no añadiré nada más por el momento: para ganar me pareció que merece ser discutido, puesto que estamos
un poco de tiempo, porque eso me aburre cada vez más y, aquí para discutir o reactivar las discusiones. Por lo cual
digamos, "lo conozco demasiado bien", y finalmente por- entiendo la silueta de lo que me pareció merecer la discu-
que, sin siquiera hablar de la siniestra memoria política sión, no con Lacan en general, y sobre todo no en nombre
que tenemos de la historia que, en Francia, y sobre todo de la filosofía en general (a propósito, nunca he hablado en
en el Este de Francia, se ha escrito, si así puede decirse, nombre y desde el punto de vista de la filosofía, ni en con-
no con tinta sino con el borramiento del nombre, sin si- secuencia tampoco de la antifilosofía, que siempre me ha
quiera hablar, entonces, de esta memoria política, lo parecido lo menos digno de interés): no con Lacan en gene-
esencial al respecto ha sido dicho, precisamente por ral -que para mí no existe, y yo no hablo nunca de un fi-
Freud y Lacan -que sabía de lo que hablaba-. Y si puedo lósofo o de un corpus en general como si se tratara de un
permitirme esta autorreferencia, yo mismo, en otro lugar cuerpo homogéneo. No lo he hecho respecto de Lacan
(en algunos libros, uno de ellos sobre los nombres de más que respecto de cualquier otro. La discusión tenía
Freud y Lacan), he formalizado la legibilidad de su tacha- más bien lugar con una configuración fuerte, relativa-
dura y la lógica del acontecimiento (en tanto que aconte- mente coherente y estabilizada de un discurso en la épo-
cimiento grafemático), sobre todo del nombre propio ca de la compilación y encuadernación de los Escritos, o
que, diablos, sólo llega a borrarse; lo he hecho lo bastan- sea en 1966.
te como para no añadir nada aquí, por el momento -al La encuadernación [reliure] de los Escritos es lo que
menos por pudor, puesto que en este caso parece tratarse los mantiene juntos y les asegura la más sólida estructura
de mi nombre llamado propio, o de lo que puede que- sistémica, la constructura más formalizada, lo más forma-
dar de él en un epíteto. Dicho lo cual, si algunos de us- lizada posible. Ahora bien, si hay un texto que se mantie-
tedes lo desean, no trataré de callarme lo que pienso de ne más que cualquier otro en esta posición y este puesto
todo esto, pero solamente al final, después de todo, en de encuadernador, unificador [relieur], es el seminario so-
post-scriptum, u off the record, como se dice en inglés. bre "La carta robada". Como ustedes saben, este semina-
"Off the record" quiere decir fuera de registro, fuera rio recibe un privilegio -y cito a Lacan-, "El privilegio de
de archivo. Somos conducidos de nuevo a la difícil cues- abrir su serie [la serie de los Escritos] a pesar de la diacro-
tión del record de la historia y del archivo. ¿Hay un "fue- nía de ésta". En otras palabras, los Escritos recogen y unen
ra de archivo"? Imposible, pero lo imposible es la espe- [relient] todos los textos incluidos en orden cronológico
cialidad de la desconstrucción. (según la "diacronía") de su publicación anterior, con la

74 75
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

excepción, precisamente, del seminario sobre "La carta "productos adulterados, buenos para la exportación". En-
robada", que, al venir a la cabeza, recibe entonces el "pri- contrarme en un embalaje de exportación con Lacan ha-
vilegio" (la palabra es de Lacan) de figurar la configura- bría sido más bien de mi gusto, pero no soportable y del
ción sincrónica del conjunto y por lo tanto de unificar el to- gusto de todos, puesto que un periodista que oscila entre
do. Por esta razón me pareció justificado interesarme de el comité de Gallimard y Le Nouvel Observateur trató de
manera privilegiada por este privilegio, y si me sirvo aquí separarme de [d'avec] Lacan diciendo que, para el autor
de la palabra encuadernación [reliure], de encuadernación de esa novela consternante, era solamente Derrida -pues
que "mantiene junto" en el momento de leer [lire] y re- citó mi nombre, no el del personaje de ficción, ni Sa:id,
leer [relire], lo hago porque en una de las dos únicas opor- Sida o Sa:ida- quien, esta vez en singular, cita adulterada,
tunidades en que me encontré con Lacan en el transcur- se convertía en un "producto adulterado, bueno para la
so de mi vida, y hablé un poco con él, el propio Lacan me exportación". Yo solo, no ya con Lacan, como quería el
habló de encuadernación y de la encuadernación de los autor o el personaje de la fábula, sino sin Lacan, yo solo
Escritos. No cuento estas historias por la diversión o la en adelante, "producto adulterado" en el compartimien-
distracción de las anécdotas, sino porque aquí tenemos to de exportación, yo solo en mi caja, deportado, expor-
que hablar del encuentro, de la tykhé, de la contingencia tado al extranjero y, por qué no, con prohibición de resi-
-o no-, y de lo que liga [relie], si ustedes quieren, la firma dencia; yo solo, aislado, insularizado por el decreto de un
del acontecimiento con el teorema. agente de la circulación cultural. Ésta es una de las cosas
Sólo me vi con Lacan dos veces, y me crucé con él en que ocurren en Francia hoy en día, en los grandes cuar-
un cóctel una tercera vez, mucho tiempo después. No sé teles de la cultura y la política de los que hablaba al prin-
si esto quiere decir que estuvimos juntos, uno con el otro, cipio.)
pero en todo caso estos dos encuentros no tuvieron lugar Retomo el hilo. Cuando me encontré .por primera
en la casa (apud) de uno u otro, sino en la de un tercero y, vez con Lacan en Baltimore, en 1966, y cuando nos pre-
por empezar, la primera vez, en el extranjero, en 1966, en sentó René Girard, las primeras palabras de Lacan, en un
Estados Unidos, adonde nos habíamos exportado por pri- suspiro amistoso fueron: "¡Hubo que esperar que llegára-
mera vez. (Digo deliberadamente "exportado", es una ci- mos aquí, y en el extranjero, para que nos encontrára-
ta, porque quizás ustedes sepan que, a través de ese tipo mos!". Y observo aquí, quizás a causa del problema de la
de seudónimos que los periodistas llaman transparentes, destinerrancia que nos espera, y quizás a causa del nom-
el personaje reconocible de una muy mala novela -cuan- bre de muerte de Baltimore (Baltimore, danza o trance y
do digo mala, hablo de "literatura" y no sólo de "moral"- , terror), Baltimore, que es también la ciudad de Poe, cuya
que se quejaba primero de no ser traducido en el extran- tumba busqué en vano en esos días, pero cuya casa pude
jero, haciéndolo con una acritud que incluso parecía im- visitar en esa ocasión (fui a la casa de Poe en 1966), ob-
pregnar el papel, este personaje dijo hace muy poco tiem- servo aquí, quizás a causa del nombre de muerte de Bal-
po, en una sola tirada, que Lacan y yo, Lacan conmigo, timore, que las dos únicas veces que nos encontramos y
alias Lauzun con Sa:ida para los íntimos, somos, los dos, hablamos un poco uno con el otro, se habló de muerte en-
tre nosotros y, por empezar, quien lo hizo fue Lacan. En

76 77
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

Baltimore, por ejemplo, me habló de la manera en que enseñado). Esta libertad de interpretar como me plazca
pensaba que sería leído, en particular por mí, después de me la había dejado Lacan en la guarda de los Escritos
su muerte. cuando fueron encuadernados, puesto que la dedicatoria
De nuestro segundo y último encuentro, en oportu- que los acompaña dice lo siguiente: "a Jacques Derrida,
nidad de una cena, quiso archivar públicamente, a suma- este homenaje que puede tomar como guste". Mensaje
nera, a propósito de algo que yo le había contado, la im- recibido: siempre lo he usado, todavía hoy, este homena-
passe que yo habría ensayado "sobre el Otro, jugando al je, como me place y como me place traducirlo.
muerto". Élisabeth Roudinesco cuenta muy bien toda es- De modo que estaba la muerte entre nosotros, y se
ta secuencia, que he releído esta mañana, en la página 418 trataba sobre todo de la muerte, diría incluso solamente de
de su monumental y clásica Histoire de la psychanalyse en la muerte de uno u otro, como con o en todos los que se
France (tomo 2). La frase de Lacan habla de un "padre", quieren. O más bien él habló de ella, él solo, pues yo mis-
y soy yo; de un padre que "no reconocía [.. .] la impasse mo no pronuncié una palabra. Habló él, solo, de nuestra
que él mismo ensaya sobre el Otro [con mayúscula], al ju- muerte, de la suya que no dejaría de llegar, y de la muer-
gar al muerto". Todavía hoy no estoy seguro de haber te, o más bien del muerto al que según él yo jugaba.
comprendido bien la interpretación arriesgada en lo que, No olvido la encuadernación con la que se liga todo
no lo olvidemos, fue una publicación firmada en Scilicet esto. Ocurre que, en Baltimore, la otra inquietud que me
(donde Lacan era el único que se autorizaba a firmar), pe- confió Lacan concernía a la encuadernación de los Escri-
ro siempre me he preguntado si, al hacer de mí el padre, tos, que aún no habían aparecido pero cuya publicación
en esta historia, al nombrarme "padre", él no tenía en la era inminente. Lacan estaba preocupado, un poco des-
mira al hijo; siempre me he preguntado si no quería decir contento, según me pareció, con quienes en Seuil le ha-
"hijo", si no quería hacer de hijo, de él o de mí, hacer de bían aconsejado reunir todo en un grueso volumen de
mí el hijo que ensaya la impasse sobre el otro jugando al más de novecientas páginas, cuya encuadernación corría
muerto, como él dice, o bien hacerse el hijo él mismo. el riesgo de no ser sólida y por lo tanto de ceder: "Ya ve-
Igual que siempre, Lacan me dejó la mayor libertad de in- rá -me dijo, haciendo un gesto con la mano-, no va a re-
terpretación, e igual que siempre yo me la habría tomado sistir". La re-publicación en dos volúmenes de bolsillo en
aunque él no me la dejara, a mi gusto: él me había dejado 1970 lo habrá tranquilizado y le habrá permitido, al pa-
la mayor libertad de escucha e interpretación, puesto que sar, no sólo confirmar la necesidad de publicar el semina-
añadió en seguida: "Al padre que me lo ha dicho desde rio sobre "La carta robada" en el "puesto de entrada" de
aquí me entienda o no" ("Au pere qui me l'a dit d'ici m'en- los Escritos, sino también dispararme uno de sus futuros
tendre ou non" (este didici [dit d'icz] es magnífico; lo oigo en anteriores (antedatas o antídotos) que iban a ser el modo
latín, como en la noche de una discoteca, esta vez, y no de privilegiado de todas las declaraciones de amor que tan a
un baile, de una discoteca donde el viejo profesor no lle- menudo me hizo, mencionando, no me atrevo a decir an-
ga a renunciar a la compulsión conjunta del futuro ante- tedatando, lo cito, "lo que llamo propiamente la instancia
rior y la didáctica: didici, yo te lo habré dicho, yo te lo he de la letra antes de toda gramatología".

78 79
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

(Antes de toda gramatología: De la grammatologie era l. quiasmo;


el título de un artículo y de un libro que había aparecido 2 . futuro anterior de la posterioridad;
cinco años antes, y que, éste es uno de los desprecios o 3. invaginación quiasmática de los bordes -o del sitio ana-
desconocimientos numerosos de Lacan y de tantos otros lítico.
al respecto, nunca propuso una gramatología, alguna ¿Qué sucede en el con entre dos cuando hay quiasmo,
ciencia o disciplina positiva que llevara ese nombre, sino posterioridad de futuro anterior e invaginación quiasmá-
que se esforzó en demostrar, al contrario, la imposibili- tica?
dad, las condiciones de imposibilidad, el absurdo de prin-
cipio de toda ciencia o filosofía que llevara el nombre de
gramatología. Este libro que trataba de la gramatología era 2. PRIMER PROTOCOLO: EL QUIASMO
todo menos una gramatología.)
Ligo también esto a la encuadernación del gran libro. Al quiasmo se ha referido Major. Se trataba del quias-
Vuelvo entonces a aquella época (fines de la década de mo entre los proyectos de Freud y Lacan en cuanto a la
1960, 1965 y 1966-1967) en la que los Escritos se unieron ciencia y la especulación filosófica. Yo querría dar el ejem-
a la insignia del seminario sobre "La carta robada". Que- plo de otro quiasmo que se produjo en Francia en los
rría ahora arriesgar una modesta contribución a esta his- años '60. En el momento en que el seminario sobre "La
toria por venir del "estar con" de Lacan y los filósofos, carta robada" proponía la mayor formalización estratégi-
historia de la que estoy seguro que nunca fue escrita, y de ca del discurso lacaniano en la apertura de los Escritos,
la cual no estoy seguro que pueda llegar a serlo alguna ¿qué sucedía con los filósofos? Aquí no se puede ya ha-
vez, supuesto que sea posible descifrarla. De modo que blar, supuesto que alguna vez se haya podido, de los filó-
sólo propondré algunos protocolos para esa historia, sea sofos en general, sino de lo que les sucedió a algunos de
ella posible o no. Y como ya he hablado demasiado tiem- ellos, o de lo que le sucedió a la filosofía por algunos de
po, me limitaré un poco arbitrariamente a tres protocolos. ellos que quizá no eran ya simplemente filósofos, sin que
Estoy seguro de que hay aquí bastante psicoanálisis y bas- por ello se tenga nada en contra de la filosofía -esto sería
tantes psicoanalistas como para que no se deje de atribuir un poco simplista y escolar- . Sucede, y me sucedió, que
a la complacencia o la coquetería el hecho de que descri- en el momento en que una cierta cantidad de filósofos
ba las cosas, no desde un punto de vista descollante sobre principales o dominantes, organizados en lo que yo pro-
esta historia, sino necesariamente desde el lugar, el sitio puse denominar en aquel momento fonocentrismo o fa-
donde estuve y estoy aún situado en ella, inscrito, com- logocentrismo, o ambas cosas, apelaban a un cuestiona-
prometido, investido. Un lugar que, debo decirlo, no ha- miento, digamos, para no perder tiempo, "desconstructor"
brá sido cómodo pero tampoco malo para la observación. (cuestionamiento que, evidentemente, por definición, era a
Esquematizaré estos tres protocolos según algunas figu- la vez filosófico y excéntrico, ex-centrante con relación a lo
ras, con los títulos de: filosófico como tal, y daba a pensar lo filosófico desde un
lugar que ya no podía ser simplemente filosófico ni con-

80 81
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

trafilosófico, en o fuera de la filosofía), en ese mismo mo- He aquí entonces la forma del quiasmo: yo me en-
mento, exactamente en el mismo momento, se podía asis- contraba ante una poderosa reconstitución filosófica, fi-
tir a una encuadernación teórica del discurso lacaniano losofante, del psicoanálisis, que articulaba, asumía y unía
que empleaba el más fuerte, y poderosamente espectacu- con la mayor consecuencia todos los motivos que se ofre-
lar, de todos los motivos a mi juicio desconstruibles, o en cían, por otra parte no sin resistencia, a algo así como una
curso de desconstrucción; lo que me parece que era aún interpretación genealógico-desconstructora. Al mismo
más grave es que se trataba no sólo de lo más desconstrui- tiempo, desde luego, no había que lamentar, e incluso
ble de la filosofía (el fonocentrismo, el logocentrismo, el menos oponerse a esta reestructuración filosófica del dis-
falocentrismo, la palabra plena como verdad, el transcen- curso o de las instituciones psicoanalíticas, a este cuestio-
dentalismo del significante, el retorno circular de la rea- namiento filosófico, y por lo tanto crítico. Asimismo, al po-
propiación hacia lo más propio del lugar propio, en los ner en obra lo más vivo de la filosofía, la lingüística, la
bordes circunscritos de la falta, etcétera, con un manejo antropología, desplazándolas y reformalizándolas a su vez
de la referencia filosófica cuya forma era al menos, en el de manera original, era muchísimo más interesante que lo
mejor de los casos, elíptica y aforística, y en el peor, dog- que entonces dormitaba dogmáticamente con el nombre
mática; volveré sobre el tema dentro de un momento), no de psicoanálisis. Ese quiasmo o, como dijo también Ma-
sólo entonces de lo más desconstruible, sino incluso de lo jar, ese "chassé-croise"', era tanto más paradójico en cuanto
que, atravesando y desbordando la filosofía o la onto-teo- que desde el psicoanálisis en general -y desde Freud, que
logía (me refiero al discurso heideggeriano) me parecía yo traté de leer a mi manera, muy poco lacaniana, en
ya, desde 1965, que apelaba a su vez a cuestiones des- Freud et la scene de l'écriture- llegaba un impulso a des-
constructoras. Pues, como aquí lo hemos recordado a construir el privilegio de la presencia, al menos como
menudo, Lacan se refería entonces, de manera frecuen- conciencia y conciencia egológica. De manera aparente-
te, decisiva y confiada, a veces encantatoria, a la palabra mente exterior pero sin duda no fortuita, este impulso
heideggeriana, al lagos interpretado por Heidegger; por convergía con la necesidad de hacerlo según otras vías,
otra parte, a la verdad como adecuación y también como otros interrogantes, aquellos en los cuales yo, por otra
velamiento/develamiento. Es inútil recordar además que parte, estaba comprometido (lectura de Husserl, de Hei-
la desconstrucción, si la hay, no es una crítica, y menos degger, cuestión de la escritura y la literatura, etcétera).
aún una operación teórica o especulativa metódicamente De manera que el discurso a la vez más cercano y más
realizada por alguien, sino que, si la hay, tiene lugar -lo desconstruible, el más a desconstruir entonces era sin du-
he dicho con demasiada frecuencia, y una vez más en Psy- da el de Lacan. Esto estaba ya señalado en De la gramma-
ché, como para atreverme a repetirlo- como experiencia tologie en 1965-1966, a propósito de la primacía del signi-
de lo imposible. ficante.
En Le Facteur de la vérité y en otros lugares he trata- Y por ello, lo he dicho en Positions en 1971, cuatro
do de demostrarlo; no podría reconstruir todo eso en tan años antes incluso de publicar Le Facteur de la vérité, y
poco tiempo. Majar lo ha recordado hace un instante, mi "explicación"

82
83
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

teórica con Lacan "consistía en continuar mi trabajo, se- abordaba explícitamente cuestiones que no he cesado de
gún sus vías y sus exigencias específicas, fuera que este elaborar después), yo no podía estar con Lacan como un
trabajo debiera o no, según ciertos ejes, aproximarse al de filósofo estaría con un psicoanalista. Si he vividó con La-
Lacan e incluso, no lo excluyo en absoluto, más que a can, si me he explicado en algunos momentos con él, si he
discutido con él, este "estar con" no fue ciertamente el de
cualquier otro hoy en día".
¿No es ésta una manera de decir que yo lo amaba y un filósofo con un psicoanalista. En todo caso, si esto hu-
lo admiraba mucho? ¿Y de rendirle homenaje, como biera sido así, mi lugar en el matrimonio de esta odd couple
me placía? Fue en ese mismo texto donde dije, con y sin no habría sido ciertamente el de filósofo, y menos aún el
la filosofía, without, con y sin Lacan, que "es preciso la de alguien de la Universidad o la Escuela por la cual La-
can, me lo ha parecido, siempre nutrió un deseo, ante mis
verdad".
Entonces, ¿después? Después, ¿salimos alguna vez de ojos asombrados, intenso e incluso ávido. Su única excu-
este quiasmo? No lo creo. A partir de este quiasmo que a sa en cuanto a la universidad es que él no estaba allí. La-
mi juicio hacía del discurso de Lacan un discurso dema- can habría querido sin duda que yo desempeñara ese
siado filosófico, demasiado en confianza con los filósofos, a papel del universitario filósofo. Pero tomar a alguien, por
pesar naturalmente de todo tipo de negaciones al respec- ejemplo a mí, por universitario filósofo, con el pretexto
to, demasiado en confianza con todas esas personas con de que le pagan como tal en una institución, con ese pre-
las cuales yo estaba, no rompiendo -esto no tiene ningún texto identificarlo con esa función o resumirlo a ella, es
sentido, lo he dicho mil veces- sino reconsiderando todos en primer lugar no leer, y después ese gesto espontáneo,
los contratos, un discurso lacaniano, por lo tanto, dema- por otra parte tan interesado como defensivo, es casi si-
siado en confianza con un neo-existencialismo sartreano métrico, no totalmente pero casi simétrico del que con-
(del cual no se ha hablado lo bastante, o no se han iden- sistiría en tomar a un analista por analista, con el pretex-
tificado los restos en el discurso de Lacan hasta en los Es- to de que se le paga como tal. Siempre me he cuidado de
critos, donde aún domina el discurso de la alienación, la hacerlo.
autenticidad, etcétera), demasiado en confianza con He- De este quiasmo cuyos efectos textuales y teóricos no
gel/Kojeve, el "amo" (y Hegel/Kojeve es también Hei- puedo reconstituir (se necesitarían años de lectura minu-
degger, pues Kojeve no sólo antropologiza la fenomeno- ciosa y valiente) tomaré un solo ejemplo para decir sólo
logía del espíritu sino que también la heideggerianiza, un poco más al respecto. Tomen por ejemplo, en el semi-
como ustedes saben, y esto era entonces muy interesante nario sobre "La carta robada" (y por lo tanto en los Escri-
-pero aquí me veo obligado a apurar el paso; habría mu- tos), lo que ensambla y liga fuertemente una cierta can-
cho que decir, Élisabeth Roudinesco nos ha instrUido tidad de motivos, digamos arbitrariamente ocho, para
mucho sobre esta secuencia la otra noche). A partir de es- sugerir la institución del infinito puesto de pie.
te quiasmo que hacía del discurso de Lacan un discurso l. El motivo del trayecto propio y circular, del tra-
demasiado en confianza con los filósofos y con Heidegger yecto reapropiador de la carta que vuelve al lugar de la
(del cual mi lectura de 1965 era todo salvo confiada, y falta circunscribible del cual ella se había separado, carta

84 85
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

de la cual Lacan dice que, "puesto que sufrió un rodeo, En consecuencia, "palabra plena" que "se define por su
tiene un trayecto que le es propio" y un "recto camino", identidad con aquello de lo que habla" (págs. 258 y 381).
recto camino evidentemente circular (págs. 29 y 38). No menos importante para mí, y quizá volveré sobre el
2. El motivo de la verdad como adecuación o reade- punto, es que liga el fonologocentrismo o el falogocen-
cuación, en el retorno circular y el trayecto propio, del trismo con la situación analítica como palabra sin inter-
origen al fin, del lugar de separación del significante a su posición técnica, sin dispositivo de repetición archivante,
lugar de religazón-o como develamiento en (cito) la "pa- sin iterabilidad esencial: un filosofema muy viejo, desde
sión de develar que tiene un objeto: la verdad", mientras Platón hasta Heidegger incluidos.
que el analista sigue siendo "ante todo el amo de la ver- 5. La posición transcendental del falo, "significante
dad", la verdadera palabra, auténtica, autentificada por el privilegiado de esta marca en que la parte del logos se une
otro en la fe jurada, que ya no es la palabra verdadera, y al advenimiento del deseo'',2 posición transcendental que
este develamiento reemplaza a la adecuación ("la palabra no es otra que la doctrina que liga la verdad a la castra-
aparece por lo tanto tanto más verdaderamente una pala- ción y (cito) a "esa falta del pene de la madre en la que se
bra cuanto que su verdad está menos fundada en lo que se revela la naturaleza del falo".3
llama la adecuación a la cosa", págs. 193, 313 y 351 ). 6. El fonocentrismo entonces militante ("una escritu-
3. El motivo de la "palabra presente", la "palabra ple- ra, como el sueño mismo, quizá figurativa, es siempre co-
na" ("Seamos categóricos, en la anamnesis psicoanalítica mo el lenguaje articulado simbólicamente, o sea como él
no se trata de la realidad, sino de la verdad, porque una fonemática, y fonético de hecho, puesto que se lee").4 Co-
palabra plena tiene el efecto de reordenar las contingen- mo lo señalé en Le Facteur de la vérité, este "hecho" no tie-
cias pasadas dándoles el sentido de necesidades por venir ne valor de hecho más que dentro de los límites etnocultu-
[palabra plena y futuro anterior, entonces] tal como las rales de las escrituras llamadas fonéticas, que por otra
constituye el foco de libertad por donde el sujeto las ha- parte nunca lo son totalmente -sin lo cual no habría si-
ce presentes" (pág. 256); "El análisis no puede tener por quiera orden simbólico-. Este fonocentrismo explícito y
objetivo más que el advenimiento de una palabra verda- masivo será contradicho por el propio Lacan, como si na-
dera y la realización por el sujeto de su historia en su re- da hubiera sucedido, como si siempre lo hubiera sido (fu-
lación con el futuro" (pág. 302). turo anterior de la retroacción), en 1972-1973, no "antes"
4. La descalificación (también de espíritu muy hei- sino después de "toda gramatología", como lo demostra-
deggeriano en su relación con la técnica) del "record", del ré en un instante.
"recording", de la registración y del archivo mecánico co- 7. El desconocimiento o la no-toma en cuenta de la
mo "alienantes": "Pero la retransmisión misma de su dis- estructura literaria de la narración, la omisión del marco,
curso registrado, así fuera por boca de su médico, no pue-
de, si le llega con esta forma alienada, tener los mismos
2. "La signification du phallus'', en Écrits, Seuil, 1966, pág. 692.
efectos que la interlocución psicoanalítica" -que por lo 3. Ibíd., pág. 877.
tanto debería ser directa, de viva voz, inmediata, etcétera-. 4. _"Situation de la psychanalyse en 1956", pág. 470.

86 87
Por el amor de Lacan
Jacques Derrida

del juego de las signaturas y principalmente de sus efec- bilidad que no se encuentra en ninguna parte, me parecía
tos parergonales; desconocimiento cuya demostración, -y me sigue pareciendo- que corresponde a una "ideali-
que realicé en 197 5, no puedo reproducir, pero un des- zación" de la letra, a una identidad ideal de la letra, pro-
conocimiento que no por casualidad se parece sobre to- blema sobre el cual, por otra parte, y en diversas vías, he
do, en el tratamiento del narrador general, a la precipi- trabajado desde hace bastante tiempo. Pero -y me aten-
tación de la que nos hablan Nicole Loraux y Philippe dré a este único punto en nuestro contexto y en el tiem-
Lacoue-Labarthe, y que consiste en aplastar una sobre la po del que dispongo- yo no podía articular esta cuestión
otra las instancias del coro, los personajes y los especta- y esta objeción (de la cual se puede demostrar que depen-
dores en el teatro o la tragedia, produciendo incalculables de todo, una lógica distinta del acontecimiento y del des-
estragos en la lectura, en el momento mismo en que ella tino, otro pensamiento de la singularidad, la disemina-
permite un cierto cálculo formalizador de la hermenéuti- ción de lo único más allá de una lógica de la castración),
ca psicoanalítica. yo no podía leer, por lo tanto, esta idealización subrepti-
8. Un escamoteo de los efectos de doble en el relato cia, por no decir este idealismo de Lacan, como dijo Mel-
de Poe que, creo también haberlo demostrado, habría de- ville, más que después de un trabajo ya emprendido, en
bido trastornar los límites entre lo imaginario y lo simbó- un modo desconstructor, con los filósofos y especialmen-
lico, y por lo tanto el rigor de esta tripartición sobre la te respecto de la constitución de las idealidades, de los
cual, como ustedes saben, Lacan tuvo también que volver objetos ideales en Husserl. Esto para decir, sin continuar
mucho más tarde. en esta dirección, que, para leer a Lacan, leerlo de mane-
Estos ocho motivos -y sin duda otros más secunda- ra problematizante y no dogmática, hay que leer también,
rios que no tengo tiempo de enumerar- están fuertemen- por ejemplo, a Husserl y a algunos otros, leerlos de ma-
te articulados entre sí, son en verdad indisociables e indis- nera problemática o desconstructiva. Hay allí, me permi-
pensables para la afirmación capital, capital por otra parte tirán decirlo, la silueta de otra formación, de un otro cur-
para el destino y la posibilidad del psicoanálisis, afirma- sus para los lectores psicoanalistas de Lacan, si al menos
ción capital con la cual me pareció que una explicación era quieren leerlo de manera no psitacista, no ortodóxica y
urgente y estratégicamente decisiva: cito las últimas pala- no defensiva; es en suma un consejo simétrico de "nueva
bras del seminario. "Es así cómo lo que quiere decir 'La formación" que algunos de nosotros, los pocos filósofos
carta robada', incluso 'en soujfrance', es que una carta profesionales que habíamos leído y publicado sobre La-
siempre llega a destino." Ahora bien, esta conclusión só- can en la universidad filosófica (pienso en primer lugar en
lo era posible en cuanto la letra (que no es para Lacan el Philippe Lacoue-Labarthe y enJean-Luc Nancy), había-
significante, sino el lugar del significante) no se divide. mos dado a los filósofos, diciéndoles, lo que era más bien
Lacan dice que ella "no sufre la partición": "Pongan una raro en la época, hace cerca de veinte años, "lean a La-
letra en pequeños trozos -dice-, y sigue siendo la letra can". (Si tuviera tiempo, diría por qué, a mi juicio, todos
que es". Ahora bien, lo que Lacan llama entonces la "ma- los textos de "filósofos profesionales" a los que acabo de
terialidad del significante", y que deduce de una indivisi- referirme ya no se leen y no son legibles en Francia; en

89
88
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

particular no los leen ni son legibles para la mayoría de es más gráfico que fonemático, ni tampoco más espacial
los "lacanianos" franceses.) que temporal, pero dejemos esto, no es éste el lugar de
tratar este grave y tenaz malentendido). Este tipo de sus-
titución de la palabra por la escritura hacia 1970 merece-
3. SEGUNDO PROTOCOLO: EL FUTURO ANTERIOR ría una historia aparte, y no reservada a Lacan. Ponge me
DE LA POSTERIORIDAD dijo un día riendo que releía sus textos para ver si no ha-
bía cedido demasiado al fonocentrismo, y si, aquí o allá,
Como he dicho, mi lectura del seminario sobre "La no podía reemplazar sin daño "palabra" por "escritura".
carta robada", y lo que la anunciaba entre 1965 y 1971 en Roger Laporte realizó una enumeración que me ha pare-
De la g;rammatologie y en Positions, no pretendía encerrar cido tan luminosa como despiadada de todas las veces en
o agotar a Lacan (lo dije explícitamente en esos mismos que, en los mismos años, nuestro amigo Maurice Blan-
textos), sino sólo tratar una configuración fuerte y relati- chot, al republicar en compilación textos antiguos, senci-
vamente estabilizada del desplazamiento lacaniano. El llamente reemplazó en ellos "palabra" por "escritura". Yo
discurso de Lacan, siempre muy sensible (¿y quién se lo no sé si se trataba de Kehre, como dijo Stephen Melville,
reprocharía?) a todos los movimientos de la escena teóri- pero si la cuestión de la Kehre estuviera abierta, sería muy
ca, no cesó posteriormente de reajustar, incluso refundir, general.
a veces contradecir los axiomas de los que acabo de ha- Todo esto para decir sólo que de lo que restaba y si-
blar. Después del '68, el acento en la escritura no dejó de gue restando aún -en primer lugar para mí- como futuro
perder altura, hasta invertir, muy "gramatológicamente", del pensamiento lacaniano en movimiento más allá de los
el enunciado que cité hace unos instantes sobre la escri- Escritos, la narración histórica es tanto más difícil de escri-
tura "fonemática e incluso siempre fonética", puesto que bir cuanto que Lacan era un escuchador incomparable, y
escribió, en el seminario Aun,5 "Pero el significante no se su máquina discursiva, una máquina de tal sensibilidad
puede limitar de ninguna manera a este soporte fonemá- que todo podía inscribirse en ella de manera fina o discre-
tico". René Major ha citado hace un momento algunos ta (eso está muy bien, ¿y quién no trata de hacer lo mis-
ejemplos espectaculares; hubo muchos a partir de ese mo?), pero además se inscribió en una palabra de semina-
punto, de esa sustitución súbita de lo fonemático por lo rio que, por haber dado lugar a archivaciones múltiples,
grafemático (que por otra parte sólo me interesa aquí co- estenotípicas, magnetofónicas, etcétera, después quedó
mo indicio sintomático en la historia de las ideas, como se librada no sólo a todos los problemas legales en los cua-
decía, y no en sí mismo, pues lo que yo he propuesto de- les no quiero entrar aquí y que M. Conté evocó al pasar
nominar la huella, la gramma, la diferancia, etcétera, no el otro día, sino también a todos los problemas plantea-
dos por las demoras de la edición de un editing, en el sen-
5. "A]akobson" (19 de diciembre de 1972), Seuil, 1975, pág. 22.
tido norteamericano, de los más activos. Puesto que todas
[Ed. cast.: El Seminario. Libro 20, Aun, Buenos Aires, Paidós, 1981, estas cosas penden de un cabello, las apuestas se deciden
pág. 23.] en una palabra, una elipsis, una modalidad verbal, un

90
91
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

condicional o un futuro anterior, sobre todo cuando se apremiados a decidir entre "por y contra", en síntesis, a
conoce la retórica de Lacan, cabe desearle buena suerte al las mentes que creían que yo me oponía o le quitaba ra-
narrador que quiera saber qué ... lo que ha sido dicho y zón a Lacan. La cuestión es otra: es la cuestión de la ra-
escrito por quién en qué fecha: ¡qué es lo que Lacan ha- zón y del principio de razón. Por lo tanto, yo no sólo no
bría dicho o no habría dicho! En el fondo, es también el criticaba a Lacan, sino que ni siquiera escribía sobre La-
problema de la carta, la letra y la destinación el que qui- can o sobre un texto de Lacan una especie de metadiscur-
zá más me separa de [d'avec] Lacan. so desde la altura u objetivante. Por mi escritura, yo es-
taba comprometido en una escena de la que en el mismo
momento mostraba (sin duda con pequeñas frases que
4. TERCER PROTOCOLO: LA INVAGINACIÓN nadie leyó) que no se podía cerrarla, y que no era cerra-
QUIASMÁTICA DE LOS BORDES ble, ni tampoco encuadrable, lo cual no dejó de ser pues-
to de nuevo sobre el tapete por otras escenas "en abis-
Mis referencias a Lacan, y en especial al seminario mo" que se desplegaron después, aquí o allá, más bien allá
sobre "La carta robada", no sólo no fueron totalizadoras, que aquí, es decir, una vez más en el extranjero. Por otra
homogeneizadoras o críticas, sino que incluso le di la ra- parte, por todas estas razones, el argumento de Facteur de
zón sobre la razón, quedando abierta la cuestión de la la vérité no se deja encuadrar en el texto que lleva ese tí-
razón, así como la de saber lo que ocurre cuando uno da tulo; es jugado, puesto en deriva en La Carte posta/e, el li-
la razón. Yo lo dije en La Carte postale,6 dije que él tenía ra- bro que lleva tal título y que inscribe Le Facteur de lavé-
zón, a propósito de "la razón de ese rasgo nunca elucidado rité como pieza de una ficción sin linde, ni pública ni
en el que una vez más se mide la profundidad de la intui- privada, con y sin narrador general, y de la cual, en primer
ción de Freud, a saber: por qué propone que hay sólo una lugar, en los Envois yo no soy el signatario, y en la cual
libido, que su texto demuestra que la concibe como de na- una intriga, poco leída, de carta errante, algunas declara-
turaleza masculina". Al darle la razón a Lacan -como el ciones sobre la destinación y sobre la institución analítica
signatario de los Envois comienza por darle la razón al y lo que en ella ocurría o no ocurría entonces, demues-
otro amado, ésas son las primeras palabras de los Envois, tran, haciéndolo, lo que se enuncia allí sin prestarse a nin-
"sí, tú tenías razón"-, Le Facteur de la vérité habla, preci- gún metaenunciado. Tomaré sólo un ejemplo, si ustedes
samente, a propósito de "la razón de ese rasgo nunca elu- me permiten citar a un personaje de ese libro sin citarme
cidado", de un rasgo extraído de la razón o de una letra a mí mismo (ésta es aquí mi excusa), en los Envois, donde
de cambio girada sobre la razón. "En la lógica del calde- lleva la fecha de 18 de agosto de 1979.
ro (letra de cambio librada por la razón, la razón siempre
tendrá razón)." Esta razón dada a Lacan, o este dar razón 18 de agosto de 1979. ¿Es cierto que me llamas sola-
de Lacan, hace mi texto aún más ilegible para los lectores mente cuando no estoy?
Un día me dijiste que yo era una antorcha
"ven"
6. Aubier-Flammarion, 1980, pág. 510.

92 93
Por el amor de Lacan
Jacques Derrida

que no vale sin el tono, sin el timbre, sin la voz que me co-
te; esto podría resumir todas las cuestiones insatisfechas
nocías. Para el incendio.
que yo le planteo aún hoy al Lacan con el que vale la pe-
Ellos lo habían puesto todo sobre una imagen (de na discutir: cuestiones relativas a lo que dijo, nada menos,
uno, del otro, de la pareja), y después quedaron adheridos en suma, del ser, del hombre, del animal (sobre todo del
a eso, y seguían especulando, pero no estaban allí. Cada animal) y por lo tanto de Dios.
uno le decía al otro: tú te has coaligado para destruirme, te
has conjurado, has confundido todas las pistas, desembró- P.-S. Olvidé, tienes toda la razón: una de las parado-
llate tú mismo. jas de la destinación es que si quisieras demostrarle a al-
Y este pequeño diálogo filosófico para tu distracción: guien que algo no llega jamás a destino, se arruina. La de-
"-¿Qué es eso, el destino? -El lugar al que se llega. -En- mostración, una vez llegada a su meta, habrá demostrado
tonces, ¿en todos los lugares a los que se llega había un lo que no tenía que demostrar. Pero por esto, querida ami-
destino? -Sí. -¿Pero no antes? -No. -Es cómodo: puesto ga, yo digo siempre "una carta puede siempre no llegar a
que eso llega, estaba destinado a llegar. Pero, entonces, destino, etcétera". Es una posibilidad.*
¿uno sólo puede decirlo después? -Cuando ha llegado, eso Tú sabes que yo nunca me doy la razón ni demuestro
prueba que debía llegar, y llegar allí, a destino. -Pero, an- nada. Ellos no lo soportan, querrían que en consecuencia
tes de llegar, ¿eso no se destina, por ejemplo, no desea ni no hubiera ocurrido nada, borrarlo todo del mapa. Espé-
demanda ninguna dirección? Está lo que llega o que debía rame.
llegar, ¿pero ningún destino antes de la llegada? -Sí, pero *P.-S.: Finalmente una oportunidad, una chance, si
yo quería decir otra cosa. -Por supuesto, es lo que yo de- quieres, si puedes, y si la tienes (t:ykhé, la fortuna, esto es lo
cía. -Eso es. que quiero decir, la buena fortuna, la buena aventura: no-
Como le dejé entender, yo no sabía si ella tuvo razón sotros). La suerte (la torpeza [mal-adresse, la "mala direc-
en escribir lo que escribió, y esto es muy secundario, pero ción"]) de esta oportunidad consiste en que, para poder no
había tenido razón, en todo caso, en escribirlo. Razón a llegar, tiene que llevar en sí una fuerza y una estructura ta-
priori. Yo no sé nada de cómo le ocurrió, y no es tan rápi- les, una deriva de destinación tal que debe también no lle-
do, esto sólo comienza, pero ella no puede haberse equi- gar de todas maneras. Incluso llegando (siempre al "suje-
vocado en enviarse eso. to"), la carta se sustrae a la llegada. Llega a otras partes,
siempre varias veces. Tú ya no puedes tomarla. Es la es-
Este envío ponía sobre el tapete otras dos posdatas, tructura de la letra como carta postal (en otras palabras, la
una en la otra (les pido perdón por leerlas también, pero partición fatal que debe soportar) la que quiere esto, lo he
ustedes pueden suponer que no son mías). Creo que ellas dicho en otra parte, librada a un factor sometido a la mis-
ma ley. La carta quiere esto, aquí mismo, y tú también lo
sitúan uno de los lugares esenciales de la discusión en
quieres.7
curso e interminable con Lacan, a saber: el pensamiento
de la contingencia, de la singularidad, del acontecimien-
Por supuesto, este pensamiento de la destinación es
to, del encuentro, de la suerte y la tykhé, que es también
un cierto pensamiento, una interpretación o una expe-
riencia de la muerte, de la cual el falo sería el significan- 7. Op. cit., pág. 135.

95
94
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

indisociable de un pensamiento de la muerte, del destino 3. el "¿hay un psicoanálisis?'', ¿en general, o un psi-
como muerte -y por ello me he autorizado a recordar es- coanálisis propiamente nombrable, con un nombre pro-
te hecho exclusivamente privado de que, entre Lacan y pio nombrable?
yo, en cada uno de nuestros encuentros se habló de la l. Sobre la muerte, después, después de todos los tex-
muerte, y fue sólo él quien habló de ella-. tos de los que acabo de hablar, sin muchas preguntas co-
Lo que liga el destino a la muerte es dicho por el sig- mo réplica de cualquier tipo, y después de desplaza-
natario de los Envois; por ejemplo: mientos que son también experiencias, no sólo discursos
especulativos o discusiones, o incluso objeciones críticas,
El homicidio está en todos lados, mi único, mi in- yo me siento cada vez más tentado a no recibir el discur-
menso. Somos los peores criminales de la historia. Y aquí so sobre el "ser para la muerte", en su forma heideggeria-
mismo te mato, salva, salva, tú, sálvate, la única, la vivien- na o en la forma lacaniana, donde ella se liga al significan-
te allá lejos que amo. Entiéndeme, cuando escribo, aquí
te falocentrado. Pero aquí no puedo decir más, estas cosas
mismo, en estas cartas postales innumerables, anonado no
ocurren en otras partes, en relación con las cuestiones del
sólo lo que digo sino también al único destinatario que yo
constituyo, y por lo tanto a todo destinatario posible, y a animal y de Dios, en los seminarios de esos años. (Las co-
todQ destino. Te mato, te anulo en la punta de mis dedos, sas notables que Lacan dice sobre el animal son también,
alrededor de uno de mis dedos. Para ello basta que yo sea a mi juicio, de las más problemáticas. En una palabra, se
M
legible -y tú te vuelves ilegible, estás muerta-. Si digo que trataría de cuestionar que la muerte le llega al mortal "ser
escribo para destinatarios muertos, no muertos futuros si- para la muerte", pero, escándalo para los sentidos y el
no ya muertos en el momento en que llego al final de una buen sentido, sólo llega a lo inmortal que tiene la falta de
frase, no lo hago para jugar. Genet decía que su teatro se que no le falte nada. Pienso aquí en cierto pasaje de Za-
dirigía a los muertos, y yo lo entiendo así desde el tren en ratustra sobre el sufrimiento que surge de la falta de falta
el que voy escribiéndote sin fin. Los destinatarios son y que, en el curso de mi seminario de este año sobre "Co-
muertos, el destino es la muerte: no, no en el sentido de la mer al otro" he interpretado en una lección que quizá se
predicación de S. o de p., según la cual estaríamos destina-
cruza con lo que decía Nancy la otra noche.) En Le Fac-
dos a morir, no, no en el sentido de que llegar a nuestro
destino, para nosotros, los mortales, es terminar murien-
teur de la vérité (197 5), como conclusión de un análisis so-
bre "una falta que nunca falta [en su lugar]", precisé lo si-
do.8
guiente, que entonces me pareció que situaba bastante
Bien, perdónenme estas lecturas que me conducen a bien la diferencia con Lacan: "La diferencia que me inte-
precipitar mi conclusión con tres observaciones que haré resa aquí es que -fórmula que hay que entender como
tan breves y elípticas como sea posible: guste- la falta no tiene su lugar en la diseminación".9
1. la muerte;
2. la situación analítica;

8. Op. cit., págs. 38-39. 9. Op. cit., pág. 470.

96 97
Por el amor de Lacan
Jacques Derrida

2. Sobre la situación analítica, un recuerdo más de mi ~hora narrado y comentado en La Carte posta/e, 11 pero
encuentro con Lacan. En este caso no fui testigo directo, Elisabeth Roudinesco sólo cita 12 la versión oficial de Or-
y la cuestión del archivo se plantea aún de otro modo. Re- nicar, con puntos suspensivos entre corchetes. No obs-
né Girard me contó que, después de mi conferencia de tante, el archivo legal satura menos que nunca la totalidad
Baltimore, cuando él trataba de hacer compartir a Lacan del archivo; éste sigue indominable y continúa, en conti-
su propia evaluación (que era generosa), Lacan, por su nuidad con el anarchivo.
parte, habría dicho: "Sí, sí, está bien, pero la diferencia De todas maneras, ¿qué sabía él de que yo estuviera
entre él y yo es que él no trata con personas que sufren". o no en análisis, y qué podía significar esto? El hecho de
Se sobreentiende "con personas en análisis". ¿Qué sabía? que yo no haya estado nunca en análisis, en el sentido ins-
Muy imprudente. No podía decir eso con toda tranquili- titucional de la situación analítica, no me impide estar
dad, ni saberlo, a menos que no se refiriera al sufrimien- aquí o allá, de manera poco responsable, como analizan-
to (ay, yo también, como tantos otros, trato con personas te o analista por momentos y a mi manera. Como todo el
que sufren, todos ustedes por ejemplo), ni a la transferen- mundo. Y Lacan dice, observación archivada por aparatos
cia, es decir, al amor, que nunca tuvo necesidad de la si- registradores pero sustraída para siempre al archivo ofi-
tuación analítica para hacer de las suyas. Lacan hacía en- cial, dice lo siguiente, de lo cual ustedes admirarán la sin-
tonces de la clínica institucionalizada de un cierto modo, taxis, la referencia al no-saber y a la verdad: "alguien del
y de las reglas de la situación analítica, un criterio de que yo no sabía que -para decir la verdad, lo creo en aná-
competencia absoluta para hablar -de todo esto-. Unos lisis- del que yo no sabía que estuviera en análisis -pero
diez años después se produjo un episodio más conocido, es una simple hipótesis- es un llamado Jacques Derrida
a continuación de haber utilizado el futuro anterior en que hace un prefacio a este Verbier". Este no-saber en ver-
varias oportunidades para reapropiarse con la antedata dad de un creer (¡"para decir la verdad, lo creo en análi-
(diciendo por ejemplo que se desprendía)lO de conceptos sis"!), de una simple hipótesis, concernía entonces al "es-
y palabras, por ejemplo el de gramma, y otras cosas seme- tar en análisis" de alguien que él, Lacan, no tenía miedo
jantes, que por lo que yo sé nunca había usado y de las de nombrar, al "estar en análisis" con una pareja de ana-
cuales, por el contrario, sólo habría tenido que apropiar- listas, nada menos ("pues él los acopla", añadió Lacan,
se. La can comete en un seminario del '77 (otra vez l'lnsu- quien visiblemente ignoraba entonces que uno de los dos,
que-sait ... ) una imprudencia compulsiva: dice que me que era mi amigo, estaba muerto en el momento en que
cree en análisis ("risas del auditorio", frase reemplazada yo escribía dicho prefacio en su memoria, como homena-
por puntos suspensivos en Ornicar, pero demasiado tarde, je y en su ausencia).
puesto que la transcripción circula; siempre el problema ¿Cómo podía Lacan hacer reír a su auditorio con una
del archivo, archivo no dominable, en este caso más que equivocación o después de una equivocación, la suya, res-
nunca, a causa de la técnica del recording). El hecho es

11. Pág. 218.


1O. "Raisons d'un échec", Scilicet 1, Seuil, 1968, pág. 47. 12. Pág. 603.

98 99
Jacques Derrida Por el amor de Lacan

pecto de un hipotético analizante, mientras que él mismo riencia de lo imposible y el "hay", hablé al respecto en
se presentaba -y .ésta es una de sus proposiciones más in- otra parte, está archivado.
teresantes- como un analizante, maestro de verdad en ¡Qué es lo que yo no habría dicho hoy! Pero si hubie-
tanto que analizante y no en tanto que analista? ¿Cómo ra dicho que Lacan y yo nos quisimos mucho, y por lo
podía insistir dos veces en mi estatuto real de no-analista tanto que nos prometimos mucho, y que eso fue para mí
institucional, y en mi estatuto erróneamente supuesto por algo bueno de esta vida, ¿habría yo estado en la verdad?
él de analizante institucional, siendo que él tendría que Stephen Melville ha dicho que la promesa corre siempre
haber sido el primero en sospechar los límites o los bor- el riesgo de ser también una amenaza.
des de esos lugares, el primero en prestar atención a los Es cierto. Pero yo preferiría siempre preferir la pro-
nudos sobreanudados de esta invaginación? mesa.
3. Esto me lleva a mi último punto. Lo que mantie-
ne en alerta mi escucha interminable de Lacan, totalmen-
te insuficiente, intermitente, distraída y flotante como lo
es, es menos la cuestión de la filosofía, de la ciencia o del
psicoanálisis que la otra cuestión concerniente a un der-
to estado dominante (dominante, es decir, del amo) de la
historia de la filosofía, de la ciencia, del psicoanálisis, asa-
ber: el estado dominante que en cierto momento llamé
falogocentrismo, según una cierta determinación históri-
ca, precaria, convencional, finita, de la situación analítica,
de sus reglas y sus límites. Me parece que a esta situación
analítica le conviene la expresión topológica que he arries-
gado en otro ejemplo: la invaginación quiasmática de los
bordes. La propuse en Pas, en Parages, que Stephen Melvi-
lle ha evocado en este lugar, por lo que le estoy recono-
cido.
Si esto es así, la cuestión de si hay o no hay psicoanáli-
sis -un psicoanálisis no se sabe de quién, de él, tuyo, mío,
que mantiene o que viene-, esta incalculable, inenarrable,
incontable, irresponsable, inimputable cuestión se des-
plaza a medida que se desconstruye, como por sí misma, sin
desconstrucción ni proyecto desconstructor, la situación
analítica, y por lo tanto la institución analítica. En cuan-
to a las relaciones entre esta desconstrucción como expe-

100 101
A la memoria de Georges Canguilhem

Cuando Élisabeth Roudinesco y René Major me hi-


cieron el honor (y tuvieron conmigo el gesto amistoso)
de invitarme a una conmemoración que iba a ser también
una reflexión, de invitarme a uno de esos verdaderos ho-
menajes de quienes ejercen el pensamiento con fidelidad,
o que aguzan la fidelidad mediante el pensamiento, no
vacilé un segundo.
En primer lugar porque amo la memoria; esto no es
original, y ¿cómo se podría amar de otro modo? Ahora
bien, este gran libro de Foucault fue hace treinta años un
acontecimiento que no intento siquiera identificar; mu-
cho menos pretendo medir las resonancias que tuvo en el
Conferencia pronunciada en el Gran Anfiteatro de Sainte-Anne
el 23 de noviembre de 1991, en ocasión del trigésimo aniversario de fondo de mí, a tal punto resultó intenso y múltiple en sus
la publicación de Histoire de la folie a l'age classique. Por iniciativa de figuras. En segundo lugar, porque amo la amistad, y son
Élisabeth Roudinesco y René Major, organizó el encuentro la Socie- treinta años; durante muchos años el afecto confiado que
dad Internacional de Historia de la Psiquiatría y el Psicoanálisis (de la me testimonió Foucault fue tanto más precioso cuanto
que fue el 9º Coloquio). La apertura estuvo a cargo de Georges Can- que, compartido, respondía a mi admiración declarada.
guilhem. Más adelante, después de 1972, lo que vino a oscurecer
La primera versión de este texto se publicó, con las actas del co-
loquio, en Penser la folie, Essais sur Michel Foucault, Galilée, 1992. (Ver- esta amistad sin alterar mi admiración no fue extraño a
sión castellana: Pensar la locura. Ensayos sobre Michel Foucault, Buenos este libro, precisamente, y a un cierto debate que siguió
Aires, Paidós, 1996.) -por lo menos en sus efectos lejanos, retardados e indi-

105
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

rectos-. Hubo allí una especie de encadenamiento dra- otra parte sólo pueden formarse, y desde el origen, a par-
mático, de precipitación compulsiva y repetida que no tir de la disparidad posible del testigo. Ésta es quizás una
quiero describir ahora, porque no quiero estar solo, ser el de las significaciones de toda historia de la locura, uno de
único que habla después de la muerte de Michel F oucault, los problemas de todo proyecto y todo discurso acerca de
sino para decir que esa sombra que nos hizo invisibles una historia de la locura, y por cierto de una historia de
uno al otro durante cerca de diez años, insociables el uno la sexualídad. ¿Hay testimonio para la locura? ¿Quién
con el otro (hasta el 1ºde enero de 1982, cuando volví de puede testimoniar? ¿Testimoniar es ver? ¿Es dar razón?
una prisión checa), forma todavía parte de una historia ¿Hay un objeto? ¿Hay objeto? ¿Hay un tercero posible
que amo tanto como la vida, y de una historia que se que dé razón sin objetivar, incluso sin identificar, es decir,
vincula (y al mismo tiempo me vincula a mí) al libro cuya sin someter a inspección?
gran aparición estamos conmemorando, con algo así co- Sería sin embargo absurdo, obsesivo hasta la crispa-
mo su posfacio, pues el drama que acabo de evocar surgió ción patológica, y por otra parte imposible, que por ha-
también de un cierto posfacio, e incluso de una especie de ber decidido no volver sobre lo que se debatió hace cerca
post scriptum que F oucault añadió a un posfacio en 1972. de treinta años cediera a una especie de denegación feti-
De modo que, mientras respondía que sí, con toda mi chista y pretendiera protegerme de todo contacto con el
alma, a una invitación generosa, descarté no obstante la lugar o el sentido de aquella discusión. Aunque hoy en día
sugerencia concomitante de volver sobre la discusión ini- oigo hablar de una cosa totalmente distinta, y a partir de
ciada hace treinta años. La descarté por numerosas razo- una relectura reciente de Histoire de la folie al'age classique
nes: en primer lugar, por lo que acabo de decir (uno no no me sorprende, y sin duda no los sorprenderá más a us-
prolonga una discusión borrascosa después de la partida tedes, que resurja la silueta de ciertas cuestiones: no su
del otro), y además porque este legajo está sobrecargado, contenido, desde luego, sobre el cual no volveré en abso-
sea de textos enredados y difíciles (los de Descartes, de luto, sino su tipo abstracto, es decir, el esquema o el es-
Foucault), sea de objeciones y respuestas, mías pero tam- pectro de una problemática análoga. Por ejemplo: si no
bién de otros que vinieron más tarde, en Francia y otras hablo de Descartes sino de Freud, si evito por lo tanto
partes, a jugar de árbitros; desde entonces, este expedien- una figura que parece central en este libro y que, porque
te se ha alejado demasiado de mí, y quizás a causa del dra- es decisiva en él en cuanto al centro, o en cuanto alcen-
ma del que hablaré de inmediato, ya no me complace tramiento de la perspectiva, surge desde las primeras pá-
abrirlo de nuevo. En el fondo, el debate está archivado, y ginas (53-57),1 desde el primer borde o desde el acceso al
aquellos a quienes podría interesarles pueden analizar y libro, si evito esta instancia cartesiana para volverme ha-
juzgar por sí mismos con toda comodidad. Al releer todos cia otra (el psicoanálisis, freudiano o no) que sólo es evo-
los textos de esa discusión, hasta su última palabra, sobre cada en los confines del libro, y sólo mencionada cerca
todo en su última palabra, podrán comprender mejor, creo, del fin, de sus fines, en el otro borde, quizá sea también
por qué prefiero no relanzarla en el día de hoy. No hay
ningún testigo privilegiado para tales situaciones, que por
1. En todos los casos me remito a la primera edición, Pion, 1961.

106 107
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

para plantearme una cuestión que se asemejará a la que se He aquí la cuestión de ayer, del hoy en día de ayer, tal
me impuso hace treinta años, a saber: la de la posibilidad como querría traducirla hoy en día, desde el lado de
misma de una historia de la locura. La cuestión será en el Freud, transportándola así al hoy en día de hoy:
fondo casi la misma, aunque planteada desde otro mar-
gen, y aun se me impone como el primer homenaje que Por lo tanto, si el libro de Foucault, a pesar de las im-
se le debe a un libro como éste. Si este libro fue posible, posibilidades y las dificultades reconocidas [desde luego,
si tuvo desde el principio y conserva actualmente un cier- se sobrentiende que por él], ha podido ser escrito, tenemos
to valor fundamental, la presencia y la necesidad innega- el derecho de preguntarnos sobre qué, en último recur-
ble de un monumento, es decir, de lo que se impone re- so, el autor apoyó ese lenguaje sin recurso y sin apoyo
cordando y advirtiendo, tiene que decimos, tiene que ["sin recurso" y "sin apoyo" son expresiones de Foucault
que yo acababa de citar]: ¿Quién enuncia el no-recurso?
enseñamos o preguntamos algo en cuanto a su propia po-
¿Quién ha escrito y quién debe conocer, en qué lenguaje y
sibilidad.
a partir de qué situación histórica del logos, quien ha escri-
A su propia posibilidad hoy en día: bien decimos hoy to y quién debe conocer esta historia de la locura? Pues no
en día, un cierto hoy en día. Por otra parte, sea lo que fue- es por azar que un proyecto así se ha podido formar hoy
re lo que se piense de este libro, y de ciertos interrogan- en día. Hay que suponer, sin olvidar, todo lo contrario, la au-
tes o reservas que pudo inspirar a algunos, desde tal o cual dacia del gesto de pensamiento en Histoire de la folie, que
punto de vista, su fuerza de apertura pionera parece in- ha comenzado una cierta liberación de la locura, que la
cuestionable. Tan incuestionable además como la ley se- psiquiatría, por poco que sea, se ha abierto [y, en suma, yo
gún la cual ninguna apertura pionera abre el camino sino estaría tentado de reemplazar pura y simplemente "psi-
a un cierto precio, es decir bloqueando otros pasajes, li- quiatría" por "psicoanálisis" para traducir el hoy en día de
gando, suturando o comprimiendo, incluso reprimiendo, ayer al hoy en día de mi tema de hoy], que el concepto de
por lo menos provisionalmente, otras venas. Y hoy como locura como sinrazón, si bien nunca tuvo unidad, se ha dis-
ayer -quiero decir en marzo de 1963- es esta cuestión del locado. Y que es en la apertura de esta dislocación donde
un proyecto así ha podido encontrar su origen y su pasaje
hoy en día lo que aquí me importa, tal como traté de for- históricos.
mularla ayer, y ustedes me perdonarán (una sola vez no Si bien Foucault es más que un otro sensible y atento
hace hábito) que cite algunas líneas que definían enton- a este tipo de cuestiones, parece sin embargo que no ha
ces, en su forma general, una tarea que aún me parece ne- aceptado reconocerles un carácter de condición previa
cesaria, esta vez desde el lado de Freud, más que desde el metodológica o filosófica. 2
lado de Descartes. Al decir "desde el lado de Freud" más
bien que "desde el lado de Descartes" no cedamos dema- Si este tipo de cuestiones tenía un sentido o una legi-
siado pronto a la ingenuidad que nos precipitaría en la timidad, si en consecuencia se trataba de interrogar lo
creencia de que estamos más cerca de un hoy en día con
Freud que con Descartes, aunque éste sea el punto de vis-
ta de la mayoría de los historiadores. 2. J. Derrida, L'écriture et la différence, París, Le Seuil, 1967, pág.
61.

108 109
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

que, hoy en día, en este tiempo que es el nuestro, aquel pretable según las normas clásicas de lectura, y de com-
en el cual se escribió Histoire de la folie de Foucault, hizo prender esto incluso antes de someter esa primera lectura
posible el acontecimiento de un discurso de ese tipo, ha- a una interpretación sintomática e histórica regulada por
bría sido más consecuente de mi parte elaborar esta pro- otros axiomas u otros protocolos; comprender esto inclu-
blemática desde el lado de la modernidad, a parte subjecti, so antes de desestabilizar y para hacerlo, allí donde es po-
de alguna manera, desde el lado en que se escribió el li- sible, y si es necesario, la autoridad de las interpretacio-
bro, es decir desde el lado, por ejemplo, de lo que tendría nes canónicas. En todos los casos hay que comenzar por
que haberle sucedido a la psiquiatría moderna menciona- entender el canon. En este contexto recordé la observa-
da en el pasaje que acabo de leer. A la psiquiatría moder- ción de Ferenczi citada por Freud en la Traumdeutung
na, incluso al psicoanálisis, o más bien a los psicoanálisis ("Toda lengua tiene su lengua de sueño") y lo que dijo
y a los psicoanalistas, pues el pasaje al plural será lo que Lagache con respecto al poliglotismo en el análisis.
está en juego en esta discusión. En efecto, insistir en la En su forma general e histórica, mi cuestión apunta-
psiquiatría o el psicoanálisis modernos habría sido más ba al sitio que da lugar hoy en día, haciéndola así posible, a
urgente que orientar la misma cuestión hacia Descartes. una historia de la locura; es cierto que esa cuestión ten-
Por lo tanto, estudiar el lugar y el rol del psicoanálisis en dría que haberme conducido hacia la situación de la psi-
el proyecto foucaultiano de una historia de la locura, co- quiatría y del psicoanálisis, más bien que hacia un nuevo
mo voy a intentar hacerlo ahora, podría consistir en co- cuestionamiento de una lectura de Descartes. Esta lógica
rregir una inconsecuencia, o en explicitar más directa- habría parecido más natural, y la consecuencia, inmedia-
mente una problemática que yo habría dejado en estado ta. Pero si, para delimitar severamente el campo, reem-
de programa preliminar, como marco general, en la in- placé a Freud por Descartes, no lo hice quizá sólo a
troducción a mi conferencia de 1963. Ésta incluía una causa del lugar significante y estratégico que Foucault
sola alusión al psicoanálisis. Es cierto que la inscribía des- confiere al momento cartesiano en la interpretación del
de la apertura. En un protocolo que ponía en escena cier- Gran Encierro y de la Edad Clásica, es decir, en el recorte
tas posiciones de lectura, yo evocaba entonces el enraiza- del objeto mismo del libro; está ya, a principios de los
miento del lenguaje filosófico en el lenguaje no filosófico, años '60 -por lo menos implícitamente, a causa del rol
y recordaba una regla metodológica hermenéutica, tal co- que la referencia a un cierto Descartes desempeñaba en la
mo ella me parecía aún valer para el historiador de la fi- reflexión de entonces-, muy cerca del psicoanálisis, en
losofía lo mismo que para el psicoanalista, a saber: la ne- verdad en el elemento mismo de un cierto psicoanálisis y
cesidad de asegurarse de entrada el sentido patente y, por de la teoría lacaniana. Ésta se elaboraba en torno de la
lo tanto, de hablar la lengua del paciente al que se escu- cuestión del sujeto y del sujeto de la ciencia. Fuera que se
cha; de comprender bien, de manera casi escolar, filológi- tratara, como entonces, de la certidumbre anticipada y
ca y gramatical, teniendo en cuenta las convenciones do- del tiempo lógico (1945, en Écrits, París, Seuil, 1966, pág.
minantes y estabilizadas, lo que Descartes quería decir en 209) o, algunos años más tarde (1965-1966), del rol del
la superficie ya tan dificil de su texto, tal como es inter- cogito y, precisamente, del Dios engañador en "La ciencia

110 111
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

y la verdad", Lacan volvía sin cesar a una cierta insupera- rar la historia de la locura a parte subjecti, desde el lado
bilidad de Descartes. En 1945, asociando Descartes a en que ella se escribe, y no desde el lado de lo que ella
Freud en su "Propos sur la causalité psychique" (Écrits, describe.
pág. 193), él declaraba en conclusión que "ni Sócrates, ni Ahora bien, en el lado en que ella se escribe hay un
Descartes, ni Marx, ni Freud pueden ser 'superados' en cierto estado de la psiquiatría, desde luego, y del psicoa-
tanto han conducido su investigación con la pasión de de- nálisis. El proyecto de Foucault, ¿habría sido posible sin
velar lo que tiene un objeto: la verdad". el psicoanálisis del que es contemporáneo y del que habla
El título propuesto para las pocas reflexiones que poco y sobre todo de manera tan equívoca o tan ambiva-
yo arriesgaría hoy, "La historia de la locura en la edad lente en el libro? ¿Le debe algo? ¿Qué? La deuda, si aca-
del psicoanálisis", indica claramente un cambio -en el so existe, ¿es esencial? ¿O, por el contrario, define aque-
tiempo, el modo o la voz-. No se trata ya de la edad des- llo mismo de lo que habría tenido que desligarse, de
crita por una Histoire de la folie. No se trata ya de la épo- manera crítica, para dar forma al proyecto? En una pala-
ca o del período que, como la edad clásica, enfrenta, co- bra, ¿cuál es la situación del psicoanálisis con respecto al
mo su objeto mismo, la historia de la locura según la libro de Foucault y en el momento de su aparición? Y, a
escribe Foucault. Hoy en día se trata de la edad a la que la recíproca, ¿cómo se inscribe éste y sitúa su proyecto,
pertenece el libro mismo, de la edad desde la cual tiene no sólo con respecto al psicoanálisis en general, sino con
un lugar, de la edad que le asegura su situación: de la respecto al psicoanálisis, en cierta fase de su historia, en
edad que describe, más bien que de la edad descrita. En una u otra de sus figuras?
mi título habría que poner comillas a "La historia de la Confiemos por el momento en este sustantivo co-
locura", puesto que designa la edad del libro, "La his- mún, el psicoanálisis. Retardemos un poco la llegada de
toria (historia rerum gestarum) de la locura", como libro, los nombres propios, por ejemplo Freud o Lacan, y pre-
en la edad del psicoanálisis, y no la historia (res gestae) sumamos provisionalmente que había un psicoanálisis y
de la locura, la locura en sí en la edad del psicoanálisis, que era uno: como si, incluso ya en Freud, no estuviera di-
aunque, como veremos, Foucault intenta regularmente vidido al punto de hacer su localización y su identifica-
objetivar y reducir el psicoanálisis a aquello de lo cual ción más que problemáticas. Pero aquello que aquí pos-
él habla, más bien que a aquello desde lo cual habla. ponemos constituirá sin duda el horizonte mismo, en
Por lo tanto, me interesarán más el tiempo y el terreno todo caso la conclusión provisional de esta exposición.
históricos en los cuales el libro enraíza o se pone en Foucault habla bastante poco de Freud en su libro.
marcha, y menos la historia o las historias que narra e Esto puede parecer justificado, en síntesis, por la delimi-
intenta de alguna manera objetivar. Si uno se precipita- tación misma que debe imponerse un historiador de la lo-
ra a confiar en la oposición de sujeto y objeto, así como cura en la edad clásica. Si se acepta la gran cesura de este
en la categoría de la objetivación (lo que no me parece recorte (incluso aunque haya allí, una multitud de cues-
posible ni justo aquí, y poco fiel a la intención misma de tiones que decido prudentemente y por economía no en-
Foucault), diría por comodidad que se trata de conside- carar, a fin de precisar mejor lo que Foucault quiere decir

112 113
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

de Freud, instalándome por lo tanto en la tesis o la hipó- 1. LA BISAGRA - HOY


tesis de esa partición entre la edad clásica y una edad pos-
clásica), Freud no tiene que ser considerado. A lo sumo Para empezar, identifiquemos algunos indicios. Si bien
puede y debe ser ubicado en la linde. La linde no es nun- la mayoría de las referencias explícitas a Freud aparecen
ca un lugar de reposo total, nunca forma una línea indivi- agrupadas en las conclusiones del libro (al final de "El na-
sible, y es en el borde donde se plantean siempre los más cimiento del asilo" y al principio de "El círculo antropoló-
desconcertantes problemas de topología. Por otra parte, gico"), hay antes, en la mitad del volumen, lo que yo llama-
¿dónde se plantearía un problema de topología, sino en el ría una bisagra que divide a la vez el libro y la relación del
borde? ¿Y habría que inquietarse por el borde si éste for- libro con Freud.
mara una línea indivisible? Además, una linde no es un ¿Por qué una bisagra? Se puede entender esta palabra
lugar propiamente dicho. Siempre es riesgoso, en parti- en el sentido técnico o anatómico de articulación cardinal,
cular para el historiador, asignar a lo que sucede entre los gozne (cardo) o pivote. La bisagra es un dispositivo axial
parajes el tener-lugar de un acontecimiento determinable. en torno al cual se aseguran el giro, el tropo y el sesgo de
Ahora bien, Foucault quiere y no quiere situar a Freud una rotación. Pero en francés también podemos pensar
en un lugar histórico estabilizable, identificable y ofreci- en el linaje de su homónimo, ese otro artefacto que el có-
do a una aprehensión unívoca. La interpretación o la to- digo de la halconería designa con la misma palabra [char-
pografía del momento freudiano que él propone es siem- nüre]: el lugar donde el cazador encarniza al pájaro con la
pre inquieta, dividida, móvil, algunos dirían ambigua; carne de un señuelo.
otros, ambivalente, confusa o contradictoria. Quiere a ve- Este doble movimiento de articulación, esta alter-
ces acreditar y a veces desacreditar a Freud, a menos que nancia de apertura y cierre que puede asegurar el dispo-
haga en verdad ambas cosas, indiscerniblemente y al mis- sitivo de una bisagra, el ida y vuelta, incluso el fort!da de
mo tiempo. En cuanto a esta ambivalencia, siempre se un péndulo o un balancín de equilibrista, es lo que signi-
podrá optar entre dos atribuciones. Se la puede relacionar fica entonces Freud para Foucault. Y esta bisagra técnico-
con Foucault o con Freud; puede caracterizar una moti- histórica sigue siendo también el lugar de un simulacro y
vación, el gesto del intérprete y un cierto estado de su tra- de un señuelo posible, para el cuerpo y para la carne.
bajo, pero también, o en primer lugar, calificar la simple Tomadas con este grado de generalidad, las cosas
verificación, por el trabajo del intérprete o el historiador, nunca cambiarán para Foucault: serán ese interminable
de una duplicidad estructural que él refleja desde la cosa movimiento alternativo que sucesivamente abre o cierra,
misma, a saber: el acontecimiento del psicoanálisis. La acerca o aleja, rechaza o acepta, excluye o incluye, desca-
motivación estaría entonces justamente motivada, sería lifica o legitima, domina o libera. El lugar freudiano no es
requerida y justificada por aquello mismo de lo que se solamente el dispositivo técnico-histórico, el artefacto de-
trata. Pues la ambigüedad de la que vamos a hablar bien nominado bisagra. En efecto, el propio Freud tendrá la fi-
podría estar del lado del psicoanálisis, del lado del acon- gura ambigua de un portero. Introduce en una nueva
tecimiento de esta "invención" denominada psicoanálisis. época de la locura, la nuestra, aquella desde la que se es-

114
115
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

cribe el libro Histoire de la folie, y representa también el también la verdad de una transición y el sentido de un pa-
mejor guardián de una época que se cierra con él, la his- saje. Parece firmemente estructurado por dos enunciados
toria de la locura tal como es narrada por el libro que lle- inequívocos:
va ese título.
Freud portero del día de hoy, guardián de las llaves, 1. En la edad clásica, la psicología no existe. No exis-
de las que abren pero también cierran la puerta que da al te aún. Foucault lo dice sin vacilar desde el principio del
hoy o a la locura. Él, Freud, es esta doble figura de la epílogo: "En la edad clásica es inútil tratar de distinguir
puerta o el portero. Monta guardia e introduce. Alterna- las terapéuticas físicas y las medicaciones psicológicas.
tiva o simultáneamente, cierra una época y abre otra. Y Por la sencilla razón de que la psicología no existe".
verificaremos que esta doble posibilidad no es extraña a 2. Pero el psicoanálisis no forma parte, ya no forma
una institución: a lo que se llama la situación analítica co- parte, de la psicología que va a nacer a continuación, des-
mo escena del "a puertas cerradas". Por ello (y tal será la pués de la edad clásica. "En el psicoanálisis -dice Fou-
paradoja de una ley de serie) Freud pertenece y no perte- cault- no se trata de psicología."
nece a las series en las que Foucault lo inscribe. El fuera
de serie se encuentra regularmente reinscrito en series. En otras palabras: si bien en la edad clásica no hay aún
No me detendré ahora en consideraciones formalizantes psicología, con el psicoanálisis, en él, no hay ya psicología.
sobre la ley cuasi trascendental de la serialidad que se po- Pero, para afirmarlo contra un prejuicio o una tentación,
dría ilustrar de manera análoga con tantos otros ejem- contra lo que continúa presionando a tantos intérpretes
plos, y cada vez que la condición trascendental de una con sentido común (y a veces, en parte, a Foucault entre
serie también forma parte, paradójicamente, de la serie, ellos), que consideran el psicoanálisis como una psicolo-
creando aporías para cualquier constitución de un conjun- gía (por original o nueva que sea como tal), por una parte
to, en especial de una configuración histórica (edad, epis- es necesario resistir. F oucault va a dar signos de esta re-
teme, paradigma, thémata, época, etcétera). Estas aporías sistencia, según vamos a verlo en seguida. Por otra parte,
no son en absoluto impasses accidentales que habría que hay que aceptar, en este esquema histórico, la hipótesis
tratar de forzar a cualquier precio, según modelos teóri- de un retorno: no el retorno a Freud, sino el retorno de
cos recibidos. La prueba de estas aporías es también la Freud a-.
oportunidad del pensamiento. ¿Qué retorno? ¿Retorno a qué? "Retorno" es la pala-
Para respetar el contrato de este coloquio, me con- bra de Foucault. Una palabra subrayada. Si el psicoanáli-
tentaré aquí con un ejemplo. sis no es ya una psicología, ¿no parece esquivar de tal mo-
De modo que tenemos la primera señal en la mitad do, por lo menos, un cierto retorno hacia el tiempo en
del libro (págs. 410-411). Aparece al final de la segunda que no había aún psicología? Más allá de la psicología del
parte, en el capítulo titulado "Médicos y enfermos". Hay siglo XVIII y mucho más allá de la modernidad psicolo-
allí una especie de epílogo, menos de una página y media. gista de un siglo XIX, más allá de la institución positi-
Separado de la conclusión por asteriscos, el epílogo dice vista de la psicología, ¿Freud no se concilia acaso con una

116 117
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

cierta edad clásica, por lo menos con lo que en él no de- justa estabilidad. Es como si la justicia tuviera que seguir
termina la locura como una enfermedad psíquica, sino siendo ese mismo movimiento:
como una cosa de la razón, como sinrazón? En "la edad
clásica", sin duda, si existe algo así (hipótesis de Foucault Por ello hay que ser justo con Freud. Entre los Cinq
que retomo en este contexto como tal, como si no fuera Psychanalyses y la cuidadosa encuesta sobre las Médications
discutible), la sinrazón es reducida al silencio: no se habla psychologiques [Janet] hay más que el espesor de un descubri-
con ella. Se interrumpe o se prohíbe el diálogo, y esta sus- miento, hay la violencia soberana de un retorno. Janet enu-
meraba los elementos de una partición, confeccionaba el
pensión habría recibido del cogito cartesiano su forma vio-
inventario, anexaba aquí o allá, quizá conquistaba. Freud
lenta de sentencia. También para Freud la locura sería sin- retomó la locura en el nivel de su leng;uaje, reconstituyó
razón (y en este sentido, por lo menos, habría una lógica uno de los elementos esenciales de una experiencia redu-
neocartesiana obrando en el psicoanálisis), pero había que cida al silencio por el positivismo; no añadió nada impor-
volver a hablar con ella: se restablecería un diálogo con la tante a la lista de tratamientos psicológicos de la locura;
sinrazón y se levantaría la suspensión cartesiana. Lo mis- restableció en el pensamiento médico la posibilidad de un
mo que la palabra "retorno", la expresión "diálogo con la diálogo con la sinrazón. No nos sorprendamos de que la
sinrazón" es una cita. Una y otra escanden un último pá- más "psicológica" de las medicaciones haya encontrado
rrafo del epílogo que, en la mitad del libro, se inicia con tan pronto su curso y sus confirmaciones orgánicas. En el
la fórmula que me ha servido para subtitular esta exposi- psicoanálisis no se trata de psicología, sino precisamente
ción: "hay que ser justo con Freud". de una experiencia de la sinrazón que la psicología moder-
na ha tenido el sentido de enmascarar. 3
Cuando uno dice "hay que ser justo ... ", lo hace a me-
nudo porque pretende corregir un impulso o invertir el
"Enmascarar": la psicología positivista habría enton-
sentido de una pendiente: se aconseja entonces resistir a
ces enmascarado la experiencia de la sinrazón: imposición
una tentación. Y esta tentación, la de ser injusto con Freud,
de una máscara, disimulo violento del rostro, de la verdad
en este caso inscribirlo en la edad de la institución psico-
patológica (que vamos a definir en seguida), debió de ser
sin duda experimentada por Foucault, fuera de él o en él 3. Histoire de la folie a l'age classique, París, Plon, 1961, pág. 411.
mismo; sin duda es aún amenazante y puede resurgir en [Ed. cast.: Historia de la locura en la época clásica, Buenos Aires, FCE,
1990]. Se advertirá al pasar que ésta Qunto con una muy breve alusión
cualquier momento, pues en caso contrario no habría si-
a los Tres ensayos en Maladie mentale et psychologie, y con una referencia
do necesario apelar aquí a una actitud vigilante y a más igualmente breve a Tótem y tabú en Les Mots et les Choses), es una de las
justicia. pocas veces en que Foucault menciona una obra de Freud; que yo se-
Voy a leer in extenso ese párrafo, pues, en su tensión pa, no lo cita nunca, del mismo modo que no analiza ningún texto su-
interna, me parece fijar la matriz de todos los enunciados yo ni de ningún psicoanalista, ni siquiera de alguno de los psicoanalis-
futuros sobre el psicoanálisis, en la oscilación misma de tas franceses de la actualidad. Nunca se pronuncia más que el nombre
propio, Freud, o el sustantivo común, el psicoanálisis.
su balancín. Es como la balanza de una justicia que ni si- Las palabras "descubrimiento", "retorno" y "lenguaje" fueron
quiera la detención de la muerte nunca detendría en su subrayadas por Foucault. Freud es el acontecimiento de un descubri-

118 119
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

o de la visibilidad. Esa violencia había consistido en diso- la misma frase; Nietzsche, Artaud, Van Gogh, a veces
ciar una cierta unidad, la que correspondía justamente a Nerval, aquí o allá Holderlin. La desmesura de ellos, "la
la unidad presunta de la edad clásica: en adelante estaría locura en la que se abisma la obra", es el abismo desde el
la enfermedad, por una parte, dependiente de lo orgáni- cual se abre el "espacio de nuestro trabajo" (pág. 643).
co, y por otro lado la sinrazón, una sinrazón a menudo Somos responsables ante esta locura, en el instante fur-
privada de sabor por esa modernidad, bajo su forma "epi- tivo en el que ella se une a la obra. Lejos de estar en con-
tética",4 lo irrazonable, cuyas manifestaciones discursivas diciones de hacer que comparezca, somos nosotros los
se convertirán en objeto de una psicología. Ésta pierde que comparecemos ante ella. Sepamos, por lo tanto, que
entonces toda relación con una cierta verdad de la locura, somos responsables ante ella, y que no estamos autoriza-
es decir, de la Sinrazón. El psicoanálisis, por el contrario, dos a someterla a inspección, objetivarla o pedirle cuen-
rompe con la psicología al hablar con la Sinrazón que ha- tas. Al final de la última página, después de haber evoca-
bla en la locura, y por lo tanto al retornar, en virtud de esa do detenidamente a Nietzsche y nombrado a Van Gogh,
palabra intercambiada, no a la edad clásica en sí (que, a Foucault escribe: "El instante en el que, juntas, nacen y
diferencia de la psicología, ha determinado perfectamen- se realizan la obra y la locura, es el principio del tiempo
te la locura como sinrazón, aunque para excluirla o ence- al que el mundo se encuentra asignado por esta obra, y
rrarla), sino a ese desvelo de la época clásica que aún lo responsable de lo que él es ante ella". En suma, de esto
asediaba. toma nota y por esto asume la responsabilidad Histoire de
Con este esquema firmemente establecido por la pá- la folie, respondiendo a esa asignación. Ante lo que nom-
gina que acabo de citar, me sorprendió, al releer Histoire bra el nombre de Nietzsche y de esos otros individuos de
de la folie, una paradoja en forma de quiasmo. En la pri- los que nadie ignora que fueron considerados locos por la
mera lectura no le había prestado la atención que mere- sociedad (Artaud, y antes de él Van Gogh, y antes de él
ce. ¿Cuál es su esquema? En razón de lo que acabamos de Nerval, y antes de él Holderlin).
comprender, si somos "justos" con Freud, reconozcámos- Pero, ¿Freud? ¿Por qué en el mismo libro aparece a
le el mérito de figurar (como figura) en la galería de to- veces asociado, a veces opuesto a esos grandes testigos de
dos los que, de un extremo al otro del libro, anuncian co- la locura y de la desmesura, que son también grandes jue-
mo heraldos positivos la posibilidad misma de la obra: ces, los nuestros, nuestros jueces? ¿Debemos comparecer
sobre todo Nietzsche, que es quien aparece más regular- también ante Freud? ¿Y por qué las cosas se complican
mente, Nietzsche y Artaud, muy a menudo asociados en entonces?
Veré dibujarse el quiasmo que evocaba hace un ins-
tante en un lugar en el que Freud se encuentra precisa-
miento, el inconsciente y el psicoanálisis, como movimiento de un re- mente junto a Nietzsche, del mismo lado que él, es decir
torno, y lo que vincula el descubrimiento al retorno es el leng;uaje, la de nuestro lado, del lado de lo que Foucault llama "el
posibilidad de hablar con la locura, "la posibilidad de un diálogo con hombre contemporáneo": este "nosotros" enigmático pa-
la sinrazón".
4. Foucault lo había notado supra en su libro, pág. 195.
ra el cual una historia abre hoy, entreabre, la puerta del

120 121
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

hoy, y deja entrever su posibilidad. Foucault acaba de des- amenaza la sinrazón, el hombre del siglo XVII, por el con-
cribir la pérdida de la sinrazón, ese fondo sobre el cual la trario, descubre en la inmediata presencia de su pensa-
edad clásica determinaba la locura. Es el momento en el miento ante sí mismo la certidumbre en la cual se anuncia
que la sinrazón declina o desaparece en lo irrazonable, es la razón en su forma primera. 5
la pendiente que tiende a patologizar, si así puede decir-
se, la locura. Y también en este caso es mediante un re-
torno a la sinrazón, esta vez sin exclusión, como Nietzs- 2. EL GENIO MALIGNO - DEL QUIASMO
che y Freud reabren el diálogo con la locura en sí
(suponiendo, con Foucault, que se pueda decir aquí "la ¿Por qué he hablado de quiasmo? Y ¿por qué nos fas-
locura en sí"). Este diálogo había sido roto dos veces, de cinaría el quiasmo múltiple que organiza toda esta escena
alguna manera y de distinto modo: la segunda vez por el de interpretación?
positivismo psicologista de ayer, que ya no pensaba la lo- Sucede que, en las tres páginas consagradas a Descar-
cura como sinrazón, y una primera vez ya por la edad clá- tes al principio del segundo capítulo, "El Gran Encierro",
sica que, al excluir la locura, al romper el diálogo con ella, Foucault dibujaba una exclusión. La describía, la plantea-
la determinaba todavía como sinrazón y la excluía justa- ba, la declaraba sin equívoco y con firmeza ("la locura es-
mente por ello, pero la excluía muy cerca de sí misma, co- tá excluida en el sujeto que duda"). Esta exclusión prove-
mo su otro o su adversario: es el momento cartesiano, al nía de una "decisión" (éstas son sus palabras), de un
menos tal como está fijado en las tres páginas que fueron "extraño golpe de fuerza" que iba a "reducir a silencio" a
el objeto de nuestro debate hace cerca de treinta años. la locura excluida y a trazar una muy estricta "línea de
Yo subrayaría todo lo que marca el hoy, el presente, el partición". En el texto de las Méditations que él citaba y
ahora, lo contemporáneo, este tiempo que nos es propio ponía entonces en primer plano, Foucault pasó totalmen-
y común, el tiempo de este "nosotros" frágil y dividido te por alto al Genio Maligno. Y, por el contrario, era re-
desde el cual se decide, mientras apenas se dibuja, prome- cordando el afán hiperbólico de la ficción del Genio Ma-
tiéndose más que dándose, la posibilidad de un libro co- ligno como yo había entonces confesado mi perplejidad,
mo Histoire de la folie. Nietzsche y Freud son conjugados y propuesto otras cuestiones. Cuando Foucault me res-
como una pareja, Nietzsche y Freud: y la conjunción de ponde, nueve años más tarde, en el posfacio a la reedición
su acoplamiento es también la cópula-bisagra o, si se pre- de 1972, por Gallimard, de Histoire de la folie, todavía re-
fiere, el término medio de la proposición moderna: chaza firmemente el modo en que pongo en obra esa fic-
ción cartesiana del Genio Maligno, y ese momento hiper-
bólico de la duda. Me acusa -cito- de "borrar todo lo que
Si el hombre contemporáneo, desde Nietzsche y Freud, demuestra que el episodio del Genio Maligno es un ejer-
encuentra en el fondo de sí mismo el punto de cuestiona- cicio voluntario, controlado, dominado y conducido de
miento de toda verdad, pudiendo leer, en lo que sabe aho- 5. Histoire de la folie al'age classique, págs. 195-196. Las bastardillas
ra de sí mismo, los indicios de fragilidad por donde son mías.

122 123
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

un extremo a otro por un sujeto meditante que nunca se mos el diálogo dos veces interrumpido con la sinrazón);
deja sorprender" (pág. 601). Reproche muy injusto, pues- ahora bien, esta frase es seguida por alusiones al Genio
to que yo dije con insistencia6 que este dominio metódi- Maligno que complican, como yo mismo había tratado de
co del sujeto voluntario se ejerce "casi todo el tiempo" y hacerlo, la escena de lectura de la duda cartesiana como
que por lo tanto F oucault, como Descartes, tienen razón momento de gran encierro. Pero, por otra parte, de mane-
casi todo el tiempo, y razón del Genio Maligno, pero po- ra más lejana (y esto sería en el fondo lo esencial de mis
co importa aquí, y he dicho que no reabriría el debate. Al palabras de hoy) yo intentaría ahora recordar la necesidad
acusarme de borrar esta neutralización metódica del Ge- de tener en cuenta a un cierto Genio Maligno de Freud, a
nio Maligno, Foucault, siempre en su respuesta de 1972, saber: la presencia de lo demoníaco, del diablo, del abo-
confirma el contenido de las tres páginas discutidas y sos- gado del diablo, del diablo cojo, etcétera, en Más allá del
tiene que "si el Genio Maligno retoma los poderes de la principio del placer, allí donde el psicoanálisis, me parece,
locura, lo hace después de que el ejercicio de la medita- encuentra su mayor potencia especulativa, pero también
ción ha excluido el riesgo de estar loco". Uno podría el lugar de la mayor resistencia al psicoanálisis (¡pulsión
sentirse tentado a responder que si puede retomar esos de muerte, compulsión de repetición, etcétera, y fort!da!).
poderes de la locura, si incluso los "retoma" después, re- Así, inmediatamente después de haber dicho"[ ... ] el
troactivamente, ocurre que la exclusión del riesgo de es- hombre contemporáneo, desde Nietzsche y Freud [... ]",
tar loco deja lugar a un después: el relato no se interrum- F oucault propone un desarrollo con respecto al Genio Ma-
pe en el momento de la exclusión alegada por F oucault, y ligno. La lógica de esta secuencia me parece gobernada
por otra parte hasta cierto punto atestiguada, incuestio- por un "no hay que olvidar" que me sentiría tentado a
nable (y yo no le he cuestionado jamás este punto, todo lo asemejar al "hay que ser justo" de ahora. ¿Qué es lo que
contrario); ni el relato ni el ejercicio de la meditación que no hay que olvidar? Y bien, precisamente el Genio Ma-
describe son más interrumpidos que el orden de las razo- ligno. Y sobre todo, insisto, que el Genio Maligno es an-
nes por esa misma exclusión definitivamente detenida. terior al cogito, aunque su amenaza sea perpetua.
Pero dejemos esto. Repito, no invoco esta dificultad para Esto podría contradecir (como intenté hacerlo) la te-
volver a una discusión antigua. Lo hago porque Freud va sis sostenida 15 O páginas antes con respecto al cogito car-
a ser doblemente situado (intentaré demostrarlo), impli- tesiano como simple exclusión de la locura. En conse-
cado dos veces en el quiasmo que me interesa. Por una par- cuencia, esto nos habría permitido ahorrarnos un debate
te, en la frase que he citado hace un momento (Freud era prolongado y dramático. Demasiado tarde. No obstante,
inmediatamente asociado en ella a Nietzsche, único aso- a pesar de esta anterioridad reconocida del Genio Malig-
ciado de Nietzsche, del "buen" lado, si así puede decirse, no, Foucault reafirma que el cogito es el comienzo absolu-
del lado donde "nosotros", los contemporáneos, reabri- to, aunque en este comienzo absoluto "no hay que olvi-
dar" lo que se había olvidado u omitido en el discurso
sobre la exclusión de la locura con el cogito, subsistiendo
6. "Cogito et histoire de la folie'', en L'écriture et la différence, Pa-
rís, Seuil, 1967, pág. 89 y sigs. la cuestión de lo que puede ser un comienzo metódico

124 125
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

absoluto que no nos deje olvidar la amenaza anterior, y dice que no hay que olvidar su poder perpetuamente ame-
por otra parte perpetua, ni el fondo inevitable de obsesión nazante, incluso después del pasaje, el instante, la expe-
sobre el cual tiene que elevarse. Como siempre, prefiero riencia, la certidumbre del Cogito y la exclusión de la lo-
citar, aunque se trate de un pasaje largo. Esto es lo que di- cura que él opera]: hasta en la existencia y la verdad del
ce Foucault inmediatamente después de haber evocado al mundo exterior, este peligro gravitará sobre el trayecto de
"hombre contemporáneo", que "desde Nietzsche y Descartes [pág. 196].
Freud" encuentra en "lo que sabe ahora de sí mismo"
aquello "por donde amenaza la sinrazón". En suma, lo Podemos imaginar los efectos que puede tener la ca-
que dice es que esa cosa llamada contemporánea ya había tegoría de "amenaza perpetua" (éstas son las palabras de
comenzado en la edad clásica con el Genio Maligno, lo Foucault) sobre los indicios de presencia, los puntos de
que, evidentemente, por lo menos para mí, no puede de- referencia positivos, las determinaciones de los signos o
jar intactas la categorialidad histórica de referencia ni la los enunciados, en síntesis, sobre toda la criteriología o la
identidad presunta de algo como la edad clásica (por sintomatología que puede dar su certidumbre a un saber
ejemplo). histórico acerca de una figura, una episteme, una edad, una
época, un paradigma, puesto que todas estas determina-
Pero esto no quiere decir que el hombre clásico, en su ciones se encuentran amenazadas, y perpetuamente, perpe-
experiencia de la verdad, estaba más alejado de la sinra- tuamente perturbadas por una obsesión. Pues, en princi-
zón que lo que podernos estarlo nosotros mismos. Es cier- pio, todas estas determinaciones son para el historiador
to que el Cogito es comienzo absoluto [este enunciado presencias o ausencias; excluyen la obsesión; se dejan de-
confirma entonces la tesis de las págs. 54-57], pero no hay marcar por signos, se diría que casi en una tabla de las au-
que olvidar [subrayo yo, J. D.] que el genio maligno le es
sencias y las presencias; derivan de la lógica de la oposi-
anterior. Y el genio maligno no es el símbolo en el cual se
resumen y son llevados al sistema todos los peligros de ción, aquí de la inclusión o la exclusión, de la alternativa
esos acontecimientos psicológicos que son las imágenes de del adentro y el afuera, etcétera. La amenaza perpetua, es
los sueños y los errores de los sentidos. Entre Dios y el decir, la sombra de la obsesión (no más que el fantasma o
hombre, el genio maligno tiene un sentido absoluto: es en la ficción de un Genio Maligno, la obsesión no es la pre-
todo su rigor la posibilidad de la sinrazón y la totalidad de sencia ni la ausencia, ni el más ni el menos, ni el aden-
sus poderes. Es más que la refracción de la finitud huma- tro ni el afuera) no apunta solamente a esto o aquello:
na; designa el peligro que, mucho más allá del hombre, amenaza a la lógica de la distinción entre esto y aquello,
podría impedirle de manera definitiva el acceso a la ver- la lógica misma de la exclusión o de la forclusión, tanto
dad: es el obstáculo principal, no de tal espíritu, sino de tal como a la historia basada en esa lógica y sus alternativas.
razón. Y no porque la verdad que torna en el Cogito su ilu-
Evidentemente, lo que está excluido nunca es simple-
minación termine por ocultar enteramente la sombra del
genio maligno uno debe olvidar su poder perpetuamente mente excluido, ni por el cogito ni por ninguna otra cosa,
amenazante [subrayo: Foucault había dicho no hay que ol- sin que haga retorno: esto es lo que un cierto psicoanáli-
vidar que el genio maligno es anterior al Cogito, y ahora sis nos habrá ayudado a comprender. Pero dejo en pro-

126 127
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

yecto el aspecto general de este problema, para volver a En seguida volvió a aparecer un Genio Maligno. Y
un cierto funcionamiento regulado de la referencia al psi- ¿quién verá una coincidencia en esta repetición inevita-
coanálisis y al nombre de Freud en Histoire de la folie al'a- ble? Pero no es el mismo Genio Maligno. Es otra figura
ge classique. del Genio Maligno. Tendría entonces una función recu-
Consideremos la pareja Nietzsche/Freud, esta odd rrente de Genio Maligno, función que, con referencia a
couple sobre la cual, por otra parte, hay tanto que decir una hyperbolé platónica, yo denominé hiperbólica en "Co-
(me he arriesgado a hacerlo en otro lugar, en La Carte pos- gito et histoire de la folie". Esta función había sido asegu-
ta/e en particular, y justamente a propósito de Más allá del rada por el Genio Maligno tanto bajo los rasgos como ba-
principio del placer). La afiliación o la filiación de esta pa- jo el nombre que toma en Descartes. Pero otro Genio
reja reaparece en otros lugares. Es también en el filo de Maligno, también el mismo, puede reaparecer sin su nom-
un límite, en la introducción a la tercera y última parte, bre y con otros rasgos, por ejemplo en los parajes del so-
donde el "delirio" del "sobrino de Rameau", como antes brino de Rameau: Genio Maligno diferente, por cierto, pe-
lo había hecho el cogito cartesiano, da la nota o la clave de ro lo bastante semejante en razón de su razón recurrente,
una nueva partición. Ahora bien, este delirio del sobrino como para que el historiador, en este caso F oucault, se
de Rameau "anuncia a Freud y Nietzsche". Dejemos de autorice con una metonimia bastante legítima a sus ojos
lado las cuestiones que puede plantear el concepto de "anun- para denominarlo también Genio Maligno. Esta reapari-
cio" a todo historiador. No por azar se asemejan a las que ción se produce después del segundo pasaje de Freud-y-
de inmediato plantearía el concepto de obsesión. Puesto Nietzsche, cuando se hacen anunciar furtivamente por el
que lo que anuncia ya no pertenece totalmente a una con- sobrino de Rameau, cuya risa "prefigura y reduce todo el
figuración presente sino ya al futuro de otra configura- movimiento de la antropología del siglo XIX" (pág. 424),
ción, su lugar, el tener-lugar de su acontecimiento apela a ese tiempo de la prefiguración y del anuncio, esa espera
otra lógica; perturba en todo caso la axiomática de una entre el relámpago anticipador y el acontecimiento de lo
historia demasiado confiada en la oposición de la ausen- que prevé, que se explican por la estructura misma de una
cia y la presencia, el adentro y el afuera, la inclusión y la experiencia de la sinrazón, si acaso la tiene, a saber: una
exclusión. Leamos, por lo tanto, este pasaje. El anuncio es experiencia en la cual uno no puede mantenerse, y fuera
allí tanto más notable cuanto que, una vez más, y la recu- de la cual no puede sino recaer después de haberse apro-
rrencia importa, apela a la figura de un Genio Maligno, ximado a ella, lo que prohíbe hacer de esta historia una
esta vez "otro genio maligno". historia propiamente sucesiva o secuencial. Esto se for-
mula en un interrogante de Foucault: "¿Por qué no es po-
Confrontación trágica de la necesidad y la ilusión de
sible mantenerse en la diferencia de la sinrazón?" (pág.
un modo onírico, que anuncia a Freud y Nietzsche [esta
vez aparece invertido el orden de los nombres], el delirio
425).
del Sobrino de Rameau es al mismo tiempo la repetición He aquí entonces el otro Genio Maligno - o el Otro
irónica del mundo, su reconstitución destructora en el tea- genio maligno:
tro de la ilusión [... ]" [pág. 422; las bastardillas son mías].

128 129
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

Pero en este vértigo, en el que la verdad del mundo psicoanálisis que habrá formado parte, a su manera, por
sólo se mantiene en el interior de un vacío absoluto, el original que haya sido, del orden de esas figuras inmemo-
hombre encuentra también la irónica perversión de su riales del Padre y del]uez, de la Familia y la Ley, del or-
propia verdad, en el momento en que ella pasa de los sue- den del Orden, de la Autoridad y del Castigo, figuras in-
ños de la interioridad a las formas de intercambio. La sin- memoriales de lo que Philippe Pinel había reconocido
razón representa entonces otro genio maligno [las bastardi-
que hay que poner en juego para curar (pág. 607). Signo
llas son mías, no ya el que exilia al hombre de la verdad del
inquietante -incluso antes del capítulo titulado "El naci-
mundo, sino el que a la vez mistifica y desmistifica, encan-
ta hasta el desencantamiento extremo esta verdad de él miento del asilo", que inscribirá muy severamente el psi-
mismo que el hombre ha confiado a su mano, a su rostro, coanálisis en la tradición de Tuke y de Pinel, y llegará a
a su palabra; un genio maligno [las bastardillas son mías] decir que "toda la psiquiatría del siglo XIX converge real-
que opera no ya cuando el hombre quiere acceder a la ver- mente hacia Freud" (pág. 611)-, éste ya había hecho su
dad, sino cuando quiere restituir al mundo una verdad que aparición en otra cadena, la de los que saben, desde el si-
es la suya propia, y que, proyectada en la embriaguez sen- glo XIX, que la locura tiene una historia, como la razón,
sible donde se pierde, queda finalmente "inmóvil, estúpi- de la que es la contracara. Éstos pecarán incluso por una
da, atónita". No es ya en la percepción donde reside la posi- especie de historicismo de la razón y la locura, riesgo del
bilidad del genio maligno [se sobrentiende que como en que se cuidan los que, "desde Sade hasta Holderlin, Ner-
Descartes], sino en la expresión ... " [pág. 423]. val y Nietzsche", están entregados a una "experiencia
poética y filosófica repetida" y se sumergen en un lengua-
Pero inmediatamente después de esta comparecencia je "que suprime la historia ... ". Historiador culturalista de
de Freud con Nietzsche y todos los Genios Malignos, se la locura, como otros lo son de la razón, Freud aparece
pone en juego el balancín del fortlda que en adelante no entonces (pág. 456) entre Janet y Brunschvicg.
cesará de convocar y revocar a Freud desde los dos lados
Pero al acumular las dos faltas, Freud, historiador ra-
de la línea divisoria, en la serie y fuera de la serie desde la
cionalista de este fenómeno cultural llamado "locura" no
cual se pone el sello a la historia de la locura. Pues, desde
por ello deja de pagar su tributo al mito, a la magia, a la
las páginas siguientes, Freud se encuentra separado del li-
taumaturgia. "Taumaturgia", dice entonces Foucault, y
naje en el cual se reúnen todos los dignos herederos del
sobrino de Rameau. El nombre de quien no estaba loco, ésta será la palabra escogida para el veredicto. No hay na-
no lo bastante loco en todo caso, el nombre de Freud, es da sorprendente en esta colusión de la razón y un cierto
disociado del de Nietzsche. Es regularmente omitido cuan- ocultismo. Autoridad "mística", autoridad secreta, ha-
do, según otra filiación, Holderlin, N erval, Nietzsche, brían quizá declarado Montaigne y Pascal: la historia de
Van Gogh, Roussel, Artaud son nombrados y vueltos a la razón o la razón en la historia ejercerían en el fondo la
nombrar varias veces como miembros de la misma "fa- misma violencia, una violencia oscura, irracional, dictato-
milia". rial; servirían a los mismos intereses, en nombre del mis-
A partir de allí, las cosas se agravan. "Ser justo con mo alegato ficticio del psicoanálisis cuando confía todos
Freud" significará cada vez más someter a proceso a un los poderes a la palabra del médico. Freud no liberaría al

130 131
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

enfermo de la internación asilar más que para reconsti- culable de este secreto juega su apuesta a un simulacro.
tuirla, "en lo que tiene de esencial", en el núcleo de la Desde otro punto de vista, éste recuerda la situación des-
función analítica. Hay una continuidad desde Pinel y Tu- crita en la apertura del Raymond Roussel: el riesgo consis-
ke hasta el psicoanálisis. Hay allí una consecuencia ine- tiría menos en "ser engañado por un secreto" que por "la
luctable, hasta Freud; hay allí una persistencia de lo que conciencia de que hay un secreto" .7
Foucault llama "el mito de Pinel, así como de Tuke" (pág. Lo que, a través de las diferencias, continúa desde Pi-
577). La misma insistencia se sigue concentrando en la fi- nel hasta Freud, es la figura del médico, que no es un
gura del médico: a los ojos de un enfermo siempre cóm- científico sino un hombre del orden. En esa figura se reú-
plice, es el devenir-taumaturgo del médico, de un médico nen todos los poderes secretos, mágicos, esotéricos, taumatúr-
que incluso no se supone que sabe. El homo medicus no gicos. Son éstas las palabras de Foucault. La objetividad
ejerce su autoridad en nombre de la ciencia (el propio Pi- científica alegada por esta tradición es sólo una cosifica-
nel parece reconocerlo y reivindicarlo), sino en nombre ción mágica:
del orden, el derecho y la moral; más precisamente, "apo-
yándose en esos prestigios en los que están encerrados los Si uno quisiera analizar las estructuras profundas de la
secretos [la bastardilla es mía] de la Familia, la Autoridad, objetividad en el conocimiento y la práctica psiquiátrica
el Castigo y el Amor [... ] tomando las máscaras del Padre del siglo XIX, desde Pinel hasta Freud [divorcio, esta vez
y del Justiciero" (págs. 607-608). definitivo, entre Nietzsche y Freud, doble acoplamiento
de este último], habría que demostrar justamente que esa
objetividad es desde su origen una cosificación de tipo má-
gico, que sólo ha podido consumarse con la complicidad
3. EL OTRO SECRETO DEL PSICOANÁLISIS: EL
del propio enfermo y a partir de una práctica moral trans-
"FUNDAMENTO MÍSTICO DE LA AUTORIDAD"
parente y clara al principio, pero poco a poco olvidada, a
medida que el positivismo imponía sus mitos de la objeti-
Cuando los muros del asilo ceden al psicoanálisis, lo vidad científica [Histoire de la folie ... , oh. cit., pág. 610].
que asegura la tradición de Pinel a Freud es, en efecto, un
cierto concepto del secreto. Habría que seguir a lo largo de Junto al nombre de Freud hay una llamada. Al pie de
estas páginas el deslizamiento de un valor, en sí mismo página, Foucault persiste, pone la fecha y firma, pero la
poco visible, del secreto. Este valor se reduciría finalmen- nota introduce una ligera precaución; es por cierto una
te a una técnica del secreto, y del secreto sin saber. Allí nota de prudencia, pero Foucault no insiste menos, y
donde el saber sólo puede ser supuesto, allí donde en enuncia la persistencia:
consecuencia se sabe que la suposición no puede dar lu-
gar al saber, allí donde ningún saber se discutiría, hay
producción de un efecto de secreto, de lo que podríamos lla-
mar una especulación sobre el secreto capital o sobre el capital
del secreto. La producción calculada pero finalmente incal- 7. Michel Foucault, Raymond Roussel, Gallimard, 1963, pág. 10.

132 133
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

Estas estructuras persisten en la psiquiatría no psicoa- jico de quiasmo, y uno de los más significativos para lo
nalítica, y en muchos lados incluso en el psicoanálisis en sí. [Las que aquí nos interesa, a saber: una cierta repetición dia-
bastardillas son mías.] bólica y la recurrencia de las figuras múltiples del Genio
Maligno.
Muy discretamente señalado, hay allí un límite para ¿Qué dice Foucault? Que en la pareja médico-enfer-
lo que persiste "en muchos lados". La línea siempre divi- mo "el médico se convierte en taumaturgo" (pág. 609).
sible de este límite sitúa en su forma la totalidad de lo que Ahora bien, para describir esta taumaturgia no vacila en
está en juego. Más precisamente, esta apuesta no es otra hablar de lo demoníaco y lo satánico, como si esta vez el
que la de la totalidad, y de los procedimientos de totaliza- Genio Maligno no se encontrara del lado de la sinrazón,
ción: ¿qué se dice cuando se dice "el" psicoanálisis? ¿Qué del desorden absoluto o la locura (digamos, para simplifi-
es lo que se identifica así, y tan globalmente? ¿Es el psi- car y sonriendo un poco, con todas las comillas que se im-
coanálisis "en sf", como dice F oucault, el que hereda a Pi- ponen, "del buen lado"), sino del lado del orden, de la
nel? ¿Qué es el psicoanálisis "en sf''? Y los lados en los que violencia sutilmente autoritaria, del Padre, del Juez, de
hereda, ¿son lados esenciales e irreductibles del psicoaná- la Ley, etcétera:
lisis en sí, o "puntos accesorios", residuales, en los que
puede, o incluso debe, debería, tener razón? [... ] se creerá, y el enfermo es el primero en hacerlo, que
La respuesta a este último interrogante, si bien apa- en el esoterismo de su saber, en algún secreto, casi demo-
rece aún suspendida en la nota, va a llegar pronto con una níacos del conocimiento es donde él ha encontrado el po-
forma más determinada y menos equívoca: no, el psicoa- der para desanudar las alienaciones, y cada vez más el en-
nálisis no se liberará jamás de la herencia psiquiátrica. Su fermo aceptará abandonarse a las manos de un médico a la
situación histórica esencial está ligada a lo que se deno- vez divino y satánico, en todo caso fuera de medida huma-
mina "la situación analítica", es decir, a la mistificación na [pág. 609].
taumatúrgica de la pareja médico/enfermo, en este caso
regulada por protocolos institucionales. Antes de citar lite- Dos páginas más adelante se dirá de Freud que ha
ralmente incluso una conclusión que a mi juicio subsisti- "explotado" la "estructura" del "personaje médico", que
rá inapelable, no sólo en Histoire de la folie sino en toda la ha "amplificado sus virtudes de taumaturgo, preparándo-
obra de Foucault hasta su terrible interrupción, abusaré le a su omnipotencia un estatuto casi divino". Foucault
algo más de la paciencia de ustedes para detenerme un agrega:
instante en cómo describe Foucault el juego taumatúrgi-
co del que Pinel le había legado a Freud la tekhné, a la vez
el arte y la técnica, el secreto, el secreto del secreto, el
secreto que consiste en saber hacer suponer el saber y 8. Subrayo el "casi": más adelante Foucault dirá (decididamente,
el saber hacer creer en el secreto. Este punto merece que su relación con Freud era todo menos simple) que la representación fi-
listea de la enfermedad mental en el siglo XIX durará "hasta Freud o
nos detengamos en él, para identificar otro efecto paradó- casi".

134 135
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

Él ha vuelto a poner sobre sí, sobre esa sola presencia, rá (creo que es posible decirlo sin abusar de la paradoja)
retirada detrás del enfermo y por sobre él, en una ausencia contra Descartes, contra un cierto sujeto cartesiano aún re-
que es también presencia total, todos los poderes que se presentado en la filiación que va de Descartes a Pinel y a
encontraban repartidos en la existencia colectiva del asilo; Freud. Pero lo hará también, de buen o mal grado, como
ha hecho con ellos la Mirada Absoluta, el Silencio puro y Descartes, como el Descartes, en todo caso, que él había
siempre retenido, el Juez que castiga y recompensa en un
acusado de excluir la locura al excluir, dominar o revocar
juicio que no condesciende siquiera al lenguaje; ha hecho
(lo que viene a ser lo mismo) las potencias del Genio Ma-
de ellos el espejo en el cual la locura, en un movimiento
ligno. Contra ese descendiente de Descartes que sigue
casi inmóvil, se enamora y se desprende de sí misma.
Freud hizo que se deslizaran hacia el médico todas las es- siendo Freud, contra Descartes, lo que se repite de mane-
tructuras que Pinel yTuke habían puesto en la internación ra fatal y maligna es aún la exclusión cartesiana, como una
[pág. 611]. herencia inscrita en un programa diabólico, casi todopo-
deroso, al que habría que reconocerle que uno nunca se
La omnipotencia ficticia y un poder divino, "casi di- desembaraza o libera de él sin que quede un resto.
vino", divino por simulacro, a la vez divino y satánico: és- En respaldo de lo que acabo de decir, cito entonces la
tos son los rasgos de un Genio Maligno con los que se ve conclusión de ese capítulo. Ella describe el deslizamiento
grotescamente revestida la figura del médico. De pronto desde Pinel hasta Freud ("golpe de genio", "cortocircui-
éste se asemeja de manera perturbadora a la figura de la to genial"; se trata del genio de Freud, el bueno como el
sinrazón que seguía obsesionando a la edad llamada clási-
ca después del abuso de autoridad del cogito. Y como la te, Montaigne había hablado de "las ficciones legítimas" sobre las que
autoridad de las leyes, autoridad cuyo "fundamento mís- "nuestro derecho" "funda la verdad de su justicia". Y Pascal lo cita sin
tico"9 recordaron Montaigne y Pascal, la del psicoanalis- nombrarlo cuando recuerda a la vez el principio de la justicia y que no
hay que reconducir la justicia a su principio si uno no quiere arruinar-
ta-médico procede de la ficción; procede, por transfe- la. Entonces, cuando Pascal habla también del "fundamento místico
rencia, del crédito acordado a una ficción, y esta ficción de su autoridad", añadiendo en el mismo impulso "quien la lleva a su
parece análoga a la que, provisionalmente, confiere todos principio la aniquila" (Pemées, nº 293), ¿qué hace él mismo? ¿Refunda
los poderes y más que el saber al Genio Maligno. o arruina aquello de lo que habla? ¿Lo sabremos alguna vez? ¿Hace
En conclusión, en "El nacimiento del asilo", Fou- falta saberlo?
Poder, autoridad, saber y no-saber, ley, juicio, ficción, crédito,
cault anulará de modo inapelable a ese genio malo del
transferencia: desde Montaigne hasta Pascal y algunos otros, recono-
médico taumatúrgico en la figura del psicoanalista; lo ha- cemos la misma red de una problemática crítica, de una problematiza-
ción activa, vigilante, hipercrítica. Es difícil asegurar que la "edad clá-
sica" no ha tematizada, no ha reflexionado y a la vez desplegado los
9. "Ahora bien, las leyes conservan su crédito no porque sean jus- conceptos de sus síntomas: los conceptos que uno volverá más tarde
tas, sino porque son leyes: éste es el fundamento místico de su autori- hacia los síntomas que algún día se creerá poder asignarle.
dad, y no tienen otro[ ... ]. Quien las obedece porque son justas, no las Me permito remitir aquí a un emayo que parte de esas palabras de
obedece justamente por lo que debiera" (Montaigne, Essais 111, XIII, Montaigne y Pascal: "Force de loi: le 'fondement mystique de l'autorite"' ",
"De l'expérience", Bibliotheque de la Pléiade, pág. 1203). Por otra par- Galilée, 1994.

136 137
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

malo, el bueno como malo), y juzga implacablemente al Inmediatamente después tenemos las últimas líneas
psicoanálisis, en el pasado, en el presente e incluso en el fatu- del capítulo: estamos lejos de la pareja Nietzsche/Freud.
ro. Pues el psicoanálisis está condenado de antemano. No le es- En adelante, los dos aparecen separados a uno y otro la-
tá prometido ningún futuro que le permita escapar a su do de lo que Foucault llama "encarcelamiento moral", y en
destino, puesto que su suerte está echada, en la estructu- ciertas situaciones resultará difícil decir qué es lo que se
ra institucional (supuestamente inmóvil) de lo que se lla- encuentra dentro y qué es lo que se encuentra faera, y a
ma la situación analítica, y al mismo tiempo en la figura del veces fuera pero dentro. A diferencia de Nietzsche y de
médico como sujeto. algunos otros grandes locos, Freud no pertenece al espa-
cio desde el cual puede escribirse Histoire de la folie. Él tie-
Freud ha hecho deslizarse hacia el médico todas las
ne que ver más bien con la historia de la locura de la que
estructur,as que Pinel y Tuke habían dispuesto en la inter-
nación. El liberó al enfermo de esa existencia asilar en la el libro hace a la vez su objeto:
que lo habían alienado sus "liberadores", pero no lo ha li-
berado de lo que había de esencial en esa existencia; rea- Desde fines del siglo XVIII, la vida de la sinrazón só-
grupó los poderes de ella, los tensó al máximo, al anudar- lo se manifiesta en la fulguración de obras como las de
los en las manos del médico; creó la situación psicoanalítica, Holderlin, Nerval, Nietzsche o Artaud, indefinidamente
en la que, en virtud de un cortocircuito genial, 10 la alienación irreductibles a esas alienaciones que curan, resistentes por
se vuelve desalienante, porque, en el médico, se vuelve su- su fuerza propia a ese gigantesco encarcelamiento moral
jeto. que se tiene la costumbre de llamar, sin duda por antífra-
El médico, en tanto que figura alienante, sigue siendo
sis, la liberación de los alienados por Pinel y Tuke [pág.
la clave del psicoanálisis. Quizá porque éste no ha suprimi-
do esa estructura última, y porque ésta ha llevado consigo 612].
todas las otras, el psicoanálisis no puede, no podrá [subra-
yo también este futuro; anuncia la invariabilidad de este Este diagnóstico, que es también un veredicto, se con-
veredicto en el trabajo ulterior de Foucault] comprender firma en el último capítulo del libro, "El círculo antropo-
las voces de la sinrazón ni descifrar para ellos mismos los lógico". Consolida la nueva distribución de los nombres y
signos de lo insensato. El psicoanálisis puede desanudar los lugares en las grandes series que forman el esquema del
algunas de las formas de la locura, pero sigue siendo ex- libro. Cuando se trata de mostrar que, desde fines del siglo
traño al trabajo soberano de la sinrazón. No puede libe- XVIII, se ha reemplazado una liberación de los locos por
rar ni transcribir, y mucho menos explicar lo que hay de
una objetivación del concepto de su libertad (en las deter-
esencial en esa labor [págs. 611-612].
minaciones del deseo y del querer, del determinismo y la
responsabilidad, del automatismo y lo espontáneo), y que
10. Subrayo la alusión al "golpe de genio": puesto que va a con- "incansablemente se contarán las peripecias de la libertad",
firmar el mal de la internación y del asilo interior, el "golpe de genio"
es decir, también de una cierta humanización como antro-
es diabólico y propiamente maligno; veremos que durante más de
veinte años Foucault no terminó de ver en Freud, y literalmente, a ve- pologización, Freud aparece regularmente entre las figuras
ces un genio malo y a veces un genio bueno. ejemplares de este antropologismo de la libertad. Página

138 139
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

tras página Foucault dice: "Desde Esquirol hasta Janet, do lo que sucede en la circulación de ese "círculo antro-
como desde Reil hasta Freud o desde Tuke hastaJackson" pológico" al que el psicoanálisis se ve arrastrado o en el
(pág. 616), o incluso "desde Esquirol hasta Freud" (pág. que se ve retenido, habría que consagrar mucho más
617), o aun "desde Esquirol y Broussais hastaJanet, Bleu- tiempo que el que le dedica Foucault a un pasaje de la En-
ler y Freud" (pág. 624). En la página siguiente, una lige- ciclopedia de Hegel. Se trata de la nota al párrafo 408. He-
ra e inquietante reserva viene a atemperar estos reagrupa- gel sitúa y deduce la locura como una contradicción del
mientos. A propósito de la parálisis general y la sífilis sujeto entre la determinación particular del sentimiento
nerviosa, el filisteísmo llega a todas partes, "hasta Freud, de sí y la red de mediaciones que se denomina la concien-
o casi" (pág. 626, subrayo una vez más la palabra "casi"). cia. Hegel realiza al pasar un elogio vibrante de Pinel (no
Los efectos de quiasmo se multiplican. Unas dos- comprendo por qué, al citarlo muy rápidamente, en la
cientas páginas antes, lo que había inscrito a Freud y pág. 578, Foucault reemplaza esta referencia elogiosa que
Nietzsche como dos cómplices de la misma época era la menciona a Pinel por puntos suspensivos). Lo que quizás
reapertura del diálogo con la sinrazón, la anulación del importe más es que Hegel interpreta entonces la locura
interdicto sobre el lenguaje, el retorno a una proximidad como la toma del poder en el hombre por un cierto Ge-
con la locura. Ahora bien, es esto mismo, o más bien el nio Maligno (der bóse Genius). Foucault cita elípticamen-
doble silencioso y el simulacro hipócrita de esto mismo, te, sin detenerse en el punto, una corta frase traducida
la máscara de ese lenguaje, la misma libertad, esta vez ob- ("genio malo"), sin vincular esas páginas extraordinarias
jetivada, lo que separa a Freud de Nietzsche, volviéndo- de Hegel a la gran dramaturgia del Genio Maligno que
los para siempre insociables, inasociables entre sí, dos nos ocupa.
caras de un muro tanto más infranqueable cuanto que Entiéndase bien: lejos de mí está la idea de acusar o
consiste en una pared de asilo invisible, interior, pero elo- criticar ahora a Foucault, de decir, por ejemplo, que se ha
cuente: la de la verdad misma como verdad del hombre y equivocado al confinar así a Freud en sí (en general) o al
su alienación. Bastante antes en el libro, Foucault pudo psicoanálisis en sí (en general) en ese rol y ese lugar. Con
decir que el psicoanálisis freudiano, con el que hay que respecto a Freud o el psicoanálisis en sí y en general, yo no
"ser justo", no es una psicología, puesto que toma en tengo, bajo esta forma y en ese lugar, casi nada que decir
cuenta el lenguaje. Ahora bien, es el lenguaje mismo el o pensar, salvo que Foucault cuenta con algunos buenos
que reconduce ahora al psicoanálisis al estatuto de esta argumentos, y que otros contarían también con algunos
psicoantropología de la alienación, en virtud de "ese len- argumentos tampoco malos para oponerle. Sea lo que
guaje en el que el hombre aparece en la locura como sien- fuere lo que parezca, también está lejos de mí la idea de
do otro que él mismo", "alteridad", "dialéctica siempre sugerir que Foucault se contradice cuando ubica firme-
recomenzada del Mismo y del Otro" que fo revela su ver- mente al propio Freud (en general) o al psicoanálisis en sí
dad "en el movimiento palabrero de la alienación" [pág. (en general) a veces de un lado y a veces del otro lado de
631]. la misma línea de partición, y siempre del lado del Genio
Tratándose de dialéctica y alienación, así como de to- Maligno, el cual se encuentra tanto del lado de la locura

140 141
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

como del lado de su exclusión-reapropiación, de su encie- ner razón? ¿Qué es tener o dar la razón? ¿Qué es estar
rro afuera o adentro, con muros asilares o sin ellos. La equivocado, no dar la razón o hacer daño [avoir, donner ou
contradicción está sin duda en las cosas mismas, si así faire tort]? Tal vez me perdonen que deje aquí estos enig-
puede decirse. Y estamos en una región donde la palabra mas en el estado en que están.
francesa tort [culpa, sinrazón, error, daño], el avoir-tort
[tener h culpa o no tener razón], o elfaire-tort [hacer da-
ño] podrían más que nunca referirse a estar del lado de 4. EL "GOLPE DE GENIO": UN INFATIGABLE "FORTIDA"
una cierta razón, del lado de lo que se llama raison garder,
del lado donde justamente se tiene razón y "tener razón" Me referiré a una cuestión modesta y más accesible.
es "tener razón en", con una violencia cuya sutileza, cu- La repartición de los enunciados, tal como parece orde-
yos recursos hiperdialécticos e hiperquiasmáticos no se narse ante nosotros, debería inducirnos a pensar dos co-
dejan formalizar totalmente, es decir, no se dejan ya do- sas aparentemente incompatibles: el libro titulado Histoi-
minar en un metalenguaje. Lo que significa que uno está re de la folie, así como la historia de la locura en sí, tienen
siempre tomado en los nudos tejidos, antes de nosotros y pero no tienen la edad del psicoanálisis freudiano. Por lo
más allá de nosotros, por esta lógica potente, demasiado tanto, el proyecto de este libro pertenece y no pertenece
potente. La historia de la razón albergada en todas esas a la edad del psicoanálisis; le pertenece aún y ya no le per-
expresiones turbulentas (no dar la razón o dar la razón, te- tenece. Esta partición sin partición nos pondría en la vía
ner razón, tener la culpa, tener razón en, hacer daño, de otra lógica de la partición, la que nos comprometería
etcétera), que en francés incluyen las palabras raison o a pensar las particiones internas de los conjuntos; parti-
tort, es también la historia de la locura que querría con- ciones tales que algo como la locura, la razón, la historia,
tarnos Foucault. Que incluso antes de intentarla haya la edad sobre todo, el conjunto denominado edad, pero
quedado apresado en las redes de esta lógica de la cual te- también el psicoanálisis, Freud, etcétera, serían identida-
matiza a veces lo que él mismo (pág. 624) denomina un des lo bastante dudosas, lo bastante divididas en su pro-
"sistema de contradicciones" y de "antinomias", cuya pio interior como para que todos nuestros enunciados y
"coherencia" permanece "oculta", es algo que no podría todas nuestras referencias quedaran de antemano amena-
reducirse a una falta o a un error suyo, lo que no quiere zadas de parasitismo, un poco como si se introdujera un
decir sin embargo que, aunque nunca se lo encuentre virus en la matriz del lenguaje, como hoy se introducen
radicalmente equivocado o en falta, nosotros vayamos a virus en los programas de la lógica de la computadora,
suscribir a priori todos sus enunciados. No se podría do- con una diferencia: estamos lejos, por motivos evidentes,
minar toda esta problemática, si acaso es posible, más que de disponer de los disquetes antivirus, detectores y repa-
después de haber respondido de manera satisfactoria a al- radores, que se compran en el mercado, aunque a éstos, y
gunos interrogantes, preguntas tan inocentes (o tan poco
por motivos evidentes, les cuesta seguir el ritmo de la
inocentes) como ¿qué es la razón?, por ejemplo, o, más
producción industrial de los virus, de la que por otra par-
estrechamente, ¿qué es el principio de razón? ¿Qué es te-

142 143
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

te son a veces responsables los propios productores de los tecles me lo permiten, con algunas indicaciones (a lo su-
disquetes interceptores. Situación enloquecedora para to- mo dos) sobre una de las vías que me habría gustado se-
do discurso, por cierto, pero un cierto enloquecimiento guir a partir de allí.
no es necesariamente lo peor que puede sucederle a
un discurso sobre la locura, puesto que no se precipita l. El péndulo, la muerte y nosotros. Por una parte, ha-
a encerrar o excluir su objeto, es decir a objetivarlo, en el bría tratado de identificar los signos de una constancia
sentido que Foucault da a menudo a esta palabra. imperturbable en ese movimiento de péndulo o de balan-
¿Se tiene derecho a no ir más allá en una lectura in- cín de equilibrista. La oscilación entraña regularmente una
terna del gran libro de Foucault? ¿Es posible una lectura asignación topológica al otro: como si el psicoanálisis tu-
interna? ¿Es legítimo privilegiar a tal punto su relación viera dos lugares, o tuviera lugar dos veces. Pero me parece
con algo como una "edad" de "el" psicoanálisis? Las re- que la ley de este desplazamiento opera sin que tal posi-
servas que pueden inspirar estas presunciones de identi- bilidad estructural del acontecimiento y del lugar sea ana-
dad (la unidad de la "edad", la indivisibilidad de "el" psi- lizada por sí misma, y sin que se extraigan sus consecuen-
coanálisis, etcétera), a las que he hecho más de una cias en cuanto a la identidad de todos los conceptos
alusión, bastarían para ponerlo en duda. puestos en obra en esta historia que no quiere ser una his-
En todo caso, sólo se podría justificar una respuesta a toria de las ideas y las representaciones.
esta cuestión continuando la lectura y el análisis, toman- Desde luego, esta constancia en la oscilación del pén-
do en cuenta en particular el corpus de Foucault, su ar- dulo se marca en primer lugar en los libros casi contem-
chivo, lo que este archivo dice con respecto al archivo. poráneos de Histoire de la folie. Maladie menta/e et psycholo-
Sin limitarnos a ello, pensamos en particular en los pro- gie (1962) se cruza y coincide en muchos puntos con
blemas planteados entre unos cinco y ocho años más tar- Histoire de la folie. En la historia de la enfermedad mental,
de: 1) por Les mots et les choses con respecto a esa cosa Freud aparece como quien "primero reabrió la posibili-
siempre enigmática para mí y que Foucault denominó dad de que la sinrazón se comunicara en el peligro de un
por un tiempo episteme (allí donde se dice [pág. 396]: lenguaje común, siempre pronto a romperse y desanudar-
"Pensamos en este lugar": un lugar que, en seguida vol- se en lo inaccesible" (pág. 82)'. En realidad, si bien con-
veré sobre el punto, comprende al psicoanálisis, que no lo serva un acuerdo profundo con el movimiento y la lógica
de Histoire de la folie, este libro de 1962 es en el fondo un
comprende, más precisamente, que lo comprende sin
poco más preciso y un poco más diferenciado en sus refe-
comprenderlo y sin acceder a él), y 2) por Archéologie du
rencias a Freud, aunque Más allá del principio del placer
savoir con respecto a "El a priori histórico y el archivo"
nunca sea mencionado. Foucault habla a la vez de "el gol-
(éste es el título de un capítulo central), y a la arqueolo-
pe de genio" de Freud (éstas son sus palabras) y de la lí-
gía en su relación con la historia de las ideas.
nea de partición que divide su obra. La genialidad de
No se trata de que aquí intente esas temibles lecturas.
Freud consiste en haber escapado al horizonte evolucio-
Por lo tanto, me daré por satisfecho concluyendo, si us-
nista:, el de Jackson, cuyo modelo se vuelve sin embargo a

144 145
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

encontrar en la descripción de las formas evolutivas de la una psicología de la evolución (como los Tres ensayos de
neurosis y en la historia de las fases libidinales, 11 siendo teoría sexual) y lo que se asemeja a una psicología de la his-
mitológica la libido (un mito que hay que destruir, a menu- toria individual (como los Cinq psychanalyses y los textos
do un mito biopsicológico abandonado, piensa entonces relacionados)".
Foucault, por los psicoanalistas), tan mitológica como la A pesar de este respeto por el "golpe de genio'', él ha-
"fuerza psíquica" deJanet a la cual Foucault la asocia más bla aquí de una "psicología analítica". Es así como la lla-
de una vez.12 ma. En cuanto sigue siendo una psicología, carece de pa-
En consecuencia, si la ubicación de Freud es doble, labras ante el lenguaje de la locura. Pues la "buena razón
se debe a que su obra está dividida: "Es siempre posible para que la psicología jamás pueda dominar la locura" es
-dice Foucault- realizar la partición de lo que viene a ser que ella "sólo ha sido posible en nuestro mundo una vez
dominada la locura, y excluida ya del drama" (pág. 104,
algunos renglones antes de la conclusión del libro).
11. En tanto sigue el modelo jacksoniano, y en esa medida, por lo
menos (pues el "golpe de genio" consiste también en sustraerse a ese
En otras palabras, la lógica que opera en tal conclu-
modelo), el psicoanálisis es crédulo, y habrá sido una presunción crédu- sión, y cuya consecuencia total habría que tener en cuen-
la (pues en esto está perimido): "él creyó poder. .. ", "Freud creyó ... ". ta continuamente, la ruinosa consecuencia, es que lo que
Después de haber citado a Facteurs de la folie, de Jackson, Foucault, en ha sido dominado no puede ya serlo, y que el exceso de
efecto, agrega (subrayo el verbo y el tiempo del verbo creer): "Toda la dominio (bajo la forma de la exclusión, pero también de
obra de J ackson había tendido a dar carta de ciudadanía al evolucionis-
la objetivación) priva de dominio (bajo la forma de acce-
mo en neuropatología y psicopatología. Desde las Croonian Lectures
(1874) ya no es posible omitir los aspectos regresivos de la enferme- so, de conocimiento, de competencia). El concepto de
dad; la evolución es en adelante una de las dimensiones por las cuales dominio es de manejo imposible, como sabemos: cuanto
se tiene acceso al hecho patológico. Todo un aspecto de la obra de más hay, menos hay, y a la recíproca. La conclusión de las
Freud es el comentario de las formas evolutivas de las neurosis. La his- líneas que acabo de citar excluye por lo tanto el "golpe de
toria de la libido, de su desarrollo, de sus fijaciones sucesivas, es como genio" de Freud y la psicología, sea ella analítica o no. El
el despertar de las virtualidades patológicas del individuo. Cada tipo
de neurosis es un retorno a un estadio de evolución libidinal. Y el psi-
hombre freudiano sigue siendo un hamo psychologicus. Freud
coanálisis creyó poder escribir una psicología del niño haciendo una pa- sigue sin ser mencionado, descartado tanto del linaje co-
tología del adulto [... ] el famoso complejo de Edipo, en el que Freud mo de la obra de los locos geniales. Es condenado al ol-
creyó leer el enigma del hombre y la clave de su destino, donde sin du- vido allí donde se lo puede acusar de silencio y olvido:
da hay que encontrar el análisis más comprensivo de los conflictos vi-
vidos por el niño en sus relaciones con los padres y el punto de fija- Y cuando ella [la locura] reaparece a través de relám-
ción de muchas neurosis. En síntesis, todo estadio libidinal es una
pagos y gritos como en Nerval o Artaud, en Nietzsche o
estructura patológica virtual. La neurosis es una arqueología espontá-
Roussel, es la psicología la que calla y queda sin palabras [el
nea de la libido" (Maladie menta/e et psychologie, PUF, 1962, págs. 23-
26).
subrayado es de Foucault] ante este lenguaje que toma el
12. Pág. 29 y sigs. Por ejemplo: "No se trata de invalidar los análi- sentido de los suyos en ese desgarramiento trágico [subrayo
sis de la regresión patológica, cuando sólo hay que liberarlos de los mi- la expresión: este discurso es un discurso trágico y román-
tos de los que no han sabido decantarlos ni Janet ni Freud" (pág. 31). tico sobre la esencia de la locura y el nacimiento de la tra-

146 147
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

gedia, un discurso literalmente tan próximo al de un cier- traño al espacio hospitalario, el Freud trágico que mere-
to Novalis como al de Holderlin], y en esa libertad para la ce hospitalidad en el gran linaje de los locos geniales es el
cual la sola existencia de los "psicólogos" sanciona para el Freud que se explica con la muerte. Por lo tanto, será so-
hombre contemporáneo un pesado olvido.13 bre todo el Freud de Más allá del principio del placer, aun-
que F oucault no menciona nunca esta obra, que yo sepa,
Y sin embargo ... siempre siguiendo el interminable, y sólo en Maladie menta/e et psychologie hace una alusión
infatigable fortlda que estamos rastreando, el mismo hom- muy ambigua a lo que llama un instinto de muerte, aquel
bre freudiano se encuentra reinscrito en el noble linaje al con el cual Freud quería explicar la guerra, de modo que
final de Naissance de la clinique (libro publicado en 1963, es "la guerra lo que se sueña en ese giro decisivo del pen-
pero visiblemente fruto del mismo impulso). ¿Por qué se- samiento freudiano" (pág. 99).
ñalar esta aparición de la reinscripción, más bien que otra? Sólo la muerte, con la guerra, introduce la potencia
Porque tal vez ésta nos entregue (lo cual, en todo caso, es de lo negativo en la psicología y en su optimismo evolu-
la hipótesis que me interesa) una regla para la lectura de cionista. A partir de esta experiencia de la muerte, es decir
ese fortlda; nos proporciona quizás un criterio para inter- de lo que en las últimas páginas de Naissance de la clinique
pretar esta exclusión/inclusión incansable. Se trata de se denomina "finitud originaria" (vocabulario y temática
otra partición, en el interior del psicoanálisis, en todo ca- que invaden entonces el texto de F oucault y que siempre
so de una partición aparentemente distinta de aquella de me ha resultado difícil disociar de Heidegger, mientras
la que he hablado hace un instante, entre el Freud psicó- que éste, ustedes lo saben, no es prácticamente evocado
logo de la evolución y el Freud psicólogo de la historia in- nunca, ni siquiera nombrado por Foucault),14 Freud es
dividual. Digo "aparentemente distinta", pues quizás una reintegrado a esa modernidad desde la cual se escribe
reconduzca a la otra. Histoire de la folie y de la que se encontraba desterrado a
La línea de esta segunda partición es simplemente, si
así puede decirse, la muerte. El Freud que rompe con la 14. Salvo quizás al pasar, en Les Mots et les Choses (pág. 345): "[ ... ]
psicología, con el evolucionismo, con el biologismo, en el la experiencia de Holderlin, Nietzsche y Heidegger, en la que el retor-
fondo el Freud trágico que se muestra hospitalario a la lo- no sólo se da en el extremo retroceso del origen".
cura (y asumo el riesgo de esta palabra) porque él es ex- Silencio de plomo que creo que duró hasta una entrevista conce-
dida poco tiempo antes de morir. Fieles al estilo de la interpretación
foucaultiana, nos interesará quizás el espaciamiento de estas omisio-
13. Pág. 104. Un esquema literalmente idéntico podía encontrar- nes, lo mismo que el blanco de este silencio -él reina también sobre el
se unas páginas antes: "Nunca la psicología podrá decir la verdad so- nombre de Lacan, a quien hasta cierto punto podemos asociar aquí
bre la locura, puesto que es la locura la que tiene la verdad de la psi- con Heidegger, y por lo tanto con algunos otros que no han cesado de
cología" (pág. 89). Esto sigue siendo una visión trágica, un discurso dialogar, en Francia y otras partes, con ambos-: cualquier cosa menos
trágico sobre lo trágico. Holderlin, Nerval, Roussel, Artaud siguen el signo nulo e inoperante de una ausencia. Por el contrario, da lugar,
siendo nombrados en sus obras como testigos de un "enfrentamiento recorta el lugar y la edad. Los puntos suspensivos de una escritura sus-
trágico" liberado de toda psicología. No hay ninguna reconciliación pendida sitúan con una precisión temible. Ninguna atención prestada
posible entre la psicología, así sea analítica, y la tragedia. a la edad o al problema de la edad debería distraerse de este hecho.

148 149
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

intervalos regulares. En este tomar en cuenta a la muerte Pero hay una segunda consecuencia ambigua de esta
como "a priori concreto de la experiencia médica" tiene relación con la muerte como finitud originaria. En efec-
lugar "la primera penetración hacia esa relación funda- to, por otra parte, una figura que se fija entonces, y en la
mental que anuda al hombre moderno con su originaria que creemos reconocer los rasgos del "hombre freudia-
finitud" (págs. 198-199). Este hombre moderno es tam- no", ocupa un lugar bastante singular con respecto a lo
bién un "hombre freudiano":"[ .. .] la experiencia de la in- que Foucault llama la analítica de la finitud y la episteme
dividualidad en la cultura moderna está ligada a la de la moderna al final de Les Mots et les Choses (1966). Con res-
muerte: desde el Empédocles de Holderlin hasta Zaratus- pecto a un cierto triedro epistemológico (vida, trabajo y
tra y después el hombre freudiano, una relación obstinada lenguaje, o biología, economía y filología) las ciencias hu-
con la muerte prescribe a lo universal su rostro singular y manas se ven a la vez incluidas y excluidas (pág. 358; éstas
presta a la palabra de cada uno el poder de ser indefinida- son palabras de Foucault).
mente oída" (pág. 199; las bastardillas son mías). La fini- En cuanto a esta exclusión inclusiva, la obra de
tud originaria es una finitud que ya no se erige sobre la Freud, a la cual Foucault asigna resueltamente un mode-
infinidad de la presencia divina; se despliega en adelante lo más filosófico que biológico, ocupa aún el lugar de bi-
"en el vacío dejado por la ausencia de los dioses". Se tra- sagra; Foucault, en efecto, habla del lugar y el dispositivo
ta entonces, en nombre de la muerte, si así puede decir- del "pivote": "[ ... ] todo este saber, en cuyo interior la cul-
se, de una reinscripción del hombre freudiano en un con- tura occidental se había dado en un siglo una cierta ima-
junto "moderno" del que estaba a veces excluido. gen del hombre, pivotea en torno a la obra de Freud, sin
Se pueden entonces extraer dos consecuencias nuevas salir sin embargo de su disposición fundamental" (ibíd.,
pero igualmente ambiguas. Por una parte, el conjunto del pág. 372; el subrayado es mío).
que se trata va a ser reestructurado. Ya no habrá que sor- "Sin salir sin embargo de su disposición fundamen-
prenderse de ver aparecer también en él, como en la últi- tal": he aquí que todo gira en torno al acontecimiento o
ma página de Naissance de la clinique, a Jackson, y de en- la invención del psicoanálisis. Pero gira en círculo y en el
trada a Bichat, cuyo Traité des membranes (1827), o las mismo lugar, volviendo sin cesar a lo mismo. Es una re-
Recherches physiologiques, habrían llevado a ver y pensar la volución que no cambia nada. De modo que, precisa en
muerte. Este vitalismo se habría elevado sobre un fondo este punto Foucault, no está allí "la importancia más de-
de "mortalismo" (pág. 147). Característica de todo el si- cisiva del psicoanálisis".
glo XIX europeo, de lo cual también darían testimonio, ¿En qué consiste entonces esta "importancia más de-
entre otros, Goya, Géricault, Delacroix y Baudelaire: "La cisiva del psicoanálisis"? Consiste en que desborda, al
importancia de Bichat, de Jackson, de Freud, en la cultu- mismo tiempo que la conciencia, la representación, y si-
ra europea, no prueba que ellos sean tan filósofos como multáneamente las ciencias humanas que no van más allá
médicos, sino que, en esta cultura, el pensamiento médi- del espacio de lo representable. Por lo cual el psicoanáli-
co está comprometido con toda legitimidad en el estatu- sis, como por otra parte la etnología, no pertenece al
to filosófico del hombre" (pág. 200). campo de las ciencias humanas. El psicoanálisis "restitu-

ISO 151
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

ye el saber del hombre a la finitud que lo funda" (pág. que Blanchot había dado varios años antes a un texto so-
392). Estamos lejos de su determinación anterior como bre Holderlin, al cual sin duda Foucault hace eco sin de-
psicología analítica. Y el mismo desbordamiento lleva el cirlo] -que los psiquiatras llaman esquizofrenia- su tor-
mento íntimo, más invencible: pues en esta locura se dan,
psicoanálisis hacia esas formas mismas de la finitud que
con una forma absolutamente manifiesta y absolutamente
son la Muerte, el Deseo y la Ley o la Ley-Lenguaje (pág.
retirada [esta identidad absoluta de lo manifiesto y de lo
386). Habría que consagrar a estas pocas páginas una lec-
retirado, de lo abierto y lo secreto, es sin duda la clave de
tura más minuciosa y más inquisitiva. Para atenernos al este doble gesto de interpretación y evaluación] las formas
esquema más seguro, digamos que desde este punto de de la finitud hacia las que por lo común [el psicoanálisis]
vista, y por lo menos en esta medida, en cuanto analítica avanza indefinidamente (y en lo interminable), a partir de
de la finitud, se acuerda ahora al psicoanálisis esa intimi- lo que le es voluntaria-involuntariamente ofrecido en el
dad con la locura que le era concedida a veces, pero con lenguaje del paciente. De manera que el psicoanálisis "se
la mayor frecuencia se le negaba enérgicamente en Histoi- reconoce allí" cuando está ubicado ante estas mismas psi-
re de la folie. Y esta intimidad es una convivencia con la lo- cosis a las cuales (o más bien, por esta misma razón) no tie-
cura del día, la locura del día de hoy, "la locura en su for- ne acceso: como si la psicosis se mostrara bajo una ilumi-
ma presente, la locura tal como se da a la experiencia nación cruel y diera, en un modo no demasiado lejano,
moderna, como su verdad y su alteridad" (pág. 387). sino justamente demasiado próximo, aquello hacia lo cual
No simplifiquemos nunca. Lo que Foucault acuerda el psicoanálisis debe lentamente caminar [pág. 387].
generosamente a la experiencia psicoanalítica no es ahora
nada distinto de lo que le es negado o, más precisamente, Por ambiguo que siga siendo, este desplazamiento lle-
no es nada distinto de que se le otorgue lo mismo que se va a Foucault a defender con firmeza lo contrario de cier-
le niega. En efecto, el único privilegio reconocido aquí al tas tesis de Histoire de la folie y Maladie menta/e et psy-
psicoanálisis es el de una experiencia que accede a lo que chologie con respecto a la pareja enfermo-médico, a la
ella no accede nunca. Si Foucault sólo menciona en este transferencia o a la alienación. Esta vez, no solamente el
lugar como locura a la esquizofrenia y la psicosis, lo hace psicoanálisis no tiene nada que ver con una psicología, si-
porque lo más frecuente es que el psicoanálisis no se acer- no que tampoco constituye una teoría general del hom-
que a ellas más que para confesar su límite: acceso inter- bre (pues es ante todo un saber ligado a una práctica) ni
dicto o imposible. Este límite define el psicoanálisis. Su una antropología (págs. 388-390). Mejor: en el movimien-
intimidad con la locura por excelencia es la intimidad con to en que afirma claramente este punto, Foucault cuestio-
lo menos íntimo, una no-intimidad que lo lleva a lo más na su anterior e inequívoca acusación al psicoanálisis, a
heterogéneo, a lo que en ningún caso se deja interiori- saber: que es mitología y que es taumaturgia. Quiere aho-
zar, ni siquiera subjetivar: ni alienado -diría yo-, ni ina- ra explicar por qué los psicólogos y los filósofos se han
lienable. precipitado a denunciar ingenuamente una mitología
freudiana allí donde lo que excede la representación y la
Por esto el psicoanálisis encuentra en esta locura por conciencia debía asemejarse, pero solamente asemejarse, a
excelencia ["la locura por excelencia" es también el título lo mitológico (pág. 386). En cuanto a la taumaturgia de la

152 153
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

transferencia, a la lógica de la alienación y a la violencia, nuestra contemporaneidad. Es cierto que la finitud origi-
sutil o sublimada, de la situación analítica, éstos no son ya naria, si bien nos recuerda evidentemente a Kant, no po-
rasgos esenciales del psicoanálisis, no son ya "constituti- dría ser sólo kantiana, es decir que, por lo menos, y para
vos", dice ahora Foucault. No se trata de que no haya resumir en un nombre, en una palabra, una aventura
ninguna violencia en el psicoanálisis así rehabilitado pero enorme, es impensable sin la activa interpretación de la
(apenas me atrevo a decirlo) es una violencia buena, en repetición heideggeriana y de todo lo que ésta ha irradia-
todo caso lo que Foucault llama una violencia "calma" y do, en particular, puesto que éste es nuestro terna hoy, en
que, en la experiencia singular de la singularidad, da ac- el discurso de la filosofía y del psicoanálisis franceses, y
ceso a las figuras concretas de la finitud: singularmente el lacaniano; cuando digo lacaniano, desig-
no también todos los debates con Lacan durante algunos
[... ] ni la hipnosis ni la alienación del enfermo en el per- decenios. Esto podría haber merecido por parte de Fou-
sonaje fantasmático del médico son constitutivas del psi- cault alguna mención en ese lugar, sobre todo cuando ha-
coanálisis [... ] éste sólo puede desplegarse en la violencia bla de la finitud originaria. Pues la finitud kantiana, jus-
calma de una relación singular y de la transferencia que
tamente, no es "originaria", corno sí lo es, por el contrario,
suscita [pág. 388] [... ]el psicoanálisis se sirve de la relación
aquella a la cual reconduce la interpretación heideggeria-
singular de la transferencia para descubrir, en los confines
exteriores de la representación, el Deseo, la Ley, la Muer- na. La finitud en el sentido de Kant es más bien derivada,
te, que dibujan en el extremo del lenguaje y de la práctica corno la intuición del mismo nombre. Pero dejemos esto
analítica las figuras concretas de la finitud [pág. 389]. que, corno hemos dicho, nos llevaría demasiado lejos.
El "nosotros" que dice "nosotros pensarnos en este
Aparentemente, las cosas han cambiado mucho entre lugar" es evidentemente, tautológicamente, aquel desde
Histoire de la folie y Les mots et les choses. el cual habla, escribe y piensa el autor de esas líneas, el
¿De dónde proviene la temática de la finitud quepa- autor de Histoire de la folie o Les mots et les choses. Pero es-
rece gobernar este nuevo desplazamiento del péndulo? te "nosotros" no cesa de dividirse, y sus lugares de signa-
¿A qué acoqtecirniento filosófico cabe asignar esta analí- tura se desplazan con cada división. Una cierta intern-
tica de la finitud en la que se inscribe el triedro de los sa- pestividad inquieta siempre al contemporáneo que se
beres o de los modelos de la episteme moderna, con sus tranquiliza con un "nosotros". Ese "nosotros" no es su
no-ciencias que son, según Foucault, las ciencias huma- propio contemporáneo, nuestro "nosotros". La identidad
nas (pág. 378), o con sus "contraciencias", que serían a sí misma de su edad, corno de toda edad, parece tan
también el psicoanálisis y la etnología? fragmentada, y por lo tanto tan problemática, problemati-
En tanto que proyecto, la analítica de la finitud per- zable (subrayo esta palabra por una razón que quizá sea
tenecería a la tradición de la crítica kantiana. Foucault in- clara dentro de un instante) corno la edad de la locura o
siste en esta filiación kantiana, al precisar (lo diré una vez una edad del psicoanálisis; tan fragmentada, por otra par-
más) que "Nosotros pensarnos en este lugar". He aquí te, corno todas las categorías históricas o arqueológicas
una vez más, y por un tiempo, según él, nuestra edad, que nos prometen la estabilidad determinable de un con-

154 155
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

junto configurable. Además, a partir del momento en que corre entonces el riesgo de borrarse sobre la arena sería
una pareja se separa, a partir del momento en que, por quizá también el que separa un fin de sí mismo, es decir,
ejemplo, para identificar allí un síntoma o una simple in- también un límite, multiplicándolo de tal modo sin fin: la
dicación, la pareja Freud/Nietzsche se forma y deforma, relación consigo mismo de un límite borra y multiplica a
esta separación fisura la identidad de la época, de la edad, la vez el límite, no puede sino dividirlo al inventarlo. Só-
de la episteme o del paradigma del cual uno u otro, uno y lo llega a borrarse desde que se inscribe.
otro, podrían ser representantes significantes. Esto es aún
más cierto cuando ese desacoplamiento de la pareja fisu- 2. El maligno "genio bueno" de Freud. Termino con es-
ra la identidad a sí mismo de Fulano o Mengano, de tal o to, debería terminar aquí. Aunque no hubiera abusado
cual individualidad supuesta; por ejemplo, Freud. ¿Qué considerablemente de la paciencia de ustedes, de todos
es lo que permite presumir la no-diferencia de Freud, de modos concluiría con una segunda indicación en post
sí mismo? ¿Y la del psicoanálisis? Sin duda, estos desaco- scriptum (y aún más esquemáticamente) para llamar de
plamientos y estas diferencias de sí mismo introducen de- nuevo la atención en dirección al psicoanálisis y someter
sorden en la unidad de las configuraciones, los conjuntos, estas hipótesis a la prueba de Histoire de la sexualité (1976-
las épocas, las edades históricas. Y este desarreglo hace 1984).
muy incómodo el trabajo de los historiadores, incluso y Si se quiere continuar con esta figura del balancín de
sobre todo el de los más originales y refinados entre ellos. equilibrista en una escena adecuada al psicoanálisis, el
Esta diferencia de sí mismo, y no siempre consigo mismo, le fortlda vuelve a lanzar el movimiento al mismo ritmo, pe-
hace la vida difícil si no imposible a la ciencia histórica. ro en su mayor amplitud, con una envergadura que nun-
Pero, a la inversa, ¿habría historia, sucedería algo alguna ca había alcanzacfo. El psicoanálisis se ve allí reducido
vez sin este principio de desarreglo? ¿Habría aconteci- más que nunca a un momento muy circunscrito y depen-
miento sin este desarreglo del principado? diente en una historia de las "estrategias de saber y de po-
En el punto en que estamos, la edad de la finitud se der" Qurídico, familiar, psiquiátrico). Está tomado y afec-
desidentific:J. al menos por una razón de la cual sólo pue- tado en estas estrategias, pero no las piensa. Los elogios a
do aquí abstraer el esquema: el pensamiento de la finitud, Freud caen como cuchillazos: por ejemplo, él habría "vuel-
como pensamiento del hombre finito, habla a la vez de la to a lanzar con una eficacia admirable, digna de los más
tradición, de la memoria de la crítica kantiana o de los sa- grandes espirituales y directores de la edad clásica, el
beres que enraízan en ella, y del fin de este hombre fini- mandato secular de conocer el sexo y ponerlo en discur-
to, de su próximo fin, como dice la frase más célebre de so" (pág. 21 O). En otras palabras, esta vez, al reinscribir la
Foucault en su última apuesta, al borde de una promesa invención del psicoanálisis en la historia de una dinámica
todavía sin forma, en las primeras líneas de Les mots et les disciplinaria, no sólo se incriminan (como en Histoire de la
choses: "[ ... ] -entonces se puede apostar a que el hombre folie) las astucias de la objetivación y la alienación psiquiá-
se borraría, como en el límite del mar un rostro de are- trica; ya no se imputan sólo las estratagemas que habían
na". El trazo (el trazo del rostro, la línea o el límite) que permitido encerrar sin encerrar al enfermo en el asilo invi-

156 157
Jacques Demda
"Ser justo con Freud"
sible de la situación analítica. Esta vez se trata de volar mu-
versión súbita, la parte que se le debía y que se le había
cho más alto, y más radicalmente que la "hipótesis represi-
cuestionado durante tanto tiempo; ellos no vieron que el
va", hacia las astucias severas de la monarquía del sexo y genio bueno de Freud lo había ubicado en uno de los pun-
hacia el efecto de poder que la sostiene. El poder inviste tos decisivos marcados desde el siglo XVIII por las estra-
y se hace cargo de la sexualidad, y no cabe oponer poder y tegias del saber y el poder, y que él volvía a lanzar así, con
placer, como se cree a menudo tan ingenuamente. una eficacia admirable [.. .] el mandato secular de conocer
Y puesto que seguimos desde hace tanto tiempo las el sexo y ponerlo en discurso.IS
vicisitudes obsesionantes del Genio Maligno, los retornos
irresistibles, demoníacos y metamórficos de este cuasi dios, 15. Pág. 210; el subrayado es rrúo. Conviene quizá recordar aquí
de este segundo Dios, de este Satán metempsicótico, te- las líneas que siguen inmediatamente a las últimas del primer tomo de
nemos de nuevo al propio Freud, a quien Foucault sólo le Histoire de la sexualité (La Volonté de savoir). Ellas describen sin equívo-
consiente la elección entre dos personajes: el genio malo co esta especie de teleología cristiana, más precisamente de cristianis-
y el genio bueno. Otro quiasmo: en la retórica de algunas mo moderno (por oposición a un "cristianismo antiguo") del que el
psicoanálisis marcaría el completamiento: "[ ... ]el mandato secular de
líneas que voy a leer en seguida, no nos sorprenderá que
conocer el sexo y ponerlo en discurso. A menudo se evocan los innu-
el acusado, el más severamente sometido a incriminación merables procedimientos mediante los cuales el cristianismo antiguo
(pues ninguna denegación nos hará olvidar que se trata nos habría hecho detestar el cuerpo, pero pensemos un poco en todas
aquí de un proceso y un veredicto), sea el "genio bueno las astucias mediante las cuales, desde hace varios siglos, se nos ha he-
de Freud", y no su "genio malo". ¿Por qué? En las últi- cho amar el sexo, por las cuales se nos ha hecho deseable conocerlo,
y precioso todo lo que se dice de él, por las cuales también se nos ha
mas páginas de La Volonté de savoir surge naturalmente la
incitado a desplegar todas nuestras habilidades para sorprenderlo, li-
acusación de pansexualismo que a menudo se ha dirigido gadas al deber de extraer su verdad, por las cuales se nos ha culpabi-
contra el psicoanálisis. Los más ciegos en este sentido, di- lizado en razón de haberlo desconocido durante tanto tiempo. Son
ce Foucault, no son los que han denunciado el pansexua- [esas astucias] las que hoy en día tendrían que sorprender. Y tenemos
lismo por pudibundez. Su único error consiste en haber que pensar que quizás un día, en otra economía del cuerpo y los pla-
atribuido exclusivamente al "genio malo de Freud lo que se ceres, ya no se comprenderá bien de qué modo las astucias de la sexua-
lidad, y del poder que sostiene su dispositivo, llegaron a someternos a
venía preparando desde mucho antes" (las bastardillas son esta austera monarquía del sexo, al punto de consagrarnos a la tarea in-
mías,]. D.). El error opuesto, el señuelo simétrico, co- finita de forzar su secreto y arrancar a esta sombra las confesiones más
rresponde a una mistificación más grave. Es la ilusión que verdaderas.
se podría denominar emancipatoria, la aberración de las "Ironía de este dispositivo: nos hace creer que en él se juega nues-
Luces, el extravío de quienes creyeron que Freud, el "ge- tra 'liberación'" (págs. 210-211).
Algunos podrían sentirse tentados a comparar esta conclusión con
nio bueno" de Freud, había por fin liberado al sexo de su la de Les mots et les choses, con todo lo que allí se dice del fin y su ma-
represión por el poder. Éstos ñana, del "próximo fin" del hombre hasta ese "día" en el que, dirá La
Volonté de savoir, "en otra economía de los cuerpos y los placeres [.. .]
se han equivocado sobre la naturaleza del proceso; han ya no se comprenderá bien cómo .. .", etcétera. Por lo menos la retóri-
creído que Freud restituía por fin al sexo, mediante una in- ca y la tonalidad de este llamado, el tono apocalíptico y escatológico
de esta promesa (aunque de "el acontecimiento que a lo sumo pode-

158
159
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

El "genio bueno" de Freud sería peor que el malo. co generoso, sería sobre todo ingenuo e imprudente abu-
Habría consistido en ubicarse bien, en discernir el mejor sar de estas confesiones, tomarlas al pie de la letra y olvi-
lugar de una vieja estrategia de saber y poder. dar lo que el propio F oucault nos dice de la escena de la
confesión.
De modo que la cuestión que me habría gustado for-
5. PROBLEMAS mular no apuntaba a proteger al psicoanálisis contra una
nueva agresión, ni tampoco a dudar, por poco que fuera,
Con algunos interrogantes que deja planteados, y del interés, la necesidad, la legitimidad del hermoso pro-
pronto me referiré a uno de ellos que me inspira, este yecto foucaultiano de esta gran historia de la sexualidad.
proyecto parece de todas maneras apasionante, necesario, Mi interrogante sólo podía atender (ésta sería, en suma,
valiente. Y yo no querría que tal o cual determinada re- una especie de modesta contribución) a complicar un po-
serva mía se pudiera clasificar demasiado pronto entre las co una axiomática y a partir de allí, quizás, algunos de los
reacciones de quienes se han precipitado a defender el pri- procedimientos discursivos o conceptuales, sobre todo en
vilegio amenazado de una pura invención del psicoanáli- cuanto a la manera de inscribirse en su edad, en el campo
sis, de una invención pura, de un psicoanálisis que aún se histórico que sirve de punto de partida, y en su referencia
imagina que apareció inocentemente rapado, con casco, al psicoanálisis. En una palabra, sin que esto comprome-
en síntesis, armado fuera de la historia, después del corte ta en nada la necesidad de reinscribir casi "todo" el psi-
epistemológico del cordón, como se decía entonces, in- coanálisis (si se pudiera decir seriamente algo así, lo que
cluso saliendo del ombligo del sueño. El propio F oucault, yo no creo: el psicoanálisis, todo el psicoanálisis, toda la
en el curso de una entrevista, pareció prestarse a algún com- verdad de todo el psicoanálisis) en una historia que lo pre-
promiso en este terreno, reconociendo con gracia y buen cede y lo desborda, se trataría de interesarse por ciertos
humor las impasses (es la palabra que empleó) de su concep- gestos, ciertas obras, ciertos momentos de ciertas obras
to de episteme, y las dificultades a las que lo arrastraba ese del psicoanálisis, freudiano y posfreudiano (pues, sobre
nuevo proyecto.16 Pero sólo encuentran dificultades quie- todo en Francia, no se puede tratar seriamente este tema
nes trabajan, quienes asumen riesgos trabajando. Sólo se limitándose al discurso y al dispositivo estrictamente
piensa y se asume la responsabilidad, si se lo hace alguna freudianos), por ciertos rasgos de un psicoanálisis no glo-
vez, en la prueba de la aporía; sin ella, uno se contenta balizable, un psicoanálisis dividido y múltiple (como los
con seguir una pendiente o aplicar programas. Y sería po- poderes cuya dispersión esencial F oucault nos recuerda
continuamente), y a continuación reconocer lo que estos
movimientos necesariamente parcelarios o separados di-
mos presentir la posibilidad'', "no conocemos por el momento la for- cen y hacen, cuando dan recursos para decir y hacer lo que
ma ni la promesa", Les mots et les choses, pág. 398), es difícil de oír sin quiere decir y quiere hacer (saber y hacer saber) la Histoi-
que en ellas resuenen aún el cristianismo y el humanismo cristiano cu-
yo fin se nos anuncia. re de la sexualité (La Volonté de savoir) con respecto al psi-
16. Cf. Ornicar, 10. coanálisis. En otras palabras, si aún quisiéramos hablar de

160 161
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

edad (lo que yo no haría nunca sino en forma de cita, en trata también de la historia de una palabra, de sus usos a
este punto, sobre esta línea, sobre tal rasgo que está del partir del siglo XIX, de una transformación del vocabula-
lado desde el cual se escribe la historia de la sexualidad, rio en relación con un gran número de otros fenómenos,
más bien que del lado de lo que esa historia describe u ob- desde los mecanismos biológicos hasta las normas tradi-
jetiva), el proyecto de Foucault pertenece demasiado a "la cionales o nuevas y las instituciones que las sostienen,
edad del psicoanálisis" en su posibilidad, como para que sean ellas religiosas, judiciales, pedagógicas, médicas (por
al pretender esquematizar el psicoanálisis haga otra cosa ejemplo, psicoanalíticas).
que dejarlo aún hablar oblicuamente de sí mismo, y mar- Esta historia de los usos de una palabra no es nomi-
car uno de sus pliegues en una escena que yo no llamaría nalista ni esencialista. Concierne a los dispositivos, y más
sui-referencial o especular, sino que renuncio a describir precisamente a las zonas de "problematización". Es una
aquí en su complicación estructural (he intentado hacer- "historia de la verdad" como historia de las problematiza-
lo en otro lado). No solamente a causa de lo que sustrae ciones, e incluso como "arqueología de las problematiza-
esta historia al régimen de representación (lo que inscri- ciones", "a través de las cuales el ser se da como pudien-
be ya la posibilidad en la edad de Freud y de Heidegger do y debiendo ser pensado ... " (págs. 17-19). En primer
y desde allí, para servirnos por comodidad de indicios lugar, no se trata de analizar comportamientos, ideas o
simples), sino también por una razón de sumo interés en ideologías, sino las problematizaciones, en las cuales un
este punto: lo que Foucault enuncia o denuncia de la re- pensamiento del ser cruza las "prácticas" y las "prácticas
lación entre placer y poder, en lo que él llama la "doble de sí", la "genealogía de las prácticas de sí" a través de las
impulsión: placer y poder", encontraría ya en Freud, sin cuales se forman esas problematizaciones. Con su vigilan-
hablar de quienes lo han seguido, discutido, transforma- cia reflexiva y la preocupación de pensarse en su especifi-
do, desplazado, el recurso mismo de lo que se le objeta al cidad rigurosa, este análisis _gobierna la problematización de
"genio bueno", a ese tan malo "genio bueno" del padre su propia problematización. Esta debe interrogarse también
del psicoanálisis. Lo sitúo en una palabra, para concluir. a sí misma: con la misma preocupación arqueológica y ge-
nealógica que prescribe metodológicamente.
Foucault nos lo ha advertido claramente: esta histo- Ante una problematización histórica de tal amplitud
ria de la sexualidad no debía ser una historia de historia- y tal riqueza temática no podríamos contentarnos con un
dores. Una "genealogía del hombre de deseo" no debía sobrevuelo, ni con plantear en diez minutos una cuestión
ser una historia de las representaciones, ni una historia de de gran altura, para lograr algún dominio sinóptico. Lo
los comportamientos o las prácticas sexuales. Esto lleva a que podemos o tenemos que intentar en tal situación es
pensar que la sexualidad no puede convertirse en objeto rendir homenaje a una obra tan grande y tan inquieta por
de historia sin afectar gravemente la práctica del historia- una cuestión que ella plantea, que lleva en sí, reservándo-
dor y el concepto de historia. Por ello Foucault le pone la en su potencial ilimitado: una de las cuestiones que se
comillas a la palabra "sexualidad": "las comillas tienen su descifra en esa obra, una cuestión que la mantiene en vi-
importancia", añade (t. 2, L'Usage des plaisirs, pág. 9). Se lo. Es decir, en vida.

162 163
Jacques Derrida "Ser justo con Freud"

Para mí, una de esas cuestiones sería, por ejemplo, la daderamente) sobre cuyo fondo toda la economía del pla-
que intenté exponer hace algunos años en un coloquio de cer debe ser repensada, complicada, acorralada en sus as-
homenaje a Foucault realizado en la Universidad de Nue- tucias y desvíos más irreconocibles. Según uno de esos hi-
va York.17 Ella pasaba por una problematización del con- los conductores, el que despliega justamente el carretel
cepto de poder y del motivo que F oucault llama de la espi- del fortlda que no deja de ocuparnos, ese texto problema-
ral en la dualidad poder/placer. Dejando de lado la cuestión tiza también, en su mayor radicalidad, la instancia del po-
enorme del concepto de poder y de lo que le conserva su der y el dominio. En un pasaje discreto y difícil mencio-
unidad presunta bajo la dispersión esencial justamente re- na incluso una pulsión de poder o una pulsión de dominio
cordada por Foucault, yo sólo retendría una hebra: la que original (Bemiichtigungstrieb). Es difícil saber si esta pul-
conduciría a lo que en un cierto Freud y en el centro de sión de poder depende todavía del principo de placer, in-
una cierta herencia francesa de Freud, no solamente no se cluso de la sexualidad como tal, de la austera monarquía
dejaría objetivar por la problematización foucaultiana, si- del sexo que Foucault denuncia en la última página de su
no que contribuiría a ella de la manera más determinan- libro.
te, más eficaz, por lo cual merece inscribirse en el borde ¿Cómo habría Foucault situado esta pulsión de do-
tematizante, más bien que en el borde tematizado, de es- minio en su discurso sobre el poder o sobre los poderes
ta historia de la sexualidad. Me preguntaría qué habría di- irreductiblemente plurales? ¿Cómo habría leído, si lo ha-
cho Foucault, en esta perspectiva, y si hubiera tenido en bía leído, este texto tan enigmático de Freud? ¿Cómo ha-
cuenta, no a "Freud" o "el" psicoanálisis en general (que bría interpretado las referencias a lo demoníaco y que
no existe más que el poder como un único gran corpus Freud se convierta entonces, según sus propias palabras,
central y homogéneo), sino, por ejemplo, pues no es más en "abogado del diablo" y se interese por la hipótesis de
que un ejemplo, a una aventura como Más allá del princi- una aparición tardía o derivada del sexo, por una cierta
pio del placer, algo entre sus parajes o entre sus hilos, así historia del placer sexual, se dirá que casi por su época? En
como lo que se ha heredado, repetido o discutido de él el conjunto de la problematización cuya historia describe,
desde entonces. Al seguir uno de estos hilos, entre los ¿cómo habría Foucault inscrito este pasaje de Más allá... ,
más discretos, al seguir la estrategia abismal, inubicable, este concepto y estas cuestiones, con todos los debates a
indominable, la estrategia finalmente sin estrategia de es- los cuales el libro de Freud dio lugar directa e indirecta-
te texto, uno entrevé que no sólo abre el horizonte de un mente, en una especie de capitalización sobredetermi-
más allá del principo de placer (hipótesis de un más allá nante, sobre todo en la Francia de nuestra edad, empe-
por la cual Foucault nunca parece haberse interesado ver- zando por todo lo que en Lacan se origina en la compulsión
a la repetición (Wiederholungszwang)? ¿Habría inscrito es-
17. El desarrollo que sigue coincide (abreviándola) con la confe- ta matriz problemática en el interior del conjunto cuya his-
rencia inédita que pronuncié en dicho homenaje, organizado por toria describe? ¿O lo habría hecho del otro lado, del lado
Thomas Bishop en la Universidad de Nueva York, en abril de 1986; el de lo que permite, por el contrario, delimitar el conjun-
título de la conferencia era "Más allá del principio de poder". to, precisamente problematizarlo? Por lo tanto, ¿lo ha-

164 165
"Ser justo con Freud"
Jacques Derrida
por él, en adelante, en el silencio absoluto con que no
bría hecho de un lado que no pertenece ya al conjunto ni,
obstante quedamos vueltos hacia él, me arriesgo a apos-
como siento la tentación de pensarlo, a ningún conjunto,
tar que, en una frase que yo no diría en su lugar, él habría
así como la idea misma de una reunión de la problemati-
asociado pero también disociado, habría vuelto a poner
zación o del dispositivo, sin hablar ya de la edad, de la
espalda contra espalda al dominio y la muerte, es decir, a
episteme, del paradigma o de la época, sigue suponiendo
otros tantos nombres problemáticos, tan problemáticos la muerte como el amo.
como la idea misma de problematización?
He aquí uno de los interrogantes que me habría gus-
tado plantearle. Pero, como único recurso que nos queda
en la soledad de la indagación, trato de imaginar el prin-
cipio de la réplica. Podría ser el siguiente: en lo que hay
que dejar de creer es en la principialidad o la principie-
dad, en la problemática del principio, en la unidad de
principio del placer y el poder, o incluso de tal o cual pul-
sión supuesta más originaria que la otra. El motivo de la
espiral sería el de una dualidad pulsional (poder/placer)
sin principio.
Lo que Freud buscaba entonces, con los nombres de
"pulsión de muerte" o "compulsión de repetición", ¿no es
lo que, viviendo "antes" que el principio (de placer o de
realidad), seguirá siendo siempre heterogéneo al princi-
pio de principio?
Es el espíritu de esta espiral lo que mantiene en vilo.
O, si lo prefieren, en vida.
De modo que se volvería a plantear el interrogante:
la dualidad de la que se trata, esta dualidad espiralada, ¿no
es lo que Freud intentó oponer a todos los monismos, al
hablar de una dualidad pulsional y de una pulsión de
muerte, de una pulsión de muerte que no era sin duda ex-
traña a la pulsión de dominio y, en lo más vivo de la vida,
a su supervivencia misma?
Intento imaginar aún la respuesta de Foucault. No lo
logro. Necesitaría que él mismo se encargara de darla.
Pero en este lugar en el que nadie puede responder

167
166
.....
ai:
m
:,;
......... Tres ensayos sobre el psicoanálisis, es cierto, pero en primer lugar,
o tres ensayos sobre la lógica de un acoplamiento singular: en efecto,
~

2
\..1
tal vez en nuestros días -ésta es por lo menos mi hipótesis- hay
dos resistencias que se concilian, se respaldan, se alternan o se
jf
alían.
Se trata por un lado del retorno, una vez más, de una resistencia
~


o
a/ psicoanálisis . Resistencia creciente y a menudo nueva en sus
formas sociales o institucionales. Hay mil signos al respecto. Todo
jf
ocurre como si, una vez asimilado o domesticado, fuera posible
olvidar al psicoanálisis. Se convertiría en una especie de medicamento
perimido en el fondo de una farmacia: siempre puede servir en
caso de urgencia o de falta, ipero ya se han encontrado cosas
mejores! Sin duda, se podría estudiar el retorno de esta "resistencia
al psicoanálisis" inspirándose en el discurso de Freud sobre la
"resistencia al análisis" . Ésa no es la vía privilegiada por estos tres
ensayos.
Pues, por otro lado, otra resistencia se instaló quizás desde el
origen, como un proceso autoinmune, en el corazón del psicoanálisis,
y ya en el concepto freudiano de "resistencia al análisis": una
resistencia del psicoanálisis, tal como lo conocemos, una resistencia
a sí mismo; ella constituye quizás una "mano de cartas" que
recibimos de nuestra época .
Prolegómenos al análisis de esas cartas, estos tres ensayos fueron
al principio "conferencias", resúmenes de "lecturas": de Freud,
Lacan y Foucault.

ISBN: 978-950-12-6502-6
74002

www . paidos . com


www . pa i dosa rgen ti n o .com . ar

S-ar putea să vă placă și