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Y así la familia Namikoshi, los siete miembros viajaron a Hokkaido y se instalo en una
pequeña aldea llamada Nisekpo. En aquellos días no había más que hierva, algo muy diferente
a la popular estación de esquí que es hoy en día. Los primeros años en Hokkaido no fueron
fáciles para la familia Namikoshi, que era totalmente primeriza en el mundo de la agricultura.
Incluso para el granjero experto no era tarea fácil arar campos tan duros e improductivos para
producir maíz y trigo. Los inviernos no daban tregua y la familia sufrió grandes penurias.
Según fue pasando el tiempo, las cosechas mejoraron y con ellas su calidad de vida. Pero el
mal tiempo en Hokkaido era un gran obstáculo para la familia acostumbrada al clima suave de
Shikoku. El frío pasaba factura, especialmente a Masa, la madre de Tokujiro, que sufría de un
espantoso dolor de rodillas.
Al principio Tokujiro le frotaba la espalda o la cintura, pero como la madre le dijo que
presionar le aliviaba tanto empezó a cambiar la técnica aplicando presión con los pulgares.
Usando esa técnica trabajaba la espalda de su madre, empeñado en liberarla del terrible dolor
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y verla feliz de nuevo. Su deseo de curar a su madre dio lugar a una frase famosa: “El
corazón del Shiatsu es como la mente de la madre”
Un día, Tokujiro notó unas durezas en la parte baja de la espalda de Masa. Se dio cuenta que
ese tejido duro estaba más frió que el resto de la espalda. Entonces uso la técnica de la presión
en las partes endurecidas.
Tokujiro continúo aplicando presión a la misma zona de la espalda de Masa todos los días.
Con el tiempo las zonas inflamadas se ablandaron. El dolor cesó, y las durezas comenzaron a
desaparecer. El reumatismo de Masa había mejorado tantísimo que pudo volver a trabajar en
los campos el último año de educaron primaria de Tokujiro. Tokujiro había estado
presionando la glándula adrenal. Es la corteza Adrenal la que produce ciertas hormonas anti-
inflamatorias como cortisol, la medicina natural del cuerpo para el reumatismo. Fue esto lo
que curo el reumatismo de Masa. Pero, ¿Qué fue lo que condujo a Tokujiro a tal
descubrimiento? ¿Fue el instinto de un genio o fue el empeño de cuidar a su madre tan grande
que alguna fuerza le empujo en la dirección adecuada?
- ¡Sr. Namikoshi, por favor venga al frente! - dijo el director de Tokujiro una mañana de
primavera en el colegio. Estaba ahora en quinto grado. Le pidió que se pusiera de pie en frente
de la foto del emperador y la emperatriz. Tokujiro no sabía que iba a pasar y se empezó a
preocupar.
- ¡Niñas y niños escuchad con atención! Todos sabéis que debéis portaros bien con vuestros
padres. Este niño, Namikoshi san, le dio masajes a su madre cada día y como resultado de ello
se ha curado de la enfermedad que padecía. Me gustaría que todos respetaseis a vuestros
padres como el lo ha hecho.
Tokujiro se quedo impresionado con el cumplido que le hizo el director en frente de todos los
estudiantes. El lo único que había hecho fue presionar la parte baja de la espalda de su madre
y de alguna manera volvió a estar sana otra vez. Esto era suficiente para él. Pero que honor
que le felicitasen de esa manera. En ese momento se decidió que quería trabajar curando a los
enfermos. -Mi vocación es ayudar a la gente.-
En 1922 cuando cumplió 17 años, Tokujiro pidió prestada a su hermano una pequeña cantidad
de dinero y viajo a Tokio en busca de su ambición: hacerse experto en el arte del masaje. Sin
embargo Tokujiro no conocía a ningún masajista profesional, y en aquel momento no había
academias. Pero tenía que encontrar alguna manera de practicar con tanta gente como fuera
posible, así que comenzó a trabajar como repartidor de periódicos. Resulto que se le daba
bastante bien convencer a sus clientes para que probasen sus servicios.
- Espero que no le importe que se lo diga, pero usted está un poco pálido. ¿Le pasa algo?
- La verdad que sí. Me duelen mucho los hombros.
- Lo siento mucho. Déjeme darle un masaje.
- ¿De verdad? ¿Me puede dar un masaje? ¿En serio? Bueno, vale, le tomo la palabra.
- ¡Qué bien es muy agradable y me alivia! ¡Qué bien me encuentro ahora! Gracias. ¡Eres un
masajista experto! Mi salud esta recuperada. ¿Qué te puedo dar a cambio?
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- No necesita darme nada. -
- Pero insisto.
- Bueno, vamos a ver. ¿Puedo sugerir una subscripción de un mes al Asashi Shinbun?
Tokujiro fue una influencia tan positiva en los clientes que hubo una notable mejora en las
subscripciones de sus clientes. El dueño estaba tan impresionado que le sugirió que abriese su
propia tienda de venta de periódicos.
Después de cuatro años de estudio intensivo, Tokujiro estaba preparado para examinarse
como masajista. En el examen, el examinador dijo que tenía dolor de espalda y le pidió a
Tokujiro que demostrase sus habilidades.
- Esto es realmente otra cosa. Por favor siga Sr. Namikoshi. - El examinador había disfrutado
del tratamiento tanto que el examen de Tokujiro tuvo que alargarse.
No hace falta decir que consiguió las notas más altas. Tokujiro después se entero que Masa
estuvo viajando especialmente al Templo Yahata en Hokkaido para rezar por el éxito de su
hijo. En setiembre de 1925, Tokujiro volvió a Hokkaido y abrió una clínica de masaje en
Muroran, especializada en “Shiatsu” o “acupresión”. No mucho más tarde, después de un
golpe de suerte con un cliente satisfecho, que resulto ser un oficial de gobierno, abrió la
segunda clínica en Sapporo. El hermano de Tokujiro, Haruo, y su hermana Sadako, se unieron
a el, como empleados y después le siguieron sus cuatro primos. Las clínicas tuvieron un éxito
inmediato, y se empezó a correr la voz. En diciembre de 1930, el famoso filosofo y novelista
Gohei Ishimaru fue a Sapporo a dar una conferencia invitado por el Otaru Shinbun. Ishimaru
era muy famoso y mucha gente viajo grandes distancias en la nieve para escucharle. Pero a la
llegada a la estación de Sapporo, Ishimaru, que tenía un corazón débil, sufrió una caída en el
andén. El doctor le mandó reposar en cama hasta que mejorase. La conferencia tendría que ser
cancelada. Entonces uno de los periodistas del Otaru Shinbun declaro.
- Me han dicho que hay un terapeuta famoso en Sapporo que practica una clase especial de
masaje llamada “Shiatsu”. Se llama Namikoshi. Dice que puede curar a través de la presión
digital. ¿Por qué no lo traemos a ver qué puede hacer por nuestro conferenciante? Supongo
que nos estamos agarrando a un clavo ardiendo pero no puede hacer ningún daño.
Tokujiro se apresuro al hospital tan pronto como pudo y comenzó el tratamiento poniendo la
mano en la boca del estomago del paciente. (Había desarrollado la capacidad de diagnosticar
de esa manera).
- No hay ningún problema. Puede dar la charla hoy - tranquilizo Tokujiro a todo el mundo.
- ¿Está seguro? - Pregunto el periodista -. Bueno, es un alivio oír esto viniendo de usted. Por
favor haga todo lo posible para curarle Sr. Namikoshi.
Tokujiro uso sus expertos dedos en Ishimaru, y poco a poco, su estado mejoro. Dos horas
después había vuelto a la normalidad.
- Bueno, ahora siento que puedo hablar - dijo el novelista - Sr. Namikoshi, no se lo puedo
agradecer lo suficiente. Lo que quiera que hiciese fue extraordinario. Después de su
tratamiento podré dar la charla.
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Después de la conferencia, Sr Ishimaru dijo:
- Sus dedos son fantásticos, gracias a ellos fui capaz de recuperarme a tiempo y dar la charla.
Bueno, tendré que hacer algo para devolverle el favor. ¿Qué le parece un seguro de accidente
para sus dedos por 100.000 yenes?
En 1930, 100.000 yenes equivaldrían a varios millones de yenes hoy en día. ¡Y este era el
valor de un par de pulgares! Poco tiempo después, el Asahi Shinbun publicó un artículo con el
título, “¡Pulgares que cuestan 100.000 yenes! Fue una sensación. Incluso las pólizas de seguro
de los famosos de Tokio parecían nimias en comparación, el lanzador de beisbol Saburou
Miyatake tenía el brazo derecho asegurado en 20.000 yenes, el actor y dramaturgo Gokurou
Soganoya estaba asegurado contra la calvicie solo 10.000 yenes. La actriz Yaeko Mizutani
valoró su belleza en 15.000 yenes.
Tokujiro estaba dominado por el deseo de alcanzar un público más amplio, pero sabía que,
para que el arte del Shiatsu se extendiera por todo el país tendría que establecerse en la
capital. Y así, en 1933 le pidió a su hermano que se hiciese cargo de la clínica de Sapporo y se
fue a Tokio con su mujer y sus tres hijos. Tokujiro había visitado la ciudad hacia nueve años y
fue bienvenido por los amigos que había hecho allí. Pero Tokio no le trajo el éxito inmediato
que esperaba. Fue un proceso lento convencer a la gente común de que verdaderamente se
podían curar a través del masaje Shiatsu. Entre la gente no tan común, sus mejores clientes
eran los luchadores de Sumo. Pero iban de gira frecuentemente y cuando estaban fuera
Tokujiro tenía pocos clientes. Tokujiro se mudó siete veces en busca de la situación perfecta
para su clínica. No era una persona fácil de contentar pero al final encontró un edificio en
Koishikawa en 1938.
- Ese edificio es agradable y la situación es buena, - se dijo Tokujiro -. Es el sitio ideal para
mi clínica. Dicen que no importa cuántas veces falles en la vida siempre te puedes poner de
pie otra vez. Eso es lo que me propongo hacer. A lo largo de mi vida, las cosas no han sido
fáciles, y me he mudado siete veces. Creo, sin embargo, que este es el sitio donde puedo
llevar mi clínica bien. Convertiré ese edificio en un éxito. Me voy a quedar aquí y trabajare
duro hasta que tenga éxito.
1940 fue un momento decisivo. El año tuvo una importancia especial porque era el 2600 del
calendario japonés (que cuenta los años a partir del acceso al trono del emperador Jinmu en el
año 660 A.C.). Todos los japoneses estuvieron de celebración ese año. Tokujiro decidió
señalar el año fundando una escuela de Shiatsu. Iba a ser un proyecto de largo plazo para
enseñar a sus sucesores y una manera de difundir el mensaje por todo Japón. Tokujiro
rememoró como fue su vida cuando empezó en Tokio 15 años antes. En aquel momento no
conocía a nadie y tuvo problemas para salir adelante. Hasta que conoció a su profesor dormía
en el parque Ueno y ganaba un sueldo muy pequeño en el kiosco de prensa. Pero todo eso no
habría sido necesario si hubiese habido una escuela.
Y fue así como fundo el Instituto Japonés de Shiatsu. Un edificio pequeño con solo dos
habitaciones, cada una con espacio para ocho tatamis. Solo había espacio para quince
estudiantes.
En el día de la ceremonia de apertura llego un invitado inesperado.
- Hola Tokujiro.
- ¡Madre! ¿Qué estás haciendo aquí? - Masa tenía ahora 70 años. Había viajado a Tokio desde
Hokkaido en tren. - Es un honor para mí que hayas venido a Tokio desde Hokkaido para
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festejar mi nueva escuela. Debes estar cansadísima después de un viaje tan largo. Muchas
gracias por venir.
- La verdad es que no he venido a celebrar.
- Entonces, ¿Para qué has venido?
- Cuando oí que ibas a abrir la escuela de Shiatsu me preocupó que no tuvieses muchos
alumnos. Incluso si no soy una buena estudiante seguro que seré mejor que nada. ¿Me dejas
ser tu alumna?
Las palabras no podrían explicar lo contento que estaba Tokujiro al saber cuánto respetaba su
madre su método. Masa por supuesto sabia cuan maravillosa era la técnica de masaje de
Tokujiro porque gracias a ella estaba curada.
- El honor será mío. Por favor déjame ser yo el que te pregunte, ¿madre me dejas ser tu
profesor? – Y así la madre de Tokujiro se convirtió en el primer estudiante del Instituto
Japonés de Shiatsu.
Hubiese sido raro llamar a su alumna “madre” y al mismo tiempo no le parecía bien llamarla
Sra. Namikoshi así es que decidió llamarla Sra. Ikeda, su nombre de soltera. Estudió con el
resto de los estudiantes y se graduó un año más tarde. Después, Masa volvió a Hokkaido y
practico el masaje Shiatsu con la gente de su barrio. Por supuesto dejando siempre en claro
que estaba titulada para ejercer y siempre llevaba consigo su diploma. – Mi profesor es
fantástico, - proclamaba a los cuatro vientos, sintiendo en secreto un orgullo intenso que el
profesor fuese su propio hijo. Cuando Masa tenía 88 años se cayó cuando iba de camino a
tratar a uno de sus pacientes y murió. Hasta entonces había trabajado sin descanso como
terapeuta local, empleando las técnicas que había aprendido de Tokujiro. En pocos años, el
Instituto Japonés de Shiatsu fue un éxito enorme. Muchos alumnos se convirtieron en
terapeutas profesionales y su reputación creció.
Pero en 1944 la situación de guerra en Japón se agravó aún más. Las fuerzas aéreas
estadounidenses B29 bombardearon Tokio intensivamente y el Instituto Japonés de Shiatsu
fue destrozado completamente.
Tokujiro se lo tomo con filosofía. – Puede que lo haya perdido todo: mi casa, mi clínica, mi
escuela, pero aun estoy vivo. Y además tengo mis pulgares, mi bien más preciado. Mientras
los mantenga superaré todos mis problemas. A lo mejor mis pulgares pueden, de alguna
manera, ayudar a curar a Japón. “La recuperación de Japón llegara a través de la
buena salud.” – Esta frase se convertiría en uno de sus famosos eslóganes.
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Alquiló una casa y reanudó su consulta. Algunos de sus primeros licenciados participaron
como profesores, y después de un año, pudo por fin comenzar la reconstrucción de la primera
escuela. La escuela abrió sus puertas por segunda vez el 25 de mayo de 1946. Como si el
negocio nunca se hubiese interrumpido, fue reconocido como una figura puntera de la
curación. La lista de personalidades prominentes de la sociedad japonesa que trato incluye a el
primer ministro Shigeru Yoshida, a los novelistas Eiji Yoshikawa, Kan Kikuchi, Mitogo Auki
y Yuuzou Yamamoto, el científico Jun Ishihara, el actor de Kabuki Kikugorou VI, la estrella
de cine Sesshu Hayakawa y por supuesto muchos deportistas, entre ellos los luchadores de
sumo Yokozuna, Myoutonokawa-seki y Oozeki Kotohamagaseki, el boxeador Kuniaki
Shibata, el jugador de béisbol Shigeo Nagashima.
Escoltado por O`Doul, Tokujiro fue a la habitación 205. En la habitación había un hombre
más alto que O´Doul que reconoció vagamente de la televisión. Era la leyenda del béisbol Joe
DiMagio, en Japón de luna de miel. Y, ¿quién estaba en la cama? Por su puesto la nueva
esposa de Di Magio, Marilyn Monroe. DiMaggio le explicó que Monroe empezó de repente a
tener convulsiones de estomago pero que no sabía por qué. No quería ni inyecciones ni
medicinas. La única cosa que estaba dispuesta a aceptar era un masaje.
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En 1968, Tokujiro apareció en televisión en un programa muy popular, Ashi, llamado el
programa de la tarde presentado por Kokinji Katsura. Tokujiro, que era un fan del programa
estuvo encantado de participar pensando que a lo mejor, ayudaría a la propagación del
mensaje de Shiatsu. Como resultado del programa la reputación de Tokujiro aumento
enormemente. El público tuvo la oportunidad de ver su extraordinaria habilidad para detectar
y tratar la causa de una enfermedad simplemente por tacto. Durante los días posteriores al
programa, Televisión Ashi se inundó de llamadas de gente que quería aprender Shiatsu. La
compañía se dio cuenta que había encontrado un filón de demanda. Así, cada miércoles,
emitieron un programa dedicado al Shiatsu. Fue un éxito enorme.
El director de televisión Asahi, llamado Sato, le dijo a Tokujiro - el estudio se podría mejorar
con un poco más de decoración. ¿Tiene algún cartel con su lema? -Tokujiro trajo dos partes
de su “Canción de alabanza del Shiatsu” que había compuesto en 1938:
-¡Maravilloso!- exclamo Sato -. Estas frases explican el concepto del Shiatsu a la perfección.
Por Favor, acuérdese de decirlas en el programa. Pero eso no es suficiente. Aquí tiene una
idea: ¿Qué le parece enseñar varios movimientos de Shiatsu mientras dice las frases? La
compañía de televisión continuó así, pidiéndole que hiciera unas cosas y otras y otras.
Como era de esperar, Tokujiro recibió numerosas invitaciones para aparecer en la televisión.
Gracias a esos programas, el Instituto de Shiatsu recibió el triple de solicitudes que hasta
entonces, y los que necesitaban tratamiento acudieron en masa a cada una de las clínicas que
sus estudiantes habían abierto desde entonces. En 1971, Tokujiro se presentó sin éxito a
miembro del parlamento. Después de aquello, declaró que había sido buena experiencia haber
visto de primera mano los entresijos de la política.
Tokujiro murió el 25 de setiembre del año 2000. Tenía 94 años. Unos años antes una estatua
de bronce suya, había sido erigida en sitio donde estuvo el primer Instituto Japonés de Shiatsu
en Koishikawa. En la ceremonia de inauguración de la estatua, Tokujiro empezó a darle el
sake que había para la celebración. La estatua se mojo mucho con el sake. Fue un momento
inolvidable. Ahí estaba, sin preocupación alguna, dándole de beber a su propia imagen.
Después unió las manos y rezó. Después de acabar dijo, - He bebido como un cosco. Creo que
estoy borracho. ¡Qué contento estoy! Ja, ja, ja. – Ese día su voz risueña resonó en el cielo
azul.
Esa es la historia breve del hombre que se encumbro con sus pulgares. Su nombre es Tokujiro
Namikoshi.