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Características de la Santa Cena en la iglesia primitiva

En el rito de la Cena del Señor no había altares, debido a que la víctima


cristiana era santa

Los primeros cristianos no tenían altares, lo cual obedece a una evolución posterior,
para celebrar la Santa Cena, sino una mesa de madera, la misma que servía para
el banquete fraternal. Todavía no había objetos que tuvieran carácter litúrgico. Los
cristianos de los tres primeros siglos tenían cierta alergia a todo lo que pudiera
parecerse a los templos; parece incluso lícito afirmar que, en estos primeros
tiempos, a los cristianos les repugna la idea del altar. Así, Minucio Félix pregunta a
los objetores de la fe cristiana:

«¿Pensáis acaso que ocultamos nuestras creencias porque no tenemos templos ni


altares?»

Por su parte, Tertuliano se expresa con su habitual agresividad:

«En cuanto a los templos y monumentos, los detestamos igualmente; no


conocemos ninguna clase de altar, no ofrecemos sacrificios»".

Este rechazo de un elemento religioso tan importante como el altar no carece


ciertamente de sentido en el ambiente cultural–religioso en que debieron
desenvolverse, pues tanto en el culto judaico como en el pagano el altar es el
elemento necesario que hace grata a la divinidad la ofrenda, por estar a ella
consagrada. En cambio, la víctima cristiana es santa en sí sola al estar constituida
por el mismo Cristo, y no necesita que un elemento exterior a ella misma le haga
propicia". (Backhouse & Tyler, 2004, pp. 108-109)

La santa cena no está relacionada con participación con las víctimas


ofrecidas a dioses

Desde el primer momento los cristianos entendieron que la comida fraterna, a cuyo
final participan del pan y del vino en memoria del cuerpo y sangre de Cristo (véase
1 Co. 11), no tiene ninguna semejanza con la participación de las víctimas ofrecidas
a las dioses, o con el derecho que tenían los sacerdotes judíos sobre las ofrendas
presentadas en el Templo. Como se afirma claramente en la carta los hebreos:
«Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al
tabernáculo» (He. 13:10).

Por otra parte, la idea de sacrificio es poco evidente en una comida, excepto en el
sentido espiritual. No se olvide que Eucaristía quiere decir «acción de gracias», del
griego eukharistia, que es un sacrificio de alabanza.

En el siglo III con Cipriano de Cartago, la interpretación del sacrificio eucarístico se


desliza peligrosamente hacia un concepto general de sacrificio religioso. El peligro
fue mayor cuando la Iglesia, una vez que cesó la persecución, salió de la
clandestinidad y se convirtió en religión oficial del imperio romano, celebrando la
Eucaristía en grandes basílicas. La Eucaristía se fue revistiendo cada vez más de
mayor fastuosidad, aparejada a la suntuosidad de los edificios y la multiplicación de
los ornamentos y objetos litúrgicos. Se multiplicaron las lecturas, las procesiones y
los sermones. En occidente se comenzó a recibir por costumbre la Eucaristía todos
los días; en oriente los usos varían. (Backhouse & Tyler, 2004, pp. 109-110)

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