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Resumen
El presente artículo tiene por finalidad mostrar cómo la universalis pax es el propósito
y objetivo del imperium universalis en el De monarchia de Dante, la obra que sirve de
fundamento a su Teoría política. De esta manera, al intentar definir el fin común de la
humanidad, este lo encuentra en la continua actividad del pleno poder de la razón. Es
decir, que el fin de la operatio propria universitatis humanae no puede ser alcanzado
por el hombre individual, el hogar, la civitas, y el regnum particulare, puesto que son
insuficientes, sino que es necesaria una Monarquía universal que someta a la
humanidad a un querer único de paz. Para esto se pondrán en tensión los conceptos de
“unidad” y “pluralidad”, revisando, primeramente, los precedentes en Aristóteles y
Tomás de Aquino, para luego ver su funcionamiento en el propio Dante, y, finalmente,
desarrollar cuáles son sus relaciones con el ius y la iustitia.
Palabras claves: Paz, Monarquía, Dante.
Abstract
The main purpose of this article is to prove in which way universalis pax is the goal
and aim of the imperium universalis on Dante’s De monarchia, in this work underlies
his own Political Theory. In the attempt to define the common humanity goal, which
is in the continuous activity in the full power of reason, such as the operatio propria
CUADRANTEPHI, BOGOTA, COLOMBIA, 2016
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universitatis humanae, cannot be achieved just by the individual man, the home, the
civitas, and the regnum particulare because they are insufficient, but a universal
monarchy to submit humanity to a single wanting peace is necessary. To this
purpose, will be put in tension the concepts of "unity" and "plurality", verifying, first,
the precedents in Aristotle and Aquinas, and then see how it works on Dante himself,
and its relation with the ius and the iustitia.
Key words: Peace, Monarchy, Dante.
estará destinado a analizar (1) el argumento de la operatio propria del género humano,
(2) cuál es la condición indispensable para su desarrollo, y (3) por qué no puede ser
alcanzado por el hombre individual, pero tampoco por el hogar, la civitas, y el regnum
particolare, puesto que son insuficientes, y, en consecuencia, (4) es necesaria una
Monarquía universal que someta a la humanidad a un querer único de paz.[7]
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Resulta preciso entonces comenzar por indagar acerca de cuál es el fin de la naturaleza
humana, es decir, en qué consiste la realización de la naturaleza del hombre. Debido a
que la sociedad del género humano existe y no hay nada que no tenga su razón de ser,
es decir, su fin, tiene que haber, por lo tanto, una operación propia de toda la
humanidad:
Propter quod sciendum primo quod Deus et natura nil otiosum facit, sed quicquid
prodit in esse est ad aliquam operationem. Non enim essentia ulla creata ultimus
finis est in intentione creantis, in quantum creans, sed propria essentie operatio:
unde est quod non operatio propria propter essentiam, sed hec propter illam habet ut
sit ( DM I iv).[8]
No obstante, existe una condición fundamental para la realización efectiva de tal fin: la
humanidad solo puede alcanzar este fin libre y cómodamente si disfruta de la paz, y no
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de una paz particular, es decir, dentro del hogar o del regnum, sino de una universalis
pax, puesto que: “Unde manifestum est quod pax universalis est optimum eorum que
ad nostram beatitudinem ordinantur”.[10] Por lo tanto, Dante expresa que la paz
universal es la más excelente y el más inmediato de los medios que conducen a la
humanidad hacia su fin supremo. Así, es totalmente previsible que la realización de
este fin tenga un correlato político, que sostenga por medio de un argumento
analógico, donde el fin primordial de la monarchia sea tener a su cuidado, en la tierra,
que la vida transcurra libremente en paz. Este es el anclaje en el que Dante va a fundar
su aparato argumental, cuyo objetivo consiste en dar con (1) la necesidad de una
Monarquía universal para (2) el bienestar del mundo.
Por tal motivo, Dante enuncia que el fin del género humano en su conjunto es distinto
de los fines de las sociedades menores que lo forman. No obstante, el pasaje del
individuo al imperium universalis, en Dante, no es espontáneo, sino que existen
ciertos grados intermedios. El trayecto supuesto por la presentación de diferentes
niveles que implican una dinámica de incompletitud ya se daba en la Política de
Aristóteles, y quizás también, en el De Regno de Tomás. Siguiendo con un modelo en
donde, así como lo señala Ullman,[12] es el orden político el que se constituye como la
suma y la culminación de todas las comunidades naturales y coronándose como la
punta superior de todas las asociaciones de niveles inferiores, se seguiría que: (1) ni el
hombre individual, (2) ni la comunidad doméstica, (3) ni la civitas, y (4) ni el regnum
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particolare, vale decir, ninguna agrupación parcial puede alcanzar este fin, sino que
solamente la humanidad misma en su conjunto. De esta manera, ha de observarse la
intención ascendente de la ordenación de los individuos en las comunidades políticas,
que tiene como fin supremo, aquello con que por arte sua creó Dios al género humano,
que es la natura.[13]
[...] Es evidente, sin embargo, que, si avanza en tal dirección y se torna más unitaria, ya
no será ciudad, porque por su naturaleza la ciudad es pluralidad, y si se torna más
unitaria, de la ciudad se pasará a la casa y de la casa al individuo humano, porque
podríamos decir que la casa es más unitaria que la ciudad y el individuo más que la
casa. De modo que, si alguien fuera capaz de hacer esto, no debería hacerlo, pues
destruiría la ciudad (Aristóteles, Política II ii 1261 a 15-20).[15]
necesario algo que sea regitivo del conjunto, un dirigente que tienda a llevar la
multitud a la unidad de la paz.[18]
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Por otra parte, se evidencian también argumentos que tienden al uso de la analogía
como forma de validación o autoridad. Por ejemplo, en (1) DM I x se enuncia que, así
como el género humano se asemeja más a Dios cuanto más es uno, si sujeta a un
Príncipe se asemejará más a Dios. También, hace aparición (2) un argumento de índole
físico (DM I xi) donde se muestra que de la misma forma que la naturaleza regula
todas sus partes por un solo movimiento, que no es otro que el del primer móvil o
motor único, la humanidad debe aprender de esta evidencia por medio de la razón, que
alcanza su excelencia cuando se ordena a un solo movimiento, a un solo príncipe, a una
sola ley (unica lege). En este marco se desarrolla, quizás, el argumento de mayor
originalidad: su doctrina de la realización de la iustitia,[22] que consiste en una
conexión peculiar entre la iustitia y el imperium. El primer ejemplo sucede con la
aparición del argumento del litigium en DM I xii. Dos príncipes que no están sujetos
entre sí pueden entrar en litigium, ya sea por culpa propia o de los súbditos. Y como
ninguno de los dos puede impartir justicia al otro, es necesario un tercero que posea
una iurisdictio más amplia y tenga el poder de someter de iure a los dos. Esto
mantiene su correlato en todos los demás litigios, donde es necesario un iudicem
primum et summum, por cuyo juicio se dirima todo.
La paz universal tiene su causa principal en la justicia, puesto que el mundo está tanto
mejor ordenado en la medida en que sea más poderosa la iustitia[23] y es solamente
bajo la Monarquía que esta alcanza su plenitud. Esta afirmación evidencia que, para
Dante, el Monarca es el único que está en condiciones éticas de poder impartirla,
puesto que su voluntad no tiene trabas.[24] Así, lo contrario a la justicia es el deseo
inmoderado, el interés egoísta (cupiditas). Pero, el Monarca no tiene nada que desear,
puesto que su iurisdictio abarca y se limita al ámbito terrenal, de tal modo que todo se
encuentra bajo su potestas. De esta forma, el Emperador es el único que puede realizar
la justicia de forma efectiva, y puesto que todo lo posee, puede ser absolutamente
desinteresado y puede encargarse del cuidado de todos.
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Aquí irrumpe y se hace presente el ámbito del ius, que se incluye dentro del Imperio y
del que Dante identifica al menos tres tipos: (1) ley divina, cuya fuente está dada por
los dos libros de las escrituras, (2) la ley natural, que tiene su fundamento en el orden
de la naturaleza, en lo que se hace visible en la creación, y, que, además, tiene por base
la constitución del estado político.[25] Por último, (3) la ley humana o positiva, que
tiene sus bases en la relación de hombre a hombre y se instituye como base
fundacional del estado que, en su representación política, el emperador, sirve de
instrumento de aplicación en tanto tiene en vista el bien común de la comunidad de los
hombres.[26] El gobierno universal no necesita ninguna justificación, jurisdicción o
intervención eclesiástica para existir o funcionar, puesto que su origen es natural, en
oposición a la iglesia que no se origina en la naturaleza. Si bien en nuestro autor estas
formas del derecho presentan rasgos particulares, el derecho humano o positivo es el
que cobra relevancia específica como fundamento del imperio. De esta manera, sobre
su esencia y su fin se ofrece una definición en II v: “El ius es una proporción real y
personal de hombre a hombre, que si se conserva mantiene a la sociedad, y si se
destruye, la corrompe”.[27] Por lo tanto, se puede considerar como fin del derecho el
bien común y la conservación de la sociedad. La humanidad, en consecuencia, goza de
un estado perfecto cuando se rige por una ley única, la que, a su vez, requiere un
príncipe único.[28] Así, la misión del gobernante, es decir, la del emperador, es conducir
al género humano sometiéndolo a una regla común, la paz.[29] La herramienta
propuesta para esto es la concordia que es definida como el movimiento uniforme de
muchas voluntades. La unidad en la pluralidad se da por estos dos términos, paz y
concordia, la homogeneidad de las diversas voluntades. [30]
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Referencias
Dante Alighieri (1904). The De Monarchia, traslated by Aurelia Henry. New York:
Houghton-Miflin, Co.
Tomás de Aquino (1954). De Regno ad Regem Cypri. Textum Taurini 1954 editum.
Tomás de Aquino (2003), Del Reino, trad. Antonio D. Tursi de la Editio Leonina,
Buenoss.Aires: Ed. Losada.
Etienne Gilson (1963), Dante and Philosophy, USA, Harper & Row.
Otto von Gierke (1963), Teorías políticas de la Edad Media, Bs.As., Ed. Huemul.
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Cinthia María Hamlin (2009), Dante, la crisis del siglo XIV el exilio: la invectiva y
profecía en la representación de la realidad, en, Medievalia 4, pp.60-72.
[2] Rolbiecki (1921) pp.11-13. Dante escribió otro trabajo con contenido político, el
Convivio, y a diferencia del De Monarchia, que fue redactado en latín, está escrito en
lengua italiana. Su fecha de realización es debatida, algunos dicen que fue escrita
después del 1300, aunque también hay posiciones que la ubican en los tiempos en que
Enrique VIII marcha a Italia, alrededor del 1312. Existe una tercera posición que
ubican el tratado hacia el final de la vida de Dante. Bertelloni (1981 p. 43 n. 23) a pesar
de demostrar el desconsenso de la datación cronológica de las obras, menciona que con
seguridad hay un acuerdo de anterioridad del Convivio con respecto del De
Monarchia.
[6]Es por demás de interesante observar los breves análisis que hace Giorgio Agamben
sobre el tratado, por ejemplo, en Giorgio Agamben (2006) Estado de
Excepción, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, p. 63 y en (2014) Pilato y Jesús, Buenos
Aires, Adriana Hidalgo, pp. 38 y 47.
[8] Puesto que primero debe saberse que Dios y la naturaleza no hacen nada por ocio,
sino que todo lo que se produce es para alguna operación. No es la esencia creada el
último fin en la intención del que la crea, en cuanto crea, sino la propia operación de la
esencia: de lo que resulta que la operación propia no es para la esencia, sino que es la
razón por la que ésta recibió el ser.
[9] Alighieri (1965) DM I IV: lo que ni arriba, ni abajo, a nadie le corresponde fuera del
hombre.
[13]Alighieri (1965) DM I IV ...sic alius est finis ad quem singularem hominem, alius ad
quem ordinat domesticam comunitatem, alius ad quem viciniam, et alius ad quem
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[15] λέγω δὲ τὸ μίαν εἶναι τὴν πόλιν ὡς ἄριστον ὂν ὅτι μάλιστα πᾶσαν:λαμβάνει γὰρ ταύτ
ην τὴν ὑπόθεσιν ὁ Σωκράτης. καίτοι φανερόν ἐστιν ὡςπροϊοῦσα καὶ γινομένη μία μᾶλλο
ν οὐδὲ πόλις ἔσται: πλῆθος γάρ τι τὴν φύσινἐστὶν ἡ πόλις, γινομένη τε μία μᾶλλον οἰκία
μὲν ἐκ πόλεως ἄνθρωπος δ᾽ ἐξοἰκίας ἔσται: μᾶλλον γὰρ μίαν τὴν οἰκίαν τῆς πόλεως φαί
ημεν ἄν, καὶ τὸνἕνα τῆς οἰκίας: ὥστ᾽ εἰ καὶ δυνατός τις εἴη τοῦτο δρᾶν, οὐ ποιητέον: ἀνα
ιρήσειγὰρ τὴν πόλιν.
[19]Alighieri (1965) DM I vii 3: Asserit enim ibi venerabilis eius autoritas quod, quando
aliqua plura ordinantur ad unum, oportet unum eorum regulare seu regere, alia vero
regulari seu regi; quod quidem non solum gloriosum nomen autoris facit esse
credendum, sed ratio inductiva.
[20]Alighieri (1965) DM I vii 9: (…) es oportuno que haya uno que regule y reine, y de
este debe decirse ‘Monarca’ o ‘Emperador’.
[23]Alighieri (1965) DM I xii 1: Preterea, mundus optime dispositus est cum iustitia in
eo potissima est.
[27]Alighieri (1965) DM II v 2: Quodque ita sequatur sic ostenditur: ius est realis et
personalis hominis ad hominem proportio, que servata hominum servat sotietatem, et
corrupta corrumpi (…)
[29] Alighieri (1965) DM I xvi 7: Sed sic intelligendum est: ut humanum genus
secundum sua comunia, que omnibus competunt, ab eo regatur et comuni regula
gubernetur ad pacem. Quam quidem regulam sive legem particulares principes ab eo
recipere debent, tanquam intellectus practicus ad conclusionem operativam recipit
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[30] DM I xvii 5: Que quidem radix apparebit, si natura vel ratio concordie summatur:
est enim concordia uniformis motus plurium voluntatum; in qua quidem ratione
apparet unitatem voluntatum, que per uniformem motum datur intelligi, concordie
radicem esse vel ipsam concordiam.