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Durante esta última década la civilización de occidente ha comenzado a sufrir una grave crisis de
conciencia con ocasión de aprobación legal y política del aborto y feticidio del ser humano. Se ha
planteado pues el problema de que existen derechos inalienables del feto para vivir: los que hoy
llamamos derechos del niño antes de nacer.
Puntualmente se crea una discrepancia en cuanto al estimar el momento en que comienza la vida
humana, siendo necesario fundamentar la respuesta desde el punto de vista genético,
desprendiéndose de esta su preservación y defensa .
2. El proceso de la fecundación
3. La vida fetal
Cómo ocurre la fertilización La fertilización, o concepción, es el proceso por medio del cual el
espermatozoide y el óvulo —los gametos o células sexuales masculinas y femeninas— se
combinan para crear una sola célula llamada cigoto, que entonces se duplica una y otra vez por
división celular hasta convertirse en un bebé. Pero la concepción no es tan simple como suena. Es
necesario que coincidan varios sucesos independientes para que se conciba a un niño. Y, como se
analizará en el siguiente capítulo, no todas las concepciones terminan en un nacimiento. Al nacer,
se cree que la niña tiene cerca de dos millones de óvulos inmaduros en sus dos ovarios y que cada
óvulo cuenta con su propio folículo o saco pequeño. En una mujer sexualmente madura, la
ovulación (ruptura de un folículo maduro en cualquiera de los ovarios y expulsión del óvulo)
ocurre aproximadamente cada 28 días hasta la menopausia. El óvulo es transportado por la
trompa de Falopio por medio de cilios (pequeñas células pilosas) hacia el útero o matriz. Los
espermatozoides se producen en los testículos, o glándulas reproductivas, de un varón maduro a
una tasa de varios cientos de millones por día y se eyaculan en el semen durante el clímax sexual.
Ingresan a la vagina e intentan nadar a lo largo del cérvix (cuello del útero) hasta las trompas de
Falopio, pero sólo una diminuta fracción lo logra. Normalmente, la fertilización ocurre mientras el
óvulo está pasando por la trompa de Falopio. Por el contrario de las pautas anteriores, esta
“ventana de fertilidad” de seis días puede ocurrir en cualquier momento entre el sexto y el
vigésimo primer día del ciclo menstrual y puede ser sumamente impredecible, incluso en las
mujeres cuyos periodos menstruales son regulares (Wilcox, Dunson y Baird, 2000). Si no ocurre la
fertilización, los espermatozoides se absorben a través de los glóbulos blancos de la mujer y el
óvulo atraviesa el útero y sale por la vagina.
¿Qué determina el sexo? En muchos poblados de Nepal es común que un hombre cuya esposa no
ha gestado hijos varones tome una segunda esposa. De hecho, en algunas sociedades la
incapacidad de una mujer para producir hijos varones es justificante de divorcio. La ironía de estas
costumbres es que el esperma del padre es el que determina el sexo de un niño. Al momento de la
concepción, los 23 pares de cromosomas del espermatozoide y los 23 del óvulo forman 23 pares.
Veintidós de esos pares son autosomas, cromosomas que no se relacionan con la expresión sexual.
El vigésimo tercer par está conformado por los cromosomas sexuales —uno del padre y uno de la
madre— que definen el sexo del bebé. Los cromosomas sexuales son cromosomas X o
cromosomas Y. El cromosoma sexual de cada óvulo es un cromosoma X, pero el espermatozoide
puede contener ya sea un cromosoma X o uno Y. El cromosoma Y contiene un gen para la
masculinidad, el gen SRY. Cuando un espermatozoide que transmite el cromosoma X fertiliza al
óvulo (X), el cigoto formado es XX, una mujer. Cuando un espermatozoide Y fertiliza al óvulo (X), el
cigoto resultante es XY, un varón (figura 3-4). Inicialmente, el sistema reproductivo poco
desarrollado del embrión es casi idéntico en hombres y mujeres. Cerca de las semanas 6 a 8
después de la concepción, los embriones masculinos comienzan normalmente a producir la
hormona masculina testosterona. La exposición de un embrión, genéticamente varón, a niveles
elevados y uniformes de testosterona comúnmente da por resultado el desarrollo de órganos
sexuales masculinos y cuerpo de varón. Sin embargo, el proceso no es automático. La
investigación con ratones ha encontrado que las hormonas deben enviar señales al gen SRY, que
entonces desencadena la diferenciación celular y la formación de los testículos. Sin esta
señalización, el ratón genéticamente macho desarrollará genitales femeninos en lugar de
masculinos (Hughes, 2004; Meeks, Weiss y Jameson, 2003; Nef et al., 2003). Es probable que un
mecanismo similar ocurra en los humanos. El desarrollo del sistema reproductivo femenino, por el
contrario, depende de una molécula de señalización denominada Wnt-4, de la cual hay una
variante que puede masculinizar a un feto genéticamente femenino (Biason-Lauber, Konrad,
Navratil y Schoenle, 2004; Hughes, 2004; Vainio, Heikkiia, Kispert, Chin y McMahon, 1999). De este
modo, la diferenciación sexual parece ser un proceso más complejo que la simple determinación
genética. Existen complicaciones adicionales que surgen del hecho de que las mujeres tienen dos
cromosomas X, en tanto que los hombres sólo tienen uno. Durante muchos años, los
investigadores creyeron que los genes duplicados en uno de los dos cromosomas X de la mujer son
inactivos. Sin embargo, recientemente los investigadores que han secuenciado el cromosoma X
descubrieron que sólo 75% de los genes en el cromosoma X adicional están inactivos.
Aproximadamente 15% continúan activos y 10% están activos en algunas mujeres, pero no en
otras (Carrel y Willard, 2005). Esta variabilidad en actividad de los genes puede explicar diferencias
de género tanto en rasgos normales como en trastornos vinculados con el cromosoma X (que se
analizan después en este capítulo). El cromosoma X adicional también puede ayudar a explicar por
qué algunas mujeres son, por lo general, más sanas y viven más tiempo que los hombres: los
cambios dañinos en un cromosoma X quizá se resuelvan con una copia de respaldo —en el otro
cromosoma X (Migeon, 2006)—.
Libro Psicología del desarrollo /De la infancia a la adolescencia/ Diane E. Papalia /Sally Wendkos
Olds/ Ruth Duskin Feldman
http://www.mendoza.gov.ar/wp-content/uploads/sites/16/2017/03/Psicologia-del-Desarrollo-
PAPALIA-2009.pdf
Periodo germinal Al óvulo fertilizado se le llama cigoto (véase el cuadro 3.2.), que continúa siendo
impulsado por los cilios a lo largo de la trompa de Falopio. Más o menos 30 horas después de la
fertilización empieza el proceso de división celular. Una célula se divide en dos, dos en cuatro,
cuatro en ocho, y así sucesivamente. En conjunto forman la mórula (de la palabra latina que
significa “mora”). Cada vez que las células se dividen se hacen más pequeñas, permitiendo que la
masa total, llamada blástula, pase por la trompa de Falopio. El resultado de la división celular
repetida es la formación de una parte interna hueva que contiene fluido. De tres a cuatro días
después de la fertilización, la blástula recién formada entra al útero donde flota por otros tres o
cuatro días, antes de que su capa interna, llamada blastocisto, empiece a adherirse al
recubrimiento interno del útero (el endometrio) en un proceso llamado implantación. El
blastocisto implantado libera una enzima que literalmente abre un hueco en el tejido suave y
esponjoso del endometrio hasta enterrarse por completo en la pared uterina. Aproximadamente
10 días después de que la blástula entra al útero, la implantación del blastocisto se ha completado.
A veces el blastocisto se implanta en la trompa de Falopio o en algún otro lugar de la cavidad
corporal: dicha condición se conoce como embarazo ectópico. Un embrión que empieza a
formarse, fuera del útero por lo común muere, o debe ser removido quirúrgicamente.
Periodo fetal Para el final del periodo embrionario (a los 2 meses), el feto ha desarrollado la
primera estructura ósea y extremidades y dedos que tienen forma humana. Se forman los
principales vasos sanguíneos y continúa el desarrollo de los órganos internos. Para el final del
primer trimestre (la tercera parte de la duración del embarazo, o 12.7 semanas) el feto tiene una
longitud aproximada del 7.5 centímetros, ya está presente la mayor parte de los órganos
principales, se ha formado una gran cabeza y rostro y es posible detectar con el estetoscopio el
latido cardíaco. A finales del cuarto o quinto mes la madre suele sentir el movimiento fetal. La piel
del feto está cubierta por un vello fino, que generalmente desaparece antes del nacimiento. Al
final del quinto mes el feto pesa cerca de medio kilo y mide casi 30 centímetros. Duerme y
despierta, succiona y cambia de posición. Hacia el final del sexto mes se forman los ojos, párpados
y pestañas. Los ojos del feto son sensibles a la luz; puede escuchar los sonidos uterinos y
responder a las vibraciones y a la estimulación acústica (Kisilevsky, Muir y Low, 1992). Durante el
tercer trimestre la cabeza y el cuerpo del feto se hacen más proporcionados. Se forman capas de
grasa bajo la piel. Al término del octavo mes el feto pesa un poco más de dos kilos y mide
alrededor de 45 centímetros. Para el final del noveno mes han crecido las uñas y los extremos de
los dedos de manos y pies. La piel se hace más suave y está cubierta por una sustancia cerosa,
llamada vérnix caseosa. El bebé está listo para nacer.
http://dgep.uas.edu.mx/librosdigitales/5to_SEMESTRE/50_Psicologia_del_Desarrollo_Hu
mano_I.pdf