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EVOLUCION DE LA CIUDAD ISLAMICA MODELO TRADICIONAL NUEVA PROPUESTA @: di 42 DESBORDAMIENTO 1 a CONSTITUCION DEL ARRABAL 1 a CONSTITUCION DE LA MEDINA som, = ap wud Ces? 32 SATURACION GB Espacio vacio y/o huertos +9» —— Muralla de medina » Cementerio [ Asentamiento disperso — Muralla de arrabal @ Alfar BB Asentamiento denso — — Muralla amortizada EVOLUCION DEL PAISAJE URBANO ANDALUSI. DE LA MEDINA DISPERSA A LA SATURADA JULIO NAVARRO PALAZON PEDRO JiMENEZ CASTILLO Escuela de Estudios Arabes (C.S.I.C.) Introduccién’ La ciudad iskimica 0 medina (madina) ha estado en continua transformacién a lo largo de la historia, conforme se desarroll6 y evolucioné la sociedad que la construyé. A pesar de que este enunciado parece obvio, resulta sorprendente comprobar que el aspecto aparentemente “intemporal” de algunas ciudades islmicas tradicionales ha inducido a pensar lo contrario. Ello se debe al peso historiogrifico de los estudios clisicos sobre grandes miicleos como Fez, Tiinez, El Cairo, Alepo o Damasco, con los que se ha consagrado el modelo representado por ellos como paradigma del urbanismo iskimico, sin tener en cuenta que estos ejemplos, tal y como legaron a época colonial, estaban en la fise mas avanzada a la que ha podido llegar Ja medina tradicional; es decir, se trataba de ciudades que ya habian culminado su ciclo evo- lutivo®. Ademis, en ellas comenzaban a manifestarse sintomas claros de un proceso de fosili- zacién que no se debia a ningtin principio de inmutabilidad inherente a esa sociedad sino, que estaba ocasionado por la descomposicién de los modelos tradicionales de posesién, cau- sada por la intervencién de las autoridades, que invirtieron completamente la estructura de la propiedad en el medio urbano’, Por otra parte, algunos aspectos que con frecuencia se utili- zan para definir el urbanismo iskimico, como son el caserio abigarrado, las calles estrechas y tortuosas, los callejones sin salida, etc., ni son exclusives de la ciuidad iskimica ni se dan siem- pre en ella, sino que son caracteristicos del urbanismo saturado, que es una de las fases tardi- as por las que pasaba en su evolucién la medina medieval. Ya en su dia Lézine expuso de manera tajante que las ciudades actuales no son la imagen, congelada a lo largo de siglos, de las medievales, sino que son, por el contrario, “Ie fruit d'une évolution et ne présentent plus du tout aspect des agglomérations primitives"; por tanto, los planos recientes de las medi- nas tradicionales no siempre resultan iitiles a la hora de estudiar su pasado medieval’ Los cambios en la fisonomia urbana a lo largo del tiempo obedecen a pautas socioeconémi- casy, por tanto, creemos que su investigacién es de gran interés cientifico, pero es necesario situar con precisién la ciudad estudiada en el marco histérico que le corresponde. Asi, por ejemplo, sabemos que las crisis politicas del siglo XI ocasionaron en Oriente Medio cambios importantes cen kas comunidades urbanas, que se expresaron en la importancia creciente de la Sara y de los ‘ulama’ como interlocutores de los ciuidadanos ante un Estado normalmente extranjero®. La lle- gada del imperio otomano no hizo sino profindizar en las transformaciones, al reforzar el papel de una administracién muy jerarquizada y, sobre todo, a partir de la elaboracién del Cédigo de |a Tierra de 1858 y al codificar en 1869 la ley de propiedad basada en la escuela legal hanafi, una de las mis conservadoras, bajo el titulo de Mafalla, Esto supuso cambios fundamentales puesto que, si bien la Mafalla esti basada en la Suri'a, define y organiza la informacién de tal manera que climina la necesidad de interpretacién y dilogo entre las partes. Después de la segunda guerra mundial casi todos los paises drabes aprobaron cédigos civiles muy influidos por los occidentales 233 PAISAJE Y NATURALEZA EN AL-ANDALUS, y, de hecho, se inspiraron en el francés tanto el egipcio como el sirio, el iraqui, el libanés y el jordan, lo que supuso el reforzamiento del papel del Estado como poseedor de los antiguos espacios comunitarios (tierras incultas, calles, plazas, adarves, etc.) y su intervencién con fines recauidatorios en multiples aspectos que hasta entonces s6lo incumbian a los particulares y esta ban regulados por la jurisprudencia tradicional, como por ejemplo los arrendamientos’. Sirvan estas breves notas como muestra de las profuandas transformaciones sociales -y en consecuencia urbanas-, que han tenido lugar a lo largo de la historia del mundo musulmin y la prudencia con. que deben ser examinadas las medinas tradicionales que han llegado a nuestros dias si en ellas que- remos encontrar informacién sobre las ciudades iskimicas altomedievales. A continuacién vamos a exponer un modelo teérico compuesto por cuatro fases conse~ cutivas, que puede servir para describir el ciclo vital de la medina, a las que hemos denomi- nado constituci in, expansiSn, saturacion y desbordamiento. Conviene aclarar que las fases del modelo que proponemos no se pueden asociar a cronologias absolutas, sino que son un instrumento de anilisis que nos permite entender el proceso evolutivo en general, aunque para cada ejemplo en particular es obligado tener en cuenta la relacién de dicha evolucién con su historia socio-politica concreta; en otras palabras, podemos decir que en las ciudades andalusies estas cuatro fases se sucedieron en momentos no necesariamente coincidentes y con un ritmo y una duracién muy dispares. Desde un punto de vista historiogrifico es impor tante tener presente lo expuesto, pues de la fase en la que se encuentre la ciudad depende su densidad constructiva, por lo que los cileulos demogrificos basados solamente en la exten sién de los recintos amurallados pueden conducir a conclusiones erréneas. Es necesario tener ‘en cuenta que las cuatro fases enunciadas no se suceden linealmente afectando a'la totalidad del tejido urbano de manera uniforme; por el contrario, la realidad arqueolégica demuestra que cada una de estas fases, al tener un largo periodo de desarrollo, coincide en parte con las otras en ciertas zonas. La expulsién del interior de la ciudad de las instalaciones artesanales que requieren mis superficie durante la 2" fase (expansin), suele ir acompaiiada de la funda cién de los primeros cementerios extramuros, produciéndose asi los sintomas iniciales del desbordamiento urbano (4* fase). El fraccionamiento de la propiedad urbana, que sin duda se intensifica en la ciudad saturada (3* fase), esti sucediendo desde el primer momento de vida de la medina por simple reparto hereditario, lo que impide que podamos identificar de mane- ra automatica cualquier subdivision como indicio de saturacién. Es muy dificil estudiar a través de la arqueologia los procesos de formacién urbana en niicleos que han Hegado habitados hasta la actualidad, por lo que estamos obligados a pres- tar especial atencién a los despoblados, que fosilizan un estado mas © menos avanzado de la evolucién urbana sin las profundas transformaciones y destrucciones ocasionadas por siglos de ocupacién posterior. Aunque para la elaboracién de este sistema de interpretacién hemos tenido muy presentes nuestras investigaciones directas sobre ejemplos concretos como la ciudad de Murcia (fig. 1) y el despoblado de Siyasa (fig. 2), creemos que las conclusiones a que esperamos llegar pueden tener validez general siempre que se contemplen las matiza~ ciones necesarias que exige cada caso en particular. Una de las principales salvedades afecta al primer apartado, el de la constitucién, pues existen diferencias notables entre las ciudades fundadas de nueva planta por los conquistadores musulmanes y las que son de origen preis~ limico y pasaron a formar parte de la dar al-Islam por conquista. Estas tiltimas son incluso més numerosas que las primeras y desde el punto de vista histérico y urbanistico presentan una problemitica particular que ¢s, en definitiva, la de la adaptacién de unos espacios pre- existentes a las demandas y necesidades de una sociedad nueva que, de manera mis © menos ripida, termina por sustituir a la anterior’. A partir de cierto momento, no obstante, la anti~ gua civitas se transforms en auténtica medina, en la que los restos romanos no eran sino reli~ quias mis © menos apreciables, y su dindmica urbana, expresada en las tres fases que suce- den a la constitucién, no difiere de la de las nuevas fiundaciones. 234 EVOLUCION DEL PAISAJE URBANO ANDALUSI 1 eaios @ AHONoIGA Fg. 1~ Plano arqueolégico de a ciudad de Murcia. Perimotro amurallado y situa .6n de algunos establecimientos docu ‘metados. Y CeMENTERO % AER > mezouna ‘A TALERDEVIORO — @ TENDA, A la vista de las escasas planimetrias fiables de ciudades islimicas medievales y tradicio- nales con que contamos, podemos determinar que, de manera simplificada, las tramas urba- nas pueden clasificarse en tres grupos atendiendo a criterios exclusivamente fisicos: ortogo- nales, irregulares y de tendencia regular. La presencia de uno u otro de estos modelos fisi- cos en una determinada ciudad o sector urbano se debe a razones histéricas que responden ala vieja controversia sobre la ciudad planificada y la espontinea’. EL urbanismo ortogonal es propio de las fiundaciones estrechamente vinculadas al Estado ©, més bien, a la voluntad de autécratas que ordenaron levantarlas con fines diversos. En ocasiones se trataba de asegurar la conquista y el control de determinadas regiones en momentos de expansién; otras veces la finalidad era mis bien la colonizacién y explotacién del territorio ya ocupado; con frecuencia estaban destinadas a ser residencia y capital del principe que las ordené construir. Se trata de ciudades de aspecto regular, en las que se apre- cia que la totalidad del espacio urbano responde a un trazado geométrico conforme a mode- Jos propios del mundo clisico 0 de la tradicién persa. Este tipo de fundaciones ha tenido escasa trascendencia en el hecho urbano, pues pocas veces sobrevivian a la muerte de sus fandadores y las que perduraron lo hicieron con una gran autonomia respecto al proyecto fundacional, siendo frecuente que su continuidad supusiera la desaparicién paulatina del proyecto inicial, adoptando entonces tramas irregulares o de tendencia regular. El urbanismo irregular, 0 morfolégicamente aleatorio, se caracteriza por la ausencia de un ordenamiento geométrico general del callejero y del parcelario. Desde el punto de vista histérico podria ser el de aquellos asentamientos que se crean de manera “espontinea”, a partir de la decision de la propia comunidad de pobladores, o en los que la autoridad se inhi- be de la organizacién del espacio. Podemos admitir una de las definiciones mas utilizadas 235 ae Ebert ds Gyn, Com « Xi-XIID), Planta del yacimiento con Z esis san ea == cavaca a alcazab y ol conaroro ia ran gestacado lo sectres peri a % ear y =, — “ao - 4 4 : Enrada a “ss ALBACAR aa e~ 2 aa EVOLUCION DEL PAISAJE URBANO ANDALUS! ntre ambos modelos: ¢1 para expresar la diferencia el urbanismo planificado se ordena pri mero lo ptiblico para después descender a lo privado, 0 dicho de otro modo, se disponen en primer lugar los ementos comunes © marco general; mientras que en el espontineo se parte de lo privado, es decir, de la casa. En su origen, muchos de estos nticleos surgen a pa tir de la decision de un grupo unido por vinculos familiares o tribales que se establece atraido por las posibilidades de explotacién agricola, comercial, estratégica ¢ incluso industrial y construyen de manera comunitaria las infraestructuras hidriulicas y defensivas necesarias’ Una vez asentados, residentes y vecinos deciden la posicién de las calles y su ancho apoya~ dos por una jurisprudencia que favorece el entendimiento y s6lo interviene si no hay otra solucion: “Si la gente no se pone de acuerdo acerca de la calle, hagase de siete codos”. Las decisiones tomadas por la comunidad de vecinos, individual o colectivamente, son las que factores complicados ¢ integrados 0 a condicionamientos tales como la topografia, la situacién de puntos de atrac- acaban por dar forma al medio fisico. Cada de: in es una respuesta cién -como puertas, fuentes de agua, ete.-, las relaciones sociales y, especialmente, las deci- siones tomadas previamente por otros vecinos” Finalmente, existen tramas urbanas que no son ortogonales pero tampoco las podemos considerar desordenadas pues presentan una disposicién de tendencia regular. Las razones que explican la formacién de este’ modelo son diversas. En ocasiones se trata de ciudades 0 barrios planificados en origen por el Estado pero ya en proceso de transformacin, debido ala dindmica urba teriza por la inexistencia de reglamentacion y por la ausencia casi total de lo “puiblico”, pues fstica propia de la sociedad iskimica de los primeros siglos. Esta se carac- Fig 3 Algeria istimica de Via Vieja (Calaspara, Mure) (6. Xi. Pano a rrurala y casas excavadasParo base _ 10s espacios se dividen en privados o colectivos" y asi lo ampara la jurisprudencia"*, Pero en Inde Pozo otros casos hallamos estas morfologias en asentamientos en los que hay que descartar la inter~ Fig, 4. Despoblado de Siyasa: lcaserio excavado (ss. XI-Kll). Se han destacado los nicleos residencales (casas 9 18 10, 12 14) que conformaron en orgen ‘grandes viviendas que fueron mas tarde subdividdas. PAISAJE ¥ NATURALEZA EN AL-ANDALUS b: PLANO BASE, MARYELLE BERTRAND Y JOSE SANCHEZ PLANO BASE. ANA PUJANTE Fig 5- Despoblado de Jlopos (La Peza, Fig 5 Fonaleza de Puentes (Lorea, Mocs) Abardonada en la segunda seas de igo XI. EVOLUCION DEL PAISAJE URBANO ANDALUSt vencién organizadora del poder, por ejemplo, en cualquiera de las alquerias o niicleos rura- les andalusies que se vienen excavando: Bofilla, Los Gudjares", Calasparra la Vieja (fig. 3)", Jolopos (fig. 5)", la propia Siyasa (fig. 4)” 0 cl posible granero fortificado de Puentes (fig. 6)"; ejemplos todos ellos en los que se puede comprobar que sus caserios estin mis © menos ordenados y con frecuencia sus calles presentan trazados de tendencia regular. Estariamos, en definitiva, ante ejemplos de “regularidad orginica” generados por la “coherencia geo- grifica o geometria natural del espacio”” © por la existencia subyacente de un proyecto pre- vio de caricter agricola (parcelaci6n, irrigacién o drenaje). Las tramas de tendencia regular han sido creadas por una voluntad planificadora pero ésta no tiene por qué ser el Estado, pues la propia organizacién de los procesos de trabajo agricola demanda formas geométricas y limitadas y, cuando sobre parcelarios asi formados se dan procesos de urbanizaci6n “espon- tineos”, se generan tramas que no podemos considerar anirquicas ni carentes de orden, La creacién de espacios agrarios junto a los habitados seria inmediata, si no anterior, a la fun- dacién de muchos micleos urbanos, puesto que desde el primer momento los nuevos pobla~ dores tienen necesidad urgente de alimentos y, en consecuencia, también desde época muy temprana la e dando lugar a un parcelario urbano mas o menos ordenado. Es necesario destacar esta idea ansién constructiva sobre huertos de trama necesariamente regular estaria puesto que tiltimamente cualquier regularidad u organizacién del espacio se viene interpre~ tando, de forma cuando menos précipitada, como indicio de planificacién dirigida desde fuera de la comunidad y previa a la ejecucién de cualquier obra”. La casa organizada en tomo a un patio cuadrado o rectangular, propia de la mayor parte de las ciudades islimicas tradicionales, es un elemento fiandamental en la formacién del pai saje urbano y otro de los factores que contribuyen a que siempre exista una cierta ordena~ cién y regularidad, incluso en los asentamientos espontineos. Si la célula del tejido urbano es una forma geométrica, es normal que las secundarias que se generan a partir de ella, con- forme se adosan nuevas viviendas a las fimdacionales, sean también de tendencia regular. Este modelo doméstico es uno de los principales factores que contribuyen a dotar a la medi- na de una personalidad propia, diferente de la ciudad del occidente cristiano. En efecto, en las casas iskimicas el patio y no la via publica es la fuente principal de luz y ventilacion y por tanto no es necesario que tengan fachada a una calle amplia, Gracias a ello y a una jurispru- dencia que favorece el acuerdo entre vecinos y el uso compartido de las medianerias, el tej do urbano espontineo crece por yuxtaposicién de nuevas viviendas, conformandose final- mente unas manzanas muy anchas, penetradas por adarves que facilitan el ingreso a las pro- piedades interiores. Por el contrario, en las ciudades islimicas en las que la vivienda de patio central no es la dominante, como sucede en Turquia, cambia la trama urbana y el adarve puede llegar a desaparecer por completo”. En términos generales se puede considerar que la construccién de la muralla es la cul~ minacién de la etapa constitutiva®, caracterizada principalmente por la existencia de amplias zonas intramuros sin edificar, destinadas normalmente a la instalacién de huertos y jardines; asi como por la presencia, también en el interior del perimetro amurallado, de la mayor parte de los fendmenos que se suelen calificar como periurbanos en la ciudad saturada: cemente- rios, alfares, tenerias, etc. A continuacién nos ocuparemos de todos estos aspectos. Murallas fundacionales La construccién de las primeras murallas supone la culminacién del periodo de constitu- cién de la medina. Aparte de las estrategias de defensa y de la topografia del terreno, st tra zado estaba condicionado por unas previsiones de crecimiento, lo que suponia encerrar amplias zonas vacfas especialmente en la periferia del nticleo habitado. Lézine, interesado en 289) PAISAJE Y NATURALEZA EN AL-ANDALUS afirmar la validez de sus cdlculos demogrificos basados en la superficie de las mezquitas y su comparacién con la extensién de los perfmetros amurallados, considera que la previsién era tuna preocupacin ajena a los arquitectos medievales y que este concepto sélo se da a partir de la “démographie galopante” de los tiempos actuales. La prueba que, segin Lézine, justi- fica esta afirmaci6n son las multiples ampliaciones o reconstrucciones durante la Edad Media de mezquitas que quedaron demasiado pequeftas®. Nosotros, sin embargo, somos de la opi- nin de que este hecho puede demostrar que los cilculos iniciales fueron superados, pero no sirve para afirmar la ausencia de unas previsiones realizadas en la fase constituyente de toda ciudad, Por el contrario, consideramos que los espacios vacfos que, a modo de cintu- r6n, existian entre el caserio y las murallas s6lo pueden entenderse como areas de reserva destinadas a ser edificadas conforme el crecimiento urbano asi lo exigiera. Por tanto, el conocimiento detallado de las cercas que se levantaron con el fin de proteger las ciudades mis tempranas de al-Andalus seria de gran ayuda para comprender las pautas de este proce so formativo pero, por desgracia, apenas nos ha Ilegado informacién alguna al respecto. De hecho, sélo podemos aproximarnos a este tema mediante datos escasos y dispersos proc dentes de las fuentes escritas y, cada vez mis, de las arqueoldgicas ‘Creemos que uno de los factores que han dificultado la comprensién de los recintos finda cionales y su posterior evolucién ha sido la existencia en la mayor parte de las ciudades anda- lusfes de unas potentes murallas de tapial de hormig6n levantadas tardiamente (siglos XII y XII)", cuando se hizo mucho miis evidente la amenaza militar de los reinos cristianos, cuya edificacién sobre el mismo trazado de los recintos anteriores borré todo rastro de unas defer sas mis pobres desde el punto de vista constructivo®. En efecto, una vez establecida, la cerca se convierte en un elemento urbano muy estable, que se rehace con frecuencia pero que rara~ mente experimenta cambios significativos en su trazado. De igual manera que las murallas de tapial calicastrado fueron después restauradas muchas veces con mamposteria hasta perder su aspecto original, también hay que entender que las defensas paleoandalusies de tierra fueron en gran medida reparadas o/y reedificadas con argamasa a partir de época almorivide, con la dife- y sélo cuidadosas excavaciones arqueologicas pueden revelar algiin dato al respecto. Ain no tenemos suficiente informacién acerca de este fenémeno, aunque si existen algunos ejemplos sobre los que que- remos llamar la atencién. En relacién con las s6lidas murallas de tapial de hormigén de Sevilla, que tradicionalmente vienen fechindose en época almorivide—almohade, Tahiri cree que los afficanos se limitaron a “...eféctuar obras de restauracién en la parte defectuosa de la muralla preexistente...”, cuyo trazado fue “...hecho por los ‘Abbadies como medida urgente de defen- sa conta los ataques de los almorivides”®. La hipétesis de Tahiri nos parece muy sugerente pucs al defender la existencia de unas murallas de tierra del siglo XI, rehechas en el XII median te sélidos tapiales de hormigén, coincide en lineas generales con la nuestra. Sabemos por las fizentes que las murallas fundacionales de Badajoz que ordené levantar al-Villiqi estaban hechas de tapial de tierra (eurab)”. También las fuentes drabes indican que la primitiva muralla de Sfax: 6. IX) era de adobe y que fue reparada mis tarde con piedra; segiin al-Bakri (¢. XI) el muro era de adobe y piedra y ya en el siglo XII al-Idris nos refiere que era completamente de pic~ dra, Estas noticias las recoge Margais” y de ellas podemos concluir que la obra original del siglo IX era de adobe con zécalo de piedra y que varios siglos después las continuas reparaciones la transformaron, dindole el aspecto pétreo que nos transmite al-Idris. En el caso de Murcia, que hemos estudiado directamente a través de fuentes escritas y arqueolégicas, nos inclinamos a creer que existia una fortificacién de tierra, sin zécalo de mamposteria, cuyo trazado coincidia total o parcialmente, con el de la obra de hormigén mis reciente que es la que lego a la con~ quista cristiana y que nadie fecha antes de la segunda mitad del siglo XT”. rencia de que, en este caso, desaparecié casi toda huella de la obra anterior Evidentemente, el conocimiento del trazado de las murallas paleoandalusies no ¢s una cuestién baladi para el estudio del urbanismo de ese momento, pues de lo contrario segui- 240 Fig, 7. Umm a-Yimal (Jordi), DDespobiado bizantno abandonado en 0ca omeya. Obsérvense las amplas zonas les de construciones y las calles en proceso de formacion en aque- las areas en las que el casero comienza a densifcase, EVOLUCION DEL PAISAJE URBANO ANDALUS! remos tratando de establecer la extensién y caracteristicas de las ciudades a partir de conje- turas infiundadas y aprioristicas, como por ejemplo la situacién de los establecimientos “periurbanos”, a saber: huertos, alfares y cementerios, que s6lo en la ciudad saturada se siti an extramuros, Por el contrario, pensamos que las murallas altomedievales delimitaron un tipo de ciudad en donde un caserio mas © menos disperso convivia con amplios huertos de caricter productivo, con areas artesanales y comerciales ¢ incluso con sus cementerios, pues to que en este momento la ciudad no se habia saturado y por lo tanto no tenfa necesidad de expubsar de su recinto lo que después si podemos considera fenémenos periurbanos. Espacios vacios intramuros Otro prejuicio muy extendido tradicionalmente ha sido el de las imagenes contrapues- tas de las ciuudades medievales cristiana e islimica: mientras que las primeras eran vistas como espacios en los que convivian armoniosamente areas vacias y caserio”, a las segundas se las PLANO BASE. BERT DE VRIES PAISAJE Y NATURALEZA EN AL-ANDALUS PLANO BASE. PLAN ESPECIAL Fig, 8 Manat al-Zahrat(Cérdoba s X) asociaba habitualmente con tejidos urbanos abigarrados en los que escascaban 0 no existian zonas sin construcciones’. Lézine fue uno de los primeros en criticar esta idea afirmando que, sin necesidad de remontarse a la Edad Media sino s6lo dos 0 tres siglos, las descripcio~ nes muestran que las antiguas ciudades musulmanas inclufan espacios libres, plazas piblicas, jardines y huertos que han desaparecido en la actualidad; el urbanismo en aquellos tiempos ‘era mucho mis “aéré"””, Ciertamente, la presencia de huertos y jardines dentro de una ciu- dad era valorada como signo de bienestar y calidad de vida, mientras que su ausencia deno- taba congestion ¢ insalubridad, tal y como recogen en muchas ocasiones las fuentes escri- tas. Algunos de los que han identificado la existencia de tales espacios en la ciudad iskimi~ ca han sugerido explicaciones de caricter militar, entendiendo que los huertos estarian “des- tinados a asegurar el abastecimiento provisional de la ciudad en caso de sitio"; otros los han interpretado como expresion de la decadencia de una ciudad anteriormente densa, es decir, los consideraban manifestaciones de la regresién urbana’, lo que s6lo puntualmente es cier~ to”. Sin embargo ahora queremos ocupamos de un fenémeno mucho menos conocido: los espacios no edificados y/o huertos como elementos caracteristicos del periodo constitutive de la medina. Se trataba de amplias zonas vacfas situadas en la periferia del caserio habitado, que con- formaban un cinturén perimetral anexo a la cara interna de la cerca, cuyo origen son las pre~ visiones I6gicas de crecimiento efectuadas cuando se trazaron las murallas fundacionales. Ademis, existen otros terrenos sin construir en el mismo corazén de la medina, en medio de un caserio que en este momento tiene un aspecto disperso debido, precisamente, a la abundancia de esas zonas libres que eran también, en la mayoria de los casos, espacios de reserva directamente vinculados a las viviendas adyacentes. Algunos yacimientos arqueolégicos, entre los que destacamos el despoblado jordano de Umm al-Yimal, Madinat al-Zahra’ (Cérdoba), Siyasa (Murcia) 0 Murcia, proporcionan datos interesantes y complementarios acerca de la naturaleza dispersa de la ciudad iskimica mis temprana. 242 EVOLUCION DEL PAISAJE URBANO ANDALUS! El interés urbanistico de Umm al-Vimal (fig. 7)” reside en que estamos ante uno de los cescasos ejemplos de ciudad atin dispersa, abandonada antes de convertirse en una medina de las Hamadas tradicionales, que quedé fosilizada cuando comenzaban a formarse algunas de las calles por aproximacién de las diferentes agrupaciones, aunque todavia predominaban los ‘grandes espacios abiertos. En la planimetria se aprecian las manzanas, seguramente familia~ res, y las grandes viviendas que van creciendo por yuxtaposicién de unidades domésticas cuando atin sobra espacio dentro del recinto amurallado. A diferencia de la anterior, Madinat al-Zahra' (fig. 8) presenta una organizacién geomé- trica, pero también es un buen testimonio del aspecto que debié tener una medina antes de egar a las habituales fases de saturacién y desbordamiento. Su temprana destruccién per- mite apreciar en la planimetria publicada por Vallejo la existencia de amplias zonas interio- res sin edificar cuyo uso no es ficil determinar. Creemos, no obstante, que el gran vacio situado bajo el aleazar estaria destinado a huertos, pues muestra trazas de una organizacién regular que es propia de los espacios irrigados™, Ademis de reservas extensas de suelo entre el caserfo y las murallas, el asentamiento de los primeros grupos familiares en el interior de la medina de Murcia dejé zonas libres entre las casas. No tenemos datos matetiales que permitan saber su fancién, aunque parece l6gi- co suponer que pertenecerfan a las familias instaladas en sus proximidades y que podrfan uti- lizarse como huertos o jardines. Contamos con un texto arabe que consideramos muy escla~ recedor y que apoya la tesis por nosotros defendida: se trata de un pirrafo del Nath al-fib, de al-Maggari relativo a la ciudad paleoandalusi y que dice: “Después de Tudmir, la capital pas6 a ser Murcia, lamada al-Bustan (la Huerta) por sus numerosos huertos cercados””. Parece evidente que los huertos a que hace mencién el texto estaban emplazados en el int rior de la propia ciudad a la que daban nombre y que no se esti hablando de la extensa y famosa vega del Segura, en donde las parcelas cultivadas con cerca o tapia son, y han sido siempre, excepcionales, pues resultan incompatibles con los sistemas tradicionales de riego comunitario, Estos huertos urbanos acabarian siendo edificados progresivamente ante el cre~ niento de la poblaci El despoblado de Siyasa nos offece otro ejemplo de vacios intramuros (fig. 2). Si observa mos la planta del yacimiento podremos comprobar que en su frente meridional y en los secto- res interiores proximos a la muralla no hay estructuras, lo que nos permite concluir que se trata de la superficie de reserva prevista para el Iégico crecimiento de esta comunidad andalusi que fue conquistada en 1243, También existieron en la Siysa mis temprana dreas sin construir entre las casas, que s6lo en fases avanzadas fixeron edificadas, segtin veremos mis adelante. Cementerios intramuros Los cementerios son uno de los elementos de la medina que habitualmente vienen siendo considerados como tipicamente periurbanos, debido a que en las ciudades tradi- cionales que llegaron a época colonial suclen estar situados junto a las puertas pero extra~ muros. Por esta razén, muchos historiadores, al detectar la existencia de un almacabra intramuros, acostumbran interpretarlo como una fandacién exterior, incorporada al recinto urbano debido a la ampliacién de las murallas”. Al no establecerse la distincién entre ciudad dispersa y saturada se incurria en el grave error de creer que instalaciones de este tipo, que efectivamente estan desplazadas a la periferia de las ciudades saturadas, han de estarlo también en los niicleos de poblacién mis tempranos que, como hemos visto, no tienen problema alguno en incluir en el interior de su recinto murado incluso espa- cios agricolas o simplemente vacios. 243 PAISAJE V NATURALEZA EN AL-ANDALUS, Fig. 9- Casa con dos patios excavada fn un solar de la calle $. Nicolés de Murcia (ss. X-XI). Las seputuras del sal6n occidental se construyeron ‘cuando la propiedad se transformé en un cementerio, En las fuentes encontramos algtin ejemplo clocuente de lo que venimos exponiendo: en Basora, fundada en el afio 638, las diferentes tribus érabes recibieron una demarcacién terri- torial o jifta en la que establecieron sus viviendas. Segtin al-Mawardi, en el centro de cada uno de estos cinco barrios, que a su vez circundaban la mezquita mayor y la dar al-imara, se reservé un amplio espacio libre (rahba) que servia para estabular los caballos, para orar y como ‘cementerio". También en cada jitfa de las veinte con que contaba Kufa, fiindacion contem- porinea de Basora, las tribus establec ron su propia mezquita y su lugar de enterramiento® En Murcia se han detectado varios ejemplos de cementerios que no slo estaban situa- dos intramuros sino que fureron fundados en fechas tempranas sobre edificios preexistentes, 244 mm MURALLA mmm LAPIDAS MAUSOLEOS EXTRAMUROS: PAISAJE Y NATURALEZA EN AL-ANDALUS Fig. 11. Sector urbano excavado en Pechina, Almeria (s. X) Se han desta- ado las casas y ol adarve que, al pare cer, conformaban an crigon una sola Propiedad normalmente casas (fig. 1)". Este fenémeno constituye, a nuestro juicio, una prueba elo~ cuente de que en la ciudad dispersa la presencia de almacabras intramuros no es, ni mucho menos, excepcional. Quizis el caso mas paradigmitico sea el de San Nicolis, un espacio que a mediados del siglo X estuvo ocupado por un alfir sobre el que se levanté una gran vivie1 da que acabé por transformarse en cementerio (fig. 9)", el cual se mantuvo en uso hasta la conquista cristiana, siempre en el interior de la medina. Un segundo ejemplo fue analizado en ha calle Polo de Medina, en el centro de la ciudad, donde se document una suntuosa residencia de época califal amortizada por un cementerio que se instalé sobre ella y se man- tuvo en uso desde el siglo XI hasta fines del XII o ya entrado el siglo XIII. El tercer ejem- plo guarda ciertas similitudes con el primero, pues se trata de un solar de la calle S. Antonio en donde se descubrié parte de un almacabra, algunos de cuyos enterramientos se habjan efectuado en el interior de un salén mas antiguo™ en un inmueble de plaza Amores, en el extremo oriental de la medina, han permi . Recientes excavaciones Ilevadas a cabo. ido com- probar la existencia de otro caso que amortizaba una vivienda fechable en el siglo Xo en el XI". En la calle San Pedro se exhumé6 parte de otro instalado sobre niveles constructivos previos de época paleoislimica cuya naturaleza no pudo ser definida® La mayor parte de los cementerios creados sobre casas los debieron hacer particulares movidos por el consejo corinico, que prometia al “que cuente en su haber con una bella intercesién (en favor de otro), (que) tendré una buena parte de ella para si mismo””. Pero Jo que ahora nos interesa destacar es el hecho de que se trata de instalaciones que pudieron ser creadas intramuros porque habia espacio suficiente y la demanda de suelo urbano para viviendas no era tan grande como para hacer inviables tales iniciativas. Cabria pensar que estamos ante la invasion de la medina por elementos periurbanos debido a una gravisima recesion demogrifica, pero las evidencias histéricas demuestran que, por el contrario, Murcia experiments en el siglo XI un desarrollo importante, andlogo al de la mayor parte de las ciudades andalusies y especialmente de las Ievantinas. Este fenémeno, bien documentado en Murcia, acredita que algunos de los cementerios intramuros que han sido hallados en niicleos saturados de otras partes de al-Andalus 0 que mencionan las fuentes érabes”, no deben ser considerados automiticamente como funda~ ciones exteriores incluidas tardiamente en el recinto urbano_y, por consiguiente, su valor para calibrar y fechar ef crecimiento de la ciudad ha de ser redefinido. Entre éstos, el pri- mero que habria que cuestionar cs, precisamente, el de Santa Eulalia de Murcia, estableci- miento intramuros que desde que firera excavado a mediados de los afios 60 por Jorge Aragoneses ha s medina por el trazado de una nueva muralla que ampliaba el perimetro anterior’ ido valorado un tipico ejemplo de magbara periurbana, incorporada a la EL hallazgo fuera de Murcia de otros ejemplos viene a evidenciar que lo estudiado en esta ciudad no es un comportamiento local. El cementerio intramuros de Siyasa es un caso elo~ cuente de cémo un hecho tradicionalmente considerado periurbano es plenamente urbano en la ciudad que no ha sufrido todavia su completa saturacién™. Denia ya ha proporciona- do otro caso interesante, perteneciente a “un momento avanzado de la ciudad drabe” que estaba emplazado “Sobre vestigios de edificios domésticos”™; también en su singular arrabal Iamado cl Forti se dispuso desde el principio que su almacabra estuviera intramuros, junto ala puerta que affontaba la medina y abierta a la via principal; con el paso del tiempo y pre sionado por la escasez de espacio las sepulturas terminaron invadiendo la calle™. Orihuela es otro caso recientemente descubierto; alli el cementerio aparece junto a la muralla’’, docu- mentindose debajo de los enterramientos restos de muros que presumiblemente correspon- den a viviendas emirales (fig. 10). En Balaguer existia otro cementerio®, al igual que en Valencia” y en Alicante; en esta tiltima se ha excavado uno y de un segundo se tienen noti~ cias documentales. En Pechina, donde el caserio y el cementerio s6lo estan separados por 246 Fig. 12. Homo de vidio excavado en la calle Polo de Medina de Murcia (s. Xl ‘Aprécese la banquelaulrasemicrcular ‘en la que se han destacado las huelas de los criscles. EVOLUCION DEL PAISAJE URBANO ANDALUS! una instalacién comuni- una calle (fig, 11), el habitual prejuicio de creer que la maqbara taria que hay que situar fuera de las murallas, forzé la interpretac én de que las inhumacio- nes se realizaron ante cerimico obligé a concluir que eran coetineos”. Ain mis forzada es la explicacién que se ha dado al cementerio de la Almoina de Valencia, pues segin sus excavadores “constituye, en si, un caso atipico (...) por hallarse a intramuros de la ciudad. Esta circunstancia nos indu- n “progresivo abandono” de las casas, aunque el estudio del material se tratase de un osario esta~ jo a pensar, en principio, que se trataba de la rawedsa (...) 0 tal v blecido durante el asedio de la ciudad por el Cid...” Instalaciones artesanales intramuros jalmente los talle Al igual que los cementerios, las instalaciones artesanales, y muy espe: res alfareros y las tenerias, han sido considerados por la bibliografia tradicional como fené- menos tipicamente periurbanos", Esto, sin embargo, en muchas ocasiones no concuerda con la informacién que proporcionan las excavaciones arqueolégicas y las fuentes escritas medievales debido a que, como ya expusimos antes, el modelo de medina que se ha gene- ralizado entre los investigadores refleja una realidad urbana muy tardia que nada tiene que ver con la de otras épocas. A’continuacién nos ocuparemos de algunos ejemplos que demuestran que el emplazamiento de las instalaciones artesanales depende también en gran medida del grado de saturacién del tejido urbano y, en iiltima instancia, de la mayor 0 menor disponibilidad de espacio en el interior del recinte amurallado™. PAISAJE Y NATURALEZA EN AL-ANDALUS Fig. 13.- Horo alfarero excavado en un solar de a calle Cortés da Murcia (8! ‘clara de coocién con su carga B:cenicero En la Murcia andalusi, detris de las tiendas que flanqueaban su arteria principal, solian situarse casas, pero también instalaciones artesanales cuyos productos se comercializaban en el zoco colindante. Dos de estos talleres destinados a la fabricacién de vidrio estaban muy ctual plaza Belluga (fig. 12). Otra agru- paci6n artesanal se ha venido documentando en el arranque de la bifurcacién de la calle cerca de la mezquita aljama, el menor abierto a la San Nicolas con respecto a la de San Pedro, es decir, en el sector occidental de la via prin cipal. En tres solares alli excavados se han hallado evidencias de instalaciones destinadas a la manufactura del hierro: se trata de pequefios homnos de forja y desechos de produccién metilica, especialmente nédulos férricos". Los dos casos comentados parecen indicar que cn la Murcia iskimica los talleres de un mismo artesanado tendian a agruparse en sectores diferenciados del zoco®, pero también cabe concluir que los obradores dedicados a las manufacturas metilicas y del vidrio tuvieron muy presente la cercania de los puntos de comercializacién, prevaleciendo este criterio sobre otros, como la menor carestia del suelo en reas mis alejadas del ¢ i ntro de la medina o la existencia de menos riesgos de polucién ¢ incendio®. También se han localizado alfares de los siglos X y XI en el interior del recin— to amurallado (fig. 13)”, lo que se ha interpretado automiticamente como una prueba de Ja existencia de una muralla anterior de perimetro mis reducido, hipétesis que en la actua- lidad nos parece infimdada pues, como venimos repitiendo, en la ciudad dispersa, en la que abundan las zonas cultivadas y los espacios vacios, los alfares pueden también establecerse intramuros siempre que lo ha reas mas o menos periféricas donde no ocasionen molestias ni peligro. a de Alicante de un “homo de coccién de cerimicas, que podria fecharse en el siglo X"*. También se Fuera de Murcia tenemos noticias del hallazgo en cl interior de la me han documentado tres hornos y un testar en el interior del recinto fortificado del Plano de Almati, perteneciente a la antigua medina de Balaguer” El hecho en cuestién esti bien analizado en ciudades orientales como es el caso de Alepo en donde “les activités artisanales polluantes ou désagréables pour l’environne- ment, tcinturerie, forge, chaudronnerie de cuivre et surtout tannerie, qui seront install es plus tard dans des faubourgs ou hors des zones construites...4 'époque ottomane ou méme avant, sont toutes intra-muros et méme trés proches du centre (...) En effet, ce sont des activités essentiellement citadines et done intégrées au milicu urbain malgré leur désa~ grément 248 EVOLUCION DEL PAISAJE URBANO ANDALUS! Expansién El fenémeno de la expansin es comnin a casi todas las ciudades y en el caso de las medi~ nas medievales no necesariamente estaba planeado por a autoridad central. Tal y como expone Akbar, la mayoria de los nticleos islimicos se expanden a lo largo del tiempo bajo iniciativa privada, aunque no de manera aleatoria sino de acuerdo con unos principios, por lo que la morfologia resultante del crecimiento de la ciudad esté causada por muchas decisio- nes a pequefia escala tomadas por los usuarios, lo que incluye el empleo de criterios orde- nadores aplicados a espacios reducidos. La posesién de la propiedad inmueble en la mayo ria de las éreas urbanas del Mundo iskimico medieval se establecié por revivificacién de tie mas muertas (mawat), es decir sin uso ni duefio, y por parcelacién (igfa’) y reparto por parte del gobernante”. La jurisprudencia islimica animaba a la creacién de propiedad privada, asi como al reparto justo de los recursos y del espacio entre los miembros de la comunidad. Asi, excepto los hanafies, todas las escuelas estén de acuerdo, segin la tradicién del Profeta, en que no es necesario el permiso del Estado para revivificar tierra muerta; Malik hace una dis- tincién entre las tierras colindantes con Areas urbanas y distantes de ellas: las primeras reque~ ririan permiso pero no las segundas. Tanto la apropiacién privada como la parcelacién por parte de la autoridad implican und delimitacién territorial que siempre ha de dar formas mis © menos regulares y ordenadas que faciliten los trabajos agricolas y permitan garantizar los derechos del resto de la comunidad. Con frecuencia, el término expansién urbana aplicado a la ciudad medieval se entiende como la ocupacién de dreas situadas extramuros. Nosotros, sin embargo, lo emplearemos con caricter restrictivo en referencia al crecimiento del caserio a costa de huertos 0 jardines intramuros, de instalaciones artesanales y, en ciertos casos, de espacios vacios. Segiin la natu- raleza de la superficie urbanizada diferenciaremos tres tipos de expansi6n. Las dos primeras tienen en comiin que se producen sobre terrenos no construidos: una sobre las grandes éreas sin edificar existentes entre los bordes del caserio y la muralla (expansién en sentido estric- to); la otra, de menor entidad, sobre los pequefios espacios vacios que habia en el interior del caserio (densifica no siempre existe un limite bien definido entre la zona edificada y las amplias Areas de reser= nn). Reconociendo que esta subdivision es algo arbitraria dado que va, consideramos que puede ser itil mantenerla pues, desde el punto de vista urbanistico, no es lo mismo ocupar y transformar los grandes espacios que construir en los pequetios huertos domésticos y en ciertos vacios que han quedado de manera residual entre las vivien- das mas antiguas: mientras que en el primer caso podemos observar un trazado de tenden- cia regular heredado de un parcelario riistico, en el segundo lo habitual ¢s que las nuevas construcciones estén condicionadas por el caserio preexistente”. En tercer lugar, nos ocu- paremos de la expansién sobre ciertas instalaciones artesanales, normalmente tenerias y alfa- res, que terminan siendo desplazadas fuera del recinto amurallado. Por tiltimo trataremos la expansién sobre los cementerios fundados intramuros que, aunque mis escasa, ¢s un hecho arqueolégicamente bien probado. En la periferia del caserfo Este fendmeno lo hemos estudiado en el frente norte de la medina de Murcia, en la fran ja comprendida entre la calle Platerfa y la muralla (fig. 1). Esta zona estaba, al parecer, ocu- pada por huertos y jardines que condicionaron la forma de las nuevas manzanas residencia~ Jes, cuya tendencia regular contrasta con las situadas al sur de la misma calle, en donde se situaban los edificios mas antiguos. Estos huertos urbanos delimitados por los caminos de acceso a las diferentes parcelas y por las acequias que los irrigaban, presentarfan la forma 249 PAISAJE Y NATURALEZA EN AL-ANDALUS regular, cuadrada o rectangular, propia de los espacios cultivados". Cuando estas éreas fixe ron progresivamente edificadas se mantuvo la ordenacién_preexistente, sin que ello supu- siera intervencién urbanizadora alguna por parte del Estado”. Un frente similar de manzanas Jo encontramos intramuros en el barrio de Axares de Granada, entre la calle de San Juan de los Reyes y la Carrera del Darro (fig. 14). También en Fig, 14. Baro de Axares en Granada. Cbsérvese la regulardad de las manza- nas que antes de edicarse debieron ser | PLANO BASE. ANTONIO ORIHUELA UZAL Y LUIS JOSE GARCIA PULIDO Parcels de cultvo. 250 Fig. 15. Medina de Sevila Area peri. 2 intramuros formada por manzanas de tendencia roglarcuyo trazado parece tener un origen agricola. Fig, 16~ Medina de Jaén. La forma rogue lar de las manzanas destacadas y los ‘nombres de algunas de ls calles

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