Sunteți pe pagina 1din 10

El enfoque clasista y los movimientos sociales en la América Latina

Alberto Pérez Lara

En esta presentación no pretendo ni puedo dar una explicación de la génesis de


la conformación de las clases, la estructura de clases y sus luchas en el contexto
de América Latina en los últimos 20 o 25 años; me concretaré más bien en
exponer algunas ideas y criterios acerca del comportamiento de las relaciones
clasistas ante la irrupción de los nuevos movimientos sociales.

La proliferación de los nuevos movimientos sociales en relación con el


comportamiento clasista produjeron un conjunto de interrogantes que fueron
desde la negación de las clases, hasta la aplicación forzada y esquemática de la
concepción marxista de las clases y la lucha de clases. En el plano político e
ideológico tuvo su costo en fracturas, divisiones y hasta oposiciones dentro del
movimiento político de izquierda y de este con el movimiento social, y en el plano
teórico produjo cierto alejamiento del marxismo.

En este contexto, dentro de la diversidad de enfoques teóricos en los estudios


sobre los nuevos movimientos sociales en la década de los años 80 del siglo
pasado y hasta el presente se pueden agrupar, al menos dos posiciones: Una que
podemos denominar como “clasisista” y la otra movimientista.

El enfoque “clasisista” o clasista extremo utiliza la categoría de clase social


como el eje fundamental y único de los análisis que se realizan sobre los
movimientos sociales y otros actores en América Latina y derivan de ello sus
intereses, posiciones de lucha, la ideología que deben adoptar, misión histórica a
realizar, etc. Se produce una inversión en el proceso del conocimiento de este
fenómeno; pues se va de la idea, de un saber dado en otras condiciones
históricas y por lo tanto, de la teoría verdadera, fundamentada y comprobada (el
marxismo), a su aplicación mecánica en las nuevas prácticas de una parte

1
importante de estos recientes agrupamientos sociales. Entonces no se trata
simplemente de aplicar la teoría, sino de comprender esas nuevas prácticas,
estudiarlas y conocerlas para producir un nuevo conocimiento, enriquecedor de la
teoría revolucionaria existente, de la cual se toman los principios teóricos y
metodológicos fundamentales.

A pesar de las exageraciones que se puedan señalar, este enfoque aporta


importantes, y decisivos elementos para el análisis y comprensión de los nuevos
movimientos sociales; pero al reproducir esquemas rígidos a una realidad y
contexto histórico diferente, como es el que vemos hoy en el continente
latinoamericano, sin la creatividad necesaria, se puede llegar a conclusiones
equivocadas, incluso, falsas. Sus deducciones y conclusiones, al ser fundamento
de la verdad, son inacabadas e incompletas para satisfacer las necesidades
práctico-transformadoras de los nuevos actores sociales.

El contenido clasista, a pesar de los abusos que puedan hacerse de él, es


imprescindible a la hora de estudiar y comprender el proceso de la
recomposición socioclasista que está teniendo lugar en América Latina. La propia
realidad de los acontecimientos y el breve espacio por el que han transcurrido en
su devenir los nuevos movimientos sociales y otros actores están demostrando
que la teoría de clases y la lucha de clases del marxismo está viva y mantiene
vigencia, que sus fundamentos teórico-metodológicos ofrecen valiosos y decisivos
argumentos para encontrar las claves de ubicación y el papel llamado a
desempeñar por los nuevos actores sociales en el proyecto de emancipación
actual.

El enfoque movimientista coloca al movimiento por sí mismo como categoría


fundamental y básica, como célula de la sociedad, en detrimento o negación
absoluta de la pertenencia de clase, argumentando la presencia dinámica y
abundante de los movimiento sociales como nuevo “motor de la historia”. Se llega
incluso a considerar que éstos no sólo sustituirían a las clases, sino también a los

2
partidos. En realidad, los defensores de esta posición exageran sobre la
capacidad de estos nuevos actores, porque la historia ha demostrado que el
movimiento no está en condiciones, por sí solo, de sustituir o diluir las clases
sociales en lo humano general o grupal concreto, ni a otras formas organizativas,
a la hora de la acumulación político-social para producir un cambio revolucionario
integral y profundo de la sociedad; se necesita de una articulación entre el
movimiento social y el resto de los partidos y organizaciones de avanzada.

El enfoque movimientista de manera abierta o encubierta, consciente o


inconscientemente le hace el juego a la ideología burguesa que plantea del fin de
las clases y las luchas de clases y omite uno de los elementos fundamentales
para el estudio de la sociedad y sus cambios. Las clases sociales siguen
representando la división más profunda de la sociedad y sus luchas la fuente
fundamental de las transformaciones históricas. No obstante, el enfoque
movimientista presenta contenidos nuevos que son necesarios tener en cuenta
para el estudio de las relaciones de clases y sus luchas en el nuevo contexto
histórico de las resistencias populares en América Latina frente al sistema de
1
dominación capitalista actual.

Los movimientistas, al criticar correctamente las insuficiencias del reduccionismo


de clase, tienden a sepultar el valor del análisis clasista de los fenómenos
sociales.

En gran parte los enfoques movimientistas alcanzaron una gran proliferación en


las décadas de los ochenta y noventa debido entre otras cosas a:

1 La aplicación dogmática de la teoría de las clases sociales del marxismo a la


realidad latinoamericana.

1
Cfr. Daniel Camacho: «Los movimientos sociales en la sociología latinoamericana
reciente», en: Sistemas políticos, poder y sociedad. Estudios de caso en América
Latina,Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1992, pp. 149-153. En este trabajo pueden
encontrarse otros puntos de vista y valoraciones sobre los enfoques “clasisista” y
movimientista respecto a los nuevos movimientos sociales.

3
2 La médula racional teórica de esta concepción marxista no se enraizó de forma
natural a la cultura particular del sujeto social latino, en dinámica formación.

3 El proceso de integración identitaria a la cultura política, no se generalizó a los


diferentes niveles del conocimiento social, le faltó aporte y creación, como también
sujetos portadores y sistematizadores al nivel de la conciencia cotidiana.

4 A ello se sumó la crisis de los proyectos políticos clasistas, que condujo a finales
de los años 80 a la caída del socialismo en la URSS y Europa del Este y la
consiguiente influencia negativa en la teoría marxista.

Hoy se aprecia una recuperación del referente de clase en la lógica de los análisis
movimientistas más serios (aunque no siempre se declare de forma abierta),
manifestándose un discreto cambio respecto a sus iniciales posiciones
intransigentes. El enfoque clasista, ni como teoría, ni como realidad ha agotado
sus posibilidades, no ha perdido vigencia para el estudio de este nuevo fenómeno
social (cambiante y más inestable que la configuración de clases). Pero hay que
tener en cuenta que el interés de clase también ha estado sometido a la dinámica
de los cambios y se entremezcla, junto a otros, al sistema de los intereses
sociales que activan y conforman los nuevos movimientos sociales, no ocupando
siempre dentro de la regularidad de las relaciones grupales del sistema, el lugar
central y preponderante.

El problema de la formación de intereses tanto individuales como colectivos,


constituyen un elemento principal para poder entender el fenómeno complejo que
se da entre lo movimientista y lo clasisista, produciéndose un entrecruzamiento
entre intereses de clases bien definidos, parcialmente definidos y los que
corresponden a grupos sociales heteroclasistas, entre los que se genera una
sistemática interrelación. Hay que preguntarse también acerca de la formación de
intereses extraclasistas y el peso que tienen en el surgimiento de los nuevos
actores sociales y cómo estos se relacionan e interactúan con los de carácter
clasistas. La resignificación de los intereses formados en la periferia de lo clasista

4
incorpora nuevos elementos al estudio y teorización sobre los movimientos
sociales y el propio contenido de lo clasista.

Estimular enfoques que hacen un énfasis, más de lo necesario en el particularismo


y en el individualismo de los intereses de grupos, en movimientos y
organizaciones con una importantísima presencia en este inicio de milenio,
produce un efecto negativo, con la visión de que se van transformando en “grupos
para sí”, con el consiguiente desarrollo de ideologías y conciencias muy
particulares que borran o enturbian el contenido más estable de lo clasista, por el
cual encontrar un vínculo de interconexión con el conjunto de las relaciones
sociales. Por otra parte, los nuevos actores sociales han sacado de la vida privada
a la pública muchos asuntos que están enriqueciendo el pensamiento político
revolucionario y por lo tanto las visiones sobre paradigmas emancipatorios de
grupos, clases y sociedades.

Estas posturas revelan la necesidad de enfoques integrales o multilaterales en la


investigación sobre estos nuevos actores. Como señalara Engels, hay momentos
en el desarrollo de la teoría (especialmente si es social y afecta intereses
políticos) en que se hace más énfasis del necesario en un aspecto u otro; pero
eso tiene un límite, en el momento en que perjudica la propia veracidad y
desarrollo de la teoría. El sistema de las nuevas prácticas revolucionarias está
retando a su teoría de las clases y la lucha de clases para que incorpore de una
forma creadora su contenido y valore críticamente el nuevo conocimiento
aportado.

Los movimientos sociales no pueden dejar de analizarse en relación con la


política, la que está indisolublemente ligada a los intereses de clases de forma
parcial o total; pues en la profundización de sus luchas, aunque estas sean
meramente reivindicativas y en muchos casos asistencialistas serán expresión, de

5
alguna manera, de la contradicción clasista de la sociedad particular y global en la
que vivimos.

Hay que desmistificar la concepción que ve a la lucha de clases como algo del
pasado y niega su actual existencia, la lucha de clases hoy esta presente, dentro y
fuera de los componentes clasistas fundamentales que reproduce el capitalismo;
se ha hecho más compleja, adoptando disímiles formas, aunque no puede
afirmarse categóricamente que su contenido no se ha modificado. El contenido
clasista de cualquier manifestación social en los marcos del sistema de
dominación capitalista está presente, ello es innegable, sólo que no se da en
blanco y negro, en un polo positivo y otro negativo, sino que se presenta en un
espectro más diverso.

Los movimientos sociales no pueden asumirse como actores sociales alternativos


a las clases, como tampoco el análisis de las clases puede negar la presencia de
actores que se relacionan de manera indirecta con los intereses de clases bien
definidos, dado que su actividad central no siempre está determinada por el lugar
que ocupan en los procesos productivos. Sin embargo hay que tener en cuenta la
afectación que sufren esos actores diversos (por el lugar que ocupan) en sistema
de dominación imperante que es expresión, en su cadena de mediaciones, del
modo de producción predominante, lo que conduce, consciente e
inconscientemente a la asunción de una posición de clase.

Los elementos que dan identidad a estos sujetos y los temas en torno a los cuales
se organizan, se articulan de manera compleja y diversificada con los criterios de
clase. Son actores y sujetos que tienen un referente de clase en el sentido de que
están presentes en ellos los ingredientes de empobrecimiento, opresión y
explotación, pero solo forzando las cosas pueden ser reducidos a una
determinación clasista. Ellos son el producto de una “desestructuración de las

6
clases populares que no tiene equivalente en las clases dominantes” 2 , con una
pérdida y mutación de identidades de los actores populares. La clase de los
capitalistas, en el sentido más clásico de la palabra, se enrarece, pero su
mentalidad y modo de vida se extiende, y como cultura contagia a un grupo de
sectores que giran alrededor de su égida.

Se necesita hoy de una redefinición de la clase trabajadora. No solo hacia abajo


de la clase obrera, como hacia los lados y hacia arriba también. Incorporar la
masa de asalariados, y de aquellos que viven de su propio trabajo para poder
definir un amplio bloque social alternativo que sea de todos aquellos que viven de
su propio trabajo.

La necesidad de una nueva visión de la lucha de clases: económica, política,


ideológica y cultural que involucre a la gran diversidad de nuevos actores requiere
de una reformulación de la misma a nivel de las exigencias actuales creadas por la
reestructuración capitalista neoliberal y su impacto en el continente. La
globalización no es solo un fenómeno de internacionalización del poder del
capitalismo, es también un nuevo desafío a la concepción de la lucha de clases
que requiere enfrentar mucho más en el terreno del debate teórico e ideológico,
del debate ético y cultural al capitalismo transnacional. Especial interés reviste el
enfoque de clase y lucha de clases desde un ángulo cultural. Hoy la lucha de
clases se ejerce desde la hegemonía cultural, particularmente del capitalismo
actual, y por lo tanto es una agrupación que abarca todos los aspectos de la vida.

El capitalismo históricamente, después de “haber simplificado las contradicciones


de clases (...) en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases...” 3 ha

2
Carlos Vilas, La izquierda en América Latina: Presente y futuro. (Notas para la discusión), en
Alternativas de izquierda al neoliberalismo, FIM, Madrid, 1996, p.41
3
Carlos Marx y Federico Engels, Manifiesto del Partido Comunista, Obras Escogidas, en un
tomo, Editorial Progreso, Moscú, pp.33 y 38

7
heterogeneizado la estructura interna y externa de ellos, propiciando la aparición
de grupos, capas y sectores sociales, algunos de los cuales, en aspectos
puntuales de la vida, sobrepasan límites de los dos grandes componentes
clasistas. En esta nueva realidad global la sola estratificación clasista no satisface
plenamente el espectro de los intereses sociales creados. Así, los cambios
operados en el capitalismo transnacional no sólo se manifiestan en la estructura y
resultados productivos del capital sino que también han conformado nuevos
actores de su emancipación, han enriquecido “las armas que han de darle
muerte” y “los hombres que empuñarán esas armas”.

La sociedad latinoamericana cualesquiera sean sus peculiaridades tiene hoy


consolidado como modelo económico-cultural predominante el capitalista
(periférico); reforzado hoy por todo el sistema de transnacionalización del capital y
su cultura; el debilitamiento de los estado-nación y la obligada imposición de las
políticas neoliberales; esto implica que la contradicción trabajo asalariado-capital
se ha reforzado, aunque metamorfoseada porque incluye el trabajo informal y los
trabajadores sin empleo, esta contraposición favorece el despliegue de los dos
polos sociales todavía no bien definidos: trabajadores (en todas sus
denominaciones) y capitalistas (incluidos los oligarcas, latifundistas).

A pesar de esta diversidad y heterogeneidad social provocada por los impactos del
capitalismo neoliberal no se puede perder de vista que la gran mayoría de los
hombres y mujeres en Latinoamérica viven, por un lado, de su salario, la
precariedad de este o de la necesidad de un salario ausente, y del otro, de la
explotación de la fuerza de trabajo, renta del suelo, su capital o de la propiedad
territorial; lo que expresa las bases de grandes desigualdades sociales y por lo
tanto la presencia innegable de dos grandes componentes sociales
fundamentales, inmersos en el sistema de dominación global del capitalismo.

El factor conciencia y la capacidad de los grandes grupos sociales para definir y


delimitar sus intereses generales y particulares del proyecto de sociedad en el

8
que desean vivir o construir, está comenzando a ocupar un lugar fundamental en
la definición de una posición de clase o al menos en una actitud de rebeldía,
frente a la explotación y exclusión a la que están sometidos. Las acciones que
despliegan para reivindicar sus derechos, cada vez más, ponen al desnudo su
vínculo con las relaciones políticas e ideológicas que se derivan del conflicto de
clases que genera el sistema de dominación capitalista.

Otro argumento que nos demuestra la presencia de fundamentos clasistas en las


luchas actuales del continente latinoamericano es la participación que tienen los
diferentes grupos sociales en la forma y distribución de la riqueza social. Ello está
generando un crecimiento de la pobreza y desigualdad que sitúa a amplios
sectores de la sociedad en un “bloque social” diferenciado de los que obtienen
todos los privilegios históricos del sistema capitalista, que está tomando
conciencia de esa diferenciación y propiciando con sus acciones cambiar esa
realidad explotadora.

La búsqueda de las raíces o causas de esa pobreza hay que encontrarla en el


sistema capitalista, que más allá de la explotación está produciendo una exclusión
casi total de estos sectores (clases) populares. La clase de los capitalistas para
ejercer su dominación está reproduciendo dentro de su sistema una multiplicación
de las luchas “clasistas” que adoptan modalidades y formas nuevas.

Los nuevos movimientos sociales han venido a dinamizar la lucha de clases entre
“burgueses y proletarios”, léase toda la clase de los capitalistas (incluidos sus
altos gerentes a sueldos) y la clase de los trabajadores modernos ampliada.
Simplemente se han abierto otros espacios de lucha (que se expresa como
movimiento, pero que contiene la esencia clasista), con modalidades diferentes
(el barrio, el medio ambiente, la mujer, los jóvenes, los estudiantes, los excluidos
laboralmente, etc.) La lucha de clases se ha enriquecido. Contra quién y para qué
se realizan las luchas movimiento-clasistas que están teniendo lugar en el mundo
(movimiento antiglobalización, anticorrupción, etc.). De movimientos

9
“espontáneos”, puntuales y asistencialistas algunos de ellos se han ido convertido
en fuertes movimientos políticos capaces de deponer presidentes y proyectarse
hacia la necesidad de construir un mundo mejor.

Estas luchas movimiento-clasistas o clasista-movimientistas nos conducirán hoy


como ayer a la revolución con una proyección mundial y de carácter civilizatorio;
de lo contrario la sociedad quedará más allá de un estadio anterior a la barbarie.

La propia experiencia nos está demostrando que todas las viejas reivindicaciones
incumplidas, junto a las nuevas creadas y las que surgirán, forman parte
indisoluble de alternativas plurales de contenido profundamente humanista con un
enfoque de racionalidad de vida diferente que está en el imaginario y la teoría de
los fundadores del socialismo y en los que defendemos la idea de que otro mundo
es posible.

10

S-ar putea să vă placă și