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El Teniente Coronel Emilio Nani, Preso Político Argentino – se lo mire por donde se lo
mire – no puede dejar de ser ni un solo segundo el militar empedernido que es, por
eso es que sea tan profundo conocedor del peso exacto de sus palabras como
asimismo de su cáustico silencio. De hecho, cuando le pregunté qué opinión tenía del
papa Francisco, me cortó de inmediato: “Mi confesor me ha prohibido opinar de él.
Ya con esto creo haberte dicho todo”.
Nani, quien recientemente recibió el “beneficio” de la prisión domiciliaria (el 27 de
noviembre del 2017, “el día de la Virgen de la Medalla Milagrosa”), tras siete meses
de estar preso en Campo de Mayo, lejos está de conformarse con la comodidad del
hogar, la cercanía de los afectos y la resignación propia de aquél que asume que ya
no vale la pena luchar. Es que su lucha, la que lo hirió dos veces en la Guerra de
Malvinas y la que le voló la mitad del rostro durante el copamiento del Cuartel de la
Tablada en 1989, claramente está más allá de él y de los suyos. Escorpiano de pura
cepa, porfiado por las dudas y, por si fuera poco, hincha de River Plate… Nani no
precisa que nadie le explique qué demonios significa eso de ser argentino. Para él,
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pero, lamentablemente, uno se lleva de la mano muchas cosas, sobre todo por la
ilegalidad y la ilegitimidad de mi privación de libertad.
D.R.: ¿Cómo podemos explicarnos que por un lado se rinda homenaje a las víctimas
de la agresión terrorista, como es el caso de la batalla de La Tablada (donde usted no
se murió por un pelo) y por otra parte se mantiene detenido a uno de los principales
y más significativos damnificados, que es usted?
E.N.: No soy damnificado. Casualmente hoy una niña me saludaba por el triste día;
entonces le dije que “de triste no tiene nada”. Para mí fue un gran honor haber
participado de la recuperación del cuartel de La Tablada, fue un nuevo triunfo del
Ejército Argentino sobre el terrorismo internacional; entonces, de triste no tiene
nada. Triste es el hoy, este presente donde los que le aseguramos la libertad a este
pueblo hipócrita estamos presos. Los terroristas han sido honrados con
compensaciones económicas, cargos públicos, puestos en la justicia, como lo han
sido Carlos Kunkel, Diana Conti… Lo triste es este presente, y lo que es más triste aún
es la ingratitud de este pueblo que permite que quienes les aseguramos la libertad
que hoy están disfrutando estemos presos y que quienes quisieron quitarles la
libertad estén libres, reconocidos y hasta aplaudidos por el mismo pueblo que a
nosotros hoy nos repudia. Eso es lo triste, el presente, no el pasado. Pero así es esta
sociedad, una sociedad suicida.
D.R.: ¿Usted cree en este gobierno? ¿Le cree algo? ¿Le parece que es conocedor de
la injusticia que hay en torno a personas como usted, pero no se anima a enfrentarlo?
E.N.: El gobierno no ignora nada. El gobierno permite todo. Desde que el Secretario
de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, fue siempre gratificado porque el
2017 haya sido el año en que más condenados hubo por los denominados juicios de
lesa humanidad, es todo un mensaje. Se les ha entregado documentación hasta el
hartazgo. El Ministro de Justicia lo tiene totalmente claro, ya que tiene como
subordinado a Claudio Avruj. Es decir, el gobierno permite todo esto y, lo que es
peor, permite que, durante su gestión, 90 presos políticos hayan muerto en
cautiverio, donde son corresponsables del asesinato. Son 430 en total y han muerto
90 bajo la responsabilidad de este gobierno que se jactó de ponerle fin al “curro” de
los Derechos Humanos, cuando no han hecho otra cosa más que realimentarlos, así
que no le tengo ninguna confianza.
D.R.: Usted resultó apresado durante los años del kirchnerismo y durante los años
del macrismo.
E.N.: Durante el gobierno kirchnerista, yo tuve una exposición pública bastante
importante desde que coseché cerca de 300 días de arresto militar, privado de la
libertad en unidades militares por cuestionar las actitudes del gobierno kirchnerista.
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300 días, que es una cifra escandalosa, sobre todo para un oficial jefe. Ahora, durante
el actual gobierno, fui preso.
D.R.: Sin embargo, como usted hay muchos militares que, gracias a retirar la presión
ejercida sobre la justicia, han obtenido prisiones domiciliarias que incluso han hecho
hablar a la prensa progresista. A usted, ¿no le parece que eso es significado de algo
en torno a los juicios de lesa humanidad?
E.N.: Yo lo tomo como que algunos jueces han decidido tratar de ajustarse en algo al
Derecho. No es por este gobierno. Vamos a hablar del caso emblemático del oficial
Etchecolatz, a quien en estos días la izquierda miserable y resentida le está pegando
como loco, negándole hasta la posibilidad de tener una atención médica. Un hombre
de 88 años que tuvo dos ACV estando preso, privado de la libertad. La justicia le ha
concedido lo que debió haberle concedido hace un montón de años. Fue el preso
político más anciano privado de su libertad en una cárcel común. Cuando la justicia
decidió otorgarle el arresto domiciliario salió toda esta izquierda inmunda a pegarle,
pero lo que ha hecho la justicia es cumplir con que los mayores de 65 años deben
estar con arresto domiciliario, que es lo que reconoció el gobierno nacional como
edad para los adultos mayores. Creo que casi todos los que están presos son mayores
de 65 años, cerca de 600 presos en cárceles comunes.
D.R.: Es decir, la justicia no hizo nada que no esté en el Código Penal, en la
Constitución.
E.N.: Exactamente, la justicia no se apartó ni un milímetro de lo que debió haber
hecho. Además, muchos de esos llevan más de cuatro años en prisión preventiva,
cuando lo máximo son dos años con una tolerancia de un año más debidamente
justificada. Ahora se habla de las prisiones preventivas de esta canalla kirchnerista
corrupta que está presa por corrupción, por haber cometido el mayor de los
genocidios en toda la historia de la República Argentina.
D.R.: Ahí tenemos un detalle más ilustrativo respecto a lo que hubiera sido
impensado años atrás. Esta canalla, como usted dice, está yendo presa. Eso no
pasaba antes.
E.N.: No seamos ingenuos. Los jueces federales, históricamente, se han caracterizado
por adaptarse a los tiempos como modo de supervivencia. Hoy la mano viene de
meter en cana a los corruptos, porque el Papa pide que se meta en cana a los
corruptos, este gobierno se llenó la boca diciendo que se iba a combatir la corrupción
(por más que lo sostienen al ministro Triaca) y tantas otras cosas. Los jueces no son
tontos. Mírelo al juez Kreplak, que tiene ruido de corrupto desde que estuvo en la
Inspección General de Justicia y en el RENAR. Por donde pasó, dejó la estela de la
corrupción. Cuando fue juez federal hizo lo imposible por jorobarnos la vida a todos
los presos políticos que tenía bajo su jurisdicción, y de golpe y porrazo se dio cuenta
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de que Balcedo era corrupto. Se adaptan a los tiempos como forma de supervivencia.
Mírelo a Canicoba Corral, otro que tiene ruido de corrupción y de golpe y porrazo se
dio cuenta de que el “Caballo” Suárez era un atorrante. Durante todo el
kirchnerismo, el “Caballo” Suárez fue el sindicalista modelo del kirchnerismo, y
Canicoba Corral no se dio cuenta de que era un corrupto.
D.R.: Usted acaba de mencionar al Papa Francisco. Brevemente, ¿qué piensa usted
de Su Santidad?
E.N.: No voy a opinar porque tengo prohibido opinar por mi confesor, porque todo
lo que tengo para opinar es condenatorio. Ya con esto creo haber dicho todo.
D.R.: El año pasado, a pesar de la injusticia flagrante, usted pudo volver a su casa
para cumplir en la misma el arresto domiciliario. Usted estuvo preso en Campo de
Mayo los 300 días que me acaba de mencionar. Allí mismo, seguramente, usted pudo
comprobar mejor todavía la enorme indiferencia de la sociedad argentina respecto
del drama de los presos políticos, como así mismo de sus respectivas familias. Usted
ha dicho que este país no valía ni una gota de sangre de aquella que fue derramada
en la lucha contra el terrorismo, así que le pregunto: la prisión en Campo de Mayo y
su prisión domiciliaria hoy en día, ¿a usted en qué lo ha hecho cambiar?
E.N.: En nada. Una cosa es el sentimiento. Cuando hablo de la sociedad, hablo del
pueblo. Este pueblo no se merece una gota de la sangre derramada, no se merece
una lágrima de la angustia de quienes somos familiares de los Caídos durante la
guerra contra los terroristas, no se merece un minuto de la angustia de los presos
políticos, no se merece un segundo ni una lágrima de la angustia de sus familiares.
D.R.: Usted es de los pocos militares que, estando en libertad, siempre se jugaron
por sus camaradas presos políticos, lo cual hace la diferencia respecto al resto de la
soldadesca, mientras que muchos otros daban la espalda o preferían el silencio no
comprometedor. Usted es una persona que se jugó desde el primer día y se la sigue
jugando hoy, ¿no es así?
E.N.: Yo tengo un concepto de la camaradería que no sé si es el correcto o no, pero a
mí me enseñaron que un camarada es el que no deja a su par caído en el campo de
combate. La camaradería se ve cuando uno se juega por el camarada herido y hasta
por el muerto tirado en el campo de combate. Yo lo sentía así, lo siento así y lo voy
a seguir sintiendo de esa manera. Es por eso que, para mí, el camarada caído es el
que hoy está preso y nunca voy a dejar de luchar por ellos, inclusive ahora desde la
privación de la libertad.
D.R.: Cuando quiero entrevistar a presos políticos en arresto domiciliario, tengo
miedo de que la entrevista les genere alguna complicación judicial. Usted entenderá
que estamos en Argentina, y acá te pueden meter preso por prender un cigarrillo en
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argentinos en los 12 años de kirchnerismo murieron, que reducen a la nada los 7000
desaparecidos que nos adjudican.
D.R.: Mientras usted estaba preso en Campo de Mayo, yo, como persona preocupada
por usted y por todos los presos políticos, siempre fantaseé con un encuentro entre
usted y el general Milani, también detenido por delitos de lesa humanidad, igual que
usted, y no por haber sido un delincuente kirchnerista. Milani está detenido por los
mismos motivos que usted. ¿Me podría decir, ante un encuentro imaginario, cuál
hubiera sido su actitud y qué le hubiera dicho al general Milani?
E.N.: Lo primero que le hubiera dicho es que es un traidor, porque él entrego la
nómina de todos los agentes secretos del Ejército Argentino, y se la entregó nada
menos que a Horacio Verbitsky, quien la publicó completa en la revista Veintitrés,
con lo cual se puso en superficie a gente que, en algún momento, se debe haber
jugado por algo. Así que la primera pregunta que le haría es esa: ¿por qué traicionó
a su gente? Porque los agentes secretos dependían de Inteligencia, y él fue Jefe de
Inteligencia. Con respecto a su prisión por delitos de lesa humanidad, sinceramente
es un disparate, porque Milani era un subteniente prácticamente recién egresado
del colegio militar sin posibilidad alguna de nada, ni siquiera de pegarle una patada
en el traste a un soldado, mucho menos hacerlos desaparecer. Es decir que lo de
Milani como violador de los derechos humanos es un disparate como todo lo que se
ha hecho hasta el día de hoy en este tema de los juicios de lesa humanidad. Pero si
Milani no hubiera sido Jefe de Estado Mayor y no hubiera sido un kirchnerista, no le
quepa la menor duda de que nadie lo hubiera tocado, pero como fue Jefe de Estado
Mayor, es una figura muy importante para tenerlo preso, para el mantenimiento del
“curro” de los derechos humanos al que este gobierno había dicho que iba a poner
fin.
D.R.: Usted es una persona informada, un militar de alma, un hombre que
comprende las intrínsecas cuestiones estratégicas que hacen al entendimiento entre
los países, así que, dada la actualidad, debo preguntarle lo siguiente: ¿cómo ve usted
el acercamiento del gobierno argentino con la Federación Rusa de Vladimir Putin,
socio de Venezuela, Cuba y defensor de cuanta dictadura exista en el mundo, entre
ellas Corea del Norte?
E.N.: Hoy por hoy, Putin está más cerca de lo que yo pienso que Trump, Merkel,
Theresa May, Macron y todos estos líderes de lo que otrora fue el Occidente
cristiano. Por supuesto, es un ex KGB, no lo miro con admiración ni nada.
D.R.: Es una persona que trabajó para el comunismo.
E.N.: Es verdad, pero ¿qué me dice del acercamiento de Occidente a Cuba? ¿Qué me
dice del pacto de paz en Colombia, donde todo el ex Occidente cristiano aplaudió al
presidente Santos en su traición de haber firmado la paz con la organización
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narcoterrorista más importante del mundo? Y hoy Timochenko (exlíder de las FARC)
es candidato a presidente de la nación colombiana.
D.R.: Quiero decirle a usted y a tantos otros lo que cada ciudadano argentino debiera
decirle: gracias por haber luchado por nuestra libertad, gracias por luchar por nuestra
historia y gracias por haberme concedido estos minutos de su valioso tiempo.
E.N.: El agradecido soy yo por tener esta posibilidad de contar a la gente otra
interpretación de la historia. Yo no soy dueño de la verdad. Hablo para que se piense
que no todo el relato de estos 35 años de desgracia (no de democracia sino de
desgracia) para lo único que ha servido es para llegar a este momento de decadencia
en un país que nunca en la vida llegó ni siquiera a ser un país desarrollado y hoy
estamos en la peor condición de país subdesarrollado, y no en lo económico: somos
subdesarrollados en lo moral, en lo intelectual, en lo familiar, en lo religioso. Hemos
abandonado a Dios, hemos abandonado a la familia, bregando por el aborto… Nos
hemos olvidado de Dios.
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