Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Lo que hay que destacar de la intervención social (entre las similitudes de los autores) es
que se cómo objetivo de la intervención (esta sea preparada o no, directa o indirecta) la
mejora en la calidad de vida de las personas, por medio de la intervención, la cual se consiste
en la interposición o intermediación de una autoridad, con el propósito de cambiar o
modificar el funcionamiento de un proceso o sistema en una dirección dada. La intervención
se puede clasificar en 1.- el tipo de cambio, 2.- la unidad social a afectar y 3.- el método
usado
Autoridad. Toda acción interventiva debe estar respaldada o justificada por algún tipo de
autoridad, esencialmente en la intervención comunitaria hay dos tipos de autoridad:
Político-social que autoriza a actuar políticamente sobre un colectivo social a partir de un
mandato genérico conferido voluntariamente (las elecciones, en un sistema democrático)
por ese colectivo. El político o gestor administrativo tienen pues la legitimidad o autoridad
de iniciar la acción social y de autorizar y dotar de medios a las acciones de otros agentes
sociales o socio-técnicos desde esa delegación de la legitimidad colectiva.
Si el psicólogo quiere tener una autoridad social o política, deberá obtener algún tipo de
legitimidad delegada de la comunidad actuando en su nombre o como representante de
ella. Para esto deberá asumir su nuevo rol actuando como organizador social, portavoz o
líder de grupos marginados, denunciando las injusticias o desigualdades del sistema, la
incompetencia o autocracia de políticos o agentes socializadores, etc. Este tipo de actividad
y rol pueden plantearse sobre todo en situaciones sociales de extrema injusticia, impotencia
o necesidad, en que no existen otras personas (líderes, portavoces, etc.) que puedan asumir
ese rol en un momento dado.
Evidentemente que toda actividad profesional tiene, un componente político más o menos
implícito, pero este debe ser, en principio, sólo secundario o complementario respecto al
científico-técnico. Si el componente básico de la actividad fuera político-gestivo, es dudoso
que el profesional esté actuando como tal profesional sino, más bien, como gestor o
político, aunque con una formación profesional añadida. Las aventuras del técnico en el
terreno puramente político en su acción comunitaria, pueden resultar en todo caso de difícil
(sino imposible) retomo a su rol y autoridad profesional habitual.
Comunidades. IS e IC son dos ramas del tronco interventivo supra inicial, aunque autores
incluyen con cierta frecuencia la atención individualizada como parte de la IC. En general,
el objeto de la intervención es común así como la asunción de causas sociales relevantes de
la problemática humana (con causas, en la IC).
Participación
La participación es un proceso, una técnica y una actividad. Como valor, es parte esencial
del discurso comunitario y político.
Premisas generales.
La participación social de las personas ya se da a distintos niveles a través de actividades
e instituciones sociales y comunitarias como el trabajo (o la escuela), la familia, las
actividades relaciónales y sociales habituales de la vida comunitaria (la misa del
domingo, el partido de fútbol o el concierto de rock el paseo por el barrio, la "partida"
o la charla del bar, etc.) o las actividades asociativas más o menos formalizadas (la peña,
el club recreativo, excursionista o deportivo, la asociación vecinal, la sección barrial del
partido político correspondiente, etc.). Sólo las personas que estén excluidas de estas
actividades tendrán un cierto "déficit" o necesidad "estructural" de participar a través
de otros canales "especializados" en la actividad comunitaria o social habitual. Habrá
que plantearse hasta qué punto lo que nos interesa a nosotros le interesa realmente a
aquella gente o, por el contrario, nosotros necesitamos que ellos participen.
En efecto, en un mundo tan complejo, súper tecnologizado y diverso como el actual,
hay muchas actividades y procesos que requieren un alto grado de coordinación y
planificación no siempre compatibles con la participación social activa. Debemos, por
tanto, plantearnos que no todas las actividades y procesos han de hacerse
participativamente, teniendo en cuenta lo ya dicho en a sobre la posibilidad de que las
necesidades participativas de un grupo estén ya cubiertas en otras áreas o por otras
vías. En ciertas actividades o procesos debería proponerse la idea de la "máxima
participación factible", es decir, compatible con la eficiencia técnica de esas actividades,
por un lado, y en función de la situación de participación general de la gente, por otro.
La participación (y otras actividades comunitarias) deben ser así analizadas desde la
perspectiva de demandas adaptativas adicionales a unas personas ya "cargadas" de
funciones (roles) sociales varias; demandas contrarias, por otro lado, a importantes
tendencias sociales (socialmente "regresivas", por tanto, aunque también
humanizadoras). En este sentido parece importante intentar analizar y especificar las
ventajas o ganancias de la postura participativa (argumentadas implícitamente a lo largo
de esta sección) para ese grupo, que justifiquen su motivación e implicación
participativa dado que el grupo no participa de las creencias en la importancia de
participar y toda la mística asociada a la participación.
Significado. Significa tomar parte en alguna actividad o proceso, el significado y alcance
último de la participación dependerá por tanto de la relevancia de la actividad o proceso en
el sistema social y la vida comunitaria. El objetivo último de la participación debería ser el
grado en que se tiene acceso al poder, se comparte ese poder en un grupo social. La
participación relevante remite pues al empowerment, potenciación y desarrollo de las
personas.
Niveles.
• Ampliación de la actividad política de los ciudadanos más allá del acto y momento
puntual de votar. Se propone aquí restringir el mandato global y cuasi total otorgado
por los ciudadanos al gestor político a través del voto electoral, reteniendo aquellos
parte de su actividad de acción política para actuar por sí mismos manteniendo un
"mareaje" permanente y activo sobre los procesos y vida política posterior a las
elecciones en aquellas cuestiones relevantes que les afecten en sus respectivos
ámbitos socio-comunitarios.
d) Nivel individual. Sabido es que no todas las personas son igualmente proclives a participar
o a persistir en la participación.
Aspectos técnicos. El técnico deberá estar abierto y dispuesto no sólo a permitir, sino a
facilitar que la comunidad sea una parte activa y útil a lo largo del proceso programático,
renunciando al protagonismo único o central y adoptando un rol y postura acorde, más
abierta, dialogante e igualitaria. No debe renunciar a sus conocimientos o aportaciones
técnicas y coordinadoras que deberán, en principio, ser compatibles con la participación
ciudadana).
La preparación técnica aparece así como fundamental pues su carencia puede malograr
fácilmente la experiencia participativa y resultar frustrante y regresiva para las partes
implicadas. Aunque los contenidos y aspectos de la preparación dependerán en parte del
tema, situación social y disposición y tipo de grupo implicados, algunos temas e indicaciones
técnicas generalmente relevantes serían:
a) El paso de una situación de no participación a una situación de participación no es un
acto puntual sino un proceso transicional. Hay que pensar y actuar más en términos de
adaptación o adecuación gradual a la nueva situación que de reconversión "automática" del
técnico o la comunidad. La explicación racional de los nuevos sistemas y conceptos clave y
de sus ventajas previsibles debe ser parte de este esfuerzo de transición. El formato grupal
y las técnicas informativas, persuasivas o de cambio grupal pueden ser muy útiles
vehiculando el aprendizaje progresivo de las nuevas metodologías.
b) Además de las ideas y proceso general será necesario el aprendizaje y uso de técnicas
específicas y formatos relaciónales o grupales para vehicular la participación según el
ámbito, grupo y objetivos concretos. El riesgo es el proceso fracase por desconocimiento
técnico, por no saber cómo hacerlo. La técnica no será tan relevante si existe una fuerte
motivación y disposición de base. En el caso contrario la técnica es fundamental para no
encallarse en la pasividad o en discusiones estériles o periféricas.
• Intentar que las propuestas participativas tengan algún beneficio o recompensa temprana
y tangible, sobre todo si el proceso es largo y difícil; de lo contrario mucha gente puede
desanimarse y abandonar la empresa antes de que los resultados a largo plazo empiecen a
ser visibles.
• Romper la estructura, formalidad o distancia inicial entre el interventor y el grupo; cosa
tanto más necesario cuanto mayor sea esa distancia y más grandes las formalidades sociales
y la distancia entre interventor y grupo. Este "romper el hielo" puede lograrse mediante
tareas, actividades informales o "juegos" o partiendo las asambleas o grupos grandes en
grupos pequeños que rompen la dinámica masiva y presión de las asambleas
multitudinarias, permitiendo una interacción cara a cara entre los individuos y una
participación más personalizada y con menos presión social externa. Naturalmente, una vez
rota la estructura inicial puede ser muy difícil recuperarla en el caso de que deseemos volver
a ella, una vez cumplido un objetivo o "ilustrado" un punto concreto sobre el que
planteamos la experiencia participativa. No pocas veces sucede que se genera una nueva
dinámica que supera las expectativas y planes iniciales del propio interventor y que exige
un reajuste de éste, so pena de verse desbordado por las nuevas iniciativas y actividades
emanadas del grupo.
Intervención desde arriba y desde abajo. Como se ha señalado en secciones previas hay 2
enfoques generales de intervención comunitaria: Desde abajo, centrada en el desarrollo de
recursos del sistema social y desde arriba, centrada en la prestación o transferencia
técnicamente organizada de servicios y recursos externos, ilustrada por el desarrollo de
comunidad. Cada modalidad global tiene sus posibilidades y limitaciones ya explicitadas en
buena parte anteriormente y retomadas más adelante al describir la acción social y el
desarrollo de comunidad. Evidentemente la idea de intervención está mucho más cerca de
la actuación desde arriba, con la que se la suele identificar.
En realidad, el tema es mucho más complejo, cabiendo, entre otras cosas, posturas
intermedias. Lo dejamos simplemente apuntado. Se describe una metodología de
planificación y evaluación de programas, basada en los grupos nominales, que permite
conocer e integrar operativa y realistamente el input de las 3 partes implicadas aquí como
originadores posibles de la intervención comunitaria.
Proceso o desarrollo
• Si partimos de una comunidad, tendremos una delimitación social y geográfica del tema
relativamente clara que nos facilitara el acceso al objeto de la intervención y podremos
contar con los lazos, interacciones sociales y psicosociales y núcleos organizativos
comunitarios como trama que facilite o intermedie la intervención. Como desventajas,
estaremos frente a una unidad interventiva muy compleja en términos de problemática,
grupos e intereses sociales, que requerirá una intervención paralelamente multifacética,
con una evaluación y diseño complejos y nada fáciles. Grosso modo, podríamos ampliar lo
indicado a organizaciones de base territorial, cambiando el énfasis territorial por el derivado
de una mayor estructuración u organización en torno a intereses predefinidos.
Evaluación inicial. Se trata de un análisis y valoración del sistema social o comunidad desde
el punto de vista del tema o problemática de interés, con aplicación de las metodologías
métricas y de diseño experimental apropiadas, teniendo en cuenta que debemos constatar
posteriormente los efectos del programa interventivo frente a cómo habría evolucionado
el tema o sistema social si no se hubiera producido la intervención. Esos enfoques o
métodos habituales fueron agrupados en 5 apartados: Informantes clave, grupos
estructurados y foros comunitarios, tasas de personas tratadas, encuestas poblacionales e
indicadores sociales.
La jerarquización de objetivos se justifica por 2 razones: 1) Porque los medios son siempre
limitados en relación a la problemática o deseos de cambio en una comunidad; 2) los
objetivos pueden ser mutuamente contradictorios de forma que, al perseguir uno de ellos,
estamos minando la consecución de otro. La jerarquización o aclaración de prioridades
permite en ambos casos optar por unos objetivos sobre otros. Esto puede hacerse
numerándolos jerárquicamente, distinguiendo objetivos principales y subobjetivos
parciales en cada uno de los principales, o estableciendo grupos separados de objetivos a
distinto plazo de tiempo, sobre todo si el programa tiene varias fases o etapas sucesivas.
b) Establecimiento del contenido del programa para alcanzar los objetivos marcados, junto
con los destinatarios de cada uno. Estos componentes o acciones deben estar integrados,
formando un conjunto coherente que podamos llamar programa. Los componentes
deberán ser lo más adecuados que sea factible para conseguir los objetivos planteados con
el menor coste técnico posible. Es importante concebir las soluciones en términos de
inducción de ciertos procesos sociales y psicosociales que vayan en la dirección de
solucionar las cuestiones planteadas, estando los medios instrumentalmente incardinados
en esos procesos, y no al contrario.
Ejecución o implementación
a) Estrategia interventiva: Se trata de idear o elegir una vía o procedimiento general para
hacer realidad lo planificado, que no sólo asegure su viabilidad en unas condiciones
técnicas, sociales y político además el camino óptimo de realización de la intervención,
en términos de facilitar su aceptación por las distintas partes e intereses implicados y
minimizar las eventuales resistencias.
b) Entrada en la comunidad o contacto con la población "cliente". No en todas las
intervenciones puede pasarse directa y automáticamente de la fase de diseño o
planificación a la ejecución. Con frecuencia se necesita preparar la entrada en la
comunidad o sistema social en que se va a realizar la intervención o el contacto efectivo
y apropiado con la población a afectar, sobre todo si el programa no parte de una
demanda comunitaria o si parte de una demanda de un sector poblacional o
comunitario más o menos minoritario. Esta necesidad es tanto mayor cuanto más
elevado sea el impacto o cambio (negativo pero, incluso, positivo) a provocar (sobre
todo en temas en que, por la historia de la comunidad o el impacto de los medios de
comunicación de masas, el grupo está muy sensibilizado o polarizado) y menor la
familiaridad o contacto previo del interventor (o administración o patrocinador que lo
respalda) con esa comunidad.
c) Corrección y ajuste del programa inicialmente planificado en caso de novedades,
dificultades o de que, en lugar de avanzar hacia los objetivos fijados, nos estamos
desviando de ellos. Para lo cual debemos disponer de un sistema efectivo y continuo de
feedback desde la comunidad o usuarios a través de indicadores formales o informales
de evaluación sobre la marcha del programa.
d) Mantenimiento del programa. Se trata aquí de asegurar la continuidad del programa
cuando el equipo interventor (y la administración o agencia implicada) cesen su
actividad interventiva directa, según lo planificado o por algún tipo de incidencia
imprevista. Es esta una operación no contemplada habitualmente en los programas,
pero muy necesaria dado que casi nunca se alcanzan plenamente los objetivos previstos
o se logra un efecto relevante sobre el problema planteado en los limitados plazos
planificados y presupuestados. Se trata, en todo caso, de "rentabilizar" el programa y
de intentar mantener los procesos de dinamización y solución de problemas que a partir
de él se pueden haber inducido en la comunidad o población, contribuyendo, por tanto,
a la autorregulación del sistema cuando el esfuerzo interventivo formal cese.
Una vez cubiertos los objetivos de la intervención o agotado el curso planificado de los
programas previstos, aquélla se dará por finalizada, en el sentido de que cesará la actuación
externa y formal del personal y la estructura organizativa puesta en marcha para realizarla.
Siendo estrictos, el esfuerzo interventivo no debería tener, probablemente, un final en el
tiempo, pues es dudoso que los esfuerzos interventivos externos alcancen plenamente los
objetivos planteados o consigan una mejoría substancial de la cuestión.
El mantenimiento del programa señalado en la fase previa (está a caballo entre aquélla y
ésta) para asegurar un esfuerzo resolutivo continuado y no algunas actuaciones esporádicas
y puntuales que apenas hacen mella en las cuestiones planteadas. La congruencia con las
prioridades y líneas políticas marcadas desde el escalón político superior, es, sin duda, un
factor importante para lograr esa consistencia y efectividad interventiva (limitando
grandemente por otro lado, la realización de cambios sociales profundos, especialmente
aquellos generados desde abajo o los que requieren una importante redistribución del
poder).
Diseminación de la intervención
Dos notas finales para cerrar este apartado de desarrollo de la intervención comunitaria. Se
refieren a secuencialidad y universalidad (o prescriptividad) del proceso descrito.
Prestación de servicios
Se trata de la prestación de servicios humanos (salud, educación, servicios sociales, justicia
y correccionales, ocio y cultura, etc.) alternativos a los clínicos tradicionales (formato
individual o pequeño grupal; centrados en el trastorno y salud mental) desde criterios
poblacionales (dirigidos al conjunto de la población), sociales (prioridad de los marginados
o más desfavorecidos) y comunitarios (cercanía al entorno en que se producen los
problemas, potenciación y autodirección personal y social, trabajo "desde abajo" y a través
de mediadores comunitarios, etc.).
Prevención
A falta de otro mejor, el modelo preventivo es adoptado como estrategia general, no en sus
aspectos concretos y puntuales e intentando hallar elementos equivalentes en los campos
psicosocial o de SM a los originales de base biomédica. Substituimos igualmente el término
"enfermedad" por el más general e inclusivo de "problema" (que incluya problemas,
necesidades, déficits y conflictos psicosociales y de salud mental) sin olvidar, no obstante,
la variedad de condiciones incluidas bajo estas denominaciones y las enormes diferencias
de naturaleza, determinación y manifestaciones que contienen: No es lo mismo la
depresión o la ansiedad que la esquizofrenia; ni éstas que la drogadicción, mendicidad,
chabolismo, prostitución, delincuencia o apatía y marginación social, por citar algunas
variantes problemáticas. Utilizamos parcialmente las descripciones de Bloom y a Korchin en
la exposición que sigue.
Prevención: definiciones
1. Objetivos del programa (qué se intenta conseguir), que serán coherentes con los
objetivos generales ya definidos para la prevención (9.3), pero especificados para el
problema, población o contexto geográfico y administrativo concretos. Los objetivos deben
ser claros y tan específicos como aconseje el nivel de trabajo en que se desarrolla el
programa.
El principio general que nosotros extraeríamos de las recetas, indicadas in passim de como
apoyar el mantenimiento de los efectos de la intervención, es integrar al máximo posible
los elementos estables del contexto vital, físico y social que permanecen tras la acción
interventiva externa (redes sociales, instalaciones, familia u otros e instituciones u
organizaciones comunitarias, etc.) como parte de los procesos generales de intervención (o
intentar crearlos ad hoc cuando no existan como tales). Otro principio relevante es
promocionar (gradualmente si es conveniente) la autoresponsabilidad y autogestión.
Unas líneas adicionales a modo de comentario crítico mínimo de esta propuesta, aplicable
en parte al conjunto del modelo de prevención.
1. Aun reconociendo una loable tendencia hacia lo psicosocial, los principios están
exclusivamente centrados en un nivel micro, conductual e individual (revelando su origen
en la modificación de conducta y terapias cognitivas), con desconsideración de los
elementos y procesos psicosociales y contextuales más amplios de la prevención y el
cambio. Aún más, el nivel político-social, que tiene un peso considerable en el diseño global
de las políticas preventivas (o de las políticas multisectoriales que enmarcan más o menos
directamente la actividad preventiva en los sistemas sanitarios, servicios sociales,
educación, nutrición, etc.), también son claramente relevantes desde este punto de vista
contextual.
Justificación y definición
Por encima de cualquier triunfalismo o cliché al uso, estos datos ponen de manifiesto la
situación real de la asistencia psicológica: Mientras algunos privilegiados (con frecuencia
quienes menos lo necesitan) están terapéuticamente sobreatendidos, la gran mayoría de
los que sufren trastornos psiquiátricos o están a riesgo de sufrirlos, están desantendidos o
lo son inadecuadamente en centros públicos escasos, masificados e infradotados.
Si, por otro lado, el promedio real de contactos terapéuticos es de cinco y no hay evidencia
de relación entre duración del tratamiento y sus efectos para la generalidad de los casos,
parece evidente que tanto la formación como la praxis terapéutica clásica son inadecuadas
para la mayoría de las personas. Se hace, pues, preciso desarrollar métodos de intervención
breve, focalizada y eficaz para la mayoría de los afectados por problemas psicológicos,
reservando otros más prolongados y costosos sólo para aquellos a quienes no puedan
aplicarse los métodos abreviados.
a) Intenta optimizar recursos terapéuticos escasos para hacer frente a una demanda
asistencial muy superior.
c) No debe ser concebido y usado como método único de trabajo sino corno un escalón o
parte de un conjunto de métodos coordinados desde una estrategia comunitaria de
prevención e intervención. Por ejemplo, en un sistema o red formada por paraprofesionaies
y cuidadores comunitarios (primer escalón), coordinada con consultores y educadores
profesionales para los casos difíciles (segundo escalón) y un sistema dé intervención de
crisis flexible y cercano a la comunidad (tercer escalón), para los más graves y específicos.
Un sistema tal (que utiliza junto a la IC, los métodos de consulta, educación y
paraprofesionales) puede cubrir eficazmente las necesidades de atención primaria y
prevención de un colectivo o zona geográfica con un coste relativamente reducido.
d) Como se deduce de lo anterior, la IC solo tendrá sentido dentro de un sistema establecido
de recursos comunitarios que, por tanto, funcionen "en primera línea", cerca de la
comunidad. De lo contrario, su capacidad para detectar y resolver gravemente las
situaciones críticas generadas en una comunidad será bastante limitada, pasando a ser una
pieza más de un dispositivo asistencial clínico que absorberá las deficiencias de otros
servicios más burocratizados y lejanos (geográfica y culturalmente) respecto de la
comunidad.
El modelo de crisis
Una crisis se produce cuando una persona se enfrenta a obstáculos para la consecución de
objetivos vitales. Sigue un período de desorganización v perturbación subjetiva con intentos
fallidos de resolución, tras los que la persona puede buscar ayuda exterior.
Para el autor una crisis se produce cuando una persona (o grupo) se enfrenta a una situación
de pérdida súbita de suministros; físicos, psicosociales o socioculturales (como en un
incendio, ruptura matrimonial o despido del trabajo), amenaza inminentemente de pérdida
(temor a un despido) o a las exigencias o responsabilidades derivadas de un aumento de
esos suministros (como al contraer matrimonio o ser despedido del trabajo).
Aunque el proceso de una crisis es idiosincrático para cada tipo de estresor y persona, se
puede generalizar una secuencia habitual compuesta de las siguientes fases:
2. Si esas respuestas fallan, se buscan nuevas soluciones y recursos de emergencia que son
sometidos a "prueba y error" (triol and error) ya que no se tiene experiencia previa sobre
su funcionamiento y efectos.
Para el traslado temporal de adultos o menores pueden ser precisos un hogar o entorno
substitutivos, sea de personas relacionadas (familiares, amigos, vecinos, compañeros de
trabajo, sea de recursos de la red asistencial (refugios, centros de acogida, voluntarios, etc.).
En general, el retorno posterior de los afectados a su entorno habitual (trabajo, casa, vida
familiar) es conveniente y deseable tan pronto como sea posible para contrarrestar la
potente tendencia (auto conservadora) a la evitación de lugares v estímulos asociados con
hechos desagradables o peligrosos que se desarrolla en estos casos y que resulta, a la larga
disfuncional y negativa Corresponde al buen juicio del interventor sopesar esos riesgos
frente al temor o sensación de peligro de la persona al retornar al lugar de la crisis para
decidir el momento y forma de hacerlo.
• El peligro ya pasó.