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El Primer anuncio en la misión de la Iglesia

2. Proponer el Evangelio es la primera tarea de la Iglesia

Para comprender la importancia, los fines, los destinatarios y el contenido de la primera


evangelización, es preciso partir de la misión prioritaria de la Iglesia. El Decreto Ad gentes, del
Concilio Vaticano II comienza diciendo:

«Enviada por Dios a las gentes para ser "sacramento universal de salvación", la Iglesia, por
exigencia radical de su catolicidad, obediente al mandato de su Fundador (cf. Mc 16, 16), se
esfuerza en anunciar el Evangelio a todos los hombres» (Ad gentes, n. 1).

Se trata, en definitiva, de llevar el anuncio del Evangelio a quienes no conocen a Jesucristo, en la


esperanza de que puedan llegar a ser discípulos de Cristo. En el Concilio, los obispos pretendían
llamar a todos los cristianos a no olvidar esta tarea prioritaria de llevar el Evangelio de Jesucristo a
los hombres de nuestro tiempo. La Iglesia no puede limitarse a dar una buena catequesis a los niños
bautizados, provenientes de fervorosas familias cristianas y marcados ya por su experiencia
cristiana.

También la Constitución dogmática Lumen Gentium (n. 17), evoca la misión fundamental de la
Iglesia y de los cristianos:

«Este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad salvadora lo recibió la Iglesia de los
apóstoles con el encargo de realizarlo hasta los confines de la tierra (cf Hch 1, 8). Por eso
hace suyas las palabras del Apóstol: "¡Ay de mí, si no evangelizare!" (1 Cor 9, 16)» (LG n. 17)

Por otro lado, el Concilio recuerda que la primera tarea del obispo es anunciar el Evangelio a los no
cristianos.

Muchos ni siquiera ven el problema o, peor aún, no ven la utilidad y el sentido que ello pueda tener.
Una mentalidad bastante difundida entre los cristianos, religiosos y sacerdotes occidentales
considera que la era misionera ha pasado a la historia. "¿tiene todavía sentido tratar de convertir a
alguien?", se escucha a menudo. Ello constituye una triste equivocación, porque a nosotros no nos
toca convertir a nadie, ni tenemos los medios y el poder precisos para hacerlo, y no es lícito
presionar a nadie para que se convierta.

Si echamos un vistazo a nuestra realidad podremos darnos cuenta que la sensibilidad dominante no
se caracteriza por la preocupación de proponer la fe a todos aquello que aún no conocen a
Jesucristo. Todavía predomina en gran medida una preparación de los niños para la primera
comunión y la confirmación basada en catequesis destinadas a personas que son consideradas ya
cristianas y van a iniciar un compromiso maduro en la fe, aun cuando en realidad no es así.

Pero el hecho es que muchos cristianos no han oído nunca la palabra "catecumenado" ni han visto
jamás a un no cristiano adulto que quiera hacerse cristiano porque le parece hermoso vivir como
cristiano en su comunidad. En la mayor parte de las comunidades cristianas no figura explícitamente
en la agenda la preocupación de proponer el Evangelio a quien no es cristiano y no conoce a
Jesucristo. Además, hay algunas personas, incluidos sacerdotes y religiosos, que, al ver la
secularización de la cultura y el abandono de la misa dominical, se dejan dominar por una
mentalidad fatalista.

Pero hay también signos de renovación y de cambio. En muchas diócesis se han ido elaborando
procesos de evangelización, la cual insiste en la vivencia de comunidad.

No podemos olvidar que la Iglesia se constituye anunciando el Evangelio. Es decir, la primera


evangelización es algo verdaderamente fundamental en el ser y en el quehacer de la Iglesia.

3. El ámbito específico de la primera evangelización (=primer anuncio)

De modo muy general, se puede describir el primer anuncio como "el proceso de transmitir la buena
Noticia de Jesucristo a personas y regiones a las que hasta ahora no ha llegado el Evangelio".

«En la compleja realidad de la misión, el primer anuncio tiene una función central e insustituible,
porque introduce " en el misterio del amor de Dios, quien lo llama a iniciar una comunicación
personal con él en Cristo" (AG, n. 13) y abre la vía para la conversión» (RMi, n. 44)

En ese periodo se hace la evangelización, o sea, se anuncia abiertamente y con decisión al Dios vivo
y a Jesucristo, enviado por él para salvar a todos los hombres, a fin de que los no cristianos, al
disponerles el corazón el Espíritu Santo, crean, se conviertan libremente al Señor y se unan con
sinceridad a él, quien por ser el camino, la verdad y la vida, satisface sus exigencias espirituales; más
aún, las supera infinitamente (AG, n. 13).

De la evangelización, llevada a cabo con el auxilio de Dios, brotan la fe y la conversión inicial, con las
que cada uno se siente arrancado del pecado e inclinado al misterio del amor divino. A esta
evangelización se dedica íntegramente el tiempo del pre catecumenado, para que madure la
verdadera voluntad de seguir a Cristo y de pedir el bautismo». (RICA, p. 19).

El primer anuncio se refiere, por tanto, a la primera y fundamental etapa para hacerse cristiano. Las
etapas sucesivas son: el catecumenado, la etapa cuaresmal y la etapa pascual.

Es necesario hacer algunas precisiones, dado que la expresión "primer anuncio" no es conocido por
todos y no se entiende siempre del mismo modo:

a) El anuncio de Jesucristo en orden a la conversión y la adhesión al Evangelio: es el equivalente de


la predicación apostólica, de la predicación misionera.

b) La fundación de nuevas comunidades cristianas en países no cristianos: en un sentido más


restringido, dicha expresión se utiliza en misionología para indicar la introducción del cristianismo
en un pueblo o en una zona geográfica donde previamente no estaba presente. se utiliza como
sinónimo de "misiones extranjeras". en este sentido, la primera evangelización no se limita tan sólo
a predicar el mensaje evangélico y a personas individuales con la esperanza de obtener conversiones
y hacer cristianos, sino que tiene un objetivo mucho más amplio: la creación de comunidades
cristianas locales y la fundación de una Iglesia particular.
Por otra parte, el corazón de toda empresa misionera debería ser siempre la proclamación del
Evangelio y la enseñanza fundamental (= catequesis o catecumenado) para quienes desean ser
cristianos.

c) Un complejo proceso con dos líneas de acción convergentes: Ya Pablo VI en Evangelii nuntiandi
(1975), ha precisado con claridad estas dos líneas que juntas constituyen el proceso de la primera
evangelización:

«La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser, pues, tarde o temprano,
proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera mientras no se anuncie el
nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el Reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios»
(EN, n. 22).

La primera línea: la del testimonio, es decir, presencia visible y palpable de los cristianos en medio
de los no cristianos.

La segunda línea es la del anuncio explícito del Evangelio a quienes no conocen a Jesucristo.

4. ¿Qué se pretende conseguir con la primera propuesta del Evangelio?

La finalidad de esta primera etapa de la evangelización es: que el no cristiano, y en general cualquier
persona que no conozca personalmente a Jesucristo, pueda encontrar y acoger el Reino de Dios,
entrar en él a través de la fe y la conversión y llegar al gran destino de la vida eterna.

Esta primera propuesta del Evangelio es una fase que precede necesariamente al catecumenado o
catequesis. El objetivo específico es, por tanto, la fe en el único Dios verdadero, creador del cielo y
de la tierra, con la exhortación a cambiar de vida (Hch 26,20) y creer en Jesucristo, hijo de Dios,
siguiéndolo como Señor, para llegar a la vida eterna con Dios.

Resumiendo, podemos afirmar que el primer anuncio tiene como objetivos:

 crear posibilidades reales para encontrarse con Jesucristo y su Evangelio, así como lugares
en los que sea posible tener la experiencia del cristianismo;
 dar a conocer las propuestas y exigencias fundamentales del Evangelio de Jesucristo;
 invitar a realizar seriamente la conversión a Dios y la adhesión a Jesucristo y su Evangelio;
 acompañar, si es posible, a las personas interesadas a lo largo de este proceso que debería
cambiar profundamente su vida.

5. ¿Quiénes son los destinatarios del primer anuncio del Evangelio?

En un sentido teológico: el Evangelio está destinado a todos los hombres, porque todos son
llamados al destino eterno en la vida con Dios. Con todo, se habla principalmente de quienes no
conocen a Jesucristo.

En un sentido práctico y teniendo en cuenta la nueva situación de las comunidades cristianas:


resulta más complejo indicar con exactitud quiénes son los destinatarios del primer anuncio, ya que
es necesario distinguir las particulares condiciones en que se encuentran los destinatarios:
5.1. Quienes no conocen a Jesucristo:

"Los no cristianos". esta expresión, siendo aceptable, tiene un gran inconveniente. Con ella se corre
el riesgo de desviar la atención del hecho de que también los niños bautizados son indiscutiblemente
destinatarios del primer anuncio del Evangelio. Hay otras expresiones que es mejor no utilizar
demasiado, para no provocar confusión. El DGC (1997) afirma que «el primer anuncio se dirige a los
no creyentes y a los que, de hecho, viven en la indiferencia religiosa» (n. 61). Esta expresión "no
creyentes" no es afortunada por dos motivos:

a) en muchas lenguas europeas el término "no creyente" se entiende como sinónimo de ateo. si
bien, también éstos son destinatarios, en la práctica los destinatarios más habituales son quienes
de alguna manera ya creen en Dios.

b) es obvio que hay también un notable número de personas que han escuchado el primer anuncio
del evangelio y conocen las grandes líneas del mensaje cristiano, pero han decidido hacer caso
omiso de su llamada a la fe y la conversión.

Se plantea hoy en el mundo occidental un gran interrogante: los millones de niños que han acudido
a la catequesis de la primera comunión, ¿han escuchado de verdad el anuncio misionero del
Evangelio? y si no siguen en el camino de la fe cristiana, ¿hay que considerarlo necesariamente como
personas que rechazan conscientemente la propuesta del Evangelio? Existe una fundada sospecha
de que muchas veces no la han escuchado y se limitan a abandonar una realidad que nunca han
conocido de veras, o la han conocido mal. También éstos son destinatarios del primer anuncio del
Evangelio.

5.2. Los destinatarios tradicionales del primer anuncio

Dentro de la gran masa de destinatarios se aconseja a distinguir algunas categorías particulares con
diferencias importantes:

a) Los primeros destinatarios son los judíos: son los que conocen ya parte del camino querido por
Dios, pero solo unos pocos reconocen en Jesucristo al Mesías esperado.

b) Personas pertenecientes al pluralismo religioso pagano: son los que tienen una particular
situación religiosa, son los numerosos no cristianos, aquellos que no están bautizados y viven en un
contexto de pluralismo religioso neopagano. Constituyen un conjunto muy heterogéneo. en cierto
sentido, estas personas viven en una situación semejante a la que Pablo considera el tiempo de la
ignorancia de Dios (Ga 4,8). Particularmente interesante, y cargado de esperanza para el primer
anuncio de Jesucristo es el numeroso grupo de personas que están buscando una perspectiva
religiosa para su vida.

c) Personas pertenecientes a las grandes religiones no cristianas: También ellas desconocen a Jesús
y su Evangelio. suele suceder que los miembros de estas religiones y culturas creen no tener
necesidad de otra religión. En ocasiones, el paso al cristianismo es considerado como una traición a
la cultura y a la tradición.
d) Personas que viven en la gran matriz del animismo: nos referimos a religiones tradicionales en
África, religiones tribales en la India, etc. Suele ser un terreno fecundo y abierto al primer anuncio.

5.3. Los niños bautizados como destinatarios de la primera evangelización

El primer anuncio del Evangelio a los bautizados se ha convertido en un problema urgente para la
praxis catequística de la Iglesia. El problema presenta diversos aspectos:

a) La estrecha relación entre bautismo y primera evangelización. El bautismo sólo puede ser
administrado a los niños si los padres o padrinos ofrecen alguna seguridad de que al niño se la dará
una educación cristiana. Hay que dar alguna garantía de esa educación y posibilidad de iniciación a
la vida cristiana. Con frecuencia se escucha la objeción de que en el caso del niño bautizado es
distinto porque en el sacramento ya se la ha dado la fe. Pero, al respecto, conviene tener en cuenta
dos cosas importantes:

En la buena tradición cristiana el bautismo es el sacramento de la fe, en el sentido de que lo reciben


aquellos que previamente han llegado a la fe en el único Dios.

Es verdad que en el bautismo el niño ha recibido ya la capacidad de creer, pero no el acto personal
de la fe, es decir, la firme voluntad de plantearse su vida según el Evangelio de jesucristo.
Igualmente, el bautismo no sustituye el acto de conversión del corazón y una vida nueva. Es por ello
que desde una tradición milenaria el primer anuncio del Evangleio es realizado por los padres
cristianos en el contexto de la familia cristiana. La introducción de la catequesis parroquial, por
decisión del Concilio de Trento, se ha realizado siempre sobre la base de un primer anuncio del
Evangelio que habría tenido lugar en el ámbito familiar.

b) catequesis problemática sin un adecuado primer anuncio: En la mayor parte de las parroquias, la
praxis catequística se basa todavía por entero en el presupuesto de que los niños a quienes sus
padres envían a la catequesis son ya pequeños cristianos, tienenuna rica experiencia cristiana y
desean vivir como cristianos. Actualmente, en Europa, muchos niños y adolescentes bautizados no
han recibido el primer anuncio cristiano en la familia y no han tenido experiencia seria de
cristianismo vivido y participado en la vida familiar con sus padres.

La consecuencia es que una gran parte de la catequesis se encuentra en una situación incómoda
debido a la experiencia cotidiana de que la iniciación no inicia. Es por ello, que se hace necesario
que muchos niños y adolescentes bautizados sean reconocidos y tratados ante todo como
destinatarios del primer anuncio del Evangelio. Antes de la catequesis doctrinal es necesario el
primer anuncio del Evangelio con vistas a la fe y la adhesión a Jesús. La situación requiere un
auténtico trabajo misionero. En una gran mayoría de los casos hoy es mucho más realista considerar
y tratar a la mayor parte de estos niños y adolescentes como neopaganos y no como cristianos que
han empezado a recorrer el camino de la fe y de a conversión.
c) La confirmación personal de la fe recibida no es ya la norma general: el principio es claro: desde
el momento en que el niño o el adolescente pasa a la edad de razonar (cosa que no se puede fijar
rígidamente en una determinada edad, e indudablemente no llega a un estado "maduro" en la
infancia adulta), es él mismo quien debe confirmar, con una elección iluminada y responsable, si
quiere ser cristiano y vivir como discípulo de Jesús. Evidentemente, esto no se trata sólo de una
pregunta hecha a la que se responde afirmativamente; se trata de una opción definitiva, implicando
en ello toda la vida adulta. Ello supone que a los niños y adolescentes bautizados se les proponga
explícitamente el mensaje cristiano con toda su fuerza de atracción y fascinación, que hace resonar
explícitamente la llamada a la fe y a la conversión.

5.4. Quienes tratan de retomar la evangelización inicial

Otra categoría son las personas que han nacido o crecido en un marco cristiano, pero ha
abandonado el cristianismo sin haberlo conocido realmente. Es posible que haya acudido a la
catequesis infantil y hayan hecho la primera comnión, pero nunca han sentido con intensidad la
llamada del anuncio evangélico que convoca a la fe en Dios y en Jesucristo, no ha hecho una opción
personal de ser cristianos, no se han comprometido en el camino de la conversión evangélica:

«Aunque este primer anuncio va dirigido de modo específico a quienes nunca han escuchado la
Buena Nueva de Jesús o a los niños, se está volviendo cada vez más necesario, a causa de las
situaciones de descristianización frecuentes en nuestros días, para gran número de personas que
recibieron el bautismo, pero viven al margen de toda vida cristiana; para las gentes sencillas que
tienen una cierta fe, pero apenas conocen los fundamentos de la misma: para los intelectuales que
sienten necesidad de conocer a Jesucristo bajo una luz distinta de la enseñanza que recibieron en
su infancia, y para otros muchos» (EN, n 52)

Es un grupo de destinatarios un tanto confuso y problemático. Algunas de estas personas ya


bautizadas reencuentran el camino de la fe y quieren "recomenzar" como adultos conscientes, el
camino hacia el Evangelio de la fe.

La encíclica Redemtoris missio (n. 33) presenta a los bautizados que no han seguido viviendo en la
fe como destinatarios de la "nueva evangelización" o de la reiteración del anuncio evangélico.

5.5. Niños no bautizados que acuden ala catequesis infantil

Un fenómeno cada vez más frecuente el de los niños sin ninguna experiencia cristiana en el ámbito
familiar y que sus padres envían a la catequesis parroquial para prepararse a la primera comunión.
En teoría, dado que ya han llegado a la edad de razonar debería valer lo que se pide para el bautismo
de adultos. por tanto, para hacerse cristianos tendrían que recorre las fases de la primera
evangelización y del catecumenado.

En la práctica, la mayoría de las parroquias e institutos religiosos resuelven el problema mandando


a estos niños a la catequesis con los otros, añadiendo después alguna preparación particular para
recibir el bautismo.

No obstante, el verdadero problema - que normalmente no se plantea - es que hoy en el mundo


occidental hay que hacer también, en la mayor parte de los casos, el primer anuncio a los niños
bautizados.

6. La primera evangelización y las otras formas del quehacer eclesial

Desde la primera iglesia de los tiempos apostólicos consta que la predicacion misionera es distinta
de otras formas de actuación de la Iglesia.

Conviene que los ámbitos distintos sean reconocidos y practicados como tales, ya que cada uno de
ellos tiene sus propias finalidades, formas de presencia, presupuestos y métodos. El evangelizador
es quien continúa la función principal de los apóstoles, es decir, anunciar el Evangelio de jesucristo
con vistas a la fe y la conversión. El "ministerio de la palabra" es, antes que nada, "la predicación
del Evangelio a los no cristianos para llamar a la conversión y la adhesión de fe".

Puede afirmarse que, desde el principio, la misión o predicación del Evangelio a los no cristianos en
orden a la conversión y la adhesión al Evangelio es una tarea específica y distinta de otras formas
de servicio, como son la atención pastoral a las comunidades ya existentes y formadas, la diaconía
a los miembros de las comunidades, la defensa de la enseñanza auténtica de Jesucristo...

6.1. El peligro de no distinguir suficientemente las formas del quehacer eclesial

La separación y el aislamiento entre los diversos sactores de la Iglesia son nocivos para la transmisión
del Evangelio.
Igualmente problemática parece la costumbre de denominar toda la actividad de la Iglesia
empleando términos genéricos y universales como "misión", "evangelización", "pastoral"... Es
necesario precisar y actualizar el lenguaje que utilizamos para referirnos a la misión de la Iglesia y
sus concreciones. No todo es lo mismo, pero sí es cierto que todo esta entrelazado. Conviene tener
presente que el uso de términos demasiado generales implica un doble peligro:

a) sucede fácilmente que también una función primaria del quehacer de la iglesia no recibe un lugar
prioritario en la conciencia actual de las comunidades cristianas. Se corre el riesgo de no practicar
explícitaente la primera tarea: anunciar el Evangelio en orden a la conversión y adhesión.

b) El uso de términos demasiado generales implica el constante riesgo de emplear, con


determinadas personas o grupos, métodos de acción que no son apropiados o no están adaptados
a la situación real en que esas personas se encuentran con respecto al Evangelio.

En suma, si todo es catequesis, o todo es pastoral, o todo es animación, se corre el riesgo muy serio
de no percibir concretamente qué ha que hacer frente a muchísimos jóvenes y adultos de hoy que,
de hechos, no son cristianos, no tienen fe y no experimentan ninguna conversión del corazón. Son,
efectivamente, neopaganos y constituyen una situación marcadamente misionera que hay que
afrontar con métodos apropiados, diversos de los métodos de la catequesis.

6.2. La primera evangelización no es la pastoral de los creyentes

Conviene mantener la distinción, razonable y equilibrada, entre misión y pastoral, como pide Ad
gentes:

«El fin propio de esta actividad misionera es la evangelización y la fundación de la Iglesia en los
pueblos o grupos humanos en los cuales no ha arraigado todavía. (...) El medio principal para esta
fundación es la predicación del Evangelio de Cristo. PAra anunciarlo envió el Señor a sus discípulos
a todo el mundo, a fin de que los hombres, renacidos por la palabra de Dios (cf. 1P 1,23) ingresen
por el bautismo en la Iglesia.

(....) De este modo, la actividad misionera entre las gentes difiere de la actividad pastoral que hay
que realizar con los fieles y de las iniciativas que hay que tomar para restaurar la unidad de los
cristianos. Sin embargo, estas dos actividades están íntimamente unidas con la acción misionera de
la Iglesia» (AG, n. 6)
A los presbíteros, como a los obispos, el Concilio Vaticano II ha querido recordarles su primera
obligación, que es el anuncio misionero del Evangelio a quienes no conocen a Jesucristo. Se trata de
una tarea distinta del ministerio pastoral y del servicio litúrgico y sacramental, a la que tanto obispo
como presbíteros también están llamados.

La encíclica Redemptoris missio, n. 33 pide que se distingan razonablemente (sin separarlas) tres
situaciones que diversifican la acción de la Iglesia:

a) La missio ad gentes: la actividad misionera de la Iglesia

b) La acción pastoral: «hay comundades cristianas con estructuras eclesiales adecuadas y sólidas...»

c) La situación intermedia de los alejados: grupos enteros de bautizados que han perdido el sentido
vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia
alejada de Cristo y de su Evangelio.

El mismo documento vuelve a referirse a la epecificidad de la tarea misionera, en el n. 34:

«La actividad misionera específica, o mision ad gentes, tiene como destinatarios " alos pueblos o
grupos huanos que todavía no creen en Cristo", " a los que están alejados de Cristo", entre los cuales
la Iglesia "no ha arraigado todavía" y cuya cultura no ha sido aún influenciada por el evangelio. Esta
actividad se distingue de las demás actividades eclesiales porque se dirige a grupos y ambientes no
cristianos, debido a la ausencia o insuficiencia del anuncio evangélico y de la presencia eclesial (...).
Por tanto, hay que evitar que esta "responsabilidad más específicamente misionera que Jesús ha
confiado y diariamente vuelve a confiar del pueblo de Dios y, consiguientemente, descuidada u
olvidada». (RM n. 34)

No tiene mucho sentido gastar las energías en la formación o la educación de la fe cristianas de los
participantes si de hecho no tienen fe. Los servicios sociocaritativos y las catequesis catecumenales
son realidades diversas, etc.
7. La relación entre primera evangelización y catecumenado

Se trata de dos etapas sucesivas que son indispensables para ser cristianos. la finalidad del primer
anuncio es ayudar al oyente a hacerse creyente en el único Dios vivo y verdadero y en Jesucristo. La
finalidad del catecumenado es ayudar a quien empieza a creer a consolidar la fe y la conversión y
ofrecer al catecúmeno el indispensable aprendizaje para ser discípulo de Cristo en la comunidad de
los creyentes y en la realidad del mundo.

En la práctica se constata que hay una zona híbrida de confluencia entre el primer anuncio y el
catecumenado. Muchas veces no resulta tan claro si la primera evangelizaicón ha sido suficiente y
si hay realmente una base de fe y de conversión para iniciar con fruto el catecumenado. Hay que
notar que, cuando se habla de catecumenado, el primer anuncio es designado a menudo como
precatecumenado ( a mi modo de ver de manera poco afortunada).

*******

A muchos sacerdotes y cristianos les resulta difícil ver algún aspecto de esperanza en la nueva
situación de paganismo y de misión que se ha creado en el mundo occidental. A todos los que
recuerdan con nostalgia el pasado y las cosas que ya no existen, a los que miran al pasado, a las
tradicionales catequesis parroquiales para cientos de niños... conviene recordarles lo que varios
siglos antes de Cristo dijo el profeta Isaías a sus conciudadanos en momentos de desolación y de
cambios irreversibles:

"¡No os acordéis de lo pasado

ni penséis en lo antiguo!

Pues bien, he aquí que hago una cosa nueva:

ya está en marcha, ¿no lo reconocéis?

Abriré un camino en el desierto,

pondré ríos en el páramo" (Is 43,18-19)

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