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…Ellen Schreiber...
Schreiber...
1. Enterrada.
O no?
Aunque era domingo y estaba agotada de haber pasado las últimas semanas
protegiendo a mi némesis, Trevor Mitchell, de los colmillos de los vampiros
gemelos, Jagger y Luna Maxwell, estaba inquieta. No podía cambiar mi patrón de
dormir de la noche al día.
Abrazada a Alexander, compartiendo su mundo, no quería nada más que pasar
nuestro tiempo besándonos, abrazándonos y hablando.
No había ningún lugar para mí a la luz del día sin él. Había aceptado los peligros
de los que Alexander me había advertido, pero no podría pasar una eternidad en el
sol abrasador, sin mi verdadero amor. Alexander no sabía que yo podría
adaptarme fácilmente a su mundo, durmiendo juntos en nuestro acogedor ataúd,
volando juntos por el cielo nocturno, y viviendo en la polvorienta Mansión? Me
preguntaba qué tipo de vampiro sería: Una soñadora apacible como Alexander o
una amenaza sanguinaria como Jagger? De cualquier manera, ahora que Jagger y
Luna se habían ido de Dullsville, Alexander y yo finalmente teníamos la
oportunidad de compartir nuestro mundo mortal e inmortal. Sin embargo, había
un nuevo obstáculo en nuestro camino, ahora que Valentine estaba en la ciudad.
Pude escuchar como Alexander levantaba la tapa del ataúd. Agarró mi mano y de
mala gana me levanté, en medio de una oscuridad total.
Alexander me recogió en sus brazos y me sacó del ataúd, como si fuese Drácula
sosteniendo a su novia mortal. Me bajó con cuidado y me colocó a su lado, aunque
no era consciente de nuestra ubicación exacta. La manilla y la puerta chirriaron al
abrirse. Mis ojos parpadeaban tratando de adaptarse a un haz de luz de la luna que
atravesó la habitación.
Ahora que la oscuridad que había caído en Dullsville, era fundamental que
Alexander y yo encontráramos a Billy, pero estaba desgarrada. Hoy había tenido
mi primera experiencia real como una vampiresa. En realidad nunca había
pensado que conseguiría pasar las horas de luz del día en un ataúd con un
vampiro. No quería que esto terminase. Cuando llegamos a la puerta del ático de
Alexander, me detuve.
"Tenemos que irnos", dijo.
"Lo sé".
Ansiosa por encontrar a Billy, corrí por las escaleras delanteras y hurgué en mi
colección de llaves—una de casa, una de la puerta delantera y de la puerta de atrás,
una de la taquilla, la del diario, y un par de ellas que no podía recordar que abrían.
Todas se adjuntaban a varios llaveros—una figura de Olivia Outcast, un muñeco
Hello Batty, y una imagen plastificada de Donnie Darko.
Mis manos temblaban mientras trataba de encontrar la correcta.
Alexander tranquilamente puso su mano en la mía, su anillo de araña de plástico
negro atrapaba la luz de la luna, y cogió el llavero.
"Billy?", pregunté.
En cambio, era mi madre, vestía un suéter de Ralph Lauren malva y pantalón gris,
que entraba en el vestíbulo.
"Bueno, hola, Alexander", dijo, sus ojos brillaban. "Es agradable volver a verte".
Alejandro siempre se ponía nervioso cerca de mis padres. "Hola, Sra. Madison",
respondió, aplastando el pelo nerviosamente.
"Te tengo dicho que puedes llamarme Sarah", dijo con una risita tonta de colegiala.
Hice rodar mis maquillados ojos negros. No estaba segura si mi madre estaba feliz
de que alguien en Dullsville me aceptase o si era los fascinantes ojos chocolate de
Alexander los que la hacían comportarse así. O tal vez ella tenía flashbacks de sus
días de hippie.
2. Banquete Vampírico.
Mi papá estaba de pie en la barra con una camisa de Oxford blanca y caquis, y su
corbata aflojada, tenía un refresco en una mano. Pagó la cuenta y se acercó a
nosotros.
"Hola, Alexander", dijo, sacudiendo la mano de mi novio como si fuesen dos de
jugadores de fútbol que iban a lanzar la moneda al aire.
"Hola, Sr. Madison," logró decir Alexander.
"Llámame Paul," dijo mi papá, dándole unas palmadas en el hombro.
Los conservadores clientes con sus perfectos cortes de pelo y los niños
impecablemente peinados nos miraban como si Alexander y yo fuésemos La Cosa
del Pantano 1 y La Cosa del Pantano 2. Podía ver el horror en sus ojos azules como
el cristal y como rezaban por que sus hijos no crecieran y se pusieran mechas
púrpuras en sus cabellos rubios.
Tenía la esperanza de que nos dieran una mesa tranquila en la esquina, lejos de los
cotilleos y las miradas fijas — un lugar desde el que fácilmente podríamos
escabullirnos del Club Cricket.
Sin embargo, tenía otras cosas en mente. Además de preocuparme por ser unos
marginados, me preguntaba como haríamos Alexander yo para llegar a la
biblioteca antes de que lo hiciera Valentine.
O quizás ya era demasiado tarde. Me imaginé, que entre las pilas de libros de
cálculo y álgebra, Valentine podría estar clavando sus colmillos en el cuello de mi
hermano. Pero tenía que pensar en positivo. No era probable que Valentine
corriera el riesgo de ser reconocido fácilmente. O si?
Mi mejor amiga, Becky, estaba tan ocupada con su novio, Matt, que ella y yo no
habíamos tenido la oportunidad de hablar sobre el baile. Por supuesto, sabía que
ella asistiría con Matt, y Trevor llegaría con alguna hermosa rubia animadora de la
universidad. A mi me acompañaría Alexander Sterling. Pero él iría después del
fracaso del último baile hace ya varios meses cuando Trevor le desafió, lo que lo
obligó a retirarse a la mansión?
Iría incluso al baile de la ciudad de Dullsville sabiendo que un preadolescente
vampiro se escondía en algún lugar de la ciudad?
"No te olvides de votar por mí", dijo mi némesis, desapareciendo entre la multitud
de clientes.
Me metí en el baño de mujeres, me lavé las manos en el lavabo de porcelana
blanca, y retoqué mi sombra de ojos y mi maquillaje.
¿Cómo podíamos dejar la cena con mis padres e ir a la biblioteca sin hacer una
escena, mientras que los curiosos Mitchells estaban sentados en la mesa de al lado?
Necesitaría un milagro —o por lo menos un blanco fantasma de mentira.
"Creo que Billy Boy debería estar con nosotros", les dijes cuando regresé a la mesa.
Mis padres me miraron con escepticismo.
"Está en el Club de Matemáticas. Te lo dije," mi mamá me recordó."Ya les dan ellos
la cena. "
"Sabes cuánto le gusta comer aquí. Se vuelve loco por las críquet hamburguesas.
Ahora me siento mal, comiendo en uno de sus restaurantes favoritos sin él”
"Podemos llevarle algo a casa para el," ofreció mi papá. "¿Por qué este repentino
interés en tu hermano?”
Alexander y yo salimos a hacer algo que nunca pensé que haría: colarnos en la
fiesta del Club de Matemáticas.
Mi novio vampiro agarró mi mano a través de aparcamiento, mientras cruzábamos
los dos carriles de la calle, y pasábamos alrededor de una gasolinera.
Caminábamos rápidamente por delante de la pequeña zona boscosa cercana a la
biblioteca cuando oímos algo en la distancia. Era el sonido de un perro aullando.
"Tal vez Valentine está ahí", le pregunté en voz alta. "¿Puedes verlo?"
"Puedo ver en la oscuridad, pero no tengo visión de rayos X".
"Valentine podría estar buscando algo más que una casita del árbol—tal vez
comida?
“¿Y si está esperando para echarse encima de tu hermano en el momento en que
salga de la biblioteca?"
El perro aulló de nuevo.
Alexander me miró como si él también estuviese preocupado sobre lo que estaba
en el bosque—o más bien quien.
"Muy bien", dijo con valentía, y se dirigió hacia los árboles.
Ahora estaba preocupada por nosotros. Me agarré al brazo de mi novio.
"Espera", advertí. "Quién sabe lo que va a hacer. Tal vez deberíamos dirigirnos a la
biblioteca."
La maleza bloqueaba la mayor parte de la luz que emitía la farola y apenas podía
ver a los delgados árboles que estaban delante mía. Me guiaba entre ellos con una
mano extendida en la tenue luz de la luna.
El viento silbaba a través de los árboles estériles. Pasé una escalofriante valla
blanca rota con un par de estacas a la izquierda, inclinándose como lápidas
envejecidas. Pasé cuidadosamente a lo largo de unos pocos tocones, ramas y
árboles caídos.
No podía ver a Alexander por ningún lado. Apenas podía distinguir los montones
de leña, piedras, y los restos de colchones que había dejado atrás. Entonces oí el
chasquido de una rama.
Me giré.
"Alexander"?
Recordé que mis padres nos estaban esperando en el Club Cricket. Se suponía que
Alexander y yo regresaríamos antes de que nuestras comidas llegasen a la mesa.
Hubiéramos llegado antes que el pescado y las patatas fritas si no nos hubiera
desviado hacia el bosque.
"Alexander" Llamé de nuevo.
Sin embargo, hoy no era Halloween y no iba a sacar ninguna obra literaria.
Alexander y yo pasamos fácilmente por las puertas automáticas y dejamos atrás el
buzón de los “libros usados”, la mesa de los eventos próximos, un carrito de libros
devueltos, y el mostrador circular de información.
Comprobábamos cada pasillo por si Valentine estaba escondiéndose detrás de uno.
La biblioteca estaba vacía de sus lectores y visitantes regulares, pero unos pocos
familiares de los miembros del Club de Matemáticas hacían tiempo navegando en
Internet. Alexander y yo buscamos por los pasillos de ciencia ficción y luego
Cuando llegamos a la parte de abajo, vimos una fuente con rocas a lo largo de la
pared trasera. Tenía algunos peces de fuertes colores, y monedas de oro y plata se
encontraban en el fondo como tesoros hundidos. Una mujer estaba sentada con su
hija mientras la niña inocentemente intentaba alcanzar a los peces amarillos.
"Mi mamá me traía aquí cuando yo era pequeña. Solía darme un centavo para que
lo tirase en la fuente," compartí con Alexander mientras caminamos pasando un
circulo de niños que rodeaban una mesa plagada de libros ilustrados. "Mi deseo
siempre era el mismo. Convertirme en un vampiro." Lo miré a los ojos. "Tal vez ese
deseo finalmente pueda hacerse realidad."
En lugar de responder, Alexander me condujo hacia la sala de conferencias.
Estaba aturdida. Siempre llamé a Billy "Nerd Boy" por ningún motivo, pero ahora
él brillaba de una manera que nunca antes había visto. Comprendí que el delgado
hermano con el que me había metido durante toda mi vida tenía algo que yo no
tenía—un grupo de compañeros con los que poder relacionarse y que lo miraban
como si fuese un rey.
Odiaba admitirlo, pero sentía cierto orgullo y un poquito de celos. Mi enclenque
hermano pequeño era afortunado al tener un grupo al que pertenecer—algo que yo
nunca había tenido. Había un Club de Ajedrez, Club de Francés, pero nunca hubo
un Club Gótico. Me imaginé una habitación llena de preadolescentes como
Alexander y yo, comiendo gusanos gomosos, leyendo Drácula de Bram Stoker, y
viendo la Reina de los Condenados.
Billy Boy estaba en la edad en la que prefería la compañía de sus amigos a estar
con su familia. Me sentía mal insistiéndole a mi hermano a que se uniera a
nosotros cuando se lo estaba pasando tan bien, pero no tenía otra opción. Valentine
podría estar acechando en el Bosque del Árbol Muerto—o en cualquier otro lugar
de Dullsville.
"Llevaremos a Henry con nosotros", le dije.
Un preadolescente asistente técnico se nos acercó. "Hola, chicos. ¿Habéis venido a
ver la película?"
"No, hemos venido a llevar a mi hermano a cenar. Tenemos que apurarnos, Mamá
y Papá están esperando".
Ellos no tenían ni idea de quien era el verdadero vampiro que estaba a la mesa.
A pesar de las intensas preguntas de mi familia, pude ver que Alexander se
divertía. Sentí una punzada de melancolía por mi amado, que había sido obligado
a dejar Rumania y a su familia. Me preguntaba si yo habría sido capaz de dejar a
toda mi familia y a Becky atrás, para mudarme a otro país, y vivir en una antigua y
solitaria mansión con sólo un mayordomo que me hiciese compañía. A pesar de
que el hombre escalofriante, Jameson, era un querido amigo de confianza para
Alexander y la familia Sterling, el era bastantes siglos mas viejo. Estaba segura de
que la extraña pareja no hablaba de música, chicas, y películas.
Alexander nunca se había quejado. Sin embargo, me sentía aliviada de haber
entrado a hurtadillas en la mansión y haber encontrado allí a mi compañero gótico.
Por la forma en que mi novio se comportaba en el Club Cricket, estaba segura de
que él se sentía de la misma manera.
Ahora que todos estábamos juntos, sabía que mi familia y yo estábamos a salvo.
Pero no sabía por cuánto tiempo.
Después de dejar a Henry, llegamos a casa, con nuestras barrigas llenas de vinagre,
patatas fritas y helado de chocolate.
Deje a Pesadilla en mi cama y corrí por el pasillo cuando Billy salió disparado de
su habitación, chocando conmigo.
Casi me deja sin respiración. "Quítate de encima tonto!" Grité. "¿Qué te pasa?"
Billy no habló, en cambio señaló su habitación. La puerta estaba parcialmente
cerrada. Crujió mientras la abría lentamente.
Por la forma en que había gritado, esperaba ver un cuerpo muerto.
Miré detenidamente hacia el patio trasero. Podía ver nuestro columpio y a mi papá
recogiendo la manguera de jardín. Me distancié. Entonces con la esquina de mi ojo,
vi algo que se movía. Colgado boca debajo del marco de la ventana había un
Esa noche estaba más inquieta de lo habitual. No sólo por que había dormido con
Alexander en su ataúd y había alterado mi sueño, estaba frenética. Yo, Raven
Madison, había pasado la luz del día acurrucada en un ataúd con mi novio
Por encima de él, dibujé un murciélago con ojos verdes. Donde podría estar
durmiendo durante las horas de luz un vampiro preadolescente—en el cementerio
de Dullsville? En el ático de una antigua iglesia? O tal vez se escondía en los
montones de hojas en el bosque Oakley. Y me preguntaba lo que podría hacer el
solo por la noches en Dullsville—espiar a los mortales, buscar casitas de árboles
desocupadas, o acechar a su incauta futura Dullsvillian presa? Pero entonces
comencé a pensar acerca de cómo se sentiría Valentine sin su familia, solo, sin sus
amigos y tutores. ¿Se escaparía de casa? ¿Por qué Valentine no estaba con Jagger y
Luna?
No estaría pegada a su hermano Jagger, algún día ella se vincularía a otro vampiro
para toda la eternidad.
Luna me había aceptado como una vampiresa. Le gustaba mi estilo en vez de
rechazarme.
Pero nuestra relación en realidad estaba construida sobre una mentira. La había
convencido de que yo era parte de su mundo, y ella me había engañado
haciéndome creer que deseaba a Trevor cuando en realidad era a Alexander a
quien había querido todo el tiempo.
Creo que nos lo habíamos merecido.
Estaba segura de que Alexander podría pintar a esta adolescente entre vampiros
adolescentes con mas precisión que una fotografía, pero me las había arreglé para
captar su esencia. Las imágenes me miraban fijamente, como si fuesen reales. Cerré
mi diario sobre los Maxwells y esperaba que mañana, Alexander y yo pudiésemos
poner fin a su invasión de Dullsville.
"Las tomamos el sábado por la noche en la sala del cine. No son fantásticas?"
Eché un vistazo a las cuatro poses—en una Matt tenía su brazo alrededor de Becky,
en otra estaban parpadeando, en la tercera el le estaba dando un beso en la mejilla
a ella, y en la última estaban con una sonrisa para la revista Teen—eran el reflejo
de una pareja enamorada.
Miré mi taquilla—tenía varios recortes de revistas de Trent Reznor, Marilyn
Manson, Ville Valo ... y un hueco para el chico que lo significaba todo para mí.
"Pensaba que ahora tenías un santuario de Alexander", comentó Becky.
"También lo tenía", admití. Pero eso fue antes de que supiese era un vampiro, quise
decir. "Él es bastante tímido cerca de una cámara."
"No puede ser. Él es tan guapo, que podría ser modelo."
Eché un vistazo a mi mejor amiga, cuya normalmente fresca carita de ángel
brillaba más que nunca. La siempre tímida y tranquila chica, ganaba confianza
ahora que estaba saliendo con Matt.
Siempre le había contado mis secretos a Becky. Estaba que explotaba por contarle
la verdad sobre Alexander—la razón por la que no tenía una imagen en mi
santuario, por qué Alexander no asistía a Dullsville High, y por qué solo había sido
visto por la noche. La carga de este secreto era más pesada que una mochila llena
de libros de texto.
Alexander hizo una pausa, su ceño estaba fruncido. Alejo el pelo de su cara. Su
silencio se hacía mas marcado por el chirrido de los grillos. Parecía que estaban
"Vosotros esperáis aquí", les ordené. "No comprasteis las entradas, nosotros si".
"Es la casa árbol de Henry."
Alexander cogió su cartera y sacó cinco dólares. "Esto debería cubrir un tour
privado."
Henry rápidamente guardo el dinero en sus bolsillos. "Nada de besos, desvestirse,
o tocar cualquier cosa, además del telescopio", ordenó. "Acabo de montarlo."
Hice rodar mis ojos.
"Estaremos esperando junto a la puerta," advirtió Billy.
Entré de puntillas, Alexander me siguió de cerca detrás de mí.
Las mesas plegables seguían teniendo los vasos y los platos. El telescopio de Henry
estaba junto a la ventana delantera. La cortina negra, que separa la casa en dos
habitaciones, estaba cerrada. La primera vez que había abierto la cortina, había
encontrado el ataúd lleno de pegatinas de Jagger y el ataúd rosa de Luna. Los
habían quitado cuando Alexander y yo inspeccionamos la casa del árbol unos días
después de la Gala del Cementerio. Esta vez, no estaba segura de lo que
encontraría.
Tomé un profundo aliento y abrí la cortina.
La habitación estaba vacía.
¿Qué buscaba?
Debía de haber algo en el interior de la casa del árbol que no descubrimos cuando
nosotros habíamos venido pasa saber si Jagger y Luna se habían ido.
"Creo que Valentine no esta aquí", le dije.
"Quizás él lo planea", sospechó Alexander.
En la esquina, la puerta de un pequeño armario estaba ligeramente entreabierta.
Me acerqué y dentro encontré una caja de cartón oculta en las sombras. Tal vez era
el candelabro, la copa de estaño, o el maquillaje gótico de Luna. O probablemente
fuesen de frascos de moho y esporas que eran examinadas por el microscopio de
Henry. Miré dentro y vi papel de pergamino enrollado.
Quité la banda elástica y rápidamente los desenrollé. Eran un montón de grabados,
como los que Jagger había recogido del cementerio y había utilizado como obra de
arte para decorar la casa del árbol, la fábrica abandonada, y su apartamento en el
Club del Ataúd.
6. Órdenes Góticas.
"El día en el que empiezas a escuchar a los demás es el día en el que empiezo a
escucharte", dijo, y corrió escaleras arriba hacia su habitación.
"¿Qué pasa?" preguntó mi madre cuando entré en la cocina para encontrarla
limpiando el mostrador. "Te oí gritar."
"Nada", contesté, abriendo la nevera.
"Un minuto insistes en incluir a tu hermano a la cena, y al próximo os estáis
gritando el uno al otro".
"Pensé que era normal", dije, agarrando un refresco.
"Supongo que lo es...", admitió.
Cerré la puerta de la nevera. "Tengo algunas noticias", le dije. "Voy al baile
escolar."
La cara de mi madre se iluminó, como si tuviese veinticinco años y anunciase mi
compromiso.
7. Shopghoul.
La tesorera de nuestra clase, una rubia, que vestía una camisa a rayas rosas y
blancas y unos jeans rosas, caminó tímidamente por los pasillos del aula,
entregando una tarjeta roja a cada estudiante.
Becky empezó a garabatear pensativamente, como si votase por primera vez en las
en elecciones presidenciales.
Mientras los otros estudiantes susurraban y escribían sus opciones, yo
rápidamente llené mi formulario.
"Juniors está en este piso", le dije, señalando más allá de la ropa de cama.
"Vamos a Juniors Boutique", dijo.
Apenas había estado en la Juniors, mucho menos en Juniors Boutique. Subimos en
la escalera mecánica, mientras miraba hacia abajo a los compradores que miraban
detenidamente las joyas.
Cada hija era una copia exacta de su madre. Exceptuando nuestro pelo moreno, el
que mi madre teñía regularmente, nosotras éramos polos opuestos.
Uno a uno, mi madre saco los vestidos de sus perchas hasta que formó dos
brazadas. Uno por uno, examiné los vestidos y me moví a otro soporte, con las
manos vacías.
Una veterana gerente de ventas, que llevaba una etiqueta con su nombre que decía
MADGE y desprendiendo la confianza de un capitán que gestionaba sin esfuerzo
un buque en alta mar, se acercó a mi mamá.
"Aquí, permítame que los sostenga", dijo. Esta, evidentemente, no era su primera
temporada de balie escolar y que no iba a ser la última. "Comenzaré mostrándoles
un vestidor."
Seguimos a la mujer hasta los vestidores inundados ya por otras chicas que irían al
baile y que se estaban pavoneando con sus vestidos como si estuvieran en una
pasarela de París.
Me desvestí, sacando mis pantalones negros y mi camiseta de Hello Batty, y entré
en un modelo de satén rosa.
Mientras mi madre saludaba a Jack y seguían con sus bromas, corrí hacia el
vestidor y cerré la puerta.
Entonces hizo algo que sólo una madre haría. "Raven! Ven aquí," me llamó.
No tenía ningún lugar al que escapar. No estaba preparada para que nadie me
viese con esto puesto, y mucho menos Jack Patterson.
Al final del estante, vi una falda color rojo sangre de encaje negro que llevaba mi
nombre. Saqué el vestido y jadeé.
Madge había vendido cientos de vestidos en el Jacks, pero por la forma en la que
forzaba su sonrisa, creo que nunca había vendido un traje de Halloween para el
baile. Sin embargo, la anciana hizo lo posible para ocultar su conmoción y
consternación. "Puedes estar segura de que nadie más llevará este vestido",
proclamó.
Entre mi madre y yo, finalmente encontramos en un vestido que satisfacía su
presupuesto y no era del estilo del que tuviese que cambiarme tan pronto como
llegase al baile.
Atamos varios amuletos a una de las ramas de la casa del árbol antes de irnos en el
Mercedes al cementerio de Dullsville.
"Valentine tiene que estar escondido en alguna parte", afirmó Alexander mientras
aparcaba el coche junto al cementerio.
Alexander agarró mi mano mientras nos dirigimos hasta la acera en la entrada del
cementerio.
"No debería estar en tierra sagrada, ¿verdad?" Le pregunté cuando llegamos a la
verja de hierro. "Si él me muerde, no sólo me convertiría en un vampiro, si no que
me vincularía para toda la eternidad con el."
Alexander hizo una pausa.
"Supongo que tienes razón", estuvo de acuerdo. "Olvide que Valentine es un... Será
mejor que te quedes".
"Quedarme atrás?" Le pregunté con cara de cachorrito, cambiando rápidamente mi
canción. "Pero Valentine no está aquí para vincularse con una compañera,
verdad?"
Alexander sacudió la cabeza. "No estoy seguro de por qué está aquí." Mi novio
empezó a subir la valla.
Seguí a Alexander a través del pasillo entre las lápidas, dejando atrás el cobertizo
del cuidador. Comprobamos unas tumbas recién excavadas.
Esa noche, Billy y Henry estaban reunidos en nuestro salón, haciendo con
impaciencia su proyecto de vampiros mientras yo estaba dando los últimos
retoques a mi pelo.
El timbre sonó.
"Alexander está aquí! Hasta luego!," grité a todo aquel que estuviese escuchando, y
cerré la puerta detrás de mí.
"Afortunadamente Billy se quedará aquí esta noche", dije mientras caminábamos
hasta el coche. "¿Quién hace la tarea el viernes?"
"No hay nada de malo con ser estudioso", lo defendió Alexander, sosteniendo la
puerta abierta para mí.
"Lo es cuando uno de los ultra estudiosos es mi hermano", le dije, bromeando.
"Siempre he querido tener un hermano guay. Enigmático, inteligente, peligroso.
No uno empollón. Pero supongo que Billy siempre quiso tener una hermana
mayor que fuese una buena estudiante, así que creo que estamos en las mismas".
Me instalé en el Mercedes mientras Alexander lo sacaba de la entrada.
"¿Fue Ruby cenar a la mansión la otra noche?" Le pregunté, mientras comprobaba
mi lápiz de ojos en el espejo retrovisor.
"Sí". El viejo es bastante bueno con las damas".Lo que hace casi imposible pedirle
prestado el coche a Jameson. Me lo dejo esta noche, pero él lo tendrá mañana para
llevar a Ruby por la noche."
"¿A dónde me llevas?”, Le pregunté.
"Es un secreto. Y tengo una sorpresa para ti en cuanto lleguemos allí".
Alexander condujo a través del centro y hacia las afueras de Dullsville.
"Encontré este lugar ayer por la noche", dijo mientras tomábamos una curva
bastante cerrada. "Lo descubrí mientras estaba buscando a Valentine. Pensé que
podríamos tener uno minutos solamente para nosotros dos".
Me quité de la banda de encaje negro que llevaba como cinturón y con cuidado se
la até alrededor de su cabeza, cubriendo sus ojos. "Ahora estamos iguales".
Alexander sopló la última vela.
Estábamos en una oscuridad total. No podía ver a Alexander, la boca de la cueva,
ni incluso mis propios dedos.
Alexander besó el dorso de mi mano, me dio besitos por el brazo hasta que llegó a
mi cuello.
Hice una pausa. "¿Cuál es la sorpresa?”, Le pregunté. "¿Estamos en terreno
sagrado"?
"¿Lo quieres saber?" preguntó con una sonrisa. "Espera un minuto."
Una sorpresa, pensé. ¿Qué podía ser?
Sentí un cálido apretón en mi cuello.
A saber quien podría estar acechándonos en la cueva. Tal vez como una broma,
Trevor nos había seguido. O peor aún, un grupo de jóvenes delincuentes o
indigentes andaban en la cueva. ¿Cómo podría un vampiro y su novia mortal
defenderse de una cuadrilla de delincuentes que defendían sus territorios?
Mi mente y mi corazón se aceleraron. Apenas podía respirar.
"Alexander—donde estás? No puedo ver!" Seguí agitando mis brazos pero solo
había aire.
Entonces vi un destello de luz. Alexander estaba delante de mí, su pelo
desordenado al quitarse la venda, tenía la linterna en una mano y mi banda en la
otra. Me acerqué a mi novio y me escondí detrás de él. Agarré la linterna, tanto
para usarla como un arma como una fuente de iluminación.
Mi corazón seguía latiendo fuertemente como si fuese a saltar fuera de mi pecho.
Iluminé a nuestro alrededor. No vi a nadie. Estábamos solos.
Oí un sonido de un aleteo. Alexander señaló sobre mí. Iluminé a un solo
murciélago que se cernía sobre mí, sus ojos verdes agujereaban mi alma.
"Alexander"
No podía revelar a mi mejor amiga la verdadera razón por la que estaba agotada.
No fue porque Alexander y yo hubiéramos tenido una noche romántica, sino más
bien porque había estado toda la noche dando vueltas en la cama, pensando en los
terribles acontecimientos de la cueva.
Estaba confusa. En primer lugar, la extraña mano que había tenido en mi cuello
había sido realmente de Valentine? No estaba segura de que o quién había estado
en la cueva con nosotros. Y si fue el hermano Jagger, yo había estado a punto de
ser atacada por un vampiro. En segundo lugar, cuando pensé que era mi novio
vampiro el que iba a morderme, no reaccioné de la forma en la que había pensado.
En cambio, me había dejado llevar por el pánico. Supongo que no estaba tan
preparada como me había hecho creer a mi misma.
"No dormí nada", le admití finalmente a Becky. "Siempre estoy nerviosa después
de salir con Alexander."
"¿No es increíble?" dijo con una sonrisa brillante. "No sólo vamos al baile, sino que
también ayudamos con las decoraciones. ¡¿Quién lo iba a decir?!"
"Mi nombre es Becky", dijo ella, haciendo caso omiso de la fotocopiadora que
estaba detrás de ella.
Jenny blandió una brillante sonrisa. "Veo que has hecho muchos progresos",
señaló, realmente encantada. "Pensé que empezarías mañana."
"Becky es la personificación de los madrugadores", la elogié.
Jenny posaba como una estrella del pop, como si el parpadeo de la fotocopiadora
fuese su paparazzi. "Siempre encuentro a los mejores", dijo, orgullosa de su nuevo
discípulo.
Becky la miro agradecida como si ella hubiera sido elegida la Reina del Baile en
lugar de seleccionarla para hacer las fotocopias.
Sin embargo, era evidente por qué mi mejor amiga estaba tan sonriente. No sólo
salía con Matt Wells, un jugador de fútbol, también era aceptada por las
animadoras y el cuerpo estudiantil. Me sorprendió la facilidad con la que una vez
la tímida Becky era aceptada "en" la multitud, mientras yo me quedaba sola "fuera"
de la multitud.
"Raven también está ayudando", añadió Becky alegremente.
Jenny me miró como si yo fuera el barro que había descubierto debajo de sus
brillantes zapatos blancos de animadora en un día lluvioso de partido. "Uh...
La casa de Becky estaba impregnada de carácter, algo que faltaba en muchas de las
casas "del lado bueno de la ciudad”, incluso en la mía. La casa de madera era de un
color amarillo pálido con persianas verdes en las ventanas. Tenían una puerta con
mosquitera y un balcón que la rodeaba con un porche anticuado. Aunque algunos
de los electrodomésticos se habían actualizado, se mantenía el original papel tapiz
de color amarillo con flores de cuando su padre era joven. Una mesa redonda de
plástico en lugar de una típica mesa y sillas de comedor estaba en un rincón de la
cocina. Azulejos en blanco y negro forraban el suelo y las paredes del cuarto de
baño. Pomos de cristal brillaban en todas las puertas, en lugar de ser de peltre o de
metal, y todo el primer piso tenía el suelo de madera.
Subimos por la chirriante escalera de madera a su habitación. Una pared estaba
inclina, lo que hacia parecer que su póster de una estrella de cine se inclinaba para
besarte.
Becky y yo estábamos hambrientas, así que nos fuimos a mi casa, haciendo escala
en el restaurante Hatsy, donde nos dimos un atracón de patatas fritas con queso y
coca-cola sabor vainilla y hablamos sin parar sobre nuestros ídolos. Desde que mi
mejor amiga y yo teníamos novios, no habíamos tenido tiempo para estar juntas
como en el pasado. Ahora que teníamos nuestras baterías recargadas,
aprovechamos nuestro preciado tiempo para chicas y cotilleamos durante horas. El
cuál se redujo para mí a la puesta de sol.
Abrí la puerta para encontrar el primer piso vacío de miembros de mi familia y el
teléfono que estaba sonando.
Miré de nuevo a Valentine, cuyos ojos verdes brillaban hipnotizándome. Lamió sus
labios, y a la luz de la lámpara del escritorio brilló un pequeño colmillo.
Al igual que un millón de estroboscópicas luces salieron de cabeza, cuando me di
cuenta de por qué Valentine estaba en Dullsville. Jagger y Luna no estaban
buscando venganza contra Alexander—, era en mi contra y estaban amenazando a
mi familia. Y ellos habían enviado a Valentine a hacer su trabajo sangriento.
Paseaba por mi habitación, mis botas golpeaban contra la alfombra negra que
estaba en el suelo mientras sostenía a mi irritado gatito, que estaba claramente
nervioso por nuestro nuevo vecino.
Tenía que poner en marcha un plan. Alexander estaba a millas de distancia y yo ni
siquiera estaba segura de su ubicación. Lamentablemente, nunca llevaba un
teléfono celular. Me gustaría informarle de que la persona que el estaba buscando
estaba justo aquí debajo de mi propio tejado. Suspiré profundamente. Traté de
romperme la cabeza buscando una estrategia. No podía salir de la casa con un
vampiro vengativo, en la habitación de mi hermano. Sin embargo, mis padres
creerían que había inhalado pegamento si corriese escaleras abajo y les explicase
que Billy había invitado por error, a un sangriento descendiente de Drácula, en
lugar de un adolescente que era nuevo en la ciudad y que necesitaba un amigo.
Tendría que enfrenarme a este problema cara a cara.
Los chicos siguieron zampándose la pizza mientras yo observaba cada bocado. Por
primera vez en mi vida, estaba siendo desagradable.
"Me estás asustando", dijo finalmente a mi hermano, alejándose de mi.
"Raven, vamos a la otra habitación", me dijo mi madre.
"Pero—",
Ella agarró nuestros platos con nuestros trozos de pizza y nos sentamos en el
comedor.
Todo el tiempo espié a Valentine, mantenimiento mi visión periférica en el festín
de pizza del vampiro.
Odiaba que Billy ya no quisiera a las mujeres Madison a su alrededor. Debería
haber escuchado mis advertencias sobre Valentine. Estaba empezando a
recordarme a alguien que no aceptaba órdenes, alguien que conocía muy bien— a
mí.
Abrí mis ojos en la oscuridad eterna del ataúd de Alexander. Había dormido por lo
que parecían siglos, al lado de mi compañero-vampiro. Podía escuchar su suave
respiración a mi lado. Extendí los brazos y me golpeé con la tapa del ataúd
cerrado. No estaba en los brazos de Alexander, y estaba bastante apretada contra
su espalda.
Inconsciente del tiempo, suavemente le di un codazo a mi durmiente vampiro.
Quería saber cuánto tiempo teníamos que seguir enterrados.
Oí a mi novio moverse.
"¿Alexander"?
Podía sentir como su cuerpo se estaba dando la vuelta. Suavemente apoyó su
mano en mi cuello.
"¿Estás leyendo mis pensamientos?”, Le pregunté. "Hm... Apuesto a que no puedes
adivinar lo que estoy pensando," Lo provoqué tímidamente.
Alexander no quitó su mano. En cambio presionó con más fuerza.
Cuando el sol comenzó desaparecer, rayas de color rosa y púrpura teñían el cielo,
formando un mágico atardecer. Llegué a la Mansión, corrí por la sinuosa y
agrietada entrada y por las desiguales escaleras, y a continuación, llamé a la
puerta con la pesada aldaba con forma de serpiente.
Al día siguiente, fui a la sala de estudio en la cafetería. Las cocineras colocaban las
bandejas y preparaban la comida para cuatrocientos estudiantes hambrientos. El
olor del chile de la escuela invadía nuestra sala de estudio. Estaba tumbada sobre
una mesa, descansando mi cabeza contra la mochila cuando oí hablar a un snob del
futbol con Jenny Warren en la mesa de al lado.
"¿Has oído lo de Trevor?" le preguntó a ella.
Para cuando llegamos a la fuente del parque Oakley, donde Billy me había dicho
que se reuniría con Henry y Valentine, los chicos ya no estaban allí.
"Ni siquiera tenemos tiempo para pedir un deseo", dije, refiriéndome a la fuente
iluminada, donde una pareja lanzaba un par de monedas.
"¿Dónde pueden estar? No pueden haber ido muy lejos."
Alexander me llevó de la mano y de prisa a los columpios para encontrarlos vacos
de cualquier mortal, y mucho menos de estudiantes de nivel elemental.
"Hay un escenario allá abajo", dije, apuntando a la cúpula del anfiteatro al aire
libre. "Es donde Luna me esperaba. Quizás están allí reunidos."
Alexander y yo nos apresuramos por la colina cubierta de hierba, saltamos algunos
pequeños arbustos que estaban alineados en el lado del anfiteatro, y luego nos
lanzamos como flechas por el pasillo de entre los bancos. El oscuro escenario,
apenas iluminado por una farola, estaba tranquilo y vacío mientras caminábamos
Durante el almuerzo, una vez más, estaba desesperada por contárselo todo a
Becky.
"¿Por qué tienes esa cara tan larga?" me preguntó. "El baile será en unos días."
Quería contarle mi dilema. Explicar cómo Alexander había plantado a Luna en su
ceremonia de convenio, por que no la quería llevar al inframundo sin estar
enamorados. Revelarle que entonces Jagger había seguido a Alexander a América
buscando venganza, y que me había encontrado a mí en Hipsterville y me había
seguido de regreso a mi ciudad. Y ahora, Alexander y yo estabamos
enfrentándonos al hermano pequeño de Jagger y Luna, Valentine, que estaba
buscando venganza en nombre del clan Maxwell. Al mismo tiempo, yo estaba
luchando con una decisión importante: si un día haría frente a mi propia
Esa noche, cuando llegué a la puerta de la mansión, mi novio vampiro que siempre
me estaba esperando allí, no se presentó. Caminé el largo de la entrada, llevaba mi
blusa de Morbid Threads a rayas blancas y negras y una falda negra con flores
bordadas, medias negras de rejilla y zapatos negros Kitty Mary Jane.
Llamé a la puerta con la aldaba en forma de una serpiente. La puerta de la
Mansión permaneció cerrada, como si estuviera parada ante mí, impidiéndome
volver a ver a mi compañero-vampiro.
Lo sabía—Alexander tenía dudas.
Caminé hasta la entrada lateral. El Mercedes estaba aparcado en el garaje. Golpeé
de nuevo, pero nadie respondió.
Regresé a la puerta delantera y golpeé con mis puños en la puerta de madera.
Pude oír como los cerrojos se liberan, y lentamente la puerta de la mansión se
abrió. Jameson asomó su cabeza.
"Señorita Raven, estoy sorprendido de verla."
"Alexander y yo siempre nos encontramos en la puerta."
"Pensé que lo sabía, Srta. Raven. Alexander se ha ido".
¿Ido? Sentí como mi corazón se me salía del pecho y caía entre las grietas llenas de
maleza de la entrada de la mansión.
Noche del baile de Dullsville High—tenía suerte de no ser un vampiro esta noche.
Si tuviese que esperar hasta la puesta del sol para dejar de dormir, no tendría tiempo
para ducharme, arreglar mi pelo, cambiar mis botas por unas de bruja, elegir entre
los pendientes de ónix o los de telaraña, cambiar mi peinado, y volver aplicarme mi
eyeliner. Y lo más importante, no sería nada sin un espejo.
Era como un oscuro ángel medieval. Lo único que me faltaba eran los dientes de
vampiro.
Mirando por la ventana, vi a Alexander aparcar el Mercedes de Jameson en la
entrada. Mientras me pintaba de nuevo los labios y daba los últimos retoques a mi
maquillaje, pude escuchar el timbre y unos susurros de saludos.
"Alexander está aquí!" Me gritó mi madre.
"Voy!" Contesté.
Con una mano sujeté la parte inferior de mi vestido y con la otra llevaba mi
paraguas abierto. Descendí las escaleras como la novia de Drácula.
Alexander y mis padres estaban sentados en el salón.
Cuando Alexander me vio, sus ojos brillaron e inmediatamente se levantó. Mi
corazón se disparó. Se veía más hermoso de lo que me había imaginado. Alexander
parecía un sexy ídolo vampírico en un traje de seda con un pañuelo rojo en la
solapa. Su pelo y sus ojos medianoche brillaban. Él me dio una dulce sonrisa.
Alexander puso su mano sobre su corazón. "Eres tan hermosa. Me has dejado sin
habla."
Mary Maxwell,
Querida tía
1844-1922
"Tengo que encontrar a Billy antes de que sea demasiado tarde." Dijo Alexander.
"Valentine a llegado al límite. Si no regreso en una hora, dile a Matt que te lleve a
casa."Alexander me dio un rápido beso en la mejilla y se dirigió hacia su
automóvil.
Finalmente, oí los mórbidos y lentos pasos de Jameson que bajaba por las escaleras.
Alcancé al mayordomo en el pasillo, que venía a encontrarse con nosotros en el
salón.
"¿Cómo esta Valentine?" Le pregunté al hombre raro.
"Se está recuperando, Srta. Raven. Le he dado unos batidos de medicina rumana.
Alexander lo está cuidando. ¿Cómo estáis tú y los chicos? "
Henry y mi hermano asomaron las cabezas por la puerta del salón.
"Estamos bien."
"¿Puedo usar el teléfono?", Le pregunté.
"Por supuesto que puedes. Hay uno en el estudio. "
Agradecimientos.