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33o DOMINGO ORDINARIO

Ciclo C

1. LECTURA DEL TEXTO: Lc 21, 5-19


(Se pide la luz del Espíritu Santo)

Señor Jesús abre mis ojos y mis oídos a tu palabra.


que lea y escuche yo tu voz y medite tus enseñanzas,
despierta mi alma y mi inteligencia
para que tu palabra penetre en mi corazón
y pueda yo saborearla y comprenderla.

Dame una gran fe en ti


para que tus palabras sean para mí otras tantas luces que me guíen
hacia ti por el camino de la justicia y de la verdad.

Habla señor que yo te escucho y deseo


poner en práctica tu doctrina, por que tus palabras
son para mí, vida, gozo, paz y felicidad.

Háblame Señor tu eres mi Señor y mi maestro


y no escucharé a nadie sino a ti. Amén.

(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)

En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la


construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo
adornaban, Jesús dijo: "Días vendrán en que no quedará piedra sobre
piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido".
Entonces le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál
será la señal de que ya está a punto de suceder?" Él les respondió:
"Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán
usurpando mi nombre y dirán: 'Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado'.
Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y
revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que
acontecer, pero todavía no es el fin". Luego les dijo: "Se levantará una
nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá
grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo
señales prodigiosas y terribles. Pero antes de todo esto los
perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel,
y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía.
Con esto ustedes darán testimonio de mí. Grábense bien que no
tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré
palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún
adversario de ustedes. Los traicionarán hasta sus propios padres,
hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos
los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza
perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida".
Palabra del Señor.
Repasar el texto leído
(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos
en su Biblia)

¿Qué admira la gente del templo y qué les dijo Jesús? vv.5-6
¿Qué le preguntaron? v.7
¿Qué respondió Jesús a la pregunta? v.8
¿Qué se debe hacer cuando se oiga hablar de guerras? v.9
¿Qué desgracias vendrán? vv.10-11
¿Qué padecerán los discípulos y para qué? vv.12-13
¿Por qué no deben preparar su defensa de ante mano? vv.14-15
¿Qué sucederá en las familias y con los amigos? vv.16-17
¿Quién se salvará? v.19

Explicación del texto.

Este texto se encuentra en la gran sección del evangelio de san Lucas


que se titula “el ministerio de Jesús en Jerusalén” (19,29-21,38). En
comparación con Marcos y Mateo, no se pone tanto énfasis en el día
final o en la parusía que es la segunda venida de Jesús.

En San Lucas aparece Jesús tomando posesión de Jerusalén,


especialmente del templo, y purificándolo a fin de que se convierta en
lugar adecuado para su ministerio. Sus opositores son los escribas y
los sacerdotes.

San Lucas desarrolla gradualmente la noción de teológica de que la


ciudad física y el templo material ya no son lugares sagrados de la
presencia de Dios; Jesús mismo ha asumido esta prerrogativa y este
honor en su propia persona. Él es el nuevo templo de Dios.

En este texto Lucas insiste en que los cristianos no deben esperar que
se les dé una fecha cercana y definida de la parusía. A pesar de la
caída de Jerusalén y de la destrucción del templo en el año 70 d. C., a
pesar incluso de las persecuciones contemporáneas, deben seguir
esperando hasta que “el tiempo de las naciones esté cumplido”, más
allá de las crisis internacionales.

Los cristianos deben ajustarse a una larga etapa de espera y


persecución. Al hacerlo así están siguiendo el camino doloroso de la
cruz que Jesús mismo había emprendido para llegar a la gloria.

Lucas utiliza el término kairos para hablar del tiempo en que


sucederán todos estos signos, es un momento determinado
exactamente por Dios para la historia de salvación, pero no es
necesariamente la parusía. Hay expresiones bíblicas convencionales
para designar grandes catástrofes, pero han de entenderse en sentido
simbólico.
2. MEDITACIÓN DEL TEXTO
(Cada participante puede compartir su meditación personal)

La magnificencia del templo de Jerusalén también nos hubiera


impresionado seguramente, una construcción nada ordinaria, pues
era el centro no sólo del culto, sino el referente de toda la vida de un
pueblo. Lo mismo que hoy también vemos a mucha gente,
especialmente turistas, impresionarse de los hermosos templos
católicos. Pero qué pobreza cuando se queda solamente en
admiración, un sentimiento impresionante por el ingenio y el espíritu
humano, pero no trasciende hacia la esfera de lo teológico
sobrenatural.

Jesús habla de la destrucción del templo de Jerusalén, algo que


parecía inconcebible a sus oyentes, y que se hizo realidad en el año
70 por parte de los romanos. Pero Jesús va más allá del sólo anuncio
de la destrucción, sigue la tradición profética, que cuando se anuncia
el abandono del templo de Dios y su destrucción, son la consecuencia
de la ruptura de la alianza por parte del pueblo. Cuando el pueblo ya
no camina por los caminos del Señor y cuando se ha olvidado de él,
entonces ya no lo necesita.

Jesús anuncia la destrucción del templo material porque Israel no le


ha aceptado como nuevo templo, enviado para establecer la nueva
alianza entre Dios y los hombres. Jesús es la presencia viva de Dios en
medio de su pueblo, pero no se le reconoce. Sin embargo, muchos
otros se presentan como mesías y como salvadores de todo mundo, y
a ellos sí les hacen caso.

En un tiempo como el nuestro, con una moral y una cultura


decadente, añadiendo tantas desgracias humanas y naturales, se
torna en un tiempo difícil, y se antoja pensar en el fin del mundo. Pero
para nosotros los cristianos, aunque los tiempos sean difíciles, no
caemos en la desesperanza, confiamos en la presencia de Jesús que
nos acompaña y no nos dejará solos.

Del desinterés y la indiferencia del mundo ante Dios, surge también la


persecución contra los cristianos. Antes de que llegue el final, los
discípulos de Jesús deben estar dispuestos a vivir la persecución,
basta con que miremos hoy hacia Egipto, Siria, la India, etc., donde se
pretende acabar con la fe en Jesús como ha sucedido a la largo de la
historia de la Iglesia. Jesús lo advirtió, que serían acusados de herejía
en las sinagogas y de traición ante los tribunales civiles. Pero la
defensa viene de Dios, del don de la sabiduría, de la inspiración del
Espíritu Santo de Dios.

La futura resurrección de entre los muertos sostiene a los mártires. A


través de las persecuciones y sufrimientos la Iglesia se une al camino
que llevó a Jesús a la gloria. Suceda lo que suceda no tememos por
que nuestra roca es Jesús el Templo vivo de Dios.
3. COMPROMISO PERSONAL Y COMUNITARIO
(Cada participante puede proponer compromisos personales y
comunitarios)

 Acudir al templo como lugar consagrado y propicio para el


encuentro con Dios.

 Vivir con tal dignidad que seamos templos vivos de la presencia


de Dios.

 Experimentar nuestra historia personal y comunitaria como una


historia de salvación.

 No darle importancia a quines anuncian la inminente


destrucción del mundo.

 Reconocer que la vida cristiana tiene sus riesgos y rechazos que


se deben enfrentar con valentía y confianza en Jesús.

 Anunciar la buena nueva a quienes viven en un mundo sin


trascendencia de lo divino.

4. ORACIÓN:
(Se puede hacer alguna oración en voz alta donde participen quienes
gusten dando gracias a Dios por la Palabra escuchada. Se puede
recitar algún Salmo o alguna oración ya formulada).

Señor, quiero darte gracias por todo aquello que he recibido de ti.
Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la
alegría y el dolor por lo que fue posible y por lo que no pudo ser. Te
ofrezco todo cuanto he hecho: el trabajo que pude realizar y las cosas
que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir. Te
presento las personas que a lo largo de este tiempo amé, las
amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mi y los
que están mas lejos, los que me dieron la mano y aquellos a los que
pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la
alegría.

Pero también, Señor, hoy quiero pedir perdón por el tiempo perdido,
por el dinero malgastado, por la palabra inútil y el amor
desperdiciado. Perdón por las obras vacías, y el trabajo mal hecho,
por vivir sin entusiasmo. Por la oración que fui aplazando y que hasta
ahora vengo a presentarte. Por todos mis olvidos, descuidos y
silencios, nuevamente te pido perdón.

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