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32o DOMINGO ORDINARIO

Ciclo C

1. LECTURA DEL TEXTO: Lc 20, 27-38


(Se pide la luz del Espíritu Santo)

Divino Padre Eterno, en nombre de Jesucristo


y por la intercesión de la Siempre Virgen María;
envía a mi corazón al Espíritu Santo.

Espíritu Santo, Dios de infinita caridad, dame Tu Santo Amor.

Espíritu Santo, Dios de las virtudes; conviérteme.


Espíritu Santo, Fuente de luces celestes;
disipa mi ignorancia.

Espíritu Santo, Dios de infinita pureza; santifica mi alma.

Espíritu Santo, que habitas en mi alma, transfórmala y hazla toda


tuya.

Espíritu Santo, Amor sustancial del padre y del Hijo, permanece


siempre en mi corazón.

(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los


saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron:
“Maestro, Moisés nos dejó escrito que si alguno tiene un hermano
casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para
dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos, el
mayor de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el
tercero y los demás, hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda
y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda.
Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será
esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?”. Jesús
les dijo: “En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida
futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de
los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los
ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado. Y que los
muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la
zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios
de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para
él todos viven”.
Palabra del Señor.

Repasar el texto leído


(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos
en su Biblia)

¿Quiénes se acercaron a Jesús y cuál era su creencia? v.27


¿Qué le preguntaron a Jesús? v.28
¿Cuántos eran los hermanos que aparecen en el relato? v.29
¿Qué pasó con cada hermano que tomó a la mujer por esposa? vv.30-
31
¿Qué sucedió a la mujer del relato? v.32
¿Cuál es la pregunta final en este relato? v.33
¿Cuál será la realidad en la vida eterna? vv.34-36
¿Qué dice Moisés en la Escritura sobre la resurrección? v.37
¿Por qué Dios es un Dios de vivos? v.38

Explicación del texto.

Este es un relato de polémica, que se encuentra en la sección de


controversias en Jerusalén (Lc 20,1-21,4). San Lucas intensifica el
sentimiento de hostilidad de los dirigentes judíos frente a Jesús.

En este caso la discusión es con los saduceos, un grupo que reciben


su nombre posiblemente de Sadoc, el sacerdote del templo de
Salomón, cuyos descendientes se impusieron como sacerdotes en el
templo de Jerusalén a partir del destierro (Ez 44,15-16).

Los saduceos son menos conocidos que el grupo de los fariseos.


Formaban el partido de la aristocracia sacerdotal y, al parecer,
representaban también la clase de los ricos terratenientes. Eran
absolutamente conservadores.

En política los saduceos toleraban el dominio romano en Palestina; en


cuestiones de teología aceptaban únicamente la Ley, es decir,
Pentateuco, como base del judaísmo y no tanto las tradiciones de los
mayores como los fariseos. Negaban la existencia de los ángeles, lo
mismo que la resurrección de los muertos, argumentando que la Ley
no hablaba de ello.

Plantean a Jesús la cuestión del llamado matrimonio de levirato que


aparece en Dt 25,5-10. Si un hombre se casa y muere sin tener hijos
con su esposa, el hermano de este quedaba obligado a tener un hijo
con la viuda, el hijo llevaría el nombre del difunto. La ley del levirato
buscaba la conservación de la familia.

En la resurrección no será como en la tierra, los hijos de Dios no


necesitarán casarse como los hijos del mundo. Quienes hayan sido
encontrados dignos, quienes se alejaron de los cuidados y placeres
del mundo, la vida resucitada de Jesús les hará perpetuamente hijos
de Dios. La vida del resucitado se aplica ya a todos los que
pertenecen a la Iglesia, por eso es un Dios de vivos y no de muertos.
2. MEDITACIÓN DEL TEXTO
(Cada participante puede compartir su meditación personal)

La fe cristiana tiene su comienzo en la resurrección de Jesús. La


alegría que brota de ahí es la fuerza que impulsa a los discípulos para
seguirlo hasta la cruz, con la esperanza cierta de que participarán
también de la resurrección de los muertos.

La resurrección es el principio y el final del dinamismo de la vida


cristiana. San Pablo nos enseña sobre la resurrección: “Si Cristo no
resucitó, la fe de ustedes es vana” (1Cor 15,17). La resurrección
consiste en estar siempre con el Señor (cf. 1Tes 4,17). “Par la mí la
vida es Cristo” (Flp 1,21); porque “ya no vivo yo, sino que es Cristo
quien vive en mí. La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en
la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”
(Gal 2,20).

La resurrección no es una simple continuación de la vida, sino una


vida nueva y distinta, una vida de plenitud que difícilmente podemos
comprender desde nuestras realidades cotidianas. El poder de Dios,
que llama a los hombres de la muerte a la vida, transforma y asume
la totalidad del ser humano. Él es el que asegura la continuidad entre
nuestra vida terrena y la futura resurrección. Por eso nuestra
capacidad de comprensión de este misterio es limitada.

Hoy en la práctica de la fe muchos siguen siendo saduceos, la


resurrección no tiene incidencia práctica en su modo de vivir. El
materialismo agresivo y el consumismo compulsivo deben negar la
resurrección para dominar al hombre. Esta misma visión materialista,
se manifiesta en el deseo de los saduceos a quienes importa no el
matrimonio, sino solamente el hecho de que el hermano del difunto
tome a la viuda. Se habla de tomar a la mujer como a cualquier
objeto, y como son defensores de los intereses de los ricos, buscan
que los bienes materiales no queden fuera de la misma familia.

La resurrección será nuestro nacimiento pleno a la condición de hijos


de Dios. Jesús que es hijo de David según la carne, es constituido en
Hijo de Dios según el Espíritu de santificación mediante la
resurrección de la muerte. Nuestra muerte participará de su cruz, y
será la muerte a nuestros pecados, a causa de los cuales la muerte
entró en el mundo (Rom 5,12).

Nuestro Dios es un Dios de vivos y no de muertos. Jesús es la Vida,


por eso todo lo que se relaciona con la muerte y su culto a ella es
impuro, no tiene nada que ver con nuestro Dios que es vida: “No fue
Dios quien hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los
vivientes” porque es el “Señor que ama la vida” (Sb 1,13; 11,26). El
que vive para sí, muere en el egoísmo. El que vive para el Señor,
participa ya desde ahora de la vida que ha vencido a la muerte.

3. COMPROMISO PERSONAL Y COMUNITARIO


(Cada participante puede proponer compromisos personales y
comunitarios)

 Hacer de nuestra fe un principio de vida y no sólo un


conocimiento doctrinal y ocasional.

 Descubrir el espíritu de los mandamientos de Jesús y no


conformarse con el cumplimiento de leyes.

 Interesarnos más por nuestro crecimiento espiritual y no sólo


con pedir por los bienes materiales que necesitamos.

 Procurar hacer el bien a los más necesitados compartiendo


nuestra vida y no sólo buscar egoístamente el bien personal.

 Hacer de nuestra familia un lugar de convivencia y no un


espacio de relaciones frías e indiferentes.

 Poner nuestra esperanza en la vida eterna y no dejarnos


cautivar por los bienes de la tierra.

4. ORACIÓN:
(Se puede hacer alguna oración en voz alta donde participen quienes
gusten dando gracias a Dios por la Palabra escuchada. Se puede
recitar algún Salmo o alguna oración ya formulada).

Bendito eres, Señor Dios,


por el amanecer de un nuevo día.
Te alabo por el don de la vida que me has dado
y que hoy uno a la de Jesús quien por nuestra salvación
y por infinito amor, murió en la cruz.

Te pido por la vida de todos mis hermanos,


especialmente por los que hoy están en peligro
de caer en tantas formas de muerte.

Reconozco Señor que solo tu eres dueño


y tienes derecho absoluto sobre la vida y la muerte,
que solo quieres nuestro bien ahora y en la eternidad.

Te pido también por aquellos que se proponen cegar una vida


ya sea en sus entrañas o en cualquier lugar o por cualquier razón.
Te ofrezco hoy mi vida, para propiciar el reinado de los Corazones de
Jesús y de María, reino de amor, justicia y felicidad.
Que tu reino de vida venza a la cultura de la muerte.
Amén.

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