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Spinoza nos habla de la relación entre cuerpo y alma, no hay facultades del
alma, que piense, quiera o desee, nuestra alma no está fragmentada por ese
cumulo de facultades, sino que es una relación de unidad entre ambos, nuestra
alma son ideas en acto que se niegan o afirman, nuestra voluntad es un modo del
pensamiento, por lo que ésta estará determinada, por lo tanto no es libre, porque
no decide arbitrariamente en su actuar, las cosas finitas no se auto determinan.
Pero para que se den esas ideas en acto debe existir un cuerpo, sin este no se
darían las afecciones del alma. No puede existir el alma sin el cuerpo siendo
estos la realización práctica del cumulo de pensamientos, ideas, voliciones y para
entender su constitución hay que comprender la naturaleza de nuestro cuerpo.
Somos un organismo constituido por materia, huesos, piel, sangre, etc., éste
cuerpo requiere de alimento para sobrevivir y conservarse pues es finito, que
produce movimiento pero al mismo tiempo somos afectados por otros cuerpos en
movimiento y podemos a su vez hacer uso de las cosas exteriores, así mismos el
alma puede percibir las afecciones que recibe del cuerpo.
Lo mismo pasa con el alma, constituida por una compleja red de ideas que,
ante la presencia del cuerpo, el alma responde de acuerdo a las afecciones que le
generen las cosas exteriores y estará determinado por aquellas.
Es entonces lo que explicaría el primer punto al que se refiere Spinoza en su
carta, somos cuerpos que afectados por las cosas externas estaríamos
determinados.
Debo remitirme aquí al Tratado de la reforma del entendimiento pues si bien el
hecho de que estemos determinados por lo externo no nos sugiere que no
seamos libres y esa libertad radica en la búsqueda de la autodeterminación a
través del pensamiento y la razón donde este se reafirma con las ideas.
En su Tratado, Spinoza nos habla de los modos de percepción y de la idea
verdadera, estos a mi parecer se relacionan con esa parte constitutiva del alma,
en cuanto a su formación como pensamiento. Son cuatro distintas maneras de
afirmar o negar algo con certeza, en el cual alcanzaremos la verdad.
El primero que es el de oídas y es arbitrario, considerado un modo pasivo y
confuso, que no se pondrían en duda; el segundo: por experiencia vaga, que se
dan por hecho por que forman parte de la vida práctica, son accidentes; el tercero:
es una forma de deducción, que universaliza con cierto grado de arbitrariedad, lo
hace vincular una cosa con otra, es decir es contingente. Estas tres considero que
se vinculan con aquellas cosas externas que nos influyen y no nos hacen llegar a
la verdad.
Es a través del cuarto modo en el que el pensamiento operará de otra forma, es
en este donde se conocen las cosas en su esencia, e inicia el proceso de
producir ideas y con ellas, mas ideas, en el que se comprenden los actos de
nuestro propio entendimiento, lo que nos hace libres es conocer las causas del
por qué deseo lo que deseo y a partir de ahí auto determinarme y regirme en la
razón porque me conozco, ya no entra aquí ninguna volición porque mi
pensamiento se reafirma a sí mismo, en el entendimiento, en las ideas verdaderas
y que me harán ver aquellas ideas mutiladas.
Todo esto me lleva a pensar sobre las razones que tuve para seguir estudiando,
una de ellas era y es la comprensión del mundo, de las cosas, de manera
racional, no detenerme en la construcción de mi pensamiento, pero sobre todo, en
esa búsqueda de comprensión del entendimiento para llevarlo a cabo, de esa
congruencia entre lo que se hace y lo que se piensa.
Bibliografía
Spinoza, B. (1988). Tratado de la reforma del entendimiento. Madrid: Alianza.
Spinoza, B. (2015). Ética. Madrid: Alianza.