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LA ~I ETAFÍSICA

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POLEMICA

D':-fi Ramón de Campcamcr:

DON JUAN VALER A

MADRID
Sllenz de Jub • manos, edItores,
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LA METAFíSICA Y LA POEsíA

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LA ~1 ETAFÍSICA
y

PO L É M ICA

Don Ramón de Campoamcll

DON J U A N VALER A

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S áenz de J ubera, hermanos, editores.

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Jo: RL'1lI!10S . IllPRESOR.

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AL ILUSTRE METAFÍSICO

y POETA ESPAXOL

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~ARCELINO * ENÉNDEZ $ELAYO

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Ramón de Campoamor y Juan Valera.

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1
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PRÓ LOGO

·~~t L presente libro con tiene una po-


~Iémica á que dió ocasión cier ta
frase candorosa del editor de la ya
muerta revista El Ateneo.
Es evidente que dicho editor tenía ra-
zón sobrada para decidirse á insertar
pocos versos en su periódico; pero pudo
expresarse mejor, y no emplear la frase
sin desdeilar la poesía, que escandalizó á
mi amigo Campoamor, y le impulsó á
escribir en con tra.
A ruegos del editor culpable, salí yo á

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8 LA METAFíSIC A Y LA POEsí A

su defensa. De aquí la serie de artículos


qu e ahora ofrezco al público, reunidos
en un volumen, y con el beneplácito de
mi amenísimo colaborador y bondadoso
adversario.
Todo ello debe, pues, considerarse, no
como trabajo serio , sino como pura
chanza. Los autores del volumen no pre-
tenden enseñar profundas doctrinas, sino
mostrar su buen humor y desenfado, ya
que no su agudeza, y dar un rato de
solaz y esparcimiento á quien los lea.
Entiendo, con todo, que ni en broma,
ni por el prurito de decir u nos cuantos
chistes, es lícita la paradoja en asuntos
tan elevados. En el fondo debe haber
algo, por más que no sea sublime verdad,
y por más que no sea ciencia ó filosofía,
que esté de acuerdo con el sentido co-
mún y con el recto y sereno juicio de los
hombres todos.
Cuanto digo yo de la poesía es tan
claro y tan razonable, que no temo que
nadie lo tergiverse. Pero en 10 que digo
de la metafísica, hay acaso cierta apa-

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l

PRÓLOGO 9

riencia de sofistería que se presta á tor-


cidas interpretaciones. Voy á ver si en
este prólogo explico mejor mi pensa-
miento, para descargo de mi conciencia,
harto cargada de escrúpulos.
Lo que se hace por fuerza, lo indis-
pensable, no está sujeto á tan grave cen-
sura como cuanto se hace por gala, lujo
ó bizarría. Bien ó mal, todos tenemos que
andar, pero no se nos exige que baile-
mos: todos , para comunicar nuestros
pensamientos, tenemos que hablar en
prosa, pero no se requiere que compon-
gamos versos. Resulta, pues, que debe-
mos ser indulgentes y compasivos con
el andar de los cojos, estevados y pati-
zambos, y con el hablar de los tartamu-
dos y gangosos, y debemos ser muy se-
veros con los que bailan y cantan.
En las artes y en los oficios se aplica
,. la misma regla de crítica. Tenemos que
comer cocido y guisado; tenemos que
cubrir con ropa la desnudez de nuestras
carnes: y aunque convendría que los
cocineros, sastres y tejedores no carecie-

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1

10 LA ~n:TAFIS[CA y L\ POESf.\

sen de habilidad, al cabo es menester


resignarse con lo que haya, aunque sea
malo, y no refunfuñar mucho. Pero como
leer libros de poesías no es necesario, ó
casi no es necesario, y 10 es el guiso, y
lo es el traje, me parece que bien se pue-
de exigir que la poesía sea buena, ó que
no sea. En este sentido estoy por soste-
ner que, si pecó el editor de El Ateneo, fué
por lenidad. En vez de decir si1l desdeiíar
la poesía, debió decir desdefiálldola: hu-
yendo de ella como de la peste, y hu-
:y endo de todo poeta malo á quien los .
dioses mueven á escribir versos, en cas-
tigo de que quizás, según Horacio sos-
pecha, millxerit in patrios cúzeres, Ó co-
metiese al guna otra barrabasada.
Lo más singul ar es que Campoamor,
que haIla indispensable la poesía, la crea
tan rara y tanto nos la escatime, que
apenas conceda al mundo un buen poeta
cada mil años.
En fin, sobre todo esto, va dicho en
nuestra polémica cuanto hay que decir.
Nadie se equivocará. Todos entenderán

,
,
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tI

bien en el sentido laudatorio en que digo


yo que es inútil la poesía.
L a metafísica ha venido á ingerirse en
nuestra polémica. Y yo también he ten i-
do el atrevimiento de declararla inúti l:
esto es, lujosa, aristocrática, superior á
toda utilidad.
Juzgo que importa hacer aquí varios
distingos y explicaciones.
Cuanto, desde su origen, hizo, hace y
hará la humanidad (leyes, ciudades, im-
perios, agricultura, industria, comercio),
. todo, en suma, con tal de que éntre por
algo en ello la mente, presupone cierta
metafísica espontánea, precientífica y
punto menos que innata ó congénita en
nuestro ser. Pero no es esta metafísica
la que califico yo de inútil ó de puro
lujo: ni es siquiera, en realidad, lo que
só lo debiera llamarse metafísica.
ün ejemplo concreto aclarará mejor
mi idea. Es casi seguro que Homero,
Hesiodo y Herodoto escribieron en ver-
so y en prosa antes de que se compusie-
sen gramáticas, y menos aún artes de

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12 LA METAFíSICA Y LA POESÍA

versificación y Tratados de retórica, poé-


tica y estética. Si dichos autores fueron
gramáticos, estéticos y retóricos, lo fue-
ron por instinto semidivi no y sin caer
en ello. De esta suerte no hay hombre
que no sea metafísico también. Cual-
quiera operación humana, cualquiera ex-
periencia, cualquiera observación, es im-
posible sin que se funde en leyes, teorías
y axiomas que previamente están en
nuestro espíritu.
Al principio se hacen las cosas sin
arte. Salen bien cuando Dios quiere y
porque Dios quiere. Los primeros inven -
tos y artefactos fueron todos así: por re-
velacion natural ó sobrenatural. Casi
nada se explica de otro modo, empezan-
do por el origen del lenguaje. Ya, más
tarde, acude la reflexión: considera el
ho mbre lo que ha hecho, 10 que ha in-
ventado ó lo que ha observado, y saca
y compone las reglas para hacerse cargo
de cómo lo hizo, lo inventó ó lo obser-
vó, y para observarlo, inventarlo y ha-
cerlo mejor, y con más prontitud y tino,

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L
PRÓLOGO 13

en lo futuro. Asi nace el a rte; cuando


ya, sin él, se h an hecho infinidad de
cosas.
Mucho más tarde todavía , cua ndo ,
primero sin arte, y con arte después, los
hombres han observado, experimentado,
fabricado y condimentado 10 que más
\, necesitan, algunos, por superior sutileza
de ingenio, y también por mayor des-
ahogo y porque no se ven en la necesi-
dad de emplearse en menesteres serviles
para atender á su material sustento, se
paran á recapacitar, no sólo sobre sus
experiencias, observaciones y obras, sino
sobre el arte que emplearon en hacerlas
y sobre los fundamentos ó motivos que
tuvieron para reducir á reglas ó precep-
tos el arte. Así nace la metafísica verda-
dera, ó sea científica: esto es, la base ra-
cional de las artes; la ciencia de las cien-
cias; 10 que cambia Ó propende á cam:
biar en convicción la fe , y 10 conocido en
comprendido; lo que no se contenta con
saber el cómo, sino que anhela conocer
el porqué, y lo que no se allana á dar

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14 L A METAFíSICA Y L A POEsíA

crédito como no halle ó no se le dé cer-


tidumbre.
Infiérese de aquí que la metafísica-
ciencia-es lo último que aparece. Hay
pueblos, así como individuos, que logran
hacerse ri cos , que adquieren poder y
g loria, que inventan mil primores, quc
descubren muchos secretos de natura-
leza, que alcanzan en su cultura un alto
grado de refinamiento, que se hacen
amar y respetar, y que se imponen leyes
sabias, ajustando á ellas la vida, y no
llegan á metafisiquear nunca.
La religión, ó sea la metafísica irre-
flexiva, inspirada ó revelada, es la guía
de tanto progreso, y el cimiento para
tan tas y tan provechosas invenciones. y
a un Ocurre que, hasta cuando sobreviene
la duda ó resueltamente se niega el va-
lor divino de la enseñanza religiosa, los
hombres, por hábito inveterado y por di-
chosa rutina, siguen guiándose por los
principios que esa religión, en que ya no
creen, ha grabado en sus almas. Así,
aunque se separe dc la fuerza motriz,

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I!
rRÓLOGO 15

sigue funcionando una máquina por vir-


tud del impulso recibido. Así en el vaso,
donde hubo y no hay ya bálsamo, rico
vino ú otro licor generoso, queda por
largo tiempo el saludable aroma.
No se infiere de explicar por este me-
dio las civilizaciones, que las civilizacio-
nes se hayan hecho á saltos. La revela-
ción ó la inspiración es lenta y progresi-
va, como lo que reflexionando se descu-
bre. Además que lo revelado ó inspirado
es lo fundamental, de donde el entendi-
miento saca con pausa y dialécticamente
consecuencias en abundancia.
Dios, el Alma suprema, la Idea, la R a
zón impersonal, el Entendimiento agente,
lo Absoluto, el Paramatma, 10 que quiera
que sea y como quiera que se entienda y
se llame, conforme á cada doctrina filosó-
fica ó religiosa, se ha ido revelando pau-
latina y gradualmente, según la aptitud y
I
capacidad de los hombres para recibir y
comprender la revelación. En el signifi-
cado más lato, lo que se revela precede
siempre á lo que se averiSlll y dcmuc.,-:

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I
16 LA METAFisICA y LA POESÍA

tra. La fe sirve siempre de guía al enten-


dimiento, y camina delante de él, y no
le lleva á nuevas verdades hasta que,
después de comprender las que ya le
manifestó de antiguo, le halla capaz de
aceptarlas. T oda religión testifica que es
así. En la cristiana, por ejemplo, sobre
lo revelado por los Patriarcas, viene lo
revelado por Moisés; sobre la revelación
de Moisés, la de los Profetas; y si Cristo
acrecienta la revelación, no la hace toda,
sino que envía á su Espíritu más tarde, y
aun el mismo Cristo queda en su Iglesia
y sigue revelando hasta la consumación
de los siglos.
y aunque para los incrédulos no val-
,
ga esta revelación externa, no podrá me-
nos de valer la revelación íntima que se
realiza en el centro del alma humana,
sin que nos incumba resolver aquí si na-
tural ó si sobrenaturalmente. Ello es que
sin esta revelación, sin algo que intuiti-
vamente percibimos y aceptamos por fe , J
ni hay cultura posible, ni ciencias expe-
1" rimentales y de observación, ni moral,
I

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PRÓLOGO 17

ni política , ni leyes , ni sociedad con


orden .
Pero este saber ó creer intuitivo, que
está en lo profundo de nuestro ser, y que
l' la luz que allí hay ó que allí penetra des-
de altísimo é ignorado foco ilumina más
y con mayor amplitud cada día, no es
aún la ciencia metafísica.
La metafísica es ó debe ser, digámoslo
así, una ciencia ulterior, cabal y entera.
Supongamos toda la ciencia de obser-
vación acumulada hasta hoy, y reunida
y ordenada en conjun to armónico, por
compendiosa Enciclopedia. ¿ Qué sería
esta ciencia? No sería la realidad, sino el
concepto que formamos de las aparien-
cias, no de la substancia de las cosas, la
cual no sabemos lo que es, y sólQ sabe-
mos de algunas de sus cualidades, que
llegan á nuestra noticia por los sentidos.
Además, este incompletísimo concepto
del mundo se ajusta como en un molde
en la forma de nuestro entendimiento y
1 nos hace recelar que otro entendimiento
¡ de otro ser , distinto del ser humano,
I :3

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18 LA MET AFtSICA y LA POEsfA

puede tener otra fo rm a, y producir en


ella muy distinto concepto también, y
otra ciencia no menos verdadera que la
nuestra, pero también incompleta. E l
afán, pues, de la metafísica será hallar
la demostración de lo que por fe hemos
aceptado, descubrir la ciencia una y toda,
no dejar duda sobre la realidad de lo que
hemos recibido por sensación, y no de -
jar duda tampoco sobre que la forma que
le dam os recibiéndolo, el elemento suje-
tivo, tenga un valer universal, absoluto;
ó dígase que no haya ni pueda haber
entendimiento, creado ni increado, que
no entienda exactamente como el nues-
tro, siquiera hasta donde nosotros en-
tendemos.
Tal es la aspiración de la metafísica.
Yo no quiero poner límites á lo posible.
Acaso se logre la aspiración dentro de
miles de años. Por ahora no se ha logra .
do. ¿Dónde está, pues, la utilidad de una
ciencia, deseada y no lograda? Como no
sea la de ejercitar y aguzar el entendi-
miento; como no sea á modo de gimnás-

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PRÓLOGO 19

tica, no hallo otra utilidad á la metafísica.


Pero esto no es matarla. La aspiración á
e1\a es inmortal, es divina, y cada vez,
desde Parménides hasta Hegel, va dando
más alta muestra de sí y creando siste-
mas maravillosos por la potencia intelec-
tual, por el sublime vuelo del alm a que
anhela levantarse á un punto desde don-
de pueda otearlo, abarcarlo y explicarlo
todo.
Entretanto, la metafísica nos llena de
dudas y de confusiones, que por dicha no
suelen traspasar la esfera de la pura es-
peculación, y se desechan cuando dec;-
cendemos al terreno práctico y t"lti! de la
vida diaria y pedestre.
Los átomos que componen el "Uni-
verso, ¿son en número infinito ó finito?
Por un lado se me demuestra que no pue-
de haber número infinito actual. Algo
puede añadirse al número de átomos, por
grande que sea. Y por otra parte, básta-
me suponer este nuevo número de áto-
mos, para darlos por existentes, y así
hasta lo infinito. De donde la misma de-

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20 LA METAFíS ICA V LA P OEsi A

mostración de que no hay número actual


infinito me prueba que le hay, y que es
infinito el Universo. y como al conce-
birle infinito no cabe concebirle tal por
agregación y suma de cierta cantidad de
cosas de un género y de cierta cantidad
de cosas de otro, tengo que figurármelo
todo idéntico y uno: apartar de ello los
fenómenos, las fo rmas varias, y concebir
la materia prima ó la substancia ún ica.
Pero sin forma, la materia ó la substancia
es nada ó es casi nada: es sólo po tencia
ó raíz de ser, mientras en ella no se po ne
la forma. ¿Y qué es la forma: ¿Y qué es
la fuerza que da la forma ó la trueca, y
es causa del movimiento, y de que las
cosas muden, y de que salga del uno el
otro, y de que el uno no se quede inmó-
vil y siempre uno? Por más que cavilo, no
veo cómo concebir ni la form a, ni la fuer-
za, sino como cualidades del ser. ¿Y qué
es el ser? Si sólo es esa materia pri ma de
que hemos hablado, hecha abstracción
de su fuerza y de su forma, equivale á la
nada. _ Pero ¿cómo de la nada sale algo?

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PRÓLOGO 21

¿Cómo en la nada, que no es nada, obra


la fuerza y se pone la forma? Si es otro
ser quien presta á la materia form a y
fuerza. este otro ser 10 es todo, y nada
queda fuera de él, sino una mera posibi-
lidad imaginaria, donde la fuerza y la
forma nos aparece n. Lo que existe, ¿exis-
te y existirá siem pre, ó tuvo principio? Se
niega la creación primera, porque no se
concibe que salga de la nada algo; pero
si se afi rma cualquier progreso ó des_
arrollo , se afi rma un perpetuo salir algo
de la nada, ya que todo lo que se añade
á lo que había es nueva creación, ó no
se añade, sino que se muestra á nuestros
ojos y nos hace imaginar que es nuevo ,
no siéndolo. T an incomprensible es que
de la nada salga el ser, como que del ser
indistinto y uno broten los seres varios,
como que nazca de lo que no tiene vida
la vida, y de 10 que no tiene conciencia,
le. conciencia.
El progreso de las cosas, el desenvol-
vimiento de los seres, su marcha hacia
un fin de perfección más ó menos asequi-

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22 LA METAFÍSICA Y LA POEsfA

ble, ¿es, pues, sólo relativa verdad para


nosotros, que todo 10 vemos en sucesión
de tiempo y de espacio, y no acertamos
á verlo de otra manera? Si hay alguien
que lo crea todo, lo conserva y lo dirige,
¿cómo explicarse que vaya mejorando lo
creado, aumentándolo y magnificándolo,
sin mejorar, aumentar y magnificar Él
mismo su ser, aunque no sea más que
porque .::onvierte en acto, en un momento
dado, algo de lo que en El estaba antes
en potencia; y, al actuar su potencia, se
diría que á sí mismo se añade algo que
antes no tenía? ¿Y de dónde saca este
algo, cuando Él es infinito y todo está
en Él?
Bien se ve que hay un cúmulo de Con-
tradicciones, dudas ó antinomias como
las que dejo apuntadas, y como otras
que sería cuento de nunca acabar el ir
apuntando aquí. Para crear la metafísica
es menester resolverlas todas, y no de
cualquier modo, sino con método y con-
cierto, componiendo con la exposición y
resolución de todas ellas un sistema, rico

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PRÓLOGO 23

de u nidad y de armonía, y que convenza


además.
Yo, por mi parte, declaro que he leído
muchos de estos sistemas, y que he ha-
llado algunos que me encantan y me
mqravillan; pero ninguno me convence.
Por eso me parece la metafísica ciencia
inútil y de puro lujo, si bien aquí se sus-
cita también otra contradicción. En nues-
tra mano está desechar cualquiera otro
lujo, achicándonos para hacer economías;
pero el de la metafísica, una vez adopta-
do, jamás puede desecharse. Los que
afirman que le desechan, los que renie-
gan de la metafísica, los positivistas, los
materialistas y los agnósticos, constru-
yen, sin querer, una metafísica más ó
menos burda. Les sucede lo que se cuen-
ta que sucedía al poeta latino que juraba
y prometía á su padre no componer más
versos, y ponía en versos malos el jura-
mento y la promesa.
Ahora se nota por todas partes una
propensión , manifiesta en libros ingenio-
sos, escritos en diversos idiomas, á re·

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24 LA METAFíSICA Y LA POEsíA

conciliar la ciencia experimental con la


metafísica, y hasta á fundar la metafísica
en la experiencia. E s, á mi ver, como si
alg uien pensase que iba á trasegar á una
tinaja todo el agua del mar, á fin de de-
jarle en seco, y ver y estudiar con facili-
dad lo que hay en el fondo.
La metafísica, no obstante, espero yo
que ha de progresar, mas no porque pro-
gresen las ciencias experimentales, sino
por el natural crecimiento y progreso en
todo de la razón humana.
y lo que más ha de estorbar y estorba
ese progreso, es la supuesta utilidad de
la metafísica: que se construya para ser-
vir de base á la moral, á la política y á
otros negocios que nos interesen. Como
cada metafísico tendrá ya su moral, sus
intereses, su política, etc., nos expondre
mos á que haga metafísica adecuada para
sostener lo que le conviene, como artífice
que, hecho ya el santo, le fabrica á pro.
pósito su peana.
Por lo pronto, harto me duele decirlo,
no hay metafisica que Campoamor ó yo

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1

PRÓLOGO

consideremos verdadera. ¿ Cómo, pues,


hemos de considerarla útil? La aspiración
no negaremos que lo sea; en primer lu.
gar, porque pone en ejercicio nuestras
más elevadas facul.tades, y en segundo
lugar, porque tal vez se log re á fuerza
de cavilar y de trabajar.
E ntonces sí que será útil la metafísica:
pero ¿cuándo llegará ese entonces? Aú n
estamos lejos de él. Las inefables verda-
des de la metafísica no caben hoy en la
mente de la generalidad de los hombres,
ni pueden transmi tirse por medio de los
imperfectos idiomas, dado que hay a quien
las posea.
Se cuenta que la señora Blavastski ha
tropezado en el T ibet y en la India con
ciertos anacoretas, llamados Maltatmas,
grandes metafísicos, y que por 10 tanto
gobiernan la naturaleza y hacen cuanto
quieren ; pero se callan su ciencia y no la
comunican, porque el género humano no
se halla aun preparado para recibirla. A
la misma señora Blavastski la han inicia.
do un poquito, y nada más.

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26 LA METAFÍSICA Y LA POESÍA

La novelista inglesa María Corelli re-


fi ere algo análogo en su obra, titulada
Ardatk Hay congregaciones de sabios,
ó magos caldeos, que viven en el Cáu-
caso, en Mesopotamia y en otros puntos
remotos, y que cultivan la ciencia desde
hace miles de años (desde cinco ó seis
mil antes de Cristo), por métodos más
seguros y menos rastreros que los nues-
tros. Saben, pues, mucho más que nos-
otros, y tienen su metafísica; pero la es-
conden y la guardan para mejor ocasión,
como los Maltatmas.
De estas congregaciones de sabios, de
u no de estos conventos, salieron Mel-
chor, Gaspar y Baltasar, y, siguiendo
una estrella, vinieron á Belén á adorar
al Kiño Jesús.
En fin, á mí me hechiza todo lo estu-
pendo. Me inclino á creer en el prodigio.
Para esos magos yesos mahatmas, quie-
ro conceder ql!e hay metafísica útil y
verdadera: pero sigue en situación eso-
térica para el vulgo de los mortales. y
como y o me cuento en ese número, á

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PRÓLOGO

par que ensalzo la metafísica, creo que


no nos da utilidad hasta lo presente. Es
como si fuésemos accionistas en una
empresa, en la cual no hay aún, ni habrá
en mucho tiempo, más dividendos que
gastos y esperanzas.
Si miro el asunto bajo otros aspectos,
siempre vengo á parar en la misma con-
clusión. El valor de las acciones de la
metafísica no sube. Las esperanzas se
alejan. y bien importa andar sobre aviso
con las tales esperanzas, porque, si pue-
den equipararse á las que dió Cristo ea
el Sermón de la AIo1Ztaiía, también se
equiparan á las que dió la serpiente á
Eva; ser como Dios.
Sin apelar á los maltatmas, ni á los
magos caldeos, ni á los teósofos hetero-
doxos, los místicos ortodoxos y católi-
cos muestran esa ambiciosa aspiración
en su doctrina, y acaso dejan pre!':umir
que pudo alguien realizarla, en cierto
grado, durante su vida mortal. Toda la
doctrina se cifra en estos tres puntos:
"Quién soy yo. Quién es Dios. Cómo

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LA METAFISICA y LA POESIA

¿ LA FORMA POÉTICA ESTÁ LLAMADA Á DESAPARECER?

No hay más ciencia que la. Metafisica .

~{~
~.. el prospecto del nuevo periódico
"-.@4 El Ateneo, publicado bajo la ins-
pección de los presidentes de las seccio -
nes de Ciencias morales y políticas, de
Ciencias físicas y naturales y de Cien-
cias históricas, se dice "que se i nsertará
toda pr oducción referente á cualqu ier

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32 LA META FÍSICA Y LA P OESÍA

rama de la ciencia, sin desdeiíar la


p oes fa' n
Francamen te, empezar á publicar Un
p eriódico científico -liter ario lanzando
este desprecio contra la más divina de
las bellas letras, me par ece de un g usto
muy disc utible. y pr opio solamente de
prosadores empedernidos que sólo por
la bibliogr afía han podido llegar á saber
q ue ha existido H or acio .
E n el pr ospecto de El Ateneo, donde
se promete admitir la poesía de li mosna,
está n en prosa por derecho propio todas
esas ciencias que hemos mencionado, y
que Son ciencias en el n ombre, porque
así las h a bautizado en alguna Real or-
den cualquier Ministro que creyó que
podría decretar la victoria Como aquel
Rey que escribía:- "Marqués, tomad á
Breda' n
L lamar ciencia á cualquier tanteo cien-
tífico , prueba que la prosa es un gran
medio para hablar sin saber 10 que se
dice .
¿Quién les ha dicho á los señores que
se dignan no desde,.iar la poesia, que hay
más ciencias que la metafisica ? ¿Dónde

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LA METAFí SICA Y LA pOEsfA 3'3

están los principios absolutos que h acen


una ciencia de la política n i de la histo-
ria? Debe ser una cosa muy científica
ver á los h istoriadores examin ar si el
Cid h a sido un per sonaje real, ó es sola-
mente un mito. Parece que estoy viendo
á cualquier pr esidente de la más preten-
ciosa de las secciones con el cesto de los
papeles de las ciencias mor ales á un lado
y los recortes de las políticas al otro,
preguntando á los oyentes: "¿Cuál es la
mejor ó la peor de las ciencias morales
conocidas , y cuál es la peor 6 la mejor
de las infinitas ciencias políticas que
existen?, y los que , com o yo , son aficio-
nados á las llamadas ciencias naturales,
¿cómo no sienten la nostalgia de l o abso-
luto, a l yer que se les pasa el tiempo es-
tudiando la yariabilidad de los fenóme -
nos, sin llegar nuncaá penetrar en lo unt.
yer sal de la esencia de las cosas, y sabien-
do que el mejor descubridor de los co-
nocimientos físicos es el dios Casualidad?
y mi antipatía á todos los empirismos
no se limita sólo á las ciencias, bino que
se extiende á todo el campo de las bellas
artes.

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,~
3"4 LA METAFisICA y LA pm:SfA

Mi celebérrimo compañero , el señor


Núñez de Arce , opina q ue yo te ngo mi-
r as muy estr ec has sobre el A r te, y que
él tiene un espíritu m ás amplio que el
mío, p orque el suyo está a bierto á todos
los hor izontes de la v ida. No quiero des-
mentir á mi aplaudidísimo amigo, pero
y o Je buena gana taparía todos esos ho-
r izontes, en los cuales sólo se mueven
corpúsculos micr oscópicos, pa ra poder
mira r , aunque no fLlese más que por una
rendija , el hor izont e de lo infinito.
Ant es, sólo en nombre de la prosa se
tratab a de desprestigiar á la poesía; peor
hoy, por medio de incisos compasivos,
se han coligado, para excomulgar la for-
ma poética, la prosa y unas llamadas
ciencias que no tienen más título para
serlo que las mentiras de la Gaceta Ufi-
cial , que pretende elevar á categoría
ideológica cuatro conocimientos sobre
cuatro lugares comun es sin importancia
ninguna.
¡Sin desdeiíar la poesla! ¿Es que el
gran comité consultivo de E l Ateneo se
propone ser eco de la famosa discusión
de que la forma poética estd llmnada á

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LA ~IETAFisICA y LA pOEsl A 35

d esap arecer? Este tema, arrojado á la


uiscusi6n por un hombre de t alento y
amigo, sin duda , de las investigaciones
temerarias, ha sido desp ués r epe ti do , :r
hasta aplicado bajo el v elo del a nónimo
contra mi insignificante persona, por las
cornejas de la prosa que nos han puesto
inconscientemente á la defensiva á los
amantes del reinado de las musas , como
antiguamente despertaban con sus graz-
n idos á los defensores d e Roma los gan-
sos del Capitolio.
¿Se pretende que la prosa poética, es
decir, la prosa dominguera , gu e cuanto
más se peina más ridícula parece, v en-
ga á sustituir á la poesía en verso, que
ha sido, es y será siempre, el traj e na-
tural de las majestades del cielo y de la
tierra?

La prosa no es arte.
Eso de querer expresar todos los idea-
lismos en prosa, me r ecuerda un cuento
que oí siendo niño, y en el cu¡¡.l h abia

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36 L... METAFíSIC A Y LA P OEsíA

una princesa que guardaba sus diaman-


t es en una cazuela .
¿De qué se tr ata? ¿De saber si lo que
el vulgo llama la vil p rosa se pu ede des-
env ilecer? Pues no se consegu ir á. La
prosa es humilde , y tiene la infirmeza
de la v ejez desde el momento en que
na ce .
Si los poetas n o esculturasen las or a-
ci ones con el r itmo, e tern izando la sig-
nificación de las palab ras, los idiomas se
desharían de la noche á la mañana como
la sal e n el agua.
E n la gr amática les enseñan á los ni-
ñ os embobados las m ucha s maner as, y
casi ninguna buena, con que una oración
se pue de construir en pr osa.
Ejemplo con variantes de frase:
l .a La aflicción es el sustento del co-
razón perver so.
2. a Es el sustento del cor azón pe r ver-
so la aflicción.
3. a El sustento del cor azón perverso
es la aflicción.
4. a D el corazón perver so es la aflic-
ción el sustento.
V ariantes con vigor de afectos:

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1

LA ~{ETAFfS IC A y LA pOE sf A 37

5. a ¿El sustento del corazón perverso


es la aflicción?
6. a ¡Que es la aflicción el sustento del
corazón pCl-verso!
y por último, un apr endiz de poeta
construyó el siguiente par eado:

Del perverso corazón


E l sustento es la a llicción _

¿Qué constr ucción es la mejor? Es de-


cir , ¿ cuál es la peor? Conv engamos en
que la menos mala es la aleluya .
Al v er esta libertad de constr ucción ,
que degenera en licencia , no me extra-
ña que, según dice Séneca, la naturalc-
za poética de Virgilio no acertase á es-
cribir en prosa.
E l r itmo es un estuche para conservar
las ideas mucho más permanente que la
cazuela, aunque fuese de barro de Alcor-
eón, en que la princesa del cuento guar-
daba sus diamantes.
La pretensión de querer sustituir la
forma poética con la pr osa cientifica,
consiste en el error de suponer que los
conocimientos empíricos son una cien-

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J
38 LA METAFfsIC A V LA POEsíA

cia, y la prosa un arte. La prosa 1lD es


arte, como no 10 So n ni el gorj eo n i el
balido. ¿Qué mérito a r tístico puede ha-
ber en coger un sustantivo al acaso,
echar sobr e él un epíteto vulgar, dando
algún m ovimiento á esta oración inicial
con un verbo cualquiera ? ¿Qué diferen-
cia hay entr e esta articulación informe,
y la jerigonza gutur al de alg-ún animal
caser o? ¿Se puede llamar arte el apren -
der á usa r trescientas palabras, vocabu-
lario el más extenso de muchos seres'ra-
cionales, cuando aprenden treinta por
lo menos los tordos, las urracas y los lo-
ros? Es v erdad que hay prosas buenas y
con estilo propio, como Son las de ~Ielo,
Solís y Cervan tes; pero el estilo no con-
siste en la prosa, sino en las ideas; no lo
forma el continente, sino el contenido .
El verso es arte hasta cuando es malo;
pero la prosa no lo es, aunque la honre,
adornándola con sus antítesis, sus equí-
vocos y sus sonsonetes, el gran genio de
Quevedo .

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l.A ~!ETA FíSICA y LA POESíA 39

3."

Un a humorada sobre la prosa.

Yo jamás he desdeñado la prosa , como


otros la poesía, y nunca he creído que
había necesidad de hablar de ella con
r elativo menosprecio, hasta que he vis-
to que se pretendía declararla en vida
heredera universal del verso.
y por cierto que el haber hecho un a
indicación sobre este particular, me ha
valido, de parte de mi amigo el señor Cla-
rEn , la siguiente carrera de baquetas:
"Al llegar aquí, recuerdo, y abro un
paréntesis, que no sé en qué álbum ó re-
vista he leído un pensamiento del gran
Campoamor, una humorada, si no me es
infiel la memoria, en que mi ilustre ami-
go y casi paisano, insulta á la prosa te-
rriblemente; pero hay que advertir que
Campoamor, excelente prosista en pro-
sa y en verso , es muy amigo de la para-
doja , que para los atletas del pensamien-
to es una gimnasia; el que hoy jugando

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j
40 LA METAFislCA y LA l' OESÍA

leva nta una paradoj a á pulso, mañana


r ompe las cadenas de una p reocupación
de esas que andan disfr azadas de princi-
pios inconcusos.
"Pues bien, á Ca mpoamor no h ay que
h acerle caso cuando habla mal de la pro-
sa , como no se le h izo cuando insultó á
Aristóteles y puso como chupa de dóm i-
ne á ... los h echos, aSÍ como suen a, es de-
cir, todo lo que sucedió , sucede y puede
suce el er. "
Me confi eso criminal, y yo soy efecti-
va men te el que, cansado de ver que en
nombre de la nivelación lite raria elel
por venit·, se trataba el e suprimir la dig-
ni elad del verso, haciendo á Homero ano
dar en cuatro pies, escribí la siguiente
hlllllOrada:

Lengua de Dios, la poesia es cosa


Que oye siempre, cual música enojosa,
Mu :ho hombre superior en lo mediano,
y en cam biD escucha con placer la prosa,
Que es la jerga animal del sér humano.

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1

LA llETA FfS1CA y LA POESÍA 41

La poesía da el ser á la prosa.

Sí, mi querido Clarin; puesto que hay


quien asegura que la prosa debe ser la
única expresión del pensamiento , permí-
tasenos á nosotr os decir que eso sólo
podrá suceder cuando , por el abuso de la
prosa, á fuerza de machacar en el órg a-
no auditivo , no les Yayan quedando á las
personas más que las orejas.
¿Que también hay poesía en la prosa?
Seguramente. Si en la prosa no estuvie-
se contenida alguna cantidad de poesía,
las gentes, al hablar , no hablarían; ha-
rían otra cosa. L a poesía puede estar en
la prosa como están las pepitas de oro en-
tre las arenas del Tajo.Sólo á aquéllas el
arte las cierne, las funde y las convier te
en alhajas, en las cuafes se engarzan las
piedras preciosas. Entre la prosa y el
verso hay la diferencia que existe entre
los pol vos dorados de una salbadera y
las coronas reales.

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42 LA METAFfsICA y LA POESÍA

L a significaci6n de las palabras y los


g"iros de la prosa ' -arian tanto como los
vulgos que chapurran las lenguas. ¿Qué
pr osa hay que tenga la fijeza del verso?
El hipérbaton, 6 sea la forma prosaica
del Quijote, morirá , si es que 110 ha
muer to ya . P ero vivirá siempre la forma
rítmica con que Cerva ntes pinta la arro -
gancia de un valentón:

Caló el chapeo, requirió la espada;


lIliró al soslayo, fuése, y no hubo nada .

Nadie ha escr ito con más elocuencia


que Buff6n sobre Historia ~ -atural, y to-
das sus ob ras juntas tienen menos méri-
to, y no vivirán tanto como la fábula de
L os A nimales eOIl peste.

5 ."

Toda ciencIa de hechos es empirismo.

Hace tiempo que aquí y en el extran-


jero, muchos positi,istas de todas las
clases sociales se han puesto de acuerdo

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LA METAFíSICA Y LA rOEsfA 43

par a declarar que la poesía ha pasado, y


que 10 único que debe quedar son sns pro-
sas inarmónicas y sin ideas.
A mi, esta indiferencia sobre la facul·
tad humana que más nos acerca al Dios
creador que sacó el mundo de la nada,
me importa poco personalmente, porque
yo sólo me p recio de ser agricultor, y
nunca he presumido de poeta. Pero aun-
que yo soy y parezco un burgués, como
me dice un crítico anónimo co n tan poca
finura como ingenio, me precio de ser
admirador de la poesía, y tengo u na ver·
dadera satisfacción e n defenderla de las
burlas sangrient as con que la denigran
muchas eminencias político· científicas
que se calientan los sesos, ya cultivando
ciencias en las cuales no se encuentra
nada d e científico, al inventar reglas ar-
bitrarias para plantear problemas eco-
nómicos que, todos ellos, se pueden sin-
tetizar en saber recoger del suelo co n
oportunidaa el alfiler de Laffite; ya que-
riendo eleyar á principios ciertos asun-
tos de despensa, tales como el de averi-
guar si los servicios públicos, por centra-
lización ó por descentralización, será

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44 LA METAFíSICA Y LA POEsfA

más conveniente hacerlos con la ma no


derecha 6 con la mano izquierda. Estos
empíricos, no encontrando ingenio más
que en las conferencias de los marmi to-
nes de la cocina del Estado , no s610 des"
precia n la p oesía, sino que, siempre que
pueden, despojan de toda consideración
á los poetas, como si fuesen unos ser es
caídos de la luna.
¡Aberracion es de la imperfecta Natu-
raleza! Hay grandes estadistas que aún
no han ll egado á conocer que todos los
oficios humanos se com pon en de una
cuarta parte que imagina el hombre mo_
l"al, esto es, el alma; y de tres cuartas
partes que ejecuta el hombre físico, es
decir, el cuerpo. Por regla general, el
juicio público contemporán eo , con tal
que se desempefien bien las tres cuar tas
partes del hombre material, absuelve
completamente del cumplimiento de la
cuarta parte que debía im aginar el hom-
bre moral.
S610 a ndando el tiempo es cuando á la
cuarta par te del hombre se la entierra
en sagrado, y á las otras tres cuartas
partes se las arroja á los muladares.

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LA METAFíSICA Y LA POEsfA 45

10s particulares no hacen ciencia.

¿Que h e hablado mal de Aristóteles?


E s cierto, y me rati fico en ello. Su doc-
trin a de que 10 ideal se deduce de lo rea l
es u na escuela que, si fuese bien enten-
dida y practicada, echaría más gentes á
presidio que hombres ha matado Brou-
sais con su teoría de las irritaciones.
¿Q ue he puesto como chupa de dó mine
á los h echos? También es cie rto. L os h e-
chos no son más que los flecos de la tela
d e las ideas, y c ualquier operario japo-
nés hace co n ellos dibuj os más origina-
les y extraños que los que fabrican con
los hechos los filósofos de la historia.
Con todo lo que sucedió y puede suce-
ceder no se puede hacer ni una regla
universal. Sólo pueden creer lo contr a-
rio los per digones de las universidades
que, saliendo anémicos de ellas por no
haber s ido amamantados con el b iber ón
de la filosofía , creen p or debilidad ce re-

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46 LA META¡lÍSICA y LA POEslA

bral en la existencia de no sé cuántos


millones de ciencias físico-naturales, eco-
nómicas, administrati \"as, histó ricas, mo-
rales :r políticas. ¡Cuánta fals a sabiduría!
¿ Cómo podría yo hacer comprender á
estos inventadores de ciencias que el
pensamien to no puede r econocer más
ciencia que aquella que se propone estu-
diar las leyes del pensamiento mismo?
A un célebre ingeniero que había cons-
{ruído muchos puentes y calzadas, le sor-
prendió, pocos días antes de morir, la
noticia que le dí de que al edificar sus
obras no hacía más que daguerreotipar
sobre el terreno la imagen de su propia
inteligencia; que la realización de las
ideas es un procedimiento tan sencillo
como el juego de las siluetas de los ni-
fios, que poniéndose uno contra la luz,
haciendo sombra, otro va dibujando los
contornos de la figura que se proyecta
en la pared; que las matemáticas hacen
que la materia responda á las leyes del
pensamiento , pero que son una ciencia
me tafísica que naúa tiene que ver con la
r ealidad.
Desengáñese el señor Clarin: aunque

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LA METAFíSI CA Y LA pOEsiA 47

él no me haga caso porque despr ecio los


hechos, tendrá que rendirse á la eYiden-
cia d e este axioma de la filosofía: "Los
parti cu lares no hacen ciencia."

La prosa sin ritmo es una jerga.

y le l-uego por Dios que respete en mí,


como en el poet a Kcerner, el gran miedo
L[ ue tengo de mor ir en prosa _

Dej emos á los grandes poetas el ca-


rácter Je seres inmortales, y no nos de-
jemos arrastrar, como Platón, por el
enojo que nos causa la impoten cia de n o
poder igualarlos. Y o creo que algunos
prosadores se juzgan unos Platones, por-
que ellos también, por envidia como el
gran fi lósofo, quieren desterrar á los
poetas de la república .
¡Dios mío! ¿Será posible que , como ya
ha empezado á suceder, v enga un tiempo
en que se llame escritores á t oda clase
de emborronadores de papel?
¿Podrá acon tecer que se desamortice

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el Olimpo, como si fuese una hacienda de
fra iles exclaustr ados, y se venda en pú-
blica subasta, para que un industrial
cualquiera 10 Compre y lo Convierta en
Un lugar de mala [ama, esta bleciendo en
él yentorrillos donde se venda de 10 tin-
to, se ha ble en blasfemo y se galantee á
las mujeres con madrigales en prosa?
Pero no; antes que lleguen esos caba-
lleros andantes de las letr as que quieren
dejar atr ás al caballo Pegaso, montados
en el burro de S ancho, Dios bondadoso
hará que dejemos de ver la l uz, para no
encontrarnos vestidos de pa lurdos; para
li brarnos del asco que nos produciría esa
simplificación de reducir toda nuestra
alimentación intelectual á la prosa, ósea
al potaje negr o de Esparta; y, en fin,
para libr arnos de esa promiscuidad en la
cua l nos revolcaríamos todos en el cieno
común de 10 que llama la humoradajer_
ga universal.
Pero ahora caigo en que, valiéndome
del fácil medio or al de los sacamuelas,
me he extendido demasiado, y pido per-
dón por m i prolijidad, y acaso POI" mi
fal ta de reverencia á los señores que,

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1

t.A METAFíS IC A Y LA POEsíA 49

tratan do con t anto desdén á la poesía ,


cu lt iva n con una fe dig na el e mejor sue r-
te lo que e llos llama n las cien cias h istó-
r icas, mor ales y políticas , que jamás han
existido ni pue den existir m ás que como
puntos secundar ios de discusión, emana-
dos de los p r incipios de la fi losofía . En
últ imo r esultado , aun qu e los desdefiad os
nos exce diésemos algo en la defensa de
la señora de n uestr os pensam ientos,
siempre les queda á los d esdeiíosos el
derecho de ha cer Con n osotros lo que les
aco nsej a el ilust r e cr ítico s ef\or Clarín:
:· ~ o hacern os ca so.»

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II

SIN DESDEÑAR LA. POESÍA

Al seiior Dir.-cfor de la "n-ista #.: 1 ,-ll e uf!o:

~~1' Uy señor mío y amigo: Cuando

, . iba á salir el númer o 1.0 de la


Revista que usted t an hábilmente d irige,
ha rto sabe usted que me opuse á que el
Presidente de la Sociedad que da nom-
bre á la Reyista, y los Presidentes de las
Secciones en que la Sociedad se divide,
fig urasen como formando un comité con-
sultivo de la H.evista misma. Si al cab o
cedí y consentí en que s aliera á r elucir

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52 1. A METAFfslCA y LA POESiA

mi nombre, rué porque m is compañeros


ce dieron y consintieron; y yo no quise
pasar por dísco lo . Ad emás , y o en tendí
que es ta ex hibición de nuestros nombres
era h onra que usted quería hacer nos y
que no n os comp rom etía á nada . En un
periódico donde no se inserta artículo
que no vaya firmado por alguien, el úni-
co r esponsable de cada sentencia es e l
autor del artículo en que la sentencia va
escrita. D e lo no fi r mado , debe r espon-
der usted que dirige el periódico, y no
Cánovas, ni P idal, ni el conde de ;\Ior-
phy, ni yo , que ni somos consultados á
cada paso, ni tendríamos tiempo para
r esponder á cada consulta, dado que
nos consultasen .
Ignor o quién es el a utor del prospecto
de E l Ateneo. Sólo sé que yo n o he visto
dicho prospecto sino después de publica-
do. Así, pues, yo no tengo obligación de
r esponder de cua lquiera herejía ó atro-
cida d que en dicho prospecto haya podi-
do salir estampada.
E l insigne poeta D. Ramón de Campo-
amor cree haber descubier to una here-
jía ó atr ocidad en el prospecto; y como

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1

LA Mb:T ,,¡.jSIC A \' LA r OE~ íA 53

entiende que es un in su lto á la poesía , se


r e v u elve enojado con t ra el autor y le
dis para y atiza un g ra cioso y trem end o
a r tículo en L a Ilustración EspaFLOla y
Anu ricalla.
Digo la v erda d : s i yo cr eyese que Cam-
poam o r tenía r azón, de clara ría que yo
no quer ía d efender la se n te nc ia del pros-
pectista, .r hasta a co nsejaría á uste d que
no la defendiese tampoco, sino que se
confesase culpado, pidiese h umildemen-
te pe r dó n, y se r etra ctase d e sus error es .
L a poesi a es tan l-e veren da y tan d iv ina,
qu no ha y desdor o e n h u m illa r se ante
e lla con a catam iento profundo . ller ece -
r ía, quie n no lo hiciese, padecer el cas-
tigo horrible que dió Apolo a l s átiro
;\larsías, ele oWinclole "i\'o, Ó el castigo
m<is suave, aunque harto ridículo, que
dió el mismo .dios al r ey :\lidas, alargá n-
uole las orejas.
Por dicha, e l a utor d el p rospecto n o ha
!llenester de r etractación para no incu -
rrir en tamaña pena _L a letr a mata, pero
e l espír itu Yivifica_ Si atendemos a l sen -
tido literal, a l d ecir que a cep ta r á la Re-
yista todo trabajo liter ario, sin desdeiíar

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54 LA METAFÍSICA Y LA PO EStA

la poesia , el autor d el prospecto, mirada


somera men te su obra , desd eña la p oesía
con soberano é irritante desdén; per o
¿qué poesía es la que des deña? A qUÍ es tá
el quid d e la di fi culta d. L a poesía que
desdeña es la falsa , y , pr oftmdizando
bien en la men te del prospectista, harto
se ve que dice esto, movido por el más
r eligioso respeto hacia la poesía verda-
dera. Sus p alab ras implica n el mayor en-
COInio que de la poesí a p uede hacerse. y
esto es lo que yo voy á demostrar, en
contra de Campoamo!", cuya defensa d e
la poesía me atrevo á sostener que no la
hal aga y sublima ni la centésima parte
que el apar ente desdén del prospectista.
Si alguien tuviese nobili. irnos pensa-
mientos, y en vez de expresarlos valién-
d ose de la palabr a rítmica y melodiosa,
los expresase en prosa ruin , Campoamor
tendría razón en compararle á la Prin-
cesa del cuento que guardaba los dia-
mantes en una cazuela; pero todavía
sería peor si a lguien , desprovisto ele
esos pensamie ntos nobilísimos y provis-
to de tonterías , tratase de hacerlas valer
con el sonsonete de las coplas. Entonces,

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1
.~

LA METAFíSICA Y LA POESfA 55

y a no sería la Princesa que guarda dia-


mantes en cazuela, sino el rúst ico qu e
t oma los v asos de oro, donde Hebe mi-
nistr a el néctar á los dioses, y los llena
de bellotas ó de al garrobas para los
cerdos.
L as compa raciones prestará n acaso
amenidad al d isc ur so, pero nada prueban.
K o se con cibe autor , por premioso y
torpe que sea en sus palabras, que no
las halle dignas y her mosas cuando tiene
sublimes pensamientos que ex presar; ni
se concibe tamp oco autor , capaz de crear
una fo r ma perfecta, y que s6lo atine , va-
liéndose de ella, á expresar tont erías. El
fondo es más dependiente de la for ma, y
la forma más dependiente del fondo , de
lo que vulgarmente se cr ee. Nadie, aun
suponiéndole muy irreflexivo y dispara-
tado, deja, por instinto, de escanciar el
v ino generoso en la más r ica copa , ni de
echar el afrecho en el dornajo de la za-
hurda , r eservando la cincelada bandeja
para poner en ella bizcochos y con fites .
Dejemos, siquier a por un momento, el
estilo fi gurado, y vamos llanamente á la
cuestión.

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51) LA METAFfsI CA y LA POEsiA

Yo gusto tanto com o Campo amor de la


poesía y de la metafísica; p ero la po esía
es el arte inútil, y la metafísic.l la cien-
cia inútil; Son e l lujo me ntal: la s discipli-
nas liberales en contraposición de las
cienci as y d e las artes útil es ó ser viles.
Infiér ese de a quí, penetrá ndose bi en de l
se ntido de la d ivisión y d istinción que
hago, y qu e Son muy a r istotélicas, que
es útil , con veniente y h asta indispe nsa-
ble hablar en prosa: todos tenemos que
ser prosistas, a un sin saber que lo somos;
pero p oetas y metafísicos no es necesa -
r io que lo seamos. El prosista; pues, re -
clama indulgencia; con el poeta y con el
metafísico importa la se \·eridad. Nadie
les manda fil osofar n i poetizar. Casi es
desvergüenza gastar este lujo , cuando
no tiene el que le gasta capital para ello .
¿Va comprendiendo e l Sr. Campoamor
en qué sentido d ice el pro3pectista , silZ
desdeñar la poesia? E sta poesía que se
allana á no desdeñar, es la que sospecha
que puede ser de mala ley.
.
Y ni la sospecha del prospectista es in-
fundada , ni es arbitraria la interpreta-
ción que yo doy á su frase . Sea como sea,

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L.~ METAFfS[CA y I.A 1'0EsfA 5i

y o acep to la fr ase sin desdeiíar ll7 poe-


sia, como si y o la hub iera escrito , y voy
<l defenderme . Imaginemos que yo soy
autor del prospecto , d irecto r , e ditor r
p ropietario d e la r evista El Ateneo . H a-
blo por mi cuenta de aquí en adelante.
Si no desdeño la poesía, esto es , si abro
la mano en lo tocante á ve rsos :r les do y
en mi publicación siqu ier a la cua rta par-
te de ca bida que á la prosa, t end r em os
al año seis números llenos de versos, y
como cada número consta de 160 pági-
nas, y en cada púgina entran 50 yerso:,
¡·esultará, 160 X50X6 , ó dígase una cose ·
cha de 48 . 000 y e r sos anuales . Quiero su-
pane l·, y es suponer longánimo , que de
estos 48.000 ye r sos, 8 .000 son buenos; y
nos quedarán siempre 40.000 que no ha-
brá Dios, ni hombre, ni poste que los
aguante. ¡Bonito negocio haré, pues, con
mi R evista! ~1i ruina será segura.
Ki siquiera me yaldrán los 8 . 000 y ersos
.. bUf~nos. De cada diez lectores, tillO á lo
más será bastan te crítico para descu-
brirlos en el fárrago de los malos , y para
d eleitarse con ellos.
\-eo yenil" la primera objeción á este

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58 LA METAFíSICA Y LA POEsíA

razon amiento, pero no me asusta; la r é-


plica es obvia.
Si los versos Son ma los, á razón de seis
por uno, esto es, si sólo hay una sexta
parte sufrible , ¿por qué no ha de ocurrir
10 mismo con la prosa? Y si ocurre lo
mismo, tendremos, que de los 144.000 r en -
glones en pr osa que publicará El Ateneo
cada año, sólo 24 .000 podrán sufrirse .
Mi candor y mi modestia no me con-
sienten n egar que % de la pr osa de E l
Ateneo, empezando por la mía, podrá ser
mala. Pasemos adelante. Decidamos que
lo es; pero en toda esta mala prosa , ó en
casi toda, hay una utilidad, una conve-
niencia ó una necesidad, que la salva.
Ya es la oraci6n inaugura l de un curso
universitario, ya un extracto de noticias
sobre descubr imientos científicos, ya la
vida de algún personaje célebre; en su-
ma , asuntos todos que importa que se
digan y se sepan; que conviene divulgar,
aunque sea sin arte, porque su fin, con-
veniencia ó necesidad no está en el arte
con que se dicen, sino fuera del arte .
Claro está que hay arte en la prosa, pero
no hemos de poner mordaza á cuantos

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~I

LA METAFfsICA y LA p OEsfA 59

no sean a r tistas; no hemos de ser de peor


condición que los pitagó ricos , enmude-
ciendo toda la v ida , como enmudecían
ellos durante los cinco años de n ovi-
cia do .
En suma, la prosa es indispensable é
inexcusable . Todos hacemos , prosa por
fuerza , y todos por fuerz a la leemos.
L as discusiones parlamenta rias , los
dictámenes de los cuer pos consultivos,
las leyes , los reglamentos , los libros de
texto, todo está en prosa. Bueno sería
que esta prosa no fuese mala; per o, en
fin, aun que sea mala , como es una nece-
sidad, cOll\'iene confo r mar se y r esignar-
se con ella, mientras que los ver sos .. .
¿qué necesida d tiene nadie de hacer ver-
sos en nuestro siglo?
A sí es que, en comparación ue la in-
mensa cantidad de prosa con razón, es
pequeñísimo el número de versos que
con r azón se escriben. P or cada cincuen-
ta prosistas tolerables habrá, á lo más, un
poeta que lo sea. Y aun este mismo poe-
ta escribe mucho más en prosa que en
Yerso. El Sr. Campo amor tie ne en prosa
E l personalismo , E l ideísmo y Oh-OS Ya-

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1
60 1. \ METAFf sLCA y L A POEsíA

~~------
rios libros , que ocupan m;1s que todas sus
fá bulas , doloras y g r andes y peq uei'ios
poemas. QlI intana, Con solo las Vid as de
espaiíoles céLebres, llena m ás papel que
con sus trage dias y sus odas. L a cuarta
parte de L os nO'uios de Manzoni hace
más volumen que todos Sus himnos, poc-
mitas y dramas.
T od o t ira á demos tt-ar que la buena
poesía es r ara, y n o sir ve ni v ale para
re llena r Revistas . L arga vida Yi,-ió Ga-
ll ego, y dejó para admiración de la pos-
teridad dos ó tres buenas composiciones
poéticas. T odos los versos originales de
F ray Luis de León no fo r man l a quinta
parte de las páginas que tiene el menor
de sus tr atados en prosa.
Ahora bien ; esta escasez de buena poe-
sía , qUé se nota en toda la pr Olongación
de l a historia liter aria de l mWldo, ¿no
hace presumir, no reyela que la buena
poesía es hoy también muy escasa? Y si
acudiesen poetas, Con muchísimos Yer -
sos, á llenar la Revista, ¿no nos darían ü
SOspecha r que los tales versos habían de
ser muy malos?
En virtud de tan legítima sospecha,

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LA M¡;:TArfSTCA V L A POEsíA 6r

pasándonos de indulge ntes y de benig-


nos, y cr eye ndo que entre tanto ma lo
hemos de halla r algo que nos pa r ezca
bucno, d ecimos, pues, fund adamente , sin
desdeñ a r la poesia. Esta poesía , que El
Ateneo no desdeña, no es la poesía y a
depurada y aquila ta da, sino to das las
arenas del P actolo y del Tajo y del D a-
ITa, con las que n os a venimos á cargar
para ve r si sacamos de ell as algunos
graníll os de oro. Esto, interp r et ado co n
r ectitud, es lo que significa la fr ase sin
desde11ar la poesía, que tanto h a enoja-
do al Sr. Campoamor. Es como si dijéra-
mos: no queremos desdeñar ni desaten-
der ese montón de cop las que puede
presentársenos, por si acaso sacamos de
él alguna que otra copla que sea ver da-
dera poesía .
Aun así, y por no desdeñar la poesía,
contraemos gra ve responsabilidad y nos
echamos á cuestas una obligación harto
penosa de cumplir. L a prosa tolerable,
la que enseña algo, divierte ó interesa; la
que trae alguna utilidad ó cumple algún
propósito, es fácil de reconocer; per o
para clistinguir, e n una masa ingente de

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62 U, METAFÍSICA Y LA POEsíA

versos , algunos que sean buenos , es me-


nes ter mucho tino, desp ejado criterio y
un j uicio tan cer tero y claro , que r ara
vez se halla en n a die. La bon da d de los
v ersos no es al principio y p a r a todos
manifies ta. K os exponemos, p or consi-
guien te, si publicamos versos, á publicar
mil simplezas I que á na da conducen,
mientras que la p rosa , has ta la m ás sim-
ple, conduce á alg o y algún prop ósito
lleva, como, por ejemplo, la d e es ta car-
ta, donde qued a p robado que, al d ecir
sin desde j'lar la p oesia, hacemos alard e
y damos muestras del más entraña ble
amor y de la m ás fervo r osa devoción á
la poesía verd adera, por quien nos expo-
nemos á escoger l a falsa y la inaguanta-
ble y á embadurnar con ella algun as co-
l umnas de n uestr o p eriód ico .
Repito que yo me siento muy lisonjea-
d o de figura r en el Comité consu ltivo de
la Revista, si esto se considera mero ca r-
go honorífico, p ero no si se entiende que
he de ser censor y falla r sobre el mérito
de las poesías de éste 6 de aquél. Yo me
r ecuso, yo me inhibo de tan arduo asun-
to. Y no por creerme severo, sino por

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LA METAFí SICA Y LA P OEsíA 63

creerme blando, facilitón y sin pizca de


autor ida d.
E n mi y a larga vida, he sido con fre -
cuencia c r ítico d e poelas . Para sólo me-
dia docena d e los que he encomiado, y
entre ellos cuento á Campoa mor, á Nú-
ñez de Arce y á Becquer, ha venido el
público á con fir mar mi sentencia con el
aplauso. A los demás, de n a d a ó de poco
les ha v alido mi senten cia favorable .
¿Cómo, p or consiguie nte, quiere usted
que tenga y o fe en la cer tidumbre de los
juicios s obre poetas contemp or án eos?
Mi opinión, contr aria á la del público, se
v e hasta en lo t ocante á mi p ropia perso-
na . Es e vidente qu e y o no creo malos
mis versos , cuando los he publicado :
pero también es evidente qu e no he lo-
grado infundir en el público mi creencia.
Si pusiese yo aquí una lista de los poetas
encomiados p or roí, y en cuyo encomio
persisto con t erque dad , se p asmar ía us-
ted de la discrepancia que h ay entre mi
criterio y el de la g eneralidad de mis
conciudadanos.
No quisiera y o citar nombres propios,
pero salta r é por todo y citaré algunos

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1
64 LA METArl5rC,\ y LA l'OEsi.\
~~
que acude n á mi memoria, de poetas que
vi ven, y á quienes he encom iado, en esta
P enínsula, si n conta r con los poetas de
A mérica . Yo creo, por eje mplo , buenos
poe tas á Queral, á Zo rrilla, á .\l iguel de
los Sa ntos Á lvarez, á Teodo r o Llorente,
á Velarde, á Alar cón, á Menén dez Pela-
yo, á José .Alcalá Galia na, á Ferra ri, á
-"ar·ciso Campi llo, y au n á varios de los
qUe e n sus Ripios aristocráticos fus tiga
Va l buena. En suma, como yo en tien do
que este siglo es el siglo de la poesía Ji.
rica, ¿qué menos he de con ceder á Espa-
ña, de buenos poetas, qu e veinte siqUiera?
Pues bien; Clarín dice que sólo hay aho-
r a dos poetas y medio. L os dos poetas
en teros Son Campoamor y KúI'íez de
A rce; el medio poeta es Manuel del Pa -
lacio: los demás somos, si acaso, molécu-
las, átomos de poetas.
Maravillémonos de lo incierto y de 10
contradictorio de los fallos, y que esta
incertidumbre y esta con tradicción jus-
tifiquen la frase, para Campoamor escan-
dalosa, sz'Jl desdeíiar la poesía.
Aceptando el criterio de Clarín, los
ún icos que por entero pudieran enojarse

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LA METAFíSICA Y LA POEsíA 65

de la [rase , s erían Ca mpoamor y Núñ ez


de A rce ; el que pudiera enoj arse á me-
dias , ser ía Ma nuel del Palacio. T odos
los demás t endríamos que da r las g ra-
cias a l prospectista porque no nos desde-
Mtba . S i nos p onemos, como y o d eseo,
en un tér mino más razo na bl e; si co nce-
demos que los poetas vi vos :r e n activi-
dad ,son más de dos y m ed i o, y llegan á
vein te , todavía es tos v einte nos da r án
poco or igina l que inser tar en nu estra
Revista . T endremos que emplearnos en
descubr ir poetas nuevos; y de este em-
pleo es del que yo , por mi parte , hago
dimisión, m e declaro incompetente.
En la segunda mitad del siglo XIX, en
que vivimos , sólo ha habido un hombre
que, en España, haya tenido l a gloria de
descubrir u n nuevo poeta , r econocido
como tal po r el p úblico. E l descubridor
hasido Correa, y el descubierto, Becquer;
y to davía,pa ra hacer este descubrimien-
to, h a sido menester que Becquer se
muera ignorado y sin llevar en su alma
la consolación y la esperanza de que le
aguardaba la grandísima fa ma pós tuma
de que goza hoy.

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66 LA METAFtSICA y LA POEsíA

Indudablemente, la buena , r econocida


é indisputable poesia, es difícil de ha cer,
}'- no menos dificil de j uzgar. Cicerón,
con ser tan elocuente, tan discreto y tan
sa bio, er a, según dicen, detestable poe-
ta, y sobre este punt o se engañaba. Dio-
nisio de Siracusa fu é uno de los tiranos
de más talento, habilidad y sabiduría
que ha habido en el mundo. Hacía ver-
Sos y los creía excelentes. Un sabio pro-
fundo de su corte creía que eran abomi-
nables los , 'ersos de Dionisio. Se lo dijo,
y Dionisio quiso ' -engarse de él, y le en-
cerró en un calabozo, á pan yagua. L e
perdonó a l cab o, y le ,"oh'ió á su gracia.
Cierto día empezó á leerle de nuevo Yer-
sos suyos . y el sabio exclamó en segui-
da: "Que me lleven al calabozo otra , -ez."
¿Consideraría abominables los " e rsos
cuando prefería el calabozo? Tenemos,
pues, aquí á dos personas de grandísimo
mérito intelectual ambas, que en punto
á poesía ti enen opiniones diametralmen_
te contrarias. i \' aya usted á decidir cuál
de los dos tendría razón!
Esta inseguridad sobre lo que en poe-
sía (en ,'erso) es bueno 6 malo, ha existi-

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LA METAFÍSICA Y LA POESÍA 67

do y existirá siempre. Cer v a ntes se creía


poeta, y los hombres de su tie mpo, y des-
pués la posteridad, se han empeñado en
decir que era mal poe ta. Yo voto en con-
tra; pero, ¿qué vale m i voto?
Xinguna Academia ó CorporacIón lite-
raria ha premiado jamás poesía lírica,
sin que protesten, chillen, ' -ocíferen y
clamen contra su decisi ón cuantos se
creen entendidos . En cambio, nadie pr o-
testa, y todos convienen en los fallos de
las mismas Academias y Corporaciones
cuando han pre miado una obra en prosa,
y, so bre todo, cuando la obra es erudita
ó científica y se roza poco con la poesía.
y no es que nos ciegue, al juzgar los
versos, la amistad ó la enemistad . el
amor propio ó la em-idia, sino que es os-
curo lo que nos guia en la aplicación de
la ley estética para el verso , aunque la
ley sea clara .
¡Cuántos no han juzgado á Lucano su-
perior á Virgilio; cuántos, no hace mu-
cho, calificaban de bárbaros á Dante y á
Shakspeare; cuántos no colocan hoy á
(
¡
Yíctor Rugo sobre Homero !
Para c\'itar, pues, tanto tropiezo y:sa_

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68 LA M ETA FfsICA y LA POEsfA

lir de tan tas dudas y confusiones, lo me-


jor es que publique la R evista todos los
versos que quieran dar los dos poetas y
medio , ó bien (extendiendo más nuestra
aprobación que Clarín) los diez ó doce
que ya el púb lico ha canoniza do: y que
en lo demá s, sin desdeñar la poesla, pu-
blique la R evista muy poco , no sea que
se equivoque en la elección, ó no sea que
el público se equivoque , creyendo que
la Revista es la equi vocada, lo cual para
el interés editorial de la Re vista impor-
ta lo mismo.
Es cuanto tengo que decir en defensa
de la fr ase, causa del enojo de Campo-
amor.

\ r.

© Biblioteca Nacional de España


LA rrOESÍA

DESDEÑAD A POR LA CIENCIA Y POR LA PROSA

~
~,ESr¡;És de echarm e las ma nos :'t la
1:, "~;&;II cabeza lleno de estupefacción, pe r-
mitidmc, lectores, que os p reg-unte: "¿Ha-
béis leído lo que contesta el señor don
Juan Valera á mi artículo L a p oesía
df!sdeííada por la ciencia?» Pues dando
Una patente de vida ete r na á la prosa,
expide además una partida de defunción
á la metafísica y á la poesía , redactada
con claridad y del modo siguiente:
I

© Biblioteca Nacional de España


70 LA METAFí5[CA y LA POEsfA

L a metafísica es la ciencia in útil) y


la poesia el arte inútil .
Confieso que me había impr esionado
mucho la primitiva aserción del periódi-
co El Ateneo , al decir que inser taría
cualquier r ama de la ciencia, sin desde-
líar la poesía. E ste desprecio queda aho-
r a reducido, entre el señor Dir ector de
Hl Ateneo y yo, tí. un simple altercado,
propio de u n juicio de faltas. Pero el se-
fior Valera, á quien, como á una amiga
suya y mía, se conoce que ya sólo le di-
vierte lo que es pecado mortal, ha en-
trado oficiosamente en la polémica, no
sólo para refiir conmigo, sino para come-
ter dos asesinatos en la metafísica y en
la poesía, de calvando de este modo a l
r ey de la creación :r tocando la trompe -
ta del juicio final para anunciar el tér mi-
no de la racionalidad humana.

II

Pasaba yo en cierta ocasión una deli-


ciosa temporada de campo en compafiía
de unos amigos, entre los cuales se ha-
llaba uno de los individuos más conspi-

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LA METAFíSICA Y LA POEsíA 71

euos del Comité Cons ultivo del Ateneo,


el señor don Alejandro P idal y Mon. Un
día vimos desde un balcón que una ca-
bra , satisfecha de gozar las sensualida-
des de la maternidad, dejaba que de los
pezones de su ubre mamasen tranquila-
mente , por un lado un cerdito y po r el
otro un niño . Cna labradora , sentada
cerca del grupo , lo miraba co n total in-
diferencia, como si aquello fuese una
cosa muy natural y muy común. "He
aquí , dije á los presentes, dos seres á los
cuales hoy los une la aJlimalida¡t, y ma-
I'iana los separará la lIIetafísica."
N"o podía yo calcular entonces que al ·
gunos años después el seño r don Juan
Valera nos vendría ;1 querer pr obar que
á aquellos dos he r manos de leche no los
podría separar ya ni siquiel'a la metafí-
sica.

III

¡La metafísica una ciencia inútil,


cuando si las leyes que la constituyen se
borr asen del entendimiento humano, se-
ría lo mismo que si err el orden tísico se

1
11 © Biblioteca Nacional de España
~
72 LA METAFfsICA y LA POEsíA

apa gase el sol que nos alumbra! Se co-


no ce que el señor Val era, al esc r ib ir su
artículo, tu \ro presente aquel autor que
dice: "L a me tafísica es como las vírge.
nes consagradas a l Señor. que no dan
ningún fru to." P ero, más bien que esto,
de bia el señor Valera recor dar aquel
principio, tan r epetido en las aulas, de
que ('La metafísica, sin ser precisamente
la ciencia de nada, es por necesidad la
ci encia de todo."
La metafísica es la única ciencia, por-
que es el ún ico conjun to de verdades si n
excepción.
Ka hay ningún conocimien to moral ni
fís ico que no sean metafísica pura . Cuan-
do se dice ciencias físico-matem~lticas,
quiere decir la física explicada por la
metafísica. La psicologia que estudia el
hombre espi ritua l, y las matemáticas que
explican el número y cantidad de todo
l o mater ial, forman las dos grandes divi-
siones de la metafísica, que es la ciencia
que aplica las leyes del pensamiento hu-
mano a l conocimiento de la calidad y
cantidad de todos los seres r de todas
las cosas posibles.

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LA METAFíSICA Y LA PO ES fA 73

¿En qué consiste la general ignorancia


de que toda obra humana, sea acción ó
pensamiento, es una aleación de lo in-
mutable con lo mudable? Pues consiste
en que los hombres de ciencia, al trasla-
dar e l orden de los hechos a l or den de
las ideas, sue len a tr ibuir á los objetos
pensados las cualidad es de l suj eto que
los piensa ,
Aunque me sigan fla gelan do implaca-
blem ente ciertos sabios del hecho, que
para hablar mal de mí se ponen más
orondos que las morcillas de Baltasar del
Alcázar , añadir é que el e ntendimiento ,
buscando la unidad en la ,-ariedad y la
variedad en la unidad, y examinando
después la conformidad de las partes
con el todo, da el modo ele anda r intelec-
tual que tienen los se r es pe nsantes para
lleg'ar á su objeto, lo mismo en ~ elson,
cuando concib e la idea de pone r se siem-
pre á barloyento para huir a l enemigo,
que en el sastre que remienda una cha-
queta; que en Kant al r edactar el co n-
junto de sus obrds, Por la metafísica que
da las ideas, y la poesía que las convier-
te en imágenes, el poder del h ombre se

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74 LA METAFíS ICA Y LA ¡'GESÍA

hace algo semej ante al poder de :m Crea-


dar. Cuando la metafísica y la poesía , la
idea y la maner a de expresa r la, la cien-
cia y el arte, se aunan para fo r mar un a
obra común, r esulta entonces lo trascen-
dental, lo que se deduce de todo estudio
dig no de serlo, un pri ncipio general, una
ley ; y es en va no que nuestr os amigos
los señores Vale ra y Sánchez P érez se
empeñen en ha cernos cr eer que en la
litera tura lo poético es siempre super ior
á lo filosófico. Si á Calderón se le atribu-
yesen todas las obras de todos los dra-
maturgos del mundo juntos, incluyendo
á Esquilo y á Shakspeare, no se le lla-
maría el creador de P romcteo ni de
R amlet) sino el autor de L a vida es Slfe-
fío . Si á Cen'antes se le aplicasen todas
las no,elerías pasadas, presentes y fu-
turas, siemp r e se le conocería por el au-
tor de Don Quzjote. Con estas dos obras
poéticas, basadas sobre los dos pro ble-
mas filosóficos que más interés despier-
tan en la inteligencia y en el corazón del
hombre, parece que, como Dios ü las
aguas, Cervantes y Calder ón han dicho
al ingenio humano: "¡Xopasarás de aquí! "

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Y.A ~IET AFfsICA y LA POEsíA 75

1\ "

¡La poesía un arte i n útil, cuando es el


h im no obligado e n todas las glor ias hu-
manas y dlYinas!
Si los metafísicos dirig;e n lodo el or-
den intelectual del mundo desde la s
buhardillas en que yiyen, los poetas,
desde los hospitales en que mueren, dan
cuerpo á las ideas, cony ir tiéndolas e n
imágenes.
Tan glorioso como discurrir, es d ar
for ma á lo discurrido .
Y a sé yo que, á imitació n del Jfiya-
beau-mosca, ~l. T biers, que miraba á
Víctor Rugo como si fuese un bicho
raro, hay grandes estadistas que mu e-
ren en olor de glor ificación, aunque son
menos aficionados al ritmo que los que,

. al tirar de ciertos vehículos, hay que


colgarles una sar ta de cascabeles para
hacerles sopo rtar con alguna menor b-
tiga la prosa de l trabajo .
Pero, concretando más el asunto: ¿qué
es poesía:

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76 LA METAFfSICA y LA POEsfA

Hace poco tiempo que e n uno de los


númer os del Madri d CÓII/ieo, su inge-
nioso dire cto r, el señor don Sinesio Del-
gado, concllúa una gra ciosa composi-
ción, diciendo:

<<¿Poesía q ué es? :\i Dios lo sabe.»

E l señor Vule ra opina 10 mismo cuan-


do dice: ~Para distinguir a lg unos \-ersos
que sean buenos, es menester muc ho
tino , despej ado criterio y un j uicio tan
cer tero y claro, q lle rara '-ez se haHa en
n.adie."
¿Y quién tiene la culpa de que apenas
haya quien sepa lo que es poesía? P ido
perdón al señor Valera; pero creo que é l
es un poco responsable de esta vacila-
ci ón del público, porque aunque algunas
veces el señor Valera nos quiere dar
corno cosa muy comprensible la metafí.
sica no muy bien digerida de Goethe,
otras veces, por complacencias con una
escuela de r opavejeros literarios que
por su amOlO á 10 antiguo nos haría vl\'ir
eternamente en el campo, comiendo
hierbas sin cocer , como los penitentes

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LA METAFÍSIC A Y LA POESÍA 77

del desierto, han de clarado en los v er-


sos la guerr a al ingen io y á la 1'uzón,
lla man do, po r boca del senor 'l aler a, á
lo prime r o qu illtas esen cias, y á 10 se-
g undo filoso f ias . Es menester desarro-
llar ese sexto sentid o qu e hoy se llama
hacerse cargo, y fij a r de u na v ez para
siem pre la idea de lo que es poesía. El
senor V alera, que , como yo , t iene una
tolerancia y u n candor que r ayan e n la
indiscr eción , aceptando la cr eencia vul-
gar de llamar poesías á to dos los ve r·sos,
nos decla r a magnán im am ent e poetas {¡
una legión de escritores casi tan nume-
rosa como el ejército de ] erjes.
¡Un poe ta! Si las gentes comprendie-
ran la -verdadera significación de esta
palabra, al oirla darían muchas g racias
á Dios, porque de mil en mil anos se
digna cr ear un poeta, juzgando á esta
misera ble humanidad acr eedora á tan
alto priyilegio.
¡Un poeta! Desde la muer te de Que\-e-
do hasta la ll egada del r omanticismo,
no se ha escrito un solo yerso de poeta;
y desafío al señor Y ale ra á que me lo
cite.

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78 I_A UETAF{srcA y LA POEsíA

Resolvamos de una vez es te pr oblema,


convenciendo al público de que los \'er-
sos buenos son tan r aros como los dia-
mantes de á libra. P ara facilitar el tra-
bajo, autorizo a l señor Valera á que ,
además de los líricos de la r estauración
del gusto fra ncés, incluya al señor Quin-
tana, poeta laureado, muy admirado por
él, Y popularísimo en España y en Amé-
rica .
Pero antes de continuar me ha de per-
mitir el señor Valera que l e cuente un
sucedido. Hace muchísimos años iba yo
por la calle del Principe en compañía de
mis ilustres amigos Pepe Zorrilla y To-
más l~ubí, y a l pasar por delante de Una
confitería se les antojó que yo les había
de convidar á dulces . Para darles una
broma, hice como que accedía, y los dos
se lanzaron al interior de la tienda á va-
ciar u na bandeja de merengues. Des-
pués de hacer una señal de inteligencia
á la confitera. que por cierto era rubia
y muy guapa, di la \'uelta á la esquina y
me alejé por la calle de la Visitación.
Cuando "olví á mi casa, Rubí, que siem-
pre nos ha excedido á todos en gracia y

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L A METAFJSICA y LA POEsíA 79

en buen humor, convirtiéndome de bro-


mista en embr omado, se h ab ía llevado
de mi cuar to un estuche de afe itar para
entregárselo á la confi te ra en gara ntía
del pago de los dulces . En el lugar del
estuche h abía dej a do un papel escr ito,
que concluía diciendo:

Si te faltan del traje algunos dengues,


Ye, Ramón, á buscarlos á la tienda
Tunlnilll, ttl/"tlnún, de los merengues."

Se conoce que Rubí, al impr ovisar es-


tos versos, le fal tó tiempo para concluir-
los, y acabó el último con el turu rúm
repetido, par a no faltar , como buen hijo
del Parnaso , al sagrado precepto d e la
r ima.
y dicho esto, continúo .
E l verso que me ha de citar el señor
Y Uleru, ha de competir en lo p intoresco
con esos versos que, al co nvertir la
idea en illlagen, producen en el lec-
tor u na re\'erb eración de pensamientos
secundaríos, que son el encanto del
lector.

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I I
80 LA ) lETAFfsICA y LA POESÍA

---------------~
Como éstos, p or ejemp lo:

«Con crin es tendidos ar de r los cometas .»

«Dilata has ta los montes su ribera .»

(RIOJ.\ .)

«El que frellO dió al mar de blanda ar ena .»

(LOPE DE \ ·Eta.)

''0 a l r ico aparo en el angosto lecho


Haz que temblando CUII sl/dor despierte .»

(.\I\GESSOI.A.)

Etc .> etc., etc.


y ruego al señor Valera q ue pa r a ci-
tarme el vers o que le pido , no me vay a
á ha cer un torneo de m omias, sacando á
plaza los consabidos:

«¡Todo á humillar la humanidad conspira!. .. »


«¡Virgen del mundo , América inocente! . ..»
«¡Pálida luz de fósforo ligero!.,,»

Porque es tos v ersos, que más bien p er-


tenecen á la eloc uencia que á la poesía,
y que ocultan la vacuidad de la idea Con
la entonación de la forma, no nacen, se

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-

LA METAFlsICA y LA pOEslA 81

hacen, y yo sé lo poco que v alen, p or q ue


estoy en el sec reto del n ingún trabaj o
que cuesta el fabricarlos.

«Tururúm, t urur úm, d e los merengues.»

v
P ero el señor \ ' al era , sin duda p or la
excesiya b on dad de su car ác ter, siem-
pre que le vanta una r azón es con vistas
á la r azón contraria .
Des pués de declarar á la poes ía UIl
arte inútil, di ce: "La poes ía es ta n reve-
r enda y tan divina , qu e no hay d eshonra
en humillarse an te ella con acata mie nto
profundo." ¿E n qué quedamos? Y luego
vuelve á decir : ··Todos tenemos que se r
prosistas , aun sin saber que lo somos;
1 pero poeta y me tafísico no es nec esario
que lo seamos." Es ver dad; la prosa se
t escr ibe, no como se debe, sino como s e
puede, y no s iempre es necesario que los
grandes h ombres sean unos ser es racio-
1 nales que cultiven la metafísica y la poe-
sía, pues se deben contentar con ser

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i ...1
82 I.A METAF1SICA y L A POES ÍA

prosistas sin sab er que lo son , h abla ndo


la prosa como la oyen y escribiéndola
como la hablan. Y a nt es de pasar ade-
la nte , no quisiera que se m e olv idar a de-
cir que, á prop ósito d e esta polémica, se
m e ha presentado com o en e migo de la
prosa. ¿Yo ene migo d e la prosa? ¿Por
qué ni para qué? ¿Ti ene a lgo de extr a ño
que, entran do en compara ciones, á la
guerr a al ,-er so haya contestado y o con
un a taque á la prosa?
A unque s é que m e expongo á ser can-
sado, he de r epetir q ue, siendo e n ellas
escaso el contenido de la me tafísica y de
la poesía, tod as las prosas carecen de
aire vita l y s e pr esentan á mi vista cha-
fa das como las vejigas va cías.
L a prosa con pocas ideas queda red u-
cida al oficio mecánico de prodigar lu-
gares com unes y empalma r r ipios, y aun
con imágenes é ideas no hay cosa más
di fícil que injer tar el ritmo en la prosa.
El materialismo de hablár no es u n
:Ir te, es una función fis iológica, como el
charloteo del papagayo. y es casi impo-
5ible imprimirle n inguna condición ar-
tística , p or lo cual esos prosistas que,

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LA METM"fS ICA y LA pOEsfA 83

según el señor Valera, lo son sin saber-


lo, se pueden com parar co n aquel ing lés
que lo había ap rendido todo, absoluta-
men te todo, "menos el arte de saber leer
y escr ibir."
R enuncio á ha cer un análisis á la me"
nuda ,por que los g r amáticos exager ados
me hacen el mismo efect o que los su-
persticiosos, que con sus redes de moral
estrecha, co mo en los circos ecuestres,
convier ten los ca minos del cielo y de la
tierra en unas yerdaderas carr eras de
obstáculos; y seguir é dici endo que yo
sólo m e h e ocupado poco carita tiva men-
te de la prosa cua ndo h e vis to fustig¡¡d o
el verso por escritores que supongo que
ser án u nos poetas abortados. Y es ta nto
más de agradecer mi generosidad, cuan-
to que tengo la persuasión de que todo
pedazo de prosa, por lo fácil de enmara-
ñarse, es un a madeja d e h ilo puesta al
alcance de los gatos de la v ecindad .
El señor do n Leopoldo A las, que des-
de la ciudad de Oviedo pone en la aclUa-
lidad más ideas en circulación que en su
tiempo el P . Feijóo, se ha e mpeñado en
hacer creer á las gentes que yo escribo

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8+ LA M ETAFfs l CA y LA POES(A

m uy bien en prosa . Esta es un a lisonja


que no mer ezco , pues como no e xisten
r egla s fijas de construcció n, s ie mp r e que
enlazo al gunas or aciones se me ocurren
después veinte manera s de ha cerlo mu-
cho m ej or. ¿Sucede es to con la for ma
poética? No . ¿Por qué? Po r que el lengua-
.i e sólo en el yer so es un mecanismo per-
fe cto. ¿Se quier en al g un os ejemplos?
P ues all á van dos , el pr im er o de L op e
de V ega :

«iCanto el yalor y las hazañas canto


De aquel varón, soldado y peregrine,
Que , á ser del Asia universal espanto,
Desde la selva Caledonia yino!,)

Seg-undo ejemplo, de Góngora:

«Todo es gala el africano:


Su vestido espira olores,
Ellunado arco suspende,
y el corvo alfanje depone .
T órtolas enamoradas
Son sus roncos atambores,
y los volantes de Venus,
Su s bien seguidos pend ones.
Desnudo el pecho anda ella,
,"uela el ca bello sin orden;
Si lo abrocha , es con eJa .. les,

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LA METAFis l CA y LA p OEsfA 85

Con jaz mines si lo coge ,


Todo sirve á los a man tes :
Plumas les baten ,'e!oces
.\ irecillos lisonjeros
Si no son m ur muradores:
Los cam pos les da n alfombra,
Los á r boles pabellones,
La apacible fuente sueño,
~lúsica los r uiseño res:

Los troncos les dan cortezas I


En que se guarden sus nom bres ,
.\tejor que en tablas d e mármol
O q ue en lám inas d e bronce,
:-'; 0 hay verde fresno sin letra,
:-\i blanco chopo sin mote;
Si un valle Ang~lica suena ,
Otro ,\ngéli responde, ,,

' ¡Qué precisión e n el prime r eje mplo!


¡Qué abundancia de ideas y ele imáge-
nes e n el segundo !
y en los dos ejemplos, ¡qué m ane ra
tan diestra de cons truir pe r íodos con pa-
labras insustitui bles!
Pon ga e l seño r \ Tale r a estos ve rsos,
no en una prosa tan mala como la mía ,
sino en una prosa t an exquisita como la
suya, y \-erá cómo él m is mo, po r n o oir-
la, echa á correr con el n a tur al espanto
con que se huía de aquella v ieja que en

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86 L A METAFíSICA Y LA P OEsíA

tie mpo de tos franceses en tr aba en su


pue b lo di cien do : "¡ :1o hay que as us tar-
se , que vienen dego ll an do!"

Repi to que no pu de re primir un mo vi-


mi en to de enojo cuando r i que E l A te-
/leo , d esde el punto de vista d e la cie n-
cia y de la prosa, tra taba con desdén á
la poesía, y entonces rué c uando sostuve
que la prosa no es arte. P ero el señor
V a le ra, que tiene bastan te a utorid a d
para supone r que se le debe creer bajo
su palabra, se limita á decir: "Claro está
que bayarte en la p rosa .., Estas clarida-
des del señor \ -a lera le deben r ecordar
ü una marquesa muy conocida una pro-
mesa que y o la hacía siendo niña : "Te
he de r egalar un y estido tan claro, tan
cla r o, que no 10 has de ver."
Si la prosa es a r te , ¿cuát debe ser la
co locación de las palabras? ¿Cuál es la
ley que determina el enlace y la estruc-
tura de las cláUsulas? ¿Con qué regla
id eológica se puede n disculpar las irr e-

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LA ~IETA~'íSlCA y LA rOEsfA 87

g ularid ades? ¿Qué r azón hay que j ustifi-


que la inver sión del orden usual de las
ideas y l as frases?
Para nada de es to h ay cánon es de ter-
m inad os; y una prueb a de que la prosa
se escr ibe sólo por ins tinto , es q ue las
muj eres , sin estudiar siquiera ortogr a -
fía, r edactan las ca rtas mucho mejor
que los hombres, así com o suelen cantar
con m ás afinació n los artistas que menos
m úsica saben . r-. luchas ,-eces he pensa d o
en los grande s sudor es que le habrá h e-
cho pasar al pobr e Cervantes la int r o-
ducción del Quijote. Obedeciendo al prin-
cipio de que en todo juicio enunciado ha
de presentarse la idea de q ue se afir m e
a lgo, y después sus accesorios y m odifi-
cativos, debió comenzar su lib r o de este
mo d o: ":\0 ha mucho tiempo que "iv ía
un h idalgo de los d e lanza en a:::.tiller o,
adarga antigua , rocín flaco y galgo co-
rredor, en un lugar de la Mancha, de
cuyo nombre no quiero acordarme. "
Pero, obedeciendo á su instinto sober a-
no y sacrificando la lógica á la eufon ía,
que es her mana menor del ritmo, de esa
ascensión eterna de nuestra ahl1a , cons-

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88 LA METAFÍSICA Y LA POEsíA

truyó el período de esta manera: ~En un


lugar de la Mancha, de cuyo no mbre no
quiero a co rdarme, no ha mucho tiempo
que vi vía un hida lg o de los de lanza en
astillero, adarga antigua, r ocín fla co y
galgo corredo r. " L o más perfecto de
es ta cons tru cción, ¿le habrá recompen-
sado á Cervan les de los sudo r es q ue le
habrá costa do el ver enfrente de sí ese
mon tón de palabras que, co mo los guij a-
rros, no suelen te ner face tas de adapta-
ción POSible?
Me al egra ré q ue Cen'a nles haya que-
da do sa tisfech o de este principio de su
poema, y que en medio de s us desgra-
cias tuviese un momento de felicidad ,
aunque no fuese tan g ra nde como la
cha que siente el señor Valera al pin-
ta rnos entusiasma do la utilida d del pro-
sismo:
"Las discus iones parla mentarias, dice,
los dictámenes de los cuerpos consulti-
vos , las leyes, los reglamentos , los libros
de texto, están esc ritos en pr osa.» Ya lo
sé; y también el tratado del perfecto co-
cinero. ¿Y sabe el señor \-alera cuá l
será el fin de toda esa monserga de calós

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LA METAF ÍSICA Y LA rO ICsfA 89

a dministrativos, p olíticos y judiciales?


Pues su término merecido ser á el d e ir á
calentar las calder as de la indus tria del
porvenir, mientras los operarios que ati-
cen el fuego re citarán con delicia la do-
lora del ma rqués de :'lolíns,que empieza :

,<¡Se deshace n uestra vida


Como esa blanca neyada¡
.\. la mañana formada,
y á la tarde derretida!»

VIr

Y, sobre todo, si el señor Valera cr e,


aunque no lo prueba, que hay a r te en la
prosa, entonces r esultará que ésta ta m-
bién tiene alguna conexión con las leyes
ideo lógicas, y , co mo todas las cosas pen-
sables, depende de la metafísica. Y e n
este caso , ¡abajo también la pr osa!; pues
así como los líricoclastas declar an que
la forma poética está llamada á desapa-
1-ecer, noso tros, los que sabemos un poco
de lógica, á imi tación suya, pediremos
también que desaparezca del mundo ese
medio artificioso llamado prosa, cuyas

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90 LA META FtSICA y L A PO EStA

frases , al s alir al escenario, j a más hallan


postura có moda , pues par ece que siem-
pre están a gita das por el baile de San
Vito, por su a fá n inmoderado de quer er
alcanzar un ri tmo que n unca encuen-
tran. Pero no se apure por eso el señor
Valera; pues aunque se la despoje de la
m etafísica y de la poes ía , sie mpre habrá
una prosa con)a cual nos e ntenderemos,
aunque será parienta por necesidad de l
ujlljlÍ de los sa lvajes . Sí; cuando , según
eso s pr ore tas de una Kigricia universa l,
lleguen esos tiempos apocalípticos en
qu e las g randes bestias se coman cr udos
á los jóvenes que hagan ver sos á sus no-
vias , y se borre de la haz d e la tierra á
los pueblos que ca nten e n coplas sus ale-
g rías y sus pesar es, y se supriman los
solda dos que busquen en los himnos pa-
trióticos un estímulo para morir entu-
siasmados á la sombra de su bandera,
entonces toda vía con gruñidos y con
gestos se entender á n las gentes. Y siga
admirándose el señor \ ral era de la utili-
dad perdur able de la pr osa ; en esas ho-
r as negr as del destino humano podrán
morir la metafísica, la poesía y la músi-

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L A ~IETAFÍS[CA y LA POESÍ A 91

ca ; per o que darán la mímica y el r uido ,


y con es tos elem en tos rudim entarios se
da r á satis facción cumplida á los in tere-
ses y pasio nes de esa futura raza de ma-
cacos , y basta habr á elocuen cias que
arr ebatarán á las muchedumbres con
triunfos parecidos á los mo vimi entos de
impaciencia, de entusiasmo y de delirio
que produce a l amanecer el son ido de l
caracol que toca el encargado de lley a r
á ciertos seres á merodear por los cam-
pos.

VIII

y como ya mis d ías están con tados , y


acaso ya no r ecibiré la con testación del
sei).or \ ' alera, y, si la recibo, podré no
tener tiempo ni humor par a consagrarl e
otra réplica , acabaré jurando que, hasta
que se extinga el último aliento de mi
existencia , seguiré haciendo protestas
de admiración en fa Val' d el coro divino
de las nueve hermanas, ta n queridas
para mí co mo las hermanas de carne y
hueso que han conv ertido en a legr ías las

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92 LA METAFÍSICA Y LA POESÍA

hor as de hastío de mi vida. i\ "oso tras .


in mortales de toda inm or talidad, que no
hab éis po dido ser crucificadas en el mon-
te de la r edención , ni r ed ucidas á ceni-
zas en e l incendio de la biblioteca de
Alej andría , c uando, en el últim o día ,
este a rtefa cto de ar cilla llam a do globo
terráqu eo , sea r oto en pedazos, y con a l-
g uno de sus r es tos el sublime Alfarer o
de las cosas lo vu el va á crear de nue,-u ,
ó ese mundo yenider o será un charco de
r anas, ó si ha de haber en él a lgún hom-
bre que lo dignifique Con sus pla ntas ,
vosotras seré is las qu e co n yuestro alien-
to le inspir ar éis la poesía, la pintura, la
música, e tc.; es decir, el alma, lo que
cree e l señor Yalera que es inútil, que
/lO sir'L'e par a /l ada!
y después de besa¡-os con a mor en la
fr ente, per mitid que también bese las
manos al señor don Juan V alera con el
respe to mismo que si fuese v uest¡-o d ivi-
no maestro el dios Apo lo.

c.

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SOBRE LO INÚTIL DE LA METAFlsICA
y D E LA POEsiA

A don Rall/ón de Call1joamor:

. "S
~~~, r~1 1quc:rido amigo: Yo no quier o
t cansar a l p úblico con in te rmina-
ble polémica, en la cual no atinal-é á
poner de mi parte , ni la amenidad urbana
que r equiere la b elleza del asunto, ni la
novedad discreta que no r aya en extra-
yagancias. Yo estoy muy decadente ,
averiado y Yiejo, y más que para exhibi-
do, para mandado recoger ; pe r o las acu-
~aciones baj o cuyo p eso m e dej a usted

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94 LA METAFíSICA Y LA POEsfA

en su artículo publicado en La ESPllIla


.Moderna del mes de Mayo, so n ta n te-
rribles y a br umadoras, que necesito de-
fender me y demos trar mi inocencia .
L o haré con alguna ex tensión, porque
tengo mu cho que deci r :r no puedo ha -
cerlo en pocas pal abras; per o Con esta
carta que á usted dirij o , daré la cues-
tión por sufi cien temen te disc utida, y
nada más r eplicar é, aunque usted siga
ac usándome de que no me di vierte sino
lo que es pecado mortal: de reitir con los
all/ igos, de descalvar reyes, de comeler
asesinat os y de igualar á los hombres
con los cerdos y á los niños con l o~ le-
chones.
E s eYidente que usted no me ha enten-
dido, y por eso me cree reo de tantos
abom inables crí menes, de ninguno de los
cuales me r emuerde la conciencia .
Cuando usted no me ha entendido, sien-
do ron buen entendedor, es porque ro
no me he explicado b ien hasta aho r a.
Veamos si ahora me explico .
El te rna de nuestra discusión, si usted
y y o no nos hubiéramos metido en hon -
duras tomando ocasión del tema, se hu-

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1.A M\,.TAFisICA y LA rOEs í A 95

biera ago tado en seguida, dej á n donos de


acuerdo .
E l Director de laRevista El A t eneo dijo
en el prospecto que inser taría en sus p á-
ginas artículos en prosa sob r e toda clase
de asu ntos, y que no desd eií a r fa l a p oe-
sía. Harto bien hemos entendido uste d y
y o lo qu e quiso decir. Ko v alía la pena
de conv ertirnos e n dómines y de dispu-
tar sobre si 10 dijo mal ó bien . Bastába -
nos saber qu e en 10 que quiso decir lle-
vaba la intención más sana.
L os fabrica n tes de v ersos abunda n y
han abundado siempre. Nada más fácil
que hacer ,-er sos ma los. L ope v eía en su
tiempo, y nosotros seguimos Yiendo en
el nuestro ,

"En cada esquina cinco mil poetas .')

L a frase del Director de la Revista , sin


desdenar la poesla, es evidente que iba
dirigida á todas las esquinas y á los ci n- i
co mil poetas que en cada esquina hay, ':
a::;egur ándoles con indulgencia benigna i
que él no los desdeñaba, y algo también I
t'Ümaría de ellos para su periódico, pro -

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95 LA METAFíSICA Y LA POEsíA

curando qu e fuese lo m enos m alo y fas-


tidi oso .
El Dir ector pensaba, pues, que no debe
abusa r se de los malos y ersos, y esto mis-
mo piensa usted y pienso y o. Si aquí nos
hub iésemos para do, no h ubiera habido
divergencia . Fu imos , no obstan te , m ás
a ll á , y la div ergencia y la polémica em-
p ezaron.
Es innegable que no cOI1\-i ene publicar
malos ver sos; pero ¿co n vien e publicar
mala prosa? A quí está e l orige n de nues-
tra cuestión .
Yo convengo con uste d y con toda per -
Sona r azona ble, en que hay mucha mala
prosa, en que debe publicarse la m e-
nos m a la prosa posible, y en que hay
más número de m alos pr osistas que de
malos poetas. Lo que justifica, á pesar
de es to, la frase sin desdeíiar la poesia,
es que la poes ía, siendo mala, puede des-
deñarse, y la prosa no . L o indispensa-
ble, 10 inevitable no puede ser desdeña-
do. Yo podré ex igir y mandar que en mi
casa , ó no se baile, ó se baile bien; pero
ser á deli rio exigir y mandar que no se
ande . Lo mismo cabe decir de l canto.

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LA METAFíSI CA Y LA P OEsíA 97

Como cantar no es n ecesario, sin ser yo


loco ni enemi go de la m úsica , puedo pro-
hibir qu e al guien cante en mi casa, como
n o cante di\-inamen te ; pero no pu edo
prohibir que ha blen, ni dejar mudos á
mujer, hij os y sirvientes.
Es menester que en mi casa se trate de
la cocina , del lavado y planchado d e la
r opa , de los m uebles, de todo lo tocante,
I en suma , al gobierno doméstico ; pero
¿qué necesidad liene n adie, ni en mi casa
n i en ninguna casa, de hablar en v erso
ni de tratar de metafísica?
Discurriendo así , y supr imien do ahor~
g r an parte del proceso de mi discurs o á
fin de no cansar, vine :ro á inferir que la ~
metafísica es ciencia inútil, y ar te inútil ,

la poesía.
Este es mi crimen. Esto es lo que ha ,

enojado á usted contra mí. Voy á defen-


derme y á justificarme.
Hablaré primero de la metafísica, á fin
de despejar el campo, y discurrir é luego
I acerca. de la poesía.
Si por metafísica hemos de entender
ciertos principios fundamen tales que se
tienen por inconcusos, ó 10 son. y sin los

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98 LA UET AFisICA y LA POESÍA

cuales n o se concibe socie dad hum ana,


ni civilización , ni ley es , ni der echos, ni
deberes, ~i m ora lidad , ni orden, la meta-
física , lejos de ser inútil, es útil, es nece-
saria , es indestr uctibl e, es condici6n sine
qua n on de la vida social de nuestro li-
naje ; pero esta metafísica es precientíli-
ca, es ins ti ntiva, es irrefl e xiva, natural y
espontánea : se acepta por fe y no por
raciocinio, y suele apoyarse y mostrar-
se con toda autoridad é imper io e n las
r eligiones. No fu é de esta metafísica de
la que hablé yo al califica ¡' la metafisic:l
de inúti l. Yo ha blé de la metafísica cien-
tífica 6 filosófica: de la fi losofía funda-
mental 6 primera. Y de ésta d ije, y repi-
to a hora, que es inútil en cierto a lto sen -
tido: que es un lujo del esp íritu, algo su-
perior y exquisito, sin lo cual (y esto
prueba su inut ilidad) han florecido gran-
des imperios y poderosas repúblicas, r
se han form a do sociedades cultas que
han durado millar es de años .
En el antiguo Oriente no hay ni huella
ni señal de filosofía , salvo en la India, y
algo, muy poco, en China.
En Europa, durante la clásica antigi.i e-

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1
LA ~!ETAFfS I CA y LA POEsíA 99

dad, no hay más que la filosofía g riega .


Roma era ya señora de l mWldo, había
llegado á la cumbre de su g ra ndeza y de
su gloria sin que de las le tr as latinas sa-
liese ninguna luz de !llosofía. Ciceron lo
afi rm a á los 6))0 a ños ó más de la funda-
ción de Roma . P lzilosophiajacu it l/ squc
ad hanc aetatel1l nec u ll u11t lzabuit l u -
llle1l litterarl/m latinarulIl. Y si des-
pués de Cicel'ón y de Varróo , á quienes
contamos entre los filósofos, florecen Sé-
neca, Ausonio , Marco Antonino, Seve-
rino Boecio y otros, todo ello , dejando á
salvo el mérito individual de cada uno
de tan egregios varones, no es en con-
junto sino un reflejo más ó menos brillan-
te de la griega filosofía.
Hasta el lenguaje usua l y corriente co-
rrobora mi aserto. Disuena en el oído la
expresión JilosaJía lati1la Ó filosofía 1'0-
lilaila .
l_.ícito es, pues, inferir que en el mun-
• do antiguo, ó sea durante miles de años,
sólo hubo dos puehlos que filosofaron: los
indios y los griegos; y otros dos que semi-
I
.filosofaron, ó sea que tuvieron, el uno,
el chino, cierto asomo de filosofía, y el

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100 LA. METAFíSICA Y LA POESÍA

otro, el romano, cierto reflejo 6 tra-


sunto.
Yo confieso que las nacio nes m oder-
nas de Europa han filosofado mucho más.
Ilustr adas todas p or una r eligión muy
metafísi ca y por el recuer do de la fil oso-
fía griega, comentaro n su r eligión fil oso-
fan do. De aqui en los siglos medios, cUan-
do las nacionalidades no estaban aún
bien determina das , una filosofía indistin-
ta, sin carácter nacional, expresada casi
siempre en el mismo idioma, y, si bien
r ica de v ariedad y fecunda, con notable
unidad en el conjunto.
Cuando más tar de las modernas nacio-
n es de E uropa marcaron mejor sus di-
versas fisonomías, se valieron del pro-
pio idioma para los asuntos más ele-
v ados del espíritu y mostr aron sus r es-
pectivas condiciones y sus modos de
ser , se pudo notar y se notó que no era
m enester que todas fi losofaran, y que
las más de las naciones vivier on sin filo-
so fía.
Esta es la hora en que n o hay- al me-
nos yo no h e oído hablar de ellas- ni filo-
sofía rusa, ni filosofía polaca, ni fi losofía

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LA METAFfSICA-Y LA POEsfA 101

húngara , ni fil osofía turca, ni filosofía


portuguesa .
Por esos mundos las gen tes se obstinan
aún en afirmar que no ha habido t ampo-
co filosofía española. De poco tiempo
acá, unos cuantos aficionados, m ovidos
por el amor á la filosofía y por el amor
propio nacional, hemos salid o, cada cual
según sus fue rzas, á defend er la existen-
cia de la filosofía española. V aler osos
campeones ha t enido y tiene aún es ta
afirmación en usted, en Can alej as , en
Gumersindo Laverde, en Vid art, en Me-
néndez y Pelayo , en Adolfo de Castro y
en otros. Pero ¿hemos conven cido á los
incrédulos? l\Ie temo que no. Los efectos
no se notan todavía. En todas las histo-
rias que he hojeado yo , y son bastantes,
de la filosofía, del progreso del pensa-
miento humano , del desarrollo intelec-
tual, de la civilización, etc., la pobre Es-
P~ña entra por poco ó por nada como
filósofa.
Por lo visto, según los autores de los
mencionados libros, la filosofía, v alién-
donos de un símil economistico, sigue
siendo en España artículo de importa-

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102 I. A METAFÍSICA Y L A P OESÍA

ci ón . Ta l \-ez, Ú lo m~ís, es como tela ex -


t ranjera , que Yiene en blanco y aquí se
estampa ó pinta , ó como cañamazo e x-
tranje r o ta mbién, que aquí se bor da, s ir -
Yiéndonos a demás , pa ra el bordado, de
d ibujo extranjero.
Si acudo á otro sí mil tomado del tecni-
c ismo médi co, acaso explique yo mejo r
e l concepto qu e de nu est r a capacidad
filosófica s e form a fuera de España . La
filosofía en España es espo r ádica, y no
en démica. No estamos inficionados de
ella; pero se dan casos aislados y d is-
persos.
Como quiera que se a , no y eo yo q ue
coincida n la capacidad filosófica y la
g r a ndeza , p r osperidad y poder de las na -
ciones. T al YE'Z 1<;1. nación h oy más rica,
poderosa y r espetada en el mundo sea
I nglaterra , y es eYidente que Inglaterra
no resplandece en primer lugar por su
filosofía, entendiendo por illosofía la fun-
damenta l, .l a metafísica, la primera, y no
líamando filosofía todo saber de obser-
"ación y de experiencia de hechos y de
fenómenos , y a externos, ya in ternos.
P r ueba lo qu e d igo el soberbio desdén

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LA ~IETAFlsICA y LA POEsíA 1 03

con que los autores ingleses que m ás


crédito adquieren suelen tratar tod a doc-
trina especula tiva. O quisiera yo equi-
T

Yocarme y levantar falso testimonio á


Bucklc, cuya ob r a 110 tengo á la mano ;
pero me parece record ar que considera
que y a es y serú siempre m ás influyente
en la civilización del mundo la Rique-
za de las naciones de Adam Smith que
los E\Tangelios.
Macaul::¡y, el sensato é ilustre J\lacau-
lay , no es m ucho menos adverso á la filo-
lot"ía especulativa, á la metafísica, cuya
inu tilidad proclama. Y entién dase que
esta inutilidad que le atribuye Macaulay
no es la que yo le atribuyo, sino otra que
tira á rebajarla.
En el EnsaJ-'o sobre Bacon del citado
autor, se ve el desprecio más profundo
hacia la metatisica. Platón, Aristóteles,
Santo Tomás, fueron unos señores poco
jUiciosos, que malgastaron el tiempo en
mil inútiles cavilaciones, "en exponer
teorías de perfección moral tan subli-
mes , que jamás pudieron pasar de t eo-
rías , y en tratar de descifr a r enig mas
que no podían descifrarse." No sólo era

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1:
104 LA METAFíSICA Y LA POEsíA

inútil la fi losofía, sino que , cuando al-


guien por error la elogiaba de ú til, el
buen filósofo se revolvía contr a el elogio
como con tra un insulto. Séneca dice (y
Macaulay le cita para sacarle á la ver-
güenza): "En mi tiempo ha habido mu-
chas invenciones; ventanas transparen-
tes, t ub os para difundir por igual el ca-
lor en todas las estancias de un edificio,
escritura abreviada, tan perfecta que el
que escr ibe puede seguir al orador más
r ápido; pero el in,e ntar tales cosas es
faena de "iles esclavos." Y más disgus.
tado a ún mi paisano, el filósofo cordo-
bés, de que se quiera conceder á la filo-
sofía el diploma de inventora de cosas
útiles, añade: "Pronto nos , an á decir
que el primer zapatero que hubo fué un
filósofo." A lo cual replica !Ilacaulay :
"Por mi parte, si me obligan á escoger
entre el primer zapater o y el autor de
los tres libros Sobre la ira, escojo al za-
patero. Acaso sea peor estar colérico
que andar descalzo; pero los zapatos han
impedido que millones de hombres anden
descalzos, y y o dudo que Séneca baya
impedido á nadie que esté colérico.n

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........
LA METAFíSICA Y LA POEsíA 105

En su ma : todo el Ensayo de Macaulay


en elogio de Bacon es una dia triba con-
tra l a fil osofía esp eculativa, n o se puede
negar que muy chis tosa, pero fundada
en la inutilidad de la filosofía , que es el
m ayor encomio que de la filosofía se hace
y puede hacerse , entendida la inutilidad
como conviene que se entienda. ¿Para
qué he de lucir aquí fácil erudición de
segunda mano? Yo r emito á usted al
mencionado Ensayo, á fin de que vea en
los textos aducidos que Platón, Sócrates
y Plutal' co creyeron , como yo, y en el
mismo sentido que yo , inútil la filosofía.
La filosofía baconiana, esto es , la filo-
sofía útil, la negación de la filosofía, es
la que ~Iacaulay aprecia. La filosofía es-
peculativa, la metafísica, es para el crí-
tico inglés como la flecha de A cestes,
que pretende llegar á las estrellas, deja
en el aire un rastro luminoso, y se des-
hace en el aire sin tocar en el blanco.

Vo[ans liquidis in nubibus arsit arundo


SiglzaJlilque Jliam jlammis, tenuisque recessil,
Consumta in ventoso, .

N O me incumb e defender ahora de ta -

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106 L ~ METAF!srCA y LA POES[ \

les ataques á la filosofía prim e r a, que US o


ted es tima tanto. Sólo me incumb e de-
mos trar su inutilidad en cier to al to sen-
ti do; y su inutilida d queda demostrada
en lo q ue se r efiere <Í. 10 práctico y vul-
ga r el e la Yida . Cuando un fi lósofo ha in.
" entado algo útil , ha sido, no por ser filó-
~o ro, sino á p esar de serlo, r ebajándose
;'l menesteres plebeyos y r uines .

Casi to da~ las defi niciones que se da n


ele la fi losofía afirma n esta inutilidad, qu e
yo \'enero, qu e Bacon y l\l acaulay des-
precian, .r que usted niega escanda liza-
do. Pitág-or as fué el primero que definió
la filosofía, 1t n asemejarse á Dios en
( llanto al hombre es posible. Platón dijo
que era meditación de la llluer/e, y San
Jer6nimo, que su propósito consistía en
sacar de la cárcel del cuerpo la 1Iltida
liúer/ ad del alma.
A bro cualquier compendio de filosofía,
miro las prime r as páginas) y \' eo que el
aUlor está de acuerdo conmigo. La cien-
cia es útil porque tiene ó busca el cono-
cimiento de las cosas, y conociéndolas,
nos podemos servir de ellas. La religión
es más que útil; es indispensable, porque

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,

LA Mr.TAFlsICA y I .A rOEsÍA 107

muestra y sostiene p or fe los principios


fundamentales clel orden social ; pero la
metafísica, que pr opende á conoce r por
la razón estos princ ipios, 11 0 es útil en la
pr áctica; es un llljo que sólo cOl1Yiene
que gasten los ricos .
Uste d y yo somos libera lísimos en
todo; y así como no abogamos por el res-
tablecimiento de las leyes suntuarias, n i
clamamos porque no vayan en coche los
qu e carecen de caudal para sostenerle,
sino que dejamos á cada cual que se
arruine, si quiere, po r darse charol, así
tamb ién queremos libertad para que filo-
sofe ó imagine que filosofa todD el que
quier a, hasta el más desp rovisto de en-
jundia filosófica. Esta libertad, que nos-
otros pedImos ó tomamos sin pedirla, la
concedemos á los demás generosamen-
te ... , petimusque, dalJlusque vicissim.
Gsted y yo distamos de creer fun esta
la manía de pensar. Es más: ni siquiera
la creemos manía, sino acti\"idad impres-
cindible de nuestro ser . El pensar es más
necesario que el andar, como la cabeza
es más necesaria que las piernas para la
yida. Si cortamos á un hombr e las pier-

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108 LA METAFisICA y LA POESÍA

nas, pued e vivir, y y a no and a ; p ero sile


cortamos la cabeza , no piensa, pero tam-
poco vi ve. L o dicho es tan eviden te , qu e
P erogr ullo no dictó jamás sen tencia m e-
jor . L o disc utible par a to dos, y lo er r ó-
n eo para mí 6 en mi sentir, es valerse de
tal p erogr ullada como premisa par a de -
d ucir l a u tilidad 6 la necesida d de la filo-
sofía ; p orque si toda filosofía es p ensa-
miento, no todo p ensamien to es filosofía,
y mucho m enos filosofí a p r imer a 6 m eta .
lisica.
y no y a sólo los pensamientos burdos
y groseros, sino bastantes pensamientos
sutiles, a la mbicados y finos, no suelen lle-
gar á s er filosóficos, ni menos metafísi-
cos. y de aquí que á muchos h ombr es
que piensan Con sutileza y fi nura sin lle-
gar á ser filósofos , los llamen pensado-
res, palabrilla m uy socorrida.
Augusto Comte y los de su escuela
han a tribuido á la metafísica cierta utili-
dad, inmensa en sentir de ellos , y tanto
que han dividido la historia de la huma-
nidad en tr es g r andes épocas, y en una
de las tres suponen que h a imperado la
me tafísica. L a primera época es teológi-

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LA METAFíSICA Y LA POEsíA 109

ca ó religiosa. Viene luego la metafísica,


destr ona á la r eligió n é impera en lugar
suy o. Y, por último, acuden las ciencias ,
echan á rodar á la metafísica, y ya sin
meta física y sin r eligión, la humanidad
es dichosa y toda ella positivis ta , ado-
r ándose á sí propia y adelantando más
cada día.
A uste d y á mí n os parece tan dispa ra-
ta do este simétrico desem-olvimiento del
espíritu humano , que ni merece refuta-
ción. L o que vemos es que la religión con-
serva su imperio, aunque la incr edulidad
impía procura extender el suyo , y algo
consigue apoyándose en las ciencias de
observación y experimentales para ne-
gar lo sobrenatural, y toda r eligión por
consiguiente. Y vemos asimismo que la
metafísica, en el estrecho y escogido
cír culo de personas que la cultivan , vive
é impera aún , sin que la religión quiera
destronarla ni la destrone , y sin que la
des trone ni quiera destronarla tampoco
la vel'dadera ciencia, sino la falsa ó la
vanidosa y de cortas miras.
¿Cómo he de negar yo que h a habido
y hay sistemas fi losóficos antirreligio-


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L
110 LA METAFís[c.\ y LA rOEsf.\

sos? Pero son más los religiosos. Lejos


de se r la metafísica la destructora de las
religiones, creo notar en la lJistoria que
cuando, ó una r eligión Il ue\'a , Ó un ima-
ginario ó real conocimienlo experimen-
tal de las cosas naturales ha destruído
en parte ó en todo la fe en una religióll ,
la metafísica se lanza tí. salvar ú esta re-
ligió n y él resucitar la fe en ella , procu-
rando conciliarla con la razón y ence -
rrarla dentr o de sus límites. X o afirmo
yo que la metafísica lo haya conseguido.
Les neoplatónicos no salvaron el pag¿l-
n ismo: los tomistas no salvar án en nues-
tra. edad la religión cristiana. Ella se sal-
"ará por su propia fuerza. La metafísica
no tiene fuerza para salvarla, como tam,
poco b tuvo para destruirla. Su inutili-
daJsublime resplandece también en esto.
Dirán al;junos, por ejemplo, que Hegel,
a l explicar el cristianismo como un sis-
tema de símbolos que esconden por esti-
lu figurado la propia doctrina del filóso ·
ro, la identidad de Dios y del hombre, el
proceso de la idea, sus momentos y evo-
luciones, mata la religión, en vez de sal-
varla: pero no es a9í. Hegel no mata la


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L.\ ~lI!T'\FfsIC.\ y L.\ l'oEsL\ 11 [

religión sino en su alma y en otras almas


donde ya estaba muerta ; pero en todas
estas almas levanta el concepLo de 1:1. re ·
ligión , en \-ez de empeql1ei'íecerle. Quien
llega burdamente á ser irreligioso, Y asi
llegan los m ás, considera la religión de
que es apóstata como una sarta de desati ·
nos sin ningún racional sign ilicado. ,\ si
los que, como Tngersoll, se persuaden de
que ;\ loisés sabía menos química, menos
astronomía .r menos geología que ellos , ó
los que, como Renan cuenLa de sí mismo,
entienden que hallan, en recompensa sin
duda de haberse hartado ele estudiar hl:-
br eo y otros idiomas orientales, que cier-
tOS v ersículos proféticos de Daniel ó de
Ezequiel se interpolaron desput:s de cum-
plirse la profecía.
Para éstos , si carecen de metafísica , la
relig ión muere. L a metafísica no la ma-
ta. La metafísica ve en ella, puesto por
la fe, el más espléndido y rico contenido ·
_\ spira á e"plicarlo por la dialéctica; á
11:1\1:1r la iden Lidad completa entre lo
ideal y 10 real; á que la doctrina r enexi-
ya y esotérica explique el sent ido pro-
fundo de 10 exotérico, de los símbolos,

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112 LA METAFisICA y LA PO E sfA

mitos y leyendas , y á que el dogma de la


fe sea igual al dogma de la razón. So be-
ranos ingenios consagr a n sus afanes á
este prop ósito, y á no po cas personas se
nos antoja que le r ealizan. L os admira-
mos, los apla udimos con entusiasmo. La
ecuación es perfecta, y no hay idea, sen-
timiento alto, misterio ni ley que no esté
en cada uno de los términos de la ecua-
ción: en un término explicados y en el
otro cr eídos; pero ¡oh infortunio! , anali-
zamos y simplificamos un término y otro ,
r estando de las cantidades positivas las
n egativas, y resulta la ecuación 0=0. La
incógnita que anhelá bamos despejar , ó
queda incógnita, ó es cero también: todo
se reduce á formas hueras, sobre las
cuales viene á colocarse la categoría de
lo ideal como form a igualmente vacía.
De resultas de este trabajo, aunque la
religión es inmortal , se nos aparece
como muerta; y la me tafísica, aunque es
inocente, se nos representa como autora
del asesinato, y muerta también.
Entonces sobrevienen el llanto y las
lamentaciones de algunos metafísicos
sentimen tales Como Renan. El duelo que

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LA METAF í SICA \" LA rOEsfA 1 13

Renan arma tiene algo d e cómico . É l


m ismo im agina que ha con trib uído á la
muer te de la r el igión y de la metafísica ;
se po ne muy a fl igid o, y sigue matando .
E s como a qu el rey d e un cu en to or ien tal
que había pr ome tido á su h ija, la p rince -
sa T uran dot (que para Renan es la cien-
cia), matar á t odos los p r í nc ipes qu e qui-
siesen casar se con ella y no d esci fr as en
sus enigmas . El r ey ten ía y a horrend a-
m en te a do rna d os lo s pase os p úblicos de
s u capita l con cabezas co r tad as, p uestas
en sendos postes; y estaba hecho un m ar
de lágr imas, y seguía corta ndo cabezas
de cuantos prí ncipes se en contra ba n á
su alcance. ¡Ta n fiero é ineludi ble era el
compromiso que con la princesa T ur an·
dot había contraído!
El llanto nada r emedia . K i yo lloro, ni
aconsejo á nadie que llore . Convengo, no
obstante, en que el mo mento es pavoro-
so y lúgubre. Se p iensa que nos hemos
quedado s in religión y sin metafísica. Ka
bay más que emp irismo, ciencias: pero
los científicos andan buscando la ciencia,'
esto e.s , que, r enegando de la m etafísica,
la buscan par a colocarla en el trono
s

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11 4 LA METAFfslCA y LA POEsiA

Como r eina , ya que la ciencia que bus-


can, y que enlaza y funda las ciencias, 6
es m etafísi ca , ó no es nada .
Medite us ted sobr e lo que dejo dicho,
y sacará varias consecuencias , todas en
favor de mi par ecer y a clarándole.
Ahora, cuando más se niega la metafi-
sica, es cuando más se la bUSca. Estamos
como en un periodo constituyen te de la
r epública de las ciencias. Éstas se r ebe-
lar on contra su reina antigua y la des-
tr onaron. Sin da rse tal vez cuenta de
ello, andan buscando r eina nueva. Du-
rante la revolución, se levantan y caen
poderes efímeros; todo es instable. Pero
la r evolución no ha de durar siempre. A l
fin , el periodo constituyente será menes-
ter que se cierre. Para ello vendrá al
cabo una metafísica poderosa que se ciña
la corona Y empuñe el cetro.
T odo esto demuestra que la metafísica
no es de uso diario, no es útil SillO de tar-
de en tarde. La luz que vierten sobre la
humanidad dos grandes metafísicos, Pla-
tón y Aristóteles, se proyecta p or toda
la prolongación de veinte siglos; llega
hasta nuestros días ; se infunde en las

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LA METAJI'fSI CA y LA POl!sÍA 115

creen cias, informa las leyes, or ganiza y


da un idad al saber. Plo tino , Proclo, San
Agustín, S an A nselmo, Luis Vives, D es-
cartes, Espinoza, Kant, Schelling, H egel,
en suma, v einte ó treinta nombres, vein-
te ó t reinta individualidades más, bas-
tan á explicar toda la filosofía primera
en lo que h a tenido de útil en sentido su-
pr emo, en lo que ha t enido de influyente
en la dirección y marcha del espíritu
humano. P ara y en los demás hombres
la filosofía primera, ó no s e da, ó, si se
da, ya es como ciencia de a dorno, y en-
tonces no es útil, aunque deleite y satis-
faga la vanidad, ya es un estímulo ó agUI-
jón clavado en el alma, y que no pode-
mos arrancar de allí donde nos duele y
atormenta con dudas y dificul tades insu-
perables.
¿Quién no se hace las siguientes pre-
guntas? ¿Tengo yo ó sé yo filosofí a? Y si
la tengo, ¿de qué me ha valido? ¿He cui-
dado mejor de mi hacienda, he adelanta-
do más en mi calTer a, he ganado mucho
dinero con mi filosofía? L os gr andes filó-
sofos, al través de los siglos, con influj o
trascendente y remoto , quizá gobier nen

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1 16 I.A METAFíSICA Y LA I' OESÍ.\

el mundo y dirijan las socie dades: pero


los que manda n, gobiernan y dirigen con
inm ediato poder, nada suelen tene r de
fi lósofos. Ya ni siq uiera se hace basta n te
caso del fil6so fo para darle á beber la
cicu ta como á Sócr ates, ó par a quemarle
vivo como ¡'[ Giordano B runo. Hoy el filó-
sofo hace zapatos como Boeh m, ó pule vi-
drios como Espinoza, ó enseña á mucha-
ch os que califican de cuocheces ó de sim-
plezas su enseñanza. Tal yez dentro de
mil ó dos mil años, cuando haya ad elan-
tado más la humanidad, se organice (sta-
como en la Ciudad del Sol de Campa ,
neHa , y venga á imp erar Un gran meta-
físico . Por lo pronto, distamos muchísi-
mo de eso.
Si 10 espiritual pudiera analizarse quí-
micamente 6 prcnsarse Como IO.material
6 corp6reo, ni la prensa más pujante ex-
primiría jugo filosófico, ni el más enér-
gico reactivo le sacaría de todas las
prendas, habilidades y excelencias que
han encumbrado á Jos políticos eminen-
tes que gobiernan hoy la Europa y el
mundo.
Y no hay que lamentarse de esto, por-

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LA ~!ETAFÍS!CA y LA P OESÍA ! !7

que es tá muy puesto en razón. La verda-


dera fil osofía. es t eórica ó especula tiva
de lo inmutable, de lo ete rno, de lo inte-
ligible puro. A fin de darlo á entende r
así, inventaron, sin duda, los antiguos
a quella fábula d e que Demócrito se ha-
bía saltado los ojos, quedándose cieg-o ,
para filosofar sin distraerse.
Aristóteles tenía razón, y vuelvo á m i
tema. X o hay ciencia m ejor qué la fi loso-
fía , pero ninguna es menos útil. I mi temos
á D . Her mógenes. Digámoslo en g riego
para mayor claridad : i~:lF?:~(bp:XL l~ty (/.n
l.iO':(~ ~:tÚí:r¡t; , ap.ú'Iw'J G'000i:J.t~.
¿y cuáles son estas ciencias ú tiles que
no son filosofía primera? Son las ciencias
que el mismo sabio de Estagira divide
en prácticas yen poét icas . Las p rdcticas
son las que gob iernan al agente libre y
ordenan su acción: ciencias morales y
políticas; y las poéticas, las que hacen
algo en las cosas ú objetos que están
fuera del agente : ciencias naturales, ó
sea conocimiento del mundo visible . En
estas ciencias poéticas ó hacedoras estri-
ba. el hacer casas, talarretes , sillas, co-
ches, zapatos , guisos , caminos, cana-

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118 LA METAFtS ICA y LA POEst ...

les, etc. Cua ndo es tas ciencias lleg a n al


extremo y no se cont~ntan de m ej orar lo
visible, tan gible, comestible, potable y
tex til para nuestra m ayor com odidad,
uso, deleite y r egalo, sino que vuelve n
sobre el a g ente 6 poseedor de las cien-
cias y se emplean en m ej or ar y r evestir
de forma, no ya lo exterior s610, sino
también e l mundo ideal que tien e el agen-
te en la cabeza, y hacen ~sto p or m edio
y por v irtud de la palabr a, y a las ciencias
poé ticas, en v ez de convertirse en oficios
ú tiles, se remontan á la inutilidad subli-
m e de la metafísica, y Son por excelen-
cia poesía.
Por esto h e dicho yo que la p oesía es
inútil, que es un -lujo, un esplendor, una
magnificencia que n o pueden ni deben
gastar todos. P ero ni con mucho v oy yo
tan lej os como us ted va , contradiciéndo_
se. Usted se enoja contra mí por que de-
claro inútil 6 sea lujosa la poesía, y lue-
go me la convierte en algo mil veces más
lujoso y más rar o de lo que yo imagino .
A bsurdo es el r efrán que reza: "de poe-
ta, músico y loco, todo tenemos un poco" .
El don de la poesía dista mucho de ser

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LA METAFfsICA y LA POESÍA 1I9

tan vulgar; pero Dios es más generoso


en co nced erle de 10 que usted supon e.
Convenga usted en que Dios sería muy
cruel si, siendo tan úti1 la poesía, como
dice usted , no se dignase Dios, como
dice usted tambié n, cr ear un poeta sino
de mil enmil años . ¡Pues estaríamos a via-
dos si así fuera!
Nada de eso , mi querido amigo. L os
po etas amenos Y r azonables, y aun los
egregios y excelentes , abundan más de
lo que usted cree. Hay más pedido de
ellos que de metafisicos, Y Dios, que es
muy bueno, nos fabric a menos metafísi-
cos que poetas.
Xaciones grandes, ciyilizadas Y ricas
han v ivido y viven sin metafísicos. Sin
metafísicos han transcurrido siglos y si-
glos. P ero no bien el hombre dejó de ser
alaZo, cuando empezó á ser poeta. Xi
hubo ni hay nación ni edad que car ezca
de poesía. Choca, como dije, que se ha-
ble de filosofía r usa, pero no de poesía
r usa; de filosofía polaca, pero no de poe-
sía polaca; de filosofía persa, per o no de
poesía persa. Seguirá aún sub j udíce que
hubo ó hay española filosofía ; pero ¿quién

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120 LA META FíSICA Y LA POEsíA

ha de pone r en dud a que hu bo y hay poe-


sía española?
y esto sin parar. Su manantial Cons-
tan te, su vener o continuo, si bien no es
tan ri co, como usted implícitamente ase-
g ura, cuando da á entender que se pue-
de llena r cada quince días de versos no
malos un periódico tan g r ande como E l
Ateneo, es sobr adamente rico para da r
más de un poe ta cada mil años, y aun
para da r algunos poetas "desde la muer-
te de Quevedo hasta la ll egada del r o-
manticismo;" largo período de cerca de
dosc ientos años, que usted deja desierto
de poetas capaces de escribir un buen
verso solo.
Presumo que este aserto de usted es
chiste, paradoja ó 1zumorada sin rima, y
no me canso ni canso á los lectores citan-
do, en contraposición de los ' -ersos que
usted cita, versos tan buenos ó mejores
de Quintana, de Arriaza, de Lista, de am-
bos MOl'atines, de Cienfuegos, de Melén-
dez, de ]ovelIanos, de Gallego y de bas-
tantes otros que han florecido después
de muerto Quevedo y antes de pasar los
Pirineos el romanticismo. Diré, no obs-

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LA MET AFÍSICA Y LA POESt A 12I

tante , que es ine:x:actísimo 10 que insinúa


usted d e que los líricos d el tiempo d e
Quin tana son d el gusto francés , y d e que
n o son d el gusto franc és los r ománllcos.
S emejante aserto es d e aquello s que ca-
r ece n de fundamento , y que se r epiten
ya maquinalmente y sin reflexión. El
as~r to contrario seria más fundado . L i-
ricos del gusto francés acaso puedan lla-
marse nuestros r ománticos , llenos de
imitaciones de V ícto r Hugo , de Lamar-
tine y de ~ Iusset; pero los líricos clásicos
de fines del siglo XVlII y pr incipios del si-
glo XIX, ¿á qué lírico francés imi taban?
, Andrés Chénier andaba aún inédito é ig-
nOl'ado, y los demás carecian de alas su-
ficientemente recias y poderosas para
volar por cima ele los montes y llegar
hasta Salamanca , Madrid y evilla.
Estábamos entonces tan contra el gus-
to francés en poesía lírica y narrativa ,
que los que imitaron ó t r adujeron la poe-
sía francesa se llevaron chasco. Sus pu-
blicaciones cayeron en la oscuridad y
en el olvido . K o bastar on á hacerlas po-
pulares el que estuviesen prohibidas; ni
la pim ienta y la sal de las chuscadas obs-

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f
I22 LA METAFtSICA y LA POEStA

ce nas ó irreligiosas las preser varon del


desdén públi co. Hoy son curiosidades
bibliográficas El papagayo de Gr esse t,
L a guerra de los d ioses de Parny, y otros
libr ejos por el estilo, en ' -erso castella-
no. E n cambio, en 10 popular, en 10 en-
salzado, en lo conocido, ¿se ve acaso hue-
lla de traducción ni de r emedo de poesía
francesa? ¿Dónde están los modelos fran-
ceses de las quintillas de Mora tín el pa-
dre, de las epístolas y elegías del hijo, :v
de las versos de Quintana, Gallego y
l\faury, con ser él mismo medio francés?
¿Qué poeta francés inspiró á Iglesias sus
villanescas y epigramas, sus sátiras brio-
sas á }oveIlanos, á Fray Diego González
s us candorosas dulzuras, y sus elevadas
composiciones á Lista?
Vamos, confiéseme usted que ha sido
una broma que ha querido darme eso de
decir que desde Quevedo hasta que vi-
nieron los románticos no hubo en España
verdadera poesía.
La poesía abunda más de lo que usted
supone al sotener que durante siglos de-
jó de haberla; per o abunda bastante me-
nos de lo que se infiere de imaginársela

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LA MET AFíSI CA Y LA POEs íA 123

como muy ú til, á modo de articulo de


primera n ecesidad, y no como objeto pri-
moroso y exquisito de arte y de lujo.
La poesía es inútil , porque tiene en ella
su fin, p or que nada se prop one fuera de
ella, porque es desinte r esada. E l or ador
parla mentar io arenga pa r a que triunfe
su pa r tido; el abog ado escrib e pedimen-
tos para ganar pleitos á sus clientes; en
fin, todo tiene un fin fuera de sí, mientras
la poesía le tiene en ella sola .
y esta inutilidad par a el oyente ó el
lector, que n o saca de la poesía sino de-
leite estético, es más co mpleta y pal ma-
ria en el poeta mismo. D e donde pr ovie-
n e que haya sastres, m édicos, taberne-
r os, albañiles , etc. , de profesió n ó de ofi-
cio ; pero apenas hay poeta de ofi cio, co-
mo no sea artificialm ente, sostenido por
algún tirano elegantísimo ó por alg ún
pueblo excepcionalmente culto, ultrade-
licado y superfino . l i el poeta es poeta
de diario y á todas hor as , sino que de
diario es magistr ado , clérigo , militar,
pr opietario, comerciante, y hasta puede
ser men digo , y s6lo de v ez en cua ndo
es poeta.

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12 4 LA META Ffs1CA y LA POEsfA

Si vienen á casa ele cualqlúera de nos-


otros con el papelote de empadronamien_
to, á fin de que llenemos las casillas, de
fijo que nos declararemos empleados,
propie tarios , mercaderes, y no nos a tre-
ver emos á declararnos poe tas. Elfisco no
nos impondrá por serlo ning una contri-
bución; per o no creerá ta mpoco que con
serlo nos mantengamos . Yo de mi sé de-
cir que, si Sumo toda mi poesía, y añado
mi pr osa (que poesía es al cabo ó no es
nada, pues yo no soy doc tor , ni sé, ni en-
seño, y no hago más que poetizar), yen
seguida calculo muy por lo largo lo que
me ha pr oducido todo, no tengo con el
producto para mantener durante seis
meses á mi familia. ¿Puede, pues, dar se
mayor inutilidad?
De ella nace además lo inseguro y va-
cilante de los juicios acerca de los poetas
y de la poesía. Los hombres juzgan las
obras de los hombres más por el resulta-
do exterior que por eUa mismas . y Como
en la poesía casi nunca hay r esultado ex-
terior, sobreviene la duda y la incerti-
dumbre en el juicio. Cuando uno ve á un
señor que no tenía un ocba\-o paces años

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LA METAFfsICA y LA POEsfA r2 5

ha, y :thora tiene acciones del Banco, y


quintas , y lagar es, y casas, y papel de la
Deuda, d irá de él, quizá con el1\Tidia,
todo 10 malo que se le antoje, pero no
que es tonto ; mientras que del poeta,
puro poeta, cuya firma no yale en la Bol-
sa tres Oclla\TOS, ¿no podrá decirse que
es tontísi mo ? E l mismo poeta, sah-o en
los fugaces instantes de inspiración y de
exaltació n orgullosa , se creerá, y se cree,
no lo d ude usted, tonto de r emate.
Hay tre s clases de hombres que son
superior es á los demás, si son de yerdad
10 que aparentan ser , si son de oro, y no
de alquimia. En estos hombres , en el fon-
do del alma, y tem plado por la caridad
si por acaso se manifiesta, hay un desdén
inmenso por todas las cosas creadas y
fabricadas, naturales y artificiales. Es
lo que llaman los autores ascéticos el
menosprecio del mundo. Las tres clases
de hombres que le menosprecian son los
santos, los metafísicos :r los poetas; pero
no es floja la diferencia en el modo de
menospreciarle.
E l sa nto, unido á su Dios ó aspirando
con vehemencia á unirse con Él, no vaci·

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126 LA METAFtSICA y LA POESÍA

~~-~-
la un instante ni cej a en su menospr ecio,
10 cual no impide que, inflamado en el
amor que Dios le i nfu nde, vuelva Su es-
píritu á las criaturas, y, por a mor de
Dios, divina y entrañablemente las ame.
Es esto tan hermoso, que yo, si bien no
cuento á la envidia entre mis mil deiec-
tos é imp erfecciones, envidio á los san-
tos por esta condición de la vida terr e-
nal de ellos, a un prescindiendo de toda
mira ó esper a nza para más allá de la
muerte.
Tal vez algún rar o eminente metafísi-
co se eleve á la altura de los santos en
m enospreciar el mundo con constancia;
pero en el poeta, como poeta, y si no es
santo también, es intermitente y momen-
táneo el menospr ecio pel mundo. El poe-
ta p eca de ordinario por estimarle de-
masiado. De a qUÍ, si el poeta es fr anco y
sincer o, suele nacer en él 10 que llaman
ahora humorismo: la confesión cómica y
simpática que se le escapa, en medio de
sus raptos y elevaciones hacia lo infini-
to y lo eterno, de que, sin poderlo reme-
diar, se despepita y desvive aÚn por lo
finito, temporal y caduco.

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I
LA METAFb¡CA y LA POESÍA 127

L a mencionada idiosin cr asia del poeta


hace m ayor la dificultad de ju zgarle . E l
crítico y el público, con claridad ó con
instinti" a y oscura percepción, forman el
siguiente razonamienlo. T al poeta lo es
porque menosprecia lo vulgarmente
prác tico y útil, y se eleva muy por cima
de todo ello. Entonces califico al tal de
legí timo poeta, y le coloco en el quinto
cielo. Pero ¿no puede ser t ambién que
tal poeta lo sea porque no vale para lo
ú til, n i para lo práctico, porque finge me·
nospreciarlo no pudiendo alcanzarlo, co -
mo la zorra cuando decía de laS"uvas que
no estaban maduras? En este caso, el
poeta es un infeliz, un ser lastimoso que
no vale para sastre, ni para cavador, ni
para peón de al bañil, ni para otros oficios,
y se ha echado á poe la por no poder ser
otra cosa.
Resultan de lo dicho dos linajes de poe-
tas diametralmente opuestos. Los que
están, como los santos y como los emi-
nentes metafísicos, por cima de lo real y
ordinario, más altos que toda ciencia,
que todo oficio y que todo arte, y los que
están por bajo de todo . ¡Vaya usted á di s-

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-
128 I.A METAFÍSrCA y LA POESIA

~-~
tin g ui rlos l Dificil es cuando el mis mo
poeta no se distingue, ni se reconoce á
men udo, y principa lmente en los últimos
a ño s de su vida. E ntonces suele desfalle-
cer y hund irse en desconsolador aba ti-
miento, y sospecha r que su inspiració n
ha sido fals a, y sus subli midades simple-
zas, y su gloriafil( a .
Por for tun a, esto se depura y aclara
por la crítica y con el tie mpo . A sí se co-
locan al cabo e n el temp lo de la inmor-
talidad los poetas verdaderos y sobera-
nos, que hoy se llaman genios. Mas ¿po r
qué negarlo? Aún sigue la discordancia
en el fallo definitivo y en el producto di-
verso de la cuenta que se echa. ¿Cuántos
son estos genios ó poetas archisuperio_
res? Víctor Hugo, por ejemplo, me pare-
ce que pone poco más de media docena:
Isaías, Homero, Esquilo, Dante, Shakes-
peare y él. Otros ponen más. Otros, y
us ted se me a ntoja que es uno de estos
otros, ponen menos aún, ya que no con-
ceden al mundo un buen poeta sino cada
mil años, y ya que afirman que los bue-
nos '-ersos son tan raros como los dia-
mantes de á libra.

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LA METAFíSIC A Y LA POI!SíA 12 9

Y o, amigo mío , soy cien v eces m ~ls li-


beral que us ted e n conced er ese título
de p oe ta soberano y en colocar á no po-
cos entre los g enios y poetas inmortales.
P ero ¿no es tamos de ac uerd o e n p oner
en la otra ex trem ida d á u n sinnúmero de
desgr a cia dos que no ha n va lid o para lo
ordin a rio de la " ida , y que por desespe-
ración se han a rroj a do á poetas? De
a cuerd o estamos; y, está ndolo, hemos de
conv enir en que no anduv o desate nta do
ni sob er b io , sino filantróp ico y dulce, el
Di re ctor de esta Revista al decir que no
los d esdeña ba .
E n lo que usted y yo nos difer enciamos
todavía m ás, no es en p oner mayor ó
menor númer o de poetas soberanos ó de
gen ios en nuestra cue nta , ni en conside-
r a r t a mpoco mayor ó m enor la ing ente
m ultitud de los poetastros , sino en que
usted no pon e, al p arecer, y yo sí pongo,
cierta falange valerosa y honra da de
poetas estim ab les q ue , sin llegar á ge-
nios, son ó fueron claros ó agudos i 11.ge-
u ios. E llos tal.vez sir vieron dur ante su
vida p ar a muchas cosas prác ticas y pro-
vechosas y decentes, y en a lg unos días
9

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13° LA MKTAFfsrCA y LA POESÍA

felices de noble inspiración, reforzada


por el estudio, por el buen gusto y por
el recto juicio, p usieron en sus modestos
escr itos lo mejor d e su alma, y nos deja-
r on versos que por la elevación de los
sentimientos ó de las ideas, ó por la gra-
cia y el chiste, expresado todo con pri-
mor de estilo , con limpio y atildado aun-
que no violento artificio de dicción, y
con armonía de metro , Son y senín de-
leite y encanto de los hor~bres delicados
y perspicaces que saben sentir la belle-
za y gozar contemplándola.
y de estos poetas habrá, y hay, y hu-
bo, no u no cada mil años, sino ·más de
ciento cada siglo, sin que por eso deje
de haber habido y baya ge11ios (más de
seis y aun de siete), y sin que falten tam-
poco nunca almas generosas que gusten
de la poesía, en cuya inmortalidad y ubi-
cuidad, en cuya persistencia en todas las
edades y entre todas las tribus, lenguas
y castas de seres humanos, creo yo tan-
to Ó más que usted. No se rc\-uelva us-
ted, pues, con tra mi, porque yo disto
mucho de contarme entre los que ya ti-
cina n con acento ominoso la. próxima

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LA METAFIslCA y LA P OE síA J3 1

muerte d e la poesía, p or 10 menos en


metr o. Yo h e pr oclama do sólo e n só n de
el ogio su inutilida d sublime, así como la
mayor inutilidad de la metafísica .
Es posibl e que , si sigue p rogr esa ndo
la humanidaci, no basten ya en el si-
glo XX X las prendas que se l-equier en
hoy para ser ? linis tro , presidente del
Congreso ó director de R entas, y sea r e-
quisito, y no estorbo 6 reparo, 6 mo tivo
de sospech a de qu e se hará mal, el po-
seer las prendas de poeta.
Progresando todaYía el linaje humano,
acaso en el siglo XL se necesiten ade-
más para los mencionados empleos las
prendas de un gran metafisico. Yo s6lo
afirmo que hoy no se necesitan ni se r e-
quieren . Por eso dichas facultades ó ha-
bilidades son, en cierto sentido, inú tiles
6 lujosas. Así fueron inútiles ó lujosas
las que hoy tiene un político diestro cuan-
do im peraban en un Estado bár baro la
fuerza b r utal y la astucia " illana, y así
fuero n lujosas é inú tiles las que constitu-
e yen u n buen sastre cuando la gente an-
daba toda da sin-pantalones y sin casaca.
I Creo, pu es, simpático do n Ramón, que

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13 2 I"A METAFÍSICA y LA POEsíA

deb emos esta r de acuerdo; pero s i no Jo


estamos, aunque lo s en tiré, no escri biré
m ás so bre el asunto, pues harto he dicho
par a cansal-me y para cansar a un á los
más pacientes y benévolos lectores, en
cuyo nú mero, asi como en tre los buenos
p oetas, pone á usted y le pond rá s iem-
pre su admirador, amigo y compañero,

v.

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LA META FÍSICA y Lt. PO ESÍA

AN TE L A CIHNC IA 1[ODERNA

L a :metafísica.

W'-:IlS
I,l'-J
r,
,
il
'.'AST tiene razón Clar in cua nd o ase-

gur a que el seño r Valera y yo nos


hacemos los tontos; y ya me voy con-
...-enciendo de que, en vez de h acer nos,
lo somos.
El señor \ -aler a sostiene que la meta-
física y la p oesía so n dos cosas comple-

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13 4 LA METAFisrCA y J_A POEstA

tamen te ill út iles/ y yo trato de p r oba r


que la m eta física y la poes ía son las dos
únicas cosas ver dad er amen te ¡{tiles.
¿CUá l d e n osotl'OS dos h a ce aquí el papel
de tonto?
y v éase por qué r azones tan fútiles de-
cla r a e l seño r \ 'alera la inutilidad d e la
me tafisica y d e la poesía:
"Es men es ter (dice) q ue en mi casa se
t ra te de la cocina, del lavado y plan cha-
do de l a ropa, d e los m uebles, de todo 10
to ca nte, en su ma, a l gobierno domésti_
co; pero ¿qu é n ecesida d liene nadie, ni
en mi casa, n i en n inguna casa , de ha-
blar en verso n i de trata¡- de metafísica?
Discurriendo así, y supri miendo ahora
g ran p arte del p r oceso de mi disc ur so,
á fin de n o ca nsar, vine yo á inferir que
la me tafísica es cien cia inútil y arte ilZ-
útil la poeSía."
Es claro q ue discurriendo así tiene
r azón; p ero com o el discurrir así es Un
m al m odo de discurrir, r esulta que el se-
ñor " al era, que es tan célebre por 10
terso de las pecheras de sus camisas,
que sirven de espejo hace cuarenta años
á toda la diplomacia europ ea, como por

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t LA METAFÍSICA \" LA POEsíA J35
I
, las catilinarias que escribe contra la me-
tafísica, ignora que si su planchadora no
tu viese filoso tia, no pod ría rn anejar las

! planchas sin quemarse los dedos, y sin


principios d e estética no podría d ejarle
las camisas t an blancas como el ampo de
i,
j
la nieve. En su casa, como en todas, el
que cante tendrá que hacerlo en verso ,
y el que haga la cocina en prosa tendrá
que pone r en práctica una teoría culina-
ria, aprendida ó inventada , con la cual
compondrá esos guisos ideales que el se-
ñor V alcra y y o tanto hemos celebrado
recientemente en la mesa de los señores
~ Cánoyas del Castillo. Créame el señor
I
Ya lera : la metafísica i nstintiva> los ór-
ganos cerebrales de percepción y causa-
lidad, como dicen los frenólogos, bastan
"
y sobran para que le planchen bien las
í camisas, le proporcionen muebles cómo-
dos y le aderecen huevos con todas las
yariedades de que habla la fábula de
Iriarte; pero es menester que no olvide
que, si bastan estas reglas de filosofía
prlstiJla, que se entiende po r gramática
parda> para vivir según la na turaleza,
es necesaria la filosofía escrita para lle-

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1

136 LA METAFistCA y LA l'OESt A


--~~----~~

Var el orden á las esfer as de 10 idea l,


p orque , de l o con trario , r esulta n v acíos
d e senti do todos los r a mos del sa ber h u-
m a no. Por ejemplo: á la carencia de
principios gen erales se debería en la
a bogacía la degradaci ón de la noción del
derecho, Sus tituyéndola por una pérfIda
esgrima de proced imientos; la cr itica,
si n filos ofía, se Convertiría en difa ma-
ción disimulada, y las saetas que lanza
ll e va rían delante la ira y de trás la en vi-
dia. E n li tera tu ra , suprimid a la perspe c-
tiva trascendental, se perdería la id ea
del lejos, y todo sería limitado, peq ueño
y vulgar.
Mirando volar un águila, me decía una
niña: "Mira Una maIiposa." Es natural ;
n o sabiendo apreciar las distancias ,como
le Sucedía á la niña, todas las águilas
nos parecen m ariposas.
"Macaulay, escri be el señor Valera, el
sensato é ilustre Macaulay, no es menos
adverso á la filosofía especulativa, á la
metafísica, cuya inutilidad proclama. En
suma, todo el ensayo de Macaulay, en
elogio de Bacón, es una diatriba Con tra
la filosofía especUlativa, no se puede ne-

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LA MET AF fslCA y L A POEs fA J 37

gar, muy chistosa, pero fund a da en la


inutilid a d de la filosofía ."
¿y quién era el sen sato é ilustre ;\la-
caulay?
¡Ah, sí, ya 10 r ecuerdo! Era un escritor
caprichoso, filóso fo á v eces , y poeta de
cu a ndo en cuando, que juzgaba á P e trar-
ca, á Byron y á otros grandes p oetas
como un pedagogo puede tratar á los
niños de la escuela. ¿Y con qué derecho
se tomaba Mac aulay esos aires de auto-
rid a d cientí fica? Con ninguno. Como él
¡ d espl-eciaba la metafísica, y no escribió
ningún sistema de fil osofía, se qu ed ó
sie ndo un critico á la buena de Dio s, que
acer t ó en algunos juicios por casualid a d,
como todo el q ue se deja g uiar sólo por
su instinto, y no por la ciencia.
f ¿Y quién d uda que el instillto,lo que el
i
señor Valera 11a ma la meta física i rrefl e-
t x i va, puede r ealizar actos de perfe cto
sentido práctico , como acon tecí a con
~Iacaulay? Hace p ocos días YÍ en el pa-
seo del Retiro un perro que, después de
comer u nas hierbas, se tendió á dor mir
la siesta, poniendo e l cuerpo al sol y la
cabeza á la so mbra. E ste a nimal m e pa-

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·1
1 38 L A METAFfsICA y LA POEsfA

r eci ó tan sabio como el g ran Boerhaave,


cUyo siste ma h igiénico Se r educía á 10
sig uie n te: "Tened el estómago limpio ,
los p ies ca li en tes y la cab eza fría , .r r eíos
de los m édicos."
En tre los a nima les no hay tontos. L os
tontos SO n los r aciona les que, hablando,
arg umentan ma l ; ó que, escribiendo, Son
un os pés im os tra ducto r es de las leyes de
p ensam iento. L os grandes estadistas, a l
r ealizar sus grandes actos histó ricos,
Suelen ser Unos ma los cop istas de la mo-
r al de los p ersonaj es de las fábulas de
Esopo. Obran la mayor parte de ellos
dej ándose guiar por el instinto, corno los
ani males, y hay que dar gracias á Dios
Cuando 10 tien en tan claro como los hé-
roes del insigne fabulista .
¿Qué eran los grandes hombres de la
R evolución fr ancesa más que unos me-
tafísicos en bru to?-RobesPierre era Un
fil ósofo instintivo, feroz, .r cuando escri -
* bió, 6 r ealizó , su filoSofía, creando e l
culto de la diosa Razón , resultó ser Un
mal copista que trasladó las reglas de la
conciencia si n eXa cti tud .r sin racionali_
dad alguna.

Nacional de España
LA METAFí SICA Y L A POEsíA 139

y dice el señor V aler a :- "Si p or m eta-


fí sica h emos de e ntender cier tos pr inci-
pios fund a mentales q ue se tienen por in-
concusos , ó 10 son, y sin los cuales no se
concibe sociedad h umana , ni ci viliza-
ció n , ni leyes, ni derechos, ni debe r es,
I ni mor alidad , ni orde n, la me tafísica, le-
jos de se r in útil, es ú til, es necesaria, es
indestr uctible, es condición s ine qua
non de la vida s ocial d e nues tro linaje;
pero esta me tafís ica es instintiva, es
irreflex iva, natur al y espontánea,"
Estoy asombr a do de lo tarde que ha
descubierto el se ñor Valera que el ins-
I tinto es una metafísica embr ionaria.
¿Có mo no ha notado hasta ahora que,
: aunque nunca bayan leído una aritmé ti-
1, ca esc ri ta, las cociner as que el señor
, 'alera ha tenido para lo que él llama el
gobier no de l a casa, jamás se han dej a-
do engañar por los astutos revendedo-
r es de las plazuelas? ¿ Y por qué? P orque
lodos los seres, incluyendo á sus cocine-
ras, están dotados de una ciellcia infu-
sa que empieza en el animal como ins-
tinto y a caba e n el hom bre como r azón .
S e piensa y se r epiensa. El pensar natu-

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14 0 LA META FíS ICA Y LA POEsíA

ral, que no pasa de instinto, repensan-


sand o, produ ce en el hombre la refle-
x ión . La m etafísica consiste e n pensar
sobre el pensamiento; y al de clarar el
señor Valera su inutilidad, hace retro-
ceder al h om br e has ta la categoría de
m ono sabio, que au nqu e hace cosas de
entendimiento, no sabe hacer cosas de
entendimien to entendido. y gracias á
Dios que, p or fin, se ha convencido el
señ or Valera de que la metafís ica, no
sólo no es in útil, sino que es de n ecesidad
abso luta. Si la metafísica la constituyen
el conjunto de las ley es del entendi mien-
to, ¿qué má s da que esté escrita ó que
es té sólo pensada? Escrita es una guía
ex ter ior, y pensada es un gobernall e in-
terno. P ero, escritas ó pensadas, las le-
y es del pensamiento son metafísica pura,
y esta duda del seño r Valera me recuer-
da la confusión del gallego qu e decía:
"A mí todos han dado en llamarme P epe,
y y o me llamo José. "
Se pregun ta el se'!'ior \ "alera á sí mis-
mo:- "¿T engo yo, ó sé yo filosofía?,. Y
si la tengo, ¿de qu é me sirve? ¿He cuida-
do m ejor de mi hacienda , he adelantado

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LA METAFÍSIC A Y LA POESÍA 14 1
I

más en mi carrera, he g"an ado mucho


dinero con mi fi.l osofía ?» -Sí, señor; ade-
m ás de que el señor Valera sabe todils
las fil osofías que se practican, aunque
no se hayan escrito, como sucede, según
él di ce, "en Rusia , en P olonia , en Hun-
g rí a , en Turquía, en P or tug al y e n Es-
pañ a,,, tiene en el cu erpo la meta física
il1e:-cplicada, que no nec es ita explica -
ción ; el instinto enseñado por la expe-
riencia y agrandado por el hábito. Guia-
do p or esta metafísica, que el seií.or V a-
le r a llama natu ral )se ha lanzado al mun-
\ do desde pequ eñito, y ha sido embaja-
I
dor, consejero, comensal de mucl?-0s
: pr íncipes de la tierra, y ha gastado en
comer, beber y v estir más millones que
1
I los que ha a mon tonado el legendario
Creso.Ta ve el s eñor Valera có mo co n
\ su filosofía, unas v eces escrita y otras
sólo pensada, ha cu.idado bien de su ha-
I cienda , ha adelantado e/z su carrera y
!la ganado l11uchisimo din ero. Y des-
pués de todo esto, ¿todavía ¡el ingrato !
llama á la metafísica una cienc ia inútil?
L a metafísica instin tiva , aplicada con
lea ltad á los h echos , da 10 qu e se llama

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....

14 2 LA METAFfsICA y LA PO ES fA

el sentido comú n !tumano, y si se injer-


ta en el egoísm o, da el sentido común
inglés, que era el del sensato é ilustr e
Macaulay.
Es verdad, es verdad; hay una m e ta-
fís ica natural que obra por instin to, y
otra escrita, que suele ser artificia l, por-
que es tá mal traducida del pensamie nto .
De todo lo cual se deduce que la me-
tafísica de los ignor antes puede se r m ás
acertada que la m e tafísica de los sa bios.
Richeli eu y Cisner os han solido obrar
por m edio de una m etafísica instin tiva
con tanto acierto com o el asno que, vien-
do un portillo abierto, se mete á pacer
en el cer cado aj eno.
Yo sé de u n general que decía: ~ No
quier o cabos que sepan escribir, » Este
I¡ mili tar creía, sin duda, como Rousseau,
l' "que el hombre poco instr uido es u n ani-
m al depravado.»
Re cordá ndole á un alcalde del .\faes-
trazgo que cuidase mucho de la instruc-
ción primaria, contestó: "¡Pero, señor
jefe, s i en el pueblo no hay más hombres
de bien que los que nunca han ido á la
escuela!" Aquel a lca lde presentía tam-

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...
,...

LA METAFÍSICA V LA POES ÍA 143

bién que la instrucción incompleta, en


vez de aclarar el enten dimiento, lo per-
turb a.
¿Qui é n duda de que el ra ciocinio,acep-
tando premisas falsas , suele equivocar-
se, y que el instinto se equi\" oca pocas
veces?
y dejando el asunto de la inutilida d de
la metafísica, yamos ¡l la cuestión de la
inutilidad de la poesía, si es que puedo
hallar medio de apode rarm e de los ar-
gumentos del señor \ 'alera, pues en su
alfarería litera ria no hay por dónde co -
ge r los obj etos que fab r ica , por que t odes
los hace lisos, r edondos y sin asa.

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1;--

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I I

La poesía.

~~
~~'~::{OR qué lloras?" le preguntaban á
<>0:,i;)9un niiío anigido; y el niño con tes-
tó: - "Porque cuando cierro los ojos, no
veo nada."
L o mismo le pasa al señor Va1era en
esta polémica ; se enfada conmigo por-
que cierra los ojos Y no ve nada.
Pero sigamos:
Algunos socios del Ateneo, presididos
por el seño r Valera, han dado mu erte
ver balmente á la poesía, como la g uillo-
JO

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146 LA METAF fsICA y LA POEsí A

tina puso fin ma ter ialmente á los pensa-


mi entos de A ndrés Ché nier.
Com prendo la guerra á los me tafisic0s
y á los p oetas por los que no tienen ni
sentimientos ni ideas. Hace n bien e n pe-
dir que desaparezca la forma pJéLica to-
uos los qu e (con perdón sea d icho) no
pueden ser a dmitid os en la sociedad de
las musas, ni siquiera en clase de laca-
y os dIs tin g uidos . Pero el se ñor ' -alera ,
qu e es p oe ta siempre , y buen me ta físi-
co á r atos perdidos, es demasiad o gene-
r oso al cubrir á sus apadrinados co n su
manto r eal de esc ritor in co mpar able, di-
ciendo: "Xo se r evuelva usted contra
m í, porque y o dis to mucho de con tarme
entre los que vaticina n con acento om i-
noso la pr óxima muer te de la poesía, por
lo m enos en m etro. Yo he proclamado
sólo en só n de elogio su ilZ u t i lidad su-
blime, así co mo la mayor inutilida'd dt:
la metafísica."
¡Q ué falta de fran queza, mi querido
\ ' alel'a! Declárese usted vencido, y de-
cídase á confesar que la metafísica es el
al ma de las obras literarias, y la forma
1l0ética s u tr aje de los días de fiesta.

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LA METAFÍSICA Y LA POEs íA 147

El que escribe bien en prosa no hace


más que lo que debe ; pero escribir bie n
en v erso es r ealizar una maravilla.
El verso es un arte, y la prosa un ofi-
cio.
L os versos se agarran á la memoria de
las gentes como los recuerdos de las
perso nas queridas, y, sean aquéllos tris-
tes ó alegr es, son siem pre inolvidables,
como los sonidos de las campanas de
nu estra aldea.

_. lIoracio, que era un poeta más g enial


que g r ande, con su infinita gracia ha
colgado las chucherías escépticas de su
pensamientos de las orejas de la huma-
nidad, y siempr e que escucho á algú n
p r osista recitar sus sentencias r imadas ,
me parece que oig o decir a l poe ta latino:
~ E ste es un pr osis ta que por vanidad
poética se pone aretes, como los salvajes
del desierto."
Dice el señor Valera "que tiene más
aficionados la pr osa que el verso .) ¡ ' atu-
r almente; como que par a apreciar lo. se-
gundo es menester en tendimiento , y
para lo p rimero basta con tener enten-
deder as. L a prosa se habla con la faci li-

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148 LA METAFfsICA y LA POEsfA

da d con q ue se hace uso del aire que s e


r espira .
P er o pregunto a l señor Valera: ¿Q ué
hay , no diré de común, pero ni siquier a
de semejan te, en tre el arte de escribir
ver sos y la [u nción fi siológica de habla r
en prosa?
En el artículo anter ior habíamos que -
da do: primer o, en que la prosa no es
arte, pues es una operación material,
como el canto del mirlo; segundo, en que
el lenguaje sólo en el verso es u n meca-
nismo perfecto .
En v erso se suele escribir con perfec-
_.
ción absolu ta . E n prosa sólo se puede es -
cribir bie n relativamente, sobre todo e n
un idio ma como el español, en el cual la
libertad de sintaxis raya en la anarquía .
Decía En rique Heine "que la poesía, tra-
ducida en prosa, es como un rayo de luz
envuelto en paja".
L a prosa es inmejorable cuando llega
á ser, por lo menos , soportable. En la
pr osa nadie sabe del todo bien io que dice,
y á veces ni lo que se supone que se quie-
re decir. En los mejores prosistas la co-
locación de las palabras se hace por ca-

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LA MET AF ÍSICA Y LA rOESÍA 149

pri cho, más bien que ajustándolas al or-


den lógico de los co nceptos.
L a prosa, que , además de ca rece r de
conexió n lóg ica, no tiene, como es muy
común, ni ideas ni imágenes, queda re-
duc ida á un simple ruido con honores de
gr uI1ido .
L a prosa es la cuesta abajo del a r te ;
h oy los que pretende n hacer desapar e-
cer la for ma poética ha n condenado el
r itmo; mariana suprimirán del todo la re-

_. tóri ca; otro día la gramática, y acabarán


por convenir la prosa en el léxico de la
burra de Balaán.
y lleyando hasta el insulto el despre -
cio de la pOesía, añade el señor \ ' alera :
-':Pero, ¿no puede ser ta mbién que tal
poeta lo sea porque no vale para lo útil
ni para lo práctico, porque finge menos-
preciarlo no pud iendo alcanzarlo, como
la zorra cuando deja las uvas que no es-
tán maduras? En este caso, el poeta es
un infeliz, un ser lastimoso, que no vale
para sastre, ni para cavador, ni para
peón de albaií.il, ni para otro oficio, :r se
ha echado á poeta por no poder ser otra
cosa."

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J
1 50 LA METAFÍSICA Y LA P OE~ íA

Dudo mucho que Virgilio , l-ror acio ,


Shakspeare y Calderón hayan sido poe-
tas por no tener aptitud para ser unos
des tripa terrones. P ero, en último r esul-
tado, que se consuelen sus admirador es
sabiendo, como yo sé, que los peo r es
versos valen más que la mej or de las
prosas, r que algún prosista ac érrimo ,. .
suele ser un poeta avergonzado de no
haber podido servir ni para echar un par
de herraduras al ca b:lllo P egaso.
Habiendo asegurado yo que desde la
muerte de Quevedo hasta la ll egada del
romanticismo no se ha escrito un solo
....
y erso de poe ta, r epli ca el Sr. Y alera:
- ·'P r esumo que este aserto es chiste, pa-
r adoj a ó humorada sin rima, y no me can-
so, ni canso á los lectores, citando, en
contraposición á los versos que usted
cita, v ersos tan buenos ó mejores de
Qu intana, de Cienfuegos, de ~lel éndez,
de j ovellanos , de Gallego y de bastan -
tes otros que han florecido después de
Quevedo."
¿Conque no me cita ver so de poeta por
no cansarse y no cansar á los lector es?
"\ -ea que no se puede luchar con el seño r

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1
LA MET AFíSI CA Y LA POEs íA 151

Y alera , porque, á falta de armas con que


herir, apela á la estratagema de lafttga ,
y nu nca pue de ser herido. Vaya en paz
en su r etirada , y casi me alegro que
haya r enunciado á hacer la prueba , por
se r muy peligrosa para noso tros dos ,
pues podría r esultar que él, Ó yo, como
,. .. les sucede á la mayor parte de los crít i-
cos, no sabemos lo que es un buen v erso.
Ya indicó Horacio que es fr ecuente que
califi que v er sos quien no acertaría á de-
ci r en qué se di fe rencian los buenos de
lOS malos , ni tal vez el verso de la prosa .
Conque dej emos la cuestión sin resolver ,
por miedo á que el señor Valera y yo, y
todos esos críticos que no saben ver la
prosa en la poesía ni la poesía en la pro'
sa, nos veamos precisados á repetir aquel
¡
diálogo tan cono cido: "Usted y yo somos
condiscípulos. - P ues ¿en qué universidad
ha estudiado usted? ¿Yo? En nin gun a ."
i
E l señor Valera, empujado po r su ángel
bueno, que es un ángel casi más compla-
I
I
ciente que el mío, corre á escape por esa
senda de flores que siguen todos los que
empiezan por j óvenes de lenguas, y en
SU vertigin qsa carr era no se ha detenido

I
..4

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t
152 LA META FÍSICA Y LA POESÍA

un solo instante á aso mars e á esos abis-


mos de dolor es ele la litera tura m oderna ,
y cree q ue todas las obras poé ticas deben
ser égl ogas de Dafnis y Cloe.
Juzgando al d uque de Ri vas, d ice el se
ñ or Valer a: "La vuelta deseada y El SOIlZ -
brero se parecen á ciertas leye ndas ex-
tra nj eras, como E vallgelina, de L ong-
fe ll o\T , y Hernd u y Dorotea , de Goethe ,
y á esto que ahora lla man Pequeiíos poe-
mas , si los pequeños poemas tu\'iesen
mds acción y /llenos tiquis-miquis jilo-
sóficos yarchisent imentales.»
Este ataque personal que me dirige el
...
señor Valera lo entrego, en justa vengan
za, a l juicio del público, para que éste
vea que el señor Yalera no seha enterado
todavía de 10 que son pequeiíos poemas,
pues los confunde lastimosamente con
los poemas pequeííos .
T odo pequeño poema ha de responder
afirma tivamente á estas tres preguntas:
¿Tiene naturalidad? ¿Tiene argumento?
¿Tiene objeto? Los poemas pequ~ños que
cita el señor Valera, ¿tienen na turalidad?
Supongo que sí. ¿Tienen ar gumento? Sí.
¿Tienen objeto? Creo que no .

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LA ~!ETAFíS!CA y LA POESf,\ 153

Desengáñese el se I'i or Val er a : por más


que se bur le de mis pretensio nes , de lle-
var la filosofía á la poesía, ya Lessing
demostró que la obra del a rte co nsiste
en ele~'ar lo illdi'vidltal d la cat eg01' ia d e
lo general.
No son las fo rm as mo mentáneas, sino
las formas absolutas , las que aseguran
la inmo r talidad de las obras literarias.
En el ar te se debe manifes tar 10 infini-
to por medio de lo fi nit o, 10 absoluto por
medio de lo r elath-o, lo espiritua l por
medio de lo materia l, la forma-ar quetip o
ó inteligible por medio de la forma exte-
rior y sensible; y no insisto en citar al se-
rl or Yaler a más opiniones de otros auto-
r es célebres en defensa del agravio que
me ha inferido , po r que no crea que yo
me puedo ofender con él; pues además
de querer le y a dmira rle mucho, ya le he
dicho en otra ocasión que yo no presumo
de poeta y que me contento con ser un
humilde cosechero de esparto.
Por 10 mismo que el género trascen-
dental es difícil de comprender, hace mal
el señor Yale r a en declararse p ar tidario
de Fernando VII, que condenaba á todos

--
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,.

154 LA META FíS ICA Y LA POESÍA


-
los que tenían "la fatal manía de pensar."
Consid er o que el género trascenden-
tal es e l enemigo natura l de los tontos ,
pues éstos , satisfe chos con la ex presión
mater ial y ex terior del lengu aje, no ll e-
gan á com pr end er nada del sentido ínti-
-
mo y figurado . Estos benditos de Dios no
ti enen basta nte malicia pa r a presentir
que lo qu e se calla suele se r más impo r-
.,..
ta nte que lo qu e se d ice . L a bue na fe de
estos miopes li ter arios no se hace ca rg o
de las frases subrayadas por el pensa -
miento, ni de los rodeos es tra tégicos que
el autor hace par a decir lo inde cible, ni
de los ca mbios de postura que im-enta
par a lla ma r su ate nción. L os partidarios
de la lelez lite r aria, ni saben leer entre
líneas , ni e ntiende n nada de 10 sob r en-
tendido, ni conocen jamás cuándo la pro-
cesión va p or dentro .
y después de pr oba r la utilidad incon-
testable de la me tafísica y de la p oesía ,
en el ar tículo venidero llegaremos á sa-
ber, ó mejor dicho á ignorar, 10 que es la
ciencia moderna , que pretende reemPla-
zar á la me ta física con una ciencia más
clara y á -la poesía con un lenguaje mds

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:
- L A METAF{SICA y LA POESÍA 155

llano, contando, co mo cuen ta, para esto,

-
co n much os de los grandes sabiondos de
la ba nca, de la liter a tura y de la política,
que , seg ún d ice el se ñorValera, pueden
ser vir para sastres, cavadores, albai'ti-
les, y o tros oficios, y que motejan á los
poetas de copleros , par eciéndose en este
calificativo á los niños de ald ea, necios
y mal educados, que lla man al señor
Obispo "el tío que confir ma".

c.

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,-1

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111

La ciencia I11od e r na.

~~AYA un ejemplo de l o que es la


~ buena prosa! Desafío al más agu-
do de mis lector es á que me ponga en
cla r o lo que quiere decir el seilor Va-
lera en el siguiente párrafo:
"Con vengo en que el mom ento es pa-
vor oso y lúgubre . Se piensa que nos he-
mos que dado sin religión y sin metafísi-
ca . No hay más que empirismo , ciencia;
pero los científicos andan buscando la I

ciencia, esto es, q ue, renegan do d e la


m etafísica , la buscan para colocarla en I

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a
t S8 L A METAFíS ICA Y LA POEs fA

el trono co mo r eina, ya qu e la ciencia


que buscan, y qu e enlaza y f unda las
cienc ias, ó es meta físi ca Ó no es na da ."
No lo entiendo.
Supongo que esto querrá decir qu e los
empíricos, renegalldo de la metafísica,
andan bus cando la ciencia par a colocar -
la en el trono como reina. Es ta ciencia
que se busca será la Positiva, la natu -
ral, la m oderna, la que parte de los he-
chos.
Per o es inú ti l em peño, porqu e los he-
chos, hasta como punto de pa rtida de la
fil osofía , se par ecen á las a guas del Ja-
r ama , de las cuales se dice "que e mbru-
tecen y hacen pob r e~ ."
El sistema aristo télico de Sa'nto T omás
de sacar lo inteligible de lo sensible , es
á la vez materialista y pan teísta. Si lo
sens ible es igual á lo inteligible, el espí-
r i tu es materia ; y si lo inteligible es igua l
á lo sensible, todo es uno y lo mismo. En
esta par te son igua les en ma ter ialismo
A ristóteles, Santo To más, Locke, Kan t,
Valúa y sus partidarios del A teneo, que
dan por inútiles la metafísica y e l arte .
Hace pocos días que el señor Salme-

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...
'.
l L A MET AFfslCA y LA rOEs fA 159

, rón vió á nuestro amigo el se!'íor Verdes


Montenegr o ju gar por la mal'ían a al bi-
llar. A l dia siguient e ,-olvió {t verle ju-
g a r por la tarde , y le dijo :-"::Es qu e se
pasa us ted la vida juga nd o al bi llar?" E l
il us tre fi lósofo quiso sacar d e d os hechos
sin gulares una r egla g ener a l, y se equi-
Y OCÓ, p.:>r D O haber tenido presente aquel
pr incipio, tan r epe t ido en es ta pol émica ,
de qu e "los particula res no hacen ciell-
cia ."
Se p ued e j ugar dos días seguidos y á
diferen tes hor as, sin que sea racional
su poner que se está jugando toda la Yid~.
L a metafísica es fi losofar en abs trac to.
Querer supla ntar la metafísica con el
conoci miento de los hechos, es querer
sustitu ir el resp landor del sol con la lUt:
de los candiles.
Ni los hechos mismos se p ueden nr
. con los ojos de la cara, si al mismo tie m-
po no se tienen puestos en las ideas los
ojos del al ma .
\' e ntremos en materia:
¿Qué es la ciencia posi tiva moderna?
I
Lo mismo q ue la an tigua : una pesadi Lla
de sueños g r oser os. L o que será e n el

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1.'-
160 LA METAFÍSICA Y LA POEsíA

porvenir al disolverse este g lobo ten á-


queo , donde tantos disparates se escri-
ben cuando se quiere hacer ciencia sin
metafisica, ó se pretende a preciar l as
cosas sólo por las aprensiones gratuítas
de los sentidos corporales .
La grande invención de la ciencia mo-
dern a es una r epr oducción de la ant ig ua
alma material del mundo que anima á
to dos los seres de la creaci ón, y que hoy,
.
más a visada que ayer , tomando esto y
r epugnando aquéllo, va escogiendo lo
m ejor , ma ta ndo á los padres ,' iejos en
honor de los hijos venideros, y en millo-
nes de millon es de a ños-que sólo la s
mate máticas de los profesores del A te-
neo , Calderón, Vilanova y Pérez .-\rcas
pue den calcular-ll ega de grado en gra o
do y de selección en selección, á crear,
según la doctrina darwiniana, unos se-
r es humanos que po r boca del señor \-a-
lera aseguran que sólo la ciencia positi-
va es útil, racional y conveniente, y que
la m etafísica y la poesía, la idea madre
y la hija creadora, son dos cosas com-
pletamente inútiles.
La escuela dar winiana ha tomado sin

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LA METAFíSICA Y LA POEsíA 161

duda de la Academia Esp a ñola el lema


"limpia, fija y da esplendor" pues lim-
pia, por selección inconsciente, jifa, por
la herencia de lo más selec to, y da es-
piel/dar á los se res pasándolos de cloaca
e n cloa ca, hasta cumplir la ley de la per-
fe ctibilidad.

- y al hablar del lema de la Academia


Española, aplicado á esa ley que, ensar-
tando cosa con cosa, va haciendo un ro-
sario de cue ntas atad as caprichos amen-
te, me acuerdo de don Antonio de Valbue-
na, que ha empr endido una campaña de
desconsider ación contra los académicos,
porque dice que hace mos definiciones
malas.
¿ que él no es capaz de hacer una
sola buena? Y con esto no tr a to de ofen-
d erle, pues ya decía nuestro amigo, el
s eñor Escosura, que si los hombres hi-
ciése mos una buena definición, no le que-
daba nada que hacer al que todo 10 sabe.
¿Por qué no sigue fustigando el seño r
Va1buena á esos prehistóricos im píos
que, en odio á la tradición mosaica, ho-
zan en la costra de la tierra para bus car
fosilificaciones an tiadámicas?
II

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1 62 LA METAFíSICA Y LA POEsíA

¿O cree más prov-e choso para sus creen -


cias religiosas defender á la gramática
de nuestras irregularidad es, siendo así
que nadie nos defie nde á nosotros de las
irregularida des de la gramática?
El señor \ albue na debía insistir en
ehr su opinión sobre esa ciencia moder-
na que niega la in lll ortalidad del alma,
la vida fut ura, la libertad del hombre ..
y la persona lidad divi na; y algu nos de
esos adjeti vos que usa contr a nosotros ,
y que ya son risibles de pur o vulga r es,
aplicárselos á algunos clérigos que no
se espantan del darwinismo , y que ha-
cen gestos de desagr ado cuando leen
a lg una dolora en que s e pide para las
mujeres la supresión de las penas eter-
nas, como si yo no fuese dueño de creer
que ni las mujeres deben ir al infierno,
ni los tontos al cielo .
Esas historias de la creación, calcadas
sobre la del llamado divino Hreckel, de
quien sólo por ironía se puede decIr que
es un hombre diYino, son los objeüvos
adonde debían dirigir sus ataques los
críticos religiosos como el señor \ ' albue-
na , y dejarse de satirizar á una corpora-

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I. A METAFíSICA Y LA POES!"" 163

ción, la cual, á ex cepción de Zo rrilla y


yo, qu e somos los dos más g r andes hol-
ga za nes de la tierra, se compone de
ilustres hombr es de E stado , de sabios,
de eruditos y poetas , que con su la borio-
sida d y su inteligencia sostienen la an-
lig ua dig nidad de este idioma espai'iol ,
.. que , co mo decía el gran Carl os V , es la
lengua más pr opia para habl ar con Dios.
y volviendo á la ciencia de tempora -
da, má s bien que contemporánea, sigo
diciendo que, después de dester r a r del
... Ateneo la lira de los p oetas, quedan do
en él como única bandera el mandil d<!
los naturalistas, abundarán allí las dis-
cusiones sobr e los or ganismos info r mes
que por una fu erza eVOlllti,-a, propia de
la creación, hacen que de grado en grado
ll eguen las cosas desde la mónera hasta
el hombre. ¿Y qué es la mónera? m e pre -
guntará el lector. Mónera es una especie
de ostra que parece mascada, y escupi-
da después por sumal sabor, y formada ,
según Hreckel, po r simples compuestos
inorgánicos, como so n el oxígeno , el hi -
drógeno, el car bono y el ázoe . ¿Y qué
son estos compuestos simples? m e v ol Ye-

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-- -

16 4 LA METAFfsICA y LA POEsfA

r á á preguntar el lector. Yo lo ig noro


co mple tam ente ; per o ya nos lo dirá en
las discusio nes del Aten eo mi ilustrado
a migo el señor don Laureano Cald erón;
por que , si cuando estudiábamos j untos
química aplicada á las ciencias médicas ,
bajo la dirección de nuestro inolvidable
ma estro el señor don Manuel R ioz, no lo
sabía, hoy, ilumina do por las prescien-
cias naturalistas , que le han enseI1ado á
hacer ese in mens o embutido cient ífico
qu e compre nde desde el p rinciPio hasta
el fin de la vida, lo sabrá segur amen te,
a unque lo dudo mucho.
Per o al llegar aquí se me ocurre pre-
guntar: ¿no es verdad que parece que
los e\' olucionistas dicen en br oma las co-
sas que yo v oy refir iendo con toda for-
malidad?
La ciencia actual s igue los derroteros
que le ha traza do la antigua canalización
de la tontería humana. Ya Demócr üo
r esucitó la \' jej a teoría de que los átomos
corp or ales son el principio único de
cuanto existe, sin más causa eficiente
que el movimiento de que están dotados .
L os emanatistas y los panteístas afir-

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LA ~IETA FfS¡C A y LA pOEsfA 165

man que Dios hizo nacer de sí mismo la


materia y la form a del mund o.
E n todos es tos siste mas sobresale lo
ontoló gico ó metafís ico, considerando al
ser en a bs tra cto como u na cosa ideal.
Pero en l:l. nuev a ciencia lo ontológico
se convierte en fisiológico, y el en te-m e-
tafísico es un ser fl sico, que, por una
fue r za espon tán ea y ma terial que le es
propia , en la H istoria general Jw l1trtl1a,
con los pies manchados de toda clase de
pringues , v a subiendo de peldaño en pel-
d a i'ío toda la esca la zoológica , desde la
móner a, que es una creació n menos
ideal y menos limpia que los á tomos do-
tados de fuerza cósmica de Epicuro y de
Demócri Lo , y siguiendo por las anchoas
y la babosa ó caracol s ill concha , hasta
llegar al t ibltró Jl , que creo qu e es el un-
décimo abuelo del hombre, mete, por úl-
timo, en este embutido carne de sapo , de
cucaracha, de rata y de abejorro, y hace
así esa inmensa lo nganiza, que empieza
e n una destilación membranosa y acaba
en el orangután, padre del hombr e. Se-
gún cuentan los periódicos, esas hipóte-
sis, que dan asco , las aplauden á r abiar

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166 LA METAFfsICA y LA POESÍA

todos los que se frotan las manos de gus-


to al oir decir que la for ma p oética está
l/amada á desa parecer .
y por supuesto q ue los hombres de
la ciencia posi ti va hasta para fa brica r
esa larga salchicha de la ge nealogía del
hombre , imitan los procedimientos de la
metafísi ca , inventan do paral elamen te á
la ley de la evolución, unas leyes auxi-
liares tan arbitrarias corno éstas: ley del
m edio ambiente, ley de la selección se-
x ual, ley de la herencia, ley de la ca -
:J?clación del crecimien to, etc.
¿y qué es la ley del medio ambiente?
Pues debe se r una ley por la cual el que
r espira un elemento que le es propio,
vi ve; y el que no, se muere. Es decir ,
que, hasta ahora, nadie sabía que el ave
no puede vivir en el agua, ni el pez en el
a ire .
La ley de la selección es una especie
de ton to discreto, a lma ciega de la natu-
raleza, que así como nosotros los agri-
cu ltores, á fuerza de exager a r el culti,oo,
convert imos una clavellina del campo
en un clavel reventón yalenciano, esa
-
alma incollsciente sigue por las entra ñas

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LA METAFfs lCA y LA PO Es fA 167

de la tierra separ ando COJlscie ntelltefl t e


lo im per fecto para asimilar se sólo lu
p erfecto, hasta llega r á los animales, á
los cuales se les cae la cola por obra de
la selección.
Esta leyes com pletamente falsa, por-
que , con la selección, á t odos los objetos
períeccionados les sucede lo que á las
r osas d emasia do grandes y bellas , que,
con el esmero e n el cultivo , los 6rganos
sexuales abortan y se co nvierten en pé-
talos, m uy hermosos, eso si, pero infe-
cundos . Y la prueba de la ineficacia de
la selección sexual está en los pueblos en
que se autoriza la poligamia y donde se
escogen para los harenes las mujeres
más hermosas del mundo. Allí, ¿qué su-
cede? Que los mahometanos resultan
más enclenques y más feos que nosotros,
y lo mismo en la paz que en la guerra,
viven sometidos á los hijos legítimos de

-
los matrimon ios cristianos, que, según la
frase de Shakspear e, "son engendrados
en el lecho conyugal entre u n bostezo y
un sueño".
La ley de la herencia dicen qu e es u na
facultad que tienen los se r es de transmi~

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168 LA METAFíSICA Y LA POESÍA

tir SUS cualidades y perfecciones. ¡Menti-


ra parece!
L os hijos de los ingleses dejan de ser
rubios cuando nacen en la Ind ia, y los
melones de Foyos, trasplantados á Gali-
cia, se convierten en calabazas á la s e-
gunda gener ació n. .
Los verdaderos factores que constitu-
yen la ley de la herencia so n estos tres
progeni tores: el padre , la madre y el
clima.
La ley dela correlaciÓIl de las formas
ya es más co mplicada, y si no fuera por-
que al gran Cuvier se le escurrieron por
los subterráneos del globo cier tas formas
in ter mediarias, no ofrecería duda alguna
el proceso natu ral de es ta ley de las cosas,
desde el salivazo albuminóideo , llamado
protoplasma, siguiendo por ciertos bi-
chos informes que ya tie nen auo y boca,
y concluyendo por esos animales, padres
del homb r e , cuyos corvejones se van
convirtiendo poco á poco en rótulas ó
choquezuelas. y es lástima que se le ha-
yan perdido á Cuvier las pruebas inter-
mediarias de esta ley, pues por ella po-
-
dríamos saber por qué Alejandro ~lagno

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LA ~! ETAFfSICA y LA POEStA 169

fue algo jorobado y lord Byron un po-


quito cojo.
L a ley de la evolución , escogida como
base de la fi losofía de Spe ncer, es la más
filosó fi ca de todas, pues así como la lar-
va se co nvierte en gusano, y el gusano
en ma riposa, los naturalistas se han lan-
zado al campo de la especulación, imi-
ta ndo á los metafísicos, y de un fenóme-
n o restricto y vulgar han quer ido dedu-
cir, ó, mejor dicho, inducir una ley uni-
versal. ¡Pretensiones metafísicas de ÍÍsi-
... cos ilusos! Una síntesis suprema, como la
pretendida ley de la ev olución, no puede
h acerse con hechos, porque los hechos
n o son ideas, sino cabos de ideas.
E n el or den d e los fe nómenos , cada
cosa lleya en sí su fi nalidad especia l, y es
inútil querer enchufar unos obje tos con
otros par a obligarlos á tener una finali-
dad sintética común.
Pero al leer esto dirá el lector: si se
habían d e traer á discusión en el Ateneo ,
pa ra suplantar á la metafísica y a l a rte,
estos sHeiíos de la materia de Hreckel,
estas in tuiciones de ateneístas par tida-
rios de e uvíer, estos presentimient os de

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17 0 LA METAFfsI CA y LA POI!SfA

muchos darwinianos, estasfantasias , en


fin , escritas y habladas en tan mala pro-
sa , ¿por qu é moti vo se ha expulsado del
Ateneo á los pobres poetas? Sueños po r
sueños, ¿no son preferi bles los r aptos lí-
ricos de los hijos de Apolo á las invencio-
nes de los Haeck el, divinizadas por cier-
tos manipulantes ex tranj eros, y de los
cuales ya decía el marqu és de Valdega-
..I
ma s "que tienen muy buenas manos para
hacer chanfaina,,?
y h echa la pru eba positiva de lo a r bi-

trario de esta ciencia, vamos á ha cer la
prueba negativa ; si es que estas cosas no
les levan tan el estómago á mis pacientes
lector es . Después de desd oblado el árbo l
genealógico del hombre po r medio de la
e voluci ón , en sus veintidós grad os, des-
de la m ónera, pasando por la lombriz y
llegando has ta el divino Hceckel, volvá-
maslo á doblar por un pr ocedimiento in-
verso de desevo lución , y así se v erá el
orige n deshonrible de es ta especie simia
llama da hombre, que Dios sacó de la na-
da hace tres ó cuatro días , según Moisés ,
y hace millones de años según los natu-
r alistas del Ateneo.

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LA METAFfsICA y LA pOEsfA 17 1

Con motivo de la discusión de que la


forma poética es tá llamada á desapare-
cer , cierto ate neís ta de inspiración natu-
ralista ha llegado á pensar qu e , suprimi-
das la metafísica y la p oesía, ó sea el r it-
mo y las ideas, se podría efectuar ese fe -
nómeno de atavi sm o que el v ul go ll ama

-I salto atrás, y empezar ía una contra-l ey,


Ó 1'et roceso sociológico ; y que así com o
antes esa fuerza autogénica de ca da co-
l· sa que , según la expr esión del panteísta
Schell ing, du erme en el mineral, suelta
en el v egetal, siente en el animal, piensa
en el ho m bre; este hom bre, r etr oce dien-
do , comenzaría á hablar en una prosa
sin música y sin arte, que seria igual al
graznido, é involuntariamente se inclina-
ría hasta ponerse en cuatro pies para
igualarse á sus con gé neres, y después,
avergonzado de pensa r y de s e ntir, y con
la savia q ue r ecibiera de la humeda d de l
suelo, se co nv er tíría e n un mono, con ra-
bo 6 s in r abo, como el pa dre del hombre
darwiniano ; éste se a rrastraría y volve-
ría á ser lagartija , que par ece que es el
décimo abuelo de los que piensan que la
poesía deb e desaparecer, y, después de

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17 2 LA ME TAFfs lCA y LA POEsiA

~-­
obs truid os de nuevo l a boca y el ano, se-
r es informes engendrando á ser es más
informes todavía, macerados de pan ta-
no en pantano, volverían á forma r el pri-
miti vo protoPlasma , ese escUpitajo, dig-
11 0 del garg uero de un demonio burlón
que ni piensa, ni siente, n i padece.
Casi estoy por confesar que este retro-
ceso orgánico sería me nos ignominioso,
y me parecer ía más limpio que la ascen-
sión de l a cucaracha á miembro de lite-
r atura del Ateneo , donde , bajo la direc-
ción del señor Valera , como el chocola te
sin cacao, se pretende hacer literatura
sin poesía y ciencia sin metafísica.
y antes de concluir, debo confesar que
no sé si habrá sido completamente exac-
to al diseñar los rasgos de la fisonomía
de la ciencia moderna, mar cando bien
sus saltos de trampolín; porque ,Yo, Como
todos los ignorantes, no Suelo tomar nota
de las cosas que leo; pero me consuela
la idea de que en el curso de esta polé-
mica ya me r ectificarán, por conducto
del señor Valera, los sapientÍsimos seño-
res Calderón, Vilanora y Pérez Arcas,
a migos míos más viejos de lo que ellos y

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LA METAFtSICA y LA POEsfA 17~

yo quisiéram os , y, en último r esultado,


como decía el insigne L orenzana: "¿Para
qué sirve un amigo si no sirve para que
se le pueda calumnia r? "
T engo ql1e hacer, además, otra confe-
sión , y es que, al conde nar es ta síntesis,
que cree suprema la ciencia moderna, no
es que yo me niegue á rec onocer los ade-
lantos científicos de los buenos, de los
Edisons actuales, que á fuerza de tan-
teos so bre los h ec hos dan golpes de for-
tuna y adquier en éxitos colosales é in-
esperados. L o que creo es que cierta cla -
se de inv ento r es, que suelen morir sin
calzones, S l alguna vez soplan e n la fla u-
ta que suena por casuali dad, so n tan sa-
bios como los albañiles que, al d erribar
los tabiques de las casas, encuen tran te-
soros que han dejado allí escondidos los
compañeros del rico avaro del soneto de
A r gensola.
y ¡adiós , divina metafísica y santa poe-
sía, delicia de mi juventud y consuelo de
mi v ejez! Es táis llamadas d desaparecer
de entre los v ivos por las cacatúas de la
prosa y por los descendientes del mono
de Dar win. ¡Dormid en paz, arrulladas

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174 LA METAFfslC A y LA POEsíA

por el gori-gori del sacerdote V aler a, y


si os dignáis espera r un as cuantas horas
m ás, yo tamb ién moriré fie lmen te á Yues-
tro lado, y os a co;npaüaré al seputcr o,
dond e podré ocul tar la vergüenza que
me está causand o el haber sido homb r e!

c.

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M " '" " ' " ~ II I I " "" " , " I ' " " I " I " "" " " I I I ! '" I " (~(

ULTIMA REPLlC,~ Á CAMPOAMOR

§.~%
'ti; "l
[
querido a migo : A hora sí que
voy á replicar á usted por última
.

vez, y á terminar esta polémica, sin que


valga para continuarla pretexto alguno.
E l tema es fecundísimo: casi inagotable.
E n tono de broma pudiéramos ambos
decir cosas muy se rias é importantes en
el fondo; pero yo r ecelo que nos tiente y
solevante el diablillo de la vanida d ; q ue
\-aya la broma al fondo, y que lo serio
venga á la superficie, y no sea filosofía
ni literatura, sino desab ri miento y enojo .
E ntonces tendría r azón Clarín para afir-

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176 LA METAFís rCA y LA POEStA

m ar que nos hacíamos los tontos, ó que


lo éramos.
Yo afirmo la inutilidad de la poesía y
de la metafísica, y usted su utilidad. P or
esto diSputamos. Tal vez , si nos hubi ése-
mos puesto de a cuerdo sobre la signifi-
cación de la palabr a útil, no h ubiera ha-
bido diSp uta . Pero con no haberla , nada
h ubiéramos gan a do. Antes bi en, hubié-
ramos p erdido el plac er de escribir algo
que nos parece bien , pue s lo publicamos,
y n os hubiéramos expuesto , por falta de
asunto inoce nte, si no noble y hasta su-
blime, á emplear n uestro tiempo muy
mal, murmurando del pr ój imo, ó quién
sabe cómo.
Lejos de lamentar, celebro, pues, nues-
tra disputa, aunque , ta nto por el r ecelo
ya expues to, como porque no quisiera
y o cansar á los lector es, voy, como he
dicho, á terminarla en esta carta, la cual
me parece que va á salir larguísima, por .
que tengo aún mucho que decir.
E mpezaré declarando, aunque sea r e-
petir lo que ya declaré mil veces, que
jamás he sostenido y o que la m etafísica
y la poesía han muer to ó van á mor ir

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LA ~r¡;;TAFíS TCA y LA rOEsfA 177

pronto; que, lejos de canlarles el gori-


gori, las h e reverenciado y amado siem-
pre como inmortales y divinas; y que ,
por consiguiente, no soy reo ni cómplice
en esa muerte desesperada de usted, que
uste d nos anuncia, afirmando que morirá
fielmente alIado de la poesía y de la m e-
tafísica, y las acompaña r á al sepulcro,
donde podrá ocultar la vergüenza que le
está causando el hab er sido hombre.
Como la poesía y la metafísica no mo-
rirán, no llegará el caso de que usted
tenga que sacrificar:se par a morir con
cllas; y no veo tampoco la necesidad de
que ande usted tan a ,'e r gonzado de des-
cender de un mono . Hace tantos siglos
que, según sostienen esos naturalistas
que exasperan á usted, ocu rrió el extra-
fío cambio del mono en hombre, que bien
podemos aún ponerle en duda. Démosle,
sin embargo, por cierto, y aún no habrá
motivo razonable para que nos desespe-
remos y :1.\-ergoncemos. \-ergüenza de
caso tan remoto en lo pasado se parece
á la ele aquella pudorosa beata que la te-
nía grandísima de otro caso futuro, por
haber enlenuido que, en el día del jui cio

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178 LA METAFisICA y LA POEsíA

final, en el v a lle de ] osafat, hemos de


personarnos todos en cueros. Y , si bien
se mira, la vergüenza de la beata estaba
m ej or fundada que la de usted. Ella mis-
ma, según su creencia , er a quien tenía
que acudir y exhibirse en el v alle de
]osafat tan sin r opa; pero usted, ¿qué
tiene que v er con las macacadas é in-
decorosas travesuras del mono selec-
to que acabó por convertirse en hom-
bre? ¿Qué más da descender del barro,
pasando por una serie de formas, 6 dt:s-
cender del barro inmediatamente? Bie n
pudo Dios hacer al hombre del barro,
corno un alfarero hace una olla, ú im-
primir en la materia un prurito infali-
ble de perfecCión, por cuya virtud, al
través de larga serie de siglos, viniese á
producir un organismo tan hermoso y
excelente, que fuese ya capaz de ser mo-
rada del espír itu. En l o que importa
creer es en la dignidad y preeminencia
del hombre. Debe tenernos sin cuidado
si su cuerpo salió del barro desde luego,
ú salió del barro pasando por mil [orIllas
sucesivas, con tal de que en el hombre
reconúzcaIllos que hay conciencia, .r li-

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L A METAFíSICA Y LA POEsíA 1 79

bre alb edrío, y otras prendas morales é


intelec tual es que r a dicalmente le dife-
rencian de los demás ser es vivos de
nuestro planeta, por donde p r esumimos
que en el hombre hay u n principio, u na
energía, una cosa que n o sabemos á pun -
to fijo lo que es, como t ampoco c ompr en-
demos lo que es la materia, y que esa
mister iosa potencia que está en nosotros,
y que llamamos alma, rué hecha {t ima -
~en y semejanza de Dios. Afirmemos
esto, y no n os apesadumbremos por des-
cender del mon o, supuesto que del mono
descendamos.
Pero lo mejor es vo!\-er á nuestro te-
ma, que poco tiene que ver con el abo-
lengo.
La verdad es que , en v ez de sostener
yo una paradoja por el prurito de mos-
trarme ingenioso , mi afirmación , bien en-
tendida, peca de perogrullada.
La poesía y la metafísica ~on inútiles ;
como son inútiles las bellas artes, la vir-
tud en grado superior, y la santidad.
\Teamos en qué sentido afirmo yo esto.
Empiece usted por concederme, pues no
PUc..'Lle l111'l1 uS \k haccdv, que luJo el que

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ISO L A META FÍSICA Y LA POEsíA

se proponga ser santo, ser modelo de


Yirtud ó ser gran a r tista ó poeta, p ara
sacar de ello provecho, para hacer se
rico ó par a ganar nombradía, poder ó
influjo, bastardea y avillana su inspira-
ción ó su vocación, y aun puede llegar á
esterilizarlas ó á destr uirlas.
Piénselo usted bien: el propósito de
utilizar tan altas facultades acaba con
ellas. Mien tras más alta es la facultad,
más se opone á que se la emplee en fin
provechoso para el que la posee y la ejer-
ce . Un santo lo es, ó se propone serlo,
por amor de la misma santidad, ó por
amor de Dios, que es la santidad en per-
sona. Todo fin que esté fuera de la santi-
uad, la rebaja, si no la aniquila. "\.Ican-
zar la vida eterna es fin ultramundano :r
elevadísimo: la calificación de útil humi-
lla tal fin: :r con todo, tal fin, aunque no
invalide la santidad, bien puede asegu-
r arse, sin temor de caer en hel-ejía, que
la amengua bastante. El que es santo por
tal fin, es menos santo que el que dice ú
Dios:
<<..\unquc no hubiera dejo, yo le amara;
y aunque no hubiera infierno, te lemiera. '"

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I

L A METAFtSICA y LA PO EStA ISI

V, por otra parte , el a fá n de la pr opia


salvación puede torcer se y co nv er tirse
en el egoísmo m ás m onstruoso , como le
sucede al Condellado por desconfiad o, de
l.
Tirso.
Con la sabiduría especulati\' a sucede
I
lo propio . El sabio no se propone sacar
de ella provecho. Si se lo propone, estoy
por afi r mar que dcja de ser sabio. Cuan-
do Dios dió á elegir á Salomón entre l~
sabiduría y la riq ueza, y Salomón optó
por la sabiduría, hemos de s up on er que
lo hizo candorosame nte . Si lo hubiera
hecho calculando que Dios, á más de ha-
cerle sabio, iba á hacerle rico, s e hubie r a
fingido desinteresado, no siéndolo, y hu-
biera tratado de engañar á Dios. Cristo
nos enseñ<í, en el Sermón de la Montaña,
que debemos pedirle el r eino de los cie·
los, sin preocuparnos de lo demás, que
se nos dará por añadidura; pero , franca-
mente, si le pedimos dicho reino, disimu-
lando nuestro deseo de la añadidura y
contando por 10 pronto con ella , sere mos
unos galopines y trataremos de engañar
á Cristo.
L os Fúcares y los Rothschild no sé yo

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r82 L A METAFísrCA y LA I'OESÜ

si fueron ó Son sabios especulati \-os muy


profundos; p ero sé que 110 ganaron por
serlo los dineros que tu vieron ó que tie-
r;en. L o más que yo puedo conceder es
que la cie ncia especulati nI. ni quita ni
pone á ta les provechos ó utilidades. Po -
sible es que, siendo opulento banquero.
sea alguien maravilloso sabio como Kant,
que vivía pobremente de sus lecciones,
ó com o Espinoza, que pulía vidrios. Pero
s i me dijesen que a lguien era gran sabio
especulat ivo y gran banquero á la vez, y
que aplicaba su sabiduría especula ti va á
los negocios de la banca y de la Bolsa,
ni como aficionado á la sabiduría daría
yo crédito á su enseilanza, ni, si por di-
cha im'erOsí nnl tuviese yo fundos que
colocar, se los confiaría <l él, pues per-
dería para mí lodo su crédito como b:ln-
quera.
En la poesía aún es más c\-idcnte la in.
utilidad para el poeta. Una \ -('2 acudió él
mí, pidiéndome socorro, cierto jo\'en que
hace versos y no tiene Con qué vivir.
"Ser án malos mís versos, me dijo humil-
demente, .r por eso no me los pagan .., y
yo, no por confortarle, sino porque así

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LA METAFfsICA y LA POEsfA 183
I

lo entiendo,le contesté: "Ko, amigo mío;


aunque sus versos de us ted fuesen tan
her mosos como los de P índaro, aqueja-
r ía á usted la misma necesida d. A caso
ésta subiría de punto en r azón dir ecta
de la mayo r excelen cia de los versos,
que, mienLras más yalier an, ser ían me-
nos entendidos y estimados del vulgo.
Yo rlO creo á usted ma l poeta porque no
le pagan sus versos . Sólo le creer é mal
poeta si los escribe con el propósito de
que se los paguen .. ,
Esto le dije yo, aunque, por no entris-
tecerle ó enojarle, me callé otra cosa que
pensaba; es á saber : que el mero propó-
sito de ganar la "ida con la poesía no es
sólo uelitu de lesa poesía, sino indicio de
que no está en su cabal juicio quien le
forma. Tal vez en algún ral"Ísimo mo-
mento histórico, en algún caso muy ex-
cepcional, hubo un pueblo de gusto ex-
quisito, y que se valía de esclavos para
todos los menesteres mecánicos, enquien
se hubo de despertar y de educar el r ec-
to sentir de la hermosura hasta el inaudi-
to extremo de aplaudir en los juegos
olímpicos á Pindaro y á Corina. T al v ez)

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r 84 LA METAFÍSICA Y LA POEsíA

y muy de tar de en tarde, ha habido al-


g-ún príncipe ó tir ano elegante, como
:\lecenas, el duque de ",",'eimar, PericIes
ó Mahamud de Gasna, que han favoreci-
do y encumbrado á los buenos poetas.
Pero en nada de esto debemos fiarnos
ni poner la menor esper anza . Esto casi
nunca ocurre, y además está sujeto á
multitud de percances y quiebras. De
aquí que Alfieri, en el precioso libro que
compuso, titulado Del PrínciPe J' dt! las
letr(lS, amoneste al poeta y al filósofo
para que poeticen y filosofen, á fin de ha-
llar la verdad ó de crear ó dar forma sen-
sible ,1 la beIleza,induciéndolos, para que
vivan más ó menos holgadamente, si no
tienen beneficio ó rentas, ü tomar oficio.
¿Qué poeta en el dia, y sobre todo en
nuestra patria , querrá trata r seriamente
de hacerse pagar porque le oigan, cuan-
do por el deleite de ser oído será él capaz
de pagar, si tiene con qué? Y esto, sobre
poco más ó menos, acontece en todas
partes. Leopardi nos ha dejado escrito
un muy donoso discurso-proyecto, fun-
dando una asociación de oyentes, y, en
mi sentir, demostrando que esta asocia-

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LA METAFíSICA Y LA POEsfA ¡ 8S

ción, bien organizada , ganaría g r uesas


cantidades con s6lo prestarse á es c uchar
con atenta benev olencia á los que q uisie -
s~n recitarle sus composiciones.
E n la poesia, confiéselo usted , señor don
Ramón, no hay lucro para el poeta, sal"o
en ex.tr aordinarios Y poquísimos casoS.
Ni se me diga que el poeta halla s u re-
compensa en la gloria. L a gloria, si acu-
tIe, acude por casualidad, 6 tarde.
Becquer, por ejemplo, no murió s6lo
poco menoS que en la miseria, sino en la
oscuridad también . Hasta después de su
muerte la fama no ha lleyado y ensalzado
su nombre por el mundo, y esto gracias
á su tocayo de usted, Correa. Sin Correa,
pocos sabrían hoy quién fué Becquer.
La fama póstuma, además, es muy in-
segura, vana Y disputada. Es insegura,
¡Jorque el mal gusto ó la indiferencia de
una nación para la buena ¡Joesia puede
durar , y aun ser mayor que en vida ,
después de la muerte del poeta . En este
caso, no tendrá fama póstuma. Es vana,
porque el que no fué entendido ni apre-
ciado por el vulgo cuando vivió, menos
lo será en otra edad, en otro medio am-

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r 86 LA METAFtSICA y LA POEsfA
~~
biente, y cuando para penetrar en su es-
píritu se r eq uieren esfuerzos de segunda
vista r etrospectiva, y comprender la épo-
ca, el estado social y la gente en que r
para q uien el poeta cantaba. l(esUIta, por
10 tanto, q ue hasta el más glo rioso poe-
ta, v. g r. , Vi rgilio, limite su gloria ti que
Suene Su nombre en muchos labios, por-
que le aprenda la gente de oirle á los
críticos y er uditos; pero casi nadie lee
las Geórgicas, y el que se atre\'e ,1 em-
prender su lectura se aburre ti escape, y
toma una novela de Zola 6 de Daudet.
L a fama póstuma es, por último, muy
disputada. Con frecuencia depende de la
moda ó del capricho de los criticos. Shak-
speare era un bárbaro, en opinión de
l\Ioratín. Para Emerson ó para 'Víctor
Hugo es el más prodigioso de los genios;
Un Ser muy Superior al resto de los otros
seres humanos.
Usted mismo demuestra como nadie 10
indeciso, lo disputado de la g loria p6stu-
ma de los poetas. Desde Quevedo hasta
la aparición del romanticismo, afirma
us ted que no ha habido poetas en España,
ni se ha escrito un solo verso bueno.

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I

LA METAFÍSICA Y LA POEsfA 187

Prescindo de la contradiccIón Y hasta de


la aparente blasfemia en que usted in cu-
rre, al sostener , creyendo muy útil la
poesía, que Dios es tan cruel con esta
nación , grande, aunque decaída, que la
pri va de poetas por espacio de doscien-
tos años. De lo que no prescindo es del
feroz desenfado con que arroja usted ig-
nominiosamente del Parnaso español á
~Ieléndez, á Fr . Diego Gonzá1ez, á Arria-
za, ú Lista, á :"llora , á Gallego, á Yargas
I Ponee, á los dos ~Ioratines. á Maury, ú
D. Ramón de la Cruz, á Quintana y á
tantos otros.
Por lo que dejo expuesto queda demos-
trado cuán inútil es la poesía para los
I poetas mismos. A los citados, poco 6
nada les yalió en .. ida; y hasta el título
de poetas se les niega en muerte, y n o
por un profano ignorante, sino por un
cofrade ilustre.
Harto sé que se me podrá objetar con
aquello de Zorrilla:
"El poeta, en su misión
Sobre la tierra que habita,
Es una planta maldita
Con frutos de bendición.»

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188 r.A METAFtSICA y LA POEsfA

~~-~-~--~-
Esto es : para el poe ta no será útil I~
poesía, pero es utilísima para [os hom-
bres en gene ral.
Aseguro á usted, y con dolor lo digo,
que yo miro en torno, y apenas veo ho m-
bre ni m ujer á quien la poesía importe
un bledo, ni la recuerde para nada. ¿Cómo
han de ser Sus frutos frutos de bendición ,
cuando pocas personas saben cuáles Son
y dónde están esos frutos sazonados?
Desde Que\'edo hasta los románticos, se-
gún usted, no h ubo cosecha. Luego los
hombres, ó no los echaron de menos, ó
se Contentaron con frutos falsos :r con-
trahechos. España, como si tal cosa, se
pasó dos siglos sin poesía.
Eso que usted cuenta de que Clarín ha
dicho que usted y yo parecemos tontos ó
lo somos , debe de consistir en nuestro
empeño de poner á la poesía dentro del
predicamento de la utilidad, estimándo-
la en más ó en menos según es más ó
menos útil. Xo s6lo la poesía, sino otras
mil cosas que no valen tanto , están tam-
bién por cima de toda utilidad, y por la
utilidad ni se miden ni se e\-alúan . ¿Qué
uti lidad tuvo la hermosa Elena? L ejos

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LA METAFfsICA y LA POEsí A J 89

¡
:, de ser ú til , rué mu y d añina, p orque cau-
só la guerr a de T r oya, la muerte de m i-
lares de h éroes y la d estr ucción é in cen-
dio d e la ciudad de P r iamo. Y, sin embar-
go, ¿cómo negar que Elena era hermosa,
y que es soberano dón la hermosura?
Con la hermosura sucede 10 mismo que
\ con la poesía: se deslustra en el instan te
en que tratamos de utilizarla. Figúrese
usted una dama hermosa, que, á fin de
no inutilizar esa alta prenda, la emplease
en proporcionarse, aunque fuese un ogro,
un marido rico, Ó traficase con ella ¡;or
es.tilo menos sacramental y correcto:
¿daría así esta dama mayor valor á su
hermosura?
Xuestra polémica es como si versase
sobre la utilidad de los ga rbanzos, com-
parada con la de las perlas. Claro está
que una perla mediana vale müs que mu -
chísimas ranegas de garbanzos; pero la
perla no sin-e para nada, y los garban-
zos se echan en el puchero ó se guisan
en potaje, que alim enta muy bien. Los
garbanzos, ac1em,'is, no pueden falsificar-
1 sc, y las perlas sí. Lsted afirma que du-
ranle dus siglos YÍ\-ieron los cspañolcs

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19 0 LA METAFtsrcA y LA POESÍA

de poesía falsa , y muchos de los lector es


de usted le cr eerán. P ero dígales uste d
qu e ú vier on de garbanzos falsos, y no le
cr eerá nadie. A los no inteligentes, y Son
los más, el mismo efecto les produce
cualquier pelotilla de cera y vidrio que
la perla más luc iente de Ceylán. Fácil,
muy fácil es engaiiarlos; pero, ¿á quién,
por tonto que sea, le engañará usted en
punto á gar banzos? Xi los loros se deja-
rán engañar. Todos los garbanzos que
comemos ahora, son verdaderos garban-
zos, y no habrú critico, por üspero que
sea, que en las edades futuras se atreva
,
á negarlo; pero sí podrá negar que se"an
verdad eras perlas las de todos 103 colla-
res que se lucen en el Teatro Real yen
los bailes de .Madrid; y aun puede que se
atre'-a á negar que sea yerdadera poe-
sía toda la poesía de que hoy hacemos
gala .
¿Cómprende usted ya en qué sentido
sostengo yo que la verdadera poesía es
inútil? Es inútil, porque está por fuera
y por cima de toda utilidad; porque se
.l c \-anta, .independiente de provechos,
lucros y \"en lajas, á Ulla esfera donde

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L A METAFíSICA Y LA POEsíA 19 1

r ara vez lle ga el v ulgo de los mor-


tales.
Quiero que conste a quí , para ser con-
secuente conmigo mismo, que disto infi-
nito de ser pesimista. co mo L eopar di, y
que, á fin de sostener mi tesis , no voy
hasta el extremo que va él e n su trata-
dito sob r e la gloria. El público se enga-
ña menoS de lo qu e pudiera creerse, dad a
s u ceguedad, y á veces dispensa la glo-
ria co n justicia. E n España se nota esto
desde la época del roma nticismo , y n o
por e l r omanticismo , sino porque su apa-
, rición coincidió con el renacimiento de
1:1 libertad y con el despertar, en nues-
tra nación, de más altas energías inte-
lectuales. En esto he de confesar á us-
ted que, desde que empezó el segundo
tercio de este siglo, lle\'amos ventaja a l
período histórico que ya desde la muer-
te de Quevedo hasta el año de 18 34. Has-
ta Quintana Y Gallego son más estima-
dos, se hacen mús populares y gloriosos,
después de ¡S31, que cuando escribían la
admirable EL(;~ ía del DJS de Mayo, y la
magnílica uda a l leyanumienlo de Es-
palla cunlr.llus francc"eS. Entonces eran

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19 2 LA METAFÍSICA Y LA POEsíA

más populares y mejor comprendidos


por la generalidad Gerar do L obo, Mon-
to r o y el cura de F r uime. En balde ex-
clama Quinta na :

«Desenterrad la lira de Tineo»;

sus yersos no valieron, como los dellíri-


co de Grecia, para excitar en la pelea ti
los guerreros patriotas . .'\1ás valieron co-
pIas pedestres y ramplonas y cancionci-
I1;:¡s vulgares, que aún he oído yo recitar
y cantar Ü ciertas tías mías, ya YÍejas
hace cuarenta años, que nunca Supieron
un solo verso de Quintana, y que hasta
ignoraban que tal sujeto hubiera flore-
cido.
Lo dicho - bueno es apuntarlo aquí ,
aunque sea entre paréntesis-corrobora
mi opinión sobre la inutilidad de la buena
poesía. Es evidente que la de Quintana,
cual mágico y sobrenatural conjuro, lo-
g r ó que el Tajo se desbocase desde
Aranjuez, y

«Pre,-ipilase al mar sus rubi.1S onuas,


niciendo: ya aLab,1fon-los tiranos;')

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LA METAFíS ICA Y LA POESÍA 193

y logró hacer surgir evoca dos á los hé- I


r oes muertos:
I

«Su d ivin a frente


lI!ostra r Gonzalo en la imperial Granada;
Biandir al Cid su centellantc espada;
y allá sobre los altos Pirineos
Del hijo de lirnena
An imarse los m iembros giganteos;,»

p ero más ev iden te es aún que todo este


r audal de entusiasmo no inl1uy ó 10 más
m ínimo en las huestes vh 'as que pelea-
ban por la independencia, las cuales no
oyeron el canto de l poeta, ó le oyeron
como quien oye llover .
E l poeta no fué inspirador de aquel en-
t usiasmo, sino inspirado por éL Le turnó
como asunto y como esencia de su can-
to, y creó una inmortal ob r a de ar te, en
q ue le transmitió á las edades futuras.
Yo , aunque no sea poeta , soy aficiona-
tlisirno á la poesía, y no tiro á denigrar-
la: quiero hacer su elogio ; pero no debo ,
par a hacerle, apartarme un ápice de la
verdad. L os buenos versos me enca nta n.
Bien sabe usted que los de usted son de
I 1:1

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194 LA METAFíSICA Y LA P OEsfA

los q ue m á s g usto yo entre to d os los que


ahor a s e componen. L os h e celebrado
con sin ceridad y con calor , Co mo he po-
dido , y uste d no ha qued a do descontento
de mí , ya q ue en la edición de París de
s us obr as poéticas mi crítica \-a como
prólogo . H e ex tra ñado, y h e sentido p or
consiguiente, que califi que usted na da
menos que d e ataque per son al el que d i-
j ese y::> de r efi lón , ó po r incidencia, que
en los Pequeiios poem as abundan los t i -
quismiquis fi lúsóficos y arclzisent ¿men-
ta les . ¿Qué ofensa hay en esto con tra el
ingenio p oético de usted? A mí los dis-
creteos, las sutilezas, la graciosa y ale-
gre melanc olía de usted , s u hu morismo ,
sus dudas y sus creencias, todo me par e-
ce delicioso, y n o 10 censu r o. y com o us-
ted lo sabe, considero lo del ataque per-
::lonal una b r oma de usted.
Lo que no es broma es mi repugnancia
á creer, á pesar de todo mi amor á los
ve rsos, en la virtud docente de l os ver-
sos, y en que por ellos se abran ni se ha-
yan abierto Il11C"l'OS senderos á la erraN-
le hUlJlanidad. Tal vez l.!SlO pudo s(;r y
fué en las primera~ edades de:l mundo,

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LA METAl' t SICA y J. ,\ P OEsíA 19S

cua ndo co mo r ecurso mne mot écnico se


a pel ab a al ritmo, por s er rar os los libros,
y por que pocos hombr es sabían es cribir
y leer; pero en el día , y d esd e hace si-
g los, están m uy mudadas las cosas. Es
cier to que las sibilas y las pitonisas d ic-
tab an en verso sus orá culos ; pero estos
v ersos solían ser detestables, y 10 que en
ellos s e enseñaba n a da valía tampoco .
S iempre que se ha e nseiía do algo d e
muy importante á todo el linaje humano,
se h a enseñado en p rosa . Mo isés todo lo
dijo en prosa. Sakiamuni y Mahoma no
versificaron . Y cuanto tenemos que pe-
dir á Dios y cuanto de El debemos espe-
r ar, nos lo declaró Cristo en prosa en el
Sermón de la Montaña. ¿Cómo he de cen-
surar y o que un valiente poeta ponga en
v ers o el P adrenuestro y las Bienaven-
tu r anzas , y hasta toda la Biblia? Pero
con el artificio y el primor del metro y de
la r ima per derán autoridad aquellos di-
v inos documentos: serán, si se quiere , la
más linda y h echicera obra de ar te; p ero
no una d e las bases en que se sostiene y
una de las loctrinas que informa n la ci-
vilización europea.

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1 96 LA MET AF tSICA y L A J> OEStA

Cla r o se ve , p ues, que el valor estéti-


co de la p oesía n o se tasa p or s u u tilida d ,
aun mira da la u tilidad en el más alto sen -
ti do d e la moralidad y de la enseñanza .
S i tomásemos por lo serio la poesía do-
cente y m oralizador a , sería menester se-
guir á P la tón y expulsar de n uestra r e-
p ública á los poetas. L os poetas, más
q ue guía de los hombres , so n en s us ver-
sos el t rasun to exagerado de las pasio-
nes, de los extra víos y de las preocupa -
ciones d e la edad en que viven. Los grie-
gos y los latinos y casi todos los maho -
metanos, persas y árabes, can tan.amo r es
nefandos . Hasta el delicadísimo Virgilio
cae en esta abominación e n s u Égloga II.
Los anacreónticos y báquicos, muy á la
m oda en todas las edad es, r e comiendan
la holganza, y no cesan de aconsejar que
se pa se la vida con muj e res y en borra-
cheras. ¡Buena estaría la sociedad si si -
guiésemos tales consej os! La mayoría de
nuestros más sev er os y católicos poetas
del siglo XVII p ecan por los más opues-
tos extremos en punto á matrimonio.
Para Ca lde rón, por ejemplo, es el mo-
cielo de la hidalguía el marido q ll e mal a

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LA METAFíSI CA Y LA P OEsí A 197

á su mujer cua ndo sospecha que le en-


gaña. Par a li mpiar se la mancha de su-
frido, debe, seg ún Calder ón, echarse en-
cima la de asesino ale voso . L eye ndo á
Calderón, nos pasmaríamos de la tr e-
menda se veridad de las costumbr es de
aquel siglo y del recato de las damas y
de 10 vidrioso de los gala nes en puntos
de honra, si Quevedo no nos dijese á ca-
da paso que Diego Moreno, que nunca
dijo ni malo ni bueno, era un Tetra r ca
comparado á la mayoría de los mar idos
de su tiempo, los cuales
«Toman mujercs ya por granjería,
Como toman agujas y altiJercs:»

las venden sin tasa , y se burlan de quien


les pone los cuernos,
"Con tal de que les ponga casa y mesa,
y en la mesa caponcs y perdices.»

Shakspear e no aplaude á Otelo, pero


Calderón ensalza á los maridos parrici-
das, mientras que nos dice Quevedo de
otr o que

«Hizo un milagro, y fué no 5el' r~'fludo.»

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198 LA METAFíSICA Y LA POEStA

¿Qué concepto bistór ico bemos de fo r-


mar, ni qué doctrina mor .::l b emos de in-
feri r de todo ello?
Cal der ón, á veces, dice frases bellísi-
mas . ¿Y cómo no , si era gran poeta? P or
ejemplo, hablando de la Cru z:

«El madero soberano,


Iris de paz, que Dios puso
Entre las iras del ciclo
y los pecados del mundo.»

Así nos inspira santa confianza en el


signo de nuestra r edención y en la infi-
nita misericordia del Altísimo . Pero jus-
to es confesar que algo malea y pcn'ier-
te esta confianza la enorme cantidad de
crímenes, de borrares y de Yicios con
q ue, en nuestro antiguo teatro, se man-
chan los personajes, que por devoción á
la Cruz ó por rezar fervorosamente el
Rosario, se ,an al cielo, como suele de-
cirse, calzados y vestidos.
El fanatismo y la intolerancia religio-
sa sería fácil probar que están encomia-
dos y sobrexcitados en nuestro antiguo
teatr o.

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L A METAFíSICA Y LA POEsfA 199

Bellísimo es a quello de

«Al Rey la hacienda y la vida


Se han de dar; pero el honor
E s patrimonio del alm a,
y el alma sólo es de Dios .»

~I aravillos a Y enérgicamente a firma


aquí el poeta nuestr o deber r especto á
la p atria, á la sociedad ó al Estado , r e -
p resentados por el R ey, á par que deja
apar te, no sometidos, exentos de toda
l ey, libr es é independ ientes, los que , en
la m oderna fraseología , lla mar íamos de -
r echos individuales. P ero, ¿qué idea t a n
absurda no fo r ma n á veces nuestr os dra-
má ticos de esos derechos indi\-idua les y
d e ese honor en que se c ifran? Sirva de
ejemplo Sancho Ortiz de las Roelas, que ,
si b ien cara á car a y en buena lid, m ata
á su mejor amigo, al hermano de la muo
j e r querida, sólo porque al Rey se le a n-
t oj adecirle:
«A quien muerte habéis de dar
Es, Sancho, á Bustos T a vcra.»

C onvengamos en que esto es conver-


tir a l caballero en b r av o ó m atón ab omi-

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200 LA METAFÍSICA Y LA I'OF.SfA

nabIe. Desde su pun to de vista , algu na


r azón tenía Moratín par a decir de los hé .
r oes de nuestro antiguo t eatro,

«T odos jaq ucs, ninguno caballero


Como mi patria los miró algún dia;
No es más q uc un mentecato pendenciero
El gran Cortés.»

y digo que Moratín tenía algu na r azó n


desde su punto de vista , aunque no la
tiene desde el mío, porque Moratin , co-
mo usted , creía que el tea tro había de
ser útil, y cada drama una lección moral.
Yo, que no creo tal cosa, gusto mucho
del drama de S a ncho Ortiz, y disculpo y
aun aplaudo al p oe ta. Basta que pinte
con arte y con inspiració n los lances y
catástrofes que ocur r en ó pueden ocu-
rrir , en determinada época, y los conflic-
tos que surgen de determinadas ideas y
creencias. Suponiendo que Sancho Ortiz
creía que el Reyes señor absoluto de
todo, y que se le debe obe decer como á
Dios, Sancho Ortiz hizo muy bi en en ma-
ta r á su futuro cuñado, po r mucho que
es to le afligiese . Lo único que para mí
queda en duda es la posibilidad de que ,

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LA ~fETAFfSICA y LA P OEsf A 20 1

desd e hace quinientos ó seiscientos años,


hay a podido haber una sola perso na hon-
rad a , de cen te y en su cabal juicio, que
se crea obligada á matar ;i alg uien, si no
hay gu er ra, s610 porque el ·R ey se 10 or-
dene.
En suma, sería cuento d e nunca aca-
bar ir citando po esías para demostra r
qu e la belleza estética, fuerza es confe-
sarlo , no depende de lo ú til, ni de lo m o-
ral, ni de lo honesto . C asi t odos los clá-
sicos, griegos y latinos, están cuajados
de horr ibles impur ezas. El cristiano poe-
ta Ludo\' ico Ariosto , como le llamaba
Cervantes, llega al colmo de lo inmor al
)" desvergonzado en el Jocondo y en E l
Perro precioso. T al vez no derrame más
gracia, más sal , ni m ás riqueza de ima-
ginación V oltaire, en todos sus demás
versos, que las que adornan el infame
poema en que cubr e de cieno á la virgen
heroína, gloria de su patria. Lafontaine
es t an poeta 6 más p oeta que en las fábu-
las, en sus obscenos cuentecillos.
E n la edad presente, los poetas, lejos
de e nmendarse , han pecado más aún. E n
n uestra Península, los mejor es han sido

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20 2 LA METAFíSICA Y LA POESÍA

los más escandalosos. Extraiía morali-


dad, pongo por caso, la de los versos de
E spr onceda á J arifa . Garre t, en F olhas
caídas , nos pinta con vivos colores todas
las lascivi as, deleites , torm en tos y mis -
terios eróticos de sus relaciones crimi-
nales.
En Francia, la verdura de Be rang er
es para aturdir al más despr eoc up ado.
T odo es to, n o obsta nte , es salud able y
varonil, físicamen te al men os. C uando
n os volvemos á los poetas algo metafísi-
cos, ento nces si que es necesario hacer-
se cruces y taparse los oídos ó cerra r
los oj os. ¿Qué deli rio, qué blasfemia , q ué
impiedad no han cantado ? ¿Cómo negar
que hay algo del enfermizo, y del demen-
te , y del ener g úmeno en cada uno de los
poetas novísimos, sob r e todo si son satd-
nicos, ó decadentes, ó n euróticos, según
ellos mis mos se apellidan? Leop ardi r e-
niega de Dios, y le niega , ó le insulta, 6
le desprecia, llamándole f eo p oder que
impera oculto p ara común dafio/ Ca r-
ducci entona epinicios á Satanás; Bau-
delaire escribe letanías al demonio; R ol-
linat apare ce más l oco y más endiablado

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LA METAFfsICA y LA POEsf A 203

aú n; y ahora, fres quito, a caba de surg ir


otro poeta, llamado Mae terlink, que
ech a la zanca dilla á t odos, porque cada
uno de sus vel-sos es una pes a dilla de fie-
bre infecta, suscitada por las Furias.
Y o, s eñor don R amón, tengo la manga
ancha; soy entusiasta de la poesía, y ha-
go la v ista gorda, de ordinario. Si hoy,
por extraordinario, m é muestro severo,
es porque us ted me obliga á busca r lo
útil de la poesía , y á poner e n la utilidad
su excelencia .
P er o si desistimos de este co nato sim-
ple de ponderar la poesía y de esta ma-
n era estr echa ynüop e de mirarla , t odo se
justifica, todo no s parece bien , y , aun-
que seamos u nos Catones cristianos, lo
p one mos en salvo tuda.
Dios, sin duda , ha creado el Universo,
y ha compuesto así el mas asomb r oso poe-
ma que podemos imaginar. Hace miles
de años que noso tr os, los hombres, le

- leemos , le contemplamos y le estudia-


mos, admirándole sin compr enderle . No
acer tamos á juzgar le con fundamento,
p orque no sabemos cómo empieza ni có-
mo acaba; ni entendemos su principio,

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2 0,~ LA METAFíSICA V LA POEsíA

ni columbramos su término , des enlace y


·prop Ósito .
Por un la do figuramos en el poema y
contrib uímos á la acción , como persona -
j es de mayor ó de m enor impo r tancia,
que éste no es p unto par a dilucida do aquí
de paso; y por otro la do, Somos el públi-
co , ó parte del público (suponiendo que
hay otr as inteligencias en otros astr os)
que lee y de letrea e l poe ma, y procura
entenderle y apreciar le . Hay, pues , dos
funciones principales en n uestra yida:
la prác tica, cuando personajes del poe-
ma tomamos par te, aunque sea mínima,
en su acción , y la teórica, cuando somos
público que le contempla mos.
y esta contemp lación no es ana ni
estéril. Xo es vana, porque no se conci-
be que el g rande Autor compusiese obra
tan es tupenda si no contase con criatu-
ras inteligentes que, según sus grados y
fuerzas, la estudiasen y a dmirasen. y no
es estéril, por que cada una de esas cria-
turas que contemplan la obra tiene , en
pequ eño, semejanza con el entendimien-
to del Autor, y se siente irr esistiblemen-
te impulsada á imitarle. De aqu í que de

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LA METAFfs l CA y L A POEsíA 2° 5

las impresiones que cada cual re cibe ,


forma cada cu al un concepto adecuado á
su capacidad , Y luego lo ordena todo, y
así cr ea á su v ez, r eme dando al Sobera-
no Artífice , un Univer so ideal. Y cuando
le reviste de fo rma sensible por medio
de la palabr a , m ás briosa. sonante y be-
lla con el ritm o, tenemos 10 que se llam a
la poesía.
Explicada la p oesía p or m e dio de esta
hipótesis, no se presenta á nuestr a men-
te ni como útil ni como inútil, sino como
inevitable Y perpetua, m ientras el mun-
do sea m undo, y mientras haya entendi-
miento q ue en parte ó en todo le refleje
y le conciba. Esta im:lg en , pr oyectada
f uer a de sí por el entendimiento, será ia
poesia, y el entendimiento ser á el poeta
en su más alta significación.
Siempre hubo , pues, Y hay y habrá poe-
sía . La mejor será la que r efleje con ver-
dad y exactitud lo que se ve con los ojos

- del cuerpo y con los ojos del alma, y la


que halle en el alma de quien la crée, bas-
tante calor amoroso para encender, ilumi-
nar y llenar de vida i nmortal ese r eflejo.
El hombre que logre esLu por estilv

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20 6 LA METAFÍSICA V T_A P OESÍA

eminente, ser á , como dice Enrique R ei-


n e, poeta por la g racia de Dios; s ober a-
no ir r espons able y a bsoluto. No hay que
pedirle cuenta de na da . A un Dios no se
le pide cuenta. El público p odrá matar-
le, per o no juzgar le.
Ya ve usted que yo me exalto y me de-
j o a r rebatar, y sigo á R ei ne, cuando se
tr ata de los g r andes genios; pero ¿có mo
h e de n egar y o que hay m uch os poetas
amenos, agt-adables, chistosos, elegan-
tes ó inspirados, sin s er esos genios de
pri mera magnitud? ¿Cómo he de adop tar
yo la extraordinaria opinión de usted,
considerando útil la poesía y sUponiendo
en seguida que cada mil años, ~í lo más ,.
hay un verdader o poeta?
No , señor; siempre hay poetas en abun-
dancia , y nunca faltan algunos que me-
recen calificarse de buenos. Yen nues.
t ra edad los líricos Son en mayor núme-
ro y mejores que en otras edades. Nos
podemos permitir mayor lujo. Vivimos
con más desahogo. No te nemos que afa-
narnos tanto en la vida p ráctica. y nos
queJan más vagar y holganza para la
cOlltem placiúu.

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LA METAFíSIC A Y LA PO ES f A 207

C ua ndo yo muchacho, allá en Náp oles,


ve nía á c ortarme el p elo y á p einarme
un peluqu ero Y b arb ero muy divertido y
dich ar ach ero , que m e hacía reir con sus
chistes y buenas ocurr encias. 'lió un día
sobre n n v ela dor de m i cuarto La D ivi-
na Com edia; la hojeó , enarcó las cejas
pasmado de tant o v er so, Y exclamó con
sencillez, r efir iéndos e al Dante: Qltcsto
signor e non aveva ll ie1lte da fa re! Para
él la ociosidad no era sólo m a dre de los
v icios, sino también madr e de la poesía .
R especto á la poesía, hasta don de 10
per miten mis cor tos alca nces, me par ece
que dejo dilucidada la cuestión. Ahora
diré algo, para terminar, de 10 tocante
á la me tafísica.
Usted está muy en ojado contr a los ma-
terialistas Y positivistas del Ateneo (no
R evista, sino socie dad) , Y aprovecha la
ocasión para fulm inar contra ellos sus
anatemas . Pero ninguno de esos a nate-
mas puede caer sobre mí; ni, perdone
usted que se 10 diga, da fuerza á la tesis
que en nuestra cuntroversia usted de-
tiende. Ddi.<.:nde usted e n general, lo útil,
lu provechuso de la metalísica; y se ex-

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208 LA METAf'[SICA y LA POESÍA

trema impugnando y fus tigando Una sin-


gular me tafísica , la de Haeckel, no ya
como inútil, sino como no civa. Pues que,
¿impug na usted en Hae ckel hechos, ob-
ser\aciones, experie ncias, datos r euni.
dos por él, pa r a el progr eso de la biolo-
gía ó de otras ciencias natur ales? Sada
de eso: lo que usted impug na es el sis te-
ma, la teor ía total, el concepto q ue él
for ma del Universo enter o, del ser, de la
vida, de su desa rrollo , de Sus causas y
de su término . \ ' a usted, pues, si no con-
tra toda la metafís ica , contra cierta me-
tafísica determ inada. y como además se
infiere que usted no acep ta como doctri-
na sana sino la que afirma .r enseña la
inmortalida d del alma, la libertad del
ho mbre y la p ersonalidad de Dios, resul-
ta que para usted es doctrina insana, en
vez de ser útil, la de aquellos que niegan
implícita ó explícitamente todo esto. En
esta cuen ta entran , si no me equivoco,
Espinoza, SChelIlng, Fieh te, Hegel, Sehu-
penhauer, en una palabra, todos los pan-
teístas, materialistas, ateístas, etc ., etc .
Lueg'o, defendiendo usted la utilidad de
la metafísica .r de lus metafísicos, ape-

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LA METAFíSICA Y LA POEsfA 209

n as deja títere con cabeza ni metafísico


con vida, ni metafísica que no sea insa-
na , salvo una singular metafísica, orto-
doxa, digámoslo así, ó que usted preco-
niza de ortodoxa, porque no es esta la
cuestión, ni yo tengo necesidad de de-
clararme aquí en favo r de una metafísi-
ca y en contra de otra. Básteme dejar
ve r á las claras que usted no considera
sana, ni úti l, ni buena toda metafísica,
sino una sola metafísica, en con tra de
otras muchas metafísicas que hay ó que
puede haber, y que son par a usted, más
apasionado y vehemente que yo, insa-
nas, Íllsu[ribles y perversas, en vez de
ser útiles.
Liberal, partidario del libre examen y
aficionado á las discusiones, de seguro
que usted, aunque pudiera, no imita-
ría al despótico emperador justiniano,
arrojando de su imperio á los filóso -
fos; pero, salvo aquellos que creyesen,
como usted, en un Dios personal, en la
otra vida, etc. , etc., á todos los tendría
usted , ó los tiene, por perniciosos y vi-
tandos.
K o azuza usted á la policía ni á los es-
a

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¿lO LA METAFíSIcA y l. A PORsfA

birros , pero anima y es timula él don An-


tonio " al buena pa r a q ue sa lga á campa-
ña contr a ellos, en v ez de escribir r ipios
aristocr á licos y ripios aca démicos.
Estas contradicciones en que usted in-
curre nace n del error que tiene usted
sobre la poesía , y que sobr e la metafísica
se repite; es á saber: de ver ó de b uscar
en ella una utilida d s(,cial, polí tica y ca-
sera, ya que para us ted has ta en el plan-
chado de las camisas, en el arte de coci-
na, y sobre todo e n el arte de medr ar,
de obtener buenos empleos y de asistir
á banquetes principescos, interviene la
metafísica.
Claro está que, entendidas las cosas de
cierto modo, nada hay en que la metafí-
sica no intervenga.
Seamos ortodoxos. Cr eamos que hay
un Dios personal, providente y sabio,
que lo llena :r penetr a todo; para quien
lo presente, lo pasado T lo por yenir no
se sllceden, porque \-ive en la eternidad,
y para quien las causas y los efectos se
enlazan, no por mero capricho, sino COIl
sujeción á leyes inalterables:r á prescri-
tos mandatos, dictados desde la eterni-

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LA ~IET AFfsIC A y LA POEsfA 2 [[

dad . E vid ente es que, con esta hipótesis ,


10 mismo la apari ció n de mil nu evos so-
les en el espacio ingente , qu e la destruc-
ción de u n imper io poder oso en nuestr o
planeta, que el desprenderse de la hjgue-
r a que crece en nuestr o co rral una bre-
\'a madur a , que la caída de un cabello de
la cabeza del último pordiosero, to d o es-
tá previsto, todo es tá ordenado, todo es-
tá s ujeto á la oluntad de Dios, la cual
no puede menos de hallarse en perfecto
acuerdo con su sabiduría. S i á esto lla-
m amos metafísica, no seré y o quien nie-
gue que hasta lo bien almidonado de una
pechera y un almuerzo exquisito en casa
de nuestro amigo Cánovas , :r todas las
cesantías y todos los t urrones , estén en
relación con la metafísica y dependan
de ella .
Pero yo digo y sostengo que hay u na
legitima é inextingu ible aspiración e n el
hombre á penetrar e l secreto de D ios, á
participar de su ciencia, y, no sólo á for-
jarse la imagen ó representación de la
totalidad de las cosas, sino á probar que
tal imagen es fiel, que l o real coincide
con ell a, y que_todo,fenómeno setr ans[or-

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2 12 LA METAFíS ICA y l.A PO¡,;sf A

ma, por virtud del pensamiento, en idea


clara, d on de l o que apar ece es lo que es ,
y d onde todo cuanto es apar ece, :r donde
lo que a parece yes no apare ce ni está
incoh eren te y aislado, sino en armónica
r elación con los demás y como Suspen
di do ti u na cadena de ca usas, r azones y
moti \'os, que suben hasta la causa pri-
mer a, p ri mer motor y suprema razón de
todo. Si ll a mo á esta aspi ración filosofía ,
en su más p uro sen tido pitagór ico, ó si
se quiere m etafís ica h umana, la declaro
inútil para honrarla más y no para agra-
viarIa. ¿X o se r ía ridículo y necio aspirar
;l tan to , pueda ó no humanamente con se-
g-uirse, para almorzar mejor, salir muy
peripuesto por esas calles, tratarse con
magnates , ser uno de ellos, y g uarda r
muchos dineros en la gaveta?
Se cae de su peso, pues, que u n meta-
físico de verdad y no de mentirijilla po-
ne la mira más alta que todos los bienes
materiales, honras, provechos y deleites
de este mundillo r uin. Cervantes estaba
en lo cierto cuando decía:

«Metafísico estáS.-Es que no como .»

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LA METAFíSICA V LA POEsfA 213

El h ombre que aspira nada menos que


,1 comprender todo 10 exist ente Y todo 10
posible, con sus causas Y sus fines, y {t
que su sistema ó construcción ideal sea
al p r opio tiempo r ealisim a , lo cual es
asem ejarse á Dios en c uanto cabe, no
puede andar muy preocupado sobre l o
que comerá y 10 que y estirá y sobre có -
mo tendrá dineros. E l buen metafísico,
á semejanza d el buen cristiano, será po-
bre de espíritu par a alcanzar su biena-
ve!1 turanza Ó su r eino de los cielos. Si
todos esos r egalos, bajos y vulgares , los
posee, y le han sido dados como por aña-
didura, los poseerá como si no los pose-
yese; si no los poscc, no se le importará
de ello un comino: y, sobre todo, no cae-
rá en la tontería de que va á conseguir-
los p or medio de su metafísica.
Si mi propósito se r educe, por ejemplo,
á tener agua del Lozoya para beber ó
para lavarme, no soy tan majadero que
me encarame en busca de ella á l os ce-
rroS donde nace el rí o, cuando la tengo
en casa y muy á la mano . Xo menos ma-
jadero será quien , á fin de lograr buenos
almuerzos, vestir cami~as.bien plancha-

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21 4 LA METAFíSICA Y L A PO EstA

das y tr;:¡tarse con señorones, .se afane en


el es tudio de la metafísica. L o pr obable
es que él se cr ea más señor6n que nadie,
aunque no te nga para manda r rezar á un
ciego. Diógenes se tenia en más qu e A le-
jandro .
L as miras del ver dadero metafísico
son tan encumbradas, que se quedan muy
p or baj o to das las co modidades y utili.
dades, y todo bienestar y desahogo, r
hasta las grandezas, resplan dores y po.
der que las dem¡\s ciencias y artes pr o-
porcionan á veces. De aquí que el ver-
dadero metafísico pueda r esponder á
quien le impugne, como el místico ó el
asceta mor alista cristiano:

',<Picnsas acaso tú que fué criado


El vuón para rayo de la guerra,
Para surcar el piélago salado .
Para medir el orbe de la tierra
y el ce rco donde el sol siempre camina?
¡Oh. quien así lo entiende , cuánto yerra!
Esta nuestra porción, alta y divina,
A mayores acciones es llamada
Yen más nobles objetos se termina.»

En persecución, pues, de esos nobles


objetos, inflamado
#
en el amor de ellos, el

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LA ~[ETAFfS[CA y L A POEsfA 21 5

verdad er o filósofo no busca lo demás ni


lo desea, y , si no 10 tiene, no se apura ; y
si lo tiene , no se aquieta por su posesión,
porque persevera desdeñándo10 todo y
teniéndolo en menos; por 10 cual dije yo
del alma de este filósofo, una vez que la
quise echar de poeta:

,,¿(;''''1<) podrá saciar en el mezquino


~ I undo la sed de amor que la devora,
Si en la esfera ideal do su amor vive
La inmen,idad Jel üniyer50 inscribe'
y aunque atrc\"ida el alma consiguiera .
En p rogreso infinitO dilatada,
Sentir en si la humanidad entera
y el e'pacio abarcar de una mirada .
En su alcazar ingente conociera,
Emperatriz Y diosa abandonada,
Que aún earecia de su digno empleo,
Que era mayor que tOdo su Jeseo.»

Vaya usted, por consiguiente, á con-


yencer á un alma tan soberbia de que
el término de sus aspiraciones Y estudios
será regalar el cuerpecillo en que está
enyainada, dándole suculentos manjares
y r eYistiéndo1e de r opaje,> vistosos.
¿~ o se desprende de cuanto v a expues-
to la inutilidad de la metafísica, en el

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216 LA U KTAFlsICA y LA POEsiA

sen tid o del párrafo de Aristóteles que ya


cité á usted, y del cual todo esto es mero
comentario? ¿Inj urio yo ni pretendo ma-
tar á la metafís ica cuan do proclamo s u
in utilidad su bli me?
S i l os PositiYistas pretenden matar j
la metafísica, ó más bien nuestra inclina-
ció n á la metafísica, es j la manera de
a lguien que , desdeñado y enamorado de
u na princesa ó reina maravillosa, cuyos
favores no esperase lograr , y á quien
considerase in asequible, se castrara cor-
poralmente. Pero en el espíritu, cuando
es plenamente varoni l y en tero, no hay
instrumento ni recurso que valga para
hacer la cómoda y desesperada amputa -
ción que los positivistas pretenden.
L a aspiración á la metafísica no acaba
en nuestros corazones; y ella, la metafí-
sica, es princesa ó reina inmortal que, á
semejanza de Circe, favorece de tarde
en tarde á algún Ulises; pero con la ma-
yoría de sus amadores hace lo que la Hija
del Sol hizo con los Co mpañeros del r ey
de ltaca, lo cual por sabido se calla.
De aqu í que se hayan dicllO y se digan
tantos dispar ates filosofando, y que la

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LA METAFfslCA y LA POEsfA 2\'

filosofía fundamental ó m etafísica haya


tenido tantos acérr imos enemigos y p er-
seguidores . Cuando a par eció e n R oma
por vez primera con Carneades , que vi-
no de embajador , Catón el Antiguo se
enojó mucho de oir filosofar á este em-
bajador tan insólito, Y d ijo á g r itos que
R oma per dería el dominio del mundo en
cuant o aceptase y h onrase la fi losofía.
:;\' o fu é el grande .\lmanzor más propicio
á los fi lósofos , Y los arrojó co n cajas des-
t empladas de toda la extensión del cali-
fa to cordobés . Otros príncipes ó gobier-
nos h an fa vorecido á los filósofos, p ero
h a sido cuando los filósofos han escr ito
filosofías á gusto de ellos, ó bien tan há-
bilmente nebulosas que ellos no han lle-
gado á entenderlas bien . i\uestro r ey
don Felipe II fué de estos fa \'orecedores
de los filósofos ; pero ya se guardaron
todos de decir á las claras nada que en
lo más mínimo se opusiese á las creen-
cias de S . ~l. S u l\Iajestad los hubiera
quemado vivos y se hubiera quedado tan
fr esco . y en ello nose hubiera extrema do
el R ey Prudente por la crueldad ni por
la intolerancia , ni hubiera hecho más du-

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218 1.1\ METAFÍSICA Y LA POEsfA

r o cas tigo que los que se hicieron e n To-


losa de F rancia con Vanini, en Gine bra
Con Serve t, y en R oma con Giordano
Bruno.
Tales atrocidades, no 10 dude usted,
nacieron del mismo err óneo y a lgo pue -
riJ concep to, que y o combato, de atribuir
á la fi losofía especulatiya, u na utilidad
práctica é inmediata. Xada más rela ti vo,
nada más fluct uan te ni más dependiente
de la opinión y de los intereses de cada
edad y de cada estado social, que lo úti l.
¿ Cómo valerse de e1l0 p ara tasar y medir
Una ciencia que es, ó q ue aspira á ser,
l a ciencia de lo absoluto , d e lo que !lO
camb ia, de la concordancia, ya que no
de la identidad del sujeto y del objeto,
a lzándose así por cima de todo?
Dejemos, pu es, que los esp ir itus se en-
cumbren en su v uel-o metafísico, ya des-
atinen, ya atinen. y en vez de condena r
la filosofía, como hizo Catón Censo-
rino, digamos como el Dios benigno de
Goethe, en el PróLogo en el cielo del
Fau.sto:

"El hombre yerra mientras aspira:»

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LA METAFIsICA y LA POEsfA 2 19

y, en g r acia ele la aspir ación , aplauda-


moS hasta los y erros, cuando está n há-
bilmente entrel azados Y forman do juntos
una construcción pa smosa y un monu-
mento gigante , donde caben y entran
cielo y tierra . Así, por ejemplo, el de
Aris tó teles en la antigüedad Y el de He -
gel en nuestros d ías.
Fara llegar á ser un gran metafísico, es
menesler amar la metafísica con pleno
desinterés Y por ella sólo; como par a ser
nn gran poeta es menester amar la poe-
sía, y la pura santidad p ara ser santo.
Bell aco, no santo, sería quien aspirase á
la santidad por el aliciente de salir ha-
ciendo milagros. Con sobrada razón cen-
suraba el [amaso Francisco Sánchez á
los sabios ó aspirantes á sabios por el
provecho: Omnes , dice, allt ad laudem,
aut digllitates, aut diL'it las_' vix U1ZUS
seient i1l1ll ampleetituy propter seipsam:
sieque ta1ZtUfIl quisqlle laborat SOLUIil ,
quantuJlZ suffieiat ad adquirt!1ldlllJl fi -
nem , non scÍel1tiae: sed ambitionis
suae.
La ambición mundana, aplicada á la
metafísica, implica además demencia :

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2 20 r.A ~IETAFfsrCA y L A p.oEsfA

p or que, aun s upo niendo que el hombre


p ued e llegar COn e l t ie mpo á ad quirir la
cie n cia fu ndamentn J , d e Suer te que le
valga para dom inarl o .Y p oseerlo todo,
d espués de haberlo compren dido y como
c rea d o otm vez e n s u mente, esto será
dentro de miles de años ; se pierde en
OScuro y r emo tísimo porvenir.
P or a hora-y este p?y ahoya scrá muy
Jargo, -la metafísica, que no morir á nun-
ca, por grande que sea e l desarrollo de
las ciencias experimentales, más ato r-
m enta que apro \-echa.
Yo, á pesa r de las críticas ka 1ltianas ,
no he dudado nunca de que la realidad
respon da al concepto que yo formo de
ella por los sentidos; de que lo que co-
n ozco es como lo conozco; pero conozco
p oco, .r lo poco que co nozco, lo conozco
muy someramente, y no s6 10 fuera de mi
conocimiento hay 6 debe haber muchi-
simo, sino que hasta lo que está dentro
de m i conocimiento, no está penetrado
sustancia lmente por mí, s ino entendido
s610 por a lgunos acciden tes .r cualidades
s uperficiales. De aquí que to da metafísi-
ca fLtndada sobre la experiencia , Como

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LA METAFfsICA y L" l'OES! A H t

h oy la quieren Alfredo Fouillée Y otros ,


me parece ensueño mezquino . P odrá ser
mateseolog ía , corona Y r emate de la en-
cichpedia, clasi fic ación Y u nificación sis-
te málica \le todo lo humana. Y sensible-
mcnte conocido; pero lo esencial de la
natur aleza Y de cuanto hay d e inmanen-
te y de trascendente , se quedará fuera
de esta ruin y ap::Jcada metafísica.
Tampoco soy yo escéptico idealista ,
si no que doy por tir me que mi entendi-
miento, si bien se diferencia cuantitati,'a-
mente, no se diferencia cualit¡¡ti va Y
esencialmente de cualquier otro e:Jten-
dimiento , aunque sea el increadll , á cuya
semejanza se formó el de lodo hombre .
Considero, pues, que en él hay potencia
para crear una metafísica, no fundada
en lo experimentado, sino superior y an-
terior á la experiencia, para la cual nos
ilustra. Y capacita.
Y , sin embar go, si yo creo posible esta
m etafísica, disto infinito de creerla ac-
tuada ó escrita . Sólo existen, acaso en
b orrador Y en desorden Y sin coordina-
ción dialéctica, más aceptados por fe que
p or demostraciones, sus primer os Y m ás

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2 22 t A METAFlsrCA v LA pOEsíA
~~~~~-- ~ ~

rudimentales capítulos, y, como Ji dijé-


r amos, el pr oemio.
S i este pro emio, que se lee y se estudia
mej or en los catecis mos de di \'ersas reli-
g iones que en los trata dos filosóficos , es
lo q ue usted llama meta física , con vengo
en su utilida d y aun en s u necesidad . En
él. se fu nda n las leyes, el orden social, la
moralidad, los deberes y los derechos;
pero convengamos también en que dicho
proemio más se impone por fe que por
disc urso, más tiene de revelación que de
reflexión , y es más espontáneo que ra-
zonado. Será metafísica, pero es metafí-
sica precientífica. E n cambio, la metaii-
sica de que tratamos aquí, y Cuya utili-
dad niego, es la deseada y no lograda, ó,
mejor dicho, la aspiración á lograrla,
que es la más noble y divina aspir ación
que tiene el hom bre.
Es más: á mi se me figura que si (Como
caso POrtentoso y excepcional) llegase
alguien en.nuestros días á poseer la me-
tafísica científica :r completa, tendría
que guardarla para sí y 110 t¡.ansmilirlu,
porque la humanidad aún 110 est;:i bastan-
te educada, y no lo entendería nadie.

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LA MF.TAFlsrCA y LA POEsfA 2 ~"
-.)

Ser ía doctri na esotér ica, inefable Y


oculta , que haría poseedor al sabio que la
tu viese de todo s los mis terios, fuerzas y
princip ios de natur aleza, y le habilitaría
para mudar de formas, para despr ende r
s u esp ír itu de la pr isión corpórea é irse
con r apidez más que e léctr ica de un ex-
[remo d el. mundo á otro extremo, al tr a-
vés de los espacios intersiderales, Y para
0brar otros mil, en concepto del vulgo,
sob r enaturales prodigios, aunque fuese n
actos naturales en él.
Lo que no podría hacer el sabio tauma-
tu r go sería enseñar y d ivulgar su cien-
cia. Imitando á San Pablo, te ndría que
decir á sus adeptos que los alimentab a
con leche, y no co n manjares sólidos, por
ser ellos muy pequeñitos aún Y como ni-
ños de teta.
Tal vez, en el estado actual de la civi-
l ización, ni siquier a haya lenguaje hu-
m ano en que esta ciencia quepa Y se for-
mule y exprese.
L a metafísica, lejos de morir decré-
pita, está en flor . Por eso digo que no
es ú til. La fiar trae deleite subidísi-
mo. La uti lidad, muy subida también,

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--------------------~~

22 4 LA M ETAFfsICA y L A POEsíA

v en drá m ás t arde, cuan do de la flor,


Qu e DOS da en esperanza el fruto cierto,

sa lg a e Lfr uto , y grane y madure , den tro


acaso de só Lo Dios sa be cuántos s iglos.
P or 10 pronto , no ha b ie ndo m etafís ica
g r a nada, ¿ cómo quier e uste d q ue sea
ú til?
Procla má ndola yo in ú til,larey er encio,
la adoro y ha g o de ella mayo r alaba n za
y defensa que la que h IZO el célebr e ca r -
denal S a d oleto y celebraron Be mb o y la
bella y discr eta duquesa de Urbino.
¡Quier a el cielo que el público, que será
nues tro Bembo y n uestr a bella Duquesa,
nos celebre también, y á m i no me tilde
de p esado! A fi n de e vita r lo en lo posi-
ble, termino aquí esta difusa epístola , y
con ella n uestra polémica.

v.

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NOTAS
~ 'l\ltpO'J o"tt OLX 't0 €.l8i'J«~ 'to €itta-:~aO~~
o ' •••

Eolwx¿'1 ,,7~ O'J Xp-)¡a. w~ 't~VO~ ¡¡'I¿XO'l.


( A RIST, : J[el" lib. l., ca p. 11.)

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... y hasta á. fu ndar la m etaf isica en
la experiencia . ( P ág . 2 -1 .,

C no de los libros á que aquí se alude es el que se ti-


tula El porvenir de la metafísica ¡u"dada sobre la ex-
pel'iencia. Su autor, Alfredo Fouillée .
::-<adie más admirador que )'0 del saber y del ingenio
de los franceses. Paris es una gran fábric a de ideas,
donde se inventan muchas: Jonde otras , de origen ex-
tranjero, se pulen, acica'an Y hermosean, de suerte
que con más facilidad pueden luego difundirse por el
mundo.
Conviene por lo mismo, si bien con el debido res-
peto, estar pre\'enidos y no acep:ar ideas porque se
hayan inventado ó est~n de moda en París.
En estos últimos años nos han impuesto la nf)J,eltl
experimental . y~ temo que noS, impongan también la.

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228 LA METAFfSICA y LA POEsíA

metafísica experimental, que se me antoja más extrava-


gante impostura.
Es indudable que, si llegásemos á conocer por expe-
riencia cuanto hay qu e conocer en cada cosa , y no
qued ase cosa que n o conociésemos así, y conociésemos
además la trabazón, encadenamiento y o rden en que
está n todas el'as en la su cesión d el tiempo y en la ex-
tensión, entendiendo además lo q ue esta extensión y
lo qu e este tiempo son en si, si en si son algo, sin duda
lo sabríamos todo . ¿Qué mejor metafísica entonces?
Pero seria necesario demost ra r experimentalmente que
este conocimiento era total , y que era del único modo
qu e p uede ser, y no sospechar siquiera que otros seres
inteligentes lo entendieran de distinto modo, y no dudar
de si habia Ó no a 'go incognosc ible fuera de nuestro co-
nocimiento, ó no afirmar que lo habia.
Como conocer:o todo y demostrar'o experimental-
mente es imposible, la metafísica experimental cierta
es imposib'e. Pero, ¿será posible una metafísica experi-
mental hipotética.'
Imaginemos una hipótesis que nos lo explique todo:
que por todas 'as experiencias y observaciones q ue va-
yamos haciendo se verifique y se confirme . Esta hipó-
tesis se debe pr esumir que es la verdad, y tal p uede
ser el n úmero de experiencias que hagamos para su
comprobación , que los indicios de que es la verdad
rayen en certidumbre.
Esto n o tiene más que un inconveniente , per o no es
floj o. Consiste en un trueq ue de pape'es . üna h ipóte-
sis ó una tésis ¡>uramente metafísica no se somete, á
mi ver, á ser comprobada por la experiencia. La expe-
riencia es la que se somete á la tésis ó á la hi pótesis, y
'a hipótesis ó la tésis metafísica la invalida ó la revalida ,

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LA META FfslCA y LA. POESfA. 229

Las matemáticas no son metafísica ; pero están entre


ella y las ciencias de observación Y experimentales.
Nad a experimental es pr ueba de la verdad matemá-
tica . La verdad matemática es la que pru eba :0 e'pe-
rimenta' .
Tomemos. por ejemplo . algo sencillo y de los r udi-
+ +
mentos : que 8 5 7 = 20 . I1ay tres personas obliga-
das á poner en una alcancía, una ocho, otra cinco, y
otra siete monedas . Las ponen, se rompe la alcancía Y
noS encontramos con 19 monedas . \"ueh 'en á hacer
en otra alcancía la misma operacic\n . La rompemos Y
sacamos 2t monedas. Sin duda la primera vez una
de las tres personas se guardó una de las mone-
das . Acaso 'a segunda vez esa misma persona tU\'O
remordimientos Y echó en la hucha u na moneda más
de las que debía echar. En Cm, el caso se podrá expli-
car de mil modos; pero nadie . como na esté loco de
+ +
remate . negará que 8 5 í = 20.
Acudamos á un ejemplo de t~sis ó de hipitesis pura-
mente metafísica , y ocurrirá lo mismo . Hay Dios que
gobierna Y mantiene el {jniycrso, Y es absurdo creer
que por capricho irracional Y sin motivo bastante, t ras-
torna las leyes que á este Cni\'crso ha dado. En paris
mismo, centro de la ciyilizaci ón, sale un hombre ha-
ciendo un milagro colosal. Para que Ernesto Renan
quede comp'acido, se reune un Congreso de quimicos
y físicos y se les manda que examinen el milagro. la
sostengo la posibilidad de que todos estoS químicos Y
J1sicos se deyanen en balde los sesos Y no atinen á ex-
p"icar el modo natural con que el roragro se ha hecho.
¿ li emos de afirmar po r eso que rué sobrenatural Y Yer-
dadero milagro el milagro? ¿Acaso los sabios de Paris
han fijado ya los limites entre lo que es natural y lo

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230 LA METAFlsICA y LA POESÍA

que no lo es? Luego , aunque nadie nos explique cómo


naturalmente el milagro se hizo, podremos seguir cre-
r endo , fundados en la antedicha t esis metafísica, que
no h ubo m ilagro alguno . La experiencia fué, pues , im-
pertinente y casi inutil, á no ser que los químicos y los
f.sicos repitan el milagro ó expliquen cómo se hizo,
con lo cual nada añadirán ni quitarán á la tesis meta-
física. Lo más que obtendrán será dar una desaz,in á
los devotos y desenmascarar al astuto milagrero, y des-
autorizar le á los ojos del ignorante vulgo .
Sostiene el Sr. FouiJlée que las ciencias experimen-
tales, por eliminaei ln al menos, influyen en la metar1-
s:ca, destruyendo los sistemas que las contradicen .
Pero aquí, en mi sentir, padece una equivo..::ación el
Sr. Foui ll ée. La experiencia podrá desacreditar un ,er-
siculo de la Bi blia, ó, mejor di~ho la interpretación so-
brado literal que se le daba; pero no desacredita ni co-
rrobora una verdad puramente metafisi~ . La expe-
riencia , la observación, el e,ludio de la naturaleza,
podni. lIe,-a rnos a probar, por ejemplo, que Dios no
.:re? cn tal dia a l hombre, sacándole de la lierra inme-
diatamente y luego sacando del hombre á la mujer, ct-
Létera , elC . Pero todo esto, Con los pormenores poc:ti-
ens de ex presión, no es melallsica ni es dogma religio-
so ó articulo de fe . En cam bio, la ciencia experimental
n o probará nunca que Dios no creó al'hombre y no le
dotó de un principio superior al de los Olros anima·es.
Asegura el Sr. Foui lee que la ciencia experimental
e:imina de la religión, de la teodicea ó de la melaflsica,
las creencias antropomórficas, como los celos , la cóle-
ra, la " enganza elerna de Dios . Xo veo en qué se funde
el Sr. Fouillée para SOSlener tal cosa . ¿Con qué expe-
riencia ó con qué observación se ha venido á probar

L.

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LA MET AFfsI CA V L A POESfA. 23 1

que Dios no se enoj a Y que Dios na castiga' y en lo


antropomór fico, aún es más chistoSO el pode r elimina-
do r de las ciencias experimentales. El qu e Dios sea
personal ó no 10 sea es tésis puramente metafisica y na
física n i quim ica . y si Dios es persona, ¿cómo n os le
hemos de representa r sino an tropomór t1camente? ¿Co-
nocemos acaso á más personas q ue á las humanas? Tan
antropomórfica es la idea de un bárbaro, pa ra quien
la vengan za es virtud . más sublime mientras mas
feroz , que se represe nta :i Dios castigando a quien le
ofende con horribles Y ete rn as penas, como la idea del
más refinado Y culto fil ántropo, que castiga sólo para
bien y educación del delincuente , que na piensa sino
en indultos Y am nistias, Y para qu ien Dios no tiene
infierno, sino todo lo más purgatorio , estab' eci miento
penitenciario ó cárcel-modelo, de donde hasta los de-
monios han de salir al fi~ purilicados Y limpios como
el oro . Ambos conceptoS de Dios son antropom6rlicos .
Desde el momento en que metatisicamente se afirma
un Dios personal, todo concepto de Dios tiene que
serlo, aunque elevando á una potencia infinita Ó á la
perfección cuanto en el hombre nos parece bien, y pro-
pendiendo á esa perfección Y plenitud que nos falta y
á que aspi ramos .
Es e"idente que en el concepto humano de Dios cabe
progreso. Dios, no en rcalidad, pero si en nuestra idea,
adela nta , gana, está en un perpetuo llegar á ser. Pero
¿se debe acaso esta ganancia , esta mejora del concepto,
á las ciencias experimentales?
Rotundamente no se puede negar algún influjo en la
filosotia a l conocimiento experimental del mundo visi-
ble. Parece de sentidO común que mientras más cosas
conozcamos, y las conozcamoS mejor, con más tin o

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23 2 LA METAFtSICA y LA POESt A

filosofaremos. De sentido común es también qu e un


sordomu do y ciego de nacimiento ja más fi loso fa rá .
Pero, por otra parte, si exam ina mos la historia, vemos
qu e el progreso de la filosofí a pr imera ó metafísica,
rara vez va de acuerd o Con el de las ciencias expe ri-
mentales. Pocas y harto eq uivocadas noticias del Un i-
verso visible tenían, por eje mplo, los sabios de la Es-
cu ela de Elea . Cu alquier chicuelo de ocho ó diez años
se burla ría hoy de la manera infa ntil Co n que e1l0s se
fig uraba n los fenóm enos. Y, sin embargo, ellos plantea-
r on d iestra y profu ndam ente los más árdu os proble-
mas meta fís icos . Los filósofos del día no se burla n de
ellos; no los recuerdan como los primeros atisbos y
tanteos de la ciencia, sino q ue los adm iran , los come n-
tan , y tal \·ez en a lgo los imita n ó siguen .
E n el siglo X \"IU Fr ancia está á la cabeza de la civi-
Jizaci1n . Las ciencias experimentales han adelantado
muchísimo. Ga lileo, Copérn ico, Keplero, Xewton, han
vivido ya y han escrito . Los enciclopedistas conquistan
casi el m undo. Ka hay quie n no los admire . Voltaire,
sobre todo, es un encan to por su chiste, por su gracia,
por lo natural y elegante del estilo. Pero ¿la metafísica
francesa de entonces podía ser más r amp·ona, más su -
perficial ni más enteca? ¿~o carece de brio y de inge -
nio hasta para nega rse á sí mísma? ¿Yale toda ella lo
que vale la de San Anselmo, concebida y escrita en
medio de la barbarie tenebrosa del siglo XI? Como yo
no he d e conver tir en disertaci'>n ó en libro u na nota,
no ad uzco a qu i otras mil r azones en Contra de la me-
tafisica fundada en la experienc ia . Basta lo dicho para
presu mi r qu e todo monismo experimelltal, ó es u na
pamema, 6 apenas se fun da en experiencia, sin o en
meditaci6n dialécticamente anterior y su p erior, 6 se

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LA METAFfs I CA y LA POEsfA 233

reduce á una clasificación si stemáti ca, m ás 6 menos


acertada , de las ciencias experime ntales .
No es esto n ega r qu e el sistema de las ideas-fue rJ¡as,
por ejemplo, obra del Sr. Fouillée, q ue se a nu ncia y no
sé si se ha publicado á estas horas , sea u n ingenioso Y
di vertido cuento fantástico . No fal ta hoy en Es paña
quie n los componga por el esti o, y de n o corto mer i-
to. Así, v. gr., yo confieso q ue me ha entretenido é in-
te resado mucho la Filosofía de lo ma /'a villoso positivo,
de D. Estanislao Sanchez Calvo. En cifra y en resu-
men , saco yo en c'aro de la tal fil osolla que la idea que
nos formamos del mundo pued e ser por sugestión u ni-
vel'sa/ . ¿Y q uién se divierte en sugerirnos dicha idea'
El Inconciente. ¿Y qu ién es el Inconciente? Un Señor á
quien no conocemos , pero que no por eso está probado
que él no se conozca . Si este Señor es Dios, á mí me
asalta un escrúpulo . ¿Es digno y propio de la majestad
divina el embromarnos Y tomarnos e/ pelo, como vul-
garmente se dice, con sus interminables fantasma-
gorlas?
Según decía Rubl,

«En esta tierra de España


Il ay para todo salida,"

y m i escrúpulo la tiene .
Nuestro sugest ionad% ~~ llllilJersa l no es Dios: es u n
hombre 6 un ser inteligente, 6 son varios hombres ó
seres inteligentes de otros astros, donde están mil veces
más adelantados qu e en esta pelotilla de cie no en q ue
vivimos, al cual ser 6 á los cuales seres se rvimos de ju-
guete, sometiéndonos a sus sugestiones.
Pero nuestro sugestionador no se crea ni se suges-

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234 LA METAFí SICA Y L A POF.SfA

tiona él mismo. Hay, pues , otro ser superior q ue le


sugestiona . y así, de ser en ser, de sugestión en su -
gestirin . y de sugestionador en sugestionador , vendre-
mos á parar en lo que ll ama el Sr. Sánchez Ca lvo
la última hipótesis : Dios. Pero esta última hipóte-
sis , ¿no podrá ser también suges tionada? Triste seria,
po r librarnos del materialismo , caer en un idea lismo
ta n absurdo : dudar del mundo y hasta nega rle para
afirmar á Dios , y quedarnos si n Dios y sin mun do .
Triste seria que las conquistas de las ciencias experi-
mentales, por el empeño de que se transformasen en
metafís ica, sirviesen de base a l ateísmo r al acosmismo,
r en último r esu ltado , á la dec·araci6n de q ue nada se
sa be de seguro ni es posible que se sepa .

11

A la mis1lla seiloJ'a B lav astski la han


in iciado un poqu ito, y nada más. (Pá-
g ina 25.)

Es evidente que la señora Bla'·astski no sabe ni la


décima parte de lo que sabe el renrendo ;\lahatma
Koot- Hoom i, á quien dedica Sinnett su obr a titulada
Hl mundo oculto .
Confieso q ue no he leído aún el libro de la señora
Blavastski, titulado !sis sin peloi pero he leído el libro

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L A ~mTAFfS1CA y I,A pOEsfA 235

de su discípulo Sinnett, El bu dismo esotérico, ., me pa-


rece que ellos no saben 10 que sabe cualquie r mahatma ,
y que, aun de lo que saben, se callan mucho y noS
dejan á media miel. Si no fuese asi, si todo lo divulga-
sen. la iniciaci()n sería inutit.
Las sociedades tcost')tkas, que . por influjo en gran
parte de la señora Blayastski Y de su discípulo el coro-
nel americano Olcolt. se han fundado por todo el
mundo y pasan en el dia de 2 0 0, nO son para meterse
en ellas y salir sabio de mogoll \n y á escape , sino para
trabajar mucho, prepara rse . mortificarse . purificarse y
lograr al cabo el primer grado de in iciación, 6 cosa asi.
De todos modos . se hace acti,'a propaganda de esta
teosofía . Y ya en España . uno que modestamente fi r ma
:\:emo, ha publicado dos rolletos sobre ella . Fuera de
España, se publican I'arias Rel'istas para difundir
dicha doctrina. Las más importantes son : en Paris,
el l% a,ul; en Londres, Lucifer', dirigido por la seño-
ra Blal"aslSki; yen :lladras (India), El Teasofista , diri-
gido por Oleott.
De los libros de esta ciencia. <Í lo que sea , impo rta-
da de ,\sia en América y en Europa, se puede ya for-
mar larga lista . Los que más atraen la atención so n :
La doc/J'iua ,"cr¿/a, La lit" en el se"de,'o, El idilio del
loto blanco, L,' llaJJ¿ de la teosofia y p or las puertas
de 01'0.
En Inglaterra, un egregio poeta. Euwin Amold, Y
u n aristocráticO novelista, lord Lytlon , se han dejado
influ ir por esta doctrina y han escrito : el primero, La
IIt'l: de Asia, poema, Y el segundo , Za,wn¡, La ra"a fu-
ttlra, y aIras no,·elas.
Aun tomando todo esto muy por lo serio , hemos de
confesar que, más q ue metal1sica racional, es u n cona-

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23 6 LA METAFfsICA y LA POEsfA

to de n ueva r eligión, ó de oculto misticismo , donde el


éxtasis, la teurg ia y la magia blanca obran más q ue el
d is¡; ur so .
El credo de los tel\sofos es, á lo que yo entiendo , mur
vago hasta ahora . T odo , por lo visto , cabe dentro de l.
tal teosofía. )lema, en el fol eto que lleva por titulo el
nombre de dicha ciencia (folleto que no parece se r más
que la t raducción de ciertos a rticulas publicados en
Bom bay por un seño r Tu karam Fatya , que po r el
nomb re p resumo sea un ind io), afirma en un luga r
q ue es indudable la existencia del Para matma ; yen
otro lugar, afi rma que la teosofia es "la plata forma
sobre la cual los profesores de toúos los sistemas, ya
sean ortodoxos, ya heterodoxos, materialistas ó ateos,
p ueúen permanecer con igua ldad, sin que entre ellos
se susciten confl ictos .» Ancha base tiene, pues , la tal
plataforma ó teosofia, donde caben hasta los que niegan
á Dios. No obstante, algo de aurmati\'o, y en que todos
ó los más convengan, ha de haber en la teosofía; pero,
¿saben este algo aurmatil'o las personas no iniciadas?
¿Pueden las iniciadas r evelar al vulgo un p oquito de
ese algo?
Un poquito , si; pero nada más que un poquito : una
chispa sólo, con r elación á la inmensidad de la ciencia .
Buda, Zoroastro , Orfeo, Pitágoras, Confucio, Sócra-
tes y Ammonio Saecas, fueron iniciados; pero se ca-
llaron los mister ios qu e sólo se r evelan después de la
más elevada iniciaci >n ó - di/;,sha . El que conoce estos
m isterios, dice el sabio pandi t Swami Dayanund Sa-
raswati , conoce el espiritu del Uni l'erso y las propie -
d ades ocultas de las cosas, y se apodera de la llave de
los milagros, y ve y oye lo q ue quiere, y se va volando
adond e se le antoja.

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LA METAFfslCA y LA POEsfA 237

Como quier a que sea, y o ni en ci fra pu edo pone r


aqui la doctrina de los mahatm as divulgada hasta aho-
ra por Sinnett. Diré al go, s610 para excitar la cu rio-
sidad .
E n el hombre ha y qu e conside ra r siete prendas, que
na todos poseen, sino los perfectos . Son estas siete
prendas: rt<pa, cuerpo terrenal; p,·alllt, principio de
vida; lillga sha,,¡,.a, forma astral; kama ,·upa, alma
animal; manas, alm a humana ; buddhi, alma espiritual.
y alma , espíritu .
Todos los hombres tienen ,·upa, p,·ana, linga shari-
ra y kama ,·upa; pero manas tienen pocos; buddhi , po-
quisimos, Y afma , casi ninguno. El progreso consiste
en que se yaya generalizando entre los hombres el po-
seer las siete p rendas. Mallas, 6 el alma racional , es
Jonde está la memoria, la voluntad Y el entendimien-
to . Cuando manas se educa y se ,·a mejorando, llega
primero á sujetar, refrenar Y dirigir á "ama ru pa, que
es donde están los apetitos bestiales , y, ya mas edu ca-
da, gobierna también i linga .hari,·a , 6 forma astral.
que es el espectro, el cu erpo etéreo, el fantasma de
nuestro ser , al cual enyiamos adonde queremos, a pa-
reciéndonos Y haciendo creer en nuestra u bicuidad ,
como hacian Apolonio de Tiana yotros.
lás adelante, Y educándose más manas , Y llegando á
más alto grado de iniciación, adquirimos el sexto pri n-
cipio ó buddhi. Entonces ya somos sabios y dispone-
mos de la natu raleza, cuyas leyes misteriosas conoce-
mos . )/os metemos, si se nos ocurre , en el hueco de
una cásca ra de avellana ; nOS filtramos. á trayés de las
más espesas Y sól idas murallas; oimos sin teléfono á
mil leguas de distancia ; vemos lo que queremos ver.
v trasponem 05 por esos espacios intersideral es á visi

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lar los astros más remotos , como hicieron Swedenborg
y otros va rios .
Por último, bltddlri va subiendo, y enriqueciéndose
de sabiduría, logra desecha r de sí todo dolor, todo de-
seo, todo vulgar y egoísta propósito, y adquiere el
atma. Pero como el alma es la raíz, el ápicede la mente,
el abismo cn que toda se unímísma, al tene r alma lle-
gamos a l nirvana .
¿Qué es el nirvana.' Los teósofos, el ocultismo, la
doctrina esotérica . quizá lo expliquen de otro modo,
dando á Dios personalidad. Según el Catecismo budis-
ta, pu b icado en inglés por Oleott y aprobado }' reco_
mendado por SumangaJa, Gran Sacerdote de Sripada y
Rector del Colegio de '\\'idyodaya , esto es, según la doc-
trina budista ortodoxa y popular, Dios personal no
existe: «Es, dice el extraño Catecismo, una sombra gi-
gantesca lanzada en el "ado por la imaginación de los
ignorante~."
Desconsolador es tener que decirlo, pero viene á
cuento para dar á Campoamor nue"a prueba de la in.
utilidad de la metalisica, de la inutilidad de los esfuer-
zos de la raZÓn humana, por sí sola, para descubrir la
verdad trascendente . . \.un suponiendo que en nuestro
planeta hay en el día 1.500 millones de almas, como
500 millones son budistas, tendremos que la tercera
parte del genero humano es atea .
Esto no impide el milagro, pero entre los budistas
nada hay sobrenatural. El milagro es natural , aunque
raro. Pocos son los hombres que le hacen. Pero el que
llega á tener bllddhi hace el milagro naturalmente, como
nosotros nos paseamos ó componemos unas coplas: sin
el menor esfuerzo .
Ja pOlen cia de hacer milagros ~e nombra iddhividdi.

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LA METAFfsl CA y LA p OEsf A 239

nana , y es de dos modos: una más vulgar , lankika,


que se vale de med ios externos; Y otra superior, lokoth-
ra, q ue se adqu ier e por el interior desenvolvimiento de
nuestro ser.
E! que tiene loko th" a , según el Catecismo á que me
refiero, muda á su placer de forma y de lugar, sabe
lo posible y lo imposible, d escubre las causas del meri-
to y del demérito, lee los pensamientos de todos los
seres, disipa las ilusiones de los sentidos, suprime los
deseos, distingue Jos nacimientos y renacimientos de
los individuos , Y conoce mil cosas más que no pongo
aquí por no ser prolijo.
Esto y más hizo Sakiamuni, que llegó á ser Budha;
esto es, hombre perfectísimo, pero no más que hombre .
¡.;<ada hubo de sobrenatu ral en él, n i nada hay de so-
brenatural en nadie . Todo es natural. ,,"o hay r eyela-
ción n i inspiración que venga de fuera . La sabidur ia ,
los mi lagros , las Escr ituras Sagradas de los budistas ,
todo es resultado natural del interno desenyolvimiento
de la persona qu~ las obra y que las escribe.
Para que haya un Budha es menester circunstancias
extraordinarias, que s610 se dan de miles á miles de
años; pero siempre bay mahatma ó arahates , esto es,
sabios que hacen todos los referidos prodigios y llegan
por fin al nirpana.
La ley del progreso, la marcha total del mundo, es la
evolución, de la cual ban entrevisto algo en Europa
Darwin y Hacckel. El n¡rpana es el término de la evo-
lución, asi en cada individuo como en todas las cosas.
La filosofía de Schopenhauer es un atisbo y remedo de
la de Budha. El fin del progreso , la última perfección.
el "irpana, es la nada: cesación de cam bios Y mudan-
zas: reposo absoluto: ausencia de deseo, de ilusión)' de

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240 LA METAFfsICA y LA POEsíA

trjste~a; olvido de todo, y seguridad de qu e n o se vol-


verá á nacer, porque se extingue la voluntad , el necio
prurito de vida .
Suponiendo á todos los seres humanos, que viven en
los m undos todos que forman el Universo, llegados a l
nirvana, el Uni,·erso se aniquilaría: se disiparía como
una pesad illa horr ible.
Esto es lo que se saca en claro del Catecism o d e
Oleot!, aprobado por el gran sacerdote Sumanga la.
El budismo esotérico debiera darnos , pero no nos
da, más espe ran za, por don de induce á creer que la
meta de la carrera del linaje humano y de todo ser in -
teligente, es el totalicidio .
Aun antes de llega r á la muerte final y ya sin re na-
cimiento, tenemos que cami nar mucho . Cada uno de
n osotros, como no logre el ni l·va"a, ha de tener po r lo
menos 343 ,-idas ó encarnacio nes, ó sea la tercera po-
tencia ó el cubo de siete. Entre vida y vida pasan á
veces miles de años, durante los cuales el individuo, la
persona, ó 10 que permanece de n osotros, harto confusa-
mente explicado , vive en derachan, cosa dificil de expli-
car también, aunque Sinnett se esfuerza por explicarla.
E n s um a, todo en la naturaleza está divinamente or-
denado y camina á un fin de justicia y de pe rfección. y
sin embargo, el budismo , exotérico y esotérico, no ve,
no r econoce ordenador, guia , legislador ó juez. E l
hombre mismo, como úl timo término de su ascensión ,
no hacia el bien, sino hacia la supresión del ma l, llega
á ser como Dios; pero Dios no hay para los budistas, y
el hombre llega á ser como nada . El Un iverso, dicen,
no tiene límites ni fin , y es n ecedad del p ensamiento
suponer a lgo fuera ó más allá ; esto es, que no esté
dentro de lo ili mitado y de lo infinito.

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LA METAFfslCA y LA POEs fA 24 1

Sobre si los buuistas creen ó no en Dios, y sobre la


verdadera significación del ,,¡n'a ua, se ha discutido bas-
tante. Con los libros que en Europa se han escrito sobre
el budismo . se puede llenar u n estante . Los autores
más considerados son: Spence Il ardy, Lassen, Burn ouf,
Barthélemy Sain t-Ili laire , ;;'oeppen , \\' ass ilie\\" \ \'e5t-
gaa rd, etc., si n conta r los a uto res que trata n extensa-
mente del budismo en obras de asun to más general,
como Bunsen, ~ ¡a, ~ lüller y Freeman Cla rke .
Consu ltados estos a uto res, bie n podemos afirmar, si n
ser tildados de calumniadores, que el budismo es ateo .
No cree en Dios ni en bien positivo . Cree solo y espe-
ra en un bien negativo: en la supresión del mal; en la
muerte . En el budismo esotérico de Sinnett he b us~ado
en balde otra menos desconsoladora creencia . Y lo peor
es que este pesimismo espantoso, esta adoración de la
muerte como supremo ideal y último térmi no de nues-
tras aspiraciones , se va difundiendo por Europa y r e-
flejándose en la poesia. Lecomte u e Lisie da prueba de
ello en Francia; y entre los portugueses, el cleganúsimo
poeta. ntero de Quental.
La cruel doctrina tiene además la contra de que mata
el amor . Los hombres, ruines, miserables y desdicha_
dos, infundirán piedad 6 compasión ; pero amor no in -
funden . , '0 habiendo Dios, soberanamente amable, el
amor no tiene fin ni objeto soberano, y el amor muere.
:\'i amamos á Dios, porque no le hay, ni al prójimo ,
porque su amabilidad , su dignidad y su hermosura,
se fu n dao eo Dios y en el amor de Dios. La cari-
dad, la tilantropia . se convierten en un iostinto cie-
go que llaman all1·uismo. La muerte y el amor resulta n
hermaoos, como eo los versos de Leopardi yen la Th a ,
nat%gia de Feuerbach.
16

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242 LA METAFfsICA y LA l'OESfA

A todo lo expuesto, responderán acaso los tc(,so¡""s


lo que Fausto á :llargarita: «¿Quién se atreve á nom-
brarle y á decir creo en Él? ¿Qui~n se atreve á negarle
y se aventura á afirmar que en El no cree?»
En tal disposición de ánimo deben de estar todas esas
Sociedades teos1ficas que se han establecido por el
mundo , y que 1\emo, en su folleto, quiere establecer en
España . Hasta hor, ni con budismo esotérico, ni sin
él, han hallado á Dios; pero le andan buscando por la
ciencia .
El propósito es excelente, y nos da una prueba más
de que la metaf1sica está por hacer, y de que es una as-
piración inmortal, que podrá lograrse, pero que aún
no se ha logrado .
Entretanto, lo que no nos da el raciocinio y la cien
cia, nos lo da la fe y la creencia, y hasta nos lo da la
ciencia de dos modos indirectos: l.· Probando lo absur-
do de toda doctrina que implique la negación de Dios.
y 2.·, probando, por medio de otra nue'-a ciencia, que
llaman Ciencia de las nligiones 6 Teologia compara-
tiva, que el cristianismo es la religión perfecta, la reli-
gión definitiva de la humanidad .
Brillantes apologías del cristianismo se han escrito en
estos últimos años. En la misma España, á pesar de la
decadencia de que por dicha ,-amos le,-antándonos, han
escrito Balmes, el padre :\lir, el renrendo Lasagabas-
ter, y otros; pero nada de ellos citaremos. Citaremos,
en corroboración de lo que hemos dicho, las elocuentes
frases con que el angloamericano rreeman Clarke pone
término á su magnifica obra de Teologia compal·atilla.
donde estudia y examina y juzga todas las religiones:
«La reconciliación, dice, de verdades antagonistas y
de opuestas tendencias que la filosol1a ha procurado

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1.A METAFfsICA y LA POESf." 243

siempre en balde, teóricamente, el Cr istianismo la ha


logrado en la práctica. El Cristianismo crea de conti-
nuo, por la profundidad de su vida, la fe práctica en
Dios, como ley al pa r que amor; en el hombre, como
ser libre al par que p rovidencialmente guiado . Xos
presenta á Dios como unidad y variedad , dando sus-
tancia y forma al mundo. Reconoce la realidad del al,m
y produce, na obstante, fe tan poderosa en el bien, que
vence al mal y le domina. En la vida social reconcilia
la autoridad de la ley humana con la libertad de la ac-
ción individual y del pensamiento . En los buenos Go-
biernos cri stianos se halla todo el orden que puede ga-
rantizar el despotismo con toda la libertad á que pueJe
aspirar una democracia . La ci'dlización cristiana es un
pleroma: plenitud de concordia, harmonía de mucha.
partes. La harmonla dista mucho aún de ser completa ,
porque el milenio na ha llegado. Los rasgos más ma r -
cados del cristianismo son ya, cantidad , poder, varie-
dad y abundancia, pero no son aún cooperación, paz,
unión y harmonia. Las potencias se han desenvuelto,
pero no se han harmonizado aún. La espada no se
transformó aún en arado; la paz universal y perpetua
no se proclamó aún; pero á ella nos guia y nos impele
la inevitable inclinación de las cosas. Al compás que
la ciencia se difunde, que se aumenta la riqueza y que
la fuerza moral del mundo crece y se extiende, la ley
se sobrepone más á la violencia. Los hombres ya 110
llevan espadas al cinto para defenderse. Los defiende
la policía. Las ciudades no están ya cercadas de altos
muros ni ocupadas por guerreros dispuestos á r esistir
cualquier ataque. Todas reposan en los brazos pacificas
de la ley que la nación se impone. Aún luchan los
pueblos unoS contra otros: pero se acercan los tiempos

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244 LA METAFtSICA y LA POE~tA

en que el derecho internacional, el parlamento del


mundo, la confederación de la Il u manidad, reemplaza-
rán los ejércitos permanen tes y las naves revestidas
de acero. La interna guerra social debe también aca-
bar, más pronto ó más tarde . El pauperism o yel cri-
men serán tratados según el método cristiano . Los cri-
minales serán reformados. El castigo se impond rá con
este piadoso propúsito. La cooperación en la industria
y en el corncr..:io succucni á la l:ompclcncia . Conocidos
Son los p rincipios por cuya virtud han de obtener ••
tales res ultados: la d iricultad que aún queda que Yen-
..:cr súlo en la aplicación estriba. Cap) la csda\-itud r
.e alla nó u n gran obstáculo para el progreso . Los otros
males de la so..::iedad serán pronto combatidos, y uno
en pos de otro se irán también destruyendo . El Cristia-
nismo se hace más práctico caJa Jia, y su aplicaci6n
al vil' ir de las gentes crece en Yigor y en tino . L ey de
la vida humana es que el desarrollo de las diferencias
preceda á la reconciliación. La yariedad está antes de
la harmonia; el análisis prepara la sintesis; á la unión
se anticipa la oposición . El Cristianj,mo, cual podero-
so_estimulo, aplicado á la mente del hombre, desen-
vuell'e, primero, todas las energías é inclinaciones del
alma; pero después su suave intlujo en los corazones
las reconcilia todas. Cristo es el Príncipe de la Paz.
Cristo vino á poner paz entre el hombre y Dios; entre
hombre y hombre; entre la ley y el amor; entre la ra-
zón y la fe; entre la libertad y el orden ; entre la conser-
vación y el p rogreso; y aunque nos trajo al principio
la espada, nos envió después el ramo de oliva . La uni-
dad universal es el objeto y el Jin del Cristianismo.,.
Si hemos de compartir las hermosas esperanzas del
Sr. Freeman Clar ke. s e ve q ue, no por obra de los

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LA METAFfsICA y LA POEsfA 24 5

mahatmas, ni por utilizar la metafísica de nadie, sino


por virtud de una religión, llegará pronto la humani-
dad, tal vez dentro de poco más de un siglo, que
será el milenio, á una situación bri llante , pacifica y
dichosa . Mas nO por eso ha de extinguirse en los hom-
bres el deseo de explicárselo todo raciona lmente y po r
sus causas. Entonces, p ues, co n más r eposo Y holgu-
ra los hombres tal vez se dediquen á la metafísica,
acierten al fin, y ya con buena, sana Y verdadera me-
tafísica, la utilicen, y sean aún más felices y más
dignn •.

lIT

¿Quién soy yo? ¿Quién es D i os? ¿Cóm o


Dios y 'yo seremos una m isma cosa?
( P ágina 2 7 .)

Son palabras de San Buenaventura, que pueden y


deben entenderse en yarios sentidOs; pero que, según
IOdos ellos, nos ofrecen sólo una aspiración :l. la mela-
fisica-ciencia, Y no su realidad.
Para responder á las lres preguntas, para cu mplir
los tres puntoS y subi r los tres grados , no basta el na-
tural discurso. Según todos los mlsticos cristianos, se
necesitan la fe y las obras. "Q .. ién soy yol' no significa
sólo el conncimiento de si mismo. una psicolngía sutil

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246 LA METAFíSICA Y LA POEsíA

y honda, sino el empleo y ejercicio de la voluntad para


limpiar el alma y crear en ella la p ureza. ¿Quién es
Dios.' significa la luz , que el alma, ya purificada, co-
lumbra a llá en su íntimo centro, y que se le aparece
como sumo bien, atrayéndola á si, y encendiendo en
ella el amor. Y ¿c6mo Dios y yo serentOs una misma
cosa.> significa la obra de ese amor, cuyo último y su-
premo tér mino es la unión de Dios y del alma .
Esta unión se realiza en el centro Intimo de que ya
hemos hablado, el cual , según los misticos , es más alto
que la ínmensidad de los ciclos, más hondo que el
abismo, y más ancho que el Universo todo. Cuantos
son los seres de la creación no bastan á llena r su ca-
pacidad . Sólo Dios la llena , que es la esencia de su
esencia , de quien el alm a está como pendiente. Otros
místicos dicen que este centro va á parar á cierto abis-
mo , que se llama "eino de Dios y cielo del espiritu, por-
que el reino de Dios está dentro de nosotros, como dice
el Evangelio: Regnu111 Dei in/I'a JJOS esl . Y el reino de
Dios no es otra cosa sino el mismo Dios con todas sus
riquezas, dones y gracias . Cuando el alma llega hasta
aJli, se une á su principio, que es Dios , y se sume en
el mar profundisimo del ser, y se levanta sobre las po-
tencias racionales, y se pone fuera de todo lugar y de
todo tiempo .
lI ay que distinguir aquí esta doctrina de la de los
panteístas, que \"en en el ser humano dos inclinacio-
nes: una egoísta , por la cual procuramos conservar
n uestra ind ívidualidad limitada y mezquina; y otra
altruista, generosa, amante , que nos impulsa á dar
hasta la vida para unificarnos con el amado, por donde
son hermanos el amor y la muerte, y Dios y yo, al uni-
ficarnos, nos perdemos en el seno de lo inconciente .

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LA METAFíSICA Y LA pOEsfA 247

Desde esta doctrina , donde el amor persiste aun, si


bien sin objeto real, sino ideal sóLo, Los filósofos han
yen ido á caer, con más perversa degradación, en eL pe-
simismo suicida: en la doctrina deL nirvana, de Los
budistas Y de Schopenhauer, donde, no ya por amor
aL bien, sino por horror aL mal, y para librarnos de él,
ciframos la esperanza en La nada .
Como se "e, la mística de los panteíststas y la de Los
budistas Y pesimistas están en el extremo opuesto de La
ortodoxa : las unas son muerte; coLmo y pLenitud de
vida la otra. En ella y por ella entra eL alma en unión
intelectual con Dios, y se baña en un océano de luz in-
creada y toda la sustancia de nuestro espíritu se diLu}"e
en su propia fuente , que es Dios, por donde parece que
el alma se desnuda de su ser y se viste deL ser sustan-
ciaL de Dios; pero aunque eL aLma se infunde en Dios,
el alma persiste y vive con más clara y distinta vida que
nunca. Para explicar este misterio, acuden los místicos
á varios s,miles tan bellos como candorosos. EL alma
unida á Dios es como gota de agua cchada en vino, que
se diría que deja de ser agua y se transforma en vino;
c\ como aire que el sol dora; 6 como hierro cuando el
fuego le penetra Y le pone candente y Luminoso.
Todo esto, sin embargo, parece que nO es obra de la
raz6n sola, sin auxilio de La fe. :'\0 es la metafisica que
buscamos. si bien en algo semejante han ido en todas
las edades á terminar sus meditaciones muchos meta-
fisi~os, incurriendo casi siempre en la nota de panteís-
las, y poniendo, con lúgubre delirio, el modo más alto
de ser en el nO ser, como dice Janet, aludiendo al misti-
cismo de ~iajne de Biran, en los últimos años de su
,·ida.
Siendo la filosofia primera cOllocimiento racional de

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248 LA METAF! SICA y LA PO ES!A

las cosas eternas, segú n San Agustín la d efine, el misti-


cismo catól ico seria sin duda la mejor, la más sana y
la más completa filosofia, si la razó n sola bastase, ayu-
Jada hu manamente del amor; pero la r aZÓn y el amor
no bastan sin la re y sin la gracia, que son dones so-
bren at urales.
Desde que Kant, al hace r la crítica de la razán, im-
p rimió al pensamie n to h umano poderoso impulso en
dos direcciones opuestas; en la una poniendo límites al
discurso y creando una metafísica megativa y escépti-
ca, y en la otra prestando ser al más audaz y pasmoso
Jogm atismo, fuerza es confesar que nadie, Con el razo-
namien to sólo y puesto en la corriente impetuosa que
Kant habia creado, le ha impugnado con m ás tino y
energía que Krause . Su doctrina es la que más se ase-
meja a l ar istotelismo escolástico hoy ta n en moda, y la
que más briosa y sutilmente sostiene la objetividad del
conocimiento . Dios, a l fi n de la Analítica, no se de-
muestra , pero se muestra . Su manirestación, su visión
real, se parece á la q ue conciben los misticos cris-
tianos, y se apa rta por un abismo de la creación del Yo
absoluto, de la Idea, del Ser idéntico y todo de Fichte.
de Schelling y de lI egel. Krause no es panteista, sino
panenteista. Y su pannenteismo se asemeja al que ex-
presa sencillamente en s u Doctrina cristiana el paJre
Ripalda : Dios es/d en todo lugar', por esencia, presencia
)" potencia. Cuando el escolasticismo no habia renacido
aún en España , Sanz del Río trajo el krausismo de
Alemania, le aclimató entre nosotros y creó una escue-
la de la que salieron brillantes personalidades . Pocas
siguen aún siendo fieles á la doctrina del maestro. Lo
digo con dolor.
.\ vuelta de algunas burlas á que daba ocasifn el se-

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LA METAt'¡SIC A y L A POEsfA 249

vera tecnicismo de los krausistas españoles, haciéndo-


les incurrir en ciertas extravagancias y rarezas de len-
guaje, yo defendi, años ha , el k rausismo de los injus-
toS ataques de los católicos tradicionalistas , Hoy me
complazco en recordar aquellas defensas mías en el
periódico El Contemporáneo, al ver que los más doctos
y profundos tomistas de anora me dan la razón , i\\ onse-
ñor van \\' eddingen dice que el panenteísmo de Krause
n O difiere, sino por algunos lamentables excesos de len-
guaje, de la tesis teistica de la omnipresencia Y del con,
curso de la causa pr imera en los agentes l:osmicos . y
luego añade: «Es un espectá~ulo instructi,·O ver al ad-
,'ersario mas sagaz del criticismo acercarse á las en-
señanzas de la más positiva de las lilosoCias de las eda-
des pasadas, predestinada á todos los rejuvenecimien-
toS y á todos los perfeccionamientoS de la .:iencia mo'
Jerna .'t)
~lonseñor ,'an \Yaddingen entiende, por ultimo, que
el por,enir de la tilosofía está en ponerle por base el
principio generador Jel conocimiento, como le han se-
ñalado los más firmes pensadores, desde ,\ristóteles Y
los grandes escolásticos hasta Krause, á fin de llegar á
la completa distinción entre los elementos sujeti\'os y
objetivos del conocimiento, Y entre el fatalismo de los
agentes materiales y la autonomia interna del espiritu,
y á fin de reconocer la realidad de la causa primera ¿
infinita)' de su prescncia incesantcmente activa en los
seres del Universo Y en el alma del hombre,

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25 0 LA METAFíSICA Y LA POEsíA

IY

L o que es P01' el discurso, tarde ó


n unca llegaremos á una 11letnfisica e11
que el esplritu se aquiete. (Pág . 28.)

Guyau ha escrito un libro, La irreligió11 del porpe-


/lir, donde quiere probar que, de aquí en adelante, no
será posible religión alguna, al menos para las perso-
nas ilustradas. Como primera consecuencia de esto, se
infiere la necesidad de ser ó de parecer irreligiosos, á
fin de no ser tenidos por microcefalos ignorantes. y
como segunda consecuencia, se infiere la necesidad de
componer metafísicas racionales para reemplazar los
dogmas desechados. Pues bien: nada más deplorable
que la colección de sistemas que Gurau va pasando en
rel'ista en sustitución de las religiones. Todos son
ateos y casi todos pesimistas y desesperados; pero
muchos procuran explicar racionalmente, y basta
hacer, allá á su manera, la apología de la religión que
tratan de reemplazar. El más interesante de estos sis-
temas es el de Felipe )lainlaender. Se titula Filosofía de
la redención, y es, según el autor, archicristiano: una
nueva Imitació11 de Cristo . El autor, inspirado por
Schopenhauer, compuso su libro , le imprimió COn pri-
mor. corrigió la pruebas con esmero, recibió el primer

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LA METAFíSICA Y LA POEsíA 25 1

ejemplar, yen seguida, en Nápoles, el dia 3 1 de ~iarzo


de 1876, se ahorcó para redimirse Y para probar su
pleno convencimiento en la verdad de su doctrina, que
él considera la última palabra. la deducción más racio-
nal y más completa del Cristiani~mo .

.... .~:J..lywv 8' ouo.p.[(1 ( Pág . 1! 7.)

A fin de que las personas extrañas á los estudios


filosóficos na se den á imaginar que yo invento para-
dojas para entretener á. los lectores , Y que afirmo que
la metatisica es iotitil sutilizando Y alambicando, voy
á trasladar aqui todo el párrafo de la :lletafisica de Aris-
t0teles, que termina con las palabras que van en el tc:<.-
to, y se verá que Inis razonamientoS son comentario
fiel de dicho párrafo, el cual es como sigue :
"Po r la admiración ahora Y siempre empiezan los
homhres á filosofar . En el comienzo se pasmaban de la
inexplicable que cerca tenían; pero poco á poco qu isiL
ron comprender más elevados objetos; las mudanzas de
la luna, del sol y de las estrellas, y hasta el origen de
todo. y como la ignorancia era causa de admiración,
los primeros que allá á su modo filosofaban , se compla-
dan con fábulas, pues la fábula (lItylhas) conviene i In

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25 2 Y.A METAFfsICA y LA POEsfA

maravilloso. Ello es que el filosofar fué para huir de la


ignorancia . Es eviden te que nadie filosofó sino para
saber, y no por utilidad. Los hechos dan testimonio de
que fué así ; nadie se dedicó á esta ciencia hasta que
hubo lo que importa á las necesidades de la vida y á la
comodida d y al deleite. ' 0 se buscó esta ciencia para
fin alguno que en ella no estuviese; de suerte que , asi
como se llama libre al hombre que no es de otro sino
de sí mismo, asi esta ciencia es la única libre entre
todas , porque ella sola es por ela. y como la naturale-
za del hombre es esclava, con raz;,n p uede afirmarse
que no es humana la posesión de esta ciencia . Según
Simónides, sólo Dios la posee, y el hombre ni de aspi-
rar á ella es digno. Dicen los poetas que Dios es celoso.
sobre todo en este pun to , por lo cual castiga á los au-
daces que se atreven á filosofar ; pero los poetas Son
embu steros, si no engaña el refrán. Dios ni nos envidia
ni nos castiga. Xo hay ciencia más honrada que la filo-
so fia . Es divinisima y honradisima . ya porque es Dios
quien la entiende, ya porque es de Dios de quien ella
entiende; la en tiende só lo Dios por completo; y entien-
de ella, ó trata principalmente de Dios, porque Dios es
causa y principio de todo, y ella de causas y de princi-
pios trata. Por eso son más útiles las otras todas, pero
ninsuna es más s ublime.»

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u. METAFIsICA y LA PO EStA 253

\"1

¿Qué cOllcepto histórico hemos d e {or -


m ar n i q u é doctr in a m oyal hanzos de
i1lferir de todo el lo? ( P ág . 1 98.)

La elasticidad del tema sobre el que aquí ciscurri-


mas es tan grande que, si fuésemos a dilucidar los
puntos que se tocan por incidcnda . seria nuestro tra-
bajo interminable, Y este libro sería el libro de todas
las cosas Y de otras muchas más.
Para demostrar que nadie ya á leeró á oir comedias de
Calderón ó de Tirso á [in de moralizarse, sino i fln de
diyertirse ó de gozar de cierta emoción estética, no es
menester meterse en honduras . Rara es la comedia de
nuestro antiguo teatro que pueda presentarse como
una lcccilín !llora/. ",o creo tampoco que pueda pre-
sentarse como espejo fiel de las costumbres de cnton-
ues. En casi todas ellas ha, algo de arbitrario, com'en_
cional 6 exagerado .
lIa escrito el Sr. D. Yicente Barrantes una discretL
sima disertación, á par que interesante narración, con
el titulo de El l'eintiCllatro de Córdoba . El efecto que
su lectura produce es el de disculpar, r hasta el de res-
petar, al noble y terrible Fernán AlfonsO, que mata á
su mujer Y á la confidenta de su mujer Y á los amantes

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254 LA ME1AFisrCA y LA POEsi.\

Je ambas, á quienes sorprende en el mismo delito que


le deshonra . :¡';-O poco se excede Fernán Alfonso en
matar además todo bicho viviente que había en su casa,
como fueron pe rros, gatos, monos y papagayos, que
ninguna culpa tenían de cuanto habia ocurrido. Pero,
en fin, hasta esta falta, ó. mejor dicho, hasta esta sobra
de castigo, se disimula .
Comparada luego la verdad histórica del caso d e
Fernán Alfonso Con las ficciones poéticas análogas de
Calderón , fuerza es confesarlo, quedan las ultimas
harto malparadas . .\quellos maridos apenas tienen
celos de amor , sino Je hono/': matan por orgullo y no
por otra pasión más simpática; y no se castigan ellos
mismos luego, como se castigó Otelo , sino que se que-
dan fresquísimos, y aun se casan con otra buena
señora.
Tan exagerada, fria y razonada ferodJad, tiene mu o
cho de falso y de declamatorio. ;';0 se funda en el pro.
fundo sentimiento de la santidad del lazo conguyaJ.
roto por el adulterio, sino en pasiones, no humanas,
sino casi exclusivas de los hidalgos.
Tiene mucho chiste (r le reimos) aquello tan sabiJo
de Lope:

«Xo estaba pobre la feroz Lucrecia,


Que á darle don Tarquino mil reales •
Ella fuera más blanda r menos necia.»

Pero , considerándolo bien , nos inclinamos á creer


que no habría poeta en nuestros dias que tuviese mujer
ó hijas y que se acordase de su madre, que se atrevie-
se á decir tan desvergonzada burla; que sometiese la
virtud de toda mujer, hasta la de aquella que sine de

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LA METAFfs l C A y L A P O¡':SfA 255

lipa de la fidelidad con yugal , á la condición d e 00 se r


pobre y de no tener quie n le dé mil r eales .
Todo, pues, nos persuade de q ue los poetas es paño-
les de los siglos X\"¡ y X.\" Il no se p reocupaban de la
moral, ni se ajustaba n tampoco demasiado á la rea li -
dad de las cosas . Comed ias Y novelas eran entonces
m enas ",I,o' alistas , Y también menos didácticas que
ahora; no enseñaban lo que debía ser, ni enseñaban 10
que era, sino exagerándolo. para que hiciese más erecto
en el juego libérrimo él que la imagínacinn se entregaba .
Pasma que . a l lado de los adustos Y tremendos ma-
ridos de Calderón, Y al lado de su Príncipe constante,
aparezcan hidalgos y caballeros de fuste haciendo Ira-
,,"S/I " as, e,identemente tenídas por tales en la mente
Jel poeta, Y que no hacen que clt,-allieso se infame Y
me rezca harto mas d ura calilkacion en el concepto del
m undo de entonces . El héroe de La ¡,il l ana de \'a/le-
<as, por ejemplo, se pre"ale del trueque casua l d las
maletas para guardarse dinero, joyas Y letras de cam-
bio del indiano, Y para tomar el nombre de éste y lra-
lar de quitarle también la no,ia . Si no lo consigue, 00
es por falta de ,·oluntad.
Eo las novelas, aun suele ser más extraordinaria la
relajación de las costumbres . Doña :lIaría de Zayas y
Sotomayor noS da de esto la muestra mas curiosa en
E l pr.,venido engaiiado . La moral de la historia es que
toda mujer engaña, y que es mejor, 6 menos malo, ca-
sarse con u na discreta q ue con un a tonta, porque la
d iscreta lo hace con d isimulo, y el engañado suele no
enterarse, nlientras que la. tonta. procede tan sin tino,
q ue el pobre engañado tieoe al punto conocimiento de l
engaño . En la serie de aventuras de mujeres disc retas
con q ue la suerte va p re .. inien do al que es engañado

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256 LA METAFJSICA y LA rOEsJA

al fin por la tOOla, hay algunas aventuras que se ,obre-


ponen á cuanto 201a ha podido imaginar en nuestros
dias. t;na senorita de Granada pare y echa el nino á un
corral para que los cerdos se le coman; una noble viu-
da, que pasa en Se\'illa por santa, tiene secretos y horri-
bles amores con un negro, mozo de la caballeriza, á
quien la lascivia de ella mata : etc., etc . Todo esto esta
contado con frescura y sin aspavientos . Y. sin embargo,
el re,-erendo padre maestro fray José de Yaldi"ielso
pone á las novelas de dona ;\laria de Zayas la siguiente
aprobación: «En este honesto y entretenido libro nO
hallo cosa que se oponga á la verdad católica ni á la
moral cristiana . y aunque por ilustre emulación de las
I
Corinas, Safos y Aspasias, no se le debiera d ar la li_
cencia que pide, por dama é hija de .\!adrid me parece
que no se le puede negar.»
Entiéndase que hablamos aqui de la inmoralidad
casi incons~iente y espontánea de los poetas. Si entrá ..
sernas en la inmoralidad de los poetas premeditada ,-
promovida por la vil adulación, ya al singular tirano
que los protege ó mantiene, ya al ,"ulgo, en la Edad
.\[oderna, seria cuento de nunca acabar é interminable
capitulo de culpas. Baste citar, para muestra, a :'Iar-
cial, que pone á Domiciano por las nubes, y á \"ille-
gas, que llama Grande al pobre y desdichado rey Fe-
lipe 1\', «cuyo nombre no da al viento
Porque no es capaz de él tanto elemento.»
El Ariosto, que se reía de todo, aconseja á los prín-
cipes que protejan á los poetas , para que les den fama
de buenos, aunque sean malos, y para que . si se eno-
jan por falta de protección, no Jos pongan como chupa
de dómine ó como hoja de perejil.
Con el ejemplo corroboró Ariosto su precepto y con-

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LA METAFÍSICA Y LA POEsfA 257

scjo de adulación , hasta el punto de afirmar que Lucre-


cía Borgia eclipsaba por su honestidad á su tocaya la
mujer de Colatino. En el templo de la gloTia de las
tuujeres: la pnmcra inscripción que pone Ari osto es
¡quella que

Con tungo onor Lucre"ia Bo rgia noma.


La cui belle,, { a ed onesla prepon"e
Debbe al aHliea la sua patria Roma ,

Al card enal Ilip '>lilO de Este, tremendo facineroso ,


protector del gran poeta, le adula éste hasta el punto
4 c disculpar su s crimcnes. L.ucrccia Borgia traj o con-
sigo á Fcrra ra á una prima mu y linda y desenfadada ,
llamada doña Angela. El C ardenal, y Julio su herman o,
la pretcodian á la vez, y u n dia, acaso por dar ce los
ó por hacer rabiar al Cardenal, An gela Borg ia p on-
.deró de herm osos los oj os de Juli o . El Cardenal, para
vengarse. mand ó á unO S s icarios q ue, al vo lver d e un;1
.caceria, so rpre ndiesen al hermano y le sacasen aque-
llos ojos qu e tanto g ~staban i doña Angcla. La o pera-
ción nO se hizo, po r d icha, bas tante bien , aunque el
cardenal la pre sen ci ó, y los medi cas pudieron salvar á
Ju lio un o d e los ojos. El Ca rde nal no acertó á dejarle
ciego, s ino s6 lo tuerto.
El Ari osto tr,,'a en una ég loga de disculpar él s u Me-
..cenas. Puede ve rse á. Grego roviu s en la "ida de Lucre-
cia Borgia.
Ello es que el estilo hipcrb ~ lico de la pocsia s e presta·,
más que la prosa, á la adulación, Y puede con"crtir la
.adulaci 6 n en la mas inmoral infamia, Ó hasta en la
ID" S brutal blasfemia. C itaré para muest ra los versoS
17

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258 LA METAFíSICA Y LA POEsíA

de Antón Montara en alabanza de doña Isabel la Ca-


tólica:

,<Alta Reina soberana,


Si antes nadcradcs vos
Q ue la hija de San ta Ana,
E n vos el lIijo de Dios
Recibiera carne humana, »

y n o se d iga que esto era en tiempos antiguos . .\hora,


recientemente, y no para encomiar a la csd.1rccida
princesa que da á Espa ¡'ia unidad va l mundo anti g uo ·
un nuevo m un do , sino para liso nj ear al Sr. Saga sta
se ha co mpuesto esta copla, a mi Hr mas blasfema que
la de Antón Montoro:

«La Yir gen del Pil a r Ji.:"


Que si se ll ega á cas.s r.
lI a de hacerlo co n el le:"c
De l partido liberal.»

VII

El público podrá matarle¡ pero llojuz -·


g({1'le. (Pá g, 206)

Todo el pensamiento de Ileinc sob re la poesía, csti


txprcsado con grande hermosura en los r oma n ces que

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L.~ ~IET AFíSICA y LA rOEsi \ 2 j9

compuso en elogio de nuestro compatr:ota Jehuda be!)


Leví de Toledo, que fué un genio,

Solchen Dichte>' l'on der Cnade


Colles nen'1.en WÜ" Genie:
ünverant}lJ(¡~·tlicher Künig
Des Cedank,nreiches ist e>',
Nllr d em Colte steht er Rede,
1 ¡Yiehl dem Folke. In del" Kztnst,
IVie i1l1 Leben, kan" das Volk
Tijdten uns J d oc h niemals riehlen.

Ilarto bien se infiere de esta sublime ir respo n sab ili-


dad del poeta s u carencia de utilidad práctic:l,
La poesía, en un poeta como nuestro judío toleda-
no, que era un genio! ó digase un ser sobrenatural,
es un caso divin o,,: una g ran l"zJJ¿ laci ón; el cco dulcí si-
mo del beso que Dios d ió á su alma, complacido al
verla tan hermosa cuando la creó.
De tal poesía como la de Jchuda Lc\'ita, seg ún f-Ici-
ne la ensalza, no negarem os la utilidad, si la u tilidad
puede tomarse en al tísimo se ntido ; si no reba jáse mos.
la poesia llamándola útil, co mo se rebaja lo diyino: la
revelación, por ejemplo, 6 si n se r por ejempl o, ya que
!leine llama á la poesia re\'cla ció n y gra nd e ,
De tod os modos , p od rán deducirse dos cosas , acep-
tado lo dicho, que imp o rta n á nue stra contro\'crsia.
1. Que estos poetas genios son raros, son miJag ro-
sos, aunque no tan milag rosos y raros como los dia-
mantes de á libra, si los hubiera , y con quien Cam-
poamor los compara; pero que hay además m u ltitud
de poetas que no reciben esa inspira ció n div in a, en
sentido real, si no sólo po r exageraci ó n ele gante , )

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260 LA METAFíSICA Y LA POESÍA

y 11. Que aun suponiendo en todo po~ta, que


merezca nombre de tal, esa divina inspiración, no po-
demos figurárnoslc como puro in str umento pa sivo de
dicha inspiración, ni creer que no añade y pone ade-
más algo suyo, aunque n o sea más que pa ra adornar
la expresión y forma de que reviste lo que divinamen-
te le fué inspirado .
Ahora bien ; yo recelo que, con esta añadidura, hasta
el más egregio poeta puede ec har á perder s u inspira-
ción divina y convertirla en diab ólica, co rrompién-
d ola. No hay peor corrupci;,n que la de lo óptimo.
¿Dónde qued a, pu es, en la práctica, la utilidad de la
poe sía? Sólo persistiría la utilidad , presuponiendo una
critica infalible que distinguiese y se parase en toda
poesía el elemento divino del elemento humano: lo re-
velado por Dios de lo infundid o en nue st ra mente por
el diab lo, po r nuestra soberbia , por nuestra lu j u ri a ó
por Olras malas pa siones .
Oesp uc s de haber funcionado esta crítica expurga-
dora , bien se podria formar la poesía ca nó nica, como
hay libros canónicos que componen las Sagradas Es -
crituras, y hacer de dic ha s poesías can ó nicas un apén-
dice importantí simo, nosotros á la Biblia, y los maho-
metan os al Corán, y al Talmud los israelitas.
Co n esto hab ría u ti lidad archicomplet3 en la poesía ;
p er o, ¡ad iós, dulcisima libertad de pensar , de dispara-
tar y de escr ibir en verso! En España habría Inquisi-
ción cristiana para la poesía , y en l\rarruccos Inquisi-
ción muslímica. ¿No es, pues , mejor que cada c ual
disparate á s u antojo , lo mismo en ve rso que en prosa ,
y que sea libre aunque no sea útil? Yo eotiendo que si.
l o me cabe duda: mi amigo Cam poam o r se priva con
gus to de la proi"unda satisfacci ón que le produciria el

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I

LA )IETAFisICA y LA rOF s iA 261

que se declarase ex cathedra que ta l dolora suya era el


eco de un beso que Dios di ó á su alma, con tal de no
exponerse a nueva declaraci ó n, eX cathed1~a también,
a segurando que otra de sus doloras era el ceo de un
beso del propio mengue. Y. so bre todo, si la dolora
anatematizada le parecía más bonita (lo cual es pro-
Dable) que la dol ora canonizada. Esta últim a podría
ser honnele mais embitante, y la primera con so bra de
sal y pimienta , c omo aquellos \'crsos , maS plac e ~'ados
que d % rad os. que dicen:

«Es imp osible, Yiet a ria,


Que haya un tormento
Q ue me ha ga oh' idar la gloria
ne este m o me nto .»
\

YIl [

La m etafísica , lej os de 1110 1' Ú' decréPi-


ta, está enflor, ( P ríg 2 2 3.)

K an t, n o sé yo lo q ue q uiso, ni sé si él lo sab ia ;'


pero seg un al gun os! qu iso rematar la metafísicJ" ca si
muerta ya po r los tre men do s go lpes d e los fi lóso fos
d el si glo X\'III , )' de Davi d Ilumo s ingularmente. Fuer-
za es co nfesa r que, si Ka nt quiso esto , hizo sin q uere r

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--

262 LA METAFíSICA Y LA POESÍA

lo contrario. Kant hiz o que la metar¡sica se levantase


con brios tan po deroso s y con vuelo tan alto, que era
menester retroceder á los tiempos de Platón y de Aris-
t 6teles para contemplarla tan bri osa ,- tan encumbra-
da. El escrupuloso esce pticism o de K an t se co nvirtió
.en el más con fiado dogmatismo.
Imaginemos la mente humana a ntes de toda per-
.cepci ó n: la de un niño recién nacido Ó la de un sordo
y ciego de n aci miento . La mente estará como t a bla
rasa, limpia de: toda idea ó imagen.
Luego que la m en te crnp ieza á percibir cosas , ya de
la s exteriores por lo s s en tidos corporales, ya de lo in-
-terior por el sentido ín timo, las id eas empiezan {l nace r
r se llena de ella s 13 mente. Pero estas ideas, ¿son re-
tratos fie les de las cose s en si , ó son fo rmadas, con oca-
si ó n de las cosas en s í, po r obra de ciertas forma s y
.energ ias que la mente posee)' que se despie rtan en ella
.al reci bir las impre sion es? Segun Kant , todas las idea s
están vaciadas en esas formas de nuestra mente. La
m e nte p o ne el lu ga r en que las VC1TIOS. el t iempo en
-que se muestra n , el enlace de unas en ot ras como efec-
to S y causas) el orde n en que c s t~in, 10 que tienen de
.distinto y la s de termina y divide, )' lo que tienen de
idtnti co, y las va co lecci o nando en gr up os más ó menos
g r andes, ha st3. te rmina r en un o que abar.:a la totalidad
.de ellas, el im inan do las d it'ere n cias y reduciendo á uni-
.dad el todo.
Resulta de aqui que cua nto se n os fi g ura que es no
:sa bcmos en r ealidad si es . Es puro fen ó meno. La cosa
.en si sabe Dios lo que será, si hay cosa en si para sa-
bida, y si hay Di os para que la se pa.
Por lo pronto, todo es fanta stTIago ria, ó como som-
bra s chinescas, Y n o se puede probar la realidad de

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LA METAFíSIC ..\ y LA POESÍA 2 63

nada. El mundo, la humanidad Y Dios mismo, serán


_acaso ilusión for jada por la mente_ Todo es obra del
-sujeto y nO del objeto, ya que todo objeto es creado
por el sujeto, y creado á su modo, cuando el sujeto
piensa en é:l. y la que es más negra aún, es que el su-
jeto, que ya pensando y creando, no está seguro de si
~él mismo existe y de si es una cosa en si, ya que! cuan-
do se piensa á sí propio, se pone como objeto, y sólo
com o tal se conoce; esto es, con aq uellas formas y coo-
.diciones que él en él pone y que nadie sabe si estarán
.en él ó no estarán en él.
Después de llegar á este extremo de dudas, Fichte.
S chelling Y Hegel, se echaron sucesivamente á cavilar,
y vinieron á parar , por su s pa sos contados , y con pas-
moSO método dialectíco y esfuerz os mentales, en las
m á s desafo radas aHrm a ci o nc s .
Si el Yo, el sujeto que picnsa, va poniendo sus pro-
pias forma s Y no cio ne s en lo pensado, y presta el orden
y la ley y la arm o nia que lo pensado n o tiene ó no sa-
b em os que tenga, el Yo es quien lo crea todo y quien
t o do lo fabrica Y lo comp o ne ó lo p o ne . Al ponerse á
"S i m ismo , pone el mun do! p o ne á Dios ! y na hay cosa
.qu e no ponga . El yo es , pues , el Cread o r de todas las
,C :) S ;1S : pero , en este punto de la med ita ción, d e be so-

bre ve nir la sos pe cha d e qu e este Yo C reado r , si por un


l ado es mi Yo, no es mi Yo por otro lad o . lo.'1i Yo n a
-c :\.istia hace un os c u antos años, y , dentro de poco es
casi seguro que dejará de existir; mientras que las cosas
tod as que el Yo c rea existí an antes de que yo existiese
y seguirán existi e nd o de s pués. Luego n O es mi Yo
quien las crea: p ero co m o las c rea el Yo , ven go á aflr-
mar y á negar á la ve z lo mi sm o . No importa. Llalnc--
nl OS :i esto un a antin o mia. RcsolvJ.mo s 1a en una sin-

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,
264 LA ~IETAFíSICA y LA POEsíA

tesis. Afirmemos que el Yo C reador, absoluto, supre-


mo, soy yo y no soy yo. Es el Yo que contiene, crea 'f
produce todos los yo es y además cuanto á cada yo se
contrapone, limitá nd ole, á lo cual llamaremos "0 yo. A
este Yo suprcmo ,á este sobre yo, le daremos el nombre- .
de Idea. Ella será todo y de ella nacerá todo. El suje:o-
y el o bjeto, la Idea y la Realidad, el pensamiento y lo
pensado, serán id énticos . El proceso dialéctico del pen-
samiento , la evolución fecu nda de la Idea , será la crea-
ción del U niverso , la aparición de la conciencia, cf
desarro llo del espiritu, la si multanea coexistencia de los
seres, la serie su ccsi\'a de los casos, mudanzas, ,'idas y
muertes.
No pretendo burl a rme de la filosofía hegeliana ni'
aspiro tampoco á exponerla en cuatro frases. Sólo afir-
mo que, aun tenien do el s istema por monstruoso, es;
imposible no asombrarse de su magniricencia; porque ,
si el colosal monumento en que han trabajado suces i-
vamente, como un solo hombre . los cuatro gran des
filós ofos alemanes , puede haberse desbaratado y des -
hecho, de sus escombros, de la riqueza prodigiosa de
pensamientos que entrelazados le formaban, .salen, n o-
sólo material, s in o fuerza y vida para producir yan'-
mar nuevas doctrinas , y para prestar sa \"ia y poder á.
las ciencias de la natura leza y del espiritu.
Entretanto, y después de cantar las alabanzas d e-
Hegel, .¿cómo n o negar s u sistema? ¿C ómo declara r-
nos hegelianos' A lIe gel le ha sucedido lo que á Esp i-
noza. Ambos quisieron const ruir la cienc ia ti prio ri! ~' ,
por prescindir de la experiencia , caye ro n en el crror ~
El método sintético con que ellos procedieron es cx c~ ­
lente, pero es men este r emplear ante s el análisis para
llegar á la sintesis. Luego que á la s inles is se llega, la

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LA METAFíSICA Y LA POEsíA 26 5

síntesis se. desenvuelve Y se aplica á la realidad, y cuan-


tas son las cosas se comprenden y se explican, y tene-
mos la ci-;ncia una y toda.
'ueva filosofía es ésta. Podemos presentar á Krnu-
se y á los neo-tomistas como á s us principales autores.
En mi sentir, no cabe duda: si acertásemos á subir
hasta la síntesis. por camino seguro y Sln extravío, se-
ríamos omni scios; bajaríamos desde la sí.ntC'sis, con
más luz de gl o ria que la que trajo Moisés de la cumbre
del Sinaí, y daríamos leyes á la naturaleza como si la
creásemos , Y con struiríamos la historia del humano li-
naje como si tocios los héroes, mártires, sabios, profe-
tas y hierofantes, bulleran en nuestro íntimo ser y de
nosotros brotaran.
Lo irduo de la cuesti ó n es llegar á la sin tesis por
medio de la inducción , o bservándolo, ex..perimentán-
dolo y ana lizándol o tod o. Poco , poquísimo es lo quc -
sabem o s por observaci ó n Y experiencia, y aun esta ex-
periencia y esta observa...:i ó n son imposibles sin cierta
lógica formal Y real. que \"iene á ser mctafisica prcvi3.
Por don d e buscando la metafisica al fin , tenemos que
poner la metafísica al principío.
Prescindamos, no o bs tante , de tamaña dificultad.
Demos po r tan seg ura, co m o lo son las rnatemáti c as ,
1a metafísica previa que n os sirve para con ocer y co m-
prender las cosa s al o bservarlas, Y siempre serán tan
pocas las ya con o cidas de este inmenso Cní ycrso visi-
ble y de cuanto hay en la no menor inmensidad del es-
píritu , que casi debem os de sesperar de llegarlas él co.
nocer jam ás por co m pl etO, ha3ta s ubir, p o r ellas y por
grados . al origen y cau sa d e todas . Aca so, com o en
otro lugar indicamos, s uba el espiritu á esa ca usa pri-
JT-Icra, n o por in d ucc:6 n Y di scurso , sin o por fe, y por

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266 LA METAFíSICA Y LA POEsíA

rapto de amor y por gracia sobrenatural y milagrosa.


Lo que es racional y naturalmente dudamos de que
suba. La filosofía de Krause, por lo tanto, y cuantas
se le asemejan, deben de ser también vano cnsucilo.
Disipado éste, ¿qué n os quedará? l,'na ciencia expe-
rimental, ó, mejor dicho , varias ciencias experimenta-
les, que dan á conocer algo de lo somero de las cosas,
y un fundamento de metafísica, la cual, más ó menos á
sabiendas, nos ha valido para crear las ciencias, y que,
reflexivamente meditada y coostruída, forma también
doctrina aparte, como corona de las ciencias todas.
Pero esta corona es como si estuviese en el vacío. En-
tre ella y la cabeza , ó lo más sublime de las ciencias
experimentales, queda un abismo de distancia que
nunca acaso se pueda ll enar. Este abismo, esta solu-
ción de continuidad, se llena por ahora con la le reli -
giosa y con la imaginación poética .. lIi,

como en sombrío matorral los hongos,

germinan y lIorecen todos los dogmas teol ógicos, todos


los mitos y todas las creaciones fantásticas ó inseguras:
ángeles, demonios I sí lfides, ondinas I salamandras,.
gnomos, apariciones espiritistas, y cuanto puede engen-
drarse en el pais de las quimeras, donde todo es posi-
ble y d o nde lo pos ible es verosimil.
Tales son los limites , asi de mi credulidad como de
mi escepticismo. Ni afirmo , ni niego cuanto en este
abismo ine~plorado conciba la imaginació n ó descubra
y \'ea la fe. Pero así en los rudimentos de metafísica
que yo coloco por cima, como en los datos de las cien-
cias experimentales que están por bajo, ni se me ocu~
rre poner duda como Kant la pone , ni noto tampoco

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LA METAFÍSICA Y LA rOESÍA 267

la necesidad de probar, contra Kant, 'a certidumbre


de todo ello: su objetividad: que e5 real y no soñado
,que vivo, duermo, como, me paseo, discurro mal ó
bien, hablo, etc., etc. Todo esto lo sé superficialmente,
pero lo sé, y hasta donde lo sé, lo sé como es y como
lo sabe todo entendimiento . La certidumbre es inmc-
-diata, ev idente: no necesita pruebas.
Al llegar aqui, y hablando s in rebozo, ya que este
.escrito tiene mucho de confesi o nes. el sentidO vulgar
que hay en mi se me r ebela, desecha la admiraci /'o
r es petu osa que la f" oso~'í a me infunde , Y casi hace de
rni mente al go semejante á la d el barbero napolitano de
que he ha bl ado. Tanto de Kant , que , en obra tan yO-
luminosa co mo La critica de la ra{ ón pura, m e quiere
hacer dudar de que h a ya Dios . de que haya mundo y
hasta de que haya yo que dude , c uanto de Tiberghien,
por e jemplo , en su T.toria del co nocimient o, Y de 0100-
.señor van \Vcddin gcn , en su O bjetividad del conod-
m i '? llt o , los cuales tiran á pro ba r, en o bras nO me.nos
.exten sa s . que el mund o que \'em os es mundo real y
.que n osotros somos cosas eH sí y n o fantasmas . me
.entran ga nas de d ecir lo que: el r a pi s ta d ecía del Dante:
Q ues ti S ig na d non Q1 J .!JJa1l 0 ni ¿nt ¿ da f a }" 2- .
P ronto . p o r dicha. yiene la reacci ó n Y v ue lv o á sen-
I

tir ad m iración Y res peto po r el in g eni o , el sa ber y la


fuerza d e raciocinio , ora de Tiberg hicn 'i de \l o nseñor
van \Yc:ddin g c:n, porque prueban la :egitimidad de
n u estros m edi os d e con oc er , ora de Ka nt. porque,
lej os d e des truir la meta fi sica . la crca más pu jante, Y
porqu e, co n tra la ten d en cia d e las ciencias fí sicas, que,
.disl o~an do el centro del L ni\' erso, achican al ho mbre Y
e co nfinan en un rinc;'m , vuelve á hacer d el alma hu-
ma n a l q u e rien do pO:1crle limites , el centro y c.I foco

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268 LA ~IETAFÍSICA y LA POESÍA

fecundo d e todo. Si Copérnico, contemplando los as-


t ros, hiz o " eliocé n/)'ica el mundo, Kant, profundizand o
en el es píritu , hi zo ant¡'opocént,-ica la Creac ión entera.
Y , si n embargo, i:\ pesar de tanta admiraci(~m. no>
puedo ser kantia no, ni puedo creer en la utilidad, y
Inenos a ún, en la necesidad de que n adie me convenza
de que vivo y de que soy una cosa en mí, y de que mis.
ami gos y parientes , y los objetos que veo y toco, huel o
ó g usto, son tambié n cosas en si" y de que ha y mundo,
y de que estoy en Madrid , ca pita l de España , y de que-
escribo esto en el ario 1890 .
Por últi mo, lo que más se me atragan ta ó se me in -
digesta es la salida q ue tuvo Kan t, des pu és de dejar-
n os sin alma. s in mund o y sin Dios, y de comp adecer-
se de s u criado Lam pe , .1 quien al1i gi a la carencia de
aquella s cosas eH si , de inventa r otra raz() n , n o pura.
si n o práctica , para dc\-oh-crn os el al ma y el Di os que
n os habi a quitado. to do por ob ra \. gracia del i)))pera-
tivo categDJ·ic o . P o r cierto que yo n o ni ego la moral;
p ero harto m ~ís ca teg -j rica y más imperativa es la fuer-
za que me obliga á reconoce r los axiomas y teoremas
matemáticos, los prim e ros prin cipios y hasta el test i-
monio de mis se nti d os. y el con se n so un iversa l y o tros
c riter ios d e verdad. Y s i n o bas ta lOdo esto pa ra afirmar
el mund o , y la humanidad, y m i propia persona y la
causa pr im era , no com prendo po r qu é la ley m o r al ha
de tener tal p riv il eg io. Co nvert idos ya Dios , el mundo
y todo en ilu sión, en ,·anos ideale s, la ley m oral será
vana c r eació n iclea l ta mbi c n , ella de po r sí, yaun más
yana por el objeto a que se aplique , ya qu e, n o est a n-
do seguros de que haya mundo, ni p rójim o s , ni liber-
tad, ni yo re sponsable , ni nada, lo mismo da robar,
mata r , ad u lterar y maldeci r, que beodecir, a cari cia r,.

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LA METAFíSICA Y LA POESÍA 269

favorecer Y estimar á las visiones ó fantasmas de nues-


tra mente ó de lo que sea, pues de nuestra mente tam_
poco estamos seguros.
Es de notar además que , a l in ferir Kant de la ley
moral la inm o rtalidad del alma y la existen cia de Dios,
supone una ley m o ral para base ú premisa ! la cual no
está desde hace tantos s iglos ni tan universalmente
grabada en las almas todas como lo están n O pocas
verdades Y principios ! d e lo s cuales no quiere Kant d.c-
ducir la exi stencia de Di os ni la inmortalidad del alma.
Es cierto que la moral privada , en la conciencia in -
di\"idual, s o bre todo en tan n o ble é ilustrad o es pirilO
c o mo el de Kant , era ya en s u tiemp o más b ella y re-
lu ciente que el linnamen to llen o de estr ell as ; pero de
la mOfal d el vulgo, y aun de la mora l s ocia l y politica 1
¿qué no se podía censurar en tiempo de Kant y qué
no se pued e censurar ah o ra' El espectácu lo del Cni-
vers o , como qui era que s e entienda, aun d el m o do mas
inco mpl eto é infantil ! n oS m uestra má s claramente ,
desde hace m iles de añ os. la exi s ten cia d el C read o r.
que to d a la moral , ya tao adelantada en tiemp o de
Kant. No en tiempo de Kant , sino ya desde el tiempo
de los primero s reyes d e Isr a el. \" no s ólo para K.epler
Ó Galileo, sinO para el ig n o rante beduin o, llevan á las
a lmas m ayo r c o n\-e ncimiento estas palabras, L os ci.elos
narran la gl o ria d e D ios. que una ley mo ral tan con -
fusa y a un tan mal obse rv ad a por desg ra cia- !'\o ha-
blem os d e la le y m o ral de los sahajes. que s e comen
un os a otros, sino de la ley m ora l q ue , si no autoriza ,
na se o po nc, en tiempo de Kant 1aun entre las naciones
más cultas y mas nobles , á la cscla\-itud de m illones de
s eres humanos y á la t r a ta de s u carne; á la mutilación
de no po cos para ve la r po r la honra d e los maridos ,

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ÍNDICE

Pág'

- J
PRÓLOGO .•• . . .. · · · · · · · · ··· · · · ·· .
La Mctafísica Y la Poesia. -1. ¿La forma poética
está. llamada á dcsapa rece r? . . . . . . . . . . . . . . . 31
¡¡ .-Sin d esdeña r la poesia . . . . . . . . . . . . . . . • . . :. 1
La Pocsía desdeñada por la Cíencia y p0r la
prosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . 69
Sobre lo inúti l de la Metafisica y d e la Poesía .. . 93

.
· La ~l etafis i ca Y la Poesia an te la Cien cia roo-
derna .-1. La Mctallsica . . .... . . . .. .
n . -La Po esía . . ... · .. . .... . .. .. .. ... .. . . . .
133
14 5 (..

1lI.- La C iencia m oderna .. .... .. . . .. . . . . . . . 1 57 ":"


Última ré plica á Ca ropoamo r ..... ... .. . . , ... . '7 5
~ O T '\,S. , .• • .. .• . .•• • • .. . .• • . • •• .. . . • • - •• ..
22'

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