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En 1502, en su primer viaje al Nuevo Mundo, Cristóbal Colón exploró una parte

del imperio de los Chibchas, en las costas septentrionales de la actual


Colombia. Tras sus pasos, los conquistadores españoles establecieron en
Darién, en 1510, su primera colonia sobre el continente americano. Atraidos
por este nuevo "eldorado", los colonos progresaron rápidamente. En la costa,
en primer lugar, fundaron Cartagena, después, Santa Marta. Hacia el interior, a
continuación; Santa Fé de Bogotá - que sería más tarde Bogotá - fue
conquistada por Gonzalo Jiménez de Quesada, en 1538.

La región fue, a partir de 1544, integrada al virreinato del Perú, antes de ser, en
1740, el centro del virreinato de la Nueva Granada. La economía de la colonia
reposaba entonces, en gran parte, sobre la esclavitud: a los indios sucedieron
los esclavos negros. También se sirvió de los recursos naturales del territorio
(esmeraldas y otras piedras preciosas) y la presencia del istmo, que aseguraba
el esplendor de las ciudades portuarias.

Sin embargo, los españoles, que acaparaban las riquezas, se toparon con la
hostilidad creciente de los indígenas. La revuelta de los comuneros de Socorro,
en 1781, fue la primera manifestación de la identidad criolla y el preludio de los
movimientos por la independencia. Los insurgentes marcharon entonces a la
capital, para protestar contra los nuevos impuestos de los españoles y reclamar
su parte de la riqueza nacional. Desde entonces, el pueblo de Nueva Granada
hizo parte del movimiento por la independencia que nacía en el conjunto del
Imperio español.

En 1810, las provincias de la Nueva Granada se reunieron en federación y


decidieron romper con España. Frente a la represión dirigida por las
autoridades españolas, el deseo de independencia fue sofocado por un tiempo.
Sin embargo, los éxitos militares de Simón Bolívar sobre los españoles, un
poco por todo el continente, devolvieron las esperanzas a los independentistas.
Así, el 7 de agosto de 1819, el general Bolívar obtuvo una victoria decisiva en
la batalla de Boyacá. Una vez en Bogotá, proclamó entonces la independencia
de la Nueva Granada.

Algunos meses más tarde, el Congreso de Angostura (17 de diciembre de


1819) dio nacimiento al estado de Gran Colombia, que reunía la Nueva
Granada, la actual Panamá y, después de su liberación, Venezuela y Ecuador.
Esta experiencia no sobrevivió a su inspirador y, en 1830, después de la
muerte de Bolívar, Venezuela, después Ecuador, hicieron secesión.

Desde los primeros años de la independencia, el país estuvo dividido en dos


bloques políticos que se enfrentarían durante décadas. Por un lado, los
conservadores, sostenidos por la Iglesia, partidarios de un estado centralizado;
por el otro, el bloque liberal, federalista, que quería sustraer la política de la
influencia de la religión. Las primeras décadas que siguieron a la
independencia estuvieron marcadas por varias guerras civiles y por frecuentes
cambios constitucionales.
En 1858, el país fue dotado de una constitución semi-federal y la nueva
República fue bautizada Confederación Granadina. Cinco años más tarde
nacían los Estados Unidos de Colombia, sobre el modelo decididamente
federal del vecino norteamericano. Después de algunos años de relativa
estabilidad, una nueva guerra civil estalló en 1876. De retorno al poder, los
conservadores impusieron al país, en 1886, una constitución centralista, la de
la República de Colombia, que quedó en vigor hasta 1991.

La segunda mitad del siglo XIX se caracterizó por numerosos cambios, que
marcaron profundamente la sociedad: la abolición de la esclavitud en 1851;
luego, en 1853, la separación de la Iglesia y el estado.

En 1903, empujado por los Estados Unidos, Panamá accedió a la


independencia. Colombia perdió entonces un acceso importante al comercio
marítimo; sin embargo, las compensaciones financieras acordadas por
Washington le permitieron asimismo iniciar la diversificación de la economía,
que reposaba hasta entonces esencialmente sobre el comercio del café.

Hasta 1930, Colombia tuvo un período de estabilidad política y pudo


consagrarse a su desarrollo económico. La construcción de rutas, desde
principios del siglo, permitió un comienzo de la expansión comercial. La
explotación de los yacimientos de petróleo y el cultivo de café tomaron también
amplitud. Los liberales, de regreso al poder en 1930, se comprometieron en
nuevas reformas. Hasta la renuncia, en 1945, del presidente Alfonso López
Pumarejo, hicieron votar una ley de reforma agraria, el reconocimiento del
derecho de huelga y los derechos sindicales, un salario mínimo y vacaciones
pagas.

A partir de 1945, el ala más radical del partido liberal, dirigida por Jorge Eliecer
Gaitán, que se oponía a la política de unión nacional del presidente Alberto
Lleras Camargo, se volvió cada vez más popular. El 9 de abril de 1948, el
asesinato de Gaitán desencadenó en una sangrienta revuelta contra el
gobierno conservador en Bogotá y en las principales ciudades del país. La
violencia - es así como se bautizó esta insurrección popular -, dejó al menos
1.500 muertos y 20.000 heridos. La revuelta fue contenida finalmente y el
gobierno fue reequilibrado en favor de los liberales.

El 13 de junio de 1953, el general Gustavo Rojas Pinilla tomó el poder, gracias


a un golpe de estado. En 1957, después de más violencia, Rojas Pinilla fue
derrocado por una junta militar. Esta resolvió convocar a elecciones generales
y fue acordada una tregua entre los liberales y los conservadores. Decidieron
entonces la alternancia en los más altos puestos del estado (presidencia y
gabinetes ministeriales) por un período de 16 años. Sin embargo, la nueva
coalición, el Frente Nacional, no logró detener la violencia política.

El liberal Alberto Lleras Camargo fue elegido en 1958; en 1962, el conservador


León Valencia le sucedió. Los liberales regresaron al poder en 1966, con
Carlos Lleras Restrepo. La coalición conservó la mayoría en las dos cámaras,
pero raramente logró reunir la mayoría de dos tercios necesaria para el voto de
las leyes, y el país conoció entonces varios períodos de una quasi-parálisis.
Este clima favoreció una guerra civil latente, que encontró también sus raices
en el marasmo económico.

Desde los años '50, ciertos paisanos, influenciados por la emergencia del
comunismo, constituyeron, sobre sus tierras, "zonas de autodefensa". Este
movimiento fue rápidamente sustituido por una guerrilla organizada: las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), creadas en 1966, que
lanzaron una campaña de atentados. Frente a esta situación, el presidente
conservador Guillermo León Valencia declaró el estado de sitio y, con la ayuda
de los Estados Unidos, se lanzó en una lucha sin tregua contra los grupos
armados. Siguiendo a las FARC, el movimiento M-19 lanzó a su vez, en los
años'70, una guerrilla, esta vez, urbana. Cuando la coalición del Frente
Nacional llegó a su fin, en 1974, Alfonso Lopez Michelsen, un liberal, fue
elegido presidente.

La amnistía de unos 400 guerilleros por el presidente Betancur, elegido en


1982, y su orientación hacia un régimen de liberalización (y en particular la
tregua acordada en mayo de 1984, entre el gobierno y los rebeldes) no bastó
para traer la paz civil a Colombia. Los enfrentamientos recomenzaron con más
fuerza en 1985. En noviembre, los guerilleros se apoderaron del Palacio de
Justicia de Bogotá, tomando decenas de personas como rehenes. El ejército
intervino y estallaron muy violentos combates: 100 personas murieron, entre
ellas el presidente de la Corte Suprema y diez jueces.

Los liberales ganaron las elecciones de 1986 y Virgilio Barco Vargas, su


dirigente, llegó a la presidencia de la República. En agosto de 1989, en
respuesta a una ola de atentados en los cuales los carteles de cocaina
colombianos estaban implicados, el gobierno se lanzó, con la ayuda de
Washington, a una guerra total contra los traficantes de droga y sus redes. Más
de 10.000 personas fueron detenidas y los bienes de los sospechosos fueron
confiscados.

Fue en este cuadro de violencia que se desarrolló la elección presidencial de


1990; tres candidatos fueron asesinados. El liberal César Gaviria Trujillo,
elegido presidente en mayo, intentó entonces una política de reconciliación.
Con la nueva constitución de julio de 1991, quiso reforzar las instituciones
democráticas: el estado de sitio fue levantado y fue acordada la amnistía con
los traficantes de droga que se rendían.

La lucha contra los narcotraficantes marcó un giro en 1993, cuando Pablo


Escobar, el jefe del cartel de Medellín, murió en manos de las fuerzas de
seguridad del gobierno.

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