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Familia, querida familia, ¿hacia dónde vas?

Family, dear family, where are you going to?

Yolanda López Díaz*1


Profesora del Departamento de Trabajo Social
Universidad Nacional de Colombia

Resumen
En el marco de las transformaciones históricas, el concepto de familia es el punto de partida de este
artículo. Se pretende situar los nuevos discursos ideológicos como factor imprescindible en la interpreta-
ción y tratamiento de la familia en la posmodernidad. Las formas vinculares promovidas, los preceptos
morales y éticos que guían la acción, y los deberes y derechos exaltados son abordados en el texto para
situar, en la dialéctica discursividad-práctica, los malestares culturales que inciden en la familia como el
ámbito que forja y sostiene al sujeto en el mundo social.
Palabras clave: familia, modernidad, posmodernidad, vínculos familiares, síntomas, problemas familiares.

Abstract
Family, within the frame of historical transformations, is this paper’s starting point. This paper intends
to locate new ideological discourses as an essential factor in the interpretation and treatment of family in
postmodernity. Its promoted constituent forms, its ethical and moral precepts that guide actions, as well
as its extolled duties and rights are approached here, in order to locate, within the dialectic discursivity-
practice, the cultural unease that has influenced family as the sphere that forges and sustains the subject
in the social world.
Keywords: family, modernity, postmodernity, family ties, sympthoms, family problems.

Recibido: 24 de marzo de 2009. Aceptado: 4 de agosto de 2009.

* lopezyol3@yahoo.com

Trabajo Social N.º 11, 2009, ISSN 0123-4986, bogotá. páginas 125-136 125
Yolanda López Díaz

Presentación existencia y el fin que sostiene las virtudes individua-


La pregunta que se formula en el título de este artí- les requeridas para hacer parte de la colectividad.
culo y su tono evocan el afecto y la preocupación con La expulsión del paraíso signa al hombre con la
que nos dirigimos a los seres entrañables, y la familia marca de la falta original. Al transgredir los man-
es uno de ellos, pues, como ámbito de lo íntimo, sos- datos fundadores, su condición será en adelante la
tiene el sentido de cada sujeto en el mundo. Quere- de pecador, la de perenne deudor a su creador. El
mos saber su rumbo, porque nos preocupa nuestro arrepentimiento, ligado a la reparación, dictará la vía
propio rumbo y el destino de nuestra cultura. de la sujeción a la voluntad de Dios, codificada por
Creo entonces que la que formulo es una preocu- la iglesia, como representante terrenal de la divinidad
pación legítima, no solo desde las individualidades cristiana, en mandatos que aspiran a someter los de-
familiares, sino desde las colectividades, cuyas voces seos y necesidades humanas a la lógica de la glorifica-
institucionales se preguntan con inquietud por la fa- ción de Dios, en este mundo y en el más allá.
milia, buscando establecer algunas certezas sobre su Los límites de las realizaciones sociales, sexuales
marcha actual y su horizonte futuro. y familiares que se imponen se justifican —según
Las reflexiones que pongo a consideración tienen este discurso— como estrategia divina ante la di-
que ver con los efectos que en la intimidad subjetiva solución que amenaza esa naturaleza pecadora sin
alcanzan los cambios que históricamente se cons- severas regulaciones.
tatan en los ideales y en las demandas familiares Esta mentalidad teocéntrica, que produce una es-
inscritos en la dialéctica de las regulaciones sujeto- pecie de borramiento del ser humano como efecto de
sociedad. La perspectiva es situar en esas transfor- una representación grandiosa de Dios, refuerza una
maciones algunas explicaciones sobre los rumbos de moral sustentada en la severidad de los juicios sobre
la familia actual, haciendo la clara salvedad de que los actos humanos, en la amenaza de castigo aquí
sólo podré bordear algunos aspectos del suceder fa- y en el más allá, en la condena y el reproche como
miliar al que asistimos hoy, apenas entrado el siglo fuente de la culpa, y en el sacrificio y la renuncia a
XXI, ya que el análisis de su complejidad convoca la los deseos, como resortes simbólicos para el control
concurrencia de varios discursos que lo signifiquen, subjetivo y social.
que es seguramente el sentido del evento al que esta- Para esta mentalidad, la ética de la vida, los de-
mos asistiendo. beres de los hombres, deben circunscribirse a las exi-
gencias de la moral religiosa. La existencia debe so-
La familia de hoy en la trama meterse a la trascendencia, el cuerpo y sus apetitos a
histórica que la antecede los constreñimientos de las prohibiciones que, desde
la palabra de la iglesia, deben recaer sobre la carne, so
La moral premoderna pena de la condena al fuego eterno y a las angustias
Desde la moral religiosa que la sociedad occiden- de la culpa.
tal proclama todavía hasta fines del siglo XVII, Dios El matrimonio, erigido en sacramento y derivado
es el principio que regula y explica el sentido de la por tanto de la voluntad de Dios, marca los límites
para el encuentro sexual de los cuerpos y sacraliza la

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familia, encargada de canalizar y regular las urgencias can encuadrarse en obligaciones morales severas, […]
de la concupiscencia. La unión se celebra en nombre pareciera que la autonomía de la moral respecto de la
de la reproducción del género humano, sin embar- religión se niega en su funcionamiento real, vía la ab-
go, hombre y mujer derivan de ella posibilidades y solutidad del intransigente deber. (Lipovetsky, p. 23)
obligaciones distintas: él reivindicará en nombre de la
cultura patriarcal que lo sustenta el placer sexual, la Los perfiles característicos de la modernidad se
realización de sus sentidos; ella enarbolará la misión gestan en la dialéctica de sus aspectos históricamente
de la maternidad, como única razón que la autoriza a constituyentes (Ibid.)1: la exaltación del interés indi-
ofrecer su cuerpo como espacio de placer al otro. vidual y de los derechos. En todos los planos de la
Esa concepción sustenta al padre como represen- vida social, estos dos principios sirven, no solo a los
tante de Dios en el seno familiar, y de las libertades intereses individuales, sino que además soportan las
de lo público en el plano social; lo reconoce como el premisas del liberalismo económico, como doctrina
origen de una descendencia y de un patrimonio, y fundadora del capitalismo.
simbólicamente lo erige en el representante de la legi- La sociedad moderna llama a la realización de sus
timidad sagrada del matrimonio, sin la cual ninguna ideales fundadores: libertad, igualdad, fraternidad,
familia tiene derecho de ciudadanía (Roudinesco, esfuerzo individual, disciplina en el trabajo, interés
p. 23). En nombre de esa legitimidad que le otorga por uno mismo. Exaltación de las virtudes de la ab-
poderes omnímodos y plenas atribuciones sobre la negación, la entrega, la renuncia por la patria, la fa-
mujer, le demanda las virtudes que exige el sosteni- milia y los valores de la sociedad (Cruz).
miento de la vida privada y la crianza de los hijos. El deber se declara como código sagrado regula-
dor de los derechos subjetivos que instituye la deuda
La modernidad infinita del individuo hacia la colectividad, promue-
La modernidad inaugura una nueva lógica para ve una ética de la autorregulación, del límite, que
habitar el mundo. A partir del siglo XVIII, la moral conjure la amenaza de disolución de una sociedad
religiosa sostenida por la iglesia se va desvaneciendo librada al impulso de los apetitos, deseos e intereses
en la sociedades occidentales —en nuestro medio se de cada uno.
la reconoce aún como tendencia dominante hasta la Sin embargo, aunque hasta la mitad del siglo XX el
primera mitad del siglo XX—. Se asiste a cambios cumplimiento de los deberes del hombre y del ciudada-
simbólicos fundamentales cuyas centralidades las no y la realización de los mencionados ideales alcanza-
constituyen el discurso de los derechos subjetivos y el ba el estatuto de imperativo moral, del giro cultural va
de la ciencia, como máximas expresiones de un orden emergiendo una alta revaloración a la individualidad
humano-racional, y como nuevas posibilidades para y por esa vía una cierta licencia a la autocomplacencia
el ser social e individual. La cultura democrática que y una disposición a relativizar las demandas morales
privilegia el interés individual resitúa los ideales y las en defensa de la felicidad personal, como aspiración
aspiraciones colectivas y lentamente en la mentalidad legítima, catalogada ahora como un derecho.
social se sustituye la amenaza del castigo en el más El consumo derivado fundamental del desarrollo
allá por la responsabilidad de los propios actos, por lo capitalista —que a partir del siglo XIX se consolida
que el castigo y la reparación derivan en mecanismos en Europa—, en nuestro país en la primera mitad del
sociales y subjetivos. siglo XX , segrega nuevos modelos deseantes a la me-
En el camino de la consagración de los derechos dida de los nuevos goces que promete; crea codicias
subjetivos, la felicidad se afirma como derecho natural individuales y sociales que sostienen la apetencia,
del hombre, una coordenada mayor de la cultura indi- amplían la demanda e instauran la lógica del mer-
vidualista paralela a la libertad y a la igualdad. Surge
la moral profana, que libera al placer de la maldición
1 Véase Lipovetsky, Gilles. El crepúsculo del deber. Primer capítu-
cristiana. Sin embargo, muchos de los placeres bus- lo. Barcelona: Compactos Anagrama, 2004.

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cado; inscribe los objetos como insignias de prestigio que lo jerarquiza: los del espíritu y el corazón son los
y reconocimiento social, independientemente de las más nobles, los segundos realizan la esencia humana y
posibilidades reales de su adquisición; se convierte, superan todas las demás voluptuosidades. Esta mora-
entonces, en un nuevo código que cifra las aspiracio- lización y jerarquización que se mantiene a todo lo lar-
nes de felicidad y de bienestar y, por lo tanto, en un go del siglo XVIII, el siglo XIX la continuará: los goces
tipo de regulador de los intercambios sociales. eróticos se ubican en la escala inferior de las dignida-
Por este camino, el rigor de las obligaciones que des, son pobres y breves y degradan al hombre que se
el deber impone se debilita, y la trascendencia del entrega a ellos en la pasión y el exceso y son peligrosos
ideal acusa un cierto desvanecimiento. Al respecto para el espíritu y la salud física. (Ibid., p. 60)
dice Lipovetsky:
[…] el pensamiento económico liberal rehabilita Se identifican aquí ecos de una moral religiosa
las pasiones egoístas y los vicios privados y el derecho a que busca lugar en la familia, a través del rigorismo
pensar en uno mismo, meditar sobre sus propias cosas del deber que sin embargo muestra diferencias cuan-
se ha convertido en un principio regulador del orden do se aplica a la clase trabajadora, o a la burguesía2.
colectivo. […] Ya sea en la esfera económica, política o Las virtudes domésticas, como atributos femeni-
moral. Los derechos soberanos se han colocado en to- nos especialmente exigidos a las mujeres e hijas del
das partes en primer plano: los derechos del hombre; proletariado, son proclamadas como condición de
el derecho de los placeres y derecho de la libre conse- una normalización disciplinaria de las masas, con
cución de los intereses privados. (Ibid., p. 23) miras al sostenimiento y perdurabilidad de una fa-
milia limpia, formal y ahorrativa, que preserve la pa-
El Estado capitalista se declara el garante del de- tria y la sociedad (Ibid., p. 39).
recho y de las libertades individuales y consecuente- Sobre la sexualidad recaen los rigores que compor-
mente del interés económico privado. Este se institu- ta la severidad moral en el dominio familiar. Así lo re-
ye como sustento del orden socio-político y cultural gistra Freud en El malestar de la cultura —publicado
y en fundamento del mercado de trabajo, fuente in- en 1930—, texto en el cual pueden leerse mandatos
sustituible de la producción de plusvalía y de la am- morales específicos de la modernidad occidental:
pliación del capital. Lo jurídico, lo judicial, lo insti- La unión heterosexual, monogámica, bendecida
tucional emergen como condiciones de legalización y o legitimada como matrimonio por autoridad reli-
legitimación del orden democrático burgués. giosa o civil, cuya máxima y enaltecida misión, en el
discurso victoriano de la época, era la procreación,
La familia en la modernidad condición de la reproducción del género humano,
En la lógica de la exaltación del deber, la misión y del orden social y económico. Estos mandatos
de la familia moderna es la de una transmisión que sostenidos en la represión de los impulsos eróticos
someta la sensualidad y la sexualidad de sus miem- sexuales se acompañaban de un intenso sentimiento
bros al principio de la austeridad, en nombre de un homofóbico, que condenaba a los homosexuales al
deber de virtud en la vida pública y en la privada. Los repudio social, porque en el imaginario social, ame-
deseos y los derechos individuales deben ordenarse en
los límites de la disciplina y el dominio de sí mismo, y 2 Una obra literaria que ilustra las características de la familia
burguesa y de la correlativa posición de las clases trabajadoras
este espíritu frente al cuerpo individual y social debe es la obra literaria del autor húngaro Sándor Márai. Particular-
primar, según el pensamiento moderno, como una mente en su novela La mujer justa, donde puede leerse, no solo
pasión protectora de la armonía subjetiva y social. la escrupulosidad externa de la moral familiar, sino su vínculo
con la ética del trabajo y las huellas subjetivas que la clase social
[…] si bien desde la Ilustración los modernos exal- traza y que forman parte de un destino ligado al orden social
taron el placer como legítima aspiración, tan pronto en que se vive. Vale la pena al respecto mencionar también la
vida y obra literaria de Virginia Woolf, en las cuales es posible
como se lo libera de la noción de pecado, el placer
observar no solo los imperativos morales, sino algunas de sus
aparece enmarcado en un pensamiento moral […] formas transgresoras.

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nazaban con corromper las mentes juveniles e infan- pera en gran medida su importancia en la figura del
tiles y la moralidad de las costumbres familiares y so- jefe de familia, se vive la destitución jurídica y social
ciales. Paralelamente esta misma sociedad cierra los de ancestrales atribuciones del padre, que fractura la
ojos, se desentiende de las transgresiones masculinas absolutidad de su poder sobre las mujeres y los niños:
al orden erótico-sexual que impone, y solo persigue en contravía del antiguo sistema de los matrimonios
y castiga a aquellas que presume o descubre en las concertados por el interés y la ineludible voluntad del
mujeres. Una familia que tiende a cerrarse sobre sí padre, desde el siglo XVIII las uniones se comienzan
misma para mantener una rígida inscripción de las a justificar en el amor de los contrayentes. El padre
mujeres en el campo de la vida doméstica y su margi- pierde la potestad conyugal y la patria potestad sobre
nación de la vida cultural. los hijos se equipara con la de la madre; el discur-
Como condición del mantenimiento de los valo- so de los derechos, de la psicología y el psicoanálisis
res y costumbres de la sociedad, la educación familiar promueven la supresión del castigo físico a los hijos y
y la escolar moderna —al menos entre las clases bur- su reproche familiar y social; la maternidad se exalta
guesas y pequeño burguesas— instauran el aprendi- como función inobjetable. Por el contrario, el ejerci-
zaje de un minucioso control de los sentidos y de la cio de la autoridad paterna solo es posible bajo dos
sexualidad, según los criterios de los moralistas de premisas: el reconocimiento de esa paternidad por
la época. La importancia de esta función se expresa parte de la madre y el sometimiento de ella a su vo-
en los excesos de severidad que exhibían los castigos luntad. Por ello la palabra materna puede erosionar la
a los niños y en su amplia difusión, dirigidos a do- posición del padre y fracturar el carácter ineluctable
meñar con la férula actos, actitudes, palabras, que de sus mandatos.
hicieran signo de un apetito sexual descontrolado3. Se va asistiendo a los comienzos de lo que hoy se
Nuestra cultura europea occidental, dice Freud en el nombra como la declinación del padre para señalar
texto citado, “[…] comienza a proscribir severamente la decadencia del poder patriarcal como poder ab-
las manifestaciones de la vida sexual infantil, para soluto y la relatividad de su ejercicio, en nombre de
contener sus empujes sexuales, y al hacerlo actúa con nuevas representaciones que resignifican lo materno
plena justificación psicológica, pues la contención de y lo femenino como soportes históricamente invisibi-
los deseos sexuales del adulto no ofrecería perspecti- lizados de la producción cultural de la sociedad. Las
va alguna de éxito si no fuera facilitada por una labor mujeres y la familia pasan cuenta de cobro por las au-
preparatoria de la infancia”. (1988, p. 47). sencias e inconsistencias paternas en relación con las
La obediencia de los hijos a las figuras parentales expectativas simbólicas sobre su función, y la fuerza
es otra de las demandas de la familia moderna, ca- del ingreso de lo femenino en las representaciones
racterizada como autoritaria. Si bien, cada vez más culturales diluye cada vez más la antigua soberanía
claramente, la infancia se perfila como un ciclo par- del padre que ahora debe compartir con la madre.
ticular de la vida de los sujetos, y se promueve un ma- La ambivalencia afectiva sobre la función paterna no
yor interés y atención por la educación hogareña de es ahora solamente un componente subjetivo ya que
las niñas y la escolar de los niños, hasta muy entrado pasa a ser compartida en lo social.
el siglo XX , y en nuestro medio, hasta finales de la dé- La estructura familiar se funda sobre la represión
cada del cincuenta, la autoridad paterna es la rectora sexual fuera del matrimonio y en el amor como sus-
hasta el matrimonio de las decisiones de los hijos. tento de la relación conyugal, lo que da vía a la fami-
Sin embargo, al tiempo que en el siglo XIX la fun- lia afectiva en la que el deseo sexual se admite como
ción paterna —tal como lo dice Roudinesco— recu- pasión legítima (Roudinesco).
El disfrute sexual como derecho femenino, aun-
3 Al respecto véase Morton, Schatzman. El asesinato del alma .La que restringido por los códigos impuestos a la acti-
persecución del niño en la familia autoritaria. Siglo XXI Edito-
vidad sexual, va debilitando el obligado vínculo con
res, y Millar, Alice. Por tu propio bien. Raíces de la violencia en
la educación del niño. Barcelona: Tusquets Editores, 1998. la procreación, lo que hace emerger desde él y ella

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ciertos “cuidados” en relación con el acto sexual, ejercicio libre de los derechos, la reivindicación narci-
además del mantenimiento de ancestrales prácticas sista del bienestar propio por encima del de los otros y
contraceptivas por parte de las mujeres, que por una la promoción del goce auspiciada por el consumo, ya
parte, dan vía al descenso de la natalidad y por otra no solo de objetos, sino de representaciones y fórmulas
hacen de la espera del hijo un evento calculado, que de felicidad. Se tiene la sensación de que los universos
pasa por el consentimiento de los cónyuges. intersubjetivos se ordenan en torno a los imperativos
De hecho si observamos la evolución de las so- individuales del deseo y de que su legitimación en el
ciedades occidentales desde fines del siglo XIX hasta discurso social le otorga hoy un poder que relativiza
mediados del siglo XX , advertimos, cada vez más la función paterna y que alienta sus ex-
[…] una nueva organización de la familia, origi- presiones íntimas y sociales, al tiempo que debilita los
nada en la propia sociedad civil y soportada en tres antiguos códigos del deber y rejerarquiza las obligacio-
fenómenos notables: la revolución de la afectividad nes frente a los próximos y extraños.
que asocia cada vez más el matrimonio burgués al sen- El credo del deber como exigencia moral de la
timiento amoroso y a la expansión sexual femenina y modernidad se encuentra en plena declinación. La
masculina; el lugar preponderante asignado al niño, ética se declara independiente, no solo de la morali-
cuyo efecto es la maternalización de la célula familiar dad religiosa, sino del rigorismo de las obligaciones
y la práctica sistemática de una contracepción espon- con el otro; en contra de valores maximalistas se la
tánea, que disocia el deseo sexual de la procreación y proclama mínima, “sin obligación, ni sanción”; y so-
da origen entonces a una organización más individua- cialmente se percibe su débil poder de regulación. La
lista de la familia. (Roudinesco, pp. 99-102) abnegación se reemplaza por la pasión del ego y, en
un extendido afán por consolidar la legitimidad del
Estos cambios marcan transformaciones definiti- hedonismo, solo se aceptan las normas indoloras que
vas en el ejercicio de la sexualidad, comandada ahora destituyan las nociones de una vida asociada al sacri-
por el deseo y el derecho al placer y a la felicidad. ficio (Lipovetsky).
La cultura instituye ahora nuevos protagonistas en En la actualidad casi todos los goces, incluidos
la familia: la mujer y el niño. La diferenciación en- los sexuales, tienen igual valor, ya no consideramos el
tre la procreación y el placer producen al lado de los tema de los placeres en términos de superioridad o in-
deberes de la esposa y madre la individuación del de- ferioridad. Solo queda diferencias de gusto, y preferen-
seo femenino y la reivindicación de su satisfacción. cias individuales subjetivas […] Se edifica una nueva
Por efecto de la exaltación en el discurso familiar, el civilización que ya no se dedica a vencer el deseo sino a
niño alcanza una nueva identidad, se proyecta como exacerbarlo y desculpabilizarlo, […] el deber se rebaja
objeto de la ciencia y el derecho, y como extensión a través de la publicidad, el crédito, la inflación de los
narcisista del deseo de los padres. Por esta vía, el ho- objetos y los ocios. […] El bienestar se ha convertido en
gar y la autoridad parental se ponen al servicio de sus Dios y la publicidad en su profeta. (Ibid., p. 55)
demandas y de su bienestar y los valores familiares
comienzan a relativizarse en nombre de los derechos La liberación sexual asociada al derecho de la
individuales de los hijos. realización del deseo sexual reivindica su realiza-
ción como condición del equilibrio psíquico, eróti-
El orden posmoderno co y afectivo de los sujetos. Se asiste a la expansión,
El desarrollo de los principios y de las contradic- desinhibición, desritualización y, de alguna manera,
ciones que se gestan en el seno de la modernidad va desacralización del sexo, que se expone hoy como un
decantando a lo largo de dos siglos y medio (del siglo espectáculo de masas, y que convierte el encuentro
XVIII a la segunda mitad del siglo XX, en nuestro me- de los cuerpos en un evento de placer fugaz sin ata-
dio) las tendencias características del orden posmoder- duras a un pasado vivido o a un futuro proyectado.
no: la exaltación del interés individual sustentado en el

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Las fronteras entre lo digno y lo indigno, lo normal o Paradójicamente, este mismo espíritu de época
lo patológico aparecen borrosas socialmente. da también cabida a preocupaciones asociadas a la
El juicio sobre la vida sexual es proclive a la indul- eficiencia, a la aplicación racional del tiempo, a la ca-
gencia y a la desculpabilización. En nombre del dere- lidad del trabajo, en nombre del cual se difieren los
cho al respeto a la intimidad y a la individualidad, se goces y se buscan satisfacciones y reconocimientos.
reclama a padres, maestros y mayores admitir prácti- Y aunque el individualismo exacerbado acusa una
cas y actitudes sexuales sostenidas exclusivamente en deuda mitigada con el Otro, en el conjunto social se
la ética individualista del derecho al placer. reconocen causas colectivas que promueven:
Paradójicamente, la época de las individualidades, [las] acciones humanitarias, la salvaguarda del en-
de los derechos a la libre opción y escogencia, sedu- torno; la moralización de los negocios, de la política,
ce con modelos masivos que dan la ilusión de libre de los medios de comunicación, debates sobre el abor-
determinación, pero que homogenizan el deseo y su to, el castigo del acoso sexual, laboral, cruzadas contra
satisfacción. La saturación de objetos, de imágenes, la drogas, lucha antitabaco, […] el respeto por los de-
de emociones y excitaciones, expandidas profusamen- rechos de las mujeres, de las minorías, y el cuidado y
te por los medios de comunicación y por la tecnolo- la protección de los niños. (Ibid., pp. 9 y 14)
gía informativa, auspicia el exceso y el inmediatismo
como nuevos ideales de goce. Por esa vía se rebajan Son las comunidades comprometidas con estas
los valores que enaltecen los compromisos del víncu- causas las que a través de diferentes cruzadas ejercen
lo, y socialmente se expanden entre niños y jóvenes presión social y legal para mantener vivo en el imagi-
el desentendimiento e indiferencia frente a tareas o nario social la significación de regular distintos tipos
compromisos que exigen esfuerzo y disciplina, y que de excesos, y de estudiar y denunciar sus orígenes
configura una nueva sintomatología de la que padres y consecuencias sobre el cuerpo social e individual.
y madres se quejan en los consultorios psicológicos. Nuevas luchas y militancias se reconocen aquí como
Por otro lado, el narcisismo que se impone cuenta fuente de sentido social y subjetivo, pero sin las car-
con gas de una conminación social que obligue a una
[…] todo un arsenal de informaciones técnicas y pertenencia que no se desea.
científicas […] que desarrolla sin cesar la cultura higié-
nica, deportiva, estética y dietética […] y hace posible La familia en la posmodernidad
el bienestar, que no exige gobernar idealmente las pa- Al contrario de lo que pudiera esperarse, asisti-
siones sino optimizar los potenciales de cada uno para mos hoy a la recuperación de un deseo de familia.
obedecer a los nuevos imperativos: juventud, salud, Después de ser señalada y repudiada en el discurso
esbeltez, placer, comodidad, ocios, sexo, autonomía, social de la década de los sesenta, y por varias déca-
manteniendo una gestión óptima de uno mismo. (Ibid.) das, como culpable de la uniformización de los go-
ces sexuales, de la exclusión de aquellos distintos a
Sin embargo, aunque la vida sexual no se adscri- los legitimados por la moral burguesa y acusada de
be hoy a una moral trascendente, hay que decirlo, convertir la vida en común en una sucesión de ritua-
no todo es válido. Existen prácticas, expresiones o les despojados de la dimensión deseante, la familia
actitudes objeto de severa condena. Se reconocen aparece hoy en las representaciones sociales como el
límites que derivan de controles sociales que la cul- lugar propicio para la íntima realización.
tura mantiene y de la historia familiar convertida La familia se concibe como el espacio en que
en intimidad subjetiva, y afectada por los procesos […] los derechos y los deseos subjetivos prevalecen
represivos inconcientes que, situados por encima de sobre las obligaciones categóricas […] En lugar de las
aprendizajes socialmente establecidos, restringen u antiguas prescripciones, la familia hace concesiones
otorgan posibilidades subjetivas de realizar un dere- en beneficio de […] los derechos del individuo libre:
cho socialmente promovido. derecho al concubinato, a la separación de los cón-

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yuges, a la contracepción, a la maternidad fuera del ser un fin en sí, la familia se ha convertido en una pró-
matrimonio, a la familia poco numerosa o sin hijos; tesis individualista en la que los derechos y los deseos
ya no hay deber estricto que domine los deseos in- subjetivos prevalecen sobre las obligaciones categóricas
dividuales. Cuando el número de familias numerosas de institución obligatoria. Se ha metamorfoseado en
decrece, […] aparece una nueva moral doméstica: ca- institución emocional y flexible. (Ibid., p. 162)
sarse, permanecer unidos, traer hijos, todo esto está
libre de la idea de obligación imperiosa, el único ma- Quedan sombras de la severidad del deber feme-
trimonio legítimo es el que dispensa felicidad. (Ibid., nino, que ella se autoimpone, para cumplir con esa
pp. 160 y 161) aspiración y demanda de responder, como en las ge-
neraciones anteriores, en todos los frentes en los que
Es decir, la familia de hoy no es el retorno nostál- hoy se desempeña, aunque esos frentes se han multi-
gico a los cánones de la familia moderna. La estruc- plicado y sus exigencias se han complejizado. Sin em-
tura de sus vínculos, su consistencia y persistencia se bargo, el rigor de la exigencia y de su cumplimiento se
han fragilizado. Los derechos confieren a las mujeres mitiga con la mentalidad de una época que le concede
y a los niños nuevos poderes que sostienen hoy en el el derecho a reivindicar sus propios deseos e intereses.
hogar escenas, matices y formas vinculares y de regu- La fidelidad conyugal no se solicita hoy en nom-
lación impensables en la familia autoritaria. El poder bre del mantenimiento del orden familiar, sino como
en el hogar se ha descentrado: primero, el poder del signo de un genuino compromiso amoroso de los
padre deja de ser absoluto porque debe ceder parte de miembros de la pareja. Honestidad, sinceridad y au-
su ejercicio a la madre; hoy, en el lugar de la exigen- tenticidad son virtudes que se demandan a otro para
cia, pueden estar los hijos e hijas, en nombre de una sostener el vínculo. El principio es “[…] todo, pero no
simetría que simbólicamente la cultura occidental les siempre. Por eso nuestro imaginario de la fidelidad es
concede a niños y jóvenes. tan idealista como realista: idealista porque a pesar de
En contravía de la indisolubilidad, la duración todo seguimos aspirando a que el amor triunfe sobre
del vínculo de pareja se presume limitado. La fini- el desgaste del tiempo; realista por que el esfuerzo re-
tud de la relación amorosa se admite porque en cierto querido no tiende ya a lo eterno” (Ibid., p. 69).
sentido se ha interiorizado, aunque rechazándola, la El divorcio traza en el horizonte de la pareja la
dura pero realista ley de la inconstancia y de la pre- ruptura como posibilidad liberadora, llegado el caso.
cariedad del deseo amoroso. Se acepta cada vez más Esto no impide el sentimiento de fracaso ante la se-
que la media naranja, la relación sexual perfecta, las paración definitiva, y la búsqueda de una escucha que
cotidianidades armónicas, el absoluto desinterés de sí opere como apoyo para tramitar el duelo, que en su
mismo en nombre del interés del otro son imágenes forma particular se inscribe en el extendido y acepta-
idealizadas, cuya consistencia el tiempo desgasta y do fenómeno de las separaciones en la sociedad.
pone a prueba cuando hombres y mujeres buscan la Pero al mismo tiempo, autorizadas en la disolución,
realización de intereses extrafamiliares que ahora la surgen nuevas uniones en las que los hijos de los ma-
cultura autoriza a ambos. La ampliación de los ámbi- trimonios anteriores y del común conforman modos
tos de realización personal con sus costos familiares vinculares y redes fraternas novedosas. Emerge la que
o colectivos induce malestares que con frecuencia hoy se nombra como familia reconstituida, ensambla-
desgarran los distintos intercambios en los que el da o expandida, en la que los vínculos, dramas y con-
vínculo familiar se sostiene: flictos familiares logran nuevos modos de existencia,
Durante mucho tiempo los valores de la autonomía cuyos sentidos en los hijos y en los padres son objeto
individual estuvieron sujetos al orden de la institución de consultas psicológicas, y cuyo significado social y
familiar. Esa época está pasando: la potencia de los de- cultural ofrece un amplio campo de investigación.
rechos subjetivos desvaloriza la obligación moral del La frecuencia de las separaciones y los reducidos
matrimonio y la de procrear en gran número. Lejos de lapsos de convivencia que alcanzan algunas parejas

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le restan sentido al matrimonio, en tanto este ya no nación Artificial Interconyugal —IAC —; la insemi-
es garantía de estabilidad y persistencia de la unión, nación artificial con donante, sustituyen al hombre
lo que se expresa en la preferencia de los vínculos sin y reemplazan el acto sexual por una acción médica;
formalización legal; se reproducen las recomposiciones la fecundación in vitro que trata las esterilidades fe-
familiares sucesivas y la conformación de nuevos tipos meninas, a través de la fecundación del semen del
de parentalidad. Un alto número de familias uniparen- padre o de un donante anónimo, en una probeta, es
tales, conformadas con gran frecuencia por la madre y decir, por fuera del cuerpo de la madre, para ser luego
sus hijos, intensifica en los hogares el poder materno. reimplantado en el útero materno, han trastocado el
La ausencia de lugares de ley caracterizadamente mas- concepto de filiación, de maternidad y de paternidad,
culinos, en los vínculos familiares y extrafamiliares han erosionado la importancia del matrimonio como
que la madre promueve, produce una feminización del lugar para la procreación, y en general han convertido
hogar y de la crianza, con efectos psíquicos y sociales el orden procreativo en una potestad de las madres
que es necesario reconocer e investigar. que pueden, según prefieran, designar o
excluir al padre (Roudinesco).
Hoy la ciencia apalanca decisiones,
elecciones de corte individual sostenidas
en el derecho a la felicidad y en la auto-
nomía: una mujer tiene la posibilidad
de realizar —si sus medios económicos
se lo permiten— un deseo particular de
procreación artificial. El madresolteris-
mo por elección puede ser un ejemplo.
Sin embargo, el hijo o la hija puede o no
formar parte del proyecto de vida de una
mujer, de un hombre o de una pareja. Es
decir, puede ser sustituido por otras prio-
ridades simbólicas, sin que esta opción
despierte condenas exacerbadas, ya que
cada vez más, se la reconoce como el legí-
timo uso de la libertad individual.
Pero, al mismo tiempo, el deseo indi-
vidualista de hijo o hija, por dentro o por
fuera de los lazos conyugales, se reconoce
en la configuración mental de la época. Se
Álbum familiar puede afirmar que como parte del culto
narcisista, la plena realización individual
Pero, además, los desarrollos de la ciencia otorgan pasa para muchos individuos y parejas por el cumpli-
nuevos poderes a las mujeres: la contracepción, como miento de ese deseo, entendido también como una
la posibilidad del placer sin riesgo, les permite la des- manera de realizar —tal como dice Freud— esa as-
alienación de su cuerpo y su deseo de los mandatos piración de perennidad que acompaña al ser humano
patriarcales, y avanzar en este campo de su experien- y que el hijo o hija propicia.
cia en el logro de una autonomía que, por lo demás, Y cuando el engendramiento presenta problemas,
los derechos reproductivos le reconocen; los cambios él, ella o los dos (ya se sabe: no es necesariamente un
en el engendramiento que la ciencia con las diferentes proyecto compartido) buscan estrategias y métodos
técnicas de procreación asistida permite: la Insemi- que les devuelva la posibilidad que el cuerpo les nie-

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ga, para vivir la experiencia de la propia continuidad. fórmulas de bienestar para el niño o niña, también
Sin embargo, se trata de un número de nacimien- pone en juego íntimas y particulares aspiraciones de
tos controlado, que no ponga en riesgo el consumo los padres.
familiar, que permitan a la madre la realización de El sometimiento voluntario a los excesos desean-
otros aspiraciones personales y extrafamiliares, y en tes del hijo o hija convoca en el niño o niña sus
fin que no exijan cuotas de sacrificio que disuelvan la empujes destructivos y, en lugar de la deuda con
realización de intereses exaltados para los progenito- el otro y de la necesaria alienación a los mandatos
res. El sentido de la existencia pasa por experimentar familiares, aparece la voracidad de una demanda
la paternidad o la maternidad, pero no es esta la úni- imposible de saciar. La lógica caprichosa instituida
ca fuente que la determina. en estas relaciones rebaja el valor de los ofrecimien-
Los niños y niñas a los que estábamos acostum- tos y, en la díada de las mutuas decepciones que
brados a hablar eran aquellos sometidos a arbitrarie- acumula, coloca a los padres en un sin lugar frente
dades y violencias de sus padres y mayores, y a los al hijo o hija y a este sin los límites que pacificarían
cuales la literatura y las distintas disciplinas sociales las pulsiones que lo gobiernan.
han dedicado sin número de páginas y de reflexiones, Aunque vagamente los padres presumen su cuo-
buscando devolverles un bienestar del que la sociedad ta de responsabilidad, no saben qué hacer. Perpleji-
se considera deudora. Ese niño o niña sigue existien- dades y perturbaciones acompañan decisiones vaci-
do, pero socialmente coexiste con otro, situado en lantes de los progenitores, por efecto de lo que ellos
la familia, en el lugar de los grandes merecimientos, mismos perciben como dislocaciones o fracturas de
y cuyas exigencias y demandas —calificadas todas las funciones materna y paterna. En estas circuns-
como importantes— alcanzan el significado de im- tancias, unos eluden el problema y lo colocan en el
perativos, que, a pesar de que dislocan las jerarquías hijo o en la hija, en la época, en los amigos, y por
familiares, los padres aceptan de buen grado. su propia impotencia hacen un retiro libidinal de la
El lugar asignado a los deseos e intereses del relación con el hijo o hija que lo deja en un cierto
niño o niña cobra hoy en el hogar una importan- abandono, lo que agudiza el cuadro problemático.
cia exaltada. En una imposible aspiración de evitarle Para otros, el psicólogo sabrá explicar los conflic-
frustraciones, de suplir las ausencias que el trabajo tos con sus hijos y solucionarlos. La psicologización
impone, se satura al niño y a la niña de objetos y se convierte así en un recurso a través del cual los
actividades, se le decreta una precoz autonomía, se- padres hacen frente a ese despojo de saber obrado
gún un modelo de vida que busca satisfacer las ne- por la ciencia sobre la función materna y paterna,
cesidades determinadas por los discursos médicos, recurso que les proporciona un cierto alivio, pues
nutricionales, higienistas y psicológicos que la época coloca la palabra y la queja del hijo o hija en otro
impone y cuya satisfacción aparece fundamental, y lugar, al que se le delega el problema que, en ge-
que es además objeto de competencia social a través neral, los padres depositan en el niño o niña, por-
de los planteles educativos, de los grupos de amigos que además tienen la persuasión de que ha recibido
y de la familia extensa. todo lo que ha pedido.
Sin embargo, lo que se brinda también transporta La demanda paterna y materna, que se transfiere
demandas conscientes e inconscientes de los padres, por los objetos y el consumo, acusa una cierta im-
que comprometen el lugar que ese hijo o hija tiene potencia para esa necesaria transmisión simbólica
en su deseo, efecto de la historia con él forjada; pero, y emocional, que a través del lenguaje intrafamiliar
además, tiene que ver con esa aspiración de corregir, permite el ingreso del niño y la niña al parentesco, a
mejorar y, en algunos casos, cambiar el libreto de la una historia que lo precede, en donde encontrará los
propia vida en la de su vástago, para reparar a tra- soportes identificatorios para sentirse parte de algo y
vés de los hijos distintos vacíos que dejaron huella. hacerse un lugar entre los propios y los otros.
Es decir, aunque lo que se ofrece se transfigura en

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Algunas consideraciones finales demás intereses primando siempre sobre los de los
Los acelerados cambios que la época registra en padres, se instala la decepción, que como desgarra-
todas las esferas de la vida social inquietan e inte- miento subjetivo sustenta distintos tipos de violencia
rrogan nuestros referentes simbólicos, cuyos valores en la familia.
idealizamos como garantía de seguridad individual La familia juega en la transmisión un papel pri-
y social. Condenamos prácticas que lastiman nues- mordial y aporta a sus descendientes un recorte sin-
tras sensibilidades morales, pero, en reiterados es- gular de aquello que la cultura propone en cada época
fuerzos de comprensión, tratamos de adaptarnos a y lugar, así como el armado de una historia familiar,
otras, pero vamos alcanzando la certeza de que una trama significativa que da cuenta de un origen, […]
nueva lógica social llamada posmoderna por unos, y y que permite asegurar la continuidad y el encadena-
posmoralista por otros, se apodera de las represen- miento de las generaciones. ¿Qué transmite? Un ar-
taciones sociales. Sin embargo, lo que hoy prima en gumento que el sujeto desarrollará en el trayecto de la
nuestro medio son la coexistencias, las mezclas de vida. (Rojas y Sternbach, p. 91)
formas culturales, en las que lógicas sociales y fa-
miliares diferentes —premoderna, moderna y pos- Pero no es solo en el orden de la indicación y del
moderna— abonadas por determinaciones de clase, aprendizaje social en que ella actúa, ya que la repre-
de procedencia, y por las violencias y pobrezas reco- sentación psíquica del deseo y de ley constitutivos de
nocidas en nuestra vida social, se ponen en tensión, las determinaciones del ser se conforma en el vínculo
aumentan la fragilidad del vínculo familiar y colo- con los padres y con el parentesco.
can en el escenario social una serie nueva de sínto- Cuando en esa tensión fundante entre el deseo y
mas, individuales y sociales, cuya tramitación social la ley que la familia instaura, corredizos, ajustados
y subjetiva demanda interpretaciones pertinentes de a una lógica de la conveniencia, no solo de los hijos
las nuevas complejidades culturales. sino también de los progenitores, emerge el interro-
Las paradojas de la cultura centrada en el niño y gante por la operación simbólica de la ley, es decir,
en la niña, de las que hoy nadie puede escapar, debe por la consistencia de lo interdicto en la interioridad
señalar el rumbo de nuestras reflexiones. Cuando to- del sujeto y sus efectos en el vínculo social.
das las voces se unen para proclamar el derecho como La exaltación de la familia como prótesis para las
imperativo categórico, la proclamación y exigencia realizaciones individuales que la cultura de los dere-
del deber, como deuda contraída con el otro, se acusa chos promueve la progresiva feminización de la so-
una gran flexibilización. En lugar del “¡tú debes!” de ciedad y el exaltado lugar de lo materno en el hogar
la moral de otros tiempos, se acude a formulas ver- en contraste con el reconocido fenómeno de la caída
bales como: “¿podrías hacerlo?”, o “si tú crees, si lo del padre, las nuevas técnicas de engendramiento y el
consideras conveniente”. No hay conminaciones en nuevo saber “psi” de la ciencia, que sustituye y des-
nombre del deber. valoriza el saber parental, indican que en el análisis
Lentamente los imperativos familiares van ce- de los síntomas sociales y subjetivos contemporáneos
diendo paso a demandas más livianas, soportadas en es necesario ingresar, además de las determinaciones
la elasticidad de los principios y valores. Por efecto socio políticas (el modelo neoliberal), las definitivas
de las exacerbaciones individualistas, el lugar de los transformaciones ideológicas, el vaciamiento de las
padres se vuelve ambiguo y el lazo familiar se fragili- instancias tradicionales de control social, a las que
za. Si todas las decisiones pasan por la libertad indi- estamos asistiendo, para interpretar la complejidad
vidual y el derecho a la felicidad, ¿qué sentido puede cultural que los actuales malestares culturales trans-
dársele a la noción del deber y obediencia filial? portan. Nuevas realidades y nuevos síntomas desa-
Los dones ofrecidos por los padres reclaman tam- fían nuestra creatividad y saber profesional.
bién correspondencias. Cuando lo que se encuen- No parece pertinente seguir exaltando todas las
tra es el desinterés, la baja intensidad afectiva y los nuevas formas que la cultura convoca sin un rigu-

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roso examen de los discursos que las sustentan y los Freud,Sigmund. Psicología de las masas y análisis del yo. Ma-
nuevos escenarios que plantean a la relación entre los drid: Alianza Editorial, 1989a.
géneros, entre los cónyuges y entre los padres e hijos. Freud Sigmund. Introducción al narcisismo y otros ensayos. Ma-
Finalmente, como profesionales, no podemos es- drid: Alianza Editorial, 1989b.
cuchar por fuera de las formas sintomáticas que ca- Lipovetsky, Gilles. El crepúsculo del deber. La ética indolora
racterizan el tiempo histórico en el que vivimos ni de los nuevos tiempos democráticos. Barcelona: Anagrama,
por fuera del tiempo lógico del sujeto que demanda 1994.
nuestra ayuda, porque corremos el riesgo de patologi- Millar, Alice. Por tu propio bien. Raíces de la violencia en la edu-
zar lo que constituyen signos de la época, o de trivia- cación del niño. Barcelona: Tusquets Editores, 1998.
lizar los efectos subjetivos de las tensiones conflictos Morton, Schatzman. El asesinato del alma. La persecución del
o vacíos que la cultura propicia y que el vínculo fa- niño en la familia autoritaria. México: Siglo XXI Editores,
miliar transporta. 1977.
Rojas, María Cristina y Sternbach, Susana. Entre dos siglos.
Referencias bibliográficas Una lectura psicoanalítica de la posmodernidad. Buenos Ai-
Cruz, Kronfly, Fernando. La sombrilla planetaria. Bogotá: Pla- res: Lugar Editorial, 1997.
neta, 1994. Roudinesco Elizabeth. La familia en desorden. Buenos Aires:
Freud, Sigmund. El malestar en la cultura. Madrid: Alianza Fondo de Cultura Económica, 2005.
Editorial, 1988.

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