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¿Qué consecuencias tiene dentro de una sociedad mediática

la postura de Adorno?
El sentimiento no solo se relaciona con la praxis artística.

Dilema de la estética es una situación que viene desde el siglo XIX.

Pluralismo de las teorías estéticas responde a dos situaciones: 1.


Imposibilidad de estudiar el arte mediante un sistema de categorías
filosóficas. 2. Dependencia tradicional de enunciados estéticos a
posiciones epistemológicas.

Es desalentadora situación de la disciplina.

Croce: nominalismo radical en estética.

La estética filósofica cayó en la alternativa fatal entre la


generalidad tonta y trivial y los juicios arbitrarios, derivados de
nociones convencionales. (442)

Elementos de estas teorías son incompatibles con el método dialéctico.


Esto puso en cuestión a la teoría estética como una teoría
tradicional.

La idea de la concreto unida a cada obra de arte, cada experiencia de


algo bello, no consiste en alejarse de los fenómenos, como se creyó en
el pasado.

Desconfianza hacia la estética deriva de su academicismo. Actitud


contemplativa de la ciencia no es compatible con el arte
contemporáneo: La estética contemplativa presupone involuntariamente
como su medida ese gusto con el que el contemplador afronta de manera
distanciada las obras. (443) (¿Fracaso del subjetivismo?) Exigencia
hegeliana de poner la cosa en vez del juicio estético del gusto.

Hegel y Kant como los últimos en escribir una estética grande sin
saber de arte. Eso fue posible mientras el arte se orientó por normas
generales que la obra individual no ponía en cuestión, si bien las
licuaba en su problemática inmanente. (443) Las grandes estéticas
filósoficas concordaron con el arte mientras llevaron lo evidentemente
general del arte al concepto. El hecho de que en la filosofía y en el
arte imperara el mismo espíritu permitía a la filosofía hablar
sustancialmente del arte sin entregarse a las obras. (443)

Ni Kant ni Hegel hicieron afirmaciones ajenas al arte.

El clima del conocimiento en el arte es, o el ascetismo imperturbable


del concepto que no se deja molestar por los hechos, o la consciencia
inconsciente en medio de las cosas; el arte nunca es comprendido por
los espectadores comprensivos, por la empatía cómoda; lo relajado de
esa actitud es de antemano indiferente a lo esencial de las obras, su
vinculación. (444)

La estética fue productiva mientras respetó la distancia frente a la


empiria y se introdujo en el contenido de su otro, desde el lado
interior de la producción. Prevención de los artistas hacia la
estética.

La dificultad de una estética que fuera más que un sector reanimado a


duras penas sería tras el final de los sistemas idealistas lo
siguiente: conectar la cercanía del productor a los fenómenos con la
fuerza conceptual no dirigida por un concepto superior fijo, por una

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“sentencia”; remitida al medio conceptual, esa estética sobrepasaría
la mera fenomenología de las obras de arte. (445)

Críticas a la estética empírica.

Todas las preguntas estéticas conducen a la del contenido de la verdad


en las obras de arte: ¿es verdadero lo espiritual que una obra porta
objetivamente en su figura?

Críticas a la estética empírica.

La estética es sustituida por una esfera profundamente preestética;


socialmente resultó ser la esfera de la industria cultural.

Oposición a la estética. Ajena al arte.

Primera parte: dificultades de la estética en su pluralidad.

Pese a ser ajena al arte, esa oposición da expresión a algo


emparentado con el arte, pues salvaguarda el interés de la naturaleza
oprimida y dominada en la sociedad progresivamente racionalizada y
socializada. Pero el negocio convierte a esa oposición en una
institución y la explota. El negocio cerca al arte como un parque
natural de la irracionalidad fuera del cual hay que mantener el
pensamiento. (446)

Alega que el arte es intuitivo, mientras que el arte participa por


doquier del concepto.

El arte es de hecho el mundo una vez más, es igual y desigual al


mundo. (447)

La ingenuidad estética ha cambiado su función en la era de la


industria cultural dirigista. Lo que en otros tiempos se alabó a las
obras de arte sobre el pedestal de su clasicidad, la noble sencillez,
se ha vuelto aprovechable como medio para capturar clientes. Ls
cosumidores a los que se impone la ingenuidad son disuadidos de pensar
tonterías sobre lo que tienen que tragar y sobre lo empaquetado en las
píldoras. La sencillez de otros tiempos se ha traducido en la simpleza
del consumidor de cultura, que le compra a la industria con
agradecimiento y con buena conciencia metafísica la inevitable
baratija. La ingenuidad deja de existir en cuanto se adopta como un
punto de vista. Una relación genuina entre el arte y la experiencia de
la consciencia en el arte consistiría en la educación que enseña a
oponerse al arte en tanto que bien de consumo y hace comprender
sustancialmente al receptor qué es una obra de arte. Hoy, el arte ya
está apartado de esa educación entre los productores. (…). La
ingenuidad de los artistas ha degenerado en la docilidad ingenua
frente a la industria cultural. La ingenuidad nunca fue la esencia
natural del artista inmediatamente, sino que la facilidad con que él
se comportaba en el nexo social dado era una muestra de conformismo.
Su medida eran las formas sociales aceptadas más o menos sin fracturas
por el sujeto artístico. La ingenuidad, su justificación y su
injustificación, tiene que ver con el hecho de que el sujeto apruebe
estas formas o se oponga a ellas, con lo que aún puede reclamar
obviedad. Una vez que la superficie de la existencia, toda inmediatez
que la existencia presenta a los seres humanos, se ha convertido en
ideología, la ingenuidad se convirtió en su propio contrario, en los
reflejos de la consciencia cosificada sobre el mundo cosificado. La
producción artística verdaderamente ingenua, que no se deja
desconcertar en el impulso contra el endurecimiento de la vida, se
coinvierte en lo que es según las reglas del juego del mundo

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convencional no es ingenuo y conserva algo de ingenuidad, igual que en
el comportamiento del arte sobrevive algo que no complace al principio
de la realidad, algo del niño, algo infantil de acuerdo con las normas
del mundo. (447)

Los momentos más ingenuos y reflexivos del arte han estado en verdad
mucho más mezclados de lo que querría el anhelo bajo el capitalismo
industrial.

Bibliografía:
Adorno, Theodor. “Introducción a la estética”. Teoría
Estética. Madrid: Ediciones Akal, 2004.

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