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Título: Un momento diario con el Espíritu Santo

Recopilador: Hno Gabriel Celadin ssp

Introducción

En este libro hallaras un pensamiento, una reflexión dirigida al Espíritu Santo.


Quiero proponerte que antes de leer o meditar el pensamiento diario, guardes
silencio y te dejes atrapar por la presencia amorosa de Dios. De esta manera
puedes trabajar desde el interior de tu ser aquello que necesita ser cambiado,
superado o mejorado. Así diariamente intentaras abrirle tú corazón al Espíritu
Santo, para que el more en ti y seas templo digno de él.

Es hora de dejarle espacio en nuestra vida al “dulce huésped del alma”,


cuando esto ocurra se manifestará en nosotros acciones provenientes de él,
dones y frutos concretos que buscarán el bien de nuestros hermanos. Por ello
te pido que no le cierres el corazón. El Espíritu Santo quiere regalarte un
mundo mejor.

Hno Gabriel Celadin ssp.

Oración para empezar la lectura del día correspondiente al mes de enero.

ORACIONES AL ESPÍRITU SANTO PARA PEDIR SUS SIETE


DONES

¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y
frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas
de Dios que me haga apartar de las terrenas.

Que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la
belleza de la verdad cristiana.

Que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes para
santificarme, perseverar y salvarme.

Que el don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión


de la fe y en el camino de la salvación.
Que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, lo
falso de lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del
pecado.

Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa
devoción y sea misericordioso con el prójimo.

Finalmente, que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y


veneración por los mandamientos de Dios, cuidando de no ofenderle jamás
con el pecado.

Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida
espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con
mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura
de tu amor. Amén.

II

Ven Espíritu Santo, inflama mi corazón y enciende en el fuego de tu Amor.


Dígnate escuchar mis súplicas, y envía sobre mí tus dones, como los enviaste
sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.

Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para


penetrar las verdades reveladas, y así aumentar mi fe; distinguiendo con su luz
lo que es del buen, o del mal espíritu.

Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con la
Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar mi esperanza;
viviendo para los valores eternos.

Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que saboree
cada día más con qué infinito Amor soy amado, y así aumente mi caridad a
Dios y al prójimo; actuando siempre movido por ella.

Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de


continuo con prudencia; eligiendo las palabras y acciones más adecuadas a la
santificación mía y de los demás.
Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con
todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios con gratitud y obediencia, a
los hombres con generosidad y amabilidad.

Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar


con constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo
con paciencia las adversidades.

Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no


dejarme llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanza en
el uso de las criaturas.

Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa,


María Santísima, te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la
plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según
tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus
infinitas misericordias. Amén.

III

Amor infinito y Espíritu Santificador:

Contra la necedad, concédeme el Don de Sabiduría, que me libre del tedio y


de la insensatez.

Contra la rudeza, dame el Don de Entendimiento, que ahuyente tibiezas,


dudas, nieblas, desconfianzas.

Contra la precipitación, el Don de Consejo, que me libre de las indiscreciones


e imprudencias.

Contra la ignorancia, el Don de Ciencia, que me libre de los engaños del


mundo, demonio y carne, reduciendo las cosas a su verdadero valor.

Contra la pusilanimidad, el Don de Fortaleza, que me libre de la debilidad y


cobardía en todo caso de conflicto.

Contra la dureza, el Don de Piedad, que me libre de la ira, rencor, injusticia,


crueldad y venganza.
Contra la soberbia, el Don de Temor de Dios, que me libre del orgullo,
vanidad, ambición y presunción.

Oración para concluir la meditación de los días del mes de enero.

CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Recibe ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser,


que te hago en este día para que seas ahora en adelante, en cada uno de los
instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía,
mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a tus divinas obras, y quiero ser siempre dócil a
tus santas inspiraciones.

¡Oh Santo Espíritu! Dígnate formarme con María y en María, según el modelo
de nuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor.
Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén

ENERO

Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.


Reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahvé. Y se
inspirará en el temor de Yahvé. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará
de oídas. Juzgará con justicia a los débiles y sentenciará con rectitud a los
pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo
de sus labios matará al malvado

Isaías 11, 1-4

Y los demás peligros que pueden contarse, pero no tolerarse sino con auxilio
del Espíritu Santo. Todas esas asperezas y quebrantos que citó, los padeció
con frecuencia y abundancia, pero le asistía el Espíritu Santo; éste, en la
corrupción del hombre exterior, renovaba al interior de día en día, y dándole a
gustar el reposo espiritual en la abundancia de las delicias de Dios, suavizaba
todo lo presente en la esperanza de la bienaventuranza futura, y aligeraba todo
lo pesado...".

S. Agustín, Sermón 70,1-2: "(2 Cor 11,24-25)...

Nadie puede decir: '¡Jesús es Señor!' sino por influjo del Espíritu Santo" (1 Co
12, 3). "Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama
¡Abbá, Padre!" (Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el
Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente
haber sido atraído por el Espíritu Santo.

Él es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo,


primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos
ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu
Santo en la Iglesia:

El Bautismo nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio
de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de
Dios son conducidos al Verbo, es decir, al Hijo; pero el Hijo los presenta al
Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no
es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre,
porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de
Dios se logra por el Espíritu Santo.

Catecismo de la Iglesia Católica N. 683

La venida del Espíritu Santo sucede después de la Ascensión al cielo. La


pasión y muerte redentora de Cristo producen entonces su pleno fruto.
Jesucristo, Hijo del hombre, en el culmen de su misión mesiánica, «recibe»
del Padre el Espíritu Santo en la plenitud en que este Espíritu debe ser «dado»
a los Apóstoles y a la Iglesia, para todos los tiempos. Jesús predijo: «Yo,
cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12, 32). Es una
clara indicación de la universalidad de la redención, tanto en el sentido
extensivo de la salvación obrada para todos los hombres, cuanto en el
intensivo de totalidad de los bienes de gracia que se les han ofrecido. Pero esta
redención universal debe realizarse mediante el Espíritu Santo.

San Juan Pablo II

No hay Iglesia sin Pentecostés. Y quiero añadir: no hay Pentecostés sin la


Virgen María. Así fue al inicio, en el Cenáculo, donde los discípulos
«perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de algunas
mujeres, de María, la Madre de Jesús, y de sus hermanos», como nos relata el
libro de los Hechos de los Apóstoles (1, 14). Y así es siempre, en cada lugar y
en cada época.

Benedicto XVI

El Espíritu Santo constituye el alma, el agua vital de la Iglesia y de cada


símbolo cristiano: es el Amor de Dios que hace de nuestro corazón su morada
y entra en comunión con nosotros. El Espíritu Santo está siempre con
nosotros. Siempre está en nosotros. Está en nuestro corazón. El Espíritu
mismo es “el don de Dios” por excelencia, es un regalo de Dios, y a su vez
comunica a quien lo acoge diversos dones espirituales. La Iglesia identifica
siete, número que simbólicamente significa plenitud, exhaustividad; son los
que se aprenden cuando nos preparamos para el sacramento de la
Confirmación y que invocamos en la antigua oración llamada “Secuencia al
Espíritu Santo”. Los dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia,
consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Papa Francisco

La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que toma su


origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio de Dios
Padre. pero este designio dimana del "amor fontal" o de la caridad de Dios
Padre, que, siendo Principio sin principio, engendra al Hijo, y a través del Hijo
procede el Espíritu Santo, por su excesiva y misericordiosa benignidad,
creándonos libremente y llamándonos además sin interés alguno a participar
con El en la vida y en la gloria, difundió con liberalidad la bondad divina y no
cesa de difundirla, de forma que el que es Creador del universo, se haga por
fin "todo en todas las cosas" (1 Cor, 15,28), procurando a un tiempo su gloria
y nuestra felicidad. Pero plugo a Dios llamar a los hombres a la participación
de su vida no sólo en particular, excluido cualquier género de conexión mutua,
sino constituirlos en pueblo, en el que sus hijos que estaban dispersos se
congreguen en unidad (Cf. Jn, 11,52).

Decreto ad gentes n.2

La Iglesia, Sacramento del Espíritu Santo. Las anteriores reflexiones nos


indican el rumbo que debemos tomar a la hora de pensar la realidad de la
Iglesia. La Iglesia debe ser pensada no a partir del Jesús carnal, sino a partir
del Cristo resucitado, que sigue hoy existiendo en forma de Espíritu. La
Iglesia, pues, debe entenderse a partir del Espíritu Santo, si bien no tanto como
la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, sino como la fuerza y el modo de
actuar mediante el que el Señor permanece presente en la historia y prosigue
su obra de instauración de un mundo nuevo. La Iglesia es el Sacramento,
signo e instrumento del Cristo vivo hoy y resucitado, es decir, del Espíritu.

Leonardo Boff

La Iglesia reconoce al Espíritu Santo como santificador. El Espíritu Santo es


fuerza que santifica porque Él mismo es "espíritu de santidad". La Iglesia
nacida con la Resurrección de Cristo, se manifiesta al mundo por el Espíritu
Santo el día de Pentecostés. Por eso aquel hecho de que "se pusieron a hablar
en idiomas distintos", para que todo el mundo conozca y entienda la Verdad
anunciada por Cristo en su Evangelio.

Anónimo
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«El Espíritu Santo edifica, anima y santifica a la Iglesia; como Espíritu de


Amor, devuelve a los bautizados la semejanza divina, perdida a causa del
pecado, y los hace vivir en Cristo la vida misma de la Trinidad Santa. Los
envía a dar testimonio de la Verdad de Cristo y los organiza en sus respectivas
funciones, para que todos den “el fruto del Espíritu” (Ga 5, 22)»

Compendio, 145.

11

El hombre es terrestre y animal; sólo el Espíritu Santo puede elevar su alma y


llevarla hacia lo alto. ¿Por qué los santos estaban tan despegados de la tierra?
Porque se dejaban conducir por el Espíritu Santo. Los que son conducidos por
el Espíritu Santo tienen ideas justas. Por eso hay tantos ignorantes que saben
más que los sabios.

El Espíritu Santo según el Santo Cura de Ars

12

Una vez, estaba yo reflexionando sobre la Santísima Trinidad, sobre la esencia


divina. Quería penetrar y conocer necesariamente, quién era este Dios… En
un instante mi espíritu fue llevado como al otro mundo, vi un resplandor
inaccesible y en él como tres fuentes de claridad que no llegaba a comprender.
De este resplandor salían palabras en formas de rayos y rodeaban el cielo y la
tierra. No entendí nada de ello, me entristecí mucho. De repente del mar del
resplandor inaccesible, salió nuestro amado Salvador de una belleza
inconcebible, con las llagas resplandecientes. Y de aquel resplandor se oyó la
voz: Quién es Dios en su esencia, nadie lo sabrá, ni una mente angélica ni
humana. Jesús me dijo: Trata de conocer a Dios a través de meditar sus
atributos. Tras un instante, Jesús trazó con la mano la señal de la cruz y
desapareció.

Santa María Faustina Kowalska

13
Todo cuanto hay en los Cielos y en la tierra, todo depende de su querer, y si Él
quisiera, los Cielos y cuanto hay en ellos, la tierra y cuantos habitantes hay en
ella, todo, en el instante mismo de quererlo Dios, todo desaparecería y se
quedaría todo como en la nada, de donde Dios lo sacó, y mientras tanto,
quedaba Él en la misma grandeza y señorío, en las mismas felicidades, dichas,
venturas y glorias, con los mismos poderíos y hermosuras, porque fuera de Él,
nada, nada de cuanto existe, le puede aumentar a Dios ni un pequeño punto de
su grandeza, de su hermosura, de su felicidad, de su dicha, de su poder y de su
Gloria, en fin, de todo lo que es, porque Él es la única cosa que es, las demás
cosas que existen no somos hada.

Francisca Javiera del Valle

14

«Como una promesa eres Tú», comienza, ¿No es el Espíritu Santo la gran
promesa de Cristo? Lo prometió como el mejor fruto de su Cruz redentora.
«Antes de que Cristo fuera crucificado -escribe San Juan Crisóstomo- no
había ninguna reconciliación, no fue enviado el Espíritu Santo (...)» [2]. Pero
al poco de la Cruz, después de la Ascensión, acontece Pentecostés: la Tercera
Persona divina aparece como una mañana de verano, fresquita, luminosa,
inmensa. Sopla un viento impetuoso. « ¡Cómo fuerte brisa, eres Tú!»

Antonio Orozco

15

Que tu espíritu, Señor, nos penetre con su fuerza, para que nuestro pensar te
sea grato y nuestro obrar concuerde con tu voluntad. Pensar como Dios quiere
y obrar según su voluntad: Eso es la vida divina en nosotros. Tenemos que
conectar con ese vivir.

Misal Romano

16

Que abandonásemos nuestra vida anterior para transformarla y conformarla a


un nuevo estilo de vida y de santidad. Esto solo podía llevarse a efecto con la
comunicación del Espíritu Santo. Del amor a las cosas terrenas, El Espíritu
nos conduce a la esperanza de las cosas celestiales; y de la cobardía y timidez,
a la valentía y generosa intrepidez de espíritu.

S. Cirilo de Alejandría.

17

La misión del Espíritu Santo garantizará la autenticidad de lo que vamos a


poder realizar: “El mismo Espíritu Santo no solamente santifica y dirige al
pueblo de Dios por los sacramentos y los ministerios, y lo enriquece con las
virtudes, sino que, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece,
reparte entre los fieles gracias de todo género, incluso especiales, con que los
dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos
para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia, según aquellas
palabras: “En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Liturgia de las horas

18

"Ciertamente, el Espíritu Santo es en nosotros nuestro servidor, porque nos


reparte esta doctrina, iluminando nuestro entendimiento e induciéndonos a que
le sigamos. Igualmente nos administra la caridad del prójimo y el hambre del
manjar de las almas y de la salvación de todo el mundo por honor a tí, Padre".

Santa Catalina de Siena

19

"Como dice San Pablo, nadie puede pronunciar el nombre de Jesús sino en
virtud del Espíritu Santo. Muchas son las divisiones de las gracias, pero el
Espíritu Santo es uno no más [...] porque a unos por el espíritu se les ha dado
la palabra de la sabiduría o el don de predicar; a otros, el don de enseñar, pero
por un mismo espíritu; a aquéllos se les ha dado el don de la fe, y a éstos el
don de curaciones por un mismo espíritu; a unos se les ha concedido la gracia
de hacer milagros; a otros el don de la profecía; a éstos, el don de la discreción
de espíritus; a aquellos el don de lenguas; a aquellos otros, el don de
interpretar las Escrituras. Todas estas cosas las obra un mismo espíritu,
dividiendo o distribuyendo a cada uno como le place". El Espíritu Sacerdotal.
San Antonio María de Claret

20

"Bienaventurada el alma que posee todas estas bellas virtudes, frutos del
Espíritu Santo. El alma favorecida con su presencia debe colaborar con Él en
estos tres niveles: removiendo positivamente los obstáculos, entregándose del
todo a Él, y dejándose guiar con plena docilidad. Deja que el Espíritu Santo
actúe en tí, abandónate en su influjo y no temas".

San Pío de Pietrelcina

21

¿Alguno de ustedes ha escuchado gemir al Espíritu del Hijo en lo íntimo de su


conciencia: ‘Abbá, Padre’ (Gal 4, 6)? Ésa, ésa es el alma que debe presumir de
que es amada por la ternura del Padre, la que se siente afectada por el mismo
Espíritu de amor que el Hijo. Tú, quienquiera que seas, confía, confía sin
vacilar lo más mínimo.

San Bernardo de Claraval

22

No habría nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo. Sobre
Jesús de Nazaret el Espíritu descendió en el momento del bautismo cando la
voz de Padre-“Tú eres mi hijo muy amando, en ti pongo mi complacencia”
(Mt 3, 17) manifiesta de manera sensible su elección y misión.

Pablo VI

23

El misterio de la Encarnación se realizó por obra del Espíritu. Es el Espíritu


quien hace que la Revelación de Jesucristo permanezca como acontecimiento
en la vida de la Iglesia y en el corazón de cada uno. Es Él quien obra, en la
Iglesia a través de los sacramentos (sobre todo la confirmación), a través de la
palabra, hoy los carismas y los ministerios. El Espíritu Santo es el agente de la
esperanza cristiana, cuyo contenido es nuestra participación en la resurrección
de Jesús.
Carta apostólica Tertio Millennio

24

Ciertamente, en virtud del Espíritu, vivimos participando de la vitalidad de


Cristo resucitado: vitalidad que pasa, como si fuera transvasada, de él a
nosotros. Así pues, tenemos a nuestra disposición la energía propia de Cristo
resucitado, que crea una nueva vida dentro de nosotros. Si queremos ser
coherentes, tenemos que caminar en virtud del Espíritu, siguiendo sus
indicaciones.

Ugo Vanni

25

Espíritu Santo, tú eres vida, tú eres necesario para mí como el aire que respiro.
Te doy gracias por el don de la vida, porque es maravilloso existir. Permíteme
respirar contigo, Señor.

Te adoro Espíritu Santo, porque así como el aire me rodea y penetra en mí, así
también estoy rodeado por ti, me envuelves con tu presencia, lleno de vida en
plenitud y de pura alegría, me penetras con tu gracia y me transformas con tu
presencia. ¡Gloria a ti, Señor, Espíritu de vida!

Manuel Fernández

26

Los que se dejan conducir por el Espíritu Santo sienten toda clase de felicidad
dentro de ellos mismos; mientras que los malos cristianos ruedan sobre
espinas y piedras. Un alma que tiene el Espíritu Santo no se aburre nunca de la
presencia de Dios, pues de du corazón sale una transpiración de amor. El
corazón se dilata, se baña en amor divino. El pez no se queja nunca de tener
mucha agua: el buen cristiano no se queja nunca por estar mucho tiempo con
Dios. Hay quienes encuentran la religión aburrida, es porque no tienen al
Espíritu Santo. El Buen Dios, enviándonos el Espíritu Santo, ha hecho como
un gran rey que encarga a su ministro que vaya con uno de sus súbditos,
diciéndole: ‘acompaña a este hombre a todas partes y me lo traes sano y salvo’
¡Qué bello es ser acompañado por el
¡Espíritu Santo! Es un buen guía. ¡Y…que hay quienes no quieren seguirle!

El Espíritu Santo según el Santo Cura de Ars

27

Por medio de los sacramentos, Cristo comunica su Espíritu a los miembros de


su Cuerpo, y les ofrece la gracia de Dios, que da frutos de vida nueva, según el
Espíritu. El Espíritu Santo también actúa concediendo gracias especiales a
algunos cristianos para el bien de toda la Iglesia, y es el Maestro que recuerda
a todos los cristianos aquello que Cristo ha revelado (cfr. Jn 14, 25s).

Anónimo

28

Mas el mismo Señor Jesús, antes de entregar libremente subida por el mundo,
ordenó de tal suerte el ministerio apostólico y prometió el Espíritu Santo que
había de enviar, que ambos quedaron asociados en la realización de la obra de
la salud en todas partes y para siempre. El Espíritu Santo "unifica en la
comunión y en el servicio y provee de diversos dones jerárquicos y
carismáticos", a toda la Iglesia a través de los tiempos, vivificando las
instituciones eclesiásticas como alma de ellas e infundiendo en los corazones
de los fieles el mismo impulso de misión del que había sido llevado el mismo
Cristo. Alguna vez también se anticipa visiblemente a la acción apostólica, lo
mismo que la acompaña y dirige incesantemente de varios modos.

Decreto ad gentes n.4

29

El Espíritu Santo nos enseña, nos recuerda, y –otro aspecto– nos hace hablar,
con Dios y con los hombres. Nos hace hablar con Dios en la oración. La
oración es un don que recibimos gratuitamente; es diálogo con Él en el
Espíritu Santo, que ora en nosotros y nos permite dirigirnos a Dios llamándolo
Padre, Papá, Abba (cfr Rm 8,15; Gal 4,4); y ésta no es solamente una “forma
de decir”, sino que es la realidad, nosotros somos realmente hijos de Dios.
«Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios» (Rm
8,14).
Papa Francisco

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En efecto, San Jerónimo, «hombre extraordinariamente católico y muy


versado en la ley sagrada»(2), «maestro de católicos»(3), «modelo de virtudes
y maestro del mundo entero»(4), habiendo ilustrado maravillosamente y
defendido con tesón la doctrina católica acerca de los libros sagrados, nos
suministra muchas e importantes enseñanzas que emplear para inducir a todos
los hijos de la Iglesia, y especialmente a los clérigos, el respeto a la Escritura
divina, unido a su piadosa lectura y meditación asidua.

Benedicto XV

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El Espíritu Santo asume todo este conjunto y lo eleva con el don del temor de
Dios. Ciertamente ello no excluye la trepidación que nace de la conciencia de
las culpas cometidas y de la perspectiva del castigo divino, pero la suaviza con
la fe en la misericordia divina y con la certeza de la solicitud paterna de Dios
que quiere la salvación eterna de todos. Sin embargo, con este don, el Espíritu
Santo infunde en el alma sobre todo el temor filial, que es el amor de Dios: el
alma se preocupa entonces de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no
ofenderlo en nada, de "permanecer" y de crecer en la caridad (cfr Jn 15, 4-7).

S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 11 -VI-1989.

Oración inicial para los días del mes de febrero

VEN ESPÍRITU SANTO CREADOR

Ven Espíritu Santo Creador ven a visitar el corazón y llena con tu gracia viva
y eficaz nuestras almas, que tú creaste por amor.

Tú, a quien llaman el gran consolador, don del Dios altísimo y Señor, eres
vertiente viva, fuego que es amor, de los dones del Padre, el dispensador.

Tú Dios que plenamente se nos das dedo de la mano paternal, eres tú la


promesa que el Padre nos dio; tu palabra enriquece hoy nuestro cantar.
Los sentidos tendrás que iluminar, nuestro corazón inflamarás y nuestro
cuerpo frente a toda tentación con tu fuerza constante ven a reafirmar.

Aparte de nosotros la opresión tu paz danos pronto, sin tardar; y, siendo tú


nuestra guía, nuestro conductor, evitemos así cualquier error o mal.

Danos a nuestro Padre conocer a Jesús, el Hijo comprender, y a ti Dios que


procedes de tu mutuo amor te creemos con sólida y ardiente fe. Amén.

Oración para concluir la meditación de los días del mes de febrero

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don,
en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro
trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta
en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del
hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías
tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el
sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

Amén.

Febrero

Sino que es lo que dijo el profeta: sucederá en los últimos días, dice Dios:
derramaré mi Espíritu sobre todo mortal y profetizarán sus hijos y sus hijas;
sus jóvenes verán visiones y sus ancianos soñarán sueños. Y también sobre
mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba
en el cielo y signos abajo en la tierra. El sol se convertirá en tinieblas, y la
luna en sangre, antes de que llegue el Día grande del Señor. Y todo el que
invoque el nombre del Señor se salvará.

Hechos de los apóstoles 2, 16-21

"La fe en Cristo consolida todas estas cosas. Pues El mismo (Cristo), por
medio del Espíritu Santo, nos llama de esta manera: Vengan, hijos,
escúchenme, les enseñaré el temor del Señor (Salm 33,12ss.)"

Clemente Romano, Carta a los Corintios XX

"Así, el Espíritu Santo se dice Espíritu del Padre y del Hijo, que lo dieron, y
también nuestro, pues lo recibimos. El que da la salud se llama salud del
Señor, y es también nuestra salud, porque la recibimos. El Espíritu es Espíritu
de Dios, porque lo otorga, y nuestro, porque lo recibimos... Señor y Dios mío,
en ti creo, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

S. Agustín, De la Santísima Trinidad V, 14,15; XV, 18,51

El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y nos


inicia en la vida nueva que es: "que te conozcan a ti, el único Dios verdadero,
y a tu enviado, Jesucristo".[2] No obstante, es el "último" en la revelación de
las personas de la Santísima Trinidad. San Gregorio Nacianceno, "el
Teólogo", explica esta progresión por medio de la pedagogía de la
"condescendencia" divina:

El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y más


oscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la
divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu tiene derecho de ciudadanía entre
nosotros y nos da una visión más clara de sí mismo. En efecto, no era
prudente, cuando todavía no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar
abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era aún admitida,
añadir el Espíritu Santo como un fardo suplementario si empleamos una
expresión un poco atrevida... Así por avances y progresos "de gloria en
gloria", es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez más
espléndidos.

Catecismo de la Iglesia Católica N. 684

El Espíritu Santo es el que «viene» después y en virtud de la «partida» de


Cristo. Las palabras de Jn 16, 7 (Pero yo les digo la verdad: Les conviene que
yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; pero si me
voy se lo enviaré) expresan una relación de naturaleza causal. El Espíritu
viene mandado en virtud de la redención obrada por Cristo: «Cuando me vaya
se lo enviaré» (cfr Encíclica Dominum et vivificantem, S). Más aún, «según el
designio divino, la «partida» de Cristo es condición indispensable del «envío»
y de la venida del Espíritu Santo, indican que entonces comienza la nueva
comunicación salvífica por el Espíritu Santo» (Ibid., n. 1 l).

San Juan Pablo II

Cuando una persona, o una comunidad, se cierra en su modo de pensar y de


actuar, es signo de que se ha alejado del Espíritu Santo. El camino de los
cristianos y de las Iglesias particulares siempre debe confrontarse con el de la
Iglesia una y católica, y armonizarse con él. Esto no significa que la unidad
creada por el Espíritu Santo sea una especie de igualitarismo. Al contrario,
este es más bien el modelo de Babel, es decir, la imposición de una cultura de
la unidad que podríamos definir «técnica».

Benedicto XVI

El Espíritu Santo convierte al cristiano en una persona sabia. Pero esto, no en


el sentido de que tiene una respuesta para cada cosa, que sabe todo. Una
persona sabia no tiene esto, en el sentido de Dios, si no sabe cómo actúa Dios.
Conoce cuando una cosa es de Dios y cuando no es de Dios. Tiene esta
sabiduría que Dios da a nuestros corazones.

Papa Francisco

Y para conseguir esto envió Cristo al Espíritu Santo de parte del Padre, para
que realizara interiormente su obra salvífica e impulsara a la Iglesia hacia su
propia dilatación. Sin duda, el Espíritu Santo obraba ya en el mundo antes de
la glorificación de Cristo. Sin embargo, descendió sobre los discípulos en el
día de Pentecostés, para permanecer con ellos eternamente (Cf. Jn., 14,16), la
Iglesia se manifestó públicamente delante de la multitud, empezó la difusión
del Evangelio entre las gentes por la predicación, y por fin quedó prefigurada
la unión de los pueblos en la catolicidad de la fe por la Iglesia de la Nueva
Alianza, que en todas las lenguas se expresa, las entiende y abraza en la
caridad y supera de esta forma la dispersión de Babel. Fue en Pentecostés
cuando empezaron "los hechos de los Apóstoles", como había sido concebido
Cristo al venir al Espíritu Santo sobre la Virgen María, y Cristo había sido
impulsado a la obra de su ministerio, bajando el mismo Espíritu Santo sobre
Él mientras oraba.

Decreto ad gentes n.4

La Iglesia no es una sociedad como cualquiera; no nace porque los apóstoles


hayan sido afines; ni porque hayan convivido juntos por tres años; ni siquiera
por su deseo de continuar la obra de Jesús. Lo que hace y constituye como
Iglesia a todos aquellos que "estaban juntos en el mismo lugar" (Hch 2,1), es
que "todos quedaron llenos del Espíritu Santo" (Hch 2,4).

Anónimo

10

Cuando se es conducido por un Dios de Fuerza y de Luz, no hay


equivocación. Como las lentes que aumentan los objetos, el Espíritu Santo nos
hace ver el bien y el mal en grande. Con el Espíritu Santo todo se ve en
grande: se ven las menores faltas. Como un relojero que con sus lentes
distingue los más pequeños engranajes de un reloj, con las luces del Espíritu
Santo distinguimos todos los detalles de nuestra pobre vida. Entonces, las más
pequeñas imperfecciones se agrandan, y los pecados más leves dan pavor.

El Espíritu Santo según el Santo Cura de Ars

11

El Espíritu Santo es fuente de santidad, luz para la inteligencia; él da a todo


ser racional como una luz para entender la verdad. Aunque es inaccesible por
naturaleza, se deja comprender por su bondad; con su acción lo llena todo.

San Basilio Magno

12

"Frecuenta el trato del Espíritu Santo —el Gran Desconocido— que es quien
te ha de santificar. No olvides que eres templo de Dios. —El Paráclito está en
el centro de tu alma: óyele y atiende dócilmente sus inspiraciones".

"Entre los dones del Espíritu Santo, diría que hay uno del que tenemos
especial necesidad todos los cristianos: el don de sabiduría que, al hacernos
conocer a Dios y gustar de Dios, nos coloca en condiciones de poder juzgar
con verdad sobre las situaciones y las cosas de esta vida"

San Josemaría Escrivá de Balaguer

13

Gracias al apoyo del Espíritu Santo, la Iglesia crece (Hch 9, 21). Él es el alma
de esta Iglesia. Él es quien explica a los fieles el sentido profundo de las
enseñanzas de Jesús y su misterio. Él es quien, hoy igual que en los comienzos
de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por
Él, y pone en los labios las palabras que por sí solo no podría hallar,
predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta y
acogedora de la Buena Nueva y de reino anunciado.

Pablo VI
14

La noción del espíritu no implica una oposición a lo corporal. Se trata, por el


contrario, de una energía vital, pero “de una corporeidad sutil de lo que es una
sustancia incorpórea”. Es una fuerza que procede de Dos y establece la
relación entre Dios y el ser humano, entre Dios y la creación, relación libre
que crea la unión sin ninguna mezcla ni función.

Benito Beni Dos Santos

15

Quiero que entiendas, en primer lugar, el sentido primero y profundo que tiene
la palabra Renovación. Renovación no es zurcir un paño nuevo aun vestido
viejo (Mt 9, 16) no es cambiar el forro del traje por fuera. Renovar es hacerlo
todo nuevo. Cuando la Escritura dice: Envía tu Espíritu y renovaras la faz de
la tierra (sal 104, 30), no habla de un remiendo, sino de una creación, según el
salmo: crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme
dentro de mi (sal 50, 12)

Antonio Gracia

16

La ilusión generalizada es la de creer que la santificación es obra del hombre:


se trata de trazar un programa de perfección bien claro, y de ponerse, manos a
la obra, con valor y paciencia, para llevado a cabo de forma progresiva. Y eso
es todo. Desgraciadamente eso no es todo… Es indudable que son necesarios
el valor y la paciencia. Pero, ciertamente, la santidad no consiste en el
cumplimiento de un programa de vida que nos hemos fijado de antemano.

Jacques Philippe

17

En enero de 1980, Juan Pablo II hablando a un grupo de carismáticos, dijo:


“Yo desde pequeño aprendí a rezarle al Espíritu Santo. Cuando tenía 11 años
me entristecía porque se me dificultaban mucho las matemáticas. Mi padre me
mostro en un librito el himno “Ven Creador Espíritu”, y me dijo: “Rézalo y
veras que él te ayuda a comprender”. Llevo más de 40 años rezando este
himno todos los días, y he sabido lo mucho que ayuda el Divino Espíritu. El
Espíritu Santo es una Persona, que está siempre presente en el alma del que
cree, y del que ama a Dios.

Eliécer Sálesman

18

Ven Espíritu Santo, ven a sanar ese mundo de mis emociones. Mira ese dolor
que a veces me carcome el alma, y sánalo. A veces sufro por el amor que no
me dan, por las desilusiones, por las agresiones ajenas, porque a veces no me
comprenden, porque no pude comunicarme bien con alguien, porque no me
agradecen o no tienen en cuenta mis esfuerzos. No dejes que esos sentimientos
me dominen y me quiten la alegría. Ven Espíritu Santo, toca esas necesidades
insatisfechas con tu amor, para que yo no dependa tanto del afecto de los
demás. Enséñame a gozar de tu ternura divina, Espíritu de amor, para que mi
corazón sea más libre. No dejes que me vuelva esclavo de mis sensaciones y
sentimientos que me abruman. Enséñame a disfrutar de tu amor en cada
momento, para que la alegría ilumine mi rostro. Amén

Anónimo

19

Ven, Espíritu Santo, porque sin ti Dios está lejos, Jesús resucitado queda en el
pasado, el Evangelio aparece como letra muerta, la Iglesia, una simple
organización, la autoridad, un puro ejercicio del poder, la misión una
propaganda, el culto, un arcaísmo, el obrar moral, un obrar de esclavos.
Contigo, por el contrario, Espíritu Santo, el cosmos se pone en movimiento, el
resucitado se hace presente. Dios está cerca el Evangelio es fuerza de vida, la
Iglesia se hace comunión, la autoridad es un servicio gozoso y fuerte, la
liturgia es memorial viviente, el obrar humano, ético y moral, es un camino
fuerte y constructivo de libertad.

Martini

20
Me detengo un momento solo a respirar. Simplemente existo, y respiro. Presto
atención solo a la respiración, al aire que entra en mí y que sale de mí. Y me
dejo estar, me abandono. Con dulzura, aparto todos los pensamientos,
recuerdos e imágenes que vayan apareciendo, y vuelvo a concentrarme con
serenidad solo en la respiración. Me detengo solo a gozar de la existencia, que
es un invalorable regalo.

Dejo que el Espíritu Santo vaya haciendo crecer poco a poco ese sentimiento
de dulce gratitud.

Manuel Fernández

21

El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó: Si alguno
tiene sed, que venga a mí, y beberá el que cree en mí, como dice la Escritura:
De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu
que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues
todavía Jesús no había sido glorificado.

Juan 7, 37-39

22

"Acepten nuestro consejo y no tendrán que arrepentirse. Porque vive Dios y


vive el Señor Jesucristo y el Espíritu Santo, la fe y la esperanza de los
elegidos: el que con sentimientos de humildad junto a una perseverante
moderación, sin echarse atrás, obra las sentencias y mandamientos dados por
Dios, ése estará colocado y será ilustre entre el número de los salvados por
Jesucristo, por medio del cual a Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén"

Clemente Romano, Carta a los Corintios LVIII

23

"La llama, en la que apareció el ángel o el Señor, significa algo bueno, y por
eso, cuando vino el Espíritu Santo, se presentaron lenguas separadas, como de
fuego; pero entonces debemos entender que la zarza no se quemaba, no por la
ineficacia del fuego, sino por la dureza de la zarza".
S. Agustín, Sermón VII, 2

24

Creer en el Espíritu Santo es, por tanto, profesar que el Espíritu Santo es una
de las personas de la Santísima Trinidad, consubstancial al Padre y al Hijo,
"que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria" (Símbolo de
Nicea-Constantinopla). Por eso se ha hablado del misterio divino del Espíritu
Santo en la "teología" trinitaria. Aquí sólo se tratará del Espíritu Santo en la
"economía" divina.

Catecismo de la Iglesia Católica N. 685

25

«Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, que procede del Padre y
del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y
que habló por los profetas».

Niceno-Constantinopolitano

26

El Espíritu Santo revelado por Jesús es, por tanto, un ser personal (tercera
Persona de la Trinidad) con un obrar propio personal. Pero en el mismo
«discurso de despedida», Jesús muestra los vínculos que unen a la persona del
Espíritu Santo con el Padre y el Hijo: por ello el anuncio de la venida del
Espíritu Santo -en ese «discurso de despedida»-, es al mismo tiempo la
definitiva revelación de Dios como Trinidad. Efectivamente, Jesús dice a los
Apóstoles: «Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito» (Jn 14,16): "el
Espíritu de la verdad, que procede del Padre" (Jn 15,26) "que el Padre enviará
en mi nombre" (Jn 14,26). El Espíritu Santo es, por tanto, una persona distinta
del Padre y del Hijo y, al mismo tiempo, unida íntimamente a ellos: "procede
“del Padre, el Padre "lo envía" en el nombre del Hijo: y esto en consideración
de la redención, realizada por el Hijo mediante la ofrenda de sí mismo en la
cruz. Por ello Jesucristo dice: "Si me voy os lo enviaré" (Jn 16,7). "El Espíritu
de verdad que procede del Padre" es anunciado por Cristo como el Paráclito,
que "yo os enviaré de junto al Padre" (Jn 15,26).
San Juan Pablo II

27

En la celebración solemne de Pentecostés se nos invita a profesar nuestra fe en


la presencia y en la acción del Espíritu Santo y a invocar su efusión sobre
nosotros, sobre la Iglesia y sobre el mundo entero. Por tanto, hagamos nuestra,
y con especial intensidad, la invocación de la Iglesia: Veni, Sancte Spiritus!
Una invocación muy sencilla e inmediata, pero a la vez extraordinariamente
profunda, que brota ante todo del corazón de Cristo. En efecto, el Espíritu es
el don que Jesús pidió y pide continuamente al Padre para sus amigos; el
primer y principal don que nos ha obtenido con su Resurrección y Ascensión
al cielo.

Benedicto XVI

28

Está claro que el don del intelecto está estrechamente conectado con la fe.
Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente,
nos hace crecer día tras día en la comprensión de lo que el Señor nos ha dicho
y ha realizado. El mismo Jesús ha dicho a sus discípulos: “Les enviaré el
Espíritu Santo y Él les hará entender todo lo que yo os he enseñado”. Entender
las enseñanzas de Jesús, entender su palabra, entender el Evangelio, entender
la Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y entender algo, pero si
leemos el Evangelio con este don del Espíritu Santo podemos entender la
profundidad de las palabras de Dios y esto es un gran don, un gran don que
todos debemos pedir y pedir juntos: danos Señor el don del intelecto.

Papa Francisco

Oración inicial para los días del mes de marzo

ORACIÓN DE SAN JUAN PABLO II AL ESPÍRITU SANTO

Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo del
gran Jubileo y prepara nuestro espíritu para celebrarlo con la fe, en la
esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.
Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y
profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de
Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la
Historia.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de
tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar
a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.

Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y renueva la


faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser
verdaderamente en el mundo signo e instrumento de la íntima unión con Dios
y de la unidad del género humano.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de los


carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los
laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en la
edificación del único Reino de Dios.

Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad


para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde
confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos el compromiso
por un mundo mejor.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el camino de


la ciencia y la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Haz
fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones. y que las diversas
culturas se abran a los valores del Evangelio.

Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen,


mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu amor y
siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el
curso de la Historia.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito,


alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.

Amén.

Oración para concluir la meditación de los días del mes de marzo

¡VEN, ESPÍRITU DIVINO!

(Secuencia de Pentecostés)

Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las
almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro
trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta
en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el
sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

Marzo

1
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se legraron de
ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: la paz con ustedes. Como el Padre me
envió, también yo los envió. Dicho esto, sopló y les dijo: Reciban el Espíritu
Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se
los retengan, les quedan retenidos.

Juan 20, 20-23

"Como las disposiciones de Dios son grandes y generosas para nosotros, no


hay palabras para expresar mi alegría por sus bienaventurados y gloriosos
espíritus. Así, han recibido el injerto de la gracia del don espiritual. Por ello,
me alegro más esperando salvarme, pues, en verdad, veo que de la abundante
fuente del Señor ha sido derramado sobre ustedes el Espíritu"

Epístola de Bernabé I.2-3; siglo II

"Siempre que uno cualquiera enuncia el nombre del Padre y del Hijo, es
necesario vea allí la caridad mutua del Padre y del Hijo, que es el Espíritu
Santo. Tal vez, bien examinadas las Escrituras (lo que no quiere decir que lo
pueda hacer hoy o como si no pudiera darse otra interpretación), indique que
el Espíritu Santo es caridad. Y no se les ocurra pensar que es cosa vil la
caridad... Cuando comience a tenerla, poseerá el Espíritu Santo, y cuando se
vea falto de ella, estará vacío del Espíritu Santo...".

S. Agustín

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del


Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Sólo en los "últimos
tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, es cuando el
Espíritu se revela y se nos da, y se le reconoce y acoge como Persona.
Entonces, este Designio Divino, que se consuma en Cristo, "primogénito" y
Cabeza de la nueva creación, se realiza en la humanidad por el Espíritu que
nos es dado: la Iglesia, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne, la vida eterna.

Catecismo de la Iglesia Católica N. 686

Todo acontece en la fe y por la fe, bajo la acción del Espíritu, como he dicho
en la Encíclica Dominum et vivificantem: "El misterio de Cristo en su
globalidad exige la fe, ya que ésta introduce oportunamente al hombre en la
realidad del misterio revelado. El "guiar hasta la verdad completa" se realiza,
pues, en la fe y mediante la fe, lo cual es obra del Espíritu de verdad y fruto de
su acción en el hombre. El Espíritu debe ser en esto la guía suprema del
hombre y la luz del espíritu humano. Esto sirve para los Apóstoles, testigos
oculares, que deben llevar ya a todos los hombres el anuncio de lo que Cristo
"hizo y enseñó “y, especialmente, el anuncio de su cruz y de su resurrección.
En una perspectiva más amplia esto sirve también para todas las generaciones
de discípulos y confesores del Maestro, ya que deberían aceptar con fe y
confesar con lealtad el misterio de Dios operante en la historia del hombre, el
misterio revelado que explica el sentido definitivo de esa historia"

San Juan Pablo II

La unidad del Espíritu se manifiesta en la pluralidad de la comprensión. La


Iglesia es por naturaleza una y múltiple, destinada como está a vivir en todas
las naciones, en todos los pueblos, y en los contextos sociales más diversos.
Sólo responde a su vocación de ser signo e instrumento de unidad de todo el
género humano (cf. Lumen gentium, 1) si permanece autónoma de cualquier
Estado y de cualquier cultura particular. Siempre y en todo lugar la Iglesia
debe ser verdaderamente católica y universal, la casa de todos en la que cada
uno puede encontrar su lugar.

Benedicto XVI

7
El primer don del Espíritu Santo, según esta lista tradicional, es por tanto la
sabiduría. Pero no se trata sencillamente de la sabiduría humana. ¡No! Esta
sabiduría humana es fruto del conocimiento y de la experiencia. En la Biblia
se relata que a Salomón, en el momento de su coronación como rey de Israel,
había pedido el don de la sabiduría. Entonces la sabiduría es exactamente esto:
es la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios. Es sencillamente
esto: es ver el mundo, ver las situaciones, coyunturas, los problemas, todo, con
los ojos de Dios. Esta es la sabiduría. A veces vemos las cosas según nuestro
gusto, según la situación de nuestro corazón, con amor o con odio, con
envidia... ¡Eh, no! Esto no es el ojo de Dios.

Papa Francisco

Todo lo que la Iglesia anuncia, testimonia y celebra es siempre gracias al


Espíritu Santo. Son dos mil años de trabajo apostólico, con tropiezos y logros;
aciertos y errores, toda una historia de lucha por hacer presente el Reino de
Dios entre los hombres, que no terminará hasta el fin del mundo, pues Jesús
antes de partir nos lo prometió: "…yo estaré con ustedes, todos los días hasta
el fin del mundo" (Mt. 28,20).

Anónimo

Los que tienen el Espíritu Santo no pueden sentirse complacidos con ellos
mismos, porque conocen su pobre miseria. Los orgullosos son los que no
tienen al Espíritu Santo. Las gentes mundanas no tienen al Espíritu Santo; o, si
lo tienen, no es más que de paso: Él no se detiene en ellos. El ruido del mundo
le hace marcharse. El ojo mundano no ve más lejos que la vida. El ojo del
cristiano ve hasta el fondo de la eternidad. Para el hombre que se deja
conducir por el Espíritu Santo parece que no hay mundo; para el mundo,
parece que no hay Dios.

El Espíritu Santo según el Santo Cura de Ars

10
Al que ya no vive según la carne, sino que es llevado por el Espíritu de Dios,
se lo llama hijo de Dios, se convierte en imagen de su Unigénito y recibe el
nombre de espiritual. Y de la misma manera que la facultad de ver actúa en el
ojo sano, así actúa también en esta alma purificada la fuerza del Espíritu.

San Basilio Magno

11

Las técnicas de evangelización son buenas, pero ni las más perfeccionadas


podrían reemplazar la acción discreta del Espíritu. La preparación más
refinada del evangelizador no consigue absolutamente nada sin él. Sin él, la
dialéctica más convincente es impotente sobre el espíritu de los hombres. Sin
él, los esquemas más elaborados sobre bases sociológicas o psicológicas se
revelan pronto desprovistos de todo valor.

Pablo VI

12

El Espíritu Santo es un principio primero. ÉL obra por medio de realidades


humanas. En ellas Él nos provoca, posibilidades y alienta a vivir esa vida.
¿Qué realidades son éstas? La primera y universal se llama amor al hermano.
Volvemos de nuevo a la base dela vida según el Espíritu. Amarnos unos a
otros como Jesús nos amó. Todo acto de amor al prójimo, por pequeño y
anónimo que sea, expresa la vida según el Espíritu. Solo el Espíritu nos da
fuerza para amar al hermano. Es el mejor diapasón para afinar las cuerdas de
la vida cristiana. En una palabra, solo salva el amor, “solo el amor es digno de
fe”.

Benito Beni Dos Santos

13

Las dimensiones de la vida que abarca la Renovación en el Espíritu, es la


integridad de la vida del hombre. Por eso la renovación no termina nunca. Al
Espíritu siempre le queda tarea. Cada época de la vida requiere una atención
especial, una trasformación específica, una iluminación concreta.
Antonio Gracia

14

Dios ama a los hombres con un amor igual para todos, y quiere conducirlos a
todos a la perfección, pero, al mismo tiempo, tiene caminos distintos para
unos y para otros. Esto quiere decir que las inspiraciones de la gracia tendrán
frecuencias y manifestaciones muy diferentes de una persona a otra. No se
puede obligar al Espíritu, y Dios es dueño de sus dones.

Jacques Philippe

15

El Espíritu Santo abre el entendimiento del discípulo. Este es un papel


esencial en el plan divino de la redención. Los que son del Señor necesitan luz
para entender las verdades espirituales. La persona humana no tiene la
capacidad del buen entendimiento espiritual sin la iluminación del Espíritu
Santo.

Eliécer Sálesman

16

Ven Espíritu Santo, ven padre de los pobres, ven viento divino, ven. Ven
como lluvia deseada, a regar lo que está seco en nuestras vidas, ven. Ven a
fortalecer lo que está débil, a sanar lo que está enfermo, ven. Ven a romper
mis cadenas, ven a iluminar mis tinieblas, ven. Ven porque te necesito, porque
todo mi ser te reclama. Espíritu Santo, dulce huésped del alma, ven, ven
Señor.

Anónimo

17

El Espíritu Santo nos hace encontrar en las cosas de este mundo mucho más
que lo que nosotros buscamos en ellas.

Es completamente normal que nos gusten las cosas dela tierra, que nos
atraigan las cosas de este mundo, porque Dios la creó “para que las
disfrutemos” (1 Tim 6, 17). Si no fuera así, nos moriríamos de angustia y no
podríamos soportar esta vida.

El atractivo de las cosas es un signo maravilloso, y la variedad de este mundo,


repleto de cosas agradables, es un reflejo de la inagotable hermosura de Dios.

Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a trascender las cosas, que podamos
detenernos en ellas con gozo, pero encontrando en ellas al Creador, como lo
hacía San Francisco de Asís, lleno de ternura y de alegría.

Manuel Fernández

18

Al llegar el día de pentecostés, estaban todos reunidos con un mismo objetivo.


De repente vino del cielo un ruido como una impetuosa ráfaga de viento, que
llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas
como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; se
llenaron todos de Espíritu Santo y se pusieron a hablar en diversas lenguas,
según el Espíritu les concedía expresarse.

Hechos de los apóstoles 2, 1-4

19

"Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Co 2, 11). Pues


bien, su Espíritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra
viva, pero no se revela a sí mismo. El que "habló por los profetas" nos hace oír
la Palabra del Padre. Pero a él no le oímos. No le conocemos sino en la obra
mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al Verbo en la fe.
El Espíritu de verdad que nos "desvela" a Cristo "no habla de sí mismo".[4]
Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué "el mundo
no puede recibirle, porque no le ve ni le conoce", mientras que los que creen
en Cristo le conocen porque él mora en ellos.

Catecismo de la Iglesia Católica N. 687

20
"Así pues, mira cómo hemos sido plasmados de nuevo, tal como dice otro
profeta: He aquí -dice el Señor- que les voy a arrancar -se refiere a aquellos
que el Espíritu del Señor previó- los corazones de piedra y se los pondré de
carne (Ez 11,19; 36,26). Dice esto porque había de manifestarse en carne y
habitar entre nosotros"

Epístola de Bernabé VI.14; siglo II

21

La presencia del Espíritu Santo que, como dijo Jesús, es íntima a las almas y a
la Iglesia («Él mora con vosotros y en vosotros está»: Jn 14, 17), hará presente
a Cristo invisible de modo estable, «hasta el fin del mundo». La unidad
trascendente del Hijo y del Espíritu Santo hará que la humanidad de Cristo,
asumida por el Verbo, habite y actúe dondequiera que se realice, con la
potencia del Padre, el designio trinitario de la salvación.

San Juan Pablo II

22

El Espíritu Santo se manifiesta como fuego. Su llama descendió sobre los


discípulos reunidos, se encendió en ellos y les dio el nuevo ardor de Dios. Se
realiza así lo que había predicho el Señor Jesús: «He venido a arrojar un fuego
sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!» (Lc 12, 49).
Los Apóstoles, junto a los fieles de las distintas comunidades, han llevado esta
llama divina hasta los últimos confines de la tierra; han abierto así un camino
para la humanidad, un camino luminoso, y han colaborado con Dios que con
su fuego quiere renovar la faz de la tierra. ¡Qué distinto este fuego del de las
guerras y las bombas! ¡Qué distinto el incendio de Cristo, que la Iglesia
propaga, respecto a los que encienden los dictadores de toda época, incluido el
siglo pasado, que dejan detrás de sí tierra quemada! El fuego de Dios, el fuego
del Espíritu Santo, es el de la zarza que arde sin quemarse (cf. Ex 3, 2).

Benedicto XVI

23
La sabiduría es lo que el Espíritu Santo hace en nosotros para que veamos
todas las cosas con los ojos de Dios. Y este es el don de la sabiduría. Y
obviamente, este don surge de la intimidad con Dios, de la relación íntima que
tenemos con Dios, de la relación de los hijos con el Padre. Y el Espíritu Santo,
cuando tenemos esta relación, nos concede el don de la sabiduría. Y cuando
estamos en comunión con el Señor, el Espíritu Santo es como si transfigurase
nuestro corazón y le hiciese percibir todo su calor y su predilección.

Papa Francisco

24

En la Sagrada Escritura, el Espíritu Santo es llamado con distintos nombres:


Don, Señor, Espíritu de Dios, Espíritu de Verdad y Paráclito, entre otros. Cada
una de estas palabras nos indica algo de la Tercera Persona de la Santísima
Trinidad. Es “Don”, porque el Padre y el Hijo nos lo envían gratuitamente: el
Espíritu ha venido a habitar en nuestros corazones (cfr. Ga 4,6); Él vino para
quedarse siempre con los hombres. Además, de Él proceden todas las gracias
y dones, el mayor de los cuales es la vida eterna junto con las otras Personas
divinas: en Él tenemos acceso al Padre por el Hijo.

Anónimo

25

Sin el Espíritu Santo, somos como una piedra de las que ves en el camino.
Coge en una mano una esponja empapada de agua y en la otra una piedra;
apriétalas igualmente. No saldrá nada de la piedra y de la esponja verás salir el
agua en abundancia. La esponja es el alma llena del Espíritu Santo; y la piedra
es el corazón frío y duro donde el Espíritu Santo no vive.

El Espíritu Santo según el Santo Cura de Ars

26

Y a la manera como la palabra está en la mente, unas veces como simple


pensamiento del corazón, otras veces como palabra proferida por los labios,
así también el Espíritu Santo habita en nosotros, unas veces dando testimonio
a nuestro espíritu y clamando en nuestros corazones: ¡Abbá! (Padre), otras
veces hablando por medio de nuestros labios, según aquello del Evangelio: No
serán ustedes lo que hablen, el espíritu de nuestro Padre hablara por ustedes.

San Basilio Magno

27

Creemos en el Espíritu Santo, que es Señor y da la vida, que con el Padre y el


Hijo recibe una misma adoración y gloria. Él nos ha hablado por los profetas y
ha sido enviado a nosotros por Cristo después de su Resurrección y su
Ascensión al Padre; Él ilumina, vivifica, protege y guía la Iglesia, purificando
sus miembros si éstos no se sustraen a la gracia. Su acción, que penetra hasta
lo más íntimo del alma, tiene el poder de hacer al hombre capaz de
corresponder a la llamada de Jesús: “Sean perfectos como su Padre celestial es
perfecto” (Mt 5, 48)

Pablo VI

28

El amor practicado por el ser humano se encuentra amenazado por


muchísimos percances, desde los obstáculos inconscientes, hasta los egoísmos
sutiles y astutos. No puede ser borrado, cuestionado, cambiado, corregido,
alimentado, madurado. Y el Espíritu Santo le viene en ayuda por medio de la
Palabra. Es una nueva manera que tiene Él de hablar a la Iglesia, a las
comunidades y a los fieles en concreto. El Espíritu Santo está en el origen de
los Escritos sagrados por el carisma de la inspiración. La Iglesia en el concilio
Florentino enseño que: Dios es el autor del Antiguo Testamento y Nuevos
Testamento, porque los santos de uno y del otro Testamento hablan bajo la
inspiración del Espíritu Santo.

Benito Beni Dos Santos

29

El Espíritu conoce por su misma presencia quien es el sujeto de su trabajo, qué


momento de su historia personal vive, cuál es su necesidad específica. El
Espíritu no hace su obra de manera impersonal o arrebatadamente; ni a
destiempo, ni forzando tiempos y espacios. El conoce las resistencias
particulares e interiores de cada persona y espera en silencio el momento
oportuno para ofrecer su evangelio de amor, de luz, de fuego.

Ese mismo conocimiento personal revela su infinita sabiduría en el conducir la


vida de cada individuo. Es tan profunda esta tarea que solo él la puede
realizar. No hay maestro suplente.

Antonio Gracia

30

La obra del Espíritu Santo es preparar el corazón del hombre para que reciba
la redención que le trajo Jesucristo. Y la primera preparación tiene que ser el
arrepentimiento de los pecados. El Espíritu Santo llama la atención de las
personas acerca de lo asqueroso, dañino y digno de repudio que es el pecado,
sobre todo el pecado de incredulidad, de falta de amor y el egoísmo.

El Espíritu Santo no deja en paz el corazón del discípulo que peca. Le inspira
la convicción de que es absolutamente necesario liberarse del pecado que lo
separa de Dios. Así el Espíritu Santo va guiando al individuo hacia la madurez
espiritual.

Eliécer Sálesman

31

Ven Espíritu Santo, y penetra en todo mi cuerpo. Te doy gracias por el don de
la vida, por cada uno de los órganos de mi cuerpo, que es una obra del amor
divino. Ven Espíritu Santo, y pasa por todo mi cuerpo. Acaricia con tu cariño
este cuerpo cansado derrama en él la calma y la paz. Penetra con tu soplo en
cada parte débil o enferma. Restaura, sana, libera cada uno de mis órganos.
Pasa por mi sangre, por mi piel, por mis huesos.

Ven, Espíritu Santo, y aplaca toda tensión con tu amor que todo lo penetra.
Sáname Señor. Amén.

Anónimo

Oración inicial para los días del mes de abril


ORACION AL ESPIRITU SANTO

Cardenal Verdier

Oh Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,

Inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo,
lo que debo callar, cómo debo actuar, lo que debo hacer, para gloria de Dios,
bien de las almas y mi propia Santificación.

Espíritu Santo, Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y
facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar dirección al progresar y perfección al acabar.

Amén.

Oración para concluir la meditación de los días del mes de abril

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

(de San Agustín)

Espíritu Santo, inspíranos, para que pensemos santamente.

Espíritu Santo, incítanos, para que obremos santamente.

Espíritu Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas.

Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas.

Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas.

Abril

Estaba Pedro diciendo estas cosas cuando el Espíritu Santo cayó sobre todos
los que escuchaban la palabra. Y los fieles circuncisos que habían venido con
Pedro quedaron asombrados al ver que el don del Espíritu Santo había sido
derramado también sobre los gentiles, pues les oían hablar en lenguas y
glorificar a Dos. Entonces Pedro dijo: ¿Acaso puede alguno negar el agua del
bautismo a éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?

Hechos de los apóstoles 10, 44-47

Aquél que el Padre ha enviado a nuestros corazones, el Espíritu de su Hijo (cf


Ga 4, 6) es realmente Dios. Consubstancial con el Padre y el Hijo, es
inseparable de ellos, tanto en la vida íntima de la Trinidad como en su don de
amor para el mundo. Pero al adorar a la Santísima Trinidad vivificante,
consubstancial e individible, la fe de la Iglesia profesa también la distinción de
las Personas. Cuando el Padre envía su Verbo, envía también su Aliento:
misión conjunta en la que el Hijo y el Espíritu Santo son distintos pero
inseparables. Sin ninguna duda, Cristo es quien se manifiesta, Imagen visible
de Dios invisible, pero es el Espíritu Santo quien lo revela.

Catecismo de la Iglesia Católica N. 689

El Espíritu Santo-Paráclito será el abogado defensor de los Apóstoles, y de


todos aquellos que, a lo largo de los siglos, serán en la Iglesia los herederos de
su testimonio y de su apostolado, especialmente en los, momentos difíciles
que comprometerán su responsabilidad hasta el heroísmo. Jesús lo predijo y lo
prometió: «Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y
los azotarán en sus sinagogas; y por mi causa serán llevados ante
gobernadores y reyes, para que den testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Mas cuando los entreguen, no se preocupen de cómo o qué van a hablar. Lo
que tengan que hablar se les comunicará en aquel momento. Porque no serán
ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que halara en ustedes »
(Mt 10, 17-20; análogamente Mc 13, 11; Lc 12, 12, dice: «porque el Espíritu
Santo les enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir»).

San Juan Pablo II

4
Queridos hermanos y hermanas, siempre necesitamos que el Señor Jesús nos
diga lo que repetía a menudo a sus amigos: «No tengáis miedo». Como Simón
Pedro y los demás, debemos dejar que su presencia y su gracia transformen
nuestro corazón, siempre sujeto a las debilidades humanas. Debemos saber
reconocer que perder algo, más aún, perderse a sí mismos por el Dios
verdadero, el Dios del amor y de la vida, en realidad es ganar, volverse a
encontrar más plenamente. Quien se encomienda a Jesús experimenta ya en
esta vida la paz y la alegría del corazón, que el mundo no puede dar, ni
tampoco puede quitar una vez que Dios nos las ha dado. Por lo tanto, vale la
pena dejarse tocar por el fuego del Espíritu Santo.

Benedicto XVI

El corazón del hombre sabio, en este sentido, tiene el gusto y el sabor de Dios.
¡Y qué importante es que en nuestras comunidades haya cristianos así! En
ellos, todo habla de Dios y se convierte en un signo bello y vivo de su
presencia y de su amor. Y esta es una cosa que no podemos improvisar, que
no nos podemos obtener para nosotros mismos. Es un don que Dios da a los
que se hacen dóciles al Espíritu Santo. Y nosotros tenemos dentro, en nuestro
corazón, al Espíritu Santo. Podemos escucharlo o podemos no escucharlo. Si
escuchamos al Espíritu Santo, Él nos enseña este camino de la sabiduría. Nos
regala la sabiduría, que consiste en ver con los ojos de Dios, escuchar con las
orejas de Dios, amar con el corazón de Dios, juzgar las cosas con el juicio de
Dios. Esta es la sabiduría que nos regala el Espíritu Santo. ¡Y todos nosotros
podemos tenerla! ¡(Basta) sólo pedirla al Espíritu Santo!

Papa Francisco

Para seguir a Cristo no hace falta ser personas extraordinarias ni perfectas,


sólo se requiere estar abiertos al amor. Y según la tradición cristiana, el amor
es lo propio del Espíritu Santo.

Benedicto XVI
7

El Espíritu de la Verdad ya ha venido a dar luz a las Comunidades Eclesiales


para descubrir, comprender y aceptar la Palabra de Dios: El Misterio de Cristo
y el sentido de la vida. El Espíritu Santo anuncia, enseña y actualiza el
Evangelio en nombre de Jesús.

Anónimo

Ahora bien, de la misma manera que el todo está en cada una de las partes,
hay que entender que el Espíritu está íntegro en cada uno de los dones que
distribuye; pues todos somos miembros, los unos de los otros, aunque
tengamos dones diferentes según las diversas gracias que hemos recibido de
Dios.

San Basilio Magno

Nosotros vivimos en la Iglesia un momento privilegiado del Espíritu. Por


todas partes se trata de conocerlo mejor, tal como lo revela la Escritura. Uno
se siente feliz de estar bajo su moción. Se hace asamblea en torno a él. Quiere
dejarse conducir por él. Ahora bien si el espíritu de Dios ocupa un puesto
eminente e la vida de la Iglesia, actúa todavía mucho más en sus misión
evangelizadora.

Pablo VI

10

La Renovación en tanto lo será en cuanto lo sea en el Espíritu de Dios. Solo él


es el origen, camino y fuerza consumadora de la Renovación. Así nos lo
recuerda Juan e su evangelio en varios textos: lo nacido de la carne es carne;
lo nacido del espíritu, es espíritu (Jn 3, 6). El Espíritu es el que da la vida, la
carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y son vida
(Jn 6, 63)

Antonio Gracia
11

Como maestro y consejero en la vida espiritual el Espíritu Santo da


instrucción al corazón de quien está atento a su enseñanza. El conocimiento o
sabiduría que uno puede encontrar en libros o en clases o conferencias no se
puede comprar con las maravillosas verdades que el Espíritu Santo lleva a la
mente de quien le tiene fe. En un mundo donde hay tantos profetas falsos que
proponen como verdades lo que son meros engaños y falsedades ¿Dónde
podremos encontrar la verdad sin peligro de equivocaciones? Al leer la Santa
Biblia, la persona instruida por el Espíritu Santo empieza a tener la capacidad
de distinguir entre lo verdadero y lo falso.

Eliécer Sálesman

12

Vivir la primacía del Espíritu exige entrar en la mente de Jesús para


comprender y valorar su intención al regalar tan precioso don. Cuando
hablamos de que Jesús “Habiendo amado a los suyos los amó hasta el
extremo” (Jn 13, 1) pensamos en la Eucaristía, en la cruz; ni sospechamos que
el extremo pudo ser el regalo de su Espíritu, sin embargo, esa era la primacía.
Y gracias a la primacía del Espíritu entramos en la libertad de los hijos de
Dios, sentimos el gozo de la filiación divina, disfrutamos de la presencia
divina en nuestro interior.

Antonio Gracia

13

La vanidad y el orgullo son causa de muchas tristezas y alejan la alegría del


Espíritu Santo. Por eso, cuando vemos que el orgullo quiere apoderarse de
nuestro interior, es bueno que nos detengamos a preguntarnos con sinceridad:
“¿Es tan importante que me alaben o me critiquen? ¿Acaso soy el centro del
universo?

Y si estoy sufriendo con el orgullo herido porque me han humillado puedo


preguntarme: “¿Acaso no pasará también esta humillación o este fracaso como
han pasado tantas otras cosas?: “¿No es verdad que todo pasa?” Y puedo
repetir: “Todo pasa. Y esto también pasará. Se lo llevará el viento y pronto no
tendrá importancia”.

Manuel Fernández

14

Había empezado yo hablar cuando cayó sobre ellos el Espíritu Santo, como
sucedió al principio sobre nosotros. Me acordé entonces de aquellas palabras
que dijo el Señor: Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el
Espíritu Santo. Por tanto, si Dios les ha concedido el mismo don que a
nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿Quién era yo para poner
obstáculos a Dios?

Hechos de los apóstoles 11, 15-17

15

"Espíritu Santo", tal es el nombre propio de Aquel que adoramos y


glorificamos con el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del
Señor y lo profesa en el Bautismo de sus nuevos hijos (cf. Mt 28, 19).

El término "Espíritu" traduce el término hebreo Ruah, que en su primera


acepción significa soplo, aire, viento. Jesús utiliza precisamente la imagen
sensible del viento para sugerir a Nicodemo la novedad transcendente del que
es personalmente el Soplo de Dios, el Espíritu divino (Jn 3, 5-8). Por otra
parte, Espíritu y Santo son atributos divinos comunes a las Tres Personas
divinas. Pero, uniendo ambos términos, la Escritura, la liturgia y el lenguaje
teológico designan la persona inefable del Espíritu Santo, sin equívoco posible
con los demás empleos de los términos "espíritu" y "santo".

Catecismo de la Iglesia Católica N. 691

16

La acción del Espíritu Santo es "dar testimonio". Es una acción interior,


"inmanente", que se desarrolla en el corazón de los discípulos, los cuales,
después, dan testimonio de Cristo al exterior: Mediante aquella presencia y
aquella acción inmanente, se manifiesta y avanza en el mundo el
"trascendente" poder de la verdad de Cristo, que es el Verbo-Verdad y
Sabiduría. De Él deriva a los Apóstoles, mediante el Espíritu, el poder de dar
testimonio según su promesa: "Yo les daré una elocuencia y una sabiduría a la
que no podrán resistir ni contradecir todos sus adversarios" (Lc 21, 15). Esto
viene sucediendo ya desde el caso del primer mártir, Esteban, del que el autor
de los Hechos de los Apóstoles escribe que estaba "lleno del Espíritu Santo"
(Hch 6, 5), de modo que los adversarios "no podían resistir a la sabiduría y al
Espíritu con que hablaba" (Hch 6,10). También en los siglos sucesivos los
adversarios de la fe cristiana han continuado ensañándose contra los
anunciadores del Evangelio apagando a veces su voz en la sangre, sin llegar,
sin embargo, a sofocar la Verdad de la que eran portadores: ésta ha seguido
fortaleciéndose en el mundo con la fuerza del Espíritu Santo.

San Juan Pablo II

17

¡Ven, Espíritu Santo! ¡Enciende en nosotros el fuego de tu amor! Sabemos


que esta es una oración audaz, con la cual pedimos ser tocados por la llama de
Dios; pero sabemos sobre todo que esta llama —y sólo ella— tiene el poder de
salvarnos. Para defender nuestra vida, no queremos perder la eterna que Dios
nos quiere dar. Necesitamos el fuego del Espíritu Santo, porque sólo el Amor
redime. Amén.

Benedicto XVI

18

El Espíritu Santo nos abre la mente, nos la abre para entender mejor, para
entender mejor las cosas de Dios, las cosas humanas, las situaciones, todas las
cosas. Es importante el don del intelecto para nuestra vida cristiana. Pidamos
al Señor que nos dé, que nos dé a todos nosotros este don, para entender, como
entiende Él, las cosas que suceden y para entender sobre todo la Palabra de
Dios en el Evangelio.

Papa Francisco

19
El Espíritu de Jesús nos dará luz y fortaleza para conocer más, amar más y
seguir a Jesucristo más de cerca. El Espíritu de Pentecostés nos animará a
vivir en Comunidad y a formar y multiplicar las Comunidades Eclesiales. El
Espíritu Paráclito nos consolará, orará en nuestro interior y se nos dará en
dones y frutos personales.

Anónimo

20

Y de la misma manera que podemos contemplar al Padre en el Hijo, así


también podemos ver al Hijo en el Espíritu. Por ello adorar a Dios en el
Espíritu es lo mismo que adorarlo en la luz o en la verdad, como se puede
deducir de las palabras que el Señor dijo a la Samaritana. Pues ella, engañada
como estaba por el terror de su pueblo, creía que debía adorarse a Dios en un
lugar determinado, pero el Señor la instruyó, diciéndole que Dios debía ser
adorado en Espíritu y en verdad, designándose, sin duda, a sí mismo como la
verdad

San Basilio Magno

21

Es necesario vivir abiertos al Espíritu, impulsados por su soplo, aunque no


sepamos de donde viene, ni a donde va (Jn 3, 3.8). Se trata de permitir al
Espíritu que nos abisme en su interior y nos abrase en la llama de su fuego.
Así también conviene saber que Renovarse en el Espíritu exige quedarse
desnudo, totalmente disponible. Solo él nos puede moldear a imagen de
Cristo, hacer de nosotros una nueva creación, introducirnos en la comunión
con el Padre y en su conocimiento. En él alcanzamos a vivir y a sentir el
sentido de fraternidad y de solidaridad.

Antonio Gracia

22

La primera señal más sobresaliente de que el Espíritu Santo vive en una


persona es que ama mucho a Dios y al prójimo. Dios ha llenado nuestro
corazón con su amor, por medio del Espíritu Santo que nos ha dado (Rm 5,5)
el que ama es de Dios. El que no ama no es de Dios. Dios es amor y el que
vive en el amor vive en Dios y Dios vive en él (1 Jn 1,16) El que tiene al
Espíritu Santo en su alma imita a Jesús que ama a su Padre Celestial sobre
todas las cosas, y nos ama a nosotros como se ama a sí mismo.

Eliécer Sálesman

23

El Espíritu Santo no permite que vivamos una fe individualista, porque él nos


inserta en un cuerpo místico, el cuerpo de Cristo que es la Iglesia, y nos regala
dones para edificar ese cuerpo maravilloso donde todos somos importantes y
donde nos necesitamos unos a otros. (1 Cor 12)

Esto no significa que tengamos que ser iguales en todo. El Espíritu Santo
siembra dones diferentes por todas partes y como él quiere. Por eso, donde él
actúa hay variedad, riqueza, novedad.

Manuel Fernández

24

Si me piden algo en mi nombre, yo lo haré. Si me aman, guardarán mis


mandamientos; y yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito, para que esté con
ustedes para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede
recibir porque no le ve ni le conoce. Pero ustedes le conocen, porque mora con
ustedes y estará en ustedes.

Juan 14, 14-17

25

El agua. El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu


Santo en el Bautismo, ya que, después de la invocación del Espíritu Santo,
ésta se convierte en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento: del
mismo modo que la gestación de nuestro primer nacimiento se hace en el
agua, así el agua bautismal significa realmente que nuestro nacimiento a la
vida divina se nos da en el Espíritu Santo. Pero "bautizados [...] en un solo
Espíritu", también "hemos bebido de un solo Espíritu"(1 Co 12, 13): el
Espíritu es, pues, también personalmente el Agua viva que brota de Cristo
crucificado (cf. Jn 19, 34; 1 Jn 5, 8) como de su manantial y que en nosotros
brota en vida eterna (cf. Jn 4, 10-14; 7, 38; Ex 17, 1-6; Is 55, 1; Za 14, 8; 1 Co
10, 4; Ap 21, 6; 22, 17).

Catecismo de la Iglesia Católica N. 694

26

La Eucaristía es el sacramento de este amor redentor, estrechamente vinculado


a la presencia del Espíritu Santo y a su acción. ¿Cómo no recordar, en este
momento, las palabras pronunciadas por Jesús cuando, en la sinagoga de
Cafarnaún, tras la multiplicación del pan (Cfr. Jn 6, 27), proclamaba la
necesidad de alimentarse de su carne y de su sangre? A muchos de los que lo
escuchaban, su lenguaje sobre el comer su cuerpo y beber su sangre (Cfr. Jn 6,
53) les pareció 'duro' (Jn 6, 60). Intuyendo esta dificultad Jesús les dijo ' ¿Esto
les escandaliza? '¿cuándo vean al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?'
(Jn 6, 61-62). Era una explícita alusión a la futura ascensión al cielo. Y
precisamente en aquel momento añade una referencia al Espíritu Santo, que
sólo tras la ascensión adquiriría plenitud de sentido. Dijo: 'El espíritu es el que
da vida: la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu
y son vida' (Jn 6, 63).

San Juan Pablo II

27

Sabemos cuánto sea importante en los momentos más delicados, poder contar
con el consejo de las personas sabias que nos quieren mucho. Ahora, a través
del don del consejo, es Dios mismo con su Espíritu que ilumina nuestro
corazón, de manera que podamos entender el modo justo de hablar, de
comportarnos y el camino que debemos seguir. Pero, ¿cómo actúa este don en
nosotros? En el momento en que lo recibimos y hospedamos en nuestro
corazón, el Espíritu Santo comienza enseguida a volver sensible su voz, a
orientar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones,
de acuerdo con el corazón de Dios. Y al mismo tiempo nos lleva siempre más
a poner nuestra mirada interior en Jesús como el modelo de nuestro modo de
actuar y relacionarse con Dios Padre y con los hermanos.
Papa Francisco

28

La Iglesia vive constantemente de la efusión del Espíritu Santo, sin el cual se


quedaría sin fuerzas, como una barca de vela a la que le faltara el viento.
Pentecostés se renueva de modo particular en algunos momentos fuertes, tanto
en ámbito local como universal, tanto en pequeñas asambleas como en
grandes convocatorias.

Benedicto XVI

29

En este caminar conoceremos más al mismo Espíritu, ‘El Dios Desconocido.’


"¿Han recibido al Espíritu Santo al aceptar la fe? Ellos respondieron: Ni
siquiera hemos oído que exista un Espíritu Santo." (Hch 19,2). Esa pregunta
de Pablo, ¿cómo la responderán hoy la mayoría de los cristianos y cristianas?
Muchísimos con un sí medio vacío de sentido o medio confuso.

Anónimo

30

Así, pues, por la iluminación del Espíritu contemplamos propia y


adecuadamente la gloria de Dios; y por medio de la impronta del Espíritu
llegamos a aquel de quien el mismo Espíritu es impronta y sello.

San Basilio Magno

Oración inicial para los días del mes de mayo

PARA PEDIR LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

Espíritu de Caridad, haznos amar a Dios y a nuestros semejantes como Tú


quieres que los amemos.

Espíritu de Gozo, otórganos la santa alegría, propia de los que viven en tu


gracia.

Espíritu de Paz, concédenos tu paz, aquella paz que el mundo no puede dar.
Espíritu de Paciencia, enséñanos a sobrellevar las adversidades de la vida sin
indagar el porqué de ellas y sin quejarnos.

Espíritu de Benignidad, haz que juzguemos y tratemos a todos con


benevolencia sincera y rostro sonriente, reflejo de tu infinita suavidad.

Espíritu de Bondad, concédenos el desvivirnos por los demás, y derramar a


manos llenas, cuantas obras buenas nos inspires.

Espíritu de Longanimidad, enséñanos a soportar las molestias y flaquezas de


los demás, como deseamos soporten las nuestras.

Espíritu de Mansedumbre, haznos mansos y humildes de corazón, a ejemplo


del Divino Corazón de Jesús, obra maestra de la creación.

Espíritu de Fe, otórganos el no vacilar en nuestra fe, y vivir siempre de


acuerdo con las enseñanzas de Cristo, e iluminados por tus santas
inspiraciones.

Espíritu de Modestia, enséñanos a ser recatados con nosotros mismos, a fin de


no servir nunca de tentación a los demás.

Espíritu de Continencia, haznos puros y limpios en nuestra vida interior, y


enérgicos en rechazar cuanto pudiera manchar el vestido blanco de la gracia.

Espíritu de Castidad, concédenos la victoria sobre nosotros mismos; haznos


prudentes y castos; sobrios y mortificados; perseverantes en la oración y
amantes de Ti, oh Dios del Amor hermoso.

Así sea.

Oración para concluir la meditación de los días del mes de mayo

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

(de San Juan XXIII – adaptación)

Espíritu Santo, perfecciona la obra que Jesús comenzó en mí.

Apura para mí el tiempo de una vida llena de tu Espíritu.

Mortifica en mí la presunción natural.


Quiero ser sencillo, lleno de amor de Dios y constantemente generoso.

Que ninguna fuerza humana me impida hacer honora mi vocación cristiana.

Que ningún interés, por descuido mío, vaya contra la justicia.

Que ningún egoísmo reduzca en mí los espacios infinitos del amor.

Todo sea grande en mí.

También el culto a la verdad y la prontitud en mi deber hasta la muerte.

Que la efusión de tu Espíritu de amor venga sobre mí, sobre la Iglesia y sobre
el mundo entero.

Mayo

Pedro les contestó: Conviértanse y que cada uno de ustedes se haga bautizar
en el nombre de Jesucristo, para perdón de sus pecados; y recibirán el don del
Espíritu Santo; pues la Promesa es para ustedes y para sus hijos, y para todos
los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.

Hechos de los Apóstoles 2, 38-39

El fuego. Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la


vida dada en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora
de los actos del Espíritu Santo. El profeta Elías que "surgió [...] como el fuego
y cuya palabra abrasaba como antorcha" (Si 48, 1), con su oración, atrajo el
fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo (cf. 1 R 18, 38-39),
figura del fuego del Espíritu Santo que transforma lo que toca. Juan Bautista,
"que precede al Señor con el espíritu y el poder de Elías" (Lc 1, 17), anuncia a
Cristo como el que "bautizará en el Espíritu Santo y el fuego" (Lc 3, 16),
Espíritu del cual Jesús dirá: "He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto
desearía que ya estuviese encendido!" (Lc 12, 49). En forma de lenguas "como
de fuego" se posó el Espíritu Santo sobre los discípulos la mañana de
Pentecostés y los llenó de él (Hch 2, 3-4). La tradición espiritual conservará
este simbolismo del fuego como uno de los más expresivos de la acción del
Espíritu Santo (cf. San Juan de la Cruz, Llama de amor viva). "No extingáis el
Espíritu"(1 Ts 5, 19).

Catecismo de la Iglesia Católica N. 696

La Iglesia primitiva era una comunidad fundada en la enseñanza de los


Apóstoles (Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la
comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. Hch 2, 42) y animada en
su totalidad por el Espíritu Santo, el cual infundía luz a los creyentes para que
comprendiesen la Palabra, y los congregaba en la caridad en torno a la
Eucaristía. Así la Iglesia crecía y se propagaba en una muchedumbre de
creyentes que 'no tenía sino un solo corazón y una sola alma' (La multitud de
los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus
bienes como propios, son que todo lo tenían ellos en común. Hech 4, 32).

San Juan Pablo II

El consejo es entonces el don con el cual el Espíritu Santo vuelve capaz a


nuestra conciencia de tomar una decisión concreta en comunión con Dios,
según la lógica de Jesús y de su evangelio. De este modo el Espíritu crece
interiormente, positivamente, en la comunidad. Y nos ayuda a no caer en el
yugo del egoísmo y en el modo de ver las cosas. Así el Espíritu nos ayuda a
crecer y también a vivir en comunidad. La condición esencial para conservar
este don es la oración. Pero siempre volvemos a lo mismo: la oración. Y es tan
importante la oración, rezar; rezar las oraciones que conocemos desde niños,
pero también rezar con nuestras palabras, rezarle al Señor: ¡ayúdame! ¿Señor
qué debo hacer ahora? Y con la oración hacemos espacio para que el Espíritu
venga y nos ayude en ese momento y nos aconseje sobre lo que nosotros
debemos hacer.

Papa Francisco

5
El Espíritu de la Verdad es luz que nos ayuda a mirar las bendiciones de Dios,
pero a Él no le vemos. "...el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades
de Dios... hemos recibido el Espíritu que viene de Dios, para conocer las
gracias que Dios nos ha otorgado... El ser humano naturalmente no capta las
cosas del Espíritu de Dios..." (1 Co 2,10-14). El Dios ‘desconocido’ nos hace
conocer, sentir internamente, comprender, orar y contemplar la Vida para
interpretar y revelar los tesoros escondidos en la Palabra de Dios. El Espíritu
Santo actúa en lo más profundo de nosotros, algo así como nuestro
‘subconsciente espiritual’, para hacernos sentir el sentido de Dios y de nuestra
vida.

Anónimo

¿Quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente levantado
su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina? Ya que es
llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre; Espíritu
firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y
peculiares.

San Basilio Magno

En el Espíritu Santo se logra el camino de la conversión, de la fidelidad, de la


gracia y de la santidad. En el Espíritu, la circuncisión se convierte en
conversión y en cambio radical de vida. En el Espíritu se deja el pasado y se
vive el presente en el Señor. Lo fundamental es la gracia de Dios en el ahora
del Espíritu.

Antonio Gracia

El individuo que posee al Espíritu Santo es persona totalmente cambiada,


transformada. Se conoce que su vida tiene un rumbo: Dios, la eternidad. En
sus palabras y en su modo de ser se trasluce que su meta es algo superior a los
deseos materiales, que sus deseos y anhelos no son poner riquezas, honores o
placeres, sino ser amigo de Dios, y hacer el bien a los demás. Las cosas
materiales y pasajeros que antes de convertirse le traían tanto, ahora ya no le
interesan ni la mitad de lo que le interesaban antes; pero lo eterno lo espiritual,
sí le emociona y le agrada.

Eliécer Sálesman

La imaginación puede perturbarnos mucho en la oración porque nos lleva a


todas partes y nos distrae. Pero no hay que luchar contra ella, porque es peor.
Es mejor apartar dulcemente las imágenes interiores y dejarlas pasar,
volviendo suavemente a la presencia del Señor. Pero también podemos pedirle
al Espíritu Santo que sane y ordene nuestra imaginación es algo bueno y
precioso si se la entregamos al Espíritu Santo.

Manuel Fernández

10

Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza,


libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, ambición,
divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, comilonas y cosas
semejantes, sobre las cuales les prevengo, como ya les previne, que quienes
hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. En cambio el fruto del
Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad,
modestia, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de
Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias.

Gálatas 5, 19-23

11

"Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. (Jn 1, 6). Juan fue
"lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre" (Lc 1, 15. 41) por obra
del mismo Cristo que la Virgen María acababa de concebir del Espíritu Santo.
La "Visitación" de María a Isabel se convirtió así en "visita de Dios a su
pueblo" (Lc 1, 68).
Catecismo de la Iglesia Católica N. 717

12

Es Cristo quien nos da esta plenitud divina (Cfr. Col 2, 9 ss.) mediante la
acción del Espíritu Santo. Así, colmados de vida divina, los cristianos entran y
viven en la plenitud del Cristo total que es la Iglesia, y, a través de la Iglesia,
en el nuevo universo que poco a poco se va construyendo (Cfr. Ef 1, 23; 4,12-
13; Col 2, 10). En el centro de la Iglesia y del nuevo universo está la
Eucaristía, donde se halla presente el Cristo que obra en los hombres y en el
mundo entero mediante el Espíritu Santo.

San Juan Pablo II

13

En la intimidad con Dios y en el don de su palabra, poco a poco dejamos de


lado nuestra lógica personal, dictada la mayoría de las veces por nuestro
encerrarnos, por nuestros prejuicios y nuestras ambiciones. Aprendamos en
cambio a pedirle al Señor '¿Cuál es tu deseo?', pedirle consejo al Señor. Y esto
lo hacemos con la oración. Y de esta manera madura en nosotros una sintonía
profunda, casi natural con el Espíritu y se experimenta cuanto sean verdaderas
las palabras de Jesús reportadas en el evangelio de Mateo: 'No se preocupen
de qué o que cosa dirán. Porque les será dado en esa hora lo que deberán decir.
Porque de hecho no serán ustedes a hablar, pero es el Espíritu del Padre
vuestro que hablará en vosotros'. Es el Espíritu que nos aconseja, pero
nosotros debemos darle espacio al Espíritu para que nos aconseje. Dar espacio
es rezar, rezar para que el venga y nos ayude siempre.

Papa Francisco

14

En el caminar de las Comunidades debemos escuchar la voz del Espíritu Santo


y conocer la realidad donde vivimos. El Espíritu va tejiendo y entretejiendo la
vida personal, comunitaria y social en la historia, acontecimientos,
movimientos, organizaciones y en las estructuras sociales, políticas y
económicas, desde los niveles familiares, hasta los niveles nacionales.
Anónimo

15

Hacia él dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación;


hacia él tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es
para ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio
y natural.

San Basilio Magno

16

Ser discípulo misionero de Jesús no solo exige formación permanente y


actualizada, sino conversión gozosa al amor de Dios y vivencia responsable de
la justicia, del amor, del compromiso cristiano; sabiendo que la tribulación
engendra paciencia y la paciencia virtud probada. Vivir en la fe es un camino
exigente. No es cuestión de sentimiento barato. Es compromiso de corazón,
porque, como dice Pablo “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazón por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Antonio Gracia

17

Los apóstoles eran duros de corazón. Pedro orgulloso. Santiago y Juan


buscaban los primeros puestos y pedían fuego del cielo para los que no los
trataban bien… etc, pero después de recibir al Espíritu Santo ya no piensan en
su propio egoísmo sino en hacer el bien a los demás.

La característica de los que son asistidos por el Espíritu Santo es un gran amor
de Dios y de su prójimo, en su corazón (como la característica de los que no
poseen el Santo Espíritu es un egoísmo duro y áspero que no les deja pensar
en conseguir gloria para su Dios ni en hacerles bien a los demás)

Eliécer Sálesman

18
Para cambiar el mundo es necesario que demos el testimonio de una vida
ejemplar, que seamos modelos de entrega, de responsabilidad, de generosidad,
de honestidad, de alegría. Pero también algunas veces, es necesario hablar de
Jesús. Con respeto, con delicadeza, con humildad, pero también con
convicción, amor y entusiasmo, hablar de él. Normalmente no hacen falta
muchas palabras. Hay formas sencillas de hablar de él y de reconocer nuestra
fe. Por ejemplo, teniendo una imagen suya en la entrada de nuestra casa, o
llevando un rosario en el cuello, o bendiciendo la mesa. Son pequeños
testimonios que hacen presente a Jesús en el mundo.

El Espíritu Santo no nos hará completamente perfectos en esta vida, pero nos
ayudará a sacar lo mejor de nosotros mismos, para que Jesús se refleje en
nuestra forma de vivir.

Manuel Fernández

19

Les preguntó: ¿recibieron el Espíritu Santo cuando abrazaron la fe? Ellos


contestaron: Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que haya Espíritu
Santo. Él replicó: ¿Pues qué bautismo has recibido? El bautismo de Juan,
respondieron. Pablo añadió: Juan bautizó con un bautismo de conversión,
diciendo al pueblo que creyeran en el que había de venir después de él, o sea
en Jesús. Cuando oyeron esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús. Y,
habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se
pusieron a hablar en lenguas y a profetizar.

Hechos de los Apóstoles 19, 2-6

20

Juan es "más que un profeta" (Lc 7, 26). En él, el Espíritu Santo consuma el
"hablar por los profetas". Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por
Elías (cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia de la consolación de Israel, es
la "voz" del Consolador que llega (Jn 1, 23; cf. Is 40, 1-3). Como lo hará el
Espíritu de Verdad, "vino como testigo para dar testimonio de la luz" (Jn 1, 7;
cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las
"indagaciones de los profetas" y la ansiedad de los ángeles (1 P 1, 10-12):
"Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que
bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es
el Hijo de Dios [...] He ahí el Cordero de Dios" (Jn 1, 33-36).

Catecismo de la Iglesia Católica N. 719

21

El Espíritu Santo (comenta el Concilio Vaticano II) unifica en la comunión y


en el ministerio y provee de diversos dones jerárquicos y carismáticos (Lumen
Gentium, 4) a toda la Iglesia a través de todos los tiempos, vivificando, a la
manera del alma, las instituciones eclesiásticas e infundiendo en el corazón de
los fieles el mismo espíritu de misión que impulsó a Cristo' (Ad gentes, 4). De
Cristo a los Apóstoles, a la Iglesia, al mundo entero: bajo la acción del
Espíritu Santo puede y debe desarrollarse el proceso de la unificación
universal en la verdad y en el amor.

San Juan Pablo II

22

No pensemos que el don de la fortaleza sea necesario solamente en algunas


ocasiones o situaciones particulares. Este don tiene que constituir el cuadro de
fondo de nuestro ser cristiano, en nuestra vida ordinaria cotidiana. Todos los
días de nuestra vida cotidiana tenemos que ser fuertes, necesitamos esta
fortaleza para llevar adelante nuestra vida, nuestra familia y nuestra fe.

Pablo, el apóstol, dijo una frase que nos hará bien escucharla: “Puedo todo en
Aquel que me da la fuerza”. Cuando estamos en la vida ordinaria y vienen las
dificultades acordémonos de esto: “Todo puedo en Aquel que me da la
fuerza”.

El Señor nos da siempre las fuerzas, no nos faltan. El Señor no nos prueba
más de lo que podemos soportar. Él está siempre con nosotros, “todo puedo en
Aquel que me da la fuerza”.

Papa Francisco

23
"El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para anunciar la
buena noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los
cautivos, a dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un
año de gracia del Señor." (Lc 4,18-19). Jesús reconoce la acción del Espíritu
Santo en su vida y misión. El Espíritu le unge, le consagra como Mesías (es
decir ‘enviado, Cristo’ o ‘ungido") para evangelizar a los pobres, anunciar y
realizar su liberación. Jesucristo y el Espíritu Santo, enviados por el padre con
esta misión, son el origen, el proceso y el culmen de tiempo jubilar.

Anónimo

24

Simple en su naturaleza, diverso e su virtualidad, está presente todo él en cada


uno, sin dejar de estar todo él en todas partes. De tal manera se divide, que en
nada queda disminuido; todos participan de él, aunque él permanece intacto, a
la manera del rayo de sol, del que cada uno se beneficia como si fuera para él
solo y, con todo, ilumina la tierra y el mar y se mezcla con el aire.

San Basilio Magno

25

Que alegría infunde el saber, que esta experiencia solo se puede vivir por el
Espíritu, primacía pascual de Cristo para la Iglesia. La virtud probada se
realiza en el Espíritu. Grábalo en tu mente y en tu corazón. Camina en el
Espíritu y la resurrección de Cristo será tu fiesta.

Antonio Gracia

26

No habrá época de la vida sin combate, pero si el Espíritu Santo está con
nosotros, nada podrá hacernos echar pie atrás en la lucha por conservarnos
amigos de Dios y buenos para con todos, sufriéndolo todo con paciencia pero
tratando de no hacer sufrir a los demás.

Eliécer Sálesman

27
El que nos habita, conoce nuestra misma esencia en el ser y convive con toda
nuestra realidad interior. No se asusta de nada. Lo asume todo. Y si nadie más
incrustado en nuestro yo que el Espíritu, nadie más interesado en nuestra
santidad que Él; nadie más enamorado de nuestra paz y felicidad que Él. En
nuestra debilidad, su presencia es nuestra consistencia real y verdadera.

Antonio Gracia

28

Sabemos que el Espíritu Santo derrama sus carismas por todas partes. San
Pablo nos habla de algunos carismas en 1 Cor 12, 8-11. Pero esos no son los
únicos carismas. Hay miles de carismas diferentes. Sin duda, en tu vida
también hay varios de esos carismas.

Un carisma es una capacidad que el Espíritu Santo bendice y utiliza para que
hagas el bien a los demás.

No existe solo el carisma de hacer milagros; también está el carisma de hacer


una buena comida para que los demás disfruten. Eso es un regalo del Espíritu
Santo.

Manuel Fernández

29

Quiero saber de ustedes una sola cosa: ¿han recibido el Espíritu por las obras
de la ley o por la fe en la predicación? ¿Tan insensatos son? Habiendo
comenzado por el Espíritu, ¿terminan ahora en carne? ¿Han pasado en vano
por tales experiencias? ¡Pues bien en vano sería! El que les otorga el Espíritu y
obra milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras de la ley o por fe en la
predicación?

Gálatas 3, 2-5

30

María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la


Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera
vez en el designio de Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre
encuentra la Morada en donde su Hijo y su Espíritu pueden habitar entre los
hombres. Por ello, los más bellos textos sobre la Sabiduría, la Tradición de la
Iglesia los ha entendido frecuentemente con relación a María (cf. Pr 8, 1-9, 6;
Si 24): María es cantada y representada en la Liturgia como el "Trono de la
Sabiduría".

Catecismo de la Iglesia Católica N. 721

31

La obra del Espíritu « que da la vida » alcanza su culmen en el misterio de la


Encarnación. No es posible dar la vida, que está en Dios de modo pleno, sino
es haciendo de ella la vida de un Hombre, como lo es Cristo en su humanidad
personalizada por el Verbo en la unión hipostática. Y. al mismo tiempo, con el
misterio de la Encarnación se abre de un modo nuevo la fuente de esta vida
divina en la historia de la humanidad: el Espíritu Santo. EL Verbo, «
Primogénito de toda la creación », se convierte en « el primogénito entre
muchos hermanos » y así llega a ser también la cabeza del cuerpo que es la
Iglesia, que nacerá en la Cruz y se manifestará el día de Pentecostés; y es en la
Iglesia la cabeza de la humanidad: de los hombres de toda nación, raza, región
y cultura, lengua y continente, que han sido llamados a la salvación. « La
Palabra se hizo carne; (aquella Palabra en la que) estaba la vida, y la vida era
la Luz de los hombres... A todos los que la recibieron les dio poder de hacerse
hijos de Dios ». Pero todo esto se realizó y sigue realizándose incesantemente
« por obra del Espíritu Santo ».

San Juan Pablo II

Oración inicial para los días del mes de junio

ORACIÓN BÍBLICA AL ESPÍRITU SANTO

Espíritu Santo, haznos verdaderamente espirituales en Ti, Col 1,9

Sométenos a tu influencia y habita en nuestras almas, 1 Cor 2,12

anima nuestros cuerpos, 1 Cor 15,44

vivifica todas nuestras obras, 1 Cor 2,13


pronuncia Tú nuestra plegaria, Ef 5,19

para que seamos hijos del Padre Ef 4,6

y hermanos de Cristo, nuestro Salvador. Rom 8,29

Oración para concluir la meditación de los días del mes de junio

BENDITO SEA EL ESPÍRITU SANTO

Bendito sea el Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo.

Bendito sea el Espíritu Santo, que hizo hablar a los profetas.

Bendito sea el Espíritu Santo, por cuya intervención María fue Madre.

Bendito sea el Espíritu Santo, cuya unción consagró a Jesús Mesías y Profeta.

Bendito sea el Espíritu Santo, que Dios concede a nuestras oraciones.

Bendito sea el Espíritu Santo, que Jesús prometió como "Otro Defensor".

Bendito sea el Espíritu Santo, que nos recuerda todo cuanto Jesús dijo.

Bendito sea el Espíritu Santo, que nos conduce a la totalidad de la verdad.

Bendito sea el Espíritu Santo, que hizo a los Apóstoles testigos de Jesús.

Bendito sea el Espíritu Santo, que reúne a todos los hombres y a todas las
lenguas.

Bendito sea el Espíritu Santo, que nos es dado en la Confirmación para el


testimonio.

Bendito sea el Espíritu Santo, que inspira las respuestas de los mártires.

Bendito sea el Espíritu Santo, por quien el pan y el vino se convierten en el


Cuerpo y la Sangre de Jesús.

Bendito sea el Espíritu Santo, por quien formamos un solo cuerpo comiendo
un solo pan.

Bendito sea el Espíritu Santo, por quien son perdonados nuestros pecados.
Bendito sea el Espíritu Santo, que por la imposición de las manos se da a los
diáconos, sacerdotes y Obispos.

Bendito sea el Espíritu Santo, alma de la Iglesia.

Bendito sea el Espíritu Santo, fuente de la caridad.

Junio

Quiero saber de ustedes una sola cosa: ¿han recibido el Espíritu por las obras
de la ley o por la fe en la predicación? ¿Tan insensatos son? Habiendo
comenzado por el Espíritu, ¿terminan ahora en carne? ¿Han pasado en vano
por tales experiencias? ¡Pues bien en vano sería! El que les otorga el Espíritu y
obra milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras de la ley o por fe en la
predicación?

Gálatas 3, 2-5

El Espíritu Santo preparó a María con su gracia. Convenía que fuese "llena de
gracia" la Madre de Aquel en quien "reside toda la plenitud de la divinidad
corporalmente" (Col 2, 9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia,
como la más humilde de todas las criaturas, la más capaz de acoger el don
inefable del Omnipotente. Con justa razón, el ángel Gabriel la saluda como la
"Hija de Sión": "Alégrate" (cf. So 3, 14; Za 2, 14). Cuando ella lleva en sí al
Hijo eterno, hace subir hasta el cielo con su cántico al Padre, en el Espíritu
Santo, la acción de gracias de todo el pueblo de Dios y, por tanto, de la Iglesia
(cf. Lc 1, 46-55).

Catecismo de la Iglesia Católica N. 722

La Iglesia profesa su fe en el Espíritu Santo que es « Señor y dador de vida ».


Así lo profesa el Símbolo de la Fe, llamado nicenoconstantinopolitano por el
nombre de los dos Concilios —Nicea (a. 325) y Constantinopla (a. 381), en
los que fue formulado o promulgado. En ellos se añade también que el
Espíritu Santo « habló por los profetas ». Son palabras que la Iglesia recibe de
la fuente misma de su fe, Jesucristo. En efecto, según el Evangelio de Juan, el
Espíritu Santo nos es dado con la nueva vida, como anuncia y promete Jesús
el día grande de la fiesta de los Tabernáculos: « " Si alguno tiene sed, venga a
mí, y beba el que cree en mí ", como dice la Escritura: De su seno correrán
ríos de agua viva ».1 Y el evangelista explica: « Esto decía refiriéndose al
Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él ».2 Es el mismo símil del
agua usado por Jesús en su coloquio con la Samaritana, cuando habla de una «
fuente de agua que brota para la vida eterna »,3 y en el coloquio con
Nicodemo, cuando anuncia la necesidad de un nuevo nacimiento « de agua y
de Espíritu » para « entrar en el Reino de Dios ».

San Juan Pablo II

A veces podemos sufrir la tentación de dejarnos tomar por la pereza, o peor,


por el desaliento, especialmente delante de las fatigas y de las pruebas de la
vida. En estos casos no nos desanimemos, sino que invoquemos al Espíritu
Santo, para que con el don de la fortaleza pueda aliviar a nuestro corazón y
comunicar una nueva fuerza y entusiasmo a nuestra vida y a nuestro seguir a
Jesús.

Papa Francisco

"El ángel entró donde estaba María y le dijo: Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo." Lc 1,28. María está llena de gracia, desde antes de la
Encarnación. Esa plenitud de gracia, es obra del Espíritu Santo, creador y
dador de vida, quien desde la concepción la llenó de la vida divina y ha estado
con ella. María se alegra con ese saludo. Ella, por ser agraciada y graciosa, es
alegre y santa.

Anónimo

6
Así también el Espíritu Santo está presente en cada uno de los que son capaces
de recibirlo, como si estuviera en él solo, infundiendo a todos la totalidad de la
gracia que necesitan. Gozan de su posesión todos los que de él participan, en
la medida en que lo permite la disposición de cada uno, pero no en la medida
del poder del mismo Espíritu.

San Basilio Magno

Muchas veces uno advierte que nuestras comunidades cristianas andan como
aburridas en su camino. Da la impresión de que están sometidas a la
arterosclerosis de la letra o de la rutina celebrativa. Les falta el gozo de la
virtud del Espíritu que renueva la faz de la tierra y recrea la ilusión del
corazón. Esta es una preocupación de la Iglesia. Cargamos tradicionalismos
culturales que no nos permiten vivir la libertad de los hijos de Dios. Da la
impresión de que el Espíritu no cuenta tanto como las letras de las normas.

La iglesia requiere, a la luz del Espíritu Santo la gracia de poder ser testigo de
los valores del Reino de Dios.

Antonio Gracia

Muchos piensan demasiado en la obra del hombre y muy poco en la obra de


Dios. Pr ejemplo: reconocer los éxitos que nosotros u otras personas hemos
obtenido en virtud, en apostolado, en promover obras en favor de los demás,
en evitar pecados y vicios etc., etc., es algo muy justo. Pero olvidar que es el
Espíritu Santo quien nos ha concedido el poder hacer buenas obras; que es el
Espíritu Santo quien nos ha inspirado y aconsejado lo bueno que debíamos
hacer y quien nos ha hecho posible los éxitos que hemos obtenido: eso sí es
ingratitud. Porque ni nosotros ni nadie somos virtuosos o tenemos éxito por
nuestro esfuerzo. Lo que obtiene éxitos es la bendición de Dios.

Eliécer Sálesman

9
Los místicos nos recuerdan que el Espíritu Santo quiere haceros experimentar
a fondo las maravillas del amor de Dios. Él quiere llevarnos a las experiencias
espirituales más preciosas y más profundas; pero para eso hay que crecer,
dejándose llevar por el Espíritu siempre más alto.

Todos tenemos capacidades que el Espíritu Santo quiere utilizar para que nos
ayudemos unos a otros a vivir mejor. Descubrámoslos, valorémoslos y
aprovechémoslos. Porque es bello sentirse útil, sobre todo cuando uno acepta
ser un instrumento del Espíritu Santo.

Manuel Fernández

10

Él nos salvó, no por obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino
según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación
del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros con generosidad por medio de
Jesucristo nuestro salvador para que, justificados por su gracia, fuéramos
constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna.

Tito 3, 5-7

11

Jesús no revela plenamente el Espíritu Santo hasta que él mismo no ha sido


glorificado por su Muerte y su Resurrección. Sin embargo, lo sugiere poco a
poco, incluso en su enseñanza a la muchedumbre, cuando revela que su Carne
será alimento para la vida del mundo (cf. Jn 6, 27. 51.62-63). Lo sugiere
también a Nicodemo (cf. Jn 3, 5-8), a la Samaritana (cf. Jn 4, 10. 14. 23-24) y
a los que participan en la fiesta de los Tabernáculos (cf. Jn 7, 37-39). A sus
discípulos les habla de él abiertamente a propósito de la oración (cf. Lc 11, 13)
y del testimonio que tendrán que dar (cf. Mt 10, 19-20).

Catecismo de la Iglesia Católica N. 728

12

Dios, en su vida íntima, « es amor », amor esencial, común a las tres Personas
divinas. EL Espíritu Santo es amor personal como Espíritu del Padre y del
Hijo. Por esto « sondea hasta las profundidades de Dios », como Amor-don
increado. Puede decirse que en el Espíritu Santo la vida íntima de Dios uno y
trino se hace enteramente don, intercambio del amor recíproco entre las
Personas divinas, y que por el Espíritu Santo Dios « existe » como don. El
Espíritu Santo es pues la expresión personal de esta donación, de este ser-
amor. Es Persona-amor. Es Persona-don. Tenemos aquí una riqueza
insondable de la realidad y una profundización inefable del concepto de
persona en Dios, que solamente conocemos por la Revelación.

San Juan Pablo II

13

Si el don de la piedad nos hace crecer en la relación y en la comunión con


Dios y nos lleva a vivir como hijos suyos, al mismo tiempo nos ayuda a
derramar este amor también sobre los otros y a reconocerlos como hermanos.
Y entonces sí, que seremos movidos por sentimientos no de 'piadosidad' -no
de falsa piedad- hacia quienes tenemos a nuestro lado y a quienes encontramos
cada día.

Y digo no de 'piadosidad', porque algunos piensan que tener piedad es cerrar


los ojos poner cara de imagencita, hacer teatro de ser como un santo, como lo
dice un refrán en piamontés:(...)

Seremos capaces de alegrarnos con quien está en la alegría, de llorar con quien
llora, de estar cerca de quien está solo y angustiado, de corregir a quien está en
el error, de consolar a quien está afligido, de acoger y socorrer a quien está en
la necesidad.

Papa Francisco

14

María nos enseña a recibir al Espíritu en gracia, diálogo y en comunidad. El


don de Dios obra gratuitamente en la concepción inmaculada de María y la
llena para siempre de gracia creciente. En el misterio de la Encarnación, María
dialoga con ella misma y con el Señor "¿Cómo será esto pues no tengo
relaciones con ningún hombre? Responde con su palabra comprometida:
"Aquí está la servidora del Señor. Hágase en mi según tu palabra" (Lc
1,34.38).

Anónimo

15

Por él, los corazones son elevados hacia lo alto, los débiles son llevados de la
mano, los que ya van progresando llegan a la perfección; iluminando a los que
están limpios de toda mancha, los hace espirituales por la comunión con él.

Y, del mismo modo que los cuerpos limpios y transparentes, cuando les da un
rayo de luz, se vuelven brillantes en gran manera y despiden un nuevo fulgor,
así las almas portadoras del Espíritu y por él iluminadas se hacen ellas
también espirituales e irradian a los demás su gracia.

San Basilio Magno

16

Caminar en el Espíritu de un nuevo Pentecostés es vivir ahora y aquí, la gracia


transformante del Espíritu, que nos sella de Dios y nos hace cuerpo de Cristo.
Esta es la gloria de la Iglesia: significar el Cuerpo de Cristo en la gracia del
Espíritu.

El fruto del Espíritu Santo se revela en la expresión reveladora de la esperanza


que el Espíritu siembra en el corazón del creyente. El Dios del Espíritu es el
Dios de la vida. Y donde abunda la vida en el Espíritu, la vida humana se
revela en la alegría y en la esperanza.

Antonio Gracia

17

San Cirilo narra una gran experiencia: “En mi larga vida de magisterio he
llegado a constatar esta importante verdad: Que es imposible sufrir
valientemente por Cristo sin recibir la ayuda del Espíritu Santo Consolador. Si
resuelta cierto lo que afirmaba san Pablo que “Ninguno puede decir que Cristo
es el Señor, sin la ayuda del Espíritu Santo” (1 Co 12,3), también lo es, y
mucho más, que nadie es capaz de sufrir dignamente por amor de Cristo, sin la
ayuda del Divino Espíritu. Admirable la grandeza Omnipotente del Espíritu
Santo que va repartiendo valor a millones de seres humanos en toda la tierra
para sufrir con amor y valor todas las contrariedades que se les presentan,
ofreciéndolo todo con generosidad a Cristo Señor.

Eliécer Sálesman

18

Desde la conciencia del Espíritu “la persona busca siempre la verdad de su ser,
pues en la verdad se ilumina la realidad y la realidad se convierte en libertad y
alegría, en gozo y esperanza”. Vivir en el Espíritu, es sentir esta presencia
orante del Espíritu en lo íntimo de nuestra debilidad. ¿Por qué temerse así
mismo en la debilidad, si en el centro del barro del corazón está la fortaleza
del Espíritu de Dios? Confía en el Espíritu y crecerás en la alegría pascual de
Señor resucitado. ¡Ese es ya tu Pentecostés!

Antonio Gracia

19

Ven Espíritu Santo, y pasa por mi memoria. Mi memoria es un regalo tuyo,


que me sirve para recordar tu amor y tus beneficios. Toma esa memoria para
que no me inquieten los malos recuerdos. Quema con tu fuego toda angustia
que venga de los recuerdos de mi pasado. Purifica todos mis recuerdos para
que no me lastimen ni me torturen. Ven Espíritu Santo, e ilumina todo mi
pasado. Quita de mi interior todo recuerdo que alimente mi tristeza o mis
desánimos, y alimenta los recuerdos buenos esos que me impulsan a seguir
adelante y me devuelven la alegría. Ven Espíritu Santo. Amén.

Anónimo

20

Es cierto que dentro de nosotros mismos hay cosas oscuras, viven rencores,
tristezas, desilusiones, cansancios, egoísmos, vanidades, inclinaciones
negativas que quieren arrastrarnos. Hay una atracción de la concupiscencia
que nunca nos abandona del todo en esta vida.
Sin embargo, esa no es la única verdad. Porque dentro de nosotros también
está el Espíritu Santo con sus impulsos, y él es más fuerte que las demás
inclinaciones inconscientes que nos atraen. Si no fuera así, seríamos
monstruos, sería imposible la vida en sociedad, y la humanidad habría
desaparecido hace mucho.

Manuel Fernández

21

Respondió Jesús: En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de


Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne;
lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho:
Tienen que nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero
no sabes de dónde viene ni a donde va. Así es todo el que nace del Espíritu.

Juan 3, 5-8

22

Solamente cuando ha llegado la hora en que va a ser glorificado Jesús promete


la venida del Espíritu Santo, ya que su Muerte y su Resurrección serán el
cumplimiento de la Promesa hecha a los Padres (cf. Jn 14, 16-17. 26; 15, 26;
16, 7-15; 17, 26): El Espíritu de Verdad, el otro Paráclito, será dado por el
Padre en virtud de la oración de Jesús; será enviado por el Padre en nombre de
Jesús; Jesús lo enviará de junto al Padre porque él ha salido del Padre. El
Espíritu Santo vendrá, nosotros lo conoceremos, estará con nosotros para
siempre, permanecerá con nosotros; nos lo enseñará todo y nos recordará todo
lo que Cristo nos ha dicho y dará testimonio de Él; nos conducirá a la verdad
completa y glorificará a Cristo. En cuanto al mundo, lo acusará en materia de
pecado, de justicia y de juicio.

Catecismo de la Iglesia Católica N. 729

23

La Iglesia, por tanto, instruida por la palabra de Cristo, partiendo de la


experiencia de Pentecostés y de su historia apostólica, proclama desde el
principio su fe en el Espíritu Santo, como aquél que es dador de vida, aquél en
el que el inescrutable Dios uno y trino se comunica a los hombres,
constituyendo en ellos la fuente de vida eterna.

San Juan Pablo II

24

Pidamos al Señor que el don de su Espíritu puede vencer nuestro temor y


nuestras incertezas, y también a nuestro espíritu inquieto e impaciente. Y
pueda volvernos testimonios alegres de Dios y de su amor. Adorando al señor
en la verdad y en el servicio al prójimo, con la mansedumbre que el Espíritu
Santo nos da en la alegría.

Papa Francisco

25

El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y nos


inicia en la vida nueva. Él es quien nos precede y despierta en nosotros la fe.
Sin embargo, es el "último" en la revelación de las personas de la Santísima
Trinidad.

Anónimo

26

De ahí procede el conocimiento el conocimiento de las cosas futuras, la


inteligencia de los misterios, la compresión de las cosas ocultas, la
distribución de dones, el trato celestial, la unión con los coros angélicos; de
ahí deriva el gozo que no termina, la perseverancia en Dios, la semejanza con
Dios y, lo más sublime que imaginarse pueda, nuestra propia deificación.

San Basilio Magno

27

Vivir en el Espíritu es vivir la poesía de Dios. Es sentir en carne el


estremecimiento de la creación divina. Es disfrutar de un amanecer que
destruye las tinieblas de la noche y abre paso a un nuevo Sol. Así de poético y
así de profundo. Y esto que escribo no es un juego versos baratos y pobres. La
poesía de Dios es la nueva creación en el Espíritu. En Cristo, la resurrección y
la vida, se vuelven carne del creyente. El hombre habitado por el Espíritu del
Señor queda realmente transformado, aún en su propia pobreza humana.

Antonio Gracia

28

San Juan Crisóstomo, el más célebre predicador de la antigüedad, tiene este


bello párrafo acerca del Divino Paráclito: “Muchos dones nos ha enviado
Jesucristo desde el cielo, pero ninguno semejante al que nos envió del día de
Pentecostés. Y lo más consolador es que este Don sigue siendo enviado cada
día a la tierra. Nosotros enviamos al cielo nuestra oración y nuestra fe, y
Jesucristo nos responde enviándonos al Espíritu Santo y sus dones. Cuando
me llega el miedo a condenarme, por mis muchos pecados, me consuelo
pensando: “Espero que si me salvaré, porque, si Dios no hubiera decidido
salvarme no me habría enviado al Espíritu Santo”.

Eliécer Sálesman

29

Ven Espíritu Santo, entra en mi mente, en esa locura de mis pensamientos que
me perturban. Pacifica este interior inquieto. Ayúdame a dominar y serenar
mis pensamientos para que reine en mí tu paz. Ven Espíritu Santo a dominar
mi mente con su santísima calma. Armonizar ese mundo de mi mente y llévate
lejos todo pensamiento que provoque angustias o nerviosismos, tristezas o
inquietudes inútiles. Ven Espíritu Santo, toma esas imágenes alocadas que dan
vueltas dentro de mí, para que pueda reflexionar serenamente, orar bien, y
avanzar sin preocupaciones que no valen la pena. Ven Espíritu Santo, y
lléname de pensamientos bellos, que me ayuden a vivir. Amén

Anónimo

30

Dejémonos amar por el Espíritu Santo. Cualquier amor verdadero no es más


que un reflejo del Espíritu, que es amor sin límites. Y es un amor que me
quiere como soy, y que solo espera que sea yo mismo. Cuando él me toca por
dentro para embellecerme, lo hace respetando esa identidad que él ama.
Pidámosle entonces que destruya nuestra máscara y haga brillar nuestra
realidad más bella.

Manuel Fernández

Oración inicial para los días del mes de julio

VEN, ESPÍRITU SANTO, LUZ Y GOZO.

Amor, que en tus incendios nos abrasas:

renueva el alma de este pueblo tuyo

que por mis labios canta tu alabanza.

En tus fatigas diarias, sé descanso:

en su lucha tenaz, vigor y gracia:

haz germinar la caridad del padre,

que engendra flores y que quema zarzas.

Ven, Amor, que iluminas el camino,

compañero divino de las almas:

ven con tu viento a sacudir al mundo

y a abrir nuevos senderos de esperanza. Amén.

Oración para concluir la meditación de los días del mes de julio

VEN, ESPÍRITU SANTO

Ven, luz verdadera.

Ven, misterio oculto.

Ven, tesoro del hombre.

Ven, felicidad interminable.


Ven, luz sin ocaso.

Ven, esperanza de todos los que deben salvarse.

Ven, tú que despiertas a los que duermen.

Ven, tú que eres poderoso y y haces, rehaces y transformas todo con tu


voluntad.

Ven, tú que eres invisible.

Ven, tú que permaneces sin cambiar jamás,

y a cada instante te mueves por completo y vienes a nosotros que yacemos en


los infiernos, tú que estás más allá de los cielos.

Ven, tú que eres el nombre preferido que se repite en cualquier parte, pero del
que a nosotros es absolutamente vedado expresar su ser y conocer su
naturaleza.

Ven, alegría eterna.

Ven, púrpura del gran rey, nuestro Dios.

Ven, tú que has deseado y deseas mi alma miserable.

Ven, tú que eres el Sol... y tú que lo ves, mientras yo estoy solo.

Ven, mi aliento y mi vida.

Ven, mi alegría, mi gloria sin fin.

JULIO

Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había


aceptado la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Éstos bajaron y
oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo; pues todavía no había
descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en el
nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el
Espíritu Santo.
Hechos de los apóstoles 8, 14-17

La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de


Cristo y Templo del Espíritu Santo. Esta misión conjunta asocia desde ahora a
los fieles de Cristo en su comunión con el Padre en el Espíritu Santo: El
Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos
hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre
su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el
misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para
conducirlos a la comunión con Dios, para que den "mucho fruto" (Jn 15, 5. 8.
16).

Catecismo de la Iglesia Católica N. 737

La relación íntima con Dios por el Espíritu Santo hace que el hombre se
comprenda, de un modo nuevo, también a sí mismo y a su propia humanidad.
De esta manera, se realiza plenamente aquella imagen y semejanza de Dios
que es el hombre desde el principio. Esta verdad íntima sobre el ser humano
ha de ser descubierta constantemente a la luz de Cristo que es el prototipo de
la relación con Dios y, en él, debe ser descubierta también la razón de « la
entrega sincera de sí mismo a los demás », como escribe el Concilio Vaticano
II; precisamente en razón de esta semejanza divina se demuestra que el
hombre « es la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma »,
en su dignidad de persona, pero abierta a la integración y comunión social. El
conocimiento eficaz y la realización plena de esta verdad del ser se dan
solamente por obra del Espíritu Santo. El hombre llega al conocimiento de
esta verdad por Jesucristo y la pone en práctica en su vida por obra del
Espíritu, que el mismo Jesús nos ha dado.

San Juan Pablo II

4
El don del temor de Dios, no significa tener miedo de Dios, Omnipotente y
Santo: sabemos bien que Dios es padre, que nos ama y quiere nuestra
salvación, motivo por el cual no hay motivo de tener miedo de Él. El temor de
Dios, en cambio, es el don del Espíritu que nos recuerda cuanto somos
pequeños delante a Dios y a su amor, y que nuestro bien está en abandonarnos
con humildad, respeto y confianza en sus manos (…).

Papa Francisco

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del


Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Sólo en los "últimos
tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, es cuando el
Espíritu se revela y se nos da, y se le reconoce y acoge como Persona.

Anónimo

La Iglesia, cuerpo de Cristo, necesita vivenciar en sus miembros esta


presencia y este poder creador y recreador del Espíritu. Si la Iglesia es su
cuerpo vivo, todos sus miembros deben sentirse vivificados en el Espíritu del
mismo Cristo que los anima. La Iglesia necesita refundar y reavivar sus
comunidades eclesiales para que sean, de verdad, acogedoras, fraternas y
corresponsables. No basta estructuras, horarios y aranceles que solo suenan a
gerencia de oficios. La vida y el amor vienen del Espíritu. De él procede el
crecimiento espiritual personal y comunitario.

Antonio Gracia

San Pablo recomienda como el Carisma o Regalo Numero Uno que más hay
que tratar de obtener del Espíritu Santo: La Caridad: el amor a Dios y al
prójimo. Dice que éste es el Carisma al cual hay que aspirar más que a los
demás. (1 Co 13). Luego recomienda como carisma importantísimo el de la
profecía: o sea hablar: con gracia, con eficacia y con valor, los mensajes de
Dios al pueblo (1 Co 14, 1)
Eliécer Sálesman

Más ustedes no viven según la carne, sino según el espíritu, ya que el Espíritu
de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le
pertenece; más si Cristo está en ustedes, aunque el cuerpo haya muerto ya a
causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de
Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, Aquel que
resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a sus cuerpos
mortales por su Espíritu que habita e ustedes. Así que, hermanos míos, no
somos deudores de la carne para vivir según la carne, pues, si vive según la
carne, morirán. Pero si con el Espíritu hacen morir las obras del cuerpo,
vivirán.

Romanos 8, 9-13

En este camino, « camino de madurez interior » que supone el pleno


descubrimiento del sentido de la humanidad, Dios se acerca al hombre,
penetra cada vez más a fondo en todo el mundo humano. Dios uno y trino, que
en sí mismo « existe » como realidad trascendente de don interpersonal al
comunicarse por el Espíritu Santo como don al hombre, transforma el mundo
humano desde dentro, desde el interior de los corazones y de las conciencias.
De este modo el mundo, partícipe del don divino, se hace como enseña el
Concilio, « cada vez más humano, cada vez más profundamente humano »,
mientras madura en él, a través de los corazones y de las conciencias de los
hombres, el Reino en el que Dios será definitivamente « todo en todos »:
como don y amor. Don y amor: éste es el eterno poder de la apertura de Dios
uno y trino al hombre y al mundo, por el Espíritu Santo.

San Juan Pablo II

10

Muchas veces de hecho, no logramos entender el designio de Dios y nos


damos cuenta que no somos capaces de asegurarnos por nosotros mismos la
felicidad eterna. Y justamente en la experiencia de nuestros límites y de
nuestra pobreza, el Espíritu nos conforta y nos hace percibir como la única
cosa importante sea dejarse conducir por Jesús entre los brazos del Padre.

Por ello tenemos tanta necesidad de este don del Espíritu Santo. El temor de
Dios nos hace tomar conciencia que todo viene de la gracia y que nuestra
verdadera fuerza está únicamente en seguir al Señor Jesús y en dejar que el
Padre pueda derramar sobre nosotros la bondad de su misericordia.

Papa Francisco

11

El espíritu crea hombres nuevos. Los testigos de todo esto son los enviados
por el Enviado del Padre, venido al mundo no para juzgar, sino para que el
mundo se salve por medio de él (Jn 3,17). La tarea de los discípulos está
claramente definida: deben revelar el mundo al Padre y a “Aquel que ha
enviado”. Cumpliendo esa misión continuarán la obra de Cristo: salvar al
mundo, dar la vida eterna a aquellos que crean en Él.

Anónimo

12

San Antonio M. Claret decía a los sacerdotes y catequistas: “Por orgullosos no


pedimos más frecuentemente al Espíritu Santo sus luces e inspiraciones y
confiamos solo en nuestras predicaciones y catequesis, porque confiamos más
en nuestra sabiduría que en las luces del Divino Espíritu. Si por flojedad no
invocamos al Paráclito Consolador, nos quedaremos sin saber guiar a las
almas.

Eliécer Sálesman

13

La experiencia de Jesús en toda comunidad, se debe revelar en el testimonio


de los valores del Reino: la unidad, la solidaridad y la proyección comunitaria
de las bienaventuranzas. Se debe expresar en el testimonio sencillo de la fe, de
la esperanza y del amor. La alegría en el Espíritu es fruto de la presencia del
Reino, premio de una esperanza viva e iluminadora.

Antonio Gracia

14

La Encarnación de Jesús en el seno de María: “El Espíritu Santo vendrá sobre


ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (Lc 1, 35). María se hace
templo de Dios. En ella Dios hace su morada desde la cual obra sus misterios.
Dios es un Dios vivo, cercano y sobre todo mora en ella, está unido a ella.
María concibe por obra y gracia del Espíritu Santo. María aceptó concebir y
llevar en sus entrañas a Jesús el Verbo de Dios. María renuncia a todo, menos
a Dios y emprende un camino riesgoso, a través del cual encuentra su
recompensa: ¡Dios!

Y para mí, Dios también tiene un plan de amor. Dios me muestra un camino
distinto al que hasta ahora he vivido. Dios desea habitar y establecer su
morada en mí. Él está vivo y muy, muy cerca de mí. Pero, ¿deseo yo como
María que él establezca su morada en mí? ¿Qué le responderé?

Comunidad Carismática Católica, los Samaritanos

15

Los cristianos, aunque a veces invocan al Espíritu Santo, tienen un


conocimiento muy pobre de él. Por eso los predicadores y catequistas deben
hablar más frecuentemente acerca del Divino Espíritu, con palabras sencillas,
pero tratando de entusiasmar a los fieles por esta gran devoción.

León XIII

¿Posee usted el don de la sabiduría? ¿Sabe usted los verdaderos secretos de la


felicidad? ¿Tiene acaso muchos conocimientos científicos, pero se siente
confuso en los temas más transcendentes de la vida? El Espíritu Santo, que
mora en usted, puede abrir sus ojos a la verdad. Oiga su voz.

16
El discípulo misionero, de verdad, es una persona seducida por el Espíritu; una
persona que proclama su fe en el Señor bajo su impulso divino. No es un
científico. No alardea de saberlo todo. Es un cristiano que habla con la gracia
y la fuerza del Espíritu. ¡Cuántas experiencias conocemos de cristianos muy
sencillos, que en un momento determinado, con su palabra temblorosa hacen
llorar a una comunidad reunida en el nombre del Señor.

Habla bajo el impulso del Espíritu. En la fuerza de su gracia proclama al


nombre de Jesús y tu palabra revelará la salvación que nos viene de la Pascua
del Señor.

Antonio Gracia.

17

Ven Espíritu Santo. Hoy quiero entregarte mi futuro, hasta el último día de mi
vida. Quiero caminar iluminado por tu divina luz, para saber adónde voy, para
no desgastar energías en cosas que no valen la pena.

No quiero obsesionarme por el futuro. Y por eso, prefiero entregarlo en tu


presencia y dejarme llevar por tu impulso. Espíritu Santo, sana mi ansiedad,
para que acepte que cada cosa llegue a su tiempo y en su momento.

Y sana mis miedos, para que pueda confiar en tu auxilio y me deje guiar
siempre. Tú qué sabes lo que más me conviene, oriéntame y condúceme cada
día, y protégeme de todo mal. Ven Espíritu Santo y toma mi futuro. Amén

Anónimo

18

Vivimos cansados por los esfuerzos y tan desanimados por los fracasos. Las
tentaciones son tan violentas, las adversidades paralizan, los obstáculos
espantan, la tristeza desanima, el respecto humano encadena. ¿Qué sería de
nosotros sin el Don de Fortaleza del Espíritu Santo? Tenemos que repetir con
san francisco Javier: “Mi mayor mal sería dejarme dominar por el miedo a las
dificultades que se me presentan cuando trabajo por el Reino de Dios”. Pero
este miedo nos domina si no tenemos a nuestro favor al Divino Consolador. Él
es el que ha hecho que los santos no le hayan tenido miedo a nada cuando se
dedicaban a extender el Reino de Dios. Qué santo hubiera podido trabajar sin
desanimarse, ante las dificultades que se le presentaban, si el Espíritu Santo no
lo hubiera asistido: nosotros conocemos lo tremendamente débiles que somos,
y que siempre hacemos el mal que no queremos, pero con la ayuda del
Paráclito podremos repetir: “Todo lo puedo en aquel que me fortalece”
(Hamon)

Eliécer Sálesman

19

"El Espíritu es también para nuestra época el agente principal de la nueva


evangelización. Será por tanto importante descubrir al Espíritu como Aquel
que construye el reino de Dios en el curso de la historia y prepara su plena
manifestación en Jesucristo, animando a los hombres en su corazón y
haciendo germinar dentro de la vivencia humana las semillas de la salvación
definitiva que se dará al final de los tiempos"

Juan Pablo II en su carta "Hacia el Tercer Milenio"

20

Éste recordar en el Espíritu y gracias al Espíritu no se reduce a un hecho


memorico, es un aspecto esencial de la presencia de Cristo en nosotros y en la
Iglesia. El Espíritu de verdad y de caridad nos recuerda todo aquello que
Cristo ha dicho, nos hace entrar cada vez más plenamente en el sentido de sus
palabras. Esto requiere de nosotros una respuesta: cuanto más generosa sea
nuestra respuesta, más las palabras de Jesús se vuelven vida, actitudes,
elecciones, gestos, testimonio, en nosotros. En esencia, el Espíritu nos
recuerda el mandamiento del amor, y nos llama a vivirlo.

Papa Francisco

21

Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que a que han
sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y
Padre de todos, que esta sobre todos, actúa por todos y está en todos. A cada
uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida de los dones de
Cristo.

Efesios 4, 4-7

22

El Espíritu Santo reside en el alma como un motor que todo lo mueve, con un
guía que todo lo dirige, como un maestro que todo lo enseña, como un amigo
que tiene continua compañía. Es necesario por ello que el alma se deje mover
y guiar únicamente por su dulce fuerza, que acepte sus divinas enseñanzas,
que le tenga como su única Compañía. La presencia continua del Espíritu
Santo inmerge al alma en el círculo de la vida divina, por lo cual Dios vive en
el alma y el alma en Dios. El Espíritu Santo santifica al alma, la enriquece de
méritos y la prepara a la vida eterna.

Comunidad Carismática Católica, los Samaritanos

23

Está claro. Solo en el Espíritu la comunidad se aviva en la fe y en la


esperanza. Solo en el Espíritu se activa el conocimiento de Dios y se celebra la
grandeza de Cristo como Mesías salvador. Solo en el Espíritu se afianza la
verdad en la revelación, más allá de visiones, sueños y nuevas corrientes de
santería o de Nueva Era.

En el amor que inspira el Espíritu se crean comunidades cristianas, que


revelen la oración de Jesús al Padre en su Cena pascual de despedida: “Como
tú, Padre en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el
mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17, 21)

Ama en el Espíritu. Inspírate en Él para humanizar tu amor y abrir caminos de


respecto, de compresión, de diálogo y de perdón en tu comunidad.

Antonio Gracia.

24

El Espíritu Santo es para la Iglesia y para el cristiano como el alma para el


cuerpo. ¿De qué le sirve a uno tener cuerpo si no tiene alma? Será un cadáver.
Así el cristiano: si no tiene Espíritu Santo tiene nombre de vivo, pero está
muerto.

San Agustín

El Espíritu Santo concede a quienes lo invocan el don de piedad. Les hace


sentir gusto por la oración, por el culto, por las celebraciones. En esos
momentos se muestran gozosos, plácidos, llenos de la presencia de Dios.

25

Quien no sabe perdonar no sabe amar. Asimismo, al Jesús fijarse en el pecado


y limpiarnos de él, la Iglesia nos ayuda a demostrar al prójimo un amor más
auténtico. El aliento de Jesús comunica la vida a la nueva creación espiritual.
Cristo murió para quitar el pecado, y ya resucitado, deja a los suyos el poder
de perdonar. Al perdonar el pecado, Dios nos hace perdernos en él viviendo
una vida despojada, pero totalmente colmada.

Qué puedo decirte Señor que tú no lo sepas. Te he fallado muchas veces. No


siempre he sabido perdonar. A veces he demorado el perdón a mis hermanos.
Y tú siempre que nos acercamos a ti con corazón contrito y humillado,
arrepentidos de nuestros pecados, no demoras tu perdón, sino enseguida nos
perdonas, nos abrazas y estableces nuevamente tu amistad con nosotros.

Comunidad Carismática Católica, los Samaritanos

26

Ven Espíritu Santo, y entra en mi hogar. Hoy quiero entregarte a todos mis
seres queridos para que hagas en cada uno de ellos tu obra maravillosa.

Te abro las puertas de mi familia. Entra, y derrama amor para que sepamos
vivir juntos, para que aprendamos a valorarnos, a respetarnos, para que
sepamos dialogar.

Protege mi casa de todo mal con tu presencia santa, y no permitas que allí
reine la tristeza, el rencor o los miedos. Derrama seguridad, confianza,
serenidad y alegría, para que todos los que entren en mi casa experimenten
qué bueno es vivir en tu presencia. Ven Espíritu Santo. Amén.
Anónimo

27

San Juan de la Cruz: inspirado por el Espíritu Santo, comparaba los bienes de
la tierra con los bienes del cielo: “Que poca cosa son estos bienes para que me
vaya a enamorar de ellos, en vez de enamorarme de Dios”. Algo parecido
exclamaba santa Teresa al ver las joyas de una señora: “Qué poca cosa estima
la gente de este mundo, y qué grandes tesoros tiene preparado mi Dios para
sus amigos en la eternidad”. Haciendo eco s esta frase, exclamaba santa
Teresita al oír música de bailes y francachelas: “Señor: eso que se oye es el
destierro. Allá arriba esta la patria. ¡Sueño con tu cielo!

Eliécer Sálesman

28

El Espíritu Santo nos enseña: es el Maestro interior. Nos guía por el camino
justo, a través de las situaciones de la vida. Él nos enseña el camino. En los
primeros tiempos de la Iglesia, el Cristianismo era llamado “el Camino” (cfr
Hech 9,2), y el mismo Jesús es el Camino. El Espíritu Santo nos enseña a
seguirlo, a caminar sobre sus huellas. Más que un maestro de doctrina, el
Espíritu es un maestro de vida. Y ciertamente de la vida forma parte también
el saber, el conocer, pero dentro del horizonte más amplio y armónico de la
existencia cristiana.

Papa Francisco

29

La reflexión sobre los dones del Espíritu Santo, que hemos comenzado en los
domingos anteriores, nos lleva hoy a hablar de otro don: el de ciencia, gracias
al cual se nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación
con el Creador.

Sabemos que el hombre contemporáneo, precisamente en virtud del desarrollo


de las ciencias, está expuesto particularmente a la tentación de dar una
interpretación naturalista del mundo; ante la multiforme riqueza de las cosas,
de su complejidad, variedad y belleza, corre el riesgo de absolutizarlas y casi
de divinizarlas hasta hacer de ellas el fin supremo de su misma vida. Esto
ocurre sobre todo cuando se trata de las riquezas, del placer, del poder que
precisamente se pueden derivar de las cosas materiales. Estos son los ídolos
principales, ante los que el mundo se postra demasiado a menudo.

S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 23-IV-89

30

Por eso te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de
timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza. No te avergüences, pues,
ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero;
sino, al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado
por la fuerza de Dios.

II Timoteo 1, 6-8

31

Es necesario agradecer frecuentemente al Espíritu Santo los dones que nos


regala. Muchos dones se pierden por no haberlos agradecido. Recordemos que
entre los regalos más preciosos del Divino Espíritu están la caridad, la bondad,
la amabilidad, la benignidad.

Pablo VI

Oración inicial para los días del mes de Agosto

CONSAGRACIÓN DE LA "OBRA" DEL ESPÍRITU SANTO

¡Oh Amor, centro y vida de la Trinidad Espíritu Santo!, ven a mí con tus
dones y con tu Amor, me consagro totalmente a Ti para que obres en mí tu
"Misterio de AMOR", el que empezaste a realizar el día de mi bautismo y que
ahora quiero renovar en cada instante de mi vida.

Que tu gracia acompañe siempre todas mis acciones y las transforme en


ofrenda permanente para gloria del Padre y bien de todos los hombres mis
hermanos. Amen
Oración para concluir la meditación de los días del mes de agosto

CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL ESPÍRITU SANTO

¡Oh Dios Espíritu Santo! Postrados ante tu divina majestad, venimos a


consagrarnos a Ti con todo lo que somos y tenemos.

Por un acto de la omnipotencia del Padre hemos sido creados, por gracia del
Hijo hemos sido redimidos, y por tu inefable amor has venido a nuestras almas
para santificarnos, comunicándonos tu misma vida divina.

Desde el día de nuestro bautismo has tomado posesión de cada uno de


nosotros, transformándonos en templos vivos donde Tú moras juntamente con
el Padre y el Hijo; y el día de la Confirmación fue la Pentecostés en que
descendiste a nuestros corazones con la plenitud de tus dones, pera que
viviéramos una vida íntegramente cristiana.

Permanece entre nosotros para presidir nuestras reuniones; santifica nuestras


alegrías y endulza nuestros pesares; ilumina nuestras mentes con los dones de
la sabiduría, del entendimiento y de la ciencia; en horas de confusión y de
dudas asístenos con el don del consejo; para no desmayar en la lucha y el
trabajo concédenos tu fortaleza; que toda nuestra vida religiosa y familiar esté
impregnada de tu espíritu de piedad; y que a todos nos mueva un temor santo
y filial para no ofenderte a Ti que eres la santidad misma.

Asistidos en todo momento por tus dones y gracias, queremos llevar una vida
santa en tu presencia.

Por eso hoy te hacemos entrega de nuestra familia y de cada uno de nosotros
por el tiempo y la eternidad. Te consagramos nuestras almas y nuestros
cuerpos, nuestros bienes materiales y espirituales, para que Tú sólo dispongas
de nosotros y de lo nuestro según tu beneplácito. Sólo te pedimos la gracia que
después de haberte glorificado en la tierra, pueda toda nuestra familia alabarte
en el cielo, donde con el Padre y el Hijo vives y reinas por los siglos de los
siglos.

Así sea.

Agosto
1

Muchos dones nos ha enviado Jesucristo desde el cielo. Pero ninguno


semejante al que nos envió el día de Pentecostés. Y lo más consolador es que
este don sigue siendo enviado cada día a la tierra. Nosotros enviamos al cielo
nuestra oración y nuestra fe, y Jesucristo nos responde enviándonos al Espíritu
Santo y sus dones.

S. Juan Crisóstomo

Ha diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo; hay diversidad de


ministerios, pero el Señor es el mismo; hay diversidad de operaciones, pero es
el mismo Dios que obra todo en todos. (1Co 12, 4)

Nadie puede decir que él conocer toda la verdad, la verdad plena descansa en
Dios. Todos unidos podemos llegar a ella. Pero aislados jamás podremos
entender el corazón de Dios.

El Espíritu ha sido derramado en nuestros corazones cando recibimos el


bautismo y la confirmación. Habita en nosotros. Pero nunca podrá sentirse
cómodo si insistimos en vivir nuestra fe alejados de la comunidad.

Manuel Díaz Alvarez

Más aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el castigo. Él. No obstante,
quedará a salvo, per como quien escapa del fuego. ¿No saben que son templo
de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el
templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es sagrado, y
ustedes son ese templo.

I Corintios 3, 15-17

Si la Iglesia es el sacramento de la unión íntima con Dios, lo es en Jesucristo,


en quien esta misma unión se verifica como realidad salvífica. Lo es en
Jesucristo, por obra del Espíritu Santo. La plenitud de la realidad salvífica, que
es Cristo en la historia, se difunde de modo sacramental por el poder del
Espíritu Paráclito. De este modo, el Espíritu Santo es « el otro Paráclito » o «
nuevo consolador » porque, mediante su acción, la Buena Nueva toma cuerpo
en las conciencias y en los corazones humanos y se difunde en la historia. En
todo está el Espíritu Santo que da la vida.

San Juan Pablo II

Cuando el Espíritu Santo toma posesión en nuestro corazón, nos infunde


consolación y paz, y nos lleva a sentirnos así como somos. O sea pequeños,
con esa actitud --tan recomendada por Jesús en el Evangelio-- de quien pone
todas sus preocupaciones y sus expectativas en Dios y se siente envuelto y
sostenido por su calor y su protección, ¡como un niño con su papá! En este
sentido entonces comprendemos bien como el temor de Dios pasa a asumir en
nosotros la forma de la docilidad, del reconocimiento, de la alabanza, llenando
nuestro corazón de esperanza.

Papa Francisco

El más popular mártir mejicano del siglo XX fue el Padre Pro, asesinado por
los enemigos de la fe. Este santo sacerdote confiaba muchísimo en el Espíritu
Santo, y conseguía con su fe resultados maravillosos en las personas a las que
hablaba. Poco antes de ser fusilado, por los comunistas, explicando sus
grandes éxitos como predicador y catequista decía: “Por mis pocas cualidades
y mis pocos estudios, yo en mi predicación y en mis clases de catecismo debía
decir “negro” y dije “blanco”. ¿Por qué? Siempre me resultaban mis charlas
religiosas mejor de lo que podrían resultar por mis solas cualidades y
preparación. ¿Por qué? Es que el Espíritu Santo se encargaba de colocar en
mis labios las palabras que iban a conmover las almas. Porque el Divino
Paráclito es el que convierte pecadores, y cuando uno coloca toda su confianza
en él, los resultados son sencillamente asombrosos.

Eliécer Sálesman
7

La verdad, vivida en el Espíritu, no puede ser tergiversada, ni acomodada a


gusto del cliente. A Juan el Bautista el mensaje de la verdad, lo condujo al
martirio. A Jesús, el Hombre encarnado y ungido por el Espíritu, la verdad del
Reino lo llevó a la Cruz. A Pablo, lo conducirá al mismo martirio de Juan el
Bautista. Pero, pase lo que pase, no miente y habla con la certificación de la
verdad en el Espíritu, y desea ser anatema por sus hermanos, para que ellos
encuentren a Cristo el crucificado- resucitado. Así se lo atestigua el Espíritu
con poder divino.

Antonio Gracia

Ven Espíritu Santo, entra en mi mente, en esa locura de mis pensamientos que
me perturban. Pacifica este interior inquieto. Ayúdame a dominar y serenar
mis pensamientos para que reine en mí tu paz. Ven Espíritu Santo a dominar
mi mente con su santísima calma. Armonizar ese mundo de mi mente y llévate
lejos todo pensamiento que provoque angustias o nerviosismos, tristezas o
inquietudes inútiles. Ven Espíritu Santo, toma esas imágenes alocadas que dan
vueltas dentro de mí, para que pueda reflexionar serenamente, orar bien, y
avanzar sin preocupaciones que no valen la pena. Ven Espíritu Santo, y
lléname de pensamientos bellos, que me ayuden a vivir. Amén

Anónimo

La Iglesia es la comunidad de los que han “nacido de lo alto”, “de agua y


Espíritu”, como dice el evangelio de san Juan (cf. Jn 3, 3.5). La comunidad
cristiana no es, ante todo, el resultado de la libre decisión de los creyentes; en
su origen está primariamente la iniciativa gratuita de amor de Dios, que otorgo
el don del Espíritu Santo. La adhesión de la fe a este don de amor es
“respuesta” a la gracia, y la misma adhesión es suscitada por la gracia. Así
pues, entre el Espíritu Santo y la Iglesia existe un vínculo profundo e
insoluble. A este respecto, dice san Ireneo: “Donde está la Iglesia, ahí está
también el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu del Señor, ahí está la
Iglesia y toda gracia” (Adv. Haer., III, 24, 1) Se comprende, entonces, la
atrevida expresión de san Agustín: “Poseemos el Espíritu Santo, si amamos a
la Iglesia” (In Io., 32, 8).

Comunidad Carismática Católica los Samaritanos

10

Es triste que muchos grupos apostólicos, a pesar de la presencia connotada del


Espíritu, se autodestruyan por críticas, por murmuraciones, por expresiones de
engreimiento en los dones o en los puestos de servicio.

Todo cuerpo espiritual de edifica en un mismo Espíritu. Importa recordarlo


siempre y administrarlo con perseverancia

Si tú de verdad te sientes miembro de Cristo, trabaja por la comunión en el


Espíritu, para que en tu comunidad todos tengan un mismo sentir, un mismo
amor, una misma alma y unos mismos sentimientos.

Antonio Gracia.

11

Ven Espíritu Santo. Hoy quiero pedirte que me ayudes a comunicarme con los
demás. Enséñame a decir la palabra justa, a mirar a los demás como ellos
necesitan ser mirados, a tener el gesto oportuno. Todo mi ser está hecho para
la comunicación. Por eso te ruego que me liberes de todas las trabas que no
me permiten comunicarme bien con los demás.

Con tu agua divina riega todas las cosas buenas que has puesto en mi vida,
para que pueda hacer el bien. Enséñame a escuchar, para descubrir lo que los
demás esperan de mí, y para que encuentren en mí generosidad y acogida.

Muéstrame la hermosura de abrir el corazón y la propia vida para encontrarme


con los demás, y ayúdame a descubrir la belleza del dialogo. Dame la alegría
de dar y recibir. Ven Espíritu Santo. Amén.

Anónimo

12
San Francisco de Sales consiguió del Espíritu Paráclito la gracia deber en los
otros a Cristo y de tratarlos bien y sacrificarse por ellos como si lo hiciera
cada vez por Jesucristo personalmente. Esto le llevó a ser hombre más amable
que ha existido después de Jesús. Una gracia sumamente parecida le concibió
el Divino Espíritu a san Vicente de Paul, a san Juan Bosco y a muchos santos
más, y nos la puede conceder también a nosotros, pero cuesta: hay que pedirla
mucho.

Eliécer Sálesman

13

“Un cristiano sin memoria no es un verdadero cristiano: es un hombre o una


mujer prisionero del momento, que no sabe atesorar su historia, no sabe leerla
y vivirla como historia de salvación. En cambio, con la ayuda del Espíritu
Santo, podemos interpretar las inspiraciones interiores y los acontecimientos
de la vida a la luz de las palabras de Jesús”.

Papa Francisco

14

La Sagrada Escritura afirma que "Principio del saber, es el temor de Yahveh"


(Sal 110/111, 10; Pr 1, 7). ¿Pero de que temor se trata? No ciertamente de ese
«miedo de Dios» que impulsa a evitar pensar o acordarse de Él, como de algo
que turba e inquieta. Ese fue el estado de ánimo que, según la Biblia, impulsó
a nuestros progenitores, después del pecado, a «ocultarse de la vista de
Yahveh Dios por entre los árboles del jardín» (Gen 3, 8); este fue también el
sentimiento del siervo infiel y malvado de la parábola evangélica, que
escondió bajo tierra el talento recibido (cfr Mt 25, 18. 26).

S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 11 -VI-1989.

15

Vino a anunciar la paz: paz a ustedes que estaban lejos, y paz a los que
estaban cerca. Por él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo
Espíritu. Así pues, ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los
santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y
profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edificación bien
trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en quien también
ustedes con ellos están siendo edificados, para ser morada de Dios en el
Espíritu.

Efesios 2, 17-22

16

Si es verdad que Jesucristo, mediante su “elevación” en la cruz, debe “atraer a


todos hacia si” (cfr. Jn 12, 32), a la luz de las palabras del Cenáculo
entendemos que ese “atraer” es actuado por Cristo glorioso mediante el envío
del Espíritu Santo. Precisamente por esto Cristo debe irse. La encarnación
alcanza su eficacia redentora mediante el Espíritu Santo. Cristo, al marcharse
de este mundo, no solo deja su mensaje salvífico, sino que también “da” el
Espíritu Santo, al que está ligada la eficacia del mensaje y de la misma
redención en toda su plenitud.

Comunidad Carismática Católica los Samaritanos

17

La unidad en la diversidad crea la admiración, la complementariedad, la vida.


En la comunión de corazones se recrea la existencia y se logra la encarnación
del Cuerpo de Cristo, la Iglesia.

Indudable que, en esta misión, es fundamental, “ser humildes y amables, tener


paciencia y saberse soportar con amor”; de lo contrario no se logra “mantener
la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”

¿Vives de verdad tu vocación cristiana? ¿Cómo consideras tu relación con los


demás miembros de tu comunidad? ¿Construyes la unidad en el Espíritu en la
comunidad donde vives tu fe?

Antonio Gracia.

18

Cuando nuestros ojos están iluminados por el Espíritu, se abren a la


contemplación de Dios en la belleza de la naturaleza y en la grandiosidad del
cosmos, y nos permiten descubrir que todas las cosas nos hablan de él y de su
amor. ¡Todo ello despierta en nosotros gran estupor y un hondo sentido de
gratitud! Es la sensación que percibimos también cuando admiramos una obra
de arte o cualquier maravilla que sea fruto del ingenio y de la creatividad del
hombre: ante todo eso, el Espíritu Santo nos impulsa a alabar al Señor desde el
hondón de nuestro corazón y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos, un
don inestimable de Dios y un signo de su amor infinito por nosotros.

Papa Francisco

19

La ternura, como actitud sinceramente filial para con Dios, se expresa en la


oración. La experiencia de la propia pobreza existencial, del vació que las
cosas terrenas dejan en el alma, suscita en el hombre la necesidad de recurrir a
Dios para obtener gracia, ayuda y perdón. El don de la piedad orienta y
alimenta dicha exigencia, enriqueciéndola con sentimientos de profunda
confianza para con Dios, experimentado como Padre providente y bueno. En
este sentido escribía San Pablo: «Envió Dios a su Hijo..., para que
recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha
enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: Abbá, Padre!
De modo que ya no eres esclavo, sino hijo...» (Gal 4, 4-7; cfr Rom 8, 15).

S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 28-V-1989.

20

Pues el mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y
todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que
un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido
todos bautizados, para no formar más que un solo cuerpo, judíos y griegos,
esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

I Corintios 12- 12-13

21

Otro aspecto típico del Espíritu que nos ha enseñado san Pablo: su relación
con el amor. El apóstol escribe así: “La esperanza no falla, porque el amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos
ha sido dado” (Rom 5, 5). En mi carta encíclica Deus caritas est, citaba una
frase sumamente elocuente de san Agustín: “Ves la Trinidad si ves el amor”
(n. 19), y luego explicaba: “el Espíritu es esa potencia interior que armoniza
su corazón de los creyentes con el corazón de Cristo y los mueve a amar a los
hermanos como Él los ha amado”

Benedicto XVI

22

“En el agua es sumergida nuestra carne, para que quede borrado todo pecado
carnal. En ella quedan sepultadas todas nuestras malas acciones. En un leño
fue clavado el Señor Jesús, cuando sufrió por nosotros su pasión. En forma de
paloma descendió el Espíritu Santo, como has aprendido en el Nuevo
Testamento, el cual inspira en tu alma la paz, en tu mente la calma”

San Ambrosio

23

Para que el Espíritu Santo pueda hacer maravillas en nuestra vida, es necesario
que estemos de verdad abiertos a su acción. Pero, ¿qué significa estar abiertos
a la acción del Espíritu Santo?

Significa dejar que nos cambie los planes, que nos lleve donde quiera, y sobre
todo significa desearlo, buscarlo siempre más, no estar nunca conformes, no
creer ya lo hemos conocido suficiente.

No hay que pensar que ya no puede haber novedades en nuestra relación con
él, que ya lo hemos probado todo. No es así. Él es siempre nuevo, siempre
deslumbrante, siempre sorprendente.

Anónimo

24

Vivimos la era del Espíritu. Todo miembro de la Iglesia, si desea de verdad ser
discípulo misionero del Señor, debe estar muy atento al Espíritu, para saber
discernir los signos de los tiempos y, con la sabiduría de Dios, revelar su
ministerio salvador. En cada pueblo y en cada cultura, el Espíritu ilumina los
ojos de la mente de la comunidad y fortalece su corazón para un discipulado
eficaz en la edificación del Cuerpo de Cristo la Iglesia.

¿Cuáles son tus fortalezas espirituales? ¿Cuáles son tus debilidades? ¿Cuál es
el don del Espíritu que adviertes con más fuerza en tu corazón?

Antonio Gracia.

25

El Espíritu Santo "es el primer don común a los cristianos divididos. 'Como
principio de la unidad de la Iglesia', Él nos empuja a reconstruirla a través de
la conversión del corazón, la oración común, el conocimiento recíproco, la
formación ecuménica, el diálogo teológico, la cooperación en los diferentes
ámbitos del servicio social inspirado por la caridad".

San Juan Pablo II

26

Les daré un corazón nuevo y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo.


Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne.
Pondré dentro de ustedes mi Espíritu y haré que caminen según mis
mandamientos, que observen mis leyes y que las pongan en práctica. Vivirán
en el país que di a sus padres, ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios.

Ez 36, 26-27

27

¿Quién eres Tú, dulce luz, que me llena e ilumina la oscuridad de mi corazón?
Me conduces como una mano materna, y si me soltaras no sabría dar ni un
paso. Tú eres el espacio que rodea mi ser y lo en vuelves en sí. Abandonado
de ti caería en el abismo de la nada, de donde Tú me llamaste a la existencia.

Tú estás más cerca de mí que yo mismo y eres más íntimo que mi intimidad.
Al mismo tiempo eres inalcanzable e incomprensible, ningún nombre es
adecuado para invocarte. ¡Espíritu Santo, Amor Eterno! Tú eres el dulce
manantial que fluye desde el Corazón del Hijo hacia el mío, el alimento de los
ángeles y de los bienaventurados.

Edith Stein

28

Cristo pide que su Iglesia sea una, que sea señal de unidad en un mundo
desunido. Cristo quiere a su Iglesia única y unida donde ninguna persona se
sienta extraña, sino que esté unida visible de sus miembros. Para que esto sea
posible es necesario hacer muchos esfuerzos de compresión y amor. Todos
tenemos que hacer esfuerzos para que pueda realizarse la unidad de la Iglesia
y en la forma y con los medios que Cristo quiere.

Jesús yo creo en ti, te proclamo mi Rey y mi Dios; yo también deseo ser uno
contigo y uno con el Padre Celestial y uno con el Espíritu Santo y por medio
de las tres divinas personas, pueda ser uno con la Santa Madre Iglesia y en
unión con la Virgen María.

Comunidad Carismática Católica los Samaritanos

29

La sabiduría "es la luz que se recibe de lo alto: es una participación especial en


ese conocimiento misterioso y sumo, que es propio de Dios... Esta sabiduría
superior es la raíz de un conocimiento nuevo, un conocimiento impregnado
por la caridad, gracias al cual el alma adquiere familiaridad, por así decirlo,
con las cosas divinas y prueba gusto en ellas. ... "Un cierto sabor de Dios" (Sto
Tomás), por lo que el verdadero sabio no es simplemente el que sabe las cosas
de Dios, sino el que las experimenta y las vive”

Además, el conocimiento sapiencial nos da una capacidad especial para juzgar


las cosas humanas según la medida de Dios, a la luz de Dios. Iluminado por
este don, el cristiano sabe ver interiormente las realidades del mundo: nadie
mejor que él es capaz de apreciar los valores auténticos de la creación,
mirándolos con los mismos ojos de Dios.

S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 9-IV-89


30

Ven Espíritu Santo, y ayúdame a mirarme a mí mismo con cariño y paciencia.

Enséñame a descubrir todo lo bueno que sembraste a mí, y ayúdame a


reconocer que en mí también hay belleza, porque soy obra de un Padre divino
que me ama y me ha dado su Espíritu.

Sabes que a veces me duelen los recuerdos de errores que je cometido.


Ayúdame a mirarme como Jesús me mira, para que pueda comprenderme y
perdonarme a mí mismo.

Ven, Espíritu Santo, derrama en mí toda tu fuerza, para que pueda comenzar
de nuevo y no me desprecie a mí mismo.

No permitas que me dominen los remordimientos, porque tu amor siempre me


permite comenzar de bueno. Ven Espíritu Santo. Amén

Anónimo

31

Entretanto (…) el don del temor de Dios es también una 'alarma' delante de la
pertinacia del pecado. Cuando una persona vive en el mal, cuando blasfemia
contra Dios, cuando explota a los otros, cuando se vuelve tirano, cuando vive
solamente para el dinero, la vanidad, el poder, el orgullo. Entonces el santo
temor de Dios nos pone en alerta: atención (…) Así no serás feliz, (…)

Pienso por ejemplo a las personas que tienen responsabilidad sobre otros y se
dejan corromper; (…) pienso a aquellos que viven de la trata de personas y del
trabajo de esclavo (...); pienso a quienes viven de la trata de personas y del
trabajo de esclavo (...); pienso a quienes fabrica armas para fomentar las
guerras... (…) Que el temor de Dios les haga comprender que un día todo
termina y será necesario rendir cuentas a Dios.

Papa Francisco

Oración inicial para los días del mes de Septiembre

VEN, ESPÍRITU SANTO


Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz.

Ven, padre de los pobres, ven, dador de gracias, ven luz de los corazones.

Consolador magnífico, dulce huésped del alma, su dulce refrigerio.

Descanso en la fatiga, brisa en el estío, consuelo en el llanto.

¡Oh luz santísima! llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles.

Sin tu ayuda, nada hay en el hombre, nada que sea bueno.

Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está herido.

Dobla lo que está rígido, calienta lo que está frío, endereza lo que está
extraviado.

Concede a tus fieles, que en Ti confían tus siete sagrados dones.

Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales la felicidad


eterna.

Oración para concluir la meditación de los días del mes de septiembre

VISITA EL HOGAR DE TUS FIELES

Ven, Espíritu Dios Creador, y visita el hogar de tus fieles, haz un templo de
gracia su pecho con el don de tu santa presencia.

Tú, el amor que consuela a los hijos como eterno regalo del Padre, Caridad,
Fuente viva de gracia

Llama eterna de amor verdadero.

Ilumine tu luz nuestros ojos, y tu amor se derrame en el alma, tu poder nos


sostenga en la lucha y renueve las fuerzas cansadas.

Ilumine tu luz nuestros ojos y tu amor se derrame en el alma, sé la mano que


venza en sus luchas, el sendero que guíe sus pasos.

Haz que triunfen sus hijos al mal y que reine la paz en sus almas, fortalece la
fe del creyente que ha nacido a la vida divina.
Demos gloria por siempre a Dios Padre y a Jesús triunfador de la muerte y al
Espíritu, vida del alma, alabanza y honor para siempre. Amén.

Septiembre

No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, con el que fueron sellados para el


día de la redención. Toda amargura, ira, cólera, gritos, maledicencia y
cualquier clase de maldad, desaparezca de entre ustedes. Sean amables entre
ustedes, compasivos, perdonándose mutuamente como los perdonó Dios en
Cristo.

Efesios 4, 30-32

El soplo de la vida divina, el Espíritu Santo, en su manera más simple y


común, se manifiesta y se hace sentir en la oración. Es hermoso y saludable
pensar que, en cualquier lugar del mundo donde se ora, allí está el Espíritu
Santo, soplo vital de la oración. Es hermoso y saludable reconocer que si la
oración está difundida en todo el orbe, en el pasado, en el presente y en el
futuro, de igual modo está extendida la presencia y la acción del Espíritu
Santo, que « alienta » la oración en el corazón del hombre en toda la inmensa
gama de las más diversas situaciones y de las condiciones, ya favorables, ya
adversas a la vida espiritual y religiosa. Muchas veces, bajo la acción del
Espíritu, la oración brota del corazón del hombre no obstante las prohibiciones
y persecuciones, e incluso las proclamaciones oficiales sobre el carácter
arreligioso o incluso ateo de la vida pública. La oración es siempre la voz de
todos aquellos que aparentemente no tienen voz, y en esta voz resuena
siempre aquel « poderoso clamor », que la Carta a los Hebreos atribuye a
Cristo. La oración es también la revelación de aquel abismo que es el corazón
del hombre: una profundidad que es de Dios y que sólo Dios puede colmar,
precisamente con el Espíritu Santo. Leemos en San Lucas: « Si, pues,
vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más el
Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan »

San Juan Pablo II


3

¡El Señor nos quiere! Debemos darle gracias por ello. El don de la ciencia nos
pone en profunda sintonía con el Creador y nos hace partícipes de la pureza de
su mirada y de su juicio. Desde esta perspectiva logramos captar, en el hombre
y en la mujer, la cumbre de la creación, como coronación de un designio de
amor grabado en cada uno de nosotros y que permite que nos reconozcamos
como hermanos y hermanas.

Papa Francisco

Donde abundan las rivalidades y las injusticias; las murmuraciones y las


divisiones, el testimonio se empobrece y todo queda en oscuridad. Ayer y hoy,
las comunidades pueden someter al Espíritu a la pobreza del pecado y
oscurecerlo en la tristeza dela desintegración. Cuando Pablo escribe, “No
apaguen al Espíritu” (1 Ts 5, 19), es porque siente en su corazón el dolor del
cuerpo roto de Cristo.

Antonio Gracia

¿Cómo transforma nuestro comportamiento el Espíritu Santo? Lo hace con la


ayuda de nuestra cooperación, porque él quiere que también seamos activos en
nuestro crecimiento.

El desarrollo de las virtudes requiere algunas renuncias. Por ejemplo, para


aprender a ser pacientes, a veces tenemos que renunciar a decir algunas cosas,
o a quejarnos, o a maltratar a otros; para ser humildes a veces tenemos que
renunciar a hablar de nosotros mismos; para ser generosos tenemos que
renunciar a algunos bienes.

Manuel Fernández

Cuando uno ha sido tocado por el Espíritu Santo, puede vivir algunas
experiencias gratis, sin estar pendiente de uno mismo. Es la capacidad de
admirarse y de alegrarse por el otro, pero sin estar pensando que es algo mío,
y sin estar buscando poseerlo para mí. En todo caso, me alegro de poder
disfrutar algo con los demás, como algo nuestro, no como algo mío. Amo a
Dios porque es un bien, no porque es mío, y aun cuando lo percibo como
bueno para mí, en realidad el mimo impulso del amor me lleva a buscarlo
como un bien para nosotros.

Manuel Fernández

Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe y en la caridad de


Cristo Jesús. Conserva el buen deposito mediante el Espíritu Santo que habita
e nosotros.

II Timoteo 1, 13-14

No se embriaguen con vino, que es causa de libertinaje; llénense más bien del
Espíritu. Reciten entre ustedes salmos, himnos y cánticos inspirados; canten y
salmodien en su corazón al Señor, dando gracias siempre y por todo a Dios
Padre, e nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Efesios 5, 18-20

Si vivimos por el Espíritu, sigamos también al espíritu. No seamos vanidosos


provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente.

Gálatas 5, 25-26

10

Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el espíritu del Señor, allí está la
libertad. Más todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en
un espejo la gloria del Señor, nos vamos trasformando en esa misma imagen
cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu.

II Corintios 3, 17-18
11

Al contrario, ustedes recibirán una fuerza, cuando el Espíritu Santo venga


sobre ustedes, y de este modo serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y
Samaría, y hasta los confines de la tierra.

Hechos de los Apóstoles 1, 8

12

Y de igual manera, también el espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza.


Pues nosotros no sabemos pedir como conviene; más el espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones
conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que si intercesión a favor de los
santos es según Dios.

Romanos 8, 26-27

13

Para que les conceda, por la riqueza de su gloria, fortalecerlos interiormente,


mediante la acción de su Espíritu; que Cristo habite por la fe e sus corazones,
para que, arraigados y cimentados en el amor, puedan comprender con todos
los santos la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el
amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, y se llenen de toda la
plenitud de Dios.

Efesios 3, 16-19

14

Mucho tengo todavía que decirles, pero ahora no pueden con ello. Cuando
venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa; pues no
hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y les explicará lo que ha
de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y se lo explicará a
ustedes. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: recibirá de lo
mío y se lo explicara a ustedes.

Juan 16, 12-15


15

Y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros


corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. En efecto, cuando
todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los
impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de
bien tal vez se atrevería uno a morir; más la prueba de que Dios nos ama es
que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

Romanos 5, 5-8

16

¿Y cuándo vean al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es el
que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son
espíritu y son vida.

Juan 6, 62-63

17

Nosotros, en cambio, debemos dar gracias en todo tiempo a Dios por ustedes,
hermanos, amados del Señor, porque Dios los ha escogido desde el principio
para la salvación mediante la acción santificadora del espíritu y la fe en la
verdad. Para esto los ha llamado por medio de nuestro Evangelio, para que
consigan la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

II Tesalonicenses 2, 13-14

18

Por eso te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de
timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza. No te avergüences, pues,
ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero;
sino, al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado
por la fuerza de Dios.
II Timoteo 1, 6-8

19

El Espíritu Santo es el don, que viene al corazón del hombre junto con la
oración. En ella se manifiesta ante todo y sobre todo como el don que « viene
en auxilio de nuestra debilidad ». Es el rico pensamiento desarrollado por San
Pablo en la Carta a los Romanos cuando escribe: « Nosotros no sabemos cómo
pedir para orar como conviene; más el mismo Espíritu intercede por nosotros
con gemidos inefables ». Por consiguiente, el Espíritu Santo no sólo hace que
oremos, sino que nos guía « interiormente » en la oración, supliendo nuestra
insuficiencia y remediando nuestra incapacidad de orar. Está presente en
nuestra oración y le da una dimensión divina. De esta manera, « el que escruta
los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu y que su intercesión a
favor de los santos es según Dios ».La oración por obra del Espíritu Santo
llega a ser la expresión cada vez más madura del hombre nuevo, que por
medio de ella participa de la vida divina.

San Juan Pablo II

20

Cuando estamos tomados por el temor de Dios, entonces somos llevados a


Seguir al Señor con humildad, docilidad y obediencia. Esto entretanto, no con
una actitud resignada y pasiva (…) pero con el estupor y la alegría de un hijo
que se reconoce servido y amado por el Padre. El temor de Dios por lo tanto,
no nos vuelve cristianos tímidos, resignados y pasivos, pero genera en
nosotros: ¡coraje y fuerza! Es un don que nos vuelve cristianos convencidos,
entusiastas, que no se someten al Señor por miedo, pero porque están
conmovidos y conquistados por su amor.

Papa Francisco

21

Si quieres reconstruir tu vida en la verdad, afianza tu conciencia en el Espíritu


y tu vida dará razón del Dios en quien crees. En la cartilla del Espíritu Santo,
aprenderás cada día el testimonio que debes ofrecer al pueblo como discípulo
misionero del Señor. En el camino del Espíritu, las ambivalencias destruyen el
testimonio. Quien engaña, se engaña. Quien vive con la conciencia que
atestigua el Espíritu, certifica la verdad del evangelio de Jesús hasta el
martirio.

Antonio Gracia

22

Ven Espíritu Santo, y ayúdame a perdonar. Porque a veces recuerdo el daño


que me ha hecho, y eso alimenta mis rencores y mis angustias. Ayúdame a
comprender a esas personas que me lastimaron, enséñame a buscarles alguna
excusa para que pueda perdonarlos. Ven Espíritu Santo, y derrama dentro de
mí el deseo de perdonar y la gracia del perdón, porque solo no puedo.
Ayúdame a descubrir que es mejor estar libre de esos rencores y ataduras, y
dame tu gracia para liberarme de verdad. Derrama tu paz en todas mis
relaciones con otras personas, para que reine el amor y nunca el rencor. Amén.

Anónimo

23

Todo discípulo misionero debe estar muy atento al Espíritu y a los dones que
el Espíritu le regala para la misión: Conocimiento, sabiduría, profecía, palabra
de ciencia o de enseñanza; poder de realizar signos de sanación… no hay
catálogo de dones, porque el Dueño los recrea, en persona, al servicio
concreto de la comunidad. Por eso acepta los dones del Espíritu y tu presencia
revelará, en tu comunidad, la gloria de la Pascua del Señor.

Antonio Gracia.

24

En nuestro tiempo muchos ensalzan la fuerza física, llegando incluso a


aprobar las manifestaciones extremas de la violencia. En realidad, el hombre
cada día experimenta la propia debilidad, especialmente en el campo espiritual
y moral, cediendo a los impulsos de las pasiones internas y a las presiones que
sobre el ejerce el ambiente circundante.
Precisamente para resistir a estas múltiples instigaciones es necesaria la virtud
de la fortaleza, que es una de las cuatro virtudes cardinales sobre las que se
apoya todo el edificio de la vida moral: la fortaleza es la virtud de quien no se
aviene a componendas en el cumplimiento del propio deber.

S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 14-V-89

25

El que se empeña en encontrar su fortaleza en lo exterior, se va vaciando cada


vez más por dentro, y va creando una horrorosa debilidad interior. Eso le hará
experimentar cada vez más el miedo, y la desesperación porque todo se le
acaba. Al mismo tiempo, va creciendo un tremendo rechazo por todo lo que
sea límite o dolor. Por eso, en realidad sufre mucho más por el miedo a la
enfermedad que lo que sufriría por la enfermedad misma.

Pero el hombre lleno del Espíritu, que se deja llevar por la existencia con el
impulso de vida del Espíritu Santo, está cada vez más vivo, y así pierde todo
temor al desgaste y al paso del tiempo.

Manuel Fernández

26

El Divino Espíritu, que procede del Padre y del Hijo en la eterna luz de
santidad como amor y como don, luego de haberse manifestado a través de
imágenes en el Antiguo Testamento, derrama la abundancia de sus dones en
Cristo y en su cuerpo místico, la Iglesia; y con su gracia y saludable presencia
alza a los hombres de los caminos del mal, cambiándoles de terrenales y
pecadores en criaturas espirituales y casi celestiales. Pues tantos y tan
señalados son los beneficios recibidos de la bondad del Espíritu Santo, la
gratitud nos obliga a volvernos a Él, llenos de amor y devoción.

LEÓN XIII

27

Conviene rogar y pedir al Espíritu Santo, cuyo auxilio y protección todos


necesitamos en extremo. Somos pobres, débiles, atribulados, inclinados al
mal: luego recurramos a Él, fuente inexhausta de luz, de consuelo y de gracia.
Sobre todo, debemos pedirle perdón de los pecados, que tan necesario nos es,
puesto que es el Espíritu Santo don del Padre y del Hijo, y los pecadores son
perdonados por medio del Espíritu Santo como por don de Dios (57), lo cual
se proclama expresamente en la liturgia cuando al Espíritu Santo le llama
remisión de todos los pecados.

LEÓN XIII

28

Cuál sea la manera conveniente para invocarle, aprendámoslo de la Iglesia,


que suplicante se vuelve al mismo Espíritu Santo y lo llama con los nombres
más dulces de padre de los pobres, dador de los dones, luz de los corazones,
consolador benéfico, huésped del alma, aura de refrigerio; y le suplica
encarecidamente que limpie, sane y riegue nuestras mentes y nuestros
corazones, y que conceda a todos los que en El confiamos el premio de la
virtud, el feliz final de la vida presente, el perenne gozo en la futura. Ni cabe
pensar que estas plegarias no sean escuchadas por aquel de quien leemos que
ruega por nosotros con gemidos inefables. En resumen, debemos suplicarle
con confianza y constancia para que diariamente nos ilustre más y más con su
luz y nos inflame con su caridad, disponiéndonos así por la fe y por el amor a
que trabajemos con denuedo por adquirir los premios eternos, puesto que Él es
la prenda de nuestra heredad.

LEÓN XIII

29

En medio de los problemas, de las desilusiones y esperanzas, de las


deserciones y retornos de nuestra época, la Iglesia permanece fiel al misterio
de su nacimiento. Si es un hecho histórico que la Iglesia salió del Cenáculo el
día de Pentecostés, se puede decir en cierto modo que nunca lo ha dejado.
Espiritualmente el acontecimiento de Pentecostés no pertenece sólo al pasado:
la Iglesia está siempre en el Cenáculo que lleva en su corazón. La Iglesia
persevera en la oración, como los Apóstoles junto a María, Madre de Cristo, y
junto a aquellos que constituían en Jerusalén el primer germen de la
comunidad cristiana y aguardaban, en oración, la venida del Espíritu Santo.
San Juan Pablo II

30

Solo el Espíritu conoce lo íntimo de Dios. Y si el hombre algo puede intuir de


su ministerio, únicamente lo consigue bajo la moción de sus dones. El
conocimiento natural no capta las profundidades de Dios. La razón humana
queda en la periferia del misterio. Por eso no lo aprecia y, a veces, hasta lo
ridiculiza. Sin el don del Espíritu, no adquirimos conocimiento interior de los
ministerios de Dios.

Antonio Gracia

Oración inicial para los días del mes de Octubre

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Espíritu Santo, te doy gracias por el cuidado que tienes conmigo al ayudar a
mi flaqueza con los dones de tu gracia.

Tú sabes que soy débil y que la confusión reina muchas veces en mi interior, y
no sé cómo vencerla.

Envíame, tu Espíritu “para que triunfe en la tentación del Relativismo ético y


moral”:

Saca de mí la apatía, la frialdad y la indiferencia.

Que sea generoso en la entrega, para transformar mi vida y la de los demás.

Envíame tu Espíritu para encender en mi alma el fuego ardiente, pueda


quemar todas las miserias que me impiden responder con generosidad al plan
de Dios y a su Verdad.

Ven a mi alma, oh Espíritu Santo, envíame un rayo de tu luz para que,


iluminada mi inteligencia, pueda conocer lo recto y gozar de tus celestiales
consuelos. Amén.

Oración para concluir la meditación de los días del mes de octubre

AL ESPÍRITU SANTO PARA LAS VOCACIONES


¡Espíritu Santo! Jesús invita a los hombres a seguirle. A uno invita a dejar las
redes de pesca, a otro el campo, a un tercero la mesa de recaudaciones; a todos
llama personalmente. Él pronuncia las palabras de invitación: “Ven, sígueme”
(Mt 4,19). Y ellos siguen la llamada y aceptan sus exigencias.

¡Espíritu Santo! Tú despiertas las vocaciones religiosas. Tú suscitas el anhelo


del perfecto seguimiento de Jesús en los corazones de los jóvenes.

Tú confieres a cada uno tus dones según tu beneplácito, y nadie llega al


sacerdocio o al estado religioso sin tu moción, sin tu impulso amoroso y si tu
guía.

Para que la Iglesia de hoy tenga vocaciones, es necesaria tu acción. Por eso te
pedimos hagas germinar la gracia de la vocación en el corazón de muchas
personas. Dales valor para seguir con generosidad el llamado y vivir con
alegría su vocación.

Consérvales el primer amor a Cristo, para que perseveren fieles y lleven


mucho fruto, como los sarmientos que permanecen unidos a la vid. “Enciende
en nosotros la luz de la gracia, derrama amor en el corazón vacío, y robustece
siempre con tu fuerza la debilidad de nuestro cuerpo”. Amén.

Octubre

La Iglesia con su corazón, que abarca todos los corazones humanos, pide al
Espíritu Santo la felicidad que sólo en Dios tiene su realización plena: la
alegría « que nadie podrá quitar », la alegría que es fruto del amor y, por
consiguiente, de Dios que es amor; pide « justicia, paz y gozo en el Espíritu
Santo » en el que, según San Pablo, consiste el Reino de Dios.

San Juan Pablo II

La Iglesia necesita testigos fieles del Señor. Discípulos y discípulas que


acrediten con su testimonio el compromiso de la fe y el valor de la unidad. La
Iglesia, ayer y hoy, es cuerpo de Cristo en el Espíritu. En medio de un mundo
tan dividido y convulsionado, se requieren comunidades cristianas que sepan
invertir y acreditar su vida al servicio del evangelio de Jesús. Comunidades
que sean credenciales del Reino de Dios en su ambiente. Comunidades
conscientes de que, en esta tarea martirial a favor del Reino, no importan las
diferencias.

Antonio Gracia.

Ven Espíritu Santo, porque a veces no entiendo qué sentido tienen las cosas
que me pasan, y otras veces no sé para qué estoy viviendo. Ilumina cada
momento con tu presencia, para que pueda descubrir qué me quieres enseñar,
para que sepa valorar cada momento y pueda vivir con ganas. Espíritu Santo,
llena de claridad todo lo que hoy me toque vivir, cada una de mis
experiencias, para que pueda reconocer la importancia de cada cosa y me
entregue de corazón en cada instante. No dejes que haya momentos vacíos,
oscuros, sin sentido. No dejes que mi vida se me vaya escapando sin vivirla a
fondo. Hazte presente en cada momento de esta jornada, para que sienta que
vale la pena estar en este mundo. Ven Espíritu Santo. Amén.

Anónimo

El Espíritu edifica la Iglesia

Por eso son tan extraordinarios los frutos del Espíritu. Él reúne a la Iglesia
dotando de nueva vida a aquellos que por la fe y el bautismo se han
incorporado a JC. Él transforma el interior de los creyentes dándonos la
posibilidad de decir: "Jesús es el Señor" y de invocar a Dios como Abbá,
Padre, poniendo en nuestros labios una oración que el espíritu humano no
sería capaz de suscitar. Él profundiza la capacidad de nuestras mentes
concediéndonos penetrar en el misterio de Dios y gozar de la experiencia de
su gracia. Él cambia la vida de los discípulos de Jesús haciéndonos
transformar la vida según el mundo y dándonos fuerza para vivir en el amor
mutuo, el gozo, la paz, la magnanimidad, la paciencia, la fidelidad. El Espíritu
del Señor invocado por nuestras comunidades cuando celebramos la Eucaristía
desciende sobre los dones para que sean el cuerpo y la sangre del Señor
resucitado y desciende sobre la misma comunidad para convertirla en ofrenda
agradable a Dios y congregarla en la unidad y en la paz.

Juan Martín Velasco

El E.S. es el comienzo de la misión de Jesús y de la misión de la Iglesia.


Fuerza de Dios para cumplirla. Prisa en los caminos. Voz en las plazas. Coraje
ante los tribunales. El Espíritu que descendió sobre Jesús al comienzo de su
vida pública, cuando inaugura su misión salvadora en el mundo mediante su
bautismo por Juan, desciende también sobre los discípulos cuando comienzan
en el mundo su misión de testigos del Resucitado. El gesto de Jesús, que
exhala su aliento sobre los discípulos, recuerda el del Creador que lo exhala
sobre el rostro de Adán. También ahora comienza una nueva creación y una
nueva vida. Ahora es el principio y en el principio era la Palabra y el Espíritu.

Jm alemany

La confusión de lenguas: Si el hombre es, como se ha dicho, un animal


racional, es decir, está dotado de razón o de palabra (logos), el deterioro de la
palabra será la deshumanización del hombre y de la convivencia humana. Por
tanto, debiera preocuparnos sobremanera el uso y el abuso que hacemos de la
palabra. Ahora bien, en nuestros días la situación no es muy halagüeña: se
abusa de la palabra en la publicidad y en la propaganda, lo que lleva a su
devaluación y desprecio; disminuye de forma alarmante la competencia
lingüística en las nuevas generaciones, y, por si fuera poco, donde entran en
contacto en un mismo territorio dos o más lenguas (sin ir más lejos, en el País
Vasco o en Cataluña) se dan señales de incomprensión y violencia. Pero si los
hombres ya no se entienden hablando, ¿cómo pueden entenderse? y si no se
entienden los unos a los otros, ¿cómo pueden vivir juntos? La Biblia nos dice
que la confusión de lenguas, el caos que se produce cuando cada cual habla
desde su punto de vista y utilizando su propio lenguaje, sin importarle nada de
nadie, y sin respeto alguno a los que hablan o piensan de modo distinto, lleva
a la división y a la dispersión de los pueblos.

Anónimo

En toda comunidad cristiana, sellada en el amor de Dios por la presencia del


Espíritu, se debe intentar vivir este plan de salvación maravilloso. Donde se
percibe este perfume de salvación, no cabe tristeza, ni aburrimiento, ni apatía
espiritual. Este proyecto escondido en Dios, ahora se nos ha revelado y se nos
da en Cristo, para vivirlo y disfrutarlo en el espíritu. Es muy importante que
esta experiencia pascual, se celebre y se viva en la comunidad cristiana para
alabanza de la gloria del Padre que, por el Espíritu vivificador, nos ha
bendecido con toda gracia en el Hijo. Sella tu corazón en el Espíritu y vive
desde la ahora la herencia prometida e Cristo Jesús.

Antonio Gracia.

Una necesidad que se siente mucho en nuestro tiempo, turbado por no pocos
motivos de crisis y por una incertidumbre difundida acerca de los verdaderos
valores, es la que se denomina «reconstrucción de las conciencias». Es decir,
se advierte la necesidad de neutralizar algunos factores destructivos que
fácilmente se insinúan en el espíritu humano, cuando está agitado por las
pasiones, y la de introducir en ellas elementos sanos y positivos.

En este empeño de recuperación moral la Iglesia debe estar y está en primera


línea: de aquí la invocación que brota del corazón de sus miembros -de todos
nosotros para obtener ante todo la ayuda de una luz de lo Alto. El Espíritu de
Dios sale al encuentro de esta súplica mediante el don de consejo, con el cual
enriquece y perfecciona la virtud de la prudencia y guía al alma desde dentro,
iluminándola sobre lo que debe hacer, especialmente cuando se trata de
opciones importantes (por ejemplo, de dar respuesta a la vocación), o de un
camino que recorrer entre dificultades y obstáculos. Y en realidad la
experiencia confirma que «los pensamientos de los mortales son tímidos e
inseguras nuestras ideas», como dice el Libro de la Sabiduría (9, 14).
S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 7-V-89

El Espíritu es el que abre los oídos para escuchar el evangelio. Partos, medos,
elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, romanos,
árabes, cretenses... escucharon en su propia lengua el mismo evangelio. El
acontecimiento maravilloso de Pentecostés irrumpe en un mundo fraccionado
en lenguas y culturas, y, sin suprimir las diferencias, sienta las bases para una
fraternidad universal. La iglesia, comunidad de todos los creyentes, es obra del
Espíritu Santo. La iglesia universal, católica, es el consenso y la confesión, la
comunidad, constituida por el Espíritu al descender sobre los apóstoles.

Anónimo

10

¿Cómo debía ser el inicio de todo? El inicio del universo, de las estrellas, de
las constelaciones, de las incontables galaxias que parecen no tener límite. Y
nuestro planeta, la tierra, que nace como un magma incandescente que puede
adoptar todas las formas. ¿Cómo debía ser el inicio de todo? La primera
página de la Biblia, aquel magnífico poema con el que iniciábamos las
lecturas de la gran noche, las lecturas de la Noche de Pascua, quería describir
aquel momento, y encontraba palabras justas, vivas: "La tierra era un caos
informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía
sobre la faz de las aguas" (Gn01, 02).

"El aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas". De aquí proviene todo,
de aquí provenimos también nosotros. Del aliento de Dios que se cernía sobre
la nada, de la fuerza de Dios, del Espíritu de Dios que es origen de todo.

Josep lligadas

11

Pensar en el Espíritu Santo es decirle: "¡Ven!". Entonces, el Espíritu es


invasor. Y es menester que nos invada, ya que la vida cristiana es una
experiencia de vida invadida por el Espíritu. Él no tiene rostro, pero todos sus
nombres dicen que es invasión: fuego, agua, espíritu, respiración, viento.
Desde que viene, actúa. La biblia está llena de él, pero no habla de él: dice lo
que hace. Él está en todos los comienzos: es el Espíritu de lo que ha de nacer y
el Espíritu del primer pasó que cuesta. En pentecostés hizo que la iglesia
despegase y tomara vuelo. Hay que decirle: "Ven", cuando se bloquea algo en
nuestra vida personal o colectiva. Después de la fuerza de la partida, es la
fuerza de la marcha hacia delante. La audacia de hablar, de insistir, de crear.
Para ver todo esto tenemos los Hechos de los apóstoles (¡tendríamos que
leerlos más!) y cualquier vida de un santo. Es el huésped interior, el espíritu de
las profundidades que sin él quedarían sin explorar. Él nos arranca de lo
superficial, nos hace vivir en donde se unen las raíces y donde manan las
fuentes.

Andre Seve

12

La renovación de la faz de la tierra por el Espíritu comienza por el perdón de


los pecados. Como para construir un edificio nuevo hay que comenzar por
derribar los muros viejos y carcomidos y hay que echar por tierra las ruinas,
así el mundo tiene que ser rehecho, recreado desde los cimientos, destruyendo
previamente los pecados con el perdón de Dios. Quitado el pecado desaparece
su dimensión de conflictividad interhumana y de pretensión de auto salvación
que hubo en la construcción de la torre de Babel (Gen 11,1). "voy a bajar y a
confundir su lengua". Es el símbolo de la conflictividad. Mientras hablen una
sola lengua los hombres se encenderán, porque la lengua es principio de
unión. El pecado introduce el conflicto con Dios y con los hombres entre sí.
Eso es Babel.

j. Martí Ballester

13

La Iglesia necesita testigos fieles del Señor. Discípulos y discípulas que


acrediten con su testimonio el compromiso de la fe y el valor de la unidad. La
Iglesia, ayer y hoy, es cuerpo de Cristo en el Espíritu. En medio de un mundo
tan dividido y convulsionado, se requieren comunidades cristianas que sepan
invertir y acreditar su vida al servicio del evangelio de Jesús. Comunidades
que sean credenciales del Reino de Dios en su ambiente. Comunidades
conscientes de que, en esta tarea martirial a favor del Reino, no importan las
diferencias.

Antonio Gracia.

14

La fe es adhesión a Dios en el claroscuro del misterio; sin embargo es también


búsqueda con el deseo de conocer más y mejor la verdad revelada. Ahora
bien, este impulso interior nos viene del Espíritu, que juntamente con ella
concede precisamente este don especial de inteligencia y casi de intuición de
la verdad divina.

La palabra "inteligencia" deriva del latín intus legere, que significa "leer
dentro", penetrar, comprender a fondo. Mediante este don el Espíritu Santo,
que "escruta las profundidades de Dios" (1 Cor 2,10), comunica al creyente
una chispa de capacidad penetrante que le abre el corazón a la gozosa
percepción del designio amoroso de Dios. Se renueva entonces la experiencia
de los discípulos de Emaús, los cuales, tras haber reconocido al Resucitado en
la fracción del pan, se decían uno a otro: "¿No ardía nuestro corazón mientras
hablaba con nosotros en el camino, explicándonos las Escrituras?" (Lc 24:32)

S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 16-IV-89

15

Jesús quería hacer ver a sus discípulos que no debían entristecerse por su
partida, porque en realidad esa partida era un bien para ellos: “Les conviene
que yo me vaya” (Jn 16, 7). Porque es necesario que Jesús sea glorificado, que
pase por la cruz para liberarnos del pecado y resucite llegando glorioso a la
presencia del Padre, para poder enviarnos así al Espíritu Santo: “Si no me voy
no vendrá a ustedes el Paráclito” (Jn 16, 7)

Víctor Fernández

16

Hoy nos aproximamos a Ti, Jesús, ¡pues eres el único que nos puede salvar! Y
¡Cómo necesitamos de Tu gracia! ¡Cómo necesitamos estar reconciliados con
el Padre mediante Tu Sangre! Por eso, Señor en tu bondad infinita, envía
sobre nosotros Tu Santo Espíritu y que Él, al operar en lo más profundo de
nuestro corazón, nos conceda en lo más profundo de nuestro corazón, nos
conceda la gracia de una conversión autentica, eficaz, real y fructuosa. Ven,
Santo Espíritu, y danos una profunda convicción y arrepentimiento de
nuestros pecados, para que, perdonados y lavados en la Sangre redentora de
Jesucristo, seamos conducidos a una plena comunión Contigo.

Maisa Castro.

17

La divinidad del Espíritu Santo se vislumbra por las palabras de Jesús, cuando
prometió su venida: “El Espíritu Santo era Dios. La divinidad de Cristo no se
iba… lo que se ausentaba era la ánima y el cuerpo, y esto menor era que el
Espíritu Santo” (Ser 28, 124ss; comenta la despedida de Cristo y la promesa
del Espíritu; Jn 14-16). Se llama “Espíritu de Cristo” porque “procede de El en
cuanto Dios, y porque mora en El en cuanto hombre” (ibídem, 567s). “Grande
es la dignidad del Espíritu Santo, que tuvo por predicador al mismo
Jesucristo2 (Ser 28, 115s)

San Juan de Ávila

18

Espíritu Santo, fuente de pureza y Santidad, que vives y actúas desde lo más
íntimo de mi existencia. Te visito en el santuario de mi propio corazón.

Tú, que eres Luz, ilumíname y concédeme una mirada limpia, una intención
recta, una actuación sincera, y un proceder sencillo.

Que anhele agradarte en todo cuanto realice. Que me esfuerce por alabarte y
darte gloria aun con la más insignificante de mis acciones.

Concédeme, Divino Espíritu, mantenerme siempre en tu divina presencia,


estremecerme espiritualmente bajo la acción transformante de tu suavísima y
eficaz moción.
¡Que a Ti solo te busque, a Ti solo desee agradar, a Ti tienda con todo lo que
posee toda mi existencia!

Anónimo

19

Las comunidades cristianas necesitan resucitar en la fe como signo de la vida


nueva, como expresión de la salvación del Señor. Las comunidades cristianas
requieren vivenciar la ternura de Dios Padre, para recrear como familia
solidaria en el amor. Por eso, vive la comunión con el Espíritu y vivencia en el
corazón de tu comunidad el gozo de la Pascua del Señor resucitado con signos
de vida pascual. ¡Despierta! Esa es la Misión que el Padre te confía en la
gracia de su Espíritu

Antonio Gracia.

20

El amor que procede del Padre y del Hijo construye el cuerpo místico de
Cristo: cuerpo cósmico, encarnado y glorioso. Cristo recibe la unción del
Espíritu junto con el Cuerpo y derrama el Espíritu mediante su cuerpo carnal y
frágil, pero amante y entregado:

Porque él era la cabeza de la esposa que tenía a la cual todos los


miembros de los justos juntaría, que son cuerpos de la esposa, a la cual
él tomaría en sus brazos tiernamente, y allí su amor la daría; y que, así
juntos en uno, al Padre la llevaría, donde del mismo deleite que Dios
goza, gozaría; que, como el Padre y el Hijo, y el que de ellos procedía el
uno vive en el otro, así la esposa sería, que, dentro de Dios absorta, vida
de Dios viviría.

San Juan de la Cruz

21

Cuando le perdemos el miedo al Espíritu Santo, y sabemos confiar en él,


entonces de verdad podemos descansar en su presencia, nuestro vacío interior
se va llenando con lo único que de verdad lo sana: el amor. Ese hueco vacío
que tenemos adentro, esa profunda soledad enferma que a veces nos reclama
como un nudo en la garganta, solo se llena con el amor: dejándonos amar por
el Espíritu Santo, e intentando amar a los demás cada día. No nos saciamos
alimentando las excusas, sino alimentando los motivos para dejarnos amar y
para amar generosamente.

Víctor Fernández

22

La Encarnación del Verbo es obra de la Trinidad, pero se atribuye al Espíritu


Santo por ser obra de amor: “la Encarnación fue una tan altísima unión del
Verbo con su santísima humanidad, que la subió a sí a unidad de persona”
(Ser 30, 305 ss), y esto todo por obra del Espíritu Santo. Por esto, conoce muy
bien el Espíritu Santo las entrañas de la Virgen, conoce muy bien aquel
palacio donde tantos y tan grandes misterio obró. No hizo la Virgen, ni pensó,
ni habló cosa que en un solo punto desagradase al Espíritu Santo.

San Juan de Ávila.

23

En el Espíritu llevamos la vida eterna dentro. Si el Espíritu es Dios, donde está


sembrado el Espíritu, está sembrando Dios. El corazón del ser humano es
huerto de Dios. Al hombre le toca cultivar, en su parcela personal, al Espíritu
que se le ha sembrado dentro. Porque, en lo más íntimo de nuestra intimidad,
el Espíritu nos da la gracia de reconocer el don de su presencia y poderlo
cultivar. Tenemos vida en Dios en el Espíritu, aunque no lo pensemos, ni lo
advirtamos. Nos hemos olvidado de la belleza más grande de la vida.

Antonio Gracia.

24

Ven Espíritu Santo. Hoy te pido que sanes mi miedo al fracaso. Quiero confiar
en ti, sabiendo que todas mis tareas de alguna manera terminan bien si dejo
que las bendigas y las ilumines. Bendice con tu infinito poder todos mis
trabajos y tareas.
Dame claridad, habilidad, sabiduría, para hacer las cosas bien, con toda mi
atención, mis capacidades y mi creatividad.

No dejes, Espíritu Santo, que descuide mis trabajos, que me deje llevar por la
comodidad o el desaliento. Tómame para que pueda ver qué hay que hacer en
cada momento, y capacítame en tu poder.

Quiero trabajar firme y seguro con tu gracia. Sé que con tu ayuda todo
terminará bien, y que si cometo algún error, también de eso sacarás algo
bueno para mi vida. Ven Espíritu Santo. Amén

Anónimo

25

Muéstrate solícito en unirte al Espíritu Santo. Él viene apenas se le invoca,


y solo hemos de invocarlo, porque ya está presente. Cuando se le invoca,
viene con la abundancia de las bendiciones de Dios. Él es el río impetuoso que
da alegría a la ciudad de Dios (cf. sal 45, 5) y, cuando viene, si te encuentra
humilde y tranquilo, aunque estés tembloroso ante la Palabra de Dios,
reposará sobre ti y te revelará lo que esconde el Padre a los sabios y a los
prudentes de este mundo. Empezarán a resplandecer para ti aquellas cosas que
la Sabiduría pudo revelar en la tierra a los discípulos, pero que ellos no
pudieron soportar hasta la venida del Espíritu de la verdad, que les habría de
enseñar la verdad completa.

Giorgio Zevini

26

Es el Espíritu que ha inspirado las Sagradas Escrituras y que guía a la Iglesia


para interpretarlas. “Todo lo dice un mismo Espíritu” (Ser 28, 387). La
Palabra de Dios es tal, por estar inspirada por el Espíritu Santo, que es como el
dedo de Dios (cfr. Juan I, 7875 ss). Por esto, “a sola la Iglesia católica es dado
este privilegio, que interprete y entienda la divina Escritura, por morar en ella
el Espíritu Santo que en la Escritura habló.

San Juan de Ávila


27

Espíritu Santo, que eres Luz divina, que iluminas nuestros corazones y los
inflamas en el Fuego inextinguible de tu divina caridad.

Espíritu santo, te ruego, humildemente, me asistas en estos momentos con la


efusión de Inteligencia y la fuerza de tu Amor y me des la gracia de aceptar
con generosidad y valentía el misterio de mi propia existencia y comprenderlo,
juzgarlo y vivirlo a la luz de tu vivificante acción.

¡En Ti confió, fuente de Bondad! ¡En Ti espero, Fuente de Misericordia! ¡A Ti


acudo, inagotable Caridad!

28

Los que se dejan llevar por el Espíritu Santo, poco a poco se van llenando de
fuerzas y de valentía. Dejan de ser cobardes y mediocres, y se hacen capaces
de dar la vida.

Jesús nos enseñó que “el que quiere salvar su vida la pierde” (Jn 12, 25). Así
lo vivió san Lorenzo, cuando se entregó al martirio con entereza y completa
disponibilidad. Cuenta la leyenda que cuando lo colocaron en una parrilla
ardiente, después de un rato pidió que lo dieran vuelta para no demorar la
entrega total que tanto deseaba.

Víctor Fernández

29

En vano esperar recibir y aprender de boca de cualquier hombre lo que solo es


posible recibir y aprender de la lengua de la verdad. En efecto, como dice la
verdad misma, <<Dios es Espíritu>> (Jn 4, 24). Dado que es preciso que sus
adoradores lo adoren en Espíritu y en verdad, los que desean conocerlo y
experimentarlo deben de buscar solo en el Espíritu la inteligencia de la fe y el
sentido puro y simple de esa verdad.

El Espíritu es –para los pobres de espíritu- la luz iluminadora, la caridad que


atrae, la mansedumbre más benéfica, el acceso del hombre a Dios, el amor
amante, la devoción, la piedad en medio de las tinieblas y de la ignorancia de
esta vida.

Guillermo de Saint-Thierry

30

Y si del ayer pasamos al hoy, nos daremos cuenta que no es posible construir
una comunidad o un grupo cristiano al margen del fruto del Espíritu. Si por
desgracia, muchas comunidades se derrumban, es porque la falta de lo
humano, ha matado la experiencia de lo divino.

Las envidias, los celos, las murmuraciones, los egoísmos, las prepotencias…,
no dan oportunidad a vivir la alegría del Señor y de su Espíritu. Por algo, la
Aparecida, invita a las comunidades parroquiales a que sean signo de unión y
de armonía, a que ofrezcan rostro de alegría y de esperanza y demuestren
capacidad de acogida. Revela el fruto del Espíritu y darás vida al Cuerpo de
Cristo, la Iglesia.

Antonio Gracia.

31

Ven Espíritu Santo, y mira todos los miedos que guardo dentro de mí. Te
ruego que sanes todo temor, para que pueda caminar seguro en tu presencia.
Mira a esta creatura que te suplica, no me abandones, fortaleza mía. Tú eres
como un escudo protector, y si tu fuerza me rodea no tengo nada que temer.

Cúbreme con tu potencia, y no permitas que ningún violento me haga daño, no


dejes que algún espíritu dominante pretenda adueñarse de mi vida. Aleja de
mí a todos los que quieran aprovecharse de mí.

Tú me protegerás de los envidiosos y de lo que no se alegran con mis éxitos y


alegrías. Tú me protegerás de los peligros imprevistos. Deposito en ti toda mi
confianza.

Yo acepto a Jesús como Señor de mi vida, todo mi ser es suyo. Por eso confió
en tu protección, Espíritu Santo, y dejo ante ti todos mis temores. Ven Espíritu
Santo. Amén.
Anónimo

Oración inicial para los días del mes de Noviembre

INVOCACIONES AL ESPÍRITU SANTO

Santo Espíritu! Por intercesión de la Reina de Pentecostés sana mi mente de la


irreflexión, la ignorancia, los olvidos, los prejuicios, los errores y engendra en
todos mí ser la sabiduría Jesucristo Verdad.

Sana mi corazón de la indiferencia, la desconfianza, las malas inclinaciones,


las pasiones, los sentimentalismos, y engendra en mí los gustos, los
sentimientos, las inclinaciones de Jesús Vida.

Sana mi voluntad de la pereza, la ligereza, la inconstancia, la desidia, la


obstinación, los malos hábitos y engendra en mí los gustos, los sentimientos,
las inclinaciones de Jesús Vida.

Sana mi voluntad de la pereza, la ligereza, la inconstancia, la desidia, la


obstinación, los malos hábitos y engendra a mí a Jesucristo Camino; el amor
nuevo a todos los que Jesucristo ama y al mismo Jesucristo. Eleva
sobrenaturalmente: la inteligencia con el don de entendimiento; mi saber, con
el don de sabiduría; el conocimiento, con el don de ciencia; la prudencia, con
el don de consejo; la justicia, con el don de piedad; la fortaleza, con el don de
fortaleza espiritual; la templanza, con el temor de Dios. Amén.

Oración para concluir la meditación de los días del mes de Noviembre

AL ESPÍRITU SANTO

¡Espíritu Santo! Amor eterno del Padre y del HIJO. Te adoro, te doy gracias,
te amo y te pido perdón por todas las veces que te he contristado en mí y en mi
prójimo. Desciende con abundancia de gracias en las sagradas ordenaciones
de los obispos y sacerdotes; en las consagraciones de los religiosos y
religiosas; en las confirmaciones de todos los fieles; se luz, santidad y celo.

A ti, Santo Espíritu de Verdad, consagro mi mente, mi fantasía, mi memoria;


ilumíname. Haz que conozca a Jesucristo, nuestro Maestro, y comprenda su
Evangelio y la doctrina de la santa Iglesia. Aumenta en mí el don de sabiduría,
de ciencia, de inteligencia y de consejo.

A ti, Espíritu santificador, consagro mi voluntad: guíame para hacer lo que te


agrada; dame fuerza para cumplir con los mandamientos y con mis deberes.
Concédeme el don de fortaleza y en santo temor de Dios.

A ti, Espíritu vivificador, consagro mi corazón: protege y aumenta en mí la


gracia divina. Concédeme el don de la piedad. Amén

Noviembre

María era templo del Espíritu, siempre fiel a cuanto el Espíritu Santo le
soplaba, movida por el Espíritu Santo y enseñada por él aún antes que Él (el
verbo) encarnase. Ella ahora intercede, como en el Cenáculo, para que la
Iglesia siga recibiendo el Espíritu Santo. Allí sentía compasión de aquel
ganadillo, y pedía con insistencia su venida: <<Envíales, Señor, el consolador
que los consuele; cumplir, Señor, la palabra… a estos flaquillos envíales, Hijo
mío, vuestro Espíritu Santo>> (Ser 32, 545ss)

San Juan de Ávila

Ven Espíritu Santo, con tu brisa suave; despierta en el corazón de la Iglesia el


amor del tiempo primaveral, el amor de la fresca juventud llena de impulso y
entusiasmo, el amor capaz de hacer superar todos los obstáculos que presentan
los miedos humanos, capaz de romper todas las barreras de la prudencia
miope. Dale aquel amor de Dios y a los hombres capaces de desplegar las
velas cada día y de navegar hacia alta mar para zarpar hacia todas las playas
de la tierra reseca, hacia todos los lugares donde se espera la lluvia de la nueva
estación.

Desciende, Santo Espíritu, sobre la Iglesia y, tocando con tu suave brisa las
cuerdas de su corazón, haz desprender de ellas el canto de la libertad y de la
alegría que dé voz a todos los pueblos de la tierra y los conduzca hacia un
futuro de verdadera fraternidad y paz.
Giorgio Zevini

Vivir bajo el impulso del Espíritu es caminar en la fuerza de otra libertad,


nacida de lo más íntimo del ser. Es dejarse seducir por otros horizontes más
profundos y más gratificantes. En el camino del Espíritu se persigue una estela
de luz maravillosa. La vida busca la sonrisa de lo infinito y anhela felicidad
cielo. En el camino de la carne, vamos de brinco en brinco y todo tiene
sensación de cortedad. Entonces ¿Cómo asimilar el criterio de Dios frente a un
mundo que ha endiosado la razón y la libertad a gusto personal? ¿Cómo entrar
en el camino del Espíritu frente al huracán sexual de los medios de
comunicación que día y noche nos azota la mente y el corazón?

Antonio Gracia.

Espíritu Santo, que eres la fuente inagotable de todo lo que existe, hoy quiero
darte gracias.

Gracias ante todo por la vida, por el fascinante misterio de existir. Porque
respiro me muevo, corre sangre por mi cuerpo, mi corazón late. Hay vida en
mí. Gracias.

Gracias porque a través de mi piel y mis sentidos puedo percibir los seres que
has creado a mi alrededor. Porque el aire roza mi piel, siento el calor y el frío.
Percibo el contacto con las cosas que toco.

Gracias porque mi pequeño mundo está repleto de pequeñas maravillas que no


alcanzo a descubrir.

Me rodeas y me envuelves con tu luz. Gracias, Espíritu Santo.

Amén.

Anónimo

5
El Espíritu Santo derrama en nosotros el fuego del amor, para que amar no
sea una obligación, sino una necesidad, un gusto, una elección
verdaderamente libre.

Cuando dejamos que el Espíritu Santo nos impulse al amor, entonces ya no


somos esclavos de miles de cosas que tenemos que cumplir. Somos libres,
porque nos brotan espontáneamente las obras que agradan al Señor.

Cuando el Espíritu nos ha trasformado, la libertad cristiana es convertirse en


esclavos de los demás (Gál 5, 13) porque el Espíritu Santo nos libera de
nosotros mismos para hacernos uno con el hermano y ganarlo para Cristo:
“siendo libre, me hice esclavo de todos” (1 Cor 9, 19)

Víctor Fernández

Como sedientos, acerquémonos a la fuente del agua viva. Reconociendo


nuestras fatigas interiores, pidamos al Señor que encienda un fuego nuevo en
nuestro corazón, cerrado a la alegría por motivos efímeros, por vanos
entusiasmos. Él está dispuesto a verter en nosotros el agua que apaga la sed
profunda, que lava una vida ofuscada por los errores y los pecados. Quiere
darnos la llama que ilumina, calienta y purifica al hombre.

Pier Giordano

Si amamos, si queremos aprender a amar únicamente en la escuela de Cristo,


guardando sus palabras, se nos dará una nueva condición de existencia: el
Espíritu de Dios vivirá en nosotros como en Jesús, haciéndonos en él hijos de
Dios, liberados de la esclavitud del pecado y, por tanto, libres de elegir el
seguimiento de Cristo como camino de vida.

Giorgio Zevini

El camino de santidad cristiana es de <<vida espiritual>>, es decir, según el


Espíritu, que infunde virtudes y dones para configurarnos con Cristo, en
relación con la vida sacramental. Del Espíritu Santo recibimos virtudes y
dones, para que podamos obrar conforme al alto ser de la gracia, que nos fue
dad. El Espíritu <<da lumbre al entendimiento, infunde amor a la voluntad y
fortaleza en el cuerpo>> (Carta 121, 4ss)

San Juan de Ávila

Como discípulo de Jesús necesitas un proceso serio de formación permanente


y sobre de toso, un vivir el camino de la fe con autenticidad y responsabilidad.
Es triste la pobreza testimonial de infinidad de cristianos, cuya vida transcurre
ciegamente por caminos de carne, de negación de valores humanos y
espirituales

Consérvate en la fe por gracia del Espíritu ¡Es hora de despertar! ¡Es hora de
vivir la salvación en el Espíritu! Celebra en tu vida la Pascua de la carne.

Antonio Gracia.

10

Espíritu Santo, que desde lo más íntimo de mi ser me posees, me conduces,


me bendices y me santificas.

Espiritualmente me postro ante tu santísima presencia aquí en el santuario de


mi propia alma. Te alabo, te adoro, te amo. Concédeme, Espíritu Divino, la
gracia de tenerte presente a lo largo de la realización de mi día de trabajo, de
ms ocupaciones y preocupaciones habituales.

Que tu presencia espiritual me asista. Que tu fuerza me sostenga. Que tu


recuerdo me aliente.

Te ofrezco mis esfuerzos, mis trabajos como un acto de perfecta alabanza a Ti,
que habitas en el santuario de mi propio corazón.

Anónimo

11
Como maestro interior, enseña al corazón la oración filial, el abandono
confiado del niño que se sabe amado y llevado por su padre. Como artista
divino, transfigura el rostro interior de cada uno como imagen irrepetible del
Hijo unigénito. Como testigo veraz, nos hará comprender y recordar los
secretos del Reino de los Cielos.

Sí, nuestra vida puede ser transformada por este viento que se abate
impetuoso, por este fuego celeste que baja y planta su tienda en el corazón;
pero, entonces, será vida entregada, perdida por nosotros y reencontrada en
Dios y en los hermanos, porque es hacia él hacia quien nos impulsa el Espíritu
de manera inexorable.

<<Envía, Señor, tu Espíritu, y renovarás la faz de la tierra, invocamos en la


liturgia. Envíalo, y renovarás también nuestro rostro, haciéndolo radiante con
tu luz>>

Pier Giordano

12

Toda la Iglesia, universal, diocesana o parroquial, necesita nacer de lo alto,


requiere dejarse transformar por el Espíritu. En muchas comunidades, la letra
sigue matando la libertad de los hijos de Dios, “nacidos del agua y del
Espíritu” (Jn 3, 5). ¿Será por esa acomodación a la letra que muchas Iglesias
parecen languidecer y esclerotizarse tristemente?

Antonio Gracia.

13

Como discípulo de Jesús necesitas un proceso serio de formación permanente


y sobre de toso, un vivir el camino de la fe con autenticidad y responsabilidad.
Es triste la pobreza testimonial de infinidad de cristianos, cuya vida transcurre
ciegamente por caminos de carne, de negación de valores humanos y
espirituales

Consérvate en la fe por gracia del Espíritu ¡Es hora de despertar! ¡Es hora de
vivir la salvación en el Espíritu! Celebra en tu vida la Pascua de la carne.
Antonio Gracia.

14

La acción de los dones es más fuerte que la de las virtudes ordinarias: <<Una
cosa es obrar como hombre bueno, aunque favorecido de Dios; otra cosa que
sea el Espíritu Santo el autor y movedor, y que sea el hombre cuasi no más
que instrumento… como si un gran pintor tomase la mano a uno que no sabe
pintar… obra Dios acompañado, el hombre como órgano del Espíritu Santo>>
Su operación es regeneración. Pone <<perfectísima conformidad en la
voluntad del hombre con la voluntad de Dios. (AF cap. 30. 5167ss).

San Juan de Ávila

15

A veces tenemos que revisar nuestra manera de amar. Siempre hay que
recordar que el encuentro de amor es una inclinación hacia el otro, no solo
para ayudarlo, sino también para valorarlo, para dejarme enriquecer por él.

El amor que derrama el Espíritu hace que yo considere al otro como una cosa
conmigo. Por eso puedo preocuparme por sus problemas, pero también puedo
alegrarme con sus alegrías.

Eso se muestra especialmente cuando soy capaz de festejar de corazón los


éxitos del otro, sin tener envidia.

Víctor Manuel

16

La palabra de Dios, pues, se expresa con palabras humanas gracias a la obra


del Espíritu Santo. La misión del Hijo y la del Espíritu Santo son inseparables
y constituyen una única economía de la salvación. El mismo Espíritu que
actúa en la encarnación del Verbo, en el seno de la Virgen María, es el mismo
que guía a Jesús a lo largo de toda su misión y que será prometido a los
discípulos. El mismo Espíritu, que habló por los profetas, sostiene e inspira a
la Iglesia en la tarea de anunciar la palabra de Dios y en la predicación de los
Apóstoles; es el mismo Espíritu, finalmente, quien inspira a los autores de las
Sagradas Escrituras.

Benedicto XVI

17

Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de
nosotros. "Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá
siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede
recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con
ustedes, y estará en ustedes" (Jn 14, 16-17)

El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará. Cincuenta


días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron
transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la
fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo.

Anónimo

18

El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de


quienes creen en Cristo como el Señor. Ayuda a su iglesia a que continúe la
obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más
a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los
demás. La gracia y vida divina que prodiga hacen a la Iglesia ser mucho más
grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus
dones y la lleva a unión perfecta con Jesús.

Anónimo

19

Luz sacrosanta del mundo, Abraza lo más profundo. Del corazón de tus fieles;
Sin tu bella claridad, Sólo existiría maldad, Y serían los hombres crueles.

Limpia toda sordidez, Fructifica la aridez, Sana lo que se halla herido,


Doblega la vanidad, Enardece la frialdad, Torna recto lo torcido
Juan Gutiérrez

20

El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y nos


inicia en la vida nueva. Él es quien nos precede y despierta en nosotros la fe.
Sin embargo, es el "último" en la revelación de las personas de la Santísima
Trinidad.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del


Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Sólo en los "últimos
tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, es cuando el
Espíritu se revela y se nos da, y se le reconoce y acoge como Persona.

Ivan Merchán

21

Vive dentro de ti

Nadie puede arrebatarte el Espíritu Santo porque vive dentro de ti, solo puedes
alejarlo de tu corazón tú mismo, cuando cometes un pecado.

El Espíritu Santo permanece para siempre en tu alma si crees y amas a Dios,


actuando sin que te des cuenta: Él es tu amigo, te aconseja y te anima en
momentos difíciles.

¡Qué maravilla es que tanto te ama Dios que quiere vivir dentro de tu alma!

Jesús Sánchez

22

Don de Sabiduría

El Espíritu Santo mediante este regalo, permite a tu alma sencilla conocer a


Dios y todo lo que a Él se refiere. Te da un gusto especial por todo lo que se
refiere a Dios o al bien de las almas. Te hace gozar con la oración y encontrar
verdadero gusto en las lecturas de buenos libros especialmente de la Biblia.
Hace que ya no actúes sólo para que te admiren, té lo agradezcan o te estimen,
sino solamente para que Dios quede contento.
Anónimo

23

Don del Entendimiento:

Mediante este regalo, El Espíritu Santo permite que entiendas mejor los
misterios de Dios, es decir, esas cosas que cuesta trabajo entender; que tengas
mayor certeza de lo que crees, todo se vuelve más claro. El Espíritu Santo
también ilumina tu entendimiento para que comprendas la palabra de Dios en
la Biblia.

Anónimo

24

Don de Consejo:

El Espíritu Santo te ayuda a que en el momento de tomar una decisión, escojas


lo que más te convenga, te inspira lo que debes hacer y cómo debes hacerlo, lo
que debes decir y cómo decirlo, lo que debes evitar y lo que debes callar.

A veces al leer una buena lectura, El Espíritu Santo te dice lo que está
esperando de ti.

También te ayuda a encontrar soluciones rápidas para causas urgentes, y guiar


a otros para que no hagan lo que no les conviene.

Anónimo

25

Don de Fortaleza:

Es una fuerza especial para realizar todo lo que Dios quiere de ti y para resistir
con paciencia y valor las contrariedades de la vida.

La vida es a ratos tan dura que sin el regalo de la fortaleza, no serías capaz de
aguantar sin desesperación.

La fortaleza te ayuda también en las tentaciones.


Anónimo

26

Don de Ciencia:

Es una facilidad para que puedas distinguir entre lo verdadero y lo falso,


distinguir lo que te llevará a Dios y lo que te separará de Él.

Este regalo del Espíritu Santo también te ayuda a convencerte de que lo que
más vale no es lo material sino lo espiritual.

Anónimo

27

Don de Piedad:

Las personas que reciben este regalo, tienen hacia Dios un cariño como hacia
un Padre amorosìsimo, y todo lo que sea por Él, lo hacen con gusto.

Este regalo del Espíritu Santo te moverá a tratar a Dios con la ternura y el
cariño de un buen hijo con su padre y a los demás hombres como a verdaderos
hermanos.

Anónimo

28

Don del Temor de Dios:

Es un temor cariñoso, que te da respeto de ofender a Dios, porque Él es un


Padre tan generoso y lleno de bondad hacia ti, y también porque sabes que
Dios es ¨justo¨.

Todo menos apartarte de tu Dios. Es pues, un temor que nace del amor.

Anónimo

29

El Espíritu Santo es el que puede transformar nuestros corazones con su soplo,


con su fuego, con su poder y su luz. Con su fuerza podemos cambiar poco a
poco nuestras actitudes llegando a ser personas renovadas. Siempre es posible
cambiar con el auxilio del Espíritu. Si no cambiamos no es porque él no
puede, sino porque nos respecta delicadamente. No nos obliga ni nos invade.
No actúa allí donde nosotros no se lo permitimos. Respeta nuestras decisiones,
y también nuestra debilidad.

Anónimo

30

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