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Los controles de vuelo (como casi todo) han evolucionado mucho desde los primeros aviones que
se construyeron. Al principio, el piloto tiraba de una palanca que tiraba de un cable que tiraba de
la superficie de control (los alerones, el timón de cola, etc). Luego los aviones se fueron haciendo
más grandes y más robustos… al contrario que los humanos, claro, que ni crecieron ni se hicieron
más fuertes, y que en consecuencia ya no podían mover los controles sin ayuda. Así que tuvieron
que poner un sistema hidráulico entre los mandos y las superficies de control que hiciera el
trabajo por ellos.
Sin embargo, tanto el sistema mecánico como el hidráulico tienen importantes desventajas.
Suponen llenar el avión de pesados y complejos entramados de cables, poleas, palancas y/o
circuitos hidráulicos, muchas veces por duplicado por cuestiones de fiabilidad. Y, además, no
ayudan al piloto a compensar las inestabilidades en vuelo causadas por las variaciones en las
condiciones aerodinámicas (más adelante explicaré lo que he querido decir con esto, no os
preocupéis), pudiendo ocasionar, por ejemplo, que el avión oscile en su trayectoria o que entre en
pérdida (algo que no suele gustar a los humanos que van dentro).
Los humanos inventaron el fly-by-wire para lograr superar su debilidad y su patente falta de
reflejos. Sustituyendo los sistemas mecánicos e hidráulicos por cables eléctricos consiguieron
ahorrar una fracción de peso considerable (se sabe que los aviones están permanentemente a
“dieta”), además de hacer las conexiones más fiables. Y, sobre todo, consiguieron hacer que hasta
cosas como el F-117 volaran sin (demasiados) problemas.
DESARROLLO
FLY BY WIRE
Con el fly-by-wire, si el piloto mueve el timón de profundidad para inclinarse diez grados,
el ordenador calculará cuál es la deflexión real que tiene que dar a dicho timón para que
el avión haga exactamente eso. Dicha deflexión dependerá de las condiciones del aire
alrededor del avión, pero pase lo que pase la trayectoria será la que quiera el piloto.
La idea surge, por un lado, como una necesidad de sustituir los viejos modelos mecánicos
e hidráulicos por algo que fuera más liviano, y ante todo más fiable en términos de
seguridad y estabilidad en el vuelo. Es necesario tener en mente en este punto el
tremendo peso que conlleva una estructura mecánico-hidráulica necesaria para pilotear
aviones de gran envergadura como un Boeing 777 o un Airbus A-330 y las consecuentes
ventajas de cambiar este sistema por circuitos electrónicos y sistemas de vuelo
computarizados.
Lo más interesante de este nuevo sistema, sin embargo, no se encuentra tanto en las
mejoras evidentes de rendimiento físico, sino que están también en la seguridad y
eficiencia del vuelo, ya que gracias a este modelo computarizado se ha logrado combinar
la pericia del piloto con la velocidad de cálculo de un ordenador, que es el encargado de
corregir las órdenes del piloto para luego enviar la señal electrónica y efectuar la orden,
todo en cuestión de milésimas de segundo.
A través de los sistemas fly-by-wire, el piloto envía una orden al aparato navegándolo
normalmente con del mando de vuelo. Esta orden se traduce en una señal electrónica
que es procesada por un ordenador en la aeronave, y comparada con una serie de
patrones adicionales como la velocidad, altitud, el viento, y otros datos que obtiene de los
propios sensores del avión. De esta forma, el ordenador es capaz de determinar
exactamente qué quiere hacer el piloto y corregirlo con absoluta precisión, para luego
enviar la señal a las estructuras mecánicas del aparato y efectuar la orden final,
evitándole al piloto el trabajo de estar realizando correcciones sobre la marcha, e
incrementando a la vez la estabilidad de la aeronave en el vuelo.
Claro que esto trae consigo un problema bastante significante, y es que un fallo en los
sistemas de vuelo fly-by-wire podría dejar a la aeronave absolutamente incontrolable. Por
este motivo, este tipo de sistemas cuenta con lo que se conoce como ordenadores
redundantes, varios equipos funcionando en paralelo que permiten que la aeronave pueda
continuar funcionando normalmente en caso de que uno, o incluso dos de ellos fallen.
Por encima de los Alpes austriacos vuela lo que parece ser un pequeño avión
ordinario. Pero tiene un secreto. Los controles de vuelo a bordo no son manuales.
En su lugar, las señales electrónicas y ordenadores determinan el patrón de vuelo.
El piloto de la aeronave vuela básicamente a través de un ordenador. Esto es lo
que se conoce universalmente como un sistema de vuelo digital de "fly-by-wire".
El siguiente paso fue integrar este software complejo en una reducido y ligero
hardware, adaptado a la capacidad de carga limitada de pequeñas aeronaves.
Pero antes de instalar el equipo digital en un avión real, una simulación compleja
había que hacer en una instalación única de vuelo aeronáutico.
Los fabricantes de aviones pequeños ven esto de seguridad reforzada como una
herramienta de marketing ideal para seducir a nuevos clientes potenciales. Los
investigadores están estudiando la manera de utilizar el mismo control de vuelo
digital no sólo para el crucero, sino para un desafío más grande: el despegue y el
aterrizaje.
http://airvoila.com/sistemas-de-vuelo-fly-by-wire/
http://www.enocasioneshagoclick.com/2009/03/escuadron-click-controles-de-
vuelo-y.html
http://juandelacuerva.blogspot.mx/2007/12/fly-by-wire.html
http://www.euronews.com/2012/11/28/small-aircraft-smart-safety