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Análisis del

personaje de
Ofelia
en Hamlet de
!
Shakespeare

Elena Nicolás Cantabella

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RESUMEN
Ofelia, personaje de la más famosa tragedia de William Shakespeare, Hamlet, ha
sido objeto de muchísimos estudios que lo han interpretado desde distintas perspectivas
y han ofrecido diversas hipótesis, a pesar de lo cual no se ha agotado, ni lo hará, pues
posee la ambigüedad y el carácter proteico y multiforme del teatro universal. Lo que
ofrecemos, por nuestra parte, es un sencillo análisis sobre el personaje tomando como
criterios: sus apariciones en escena, su evolución, las relaciones con los demás
personajes, sus palabras y su posible significado, así como su motivación dramática,
para ofrecer una posible caracterización del personaje, y destacar, posteriormente,
algunos aspectos de su influencia posterior en otras artes.
ABSTRACT
Ophelia, character of the most celebrated tragedy of William Shakespeare,
Hamlet, has been object of many studies that have explained it from different points of
view and have offered various hypothesis, although, the character hasn’t been
exhausted, and it never will, because it has the ambiguity and proteic nature and
multiform of universal theatre. What we offer, by our perspective, is a simple analysis
about the character taking as main guideline: her appearances on stage, her evolution,
the relations with the other characters, her words and its possible significance, as well as
her dramatic motivation to offer a possible description of the character and emphasize,
later on, some aspects about her later influence in other arts.
PALABRAS CLAVE
Ofelia, análisis dramático, Hamlet, Shakespeare.
KEY WORDS
Ophelia, dramatic analysis, Hamlet, Shakespeare.

JUSTIFICACIÓN
Aunque se ha escrito, analizado y debatido tanto sobre una de las obras de
mayor alcance y universalidad de la historia de Occidente, Hamlet de Shakespeare no se
agota en ninguna de las aproximaciones que se hacen de ella y sigue abierta a la
pluralidad de explicaciones e hipótesis, lo que motiva su imperecedera actualización
constante en cada uno de los nuevos estudios y montajes.
Nuestro trabajo toma como elemento de análisis el celebérrimo personaje de
Ofelia, que tanta repercusión ha tenido en diferentes artes a lo largo de la historia, sobre
todo en la pintura. No proponemos una clave interpretativa ni una hipótesis que arroje
más luz que estudios anteriores que tanto han ahondado en este personaje dramático,
pues ello sería del todo pretencioso. Lo que proponemos es un análisis de las
intervenciones de Ofelia, de sus relaciones con los demás personajes y de su evolución,
así como un intento de explicación de las motivaciones intrínsecas de este personaje,
pues creemos que, a pesar de los certeros estudios anteriores, Ofelia no está agotada
como objeto de análisis.
OBJETIVOS

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El objetivo principal de este trabajo es, pues, analizar el personaje de la tragedia
shakesperiana Hamlet, Ofelia, para tratar de definir dramáticamente al personaje y
encontrar su simbología en la obra.
MATERIAL Y MÉTODOS
El material que vamos a utilizar para intentar alcanzar estos objetivos son varias
ediciones de la obra, como son la de Philip Edwards, la de Ángel Luis Pujante y la de
Manuel Ángel Conejero1. También hemos visionado adaptaciones cinematográficas de
la obra, como la clásica de Laurence Olivier de 1948, la de Franco Zeffirelli de 1990 y
la de Kenneth Branagh de 19962, que es la que más tendremos en cuenta para el
análisis. Además hemos consultado obras y estudios sobre la tragedia o el personaje que
aparecen en la bibliografía final.
El método de trabajo será el de la lectura y el visionado atento de los materiales
para después describir todas las apariciones de Ofelia en la obra y realizar una
caracterización del personaje a través de ellas que nos permitan hallar claves dramáticas
del personaje, haciendo referencia a hipótesis que otros investigadores o directores de
cine han hecho sobre este asunto. Finalmente sintetizaremos los posibles hallazgos y
trazaremos una conclusión en consonancia con los resultados.
RESULTADOS
Las intervenciones de Ofelia a lo largo de la tragedia de William Shakespeare
son seis a las que debemos sumar dos en las que no interviene físicamente en escena,
pues ya ha fallecido, pero cuya relevancia es fundamental. La siguiente tabla muestra la
presencia en escena del personaje, ya sea en física o aludida.
Acto, escena Personajes en escena Descripción
I, 3 Laertes, Polonio (se incorpora Despedida de Laertes.
después).
II, 1 Polonio. Diálogo padre-hija sobre las
cartas de Hamlet.
III, 1 Gertrudis, Polonio, Claudio, Plan de Polonio para observar a
Hamlet (se incorpora después). Hamlet. Encuentro Hamlet-
Ofelia.
III, 2 Hamlet, Gertrudis, Claudio, Diálogo de Hamlet-Ofelia
Polonio, Horacio, corte. durante la representación de La
ratonera.

1 Todas las referencias bibliográficas se pueden consultar en el apartado final dedicado a la bibliografía.
2 Las fichas técnicas de las películas se encuentran en el apartado final dedicado a la bibliografía.

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IV, 5 Tiene dos partes: Ofelia se marcha y vuelve:
- Gertrudis, Claudio (se - Gertrudis y luego
incorpora luego). Claudio se dan cuenta
- Gertrudis, Claudio, de la locura de Ofelia
Laertes. por su extraño
comportamiento.
- Laertes contempla la
locura de su hermana
que les da a cada uno
una flor.
IV, 7 (Ofelia ya no aparece, está Relato que hace Gertrudis a
muerta) Laertes de la muerte accidental
Gertrudis, Laertes. de Ofelia.
V, 1 (Ofelia ya no aparece, está Entierro de Ofelia.
muerta)
Laertes, Hamlet, Gertrudis,
Claudio, Sacerdote, Horacio.

La primera vez que aparece en escena el personaje de Ofelia es en el acto I,


escena 3. Laertes se está despidiendo porque se marcha a Francia y le dice a su hermana
que no haga caso al amor de Hamlet, pues no se trata de un amor verdadero, sino fugaz
y efímero, un amor caprichoso del príncipe. Mientras mantienen este diálogo, aparece
Polonio, padre de ambos, y, tras una conversación con el joven, éste se marcha
finalmente. El padre interroga a su hija, entonces, acerca de la conversación que
mantenía con Laertes momentos antes y, al desvelar su contenido, Polonio adopta la
misma actitud que su hijo y le explica a la doncella que Hamlet sólo quiere
aprovecharse de ella y le ordena que deje de verle, a lo que la muchacha accede.
Si la vida del personaje teatral es fugaz, como indica José Luis Alonso de
3
Santos , es necesario que pronto se especifiquen en escena sus conflictos. Por este
motivo la justificación dramática de Ofelia aparece ante el espectador desde su primera
aparición en escena: la relación amorosa con el príncipe Hamlet. Desde que vemos a
Ofelia, ésta se presenta como la amada del protagonista de la obra y, además, se plantea
una relación amorosa en términos conflictivos, puesto que dos personajes que podrían
oponerse a esta relación e impedirla, Polonio y Laertes, así lo hacen intentando
convencer a la joven de lo infructuoso de tales relaciones.
Laertes, primero, y luego Polonio, advierten a Ofelia de la imposibilidad de la
relación de la muchacha con el príncipe debido al futuro de éste como monarca y a su
diferencia social. Ofelia aparece en su primera intervención con dos hombres, su padre
y su hermano, que actúan como sus tutores y guías, que la persuaden en tono
paternalista y con superioridad jerárquica, a que finalice toda pretensión de relación con
Hamlet.
La actitud de Ofelia es la de una doncella sumisa y obediente que escucha con
mucha atención y concediéndole criterio de argumento de autoridad a los dictados de

3 ALONSO DE SANTOS, J.L. (2007), pp. 117 y siguientes.

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Laertes y Polonio. Es una muchacha inexperta y carente de voluntad y decisión, a
diferencia de otros personajes femeninos del dramaturgo. Sólo muestra una pequeña
rebeldía cuando, tras el discurso de su hermano acerca de los problemas de perder la
honra y de su importancia, ella replica a Laertes aduciendo que no debe defender
virtudes que él no demuestre, pues ello evidenciaría una conducta hipócrita, como
observamos al leer: “Guardaré el sentido de esos buenos consejos/ como custodia de mi
corazón. Pero, hermano mío,/ no hagas como ciertos eclesiásticos/ que muestran el
espinoso camino de la gloria/ mientras que, libertinos, jactanciosos,/ siguen ellos la
senda florida del placer/ ignorando su propio consejo”, intervención con la que
Shakespeare desliza una tópica crítica a los excesos del clero de la época.
A pesar de esta pequeña concesión a Ofelia, en esta escena, se muestra obediente
a su hermano al despedirse y declarar su firme voluntad de seguir los consejos de éste
de una manera tan plástica al decir: “Los he encerrado en mi memoria/ y sólo tú tienes
la llave para abrirla”. Y también se muestra obediente y sumisa con su padre pues revela
a éste el tema de la conversación con Laertes y, después contesta de manera ingenua a la
pregunta de su padre sobre qué sucede entre ella y Hamlet. La actitud de Ofelia, crédula
de la sinceridad de las pruebas de amor del príncipe contrasta con la actitud pragmática
y nada idealista del padre que la llama “niña inexperta” e “ingenua”.
Ofelia es indecisa y no sabe a quién creer, si a las pruebas de amor de su amado
Hamlet o a las palabras de su padre. Intenta ofrecer a su padre pruebas de que el amor
del príncipe es real, pero su padre consigue destruir sus argumentos sin que ella ofrezca
una valiente y fuerte resistencia. Esta actitud de obediencia cierra el diálogo, con el “Os
obedeceré en todo, Señor”, de la muchacha.
Tenemos, pues, una primera aparición de Ofelia, en la que sabemos que tiene
esperanzas en su relación amorosa con el príncipe Hamlet, pero son destruidas por su
padre y su hermano.
La segunda aparición de Ofelia se produce cuando relata a Polonio la extraña
visita que ha recibido del aparentemente perturbado príncipe Hamlet. Le dice a su padre
que le ha devuelto las cartas como él ordenó y éste llega a la conclusión de que el estado
del príncipe se debe al amor por su hija y decide contárselo al rey.
El tema de la presencia de Ofelia en escena vuelve a ser su relación amorosa con
el príncipe Hamlet, como vemos.
El personaje con el que Ofelia dialoga es su padre, lo que nos remite a un ámbito
familiar y a una relación jerarquizada padre – hija que insiste en la obediencia y
sumisión de la que ya hemos hablado.
Ofelia se encontraba cosiendo en su estancia, lo que significa que nos
encontramos con una labor doméstica, propia de la sumisión de la mujer, y en su ámbito
privado, que Hamlet invade y vulnera al entrar en él. Ofelia, como vemos, siempre se
encuentra con personajes masculinos que la tratan como a una niña o como a un objeto
carente de voluntad, decisión ni opinión.
Es importante insistir en la obediencia filial de Ofelia pues resulta extraño, no en
el personaje, sino comparado con otros personajes femeninos del teatro de la época,
que, ante la visita de Hamlet, vaya corriendo a contárselo a su padre y no a otra
doncella, o a una criada, es decir, a una cómplice de su relación amorosa. Pero esta
obediencia va más allá y, a pesar de que la joven está enamorada de Hamlet, le dice a
su padre que ha seguido sus órdenes y le ha devuelto las cartas al príncipe, como

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observamos cuando afirma: “No, señor, pero tal como vos ordenasteis/ le devolví sus
cartas, negándole el acceso/ a mi persona”, lo que supone la ruptura de la relación
amorosa entre los jóvenes, aunque ésta ya había comenzado desde el mismo momento
en que Ofelia había informado verazmente de los propósitos de Hamlet a su padre y a su
hermano, provocando la intervención de Polonio, y no manteniendo la relación en
secreto.
Polonio encuentra en el rechazo de Ofelia hacia Hamlet la causa de la
enfermedad de éste, lo que él califica de “locura de amor”, mostrando un gran
desconocimiento de la naturaleza del príncipe. El carácter del consejero se define
prontamente cuando decide revelar al rey esta información, pues se muestra como un
chivato o un soplón que no reflexiona prudentemente acerca de las consecuencias de
esta revelación y de su alcance. Polonio quiere mostrar su fidelidad al rey, pero no por
motivos éticos, sino por sus ganas de congraciarse con éste, de ser el que solucione el
problema de palacio, la locura de Hamlet, y así, ascender en la corte.
No le importa su hija, pues ésta hace lo que él le manda y no le importa utilizarla
como objeto, ni hacer públicas las cartas privadas que Hamlet le ha enviado. De esta
manera la “traición” de Ofelia al contar a su padre los intentos amorosos del príncipe se
abre a un círculo mayor.
La tercera aparición de Ofelia en escena se produce a raíz del plan que urde su
padre para que el rey compruebe que la teoría de Polonio sobre el motivo de la locura de
Hamlet es cierta.
Ofelia aparece entre los personajes de Gertrudis, aunque ésta no participa casi de
los hechos, Claudio y Polonio, por lo que, otra vez, se encuentra entre dos hombres que
ejercen su poder sobre ella y que la tratan como a una marioneta. Lo que sucede es que
Polonio idea un encuentro fortuito entre su hija y el príncipe, al que la doncella se
presta. Aparece entonces Hamlet y pronuncia su archiconocido monólogo del “Ser no
ser” y, después, se encuentra con Ofelia y dialoga con ella mientras el rey y el consejero
espían la escena. Ofelia le devuelve los regalos de enamorado que le hizo, pero Hamlet
le dice que no son suyos, e insiste en que se meta en un convento y despliega todo un
ataque misógino. Ofelia, por su parte, sufre al darse cuenta de cómo el lleno de virtudes
Hamlet ha perdido el juicio y cómo su amor está perdido.
En la escena la reina Gertrudis es la única que se muestra favorable al amor entre
Hamlet y Ofelia y así se lo manifiesta a la joven, con la que se muestra cariñosa y
comprensiva. Entre ambas mujeres hay un vínculo de unión que se mostrará en la
empatía de la reina hacia la muchacha, pues ambas son mujeres con poca voluntad que
se dejan dominar por las decisiones de los hombres. Ofelia, ante el plan de la reina,
vuelve a contestar con sumisión, aunque se trate de lo contrario que le ordena su padre.
Polonio, por su parte, usa a su hija como a una especie de autómata u objeto
valioso sólo para conseguir sus propósitos. Demuestra, por tanto, un carácter hipócrita,
adulador y maquiavélico que puede verse cuando dice: “Pasead por aquí, Ofelia…
Majestad, vos y yo,/ nos esconderemos aquí… Lee de este libro./ Mostrar tal devoción
hará que tu soledad/ parezca creíble” y desvela toda su concepción cínica de la vida al
asegurar ante su propia y obediente hija: “Oh cuán a menudo merecemos/ reprobación,
pues es evidente que un rostro devoto/ y una actitud piadosa pueden llegar a hacer
dulce/ al mismísimo diablo”.

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Cuando ya se encuentran en escena Hamlet y Ofelia, ésta muestra
simbólicamente los signos del amor roto entre los jóvenes, pues han perdido todo su
perfume, y lo han hecho, desde la perspectiva de la joven, porque personajes ajenos al
amor se han introducido pragmátizándolo, y desde la del joven, por la revelación del
espectro.
Hamlet, que va a jugar con la frágil estabilidad emocional de Ofelia, le pregunta
a ésta “¿sois honesta?”, planteándose una situación ambigua, ya que el espectador sabe
que Ofelia no lo es con el príncipe y le oculta que la situación que está viviendo
responde a un plan orquestado por otros que, además, los están espiando. La pregunta
del espectador es si Hamlet es conocedor del auténtico alcance de esta pregunta, ante la
que la joven vacila al contestar, mostrando esa actitud insegura y carente de voluntad
propia.
El príncipe entonces juega con ella y con su ingenua credulidad, pues al
principio le dice “Antes yo os amaba”, indicando el fin de ese amor, lo que la joven
cree, y momentos después le dice lo contrario, “Yo no te amaba”, dejando un poso de
decepción en Ofelia. Estos juegos sobre Ofelia y las constantes manipulaciones serán
las que rompan dramáticamente al personaje. Quizás por ello Hamlet, tras definirse ante
la muchacha como un personaje negativo y vil, la inste a entrar en un convento para
preservar su virtud, porque Elsinor, y el mundo de Hamlet, es un lugar monstruoso que
ensucia todo lo que toca. Además de este argumento, el príncipe va a lanzar ataques de
intensa misoginia que parecen dirigidos hacia su madre aunque proyectados sobre su
antigua amada.
Pero Ofelia no es del todo inocente y miente cuando Hamlet le pregunta por el
paradero de su padre. La necesidad de obediencia de la joven entra en contradicción con
la moral, pues no puede satisfacer las órdenes y deseos de todos los personajes a un
mismo tiempo.
Finalmente somos conscientes del dolor de Ofelia ante la locura de Hamlet, ya
que exalta las virtudes de éste al lamentarse exclamando: “Oh noble inteligencia
perdida./ Con ojos, lengua y espada del soldado/ el cortesano y el discreto. Flor y
esperanza del reino./ Espejo de la elegancia, modelo de gallardía,/ blanco de todas las
miradas. ¡Y todo arruinado!”, y de su tristeza al haber perdido su amor cuando afirma:
“Y yo la más infeliz, miserable de las mujeres,/ yo, que he sorbido la miel de sus dulces
votos”.
Como observamos, el carácter inseguro de la muchacha, su dependencia de los
demás personajes que conlleva que la utilicen para sus fines marcará su locura y final
sacrificio.
La cuarta aparición de Ofelia ante el espectador se produce en la famosa escena
del teatro dentro del teatro cuando la corte va a ver “La ratonera”, la obra que Hamlet ha
preparado con la compañía de actores que ha llegado a Elsinor y que es una recreación
del asesinato de su padre a manos de su tío y de su madre. Los personajes que aparecen
en esta escena junto con Ofelia son: Hamlet, Gertrudis, Claudio, Polonio, Horacio y, en
el otro plano, los personajes – actores de “La ratonera”.
Hamlet quiere apoyar la cabeza en el regazo de Ofelia mientras van a ver la
obra, y acosa a una Ofelia cambiante sin voluntad ni firme decisión. Hamlet va
comentando la obra. Cuando el rey Claudio se levanta, Ofelia es quien se da cuenta. Se
interrumpe la actuación y se termina la escena.

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Como ya había sucedido cuando Hamlet había entrado en la estancia de Ofelia,
violando el espacio privado de la doncella, ahora vulnera su propio espacio físico, su
cuerpo. El príncipe quiere recostar su cabeza en el regazo de la joven y ésta se muestra
contraria por pudor, pero luego, ante la insistencia de Hamlet, accede. Ello demuestra
que no tiene fuerza en sus convicciones, que es voluble y que con la suficiente
determinación, Ofelia cede. Volvemos a insistir en que no es virtuosa, sino sumisa y
dócil, fácilmente manipulable.
Así es como Hamlet insinúa que la joven ha tenido pensamientos malsanos ante
la primera petición del príncipe, desarrollando cierta crueldad, ya que es consciente de
que su rival no está a la altura de su inteligencia. De hecho, la muchacha, cohibida,
ruborizada y nerviosa ante los hechos y tal insinuación, contesta diciendo: “No pensé
nada, mi señor”.
El cinismo de Hamlet, que toma como víctima sacrificial a Ofelia, va a aparecer
en comentarios velados que el personaje haga a la dama cuando ésta intente desarrollar
una conversación superficial y convencional. Así, al comentario sobre lo breve del
prólogo de la obra que hace Ofelia: “¡Oh, cuán breve ha sido!”, Hamlet contestará
apuntando contra ella: “Como el amor de una dama”. Estos constantes ataques minarán
la salud emocional de la muchacha hasta volverla loca.
La quinta aparición de Ofelia en escena podemos dividirla en dos partes, ya que
la joven aparece, abandona la escena, y vuelve nuevamente a aparecer cuando un
personaje se ha incorporado. Se trata de la escenificación de la locura de Ofelia tras la
muerte de su padre a manos de su amado Hamlet y del destierro encubierto de éste a
Inglaterra. Todo ello provoca la ruptura de la frágil y voluble personalidad de Ofelia.
En la primera parte de la aparición de ésta, se encuentran en escena Gertrudis y,
posteriormente, Claudio. Ofelia entra donde está la reina y comienza a hilar un discurso
inconexo que demuestra su locura y a cantar baladas populares sobre el amor con un
tono procaz. Entra entonces el rey y la reina le informa del estado de la joven. Él cree
que todo se debe a la muerte violenta de su padre. Ofelia se despide con un discurso
cada vez más caótico.
Si cuando Ofelia está cuerda aparece siempre con personajes masculinos que
establecen una relación jerárquica de superioridad hacia ella y que la utilizan y
manipulan para conseguir sus planes, cuando se vuelve loca es la reina la que la
acompaña. Gertrudis empatiza con Ofelia y se muestra realmente afectada por el estado
de la joven, pues es la única que puede comprender las emociones de la chica en ese
universo masculino de poder.
Ofelia, por su parte, exterioriza su desvarío a través de canciones que mezclan
tres elementos: baladas de raíz popular, la muerte de su padre y la pérdida del amor. Los
dos últimos elementos aparecen fusionados, pues tanto su padre como su amado son
figuras que guían la conducta y los pensamientos de la joven de igual manera, y su
pérdida supone no tener ese timón que deja a la muchacha como un barco sin dirección,
a la deriva de la locura. Vemos esta fusión cuando dice: “Se ha ido; está muerto, señora./
Muerto… ¡Se marchó!/ Cubierto de verde musgo,/ sus pies - ¡ay! – de mármol son…”,
pues resulta ambigua y no sabemos si refiere a su padre o, por momentos, alude a la
partida de Hamlet y a la frustración ante la pérdida del amor.
Por otra parte nos encontramos con el elemento simbólico con el que se
identifica a Ofelia: las flores. Ya Laertes había asociado en la primera aparición de

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Ofelia a ésta con las flores y la avisaba del peligro del gusano de la flores que puede
corroer la virtud al decir: “Y la calumnia somete a la propia virtud./ Y el gusano las
flores más tempranas corrompe/ antes de que se abran sus capullos”. Ahora las flores
aparecen en la balada de Ofelia asociadas a la muerte, como los elementos jóvenes,
puros, bellos y dulces que lloran sobre la tumba; la identificación de Ofelia con las
flores de la tumba de su padre parecen evidentes cuando canta: “Flores, muchas flores,
lo sepultan;/ y lágrimas de amor,/ llueven sobre su tumba”. El elemento de las flores
dará unidad dramática al personaje de Ofelia, pues pronto se convertirán en elemento
físico cuando se produzca la famosa escena de las flores o cuando se relacionen con la
muerte de la joven relatada por la reina Gertrudis.
Ofelia está loca y su discurso es inconexo y caótico, pero el teatro nos demuestra
que la locura tiene una veta de verdad y, a través de ella los personajes dicen verdades
universales. Así le sucede a Hamlet cuando se finge loco y así le sucede a Ofelia cuando
expresa una de las claves interpretativas de la obra al decirle al rey: “¡Señor, señor! Lo
que/ somos, lo sabemos; no sabemos, sin embargo, lo/ que podemos ser…” que
contiene una máxima aplicable a los personajes de la obra y a la existencia humana.
Frente a la estabilidad de lo habitual, de lo esperado, de la tranquilidad de lo cierto, el
ser humano, llevado a situaciones extremas, puede llegar a ser algo o a hacer algo
impensable en él. Esa verdad del desconocimiento auténtico de la naturaleza humana
enlaza el discurso de Ofelia con los monólogos de Hamlet y nos muestra cómo el
cinismo y el nihilismo del ambiente de Elsinor han penetrado por fin en Ofelia
rompiéndola en mil pedazos, al no ser capaz de soportarlo.
También podemos señalar que la locura produce en la muchacha una
desinhibición sexual que suele ser habitual en personajes tan frágiles y tan dominados
por los demás personajes. Así, en las canciones, Ofelia habla de la pérdida de la virtud
como inevitable al amor al cantar: “¡Ya despierta el galán, ya se viste!/ Abre la puerta y
la invita./ Ella, inocente, claudica,/ y deja atrás su virtud”, que puede significar la
sensación que tiene ella al haber sido engañada y abandonada por el príncipe Hamlet. Y
también alude en tono procaz al miembro viril al decir: “oh, truhanes, cómo su espolón
manejan/ los mancebos cuando acechan!”. El mundo sencillo de Ofelia, su ingenuidad
se ha roto y la visión cínica de la realidad han provocado una locura, lo cual se deja ver
en la balada que canta: “Y ella se lamenta: prometisteis desposarme/ antes de que boca
arriba yo estuviera…/ Y el le respondió:/ ¿A qué venir a mi lecho/ si esa promesa os
hiciera?”.
Finalmente el discurso de la joven se va tornando más y más caótico e
incoherente en su despedida.
Ofelia se marcha y al volver momentos después a la escena, además de los reyes,
se ha incorporado un personaje, Laertes, su hermano, que ha sido informado de la locura
de la joven. Los hechos de esta aparición son los siguientes: Ofelia entra en la sala del
palacio con sus incoherentes canciones y Laertes la ve, se compadece y sufre al
contemplar su estado. La muchacha trae flores para cada personaje y las va dando
comentando su significado. Canta una balada triste y se marcha.
Cuando Ofelia entra y su hermano la ve en su desvarío, expresa la fragilidad del
juicio, de la razón, de las doncellas y se extraña por ello. Pero no es consciente que,
durante la obra, todos los personajes han manejado a su antojo a la muchacha y la han
utilizado como objeto sin voluntad al servicio de sus propósitos.

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Ofelia alude después al entierro de su padre y lo hace con un lenguaje amoroso
en el que se produce la fusión entre padre – amado, pues la pérdida ha sido doble y, en
su dolor y locura, no puede establecer límites. Así se despide del padre – amado
diciendo: “Adiós, paloma mía, adiós”.
Tras esta canción se desarrolla la famosa escena de la entrega de las flores de
Ofelia, punto culminante del personaje dramático en escena y, tras el cual, se producirá
su ahogamiento. En la simbología de las flores que entrega Ofelia a Laertes, a Gertrudis
y a Claudio se ejemplifica el axioma del que parte Hamlet para fingirse loco y es que los
locos pueden decir verdades que los cuerdos no pueden sin que nadie pueda sentirse
ofendido. En la locura de Ofelia, paradójicamente, hay más cordura y conocimiento del
que tenía antes. Como han señalado muchos autores y podemos leer en las notas a pie
de página de la edición de la obra de Manuel Ángel Conejero4, Ofelia entrega a Laertes,
quizás confundiéndolo con su amado Hamlet, dos flores: romero (simboliza los
recuerdos, el recuerdo concreto de los muertos y la prenda de amor) y pensamiento (está
relacionada con los recuerdos, con San Valentín y es el emblema de la Trinidad); a la
reina Gertrudis: hinojo (simboliza la adulación) y aguileño (el adulterio), a Claudio le
asignaría la ruda, pero ella también se quedaría alguna, pues simboliza respectivamente,
la culpa y el arrepentimiento (Claudio) y la pena y la tristeza (Ofelia). La margarita y la
violeta son flores que simbolizan la pureza y la inocencia, pero también a las víctimas
del amor, por lo que representan a Ofelia, pero la muchacha afirma que éstas se
marchitaron al morir su padre, lo que implica esa identificación de la joven con las
citadas flores, pues al morir su padre – amado, Ofelia se marchitó.
Finalmente la joven se marcha, pero antes canta una canción de amor en la que
demuestra su estado atormentado ante la desaparición de su amor y se insinúa, como
eco anticipado, la muerte de Ofelia, dado que en su letra dice: “No, ya no volverá, no/
nunca volverá;/ no, que está muerto, no;/ acaba con tu vida ya,/ que él nunca volverá”.
Curiosamente ese “acaba con tu vida ya” se materializará y quien no volverá nunca será
la propia Ofelia.
Los dos siguientes momentos en que el personaje de Ofelia es relevante para la
obra, ya no aparece en escena, sino que su importancia radica en lo que los personajes
dicen de ella.
El primer momento en que Ofelia es aludida por un personaje en escena es el
diálogo que mantienen Gertrudis y Laertes, en el que la reina le cuenta al joven la
muerte accidental por ahogamiento de Ofelia y la describe de manera muy lírica. Ofelia
estaba jugando con las flores cuando una rama se partió y cayó a las aguas
manteniéndose un instante flotando, pero, yéndose al fondo instantes después al mojarse
las ropas. Laertes expresa su pena, pero se contiene y decide vengarse.
Este momento de la obra, que ha sido plasmado en la pintura y en la poesía en
sucesivas recreaciones, vincula a la reina Gertrudis con Ofelia. Es la reina la encargada
de contar este suceso, pues es el único personaje femenino de la obra además de la
doncella, es la única que empatiza con ella y que le demuestra su cariño. Su tono es
maternal en su descripción del accidente.
En este relato que Gertrudis hace de la muerte de Ofelia vuelven a tomar gran
importancia las plantas y, más concretamente, las flores. El ahogamiento acaece al lado

4 SHAKESPEARE, W. (1992), pp. 554-57.

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de un gran sauce, árbol que simboliza la pena, el llanto. La muchacha estaba recogiendo
flores para hacerse guirnaldas con ranúnculos (ojos de coyote o botón de oro),
margaritas (simboliza la pureza), y “dedos de difunto” (aúnan la muerte con el sexo). La
imagen que la reina forma en la mente del espectador al describir a la joven en el
instante previo a la muerte es el de una ninfa o una náyade de las aguas, pues explica:
“Extendidos/ sus ropajes en el agua, salía a flote cual sirena,/ y cantaba estrofas de
antiguas canciones,/ inconsciente del peligro, o como hija del agua,/ acostumbrada a
vivir en el propio elemento”.
Finalmente, la última ocasión en que la figura de Ofelia tiene importancia
escénica es durante su entierro. Los personajes que aparecen en estas exequias son:
Laertes, Hamlet, Gertrudis, Claudio, el Sacerdote y Horacio. También está el cadáver de
la doncella. La escena comienza con el entierro de la joven, en el que Laertes se queja al
Sacerdote de que no se puedan realizar más ritos, a lo cual éste responde argumentando
que nada más puede hacerse debido a las circunstancias de la muerte de su hermana.
Laertes expresa su dolor y su ira. Hamlet que, junto a Horacio, había estado
contemplando la escena, irrumpe y se presenta haciendo una hiperbólica descripción de
su dolor por la muerte de la muchacha frente al dolor de Laertes, que él considera
mucho menor.
Lo más significativo de la escena resulta el desmedido amor y la infinita pena
que dice sentir el príncipe Hamlet por la muerte de Ofelia y que parece no
corresponderse con las palabras, la actitud y los actos anteriores del personaje. Hamlet
dice: “Yo amaba a Ofelia. ¡Y ni el amor/ de cuarenta mil hermanos, por mucho que
fuera,/ podría sobrepasar el mío! ¿Qué harías vos por ella?”, o exclama ante Laertes:
“Por la sangre de Dios, decidme, ¿qué haríais?/ ¿Queréis llorar? ¿Queréis batiros?
¿Ayunar? ¿Destrozaros?/ ¿Beber vinagre? ¿Comeros un cocodrilo? ¡Yo lo haré!/ ¿A qué
habéis venido? ¿A lloriquear?/ ¿O a haceros el valiente saltando a la tumba?/ ¡Que te
entierren vivo con ella! ¡Y a mí también! ¡A los dos!”.
Esta excesiva exteriorización de dolor parece retórica y teatral, sobre todo en un
personaje que no expresa ni una sola vez durante toda la obra que su tormento proceda
del conflicto de tener que abandonar el amor por su deber de hijo leal, como sí que
sucede en otros personajes dramáticos, como puede ser el caso del Cid en Las
mocedades de Rodrigo de Guillén de Castro o en su reelaboración francesa El Cid de
Pierre Corneille, y además trata a Ofelia con gran crueldad, insistiendo en sus
inseguridades y lanzándola contra el mundo más cínico y nihilista.
Como afirma Harold Bloom: “El príncipe no tiene ningún remordimiento por
haber matado a Polonio, o por haber acosado malévolamente a Ofelia hasta la locura y
el suicidio, o por su despido gratuito de Rosencrantz y Guildenstern hacia sus muertes
inmerecidas. No creemos a Hamlet cuando se jacta ante Laertes de que amaba a Ofelia,
pues la naturaleza carismática parece excluir el remordimiento, excepto por lo que
todavía no se ha hecho”5.
Si hasta aquí hemos realizado un análisis del personaje dramático de Ofelia en la
tragedia de Shakespeare, queremos ahora mencionar muy brevemente algunas
actualizaciones de este personaje en diferentes artes.

5 BLOOM, H. (2002), p. 484.

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En cuanto al cine, resulta obvio decir que hay una decena de versiones de la
obra, pero tres son las que más éxito de público han tenido: la clásica de Laurence
Olivier, en la que Vivien Leigh interpreta a Ofelia, la hollywoodiense de Zeffirelli, con
Helena Bonham-Carter y la más aclamada, la de Kenneth Branagh, con Kate Winslet.
Vamos a comentar algunos aspectos destacables de las dos últimas versiones relativos al
personaje de Ofelia.
En la versión de Franco Zeffirelli, una joven muchacha pálida, que en ese
momento se había especializado en papeles de época, representaba el papel de una
Ofelia cándida, virginal, pura, entregada al amor y sin ningún tipo de ambigüedad en
sus intenciones. Destacable era la escenificación del primer encuentro entre Ofelia y
Hamlet, cuando éste se muestra loco por vez primera y la recreación de la muerte de
Ofelia, narrada al mismo tiempo por la reina Gertrudis, interpretada por Glenn Close, y
escenificada por Ofelia – Helena Bonham-Carter. Asimismo, la escena climática de la
muchacha, la de las flores, intensificaba la locura al entregar huesos y no flores.
Más compleja resulta la actualización del veterano en las adaptaciones
shakesperianas, K. Branagh. En esta versión, resulta sugerente la ambigüedad del
personaje de Ofelia encarnado por Kate Winslet. Cuando la joven entrega la carta con el
poema de amor escrito por Hamlet a su padre, Polonio, y tiene que leerlo delante de los
reyes y de éste mismo, cosa que no sucede en la tragedia ya que no es ella quien lee,
sino Polonio, aparecen escenas utilizando el flash-back en las que se ve a Hamlet y a
Ofelia manteniendo relaciones sexuales, tras las cuales, es Hamlet quien lee el poema.
Branagh juega con esa puerta abierta al sexo que plantea dudas sobre Ofelia, pues, si
tradicionalmente se ha aceptado en los montajes que es pura y obediente, y que no ha
sido la amante de Hamlet, su turbación y sus alusiones a la pérdida del honor y al
abandono del amante tras el acto sexual cuando está enajenada pueden interpretarse
como culpa y arrepentimiento ante su entrega al príncipe Hamlet. Además, su débil
resistencia a las fuertes y poderosas voluntades de los personajes masculinos, su
necesidad de guía y de complacencia a los demás, no habría supuesto un impedimento a
las pretensiones sexuales del príncipe, sino todo lo contrario.
Para finalizar este apartado, queremos destacar la enorme presencia de Ofelia en
la pintura, sobre todo la gran eclosión de cuadros que toman como tema la muerte de
Ofelia en el siglo XIX. El instante previo a la muerte de la joven, suspendida en las
aguas, adornada con guirnaldas de flores, con largos cabellos flotando y con ropajes
medievales, ha sido plasmada una y otra vez, fundamentalmente por la escuela
prerrafaelita, por Delacroix, y por John Everett Millais, cuyo cuadro es uno de los más
famosos y conocidos.
El aspecto que más ha trascendido del personaje de Ofelia a las demás artes es
su muerte. Así, el poeta francés Arthur Rimaud la describió como un gran lirio blanco
flotando sobre el río desde hace más de mil años o Gaston Bachelard encuentra en el
mito de Ofelia una encarnación de las aguas suicidas.
CONCLUSIÓN
Al finalizar este breve trabajo de investigación, nos encontramos con una serie
de conclusiones que pasamos a enumerar:
1. El personaje de Ofelia está justificado dramáticamente en la obra por su relación
amorosa con Hamlet.

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2. Se trata de una muchacha joven con un carácter sumiso, carente de voluntad y
decisión, indecisa, fácilmente manipulable y con tendencia a complacer a los
demás personaje. Los personajes la tratan como a una niña ingenua e inexperta.
3. Cuando está cuerda aparece siempre rodeada de personajes masculinos con los
que establece una relación de inferioridad y de dependencia. Cuando se vuelve
loca, aparece siempre con la reina Gertrudis, la cual empatiza con ella y la trata
de manera cariñosa, pues entre ambas hay una especie de solidaridad femenina.
4. Los personajes masculinos de la obra la manipulan, la utilizan como objeto para
la consecución de sus objetivos o proyectan sobre ella las iras que deberían
lanzar sobre otros.
5. Como consecuencia del punto anterior, Ofelia es un objeto que, de tanto usarlo,
se rompe. Su carácter frágil no aguanta el juego al que la someten y pierde la
cordura por los actos que sobre ella se ejercen.
6. Ofelia encarna, pues, a la víctima sacrificial de la tragedia. Es la única no
culpable de ningún acto delictivo, pero su naturaleza se fractura al contacto con
la cínica realidad del castillo de Elsinor.
7. El símbolo de Ofelia en escena son las flores, que representan la virtud, la
pureza, pero, al mismo tiempo, son producto efímero y delicado y perecen al
más leve contacto con el mal.
8. Es un personaje ambiguo en el que las referencias sexuales son una constante
durante toda la obra y, en su proceso de enajenación, van unidas a la muerte.
9. El instante previo a su muerte ha sido el que más influencia posterior ha tenido.
BIBLIOGRAFÍA
▪ ALONSO DE SANTOS, José Luis (2007). Manual de teoría y práctica teatral.
Barcelona: Castalia.
▪ BACHELARD, Gaston (2005). El agua y los sueños. México: Fondo de cultura
económica.
▪ BLOOM, Harold. (2002) Shakespeare. La invención de lo humano, Barcelona:
Anagrama.
▪ DE LA CONCHA, Ángeles, CEREZO MORENO, Marta (2010). Ejes de la
literatura inglesa medieval y renacentista. Madrid: Ramón Areces.
▪ SHAKESPEARE, William (1992). Hamlet. Edición de Manuel Ángel Conejero.
Madrid: Cátedra.
▪ SHAKESPEARE, William (2008). Hamlet. Edición de Ángel Luis Pujante.
Madrid: Espasa Calpe.
▪ SHAKESPEARE, William (2003). Hamlet, prince of Denmark. Edición de
Philip Edwards. Cambridge: Cambridge, University Press.

Fichas técnicas de las adaptaciones cinematográficas:


▪ Hamlet (1948). 147 min. Reino Unido. Director: Laurence Olivier. Guión:
Laurence Olivier. Música: William Walton. Fotografía: Desmond Dickinson
(B&W). Reparto: Laurence Olivier, Jean Simmons, Basil Sydney, Eileen Gerlie,
Felix Aylmer, Terence Morgan, Norman Wooland, Peter Cushing, Stanley
Holloway, Anthony Quayle, Harcour Williams, Patrick Troughton.
▪ Hamlet (1990). 135 min. Estados Unidos. Director: Franco Zeffirelli. Guión:
Franco Zeffirelli, Christopher de Vore (Teatro: William Shakespeare). Música:

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Ennio Morricone. Fotografía: David Watkin. Reparto: Mel Gibson, Glenn Close,
Alan Bates, Paul Scofield, Ian Holm, Helena Bonham Carter, Michael Maloney,
Nathaniel Parker, Stephen Dillane, John McEnery, Sean Murria, Pete
Postlewaite, Christopher Fairbank, Vemon Dobtcheff, Trevor Peacock, Richard
Warwick, Christien Anholt.
▪ Hamlet (1996). 242 min. Reino Unido. Director: Kenneth Branagh. Guión:
Kenneth Branagh (Teatro: William Shakespeare). Música: Patrick Doyle.
Fotografía: Alex Thomson. Reparto: Kenneth Branagh, Derek Jacobi, Kate
Winslet, Julie Christie, Richard Briers, Michael Maloney, Nicholas Farrell,
Brian Blessed, Charlton Heston, Billy Crystal, Jack Lemmon, Timothy Spall,
Reece Dinsdale, Rufus Sewell, Gérard Depardieu, Robin Williams, Richard
Attenborough, Rosemary Harris, Simon Russel Beale, John Gielgud, Judi
Dench, John Mills, Rabil Isyanov, Ian McElhinney, Michael Bryant, David Yip,
Jimi Mistry.

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