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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

NÚCLEO “RAFAEL RANGEL"


DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES
ÁREA DE CIENCIAS Y TÉCNICAS JURÍDICAS
TRUJILLO, ESTADO TRUJILLO

ANALISIS DEL LIBRO “EL ALMA DE LA TOGA”


-La Sensación de Justicia-

Autor:
Caicedo Núñez José Luis.
C.I: 20.133.552

Octubre, 2017
La Sensación de Justicia.
Análisis del tercer capítulo de la obra de Ángel Ossorio, El Alma de la Toga.

La realidad social, como paradigma en el que se desarrolla el actuar


humano, no está condicionada por estructuras rígidas e invariables, ni las
doctrinas o instituciones que derivan de esta realidad pueden sobrevivir con dichas
características. El derecho, al ser una ciencia social, no escapa de esta
naturaleza, por ello, Miguel Reale nos indicaba en su Teoría Tridimensional del
Derecho (1940) sobre la condición fáctica de esta disciplina, esto es, que está
basada en los hechos, en lo real, en lo vívido; trascendiendo así a lo textual y a lo
imaginario. Esta dimensión, junto con lo normativo y lo axiológico, conforman una
obra humana social mediante la relación recíproca entre el valor, la norma y los
hechos.

En el marco de las observaciones anteriores, el concepto de justicia,


principio esencialmente moral, se entenderá en base al contexto cultural y
valorativo de los distintos grupos sociales en el que se desarrolla, así pues,
Ossorio en cuanto a lo que él llama “sensación de justicia” parece tomar para su
tácita definición un enfoque que roza con el pensamiento “Iusnaturalista”, mientras
que a su vez, se opone a las posibles inclinaciones positivistas del abogado, es
decir, aquellas en la que su obrar se basa en lo textual, en lo inerte, en lo cuasi
inmutable del Derecho escrito y que niega de esta manera los principios
inherentes al derecho natural, lo que en palabras de Messner (1967), implicaría
una contradicción con la conciencia humana misma.

La variabilidad e inestabilidad de los hechos sociales es lo que lleva a


Ossorio a afirmar que el Derecho positivo no debería ser la fuente exclusiva en la
que base al criterio de Abogado, antes bien, le es pertinente conocer la realidad
que ha dado origen a la norma y como responde ésta al razonamiento de justicia
que pudiese presentarse en los distintos casos que requieran de su actuación
profesional.
Cabe entonces hacer una distinción entre lo que pudiese llamarse justicia
concebida como la igualdad de las personas ante la ley y la justicia como una
virtud suprema que busca el bien común y la equidad, en base a esto último, el
autor del Alma de la Toga considera que todo acto del profesional en derecho
deberá estar basado en su capacidad humana para hacer lo correcto. Más allá de
vigilar aquello establecido en los textos jurídicos, el abogado ha de determinar,
basándose en su criterio, juicio y convicción, aquello que está bien y que está mal.
Esto ha de lograrlo con un constante desarrollo moral que le lleve a mantener
justas relaciones con los demás, conocidos o desconocidos, mostrando
sensibilidad ante las injusticias sociales, velando por los intereses de los
particulares y de la sociedad en general, lo que reafirma la tesis de que el derecho
es un hecho social en sí pues nace y se justifica en ella (la sociedad).

Por las consideraciones anteriores, se ha de esperar que la sensación de


justicia que emane del abogado esté asociada a la capacidad de éste para razonar
(juicio moral); es decir, su capacidad para determinar lo qué es éticamente
correcto y lo que no, teniendo en cuenta el contexto, las personas implicadas y los
valores y principios relevantes para sí y para su entorno.

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