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Resumen
La literatura japonesa ha producido mucho material sobre el exilio desde sus
comienzos, y algunos autores se han recluido del mundo. En la actualidad la corriente
sobre la literatura del exilio continúa, incluyendo otros tipos de ficción que no son de
corte realista, como la literatura fantástica. En este trabajo se analiza el caso de
algunos personajes y los espacios cerrados en su exilio en las novelas fantásticas
Kitchen (1988) de Banana Yoshimoto y After Dark (2003) de Haruki Murakami.
Además se establece una comparación con el fenómeno social que ha surgido en Asia
Oriental, los hikikomori.
Palabras clave: Haruki Murakami, Banana Yoshimoto, exilio, espacios cerrados,
hikikomori.
1. Introducción
El exilio en la literatura japonesa no es un tema desconocido. Siempre ha sido
uno de sus temas fundamentales, ya sea en forma lírica o narrativa. El primer
ejemplo se puede encontrar en la figura del poeta Sugawara no Michizane
(845-903), compositor de varios poemas que aparecen en la compilación oficial
de poesía Kokinwakashû (920). Por sus ideas políticas fue alejado de la capital,
lo que significaba una muerte en la esfera política (Rubio 2007: 136); esto no
hizo más que acrecentar su leyenda dentro de la historia cultural del territorio
japonés con sus poemas sobre el exilio.
No solamente en esta época se refleja el exilio en poesía; también está
como prosa en una de las obras más importantes de la literatura japonesa y
mundial, Genji Monogatari (La historia de Genji, ca. 1009) de Murasaki Shikibu
(ca. 978-ca. 1014). En el episodio de Suma, Genji es desterrado por la madre
de su hermanastro, el emperador Suzaku, para asegurar el poder político.
Entonces se dirige a Suma, donde conocerá una nueva amante que luego le
acompañará en su regreso triunfal a la capital gracias a un sueño que tiene con
su difunto padre.
En la época siguiente, las circunstancias políticas y sociales cambian
drásticamente. El esplendor de la cultura de la época Heian (794-1186) ha
desaparecido y sólo se encuentra en la nueva capital, Kamakura, donde
gobiernan los samurai. Este cambio de época marcará el inicio del sistema
feudal en Japón que no terminará hasta el año 1868, con la reinstauración en el
poder del emperador japonés y la creación de instituciones democráticas.
Esto tuvo su reflejo en la literatura de los hombres retirados o inja
bungaku, que con su exilio –y por tener los recursos suficientes, al ser muchos
de ellos de origen noble– se retiraban en señal de protesta por el nuevo
régimen político instaurado. Los miembros más destacados de esta corriente
eran personas que habían renunciado a vivir en sociedad convirtiéndose en
clérigos budistas. Su conversión no significa que se integraran directamente en
la comunidad monástica: se interesaban más por el arte y la expresión artística
(Allen 1995: 66). Uno de los ejemplos más importantes es Kamo no Chômei
(1155-1216), que escribió el Hôjôki (Un relato desde mi choza, 1212) donde
Exilio: espacios y escrituras 157
Actas del Congreso Internacional “Espacios y escrituras del exilio”
habla sobre textos budistas, el exilio y el cambio social que ocurrió con la
derrota del clan Heike. Otro autor que pertenece a esta corriente es Saigyô
(1118-1190), varios de cuyos poemas se incluyen en la antología imperial de
poesía Shin Kokinwakashû (1439) por su importancia en el desarrollo de la
lírica en Japón. Por último se encuentra Yoshida Kenkô (1283-1350) con su
obra Tsurezuregusa (Ocurrencias de un ocioso, ca. 1320) donde además de
hablar del retiro, también lo hace sobre la importancia de otras actividades de
la vida –como las cartas o la sencillez en la decoración–.
Otras muestras de literatura japonesa que hablan del exilio son el Heike
Monogatari (siglo XIII), Kôshoku Ichidai Otoko (Amores de un vividor, 1682) de
Ihara Saikaku (1642-1693) y obras de teatro nô de Zeami (ca. 1363-ca. 1443).
Sin embargo, en la actualidad esta tendencia no puede continuar. Una
primera causa es la igualdad de clases que hay en Japón, con una gran clase
media que afecta a más del 90% de la población. La segunda causa es el bajo
porcentaje de creyentes en las religiones, lo que las ha convertido más en una
práctica ritual con un contenido vacío en cuanto a religiosidad. El último motivo
es la ausencia de espacios naturales para refugiarse y aislarse del mundo,
como hacían los japoneses en la Antigüedad: los grandes centros urbanos de
Japón –el círculo de Tokio, el círculo de Osaka-Kobe y la ciudad de Nagoya–
concentran a casi toda la población del país y son muy extensos.
Siendo así, ¿cómo puede exiliarse un japonés? La única posibilidad de
exilio sin tener que salir del país es el exilio interior, como aparece en obras de
corte realista como Man'en Gannen no Futtobōru (El grito silencioso, 1967) de
Kenzaburo Ôe, o el exilio que aparece en novelas fantásticas como Kitchen
(1988) de Banana Yoshimoto y After Dark (2003) de Haruki Murakami.
El objetivo de este artículo es analizar el exilio y los espacios del exilio
que aparecen en los relatos Kitchen y After Dark.
3. El exilio en Kitchen
El primer ejemplo es la novela Kitchen, de Banana Yoshimoto. La historia
comienza en la cocina de la casa de la protagonista, Mikage Sakurai. Ella se
encuentra sola en casa después de la muerte de su abuela, que la había criado
desde la muerte de sus padres. La cocina es el refugio de Mikage a lo largo de
su vida. La historia se cuenta a través de un narrador homodiegético y en
primera persona; así el lector puede conocer todos los pensamientos que tiene
la protagonista sobre la situación. Ya en las primeras páginas conocemos la
opinión y pensamientos de Mikage:
La cocina es el mejor lugar del mundo.
Si allí se yergue una nevera enorme, llena de comida para pasar el invierno,
me gusta apoyarme en su puerta plateada. Cuando levanto los ojos de la
cocina de gas grasienta y del cuchillo oxidado, en la ventana brillan estrellas
solitarias.
Sólo estamos la cocina y yo. Pero creo que es mejor que pensar que en este
mundo estoy yo sola.
[…]
Cuando estoy agotada suelo quedarme absorta. Cuando llegue el momento,
quiero morir en la cocina. Sola en un lugar frío, o junto a alguien en un lugar
cálido, me gustaría ver claramente mi muerte sin sentir miedo. Creo que me
gustaría que fuese en la cocina. (Yoshimoto 2007: 11-12)
las que vendrían después. Al tener a alguien cerca, la soledad es más cruel.
Pero había una cocina, plantas, había otras personas bajo el mismo techo, paz
y… es better. Sí, esto es better. (Yoshimoto 2007: 28)
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