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Andrés Laverde

Siglo de Oro
PhD. Reina Ruíz

Suspiros tristes, lágrimas cansadas: un análisis

Este soneto ejemplifica de manera afligida los sentimientos de un hombre que se

encuentra enamorado de alguien, posiblemente una mujer, quien no corresponde a dicho

amor. En este soneto se descubren simbologías que representan un carácter importante en

los poemas; por ejemplo, se evidencian, la hipérbole, la lírica y la personificación. En este

último caso afloran elementos extraídos de la naturaleza: troncos, ramas, plantas, viento y

lluvia. Sin olvidar a Alcides, quien fue un representante de la mitología griega. aquellos

elementos juegan un papel encarnado que logra de manera clara, hiperbolizar el estado

sentimental (lírica) de la voz poética en la oda “Suspiros tristes, lágrimas cansadas” de su

autor y poeta Luis de Góngora.

Al mismo tiempo de revelar el papel de sufrimiento del hombre, el poema declara la

situación de soledad en que él se encuentra. Aquello se retrata a partir de los elementos

selváticos (lugar que carece de la presencia humana) y sus características accionantes,

como la lluvia y el viento que se describen en cada uno de los dos cuartetos de iniciación de

la oda:

Suspiros tristes, lágrimas cansadas,


Que lanza el corazón, los ojos llueven,
Los troncos bañan y las ramas mueven
De estas plantas, a Alcides consagradas;

Mas del viento las fuerzas conjuradas


Los suspiros desatan y remueven,
Y los troncos las lágrimas se beben,
Mal ellos y peor ellas derramadas.

Estas manifestaciones selváticas podrían de igual manera representar, no solamente la

soledad en que se ve sumergida la voz poética, sino aún los sentimientos distorsionados que
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puede presentar este personaje en su situación enamorada; pues en este respecto, la selva

también cuenta con aquella característica agresiva cuando en ella se piensa, alguien

humanamente perdido.

Ante este derrotero de ideas, la representación de los elementos naturales pueden

caracterizarse de la siguiente manera: Las lagrimas representarían las fuertes lluvias que en

este caso nacen del corazón afligido del hombre y se derraman por su ojos y se deslizan

por sus mejillas viejas y decaídas, mejillas que representarían la corteza y textura de los

troncos, los cuales por naturaleza se encargan de secar, absorber o dejar pasar el agua en

tiempos torrenciales de lluvia.

Asimismo, los suspiros del hombre pueden ser caracterizados por el mismo viento

que llega de manera inesperada, suave o fuerte, al personaje que se encuentra perdido de

amor. Aquel suspirar puede conseguir que la voz poética se tranquilice o simplemente se

perturbe de manera constante y active el recuerdo de aquella mujer que no se le borra de la

memoria ni con el pasar de los años. Según ello, los recuerdos podrían bien estar

representados por las ramas de los arboles descritas en el primer cuarteto. Estos recuerdos

han sido atesorados por aquel hombre, en nombre de una dama que no se da por enterada de

lo que acontece dentro de él.

Los dos últimos tercetos del poema ejercen un cambio repentino en la voz poética;

La descripción situacional toma un tono personal sin perder la identidad del mismo. Esta

descripción se representa de manera directa, es decir, se describe la voz poética misma

como persona. El poeta revela su verdadera situación de afligido y a su vez nombra a su

amor inalcanzable, la mujer, de quien él esta enamorado; esta descripción mantiene una
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forma de ternura y a su vez fuerte (ángel y fiera humana) debido a las turbulencias que se

ejercen dentro de si mismo.

Si pensamos en el primer terceto vislumbraremos como con palabras suaves

(rostro tierno; tributo que dan mis ojos), y para entrar en un terreno de más tranquilidad

que en los primeros cuartetos, el hombre enamorado es descrito. Esta descripción

mantiene el propósito de mostrar al lector que las precariedades amorosas tienen dos

facetas, una de tranquilidad y otra de constantes turbulencias como se alude en los

primeros 2 cuartetos. Este pensamiento alude a aquello que pretende una vida terrenal.

Estas distintas polaridades se hacen necesarias para que pueda existir una transformación

en la persona a partir de la mirada interior como posiblemente lo manifiesta la poesía

amorosa.

Hasta en mi tierno rostro aquel tributo


Que dan mis ojos, invisible mano
De sombra o de aire me le deja enjuto,

Porque aquel ángel fieramente humano


No crea mi dolor, y así es mi fruto
Llorar sin premio y suspirar en vano.

En el último terceto se plasma una descripción que mezcla reflexiones del triste

sentimentalismo del hombre y la descripción idealizada hacia aquella mujer. En este verso,

la mujer es descrita como un ángel, posiblemente por ser el sueño frustrado de aquel

hombre quien no ve a su enamorada y desde luego no la tiene de manera tangible. Luego,

la mujer es descrita como una fiera humana, quizá por los sentimientos de dolor que trae

consigo mismo la voz poética.


Andrés Laverde
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Para concluir, Al final del soneto el hombre reconoce que no vale la pena estar

sufriendo por alguien que no se dará por enterado de su amor y aquellos sentires recurrentes

y circunstanciales no atraerán a la mujer que ama si, en este caso, ella no se da por

enterada.

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