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La filosofía de la educación como teoría ética de la…

La filosofía de la educación como teoría


ética de la formación humana

por Fernando GIL CANTERO


Universidad Complutense de Madrid

1. Un renovado interés por la En efecto, ya a nadie escandaliza y


Filosofía de la Educación menos si se conoce cómo está estructu-
El siglo XX ha terminado con algunas rada esta materia en algunas universi-
señales esperanzadoras en el ámbito in- dades fuera de España, en las que se
ternacional de la Filosofía de la Educa- imparte tanto en los estudios filosóficos
ción como demuestran, y a lo largo de como en los pedagógicos, que, entre los
este artículo lo comprobaremos, sus nu- cultivadores de la Filosofía de la Educa-
merosas publicaciones y, sobre todo, su ción, cada vez esté más extendida la ten-
variedad: diccionarios, manuales, enciclo- dencia a investigar o bien desde la
pedias, reedición de textos ya clásicos y Filosofía, o bien desde las cuestiones edu-
artículos. De hecho, para algunos auto- cativas. Cabría apuntar, pero no es aho-
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res como Curren, la Filosofía de la Edu- ra el momento, algunas matizaciones si
cación se encuentra en una segunda etapa pensamos, por ejemplo, en las
de desarrollo, considerando la primera las implicaciones del debate entre Arcilla,
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décadas de los años cincuenta y sesenta Nicholson y Rorty (Wain, 2001) o en una
con el incremento de producción investi- Filosofía de la Educación para futuros
gadora que suscitó la filosofía analítica educadores pero, en cualquier caso, está
de la educación (cfr. Curren, 1999, xi; muy aceptado y generalizado hoy que
Dearden, 1984, 25). Las causas que apun-
ta Curren son varías, entre ellas, haber «(e)l futuro de la filosofía de la
asumido ya con cierta naturalidad los dos educación depende tanto de reforzar
grandes puntos de origen de investiga- sus raíces en la filosofía general como
ción de esta disciplina, uno, centrado más del vigor de su compromiso en conti-
en las cuestiones filosóficas y, otro, en nuos debates sobre el currículo, la pe-
las pedagógicas (cfr. Curren, 1999, ix y dagogía, la evaluación educativa, la
xi; White y White, 2001, 19; Chambliss, seguridad escolar y el clima moral de
1996, 471; Mortimore, 1998, viii-ix) las escuelas, las prioridades educati-
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vas, el acceso, la igualdad, la elección una nueva y más adecuada caracteri-


y demás cuestiones» (Curren, 1999, zación de la educación que está rela-
xii). cionada con desarrollos significativos
en la filosofía académica» (Hirst, 1998,
Por otra parte, se ha señalado tam- 17).
bién como causa para explicar el resurgi-
miento de esta disciplina la entrada de En nuestro ámbito, nos encontramos
los estudios filosófico-educativos en el también, si bien con algunas variaciones,
campo de los intereses cívicos-sociales con un adecuado reconocimiento de la Fi-
(cfr. Curren, 1999, xi). «La relación del losofía de la Educación. En un trabajo
individuo con la sociedad está siendo acla- publicado en Studies in Philosophy and
rada en la actualidad como nunca lo ha- Education, Jover (2001) considera que
bía sido antes, como lo que constituye tras la promulgación de las principales
también la naturaleza de las personas» leyes educativas y, sobre todo, asentados
(Hirst, 1998, 17; cfr. Hirst y White, 2000, ya relativamente los nuevos planes de es-
11). En algunos casos se considera que, tudio, algunos de los debates de hace po-
desde la Filosofía analítica de la educa- cos años, han dado paso a nuevas líneas
ción, se ha pasado del estudio conceptual de investigación, menos preocupadas por
al análisis contextual (social) de los tér- hacerse un hueco académico en el pano-
minos (cfr. White y White, 2001, 15). rama curricular de los estudios de Peda-
gogía y más centradas en responder a
«Este cambio en la naturaleza de las demandas y preocupaciones sociales
la investigación filosófica es de una y escolares.
relevancia particular para una mate-
ria como la filosofía de la educación En nuestro país también se ha produ-
que, por su propia naturaleza, trata cido el fenómeno señalado más arriba por
con un fenómeno social, la educación» lo que nos encontramos con publicacio-
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(Gilroy, 1999, 29). nes que o bien parten de intereses más


filosóficos, o bien tratan de responder a
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Si bien estos temas no son, en reali- cuestiones educativas. En realidad, la si-


dad, ninguna novedad para los cultiva- tuación es un poco más peculiar porque,
dores de la Filosofía de la Educación, su como es sabido, la Filosofía de la Educa-
extensión ha coincidido, sin embargo, con ción no se imparte y prácticamente no se
un importante empuje investigador des- investiga fuera de la Facultades encar-
de otras áreas, principalmente filosóficas, gadas de formar a los futuros pedagogos.
con más presencia universitaria y, sobre Tal vez este hecho explique, razonable-
todo, con una preocupación política y so- mente, la presencia tan relevante que,
cial desde sectores no académicos. desde un principio, ha tenido en nues-
tros ámbitos universitarios la perspecti-
«Mi punto de vista personal, dice va práctica de la Filosofía de la
Hirst, es que la filosofía de la educa- Educación, si bien es justo reconocer que
ción está ahora firmemente aclarando esto no hubiese sido posible sin el esfuer-

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zo de quienes teniendo una formación fi- 51). No es extraño así que, desde dife-
losófica de origen trataron de ofrecer un rentes saberes y hasta algunas disposi-
servicio preciso y valioso a los futuros ciones legales, se proponga la necesidad
educadores, no a la Filosofía (Ibáñez-Mar- de que los educadores adopten un enfo-
tín, 1982; Escámez, 1990). Por otra par- que teórico-práctico, ejerzan el pensa-
te, cabe considerar también relevante el miento reflexivo, sean críticos, etc. Ahora
argumento de que bien, como vamos a mostrar, esa acerta-
da perspectiva práctica, esa precisa aten-
«el clima sociopolítico en el que la ción a las circunstancias puede alejarse,
disciplina (de Filosofía de la Educa- en ocasiones, de lo que significa adoptar
ción) se ha desarrollado en nuestro un enfoque práctico desde los supuestos
país durante las pasadas décadas, con de la Filosofía de la Educación. Este sín-
todas sus expectativas y dudas, hizo toma no es nuevo. El profesor Bárcena
necesario adoptar un concepto de Fi- ya nos advertía que
losofía de la Educación que unificase
la orientación normativa con la aten- «cada vez más la racionalidad edu-
ción a las circunstancias y problemas cativa viene siendo concebida de
específicos» (Jover, 2001, 374). acuerdo con un modelo tecnológico,
dentro del cual parte de las funciones
2. La «Filosofía práctica» en el reflexivas pertinentes al conocimien-
to práctico —deliberación, formulación
conocimiento pedagógico. Aciertos y de juicios, toma de decisiones— de he-
errores cho quedan subsumidas en una espe-
Tal vez, estos argumentos no sirvan cie de tecnología intelectual o cogni-
sólo para caracterizar, en parte, a la Fi- tiva» (Bárcena, 1994, 19).
losofía de la Educación sino que han sido
asumidos también como criterios genera- En la misma línea, cabe señalar el
les, en muchos casos de tipo epistemo- año LXI, n.º 224, enero-abril 2003, 115-130
éxito terminológico y hasta de enfoque
lógico, para delimitar la perspectiva más que, en nuestro ámbito, tiene el interés
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singular de los saberes pedagógicos. En por caracterizar a los diferentes saberes


efecto, el término «praxis» ha hecho tan de la educación de normativos, sin que
buena fortuna entre la epistemología pe- se sepa con exactitud cuál es el alcance
dagógica que, por ejemplo, no hay casi real, en términos pedagógicos, de esa
disciplina en nuestro ámbito que no re- normatividad, esto es, qué es lo que vale
clame para sí el calificativo de educativamente y lo que no. Por el con-
«praxiología». Ya en 1988, advertía trario, a veces nos encontramos con enfo-
Landon E. Beyer que el paulatino acer- ques que, basándose supuestamente en
camiento e interés por la experiencia edu- perspectivas prácticas, trasmiten la idea
cativa diaria, iba a facilitar una cierta y la imagen de que
proliferación en el ámbito pedagógico de
«una filosofía práctica de forma natural» «en último término parece que el
(Beyer, 1988, 144; cfr. Walsh, 1993, 39- sentido de la formación del profesora-

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do consiste en que todo vale, en la casos, sin interesarse por la validez mo-
medida en que los profesores ‘reflexio- ral de las propias acciones, no la de los
nen’ sobre sus acciones y propósitos» otros. «Ha llegado a ser una rutina para
(Liston y Zeichner 1993, 63; cfr. algunos investigadores de la educación
Jonathan, 1993, 176). disminuir la noción de verdad» (Bridges,
1998, 68).
Idea muy desacertada, como veremos,
pero que, con toda seguridad se basa, a Finalmente, nos parece razonable con-
su vez, en otra muy cierta y con solera: siderar que la mirada práctica puede tam-
«No hay probablemente trabajador cuya bién desvirtuarse cuando se confunde la
práctica esté más afectada por su filoso- incertidumbre propia de la tarea educa-
fía que la de los profesores» (Rusk, 1929, tiva con una definición, paradójicamen-
23). te, esencialista del pluralismo explicativo
de la misma. A lo largo de la trayectoria
Otro síntoma que cabe reconocer es de la Filosofía de la Educación puede com-
que esa «filosofía práctica de forma natu- probarse que los análisis conceptuales
ral», ese contacto con la necesidad de en- aislados o vinculados a otros tantos tér-
contrar el juicio prudente en cada minos afines, han sido sustituidos, con
circunstancia, ha facilitado un impulso relativo acierto, por análisis conceptua-
extraordinario en los contextos educati- les diversos según el contexto social, el
vos por revitalizar el ámbito ético de la grupo humano en cuestión, las minorías
vida humana desde la comunicación con existentes, etc. De igual modo, la tenden-
los otros; comunicación que, para muchos cia a explicaciones únicas ha sido susti-
docentes y educadores, ha terminado des- tuida por explicaciones plurales que
virtuándose hacia una experiencia de la pretenden dar cuenta de las diversas
igualdad en los alumnos frente a los adul- orientaciones o fundamentaciones presen-
tos excesivamente temprana, cuestionan- tes en una idea o una acción. Como seña-
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do la autoridad educativa y dificultando la Heyting,


no pocas de las bases necesarias para for-
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mar a los sujetos (Jover, Casares, Gil y «las cuestiones metodológicas que
Payá, 2001; Gil, 2002a). acompañan a la filosofía de la educa-
ción parecen estar activadas por un
El saber práctico, si no se precisa cla- creciente —y libremente apreciado—
ramente desde sus propias y previas exi- pluralismo en las sociedades occiden-
gencias teóricas y se queda en una tales modernas» (Heyting, 2001, 1).
deliberación, todo lo prudente que se quie-
ra, sobre alternativas de acción, termina El pluralismo es una riqueza moral
adoptando, en los ámbitos de la educa- de nuestras sociedades, pero no puede te-
ción, una interesada formulación herme- ner una mera consideración académica
néutica, en la que el debate, el diálogo o en las situaciones educativas y, menos
la conversación se ejercen sin el impulso aún, con respecto a los educandos y su
de buscar lo más verdadero y, en muchos propia formación, con los que no cabe una

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equidistancia diplomática. Cuando se des- mente, a proponer que la Filosofía de la


virtúa la perspectiva práctica, esto es, Educación tiene hoy uno de sus más im-
cuando se deja de reconocer que la discu- portantes cometidos en elaborar una teo-
sión intelectual realmente humanizadora ría ética de la formación humana.
empieza una vez que constatamos ese plu-
ralismo, nos podemos encontrar con pro- 3. Condiciones de sentido y condi-
puestas intelectuales tan delicadas como ciones estructurales de la acción
la siguiente:
educativa
«no buscamos definir la educación Como es sabido, la fuerte implanta-
ni como esencia metafísica ni como ob- ción del saber filosófico en los inicios del
jeto natural, pero tampoco nos intere- conocimiento pedagógico dio paso a una
sa reducirla a un mero juego de preocupación por la práctica eficaz, ba-
lenguaje o a una mera dispersión de sada en el conocimiento científico propor-
prácticas sociales sino a la producción cionado por los diversos saberes de la
de una crítica de las razones de edu- educación. La praxiología sería el nuevo
car presentes en la formas de vida y término aglutinador de las preocupacio-
en las mismas prácticas educativas» nes prácticas de, por ejemplo, la Teoría
(Cullen, 1997, 23; cursiva del origi- de la Educación, la Pedagogía Social o la
nal) Didáctica. Centrar casi todos los esfuer-
zos en la práctica educativa y elaborar
Parece pues necesario precisar algu- algún conocimiento que conecte la teoría
nas cuestiones en torno al significado del con la práctica, será ahora la base de
saber práctico en la educación. Me pare- formación del pedagogo. Por eso, las re-
ce también razonable proponer, en este ferencias al saber práctico y, en numero-
caso, que partamos de la perspectiva de sas ocasiones, de forma aún más confusa
la Filosofía de la Educación porque, por a la praxis, hay que delimitarlas con cier-
to rigor. año LXI, n.º 224, enero-abril 2003, 115-130
su tradición y enfoque, es el saber de la
educación mejor situado para señalar
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esas precisiones. Este trabajo pretende, En efecto, en los saberes pedagógicos


en realidad, lograr una propuesta cen- mencionados, el término «práctica» hay
trada en los matices que es dónde en ge- que entenderlo en el sentido aristotélico
neral la Filosofía halla su sentido ulterior. de producción. Cuando, desde esta pers-
El supuesto que vamos a desarrollar con- pectiva, se resalta el carácter de acción o
sidera que el saber práctico no es un mero de práctica de la educación, se está con-
recurso cognitivo de carácter prudencial siderando no la cualificación moral de la
sino una mirada ética y comprometida, acción emprendida, sino la eficacia de los
exigente en sus fundamentos teóricos y procesos en tanto que generadores de pro-
articulada desde el conocimiento históri- ductos o efectos educativos. Por eso, se
co de la condición humana, no desde las suele hacer referencia a «prescripciones
limitaciones de los saberes educativos. conformes a normas científicas», esto es,
Nuestro recorrido nos conducirá, final- a secuencias de acción integradoras de
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estrategias de intervención obtenidas de el saber de la práctica son, respectiva-


los estudios empíricos sobre las relacio- mente, una situación susceptible de dise-
nes causales o cuasicausales que desen- ñar y un saber prescriptivo o normativo
cadenan la conjunción espacial y temporal inmediato. Para la Filosofía de la Educa-
de unidades de actividades. Así pues, en ción la práctica y el saber práxico son, en
este sentido, hablar de práctica quiere cambio, una situación de comunicación
expresar la perspectiva legítima y nece- humana orientable desde un saber me-
saria de ocuparse de las condiciones es- diato y referido, muy especialmente, a
tructurales de las acciones como las posibles cualidades morales de las ac-
ejecuciones o realizaciones, y en vistas a ciones educativas. Si para la Teoría de la
cumplir determinados parámetros de efi- Educación el estudio de la práctica estri-
ciencia, eficacia y optimización. ba en alcanzar puestas en acción que re-
produzcan las conexiones causales y
Por el contrario, para la Filosofía de programadas entre los elementos perso-
la Educación como saber principalmente nales y materiales de las acciones educa-
práctico, referirse a la educación como tivas, para la Filosofía de la Educación
una praxis, o mejor, a la dimensión esen- estudiar la práctica radica en determi-
cialmente práxica de la educación, supo- nar, mediante el pensamiento crítico, las
ne ocuparse de las condiciones de sentido condiciones de posibilidad de la forma-
de las acciones educativas como propues- ción humana no sólo como ideas estáti-
tas humanizadoras, y en vistas a mos- cas del pensamiento sino como criterios
trar los valores susceptibles de llevar al encauzadores (Ibáñez-Martín, 1992) para
sujeto a su máxima plenitud como perso- la apropiación de los sentidos que perfec-
na desde su libre y voluntaria adhesión cionan a la persona en la realización de
a los mismos. Como nos recordaba hace acciones.
algunos años Aloysius Regenbrecht, des-
de el contexto académico alemán, Otra de las distinciones necesarias
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para perfilar con la máxima exactitud el


«en el saber acerca de los princi- alcance de comprender a la Filosofía de
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pios de la formación, la teoría pedagó- la Educación como saber práctico, estri-


gica trata de describir aquellas ba en determinar cómo participa este sa-
situaciones de enseñanza y aprendi- ber desde su particular perspectiva en el
zaje que promueven el proceso de au- análisis sintético y global de la educa-
todeterminación en libertad, es decir, ción. En este punto también nos servire-
de formación; y en el conocimiento de mos de la comparación con la Teoría de
los condicionamientos de la acción hu- la Educación. Pues bien, puede apreciar-
mana busca caminos para hacer valer se con claridad la diferencia entre ambos
las condiciones de la existencia hu- saberes con relación al habitual concepto
mana» (Regenbrecht, 1987, 11). de práctica que manejan al reparar en
que sus respectivos «esfuerzos sintéticos
Para la Teoría de la Educación como por garantizar el sentido unitario de lo
Tecnología de la Educación, la práctica y pedagógico» (Breinbauer, 1991, 16) adop-

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tan caminos distintos. En relación con la las funciones reflexivas pertenecientes al


normatividad, el «sentido unitario de lo saber práctico, pero también han genera-
pedagógico» en la Teoría de la Educación lizado algunos errores al desvincularse
se realiza mediante la Tecnología de la del significado más profundo de ese enfo-
Educación como saber supradisciplinar que. Veámoslo con detenimiento.
que unificaría con fundamentación cien-
tífica el orden y las secuencias de reali- La mirada práctica de la Filosofía de
zación de actividades. En la Filosofía de la Educación no tiene como finalidad prin-
la Educación, por el contrario, la pers- cipal ocuparse de algo que dejan de ha-
pectiva normativa emprende su esfuerzo cer otros saberes pedagógicos, ni tampoco
sintético hacia el sentido unitario de lo se ocupa de algo que por estar en el prin-
educativo en el hombre —no de lo peda- cipio de la acción, la reflexión sobre los
gógico—, lo que le permite mantener su fines, no requiera una atención perma-
enfoque práxico sin aferrarse a un dis- nente. El error radica en que se olvida
curso epistemológico. Las verdades prác- con frecuencia que, en educación, los fi-
ticas unifican por ser condiciones nes no son metas externas que una vez
encauzadoras comunes a la plenitud hu- propuestas, consensuadas y aceptadas,
mana. Como se señala en uno de los tex- podamos desentendernos de ellas. La «fi-
tos más claros, a mi juicio, sobre la losofía práctica» no es, por tanto, lo que
Filosofía de la Educación como Filosofía necesitemos porque no podamos contro-
práctica: «los problemas últimos de la lar todas la variables, ni surge tampoco
educación, como los de la ley y la medici- para suplir lo que no puede ser resuelto
na, son prácticos. Son cuestiones sobre lo desde la tecnología de la educación, ni su
que debería hacerse para educar a un tarea es más o menos importante en fun-
hombre —a sí mismo o a otro» (Adler, ción de que estemos ante una mayor o
1942, 207; cfr. Ross, 1942, 16 y ss; cfr. menor incertidumbre. El saber práctico
Naval y Altarejos, 2000, 15). que trata de extender la Filosofía de la
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Educación se centra en considerar la sa-
Uno de los hechos que en el ámbito bia advertencia de lograr el sentido últi-
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pedagógico ha orientado decisivamente la mo de la formación humana, y esto es


perspectiva de una «filosofía práctica de independiente de los niveles de incerti-
forma natural» ha sido el amplio recono- dumbre que se reconozcan, de los niveles
cimiento de que en la educación no pode- a los que haya llegado la tecnología edu-
mos controlar todas las variables, que en cativa o de las variables implicadas. Un
las situaciones educativas prima la in- auténtico saber práctico como el que pre-
certidumbre, que cada educando es dife- tende conseguir la Filosofía de la Educa-
rente a los demás, que aparecen siempre ción no depende en rigor —ni conceptual
algunos dilemas éticos, que la educación ni empíricamente (cfr. Ruhloff, 2001, p.
es una actividad básicamente social y po- 62)— del alcance al que pueda llegar la
lítica, o que hay un «residuo de indeter- Tecnología de la Educación.
minación técnica». Estas ideas han
favorecido acertadamente la extensión de De este modo, las funciones reflexivas

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que tanto demandamos, desde el saber planificación y un control absoluto en


práctico, a los educadores no deben ser el que el futuro del aprendizaje está
consideradas por la idea atractiva pero, ya diseñado» (Jover, 2001, 379; cfr.
en realidad, vacía de la complejidad de Heitger, 1993, 96-97).
la educación o de la singularidad de nues-
tros alumnos. La «filosofía práctica» lo 4. La importancia del saber teórico
que pretende es que se reconozcan esas en la Filosofía práctica de la educa-
funciones reflexivas para que no dejemos
de encauzar las actividades desde la fi- ción
nalidad permanente de lograr la huma- Otro tema, al que ya hicimos referen-
nización de nuestros educandos. Como ha cia al principio de este trabajo, estriba
señalado Noddings: en reconocer que la extensión de una «fi-
losofía práctica de forma natural» ha fa-
«(…) podemos dedicarnos a los mé- vorecido, acertadamente, una revitaliza-
todos empíricos para mostrar que ción de los intereses éticos y sociales en
nuestras elecciones de hecho culminan torno a las finalidades educativas. Como
en las consecuencias previstas, pero en los casos anteriores vamos a centrar-
todavía necesitamos argumentos filo- nos en mostrar ciertas cuestiones que, a
sóficos para persuadir a otros de que raíz de esa vinculación, se han desvir-
las consecuencias que buscamos debe- tuado sobre el significado real del saber
rían ser valoradas» (Noddings, 1995, 5). práctico en la educación. En concreto,
nuestra argumentación tratará de mos-
La sabiduría práctica es, de suyo, una trar que la verdad práctica tiene que par-
mirada distinta a toda la educación: que tir necesariamente de verdades teóricas
el educando asuma para sí mismo el sen- y que, por tanto, la fuerza encauzadora
tido de las acciones evitando que se limi- del saber práctico no estriba sólo en sa-
te a consumir disciplinadamente ber negociar o armonizar intereses plu-
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actividades. Más aún: cuando más se pre- rales sino en apoyarse en la condición
tende estructurar un diseño instructivo, previa de saber discernir entre buenas y
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cuando más se operativiza y secuencia malas razones. Por otra parte, pero muy
una actividad programada o cuasi-causal relacionado con lo anterior, la Filosofía
entre los elementos personales y mate- de la Educación debe recordar a los edu-
riales de las acciones educativas, más cadores que la entraña ética de una ac-
atención hay que poner para que quede ción o una intención permanece como
garantizada la condición de agente del problema, sobre todo, en uno mismo. En
educando. realidad, es lamentable observar cómo la
imprescindible virtud del diálogo
«La Filosofía de la educación tiene consensuado tiende a soslayar dos condi-
de este modo la tarea de proteger a la ciones sustentadoras de su ejercicio: la
Pedagogía de sí misma, esto es: pre- sensibilidad y madurez para asumir las
venir el riesgo de una ‘sobre- responsabilidades que sean del caso, y la
pedagogización’ y la tentación de una exigencia profesional de encontrar fun-
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La filosofía de la educación como teoría ética de la…

damentos teóricos a las experiencias prác- sona, ni mucho menos, la jerarquía entre
ticas. finalidades. Si hubo un momento en el
que era necesario resaltar el carácter
Me parece que si, en nuestro ámbito, práctico del saber de la educación, hoy
hace algún tiempo parecía necesario re- parece necesario insistir en que, paradó-
cordar e insistir en que la razón práctica jicamente, práctica ya es, pero muchas
trata de orientar la dirección concreta de veces no es un saber.
las vidas humanas, esto es, que se apoya
pero no elabora el saber teórico de los Paddy Walsh ha argumentado con
fines últimos y valiosos de una vida hu- acierto que en los últimos desarrollos so-
manamente lograda, hoy, en cambio, sin bre teoría educativa cabe percibir que el
dejar de ser cierto, hay que volver a re- interés inicial por la práctica educativa
cordar también que la razón operativa nos ha llevado a interesarnos más por la
puede caer en un puro voluntarismo sen- «práctica» que por su finalidad «educati-
timental y hasta utópicamente violento, va», con lo que la deliberación práctica
con problemas, por cierto, en muchos ca- se ha convertido en la «fuente específica
sos inventados o engrandecidos, si deja- de la teoría educativa». Walsh propone
mos de considerar el bien conforme a que los educadores necesitan una teoría
razón especulativa. La razón práctica sin más general, más filosófica, amplia y co-
subordinación a la razón teórica puede herente (cfr. Walsh, 1993, 45 y ss.). En
ser tan violentada como ésta sin aqué- la misma línea insistirá Feinberg al se-
lla. Parece necesario resaltar esta idea ñalar que si bien,
cuando,
«(…) la Filosofía de la educación es
«recientes intereses filosóficos en más filosofía escolar que metafísica
los horizontes culturales de nuestros (…) Para los filósofos de la educación
conceptos llevan a la filosofía de la comprometidos con las actividades y
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educación más cerca tanto de la his- relaciones escolares, es muy importan-
toria general como de la sociología, in- te tener claro la dirección que se toma
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cluyendo la sociología de la educación» y los principios que están siendo apo-


(White y White, 2001, 20). yados» (1995, 27 y 31).

Dicho de otro modo, tal vez hemos in- No cabe duda que
flado el discurso de la Filosofía de la Edu-
cación como saber práctico insistiendo en «una tarea importante de la filoso-
la necesaria adaptación a las circunstan- fía de la educación es hacer explícitas
cias particulares o en la preeminencia de las diferentes tradiciones implícitas
la prudencia en el juicio educativo y, sin dentro de las diferentes prácticas so-
embargo, hemos perdido por el camino ciales en las cuales la educación está
que hoy uno de los problemas más evi- siendo comprendida» (Pring, 2000, 69;
dentes en muchos educadores es que no cfr. Harris, 1999, 12; cfr. Phillips,
tenemos claros los fines, el modelo de per- 1995, 34).

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Fernando GIL CANTERO

Pero más importante es tener la vo- investigación necesita atender a lo que


luntad de proponer argumentos teóricos es distintivo de ser persona y de ser
convincentes que apuesten sin complejos persona en desarrollo» (Pring, 2000,
por aquella tradición que exprese mejor, 17).
en este momento histórico, las condicio-
nes humanizadoras del desarrollo de las Conversando con padres te das cuen-
nuevas generaciones. ta que, en muchas ocasiones, sus inquie-
tudes como educadores no radican en dar
Ya en la revisión que Fenstermacher con el juicio preciso que equilibre las cir-
y Richardson realizaron sobre el razona- cunstancias y los fines sino que no se
miento práctico, señalaban que éste se sabe reconocer qué fines, qué bienes es-
armonizaría adecuadamente con la de- tán en juego. Insisto: no es sólo que po-
manda de que los profesores investiguen damos, como es lógico, cometer errores
si se entendía como una tarea para mo- en la toma de decisiones educativas, sino
dificar y mejorar los «argumentos prácti- que se oyen, con frecuencia, tonterías gra-
cos». ves sobre principios básicos de la forma-
ción humana. La concreción de los fines
«¿Cómo, precisamente, un profe- generales en situaciones concretas es, en
sor utiliza la investigación o la prácti- realidad, anterior al preciso carácter prác-
ca reflexivamente? ¿Hay modos de tico del juicio pedagógico en el que no
enfatizar la capacidad o la habilidad hay que minusvalorar, muy al contrario,
de los profesores al usar la investiga- la aprehensión voluntaria de esos fines
ción o la práctica reflexivamente? ¿Y generales. La verdad práctica se expresa
si la hay, cuáles son? No es suficiente en lo operable pero no se extrae de ello;
con proporcionar contestaciones a es- las circunstancias no nos dan el fin y me-
tas cuestiones. También es importan- nos la voluntad de su actualización prác-
te que las contestaciones se adecuen tica (Gil, 1991). La investigación
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con una concepción racional y moral- educativa, en general, y la perspectiva


mente defendible de lo que significa práctica, en particular, se pueden soste-
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educar a un ser humano» (Fenster- ner mejor y más profundamente si per-


macher y Richardson, 1993, 101). manecen atentas a las «grandes ideas»
que les puede ofrecer y, en su caso, re-
Richard Pring lo expresa así: cordar la Filosofía de la Educación (cfr.
Bridges, 1998, 69). Como nos enseñó hace
«Lo central para la investigación años Dearden se trata de «(…) intentar
educativa, es intentar elaborar el identificar lo que es necesario y lo que es
sentido de las actividades, políticas contingente» (Dearden, 1984, 31), lo prin-
e instituciones que, a través de la cipal de lo secundario, lo visible y lo me-
organización del aprendizaje, ayudan nos visible…
a transformar las capacidades de la
gente para vivir una vida más llena, En definitiva, pienso que desde la Fi-
más distintivamente humana. Dicha losofía de la Educación debemos insistir

124
La filosofía de la educación como teoría ética de la…

en la idea de que antes de poder hacer la pericia y sabiduría de este saber ir y


operable el fin visto como bueno, hay que volver, de estos viajes de ida y vuelta a
verlo, esto es, hay que disponer la volun- la educación, marca la diferencia entre
tad a que se atenga, aunque sea formal- una auténtica Filosofía de la Educación
mente, a la presencia del bien en la y sus sucedáneos (Gil, 1998, 2002b)
realidad. El juicio pedagógico tiene que
tener, inicialmente, un carácter aprehen- 5. Práctica educativa y compromi-
sivo y receptivo hacia lo que hay, es de- so personal del educador
cir, tiene que constituirse originariamente
Una de las implicaciones más relevan-
en torno a la intención, que en su
tes de mantener esa vinculación teórica
literalidad filosófica, significa inclinar es-
es que nos permite recuperar la visión
tablemente la voluntad a reconocer el
de las responsabilidades directas e indi-
bien en la realidad. Si no se hace así y se
viduales al resaltar la preeminencia de
apuesta por otro orden de acciones, los
fines quedan sin ser reconocidos y se nos la propia conciencia del educador, lo me-
cuelan e imponen por las circunstancias, jor formada posible, frente a las condi-
por las modas, o por el sencillo ejercicio ciones comunicativas, modas o tradiciones
de ver sólo lo operable e inmediato. en vigor. Como nos explica el profesor
Ibáñez-Martín:
También es cierto, justo es reconocer-
lo, que la perspectiva práctica se desvir- «El saber sobre la educación más
túa en ocasiones no por un afán operativo profundo que hemos de buscar no es
o voluntarista sino porque quienes aco- el que obtenemos informándonos de
meten la difícil tarea de mostrarnos los lo que hoy está sucediendo en el ám-
fines generales, renuncian a poner el ne- bito educativo, por ejemplo, sino que
cesario color y calor para poder ver más es un saber diríamos encauzador del
de cerca esas finalidades como horizon- sentido de la acción futura, guberna-
tivo (…) Una competencia principal de año LXI, n.º 224, enero-abril 2003, 115-130
tes de una vida humana deseable y al-
canzable. Mientras que desde la Filosofía la Filosofía de la Educación —no digo revista española de pedagogía

esto no supone ningún problema, todo lo que sea la única competencia, ni, mu-
contrario, cuando se trata, sin embargo, cho menos, la única luz que el educa-
de tener claro los fines para ayudar al dor debe tener en cuenta al actuar—
desarrollo de otros, el estilo especulativo, es proporcionar ese otro conjunto de
más que el nivel, puede llegar a crear un conocimientos especulativo-prácticos
espacio insalvable en el que el saber prác- no referidos a legalidades biopsicoló-
tico quede a la deriva de las circunstan- gicas sino a finalidades posibles en la
cias. Por eso, la subordinación señalada persona» (Ibáñez-Martín, 1992, 15).
requiere mantener tanto una dirección
práctica concreta hacia las circunstancias Considerar la acción educativa desde
particulares de las situaciones educati- las «finalidades posibles» y deseables en
vas, como una dirección especulativa con- la persona supone, en definitiva, situar a
creta hacia los fines humanos. A mi juicio, ésta en el centro de todas las precisiones

125
Fernando GIL CANTERO

teóricas, prácticas o tecnológicas que que- posibilidad del auténtico pensar. Ser
pa considerar acerca del proceso educati- sujeto aquí significa más que la mera
vo. Ahora bien, concentrar los esfuerzos posibilidad de valorar. Ser sujeto es
reflexivos en la persona-educando no es la posibilidad de hacer valoraciones
una condición más del aprendizaje. No fundadas. El autovincularse por la va-
se trata con ello de individualizar, ni de lidez de las valoraciones, como a priori
abarcar todas las dimensiones de la per- del ser sujeto, abre la posibilidad de
sonalidad del sujeto, ni incluso de elabo- una dirección pedagógica y de una
rar acciones flexibles y adaptadas a las normatividad bajo el principio de una
diferencias. Se trata, en rigor, de profun- respectiva independencia en el marco
dizar en las implicaciones de la condi- de una relación dialógica» (Heitger,
ción humana del educando como principio 1993, 96).
de sus acciones, de tal manera —aquí
radica el reto permanente de una Filoso- El que el sujeto puede atenerse a un
fía de la Educación práctica— que irra- orden de sentidos consecuentes y el que
die, ilumine, encauce el resto de dicho orden pueda reflexionarse en sus
condiciones posibles del aprendizaje. condiciones de posibilidad más esencia-
les como apropiación personal de los sen-
Por eso, la Filosofía de la Educación tidos perfectivos de las acciones, supone
que defiendo es un saber práctico-norma- para la investigación filosófica-educativa
tivo del valor humanizador de las accio- buscar la anticipación creadora de pro-
nes y actividades vistas desde el educando pósitos o intenciones que despierten, con-
como persona en proceso de desarrollo soliden y amplíen las aspiraciones
educativo. La atención al encauzamiento humanizadoras del educando sobre sí
de las acciones tiene su sentido en la me- mismo y la realidad que le ha tocado vi-
dida que sean o hagamos que lleguen a vir. La función ulterior de la Filosofía de
ser acciones de los educandos, acciones la Educación, tras la utilización de sus
año LXI, n.º 224, enero-abril 2003, 115-130

formativas. múltiples métodos de investigación, es-


triba en ofrecer a los diversos saberes
revista española de pedagogía

En esta misma línea se ha dicho que: educativos un pensamiento crítico y


creativo sobre las mejores posibilidades
«Hoy sólo se puede entender la Pe- éticas de humanización. Al partir de las
dagogía filosófica en correspondencia posibles acciones del educando en tanto
con una teoría del sujeto en la que que educativas, las propuestas más
éste es entendido como fin en sí mis- sustantivas de la Filosofía de la Educa-
mo. Ésta no es una posición deducida ción deberían alcanzar a comprender la
a partir de una metafísica dogmática educación como un empeño personal. Por
y arbitraria; procede más bien de pen- otra parte, para poder iluminar los fines
sar y reconocer aquel supuesto del desarrollo humanizador parece nece-
antropológico en el cual se encierra la sario que el educador acentúe su media-
posibilidad y necesidad de la Pedago- ción subjetiva y personal —que no
gía. El ser sujeto es la condición de subjetivista—, por la cual viva en sí mis-

126
La filosofía de la educación como teoría ética de la…

mo los sentidos y valores que pretende Estar «vitalmente empeñado» signifi-


trasmitir. ca querer ser un ejemplo vivo y concreto
de los bienes que deseamos promover en
La perspectiva práctica de la Filoso- los educandos y poner los medios para
fía de la Educación alcanza su sentido alcanzarlos y mantenerlos. Quien aspira
más profundo no sólo al cultivar la nece- a comprometerse mantiene una coheren-
saria capacidad reflexiva para atender a cia vital entre la búsqueda personal del
las circunstancias del momento, sino so- máximo desarrollo y la promoción de di-
bre todo al partir del compromiso perso- cha búsqueda y aspiración en los alum-
nal del educador. Éste es uno de los nos. El educador que se esfuerza por
pilares fundamentales del quehacer edu- hacer suyos los valores y bienes que de-
cativo y, por tanto, al que finalmente se searía llegaran a apreciar y asumir a su
subordinan las aportaciones de las inves- modo los educandos, no sólo se está si-
tigaciones filosófico-educativas. En efec- tuando de forma inmejorable para perci-
bir las dificultades de la trayectoria de
to, la Filosofía de la Educación trata de
formación humana de sus alumnos y
hacer valer los fines en las diferentes ac-
aconsejarlos acertadamente, sino que se
ciones o situaciones educativas. Ahora
está habituando a apropiarse de la reali-
bien, en la medida que, como saber prác-
dad desde la fruición de la superación
tico, se proyecta en lo contingente, las personal, lo que constituye en rigor la
«finalidades posibles de la persona» se entraña misma del desarrollo personal
nos desvelan no sólo por la peculiaridad que pretende promover como aspiración
de la situación o circunstancia educativa permanente en sus alumnos. El educa-
sino, sobre todo, por la mediación del edu- dor que se encuentra «vitalmente empe-
cador en esa situación. El compromiso del ñado» no sólo conoce mejor lo que sabe
educador es así imprescindible porque lo sino que lo conoce del mejor modo posi-
primero que el educando percibe no son, ble para enseñar: quiere y siente real-
en rigor, los fines sino la encarnación de año LXI, n.º 224, enero-abril 2003, 115-130
mente lo que afirma.
estos en aquél. Como nos sugiere el pro-
revista española de pedagogía

fesor Ibáñez-Martín, Al comprometerse, el educador reali-


za un acto de adhesión libre y radical-
«promover el bien del educando mente personal a los fines y valores del
según ciertos concretos fines y valo- desarrollo humanizador, un acto de ple-
res exige por parte del educador un na confianza y esperanza en los
compromiso personal: en el ámbito educandos y en la tarea que se está de-
práctico ni se puede animar eficaz- sarrollando, un acto, en fin, de ejemplo
mente a nadie en un sentido deter- vivo y vivificador a través del cual el edu-
minado ni se puede conocer el cando pueda descubrir un horizonte con-
significado profundo de los concep- creto de superación personal, que no
tos, si quien habla no está vitalmen- pertenece en rigor al educador, y al que
te empeñado en lo que promueve» puede llegar más y mejor. Para la Filoso-
(Ibáñez-Martín, 1992, 19). fía de la Educación, la tarea educativa,

127
Fernando GIL CANTERO

en realidad, no deja de ser un misterioso of Philosophy of Education. Progress and Prospects,


pp. 59-75 (London, Institute of Education, University
golpe repentino en la interioridad por el of London).
que el sujeto empieza a querer verse re-
CHAMBLISS, J. J. (1996) History of Philosophy of Education,
flejado de otro modo en el espejo de su en Autor (ed.) Philosophy of Education. An
futuro, tomando conciencia de sí mismo Encyclopedia, pp. 461-472 (New York, Garlan
en proyectos de desarrollo personal. Por Publishing).
eso, en algún momento, cuando se ha que- CULLEN, C. A. (1997) Crítica de las razones de educar.
rido expresar la entraña misma de los Temas de filosofía de la educación (Buenos Aires,
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la Filosofía de la Educación como saber CURREN, R. (1999) Introduction. Philosophy of Education


principalmente práctico se la ha llamado at the Millenium, en Autor (ed.) Philosophy of Education,
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«saber crítico-sapiencial» (cfr. Ibáñez-
Martín, 1982, 60-70), aquel saber «que DEARDEN, R. F. (1984) Philosophy of education 1952-1982,
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respecto de la existencia intramundana (London, Routledge and Kegan Paul).
deliberada o indeliberadamente llevan
ESCÁMEZ, J. (1990) La Filosofía de la educación como
consigo la ciencia, el arte o la acción so- praxiología educativa, en AA.VV., Filosofía de la Edu-
cial, cuando en la apasionada entrega a cación Hoy. Actas del Congreso Internacional de
su ejercicio se ve el fin último de la vida» Filosofía de la Educación, vol.1: Conferencias y Po-
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129
Fernando GIL CANTERO

Resumen: «praxiología». This paper tries to show


La filosofía de la educación como the differences between this practical
approach and the one trying to maintain
teoría ética de la formación humana the Philosophy of Education. Some
El siglo XX ha terminado con algunas current and mistakes lacks are also
señales esperanzadoras en el contexto indicated: the ethical character of
nacional e internacional de la Filosofía practical knowledge, the necessity of the
de la Educación. Desde hace algún tiem- personal commitment of the educator and
po se ha producido una acertada exten-
the importance of the theoretical
sión en la educación de una «filosofía
knowledge on the aims of a human
práctica». No hay casi disciplina del ám-
development. The paper proposes to
bito de la educación que no reclame para
understand Philosophy of Education as
sí el calificativo de «praxiología». Este ar-
an ethical theory for education.
tículo trata de precisar las diferencias en-
tre este enfoque práctico y el que trata
Key Words: Philosophy of Education.
de mantener la Filosofía de la Educación.
Practical philosophy. Theoretical
Se señalan también algunos errores y ol-
knowledge. Aims of education. Ethics of
vidos actuales: el carácter ético del saber
Education.
práctico, la necesidad del compromiso per-
sonal del educador y la importancia del
conocimiento teórico sobre las finalida-
des del desarrollo humanizador. El artí-
culo propone entender la Filosofía de la
educación como una teoría ética de la for-
mación humana.

Descriptores: Filosofía de la Educación.


año LXI, n.º 224, enero-abril 2003, 115-130

Filosofía práctica. Saber teórico. Finali-


dades educativas. Ética de la educación.
revista española de pedagogía

Summary:
Philosophy of Education as an ethical
theory for Education
20th Century has finished with some
hopeful signals in the national and
international context of the Philosophy
of Education. A right extension of
«practical philosophy» has been taking
place in education. In the realm of
education, there is any discipline that
does not demand for it the category of
130

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