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LA PRUEBA Y SU VALORACIÓN

LA VERDAD COMO VALOR SOCIAL Y JURÍDICO

Porque hablar de verdad en este momento histórico y nivel cultural, cuando hace dos mil
quinientos años Aristóteles ya se ocupaba de este concepto genera; la problemática, en realidad
en la cultura filosófica general y también en la cultura jurídica, es que el tema de la verdad sigue
circulando.

No debe de pasar desapercibido que en el último cuarto de siglo pasado, se dio un


movimiento denominado posmodernismo, que se ocupaba precisamente con negar el hecho de
que tuviese sentido el problema de verdad, filósofos como PAUL FEYERABEND en Alemania, quien
desde el método científico negó la posibilidad de establecer verdades en relación a la ciencia, por
lo que sostuvo, la ciencia no llegaba ninguna verdad y en todo caso, lo que los científicos hacían
era construir sus propias ideas , por supuesto, sus tesis no tenía ningún sustento ni fundamento.

Otro filósofo conocido en Estados Unidos RICHARD RORTY, en su ensayo acerca de verdad
terminó por decir, este es únicamente un acuerdo que se puede encontrar en un grupo de amigos
razonables, concluyendo que la verdad es algo sin sentido una pérdida de tiempo porque de
cualquier forma la verdad no existe y, entonces para que perdemos nuestro tiempo en hablar de
ella.

La inviabilidad de la concepción de la verdad como “consenso” desde el punto de vista del


proceso judicial estriba en el hecho de que, no se trata de ponerse de acuerdo acerca de algo, se
trata finalmente de resolver una duda, y no de que los abogados y los jueces lleguen a un
consenso.

En los últimos años las cosas han cambiado, por lo que existe un movimiento denominado
el “retorno de la verdad” teniendo como expositores como la epistemología y filósofa SUSAN
HART, quien sea ocupado justamente del problema de la verdad general y de la verdad durante el
proceso. Otros epistemólogo común NORRIS Y GOLDMAN hablan en sus libros sobre el concepto
de “verifobia” es decir, del terror hacia la verdad común enfermedad.

WILLIAMS Y LYNCH a fechas recientes han publicado libros con la finalidad de contraponer
a quienes niegan la verdad, por lo que plantean críticas francamente duras, señalando que el
movimiento en contra de la verdad fue un error colosal que simplemente determinó una moda,
pero fundado sobre un error filosófico, por lo que anuncian, el retorno de la verdad.

No existe una sola definición verdadera de la verdad y eso está reconocido por todos los
filósofos conocidos, por lo que se está ante un concepto que no se pueden definir de forma única,
por lo que cada concepción tiene un valor y una función específica dentro de determinado
contexto.
Una de las concepciones más difundidas acerca de la verdad es aquella que tiene que ver
con la coherencia, por tanto, un enunciado particular de cualquier naturaleza será verdadero si
resulta por sí mismo, coherente con el contexto de enunciados en el cual está insertado; esta
concepción resulta aplicable a una propuesta narrativa o matemática, pero fuera de ellos y
particularmente en el ámbito procesal, no tiene ningún sentido esta forma de pensamiento ya que
no interesa si un enunciado es coherente o no con otro, porque esto no nos lleva al tipo de verdad
que buscamos, por ejemplo un enunciado de un hecho introducido por un testigo puede ser
perfectamente coherente con todos los demás, pero puede ser un testimonio completamente
falso.

Otro de los conceptos es, La verdad como correspondencia, significa que un enunciado o
la descripción de un hecho, será verdadero si únicamente corresponde a la realidad empírica,
histórica y material del hecho narrado, “la nieve es blanca”es verdadero sólo si la nieve es blanca,
así que la enunciado es verdadero, si y sólo si, en la realidad efectivamente sucede lo que está
descrito en el enunciado.

Valor social de la verdad, para hablar de este término, debe de hacerse bajo dos ópticas:

Primer aspecto, la verdad o la idea de la verdad tiene una función muy importante en el
entorno de los sistemas morales, entendiendo por sistema moral, las reglas que cada uno de
nosotros sigue o no en su propio comportamiento dentro de la sociedad, pues es difícil pensar en
un sistema o en cualquier conjunto de reglas morales en las cuales sea lícita la falsedad, de ahí que
se puede apreciar, que un sistema moral que favorece a la falsedad muy probablemente no exista.
De igual manera si pensamos en cualquier sistema ético, se volvería muy complicado asumir que
legitime la mentira.

De lo expuesto, la verdad cumple una función en el entorno de la vida social,


particularmente a partir de que todos nosotros aplicamos algunas reglas morales y de
comportamiento ético dentro de la propia vida social.

Por otra parte, más allá de los sistemas morales, los teóricos de la comunicación social,
dicen que una de las reglas fundamentales de la comunicación entre individuos en el entorno de la
vida social es justamente el compromiso a decir la verdad, y si bien a lo mejor no se observa el
todo, la comunicación social no podría llevarse a cabo si partiéramos de la idea de que el legítimo
decir algo falso.

Segundo aspecto: el valor político de la verdad, los sistemas políticos verdaderamente


democráticos deben estar fundados sobre la verdad entre las relaciones del poder y los
ciudadanos, la historia ha mostrado que todos los sistemas totalitarios fueron fundados sobre
mentiras, Joseph Goebbels responsable de la propaganda nazi decía “agarra cualquier mentira y
repite la un sinfín de veces y se volverá la verdad”; de ahí que encontramos que el valor político de
la verdad es uno de los elementos decisivos de la democracia.
Debe apuntarse que en ciertas situaciones y condiciones es admitido que el poder político
ni siquiera pueda decir la verdad a los ciudadanos, empero, no decir la verdad debe ser una
excepción y no la regla, bajo la premisa que la excepción tiene que tener un enorme justificación,
es decir, una muy buena razón para no hacerlo, seguridad nacional, orden público; en el
entendido, que una cosa es no decir la verdad y otra muy diferente es decir una mentira,
existiendo suficiente justificación que puede legitimar el secreto pero que no puede autorizar
jamás la mentira.

La verdad como un valor jurídico, de acuerdo a la construcción que se viene realizando se


puede ver que en un sistema social en el cual consideramos que la verdad es un valor moral y
luego decimos que también es un valor político, de la misma forma podemos decir que existe una
conexión directa y elemental, entre la verdad y el derecho, por ser en realidad, la verdad es un
valor fundamental en el terreno de los sistemas jurídicos, de esta forma, no se enfrentamos a la
idea del valor jurídico de la verdad, y es que, sin la verdad de los hechos, todas las ideas
relacionadas con el derecho de cualquier tipo que tienen relación con los sujetos de una sociedad
se vuelve un tema inevitablemente abstracto; pues si no existen las situaciones de hecho no
tendremos que hablar de escenarios jurídicos.

Establecidas estas teorías de la verdad, es aquí donde entramos con el proceso, tema
complejo, en vista las teorías sobre el tema no toman consideración el contenido y, por ende, la
naturaleza o cualidad de la decisión que concluye el proceso, en ese sentido se puede hablar de
proceso justo, debido proceso, al no existir objeción que un proceso más justo y legal, trae como
resultado que tendremos una sociedad más civilizada.

Cultura de la justicia procesal donde no se ocupan jamás de las decisiones de tal suerte,
que siendo el procedimiento correcto, puro y por supuesto justo, se traduce que lo importante es
el funcionamiento y no la resolución, al opinar que si el procedimiento es justo y es concebido
como correcto por parte de los destinatarios, ellos suficiente para considerarlo adecuado y
satisfactorio, encontrando enquistada la idea de justicia en relación al procedimiento y no a la
decisión.

Pareciera que el término de justicia se puede referir únicamente al procedimiento y no


han resultado del proceso, de ahí que se tenga el idea de que si el proceso es justo, entonces
también la decisión lo será de forma automática, lo que constituye un error del sistema, pues
puede resultar efectivamente el proceso sea justo al respetarse las diversas garantías Jueces
imparciales e independientes, respecto a las garantías de defensa, pero es posible que la decisión
final sea injusta. Pues a pesar, que la justicia en el proceso es muy útil y una condición necesaria,
pero hay que decirlo, no es suficiente determinar la justicia de la decisión y, en ese sentido, harán
falta otras condiciones adicionales para que podamos hablar, de una resolución justa.

Justicia de la Decisión: el problema auténtico y fundamental es la justicia es la decisión. Al


los participantes del proceso lo que les interesa cómo punto final, por padecer o gozan los efectos,
es precisamente una decisión justa, por lo tanto, se debe buscar más a fondo opciones para que el
proceso se oriente a producir decisiones correctas y justas, al considerar que los conflictos se
terminan de forma aceptable, tanto por las partes como en el contexto social, si la decisión que
surge de la controversia es justa, lo que genera que deban existir dos condiciones que son
importantes:

La primera, es la interpretación correcta de la norma jurídica,, es decir, si el juez equivoca


en interpretación de la norma, entonces la decisión sería incorrecta.

La segunda, consiste en que los hechos sean confirmados por el juez de forma verdadera.
De esta suerte, la verdad de los hechos es una condición, no suficiente por sí misma, pero sí
necesaria para la justicia de la decisión.

Al hablar de verdad en el proceso, no es sobre las absolutas ya que este tipo de verdad
sólo existen algunas religiones integristas, pero en el mundo de la vida real ya nadie habla de
verdades absolutas, más bien se mencionan las verdades relativas y en el proceso no es la
excepción; por lo que se trata de que el juez pueda llegar a la mejor aproximación posible en
relación a la verdad histórica de los hechos, y esa nunca va ser una verdad absoluta.

El Juez y las partes deben de saber que a la “Verdad verdad” jamás lograrán establecerla,
sin embargo, ésta debe de servir de punto de orientación para moverse en esa dirección, por lo
tanto, es importante como punto de referencia. En consecuencia, estamos hablando de una
cuestión de grados de la verdad, de una aproximación mayor o menor en relación a los puntos de
referencia según las circunstancias.

No debe de confundirse la verdad con la certeza, pues sobre esta última se puede
clasificar, en tener la certeza o la absoluta certeza de cosa falsa. La certeza es un estado
psicológico, la creencia en una cosa específica, el estar convencido, el estar persuadido acerca de
un tema, la cual puede ser por muy profundas razones, pero sigue siendo una condición mental
del sujeto que considera estar en lo cierto en relación con algo.

El conocimiento de la verdad, no tiene nada que ver con la psicología, tiene que ver con el
método la lógica, los procedimientos a través de los cuales se llega a la averiguación, confirmación,
determinación, descubrimiento de lo mucho o poco de la verdad que existe como
correspondencia a una realidad, que se puede establecer dentro de un entorno de contexto
individual en los cuales nos encontramos todo.
LA DIMENSIÓN EPISTÉMICA DEL PROCESO

En el proceso lo que se busque la verdad acerca de algunos hechos, por esta razón es
posible hablar de algunos aspectos del proceso como una actividad de tipo epistémica, puesto que
el proceso no debe de ser concebido como una actividad completamente autónoma, distinta y
separada de lo que sucede en otras ramas del conocimiento y de la experiencia cotidiana, en vista
que se trate de averiguar si tuvo o no existencia un hecho determinado con todas las modalidades
de tiempo acción y lugar.

Por ello, el juez debe de confirmar esta verdad y entrar en este tipo de análisis, en donde
aplica estos criterios del conocimiento que los epistemológicos han formulado en relación al
conocimiento científico o historiador.

LARRY LAUDAN filósofo se ocupa justamente de la confirmación de la verdad o búsqueda


de la verdad en el proceso penal, escribiendo a últimas fechas el libro llamado: Verdad, Error y
Proceso penal, descubriendo que existen norma s e instituciones del proceso que van en contra de
la búsqueda de la verdad y por ello señala, que cuando los criterios no funcionan bien en la
búsqueda de la verdad entonces nos encontramos en un error. De esta manera el problema sería
establecer y tratar de entender ¿cuál es el margen de error, la dimensión, el margen de riesgo que
es aceptable?, y ¿cuál es el margen de error que no?.

El proceso general, y en especial todo aquello que tiene que ver con las funciones
epistémicas del mismo, se encuentran reguladas por normas, que a menudo tienen que ver con las
pruebas, es decir, la forma en la cual estas entran al proceso, cuando son o no admitidas, su
desahogo y valoración.

Es muy frecuente en la doctrina procesalista exista la idea que en el proceso no se busca


la averiguación de los hechos, sino más bien se indaga sobre una especie de verdad procesal o
formal. Y es que, como existen en el proceso muchas normas, en cierta medida limitan la
búsqueda de la verdad.

Para el autor MICHELE TARUFFO no cree que fuera del proceso si se busque la verdad
verdadera, absoluta ya dentro del proceso se busque otra cosa conocida con el nombre de verdad
procesal, cuestión que no corresponde a la realidad del desarrollo científico y todas las áreas del
conocimiento humano donde se ha establecido que se llega a verdades relativas, todas las
personas en el terreno de la ciencia saben que están descubriendo verdades relativas, si no fuera
así la ciencia no se desarrollaría, pues el conocimiento científico aún y cuando tiene que estar
fundado sobre criterios que son extremadamente rigurosos de demostración y de verdad, aún así
habla de verdades relativas.

En el proceso no estamos en búsqueda de toda la verdad, por el hecho de que la regla del
proceso limitan, condicionan, o excluyen la búsqueda de la verdad, pero de no ser así, si
tuviéramos un proceso bien construido desde el punto de vista de la actividad epistémica,
entonces nos permitiría la búsqueda de la verdad, pues el proceso tiene como objetivo el
descubrimiento de esta.

La gran parte de la disciplina jurídica de las pruebas en todos los procesos civiles y penales
está compuesta de reglas que imponen la exclusión de cierto tipo de pruebas, es decir la ley nos
informa de aquellas que no se pueden utilizar, no obstante que tienen que ver justamente con
pruebas que son relevantes, que podrían resultar útiles para llegar a la verdad de los hechos, pues
tan simple, las pruebas que no sirven para nada no tienen ni siquiera la necesidad de ser excluidas
por la ley, sino que se autoexcluyen automáticamente, de tal suerte que sólo las pruebas
relevantes son las que importan para el proceso, así que, las normas que tienen que ver con la
admisibilidad jurídica de las pruebas por lo general excluyen la posibilidad de utilización de ciertos
medios de prueba, por lo tanto, deberían denominarse reglas de inadmisibilidad.

Se debe mencionar particularmente el principio de la relevancia, como regla de


admisibilidad, esto es, todas las pruebas que son relevantes deben ser admitidas, con salvedad de
aquellas que son excluidas por normas específicas. Este principio existen todos los ordenamientos.

JEREMY BENTHAM escribió el tratado sobre las pruebas donde hace referencia a las reglas
de exclusión del Derecho y señala que esas reglas lo que hacían era alejarnos de la verdad; en
otras palabras, bloqueaban la búsqueda de la verdad, por ello, deben ser eliminadas al grado de
que la única regla que debería hablar de la admisión debe darse a partir del principio de la
relevancia, esto es, si una prueba es útil tiene que ser admitida y, si no es útil, tiene que ser
eliminada.

Al final, ¿qué se sabe sobre la información que no se utiliza? Pues nada, y como no se
conoce nada acerca de ella, puede suceder que es información si se hubiera tomado en
consideración hubiese podido llevar a una conclusión distinta a la que se llegó, entonces, si se
excluye a priori una o mucha de la información útil, lo que se está haciendo es condicionando la
búsqueda de la verdad.

Diversos teóricos de las pruebas, argumentan que muchas veces tener todas las pruebas
relevantes implica mucho tiempo de actividad procesal que francamente no se puede tener por
razones de eficiencia o de rapidez del proceso por lo que es mejor un poco de información útil,
hasta donde el juez llegue a tener la sensación que entendió como tuvieron lugar los hechos.

Queda claro, en relación a un pensamiento racional de búsqueda de la verdad, que esta


forma de pensar se encuentra absolutamente fuera de lugar y resulta absurdo, porque en pocas
palabras no se puede excluir la prueba que son teóricamente relevantes por razones de economía
procesal, éstas no se podrían admitir si resultan ser reglas superfluas. Las pruebas contradictorias
nunca resultan tener estas características.

Tenemos la tendencia a seleccionar la información que confirma justamente la hipótesis


que tenemos en mente y a excluir aquellas que finalmente está en contra, por lo que se busca la
confirmación de nuestras propias ideas. El Juez no debe caer en un prejuicio de esta naturaleza,
pues no cuenta con hipótesis a priori que confirmar, sino que cuenta con hipótesis que verificar
justamente tomando en consideración las pruebas contrarias, no sólo las favorables y esto sí es un
criterio epistémico muy serio para establecer qué prueba hace falta utilizar y cuáles no.

Bajo el anterior contexto, aplicar el criterio de la relevancia de forma que se pueda


adaptar a la exigencia de la economía procesal, no es algo fácil de lograr y esto sería anteponiendo
las razones del descubrimiento de la verdad en relación con las razones de la economía procesal. Y
si la idea consiste que lo que interesa en el proceso es que éste sea simple, que cueste poco, que
dura poco tiempo y la verdad no importa tanto, se podría traer a contexto los Juicios Divinos u
ordalías.

De tal suerte, que las reglas de admisibilidad y de inadmisibilidad de los medios de prueba
son en términos generales, anti-epistémicos, por excluir información que es relevante y al hacerlo
se vuelve difícil o simplemente se aniquila la búsqueda de la verdad y para que sea epistémica, en
la búsqueda de la verdad ninguna prueba relevante debe ser excluir.

Un tratamiento muy diferente debe recibir la prueba ilícita, que es aquella que se obtiene
violando los derechos individuales de una persona como el de privacidad, la libertad individual,
etc. prueba ilícita que debe ser excluido aún cuando fuera cierto que sería útil para la búsqueda de
la verdad, pues no se puede admitir del Estado que admita un medio probatorio que va en contra
de los propios lineamientos que él estableció.

Otro tipo de reglas o mecanismos procesales anti-epistémicos o que por lo menos


acarrean problemas desde el punto de vista de búsqueda de la verdad, es la prueba tasada,
aquellas en la que el legislador por anticipado y en términos generales establece el valor de la
prueba, el cual es vinculante, por lo que el Juez está obligado a observar la regla respectiva.

Dentro de las pruebas trasada se encuentra la confesión, la cual obliga al juez a que
introduzca entre su propia decisión lo que se podría denominar como un déficit de verdad, ya que
si bien es cierto si una parte admite un hecho que es contrario a sus intereses, lo hace, solamente
si ese hecho es verdadero, pues nadie confiesa en contra de sus propios intereses, lo que arroja
como consecuencia que el juez siempre debe considerar como verdadero el hecho narrado por el
demandado, entonces nos encontramos frente a una norma que está obligando al juez a
equivocarse pues la naturaleza anti-epistémica del proceso a ello lo dirigen.

Una pregunta que debemos hacernos es: ¿la prueba testimonial es un instrumento
epistémico válido o no? Y es que los testimonios existen en todas partes; sin embargo, existe la
inquietud de hasta donde un testimonio funciona para llevarnos a la verdad. Una primera
respuesta nos diría que depende del método para interrogar un testigo, para ello tenemos que
tomar en consideración que en el mundo existen dos técnicas de interrogatorio sobre este tipo de
prueba, más una versión mixta.

La técnica número 1 que está presente desde el año mil todos los sistemas de Europa
Occidental y de América Latina, es aquella en la cual el juez hace el interrogatorio, formular las
preguntas, y el testigo conteste, así que el instrumento de este testimonio se encuentran las
manos del juez, es quien tiene la función de obtener por parte de las personas toda la información
útil acerca de los hechos que son objeto de la causa.

Pero ahora el proceso ya no es así, incluso el juez tiene poderes muy limitados que
impiden hacer preguntas que están fuera de lo indicado por las partes, así que, a la hora de hacer
el interrogatorio, el juez se vuelve un portavoz de la parte que finalmente llamó a este testigo.

La técnica número 2, modelo anglo-americano de la examinación cruzada o “cross


examination”. En este método, los abogados de las partes son los que interrogan y
contrainterrogan al testigo mientras que el juez nada más asiste, funge como un árbitro, tiene muy
pocos poderes de participación.

SANDERS PEIRCE a mediados del siglo XIX, escribió sobre el proceso penal norteamericano,
estableciendo que era, “absurdo pensar que a partir de la batalla o del encuentro entre dos sujetos
que representan posesiones diferentes surja la verdad”; este filósofo ya se había dado cuenta de
cómo funcionaba esta técnica de examinación cruzada, donde prevalecen opiniones negativas
sobre las positivas, porque en realidad se trata de un encuentro, de una batalla entre abogados,
así este escrito en los manuales para los abogados que llevan a cabo este tipo de interrogatorios,
el consejo que se da a los postulantes que contrainterroguen, es bajo el siguiente objetivo: el de
destruir la credibilidad de la prueba del adversario, sobre todo si sabe que dijo la verdad.
Partiendo de ello una buena examinación cruzada destruye la verdad, porque esta para lo que
sirve es para deformar, esconder destruir el testimonio contrario y máxime si se sabe que dijo la
verdad.

De lo anterior se concluye que un proceso acusatorio puro es anti-epistémico, por no estar


estructurado de forma tal como para permitir la averiguación, la búsqueda o el encuentro de la
verdad, ya que el corazón del proceso acusatorio se encuentra en la examinación cruzada.

Considera el autor que no se puede tener la certeza, ni las garantías a partir de la iniciativa
instructora de las partes para que surja la verdad de los hechos, por lo tanto por un lado se debe
asegurar a las partes de la forma más completa el derecho de la prueba, o sea, la posibilidad de
utilizar todos los medios de convicción que considere o tenga su disposición, por otro lado preveer
que cuando las iniciativas probatorias de las partes fuere insuficiente, el juez que tenga
conocimiento de la existencia de otros medios de prueba que lo podrían llevar a la averiguación de
los hechos tendría poder para disponer de oficio la adquisición de estos medios, desde el punto de
vista epistémico es lo más obvio.

Si queremos realmente que el proceso esté orientado al descubrimiento de la verdad, es


absolutamente indispensable que el juez tenga los poderes para llevar a cabo el proceso de este
modo. La verdad de los hechos es una condición indispensable de justicia de la decisión por lo que
si se mantiene lógicos y consecuentes el discurso se llega de forma natural a los poderes del juez,
quien articula simplemente y concatena las secuencias del proceso.
ELEMENTOS PARA UN LÉXICO DE LAS PRUEBAS

Si existen definiciones y clasificaciones, terminologías y tipologías relativas al significado


de las pruebas, es porque son poco rigurosas, se utilizan de forma muy flexible y variable, de un
modo más alusivo que preciso. No hay nada malo en ello, porque las teorías complejas y variables
son adecuadas para los fenómenos, como el de la prueba, que son muy complejos y diversificados
en las distintas culturas y en los diversos tipos de proceso.

Tres distinciones son inherentes a la “prueba” y a la forma en que se significado es


normalmente entendido en el proceso:

Primera distinción, se plantea entre prueba como demostración y prueba como


experimento.

La prueba como demostración sirve para establecer la verdad de los hechos relevantes
para la decisión. Aquí probar significa ofrecer elementos para decidir que una aserción relativa un
hecho es verdadera y esta afirmación está probada cuando existen elementos idóneos para
demostrar que es verdad.

La prueba como experimento, test o control, cuando se ubica dentro del desarrollo del
proceso se le considera como instrumento o procedimiento para verificar la fundamentación o la
aceptabilidad de esa afirmación. En el desarrollo del proceso se parte, de hipótesis sobre hechos y
mediante la prueba se verifica y se controla que hipótesis puede ser asumida como versión
verdadera de los hechos. Surge entonces un complejo procedimiento “prueba error” que sirve
para aprobar o reprobar las hipótesis formuladas sobre los hechos de la causa. En esta área del
significado, se sitúa la acepción de prueba, como instrumento de verificación de la
fundamentación de las afirmaciones referidas en los hechos.

La prueba como desafío o examen, se establece como concurso arriesgado requerido para
alcanzar un premio final, éste resulta ser una concepción irracional, estando presente y era
dominante en la ordalía, o juicio de Dios, como suplicio a superar para alcanzar la victoria.

Segunda distinción, una relevancia que puede trazarse dentro del significado de prueba
versa sobre la relación entre la prueba y el hecho al que ésta se refiere, así como sobre las
funciones que la prueba desarrolla en el ámbito de esa relación.

La relación prueba hecho, se observa la función que desarrolla la prueba durante el


proceso, se constata fácilmente, que la prueba es un factor o elemento de conocimiento que entra
en un procedimiento complejo, orientado hacia la formulación de un juicio final relativo a la
aceptabilidad de una aserción sobre los hechos relevantes para la decisión. En esencia, la prueba
sirve para confirmar o contradecir la hipótesis, eventualmente añadiéndose a otros elementos de
validación o de falacia.
Dentro de esta segunda distinción, la prueba también opera como factor de
descubrimiento, en la medida en que sirve como base para la elaboración de nuevas y distintas
hipótesis sobre el hecho relevante para la decisión.

La prueba-hecho también consiste en un elemento de justificación de la decisión sobre el


hecho o bien en ofrecer elementos de confirmación o de apoyo racional para el hipótesis que se
adopta como aserción verdadera sobre un hecho. La prueba opera aquí como premisa de
argumento, de inferencia que puede justificar o convalidar la elección de determinada hipótesis.
La prueba puede fundar argumentos de rechazo o aceptación de un hipótesis sobre un hecho.

Otra función de la prueba se sitúa en el punto de conexión, de descubrimiento y


justificación del juicio sobre los hechos caracterizándose como elemento de elección del hipótesis
que se presenta como la reconstrucción aceptable entre todas las posibles, por tanto, como
descripción verdadera de los hechos relevantes para la decisión.

Tercera distinción, dimensión polisémantica del término prueba, proviene del hecho de
que con el que hace referencia habitualmente aspectos distintos del fenómeno probatorio, de
forma que su significado cambia en cada caso.

Primer sentido, prueba se identifica, lo que sirve o puede servir para confirmar o falsear
una aserción relativa un hecho de la causa, se habla en este sentido de medios de prueba, para
subrayar que es prueba todo lo que sirve para probar, todo elemento que pueda ser empleado
para el conocimiento del hecho.

Segundo sentido, la prueba designe el resultado que deriva de la adquisición de los medios
de prueba en el proceso y de su valoración por parte del juez, en sentido lato, es sinónimo de
demostración o mejor aún, de demostración alcanzada: se da la prueba cuando el juez establece
que la aserción sobre el hecho es aceptable. En consecuencia, es prueba sólo aquello que tiene un
resultado positivo, es decir, aquello que produce elementos efectivos de confirmación o de
falsedad de la confirmación sobre el hecho.

También por prueba, se deriva la inferencia sobre la prueba, razonamiento con el cual se
establece que el hecho está probado sobre las bases de la prueba.

Prueba directa, indirecta y subsidiaria

Prueba directa y prueba indirecta, Carnelutti pone especial acento en la percepción del
juez en relación con el hecho aprobar, distinguiendo en función de que el juez perciba
directamente se hecho o se perciba otro del que se puede obtener el primer; sobre esta base se
sitúa el criterio entre prueba directa, declaración testimonial, documento y entre las pruebas
indirectas las presunciones y los indicios, sin embargo esta distinción es vaga y poco atendible,
porque se basa en algo genérico e indeterminado como lo es la percepción del juez.
Puede plantearse un criterio analizando la relación entre prueba y hecho aprobar, es decir,
el hecho jurídicamente relevante del que depende directamente la decisión, y el objeto de la
prueba el hecho del que la prueba ofrece la demostración o la confirmación. Bajo esta concepción
se está ante una prueba directa cuando la prueba versa sobre el hecho principal y, en cambio se
estar ante una prueba indirecta cuando esta situación no se produzca, es decir, cuando el objeto
de la prueba esté constituido por un hecho distinto de aquel que debe ser probado, por ser
jurídicamente relevante a los efectos de la decisión. De esta distinción casi todas las pruebas
pueden ser directas o indirectas en función de si tienen por objeto el hecho aprobar u otro hecho
del que puedan extraerse inferencias sobre el hecho aprobar.

Prueba subsidiaria, es aquella que pretende fundar la valoración acerca de la aceptabilidad


de otra prueba, inferencia acerca de la credibilidad de un medio de prueba.

Prueba directa y contraria, positiva y negativa. Para evitar problemas lingüístico mejor se
hablará de prueba positiva o afirmativa en lugar de prueba directa, consistiendo ésta, cuando
pretenda demostrarse la existencia del hecho aprobar, mientras que la prueba es contraria si se
pretende demostrar que ese hecho no se ha producido.

Se podría denominar negativa a la prueba que pretende demostrar la fundamentación de


una aserción que niega el hecho aprobar, es decir, se trata de demostrar que un hecho no se ha
producido. El problema surge en el caso de la prueba negativa indirecta, donde el hecho aprobar
el de inexistencia de un hecho pero el objeto de la prueba el existencia de un hecho; prueba de
coartada, mediante la que se puede probar que no se ha estado en un determinado lugar en un
cierto momento demostrado que en ese mismo momento se encontraba en otro sitio. La prueba
de la cuarta vez positiva si se tiene en cuenta su objeto inmediato, pero es negativa si se tiene en
cuenta la función que desarrolla respecto del hecho principal aprobar.

Algo muy distinto es el resultado negativo de la prueba, que se produce cuando ésta no
aporta resultados utilizables para la determinación de los hechos de la causa.

Prueba histórica y prueba crítica

prueba histórica se define por el carácter de la fuente, que es precisamente, el medio del
historia, o sea la memoria de los; en contraposición la prueba crítica o lógica es definida como
prueba de las reglas, sin aclarar de qué regla sea otra versión sobre este tipo de pruebas es que la
prueba histórica sería directa mientras que la prueba indirecta sería la crítica.

Otras distinciones de prueba

Prueba legal, es aquella cuya eficacia está predeterminada por la ley, mientras que la
prueba el libre si está sujeta la valoración discrecional del Juez.

Prueba típica o innominada la primera es aquella que está expresamente prevista por la
ley mientras que la atípica o innominada es si la ley no la prevé.
Prueba real, es aquella constituida por una cosa; documental, es la constituida por
documentos; persona,l aquella ofrecida por una persona; preconstituida, es aquella que se crea
antes y fuera del proceso, mientras que el de formación procesal, aquella que se forma en el
proceso con los procedimientos expresamente previstos por la norma; prueba científica, la que
requiere la utilización de metodología científica; informática, aquella que se deriva de la
utilización de tecnologías informáticas; la estadística en la prueba, se deriva de la utilización de
datos y metodología estadística.

Presunciones e indicios

Las presunciones simples, se traducen en las implicaciones que el juez extrae de un hecho
conocido para llegar a un hecho ignorado, quedando estas a prudencia del titular del órgano
jurisdiccional por tratarse de razonamientos e inferencias que depende necesariamente de la
convicción discrecional y no pueden ser de ningún modo reguladas y determinadas por la ley; es
importante la previsión de que las presunciones sólo serán admitidas si son graves, precisas y
concordantes, lo que constituye una verdadera norma de prueba legal negativa, en sentido
estricto, en la medida en que excluye que las presunciones puedan constituir prueba del hecho
sino presentan aquellos requisitos.

Cuando se dan presunciones que no sean graves, precisas y concordantes no se da la


prueba del hecho en el sentido de que aquellas no son suficientes por sí solas para hacer que el
juez considere el hecho como verdadero.

El término indicio se utiliza, al menos en tres acepciones principales. En la primera indicio


es sinónimo de presunción y de conjetura en la medida en que indique el razonamiento por el
argumento mediante el que se vinculan dos hechos extrayendo de uno de ellos consecuencias
para el otro.

En su segunda acepción, indicios se distingue de presunción en la medida en que haría


referencia a aquellos elementos de prueba que, a pesar de que no carecen de eficacia probatoria,
no presentan los requisitos exigidos por la ley para la utilización de las presunciones simples
(graves, precisas y concordantes).

La tercera acepción, más rigurosa y más clara según la cual indicio hace referencia al hecho
conocido o a la fuente que constituye la premisa de la inferencia presuntiva, así pues, es un indicio
cualquier cosa, circunstancia o comportamiento que el juez considere significativo en la medida en
que de él pueda derivarse conclusiones relativas al hecho aprobar.
PRESUNCIONES, VERDAD Y NORMA PROCESAL

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