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El Fichaje 2018
cuando Dios se fija en ti
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El Fichaje
Ed. Ramírez Suaza, P.Th
El episodio que acabamos de leer lo veo como un manantial de gracia abundante. Sí,
todo lo que allí acontece está envuelto en la gracia incomprensible, insoportable y
paradójicamente irresistible de Dios.
La gracia explicada en un “a, b, c” teológico es la generosidad amorosa de Dios para
darnos todo aquello que no merecemos.
Me parece hermoso si intentamos ir un poco a aguas más profundas en la comprensión
de la gracia. La gracia de Dios no solo se trata de la generosidad divina que da al ser
humano lo que éste no merece; es más que esto. Haré a un lado lo que diccionarios
teológicos puedan definir la gracia de Dios y apelaré a la sencillez profunda de una
parábola:
Finalizando un año académico en un prestigioso seminario teológico de algún
lugar del mundo, enviaron a uno de sus sobresalientes estudiantes graduados al
campo misionero. Su destino fue una aldea hermosa pero sin ningún tipo de
sofisticación moderna. En la aldea había una humilde capilla donde un hombre
de aquel lugar presidía los cultos, las oraciones, los cantos e inclusive las
reflexiones en la Palabra de Dios. Cuando el joven teólogo llegó a la aldea, luego
de instalarse en alguna humilde cabaña, buscó a la persona encargada de la
iglesia allí para presentarse y dialogar sobre cómo servir juntos al Señor. El
joven encontró un pastor desaliñado, vestido de nativo, muy primitivo en su
apariencia. Así que su ego intelectual en un descuido se le infló y empezó a
hacerle preguntas teológicas al pastor nativo. Entre ellas preguntó: -¿sabes tú
qué es la gracia?- El hombre nativo carecía de toda sofisticación para
comunicarse, así que recogió unas hojas secas e hizo un círculo en el piso con
ellas. Luego tomó un gusano grande y lo puso en el centro del círculo hecho de
hojarasca seca. Prendió fuego a las hojas. Cuando el fuego estaba por consumir
al animalito, el nativo metió su mano con mucha agilidad, tomó al gusano, lo
puso sobre su pecho y exclamó: -¡mi gusano! ¡Mi gusano!
Dirigió su dulce mirada al joven engreído y le dijo, -cuando yo estuve a punto de
arder eternamente en las llamas del infierno, Dios metió su mano. Me tomó en
sus brazos. Me apretó contra su pecho y exclamó: -¡mi gusano! ¡Mi gusano!-
¡Esto es gracia!
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El Fichaje
Ed. Ramírez Suaza, P.Th
Dios sabe esto, y tú lo debes saber: ¡estamos en bancarrota! Sí. Moralmente, estamos
en bancarrota. Espiritualmente, estamos en bancarrota. ¿Con qué pretendemos
pagarle a Dios su amor y misericordia? ¿Con diez tapitas de yogo-yogo?
Cuando se predica un evangelio que puede pagarle a Dios su amor y misericordia con
abstinencias de licor, parrandas y homicidios; sepa y entienda que te están predicando
una gracia barata. Cuando le enseñan maquillar el pecado con faldas largas,
pantalones prensados y zapatos acharolados para cargar la biblia bajo el brazo, te están
dando una gracia barata. Cuando le enseñan que Ud. se tiene que ganar el cielo con
duros tratos al cuerpo, con una vida religiosa sin gozo ni gratitud ni amor; le están
enseñando una gracia barata.
La gracia de Jesucristo abraza pecadores para hacerlos santos. Acoge ladrones para
transformarlos en honestos trabajadores. Recibe a los adúlteros para hacer de ellos
cónyuges fieles. Abre las puertas a las rameras para convertirlas en unas señoras muy
dignas, muy merecidas de todo respeto. Adopta alcohólicos para hacerlos libres. Llama
a los homosexuales para sanar sus quebrantos más profundos. La gracia divina
justifica al pecador, no al pecado. Jamás olvide esto: aunque toda dádiva de Dios la
recibimos gratuitamente, tuvo un costo muy alto. Incomprensible para nosotros.
Dios ficha a quienes lo necesitan, no a quienes presumen que lo merecen.
Del fichaje lleno de gracia del Señor, destaquemos algunas verdades que Dios me
permite ver en el pasaje.
¿Qué clase de fichaje es ese? A los cobradores de impuestos de las sinagogas los
excomulgaron. No podían entrar al templo de Jerusalén. Eran menospreciados por
cobrarle a sus hermanos un dinero que sería destinado para engordar las arcas del
diabólico imperio romano. Para los piadosos judíos, este hombre Leví no vale un
centavo. Nadie le apuesta a él como para servir a Dios. Tremenda sorpresa les da
Jesús: lo llama. A Leví lo han acusado de ladrón. Lo han juzgado de usurero. Avaro.
Torcido, por beneficiar a los romanos perjudicando a su propio pueblo.
En él, a pesar de todo esto, Jesús fija su mirada y lo llama.
Humanamente hablando, no es un buen fichaje. Pero Jesús ficha por él.
Marcos en su evangelio nos quiere mostrar cómo es Dios cuando habita entre los
hombres: llamando los pecadores a seguirle.
Leví escucha el llamado y no lo puede resistir. Marcos lo narra de una manera
asombrosa: “Leví se levantó y lo siguió”. Gracia irresistible. ¿Gracia irresistible? La
doctrina de la Gracia irresistible significa que Dios es soberano y puede vencer toda
resistencia cuando el quiere. Dice la Biblia en Daniel 4:35 “Él actúa conforme a su
voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener
su mano, ni decirle: ¿Qué haces?” La Gracia irresistible hace referencia a la obra
soberana de Dios de vencer la rebelión de nuestro corazón y tráenos a la fe en Cristo y
así ser salvos.1
Leví no pudo hacer resistencia al llamado divino, y si la hubo el Espíritu Santo la
derrotó.
S. Agustín talló sobre la historia una verdad muy hermosa. Dijo él: “Si nos volvemos a
Dios, eso en sí mismo es un regalo de Dios.”
Fichaje irresistible.
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http://www.vor.org/ibg/catalogo/pdfdocs/calvinismo.pdf
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El Fichaje
Ed. Ramírez Suaza, P.Th
la casa del alguien es porque quiere salvarla toda. Quiere perdonarle a todos sus
pecados. Quiere con todos una amistad genuina.
Jesús por estos días también ha estado llamando a muchos a seguirlo a casa; tu casa.
Es que en casa todos saben quién soy realmente. En casa se sabe la verdad de cada ser.
En casa no podemos usar máscaras.
Luego de llegar a casa, pues muchos pecadores como Leví al ver que Jesús no lo
menospreció, que por el contrario lo llamó a seguirle, pues se animaron para ir a él.
Seguro en busca del perdón de sus pecados. Seguro en busca de sanidad integral del
alma. No me caben dudas que era una mesa repugnante para los religiosos que se la
pasaban vigilando al Maestro.
La mesa en la cultura judía significa amistad, apertura de afectos y relaciones, intimar.
¿Cómo es posible que Jesús esté a la mesa con personas de esa calaña?
Cuestionaron los religiosos de la época.
«¿Cómo? ¿Éste come y bebe con cobradores de impuestos y con pecadores?» Este
cuestionamiento capcioso lo escucha el Señor, sin permitir sean los discípulos quienes
den respuesta a esto, el Carpintero de Nazaret responde: «No son los sanos los que
necesitan de un médico, sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a los justos, sino
a los pecadores.»
Imagino las escena, sólo logro ver que la respuesta del Maestro les cayó como un
“baldao de agua fría”. Jesús no vino a socorrer santurrones; vino a sanar pecadores.
Lo cierto es que Dios en su Hijo Cristo está levantando un nuevo pueblo suyo. Un
nuevo Israel. Una comunidad que abre sus puerta para abrazar personas de todas las
culturas, razas, etnias, clanes, colores e idiomas para ser un pueblo santo al Señor. Esa
comunidad nueva que empieza a levantarse con el abrazo de Jesús, se integra de
pecadores perdonados. De pervertidos sanados desde lo profundo de sus corazones. De
Mentirosos rehabilitados. De inmorales restaurados. De perversos nacidos de nuevo.
A Dios siempre lo cuestionamos, y uno de los cuestionamientos ha sido este: ¿qué hace
Dios abrazando a tanto pecador? Quienes hacen estos cuestionamientos, por lo regular
se engañan a sí mismos al creerse santo, mejor que otros; mejor que Jesús.
El evangelio son buenas noticias para la creación entera, de manera especial para
pecadores como yo: Dios envió a su Hijo Cristo para sanarnos. Es que a mí, el egoísmo
me atrofia la vida. A mí, la concupiscencia me deteriora la armonía conmigo mismo y
con mi prójimo. A mí, el adulterio saca a relucir la lepra de mi corazón. A mí, la
mentira me resulta una llaga que diagnostica cuán podrida está mi mente. A mí, la
vulgaridad me desalienta la fe. A mí, el alcohol me arrastra como gusano en las
miserias del mundo. A mí, la avaricia me discapacita el amor. A mí, los odios me matan
por dentro. A mí, la hipocresía me hace metástasis en el alma. A mí, el pecado me
enferma por completo.
Pero hay buenas noticias para pecadores como yo: ¡Jesús ha venido a sanarnos!
Les cuento que estoy en tratamiento: Jesús me está sanando.
Y si alguno de entre nosotros se está creyendo más santo que los demás, le tengo tristes
y preocupantes noticias: ¡estás más enfermo que todos!
Dios siempre se luce con sus obras de arte: en el principio, creó los cielos y la tierra.
Luego puso sobre los cielos su gloria. Pasaron, al parecer, pocos días cuando el ser
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