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El Fichaje

Ed. Ramírez Suaza, P.Th

El mundo del fútbol europeo viene capturando mi atención de maneras significativas,


de entre sus muchas realidades me sorprende el mercado de los fichajes. Ejemplo, el
PSG, uno de los mejores clubes del mundo, acaba de invertir 380 millones de euros en
la adquisición de dos grandes deportistas: Neymar y Mbappé. Según analistas, esta
desproporcionada inversión -sin antecedente alguno- tiene el propósito de sacar al
club como el campeón de la Champion.
En una entrevista que hicieron a Maradona, dijo el crack que llegó a aconsejar al
presidente del Real Madrid fichar por Mbappé antes que lo hiciera el PSG y que fichara
por Neymar antes que se fuera a Francia. Fue un pésimo negocio para el Real Madrid
no fichar por los dos mejores jugadores del mundo. Esta es opinión de un rey del
fútbol; no mía.

Cuando pienso en el reino de los cielos, me parece descabellado el método de fichaje


que tiene Dios. Él no le apuesta al fichaje de los mejores, de los sabios ni de los
poderosos. No ficha por los multimillonarios ni por los avaros. No ficha por los
ambiciosos ni por los más famosos ni por los más influyentes del mercado actual. Para
su equipo en el reino de los cielos ficha por lo más vil y menospreciado del mundo:
vagabundos, andrajosos, alcohólicos, adictos, prostitutas, ladrones, asesinos,
indolentes, egoístas, adúlteros, infieles y peores. Pa’ la muestra de un botón abra su
biblia en el evangelio según S. Marcos 2.13-17
13 Después Jesús volvió a la orilla del lago. Y toda la gente se le acercaba, y él les
enseñaba. 14 De paso vio a Leví hijo de Alfeo, que estaba sentado donde se
cobraban los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Y Leví se levantó y lo siguió. 15 Y
sucedió que mientras Jesús estaba sentado a la mesa, en la casa de Leví, también
muchos cobradores de impuestos y pecadores se sentaron a la mesa con Jesús y
sus discípulos, pues ya eran muchos los que lo seguían. 16 Cuando los escribas y
los fariseos lo vieron comer con cobradores de impuestos y con pecadores, les
preguntaron a los discípulos: «¿Cómo? ¿Éste come y bebe con cobradores de
impuestos y con pecadores?» 17 Jesús los oyó, y les dijo: «No son los sanos los
que necesitan de un médico, sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a los
justos, sino a los pecadores.»

Jesús vino a fichar por pecadores, no por santurrones.

El Fichaje 2018
cuando Dios se fija en ti

Todo el evangelio de Marcos es un relato fascinante del evangelio de Jesucristo, Hijo


de Dios. Todo el relato de Marcos se teje con unos episodios inmensos en su
significado, en su revelación. Es decir, en cómo presentan al mundo el rostro de Dios.

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Y no sólo él cómo, además presenta magistralmente el rostro de Dios en cada escena,


en cada discurso, en cada enunciado teológico.
Marcos en su relato interpreta a Jesús y lo explica como el Hijo de Dios. En otras
palabras, como el cumplimiento de la promesa hecha al mundo por medio de los
profetas: Dios habitando entre los humanos para salvación, perdón y redención de
toda la creación.

El episodio que acabamos de leer lo veo como un manantial de gracia abundante. Sí,
todo lo que allí acontece está envuelto en la gracia incomprensible, insoportable y
paradójicamente irresistible de Dios.
La gracia explicada en un “a, b, c” teológico es la generosidad amorosa de Dios para
darnos todo aquello que no merecemos.
Me parece hermoso si intentamos ir un poco a aguas más profundas en la comprensión
de la gracia. La gracia de Dios no solo se trata de la generosidad divina que da al ser
humano lo que éste no merece; es más que esto. Haré a un lado lo que diccionarios
teológicos puedan definir la gracia de Dios y apelaré a la sencillez profunda de una
parábola:
Finalizando un año académico en un prestigioso seminario teológico de algún
lugar del mundo, enviaron a uno de sus sobresalientes estudiantes graduados al
campo misionero. Su destino fue una aldea hermosa pero sin ningún tipo de
sofisticación moderna. En la aldea había una humilde capilla donde un hombre
de aquel lugar presidía los cultos, las oraciones, los cantos e inclusive las
reflexiones en la Palabra de Dios. Cuando el joven teólogo llegó a la aldea, luego
de instalarse en alguna humilde cabaña, buscó a la persona encargada de la
iglesia allí para presentarse y dialogar sobre cómo servir juntos al Señor. El
joven encontró un pastor desaliñado, vestido de nativo, muy primitivo en su
apariencia. Así que su ego intelectual en un descuido se le infló y empezó a
hacerle preguntas teológicas al pastor nativo. Entre ellas preguntó: -¿sabes tú
qué es la gracia?- El hombre nativo carecía de toda sofisticación para
comunicarse, así que recogió unas hojas secas e hizo un círculo en el piso con
ellas. Luego tomó un gusano grande y lo puso en el centro del círculo hecho de
hojarasca seca. Prendió fuego a las hojas. Cuando el fuego estaba por consumir
al animalito, el nativo metió su mano con mucha agilidad, tomó al gusano, lo
puso sobre su pecho y exclamó: -¡mi gusano! ¡Mi gusano!
Dirigió su dulce mirada al joven engreído y le dijo, -cuando yo estuve a punto de
arder eternamente en las llamas del infierno, Dios metió su mano. Me tomó en
sus brazos. Me apretó contra su pecho y exclamó: -¡mi gusano! ¡Mi gusano!-
¡Esto es gracia!

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El ser humano, con lo que respecta a su salvación, al perdón de sus pecados, a la


reconciliación con Dios, a la sanidad integral de su existir; casi siempre ha querido
negociar con el Creador. Queremos ponerle precio al amor de Dios. Precios en
moneda. Precios moralistas. Precios religiosos y legalistas. Precios piadosos. Me
explico. ¿Cuánto cuesta que Dios perdone mis pecados todos los días? ¿Un millón de
pesos? ¿Dos horitas en el culto dominical? ¿Un devocional más lleno de bostezos que
de sinceridad y pasión?
¿Cuánto cuesta que Dios me dé su salvación eterna? ¿Cien millones que voy pagando
cada domingo en cuotas de diezmo? ¿Dejar de tomar, bailar y beber? Y con eso
Quedamos “Q a P” con el Señor, y quizá él me quede debiendo.
¿Cuánto cuesta que Dios me sane? ¿A quién le consigno para que me haga el milagrito?
El ser humano pretende negociar con Dios en lugar de rendir, entregar su alma entera
a su Creador. Nos creemos tan paisas que llegamos a pensar que persuadimos a Dios
con nuestras baratijas a cambio de sus riquezas en gloria. Parecemos alguien
pretendiendo comprarse un Mercedes Benz último modelo con diez tapitas de yogo-
yogo. ¡Absurdos!

Dios sabe esto, y tú lo debes saber: ¡estamos en bancarrota! Sí. Moralmente, estamos
en bancarrota. Espiritualmente, estamos en bancarrota. ¿Con qué pretendemos
pagarle a Dios su amor y misericordia? ¿Con diez tapitas de yogo-yogo?
Cuando se predica un evangelio que puede pagarle a Dios su amor y misericordia con
abstinencias de licor, parrandas y homicidios; sepa y entienda que te están predicando
una gracia barata. Cuando le enseñan maquillar el pecado con faldas largas,
pantalones prensados y zapatos acharolados para cargar la biblia bajo el brazo, te están
dando una gracia barata. Cuando le enseñan que Ud. se tiene que ganar el cielo con
duros tratos al cuerpo, con una vida religiosa sin gozo ni gratitud ni amor; le están
enseñando una gracia barata.

La gracia de Jesucristo abraza pecadores para hacerlos santos. Acoge ladrones para
transformarlos en honestos trabajadores. Recibe a los adúlteros para hacer de ellos
cónyuges fieles. Abre las puertas a las rameras para convertirlas en unas señoras muy
dignas, muy merecidas de todo respeto. Adopta alcohólicos para hacerlos libres. Llama
a los homosexuales para sanar sus quebrantos más profundos. La gracia divina
justifica al pecador, no al pecado. Jamás olvide esto: aunque toda dádiva de Dios la
recibimos gratuitamente, tuvo un costo muy alto. Incomprensible para nosotros.
Dios ficha a quienes lo necesitan, no a quienes presumen que lo merecen.
Del fichaje lleno de gracia del Señor, destaquemos algunas verdades que Dios me
permite ver en el pasaje.

En primer lugar, Nadie puede resistirse al fichaje divino. vv. 13-14


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Los padres de la Iglesia lo expresaron de esta manera: gracia irresistible.


El texto bíblico dice que Jesús se encontraba predicando a la orilla del lago a decenas
de personas. Pasando Jesús cerca a la playa, ya que él era un maestro peripatético
(enseña mientras camina), ve a un hombre despreciable para la sociedad judía, un
cobrador de impuestos y le dijo: -sígueme.- Vaya cosa más extraña, Marcos dice que
este hombre dejó su puesto “laboral” tirado para seguir a Jesús.

¿Qué clase de fichaje es ese? A los cobradores de impuestos de las sinagogas los
excomulgaron. No podían entrar al templo de Jerusalén. Eran menospreciados por
cobrarle a sus hermanos un dinero que sería destinado para engordar las arcas del
diabólico imperio romano. Para los piadosos judíos, este hombre Leví no vale un
centavo. Nadie le apuesta a él como para servir a Dios. Tremenda sorpresa les da
Jesús: lo llama. A Leví lo han acusado de ladrón. Lo han juzgado de usurero. Avaro.
Torcido, por beneficiar a los romanos perjudicando a su propio pueblo.
En él, a pesar de todo esto, Jesús fija su mirada y lo llama.
Humanamente hablando, no es un buen fichaje. Pero Jesús ficha por él.

Marcos en su evangelio nos quiere mostrar cómo es Dios cuando habita entre los
hombres: llamando los pecadores a seguirle.
Leví escucha el llamado y no lo puede resistir. Marcos lo narra de una manera
asombrosa: “Leví se levantó y lo siguió”. Gracia irresistible. ¿Gracia irresistible? La
doctrina de la Gracia irresistible significa que Dios es soberano y puede vencer toda
resistencia cuando el quiere. Dice la Biblia en Daniel 4:35 “Él actúa conforme a su
voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener
su mano, ni decirle: ¿Qué haces?” La Gracia irresistible hace referencia a la obra
soberana de Dios de vencer la rebelión de nuestro corazón y tráenos a la fe en Cristo y
así ser salvos.1
Leví no pudo hacer resistencia al llamado divino, y si la hubo el Espíritu Santo la
derrotó.
S. Agustín talló sobre la historia una verdad muy hermosa. Dijo él: “Si nos volvemos a
Dios, eso en sí mismo es un regalo de Dios.”
Fichaje irresistible.

En segundo lugar, el fichaje divino es escandaloso vv. 15-16


Leví abandona su puesto de corrupción, de recaudación descarada de dineros para
seguir a Jesús. Cristo lo lleva a su casa. La casa del pecador. Eso me parece fascinante.
Es como si Jesús le hubiese dicho: -Leví, sígueme a tu casa-. Cuando Jesús se invita a

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http://www.vor.org/ibg/catalogo/pdfdocs/calvinismo.pdf
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la casa del alguien es porque quiere salvarla toda. Quiere perdonarle a todos sus
pecados. Quiere con todos una amistad genuina.
Jesús por estos días también ha estado llamando a muchos a seguirlo a casa; tu casa.
Es que en casa todos saben quién soy realmente. En casa se sabe la verdad de cada ser.
En casa no podemos usar máscaras.

Luego de llegar a casa, pues muchos pecadores como Leví al ver que Jesús no lo
menospreció, que por el contrario lo llamó a seguirle, pues se animaron para ir a él.
Seguro en busca del perdón de sus pecados. Seguro en busca de sanidad integral del
alma. No me caben dudas que era una mesa repugnante para los religiosos que se la
pasaban vigilando al Maestro.
La mesa en la cultura judía significa amistad, apertura de afectos y relaciones, intimar.
¿Cómo es posible que Jesús esté a la mesa con personas de esa calaña?
Cuestionaron los religiosos de la época.

La religiosidad es muy peligrosa, puede conducirnos a presumir que somos mejores


que los demás. Sepa esto amada iglesia, no somos mejores que nadie. Brennan, en su
fascinante libro “el evangelio de los andrajosos” dijo, “Algo está muy mal cuando la
iglesia local rechaza a una persona aceptada por Jesús: cuando la sentencia dura
rechaza a los homosexuales; cuando el divorciado no puede participar de la comunión;
cuando al niño de la prostituta se le niega el bautismo; cuando al ministro disidente se
le niegan los sacramentos. Jesús viene para los pecadores, aun el domingo por la
mañana. Su venida termina con el pecado y nos hace valiosos ante sus ojos. Si no
comprendemos esto, estaremos poniendo en el corazón del cristianismo una
preocupación necia y alejada de Dios, relacionada con las obras del ser humano. Jesús
se sentó a la mesa con quien quisiera estar allí, incluyendo a los que habían sido
echados de hogares decentes. Al compartir la comida, recibieron consideración en
lugar de la esperada condena. Un perdón misericordioso, en lugar de un apurado
veredicto de culpables. La gracia sorprendente, en lugar de la desgracia universal.”
Caminaban un día S. Francisco y un buen hermano, vagaban discutiendo varios temas
cuando ocurrió que el buen hermano vio a la vera del camino a una persona muy
embriagada. Se detuvo y retrocedió horrorizado exclamando: -Mira, padre Francisco,
esa horrible persona.- Pero Francisco con su profundo conocimiento tanto de la
naturaleza del Padre como del poder divino, sencillamente sonrió, se volvió hacia el
hermano y señalando al que yacía en el camino, humildemente dijo, -Hermano, sólo
por la gracia de Dios, no es Francisco la persona que yace ahí.-

Finalmente, el texto nos dice que el fichaje divino es compasivo vv. 17


Los religiosos que se presumían mejores moralmente que los “nuevos amigos” de
Jesús, y quizá mejores que el mismo Cristo, cuestionaron a los discípulos del Señor:
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«¿Cómo? ¿Éste come y bebe con cobradores de impuestos y con pecadores?» Este
cuestionamiento capcioso lo escucha el Señor, sin permitir sean los discípulos quienes
den respuesta a esto, el Carpintero de Nazaret responde: «No son los sanos los que
necesitan de un médico, sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a los justos, sino
a los pecadores.»
Imagino las escena, sólo logro ver que la respuesta del Maestro les cayó como un
“baldao de agua fría”. Jesús no vino a socorrer santurrones; vino a sanar pecadores.

Lo cierto es que Dios en su Hijo Cristo está levantando un nuevo pueblo suyo. Un
nuevo Israel. Una comunidad que abre sus puerta para abrazar personas de todas las
culturas, razas, etnias, clanes, colores e idiomas para ser un pueblo santo al Señor. Esa
comunidad nueva que empieza a levantarse con el abrazo de Jesús, se integra de
pecadores perdonados. De pervertidos sanados desde lo profundo de sus corazones. De
Mentirosos rehabilitados. De inmorales restaurados. De perversos nacidos de nuevo.
A Dios siempre lo cuestionamos, y uno de los cuestionamientos ha sido este: ¿qué hace
Dios abrazando a tanto pecador? Quienes hacen estos cuestionamientos, por lo regular
se engañan a sí mismos al creerse santo, mejor que otros; mejor que Jesús.

El evangelio son buenas noticias para la creación entera, de manera especial para
pecadores como yo: Dios envió a su Hijo Cristo para sanarnos. Es que a mí, el egoísmo
me atrofia la vida. A mí, la concupiscencia me deteriora la armonía conmigo mismo y
con mi prójimo. A mí, el adulterio saca a relucir la lepra de mi corazón. A mí, la
mentira me resulta una llaga que diagnostica cuán podrida está mi mente. A mí, la
vulgaridad me desalienta la fe. A mí, el alcohol me arrastra como gusano en las
miserias del mundo. A mí, la avaricia me discapacita el amor. A mí, los odios me matan
por dentro. A mí, la hipocresía me hace metástasis en el alma. A mí, el pecado me
enferma por completo.
Pero hay buenas noticias para pecadores como yo: ¡Jesús ha venido a sanarnos!
Les cuento que estoy en tratamiento: Jesús me está sanando.
Y si alguno de entre nosotros se está creyendo más santo que los demás, le tengo tristes
y preocupantes noticias: ¡estás más enfermo que todos!

He venido evaluando mi vida… típico de los cuarentones. Y me dio nostalgia, profunda


tristeza saberme tan pecador. Tan falto de fe. Y me comprendí como el más inútil de
los pastores en el reino de Dios. Pero al instante caí en la cuenta que estoy en las
manos más útiles: las de Jesús. Es que, como bien dijo Jose Luis Navajo: “La mano de
Dios convierte en obras de arte las ruinas del alma.”

Dios siempre se luce con sus obras de arte: en el principio, creó los cielos y la tierra.
Luego puso sobre los cielos su gloria. Pasaron, al parecer, pocos días cuando el ser
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humano creado a imagen y semejanza de su Creador quiso destronar a Dios y lo hizo


su enemigo. El pecado nos deshumanizó, nos destituyó de su gloria hasta que Dios, no
soportando más esta tragedia, nos envió en donación a su Hijo Cristo. Él nos sentó a su
mesa junto a otros muchos colegas: sicarios, pervertidos, mentirosos, avaros,
adúlteros, egoístas, ladrones, borrachos, adictos, infieles, hipócritas, corruptos,
blasfemos, incrédulos, idólatras… por mencionar algunos. Y de todos ellos y de
nosotros, viene sanando nuestras almas para salvación personal y redención de la
creación entera. El poder de su amor en la cruz del Calvario es invencible. El poder de
su amor no lo derrota mi maldad ni la del diablo. No lo derrota ni lo alto ni lo
profundo. Ni los ángeles y mucho menos los principados. Nada ni nadie nos podrá
separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús.
Jamás olvide esto: “me amó y se entregó por mí”.
Ahora lo amo yo y me entrego por completo a él.

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